The Portrait of a Lady

by
Henry James (1843-1916)


El retrato de una dama

de
Henry James

CHAPTER 1

1

Under certain circumstances there are few hours in life more agreeable than the hour dedicated to the ceremony known as afternoon tea. There are circumstances in which, whether you partake of the tea or not --some people of course never do --the situation is in itself delightful. Those that I have in mind in beginning to unfold this simple history offered an admirable setting to an innocent pastime. The implements of the little feast had been disposed upon the lawn of an old English country-house, in what I should call the perfect middle of a splendid summer afternoon. Part of the afternoon had waned, but much of it was left, and what was left was of the finest and rarest quality. Real dusk would not arrive for many hours; but the flood of summer light had begun to ebb, the air had grown mellow, the shadows were long upon the smooth, dense turf. They lengthened slowly, however, and the scene expressed that s ense of leisure still to come which is perhaps the chief source of one′s enjoyment of such a scene at such an hour. From five o′clock to eight is on certain occasions a little eternity; but on such an occasion as this the interval could be only an eternity of pleasure. The persons concerned in it were taking their pleasure quietly, and they were not of the sex which is supposed to furnish the regular votaries of the ceremony I have mentioned. The shadows on the perfect lawn were straight and angular; they were the shadows of an old man sitting in a deep wicker-chair near the low table on which the tea had been served, and of two younger men strolling to and fro, in desultory talk, in front of him. The old man had his cup in his hand; it was an unusually large cup, of a different pattern from the rest of the set and painted in brilliant colours. He disposed of its contents with much circumspection, holding it for a long time close to his chin, with his face turned to the house. His companions had either finished their tea or were indifferent to their privilege; they smoked cigarettes as they continued to stroll. One of them, from time to time, as he passed, looked with a certain attention at the elder man, who, unconscious of observation, rested his eyes upon the rich red front of his dwelling. The house that rose beyond the lawn was a structure to repay such consideration and was the most characteristic object in the peculiarly English picture I have attempted to sketch. Era la hora dedicada a la ceremonia del té de la tarde y sabido es que, en determinadas circunstancias, hay en la vida muy pocas horas que puedan compararse a ésa por el agrado y atractivo que ofrece a quienes saben disfrutarla. Hay momentos en los cuales, se tome o no se tome té -cosa que, desde luego, algunos no hacen jamás-, la situación constituye por sí misma una verdadera delicia. Las personas que están presentes en mi imaginación al intentar escribir la primera página de esta sencilla historia ofrecían a la vista un cuadro admirablemente ilustrador del disfrute de tan inocente pas atiempo. Los utensilios de ágape tan parco e íntimo se hallaban dispuestos sobre el tierno césped de una antigua casa de campo inglesa durante una hora que yo calificaría de momento supremo de una espléndida tarde de verano. Se había desvanecido parte de dicha tarde, pero aún quedaba de ella bastante, que era precisamente su parte de más bella y extraordinaria calidad. Faltaban todavía algunas horas para el verdadero atardecer, mas el torrente de intensa luz de verano había empezado ya a decrecer, se había vuelto más suave el aire, y las sombras, como desperezándose, se iban estirando poco a poco sobre la tupida y tierna hierba. Era, como decimos, pausado su alargamiento, y el escenario de la naturaleza contribuía a favorecer el nacimiento de ese estado de ánimo, de solaz y abandono, que constituye la fuente principal de placer en semejante actividad y a semejante hora. Puede decirse que el intervalo de tiempo comprendido entre las cinco y las ocho de la tarde de un día estival es a veces una pequeña eternidad; mas en momentos como éste cabe afirmar que es y no puede ser más que una eternidad de placer. Los participantes en la misma parecían estar disfrutando tranquilamente de él, y, por añadidura, no eran de los pertenecientes al sexo que se supone proporciona el mayor número de adeptos a tales ceremonias. Sobre el perfecto prado se recortaban unas sombras rectas y angulosas, que eran la de un hombre ya viejo, sentado en un profundo sillón de mimbre cerca de la mesa donde se había servido el té, y las de un par de jóvenes que iban de un lado para otro en presencia del anciano mientras mantenían con él una conversación, por parte de ellos completamente deshilvanada. Sostenía el viejo la taza de té en la mano; una taza desacostumbradamente grande, de forma distinta de la del resto del servicio y pintada de brillantes colores. Sorbía su contenido con gran calma, manteniéndola durante largo rato cerca de su barbilla, con el rostro vuelto hacia la casa. Los jóvenes que le acompañaban habían ya terminado de tomar el té, o acaso sentían una gran indiferencia hacia el privilegio que tal ceremonia implicaba, y preferían fumar exquisitos cigarrillos mientras continuaban su ir y venir ante el apacible anciano. Uno de ellos le miraba con gran curiosidad cada vez que pasaba ante él, sin que el bueno del viejo se diese cuenta, como lo demostraba el que no apartara sus ojos de la fachada de su mansión coloreada de rojo. La casa, que se alzaba al otro lado de la pradera, era un edificio merecedor del tributo de admiración que parecía estársele rindiendo y el objeto más característico del cuadro netamente inglés que estoy intentando describir.
It stood upon a low hill, above the river --the river being the Thames at some forty miles from London. A long gabled front of red brick, with the complexion of which time and the weather had played all sorts of pictorial tricks, only, however, to improve and refine it, presented to the lawn its patches of ivy, its clustered chimneys, its windows smothered in creepers. The house had a name and a history; the old gentleman taking his tea wou ld have been delighted to tell you these things: how it had been built under Edward the Sixth, had offered a night′s hospitality to the great Elizabeth (whose august person had extended itself upon a huge, magnificent, and terribly angular bed which still formed the principal honour of the sleeping apartments), had been a good deal bruised and defaced in Cromwell′s wars, and then, under the Restoration, repaired and much enlarged; and how, finally, after having been remodelled and disfigured in the eighteenth century, it had passed into the careful keeping of a shrewd American banker, who had bought it originally because (owing to circumstances too complicated to set forth) it was offered at a great bargain: bought it with much grumbling at its ugliness, its antiquity, its incommodity, and who now, at the end of twenty years, had become conscious of a real aesthetic passion for it, so that he knew all its points and would tell you just where to stand to see them in c ombination and just the hour when the shadows of its various protuberances --which fell so softly upon the warm, weary brickwork --were of the right measure. Besides this, as I have said, he could have counted off most of the successive owners and occupants, several of whom were known to general fame; doing so, however, with an undemonstrative conviction that the latest phase of its destiny was not the least honourable. The front of the house overlooking that portion of the lawn with which we are concerned was not the entrance-front; this was in quite another quarter. Privacy here reigned supreme, and the wide carpet of turf that covered the level hill-top seemed but the extension of a luxurious interior. The great still oaks and beeches flung down a shade as dense as that of velvet curtains; and the place was furnished, like a room, with cushioned seats, with rich-coloured rugs, with the books and papers that lay upon the grass. The river was at some distance; where the ground began to slope, the lawn, properly speaking, ceased. But it was none the less a charming walk down to the water. La casa señoreaba la cima de un altozano próximo al caudaloso río -el Támesis-, y se hallaba a unas cuarenta millas de Londres. Era espaciosa su fachada de ladrillo rojo coronada de aleros y sobre la cual el paso del tiempo y las inclemencias de las estaciones parecían haberse complacido en dejar toda suerte de pinceladas y retoques pictóricos, no para estropearla sino para mejorarla, embellecerla y darle un aire señorial con sus gualdrapas de hiedra, el enjambre de sus chimeneas y sus numerosas ventanas ahogadas de enredadera. Tenía la mansión su nombre y su historia; y cabe suponer el agrado con que el viejo que la contemplaba se habría puesto a explicar el uno y la otra. Seguramente hubiera contado con sumo gusto que su construcción databa de la _3época de Eduardo VI; que en ella había pasado una noche la gran Isabel (que se había dignado estirar sus augustos miembros en aquel lecho imponente, magnífico, y terriblemente inclinado que constituía la más preciada joya de los dormitorios de la señorial mansión); que durante las guerras de Cromwell fue víctima de deterioros y daños, para ser después, y durante la Restauración, remodelada y agrandada hasta llegar al siglo dieciocho, que se encargó de desfigurarla al querer modernizarla, dejándola en el estado actual, en que pasó a poder y diligente cuidado de un sagaz banquero norteamericano -quien la adquirió en primer lugar porque, debido a circunstancias difíciles y penosas de explicar, se la ofrecieron como una verdadera ganga-, el cual, al adquirirla, refunfuñó hasta cansarse por su fealdad, su antigüedad, su i ncomodidad, y que, en cambio ahora, al cabo de veinte años, había terminado por descubrir su verdadero valor, concibiendo una verdadera pasión estética por ella, hasta el extremo de conocerla en todos sus detalles y aspectos y de poder decir dónde debía uno ponerse para apreciarlos en conjunto a tal o cual hora, cuando las sombras de todos sus salientes, al caer suavemente sobre la superficie cálida y desgastada de su ladrillo, ofrecían las proporciones requeridas para la contemplación placentera. Aparte de ello, como he dicho, habría podido enumerar a la mayoría de sus antiguos moradores, los nombres de muchos de los cuales habían sonado en el mundo por obra de la trompeta de la fama, y, seguramente, lo habría hecho de manera que, como quien no quiera la cosa, habría aparecido el del último y actual morador de la misma como uno de sus no menos prestig iosos. La fachada de la casa que daba a esa parte de la pradera que nos interesa no era precisamente la del frente de la mansión, que caía hacia otro lado. Aquí podía estarse en la más completa intimidad, y la extensa alfombra de césped que parecía derramarse hacia abajo desde la cima del altozano hubiérase dicho que de la misma casa salía y colgaba. Los grandes e inmóviles robles y las numerosas hayas proyectaban también hacia abajo una sombra tan densa como la de pesados cortinajes de terciopelo, y el amplio espacio hubiérase dicho amueblado como una habitación, con sus mullidos asientos, sus esteras de abigarrados colores, los libros y periódicos que yacían esparcidos sobre el césped. No lejos discurría el río, en cuya ribera podía decirse que terminaba el prado, y el paseo por dicho prado hasta la orilla del río no era de los menos placenteros que esos parajes ofrecían.
The old gentleman at the tea-table, who had come from America thirty years before, had brought with him, at the top of his baggage, his American physiognomy; and he had not only brought it with him, but he had kept it in the best order, so that, if necessary, he might have taken it back to his own country with perfect confidence. At present, obviously, nevertheless, he was not likely to displace himself; his journeys were over, and he was taking the rest that precedes the great rest. He had a narrow, clean-shaven face, with features evenly distributed and an expression of placid acuteness. It was evidently a face in which the range of representation was not large, so that the air of contented shrewdness was all the more of a merit. It seemed to tell that he had been successful in life, yet it seemed to tell also that his suc cess had not been exclusive and invidious, but had had much of the inoffensiveness of failure. He had certainly had a great experience of men, but there was an almost rustic simplicity in the faint smile that played upon his lean, spacious cheek and lighted up his humorous eye as he at last slowly and carefully deposited his big tea-cup upon the table. He was neatly dressed, in well-brushed black; but a shawl was folded upon his knees, and his feet were encased in thick, embroidered slippers. A beautiful collie dog lay upon the grass near his chair, watching the master′s face almost as tenderly as the master took in the still more magisterial physiognomy of the house; and a little bristling, bustling terrier bestowed a desultory attendance upon the other gentlemen. El anciano caballero de la mesa del té, que había venido de Norteamérica treinta años atrás, había traído consigo, como parte más importante de su equipaje, su fisonomía típicamente americana, y no sólo la había traído, sino que también la había conservado en perfecto estado por si se presentaba el caso de tener que volver a su país con ella. A pesar de todo, en esos momentos no se sentía en disposición de viajar; se habían acabado ya sus días de transhumancia, y ahora disfrutaba del breve descanso que precede inevitablemente al descanso definitivo. Tenía nuestro hombre una cara enjuta y perfectamente rasurada, de rasgos apacibles y expresión de plácida agudeza. Era evidentemente uno de esos ro stros que no disponen de una gran gama de expresiones, de modo que su aire de satisfecha sagacidad era aún más meritorio. Al contemplarlo, hubiérase dicho que estaba pregonando el éxito que su poseedor había logrado en la vida, mas parecía pregonarlo de suerte que no se lo tomara por un éxito ofensivo y exclusivo, sino que se pudiera considerar que tenía la inofensividad del fracaso.       El personaje había, en efecto, tenido una gran experiencia en el trato de los hombres, pero mostraba una sencillez casi rústica en aquella desmayada sonrisa que se extendía sobre sus anchas y huesudas mejillas en el momento en que depositaba cuidadosamente su tazón en la mesa. Iba pulcramente vestido de negro y con el traje bien cepillado. Sobre las rodillas tenía, plegado, un chal y calzaba unas gruesas zapatillas bordadas. Un hermoso pastor escocés yacía a sus pies en la hierba, la cara vuelta hacia la de su amo, al que contemplaba con mirada casi tan tierna como la de aquél al contemplar la autoritaria fachada de su mansión. Un revoltoso e hirsuto perrillo terrier jugueteaba con los otros contertulios.
One of these was a remarkably well-made man of five-and-thirty, with a face as English as that of the old gentleman I have just sketched was something else; a noticeably handsome face , fresh-coloured, fair and frank, with firm, straight features, a lively grey eye and the rich adornment of a chestnut beard. This person had a certain fortunate, brilliant exceptional look --the air of a happy temperament fertilized by a high civilisation --which would have made almost any observer envy him at a venture. He was booted and spurred, as if he had dismounted from a long ride; he wore a white hat, which looked too large for him; he held his two hands behind him, and in one of them --a large, white, well-shaped fist --was crumpled a pair of soiled dog-skin gloves. Uno de los dos caballeros mencionados era un hombre de treinta y cinco años de edad aproximadamente, muy bien constituido físicamente, con una cara tan inglesa como poco inglesa era la del anciano que acabo de describir: rostro verdaderamente hermoso, de frescos colores, noble y franco, de rasgos correctos y bien dibujados, ojos grises muy vivos, y encuadrado por una barba de suave color castaño. Ofrecía tal caballero el aspecto de ser persona excepcionalmente brillante y afortunada, y tenía aire de poseer un fuerte temperamento fertilizado por una refinada civilización que habría sido la envidia de cualquier observador ocasion al. Calzaba altas botas con espuelas, pues acababa de desmontar después de una larga cabalgada. Su blanco sombrero parecía demasiado ancho para él. Llevaba las manos cruzadas a la espalda, y en uno de sus blancos, anchos y bien modelados puños apretaba un par de ricos guantes de piel de cerdo.
His companion, measuring the length of the lawn beside him, was a person of quite a different pattern, who, although he might have excited grave curiosity, would not, like the other, have provoked you to wish yourself, almost blindly, in his place. Tall, lean, loosely and feebly put together, he had an ugly, sickly, witty, charming face, furnished, but by no means decorated , with a straggling moustache and whisker. He looked clever and ill --a combination by no means felicitous; and he wore a brown velvet jacket. He carried his hands in his pockets, and there was something in the way he did it that showed the habit was inveterate. His gait had a shambling, wandering quality; he was not very firm on his legs. As I have said, whenever he passed the old man in the chair he rested his eyes upon him; and at this moment, with their faces brought into relation, you would easily have seen they were father and son. The father caught his son′s eye at last and gave him a mild, responsive smile. Su compañero, que marchaba a su lado a lo largo  del prado, ofrecía un aspecto completamente distinto, y, si bien habría suscitado en cualquiera una gran curiosidad al verle, no era capaz, como el otro, de provocar en nadie el deseo de cambiarse por él. Alto y delgado, desgalichado, era de rostro feo, enfermizo, vivo, simpático, provisto, aunque no pueda decirse que decorado, de bigote ralo y patillas. Parecía muy inteligente y achacoso, combinación nada oportuna por cierto, y llevaba una chaqueta de terciopelo de color castaño oscuro. Llevaba las manos metid as en los bolsillos, de una manera tan natural que demostraba que esa postura era en él habitual. Su porte era extraño, pues andaba con paso vacilante e indeciso, como si no se sintiera firme sobre sus piernas. Como ya dije, cada vez que pasaba ante el anciano posaba en él los ojos, y si uno se fijaba en ellos dos en tal instante y examinaba los rostros de ambos, no le era difícil darse cuenta de que eran padre e hijo. El padre se percató al fin de la mirada de su hijo y correspondió a ella con una amable sonrisa, diciendo:
"I′m getting on very well," he said. -Me siento perfectamente bien.
"Have you drunk your tea?" asked the son. -¿Has tomado ya tu té? -le preguntó el hijo.  
"Yes, and enjoyed it." -Sí; lo he tomado y lo he saboreado.  
"Shall I give you some more?" -¿Quieres que te sirva un poco más?
The old man considered, placidly. "Well, I guess I′ll wait and see." He had, in speaking, the American tone. El anciano, después de pensarlo un momento, respondi u243ó: -Te diré. Me parece que prefiero esperar y ver... Al hablar, se le notaba un acento marcadamente americano.
"Are you cold?" the son enquired. -¿Tienes frío? -preguntó el hijo.
The father slowly rubbed his legs. "Well, I don′t know. I can′t tell till I feel." El padre se frotó suavemente las piernas y dijo: -La verdad, no lo sé. No podré decirlo hasta que lo sienta.
"Perhaps some one might feel for you," said the younger man, laughing. El joven, sonriendo, replicó: -Tal vez otro pueda sentirlo por ti.
"Oh, I hope some one will always feel for me! Don′t you feel for me, Lord Warburton?" -Claro. Espero que haya siempre quien pueda sentir algo por mí. Lord Warburton, ¿no siente usted algo por mí?
"Oh yes, immensely," said the gentleman addressed as Lord Warburton, promptly. "I′m bound to say you look wonderfully comfortable." -¡Oh, sí, muchísimo! -replicó apresuradamente el caballero a quien se acababa de llamar lord Warburton-. Pero me inclino a creer que se siente usted admirablemente.
"Well, I suppose I am, in most respects." And the old man looked down at his green shawl and smoothed it over his knees. "The fact is I′ve been comfortable so many years that I suppose I′ve got so used to it I don′t know it." -No digo que no lo esté en muchos aspectos -dijo el anciano y, acariciando suavemente e l chal que tenía sobre sus rodillas, añadió-: Lo cierto es que me he sentido tan bien durante tantos años que estoy por creer que me he acostumbrado de tal manera a ello que ya no lo noto.
"Yes, that′s the bore of comfort," said Lord Warburton. "We only know when we′re uncomfortable." A lo que replicó lord Warburton: -ése es el inconveniente del bienestar: que únicamente lo conocemos cuando nos sentimos mal.
"It strikes me we′re rather particular," his companion remarked. par Su compañero dijo: -Me llama la atención ver lo extraños que somos.
"Oh yes, there′s no doubt we′re particular," Lord Warburton murmured. And then the three men remained silent a while; the two younger ones standing looking down at the other, who presently asked for more tea.  "I should think you would be very unhappy with that shawl," Lord Warburton resumed while his companion filled the old man′s cup again. Lord Warburton murmuró: -Oh, sí; verdaderamente somos muy extraños. Durante un rato permanecieron en silencio los tres hombres, los dos más jóvenes en pie y mirando al anciano sentado, el cual pidió un poco más de té. Lord Warburton, verdad es que no le perturba gran cosa. Apenas si re­cuerdo haberle visto tan pesimista como ahora. Muchas veces es él quien trata de animarme.
"Oh no, he must have the shawl!" cried the gentleman in the velvet coat. "Don′t put such ideas as that into his head."   FALTA LA TRADUCCIÓN DE VARIOS PARRAFOS 
"It belongs to my wife," said the old man simply.  
"Oh, if it′s for sentimental reasons --" And Lord Warburton made a gesture of apology.  
"I suppose I must give it to her when she comes," the old man went on.  
"You′ll please to do nothing of the kind. You′ll keep it to cover your poor old legs."  
"Well, you mustn′t abuse my legs," said the old man. "I guess they are as good as yours."  
"Oh, you′re perfectly free to abuse mine," his son replied, giving him his tea.  
"Well, we′re two lame ducks; I don′t think there′s much difference."  
"I′m much obliged to you for calling me a duck. How′s your tea?"  
"Well, it′s rather hot."  
"That′s intended to be a merit."  
"Ah, there′s a great deal of merit," murmured the old man, kindly. "He′s a very good nurse, Lord Warburton."  
"Isn′t he a bit clumsy?" asked his lordship.  
"Oh no, he′s not clumsy --considering that he′s an invalid himself. He′s a very good nurse --for a sick-nurse. I call him my sick-nurse because he′s sick himself."  
"Oh, come, daddy!" the ugly young man exclaimed.  
"Well, you are; I wish you weren′t. But I suppose you can′t help it."
"I might try: that′s an idea," said the young man.  
"Were you ever sick, Lord Warburton?" his father asked.  
Lord Warburton considered a moment. "Yes, sir, once, in the Persian Gulf."  
"He′s making light of you, daddy," said the other young man. "That′s a sort of joke."  
"Well, there seem to be so many sorts now," daddy replied, serenely. "You don′t look as if you had been sick, any way, Lord Warburton."  
"He′s sick of life; he was just telling me so; going on fearfully about it," said Lord Warburton′s friend.  
"Is that true, sir?" asked the old man gravely.  
"If it is, your son gave me no consolation. He′s a wretched fellow to talk to --a regular cynic. He doesn′t seem to believe in anything."  
"That′s another sort of joke," said the person accused of cynicism.  
" It′s because his health is so poor," his father explained to Lord Warburton. "It affects his mind and colours his way of looking at things; he seems to feel as if he had never had a chance.
But it′s almost entirely theoretical, you know; it doesn′t seem to affect his spirits. I′ve hardly ever seen him when he wasn′t cheerful --about as he is at present. He often cheers me up."
Lord Warburton, verdad es que no le perturba gran cosa. Apenas si recuerdo haberle visto tan pesimista como ahora. Muchas veces es él quien trata de animarme.
The young man so described looked at Lord Warburton and laughed. "Is it a glowing eulogy or an accusation of levity? Should you like me to carry out my theories, daddy?" El joven de quien tal se decía miró a lord Warburton y se echó a reír. Dijo:  -¿Qué encierran tus palabras: encendido panegírico o acusación de ligereza? ¿Es que quieres que saque a relucir mis teorías, papá?
"By Jove, we should see some queer things!" cried Lord Warburton. Lord Warburton exclamó: La de cosas estrambóticas que tendríamos que oír, Santo Dios!
"I hope you haven′t taken up that sort of tone," said the old man. -Supongo que no se te ocurrirá adoptar ese tono -dijo el anciano.
"Warburton′s t one is worse than mine; he pretends to be bored. I′m not in the least bored; I find life only too interesting." -El de Warburton es mucho peor todavía que el mío; él presume de estar ya aburrido. Yo, en cambio, no lo estoy, en absoluto; por el contrario, la vida me parece sumamente interesante.
"Ah, TOO interesting; you shouldn′t allow it to be that, you know!" -¡Ah, conque sumamente interesante! Pues no deber usías admitir que lo es, ya sabes.
"I′m never bored when I come here," said Lord Warburton. "One gets such uncommonly good talk." -Cuando vengo aquí, nunca me aburro. Aquí se puede disfrutar de una conversación desusadamente excelente -apuntó lord Warburton.
"Is that another sort of joke?" asked the old man. "You′ve no excuse for being bored anywhere. When I was your age I had never heard of such a thing." -¿Es otra clase de chiste eso que está diciendo? -preguntó el anciano-. No tiene usted derecho a aburrirse, sea donde fuere. Cuando yo tenía sus años, no oía , jamás hablar de semejante cosa.
"You must have developed very late." -Seguramente habrá tardado mucho en madurar, en desarrollarse.
"No, I developed very quick; that was just the reason. When I was twenty years old I was very highly developed indeed. I was working tooth and nail. You wouldn′t be bored if you had something to do; but all you young men are too idle. You think too much of your pleasure. You′re too fastidious, and too indolent, and too rich." -Todo lo contrario, crecí con gran rapidez. A los veinte años ya estaba desarrollado por completo en lo físico y en lo moral. Trabajaba ya con toda mi alma, con uñas y dientes. Cuando se tiene algo que hacer no se puede estar aburrido, pero ustedes los jóvenes de ahora son demasiado perezosos. Piensan demasiado en sus propios placeres, son demasiado exigentes, indolentes y ricos.
"Oh, I say," cried Lord Warburton, "you′re hardly t he person to accuse a fellow-creature of being too rich!" -¡Ah, vamos! -dijo lord Warburton-. -¡No es usted el más indicado para acusar a los demás de ser demasiado ricos!
"Do you mean because I′m a banker?" asked the old man. -¿Lo dice usted porque soy banquero? -preguntó el anciano.
"Because of that, if you like; and because you have --haven′t you? --such unlimited means." -Quizá sea por eso, y, además, porque posee usted... ¿es o no cierto?... medios ilimitados.
"He isn′t very rich," the other young man mercifully pleaded. "He has given away an immense deal of money." El otro joven dijo, como quien pide disculpas: -No es tan extraordinariamente rico. Ha donado ya una enorme cantidad de dinero.
"Well, I suppose it was his own," said Lord Warburton; "and in that case could there be a better proof of wealth? Let not a public benefactor talk of one′s being too fond of pleasure." -Sería porque era suyo, digo yo -exclamó lord Warburton-, y, si así es, ¿qué mayor y mejor prueba de riqueza quiere usted? Los bienhechores de la humanidad no deberían meterse con los amantes del placer.
"Daddy′s very fond of pleasure --of other people′s." -Mi padre se apasiona por el plac er... de los demás.  
The old man shook his head. "I don′t pretend to have contributed anything to the amusement of my contemporaries." El anciano movió la cabeza como negando tal afirmación y dijo: -Pero yo no presumo de haber contribuido en nada a la diversión de mis contemporáneos.
"My dear father, you′re too modest!" -Querido papá, eres demasiado modesto.
"That′s a kind of joke, sir," said Lord Warburton. -Eso es otro chiste -dijo lord Warburton.
"You young men have too many jokes. When there are no jokes you′ve nothing left." -Ustedes, la gente joven -dijo el anciano-, tienen siempre demasiados chistes a flor de labios. Cuando se les acaban, no les queda nada.
"Fortunately there are always more jokes," the ugly young man remarked. A lo que el joven feo replicó: -Por fortuna, siempre los hay nuevos.
"I don′t believe it --I believe things are getting more serious. You young men will find that out." -No lo creo así. Por lo contrario, creo que las cosas van siendo más serias cada día. Ustedes, los jóvenes, llegarán también a convencerse de ello con el tiempo.
"The increasing seriousness of things, then --that′s the great opportunity of jokes." -¡La seriedad cada día mayor de las cosas! He ah_7í un gran pretexto, una gran oportunidad para nuevos chistes.
"They′ll have to be grim jokes," said the old man. "I′m convinced there will be great changes; and not all for the better." -Pues puedo asegurar que no tendrán nada de graciosos -replicó el anciano-. Por mí parte, estoy convencido de que van a producirse grandes cambios... y, por desgracia, no para bien.
"I quite agree with you, sir," Lord Warburton declared. "I′m very sure there will be great changes, and that all sorts of queer things will happen. That′s why I find so much difficulty in applying your advice; you know you told me the other day that I ought to ′take hold′ of something. One hesitates to take hold of a thing that may the next moment be knocked sky-high." -Estoy completamente de acuerdo con usted -dijo lord Warburton-. Yo también tengo la seguridad de que va a haber cambios profundos y van a suceder cosas verdaderamente estrafalarias. Por eso me está resultando tan difícil poner en práctica el consejo que me dio usted el otro día, al decirme que debo agarrarme a algo. La verdad, uno no se siente con ánimos de agarrarse a algo que a los pocos minutos puede volar por los aires.
"You ought to take hold of a pretty woman," said his companion. "He′s trying hard to fall in love," he added, by way of explanation, to his father. A esto, su compañero replicó: -De lo que debes posesionarte es de una hermosa mujer. Está viendo si consigue enamorarse -aññadió dirigiéndose a su padre y como explicación de sus anteriores palabras.
"The pretty women themselves may be sent flying!" Lord Warburton exclaimed. Pero lord Warburton exclamó: -Las mujeres serían las primeras que podrían salir despedidas por los aires.
"No, no, they′ll be firm," the old man rejoined; "they′ll not be affected by the social and political changes I just referred to." -No, nada de eso, no lo crea usted -contestó el viejo caballero-. Ellas se quedarán firmemente donde están, los cambios políticos y sociales a que antes me he referido no llegarán a afectarlas.
"You mean they won′t be abolished? Very well, then, I′ll lay my hands on one as soon as possible and tie her round my neck as a life-preserver." -¿Quiere usted decir que no serán abolidas? Perfectamente. Entonces, le echaré mano a una de ellas lo antes posible y me la ceñiré al cuello a manera de salvavidas.
"The ladies will save us," said the old man; "that is the best of them will --for I make a difference between them. Make up to a good one and marry her, and your life will become much more interesting." El anciano respondió: -Pues no le quepa duda de que las mujeres serán quienes nos salven; es decir, las mejores de entre ellas..., pues yo creo que se diferencian mucho unas d e otras. Conquiste a una mujer buena, hágala su esposa y su vida cobrará en el acto mayor interés.
A momentary silence marked perhaps on the part of his auditors a sense of the magnanimity of this speech, for it was a secret neither for his son nor for his visitor that his own experiment in matrimony had not been a happy one. As he said, however, he made a difference; and these words may have been intended as a confession of personal error; though of course it was not in place for either of his companions to remark that apparently the lady of his choice had not been one of the best. Se produjo un momentáneo silencio que tal vez expresaba la condescendiente magnanimidad del auditorio respecto del discurseador, toda vez que ni para el hijo ni para el visitante era un secreto que el matrimonio del que así acababa de hablar no había sido un camino de rosas. Mas, como él mismo manifestara, establecía entre ellas una diferencia; lo cual podía interpretarse como una confesión de su propio error al respecto, aunque, como es obvio, ninguno de sus dos oyentes estaba calificado para declarar que la dama de su elección no había sido de las mejores.
"If I marry an interesting woman I shall be interested: is that what you say?" Lord Warburton asked. "I′m not at all keen about marrying --your son misrepresented me; but there′s no knowing what an interesting woman might do with me." Al cabo de un momento, preguntó lord Warburton: -¿Quiere usted decir que, si me caso con una mujer interesante, sentiré interés por vivir ? Su hijo no presentó mi caso con exactitud. No tengo muchas ganas de contraer matrimonio, pero quién sabe lo que podría hacer por mí una mujer interesante.
"I should like to see your idea of an interesting woman," said his friend. Su amigo dijo: -Me gustaría ver qué idea tienes tú de lo que es una mujer interesante.
"My dear fellow, you can′t see ideas --especially such highly ethereal ones as mine. If I could only see it myself --that would be a great step in advance." -Pero, amigo mío, no puedes aspirar a ver las ideas... sobre todo las que son de índole tan etérea e impalpable como las mías. Ya quisiera poder verlas yo mismo... lo cual supondría de por sí un gran progreso.
"Well, you may fall in love with whomsoever you please; but you mustn′t fall in love with my niece," said the old man. ar El anciano intervino, diciendo: -Está bien; usted puede enamorarse de quien mejor le parezca, pero no de mi sobrina.
His son broke into a laugh. "He′ll think you mean that as a provocation! My dear father, you′ve lived with the English for thirty years, and you′ve picked up a good many of the things they say. But you′ve never learned the things they don′t say!" El hijo prorrumpió en una alegre carcajada. -¡Lo va a tomar como una provocación de parte tuya! Querido papá, has estado viviendo entre ingleses durante treinta años y has logrado pescar muchas de las cosas que dicen, pero todavía no has llegado a aprender las cosas que se callan.
"I say what I please," the old man returned with all his serenity. Sin alterarse un ápice, el viejo replicó severamente: -Yo digo lo que me place.
"I haven′t the honour of knowing your niece," Lord Warburton said. "I think it′s the first time I′ve heard of her." Por su parte, lord Warburton dijo: -No tengo el honor de conocer a su sobrina: hasta creo que es la primera vez que la oigo nombrar.
"She′s a niece of my wife′s; Mrs. Touchett brings her to England." -Es sobrina de mi esposa. La señora Touchett la trae consigo a Inglaterra.
Then young Mr. Touchett explained. "My mother, you know, has been spending the winter in America, and we′re expecting her back. She writes that she has discovered a niece and that she has invited her to come out with her." El joven señor Touchett tuvo a bien explicar el caso diciendo: -Mi madre, como ya sabes, ha pasado el invierno en América y la estamos esperando de vuelta de un momento a otro. Nos ha escrito diciendo que ha descubierto a una sobrina suya y que la ha invitado a venir aquí con ella.
"I see --very kind of her," said Lord Warburton. "Is the young lady interesting?" Lord Warburton dijo: Ah, claro... muy gentil por su parte. u191¿Y es interesante esa joven dama?
"We hardly know more about her than you; my mother has not gone into details. She chiefly communicates with us by means of telegrams, and her telegrams are rather inscrutable. They say women don′t know how to write them, but my mother has thoroughly mastered the art of condensation. ′Tired America, hot weather awful, return England with niece, first steamer decent cabin.′ That′s the sort of message we get from her --that was the last that came. But there had been another before, which I think contained the first mention of the niece. ′Changed hotel, very bad, impudent clerk, address here. Taken sister′s girl, died last year, go to Europe, two sisters, quite independent.′ Over that my father and I have scarcely stopped puzzling; it seems to admit of so many interpretations." -Apenas sabemos de ella más de lo que acabas de oír, porque mi madre no ha entrado en detalles. Se comunica con nosotros principalmente por medio de telegramas, que son muchas veces indescifrables. Hay quien dice que las mujeres no saben redactar telegramas, pero eso no va seguramente con mi madre, que ha logrado la suprema maestría en el arte de resumir. Por ejemplo, para que veas los telegramas que solemos recibir de ella, éste es el último que nos ha llegado. Dice así: «Cansada América, horrible temporada de verano, vuelvo Inglaterra con sobrina, primer barco camarote decente». Pero, antes de éste hubo otro, en el que, según creo, se hacía por primera vez mención de la sobrina, y que decía: «Cambiado " hotel, malísimo, administrador desvergonzado, escríbeme aqu í. Tomado hija hermana muerta año pasado, va Europa, ambas hermanas muy independientes». Al leer esto, tanto mi padre como yo nos pusimos a darle vueltas y más vueltas al asunto, que, como ves, se presta a múltiples interpretaciones.
"There′s one thing very clear in it," said the old man; "she has given the hotel-clerk a dressing." -A mí entender -dijo el anciano-, hay sólo una cosa verdaderamente clara en él, y es que le echó un buen rapapolvo al administrador del hotel.
"I′m not sure even of that, since he has driven her from the field . We thought at first that the sister mentioned might be the sister of the clerk; but the subsequent mention of a niece seems to prove that the allusion is to one of my aunts. Then there was a question as to whose the two other sisters were; they are probably two of my late aunt′s daughters. But who′s ′quite independent,′ and in what sense is the term used? --that point′s not yet settled. Does the expression apply more particularly to the young lady my mother has adopted, or does it characterise her sisters equally? --and is it used in a moral or in a financial sense? Does it mean that they′ve been left well off, or that they wish to be under no obligations? or does it simply mean that they′re fond of their own way?" -No comparto tu opinión, papá, desde el momento en que él se ha quedado y ha sido ella quien ha debido mudarse de hotel. Al principio creíamos que la mencionada hermana era la hermana de tal administrador, pero la mención posterior de la sobrina parece indicar que tal alusión era relativa a una de mis tías. Entonces quedaba en pie la cuestión de saber quiénes eran aquellas dos hermanas mencionadas; tal v ez serían dos hijas de mi difunta tía. Pero se presentaba otra cuestión: ¿quién es muy independiente y en qué sentido se emplea tal palabra?... Y he aquí algo que aún no ha podido ser dilucidado. ¿Se aplica tal expresión concretamente a la joven adoptada por mí madre o es susceptible de aplicarse asimismo a sus hermanas?... Y, otra cosa: ¿tal expresión ha sido empleada en el sentido moral o en el financiero? ¿Querrá significar que se las ha abandonado a sus propios recursos, o que no quieren someterse a obligación alguna, o simplemente que les gusta hacer su santa voluntad?
"Whatever else it means, it′s pretty sure to mean that," Mr. Touchett remarked. El señor Touchett hizo notar: -Sea lo que fuere, lo más seguro es que signifique eso último.
"You′ll see for yourself," said Lord Warburton. "When does Mrs. Touchett arrive?" -En fin, ya lo verán ustedes mismos -comentó lord Warburton-. ¿Cuándo llega la señora Touchett?
"We′re quite in the d ark; as soon as she can find a decent cabin. She may be waiting for it yet; on the other hand she may already have disembarked in England." -También estamos a oscuras a este respecto. En cuanto pueda encontrar un camarote decente. A lo mejor lo está esperando todavía. Y nadie dice que no haya podido desembarcar ya en Inglaterra.
"In that case she would probably have telegraphed to you." -Pero, en tal caso, lo más probable es que les hubiese telegrafiado.
"She never telegraphs when you would expect it --only when you don′t," said the old man. "She likes to drop in on me suddenly; she thinks she′ll find me doing something wrong. She has never done so yet, but she′s not discouraged." A lo que el anciano replicó: -Ella no telegrafía nunca cuando uno se lo espera... solamente lo hace cuando es del todo inesperado. Lo que le encanta es aparecer de improviso para sorprenderme haciendo algo que a ella se le antoja que está mal. Aún no lo ha conseguido, pero no desespera de lograrlo algún día.
"It′s her share in the family trait, the independence she speaks of." Her son′s appreciation of the matter was more favourable. "Whatever the high spirit of those young ladies may be, her own is a match for it. She likes to do everything for herself and has no belief in any one′s power to help her. She thinks me of no more use than a postage-stamp without gum, and she would never forgive me if I should presume to go to Liverpool to meet her." -En ella es un rasgo familiar esa independencia de que habla -arguyó el hijo, cuya opinión acerca del asunto parecía más favorable-. Sea cual fuere el temp eramento de esas jóvenes, no hay duda de que han de casar muy bien con el suyo, porque a ella le gusta hacer todo por sí misma y no cree que los demás puedan ni sean capaces de ayudarla en nada. A mí me considera tan inútil como un sello de correos sin engomar y jamás me perdonaría que se me ocurriese ir a Liverpool a buscarla.
"Will you at least let me know when your cousin arrives?" Lord Warburton asked. Pero lord Warburton insistió: -Bien, conformes. Y ahora, ¿puede usted, al fin, decirme cuándo llegará su prima?
"Only on the condition I′ve mentioned --that you don′t fall in love with her!" Mr. Touchett replied. A lo que replicó el señor Touchett: -Se lo diré con una sola condición, la que ya he dicho antes: que usted no ha de enamorarse de ella.        
"That strikes me as hard. Don′t you think me good enough?" -Casi estoy por sentirme ofendido. ¿Es que no me considera usted bueno para el caso?
"I think you too good --because I shouldn′t like her to marry you. She hasn′t come here to look for a husband, I hope; so many young ladies are doing that, as if there were no good ones at home. Then she′s probably engaged; American girls are usually engaged, I believe. Moreover I′m not sure, after all, that you′d be a remarkable husband." -Lo que le considero es demasiado bueno... porque no quisier a que ella se casase con usted. Se me antoja que no viene aquí en busca de marido. Muchas jóvenes han dado en hacerlo hoy día, como si en su país no hubiese candidatos. También puede ser que esté comprometida, pues, según creo, las jóvenes americanas suelen estar comprometidas. Por lo demás, no estoy seguro de que, a fin de cuentas, haya de ser usted un buen marido.
"Very likely she′s engaged; I′ve known a good many American girls, and they always were; but I could never see that it made any difference, upon my word! As for my being a good husband," Mr. Touchett′s visitor pursued, "I′m not sure of that either. One can but try!" -Desde luego, es probable que esté ya comprometida. He conocido a muchas jóvenes americanas y siempre daba la casualidad de que ya lo estaban, pero les doy  mi palabra de que jamás vi que ello tuviera la menor importancia ni supusiera diferencia alguna... -Y, después de un momento, el distinguido visitante del señor Touchett prosiguió-: Por lo que respecta a mi capacidad para ser un buen marido, la verdad, yo tampoco estoy muy convencido; pero nada cuesta probar .
"Try as much as you pl ease, but don′t try on my niece," smiled the old man, whose opposition to the idea was broadly humorous. -Pruebe todo lo que quiera, pero no pruebe con mi sobrina -dijo el anciano con una amable sonrisa que dejaba adivinar que su oposición era puramente humorística.
"Ah, well," said Lord Warburton with a humour broader still, "perhaps after all, she′s not worth trying on!" -Bueno, como usted quiera -dijo lord Warburton, con mayor sentido del humor todavía-. A lo mejor, después de todo, tampoco vale la pena probar con ella...  






CHAPTER 2

2

While this exchange of pleasantries took place between the two Ralph Touchett wandered away a little, with his usual slouching gait, his hands in his pockets and his little rowdyish terrier at his heels. His face was turned toward the house, but his eyes were bent musingly on the lawn; so that he had been an object of observation to a person who had just made her appearance in the ample doorway for some moments before he perceived her. His attention was called to her by the conduct of his dog, who had suddenly darted forward with a little volley of shrill barks, in which the note of welcome, however, was more sensible than that of defiance. The person in question was a young lady, who seemed immediately to interpret the greeting of the small beast. He advanced with great rapidity and stood at her feet, looking up and barking hard; whereupon, without hesitation, she stooped and caught him in her hands, holding him face to face while he continued his quick chatter. His master now had had time to follow and to see that Bunchie′s new friend was a tall girl in a black dress, who at first sight looked pretty. She was bareheaded, as if she were staying in the house --a fact which conveyed perplexity to the son of its master, conscious of that immunity from visitors which had for some time been rendered necessary by the latter′s ill-health. Meantime the two other gentlemen had also taken note of the new-comer. \ Mientras tenía lugar tal intercambio de frases ingeni osas entre los dos personajes, Ralph Touchett se apartó un poco de ellos, andando siempre con su porte cabizbajo, su paso vacilante, las manos en los bolsillos y su pequeño terrier en pos de él royéndole los talones. Tenía el rostro vuelto hacia la casa, pero la mirada meditabunda estaba clavada en el verde prado, de modo que la persona que acababa de aparecer en lo alto, en el umbral de la espaciosa puerta, pudo observarlo antes de que él la viera. Y si él la vio fue porque su perrillo se lanzó a la carrera emitiendo una andanada de agudos ladridos cuyo sonido tenía más visos de bienvenida que de desafío. La persona en cuestión era una joven, que pareció interpretar debidamente la acogida del chillón terrier. éste llegó corriendo hasta los mismos pies de ella y, una vez allí, miró hacia arriba, ladrando con más fuerza y decisión que antes; en vista de lo cual, la joven se agachó amablemente y, sin dudar un instante, tomó al diminuto can en sus manos y lo alzó hasta tenerlo cara a cara mientras él continuaba su alborotadora vocería. Como el dueño de Bunchic (que así se llamaba el perrillo) lo había seguido de cerca, descubrió que el nuevo amigo de su compañero era una muchacha alta, vestida de negro, que a primera vista se le antojó agraciada. Llevaba la cabeza descubierta, como si estuviera morando en la casa, hecho que no pudo por menos de producir cierta perplejidad en el ánimo del hijo de su propietario, pues conocía la consigna contra la admisión de nuevos visitantes, establecida por la precaria salud de su padre, como regla inquebrantable de aquella morada. Mientras tanto, los otros dos personajes, que no se habían movido del sitio donde se hallaban, habían percibido también a la recién llegada. Al verla, el señor Touchett exclamó:
"Dear me, who′s that strange woman?" Mr. Touchett had asked. -¡Caramba! ¿Quién es esa mujer desconocida?
"Perhaps it′s Mrs. Touchett′s niece --the independent young lady," Lord Warburton suggested. "I think she must be, from the way she handles the dog." Lord Warburton tuvo la ocurrencia de sugerir: Tal vez sea la sobrina de la señora Touchett... la joven independiente de que hablamos. Por lo visto, debe de ser ella; así lo creo a juzgar por la manera como se las entiende con el perro.
The collie, too, had now allowed his attention to be diverted, and he trotted toward the young lady in the doorway, slowly setting his tail in motion as he went. A su vez, el pastor escocés se había fijado en la reciente aparición y corría ya en pos de la dama ante la portalada de la mansión, meneando un poco la cola. El anciano murmuró:
"But where′s my wife then?" murmured the old man. -¿Pero dónde diablos está entonces mi mujer?
"I suppose the young lady has left her somewhere: that′s a part of the independence." r -Supongo que la joven la habrá dejado en alguna parte. Eso entra en los cánones de la in dependencia.
The girl spoke to Ralph, smiling, while she still held up the terrier. "Is this your little dog, sir?" La muchacha, que seguía sosteniendo al perrito, sonrió a Ralph, ya cercano a ella, y le preguntó sonriendo: -¿Es suyo este perrito, señor?
"He was mine a moment ago; but you′ve suddenly acquired a remarkable air of property in him." -Hasta hace poco lo era, pero parece que usted ha adquirido ya un extraordinario derecho de propiedad sobre él.
"Couldn′t we share him?" asked the girl. "He′s such a perfect little darling." -¿No podríamos poseerlo pro indiviso? -preguntó la joven-. Es un animalito tan precioso...
Ralph looked at her a moment; she was unexpectedly pretty. "You may have him altogether," he then replied. Ralph se quedó mirándola un segundo en silencio, y cayó en la cuenta de que era insospechadamente bonita. Ya convencido de ello, sólo le restó replicar:
The young lady seemed to have a great deal of confidence, both in herself and in others; but this abrupt generosity made her blush. "I ought to tell you that I′m probably your cousin," she brought out, putting down the dog. "And here′s another!" she added quickly, as the collie came up. -Puede considerarlo suyo. Aunque la joven parecía poseer una gran confianza en sí misma e incluso en los demás, tal súbita e inesperada generosidad no pudo por menos de sonrojarla y, dejando al perrillo en tierra, contestó: -Ante todo, considero mi deber decirle que probablemente soy su prima... -Y, como el perro del anciano se acercara a ellos en aquel instante, añadió apresuradamente-: ¡Ah, pero hay otro! El joven exclamó, riendo de buen humor:
"Probably?" the young man exclaimed, laughing. "I supposed it was quite settled! Have you arrived with my mother?" -¿Probablemente? Entonces, no hay más que hablar, ya sé a qué atenerme. ¿Ha llegado usted con mi madre?
"Yes, half an hour ago." -Sí. Hará cosa de una media hora.
"And has she deposited you and departed again?" -¿Es que ella la ha dejado a usted aquí y ha vuelto a marcharse enseguida?
"No, she went straight to her room, and she told me that, if I should see you, I was to say to you that you must come to her there at a quarter to seven." -No. Fue directamente a su habitación y me encargó le dijera a usted, si le veía, que lo espera allí a las siete menos cuarto.
The young man looked at his watch. "Thank you very much; I shall be punctual." And then he looked at his cousin. "You′re very welcome here. I′m delighted to see you." El joven miró su reloj y se limitó a decir: -Muy agradecido; se ré puntual. -Y, alzando los ojos al rostro de ella y deleitándose en su contemplación, añadió-: Sea usted bienvenida. Encantado de conocerla.
She was looking at everything, with an eye that denoted clear perception --at her companion, at the two dogs, at the two gentlemen under the trees, at the beautiful scene that surrounded her. "I′ve never seen anything so lovely as this place. I′ve been all over the house; it′s too enchanting." Ella lo observaba todo con una mirada que denotaba una clara percepción de las cosas y los seres: miró a su compañero, a los dos perros, a los dos señores allá bajo los árboles y al hermoso escenario natural que la circundaba, y dijo: -En mi vida he visto nada tan delicioso como este sitio. Ya he andado por toda la casa: esto es verdaderamente encantador.
"I"m sorry you should have been here so long without our knowing it." -Deploro que haya usted estado tanto tiempo aquí sin que lo supiéramos.
"Your mother told me that in England people arrived very quietly; so I thought it was all right. Is one of those gent lemen your father?" -Su madre me dijo que en Inglaterra la gente tenía la buena costumbre de llegar sin hacer ruido, y me pareció que eso es lo que yo debía hacer. ¿Es su padre alguno de aquellos dos se_241ñores?
"Yes, the elder one --the one sitting down," said Ralph. -Sí, el más viejo, el que está sentado.
The girl gave a laugh. "I don′t suppose it′s the other. Who′s the other?" La joven, soltando una carcajada, replicó: -Ya suponía que no era el otro. Y ese otro, ¿quién es?
"He′s a friend of ours --Lord Warburton." -Un amigo nuestro... Lord Warburton..
"Oh, I hoped there would be a lord; it′s just like a novel!" And then, "Oh you adorable creature!" she suddenly cried, stooping down and picking up the small dog again. -¡Ah! Me imaginaba que debía de haber algún lord, igual que en las novelas. -Y, deteniéndose de repente y tomando de nuevo al perrito que, con su mirada, parecía implorárselo, exclamó-: ¡Oh, qué chuchito tan precioso!
She remained standing where they had met, making no offer to advance or to speak to Mr. Touchett, and while she lingered so near the threshold, slim and charming, her interlocutor wondered if she expected the old man to come and pay her his respects. American girls were used to a great deal of deference, and it had been intimated that this one had a high spirit. Indeed, Ralph could see that in her face. Permaneció ella donde estaban, sin iniciar movimiento alguno que indicara su deseo de acercarse o de hablar al viejo señor Touchett; por lo cual el hijo, al verla así, demorándose junto al quicio de la puerta con aquel aire tan atractivo y esbelto, pensóó que acaso esperaba que el anciano se levantase y acudiese a saludarla y a ofrecerle sus respetos. Sabía que las muchachas norteamericanas estaban acostumbradas a que se tuviese con ellas toda clase de deferencia y ya se les había advertido de antemano que ella era una joven muy decidida. Ralph adivinó por su expresión que estaba precisamente esperando tal pleitesía. Sin embargo, armándose de valor, se atrevió a insinuar:
"Won′t you come and make acquaintance with my father?" he nevertheles s ventured to ask. "He′s old and infirm --he doesn′t leave his chair." -¿Quiere venir conmigo para conocer a mí padre? Es un anciano, está inválido y no se levanta de su sillón.
"Ah, poor man, I′m very sorry!" the girl exclaimed, immediately moving forward. "I got the impression from your mother that he was rather --rather intensely active." -¡Pobrecillo! ¡Cuánto lo siento! -exclamó ella echando a andar en el acto hacia donde el viejo se hallaba-. Por lo que su madre me ha dicho, tenía la impresión de que más bien era hombre de gran actividad.
Ralph Touchett was silent a moment. "She hasn′t seen him for a year." Ralph permaneció un instante en silencio y luego se limitó a decir: -Hace un año que no le ve.
"Well, he has a lovely place to sit. Come along, little hound." -Menos mal que tiene un hermoso lugar donde poder sentarse -dijo ella-. Vamos, perrillo precioso.
"It′s a dear old place," said the young man, looking sidewise at his neighbour. él, mirándola de soslayo, contestó: -Cierto, es un viejo y muy hermoso lugar.
"What′s his name?" she asked, her attention having again reverted to the terrier. -¿Cómo se llama? -preguntó ella, fija de nuevo su atención en el terrier.
"My father′s name?" -¿Cómo se llama mi padre?
"Yes," said the young lady with amusement; "but don′t tell him I asked you." -Sí -replicó ella, a quien pareció divertir esa pregunta-. Pero no le diga que yo se lo he preguntado.
They had come by this time to where old Mr. Touchett was sitting, and he slowly got up from his chair to introduce himself. Cuando llegaron donde se encontraba el anciano señor Touchett y éste se levantó con gran esfuerzo para presentarse a sí mismo, le dijo su hijo:
"My mother has arrived," said Ralph, "and this is Miss Archer." -Mi madre ha llegado. Te presento a la señorita Archer.
The old man placed his two hands on her shoulders, looked at her a moment with extreme benevolence and then gallantly kissed her. "It′s a great pleasure to me to see you here; but I wish you had given us a chance to receive you." El viejo puso ambas manos sobre los hombros de la joven, la miró un instante con suma benevolencia y la besó amablemente, diciendo: -Es un gran placer para mí verla en esta casa, pero habría preferido que nos hubiese proporcionado la oportunidad de ir a recibirla.
"Oh, we were received," said the girl. "There were about a dozen servants in the hall. And there was an old woman curtseying at the gate." La muchacha replicó: -Ya nos recibieron. Había como una docena de criados en el vestíbulo a nuestra llegada. Una vieja señora salió a la puerta a darnos la bienvenida.
"We can do better than that --if we have notice!" And the old man stood there smiling, rubbing his hands and slowly shaking his head at her. "But Mrs. Touchett doesn′t like receptions." -Si nos hubieran avisado... habríamos hecho algo mejor que eso. -El anciano permaneció de pie, sonriendo, frotándose las manos, mirándola y moviendo lentamente la cabeza-. Pero la señora Touchett es enemiga de los grandes recibimientos.
"She went straight to her room." -Se fue derecha a su habitacióón.
"Yes --and locked herself in. She always does that. Well, I suppose I shall see her next week." And Mrs. Touchett′s husband slowly resumed his former posture. -Sí... y se encerró en ella con llave. Es lo que hace siempre. Bueno, tal vez tenga la suerte de poder verla la semana entrante -dijo el señor Touchett, y volvió a sentarse, adoptando su anterior postura.
"Before that," said Miss Archer. "She′ s coming down to dinner --at eight o′clock. Don′t you forget a quarter to seven," she added, turning with a smile to Ralph. -¡Oh! ¡Mucho antes! -exclamó la señorita Archer-. Va a bajar a cenar a las ocho. -Y, volviéndose hacia Ralph, añadió con una sonrisa-: No lo olvide, ya sabe, a las siete menos cuarto.
"What′s to happen at a quarter to seven?" -¿Qué va a ocurrir a las siete menos cuarto?
"I′m to see my mother," said Ralph. -Es la hora en que podré ver a mi madre -contestó Ralph.
"Ah, happy boy!" the old man commented. "You must sit down --you must have some tea," he observed to his wife′s niece. -¡Dichoso tú! -comentó el anciano. Luego se dirigió a la sobrina de su esposa-: Pero, haga el favor de sentarse y tomar un taza de té.
"They gave me some tea in my room the moment I got there," this young lady answered. "I′m sorry you′re out of health," she added, resting her eyes upon her venerable host. -Ya me lo sirvieron en cuanto llegué a mi cuarto -contestó la joven. Y, mirando afablemente a su venerable anfitrión, exclamó-: Es una lástima que esté usted enfermo.
"Oh, I′m an old man, my dear; it′s time for me to be old. But I shall be the better for having you here." -¡Bah! Soy un anciano, querida. Ya tengo años para estarlo; pero ahora, con usted aquí, voy a sentirme mejor.
She had been looking all round her again --at the lawn, the great trees, the reedy, silvery Thames, the beautiful old house; and while engaged in this survey she had made room in it for her companions; a comprehensiveness of observation ea sily conceivable on the part of a young woman who was evidently both intelligent and excited. She had seated herself and had put away the little dog; her white hands, in her lap, were folded upon her black dress; her head was erect, her eye lighted, her flexible figure turned itself easily this way and that, in sympathy with the alertness with which she evidently caught impressions. Her impressions were numerous, and they were all reflected in a clear, still smile. "I′ve never seen anything so beautiful as this." Ella se había puesto a observar de nuevo cuanto la rodeaba: el prado verdeante, los altos árboles, el plateado Támesis bordeado de juncos, la antigua y bella mansión, sin excluir de su contemplación a sus compañeros de aquel instante; esa capacidad de observación era de esperar en una joven como ella, a todas luces inteligente y en esos momentos tan receptiva a todas las emociones. Dejó al perrito en tierra, se sentó y entrelazó sus blancas manos en su ′ regazo sobre el n egro traje. Con la cabeza erguida y la mirada viva, movía de un lado para otro el esbelto busto a medida que iba recogiendo con avidez las impresiones que de todos lados le iban llegando y que eran numerosas y agradables según reflejaba su radiante y suave sonrisa. No he visto en toda mi vida nada tan bello -exclamó.
"It′s looking very well," said Mr. Touchett. "I know the way it strikes you. I′ve been through all that. But you′re very beautiful yourself," he added with a politeness by no means crudely jocular and with the happy consciousness that his advanced age gave him the privilege of saying such things --even to young persons who might possibly take alarm at them. El viejo señor Touchett contestó: -Verdaderamente, lo es. Me doy cuenta de cómo la impresiona, pues a mí me sucedió lo mismo. Pero también usted es muy bella. -Estas últimas palabras no respondían a una tosca jovialidad, sino a una cortesía que se deleitaba en el privilegio que su edad le otorgaba, a pesar de que la joven pudiera en cierto modo alarmarse al oírlo.
What degree of alarm this young person took need not be exactly measured; she instantly rose, however, with a blush which was not a refutation. "Oh yes, of course I′m lovely!" she returned with a quick laugh. "How old is your house? Is it Elizabethan?" No hace falta analizar hasta qué punto experimentaba ella semejante alarma. Lo cierto es que en el acto se levantó y se ruborizó, si bien su rubor no parecía responder a ningún tipo de desagrado por lo que acababa de oír. Riendo amablemente, dijo: -Oh, bueno, soy bastante bonita. -Pero enseguida preguntó-: ¿Es muy antigua la casa? ¿Es de la época de la reina Isabel?
"It′s early Tudor," said Ralph Touchett. Ralph Touchett contestó: -Es Tudor, de los primeros tiempos.
She turned toward him, watching his face. "Early Tudor? How very delightful! And I suppose there are a great many others." Ella se volvió y mirándole directamente a los ojos, contestó: -¡Ah! ¿Tudor antiguo? ¡Deliciosa! Supongo que habrá otras parecidas.
"There are many much better ones." -Hay algunas mucho mejores.
"Don′t say that, my son!" the old man protested. "There′s nothing better than this." Al oírlo, el anciano protestó: -Hijo, no digas semejante cosa. No hay nada mejor que esto.
"I′ve got a very good one; I think in some respects it′s rather better," said Lord Warburton, who as yet had not spoken, but who had kept an attentive eye upon Miss Archer. He slightly inclined himself, smiling; he had an excellent manner with women. The girl appreciated it in an instant; she had not forgotten that this was Lord Warburton. "I should like very much to show it to you," he added. -Yo poseo una también admirable, que considero en muchos aspectos mejor que ésa -dijo lord Warburton, que hasta aque l entonces había permanecido en silencio aunque observando atentamente a la señorita Archer. Al decirlo le dedicó una sonrisa y una leve inclinación, pues tenía una exquisita manera de tratar a las mujeres. De ello se dio inmediatamente cuenta la joven, que además no se había olvidado de que era lord Warburton. éste añadió-: Sería para mí un gran placer poder mostrársela.
"Don′t believe him," cried the old man; "don′t look at it! It′s a wretched old barrack --not to be compared with this." -No le crea -exclamó el anciano-. Es una vieja barraca en absoluto comparable con ésta.
"I don′t know --I can′t judge," said the girl, smiling at Lord Warburton. La joven sonrió a lord Warburton. -No puedo ser juez en esta discusión porque no la conozco.
In this discussion Ralph Touchett took no interest whatever; he stood with his hands in his pockets, looking greatly as if he should like to renew his conversation with his new-found cousin. "Are you very fond of dogs?" he enquired by way of beginning. He seemed to recognise that it was an awkward beginning for a clever man. Ralph Touchett no tomó parte en esta breve escaramuza domiciliaria y prefirió permanecer con las manos en los bolsillos con una expresión que mostraba claramente que le agradarí 92a mucho renovar su interrumpido diálogo con aquella prima recién descubierta. Para entablar de nuevo la conversación, preguntó: -¿Le gustan a usted mucho los perros?... Inmediatamente cayó en la cuenta de que, para un hombre inteligente, había sido una manera bastante tonta de reanudar la conversación.
"Very fond of them indeed." -Muchísimo, naturalmente.
"You must keep the terrier, you know," he went on, still awkwardly. -Entonces debe quedarse con el perrito -dijo sin lograr salir de la insignificancia del tema.
"I′ll keep him while I′m here, with pleasure." -Bueno. Lo conservaré con mucho gusto, mientras me encuentre aquí.
"That will be for a long time, I hope." -Espero que será por mucho tiempo.
"You′re very kind. I hardly know. My aunt must settle that." -Es usted muy amable. Lo cierto es que no tengo la menor idea de ello. Eso es cosa que mi tía resolverá.
"I′ll settle it with her --at a quarter to seven." And Ralph looked at his watch again. -Yo me encargaré de arreglarlo con ella... a las siete me nos cuarto -aseguró dirigiendo otro vistazo a su reloj.
"I′m glad to be here at all," said the girl. La muchacha contestó: -Por lo pronto estoy encantada de encontrarme aquí.
"I don′t believe you allow things to be settled for you." -Pero me imagino que usted no será de las que consienten que los demás les arreglen sus cosas.
"Oh yes; if they′re settled as I like them." -Pues sí, lo soy; claro que siempre que las arreglen a mi gusto.
"I shall settle this as I like it," said Ralph. "It′s most unaccountable that we should never have known you." -Yo lo arreglaré a mi manera -dijo Ralph-. Es verdaderamente imperdonable que no la hayamos conocido a usted hasta ahora.
"I was there --you had only to come and see me." -Pues, yo estaba allí... No tenía usted más que haber ido para conocerme.
"There? Where do you mean?" -¿Allí, dónde? ¿En qué sitio quiere usted decir?
"In the United States: in New York and Albany and other American places." -En Estados Unidos: en Nueva York, en Albany, y en otras partes de Norteamérica.
"I′ve been there --all over, but I never saw you. I can′t make it out." -Debo confes ar que he estado allí, he recorrido todo el país y... no la vi jamás.
Miss Archer just hesitated. "It was because there had been some disagreement between your mother and my father, after my mother′s death, which took place when I was a child . In consequence of it we never expected to see you." Después de un instante de reflexión, la señorita Archer dijo: -Eso es debido a que durante algún tiempo hubo cierto desacuerdo entre su madre y mí padre después de la muerte de mi madre, cuando yo era una niña. El resultado de todo ello fue que perdimos la esperanza de verle a usted.
"Ah, but I don′t embrace all my mother′s quarrels --heaven forbid!" the young man cried. "You′ve lately lost your father?" he went on more gravely. -¡Ah! Pero yo no tengo nada que ver con los desacuerdos de mi madre -exclamó el joven Ralph. Y prosiguió-: ¿Hace poco que perdió a su padre?
"Yes; more than a year ago. After that my aunt was very kind to me; she came to see me and proposed that I should come with her to Europe." -Poco más de un año. Después de ello, mi tía se mostró muy cariñosa conmigo; fue allí para verme y me propuso que la acompañase a Europa.
"I see," said Ralph. "She has adopted you." -Vamos, ya caigo -dijo Ralph-. Por lo visto, la ha ad optado a usted.
"Adopted me?" The girl stared, and her blush came back to her, together with a momentary look of pain which gave her interlocutor some alarm. He had underestimated the effect of his words. Lord Warburton, who appeared constantly desirous of a nearer view of Miss Archer, strolled toward the two cousins at the moment, and as he did so she rested her wider eyes on him. "Oh no; she has not adopted me. I′m not a candidate for adoption." -¿Adoptado?... -La muchacha se sobresaltó, vivamente ruborizada, y por sus bellos ojos pasó una ráfaga de dolor que causó verdadera alarma en su interlocutor. éste había subestimado el efecto que podían causar sus palabras. Lord Warburton, que parecía constantemente deseoso de ver más de cerca a la señorita Archer, se adelantó hacia los dos primos, y la joven posó en él la mirada de sus ojos muy abiertos antes de proseguir-: ¡Adoptarme! ¡Oh, no, nada de eso! No me ha adoptado. Yo no soy precisamente una candidata a la adopción.
"I beg a thousand pardons," Ralph murmur ed. "I meant --I meant --" He hardly knew what he meant. -Le pido mil perdones -murmuró Ralph-. Quise decir... lo que quería decir... La verdad era que ignoraba lo que había querido decir.
"You meant she has taken me up. Yes; she likes to take people up. She has been very kind to me; but," she added with a certain visible eagerness of desire to be explicit, "I′m very fond of my liberty." -Lo que usted quiso decir es que se ha encarga do de mí. Eso es cierto, pues le gusta hacerlo. Ya le dije que se ha portado muy bien conmigo, pero... -agregó con visible empeño en ser explícita-, sobre todo yo aprecio mi libertad.
"Are you talking about Mrs. Touchett?" the old man called out from his chair. "Come here, my dear, and tell me about her. I′m always thankful for information." El anciano, desde su sillón, preguntó elevando la voz: -¿Estáis hablando de la señora Touchett? Ven aquí, querida sobrinita, y dime algo de ella. Siempre quedo agradecido a los que informan de algo.
The girl hesitated again, smiling. "She′s really very benevolent," she answered; after which she went over to her uncle, whose mirth was excited by her words. La muchacha dudó de nuevo, sonriendo. -Verdaderamente, es muy bondadosa. -Y se dirigió hacia su tío, cuyo regocijo aumentó al escuchar semejantes palabras.
Lord Warburton was left standing with Ralph Touchett, to whom in a moment he said: "You wished a while ago to see my idea of an interesting woman. There it is!" Lord Warburton se quedó solo con Ralph Touchett, al que dijo al cabo de un momento: -Hace poco quería usted saber cómo me imaginaba yo a una mujer interesante. Ahí la tiene.  






CHAPTER 3

3

Mrs. Touchett was certainly a person of many oddities, of which her behaviour on returning to her husband′s house after many months was a noticeable specimen. She had her own way of doing all that she did, and this is the simplest description of a character which, although by no means without liberal motions, rarely succeeded in giving an impression of suavity. Mrs. Touchett might do a great deal of good, but she never pleased. This way of her own, of which she was so fond, was not intrinsically offensive --it was just unmistakeably distinguished from the ways of others. The edges of her conduct were so very clear-cut that for susceptible persons it sometimes had a knife-like effect. That hard fineness came out in her deportment during the first hours of her return from America, under circumstances in which it might have seemed that her first act would have been to exchange greetings with her husband and son. Mrs. Touchett, for reasons which she deemed excellent, always retired on such occasions into impenetrable seclusion, postponing the more sentimental ceremony until she had repaired the disorder of dress with a completeness which had the less reason to be of high importance as neither beauty nor vanity were concerned in it. She was a plain-faced old woman, without graces and without any great elegance, but with an extreme respect for her own motives. She was usually prepared to explain these --when the explanation was asked as a favour; and in such a case they proved totally different from those that had been attributed to her. She was virtually separated from her husband, but she appeared to perceive nothing irregular in the situation. It had become clear, at an early stage of their community, that they should never desire the same thing at the same moment, and this appearance had prompted her to rescue disagreement from the vulgar realm of accident. She did what she could to erect it into a law --a much more edifying aspect of it --by going to live in Florence, where she bought a house and established herself; and by leaving her husband to take care of the English branch of his bank. This arrangement greatly pleased her; it was so felicitously definite. It struck her husband in the same light, in a foggy square in London, where it was at times the most definite fact he discerned; but he would have preferred that such unnatural things should have a greater vagueness. To agree to disagree had cost him an effort; he was ready to agree to almost anything but that, and saw no reason why either assent or dissent should be so terribly consistent. Mrs. Touchett indulged in no regrets nor speculations, and usually came once a year to spend a month with her husband, a period during which she apparently took pains to convince him that she had adopted the right system. She was not fond of the English style of life, and had three or four reasons for it to which she currently alluded; they bore upon minor points of that ancient order, but for Mrs. Touchet t they amply justified non-residence. She detested bread-sauce, which, as she said, looked like a poultice and tasted like soap; she objected to the consumption of beer by her maid-servants; and she affirmed that the British laundress (Mrs. Touchett was very particular about the appearance of her linen) was not a mistress of her art. At fixed intervals she paid a visit to her own country; but this last had been longer than any of its predecessors. Sin duda alguna, la señora Touchett era mujer de numerosas y singulares rarezas, un ejemplo de las cuales lo constituía su particular comportamiento a su vuelta a la casa de su marido tras varios meses de ausencia. Tenía un modo especial de hacer cuanto hacía; ésta es la descripción más sencilla de un personaje que, aunque no carente por completo de ímpetus bondadosos, rara vez conseguía dar una impresión de dulzura. Por mucho bien que hiciera, la señora Touchett no lograba agradar. Esa peculiar manera de obrar a su antojo, a la que tan fuertemente se aferraba, si bien no era en sí intrínsecamente ofensiva, se diferenciaba por completo y bien a las claras de la manera de proceder de los demás. Sus líneas de conducta eran tan tajantes que a los ojos de las personas sensibles aparecían como cortadas con agudo cuchillo. Tal dureza cortante fue lo primero que se puso de manifiesto en ella durante las primeras horas que siguieron a su regreso de América, cuando cabía presumir que se hubiese apresurado a inte rcambiar los habituales saludos con su hijo y su esposo. Pero, en semejantes momentos, por motivos que sólo a ella parecían excelentes, la señora Touchett acostumbraba a encerrarse en una absoluta reclusión, posponiendo toda ceremonia sentimental hasta que lograba reparar el desarreglo de su atuendo con una precisión cuya importancia era irrelevante, ya que no afectaba en absoluto ni a la belleza ni a la vanidad. La señora Touchett, mujer de edad avanzada, carecía tanto de gracia física como de una exquisita elegancia, pero profesaba un respeto extraordinario hacia sí misma por motivos que le eran muy caros y que condescendía fácilmente a explicar cuando se le rogaba que lo hiciera como favor especial, en cuyo caso siempre se ponía de manifiesto que los motivos que la impulsaban eran totalmente distintos de los que le habían atribuido. Aunque de hecho vivía se parada de su marido, se diría que tal situación no le parecía irregular en modo alguno. Desde los primeros momentos de su vida en común se hizo patente que jamás llegarían a desear la misma cosa en el mismo momento, y tal convicción la había predispuesto a evitar cualquier enojo o desagrado que pudiera sobrevenirle en el vulgar ámbito de lo accidental. Había hecho todo lo posible para erigir tal norma en ley, dándole a ésta su aspecto más ejemplar al irse a vivir a Florencia, donde compró una casa y fijó su residencia, y al dejar que su marido se quedase solo al frente de la sucursal inglesa de su banco. Semejante arreglo la complacía sobremanera por lo definido y preciso que era, aspecto bajo el que también se presentaba a los ojos del marido en su oscura casa de una neblinosa plaza de Londres, donde a veces era lo único realmen te definido y preciso que alcanzaba a vislumbrar a pesar de que a todas luces habría preferido que cosas tan absurdas como las que le sucedían por lo menos aparentasen mayor vaguedad. Conceder, ponerse de acuerdo en no estar de acuerdo, había llegado a costarle un verdadero esfuerzo, pues se sentía dispuesto a admitir cualquier cosa menos aquélla y no hallaba razón alguna para que, consentidor o renuente él, los hechos hubieran de poseer tan terrible consistencia. Por su parte, la señora Touchett no se enfrascaba en cavilaciones ni lamentos de ninguna especie y seguía su costumbre de ir a pasar, cada año, un mes con su marido, espacio de tiempo que empleaba en tratar de convencerle de que ella había adoptado el método razonable. En realidad, no le gustaba el sistema de vida inglés, y solía esgrimir dos o tres razones que aunque no hacían referencia sino a puntos de menor importancia, en su opinión eran más que sobradas para justificar su voluntad de no residir en el país. Entre otras cosas, detestaba la salsa blanca, que, según sus propias palabras, parecía una cataplasma y sabía a jabón; se oponía al consumo de cerveza por parte de sus doncellas personales y aseguraba que las lavanderas inglesas -pues la señora Touchett tomaba muy en serio todo cuanto afectaba a su ropa blanca- desconocían su oficio. A intervalos fijos ha­cía una visita a su país, pero esta última había sido más prolongada que ninguna de las anteriores.
She had taken up her niece --there was little doubt of that. One wet afternoon, some four months earlier than the occurrence lately narrated, this young lady had been seated alone with a book. To say she was so occupied is to say that her solitude did not press upon her; for her love of knowledge had a fertilizing quality and her imagination was strong. There was at this time, however, a want of fresh taste in her situation which the arrival of an unexpected visitor did much to correct. The visitor had not been announced; the girl heard her at last walking about the adjoining room. It was in an old house at Albany, a large, square, double house, with a notice of sale in the windows of one of the lower apartments. There were two entrances, one of which had long been out of use but had never been removed. They were exactly alike --large white doors, with an arched frame and wide side-lights, [sic perched upon little "stoops" of red stone, which descended sidewise to the brick pavement of the street. The two houses together formed a single dwelling, the party-wall having been removed and the rooms placed in communication. These rooms, above-stairs, were extremely numerous, and were painted all over exactly alike, in a yellowish white which had grown sallow with time. On the third floor there was a sort of arched passage, connecting the two sides of the house, which Isabel and he r sisters used in their childhood to call the tunnel and which, though it was short and well-lighted, always seemed to the girl to be strange and lonely, especially on winter afternoons. She had been in the house, at different periods, as a child; in those days her grandmother lived there. Then there had been an absence of ten years, followed by a return to Albany before her father′s death. Her grandmother, old Mrs. Archer, had exercised, chiefly within the limits of the family, a large hospitality in the early period, and the little girls often spent weeks under her roof --weeks of which Isabel had the happiest memory. The manner of life was different from that of her own home --larger, more plentiful, practically more festal; the discipline of the nursery was delightfully vague and the opportunity of listening to the conversation of one′s elders (which with Isabel was a highly-valued pleasure) almost unbounded. There was a constant coming and going; her grandmother ′s sons and daughters and their children appeared to be in the enjoyment of standing invitations to arrive and remain, so that the house offered to a certain extent the appearance of a bustling provincial inn kept by a gentle old landlady who sighed a great deal and never presented a bill. Isabel of course knew nothing about bills; but even as a child she thought her grandmother′s home romantic. There was a covered piazza behind it, furnished with a swing which was a source of tremulous interest; and beyond this was a long garden, sloping down to the stable and containing peach-trees of barely credible familiarity. Isabel had stayed with her grandmother at various seasons, but somehow all her visits had a flavour of peaches. On the other side, across the street, was an old house that was called the Dutch House --a peculiar structure dating from the earliest colonial time, composed of bricks that had been painted yellow, crowned with a gable that was pointed out to st rangers, defended by a rickety wooden paling and standing sidewise to the street. It was occupied by a primary school for children of both sexes, kept or rather let go, by a demonstrative lady of whom Isabel′s chief recollection was that her hair was fastened with strange bedroomy combs at the temples and that she was the widow of some one of consequence. The little girl had been offered the opportunity of laying a foundation of knowledge in this establishment; but having spent a single day in it, she had protested against its laws and had been allowed to stay at home, where, in the September days, when the windows of the Dutch House were open, she used to hear the hum of childish voices repeating the multiplication-table --an incident in which the elation of liberty and the pain of exclusion were indistinguishably mingled. The foundation of her knowledge was really laid in the idleness of her grandmother′s house, where, as most of the other inmates were not reading people, she had uncontrolled use of a library full of books with frontispieces, which she used to climb upon a chair to take down. When she had found one to her taste --she was guided in the selection chiefly by the frontispiece --she carried it into a mysterious apartment which lay beyond the library and which was called, traditionally, no one knew why, the office. Whose office it had been and at what period it had flourished, she never learned; it was enough for her that it contained an echo and a pleasant musty smell and that it was a chamber of disgrace for old pieces of furniture whose infirmities were not always apparent (so that the disgrace seemed unmerited and rendered them victims of injustice) and with which, in the manner of children, she had established relations almost human, certainly dramatic. There was an old haircloth sofa in especial, to which she had confided a hundred childish sorrows. The place owed much of its mysterious melancholy to the fact that it was properly entered from the second door of the house, the door that had been condemned, and that it was secured by bolts which a particularly slender little girl found it impossible to slide. She knew that this silent, motionless portal opened into the street; if the sidelights [sic] had not been filled with green paper she might have looked out upon the little brown stoop and the well-worn brick pavement. But she had no wish to look out, for this would have interfered with her theory that there was a strange, unseen place on the other side --a place which became to the child′s imagination, according to its different moods, a region of delight or of terror. Que se había hecho cargo de la tutela de su sobrina era algo que no cabía poner en duda. Una triste y húmeda tarde, cuatro meses antes del suceso que acabo de relatar, se hallaba la señorita Archer sentada en su habitacióón, con un libro. Afirmar que estaba así ocupada es tanto como decir que su soledad no la agobiaba, pues su ansia de conocimientos era de índole verdaderamente fecunda, y el poder de su imaginación, muy grande. Sin embargo, por aquel entonces se sentía necesitada de algo fresco y nuevo, necesidad que vino a colmar una inesperada visita. La persona en cuestión no se había hecho anunciar y la joven la oyó cuando ya estaba en la habitación contigua. Sucedió ello en una antigua casa de Albany, una casa amplia, cuadrada, doble, con un cartelito en las ventanas del piso inferior donde se anunciaba que se hallaba en venta. Tenía dos entradas, una de las cuales estaba fuera de uso desde hacía mucho tiempo, si bien no había sido eliminada. Ambas eran exactamente iguales: grandes puertas blancas con marco y moldura arqueados y anchos ventanales adjuntos, sobre sendas pequeñas escalinatas de piedra roja que descendían hacia los laterales hasta el pavimento de ladrillo de la calle. Formaban estas casas gemelas un solo edificio, cuya pared medianera había sido demolida a fin de que se comunicasen. En el piso superior había numerosas habitaciones, todas pintadas de un blanco amarillento que, con el tiempo, se había desvaído. El tercer piso albergaba una especie de pasaje en arco que servía de enlace entre los dos lados de la casa y que, de pequeñas, Isabel y sus hermanas solían llamar el túnel, pues, aunque era corto y estaba bien iluminado, a la joven le pareció siempre solitario y siniestro, sobre todo en las tardes de invierno. Ella había pasado temporadas en la casa en distintas épocas de su niñez, especialmente mientras vivía su abuela. Después había permanecido ausente durante diez años y su regreso a ella se debió a la necesidad de acudir al lecho de muerte de su padre. Su abuela, la anciana señora Archer, había sido sumamente hospitalaria, sobre todo con personas de la familia y durante la niñez de las muchachas, que pasaban a veces con ella semanas enteras, de las que siempre guardaron el mejor recuerdo. Allí, la manera de vivir era por completo distinta de la observada en su propia casa: más holgada, cómoda y alegre. La disciplina impuesta a los niños era lo bastante vaga para que ellos no la sintiesen gran cosa, y la oportunidad de poder escuchar las conversaciones de las personas mayores era casi ilimitada, lo que para Isabel constituía el recreo más preciado. Reinaba un ajetreo constante, un incesante ir y venir. Los hijos, hijas y nietos de su abuela parecían no estar esperando otra cosa que la invitación para ir y permanecer algún tiempo en la casa, de suerte q ue había momentos en que llegaba a parecer una especie de ruidoso mesón provinciano gobernado por una anciana y amable patrona que suspiraba mucho y no presentaba jamás la cuenta. Por su parte, Isabel no sabía absolutamente nada acerca de tales cuentas y siempre, aun siendo niña, consideró extraordinariamente romántica la casa de su abuela. En la parte trasera había una especie de gran patio cubierto, con un columpio que era motivo de inagotable y excitante interés, y, más allá, un amplio jardín que bajaba hacia el establo y donde crecían hermosos melocotoneros increíblemente accesibles. Isabel había pasado varias temporadas con su abuela, pero podría decirse que de todas ellas había guardado como el mejor de sus recuerdos el del sabor delicioso de los melocotones del jardín. Al otro lado, cruzando la calle, había una ca sa muy vieja a la que llamaban la Casa Holandesa, un peculiar edificio que databa de la primera época colonial, construido con ladrillos pintados de color amarillo, coronado por un alero que parecía dirigido contra los extraños y defendido por una raquítica empalizada que corría a lo largo de la calle. Ocupaba este edificio una escuela primaria para ni­ños de ambos sexos, gobernada o, mejor dicho, desgo­bernada por una presumida señora de la que Isabel con­servaba como recuerdo sobresaliente que se sujetaba los cabellos junto a las sienes con unos raros peinecillos y que era viuda de un caballero de cierta importancia. A la pequeña Isabel se le había ofrecido la oportunidad de aprender las primeras letras en tal escuela, pero, después de haber pasado un día en ella, protestó violentamente contra sus reglas y logró que se le permitiera quedar­se en casa, desde donde en los templados días del mes de septiembre, cuando las ventanas de la Casa Holandesa Permanecían abiertas, le era dado oír el coro de voces in­fantiles repitiendo la tabla de multiplicar..., hecho en el cual se mezclaba de forma confusa el júbilo de la liber­tad con el dolor de la exclusión. Así pues, los cimientos de su sabiduría quedaron confiados a la indolencia de la casa de la abuela, donde, dado que la mayoría de sus pa­rientes eran personas no interesadas por la lectura, ella gozaba de libertad absoluta para adueñarse de todos los            volúmenes de la biblioteca, en la que abundaban los li­bros con bellas portadas. Solía subirse a una silla para retirarlos de sus anaqueles y, cuando hallaba uno de su gusto -para lo cual se dejaba guiar siempre por la por­tada-, lo llevaba consigo a un cuarto misterioso situa­do detrás de la biblioteca y al que tradicionalmente se le había llamado, sin que nadie supiera por qué causa, el despacho. Nunca logró ella saber de quién y en qué épo­ca había sido tal cuarto un verdadero despacho, pero le bastaba que reinara allí un eco de resonancia y un olor a rancio, y que fuese el lugar destinado a los trastos viejos e inútiles del mobiliario cuyos achaques no aparecían a simple vista (de tal suerte que, a los ojos de ella, la des­gracia en que habían caído parecía del todo inmerecida,           lo que les presentaba como víctimas propiciatorias de la injusticia), trastos con los que había llegado a establecer relaciones casi humanas, dramáticas sin duda alguna. En especial, había allí arrumbado un viejo sofá de crin al que ella había confiado muchos de sus infantiles sinsabores. Debía aquel lugar gran parte de su misteriosa melanco­lía al hecho de que se accediera a él por la segunda puer­ta de la casa, la que permanecía condenada y cerrada con gruesos cerrojos que a una niña débil y menuda le era de todo punto imposible descorrer. Ella conocía perfecta­mente aquel tranquilo y recoleto portal que daba a la ca­lle y desde el cual, si las ventanas laterales no hubieran estado tapadas con papel verde, habría podido ver la pe­queña escalinata de piedra rojiza y el pavimento de la­drillo artísticamente labrado. Sin embargo, no sentía si­quiera deseos de mirar hacia fuera porque, de intentar­lo, habría destruido su propia teoría de que aquél era un lugar extraño, desconocido, imposible de ver desde el otro lado..., un lugar que en su imaginación infantil apa­recía, según el estado de ánimo del momento, ora como un paraíso de delicias, ora como un páramo de terror.
It was in the "office" still that Isabel was sitting on that melancholy afternoon of early spring which I have just mentioned. At this time she might hav e had the whole house to choose from, and the room she had selected was the most depressed of its scenes. She had never opened the bolted door nor removed the green paper (renewed by other hands) from its side-lights; she had never assured herself that the vulgar street lay beyond. A crude, cold rain fell heavily; the spring-time was indeed an appeal --and it seemed a cynical, insincere appeal --to patience. Isabel, however, gave as little heed as possible to cosmic treacheries; she kept her eyes on her book and tried to fix her mind. It had lately occurred to her that her mind was a good deal of a vagabond, and she had spent much ingenuity in training it to a military step and teaching it to advance, to halt, to retreat, to perform even more complicated manoeuvres, at the word of command. Just now she had given it marching orders and it had been trudging over the sandy plains of a history of German Thought. Suddenly she became aware of a step very different from her own intellectual pace; she listened a little and perceived that some one was moving in the library, which communicated with the office. It struck her first as the step of a person from whom she was looking for a visit, then almost immediately announced itself as the tread of a woman and a stranger --her possible visitor being neither. It had an inquisitive, experimental quality which suggested that it would not stop short of the threshold of the office; and in fact the doorway of this apartment was presently occupied by a lady who paused there and looked very hard at our heroine. She was a plain, elderly woman, dressed in a comprehensive waterproof mantle; she had a face with a good deal of rather violent point. Era, ues, en este despacho donde se hallaba Isabel sentada aquella melancólica tarde de primavera a que me refería. Aunque entonces tenía toda la casa a su disposición, escogió para su recogimiento el lugar más triste de todos, el más alejado de cualquier escena familiar. Jamás se le había ocurrido descorrer los cerrojos de la puerta ni arrancar el papel verde, que manos diligentes cambiaban de vez en cuando, ni se había jamás preocupado de cerciorarse por sí misma de que la calle estaba allí cerca. Caía una lluvia fría y pertinaz. La primavera parecía contener una exhortación -que en aquel momento resultaba cínica y falta de sinceridad- a la paciencia. No obstante, Isabel no prestaba gran atención a las pequeñas infidelidades atmosféricas y seguía con los ojos fijos en su libro, tratando de cen trar su pensamiento. Se le había ocurrido no hacía mucho tiempo que su mente era de naturaleza bastante vagabunda y, en su deseo de domeñarla, había empleado no poca imaginación para darle instrucción militar, enseñándole a avanzar, detenerse, retroceder y, en fin, realizar a la simple voz de mando toda clase de maniobras complicadas. En aquel momento le había dado la orden de marchar, a fin de emprender la penosa tarea de cubrir las áridas llanuras de una Historia del Pensamiento Germánico. De pronto percibió el ruido de unos Pasos que se distinguían notablemente de su propio paso intelectual; permaneció a la escucha y advirtió que había alguien en la biblioteca que comunicaba con el despacho. Al principio le pareció el andar de una persona cuya visita estaba esperando, pero inmediatamente lo identificó como característi co de una mujer, desconocida por añadidura. Era aquél un paso de carácter explorador y experimental, que manifestaba no estar dispuesto a detenerse hasta llegar al umbral del despacho. Y, en efecto, en el umbral apareció la figura de una dama que se detuvo un instante y miró duramente a nuestra heroína. Era una mujer más bien fea, entrada en años, vestida con una capa impermeable y en cuyo rostro aparecía un asomo de violenta actitud.
"Oh," she began, "is that where you usually sit?" She looked about at the heterogeneous chairs and tables. La recién llegada, recorriendo con la mirada aquellas sillas desparejadas y aquellas mesas cojas, inquirió:   -¡Oh! ¿Es aquí donde acostumbras a estar?
"Not when I have visitors," said Isabel, getting up to receive the intruder. Isabel, que se levantó prestamente para recibir a la intrusa, contestó: -No cuando recibo visitas.
She directed their course back to the library while the visitor continued to look about her. "You seem to have plenty of other rooms; they′re in rather better condition. But everything′s immensely worn." Acto seguido dirigió sus propios pasos y los de la visitante hacia la b iblioteca. La dama siguió mirando en derredor y comentó: -Por lo visto, tienes muchos otros cuartos para estar, y en mejores condiciones. Pero todo está terriblemente deteriorado.
"Have you come to look at the house?" Isabel asked. "The servant will show it to you." -¿Ha venido usted a ver la casa? -preguntó Isabel-. La criada se la mostrará.
"Send her away; I don′t want to buy it. She has probably gone to look for you and is wandering about upstairs; she didn′t seem at all intelligent. You had better tell her it′s no matter." And then, since the girl stood there hesitating and wondering, this unexpected critic said to her abruptly: "I suppose you′re one of the daughters?" -No, no la llames; no quiero comprar la casa. Fue a buscarte y anda por arriba dando vueltas; no parece muy inteligente. Más vale que le digas que no se preocupe. -Y de repente, mientras la muchacha trataba de adivinar quién era aquel inesperado crítico, añadió-: Supongo que tú serás una de las hijas.
Isabel thought she had very strange manners. "It depends upon whose daughters you mean." Isabel pensó para sus adentros que aquella dama tenía unos modales singulares y contestó: -Según a qué hijas se refiera.
"The late Mr. Archer′s --and my poor sister′s." -A las del difunto señor Ar cher... y mi pobre hermana.
"Ah," said Isabel slowly, "you must be our cr azy Aunt Lydia!" Isabel dijo entonces pausadamente: -¡Ah! Usted debe de ser nuestra extravagante tía Lydia.
"Is that what your father told you to call me? I′m your Aunt Lydia, but I′m not at all crazy: I haven′t a delusion! And which of the daughters are you?" -¿Es así como tu padre os enseñó a llamarme? Soy tu tía Lydia, pero no tengo nada de extravagante ni de loca. No padezco de ningún extravío. ¿Cuál de las hijas eres tú?
"I′m the youngest of the three, and my name′s Isabel." -Soy la menor de las tres; me llamo Isabel.
"Yes; the others are Lilian and Edith. And are you the prettiest?" -Sí, ya sé; las otras dos son Edith y Lilian. ¿Eres tú la más guapa?
"I haven′t the least idea," said the girl. -No tengo la menor idea -contestó la muchacha.
"I think you must be." And in this way the aunt and the niece made friends. The aunt had quarrelled years before with her brother-in-law, after the death of her sister, taking him to task for the manner in which he brought up his three girls. Being a high-tempered man he had requested her to mind her own business, and she had taken him at his word. For many years she held no communication with him and after his death had addressed not a word to his daughters, who had been bred in that disrespectful view of he r which we have just seen Isabel betray. Mrs. Touchett′s behaviour was, as usual, perfectly deliberate. She intended to go to America to look after her investments (with which her husband, in spite of his great financial position, had nothing to do) and would take advantage of this opportunity to enquire into the condition of her nieces. There was no need of writing, for she should attach no importance to any account of them she should elicit by letter; she believed, always, in seeing for one′s self. Isabel found, however, that she knew a good deal about them, and knew about the marriage of the two elder girls; knew that their poor father had left very little money, but that the house in Albany, which had passed into his hands, was to be sold for their benefit; knew, finally, that Edmund Ludlow, Lilian′s husband, had taken upon himself to attend to this matter, in consideration of which the young couple, who had come to Albany during Mr. Archer′s illness, were remaini ng there for the present and, as well as Isabel herself, occupying the old place. -Me parece que debes de serlo... Y he aquí cómo se hicieron amigas tía y sobrina. Aquélla había reñido años atrás con su cuñado tras la muerte de su hermana, al recriminarle por la manera en que criaba a sus hijas; y él, que era hombre de malas pulgas, había dicho que se ocupara de sus propios asuntos, cosa que ella siguió al pie de la letra desde entonces. Así, había estado muchos años sin tener contacto alguno con él y no había enviado ni una sola palabra de pésame con motivo de su muerte a las hijas, las cuales habían sido criadas en esa irrespetuosidad hacia su tía que acabamos de ver en el caso de Isabel. Como de costumbre, la actitud de la señora Touchett había sido absolutamente premeditada. Su viaje a América obedecía a un deseo de interesarse personalmente por sus asuntos económicos (con los que su marido, pese a la elevada posición financiera de que disfrutaba, no tenía nada que ver) y, de paso, aprovechar la oportunidad para ver cómo estaban sus sobrinas . No había considerado la posibilidad de escribir, toda vez que no habría concedido importancia alguna a los informes que por carta pudiera recibir. Creía únicamente en lo que veía con sus propios ojos. Pero Isabel se dio cuenta de que sabía acerca de ellas mucho más de lo que habría podido creer, incluso respecto al matrimonio de las otras dos hermanas: que su padre les había dejado muy pocos bienes, que la casa de Albany,  que había pasado a manos del padre, iba a ser vendida para que ellas pudieran disponer de algún dinero y, por último, que Edmund Ludlow, el marido de Lilian, era el encargado de atender este asunto, razón por la cual la joven pareja había tenido que trasladarse a Albany durante la enfermedad del señor Archer y permanecía allí junto con Isabel ocupando la vieja mansión.
"How much money do you expect for it?" Mrs. Touchett asked of her companion, who had brought her to sit in the front parlour, which she had inspected without enthusiasm. -¿ c0Cuánto esperáis que os den por ella? -preguntó la señora Touchett a su acompañante, quien la había conducido al salón, lugar que también su inquisitiva mirada recorrió sin mostrar entusiasmo alguno.
"I haven′t the least idea," said the girl. -No tengo la menor idea -respondió la muchacha.
"That′s the second time you have said that to me," her aunt rejoined. "And yet you don′t look at all stupid." -Es la segunda vez que me contestas así -replicó su tía-. Y sin embargo, no eres tonta del todo.
"I′m not stupid; but I don′t know anything about money." -No, no soy tonta, pero no sé nada de cuestiones de dinero.
"Yes, that′s the way you were brought up --as if you were to inherit a million. What have you in point of fact inherited?" -Ya veo. De esa manera os criaron..., como si fuerais a heredar millones. En realidad, ¿qué habéis heredado?
"I really can′t tell you. You must ask Edmund and Lilian; they′ll be back in half an hour." -La verdad, no sabría decirlo. Tiene usted que preguntárselo a Lilian y a Edmund, que estarán de vuelta  dentro de una media hora.
"In Florence we should call it a very bad house," said Mrs. Touchett; "but here, I dare say, it will bring a high price. It ought to make a considerable sum for each of you. In addition to that you MUST have something else; it′s most extraordinary your not knowing. The position′s of value, and they′ll probably pull it down and make a row of shops. I wonder you don′t do that yourself; you might let the shops to great advantage." -Esto es lo que en Florencia llamaríamos una casa mala -dijo la señora Touchett-. Aunque me atrevería a decir que aquí se puede obtener por ella una buena suma. Lo suficiente para que os toque a cada una de vosotras una respetable cantidad. Pero supongo que tendréis alguna otra cosa, más bienes. Es verdaderamente extraordinario que no estés enterada de ello. El emplazamiento de la casa es magnífico; casi seguro que querrán derribarla para construir en su lugar establecimientos comerciales. No me explico cómo no lo hacéis vosotras mismas; podríais alquilar las tiendas a muy buen precio.
Isabel stared; the idea of letting shops was new to her. "I hope they won′t pull it down," she said; "I′m extremely fond of it." Isabel no salía de su asombro. La idea de alquilar tiendas le parecía de lo más extraño. -Espero que no la derriben -dijo-. Lo sentiría, porque me gusta mucho.
"I don′t see what makes you fond of it; your father died here." -No me explico por qué te gusta. Tu padre murió en ella.
"Yes; but I don′t dislike it for that," the girl rather strangely returned. "I like places in which things have happened --even if they′re sad things. A great many people have died here; the place has been full of life." -Cierto -replicó la muchacha en un tono extraño-, pero no por eso ha de desagradarme. Me gustan los sitios donde suceden o han sucedido cosas, aunque a veces sean tristes. No sólo mi padre, si otros han muerto también aquí, de modo que este sitio estuvo repleto de vida en otros tiempos.
"Is that what you call being full of life?" -¿Esto es lo que tú llamas repleto de vida?
"I mean full of experience --of peop le′s feelings and sorrows. And not of their sorrows only, for I′ve been very happy here as a child." -Quiero decir lleno de experiencia..., de sentimientos de las personas, de sus tristezas. Y no sólo de tristezas, pues yo misma, cuando era niña, fui muy dichosa en esta casa.
"You should go to Florence if you like houses in which things have happened --especially deaths. I live in an old palace in which three people have been murdered; three that were known and I don′t know how many more besides." -Si te agradan las casas donde han sucedido cosas, deberías ir a Florencia; en aquéllas sí que han sucedido cosas, sobre todo muertes. En el antiguo palacio donde yo vivo fueron asesinadas tres personas que se sepa, y seguramente muchas otras de las que yo no he llegado a tener conocimiento.
"In an old palace?" Isabel repeated. -¿En un palacio antiguo?
"Yes, my dear; a very different affair from this. This is very bourgeois." -Sí, hija. Bastante distinto a esto, por cierto. Esta casa tiene un aspecto muy burgués.
Isabel felt some emotion, for she had always thought highly of her grandmother′s house. But the emotion was of a kind which led her to say: "I should like very much to go to Florence." Isabel se emocionó profundamente al oír tales palabras, pues siempre había tenido en gran concepto la casa de su abuela. No obstante, la propia emoción la impulsó a exclamar: -¡Cómo me gustaría ir a Florencia!
"Well, if you′ll be very good, and do everything I tell you I′ll take you there," Mrs. Touchett declared. -Pues si eres buena y haces todo lo que yo te diga, te llevaré -afirmó la señora Touchett.
Our young woman′s emotion deepened; she flushed a little and smiled at her aunt in silence. "Do everything you tell me? I don′t think I can promise that." La emoción de la joven aumentó extraordinariamente. Calló un instante, se ruborizó un poco, sonrió en silencio a su tía y acabó por decir: -¿Que haga todo lo que usted quiera? No sé′8e si me será posible prometer tal cosa.
"No, you don′t look like a person of that sort. You′re fond of your own way; but it′s not for me to blame you." -Verdaderamente no pareces ese tipo de persona. Se nota que te gusta hacer tu voluntad, pero no seré yo quien te lo reproche.
"And yet, to go to Florence," the girl exclaimed in a moment, "I′d promise almost anything!" -¡Sin embargo, con tal de ir a Florencia, sería capaz de prometer casi cualquier cosa! -exclamó la joven con entusiasmo.
Edmund and Lilian were slow to return, and Mrs. Touchett had an hour′s uninterrupted talk with her niece, who found her a strange and interesting figure: a figure essentially --almost the first she had ever met. She was as eccentric as Isabel had always supposed; and hitherto, whenever the girl had heard people described as eccentric, she had thought of them as offensive or alarming. The term had always suggested to her something grotesque and even sinister. But her aunt made it a matter of high but easy irony, or comedy, and led her to ask herself if the common tone, which was all she had known, had ever been as interesting. No one certainly had on any occasion so held her as this little thin-lipped, bright-eyed, foreign-looking woman, who retrieved an insignificant appearance by a distinguished manner and, sitting there in a well-worn waterproof, talked with striking familiarity of the courts of Europe. There was nothing flighty about Mrs. Touchett, but she recognised no social superiors, and, judging the great ones of the earth in a way that spoke of this, enjoyed the consciousness of making an impression on a candid and susceptible mind. Isabel at first had answered a good many questions, and it was from her answers apparently that Mrs. Touchett derived a high opinion of her intelligence. But after this she had asked a good many, and her aunt′s answers, whatever turn they took, struck her as food for deep reflexion. Mrs. Touchett waited for the return of her other niece as long as she thought reasonable, but as at six o′clock Mrs. Ludlow had not come in she prepare d to take her departure. Como Edmund y Lilian tardaron bastante en regresar, la señora Touchett pudo sostener una conversación ininterrumpida de más de una hora con su sobrina, que acabó por encontrarla tan interesante como extraña: lo que se dice un carácter, el primero genuino con que se había tropezado. Era, en realidad, tan excéntrica como Isabel la había imaginado siempre, mas con la idea que ella se forjaba cada vez que oía hablar de personas excéntricas, a las que consideraba alarmantes y ofensiv as, pues semejante vocablo te sugería cosas grotescas e incluso siniestras. Pero su tía les daba un tono irónico y hasta cómico, y ello la indujo a preguntarse si el lenguaje corriente y moliente, que por lo demás era el único que había conocido, le había parecido alguna vez tan interesante. Nadie hasta entonces había logrado impresionarla tanto como aquella pequeña mujer de aspecto extranjero, labios finos y ojos brillantes, que ennoblecía su insignificante apariencia con la distinción de sus modales y que, sentada allí delante de ella y envuelta en su impermeable, hablaba con la mayor soltura de los asuntos políticos de Europa. La señora Touchett no era frívola, pero no reconocía la existencia de seres superiores socialmente hablando, y, al aludir en tales términos a los grandes de la Tierra, lo hacía con la plena segur idad de estar causando enorme impresión en el ánimo susceptible y cándido de su sobrina. Isabel respondió a varias preguntas que su tía le hizo al principio y, por sus contestaciones, ésta se percató del alto grado de su inteligencia. Después de haberlas contestado, le tocó a ella el turno de hacerlas, y las respuestas de su tía fueron tales que, fuera cual fuera el giro que tomasen, le proporcionaban siempre más que sobrada materia para hondas reflexiones. La señora Touchett estuvo esperando el regreso de su otra sobrina el tiempo que le pareció razonable; pero, al ver que a las seis de la tarde la señora Ludlow no se hallaba de vuelta, se dispuso a marcharse.
"Your sister must be a great gossip. Is she accustomed to staying out so many hours?" -Tu hermana debe de ser una chismosa de primera. ¿Tiene por costumbre pasar tantas horas fuera de casa?
"You′ve been out almost as long as she," Isabel replied; "she can have left the house but a short time before you came in." -Usted ha estado fuera de la suya tanto como ella -replicó Isabel-. Acababa de marcharse cuando llegó usted.
Mrs. Touchett looked at the girl without resentment; she appeared to enjoy a bold retort and to be disposed to be gracious. "Perhaps she hasn′t had so good an excuse as I. Tell her at any rate that she must come and see me this evening at that horrid hotel. She may bring her husband if she likes, but she needn′t bring you. I shall see plenty of you later." La señora Touchett la miró con benevolencia. Comprendía que la réplica era acertada, cosa que le agradaba y la predisponía a mostrarse amable. -Tal vez no haya tenido para hacerlo tan buena razón como yo. De todos modos, dile que venga a verme esta noche a ese horrible hotel donde estoy alojada. Si quiere, puede venir con su marido, pero no es necesario que tú la acompañes. A ti ya tendré ocasión de verte luego todo lo que quiera. spnum  






CHAPTER 4

4

Mrs. Ludlow was the eldest of the three sisters, and was usually thought the most sensible; the classification being in general that Lilian was the practical one, Edith the beauty and Isabel th e "intellectual" superior. Mrs. Keyes, the second of the group, was the wife of an officer of the United States Engineers, and as our history is not further concerned with her it will suffice that she was indeed very pretty and that she formed the ornament of those various military stations, chiefly in the unfashionable West, to which, to her deep chagrin, her husband was successively relegated. Lilian had married a New York lawyer, a young man with a loud voice and an enthusiasm for his profession; the match was not brilliant, any more than Edith′s, but Lilian had occasionally been spoken of as a young woman who might be thankful to marry at all --she was so much plainer than her sisters. She was, however, very happy, and now, as the mother of two peremptory little boys and the mistress of a wedge of brown stone violently driven into Fifty-third Street, seemed to exult in her condition as in a bold escape. She was short and solid, and her claim to figure was question ed, but she was conceded presence, though not majesty; she had moreover, as people said, improved since her marriage, and the two things in life of which she was most distinctly conscious were her husband′s force in argument and her sister Isabel′s originality. "I′ve never kept up with Isabel --it would have taken ALL my time," she had often remarked; in spite of which, however, she held her rather wistfully in sight; watching her as a motherly spaniel might watch a free greyhound. "I want to see her safely married --that′s what I want to see," she frequently noted to her husband. La señora Ludlow era la mayor de las tres hermanas y se la consideraba la más juiciosa. En general se decía que Lilian era la práctica, Edith la hermosa e Isabel la intelectual. La señora Keyes, segunda del grupo, era esposa de un oficial del Cuerpo de Ingenieros de Estad os Unidos y, como para nada le afecta nuestra historia, nos limitaremos a decir que era muy bella y constituía el principal ornato de los acantonamientos militares del país -especialmente en el inelegante Oeste- a los que, con gran pesar por su parte, era destinado su marido. Lilian se había casado con un abogado de Nueva York, joven de potente voz y gran entusiasmo por su profesión. Su matrimonio no resultó un enlace brillante, como tampoco el de Edith, pero a Lilian se le inculcó desde siempre la idea de que debía considerarse muy dichosa si llegaba a casarse con quien fuese... y por eso era mucho más sencilla que sus otras dos hermanas. Sin embargo, se sentía muy feliz, y por aquel entonces, en su calidad de madre de dos graciosos retoños y de dueña de una especie de escolio de oscura piedra violentamente encajonado en la calle Cincuenta y tres, parecía regodearse en su sit uación como en una feliz evasión de los sinsabores de este mundo. Era de baja estatura y cuerpo recio, y aunque de figura harto discutible, se le concedía buena presencia, ya que no majestad. No obstante, todos parecían convenir en que había ganado mucho con el matrimonio, y sentíase perfectamente segura de dos cosas en la vida: de la fuerza de los argumentos de su marido y de la originalidad de su hermana Isabel. A veces solía decir: «Yo no podría seguir el ritmo de Isabel... Me ocuparía todo mi tiempo». A pesar de eso, mantenía sobre ella una maternal vigilancia y la observaba con la misma triste solicitud con que una gran perra de aguas contemplaría los movimientos de un galgo suelto. -Lo que yo quisiera es verla casada, eso es lo que de veras le conviene -decía con frecuencia a su marido.
"Well, I must say I should have no particular desire to marry her," Edmund Ludlow was accustomed to answer in an extremely audible tone. A lo que Edmund Ludlow solía re plicar en un tono muy audible: -Pues debo confesar que no experimento el menor deseo de casarla.
"I know you say that for argument; you always take the opposite ground. I don′t see what you′ve against her except that she′s so original." -Ya sé que lo dices por discutir. Lo tuyo es llevar siempre la contraria. No veo qué puedas tener contra ella, a no ser que es original.
"Well, I don′t like originals; I like translations," Mr. Ludlow had more than once replied. "Isabel′s written in a foreign tongue. I can′t make her out. She ought to marry an Armenian or a Portuguese." -Pues bien, es que no me gustan los originales, prefiero las traducciones -le había contestado más de una vez el señor Ludlow, añadiendo-: Isabel está escrita en un idioma extranjero y no puedo descifrarla. Lo que debería hacer es casarse con un armenio o un portugués.
"That′s just what I′m afraid she′ll do!" cried Lilian, who thought Isabel capable of anything. -Eso es precisamente lo que temo que haga -exclamaba Lilian, que creía a Isabel capaz de cualquier cosa.
She listened with great interest to the girl′s account of Mrs. Touchett′s appearance and in the evening prepared to comply with their aunt′s commands. Of what Isabel then said no report has remained, but her sister′s words had doubtless prompted a word spoken to her husband as the two were making ready for their visit. "I do hope immensely she′ll do something handsome for Isabel; she has evidently taken a great fancy to her." Así pues, al llegar a casa, escuchó con gran interés la " relación que su hermana menor le hizo acerca de la inesperada aparición de la señora Touchett y, por la noche, se dispuso a obedecer el mandato de su tía. No se tiene noticia de lo que Isabel dijera entonces, pero sin duda alguna sus palabras debieron de suscitar en su hermana el comentario que hizo a su esposo cuando ambos estaban preparándose para ir a hacer la visita: -Ojalá se le ocurra hacer algo por Isabel; creo que lo hará, pues parece haberse encaprichado mucho con ella.
"What is it you wish her to do?" Edmund Ludlow asked. "Make her a big present?" -Pero ¿qué quieres que haga? -preguntó Edmund Ludlow-. ¿Que le haga un buen regalo?
"No indeed; nothing of the sort. But take an interest in her --s ympathize with her. She′s evidently just the sort of person to appreciate her. She has lived so much in foreign society; she told Isabel all about it. You know you′ve always thought Isabel rather foreign." -No me refiero a eso; seguramente no será nada por el estilo. Me refiero a que se tome verdadero interés por ella, a que le resulte simpática. Precisamente, es de las pocas personas que pueden apreciarla, porque ha vivido mucho entre gente extranjera, y le ha contado a Isabel muchas cosas acerca de esa vida. Ya sabes que tú′9c mismo has considerado siempre que Isabel tiene algo de extranjera.
"You want her to give her a little foreign sympathy, eh? Don′t you think she gets enough at home?" -Ya veo lo que quieres decir: que la tía le procure un poco de simpatía en el extranjero. ¿Crees que en su país no se le otorga la necesaria?
"Well, she ought to go abroad," said Mrs. Ludlow. "She′s just the person to go abroad." -De todos modos, debería ir al extranjero -replicó la señora Ludlow-. Es el tipo de persona que debería viajar.
"And you want the old lady to take her, is that it?" -Y quieres que la vieja señora se la lleve, ¿no es eso?
"She has offered to take her --she′s dying to have Isabel go. But what I want her to do when she gets her there is to give her all the advantages. I′m sure all we′ve got to do," said Mrs. Ludlow, "is to give her a chance." -Se ha ofrecido a llevarla... y está muerta de ganas de que Isabel vaya. Pero lo que yo deseo que haga cuando llegue allí con ella es que le proporcione toda clase de ventajas. Estoy segura de que lo único que debemos hacer es darle una oportunidad... -recalcó la señora Ludlow.
"A chance for what?" -¿Oportunidad? ¿para qué? par
"A chance to develop." -Para perfeccionarse.
"Oh Moses!" Edmund Ludlow exclaimed. "I hope she isn ′t going to develop any more!" Al oírlo, Edmund exclamó: -¡Dios Santo! ¡Espero que no vaya a perfeccionarse más!
"If I were not sure you only said that for argument I should feel very badly," his wife replied. "But you know you love her." -Si no tuviese la seguridad de que lo dices por discutir, me molestaría mucho lo que acabas de decir -replicó la esposa-. Pero no puedes negar que la estimas.
"DO you know I love you?" the young man said, jocosely, to Isabel a little later, while he brushed his hat. Más tarde, mientras el joven esposo se cepillaba el sombrero, preguntó a Isabel: -Tú sabes que te aprecio, ¿verdad?
"I′m sure I don′t care whether you do or not!" exclaimed the girl; whose voice and smile, however, were less haughty than her words. -Lo que sé y de lo que estoy segura es que me importa un bledo que me quieras o no -replicó la muchacha, con una sonrisa y un tono de voz que desmentían la altivez de sus palabras.
"Oh, she feels so grand since Mrs. Touchett′s visit," said her sister. -¡Oh! Desde que ha recibido la visita de la señora Touchett se siente tan superior... -comentó su hermana.
But Isabel challenged this assertion with a good deal of seriousness. "You must not say that, Lily. I don′t feel grand at all." -Pero Isabel replicó con seriedad. -No debes decir eso, Lily. No me siento superior a nadie.
"I′m sure there′s no harm," said the conciliatory Lily. -Aunque así fuera, no habría mal en ello-dijo su hermana, siempre conciliadora.
"Ah, but there′s nothing in Mrs. Touchett′s visit to make one feel grand." -Es que no veo en la visita de la señora Touchett nada que le haga a una sentirse superior.
"Oh," exclaimed Ludlow, "she′s grander than ever!" -¡Oh! -exclamó el señor Ludlow-, ahora se siente más superior que nunca.
"Whenever I feel grand," said the girl, "it will be for a better reason." -Cuando yo me sienta superior, si alguna vez lo hago -dijo la muchacha-, será por otra razón mejor.
Whether she felt grand or no, she at any rate felt different, felt as if something had happened to her. Left to herself for the evening she sat a while under the lamp, her hands empty, her usual avocations unheeded. Then she rose and moved about the room, and from one room to another, preferring the places where the vague lamplight expired. She was restless and even agitated; at moments she trembled a little. The importance of what had happened was out of proportion to its appearance; there had really been a change in her life. What it would bring with it was as yet extremely indefinite; but Isabel was in a situation that gave a value to any change. She had a desire to leave the past behind her and, as she said to herself, to begin afresh. This desire indeed was not a birth of the present occasion; it was as familiar as the sound of the rain upon the window and it had led to her beginning afresh a great many times. She closed her eyes as she sat in one of the dusky corners of the quiet parlour; but it was not with a desire for dozing forgetfulness. It was on the contrary because she felt too wide-eyed and wished to check the sense of seeing too many things at once. Her imagination was by habit ridiculously active; when the door was not open it jumped out of the window. She was not accustomed indeed to keep it behind bolts; and at important moments, when she would have been thankful to make use of her judgement alone, she paid the penalty of having given undue encouragement to the faculty of seeing without judging. At present, with her sense that the note of change had been struck, came gradually a host of images of the things she was leaving behind her. The years and hours of her life came back to her, and for a long time, in a stillness broken only by the ticking of the big bro nze clock, she passed them in review. It had been a very happy life and she had been a very fortunate person --this was the truth that seemed to emerge most vividly. She had had the best of everything, and in a world in which the circumstances of so many people made them unenviable it was an advantage never to have known anything particularly unpleasant. It appeared to Isabel that the unpleasant had been even too absent from her knowledge, for she had gathered from her acquaintance with literature that it was often a source of interest and even of instruction. Her father had kept it away from her --her handsome, much-loved father, who always had such an aversion to it. It was a great felicity to have been his daughter; Isabel rose even to pride in her parentage. Since his death she had seemed to see him as turning his braver side to his children and as not having managed to ignore the ugly quite so much in practice as in aspiration. But this only made her tenderness for him greater; it was scarcely even painful to have to suppose him too generous, too good-natured, too indifferent to sordid considerations. Many persons had held that he carried this indifference too far, especially the large number of those to whom he owed money. Of their opinions Isabel was never very definitely informed; but it may interest the reader to know that, while they had recognised in the late Mr. Archer a remarkably handsome head and a very taking manner (indeed, as one of them had said, he was always taking something), they had declared that he was making a very poor use of his life. He had squandered a substantial fortune, he had been deplorably convivial, he was known to have gambled freely. A few very harsh critics went so far as to say that he had not even brought up his daughters. They had had no regular education and no permanent home; they had been at once spoiled and neglected; they had lived with nursemaids and governesses (usually very bad on es) or had been sent to superficial schools, kept by the French, from which, at the end of a month, they had been removed in tears. This view of the matter would have excited Isabel′s indignation, for to her own sense her opportunities had been large. Even when her father had left his daughters for three months at Neufchatel with a French bonne who had eloped with a Russian nobleman staying at the same hotel --even in this irregular situation (an incident of the girl′s eleventh year) she had been neither frightened nor ashamed, but had thought it a romantic episode in a liberal education. Her father had a large way of looking at life, of which his restlessness and even his occasional incoherency of conduct had been only a proof. He wished his daughters, even as children, to see as much of the world as possible; and it was for this purpose that, before Isabel was fourteen, he had transported them three times across the Atlantic, giving them on each occasion, however, but a few months′ view of the subject proposed: a course which had whetted our heroine′s curiosity without enabling her to satisfy it. She ought to have been a partisan of her father, for she was the member of his trio who most "made up" to him for the disagreeables he didn′t mention. In his last days his general willingness to take leave of a world in which the difficulty of doing as one liked appeared to increase as one grew older had been sensibly modified by the pain of separation from his clever, his superior, his remarkable girl. Later, when the journeys to Europe ceased, he still had shown his children all sorts of indulgence, and if he had been troubled about money-matters nothing ever disturbed their irreflective consciousness of many possessions. Isabel, though she danced very well, had not the recollection of having been in New York a successful member of the choreographic circle; her sister Edith was, as every one said, so very much more fetching. Edith w as so striking an example of success that Isabel could have no illusions as to what constituted this advantage, or as to the limits of her own power to frisk and jump and shriek --above all with rightness of effect. Fuera como fuese, lo cierto es que se sentía diferente, como si le hubiese ocurrido algo. Una vez que se hubo quedado sola por la noche, se sentó bajo la lámpara, las manos vacías, sin ganas de ocuparlas en ninguna de sus habituales labores. Se levantó al cabo de un rato, se puso a andar de un lado para otro de la habitación y recorrió también otros aposentos, deteniéndose especialmente en los sitios en que la luz era menos intensa. La verdad era que se sentía intranquila, agitada, incluso había momentos en que temblaba. Lo que acababa de ocurrirle le parecía de una importancia desproporcionada, se había producido un verdadero cambio en su vida. Lo que éste hubiera de suponer en lo sucesivo era cosa por demás indefinida, pero en su actual situación ella daba un gran valor a cualquier cambio que le sobreviniese. Sentía un irresistible deseo de dejar atrás su pasado para, como ella misma decía, comenzar de nuevo. No había surgido tal deseo como por ensalmo con motivo de la ocasión presente, sino que éste le era tan familiar como el repiqueteo de la lluvia en los vidrios de las ventanas, y ya en más de una ocasión la había inducido a querer comenzar de nuevo. Se sentó en uno de los rincones más oscuros del silencioso salón y cerró los ojos, pero no con el deseo de quedarse adormilada para olvidar. Por el contrario, se sentía demasiado despierta y deseaba dominar la sensación que le causaba percibir demasiadas cosas a la vez. Su imaginación había llegado a ser, por la fuerza del hábito, ridículamente activa, de suerte que, cuando la puerta no estaba abierta, se escapaba por la ventana. No tenía la costumbre de encerrarla bajo llave, y le sucedía que, en los momentos importantes en que se hubiera sentido agradecida por ser capaz de utilizar únicamente su capacidad de razonamiento, pagaba las consecuencias de haber dado alas a esa facultad de fantasear en la que no intervenía el análisis. En aquel momento, con la seguridad de que una mano invisible había tocado la nota del cambio, se le agolparon en la imaginación los fantasmas de las imágenes de las cosas que había dejado tras si; se presentaron a su recuerdo los días y las horas ya vividos, y los fue revisando lentamente en medio de aquel silencio que sólo interrumpía con su tictac el gran reloj de bronce. De aquel profundo examen, la verdad que más patente surgía ante sus ojos era la de que su vida había sido muy dichosa, de que ella era una persona verdaderamente afortunada. Había disfrutado lo mejor de todo y, en un mundo en que tantos individuos se desenvuelven en circunstancias nada envidiables, constituía una ventaja el no haber padecido nada desagradable. A Isabel le parecía que, en realidad, lo desagradable había permanecido demasiado ausente de su vida, ya que, de su contacto constante con la literatura, había ded ucido que lo desagradable constituía un manantial inagotable de interés e incluso de instrucción. Su padre... aquel hermoso y adorado padre que siempre experimentó tan marcada aversión por todo lo desagradable, la había mantenido alejada de ello. Para Isabel fue una gran felicidad haber sido hija de tal hombre, de suerte que llegó a sentirse orgullosa de su parentesco. Desde el momento de su muerte, ella lo recordó mostrándose siempre valeroso ante sus hijas, capaz de alejar las cosas feas de su propia imaginación, aunque no de su existencia. Pero eso sólo hizo que su ternura por él aumentara, y apenas si le resultaba doloroso pensar que él había sido demasiado generoso, demasiado alegre, demasiado indiferente a las ideas de sordidez. Muchos sostenían que había llevado tal indiferencia demasiado lejos, sobre todo los que componían el gra n número de personas a quienes debía dinero. Isabel no había llegado a conocer jamás las opiniones de tales personas, pero al lector podría interesarle saber que, si bien le reconocían al difunto señor Archer una notable inteligencia y una manera de ser muy seductora, capaz de apoderarse de los demás (y no faltaba quien dijera que siempre estaba apoderándose de algo), ello no les impedía declarar abiertamente que hacía muy mal uso de su vida. Había derrochado una gran fortuna, por ser excesivamente hospitalario, y había jugado sin freno. Y hasta hubo críticos que dijeron que ni siquiera se había preocupado de educar a sus hijas: que no habían recibido una educación corriente, que no habían tenido un hogar permanente, y que habían sido al mismo tiempo malcriadas y abandonadas, relegando su educación a niñe ras y gobernantas (casi siempre muy malas), o a frívolas escuelas, dirigidas por francesas, de las que al cabo de un mes eran retiradas con gran sentimiento de ellas, que lloraban a lágrima viva al ser alejadas de allí. Tal apreciación del caso había suscitado la indignación de Isabel, ya que a su modo de ver había gozado de muchas y buenas oportunidades. Incluso cuando su padre dejó a sus hijas durante tres meses en Neufchatel con una criada francesa, la cual no tardó en escaparse con un noble ruso que vivía en el mismo hotel..., aun en esa situación tan irregular que tuvo lugar cuando la muchacha no contaba más de once años, ella no experimentó el menor miedo ni la menor vergüenza y se limitó a considerarla un episodio romántico, justificado por una educación sumamente liberal. Su padre tenía unas miras muy amplias acer ca de la vida, como lo probaba sobradamente su inquietud constante y la incoherencia ocasional de su conducta. Quería que sus hijas, aun siendo niñas, vieran cuanto fuera posible del mundo y, con tal objeto, antes de que Isabel alcanzara los catorce años de edad, ya las había hecho cruzar tres veces el Atlántico, proporcionándoles en cada ocasión sólo unos cuantos meses para observar por sí mismas el asunto propuesto. Esta táctica sólo había servido para abrir el apetito de nuestra heroína, excitando superlativamente su curiosidad sin llegar a satisfacérsela. Indudablemente ella era una acérrima partidaria de su padre, pues, de las tres, era la que mejor se las componía para compensarle por las incomodidades de las que él nunca se quejaba. En los últimos días de su vida, el deseo paterno de abandonar este mundo, en el cua l la dificultad de hacer lo que a uno le gustaba parecía ir aumentando a medida que él iba envejeciendo, se había visto profundamente alterado por el dolor que le causaba tener que separarse de una hija tan inteligente, notable y superior. Posteriormente, cuando cesaron los viajes a Europa, él comenzó a mostrarse todavía más indulgente con sus hijas y, aunque hubo de sufrir no pocas dificultades económicas, nada alteró en ellas la irreflexiva seguridad de hallarse en posesión de muchas cosas. Isabel, que por cierto bailaba muy bien, no recordaba haber logrado un gran éxito en Nueva York como miembro del ambiente coreográfico; en cambio, su hermana Edith, al decir de muchos, tenía más condiciones para ello. Edith fue un caso tan notable de éxito que Isabel no pudo seguir haciéndose ilusiones acerca de lo requerido para lograr tal privilegio, así como tampoco acerca de los límites de su propia capacidad de brincar, saltar y desgañitarse... sobre todo para conseguir el efecto deseado.
Nineteen persons out of twenty (including the younger sister herself) pronounced Edith infinitely the prettier of the two; but the twentieth, besides reversing this judgement, had the entertainment of thinking all the others aesthetic vulgarians. Isabel had in the depths of her nature an even more unquenchable desire to please than Edith; but the depths of this young lady′s nature were a very out-of-the-way place, between which and the surface communication was interrupted by a dozen capricious forces. She saw the young men who came in large numbers to see her sister; but as a general thing they were afraid of her; they had a belief that some special preparation was required for talking with her. Her reputation of reading a great deal hung about her like the cloudy envelope of a goddess in an epic; it was supposed to engender difficult questions and to keep the conversation at a low temperature. The poor girl liked to be thought clever, but she hated to be thought bookish; she used to read in secret and, though her memory was excellent, to abstain from showy reference. She had a great desire for knowledge, but she really preferred almost any source of information to the printed page; she had an immense curiosity about life and was constantly staring and wondering. She carried within herself a great fund of life, and her deepest enjoyment was to feel the continuity between the movements of her own soul and the agitations of the world. For this reason she was fond of seeing great crowds and large stretches of country, of reading about revolutions and wars, of looking at historical pictures --a class of efforts as to which she had often committed the conscious solecism of forgiving them much bad painting for the sake of the subject. While the Civil War went on she was still a very young girl; but she passed months of this long period in a state of almost passionate excitement, in which she felt herself at times (to her extreme confusion) stirred almost indiscriminately by the valour of either army. Of course the circumspection of suspicious swains had never gone the length of making her a social proscript; for the number of those whose hearts, as they approached her, beat only just fast enough to remind them they had heads as well, had kept her unacquainted with the supreme disciplines of her sex and age. She had had everything a girl could have: kindness, admiration, bonbons, bouquets, the sense of exclusion from none of the privileges of the world she lived in, abundant opportunity for dancing, plenty of new dresses, the London _Spectator_, the latest publications, the music of Gounod, the poetry of Browning, the prose of George Eliot. Diecinueve personas entre veinte (incluso la misma hermana menor) declaraban que Edith era la más guapa de las dos hermanas; sin embargo, la vigésima, a más de darse el gusto de pensar lo contrario, podía complacerse en pensar que todos los demás eran sólo unos estetas de lo más vulgar. En su naturaleza profunda, Isabel experimentaba un deseo más insaciable todavía que el de Edith de gustar, pero esa naturaleza profunda se encontraba en un lugar tan inaccesible de su alma que entre ésta y la superficie había una docena de fuerzas caprichosas que impedían la debida comunicación. Ella veía que los jóvenes acudían en tropel a visitar a su hermana, pero que, en cambio, sentían mi edo de ella, pues tenían la sensación de que para hablarle había que poseer una preparación especial. La fama de ser mujer muy leída pesaba sobre ella y la envolvía como la densa nube que rodea a las diosas de las epopeyas, haciendo suponer que sólo se interesaba por cuestiones abstrusas y que su conversación jamás adquiría un tono apasionado. Si bien a la pobre le encantaba que se la considerase inteligente, la molestaba sobremanera que se la tuviese por libresca. Por ello, acostumbraba a leer en secreto y, aunque poseía una excelente memoria, procuraba abstenerse de citar lo que leía. La dominaba una gran ansia de saber, pero prefería a lo impreso cualquiera otra fuente de información directa, y era tal su curiosidad por las cosas de la vida que de todo se admiraba y todo la emocionaba. La vida había echado hondas raíces en ella y, por lo mism o, su goce más intenso consistía en sentir dentro de sí la continuidad entre las agitaciones de su propia alma y las del mundo externo. Ello hacía que le gustara extraordinariamente contemplar las grandes multitudes y las diversas regiones del país y leer lo más interesante acerca de las revoluciones y de las guerras, así como también admirar los cuadros históricos... proclividad que en más de una ocasión la indujo a cometer la incongruencia de perdonar lo malo de la pintura en aras de su tema. En tiempo de la Guerra de Secesión ella era todavía muy niña, lo cual no impidió que durante tal período pasara largos meses entregada a una apasionada excitación, en la que tan pronto se sentía emocionada por el valor de un ejército como por el del contrario, lo cual la sumía en una extraordinaria confusión. Desde luego, la circunspección de los suspicaces jóvenes no había llegado a convertirla en una proscrita social, pues el número de los que, al acercársele, sentían latir el corazón con la fuerza necesaria para recordar que también poseían cabeza la había mantenido alejada de las excelsas disciplinas propias de su sexo y su edad. Así, ella tuvo cuanto pudo apetecer una muchacha: cariño, admiración, golosinas, ramos de flores, la convicción de que no se le escatimaba nada de lo que podía obtenerse en el mundo en que ella vivía, ocasiones constantes para bailar, abundancia de nuevos vestidos, la revista Spectator de Londres, las últimas publicaciones de prensa, la música de Gounod, la poesía de Browning, la prosa de George Elliot.
These things now, as memory played over them, resolved themselves into a multitude of scenes and figures. Forgotten things came back to her; many others, which she had lately thought of great moment, dropped out of sight. The result was kaleidoscopic, but the movement of the instrument was checked at last by the servant′s coming in with the name of a gentleman. The name of the gentleman was Caspar Goodwood; he was a straight young man from Boston, who had known Miss Archer for the last twelvemonth and who, thinking her the most beautiful young woman of her time, had pronounced the time, according to the rule I have hinted at, a foolish period of history. He sometimes wrote to her and had within a week or two written from New York. She had thought it very possible he would come in --had indeed all the rainy day been vaguely expecting him. Now that she learned he was there, nevertheless, she felt no eagerness to receive him. He was the finest young man she had ever seen, was indeed quite a splendid young man; he inspired her with a sentiment of high, of rare respect. She had never felt equally moved to it by any other person. He was supposed by the world in general to wish to marry her, but this of course was between themselves. It at least may be affirmed that he had travelled from New York to Albany expressly to see her; having learned in the former city, where he was spending a few days and where he had hoped to find her, that she was still at the State capital. Isabel delayed for some minutes to go to him; she moved about the room with a new sense of complications. But at last she presented herself and found him standing near the lamp. He was tall, strong and somewhat stiff; he was also lean and brown. He was not romantically, he was much rather obscurely, handsome; but his physiognomy had an air of requesting your attention, which it rewarded according to the charm you found in blue eyes of remarkable fixedness, the eyes of a complexion other than his own, and a jaw of the somewhat angular mould which is supposed to bespeak resolution. Isabel said to herself that it bespoke resolution to-night; in spite of which, in half an hour, Caspar Goodwood, who had arrived hopeful as well as resolute, took his way back to his lodging with the feeling of a man defeated. He was not, it may be added, a man weakly to accept defeat. Y todas aquellas cosas, a medida que la imaginación las iba evoca ndo se transformaban en multitud de escenas vividas y de figuras conocidas. Cosas arrumbadas en el desván de la memoria se le aparecían de nuevo, mientras que muchas otras a las que en su día había concedido gran importancia quedaban alejadas de su vista. El resultado era verdaderamente caleidoscópico; pero, en aquel instante, el girar caprichoso del instrumento quedó paralizado por la llegada de la sirvienta que venía a anunciar la visita de un caballero: Caspar Goodwood. Era éste un joven de Boston. Hacía doce meses que conocía a la señorita Archer y, considerándola la mujer más bella de aquel tiempo, había dictaminado que el tiempo era únicamente, guiándose por la norma a que antes he aludido, un necio período de la historia. Le había escrito de vez en cuando, y últimamente sus cartas estaban fechadas en Nueva York; p or lo cual ella casi confiaba en la posibilidad de que él viniera a verla... incluso puede decirse que pasó todo aquel día lluvioso esperándole sin darse cuenta cabal de que le esperaba. Sin embargo ahora, al saber que estaba allí, no experimentaba ningún deseo de verle ni de recibirle. El era el joven más admirable que ella había visto, un espléndido joven que llegaba a inspirarle un respeto grande y poco usual, sentimiento que ninguna otra persona le había inspirado hasta entonces. La gente se imaginaba que el quería hacerla su esposa, pero eso era algo que sólo a ellos dos concernía. Lo que desde luego puede afirmarse es que él hizo el viaje de Nueva York a Albany tan sólo por verla, después de haberse enterado en la primera de las dos ciudades, donde estaba pasando una temporada y donde había creído encontrarla, que ella iba a permanecer en la capital del estado. Isabel retrasó algunos minutos el momento de ir a verle, y anduvo de un lado para otro de la habitación, abrumada por la intuición de que la esperaban nuevas complicaciones. Pero por fin decidió ir en su busca, y le vio, de pie bajo la lámpara, tal como era: alto, fuerte, tal vez algo tieso, al propio tiempo que delgado y moreno. Su belleza no era romántica sino más bien tenebrosa. Su fisonomía tenía algo que reclamaba la atención y esa atención se veía recompensada por el encanto de unos ojos azules de imperturbable fijeza que no parecían corresponder a su semblante y de una mandíbula angulosa, de esas a las que suele atribuirse la virtud de denotar un temperamento enérgico y resuelto. Al verle, Isabel se dijo que aquella noche mostraba sin duda alguna una firme resolución. A pesar de ello, Caspar Goodwoo d, que media hora antes había llegado allí esperanzado y resuelto, acabó por volverse a su alojamiento con la convicción de haber fracasado en su empresa. Conviene advertir, sin embargo, que no era un hombre capaz de aceptar un fracaso así como así.  






CHAPTER 5

5

Ralph Touchett was a philosopher, but nevertheless he knocked at his mother′s door (at a quarter to seven) with a good deal of eagerness. Even philosophers have their preferences, and it must be admitted that of his progenitors his father ministered most to his sense of the sweetness of filial dependence. His father, as he had often said to himself, was the more motherly; his mother, on the other hand, was paternal, and even, according to the slang of the day, gubernatorial. She was nevertheless very fond of her only child and had always insisted on his spending three months of the year with her. Ralph rendered perfect justice to her affection and knew that in her thoughts and her thoroughly arranged and servanted life his turn always came after the other nearest subjects of her solicitude, the various punctualities of performance of the workers of her will. He found her completely dressed for dinner, but she embraced her boy with her gloved hands and made him sit on the sofa beside her. She enquired scrupulously about her husband′s health and about the young man′s own, and, receiving no very brilliant account of either, remarked that she was more than ever convinced of her wisdom in not exposing herself to the English climate. In this case she also might have given way. Ralph smiled at the idea of his mother′s giving way, but made no point of reminding her that his own infirmity was not the result of the English climate, from which he absented himself for a considerable part of each year. Aunque Ralph Touchett era un verdadero filósofo, cuando llamó con los nudillos a la puerta de la habitación de su madre, a las siete menos cuarto en punto, sentía no poca inquietud. Los filósofos tienen también sus preferencias, y no cabe la menor duda de que, respecto a sus progenitores, las de Ralph se inclinaban del lado del padre, por el que sentía el mayor afecto y al que tributaba una filial sumisión. No se le ocultaba que su padre era quien poseía un sentimiento verdaderamente maternal, mientras que su madre se mostraba paternal y, para decirlo con el lenguaje popular del momento, incluso gubernativa. Lo cual no obstaba para que quisiera entrañablemente a su único hijo y siempre insistiera en que pasara tres meses al año con ella. Por su parte, Ralph le devolvía el afecto debido, pues le constaba que, en los pensamientos y en el sistema de vida de su madre, concienzudamente organizada y dirigida, a él le tocaba el turno inmediatamente después de los asuntos que exigían su inmediata atención y cuya minuciosidad de ejecución constituía la esencia de su personalidad. Halló, pues, Ralph a su madre completamente vestida ya para la cena, y ella le abrazó y besó sin quitarse los guantes, haciéndole sentar luego en el sofá a su lado. La madre le pidió con todo interés noticias relativas a la salud del padre y a la de él mismo y, como los informes no la satisficieron en absoluto, manifestó estar más convencida que nunca del acierto de su decisión de no exponerse al clima de Inglaterra. De no ser así, tal vez ella habría podido ceder. Ralph se sonrió ante la simple idea de que su madre pudiese condescender, pero no quiso recordarle que la dolencia que él padecía no era en absoluto efecto del clima británico, pues él permanecía por lo general ausente del país la mayor parte del año.
He had been a very small boy when his father, Daniel Tracy Touchett, a native of Rutland, in the State of Vermont, came to England as subordinate partner in a banking-house where some ten years later he gained preponderant control. Daniel Touchett saw before him a life-long residence in his adopted country, of which, from the first, he took a simple, sane and accommodating view. But, as he said to himself, he had no intention of disamericanising, nor had he a desire to teach his only son any such subtle art. It had been for himself so very soluble a problem to live in England assimilated yet unconverted that it seemed to him equally simple his lawful heir should after his death carry on the grey old bank in the white American light. He was at pains to intensify this light, however, by sending the boy home for his education. Ralph spent several terms at an American school and took a degree at an American university, after which, as he struck his father on his return as even redundantly native, he was placed for some three years in residence at Oxford. Oxford swallowed up Harvard, and Ralph became at last English enough. His outward conformity to the manners that surrounded him was none the less the mask of a mind that greatly enjoyed its independence, on which nothing long imposed itself, and which, naturally inclined to adventure and irony, indulged in a boundless liberty of appreciation. He began with being a young man of promise; at Oxford he distinguished himself, to his father′s ineffable satisfaction, and the people about him said it was a thousand pities so clever a fellow should be shut out from a career. He might have had a career by returning to his own country (though this point is shrouded in uncertainty) and even if Mr. Touchett had been willing to part with him (which was not the case) it would have gone hard with him to put a watery waste permanently between himself and the old man whom he regarded as his best friend. Ralph was not only fond of his father, he admired him --he enjoyed the opportunity of observing him. Daniel Touchett, to his perception, was a man of genius, and though he himself had no aptitude for the banking mystery he made a point of learning enough of it to measure the great figure his father had played. It was not this, however, he mainly relished; it was the fine ivory surface, polished as by the English air, that the old man had opposed to possibilities of penetration. Daniel Touchett had been neither at Harvard nor at Oxford, and it was his own fault if he had placed in his son′s hands the key to modern criticism. Ralph, whose head was full of ideas which his father had never guessed, had a high esteem for the latter′s originality. Americans, rightly or wrongly, are commended for the ease with which they adapt themselves to foreign conditions; but Mr. Touchett had made of the very limits of his pliancy half the ground of his general success. He had retained in their freshness most of his marks of primary pressure; his tone, as his son always noted with pleasure, was that of the more luxuriant parts of New England. At the end of his life he had become, on his own ground, as mellow as he was rich; he combined consummate shrewdness with the disposition superficially to fraternize, and his "social position," on which he had never wasted a care, had the firm perfection of an unthumbed fruit. It was perhaps his want of imagination and of what is called the historic consciousness; but to many of the impressions usually made by English life upon the cultivated stranger his sense was completely closed. There were certain differences he had never perceived, certain habits he had never formed, certain obscurities he had never sounded. As regards these latter, on the day he HAD sounded them his son would have thought less well of him. Ralph era todavía muy niño cuando su padre, Daniel Tracy Touchett, natural de Rutland, Estado de Vermont, vino a Inglaterra como socio subordinado de una casa de banca, en la que algunos años después llegó a ejercer una autoridad preponderante. Daniel Touchett se resignó a la idea de pasarse la vida en el país de adopción y, desde el principio, tuvo el acierto de acomodarse a él con una actitud sencilla y sana. Sin embargo, como se decía a sí mismo, no tenía, ni mucho menos, la intención de desamericanizarse, ni tampoco el deseo de enseñar a su hijo arte tan sutil. Le había resultado un problema de tan fácil solución vivir en Inglaterra asimilado al país y sin abdicar del suyo que le parecía igualmente fácil el que su legítimo heredero continuara después de su muerte ejerciendo la gerencia de aquel banco ya gris y anticuado, proyectando la luz brillante del sistema americano. Por ello se esforzó en intensificar esa luz enviando al hijo a su país para que en él se educara. Gracias a ello, Ralph había seguido varios cursos en una universidad de Norteamérica, en la cual se graduó, y como al regresar a Inglaterra asustó a su padre por lo excesivamente indígena que volviera, Ralph estudió en Oxford durante tres años. Y he aquí que Oxford acabó tragándose a Harvard y, por fin, Ralph se vio convertido en un verdadero inglés. Su aparente conformidad con los procedimientos y maneras que le rodeaban era, no obstante, una máscara tras la cual ocultaba un espíritu ávido de independencia sobre el cual nada lograba prevalecer durante largo tiempo, y al ser naturalmente propenso a la aventura y a la ironía, se permitía una libertad sin límite a la hora de formar sus propias opiniones. Comenzó siendo un joven que prometía mucho; logró distinguirse en Oxford, para gran satisfacción de su padre, y quienes le conocían afirmaban que era una verdadera lástima que un joven tan brillante no estudiase una carrera. Podía haber seguido una carrera con sólo volver a su país de origen (aunque este punto está rodeado de incertidumbre), pero aun cuando el señor Touchett hubiese consentido en separarse (y ése no era caso), a él mismo le habría resultado sumamente penoso poner un océano como barrera permanente entre su persona y la de su viejo padre, a quien consideraba su mejor amigo. Ralph no sólo quería verdaderamente a su padre sino que le admiraba... y se complacía no poco en observarle y verle actuar. A su juicio, Daniel Touchett era un hombre extraordinario, un verdadero genio y, aunque él no se sentía con aptitudes para el oficio de banquero ni entendía los misterios de actividad bancaria, se había aplicado a estudiar de todo ello lo necesario para comprender el gran papel que su padre lograba desempeñar. Mas no era esto, con ser mucho, lo que de él más le gustaba; lo que más le atraía y admiraba era aquel semblante marfileño, como pulimentado por el aire inglés, que el anciano había opuesto a cualquier intento de penetración. Daniel Touchett no había estudiado en Harvard ni en Oxford y era culpa suya haber proporcionado a su hijo los medios de ejercitar la crítica moderna. Así, Ralph, que tenía la cabeza llena de ideas que su padre no llegaba a adivinar, sentía gran estimación por la originalidad de su progenitor. Por lo general se atribuye, acertada o erróneamente, a los americanos una extraordinaria facilidad de adaptación a las condiciones de otros países, pero buena parte del gran éxito del señor Touchett se debía precisamente a su renuencia a plegarse por completo al ambiente. Había sabido conservar con su prístina frescura la mayor parte de las características de su juventud, y su entonación, como acertadamente solía decir su hijo, era la de las regiones más feraces de Nueva Inglaterra. Al final de su vida había llegado a ser, en su propio terreno, tan apacible como rico, combinando la astucia más perfecta con una superficial fraternidad, y su «posición social», de la que nunca se había preocupado, tenía la turgente perfección de un fruto todavía intacto. Acaso fuese todo ello por su
Ralph, on leaving Oxford, had spent a couple of years in travelling; after which he had found himself perched on a high stool in his father′s bank. The responsibility and honour of such positions is not, I believe, measured by the height of the stool, which depends upon other considerations: Ralph, indeed, who had very long legs, was fond of standing, and even of walking about, at his work. To this exercise, however, he was obliged to devote but a limited period, for at the end of some eighteen months he had become aware of his being seriously out of health. He had caught a violent cold, which fixed itself on his lungs and threw them into dire confusion. He had to give up work and apply, to the letter, the sorry injunction to take care of himself. At first he slighted the task; it appeared to him it was not himself in the least he was taking care of, but an uninteresting and uninterested person with whom he had nothing in common. This person, however, improved on acquaintance, and Ralph grew at last to have a certain grudging tolerance, even an undemonstrative respect, for him. Misfortune makes strange bedfellows, and our young man, feeling that he had something at stake in the matter --it usually struck him as his reputation for ordinary wit --devoted to his graceless charge an amount of attention of which note was duly taken and which had at least the effect of keeping the poor fellow alive. One of his lungs began to heal, the other promised to follow its example, and he was assured he might outweather a dozen winters if he would betake himself to those climates in which consumptives chiefly congregate. As he had grown extremely fond of London, he cursed the flatness of exile: but at the same time that he cursed he conformed, and gradually, when he found his sensitive organ grateful even for grim favours, he conferred them with a lighter hand. He wintered abroad, as the phrase is; basked in the sun, stopped at home when the wind blew, went to bed when it rained, and once or twice, when it had snowed overnight, almost never got up again. Al dejar la Universidad de Oxford, Ralph había pasado un par de años viajando, después de los cuales se encontró encaramado en un alto taburete del banco de su padre, El honor y la responsabilidad que tal posición entraña no se mide, según creo, por la altura del mencionado taburete, sino por consideraciones de otra índole. Y Ralph, que tenía las piernas muy largas, no sólo se complacía en estar de pie cuando trabajaba sino, incluso, en andar de un lado para otro. Sin embargo, sólo pudo consagrar muy poco tiempo a dicho ejercicio, pues al cabo de año y medio se convenció de que había enfermado en serio por culpa de un fuerte resfriado que le afectó gravemente los pulmones y se los dejó en un estado terrible. Tuvo, pues, que abandonar el trabajo y dedicarse en cuerpo y alma al triste oficio de cuidar de su salud. Al principio pareció desdeñar un poco su tarea, pues se le antojaba como si no hubiese de cuidarse a sí mismo sino a otra persona por la que él no sentía interés alguno y con la que nada tenía en común. Sin embargo, tal persona se fue haciendo más digna de aprecio a medida que la atendía, y Ralph no tuvo más remedio que ir concibiendo, aunque a regañadientes, cierta tolerancia, incluso un si es no es oculto respeto por sí mismo. Mas, como nada hace tan buenos camaradas como el infortunio, y nuestro joven se había convencido de que se jugaba algo en el asunto... (generalmente consideraba que se trataba de su reputación de ingenioso) dedicó a su poco agraciado pupilo la atención indispensable, lo cual no dejó de surtir el efecto requerido, que fue el de conservarle la vida al pobre enfermo. Así pues, comenzó a curarse uno de sus pulmones mientras que el otro prometió seguir su ejemplo, y se le aseguró que podría-soportar cuando menos otros doce inviernos si se avenía a pasarlos en los climas a que acuden principalmente los atacados del mal de consunción. Y, como había llegado a estar verdaderamente encaprichado con la ciudad de Londres, maldecía con todas sus fuerzas la falta de interés de su forzoso destierro. A pesar de todo, aunque lo maldecía acabó por conformarse y, a medida que iba sintiendo que su sensible organismo agradecía los favores que tan de mala gana le concedía, se inclinaba a concederlos cada vez con más buena voluntad. Así pues, como suele decirse, hibernó en el extranjero, calentándose al sol, quedándose en casa cuando soplaba el viento, yéndose a la cama cuando llovía, y más de una vez, cuando nevaba toda la noche, permaneciendo acostado todo el día siguiente.
A secret hoard of indifference --like a thick cake a fond old nurse might have slipped into his first school outfit --came to his aid and helped to reconcile him to sacrifice; since at the best he was too ill for aught but that arduous game. As he said to himself, there was really nothing he had wanted very much to do, so that he had at least not renounced the field of valour. At present, however, the fragrance of forbidden fruit seemed occasionally to float past him and remind him that the finest of pleasures is the rush of action. Living as he now lived was like reading a good book in a poor translation --a meagre entertainment for a young man who felt that he might have been an excellent linguist. He had good winters and poor winters, and while the former lasted he was sometimes the sport of a vision of virtual recovery. But this vision was dispelled some three years before the occurrence of the incidents with which this history opens: he had on that occasion remained later than usual in England and had been overtaken by bad weather before reaching Algiers. He arrived more dead than alive and lay there for several weeks between life and death. His convalescence was a miracle, but the first use he made of it was to assure himself that such miracles happen but once. He said to himself that his hour was in sight and that it behoved him to keep his eyes upon it, yet that it was also open to him to spend the interval as agreeably as might be consistent with such a preoccupation. With the prospect of losing them the simple use of his faculties became an exquisite pleasure; it seemed to him the joys of contemplation had never been sounded. He was far from the time when he had found it hard that he should be obliged to give up the idea of distinguishing himself; an idea none the less importunate for being vague and none the less delightful for having had to struggle in the same breast with bursts of inspiring self-criticism. His friends at present judged him more cheerful, and attributed it to a theory, over which they shook their heads knowingly, that he would recover his health. His serenity was but the array of wild flowers niched in his ruin. Una secreta provisión de indiferencia... como sabroso pastel que la buena niñera le hubiese puesto en su primera cartera escolar... le proporcionó eficaz auxilio y le ayudó a soportar su sacrificio, ya que, en el mejor de los casos, sentíase demasiado enfermo para todo lo que no fuese aquella su ardua tarea. Como solía decirse a sí mismo, en realidad no había nada que él deseara hacer, de manera que por lo menos no renunció desertando del campo de batalla. De todos modos, había veces en que la fragancia del fruto prohibido parecía envolverle y flotar en torno suyo para recordarle que el mejor de todos los placeres es el de lanzarse a la acción. Vivir como él estaba viviendo era tanto como leer un buen libro en una mala traducción... solaz harto desmedrado para un joven convencido de que habría podido llegar a ser un excelente lingüista. Pasó algunos inviernos buenos y algunos malos, y, mientras aquéllos duraron, hubo momentos en que fue presa de la ilusión de que había recobrado la salud. Tal imagen quedó desvanecida tres años antes de que diera comienzo este relato. En aquella ocasión había permanecido en Inglaterra más de lo debido y le había sorprendido muy mal tiempo antes de llegar a Argel. Arribó allí más muerto que vivo y en ese lugar hubo de permanecer varias semanas entre la vida y la muerte. Su convalecencia resultó un verdadero milagro, pero lo que primero se le ocurrió pensar fue que semejantes milagros no ocurren más que una vez. Se dijo, pues, que su hora estaba ya a la vista y que era deber suyo no quitarle ojo de encima, pero que, por lo mismo, tenía que pasar el tiempo que le quedaba lo mejor posible y de acuerdo siempre con lo que su preocupación pudiera permitirle. Ante la simple perspectiva de llegar a perderlas en un futuro próximo, el uso de sus facultades le resultó el más delicado de los placeres, y le pareció que el deleite de la contemplación no había sido jamás ensalzado como se merecía. Estaba lejos el tiempo en que le parecía cosa sumamente ardua el verse obligado a abandonar la idea de lucirse; idea, no por vaga menos importante, y no menos deliciosa por verse forzada a luchar en el mismo pecho en el que ardía la llama de la autocrítica. Sus amigos le juzgaban ahora más alegre y atribuían tal hecho a una teoría que aprobaban con los movimientos de cabeza del que conoce: a saber, que iba a recobrar la salud. Pero lo cierto era que su serenidad no era más que el adorno proporcionado por unas flores silvestres en las ruinas de sí mismo.
It was very probably this sweet-tasting property of the observed thing in itself that was mainly concerned in Ralph′s quickly-stirred interest in the advent of a young lady who was evidently not insipid. If he was consideringly disposed, something told him, here was occupation enough for a succession of days. It may be added, in summary fashion, that the imagination of loving --as distinguished from that of being loved --had still a place in his reduced sketch. He had only forbidden himself the riot of expression. However, he shouldn′t inspire his cousin with a passion, nor would she be able, even should she try, to help him to one. "And now tell me about the young lady," he said to his mother. "What do you mean to do with her?" Con todo ello, era muy probable que la sabrosa cualidad de la cosa observada fuese lo que principalmente suscitara el interés de Ralph por la llegada de una joven que a todas luces no tenía nada de insípida. Si él se hallaba en disposición favorable, algo le decía que tenía ya ocupación agradable para una infinidad de días. A lo cual cabría añadir, en forma harto sumaria, que la idea de amar... a diferencia de la de ser amado... seguía ocupando un sitio preferente en el reducido boceto de su vida. Lo único que él se había prohibido deliberadamente era el desbordamiento de la expresión. De todos modos, ni él había de querer inspirar una pasión a su prima, ni ella habría podido, aun cuando lo hubiese deseado, ayudarle a sentirla. Así pues, Ralph dijo a su madre: -Bueno. Y ahora, dime algo de la jovencita. ¿Qué piensas hacer con ella?
Mrs. Touchett was prompt. "I mean to ask your father to invite her to stay three or four weeks at Gardencourt." La señora Touchett, que estaba ya lista para semejante pregunta, respondió: -Pienso pedirle a tu padre que la invite a pasar tres o cuatro semanas en Gardencourt.
"You needn′t stand on any such ceremony as that," said Ralph. "My father will ask her as a matter of course." -No tienes por qué esperar a que tenga lugar esa ceremonia -dijo Ralph-. Estoy seguro de que mi padre la invitará como la cosa más natural del mundo.
"I don′t know about that. She′s my niece; she′s not his." -No sé nada de ello. Por lo pronto, es sobrina mía, no suya.
"Good Lord, dear mother; what a sense of property! That′s all the more reason for his asking her. But after that --I mean after three months (for it′s absurd asking the poor girl to remain but for three or four paltry weeks) --what do you mean to do with her?" -¡Por Dios, mamá! ¡Qué terrible sentido de la propiedad! Es una razón de más peso todavía para tratar de invitarla. Pero después de eso... quiero decir, después de los tres meses, pues sería absurdo pedirle a la joven que se quedara solamente tres raquíticas semanas... después de eso, ¿qué piensas hacer con ella?
"I mean to take her to Paris. I mean to get her clothing." -Pienso llevármela a París... para vestirla.
"Ah yes, that′s of course. But independently of that?" -Ah, claro; eso, por lo pronto. Pero, aparte de eso, ¿qué?
"I shall invite her to spend the autumn with me in Florence." -La invitaré a que vaya a pasar conmigo el otoño a Florencia.
"You don′t rise above detail, dear mother," said Ralph. "I should like to know what you mean to do with her in a general way." -Ya veo que no te extiendes en detalles, mamá. Lo que quisiera saber es qué vas a hacer con ella, en general.
"My duty!" Mrs. Touchett declared. "I suppose you pity her very much," she added. -Lo que deba -declaró la señora Touchett. Y añadió-: Ya me figuro que le tienes lástima.
"No, I don′t think I pity her. She doesn′t strike me as inviting compassion. I think I envy her. Before being sure, however, give me a hint of where you see your duty." -Nada de eso -contestó el hijo-. No es de las que mueven a compasión. Más bien creo que la envidio. Sin embargo, antes de estar seguro, dime qué es lo que consideras tu deber para con ella.
"In showing her four European countries --I shall leave her the choice of two of them --and in giving her the opportunity of perfecting herself in French, which she already knows very well." -Le mostraré cuatro países de Europa... y la dejaré que escoja dos de ellos... procurándole la oportunidad de perfeccionarse en el francés, que ya conoce bien.
Ralph frowned a little. "That sounds rather dry --even allowing her the choice of two of the countries." Ralph frunció un tanto el entrecejo y dijo: -Parecen unos planes un tanto áridos y algo aburridos, aun a pesar de que le permitas escoger dos países de su gusto.
"If it′s dry," said his mother with a laugh, "you can leave Isabel alone to water it! She is as good as a summer rain, any day." La madre se echó a reír y dijo: -Pues, si parecen áridos no tienes más que dejar que Isabel se encargue de remediarlo. Ella se basta y se sobra porque es como la lluvia en pleno verano.
"Do you mean she′s a gifted being?" -¿Quieres decir que es un ser extraordinario?
"I don′t know whether she′s a gifted being, but she′s a clever girl --with a strong will and a high temper. She has no idea of being bored." -No sé si es o no un ser extraordinario; sé que es una muchacha muy inteligente, de una fuerte voluntad y de un gran temperamento. Y no sabe qué es el aburrimiento.
"I can imagine that," said Ralph; and then he added abruptly: "How do you two get on?" -Ya me lo imagino -dijo Ralph. Y añadió bruscamente-: ¿Cómo os lleváis las dos?
"Do you mean by that that I′m a bore? I don′t think she finds me one. Some girls might, I know; but Isabel′s too clever for that. I think I greatly amuse her. We get on because I understand her; I know the sort of girl she is. She′s very frank, and I′m very frank: we know just what to expect of each other." -¿Quieres decir con eso que soy una pesada? No creo que ella piense tal cosa. Ya sé que algunas muchachas lo creen, pero Isabel es demasiado inteligente para ello. Por el contrario, me parece que la entretengo mucho. Nos llevamos perfectamente porque creo comprenderla, porque sé qué clase de muchacha es. Isabel es una muchacha franca, yo también soy franca, y las dos sabemos perfectamente lo que cada una puede esperar de la otra.
"Ah, dear mother," Ralph exclaimed, "one always knows what to expect of YOU! You′ve never surprised me but once, and that′s to-day --in presenting me with a pretty cousin whose existence I had never suspected." -Mi querida mamá -exclamó Ralph-, uno sabe siempre lo que puede esperar de ti. A mí no me has sorprendido más que una voz, y ha sido precisamente hoy, haciéndome el regalo de una preciosa prima cuya existencia ignoraba por completo.
"Do you think her so very pretty?" -¿Tan guapa te parece?
"Very pretty indeed; but I don′t insist upon that. It′s her general air of being some one in particular that strikes me. Who is this rare creature, and what is she? Where did you find her, and how did you make her acquaintance?" -Muy guapa, sin duda, pero no hay por qué insistir en tal cualidad. Lo que más me llama la atención en ella es que parece tener verdadera personalidad. ¿Quién es y qué es esa criatura tan rara? ¿Dónde la encontraste y cómo tuviste la suerte de conocerla?
"I found her in an old house at Albany, sitting in a dreary room on a rainy day, reading a heavy book and boring herself to death. She didn′t know she was bored, but when I left her no doubt of it she seemed very grateful for the service. You may say I shouldn′t have enlightened her --I should have let her alone. There′s a good deal in that, but I acted conscientiously; I thought she was meant for something better. It occurred to me that it would be a kindness to take her about and introduce her to the world. She thinks she knows a great deal of it --like most American girls; but like most American girls she′s ridiculously mistaken. If you want to know, I thought she would do me credit. I like to be well thought of, and for a woman of my age there′s no greater convenience, in some ways, than an attractive niece. You know I had seen nothing of my sister′s children for years; I disapproved entirely of the father. But I always meant to do something for them when he should have gone to his reward. I ascertained where they were to be found and, without any preliminaries, went and introduced myself. There are two others of them, both of whom are married; but I saw only the elder, who has, by the way, a very uncivil husband. The wife, whose name is Lily, jumped at the idea of my taking an interest in Isabel; she said it was just what her sister needed --that some one should take an interest in her. She spoke of her as you might speak of some young person of genius --in want of encouragement and patronage. It may be that Isabel′s a genius; but in that case I′ve not yet learned her special line. Mrs. Ludlow was especially keen about my taking her to Europe; they all regard Europe over there as a land of emigration, of rescue, a refuge for their superfluous population. Isabel herself seemed very glad to come, and the thing was easily arranged. There was a little difficulty about the money-question, as she seemed averse to being under pecuniary obligations. But she has a small income and she supposes herself to be travelling at her own expense." -La encontré en una vieja casa de Albany, sentada en un cuarto triste en un día de lluvia, leyendo un librote enorme y aburriéndose mortalmente. Ella no se daba cuenta de que se aburría, pero, cuando la dejé, no me cupo la menor duda de que me quedaba muy agradecida por el favor que le había hecho... Ya me figuro que me dirás que no debía espabilarla... que debí dejarla en paz. Tal vez eso sea razonable, pero yo actué con plena conciencia de lo que hacía, porque se me antojó que ella estaba destinada a algo mucho mejor. Y entonces pensé que sería una buena obra por mi parte llevármela a viajar y hacerle conocer el mundo. Ella piensa que conoce mucho de él, pero le pasa lo que a la mayoría de las muchachas norteamericanas, que está ridículamente engañada. Si quieres saberlo, pensé que llegaría a sentirme orgullosa de ella. Yo deseo que piensen bien de mí, y para una mujer de mi edad no hay en cierto modo nada tan conveniente como una sobrina interesante y bonita. Ya sabes que durante muchos años no quise saber nada de los hijos de mi hermana, pues no estaba en absoluto de acuerdo con la conducta del padre. Pero siempre tuve el propósito de hacer algo por ellos el día en que él recibiese su merecido. Así pues, antes me enteré del lugar donde podría hallarlos y, sin más preámbulos, fui y me presenté yo sola. Hay dos hijas más, las dos casadas, pero no pude ver más que a la mayor, cuyo marido es por lo demás un hombre bastante mal educado. Su esposa, que se llama Lily, se entusiasmó con mi idea de encargarme de Isabel y dijo que eso era precisamente lo que su hermana precisaba..., que alguien se interesase por ella. Habló de Isabel como si se refiriera a una joven muy dotada, pero falta de ayuda y de aliento. Es posible que Isabel sea un genio, pero en tal caso no he llegado a saber todavía en qué sentido lo es. La señora Ludlow estaba verdaderamente entusiasmada con mi proyecto de traerla a Europa, pues allí todos consideran Europa una tierra donde emigrar, una especie de refugio para su exceso de población. Isabel pareció también entusiasmada con la idea de venir, de manera que la cosa no ofreció la menor dificultad y todo se pudo arreglar de la forma más fácil del mundo. Sólo había una pequeña dificultad, y era lo relativo al dinero, pues Isabel parecía no querer estar sometida a dependencia pecuniaria alguna, aunque posee una pequeña renta y se figura que viaja a sus propias expensas.
Ralph had listened attentively to this judicious report, by which his interest in the subject of it was not impaired. "Ah, if she′s a genius," he said, "we must find out her special line. Is it by chance for flirting?" Ralph había prestado atención a tan sensata información, que no hizo que disminuyera su interés. Luego dijo: -¡Ah!, pues, si es un genio, no hay duda de que averiguaremos en qué sentido lo es. ¿No lo será tal vez para el flirteo?
"I don′t think so. You may suspect that at first, but you′ll be wrong. You won′t, I think, in any way, be easily right about her." -No me lo parece. Al principio es posible sospechar tal cosa, pero sería un error. Te aseguro que así como así no podrás llegar a conocerla.
"Warburton′s wrong then!" Ralph rejoicingly exclaimed. "He flatters himself he has made that discovery." -Pues, entonces -exclamó Ralph con regocijo-, Warburton se equivoca lamentablemente, porque se vanagloria de haber hecho tal descubrimiento.
His mother shook her head. "Lord Warburton won′t understand her. He needn′t try." La madre, moviendo la cabeza, respondió: -Lord Warburton no podrá comprenderla, y no tiene por qué intentarlo.
"He′s very intelligent," said Ralph; "but it′s right he should be puzzled once in a while." -Es un hombre muy inteligente, pero no le vendrá mal tener de vez en cuando algo de qué atormentarse y preocuparse.
"Isabel will enjoy puzzling a lord," Mrs. Touchett remarked. -A Isabel le encantará poder intranquilizar a todo un lord -dijo la señora Touchett.
Her son frowned a little. "What does she know about lords?" Y el hijo, frunciendo el ceño, replicó: -Pero ¿qué sabe ella de lords ni cosas por el estilo?
"Nothing at all: that will puzzle him all the more." -Absolutamente nada. Eso es precisamente lo que más le perturbará a él.
Ralph greeted these words with a laugh and looked out of the window. Then, "Are you not going down to see my father?" he asked. Acogió Ralph tales palabras con una sonora carcajada y luego miró hacía el exterior por la ventana. -¿No bajas a ver a mi padre? -preguntó.
"At a quarter to eight," said Mrs. Touchett. -A las ocho menos cuarto -respondió la señora Touchett.
Her son looked at his watch. "You′ve another quarter of an hour then. Tell me some more about Isabel." After which, as Mrs. Touchett declined his invitation, declaring that he must find out for himself, "Well," he pursued, "she′ll certainly do you credit. But won′t she also give you trouble?" Ralph consultó su reloj e insinuó: -Aún te queda un cuarto de hora. Bueno, dime algo más sobre Isabel. -Pero como la señora Touchett se negó a complacerle, diciéndole que debía averiguarlo por sí mismo, él prosiguió-: No hay duda de que te da prestigio, pero ¿no temes que te dé también algún quebradero de cabeza?
"I hope not; but if she does I shall not shrink from it. I never do that." -Espero que no, pero, si lo hiciera, no creas que voy a tratar de zafarme. No lo he hecho nunca, ni lo haría ahora.
"She strikes me as very natural," said Ralph. -A mí me parece una muchacha muy natural en todo -replicó su hijo.
"Natural people are not the most trouble." -Pues la gente natural no es la que da más quebraderos de cabeza.
"No," said Ralph; "you yourself are a proof of that. You′re extremely natural, and I′m sure you have never troubled any one. It TAKES trouble to do that. But tell me this; it just occurs to me. Is Isabel capable of making herself disagreeable?" -Cierto -dijo Ralph-; tú eres una prueba de ello. Tú eres extraordinariamente natural y estoy seguro de que nunca le has ocasionado a nadie la menor molestia. Causar molestias da trabajo. Pero dime, se me acaba de ocurrir: ¿Isabel es capaz de hacerse antipática?
"Ah," cried his mother, "you ask too many questions! Find that out for yourself." -¡Ah! Eso es demasiado preguntar -contestó su madre-. Averígualo tú mismo.
His questions, however, were not exhausted. "All this time," he said, "you′ve not told me what you intend to do with her." Pero Ralph no había acabado con el repertorio de preguntas, así que dijo: -Desde que estamos conversando no se te ha ocurrido decirme qué piensas hacer con ella.
"Do with her? You talk as if she were a yard of calico. I shall do absolutely nothing with her, and she herself will do everything she chooses. She gave me notice of that." -¿Qué pienso hacer con ella? Hablas como si se tratase de una vara de percal. Yo no pienso hacer absolutamente nada, y ella hará lo que mejor le parezca. Así me lo ha hecho saber.
"What you meant then, in your telegram, was that her character′s independent." -Entonces, ¿qué querías decir en tu telegrama con aquello de que era de carácter independiente?
"I never know what I mean in my telegrams --especially those I send from America. Clearness is too expensive. Come down to your father." -Yo no sé nunca lo que quiero decir en mis telegramas... sobre todo en los que envío desde América. La claridad resulta demasiado cara. Bueno, vamos a ver a tu padre.
"It′s not yet a quarter to eight," said Ralph. -No son todavía las ocho menos cuarto -dijo Ralph.
"I must allow for his impatience," Mrs. Touchett answered. -Pero debo aliviar su impaciencia -contestó la señora Touchett.
Ralph knew what to think of his father′s impatience; but, making no rejoinder, he offered his mother his arm. This put it in his power, as they descended together, to stop her a moment on the middle landing of the staircase --the broad, low, wide-armed staircase of time-blackened oak which was one of the most striking features of Gardencourt. "You′ve no plan of marrying her?" he smiled. Ralph sabía perfectamente a qué atenerse con respecto a la impaciencia de su señor padre, pero no quiso replicar y se limitó a ofrecerle el brazo a su madre para bajar. Esto le permitió detenerse un momento con ella en el rellano de la escalera... de aquella suntuosa escalera ancha y corta, de macizas barandillas de roble ennegrecidas por el tiempo y que era una de las características mías sobresalientes de la mansión de Gardencourt. Allí, Ralph dijo sonriendo: -¿No se te ha ocurrido la idea de casarla?
"Marrying her? I should be sorry to play her such a trick! But apart from that, she′s perfectly able to marry herself. She has every facility." -¿Casarla? Por nada del mundo quisiera hacerle esa mala jugada. Por lo demás, ella puede perfectamente casarse, si ése es su gusto. Para ello tiene cuantas facilidades pueda apetecer.
"Do you mean to say she has a husband picked out?" -¿Quieres decir que ya tiene marido en perspectiva?
"I don′t know about a husband, but there′s a young man in Boston --!" -Por lo que a marido hace, no sé; pero parece que un joven de Boston...
Ralph went on; he had no desire to hear about the young man in Boston. "As my father says, they′re always engaged!" Sin embargo, Ralph no deseaba oír hablar del joven de Boston, de modo que comentó: -Bien dice mi padre que todas están siempre comprometidas.
His mother had told him that he must satisfy his curiosity at the source, and it soon became evident he should not want for occasion. He had a good deal of talk with his young kinswoman when the two had been left together in the drawing-room. Lord Warburton, who had ridden over from his own house, some ten miles distant, remounted and took his departure before dinner; and an hour after this meal was ended Mr. and Mrs. Touchett, who appeared to have quite emptied the measure of their forms, withdrew, under the valid pretext of fatigue, to their respective apartments. The young man spent an hour with his cousin; though she had been travelling half the day she appeared in no degree spent. She was really tired; she knew it, and knew she should pay for it on the morrow; but it was her habit at this period to carry exhaustion to the furthest point and confess to it only when dissimulation broke down. A fine hypocrisy was for the present possible; she was interested; she was, as she said to herself, floated. She asked Ralph to show her the pictures; there were a great many in the house, most of them of his own choosing. The best were arranged in an oaken gallery, of charming proportions, which had a sitting-room at either end of it and which in the evening was usually lighted. The light was insufficient to show the pictures to advantage, and the visit might have stood over to the morrow. This suggestion Ralph had ventured to make; but Isabel looked disappointed --smiling still, however --and said: "If you please I should like to see them just a little." She was eager, she knew she was eager and now seemed so; she couldn′t help it. "She doesn′t take suggestions," Ralph said to himself; but he said it without irritation; her pressure amused and even pleased him. The lamps were on brackets, at intervals, and if the light was imperfect it was genial. It fell upon the vague squares of rich colour and on the faded gilding of heavy frames; it made a sheen on the polished floor of the gallery. Ralph took a candlestick and moved about, pointing out the things he liked; Isabel, inclining to one picture after another, indulged in little exclamations and murmurs. She was evidently a judge; she had a natural taste; he was struck with that. She took a candlestick herself and held it slowly here and there; she lifted it high, and as she did so he found himself pausing in the middle of the place and bending his eyes much less upon the pictures than on her presence. He lost nothing, in truth, by these wandering glances, for she was better worth looking at than most works of art. She was undeniably spare, and ponderably light, and proveably tall; when people had wished to distinguish her from the other two Miss Archers they had always called her the willowy one. Her hair, which was dark even to blackness, had been an object of envy to many women; her light grey eyes, a little too firm perhaps in her graver moments, had an enchanting range of concession. They walked slowly up one side of the gallery and down the other, and then she said: "Well, now I know more than I did when I began!" Su madre le había insinuado que, para satisfacer su curiosidad, debía beber en la propia fuente, y pronto se hizo evidente que no le faltarían ocasiones de hacerlo. Así, cuando él y la joven se quedaron solos en el salón, tuvo con ella una larga e interesante charla. Antes de la comida, lord Warburton, que había hecho un viaje de unas diez millas a caballo desde su propia mansión, montó de nuevo en la silla y se marchó a trote largo; y, una hora después de terminada la comida, el señor y la señora Touchett, que parecían haber agotado todo tema de conversación, se retiraron, con el pretexto del cansancio, a sus respectivas habitaciones. En cambio, el joven se quedó todavía una hora más hablando con su prima, la que, a pesar de haber estado medio día viajando, no daba señales de agotamiento. Cierto que estaba cansada; bien lo sentía ella, como igualmente sentía que al día siguiente lo habría de pagar con creces, pero en esa época había adquirido la costumbre de soportar la fatiga hasta extremos insospechados y de no confesarlo hasta que ya no le era materialmente posible disimularlo. De momento era posible proceder con exquisita hipocresía, pues estaba profundamente interesada en la conversación y, como se decía a sí misma, se sentía como suspendida, flotando en el aire. Rogó a Ralph que le mostrase los cuadros, tan abundantes en la casa y muchos de los cuales habían sido seleccionados por él mismo. Los mejores de la colección estaban colgados en una galería de madera de roble, de nobles proporciones, que por lo general estaba alumbrada por la noche y en cuyos dos extremos había dos saloncitos de estar. La luz era demasiado escasa para hacer honor a los cuadros y la visita podría haberse aplazado hasta el día siguiente, y así se atrevió a sugerirlo Ralph; pero Isabel pareció contrariada y decepcionada y, con la mejor de sus sonrisas, dijo: -Si no tiene inconveniente, me gustaría echarles aunque sólo sea un vistazo. Estaba ansiosa por verlos, sabía que lo estaba y parecía estarlo, pero no le era posible evitarlo. Ralph dijo para sí: «Por lo visto no atiende a las insinuaciones que se le hacen». Lo pensó sin irritación, más bien complacido e interesado por la insistencia de la muchacha. De trecho en trecho, sobresalían de las paredes unas ménsulas que sostenían las lámparas, y si la iluminación era imperfecta, su resultado era pasmoso. La luz daba en las superficies indistintas de ricos colores y en los ya desvanecidos dorados de los gruesos marcos de talla, y hacía brillar el encerado piso de la galería. Ralph tomó un candelabro y empezó a mostrarle a Isabel las cosas que eran más de su gusto. Ella fue mirando con la mayor atención las pinturas una tras otra, subrayando su opinión con pequeñas exclamaciones y murmullos. Se hacía evidente que era juez competente en la materia y que tenía un gusto verdaderamente refinado, cosa que a Ralph le impresionó. Tomó ella otro candelabro y lo acercó a este y a otro cuadro detenidamente, levantándolo hacia la parte alta de tal o cual pintura... y, mientras lo hacía, él se dio cuenta de que estaba plantado en medio de la sala, mirando también con profunda atención, pero no a los cuadros sino a ella. A decir verdad, no perdió nada con semejante contemplación, pues ella era mucho más digna de admiración que la mayor parte de aquellas obras de arte. Era indiscutiblemente delgada, probablemente liviana y evidentemente alta. Cuando quienes las conocían intentaban distinguir a Isabel de sus otras dos hermanas, la llamaban la esbelta. En las demás mujeres había llegado a suscitar enconada envidia su cabellera, tan oscura que era casi negra; y sus claros ojos grises, quizá demasiado firmes en los momentos más graves, tenían una suave mirada condescendiente. Primo y prima fueron paseando de un extremo a otro de la galería hasta que, al cabo de un rato, ella dijo: -Bueno, ya sé más de lo que sabía cuando empezamos.
"You apparently have a great passion for knowledge," her cousin returned. -Por lo visto, el saber te apasiona -dijo su primo.
"I think I have; most girls are horridly ignorant." -Así lo creo. La mayoría de las muchachas son terriblemente ignorantes.
"You strike me as different from most girls." -Pero tú eres distinta de la mayoría.
"Ah, some of them WOULD --but the way they′re talked to!" murmured Isabel, who preferred not to dilate just yet on herself. Then in a moment, to change the subject, "Please tell me --isn′t there a ghost?" she went on. -Y muchas de ellas también lo serían... aunque tal como se les suele hablar... -murmuró Isabel, que prefería no concentrarse en misma. Y, para cambiar de conversación, añadió-: Dime, ¿no hay aquí fantasmas?
"A ghost?" -¿Fantasmas?
"A castle-spectre, a thing that appears. We call them ghosts in America." -Sí, algo así como un espectro del castillo, algo que se aparece. En América les llamamos duendes.
"So we do here, when we see them." -Y aquí también, cuando los vemos.
"You do see them then? You ought to, in this romantic old house." -Entonces, ¿los veis? No hay duda de que habéis de verlos en esta vieja casa tan romántica.
"It′s not a romantic old house," said Ralph. "You′ll be disappointed if you count on that. It′s a dismally prosaic one; there′s no romance here but what you may have brought with you." -No tiene nada de romántica -dijo Ralph-. Si así lo crees, te vas a llevar un gran desengaño. Es una casa tristemente prosaica. Aquí no hay más romanticismo que el que puedas haber traído contigo.
"I′ve brought a great deal; but it seems to me I′ve brought it to the right place." -Indudablemente he traído mucho, pero creo que lo he traído al sitio más conveniente.
"To keep it out of harm, certainly; nothing will ever happen to it here, between my father and me." -Más conveniente para que no corra ningún peligro, no hay duda. Nada malo podrá aquí ocurrirle por parte de mi padre o por la mía.
Isabel looked at him a moment. "Is there never any one here but your father and you?" Después de mirarle un momento, Isabel le preguntó: -¿Siempre estáis solos aquí tu padre y tú?
"My mother, of course." -Naturalmente, está también mi madre.
"Oh, I know your mother; she′s not romantic. Haven′t you other people?" -¡Ah! Tu madre, la conozco perfectamente. No es nada romántica. ¿No hay nadie más?
"Very few." -Unas pocas personas.
"I′m sorry for that; I like so much to see people." -Pues lo siento, porque me gusta mucho ver gente.
"Oh, we′ll invite all the county to amuse you," said Ralph. -Entonces invitaremos a toda la del condado para que te entretengan -dijo Ralph.
"Now you′re making fun of me," the girl answered rather gravely. "Who was the gentleman on the lawn when I arrived?" -Te estás burlando de mí -contestó ella con aire algo grave-. ¿Quién es el caballero que estaba con vosotros cuando yo llegué?
"A county neighbour; he doesn′t come very often." -Un vecino del condado. No viene mucho por aquí.
"I′m sorry for that; I liked him," said Isabel. -Lo siento, porque me resultó simpático -dijo Isabel.
"Why, it seemed to me that you barely spoke to him," Ralph objected. -¡Vaya! Si me pareció que apenas le dirigiste la palabra -observó Ralph.
"Never mind, I like him all the same. I like your father too, immensely." -Eso no importa, me gustó de todos modos. También me gusta mucho tu padre.
"You can′t do better than that. He′s the dearest of the dear." -Es lo mejor que podría ocurrirte, porque es el hombre más amable del mundo.
"I′m so sorry he is ill," said Isabel. -Me apena mucho que esté enfermo -dijo Isabel.
"You must help me to nurse him; you ought to be a good nurse." -Podrás ayudarme a cuidarle; debes de ser buena enfermera.
"I don′t think I am; I′ve been told I′m not; I′m said to have too many theories. But you haven′t told me about the ghost," she added. -No lo creo; me han dicho que no lo soy. Dicen que tengo demasiadas teorías. Pero, ahora que caigo, todavía no me has dicho nada del fantasma.
Ralph, however, gave no heed to this observation. "You like my father and you like Lord Warburton. I infer also that you like my mother." Ralph no hizo caso de tal insinuación y comentó: -Si te gustan mi padre y lord Warburton, tengo por seguro que también te gusta mi madre.
"I like your mother very much, because --because --" And Isabel found herself attempting to assign a reason for her affection for Mrs. Touchett. -Así es; tu madre me gusta mucho porque... porque... -Isabel trató de definir con claridad la razón del afecto que sentía por la señora Touchett.
"Ah, we never know why!" said her companion, laughing. -¡Bah! Nunca sabemos por qué nos gusta alguien -dijo él riendo.
"I always know why," the girl answered. "It′s because she doesn′t expect one to like her. She doesn′t care whether one does or not." Pero ella contestó: -Yo siempre sé por qué. Es porque ella no espera gustar a los demás. No le importa gustar o no gustar.
"So you adore her --out of perversity? Well, I take greatly after my mother," said Ralph. -Entonces, ¿tú la adoras, por pura travesura? Si es así, me alegro, porque yo me parezco mucho a ella.
"I don′t believe you do at all. You wish people to like you, and you try to make them do it." -No lo creo, en absoluto. A ti te gusta agradar a los demás y haces lo necesario para lograrlo.
"Good heavens, how you see through one!" he cried with a dismay that was not altogether jocular. -¡Santo Dios! Qué bien calas a las personas -exclamó Ralph con una consternación que no. era fingida.
"But I like you all the same," his cousin went on. "The way to clinch the matter will be to show me the ghost." -Pero me resultas igualmente simpático. La mejor manera de confirmarme en ello será mostrarme el fantasma.
Ralph shook his head sadly. "I might show it to you, but you′d never see it. The privilege isn′t given to every one; it′s not enviable. It has never been seen by a young, happy, innocent person like you. You must have suffered first, have suffered greatly, have gained some miserable knowledge. In that way your eyes are opened to it. I saw it long ago," said Ralph. Ralph movió la cabeza con escepticismo. -Aunque te lo mostrase, no podrías verlo. No todos tienen ese privilegio, cosa por lo demás nada envidiable. Jamás lo vio una persona joven, inocente y feliz como tú. Uno tiene que haber sufrido antes, haber sufrido profundamente, y de tal suerte haber adquirido un triste conocimiento. Así es como los ojos de uno pueden abrirse a la visión del fantasma. Yo lo vi hace mucho tiempo.
"I told you just now I′m very fond of knowledge," Isabel answered. -Ya te he dicho que me muero por adquirir conocimientos -dijo Isabel.
"Yes, of happy knowledge --of pleasant knowledge. But you haven′t suffered, and you′re not made to suffer. I hope you′ll never see the ghost!" -Sí, me doy cuenta, por conocer cosas agradables. Pero tú no has sufrido y tampoco estás hecha para el sufrimiento. Así, confío en que nunca llegarás a ver al duende.
She had listened to him attentively, with a smile on her lips, but with a certain gravity in her eyes. Charming as he found her, she had struck him as rather presumptuous --indeed it was a part of her charm; and he wondered what she would say. "I′m not afraid, you know," she said: which seemed quite presumptuous enough. Había estado ella escuchándolo atentamente con una dulce sonrisa en sus labios, pero con mirada grave y reflexiva. Aunque a él le había parecido encantadora, también le dio la impresión de ser algo presuntuosa, en lo cual residía precisamente parte de su encanto. Esperó la contestación de la muchacha. -Ya sabes que no tengo miedo -dijo ella. Y a Ralph esa frase se le antojó harto presuntuosa.
"You′re not afraid of suffering?" -¿De sufrir? ¿No tienes miedo de sufrir?
"Yes, I′m afraid of suffering. But I′m not afraid of ghosts. And I think people suffer too easily," she added. -De sufrir, sí; pero no de los fantasmas. Opino que la gente sufre con demasiada facilidad.
"I don′t believe YOU do," said Ralph, looking at her with his hands in his pockets. -No creo que pienses eso -dijo Ralph mirándola fijamente, con las manos en los bolsillos.
"I don′t think that′s a fault," she answered. "It′s not absolutely necessary to suffer; we were not made for that." -No creo que eso sea un defecto -respondió ella-. No es absolutamente necesario sufrir. No estamos hechos para eso.
"You were not, certainly." -Tú seguramente no.
"I′m not speaking of myself." And she wandered off a little. -No hablo de mí misma -dijo ella y se alejó unos pasos.
"No, it isn′t a fault," said her cousin. "It′s a merit to be strong." -De acuerdo, no es un defecto -replicó el primo-. Ser fuerte es un gran mérito.
"Only, if you don′t suffer they call you hard," Isabel remarked. -Pero si una no sufre, la gente la califica de dura.
They passed out of the smaller drawing-room, into which they had returned from the gallery, and paused in the hall, at the foot of the staircase. Here Ralph presented his companion with her bedroom candle, which he had taken from a niche. "Never mind what they call you. When you do suffer they call you an idiot. The great point′s to be as happy as possible." A través del saloncito, por donde habían pasado al dejar la galería, llegaron al vestíbulo y se detuvieron allí al pie de la escalera. Ralph, tomando un candelabro de un nicho, se lo ofreció a su prima, diciéndole al mismo tiempo: -No te impone lo que puedan decir de ti, porque cuando uno sufre, le llaman idiota. Lo que importa es ser lo más dichoso posible.
She looked at him a little; she had taken her candle and placed her foot on the oaken stair. "Well," she said, "that′s what I came to Europe for, to be as happy as possible. Good-night." Le miró ella un momento, al punto que ponía el pie en el primer peldaño de roble, y dijo: -A eso es precisamente a lo que he venido a Europa, a ser lo más dichosa posible. Buenas noches.
"Good-night! I wish you all success, and shall be very glad to contribute to it!" -Buenas noches. Te deseo un gran éxito en tu empeño y será para mí una gran satisfacción contribuir a ello cuanto pueda.
She turned away, and he watched her as she slowly ascended. Then, with his hands always in his pockets, he went back to the empty drawing-room. Le volvió ella la espalda y él la contempló mientras subía poco a poco los bruñidos escalones. Y, metiéndose de nuevo las manos en los bolsillos, regresó al vacío y semioscuro saloncito próximo a la galería.  






CHAPTER 6

6

Isabel Archer was a young person of many theories; her imagination was remarkably active. It had been her fortune to possess a finer mind than most of the persons among whom her lot was cast; to have a larger perception of surrounding facts and to care for knowledge that was tinged with the unfamiliar. It is true that among her contemporaries she passed for a young woman of extraordinary profundity; for these excellent people never withheld their admiration from a reach of intellect of which they themselves were not conscious, and spoke of Isabel as a prodigy of learning, a creature reported to have read the classic authors --in translations. Her paternal aunt, Mrs. Varian, once spread the rumour that Isabel was writing a book --Mrs. Varian having a reverence for books, and averred that the girl would distinguish herself in print. Mrs. Varian thought highly of literature, for which she entertaine d that esteem that is connected with a sense of privation. Her own large house, remarkable for its assortment of mosaic tables and decorated ceilings, was unfurnished with a library, and in the way of printed volumes contained nothing but half a dozen novels in paper on a shelf in the apartment of one of the Miss Varians. Practically, Mrs. Varian′s acquaintance with literature was confined to _The New York Interviewer_; as she very justly said, after you had read the _Interviewer_ you had lost all faith in culture. Her tendency, with this, was rather to keep the _Interviewer_ out of the way of her daughters; she was determined to bring them up properly, and they read nothing at all. Her impression with regard to Isabel′s labours was quite illusory; the girl had never attempted to write a book and had no desire for the laurels of authorship. She had no talent for expression and too little of the consciousness of genius; she only had a general idea that people were rig ht when they treated her as if she were rather superior. Whether or no she were superior, people were right in admiring her if they thought her so; for it seemed to her often that her mind moved more quickly than theirs, and this encouraged an impatience that might easily be confounded with superiority. It may be affirmed without delay that Isabel was probably very liable to the sin of self-esteem; she often surveyed with complacency the field of her own nature; she was in the habit of taking for granted, on scanty evidence, that she was right; she treated herself to occasions of homage. Meanwhile her errors and delusions were frequently such as a biographer interested in preserving the dignity of his subject must shrink Isabel Archer era una muchacha de imaginación sumamente viva, que profesaba múltiples teorías. Por suerte, poseía una inteligencia muy superior a la de la mayoría de la gente entre la que le cupo nacer, percibía con mayor amplitud la naturaleza de los hechos y realidades que la circundaban y, sobre todo, sentía una mayor preocupación por adquirir conocimientos de las cosas poco corrientes. De tal modo, que sus contemporáneos la consideraban una joven de gran profundidad, pues esas nobles gentes nunca escatimaban su admiración por la riqueza intelectual que ellos nunca cultivaban, y hablaban de Isabel como si fuera un prodigio de cultura, que además había leído a los clásicos... traducidos. Su tía paterna, la señora Varian, hizo correr un día la voz de que su sobrina estaba escribiendo un libro... pues ella, que sentía una gran veneración por los libros, estaba convencida de que la muchacha llegaría a distinguirse notablemente como escritora. La señora Varian tenía un alto concepto de la literatura, a la que apreciaba con la estimación que acompaña a un sentimiento de privación. Su gran casa, notable por su conjunto de mesas de mosaico y techos decorados, carecía de biblioteca, y en calidad de volúmenes impresos no contenía nada más que media docena de novelas en rústica en la habitación de una de las señoritas Varian. En realidad, la relación de la señora Varian con la literatura se reducía a su lectura del The New York Interviewer, pues, como ella decía, y no sin razón, una vez que se ha leído el Interviewer se ha perdido la fe en la cultura. De tal suerte, procuraba guardar tal publicación fuera del alcance de sus hijas, pues estaba decidida a educarlas convenientemente y, así, no leían absolutamente nada. Su impresión acerca de los trabajos de Isabel no pasaba de ser pura fantasía, ya que la mucha cha no había intentado jamás escribir un libro y no aspiraba en absoluto a ceñirse los laureles de gloria del autor. Ella carecía sin duda de capacidad para expresarse, y no creía ser un genio, pero pensaba que estaban en lo cierto quienes la trataban como si fuera realmente superior a ellos. Lo fuera o no, quienes la admiraban por creerla superior estaban en su perfecto derecho. Por su parte, a ella se le antojaba que su inteligencia era más rápida que la de los demás, y eso le producía una impaciencia que podía confundirse con un sentimiento de superioridad. Así pues, puede afirmarse que Isabel pecaba, seguramente, de excesiva estimación por sí misma; se complacía con frecuencia en contemplar su propia manera de ser y solía dar por sentado, a pesar  
It was one of her theories that Isabel Archer was very fortunate in being independent, and that she ought to make some very enlightened use of that state. She never called it the state of solitude, much less of singleness; she thought such descriptions weak, and, besides, her sister Lily constantly urged her to come and abide. She had a friend whose acquaintance she had made shortly before her father′s death, who offered so high a n example of useful activity that Isabel always thought of her as a model. Henrietta Stackpole had the advantage of an admired ability; she was thoroughly launched in journalism, and her letters to the _Interviewer_, from Washington, Newport, the White Mountains and other places, were universally quoted. Isabel pronounced them with confidence "ephemeral," but she esteemed the courage, energy and good-humour of the writer, who, without parents and without property, had adopted three of the children of an infirm and widowed sister and was paying their school-bills out of the proceeds of her literary labour. Henrietta was in the van of progress and had clear-cut views on most subjects; her cherished desire had long been to come to Europe and write a series of letters to the _Interviewer_ from the radical point of view --an enterprise the less difficult as she knew perfectly in advance what her opinions would be and to how many objections most European institutions lay o pen. When she heard that Isabel was coming she wished to start at once; thinking, naturally, that it would be delightful the two should travel together. She had been obliged, however, to postpone this enterprise. She thought Isabel a glorious creature, and had spoken of her covertly in some of her letters, though she never mentioned the fact to her friend, who would not have taken pleasure in it and was not a regular student of the _Interviewer_. Henrietta, for Isabel, was chiefly a proof that a woman might suffice to herself and be happy. Her resources were of the obvious kind; but even if one had not the journalistic talent and a genius for guessing, as Henrietta said, what the public was going to want, one was not therefore to conclude that one had no vocation, no beneficent aptitude of any sort, and resign one′s self to being frivolous and hollow. Isabel was stoutly determined not to be hollow. If one should wait with the right patience one would find some happy work to one′s hand. Of course, among her theories, this young lady was not without a collection of views on the subject of marriage. The first on the list was a conviction of the vulgarity of thinking too much of Una de las teorías predilectas de Isabel Archer era la de que tenía suerte al ser independiente, y que debía hacer un uso inteligente de ese estado, al cual no llamó jamás estado de soledad ni mucho menos de aislamiento ya que tales descripciones se le antojaban poco convincentes y podían ser remediadas con sólo hacerle caso a su hermana Lily, quien le suplicaba de continuo que fuese a verla y a vivir con ella. Tenía Isabel una amiga a la que había conocido poco antes de la muerte de su propio padre y a la que consideraba siempre un verdadero modelo por el ejemplo de actividad útil que con su vida ofrecía. Henrietta Stackpole, que así se llamaba la amiga, gozaba de la ventaja de poseer una habilidad definida. Se había lanzado de lleno al periodismo, y sus crónicas al Interviewer desde Washington, desde Newport, desde la s White Mountains y otros lugares le dieron un prestigio universal. Calificaba Isabel tales crónicas de «efimeras», lo cual no obstaba para que experimentase la más alta estimación por el valor, la energía y el buen humor de aquella escritora que, sin influencias, medios de fortuna ni parientes, había adoptado a tres hijos de su hermana enferma y viuda, y con el producto de sus trabajos literarios les pagaba la educación en los colegios a que asistían. Henrietta se hallaba de lleno en la vía del progreso y tenía opiniones tajantes acerca de la mayor parte de los asuntos. Desde hacía tiempo albergaba el gran anhelo de poder embarcarse para Europa y enviar una serie de crónicas al Interviewer desde un punto de vista avanzado... empeño tanto más fácil para ella cuanto que conocía perfectamente de antemano cuáles serían sus o piniones y las innumerables críticas que suscitaban la mayor parte de las instituciones europeas. De modo que, al enterarse de que Isabel partía para Europa, ella quiso zarpar también para el Viejo Mundo, pensando que sería una verdadera delicia el poder hacer juntas el viaje; pero hubo de postergar la realización de su proyecto. La escritora consideraba a Isabel un ser extraordinario y había hablado encubiertamente de ella en algunas de sus crónicas, aunque había tenido siempre buen cuidado de no decírselo a su amiga, a quien no le habría agradado y que no era lectora asidua del Interviewer. Para Isabel, Henrietta era la prueba fehaciente de que una mujer podía bastarse a sí misma y ser completamente feliz. Sus recursos eran corrientes, pero, como la misma Henrietta solía decir, aunque una no tuviera talento periodístico ni el genio de adivinar lo que el público iba a desear, no por eso debía conformarse, creer que carecía de vocación y  
England was a revelation to her, and she found herself as diverted as a child at a pantomime. In her infantine excursions to Europe she had seen only the Continent, and seen it from the nursery window; Paris, not London, was her father′s Mecca, and into many of his interests there his children had naturally not entered. The images of that time moreover had grown faint and remote, and the old-world quality in everything that she now saw had all the charm of strangeness. Her uncle′s house seemed a picture made real; no refinement of the agreeable was lost upon Isabel; the rich perfection of Gardencourt at once revealed a world and gratified a need. The large, low rooms, with brown ceilin gs and dusky corners, the deep embrasures and curious casements, the quiet light on dark, polished panels, the deep greenness outside, that seemed always peeping in, the sense of well-ordered privacy in the centre of a "property" --a place where sounds were felicitously accidental, where the tread was muffled by the earth itself and in the thick mild air all friction dropped out of contact and all shrillness out of talk --these things were much to the taste of our young lady, whose taste played a considerable part in her emotions. She formed a fast friendship with her uncle, and often sat by his chair when he had had it moved out to the lawn. He passed hours in the open air, sitting with folded hands like a placid, homely household god, a god of service, who had done his work and received his wages and was trying to grow used to weeks and months made up only of off-days. Isabel amused him more than she suspected --the effect she produced upon people was often differe nt from what she supposed --and he frequently gave himself the pleasure of making her chatter. It was by this term that he qualified her conversation, which had much of the "point" observable in that of the young ladies of her country, to whom the ear of the world is more directly presented than to their sisters in other lands. Like the mass of American girls Isabel had been encouraged to express herself; her remarks had been attended to; she had been expected to have emotions and opinions. Many of her opinions had doubtless but a slender value, many of her emotions passed away in the utterance; but they had left a trace in giving her the habit of seeming at least to feel and think, and in imparting moreover to her words when she was really moved that prompt vividness which so many people had regarded as a sign of superiority. Mr. Touchett used to think that she reminded him of his wife when his wife was in her teens. It was because she was fresh Inglaterra fue una verdadera revelación para ella, y, al verse allí, se dio cuenta de que esta ba tan entretenida como un chico ante una pantomima. En sus infantiles excursiones a Europa no había visto sino el continente, y ello sólo a través de las ventanas de su cuarto de niña. En tales viajes, la Meca de su padre había sido siempre París y no Londres y, como es natural, las niñas no habían tenido acceso a lo que a él le interesaba en la capital francesa. Además, las imágenes que le quedaban de semejante época se habían hecho débiles y remotas, y así esa extraña cualidad de Viejo Mundo que impregnaba todo cuanto veía tenía para ella el encanto de algo desconocido y misterioso. La casa de su tío le parecía una pintura hecha realidad. No se le escapaba refinamiento alguno de cuanto era agradable; de modo que aquella rica perfección de la mansión de Gardencourt no sólo le revelaba tod o un mundo ignorado sino que venía a satisfacerle una verdadera necesidad. Las amplias habitaciones de techos oscuros y rincones sombríos, los gruesos alféizares y curiosos marcos de las  ventanas, la suave penumbra, los zócalos brillantes, la verde vegetación del jardín, que parecía asomarse al interior, el orden riguroso de lo puramente privado en medio de la «propiedad» -lugar en que todo sonido venía a ser como un feliz accidente, donde hasta la pisada más leve parecía amortiguada por la tierra misma, y cuyo aire suave eliminaba toda fricción y estridencia en la conversación-, todo ello era muy del gusto de la joven, y nada ejercía tanta influencia sobre sus emociones como su gusto. Así, nada de extraño tiene que se hiciera gran amiga de su tío y fuera a sentarse en compañía de él cuando le llevaban s u sillón al césped. Allí se pasaba él las horas muertas al aire libre, sentado y con las manos cruzadas como un amable y buen dios doméstico, un dios servicial que hubiese realizado su tarea, recibido su remuneración y quisiera tan sólo ir consumiendo semanas y meses hechos de días festivos. Isabel le entretenía mucho más de lo que ella se figuraba... pues el efecto que solía producir en la gente era casi siempre muy distinto del que suponía... y a menudo se daba él el gustoso placer de hacerla charlar. Con ese vocablo solía él calificar la conversación de su sobrina, conversación que tenía la misma cualidad incisiva de la de las jóvenes norteamericanas, a las que suele hacérseles más caso que a sus hermanas de los otros países. Con Isabel se había hecho lo mismo que con la mayoría de las muchachas en Norteamérica, alentarla a expresar su pensamiento; se habían tomado en consideración sus observaciones, se había esperado  
"The books?" he once said; "well, I don′t know much about the books. You must ask Ralph about that. I′ve always ascertained for myself --got my information in the natural form. I never asked many questions even; I just kept quiet and took notice. Of course I′ve had very good opportunities --better than what a young lady would naturally have. I′m of an inquisitive disposition, though you mightn′t think it if you were to watch me: however much you might watch me I should be watching you more. I′ve been watc hing these people for upwards of thirty-five years, and I don′t hesitate to say that I′ve acquired considerable information. It′s a very fine country on the whole --finer perhaps than what we give it credit for on the other side. There are several improvements I should like to see introduced; but the necessity of them doesn′t seem to be generally felt as yet. When the necessity of a thing is generally felt they usually manage to accomplish it; but they seem to feel pretty comfortable about waiting till then. I certainly feel more at home among them than I expected to when I first came over; I suppose it′s because I′ve had a considerable degree of success. When you′re successful you naturally feel more at home." -¿Los libros? -dijo en cierta ocasión-. La verdad, yo sé poco de libros, para eso tienes que preguntarle a Ralph. Yo me he guiado siempre por mí mismo.., me he procurado mis datos en la forma natural. No hago nunca de masiadas preguntas; callo y escucho. Desde luego, he tenido buenas oportunidades... mejores que las que pueda tener una joven, naturalmente. Aunque no te darías cuenta de ello por mucho que llegaras a observarme, tengo un temperamento sumamente curioso e inquisitivo. Y, por mucho que me observes, mucho más te observaré yo a ti. Durante más de treinta años he estado observando a la gente y no tengo reparo en asegurar que he adquirido acerca de ella un conocimiento insuperable. En conjunto, éste es un país verdaderamente admirable, acaso mucho más de lo que solemos considerarlo en el otro lado. Claro que es susceptible de muchas mejoras que me agradaría ver adoptadas, pero aquí no parece considerarlas necesarias. Sin embargo, cuando hay alguna necesidad que todos sienten, se las arreglan para satisfacerla, pero lo cierto es que hasta que lo logran, parece que la espera les resulta cómod a. Por mi parte, he de confesar que me siento mucho más a gusto entre ellos de lo que al principio me figuré. Tal vez se deba esto a que he tenido bastante éxito en mis negocios, pues, cuando se tiene éxito uno se siente más a gusto y como en su propio país.  
"Do you suppose that if I′m successful I shall feel at home?" Isabel asked. -¿Cree usted que, si yo tuviera también éxito, me sentiría como en mi país? -preguntó Isabel.  
"I should think it very probable, and you certainly will be successful. They like American young ladies ver y much over here; they show them a great deal of kindness. But you mustn′t feel too much at home, you know." -Lo creo muy probable, y, por lo demás, estoy seguro de que tendrás éxito. Aquí gustan mucho las jóvenes americanas, se muestran muy amables con ellas. Pero no te sientas demasiado como en casa, no lo olvides.  
"Oh, I′m by no means sure it will SATISFY me," Isabel judicially emphasized. "I like the place very much, but I′m not sure I shall like the people." -¡Oh! No estoy muy segura de que ello pueda satisfacerme -recalcó Isabel con sensatez-. Me gusta mucho el país, pero no estoy segura de que la gente me llegue a gustar.  
"The people are very good people; especially if you like them." -Aquí la gente es buena, sobre todo si le gustas.  
"I′ve no doubt they′re good," Isabel rejoined; "but are they pleasant in society? They won′t rob me nor beat me; but will they make themselves agreeable to me? That′s what I like people to do. I don′t hesitate to say so, because I always appreciate it. I don′t believe they′re very nice to girls; they′re not nice to them in the novels." -No dudo de que lo sea -replicó Isabel-, pero, ¿saben ser agradables en sociedad? Ya sé de sobra que no me van a robar ni a pegar, pero ¿se mostrarán agradables? Esto es lo que me gusta que la gente haga, y no dudo en decirlo porque sé apreciarlo siempre. No creo que sean aquí muy amables con las muchachas, por lo menos en las novelas no lo son.  
"I don′t know about the novels," said Mr. Touchett. "I believe the novels have a great deal of ability, but I don′t suppose they′re very accurate. We once had a lady who wrote novels staying here; she was a friend o f Ralph′s and he asked her down. She was very positive, quite up to everything; but she was not the sort of person you could depend on for evidence. Too free a fancy --I suppose that was it. She afterwards published a work of fiction in which she was understood to have given a representation --something in the nature of a caricature, as you might say --of my unworthy self. I didn′t read it, but Ralph just handed me the book with the principal passages marked. It was understood to be a description of my conversation; American peculiarities, nasal twang, Yankee notions, stars and stripes. Well, it was not at all accurate; she couldn′t have listened very attentively. I had no objection to her giving a report of my conversation, if she liked; but I didn′t like the idea that she hadn′t taken the trouble to listen to it. Of course I talk like an American --I can′t talk like a Hottentot. However I talk, I′ve made them understand me pretty well over here. But I don′t talk lik e the old gentleman in that lady′s novel. He wasn′t an American; we wouldn′t have him over there at any price. I just mention that fact to show you that they′re not always accurate. Of course, as I′ve no daughters, and as Mrs. Touchett resides in Florence, I haven′t had much chance to notice about the young ladies. It sometimes appears as if the young women in the lower class were not very well treated; but I guess their position is better in the upper and even to some extent in the middle." -No entiendo absolutamente nada de novelas -dijo el señor Touchett-. Creo que están escritas con gran habilidad, pero me figuro que no son del todo exactas. Una vez estuvo pasando una temporada con nosotros una señora que escribía novelas. Era amiga de Ralph y él la invitó a venir. Era una mujer muy positiva en todo y para todo, pero no podía uno fiarse de ella en lo tocante a ref lejar la realidad. Me imagino que tenía demasiada imaginación. Poco después publicó una obra en la que pretendía haber hecho el retrato -más bien caricatura, podría decirse- de mi pobre persona. Yo no lo leí, pero Ralph me entregó el libro con los pasajes más importantes subrayados por él. éstos constituían un intento de reflejar mi conversación, y todo eran cosas americanas, acento nasal, ideas yanquis, estrellas y barras. Te aseguro que no era nada exacto; por lo visto no se había molestado en escucharme bien. Yo no tenía nada que oponer a que ella describiese mi conversación, si ése era su gusto, pero no podía agradarme que no se hubiese molestado siquiera en escucharla. Que hablo como un americano, es indudable; naturalmente, no puedo hablar como un hotentote. De todas maneras, cuando hablo, me hago entender perfecta mente por todo el mundo. Pero yo no hablo como el caballero anciano de la novela de esa escritora, el cual ni pasa por americano ni lo querríamos allá a ningún precio. Traigo este hecho a colación para que veas lo poco fidedignos que son esos libros. Por lo demás, como yo no tengo hijas y mi mujer vive en Florencia, no he tenido muchas ocasiones de fijarme en las muchachas. Parece ser que a veces a las chicas de la clase baja no se las trataba muy bien, pero creo que en la clase alta ya se las trata mejor, y lo mismo, en cierto modo, en la clase media.  
"Gracious," Isabel exclaimed; "how many classes have they? About fifty, I suppose." -¡Qué gracioso! -exclamó Isabel-. ¿Cuántas clases hay aquí? Me figuro que lo menos cincuenta.  
"Well, I don′t know that I ever counted them. I never took much notice of the classes. That′s the advantage of being an American here; you don′t belong to any class." -Bueno, creo que no las he contado, porque nunca me preocupé gran cosa de las clases sociales. ésta es una de las ventajas de ser americano aquí: que no se perte nece a ninguna clase.  
"I hope so," said Isabel. "Imagine one′s belonging to an English class!" -Por suerte -replicó Isabel-. Imagínese que una tuviera que pertenecer a una de las clases de la sociedad inglesa.  
"Well, I guess some of them are pretty c omfortable --especially towards the top. But for me there are only two classes: the people I trust and the people I don′t. Of those two, my dear Isabel, you belong to the first." -No hay que exagerar. Te aseguro que en algunas de ellas no se está del todo mal, especialmente en las más altas. Pero, a mí manera de ver, sólo hay dos clases: la de la gente de quien me fío y la contraria. Y tú, mi querida Isabel, perteneces a la primera de las dos.  
"I′m much obliged to you," said the girl quickly. Her way of taking compliments seemed sometimes rather dry; she got rid of them as rapidly as possible. But as regards this she was sometimes misjudged; she was thought insensible to them, whereas in fact she was simply unwilling to show how infinitely they pleased her. To show that was to show too much. "I′m sure the English are very conventional," she added. -Muchas gracias -respondió con vivacidad la muchacha. A veces adoptaba un continente severo para agradecer los cumplidos y trataba de zafarse de ellos lo más pronto posible. Sin embargo, a este respecto solía juzgársela mal, pues se la consideraba insensible a ellos cuando, en realidad, lo que hacía era ocultar lo muchísimo que le agradaban. El mostrarlo habría sido mostr ar demasiado. Así, se limitó a añadir-: Estoy convencida de que los ingleses son una gente de lo más convencional.  
"They′ve got everything pretty well fixed," Mr. Touchett admitted. "It′s all settled beforehand --they don′t leave it to the last moment." Y el señor Touchett no pudo por menos de admitir: -Todo lo tienen fijado de antemano. Todo ha sido previsto aquí... No les gusta dejar nada para el último momento.  
"I don′t like to have everything settled beforehand," said the girl. "I like more unexpectedness." A lo que la muchacha respondió: -Pues a mí me gusta lo imprevisto, no me agrada que me fijen por anticipado lo que he de hacer.  
Her uncle seemed amused at he r distinctness of preference. "Well, it′s settled beforehand that you′ll have great success," he rejoined. "I suppose you′ll like that." A su tío le divirtió mucho ver la claridad de las preferencias de la joven. -Bueno, pues, por lo pronto, una cosa ha quedado establecida, y es que vas a tener aquí un gran éxito. Creo que eso te gustará.  
"I shall not have success if they′re too stupidly conventional. I′m not in the least stupidly conventional. I′m just the contrary. That′s what they won′t like." -Pues, si son tan tontamente convencionales, no tendré el menor éxito, porque yo no tengo nada de convencional, sino todo lo cont rario, y eso es lo que no les va a gustar de mí.  
"No, no, you′re all wrong," said the old man. "You can′t tell what they′ll like. They′re very inconsistent; that′s their principal interest." -No, no, te equivocas -dijo el anciano-. No se puede predecir lo que les gustará o desagradará. Son muy variables, y en eso reside su mayor interés.  
"Ah well," said Isabel, standing before her uncle with her hands clasped about the belt of her black dress and looking up and down the lawn --"that will suit me perfectly!" -Ah, bueno -replicó Isabel que, de pie delante de su tío y con las manos apoyadas en el cinturón del vestido, miraba atentamente hacia el verde césped-. Eso me parece muy bien.      






CHAPTER 7

7

The two amused themselves, time and again, with talking of the attitude of the British public as if the young lady had been in a position to appeal to it; but in fact the British public remained for the present profoundly indifferent to Miss Isabel Archer, whose fortune had dropped her, as her cousin said, into the dullest house in England. Her gouty uncle received very little company, and Mrs. Touchett, not having cultivated relations with her husband′s neighbours, was not warranted in expecting visits from them. She had, however, a peculiar taste; she liked to receive cards. For what is usually called social intercourse she had very little relish; but nothing pleased her more than to find her hall-table whitened with oblong morsels of symbolic pasteboard. She flattered herself that she was a very just woman, and had mastered the sovereign truth that nothing in this world is got for nothing. She had played no social part as mistress of Gardencourt, and it was not to be supposed that, in the surrounding country, a minute account should be kept of her comings and goings. But it is by no means certain that she did not feel it to be wrong that so little notice was taken of them and that her failure (really very gratuitous) to make herself important in the neighbourhood had not much to do with the acrimony of her allusions to her husband′s adopted country. Isabel presently found herself in the singular situation of defending the British constitution against her aunt; Mrs. Touchett having formed the habit of sticking pins into this venerable instrument. Isabel always felt an impulse to pull out the pins; not that she imagined they inflicted any damage on the tough old parchment, but because it seemed to her her aunt might make better use of her sharpness. She was very critical herself --it was incidental to her age, her sex and her nationality; but she was very sen timental as well, and there was something in Mrs. Touchett′s dryness that set her own moral fountains flowing. Tío y sobrina comentaron a menudo con agrado la manera de ser de los ingleses, como si la joven se hallara en condición de agradar al público británico; pero la verdad era que el público británico permanecía absolutamente indiferente respecto a la señorita Isabel Archer, cuyo destino, como su prim o solía decir, la había hecho ir a parar a la casa más triste de toda Inglaterra. En ella su tío, enfermo de gota, recibía a muy poca gente y no era de esperar que la señora Touchett recibiese tampoco a numerosas visitas, ya que no había cultivado las relaciones con los vecinos de su esposo. Por lo demás, era muy especial en sus gustos, entre los que figuraba su gran afición a recibir tarjetas. En cambio, por lo que suele llamarse trato social mostraba una desgana insuperable, a pesar de lo cual nada le agradaba tanto como cubrir la mesa del vestíbulo de la casa con fragmentos oblongos de simbólicos cartoncitos blancos. Se vanagloriaba de ser una mujer sumamente justa y había llegado a la irrebatible verdad de que en este mundo nada se obtiene gratis. Como no había desempeñado en la vida social su papel de señora de Gardencourt, no era de creer que l a gente de las cercanías llevase la cuenta de sus idas y venidas. Lo cual no obstaba para que ella considerase que no era correcto que hicieran tan poco caso de sus movimientos y creyera que su fracaso (en realidad, harto gratuito) en convertirse en un personaje importante en la comarca no tuviera nada que ver con la dureza con que ella se refería al país de adopción de su marido. He aquí, pues, que Isabel se hallaba en la singular situación de tener que defender la Constitución inglesa en contra de su tía, que experimentaba inaudito placer en acribillar con sus venenosos comentarios tan venerable instrumento público. Isabel se sentía impulsada a mitigar aquellos ataques, no porque creyera que causaban algún daño a aquel pergamino viejo y seco, sino porque imaginaba que su tía era capaz de emplear mucho mejor la agudeza de su ingenio. Ella era también crí′92tica, cualidad inherente tanto a su edad como a su sexo y a su nacionalidad; mas, al propio tiempo era muy sentimental, y en la terrible sequedad de la señora Touchett había algo que daba libre salida al manantial de sus principios morales.
"Now what′s your point of view?" she asked of her aunt. "When you criticise everything here you should have a point of view. Yours doesn′t seem to be American --you thought everything over there so disagreeable. When I criticise I have mine; it′s thoroughly American!" -Vamos a ver -le preguntó un día a su tía-, ¿cuál es su punto de vista? No cabe duda de que, cuando critica algo, es porque tiene su punto de vista sobre ello. El suyo no parece ser americano... pues todo lo de allí se le antoja sumamente desagradable. Yo, cuando critico algo, es porque tengo mi punto de vista particular, y es un punto de vista netamente americano.
"My dear young lady," said Mrs. Touchett, "there are as many points of view in the world as there are people of sense to take them. You may say that doesn′t make them very numerous! American? Never in the world; that′s shockingly narrow. My point of view, thank God, is personal!" A ello contestó la señora Touchett: -Mi querida sobrina, en el mundo hay tantos puntos de vista como personas de juicio susceptibles de mantenerlos. Tú podrás por ello concluir que no deben de ser muy numerosos. ¡Americano, mi punto de vista! ¡Por Dios! ¡Jamás, por nada del mundo! Entonces, sería lamentablemente estrecho. A Dios gracias, mi punto de  vista es netamente personal.
Isabel thought this a better answer than she admitted; it was a tolerable description of her own manner of judging, but it would not have sounded well for her to say so. On the lips of a person less advanced in life and less enlightened by experience than Mrs. Touchett such a declaration would savour of immodesty, even of arrogance. She risked it nevertheless in talking with Ralph, with whom she talked a great deal and with whom her conversation was of a sort that gave a large licence to extravagance. Her cousin used, as the phrase is, to chaff her; he very soon established with her a reputation for treating everything as a joke, and he was not a man to neglect the privileges such a reputation conferred. She accused him of an odious want of seriousness, of laughing at all things, beginning with himself. Such slender faculty of reverence as he possessed centred wholly upon his father; for the rest, he exercised his wit indifferently upon his father′s son, this gentleman′s weak lungs, his useless life, his fantastic mother, his friends (Lord Warburton in especial), his adopted, and his native country, his charming new-found cousin. "I keep a band of music in my ante-room," he said once to her. "It has orders to play without stopping; it renders me two excellent services. It keeps the sounds of the world from reaching the private apartments, and it makes the world think that dancing′s going on within." It was dance-music indeed that you usually heard when you came within ear-shot of Ralph′s band; the liveliest waltzes seemed to float upon the air. Isabel often found herself irritated by this perpetual fiddling; she would have liked to pass through the ante-room, as her cousin called it, and enter the private apartments. It mattered little that he had assured her they were a very dismal place; she would have been glad to undertake to sweep them and set them in order. It was but half-hospitality to let her remain outside; to punish him for which Isabel administered innumerable taps with the ferule of her straight young wit. It must be said that her wit was exercised to a large extent in self-defen ce, for her cousin amused himself with calling her "Columbia" and accusing her of a patriotism so heated that it scorched. He drew a caricature of her in which she was represented as a very pretty young woman dressed, on the lines of the prevailing fashion, in the folds of the national banner. Isabel′s chief dread in life at this period of her development was that she should appear narrow-minded; what she feared next afterwards was that she should really be so. But she nevertheless made no scruple of abounding in her cousin′s sense and pretending to sigh for the charms of her native land. She would be as American as it pleased him to regard her, and if he chose to laugh at her she would give him plenty of occupation. She defended England against his mother, but when Ralph sang its praises on purpose, as she said, to work her up, she found herself able to differ from him on a variety of points. In fact, the quality of this small ripe country seemed as sweet to her as the taste of an October pear; and her satisfaction was at the root of the good spirits which enabled her to take her cousin′s chaff and return it in kind. If her good-humour flagged at moments it was not because she thought herself ill-used, but because she suddenly felt sorry for Ralph. It seemed to her he was talking as a blind and had little heart in what he said. Isabel pensó que ésa era una respuesta mejor de la que esperaba, pues constituía una descripción bastante aceptable de su propia manera de juzgar las cosas, aun cuando no habría estado bien que ella lo dijese claramente. En boca de una persona de menor edad y menor experiencia que la señora Touchett, es indudable que semejante declaración habría delatado una gran inmodestia, incluso una excesiva arrogancia. Sin embargo, ella se arriesgó a hacerlo poco después al hablar con Ralph, con quien departía a menudo y para el cual la conversación con su prima era un campo abierto para toda suerte de extravagancias. Como vulgarmente se dice, su primo había tomado por costumbre burlarse de ella, a cuyos ojos adquirió inmediatamente la reputación de tomarlo todo a broma; y él no era hombre que no sacara partido a los privilegios que una reputación semejante le pudiera conferir. Le acusaba Isabel de una falta de seriedad verdaderamente odiosa y de reírse de todo y de todos, empezando por sí mismo. Esa inclinación a la irreverencia la mostraba especialmente al hablar de su progenitor, si bien no dejaba de ejercitar despiadadamente su ingenio contra el mismo hijo de su señor padre y sus débiles pulmones, contra la inutilidad de su vida, su fantástica madre, sus amigos, especialmente lord Warburton, y su encantadora prima, recientemente hallada, oriunda de su propio país y a la que con tanto gusto había él adoptado. En una ocasión Ralph le dijo: «En mi antecámara tengo constantemente una o rquesta de música, contratada para tocar sin interrupción, que me hace dos grandes favores al mismo tiempo: el primero, impedir que lleguen a mi habitación los ruidos del exterior; el segundo, hacer creer a la gente que en mis habitaciones se está siempre de baile». En efecto, cuando uno se acercaba allí no dejaba de percibir el sonido de una orquestina interpretando los valses de moda, los cuales parecían flotar en el ambiente. Isabel se irritaba frecuentemente a causa de ese constante rascar de violines; le habría gustado dejar atrás la antecámara, como su primo la llamaba, y penetrar en sus aposentos privados. Ante tan vehemente deseo poco importaba que él hubiese dicho que era un lugar sombrío; ella habría entrado encantada para barrer, limpiar a fondo y poner un poco en orden las cosas que hubiera. Eso de no dejarla penetrar allí era practicar la hospital idad a medias; y, para vengarse de ello y castigarle, Isabel solía propinar a su primo innumerables palmetazos con la férula de su vivo y juvenil ingenio. A decir verdad, lo mejor de su ingenio debía emplearlo en defenderse de los ataques de su primo, que solía divertirse llamándola «Columbia» y acusándola de un patriotismo tan ardiente que abrasaba. Ralph dibujó una caricatura de ella en que la representaba como una joven muy guapa vestida a la última moda con los colores de la bandera nacional. El temor que más acuciaba a Isabel en ese momento de su ascensión era precisamente que se la considerase estrecha de miras, e inmediatamente después, el serlo de veras. Con todo, no sentía el menor escrúpulo en dar la razón a las invectivas de su primo y hacerle ver que suspiraba por los encantos de su país de origen. De tal suerte, estaba disp uesta a ser tan americana como a él le diera la gana creerla y, si se proponía reírse de ella por eso, sabría proporcionarle sobrado material para semejante entretenimiento. Isabel defendía a Inglaterra contra los ataques de la madre de Ralph, pero cuando éste, por vapulearla como él decía, cantaba las alabanzas de este país, se las arreglaba para estar en desacuerdo con su primo en no pocos puntos. Lo cierto era que aquel país tan pequeño y maduro le parecía de una cualidad tan exquisita como la de las sabrosas peras del mes de octubre; y puede decirse que esa satisfacción tenía su origen en la misma raíz de la generosa condescendencia con que acogía las chanzas de su primo y que le daba medios para devolvérselas con creces. Y si, a veces, flaqueaba en su buen humor, no era porque se sintiese poco hábil para seguir aparentá′87ndolo, sino porque su primo le daba lástima. Le parecía, en efecto, que Ralph hablaba a ciegas y no ponía mucho entusiasmo en lo que decía. Así, le dijo una vez:
"I don′t know what′s the matter with you," she observed to him once; "but I suspect you′re a great humbug." -No sé qué te ocurre, pero tengo la sospecha de que eres un charlatán.
"That′s your privilege," Ralph answered, who had not been used to being so crudely addressed. -Allá tú -contestó Ralph, que no estaba acostumbrado a que le hablaran con aquella crudeza.
"I don′t know what you care for; I don′t think you care for anything. You don′t really care for England when you praise it; you don′t care for America even when you pretend to abuse it." -No sé qué te importa de verdad; me parece que nada de nada. En realidad, Inglaterra te importa un bledo aunque la alabes y te importa un comino América, aunque finjas que la denigras.
"I care for no thing but you, dear cousin," said Ralph. A lo que él replicó: -Lo único que de veras me importa eres tú, querida prima.
"If I could believe even that, I should be very glad." -Si pudiera creer aunque no fuera más que eso, sería muy dichosa.
"Ah well, I should hope so!" the young man exclaimed. -¡Qué menos! -exclamó el joven.
Isabel might have believed it and not have been far from the truth. He thought a great deal about her; she was constantly present to his mind. At a time when his thoughts had been a good deal of a burden to him her sudden arrival, which promised nothing and was an open-handed gift of fate, had refreshed and quickened them, given them wings and something to fly for. Poor Ralph had been for many weeks steeped in melancholy; his outlook, habitually sombre, lay under the shadow of a deeper cloud. He had grown anxious about his father, whose gout, hitherto confined to his legs, had begun to ascend into regions more vital. The old man had been gravely ill in the spring, and the doctors had whispered to Ralph that another attack would be less easy to deal with. Just now he appeared disburdened of pain, but Ralph could not rid himself of a suspicion that this was a subterfuge of the enemy, who was waiting to take him off his guard. If the manoeuvre should succeed there would be little hope of any great resistance. Ralph had always taken for granted that his father would survive him --that his own name would be the first grimly called. The father and son had been close companions, and the idea of being left alone with the remnant of a tasteless life on his hands was not gratifying to the young man, who had always and tacitly counted upon his elder′s help in making the best of a poor business. At the prospect of losing his great motive Ralph lost indeed his one inspiration. If they might die at the same time it would be all very well; but without the encouragement of his father′s society he should barely have patience to await his own turn. He had not the incentive of feeling that he was indispensable to his mother ; it was a rule with his mother to have no regrets. He bethought himself of course that it had been a small kindness to his father to wish that, of the two, the active rather than the passive party should know the felt wound; he remembered that the old man had always treated his own forecast of an early end as a clever fallacy, which he should be delighted to discredit so far as he might by dying first. But of the two triumphs, that of refuting a sophistical son and that of holding on a while longer to a state of being which, with all abatements, he enjoyed, Ralph deemed it no sin to hope the latter might be vouchsafed to Mr. Touchett. Si Isabel lo hubiese creído no habría estado muy lejos dé la verdad. Lo cierto es que él pensaba mucho en ella, siempre la tenía presente. En un momento en que sus propios pensamientos constituían una carga demasiado pesada, la repentina llegada de su prima, que nada prometía y era, sin embargo, como una dádiva ofrecida a manos llenas por el destino, sirvió para refrescar y aligerar aquellas cavilaciones dándoles alas y pretexto para volar. El infeliz Ralph llevaba varias semanas sumido en una honda melancolía, y sus perspectivas, habitualmente sombrías, se hallaban cubiertas por una nube todavía más densa y oscura. Su ansiedad por el estado de salud de su padre había aumentado grandemente, pues la gota que le aquejaba y que hasta entonces parecía habe rse confinado en sus piernas, empezaba ya a afectar regiones más vitales del cuerpo. El anciano había estado gravemente enfermo durante la primavera, y los médicos dieron a entender al hijo que, si sobrevenía otro ataque, no sería tan fácil de dominar. Ahora parecía haber comenzado a no sentir dolores, pero Ralph no las tenía todas consigo y pensaba que aquello era un subterfugio del enemigo, que permanecía al acecho para pillarle desprevenido. Y, si tal maniobra lograba triunfar, quedarían muy escasas esperanzas de ofrecerle una resistencia decidida y eficaz. Ralph siempre había tenido la convicción de que su padre le sobreviviría..., de que su nombre sería el primero pronunciado con gravedad. Padre e hijo habían sido compañeros inseparables, y la idea de quedarse solo con los restos de una vida sin aliciente entre las manos no le resultaba nad a grato al joven, que siempre había confiado en la ayuda de su mayor y mejor amigo para ir tirando lo menos mal posible. Ante la perspectiva de perder su auténtica motivación, Ralph acabó por perder su inspiración. Lo mejor sería que los dos muriesen al mismo tiempo, pero, sin el ánimo que la compañía de su padre le proporcionaba, era muy probable que él no tuviera paciencia suficiente para esperar su turno. Por otra parte, carecía del incentivo de sentirse indispensable para su madre, y ante ésta tenía como norma no lamentarse. Pensó que no había mostrado gran bondad hacia su padre al desear que, de los dos, fuese el sujeto activo y no el pasivo el destinado a sufrir la herida doliente, y recordaba que el anciano había considerado siempre su pronóstico de un fin prematuro un brillante sofisma que él estaría encantado de desbaratar mediante el sencillo procedimiento de morir primero. Mas, de aquellos dos triunfos -el de refutar a un hijo sofista y el de continuar durante un tiempo más en un estado que, con todos sus sinsabores y malestares, le era grato soportar-, a Ralph no le parecía pecado esperar que el señor Touchett llegara a alcanzar el segundo.
These were nice questions, but Isabel′s arrival put a stop to his puzzling over them. It even suggested there might be a compensation for the intolerable ennui of surviving his genial sire. He wondered whether he were harbouring "love" for this spontaneous young woman from Albany; but he judged that on the whole he was not. After he had known her for a week he quite made up his mind to this, and every day he felt a little more sure. Lord Warburton had been right about her; she was a really interesting little figure. Ralph wondered how their neighbour had found it out so soon; and then he said it was only another proof of his friend′s high abilities, which he had always greatly admired. If his cousin were to be nothing more than an entertainment to him, Ralph was conscious she was an entertainment of a high order. "A character like that," he said to himself --"a real little passionate force to see at play is the finest thing in nature. It′s finer than the finest work of art --than a Greek bas-relief, than a great Titian, than a Gothic cathedral. It′s very pleasant to be so well treated where one had least looked for it. I had never been more blue, more bored, than for a week before she came; I had never exp ected less that anything pleasant would happen. Suddenly I receive a Titian, by the post, to hang on my wall --a Greek bas-relief to stick over my chimney-piece. The key of a beautiful edifice is thrust into my hand, and I′m told to walk in and admire. My poor boy, you′ve been sadly ungrateful, and now you had better keep very quiet and never grumble again." The sentiment of these reflexions was very just; but it was not exactly true that Ralph Touchett had had a key put into his hand. His cousin was a very brilliant girl, who would take, as he said, a good deal of knowing; but she needed the knowing, and his attitude with regard to her, though it was contemplative and critical, was not judicial. He surveyed the edifice from the outside and admired it greatly; he looked in at the windows and received an impression of proportions equally fair. But he felt that he saw it only by glimpses and that he had not yet stood under the roof. The door was fastened, and though he had keys in his pocket he had a conviction that none of them would fit. She was intelligent and generous; it was a fine free nature; but what was she going to do with herself? This question was irregular, for with most women one had no occasion to ask it. Most women did with themselves nothing at all; they waited, in attitudes more or less gracefully passive, for a man to come that way and furnish them with a destiny. Isabel′s originality was that she gave one an impression of having intentions of her own. "Whenever she executes them," said Ralph, "may I be there to see!" A todas estas delicadas preguntas puso fin la llegada de Isabel, la cual sugería una posible compensación por la insoportable contrariedad de sobrevivir al genial dueño de la mansión. Ralph llegó a pensar que, tal vez sin darse cuenta, estaba abrigando «amor» hacia aquella joven fresca y espontánea procedente de Albany; pero tras meditarlo detenidamente, decidió que no. A la semana de la llegada de Isabel, ya estaba plenamente convencido de ello y se aferraba cada vez más a su convencimiento. Quien la había juzgado con verdadero acierto era lord Warburton, que la consideraba una damita realmente interesante; y a Ralph le maravillaba que su vecino hubiera llegado tan pronto a semejante conclusión, cosa que le ratificó en su idea sobre la gran habilidad de su amigo, por la cual había experimentado siempre una sincera admiración. Sin embargo, aunque su prima no fuera para él más que un entretenimiento, Ralph sabía que era un entretenimiento de primera categoría. «Ver en acción a un carácter como ése -se decía-, a una pequeña pero auténtica y apasionada fuerza, es una de las más sabrosas delicias de la naturaleza, mejor que la más bella obra de arte, mejor que un bajorrelieve helénico, mejor que un cuadro de Ticiano, mejor que una catedral gótica. Es realmente agradable sentirse tan bien tratado cuando uno menos s e lo espera. Nunca estuve más sombrío, más preocupado, que durante la semana anterior a su llegada, y jamás tuve menos esperanzas de que pudiera sobrevenirme algo agradable. Y he aquí que fue como si de repente hubiese recibido por correo un Ticiano para colgarlo en la pared de mi cuarto, o un bajorrelieve griego para colocarlo en el panel superior de la chimenea. Es como si me hubieran entregado la llave de un suntuoso palacio y me hubiesen autorizado a visitarlo y admirarlo a mis anchas sin vigilancia alguna. Amigo mío, has sido hasta ahora un triste desagradecido y lo que debes hacer en lo sucesivo es estar tranquilo y dejar de refunfuñar». Nada, en verdad, más justo que el sentimiento que tales reflexiones inspiraban; sin embargo, no era exacto que a Ralph Touchett le hubiesen entregado una llave. Su prima era una joven muy brillante y habría que Hacer no poco antes de llegar a conocerla , pero era preciso ponerse a ello, y su actitud, si bien contemplativa e incluso crítica, no era en modo alguno enjuiciadora. Así pues, Ralph contemplaba a sus anchas el edificio por el exterior y lo admiraba grandemente; lo miraba por dentro a través de las ventanas y admiraba igualmente su belleza de proporciones, pero se percataba de que sólo había logrado entreverlo y de que no podía decir aún que hubiese traspasado el umbral. La puerta de la suntuosa mansión permanecía cerrada y, aunque él tenía varias llaves en su bolsillo, estaba convencido de que ninguna de ellas le serviría. La muchacha era inteligente, generosa, de naturaleza libre y hermosa, pero ¿qué se proponía hacer de sí misma? No era ésta una pregunta ortodoxa, ya que no cabe  hacerla respecto a la mayoría de las mujeres. Por regla general, las mujeres jamá 87s hacen nada de sí mismas, limitándose a esperar más o menos graciosa y pasivamente que un hombre pase por su lado y ofrezca un destino a sus vidas. La originalidad de Isabel consistía principalmente en que daba la impresión de abrigar propósitos propios. «Ahora, que llegue a ponerlos en práctica ya es harina de otro costal -se decía Ralph-. Me gustaría estar presente cuando lo haga».
It devolved upon him of course to do the honours of the place. Mr. Touchett was confined to his chair, and his wife′s position was that of rather a grim visitor; so that in the line of conduct that opened itself to Ralph duty and inclination were harmoniously mixed. He was not a great walker, but he strolled about the grounds with his cousin --a pastime for which the weather remained favourable with a persistency not allowed for in Isabel′s somewhat lugubrious prevision of the climate; and in the long afternoons, of which the length was but the measure of her gratified eagerness, they took a boat on the river, the dear little river, as Isabel called it, where the opposite shore seemed still a part of the foreground of the landscape; or drove over the country in a phaeton --a low, capacious, thick-wheeled phaeton formerly much used by Mr. Touchett, but which he had now ceased to enjoy. Isabel enjoyed it largely and, handling the reins in a manner which approved itself to the groom as "knowing," was never weary of driving her uncle′s capital horses through winding lanes and byways full of the rural incidents she had confidently expected to find; past cottages thatched and timbered, past ale-houses latticed and sanded, past patche s of ancient common and glimpses of empty parks, between hedgerows made thick by midsummer. When they reached home they usually found tea had been served on the lawn and that Mrs. Touchett had not shrunk from the extremity of handing her husband his cup. But the two for the most part sat silent; the old man with his head back and his eyes closed, his wife occupied with her knitting and wearing that appearance of rare profundity with which some ladies consider the movement of their needles. La llegada de Isabel le impuso, por lo pronto, el deber de hacer los honores de la casa. El señor Touchett se hallaba recluido en su sillón y, por su parte, la señora Touchett era una especie de visitante malhumorada; de tal suerte que, en lo que se refiere a las obligaciones que a la consideración y a la conciencia de Ralph se imponían, el placer se mezclaba en perfecta armonía con el deber. Así, aunque no era gran an darín, se dio a pasear por los campos con su prima, entretenimiento para el que el tiempo tenía a bien seguir mostrándose favorable con una persistencia que sobrepasaba las lúgubres expectativas que Isabel se había forjado del clima del país; y en las largas tardes, cuya duración daba la medida exacta de la agradecida vehemencia de la joven, iban en barca por el río, el encantador riachuelo, como ella lo llamaba, y cuya orilla opuesta parecía estar en un primer plano del paisaje ante su vista extendido; o recorrían los caminos en faetón, aquel bajo y espacioso faetón de gruesas ruedas que tanto usara en sus tiempos el señor Touchett y que había dejado ya de disfrutar. En cambio, era Isabel quien de el disfrutaba ahora enormemente y, empuñando las riendas de manera que el lacayo calificaba de «experta», no se cansaba jamás de guia r a los mejores caballos de su tío por entre aquellas llanuras azotadas por el viento y aquellos caminos vecinales repletos de los rústicos detalles que ella sospechaba habría de encontrar: casitas de madera con techos de paja, modestas tabernas de pulidas celosías, antiguos prados comunales y retazos de parques vacíos rodeados de setos que el verano espesaba a su antojo. Y, cuando después de tales excursiones llegaban a la casa, era siempre para encontrar el té servido en una mesa al aire libre, sobre el césped de delante de la casa, y a la señora Touchett que se limitaba a alargarle la taza llena a su marido, sin que hubiera otra cosa ni por parte de uno ni de otro, pues ambos permanecían la mayor parte del tiempo completamente silenciosos, él con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, ella absorta al parecer en su labor de punto y afectando ese aire de concentrac ión mental que adoptan muchas damas al poner sus diminutas lanzas en movimiento.
One day, however, a visitor had arrived. The two young persons, after spending an hour on the river, strolled back to the house and perceived Lord Warburton sitting under the trees and engaged in conversation, of which even at a distance the desultory character was appreciable, with Mrs. Touchett. He had driven over from his own place with a portmanteau and had asked, as the father and son often invited him to do, for a dinner and a lodging. Isabel, seeing him for half an hour on the day of her arrival, had discovered in this brief space that she liked him; he had indeed rather sharply registered himself on her fine sense and she had thought of him several times. She had hoped she should see him again --hoped too that she should see a few others. Gardencourt was not dull; the place itself was sovereign, her uncle was more and more a sort of golden grandfather, and Ralph was unlike any cousin she had ever encountered --her idea of cousins having tended to gloom. Then her impressions were still so fresh and so quickly renewed that there was as yet hardly a hint of vacancy in the view. But Isabel had need to remind herself that she was interested in human nature and that her foremost hope in coming abroad had been that she should see a great many people. When Ralph said to her, as he had done several times, "I wonder you find this endurable; you o ught to see some of the neighbours and some of our friends, because we have really got a few, though you would never suppose it" --when he offered to invite what he called a "lot of people" and make her acquainted with English society, she encouraged the hospitable impulse and promised in advance to hurl herself into the fray. Little, however, for the present, had come of his offers, and it may be confided to the reader that if the young man delayed to carry them out it was because he found the labour of providing for his companion by no means so severe as to require extraneous help. Isabel had spoken to him very often about "specimens;" [sic}"> it was a word that played a considerable part in her vocabulary; she had given him to understand that she wished to see English society illustrated by eminent cases. Pero un día se encontraron con que había un visitante. Los dos jóvenes habían pasado una hora bogando suavemente por el río y, al volver andando hacia la casa, vieron a lord Warburton sentado bajo un árbol y enzarzado en una conversación con la señora Touchett que, aun desde lejos, podía apreciarse era bien insustancial. El lord había ido a caballo llevando consigo una maleta, signo inequívoco de que había esperado, como a ello le tenían acostumbrado con sus reiteradas invitaciones el padre y el hijo, que se le invitase a cenar y a pasar allí la noche. Isabel sólo le había visto durante media hora el día de su llegada, y tan poco tiempo le había servido para descubrir        que era muy de su gusto. La imagen del apuesto lord se había grabado con nitidez en el espíritu de la joven, que más de una vez pensaba ya en él con complacencia. Isabel había esperado volver a verle y deseaba ver también a algunos otros. Gardencourt, la herniosa mansión, no era triste; el lugar poseía una belleza soberbia, su tío se le aparecía cada vez más como una especie de abuelo maravilloso y Ralph era distinto de todos los primos con quienes hasta entonces había tratado y que le habían hecho formarse una lúgubre idea de los primos en general. Además, sus impresiones eran aún tan recientes y se renovaban con tanta celeridad que apenas dejaban zonas en blanco. Isabel tenía que obligarse a recordar que su principal interés era el conocimiento de la naturaleza humana y que su mayor ilusión, al emprender aquel viaje, había sido tener la o portunidad de conocer a una gran cantidad de gente. De modo que, cuando Ralph le decía, como ya había hecho más de una vez: «No sé si podrás soportar esto. Deberías conocer a algunos de nuestros vecinos y amigos, pues, por extraño que te parezca tenemos unos cuantos», o cuando se ofrecía a invitar a, como él decía, «un montón de gente» y a introducirla en la sociedad inglesa, ella le alentaba con entusiasmo para que llevase a cabo su hospitalario empeño y se comprometía por anticipado a poner todo de su parte. De todas maneras, hasta entonces poco o nada había puesto él en práctica de todas aquellas promesas, y será cosa de decirle confidencialmente al lector que, si parecía como si el joven estuviera demorando darles cumplimiento, era porque la tarea de proveer por sí mismo solaz y entre tenimiento a su compañera no le resultaba, ni mucho menos, tan penosa como para recurrir a la cooperación de los demás. Varias veces había hablado Isabel de los «ejemplares», palabra que desempeñaba un papel de gran importancia en su vocabulario y con la cual daba a entender que deseaba ver a la sociedad inglesa ilustrada con sus personajes más representativos.
"Well now, there′s a specimen," he said to her as they walked up from the riverside and he recognised Lord Warburton. De modo que aquella tarde, al ir desde el río hacia la casa tras haber desembarcado de la lancha, él le dijo con gran satisfacción cuando divisaron a lord Warburton: -Mira, ahí tienes un ejemplar.
"A specimen of what?" asked the girl. -¿Un ejemplar de qué? -preguntó la muchacha.
"A specimen of an English gentleman." -De caballero inglés -replicó el primo.
"Do you mean they′re all like him?" -¿Quieres decir que todos son como él?
"Oh no; they′re not all like him." - u161¡Oh, no! De ningún modo. No todos son como él.  
"He′s a favourable specimen then," said Isabel; "because I′m sure he′s nice." -Pero es un buen ejemplar-dijo Isabel-, porque estoy segura de que es simpático.
"Yes, he′s very nice. And he′s very fortunate." -Sí que lo es. Y, además, muy acaudalado.
The fortunate Lord Warburton exchanged a handshake with our heroine and hoped she was very well. "But I needn′t ask that," he said, "since you′ve been handling the oars." El acaudalado lord Warburton estrechó amablemente la mano de nuestra heroína y le preguntó si estaba bien, rectificando en el acto con las siguientes palabras: -Pero, bueno, no necesito preguntarlo, pues si ha estado usted remando...
"I′ve been rowing a little," Isabel answered; "but how should you know it?" A lo que Isabel hubo de contestar: -En efecto, he remado un poco. Pero ¿cómo lo sabe?
"Oh, I know HE doesn′t row; he′s too lazy," said his lordship, indicating Ralph Touchett with a laugh. -Muy sencillo: porque sé que él no rema. Es demasiado vago para eso -rió su señoría el lord mirando a Ralph.
"He has a good excuse for his l aziness," Isabel rejoined, lowering her voice a little. Tiene sus razones para ser un poco perezoso -comentó Isabel, bajando un poco la voz.
"Ah, he has a good excuse for everything!" cried Lord Warburton, still with his sonorous mirth. -Sí, sí, siempre tiene excusas para todo -exclamó lord Warburton, con una alegre carcajada.
"My excuse for not rowing is that my cousin rows so well," said Ralph. "She does everything well. She touches nothing that she doesn′t adorn!" -Mi excusa para no haber remado hoy -intervino Ralph- es que mi prima rema admirablemente. Bueno, todo lo hace igual de bien. No toca nada que no parezca quedar después adornado.
"It makes one want to be touched, Miss Archer," Lord Warburton declared. -Le dan a uno ganas de que usted le toque, señorita Archer -declaró lord Warburton.
"Be touched in the right sense and you′ll never look the worse for it," said Isabel, who, if it pleased her to hear it said that her accomplishments were numerous, was happily able to reflect that such complacency was not the indication of a feeble mind, inasmuch as there were several things in which she excelled. Her desire to think well of herself had at least the element of humility that it always needed to be supported by proof. -Pues déjese tocar, en el buen sentido de la palabra, que eso no le habrá de desmerecer-dijo Isabel, que, si bien se sentía complacida de oír que se le reconocían . tan diversas cualidades, era lo suficientemente fuerte para mostrar que semejante complacencia no derivaba de una posible debilidad de espíritu, toda vez que había vanas cosas en las cuales sobresalía. Su deseo de pensar bien de s í misma contaba, cuando menos, con la humildad de precisar siempre una prueba.
Lord Warburton not only spent the night at Ga rdencourt, but he was persuaded to remain over the second day; and when the second day was ended he determined to postpone his departure till the morrow. During this period he addressed many of his remarks to Isabel, who accepted this evidence of his esteem with a very good grace. She found herself liking him extremely; the first impression he had made on her had had weight, but at the end of an evening spent in his society she scarce fell short of seeing him --though quite without luridity --as a hero of romance. She retired to rest with a sense of good fortune, with a quickened consciousness of possible felicities. "It′s very nice to know two such charming people as those," she said, meaning by "those" her cousin and her cousin′s friend. It must be added moreover that an incident had occurred which might have seemed to put her good-humour to the test. Mr. Touchett went to bed at half-past nine o′clock, but his wife remained in the drawing-room with the other members of the party. She prolonged her vigil for something less than an hour, and then, rising, observed to Isabel that it was time they should bid the gentlemen good-night. Isabel had as yet no desire to go to bed; the occasion wore, to her sense, a festive character, and feasts were not in the habit of terminating so early. So, without further thought, she replied, very simply- Lord Warburton no sólo pasó la noche en la mansión de Gardencourt, sino que insistieron en que se quedase todo el día siguiente, y, al final del segundo día, él mismo decidió postergar su partida hasta la mañana del otro. Durante todo aquel tiempo tuvo ocasión de dirigir no pocos cumplidos a Isabel, quien acogió aquellas manifestaciones de aprecio con muy buena voluntad. Al final se dio cuenta de que él le gustaba extraordinariamente. Mucho había pesado sin duda la primera impresión que le produjo, pero, al final de la velada que habían pasado juntos, la joven no podía por menos de considerarle, sin que en ello hubiese nada de fantástico, un verdadero héroe de novela. De modo que por la noche, al acostarse, experimentaba una sensación de buena fortuna y sentía una viva convicción de posibles dichas futuras. «Verdaderamente es hermoso conocer a dos personas tan encantadoras como éstas», se dijo, aludiendo con este vocablo numeral a su primo y al amigo de su primo. Pero, además, conviene no olvidar que había ocurrido un incidente susceptible de poner a prueba su buen humor. El señor Touchett había ido a acostarse a las nueve y media de la noche, pero su esposa permaneció en el salón con el resto del grupo. Se quedó con ellos aproximadamente una hora, y luego, levantándose, hizo observar a su sobrina que ya era hora de dar las buenas noches a los caballeros. Por su parte, Isabel no tenía deseo alguno de ir a acostarse; la ocasión le parecía divertida, y las diversiones no terminaban por lo general a hora tan temprana. De manera que, sin poner en ello la menor intención, replicó:
"Need I go, dear aunt? I′ll come up in half an hour." -¿Ha de ser ahora mismo, tía? Subiré dentro de media hora.
"It′s impossible I should wait for you," Mrs. Touchett answered. -No me es posible esperarte -repuso la señora Touchett.
"Ah, you needn′t wait! Ralph will light my candle," Isabel gaily engaged. -¡Ah! No tiene por qué esperarme. Ralph encenderá mi vela -dijo alegremente la joven.
"I′ll light your candle; do let me light your candle, Miss Archer!" Lord Warburton exclaimed. "Only I beg it shall not be before midnight." -Yo la encenderé. Por favor, déjeme usted que yo la encienda -exclamó lord Warburton-. Pero con una condición: que no sea antes de medianoche.
Mrs. Touchett fixed her bright little eyes upon him a moment and transferred them coldly to her niece. "You ca n′t stay alone with the gentlemen. You′re not --you′re not at your blest Albany, my dear." La señora Touchett lo traspasó con su encendida mirada y luego la posó fríamente en su sobrina, a la que dijo: -No puedes quedarte sola con los hombres. Querida, aquí no estás..., no estás en tu dichosa Albany.
Isabel rose, blushing. "I wish I were," she said. Isabel se levantó, ruborizada, y contestó: -Ojalá lo estuviese.
"Oh, I say, mother!" Ralph broke out. -Mamá, por favor -intervino Ralph.
"My dear Mrs. Touchett!" Lord Warburton murmured. -Mi querida señora Touchett... -murmuró lord Warburton.
"I didn′t make your country, my lord," Mrs. Touchett said majestically. "I must take it as I find it." Pero la querida señora Touchett contestó majestuosamente: -Mi lord, no soy yo quien ha hecho su país. Debo aceptarlo tal como es.
"Can′t I stay with my own cousin?" Isabel enquired. -¿No puedo quedarme con mi primo? -preguntó entonces Isabel.
"I′m not aware that Lord Warburton is your cousin." -No sabía que lord Warburton fuese primo tuyo.
"Perhaps i had better go to bed!" the visitor suggested. "That will arrange it." -Será mejor que yo me vaya a la cama-dijo lord Warburton-. Así se acabarán las discusiones.
Mrs. Touchett gave a little look of despair and sat down again. "Oh, if it′s necessary I′ll stay up till midnight." La señora Touchett le dirigió una breve mirada de desesperación y se sentó de nuevo. -Está bien, si es preciso, me quedaré hasta medianoche.
Ralph meanwhile handed Isabel her candlestick. He had been watching her; it had seemed to him her temper was inv olved --an accident that might be interesting. But if he had expected anything of a flare he was disappointed, for the girl simply laughed a little, nodded good-night and withdrew accompanied by her aunt. For himself he was annoyed at his mother, though he thought she was right. Above-stairs the two ladies separated at Mrs. Touchett′s door. Isabel had said nothing on her way up. Mientras tanto, Ralph le había dado a Isabel el candelabro. Durante aquel momento de breve entrechocar de espadas estuvo observándola y le pareció que con ello se había puesto de relieve el carácter de la joven; el incidente podía ser de sumo interés. Mas, si se hizo la ilusión de presenciar un estallido, se llevó un gran chasco, pues la joven se limitó a sonreír suavemente, saludó a los caballeros dándoles las buenas noches y se retiró acompañando a su tía. Por lo que a Ralph atañía, se sentía molesto por lo que hiciera su madre, si bien reconocía que tenía razón. Al llegar arriba, las dos mujeres se separaron delante de la puerta de la señora Touchett. Isabel no había abierto la boca mientras subían la escalera.
"Of course you′re vexed at my interfering with you," said Mrs. Touchett. -Supongo que estarás molesta porque me he inmiscuido en tus asun tos -dijo la señora Touchett.
Isabel considered. "I′m not vexed, but I′m surprised --and a good deal mystified. Wasn′t it proper I should remain in the drawing-room?" Isabel reflexionó un instante y repuso: -Molesta no, pero sí sorprendida... y bastante desconcertada. ¿Acaso no estaba bien que yo me quedase en el salón
"Not in the least. Young girls here --in decent houses --don′t sit alone with the gentlemen late at night." -En absoluto. Aquí, las muchachas, por lo menos en las casas decentes, no se quedan con los caballeros hasta altas horas de la noche.
"You were very right to tell me then," said Isabel. "I don′t understand it, but I′m very glad to know it." -Entonces ha hecho usted bien en decírmelo -replicó Isabel-. La verdad, no lo comprendo, pero me alegro de saberlo.
"I shall always tell you," her aunt answered, "whenever I see you taking what seems to me too much liberty." -Te lo diré siempre que me parezca que te excedes.
"Pray do; but I don′t say I shall always think your remonstrance just." -No tenga reparo en hacerlo, se lo ruego. Aunque esto no quiere decir que sus observaciones hayan de parecerme siempre justas.
"Very likely not. You′re too fond of your own ways." -Ya me lo figuro. A ti te gusta mucho hacer lo que se te antoja.
"Yes, I think I′m very fond of them. But I always want to know the things one shouldn′t do." -Confieso que sí 92. Pero me gusta saber siempre las cosas que una no debe hacer.
"So as to do them?" asked her aunt. -¿Para hacerlas? -preguntó su tía.
"So as to choose," said Isabel.   -Depende -respondió Isabel.    






CHAPTER 8

8

As she was devoted to romantic effects Lord Warburton ventured to express a hope that she would come some day and see his house, a very curious old place. He extracted from Mrs. Touchett a promise that she would bring her niece to Lockleigh, and Ralph signified his willingness to attend the ladies if his father should be able to spare him. Lord Warburton assured our heroine that in the mean time his sisters would come and see her. She knew something about his sisters, having sounded him, during the hours they spent together while he was at Gardencourt, on many points connected with his family. When Isabel was interested she asked a great many questions, and as her companion was a copious talker she urged him on this occasion by no means in vain. He told her he had four sisters and two brothers and had lost both his parents. The brothers and sisters were very good people --"not particularly clever , you know," he said, "but very decent and pleasant"; and he was so good as to hope Miss Archer might know them well. One of the brothers was in the Church, settled in the family living, that of Lockleigh, which was a heavy, sprawling parish, and was an excellent fellow in spite of his thinking differently from himself on every conceivable topic. And then Lord Warburton mentioned some of the opinions held by his brother, which were opinions Isabel had often heard expressed and that she supposed to be entertained by a considerable portion of the human family. Many of them indeed she supposed she had held herself, till he assured her she was quite mistaken, that it was really impossible, that she had doubtless imagined she entertained them, but that she might depend that, if she thought them over a little, she would find there was nothing in them. When she answered that she had already thought several of the questions involved over very attentively he declared that she was only another example of what he had often been struck with --the fact that, of all the people in the world, the Americans were the most grossly superstitious. They were rank Tories and bigots, every one of them; there were no conservatives like American conservatives. Her uncle and her cousin were there to prove it; nothing could be more mediaeval than many of their views; they had ideas that people in England nowadays were ashamed to confess to; and they had the impudence moreover, said his lordship, laughing, to pretend they knew more about the needs and dangers of this poor dear stupid old England than he who was born in it and owned a considerable slice of it --the more shame to him! From all of which Isabel gathered that Lord Warburton was a nobleman of the newest pattern, a reformer, a radical, a contemner of ancient ways. His other brother, who was in the army in India, was rather wild and pig-headed and had not been of much use as yet but to make debts f or Warburton to pay --one of the most precious privileges of an elder brother. "I don′t think I shall pay any more," said her friend; "he lives a monstrous deal better than I do, enjoys unheard-of luxuries and thinks himself a much finer gentleman than I. As I′m a consistent radical I go in only for equality; I don′t go in for the superiority of the younger brothers." Two of his four sisters, the second and fourth, were married, one of them having done very well, as they said, the other only so-so. The husband of the elder, Lord Haycock, was a very good fellow, but unfortunately a horrid Tory; and his wife, like all good English wives, was worse than her husband. The other had espoused a smallish squire in Norfolk and, though married but the other day, had already five children. This information and much more Lord Warburton imparted to his young American listener, taking pains to make many things clear and to lay bare to her apprehension the peculiarities of English li fe. Isabel was often amused at his explicitness and at the small allowance he seemed to make either for her own experience or for her imagination. "He thinks I′m a barbarian," she said, "and that I′ve never seen forks and spoons"; and she used to ask him artless questions for the pleasure of hearing him answer seriously. Then when he had fallen into the trap, "It′s a pity you can′t see me in my war-paint and feathers," she remarked; "if I had known how kind you are to the poor savages I would have brought over my native costume!" Lord Warburton had travelled through the United States and knew much more about them than Isabel; he was so good as to say that America was the most charming country in the world, but his recollections of it appeared to encourage the idea that Americans in England would need to have a great many things explained to them. "If I had only had you to explain things to me in America!" he said. "I was rather puzzled in your country; in fact I was quite bewildered, and the trouble was that the explanations only puzzled me more. You know I think they often gave me the wrong ones on purpose; they′re rather clever about that over there. But when I explain you can trust me; about what I tell you there′s no mistake." There was no mistake at least about his being very intelligent and cultivated and knowing almost everything in the world. Although he gave the most interesting and thrilling glimpses Isabel felt he never did it to exhibit himself, and though he had had rare chances and had tumbled in, as she put it, for high prizes, he was as far as possible from making a merit of it. He had enjoyed the best things of life, but they had not spoiled his sense of proportion. His quality was a mixture of the effect of rich experience --oh, so easily come by! --with a modesty at times almost boyish; the sweet and wholesome savour of which --it was as agreeable as something tasted --lost nothing from the addition of a tone o f responsible kindness. Así pues, él tuvo ocasión de explicarle que tenía cua­tro hermanas y dos hermanos, y que había perdido a sus padres. Sus hermanos y hermanas eran todos muy bue­nos, según dijo, y añadió: «No extraordinariamente in­teligentes, ¿sabe usted?, pero muy bien educados y agra­dables». Y llevó su bondad al extremo de desear que la señorita Archer pudiese conocerles a fondo. De los herma­nos, uno había abrazado la carrera eclesiástica y se había establecido en el dominio familiar, una comarca muy po­blada y extensa, y era un hombre verdaderamente admirable, si bien pensaba de forma muy diferente a él en todo lo imaginable. Y aquí lord Warburton hizo referencia a al­gunas opiniones profesadas por su hermano, opiniones que Isabel había oído expresar frecuentemente y que se le antojaban comunes a la mayor parte de la familia-hu­mana. En realidad, incluso creía compartir muchas de ellas, y así lo pensó hasta que él afirmó que estaba com­pletamente equivocada, que eso era del todo imposible, que sin duda imaginaba que las compartía, pero que, si las examinaba bien, no tardaría en ver que eran absoluta­mente insustanciales. Y cuando Isabel contestó que ha­bía reflexionado hondamente sobre algunas de tales cues­tiones, él declaró que ella era otro ejemplo aparente de lo que tanto le había llamado siempre la atención; a sa­ber, que, de todas las gentes que poblaban el mundo, los  americanos eran los más burdamente supersticiosos. Eran todos unos rancios «tories» y unos beatos empedernidos, y no había conservadores comparables a los conservado­res americanos. Allí estaban para probarlo su tío y su pri­mo. Nada tan medieval como algunas de sus opiniones; profesaban ideas que hoy día, en Inglaterra, la gente se avergonzaría de confesar y tenían el descaro de preten­der conocer las necesidades y los peligros de la pobre, in­feliz y tonta Inglaterra mejor que él, que había nacido allí y que, para vergüenza suya, poseía un buen pedazo de su tierra. De todo lo cual llegó Isabel a inferir que lord War­burton, era un aristócrata de los de la nueva escuela, un reformador, un radical, un despreciador de los antiguos . métodos. Su otro hermano, que servía en el ejército de la India, era más bien indómito, testarudo, y bueno tan so­lo para contraer deudas que luego le tocaba a Warburton pagar..., lo que constituía uno de los más preciados privi­legios de la primogenitura. «Por supuesto, estoy decidi­do a no pagar ninguna más -declaró su amigo-. Lo cier­to es que vive infinitamente mejor que yo, se permite pla­ceres inauditos y se cree un caballero mucho más dis­tinguido que yo. Y, como me tengo por un empecinado radical, defiendo la igualdad, pero no soporto la superio­ridad de los hermanos menores». De sus cuatro hermanas, dos de ellas, la segunda y la cuarta, estaban casadas; a una, según se decía, le iba bastante bien, y a la otra regular nada más. El marido de la mayor, lord Haycock, era una excelente persona, pero desgraciadamente un «tory» es­pantoso, y su esposa, como todas las esposas inglesas, era mucho peor que el marido. La otra, casada con un pe­queño propietario de Norfolk como quien dice ayer, se las había arreglado para tener ya cinco hijos. Lord War­burton tuvo a bien proporcionar todos esos detalles y mu­chos más todavía a la joven americana, tomándose ade­más la molestia de exponerle las cosas con absoluta claridad y presentando completamente desnudas a su avidez de conocimiento todas las particularidades de la vida ingle­sa. A Isabel le divertía sumamente tal franqueza y la po­ca consideración que él parecía otorgar a su experiencia y su imaginación. «Me considera una completa salvaje -se decía- y se imagina que no he visto en mi vida te­nedores ni cucharas». De manera que se las ingeniaba pa­ra hacerle preguntas insulsas por el placer de oírselas con­testar con la mayor seriedad del mundo. Y, una vez que había caído en la trampa, ella exclamaba: «Lástima que no haya podido verme con plumas y tatuaje de guerrero. Si yo hubiese sabido lo bueno que se muestra usted con los pobres salvajes, me habría traído mi traje de indígena». Pero lord Warburton, que había viajado mucho por Es­tados Unidos, conocía del país mucho más que Isabel. Así, llevó su amabilidad al extremo de afirmar que era el país más delicioso del mundo, aunque se le antojaba, por los recuerdos que de él tenía, que en Inglaterra los americanos precisaban que se les explicasen muchísimas co­sas. «¡Si yo la hubiese tenido a usted para que me expli­case las cosas en América! -exclamó-. En su país me sentí más bien desconcertado. Estaba como aturdido, y lo peor era que, cuanto más me explicaban las cosas, más me desconcertaban. En realidad, sospecho que a veces me daban adrede una explicación equivocada; allí son muy listos para tales cosas. En cambio, cuando yo le explique algo, puede usted creerme a pie juntillas, pues en lo que yo le diga no habrá error jamás.» En lo que no cabía error, desde luego, es en que era un hombre muy inteligente y culto, y en que sabía de casi todo lo del mundo. Aun cuan­do decía cosas del mayor interés y tenía especialísimos puntos de vista sobre la mayoría de las cosas, Isabel se da­ba cuenta de que lo hacía sin el menor deseo de exhibi­ción; y, aun cuando había tenido extraordinarias oportu­nidades y logrado las más altas recompensas, estaba muy lejos de pretender presentarlas como un mérito. Si es cier­to que había disfrutado de las cosas mejores de la vida, no lo es menos que ellas no lograron jamás despojarle de su fino sentido de la medida. Destacaba en él como una mez­cla del efecto de una fecunda experiencia -desde luego, fácilmente adquirida- con una modestia que a veces pe­caba de infantil, una mezcla cuyo admirable y dulce sa­bor -pues en verdad resultaba tan agradable corno una golosina- no perdía nada porque se le añadiese un toque de condescendiente bondad.
"I like your specimen English gentleman very much," Isabel said to Ralph after Lord Warburton had gone. -Me gusta mucho tu ejemplar de caballero inglés -le comentó Isabel a Ralph una vez que lord Warburton se hubo marchado.
"I like him too --I love him well," Ralph returned. "But I pity him more." -A mí también -dijo su primo-. Le quiero de veras..., y le compadezco todavía más.
Isabel looked at him askance. "Why, that seems to me his only fault --that one can′t pity him a little. He appears to have everything, to know everything, to BE everything." Isabel se quedó mirándole un tanto recelosa para luego decir: -No comprendo. Precisamente a mí se me antoja que su única falta es que... no puede una tenerle lástima. Parece como si lo tuviera todo, lo supiese todo y lo fuera todo.
"Oh, he′s in a bad way!" Ralph insisted. -Y así es, pero en el mal sentido -dijo Ralph.
"I suppose you don′t mean in health?" -Supongo que no te r eferirás a su estado de salud.
"No, as to that he′s detestably sound. What I mean is that he′s a man with a great position who′s playing all sorts of tricks with it. He doesn′t take himself seriously." -No. En ese aspecto, posee una tremenda fortaleza. Lo que quiero decir es que ocupa una gran posición social y está haciendo toda clase de tonterías con ella. No se toma en serio a sí mismo.
"Does he regard himself as a joke?" ar -¿Crees que se toma en broma?
"Much worse; he regards himself as an imposition --as an abuse." -Mucho peor; se considera una intolerable imposición..., un verdadero abuso.
"Well, perhaps he is," said Isabel. -Quién sabe. A lo mejor lo es -dijo Isabel.
"Perhaps he is --though on the whole I don′t think so. But in that case what′s more pitiable than a sentient, self-conscious abuse planted by other hands, deeply rooted but aching with a sense of its injustice? For me, in his place, I could be as solemn as a statue of Buddha. He occupies a position that appeals to my imagination. Great responsibilities, great opportunities, great consideration, great wealth, great power, a natural share in the public affairs of a great country. But he′s all in a muddle about himself, his position, his power, and indeed about everything in the world. He′s the victim of a critical age; he has ceased to believe in himself and he doesn′t know what to believe in. When I attempt to tell him (because if I were he I know very well what I should believe in) he calls me a p ampered bigot. I believe he seriously thinks me an awful Philistine; he says I don′t understand my time. I understand it certainly better than he, who can neither abolish himself as a nuisance nor maintain himself as an institution." -Tal vez, aunque, en conjunto, no lo creo. Y ¿hay algo más digno de lástima que la conciencia del propio abuso, implantado por manos ajenas y hondamente arraigado, y el sufrimiento a causa de la injusticia que su existencia entraña? En su lugar, yo me mostraría más solemne que una estatua de Buda. La posición que él ocupa es cosa que exci ta grandemente mi imaginación. Debería suponer grandes responsabilidades, oportunidades magníficas, consideraciones eminentes, cuantiosa riqueza, poder considerable y una participación natural en la dirección de los asuntos de un gran país. Pero la verdad es que el pobre se ha hecho un lío consigo mismo, su situación social, su influencia y, en una palabra, con todo lo habido y por haber. Es una víctima de esta época crítica en que vivimos. Ha dejado de creer en sí mismo, y ya no sabe en qué creer. A veces, cuando intento decírselo (pues no te quepa la menor duda de que, si yo fuera él, sabría perfectamente en lo que debería creer) me califica de reaccionario. Tengo la seguridad de que me toma por un auténtico filisteo. Afirma que no comprendo la época en que me ha tocado vivir; pero te aseguro que la comprendo bastante m ejor que él, que, para su desgracia, no puede ni exterminarse como peligro público ni mantenerse como institución.
"He doesn′t look very wretched," Isabel observed. -Pues no parece tan dejado de la mano de Dios, tan pobre diablo -observó Isabel.
"Possibly not; though, being a man of a good deal of charming taste, I think he often has uncomfortable hours. But what is it to say of a being of his opportunities that he′s not miserable? Besides, I believe he is." -Acaso no, a pesar de que, siendo como es un hombre de mucho y buen gusto, debe de pasar horas nada placenteras. Pero, en cuanto a sus oportunidades se refiere, ¿no te parece que merece compasión? Para mí, no hay la menor duda de que la merece.
"I don′t," said Isabel. -No creo -dijo Isabel.
"Well," her cousin rejoined, "if he isn′t he ought to be!" -Bueno, primita; pues, si no la merece, debería merecerla -replicó Ralph.
In the afternoon she spent an hour with her uncle on the lawn, where the old man sat, as usual, with his shawl over his legs and his large cup of diluted tea in his hands. In the course of conversation he asked h er what she thought of their late visitor. Por la tarde, Isabel pasó una hora entera con su tío en el césped, donde el anciano permaneció sentado como de costumbre con una manta sobre las piernas y un gran tazón de té en la ma no. Durante la conversación, él le preguntó qué le había parecido el visitante.
Isabel was prompt. "I think he′s charming." -Me parece encantador -contestó Isabel con gran entusiasmo.
"He′s a nice person," said Mr. Touchett, "but I don′t recommend you to fall in love with him." -Es una persona muy agradable –dijo el señor Touchett-; pero te aconsejo que no te enamores de él.
"I shall not do it then; I shall never fall in love but on your recommendation. Moreover," Isabel added, "my cousin gives me rather a sad account of Lord Warburton." -Pues, entonces, no lo haré. No llegaré a enamorarme sino de quien usted me aconseje. Por lo demás -añadió-, mi primo me ha hecho una descripción poco alentadora de lord Warburton.
"Oh, indeed? I don′t know what there may be to say, but you must remember that Ralph MUST talk." -¿De veras? Ignoro lo que puede haberte dicho, pero ya sabes, y no debes olvidarlo, que Ralph es incapaz de permanecer callado.
"He thinks your friend′s too subversive --or not subversive enough! I don′t quite understand which," said Isabel. -El piensa que su amigo es demasiado subversivo..., o tal vez no lo suficiente. La verdad, no acabo de entenderlo muy bien.
The old man shook his head slowly, smiled and put down his cup. "I don′t know which either. He goes very far, but it′s quite possible he doesn′t go far enough. He seems to want to do away with a good many things, but he seems to want to remain himself. I suppos e that′s natural, but it′s rather inconsistent." El anciano mene ó lentamente su cana cabeza, sonrió con suavidad y dejó el tazón en la mesita. -No sé qué decirte. Parece que va demasiado lejos, pero es muy posible que se quede corto. Me imagino que eso es algo natural, pero no por ello es menos inconsistente. Se diría que quiere desembarazarse de muchas cosas y, al mismo tiempo, que desea seguir siendo él mismo.
"Oh, I hope he′ll remain himself," said Isabel. "If he were to be done away with his friends would miss him sadly." Isabel no pudo contenerse. -¡Ojalá siga siendo él mismo! -exclamó-. Confieso que, si decidiera prescindir de sus amigos, le echaría mucho de menos.
"Well," said the old man, "I guess he′ll stay and amuse his friends. I should certainly miss him very much here at Gardencourt. He always amuses me when he comes over, and I think he amuses himself as well. There′s a considerable number like him, round in society; they′re very fashionable just now. I don′t know what they′re trying to do --whether they′re trying to get up a revolution. I hope at any rate they′ll put it off till after I′m gone. You see they want to disestablish everything; but I′m a pretty big landowner here, and I don′t want to be disestablished. I wouldn′t have come over if I had thought they were going to behave like that," Mr. Touchett went on with expanding hilarity. "I came over because I thought England was a safe count ry. I call it a regular fraud if they are going to introduce any considerable changes; there′ll be a large number disappointed in that case." -Bueno, no te preocupes tanto -contestó el anciano-. Para mí, que se quedará donde está y entretendrá a sus amigos. Yo le extrañaría de veras aquí, en esta soledad de Gardencourt. A mí me entretiene mucho cuando le da por venir, y me parece que él también se entretiene. Ahora hay muchos como él pululando en la alta sociedad; es lo que se lleva. Por mi parte, ignoro lo que pretenden llevar a cabo... Tal vez tratan de hacer una revolución. De todas formas, espero que no sea antes de que yo me vaya. Por lo visto, quieren trastocarlo todo, pero yo, que soy un terrateniente de bastante importancia en el país, no tengo el menor deseo le que me trastoquen. Si hubiera sabido que iban a proceder de tal manera, no me habría aventurado a venir... -prosiguió el señor Touchett con gran hilaridad-. Si, aquí, fue porque creí que Inglaterra era un país seguro. Para mí constituye un verdadero fraude eso de querer implantar cambios de semejante importancia. rengo la seguridad de que, si lo hacen, decepcionarán a mucha gente.
"Oh, I do hope they′ll make a revolution!" Isabel exclaimed. "I should delight in seeing a revolution." -¡Ojalá hiciesen una revolución! ¡Me enca ntaría verla! -exclamó, en cambio, Isabel.
"Let me see," said her uncle, with a humorous intention; "I forget whether you′re on the side of the old or on the side of the new. I′ve heard you take such opposite views." -Bueno, vamos a ver -dijo su tío en un tono en el que parecía haber no poco buen humor-. Ya no me acuerdo de qué lado estás, si de lo antiguo o de lo moderno. Según he oído, tus puntos de vista son bastante contradictorios.
"I′m on the side of both. I guess I′m a little on the side of everything. In a revolution --after it was well begun --I think I should be a high, proud loyalist. One sympathizes more with them, and they′ve a chance to behave so exquisitely. I mean so picturesquely." -Estoy con las dos partes. Me parece que estoy un poco de parte de unos y un poco de parte de otros. En una revolución..., una vez que la cosa fuera en serio..., creo que sería una orgullosa y empedernida partidaria de ella. Una acaba por simpatizar enormemente con los revolucionarios, que tienen ocasión de portarse exquisitamente, quiero decir, de actuar pintorescamente.
"I don′t know that I understand what you mean by behaving picturesquely, but it seems to me that you do that always, my dear." -La verdad, no sé qué quieres decir con eso de obrar pintorescamente; lo que me parece es que tú actúas siempre de tal manera, querida sob rinita.
"Oh, you lovely man, if I could believe that!" the girl interrupted. -¡Oh, mi encantador tío! ¡No haga que me lo crea! -le interrumpió Isabel.
"I′m afraid, after all, you won′t have the pleasure of going gracefully to the guillotine here just now," Mr. Touchett went on. "If you want to see a big outbreak you must pay us a long visit. You see, when you come to the point it wouldn′t suit them to be taken at their word." -De todos modos, me imagino que no tendrás ningunas ganas de que te lleven aquí por nada a la guillotina, y menos ahora... Si quieres presenciar un gran movimiento subversivo -prosiguió el señor Touchett-, tendrás que quedarte aquí mucho tiempo. Te aseguro una cosa: cuando llega la hora y se les ponen las cartas sobre la mesa, no les conviene que se les tome la palabra.
"Of whom are you speaking?" -¿A quiénes se refiere usted, tío?
"Well, I mean Lord Warburton and his friends --the radicals of the upper class. Of course I only know the way it strikes me. They talk about the changes, but I don′t think they quite realise. You and I, you know, we know what it is to have lived under democratic institutions: I always thought them very comfortable, but I was used to them from the first. And then I ain′t a lord; you′re a lady, my dear, but I ain′t a lord. Now over here I don′t think it quite comes home to them. It′s a matter of ever y day and every hour, and I don′t think many of them would find it as pleasant as what they′ve got. Of course if they want to try, it′s their own business; but I expect they won′t try very hard." -¿A quiénes ha de ser? A lord Warburton y sus amigos..., los radicales de la alta sociedad. Por lo demás, yo no sé más que una cosa, y es cómo me afecta a mí personalmente. Hablan de cambios y más cambios, pero no creo que lleguen a realizarlos. Tanto tú como yo sabemos lo que significa haber vivido bajo la orden de instituciones democráticas. Por mi parte, yo las consideré siempre muy cómodas, pero porque estaba acostumbrado a ellas desde siempre y, sobre todo, porque no soy un lord. Ahora bien, aquí es otra cosa. Se trata de algo que hay que realizar cada día y a cada instante, y no creo que muchos de ellos consideren eso tan agradable como lo que hasta ahora han tenido. Si quieren probar, allá ellos; pero dudo que pongan un enorme interés en ello.
"Don′t you think they′re sincere?" Isabel asked. -Entonces, ¿no los cree sinceros? -preguntó Isabel.
"Well, they want to FEEL earnest," Mr. Touchett allowed; "but it seems as if they took it out in theories mostly. Their radical views are a kind of amusement; they′ve got to have some amusement, and they might have coarser tastes than that. You see they′re very luxurious, and these progressive ideas are about their biggest luxury. They make them feel moral and yet don′t damage their position. They think a great deal of their position; don′t let one of them ever persuade you he doesn′t, for if you were to proceed on that basis you′d be pulled up very short." -Verás, lo cierto es que quieren sentirse serios -no tuvo inconveniente en admitir el señor Touchett-, pero es como si, en su inmensa mayoría, se atuvieran a la teoría solamente. Sus puntos de vista radicales son una especie de diversión. Han sentido la necesidad de divertirse con algo y por suerte no se les ha ocurrido ser más vulgares. Están acostumbrados a vivir con gran lujo, y esas ideas progresistas constituyen el mayor de sus lujos. Además, presentan la ventaja de hacerles sentirse morales sin perjudicarles en su posición, en la que piensan enormemente. No permitas que ninguno de ellos te convenza de lo contrario, pues si lo lograra y procedieses en consecuencia, no tardaría en pararte los pies en el acto.
Isabel followed her uncle′s argument, which he unfolded wi th his quaint distinctness, most attentively, and though she was unacquainted with the British aristocracy she found it in harmony with her general impressions of human nature. But she felt moved to put in a protest on Lord Warburton′s behalf. "I don′t believe Lord Warburton′s a humbug; I don′t care what the others are. I should like to see Lord Warburton put to the test." Isabel siguió atentamente la argumentación que su tío iba desarrollando con su habitual clarividencia y, aunque no conocía a fondo a la aristocracia inglesa, vio que armonizaba con su idea general de la naturaleza humana. Sin embargo, no pudo por menos de expresar una protesta en apoyo de lord Warburton. -Yo no creo que lord Warburton sea un charlatán. Lo s demás me importan un comino, pero a lord Warburton me gustaría verlo puesto a prueba.
"Heaven deliver me from my friends!" Mr. Touchett answered. "Lord Warburton′s a very amiable young man --a very fine young man. He has a hundred thousand a year. He owns fifty thousand acres of the soil of this little island and ever so many other things besides. He has half a dozen houses to live in. He has a seat in Parliament as I have one at my own dinner-table. He has elegant tastes --cares for literature, for art, for science, for charming young ladies. The most elegant is his taste for the new views. It affords him a great deal of pleasure --more perhaps than any thing else, except the young ladies. His old house over there --what does he call it, Lockleigh? --is very attractive; but I don′t think it′s as pleasant as this. That doesn′t matter, however --he has so many others. His views don′t hurt any one as far as I can see; they certainly don′t hurt himself. And if there were to be a revolution he would come off very easily. They wouldn′t touch him, they′d leave him as he is: he′s too much liked." -¡Dios nos libre de los amigos! -exclamó el señor Touchett-. Lord Warburton es, sin duda, persona amabilísima..., un joven por todos conceptos admirable. Disfruta de una renta anual de cien mil libras. Posee cincuenta mil acres de tierra en esta diminuta isla y, además, muchos otros bienes, amén de una docena de casas donde poder vivir. Ocupa un escaño en el Parlamento con el mismo derecho que yo ocupo un asiento en mí comedor. Sus f gustos son elegantes; se interesa por la literatura, el arte, la ciencia y las mujeres bonitas. Pero, de todos, el más elegante es el que siente por las nuevas teorías e inquietudes, además de ser el que mayores placeres le proporciona, seguramente más que ninguna otras cosa..., con excepción de las muchacha s hermosas. Su casa, Lockleigh creo que la llama, es muy bonita, aunque no la considero tan agradable como ésta. Pero eso es lo de menos, ya que tiene muchas otras. Por cuanto he podido observar, sus teorías no han causado aún perjuicio a nadie y, por supuesto, menos que a nadie, a él mismo. Y es seguro que, si llegara el caso de una revolución, sabría salir con bien de ella. Nadie se metería con él; le dejarían tranquilo, pues todo el mundo lo quiere mucho.
"Ah, he couldn′t be a martyr even if he wished!" Isabel sighed. "That′s a very poor position." Isabel le interrumpió con vehemencia: -De modo que, ni aun queriéndolo, sería un mártir. Pues, verdaderamente, es una situación muy poco halagüeña.
"He′ll never be a martyr unless you make him one," said the old man. -Seguro que no será nunca mártir..., a menos que tú lo conviertas en uno de ellos -dijo el anciano.
Isabel shook her head; there might have been something laughable in the fact that she did it with a touch of melancholy. "I shall never make any one a martyr." Isabel movió l entamente la cabeza y pronunció una frase que habría movido a risa de no ser porque la dijo con un suave acento de melancolía: -Yo no convertiré jamás en mártir a nadie.
"You′ll never be one, I hope." -Y yo confío en que tú tampoco lo seas.
"I hope not. But you don′t pity Lord Warburton then as Ralph does? -Así lo espero. Bueno, de todos modos -añadió-, usted no compadece a lord Warburton, como hace Ralph, ¿verdad?
Her uncle looked at her a while with genial acuteness. "Yes, I do, after all!" Su tío la miró con penetrante y clarividente mirada durante unos instantes. -Para ser sincero -dijo al fin-, en el fondo sí le compadezco.  






CHAPTER 9

9

The two Misses Molyneux, this nobleman′s sisters, came presently to call upon her, and Isabel took a fancy to the young ladies, who appeared to her to show a most original stamp. It is true that when she described them to her cousin by that term he declared that no epithet could be less applicable than this to the two Misses Molyneux, since there were fifty thousand young women in England who exactly resembled them. Deprived of this advantage, however, Isabel′s visitors retained that of an extreme sweetness and shyness of demeanour, and of having, as she thought, eyes like the balanced basins, the circles of "ornamental water," set, in parterres, among the geraniums. Las dos señoritas Molyneux, hermanas del aristócrata, fueron a visitarla, e Isabel quedó prendada de aquellas dos jóvenes que con su presencia le brindaban una estampa de lo más original. Bien es verdad que, cuando ella se las describió a su primo aplicándoles tal epíteto, Ralph declaró que, de todos los calificativos, aquél era el que menos les cuadraba, ya que había en Inglaterra por lo menos cincuenta mil jóvenes idénticas a las señoritas Molyneux. Sin embargo, aun desposeídas de tal cualidad, las visitantes de Isabel conservaban la de su exquisita amabilidad, una suave timidez en sus modales y unos ojos que a ella se le antojaron dos plácidos y redondos estanques dispuestos sabiamente en un jardín entre macizos de geranios.
"They′re not morbid, at any rate, whatever they are," our heroine said to herself; and she deemed this a great charm, for two or three of the friends of her girlhood had been regrettably open to th e charge (they would have been so nice without it), to say nothing of Isabel′s having occasionally suspected it as a tendency of her own. The Misses Molyneux were not in their first youth, but they had bright, fresh complexions and something of the smile of childhood. Yes, their eyes, which Isabel admired, were round, quiet and contented, and their figures, also of a generous roundness, were encased in sealskin jackets. Their friendliness was great, so great that they were almost embarrassed to show it; they seemed somewhat afraid of the young lady from the other side of the world and rather looked than spoke their good wishes. But they made it clear to her that they hoped she would come to luncheon at Lockleigh, where they lived with their brother, and then they might see her very, very often. They wondered if she wouldn′t come over some day and sleep: they were expecting some people on the twenty-ninth, so perhaps she would come while the people were there. «Sean lo que sean, no tienen nada de morboso», se dijo nuestra heroína. Y, al decírselo, consideró que tal cualidad era un gran encanto en aquellas muchachas, pues recordaba a dos o tres de sus amigas de infancia a quienes podía hacerse semejante reproche (tan simpáticas com o habrían sido de no ser por eso), por no mencionar que en ocasiones había intuido tal tendencia en su propia persona. Aunque las señoritas Molyneux no estaban ya en su primera juventud, conservaban todavía una tersura de cutis, una brillantez de mirada y una encantadora sonrisa propias de la infancia. Sus ojos, que tanto admiraba Isabel, eran redondos, tranquilos y apacibles, y una chaquetilla de piel de foca ceñía su busto, también generosamente redondo. Su amabilidad era tanta que casi les ruborizaba mostrarla, pareciendo intimidadas por aquella joven de allende los mares, a la que diríase manifestaban su cordialidad más con  miradas que con palabras. Ello nos les impidió rogarle claramente, y sin dejar lugar a dudas, que fuese a almorzar con ellas a Lockleigh, donde vivían con su hermano, esperando en lo sucesivo poder verla con frecuencia, incluso muy a menudo. Mucho les agrada ría que alguna vez se quedara a dormir allí. Para final de mes, el día veintinueve, esperaban invitados; tal vez también ella podría ir mientras estuvieran allí aquellas personas.
"I′m afraid it isn′t any one very remarkable," said the elder sister; "but I dare say you′ll take us as you find us." La mayor, como para disculparse por anticipado, dijo: -Mucho me temo que no haya entre ellos nadie notable, pero me inclino a creer que usted nos aceptará tal como somos.
"I shall find you delightful; I think you′re enchanting just as you are," replied Isabel, who often praised profusely. -Los encontraré deliciosos; por lo pronto, creo que son ustedes un verdadero encanto -contestó Isabel, que a veces era excesiva en el elogio.
Her visitors flushed, and her cousin told her, after they were gone, that if she said such things to those poor girls they would think she was in some wild, free manner practising on them: he was sure it was the first time they had been called enchanting. Las dos hermanas se ruborizaron visiblemente. Una vez se hubieron marchado, su primo le insinuó que, si les decía tales cosas, aquellas pobres muchachas pensarían que se burlaba de ellas de manera desconsiderada y ruda, pues tenía la seguridad de que era la primera vez que las habían llamado encantadoras.
"I can′t help it," Isabel answered. "I think it′s lovely to be so quiet and reasonable and satisfied. I should like to be like that." -Pero Isabel contestó con franqueza: No lo puedo remediar. Me parece admirable tener esta serenidad, ser tan razonable y sentirse tan satisfecho. Yo quisiera ser así.
"Heaven forbid!" cried Ralph with ardour. -¡No lo permita Dios! -exclamó con vehemencia Ralph.
"I mean to try and imitate them," said Isabel. "I want very much to see them at home." -Quiero decir, tratar de imitarlas -dijo Isabel-. Me encantará verlas en su casa.
She had thi s pleasure a few days later, when, with Ralph and his mother, she drove over to Lockleigh. She found the Misses Molyneux sitting in a vast drawing-room (she perceived afterwards it was one of several) in a wilderness of faded chintz; they were dressed on this occasion in black velveteen. Isabel liked them even better at home than she had done at Gardencourt, and was more than ever struck with the fact that they were not morbid. It had seemed to her before that if they had a fault it was a want of play of mind; but she presently saw they were capable of deep emotion. Before luncheon she was alone with them for some time, on one side of the room, while Lord Warburton, at a distance, talked to Mrs. Touchett. Algunos días después experimentó tal placer, cuando, acompañada de su tía y de Ralph, fue en coche a Lockleigh. Al llegar, halló a las señoritas Molyneux sentadas en un espacioso salón (uno de los muchos de la casa, como luego pudo ver), en medio de una espesura de cretonas de color evanescente y vestidas ellas de negro velludillo. En su casa le parecieron todavía más agradables que en la mansión de su tío, y le l lamó aún más la atención que no tuvieran nada de morbosas. A primera vista se le antojó que, si de algo pecaban, era de falta de agilidad mental, pero ahora se daba perfecta cuenta de que eran muy capaces de experimentar emociones profundas. Antes del almuerzo tuvo ocasión de quedarse a solas con ellas en uno de los ángulos del salón, mientras que en el otro y a bastante distancia, lord Warburton conversaba con la señora Touchett.
"Is it true your brother′s such a great radical?" Isabel asked. She knew it was true, but we have seen that her interest in human nature was keen, and she had a desire to draw the Misses Molyneux out. Isabel, entrando ya en confianza, preguntó: -¿Es cierto que su hermano es tan radical? De sobra sabía ella que era cierto, mas, como ya hemos visto, sentía un sincero interés por la personalidad humana y ello la impulsaba a cerciorarse del todo a través de las señoritas Molyneux.
"Oh dear, yes; he′s immensely advanced," said Mildred, the younger sister. Mildred, la menor de las hermanas, respondió: -¡Oh, ya lo c reo! Tiene unas ideas terriblemente avanzadas.
"At the same time Warburton′s very reasonable," Miss Molyneux observed. -Pero, al mismo tiempo, es muy razonable -añadió la otra.
Isabel watched him a moment at the other side of the room; he was clearly trying hard to make himself agreeable to Mrs. Touchett. Ralph had met the frank advances of one of the dogs before the fire that the temperature of an English August, in the ancient expanses, had not made an impertinence. "Do you suppose your brother′s sincere?" Isabel enquired with a smile. Isabel le observó un momento al otro lado del salón, y vio que hacía ostensiblemente cuanto podía por resultar agradable a la señora Touchett. Por su parte, Ralph había entablado amistad con uno de los perros delante de la chimenea que, en un mes de agosto netamente británico, no estaba de más en las viejas moradas. -¿Cree usted que su hermano es sincero? -preguntó Isabel sonriente.
"Oh, he must be, you know!" Mildred exclaimed quickly, while the elder sister gazed at our heroine in silence. -¡Claro! ¿Por qué no iba a serlo? -contestó Mildred con vehemencia mientras la hermana mayor contemplaba silenciosa a nuestra heroína.
"Do you think he would stand the test?" -¿Cree que podrá superar la prueba?
"The test?" -¿La prueba?
"I mean for instance having to give up all this." -Me refiero a si, por ejemplo, tuviera que desprenderse de todo esto...
"Having to give up Lockleigh?" said Miss Molyneux, finding her voice. "Yes, and the other places; what are they called?" -¡Desprenderse de Lockleigh! -exclamó la señorita Molyneux, recobrando al fin el habla.   -Naturalmente, y también de esos otros sitios..., ¿cómo los llaman?
The two sisters exchanged an almost frightened glance. "Do you mean --do you mean on account of the expense?" the younger one asked. Las dos hermanas se miraron con ojos de pavor. -¿Quiere usted decir..., quiere usted decir a causa de los gastos?-preguntó la pequeña.
"I dare say he might let one or two of his houses," said the other. -Tal vez podría deshacerse de una o dos de sus casas -dijo la otra.
"Let them for nothing?" Isabel demanded. -¿Desprenderse de ellas por nada? -inquirió Isabel.
"I can′t fancy his giving up his property," said Miss Molyneux. -No puedo imaginar que quiera deshacerse de sus propiedades-dijo la señorita Molyneux.
"Ah, I′m afraid he is an impostor!" Isabel returned. "Don′t you think it′s a false position?" -Me temo que sea un impostor. ¿No les parece que ésa es una posición falsa?
Her companions, evidently, had lost themselves. "My brother′s position?" Miss Molyneux enquired. Sus compañeras de conversación se quedaron completamente desconcertadas. Una de ellas preguntó: -¿La posición de mi hermano?
"It′s thought a very good position," said the younger sister. "It′s the first position in this part of the country." -Todo el mundo sabe que es una posición muy sólida -dijo seguridad la menor-, la primera en esta región del condado.
"I dare say you think me very irreverent," Isabel took occasion to remark. "I s uppose you revere your brother and are rather afraid of him." Isabel aprovechó la oportunidad para disculparse: -Se me ocurre que tal vez me están ustedes tomando por una gran irrespetuosa. Supongo que respetan mucho a su hermano y casi le temen..
"Of course one looks up to one′s brother," said Miss Molyneux simply. -Es natural que una admire a su hermano -dijo la señorita Molyneux con toda sencillez.
"If you do that he must be very good --because you, evidently, are beautifully good." -Pues si ustedes lo hacen es que debe de ser muy bueno..., porque ustedes son verdaderamente muy buenas.
"He′s most kind. It will never be known, the good he does." -Es sumamente generoso. Nadie sabe cuánto bien hace.
"His ability is known," Mildred added; "every one thinks it′s immense." -Y su ta lento -se complació en añadir Mildred-, es por demás conocido. Todo el mundo dice que es inmenso.
"Oh, I can see that," said Isabel. "But if I were he I should wish to fight to the death: I mean for the heritage of the past. I should hold it tight." -Eso a la vista está -declaró Isabel-. Pero, si yo fuera él, lucharía con toda mi alma hasta la muerte; es decir, lucharía por la herencia del pasado, me aferraría a él con todas mis fuerzas.
"I think one ought to be liberal," Mildred argued gently. "We′ve always been so, even from the earliest times." -Yo creo que se debe ser liberal -replicó Mildred amablemente-. Nosotros lo hemos sido siempre, desde los tiempos más remotos.
"Ah well," said Isabel, "you′ve made a great success of it; I don′t wonder you like it. I see you′re very fond of crewels." -Evidentemente, veo que han logrado un gran éxito con ello -dijo Isabel-. Así, no es de extrañar que les guste serlo.
When Lord War burton showed her the house, after luncheon, it seemed to her a matter of course that it should be a noble picture. Within, it had been a good deal modernized --some of its best points had lost their purity; but as they saw it from the gardens, a stout grey pile, of the softest, deepest, most weather-fretted hue, rising from a broad, still moat, it affected the young visitor as a castle in a legend. The day was cool and rather lustreless; the first note of autumn had been struck, and the watery sunshine rested on the walls in blurred and desultory gleams, washing them, as it were, in places tenderly chosen, where the ache of antiquity was keenest. Her host′s brother, the Vicar, had come to luncheon, and Isabel had had five minutes′ talk with him --time enough to institute a search for a rich ecclesiasticism and give it up as vain. The marks of the Vicar of Lockleigh were a big, athletic figure, a candid, natural countenance, a capacious appetite and a tendency to indisc riminate laughter. Isabel learned afterwards from her cousin that before taking orders he had been a mighty wrestler and that he was still, on occasion --in the privacy of the family circle as it were --quite capable of flooring his man. Isabel liked him --she was in the mood for liking everything; but her imagination was a good deal taxed to think of him as a source of spiritual aid. The whole party, on leaving lunch, went to walk in the grounds; but Lord Warburton exercised some ingenuity in engaging his least familiar guest in a stroll apart from the others. Después del almuerzo, cuando lord Warburton le hizo los honores de la casa mostrándosela toda, a ella le pareció lo más natural del mundo que fuese como un hermoso cuadro. El interior h abía sido modernizado hasta el extremo de que algunas de sus partes habían perdido su prístina pureza. Sin embargo, al contemplarla desde fuera, desde los amplios jardines -enorme masa gris, de un matiz suave y profundo patinado por el tiempo y el clima, emergiendo del seno de un ancho y tranquilo foso-, apareció a los ojos de la joven visitante como un verdadero castillo legendario. El día era algo frío y sin brillo. Parecían haber sonado ya las primeras notas anunciadoras del otoño, y los rayos del sol ponían aquí y allá sus húmedos y borrosos resplandores sobre los recios muros, en los sitios donde se diría que más se hacía sentir el paso de los años. El hermano de lord Warburton, el vicario, había asistido también al almuerzo, e Isabel tuvo ocasión de charlar con él durante cinco minutos..., el tiempo sufici ente para lanzarse en busca de un arraigado espíritu sacerdotal y abandonar el intento por inútil. Las características del vicario de Lockleigh eran un cuerpo robusto, atlético, un rostro cándido y sencillo, un copioso apetito y una acentuada proclividad a reír de todo y por todo con igual entusiasmo. Isabel se enteró después por su primo Ralph de que el vicario, antes de recibir las sagradas órdenes, había sido un gran pugilista y que cuando se presentaba la ocasión -en la intimidad de la familia, por supuesto- seguía siendo tan capaz como antes de dejar tendido en el suelo al contrincante más pintado. A Isabel le gustó -por lo visto estaba predispuesta a que le gustaran todos y todo-, pero a su imaginación se le hacía harto difícil comprender que aquel hombre pudiese prestar auxilio espiritual de ninguna clase. Después del almu erzo salieron todos a dar un paseo por los alrededores de la casa, pero lord Warburton se las arregló para llevarse sola a su invitada lejos de los otros.
"I wish you to see the place properly, seriously," he said. "You can′t do so if your attention is distracted by irrelevant gossip." His own conversation (though he told Isabel a good deal about the house, which had a very curious history) was not purely archaeological; he reverted at intervals to matters more personal --matters personal to the young lady as well as to himself. But at last, after a pause of some duration, returning for a moment to their ostensible theme, "Ah, well," he said, "I′m very glad indeed you like the old barrack. I wish you could see more of it --that you could stay here a while. My sisters have taken an immense fancy to you --if that would be any inducement." -Quiero mostrarle todo esto como es debido -dijo-. No podría apreciarlo bien si tuviese que prestar atención a los chismes sin importancia de los demás. La conversación de lord Warburton (durante la cual se explayó en contar a Isabel la historia completa de la casa, muy curiosa por cierto) no fue lo que se dice exclusivamente arqueológica, sino que a veces se internaba en lo personal..., personal tanto para ella como para él. Así pues, tras una pausa bastante larga, volviendo un instante al tema que les ocupaba, el lord dijo: -¡Ah! No sabe cuánto me alegra que le guste a usted esta vieja choza. Me encantaría que pudiese verla más a sus anchas, que se quedase algún tiempo. Mis her manas están entusiasmadas con usted..., y eso podría inducirla a aceptar...
"There′s no want of inducements," Isabel answered; "but I′m afraid I can′t make engagements. I′m quite in my aunt′s hands." -No es preciso que se me induzca -contestó Isabel amablemente-, pero me parece que no puedo aceptar compromisos. Estoy por completo a merced de mi tía.
"Ah, pardon me if I say I don′t exactly believe that. I′m pretty sure you can do whatever you want." -Usted me perdonará si le digo que no lo creo en absoluto. Estoy convencido de que puede hacer lo que le plazca.
"I′m sorry if I make that impression on you; I don′t think it′s a nice impression to make." -Sentiría mucho haberle producido tal impresión, pues... no es una impresión muy grata.
"It has the merit of permitting me to hope." And Lord Warburton paused a moment. -En este caso, tiene cuando menos el mérito de permitirme abrigar alguna esperanza -dijo lord Warburton, y se detuvo un instante.
"To hope what?" -¿Esperanza de qué?
"That in future I may see you often. " -De que, en lo sucesivo, podré verla con más frecuencia.
"Ah," said Isabel, "to enjoy that pleasure I needn′t be so terribly emancipated." E Isabel contestó, sonriendo: -¡′c1Ah!, para tener ese placer no es preciso que esté tan terriblemente emancipada.
"Doubtless not; and yet, at the same time, I don′t think your uncle likes me." -Sin duda, pero es que me da la impresión de que no soy santo de la devoción de su tío.
"You′re very much mistaken. I′ve heard him speak very highly of you." -En eso se equivoca. Le he oído hablar de usted con el mayor encomio.
"I′m glad you have talked about me," said Lord Warburton. "But, I nevertheless don′t think he′d like me to keep coming to Gardencourt." Lord Warburton, visiblemente satisfecho, replicó: -Me halaga que hayan hablado ustedes de mí. Pero, de todas formas, no creo que le agrade mucho que menudee mis visitas a Gardencourt.
"I can′t answer for my uncle′s tastes," the girl rejoined, "though I ought as far as possible to take them into account. But for myself I shall be very glad to see you." -No puedo responder de los gustos de mi tío -replicó la muchacha-. Sin embargo, es mi deber tenerlos en cuenta lo más posible. Yo, por mi parte, tendría un gran placer en verle a usted.
"Now that′s what I like to hear you say. I′m charmed when you say that." -Eso es precisamente lo que yo quería oír. No sabe cómo me complace que lo haya dicho.
"You′re easily charmed, my lord," said Isabel. -Parece usted muy proclive a sentirse complacido, milord.
"No, I′m not easily charmed!" And then he stopped a moment. "But you′ve charmed me, Miss Archer." -No lo crea -replicó él-, no tan fácilmente. -Se detuvo un segundo y prosiguió-: Pero la verdad es que usted sí me ha encantado, señorita Archer.
These words were uttered with an indefinable sound which startled the girl; it struck her as the prelude to something grave: she had heard the sound before and she recognised it. She had no wish, however, that for the moment such a prelude should have a sequel, and she said as gaily as possible and as quickly as an appreciable degree of agitation would allow her: "I′m afraid there′s no prospect of my being able to come here again." Aquellas palabras fueron pronunciadas con una gravedad que sobresaltó un tanto a Isabel, pues le parecieron el preludio de algo más importante; había oído aquel tono en otra ocasión y lo reconoció. No obstante, en aquel momento no sentía el menor deseo de que semejante preludio tuviera consecuencias, lo cual la indujo a decir con toda la alegría y rapidez que su interior agitación le permitió: -Mucho me temo que no me va a ser posible volver aquí.
"Never?" said Lord Warburton. -¿Nunca? -preguntó lord Warburton.
"I won′t say ′never′; I should feel very melodramatic." -Nunca, sería m ucho decir... y sonaría demasiado melodramático.
"May I come and see you then some day next week?" -Entonces, ¿podré yo ir a verla cualquier día de la semana próxima?
"Most assuredly. What is there to prevent it?" -Indudablemente. ¿Qué podría impedirlo?
"Nothing tangible. But with you I never feel safe. I′ve a sort of sense that you′re always summing people up." -Nada verdaderamente palpable, pero con usted no estoy nunca seguro. Me da la impresión de que juzga constantemente a los demás.
"You don′t of necessity lose by that." r -Eso no significaría que usted hubiera de salir perdiendo con ello.
"It′s very kind of you to say so; but, even if I gain, stern justice is not what I most love. Is Mrs. Touchett going to take you abroad?" -Le agradezco mucho su deferencia, pero aunque saliera ganando, no es precisamente la justicia a secas lo que yo prefiero. ¿Tiene la señora Touchett el propósito de llevársela a usted al extranjero?
"I hope so." -Así lo espero.
"Is England not good enough for you?" -¿Acaso Inglaterra no es digna de usted?
"That′s a very Machiavellian speech; it doesn′t deserve an answer. I want to see as many countries as I can." -S us palabras son demasiado maquiavélicas y no merecen contestación. Mi deseo es conocer el mayor número posible de países.
"Then you′ll go on judging, I suppose." -Entonces, supongo que irá juzgándolos.
"Enjoying, I hope, too." -Y disfrutándolos también. Al menos, lo espero.
"Yes, that′s what you enjoy most; I can′t make out what you′re up to," said Lord Warburton. "You strike me as having mysterious purposes --vast designs." -Sí, así es como más disfruta usted-dijo lord Warburton-. No sabría decir cuál es su objetivo. Usted se me antoja como alguien que abriga propósitos misteriosos, grandes designios.
"You′re so good as to have a theory about me which I don′t at all fill out. Is there anything mysterious in a purpose entertained and executed every year, in the most public manner, by fifty thousand of my fellow-countrymen --the purpose of improving one′s mind by foreign travel?" -Es usted demasiado amable teniendo de mí una idea que no está a mi altura. ¿Qué misterio puede haber en un propósito llevado a cabo todos los años por cincuenta mil compatriotas míos, y que consiste en tratar de enriquecer el propio espíritu con lo que se aprende viajando por el extranjero? ar
"You can′t improve your mind, Miss Archer," her companion declared. "It′s already a most formidable instrument. It looks down on us all; it despises us." -Señorita Archer -respondió su interlocutor-, usted no puede enriquecer más su espíritu. Es ya un instrumento formidable, que nos mira a los demás de arriba abajo y nos desprecia.
"Despises you? You′re making fun of me," said Isabel seriously. -¿Que les desprecia? Usted se está burlando de mí -contestó Isabel poniéndose muy seria.
"Well, you think us ′quaint′ --that′s the same thing. I won′t be thought ′quaint,′ to begin with; I′m not so in the least. I protest." -Bueno, usted nos considera «chocantes», que para el caso es lo mismo. Y, ante todo y sobre todo, yo no quiero que se me considere «chocante» porque no lo soy en absoluto. Protesto contra tal calificativo.
"That protest is one of the quaintest things I′ve ever heard," Isabel answered with a smile. -Su protesta es precisamente una de las cosas más chocantes que he oído en mi vida -declaró Isabel riendo alegremente.
Lord Warburton was briefly silent. "You judge only from the outside --you don′t care," he said presently. "You only care to amuse yourself." The note she had heard in his voice a moment before reappeared, and mixed with it now was an audible strain of bitterness --a bitterness so abrupt and inconsequent that the girl was afraid she had hurt him. She had often heard that t he English are a highly eccentric people, and she had even read in some ingenious author that they are at bottom the most romantic of races. Was Lord Warburton suddenly turning romantic --was he going to make her a scene, in his own house, only the third time they had met? She was reassured quickly enough by her sense of his great good manners, which was not impaired by the fact that he had already touched the furthest limit of good taste in expressing his admiration of a young lady who had confided in his hospitality. She was right in trusting to his good manners, for he presently went on, laughing a little and without a trace of the accent that had discomposed her: "I don′t mean of course that you amuse yourself with trifles. You select great materials; the foibles, the afflictions of human nature, the peculiarities of nations!" Lord Warburton se quedó callado un instante y al fin dijo: -Usted juzga sólo por lo externo y no le import a nada de nada. Lo único que le interesa es divertirse. A Isabel le pareció detectar el mismo tono de antes, si bien ahora con una cierta amargura..., una amargura tan súbita e inconsecuente que la muchacha creyó que le había ofendido. Ella había oído siempre decir que los ingleses son gente excéntrica, e incluso recordaba haber leído en algún autor de gran ingenio que en el fondo son la raza más romántica que existe. Se preguntó si lord Warburton se estaría poniendo romántico y trataba de hacerle una escena de amor en su propia casa la tercera vez que la veía. Sin embargo, la tranquilizó pensar en su exquisita urbanidad, que no había sufrido menoscabo alguno por el hecho de haber rebasado él los límites del buen gusto al manifestar su admiración a una joven confiada a su hospitalidad. Tenía ella perfecta razón al confiar en la exquisita urbanidad del lord, porque él rompió a reír amablemente sin que en su voz quedase rastro de lo que había llegado a alarmarla. -Por supuesto, no he querido ni quiero decir que le diviertan las nimiedades. Usted escoge grandes materiales, como las dolencias y congojas de la naturaleza humana, o las singularidades de las naciones.
"As regards that," said Isabel, "I should find in my own nation entertainment for a lifetime. But we′ve a long drive, and my aunt will soon wish to start." She turned back toward the others and Lord Warburton walked beside her in silence. But before they reached the others, "I shall come and see you next week," he said. -Por lo que a eso se refiere -contestó Isabel-, creo que en mi propia nación encontraría más que sobrada materia de entretenimiento para años. Pero llevamos ya un gran rato andando y mi tía no tardará en querer irse. Así pues, se dirigió hacia los demás, y lord Warburton se limitó a caminar a su lado en silencio. Antes de llegar donde los otros estaban, él dijo: -Iré a verla la semana próxima.
She had received an appreciable shock, but as it died away she felt that she couldn′t pretend to herself that it was altogether a painful one. Nevertheless she made answer to his declaration, coldly enough, "Just as you please." And her coldness was not the calculation of her effect --a game she played in a much smaller degree than would have seemed probable to many critics. It came from a certain fear. Aquello le causó una honda impresión, pero, al sentirla desvanecerse, no le pareció que fuese una impresión desagradable. Sin embargo, respondió con cierta frialdad a aquella declaración. -Como guste... -se limitó a decir. Semejante frialdad no era en absoluto calculada; se prestaba a ese juego en un grado desde luego muy inferior al que creería probable la mayoría de los críticos. Era, sencillamente, que experimentaba cierto temor.    






CHAPTER 10

10

The day after her visit to Lockleigh she received a note from her friend Miss Stackpole --a note of which the envelope, exhibiting in conjunction the postmark of Liverpool and the neat calligraphy of the quick-fingered Henrietta, caused her some liveliness of emotion. "Here I am, my lovely friend," Miss Stackpole wrote; "I managed to get off at last. I decided only the night before I left New York --the _Interviewer_ having come round to my figure. I put a few things into a bag, like a veteran journalist, and came down to the steamer in a street-car. Where are you and where can we meet? I suppose you′re visiting at some castle or other and have already acquired the correct accent. Perhaps even you have married a lord; I almost hope you have, for I want some introductions to the first people and shall count on you for a few. The _Interviewer_ wants some light on the nobility. My first impressions (of the people at large) are not rose-coloured; but I wish to talk them over with you, and you know that, whatever I am, at least I′m not superficial. I′ve also something very particular to tell you. Do appoint a meeting as quickly as you can; come to London (I should like so much to visit the sights with you) or else let me come to you, WHEREVER YOU ARE. I will do so with pleasure; for you know everything interests me and I wish to see as much as possible of the inner life." Al día siguiente de su visita a Lockleigh, Isabel recibió de su amiga, la señorita Stackpole, una carta cuyo sobre, que mostraba conjuntamente el sello de Correos de Liverpool y la pulcra caligrafía de la hábil Henrietta, le produjo una viva emoción. En ella había escrito la señorita Stackpole: «Mi querida amiga. Aquí me tienes, al fin. Me las arreglé para poder venir y decidí el viaje la noche antes de abandonar Nueva York... en cuanto el Interviewer aceptó mis condiciones. En el acto me limité a meter apresuradamente unas cuantas cosas en una pequeña maleta y, a la manera de los viejos periodistas, me dirigí al barco en tranvía. ¿Cuándo y dónde podemos vernos? Me imagino que estarás de visita en algún castillo o en algún otro sitio interesante y ya habrás adquirido el acento de la tierra. Tal vez te hayas casado ya con alguno de los grandes lores del país. Casi lo espero, pues me son precisas algunas cartas de presentación para la gente de la alta sociedad y cuento contigo para que me proporciones unas cuantas. El Interviewer desea que informe sobre la aristocracia. Por lo pronto, mis impresiones de la generalidad de la gente no son de color de rosa, pero deseo cotejarlas con las tuyas, y ya sabes que peco de todo menos de superficial. Tengo, además, algo muy especial que decirte. Te ruego me des una cita lo antes posible y trates de venir a Londres, pues me gustaría visitar sus lugares más importantes en tu compañía, o si no te es posible, hazme saber dónde puedo verte, estés donde estés. Iré allá con sumo gusto, ya que todo me interesa muchísimo y quisiera ver lo más posible de la vida privada».
Isabel judged best not to show this letter to her uncle; but she acquainted him with its purport, and, as she expected, he begged her instantly to assure Miss Stackpole, in his name, that he should be delighted to receive her at Gardencourt. "Though she′s a literary lady," he said, "I suppose that, being an American, she won′t show me up, as that other one did. She has seen others like me." Le pareció a Isabel que haría mejor en no mostrar esta carta a su tío, pero le hizo saber su contenido y, como esperaba, él le pidió que escribiese a la señorita Stackpole diciéndole en su nombre que tendría mucho placer en recibirla en Gardencourt. Y añadió: -Aunque es una mujer de letras, supongo que, siendo también americana, no se le ocurrirá ponerme en la picota, como hizo la otra. Ya habrá visto gente parecida a mí.
"She has seen no other so delightful!" Isabel answered; but she was not altogether at ease about Henrietta′s reproductive instincts, which belonged to that side of her friend′s character which she regarded with least complacency. She wrote to Miss Stackpole, however, that she would be very welcome under Mr. Touchett′s roof; and this alert young woman lost no time in announcing her prompt approach. She had gone up to London, and it was from that centre that she took the train for the station nearest to Gardencourt, where Isabel and Ralph were in waiting to receive her. -No ha visto a nadie tan delicioso como usted -le contestó Isabel. Mas, a pesar de todo, no estaba tranquila en lo referente a Henrietta y a su instinto narrativo, que constituía el punto negro en el admirable carácter de su interesante amiga y lo que menos le agradaba de ella. Así pues, escribió a la señorita Stackpole diciéndole que sería bienvenida en casa del señor Touchett, y la vivaz joven no tardó en anunciar su pronta llegada. Fue, pues, a Londres y desde allí tomó el tren que debía conducirla a la estación más próxima a Gardencourt, en la que Isabel y su primo Ralph estaban ya esperándola.
"Shall I love her or shall I hate her?" Ralph asked while they moved along the platform. Mientras ambos andaban de un lado al otro del andén, aguardando la llegada del tren, Ralph preguntó: -¿Me caerá simpática o tendré que detestarla?
"Whichever you do will matter very little to her," said Isabel. "She doesn′t care a straw what men think of her." A lo que Isabel respondió tranquilamente: -Pienses lo que pienses, a ella le dará igual. A mi amiga le importa un bledo lo que los hombres puedan pensar de ella.
"As a man I′m bound to dislike her then. She must be a kind of monster. Is she very ugly?" -Como hombre, me siento inclinado a tenerle antipatía. Debe de ser una especie de monstruo terrible. Seguro que será muy fea...
"No, she′s decidedly pretty." -No, señor. Es verdaderamente bonita.
"A female interviewer --a reporter in petticoats? I′m very curious to see her," Ralph conceded. -Una mujer entrevistadora... una especie de reporter con faldas. Tengo verdadera curiosidad por verla -concedió Ralph.
"It′s very easy to laugh at her but it is not easy to be as brave as she." -Es fácil reírse de ella; lo que no es tan fácil es ser tan valiente ante la vida como ella lo es.
"I should think not; crimes of violence and attacks on the person require more or less pluck. Do you suppose she′ll interview ME?" -Estamos de acuerdo. Los crímenes violentos y los ataques a las personas exigen indudablemente cierto coraje. ¿Crees que tratará de entrevistarme?
"Never in the world. She′ll not think you of enough importance." -Por nada del mundo. Estoy segura de que no te considerará suficientemente importante para hacerlo.
"You′ll see," said Ralph. "She′ll send a description of us all, including Bunchie, to her newspaper." Pero Ralph contestó: -Ya lo verás. Seguro que enviará a su periódico una descripción de todos nosotros, metiendo en ella hasta el perro.
"I shall ask her not to," Isabel answered. -Yo le pediré que no lo haga -dijo Isabel.
"You think she′s capable of it then?" -Entonces, ¿la consideras capaz de hacerlo?
"Perfectly." -Naturalmente que sí.
"And yet you′ve made her your bosom-friend?" -A pesar de creerla capaz, la has hecho tu amiga íntima.
"I′ve not made her my bosom-friend; but I like her in spite of her faults." -No la he hecho mi íntima amiga, pero la estimo mucho a pesar de sus defectos.
"Ah well," said Ralph, "I′m afraid I shall dislike her in spite of her merits." -Ah, bueno-dijo Ralph-. Entonces me temo que va a desagradarme a pesar de sus méritos.
"You′ll probably fall in love with her at the end of three days." -Puede que al cabo de tres días estés enamorado de ella.
"And have my love-letters published in the _Interviewer_? Never!" cried the young man. -¡Eso es! Para que publique mis cartas de amor en el Interviewer. ¡Eso nunca! -exclamó el joven.
The train presently arrived, and Miss Stackpole, promptly descending, proved, as Isabel had promised, quite delicately, even though rather provincially, fair. She was a neat, plump person, of medium stature, with a round face, a small mouth, a delicate complexion, a bunch of light brown ringlets at the back of her head and a peculiarly open, surprised-looking eye. The most striking point in her appearance was the remarkable fixedness of this organ, which rested without impudence or defiance, but as if in conscientious exercise of a natural right, upon every object it happened to encounter. It rested in this manner upon Ralph himself, a little arrested by Miss Stackpole′s gracious and comfortable aspect, which hinted that it wouldn′t be so easy as he had assumed to disapprove of her. She rustled, she shimmered, in fresh, dove-coloured draperies, and Ralph saw at a glance that she was as crisp and new and comprehensive as a first issue before the folding. From top to toe she had probably no misprint. She spoke in a clear, high voice --a voice not rich but loud; yet after she had taken her place with her companions in Mr. Touchett′s carriage she struck him as not all in the large type, the type of horrid "headings," that he had expected. She answered the enquiries made of her by Isabel, however, and in which the young man ventured to join, with copious lucidity; and later, in the library at Gardencourt, when she had made the acquaintance of Mr. Touchett (his wife not having thought it necessary to appear) did more to give the measure of her confidence in her powers. El tren llegó en aquel instante. La señorita Stackpole bajó rápidamente de su vagón y, como Isabel lo había prometido, demostró que, aun con su aire un poco provinciano, era delicadamente linda. De mediana estatura, era pulcra, un tanto rolliza, con una carita redonda, una boca pequeña, un cutis delicado, un puñado de rizos castaños en la nuca y unos ojos muy abiertos de expresión sorprendida. Lo más notable de su persona era la mirada de extraordinaria fijeza que, haciendo un uso consciente de su derecho, clavaba sin descaro y sin provocación en todo objeto o sujeto que la casualidad le presentaba. Así pues, la fijó en Ralph, quien se quedó un poco sorprendido por el gracioso y simpático aspecto de la señorita Stackpole, que parecía insinuar que no era tan fácil como él se había figurado el no aprobar su manera de ser. Henrietta era un frufrú, un relampagueo de vestiduras frescas color tórtola, y Ralph se dio cuenta al primer golpe de vista de que tenía toda la tiesura, la novedad y la integridad de un primer ejemplar de periódico antes de ser plegado. No había en ella ni una sola errata de imprenta desde la punta del pie hasta el último pelo de la cabeza. Hablaba con una voz clara y aguda, no rica en sonoridades aunque fuerte. Empero, una vez que se hubieron acomodado en el coche del señor Touchett, creyó Ralph observar que no todo en ella estaba compuesto en letra grande, la letra de los atroces «titulares» que había esperado encontrar. Sin embargo, la joven respondió con gran lucidez a las preguntas que le hizo Isabel, y a las cuales él se atrevió a añadir las suyas propias. Luego, en la biblioteca, cuando fue presentada al señor Touchett (ni que decir tiene que la señora Touchett no creyó conveniente aparecer) supo dar todavía mejor la medida de su confianza en sí misma.
"Well, I should like to know whether you consider yourselves American or English," she broke out. "If once I knew I could talk to you accordingly." -La verdad -dijo de golpe-, me gustaría saber si ustedes se tienen por ingleses o por americanos, pues así " sabría a qué atenerme al hablar con ustedes.
"Talk to us anyhow and we shall be thankful," Ralph liberally answered. A lo que Ralph contestó amablemente: -Háblenos como se le antoje, que de todas maneras le quedaremos agradecidos.
She fixed her eyes on him, and there was something in their character that reminded him of large polished buttons --buttons that might have fixed the elastic loops of some tense receptacle: he seemed to see the reflection of surrounding objects on the pupil. The expression of a button is not usually deemed human, but there was something in Miss Stackpole′s gaze that made him, as a very modest man, feel vaguely embarrassed --less inviolate, more dishonoured, than he liked. This sensation, it must be added, after he had spent a day or two in her company, sensibly diminished, though it never wholly lapsed. "I don′t suppose that you′re going to undertake to persuade me that YOU′RE an American," she said. Clavó la visitante en él los ojos y algo había en ellos que a Ralph le hizo pensar en anchos y pulidos botones... unos botones que cerraran los elásticos ojales de un recipiente tenso; se le antojó que todos los objetos circundantes se reflejaban en las pupilas de la periodista. No suele considerarse humana la expresión de los botones, pero en la mirada de la señorita Stackpole había algo que a él, hombre harto modesto, le hacía sentirse vagamente azorado... menos invulnerable y más despreciado de lo que hubiese querido. Será bueno advertir que, al cabo de dos o tres días de conocerse, tal impresión fue disminuyendo, si bien no llegó a desvanecerse por completo. -No creo que se le ocurra tratar de convencerme de que es usted un americano -dijo ella.
"To please you I′ll be an Englishman, I′ll be a Turk!" -Con tal de agradarle, seré inglés, o acaso turco.
"Well, if you can change about that way you′re very welcome," Miss Stackpole returned. -Sí tan fácil le es cambiar de esa manera, no se prive -replicó ella.
"I′m sure you understand everything and that differences of nationality are no barrier to you," Ralph went on. -Tengo la seguridad de que usted lo comprende todo y de que para usted las diferencias de nacionalidad no suponen barreras de ninguna clase.
Miss Stackpole gazed at him still. "Do you mean the foreign languages?" Después de mirarle atentamente, dijo la señorita Stackpole: -¿Se refiere usted a las lenguas extranjeras?
"The languages are nothing. I mean the spirit --the genius." -Los idiomas no son nada. Me refiero al espíritu... al genio. La corresponsal del Interviewer contestó:
"I′m not sure that I understand you," said the correspondent of the _Interviewer_; "but I expect I shall before I leave." -No estoy segura de entenderle a usted... pero supongo que antes de irme llegaré a comprenderle.
"He′s what′s called a cosmopolite," Isabel suggested. -Es lo que se llama un verdadero cosmopolita -terció Isabel.
"That means he′s a little of everything and not much of any. I must say I think patriotism is like charity --it begins at home." -Lo cual quiere decir que tiene un poco de todo y no mucho de nada. A decir verdad, yo creo que el patriotismo es como la caridad... empieza por la patria de uno.
"Ah, but where does home begin, Miss Stackpole?" Ralph enquired. -Pero ¿dónde empieza la patria de uno? -preguntó Ralph.
"I don′t know where it begins, but I know where it ends. It ended a long time before I got here." -Yo no sé dónde empieza, pero sí sé dónde acaba. Para mí, acabó mucho antes de llegar aquí.
"Don′t you like it over here?" asked Mr. Touchett with his aged, innocent voice. El señor Touchett preguntó a su vez con su voz cascada e ingenua: -¿No le gusta a usted esto?
"Well, sir, I haven′t quite made up my mind what ground I shall take. I feel a good deal cramped. I felt it on the journey from Liverpool to London." -Le diré, señor. Todavía no he planeado el camino que debo tomar. Me siento bastante entumecida, me he podido dar cuenta de ello durante el viaje de Liverpool a Londres.
"Perhaps you were in a crowded carriage," Ralph suggested. -Seguramente iría en un vagón demasiado lleno -sugirió Ralph.
"Yes, but it was crowded with friends --a party of Americans whose acquaintance I had made upon the steamer; a lovely group from Little Rock, Arkansas. In spite of that I felt cramped --I felt something pressing upon me; I couldn′t tell what it was. I felt at the very commencement as if I were not going to accord with the atmosphere. But I suppose I shall make my own atmosphere. That′s the true way --then you can breathe. Your surroundings seem very attractive." -Sí, pero el caso es que estaba lleno de amigos, un , grupo de americanos a quienes conocí a bordo, gente muy simpática de Little Rock, Arkansas. A pesar de ello me sentía un poco atontada, como si algo me oprimiera, aunque no sabía decir qué era. Desde el principio sentí como si no hubiese de encajar en el ambiente, pero me figuro que será un temor pasajero y no tardaré en formar mi propio ambiente. Ésa es la única manera de poder respirar libremente... Son muy agradables estos alrededores.
"Ah, we too are a lovely group!" said Ralph. "Wait a little and you′ll see." -Nosotros también somos un grupo bastante aceptable -dijo Ralph-. Quédese aquí un poco y lo verá.
Miss Stackpole showed every disposition to wait and evidently was prepared to make a considerable stay at Gardencourt. She occupied herself in the mornings with literary labour; but in spite of this Isabel spent many hours with her friend, who, once her daily task performed, deprecated, in fact defied, isolation. Isabel speedily found occasion to desire her to desist from celebrating the charms of their common sojourn in print, having discovered, on the second morning of Miss Stackpole′s visit, that she was engaged on a letter to the _Interviewer_, of which the title, in her exquisitely neat and legible hand (exactly that of the copybooks which our heroine remembered at school) was "Americans and Tudors --Glimpses of Gardencourt." Miss Stackpole, with the best conscience in the world, offered to read her letter to Isabel, who immediately put in her protest. La señorita Stackpole mostró su buena disposición a esperar y pareció dispuesta a permanecer en Gardencourt algún tiempo. Durante las mañanas se ocupaba en su trabajo literario, pero eso no impedía que Isabel pasara gran parte del día con su amiga, que, una vez terminada su tarea, desaprobaba, incluso desafiaba a la soledad. Isabel halló pronto la ocasión de convencerla de que no describiese en la letra de imprenta los encantos de su común estancia. Fue a la mañana siguiente, cuando vio que ya estaba pergeñando para el Interviewer una crónica, cuyo título escrito con letra clara y perfectamente legible (la misma que nuestra heroína recordaba de sus cuadernos de copia de la escuela) rezaba así: «Americanos y Tudores... Estampas de Gardencourt». Con la mejor buena fe del mundo la señorita Stackpole se ofreció a leer la crónica a Isabel, quien protestó en el acto contra el contenido del trabajo periodístico, diciendo:
"I don′t think you ought to do that. I don′t think you ought to describe the place." -Me parece que no debes hacer eso, que no debes hacer una descripción de este sitio.
Henrietta gazed at her as usual. "Why, it′s just what the people want, and it′s a lovely place." La escritora se la quedó mirando fijamente, como era su costumbre, y contestó: Por qué? Esto es precisamente lo que quieren los lectores, y éste es un sitio admirable.
"It′s too lovely to be put in the newspapers, and it′s not what my uncle wants." -Demasiado admirable para que lo describan en los periódicos, cosa que mi tío no quiere de ningún modo.
"Don′t you believe that!" cried Henrietta. "They′re always delighted afterwards." -¡Vamos, no lo creas! -exclamó Henrietta-. Siempre dicen lo mismo y, después, están encantados.
"My uncle won′t be delighted --nor my cousin either. They′ll consider it a breach of hospitality." -Pues ni mi tío ni mi primo estarán encantados, te lo aseguro; incluso lo considerarían un atentado a su hospitalidad.
Miss Stackpole showed no sense of confusion; she simply wiped her pen, very neatly, upon an elegant little implement which she kept for the purpose, and put away her manuscript. "Of course if you don′t approve I won′t do it; but I sacrifice a beautiful subject." La señorita Stackpole no pareció conmoverse. Se limitó a limpiar cuidadosamente su pluma en un elegante artefacto que para ello llevaba y puso aparte el comenzado manuscrito. -Naturalmente -dijo-, si te opones no lo haré, pero lo siento de veras porque es sacrificar un tema precioso.
"There are plenty of other subjects, there are subjects all round you. We′ll take some drives; I′ll show you some charming scenery." -Ya tendrás muchos otros. No han de ser temas lo que te falte. Haremos algunas excursiones, te mostraré algunos paisajes deliciosos.
"Scenery′s not my department; I always need a human interest. You know I′m deeply human, Isabel; I always was," Miss Stackpole rejoined. "I was going to bring in your cousin --the alienated American. There′s a great demand just now for the alienated American, and your cousin′s a beautiful specimen. I should have handled him severely." -La descripción de paisajes no es mi fuerte; en mis escritos ha de prevalecer siempre algo de interés netamente humano. Ya sabes, Isabel, que yo soy y he sido siempre profundamente humana. -Y añadió-: Precisamente iba a sacar a tu primo... el americano desarraigado. Ahora interesa mucho cuanto se diga en los periódicos de los americanos desarraigados, y tu primo es un ejemplar magnífico de ellos. Es una pena no hacerlo, le habría tratado con una severidad que...
"He would have died of it!" Isabel exclaimed. "Not of the severity, but of the publicity." Isabel interrumpió para exclamar: -¡Pues se habría muerto del disgusto...! No por tu severidad, sino por la publicidad.
"Well, I should have liked to kill him a little. And I should have delighted to do your uncle, who seems to me a much nobler type --the American faithful still. He′s a grand old man; I don′t see how he can object to my paying him honour." -Lo deploro porque me habría dado mucho gusto matarlo un poquito. Y me habría encantado describir a < tu tío, que me parece un tipo mucho más noble... el del ′, americano que sigue siendo fiel a su nacionalidad. Es un anciano espléndido. No comprendo qué puede objetar a que yo le rinda en mis crónicas el honor que se merece.
Isabel looked at her companion in much wonderment; it struck her as strange that a nature in which she found so much to esteem should break down so in spots. "My poor Henrietta," she said, "you′ve no sense of privacy." Isabel la miró muy asombrada y se quedó sumamente confusa al ver cómo una persona en la que siempre había hallado tantas cosas dignas de estimación tenía aquellas caídas tan graves en el error. -Pero, Henrietta, no entiendes lo que significa la intimidad.
Henrietta coloured deeply, and for a moment her brilliant eyes were suffused, while Isabel found her more than ever inconsequent. "You do me great injustice," said Miss Stackpole with dignity. "I′ve never written a word about myself!" Henrietta se ruborizó grandemente y durante un momento sus ojos se humedecieron, mientras Isabel la encontraba más inconsecuente que nunca. La señorita Stackpole contestó muy dignamente: -Isabel, eres muy injusta conmigo, porque yo no he escrito nunca una sola palabra sobre mí misma.
"I′m very sure of that; but it seems to me one should be modest for others also!" -Me consta, Henrietta; pero me parece que una debe ser también pudorosa para con los demás.
"Ah, that′s very good!" cried Henrietta, seizing her pen again. "Just let me make a note of it and I′ll put it in somewhere." She was a thoroughly good-natured woman, and half an hour later she was in as cheerful a mood as should have been looked for in a newspaper-lady in want of matter. "I′ve promised to do the social side," she said to Isabel; "and how can I do it unless I get ideas? If I can′t describe this place don′t you know some place I CAN describe?" Isabel promised she would bethink herself, and the next day, in conversation with her friend, she happened to mention her visit to Lord Warburton′s ancient house. "Ah, you must take me there --that′s just the place for me!" Miss Stackpole cried. "I must get a glimpse of the nobility." -¡Ah! Ahí esta frase está muy bien -exclamó la periodista, tomando de nuevo su pluma-. Voy a anotarla para poder utilizarla en otra ocasión. -Era, como se ve, una mujer de excelente carácter, y una hora más tarde estaba de nuevo del buen humor que podía esperarse de una periodista necesitada de temas. Así, dijo a Isabel-: Pero yo les he prometido hacer crónicas de la vida social; ¿cómo quieres que las haga si no tengo la menor idea? Si no me es posible describir este sitio, ¿qué otros conoces que pueda describir? Isabel le prometió que pensaría en ello y, al día siguiente, mientras charlaban juntas, mencionó como al azar su visita a la vieja casa de lord Warburton. En el acto, la señorita Stackpole exclamó: -Allí es donde debes llevarme... ése es el sitio que me conviene. Así podré echarle de cerca un vistazo a la aristocracia del país.
"I can′t take you," said Isabel; "but Lord Warburton′s coming here, and you′ll have a chance to see him and observe him. Only if you intend to repeat his conversation I shall certainly give him warning." -Yo no puedo llevarte allá -dijo Isabel-; pero lord Warburton va a venir pronto y entonces tendrás ocasión de verlo y observarlo. Ahora, que si te propones reproducir su conversación, no tendré más remedio que ponerle a él sobre aviso.
"Don′t do that," her companion pleaded; "I want him to be natural." -¡Por Dios, no lo hagas! -exclamó su amiga-. Yo quiero que se comporte y hable naturalmente.
"An Englishman′s never so natural as when he′s holding his tongue," Isabel declared. A lo que Isabel contestó declarando: -Un inglés no es nunca tan natural como cuando se calla.
It was not apparent, at the end of three days, that her cousin had, according to her prophecy, lost his heart to their visitor, though he had spent a good deal of time in her society. They strolled about the park together and sat under the trees, and in the afternoon, when it was delightful to float along the Thames, Miss Stackpole occupied a place in the boat in which hitherto Ralph had had but a single companion. Her presence proved somehow less irreducible to soft particles than Ralph had expected in the natural perturbation of his sense of the perfect solubility of that of his cousin; for the correspondent of the _Interviewer_ prompted mirth in him, and he had long since decided that the crescendo of mirth should be the flower of his declining days. Henrietta, on her side, failed a little to justify Isabel′s declaration with regard to her indifference to masculine opinion; for poor Ralph appeared to have presented himself to her as an irritating problem, which it would be almost immoral not to work out. Al cabo de tres días no era evidente, como ella profetizara, que su primo hubiese perdido todavía la cabeza por la señorita Stackpole, a pesar de haber pasado mucho tiempo con ella. Pasearon juntos por el parque, se sentaron bajo los árboles y, por las tardes, cuando el bogar en las tranquilas aguas del Támesis era una verdadera delicia, Henrietta ocupó un lugar en la lancha en la que antes Ralph sólo tenía una compañera. Su presencia probó que, en cierto sentido, su espíritu era menos irreductible a los placeres suaves de lo que Ralph esperaba, pues éste había caído en el error muy natural de considerar más alegre el carácter de su prima. El hecho es que la corresponsal del Interviewer le hacía reír, y él tenía ya decidido largo tiempo atrás que el crescendo en el regocijo sería el solaz de sus años declinantes. Por su parte, Henrietta no confirmó la predicción que respecto a ella hiciera su amiga Isabel al referirse a su indiferencia por la opinión masculina, pues el pobre Ralph le parecía a Henrietta un importante problema que era cuestión de amor propio tratar de resolver.
"What does he do for a living?" she asked of Isabel the evening of her arrival. "Does he go round all day with his hands in his pockets?" La noche misma de su llegada había ella preguntado a Isabel: -¿Qué hace para vivir? ¿Se pasa todo el día de un lado para otro con las manos en los bolsillos?
"He does nothing," smiled Isabel; "he′s a gentleman of large leisure." A lo que Isabel contestó sonriendo: -No hace nada, Es un caballero con abundantes recursos.
"Well, I call that a shame --when I have to work like a car-conductor," Miss Stackpole replied. "I should like to show him up." -Bueno, pues me parece sencillamente vergonzoso cuando pienso que yo he de trabajar como un carretero -replicó la señorita Stackpole-. Me gustaría poder sacudirle un poco.
"He′s in wretched health; he′s quite unfit for work," Isabel urged. Isabel se apresuró a contestar: -El pobre está muy mal de salud. No puede trabajar.
"Pshaw! don′t you believe it. I work when I′m sick," cried her friend. Later, when she stepped into the boat on joining the water-party, she remarked to Ralph that she supposed he hated her and would like to drown her. -¡Bah! No creas semejante cosa. -Y añadió-: Yo trabajo incluso cuando estoy enferma. Luego, cuando se embarcó en el bote para la excursión por el río, dijo a Ralph que se figuraba que él la detestaba y le preguntó si trataría de ahogarla.
"Ah no," said Ralph, "I keep my victims for a slower torture. And you′d be such an interesting one!" A lo que él contestó riendo: -¡Oh, no! Nada de eso, yo les reservo a mis víctimas una tortura mucho más lenta. Y usted puede ser una víctima muy interesante.
"Well, you do torture me; I may say that. But I shock all your prejudices; that′s one comfort." -Bueno, puedo decir que en verdad me tortura, pero yo desbarato todos sus prejuicios, y eso es ya un consuelo.
"My prejudices? I haven′t a prejudice to bless myself with. There′s intellectual poverty for you." -¿Prejuicios, yo? No tengo absolutamente ninguno. En eso padezco de una verdadera indigencia intelectual.
"The more shame to you; I′ve some delicious ones. Of course I spoil your flirtation, or whatever it is you call it, with your cousin; but I don′t care for that, as I render her the service of drawing you out. She′ll see how thin you are." -Pues peor para usted. Yo tengo algunos verdaderamente deliciosos. Por lo pronto, le desbarato a usted, su flirteo, o como quiera llamarlo, con su prima; pero no me importa el hacerlo porque creo que le hago un gran favor sacándole a usted de su reserva. Así verá ella lo endeble que es usted.
"Ah, do draw me out!" Ralph exclaimed. "So few people will take the trouble." -¡Oh, sí! -exclamó Ralph-. Sáqueme de mi reserva. Muy poca gente se tomaría esa molestia...
Miss Stackpole, in this undertaking, appeared to shrink from no effort; resorting largely, whenever the opportunity offered, to the natural expedient of interrogation. On the following day the weather was bad, and in the afternoon the young man, by way of providing indoor amusement, offered to show her the pictures. Henrietta strolled through the long gallery in his society, while he pointed out its principal ornaments and mentioned the painters and subjects. Miss Stackpole looked at the pictures in perfect silence, committing herself to no opinion, and Ralph was gratified by the fact that she delivered herself of none of the little ready-made ejaculations of delight of which the visitors to Gardencourt were so frequently lavish. This young lady indeed, to do her justice, was but little addicted to the use of conventional terms; there was something earnest and inventive in her tone, which at times, in its strained deliberation, suggested a person of high culture speaking a foreign language. Ralph Touchett subsequently learned that she had at one time officiated as art-critic to a journal of the other world; but she appeared, in spite of this fact, to carry in her pocket none of the small change of admiration. Suddenly, just after he had called her attention to a charming Constable, she turned and looked at him as if he himself had been a picture. En tal empeño la señorita Stackpole no escatimó ningún esfuerzo, echando mano, cada vez que se le presentaba la ocasión, del recurso de las preguntas. Al día siguiente hizo mal tiempo y, por la tarde, el joven, para procurarle un entretenimiento interesante en la casa, se brindó a mostrarle la galería de pinturas. Henrietta vagó con él por la larga galería mientras Ralph iba mostrándole los cuadros principales y mencionando sus temas y autores. La señorita Stackpole contemplaba las pinturas en silencio, sin proferir comentario alguno y procurando a Ralph la satisfacción de ver que no prorrumpía en ninguna de aquellas exclamaciones formularias de deleite de que tan pródigos solían ser los visitantes de Gardencourt. Hay que reconocer que la joven era muy poco aficionada a los términos consagrados; en su tono había algo serio e inventivo que, a veces, en los momentos de obligada deliberación, la hacía aparecer como una persona de gran cultura que estuviera hablando un idioma extranjero. Ralph Touchett se enteró después de que, en un tiempo, se había encargado de la crítica de arte de un diario del Nuevo Mundo, a pesar de lo cual parecía no llevar en el bolsillo ninguna de esas moneditas de la admiración corriente. De pronto, después de que Ralph le señalara un precioso cuadro de Constable, se volvió a él y, mirándole como si fuese un cuadro, preguntó:
"Do you always spend your time like this?" she demanded. -¿Pasa siempre así el tiempo?
"I seldom spend it so agreeably." -Muy contadas veces lo paso tan agradablemente.
"Well, you know what I mean --without any regular occupation." -Bueno, ya sabe lo que quiero decir... sin ocupación fija.
"Ah," said Ralph, "I′m the idlest man living." A lo que Ralph contestó: -¡Oh! Soy el más vago de los mortales.
Miss Stackpole directed her gaze to the Constable again, and Ralph bespoke her attention for a small Lancret hanging near it, which represented a gentleman in a pink doublet and hose and a ruff, leaning against the pedestal of the statue of a nymph in a garden and playing the guitar to two ladies seated on the grass. "That′s my ideal of a regular occupation," he said. La señorita Stackpole volvió a contemplar el cuadro de Constable y él le indicó que se fijase en un pequeño Lancret que estaba cerca y que representaba a un caballero vestido de rojo jubón, calzas y gorguera, apoyado en el pedestal de una estatua que representaba a una ninfa en un jardín, y tocando la guitarra para deleitar a dos damas que estaban sentadas en la hierba. Señalándolo, dijo: -Ése es mi ideal de una ocupación fija.
Miss Stackpole turned to him again, and, though her eyes had rested upon the picture, he saw she had missed the subject. She was thinking of something much more serious. "I don′t see how you can reconcile it to your conscience." La señorita Stackpole se volvió de nuevo hacía él y, aunque había posado los ojos en el cuadro, él se dio cuenta de que la escritora no se había percatado del tema y seguía pensando en algo mucho más serio. -No comprendo cómo no le remuerde la conciencia -dijo ella.
"My dear lady, I HAVE no conscience!" -Mi querida señora, es el caso que yo no tengo conciencia.
"Well, I advise you to cultivate one. You′ll need it the next time you go to America." -Bien, pues me permito aconsejarle que cultive una. La próxima vez que vaya a América le hará seguramente falta.
"I shall probably never go again." -Es muy probable que no vaya allí nunca más.
"Are you ashamed to show yourself?" -¿Le da vergüenza que lo vean?
Ralph meditated with a mild smile. "I suppose that if one has no conscience one has no shame." Ralph, después de pensarlo un momento, dijo con una suave sonrisa: -Me imagino que, si uno no tiene conciencia, no tiene tampoco vergüenza.
"Well, you′ve got plenty of assurance," Henrietta declared. "Do you consider it right to give up your country?" -De lo que no hay duda es de que tiene usted gran aplomo -declaró Henrietta-. ¿Le parece bien abandonar a su país?
"Ah, one doesn′t give up one′s country any more than one gives up one′s grandmother. They′re both antecedent to choice --elements of one′s composition that are not to be eliminated." -¡Ah! Por lo que a eso toca, uno no abandona a su país como tampoco abandona a su abuela. El uno y la otra son anteriores a toda posible elección... elementos de la esencia de uno mismo que no se pueden eliminar.
"I suppose that means that you′ve tried and been worsted. What do they think of you over here?" -Me imagino que eso significa que usted lo ha intentado y ha sido derrotado. ¿En qué concepto le tiene la gente de aquí?
"They delight in me." -Todos me adoran.
"That′s because you truckle to them." -Debe de ser porque usted los embauca.
"Ah, set it down a little to my natural charm!" Ralph sighed. Y Ralph, suspirando, replicó: -¡Ah! Atribúyalo mejor a mi natural encanto.
"I don′t know anything about your natural charm. If you′ve got any charm it′s quite unnatural. It′s wholly acquired --or at least you′ve tried hard to acquire it, living over here. I don′t say you′ve succeeded. It′s a charm that I don′t appreciate, anyway. Make yourself useful in some way, and then we′ll talk about it." -No sé nada acerca de su natural encanto -dijo Henrietta-. El encanto que pueda tener es completamente artificial, totalmente adquirido... o cuando menos, ha procurado adquirirlo viviendo en este lugar. Y, la verdad, no creo que lo haya logrado. Por lo menos, es un encanto que yo no sé apreciar. Procure hacerse útil de algún modo y volveremos a hablar del asunto.
"Well, now, tell me what I shall do," said Ralph. -Bueno; dígame lo que debo hacer -le pidió Ralph.
"Go right home, to begin with." -Por lo pronto y para comenzar, volver a su país.
"Yes, I see. And then?" -Comprendido. ¿Y después?
"Take right hold of something." -Lanzarse de lleno a cualquier cosa.
"Well, now, what sort of thing?" -Conformes. Pero ¿qué cosa?
"Anything you please, so long as you take hold. Some new idea, some big work." -Con tal de que se lo tome en serio, cualquier cosa. Cualquier idea nueva, una gran obra.
"Is it very difficult to take hold?" Ralph enquired. -¿Y es muy difícil lanzarse de lleno?
"Not if you put your heart into it." -Si se pone todo el corazón en ello, no.
"Ah, my heart," said Ralph. "If it depends upon my heart --!" -¡Ah, mi corazón! -dijo Ralph-. Si todo ha de depender de mi corazón...
"Haven′t you got a heart?" -¿Es que no tiene corazón?
"I had one a few days ago, but I′ve lost it since." -Hasta hace pocos días lo tenía, pero desde entonces lo he perdido.
"You′re not serious," Miss Stackpole remarked; "that′s what′s the matter with you." But for all this, in a day or two, she again permitted him to fix her attention and on the later occasion assigned a different cause to her mysterious perversity. "I know what′s the matter with you, Mr. Touchett," she said. "You think you′re too good to get married." -No es usted serio -le reprochó la señorita Stackpole-, eso es lo que le ocurre. Pero al cabo de un par de días, centró de nuevo su atención en él, asignando una nueva causa a su misteriosa perversidad. -Ya sé lo que le ocurre: que se cree demasiado bueno para casarse -afirmó.
"I thought so till I knew you, Miss Stackpole," Ralph answered; "and then I suddenly changed my mind." Ralph contestó tranquilamente: -Así lo creí hasta que la conocí a usted, señorita Stackpole. Pero desde entonces, he cambiado de idea.
"Oh pshaw!" Henrietta groaned. -¡Bah! -refunfuñó Henrietta.
"Then it seemed to me," said Ralph, "that I was not good enough." Pero Ralph prosiguió: -Me parecía que yo no era bastante bueno.
"It would improve you. Besides, it′s your duty." -El matrimonio lo hará mejor. Además, es su obligación.
"Ah," cried the young man, "one has so many duties! Is that a duty too?" El joven exclamó: -¡Ah, mi obligación! ¡Tiene uno tantas obligaciones! ¿También eso es una obligación?
"Of course it is --did you never know that before? It′s every one′s duty to get married." -Naturalmente que lo es... ¿no lo sabía usted? Todos tienen el deber de casarse.
Ralph meditated a moment; he was disappointed. There was something in Miss Stackpole he had begun to like; it seemed to him that if she was not a charming woman she was at least a very good "sort." She was wanting in distinction, but, as Isabel had said, she was brave: she went into cages, she flourished lashes, like a spangled lion-tamer. He had not supposed her to be capable of vulgar arts, but these last words struck him as a false note. When a marriageable young woman urges matrimony on an unencumbered young man the most obvious explanation of her conduct is not the altruistic impulse. Ralph se quedó callado un momento, decepcionado. Algo en la señorita Stackpole había comenzado a gustarle. Le parecía que, si no era una mujer encantadora, cuando menos era un «caso». Le faltaba ciertamente distinción, pero, según dijo Isabel, poseía un gran valor. Se había metido en las jaulas, había hecho restallar los látigos y había acabado siendo una domadora de leones. No la suponía capaz de emplear tretas vulgares, pero las  últimas palabras le habían sonado a nota falsa: cuando una joven casadera acucia a casarse a un joven que no piensa en tal cosa, la explicación más clara es que no obra de manera altruista.
"Ah, well now, there′s a good deal to be said about that," Ralph rejoined. -¡Ah! Sobre eso hay mucho que decir -replicó Ralph.
"There may be, but that′s the principal thing. I must say I think it looks very exclusive, going round all alone, as if you thought no woman was good enough for you. Do you think you′re better than any one else in the world? In America it′s usual for people to marry." -Puede que lo haya, pero lo principal es eso. Debo confesar que me parece cosa de privilegiados eso de , andar completamente solo en la vida como si creyera que no hay mujer digna de usted. ¿Acaso se cree usted mejor que nadie en el mundo? En América, lo corriente es casarse.
"If it′s my duty," Ralph asked, "is it not, by analogy, yours as well?" -Si esa es mi obligación, ¿no será, por analogía, también la suya? -preguntó Ralph.
Miss Stackpole′s ocular surfaces unwinkingly caught the sun. "Have you the fond hope of finding a flaw in my reasoning? Of course I′ve as good a right to marry as any one else." La señorita Stackpole mantuvo muy abiertos los ojos, en los que se reflejaba el sol, y dijo: -¿Tiene usted la vana esperanza de encontrar algún fallo en mi razonamiento? ¿Qué duda cabe de que yo tengo el mismo derecho que cualquier otra a casarme?
"Well then," said Ralph, "I won′t say it vexes me to see you single. It delights me rather." -Pues entonces, no diré que me molesta el verla soltera, sino que, por lo contrario, me encanta.      
"You′re not serious yet. You never will be." -Todavía no es usted serio. Ni lo será nunca.
"Shall you not believe me to be so on the day I tell you I desire to give up the practice of going around alone?" -No creerá usted eso el día que le confiese que deseo abandonar mi costumbre de ir solito por la vida...
Miss Stackpole looked at him for a moment in a manner which seemed to announce a reply that might technically be called encouraging. But to his great surprise this expression suddenly resolved itself into an appearance of alarm and even of resentment. "No, not even then," she answered dryly. After which she walked away. La señorita Stackpole se quedó mirándole un instante de una manera que parecía anunciar una respuesta a la que técnicamente pudiera llamarse alentadora. Pero, contra lo que Ralph esperaba y con gran sorpresa suya, la aguardada expresión se trocó en una apariencia de alarma, incluso de enojo. Ella contestó secamente: -Ni aun entonces. -Y se marchó.
"I′ve not conceived a passion for your friend," Ralph said that evening to Isabel, "though we talked some time this morning about it." Por la noche, Ralph le dijo a su prima: -Todavía no he concebido amor por tu amiga, y eso que esta mañana hemos estado hablando un buen rato del asunto.
"And you said something she didn′t like," the girl replied. -Y no sólo hablasteis sino que tú dijiste algo que a ella no le agradó.
Ralph stared. "Has she complained of me?" Ralph se quedó asombrado. -Cómo, ¿se ha quejado de mí?
"She told me she thinks there′s something very low in the tone of Europeans towards women." -Me ha dicho que cree que hay algo excesivamente superior en el tono de los europeos al dirigirse a las mujeres.
"Does she call me a European?" -¿Me llama ella europeo?
"One of the worst. She told me you had said to her something that an American never would have said. But she didn′t repeat it." -Uno de los peores. Me ha contado que le dijiste una cosa que un americano no habría sido capaz de decir. Pero no quiso repetírmelo.
Ralph treated himself to a luxury of laughter. "She′s an extraordinary combination. Did she think I was making love to her?" Ralph soltó una gran carcajada. Luego dijo: -Es una persona muy contradictoria. ¿Creyó acaso que la estaba cortejando?
"No; I believe even Americans do that. But she apparently thought you mistook the intention of something she had said, and put an unkind construction on it." -No. Me figuro que incluso los americanos hacen eso. Pero al parecer se imaginó que tú entendiste mal algo que ella dijo y lo interpretaste a tu gusto.      
"I thought she was proposing marriage to me and I accepted her. Was that unkind?" -Se me antojó que me estaba haciendo una propuesta de matrimonio y la acepté. ¿Había algo malo en ello?
Isabel smiled. "It was unkind to ME. I don′t want you to marry." Isabel sonrió y dijo quedamente:   -Para mí, sí. Yo no quiero que te cases.
"My dear cousin, what′s one to do among you all?" Ralph demanded. "Miss Stackpole tells me it′s my bounden duty, and that it′s hers, in general, to see I do mine!" -¿Qué quieres que haga uno metido todo el santo día entre vosotras, querida primita? -preguntó Ralph-. La señorita Stackpole me dice que mi deber es casarme, y que el suyo es, en términos generales, velar por que yo cumpla con él.
"She has a great sense of duty," said Isabel gravely. "She has indeed, and it′s the motive of everything she says. That′s what I like her for. She thinks it′s unworthy of you to keep so many things to yourself. That′s what she wanted to express. If you thought she was trying to --to attract you, you were very wrong." A lo que Isabel contestó seriamente: -Henrietta tiene un hondo sentido del deber. El deber inspira todo cuanto dice. Por eso es por lo que la quiero tanto. Ella piensa que es indigno de ti guardar tantas cosas para ti solo. Eso es lo que quería decir. De j modo que, si te figurabas que estaba tratando de engatusarte... te equivocaste de medio a medio.
"It′s true it was an odd way, but I did think she was trying to attract me. Forgive my depravity." -Sin duda era un modo bien extraño de conseguirlo, pero se me antojó que estaba tratando de pescarme. Perdona mi perversidad, primita.
"You′re very conceited. She had no interested views, and never supposed you would think she had." -Eres demasiado presuntuoso. Ni por un instante acarició ella miras interesadas, ni supuso que tú se las atribuirías.
"One must be very modest then to talk with such women," Ralph said humbly. "But it′s a very strange type. She′s too personal --considering that she expects other people not to be. She walks in without knocking at the door." -Verdaderamente, tiene uno que ser muy modesto para hablar con esa clase de mujeres -dijo Ralph con toda humildad-. Lo cierto es que es un tipo bien extraño. Demasiado personal... si se considera que ella espera que los demás no lo sean. Es de las que entran en la casa sin llamar a la puerta.
"Yes," Isabel admitted, "she doesn′t sufficiently recognise the existence of knockers; and indeed I′m not sure that she doesn′t think them rather a pretentious ornament. She thinks one′s door should stand ajar. But I persist in liking her." -Cierto -dijo Isabel-. No se presta a reconocer de buen grado la existencia de los picaportes, a los que estoy segura que considera simples adornos pretenciosos. Piensa que la puerta de la gente debe estar siempre abierta de par en par. Eso no quita para que yo siga queriéndola.
"I persist in thinking her too familiar," Ralph rejoined, naturally somewhat uncomfortable under the sense of having been doubly deceived in Miss Stackpole. -Pues yo sigo creyendo que se toma demasiadas confianzas -replicó Ralph que, naturalmente, se sentía algo molesto ante la idea de haberse engañado doblemente respecto a la amiga de su prima.
"Well," said Isabel, smiling, "I′m afraid it′s because she′s rather vulgar that I like her." Isabel contestó: -Yo, la verdad, creo que la quiero precisamente porque es más bien algo vulgar.
"She would be flattered by your reason!" -Ese razonamiento tuyo la halagará sin duda alguna.
"If I should tell her I wouldn′t express it in that way. I should say it′s because there′s something of the ′people′ in her." -Pero si yo tuviese que decírselo no lo expresaría de este modo. Le diría que es porque hay en ella algo de pueblo.
"What do you know about the people? and what does she, for that matter?" -Por lo que hace a eso, ¿qué sabes tú de pueblos y qué sabe ella?
"She knows a great deal, and I know enough to feel that she′s a kind of emanation of the great democracy --of the continent, the country, the nation. I don′t say that she sums it all up, that would be too much to ask of her. But she suggests it; she vividly figures it." -Ella, por lo pronto, mucho; y yo sé lo bastante para darme cuenta de que ella es como una emanación de la gran democracia... del continente, del país, de la nación entera. No es que yo quiera decir con esto que ella lo resume todo en sí, sería demasiado pedir... pero el caso es que lo sugiere, que lo representa con gran realismo.
"You like her then for patriotic reasons. I′m afraid it is on those very grounds I object to her." -Así que la quieres tanto por una razón de patriotismo. En cambio, yo tengo el presentimiento que es precisamente por eso por lo que le pongo reparos.
"Ah," said Isabel with a kind of joyous sigh, "I like so many things! If a thing strikes me with a certain intensity I accept it. I don′t want to swagger, but I suppose I′m rather versatile. I like people to be totally different from Henrietta --in the style of Lord Warburton′s sisters for instance. So long as I look at the Misses Molyneux they seem to me to answer a kind of ideal. Then Henrietta presents herself, and I′m straightway convinced by HER; not so much in respect to herself as in respect to what masses behind her." Isabel exhaló un hondo y alegre suspiro y dijo: -¡Ah! ¡Hay tantas cosas que me gustan y que quiero! Basta que una cosa me impresione con cierta intensidad para que yo la acepte enseguida. No es que pretenda presumir de ello, pero intuyo que soy más bien versátil. Me gusta que la gente sea distinta de Henrietta, como, por ejemplo, las señoritas Molyneux, las hermanas de lord Warburton. Cuanto más las contemplo, más me parece que encarnan un verdadero tipo de ideal. Sin embargo, en cuanto veo a Henrietta, quedo en el acto convencida por ella no tanto por lo que ella es, sino por  lo que detrás de ella se amontona.
"Ah, you mean the back view of her," Ralph suggested. -Entonces, te refieres a su lado oculto -sugirió su primo.
"What she says is true," his cousin answered; "you′ll never be serious. I like the great country stretching away beyond the rivers and across the prairies, blooming and smiling, and spreading till it stops at the green Pacific! A strong, sweet, fresh odour seems to rise from it, and Henrietta --pardon my simile --has something of that odour in her garments." -Ella tiene razón -dijo Isabel-, nunca llegarás a ser una persona seria. Yo adoro aquel gran país que se extiende a través de las praderas y más allá de los ríos, floreciendo, sonriendo y dilatándose hasta verterse en el Pacífico... Y Henrietta, no me eches en cara la comparación, ha recogido en los pliegues de su ropa todo el  aroma de aquel país.
Isabel blushed a little as she concluded this speech, and the blush, together with the momentary ardour she had thrown into it, was so becoming to her that Ralph stood smiling at her for a moment after she had ceased speaking. "I′m not sure the Pacific′s so green as that," he said; "but you′re a young woman of imagination. Henrietta, however, does smell of the Future --it almost knocks one down!" Isabel se ruborizó un poco al terminar su parrafada, y aquel rubor, junto con el ardor pasajero que había puesto en sus palabras, le sentaron tan admirablemente que Ralph permaneció contemplándola un rato en silencio y sonriendo. Por fin dijo: -No tengo la seguridad de que el Pacífico sea tan grande como tú lo pintas, pero no cabe duda de que eres una mujer de gran imaginación. En cambio, Henrietta huele tanto a futuro que casi le tumba a uno de espaldas.  AS






CHAPTER 11

11

He took a resolve after this not to misinterpret her words even when Miss Stackpole appeared to strike the personal note most strongly. He bethought himself that persons, in her view, were simple and homogeneous organisms, and that he, for his own part, was too perverted a representative of the nature of man to have a right to deal with her in strict reciprocity. He carried out his resolve with a great deal of tact, and the young lady found in renewed contact with him no obstacle to the exercise of her genius for unshrinking enquiry, the general application of her confidence. Her situation at Gardencourt therefore, appreciated as we have seen her to be by Isabel and full of appreciation herself of that free play of intelligence which, to her sense, rendered Isabel′s character a sister-spirit, and of the easy venerableness of Mr. Touchett, whose noble tone, as she said, met with her full approval --her situation at Gardencourt would have been perfectly comfortable had she not conceived an irresistible mistrust of the little lady for whom she had at first supposed herself obliged to "allow" as mistress of the house. She presently discovered, in truth, that this obligation was of the lightest and that Mrs. Touchett cared very little how Miss Stackpole behaved. Mrs. Touchett had defined her to Isabel as both an adventuress and a bore --adventuresses usually giving one more of a thrill; she had expressed some surprise at her niece′s having selected such a friend, yet had immediately added that she knew Isabel′s friends were her own affair and that she had never undertaken to like them all or to restrict the girl to those she liked. Ralph adoptó la firme resolución de no interpretar torcidamente las palabras de la señorita Stackpole ni aun cuando ésta hablara en un sentido demasiado personal. Hubo de acostumbrarse a la idea de que para ella las personas no eran sino organismos sencillos y homogéneos, y de que por su parte él era un ejemplar demasiado corrompido de la naturaleza humana para tener derecho a tratarla en términos de reciprocidad. Llevó a cabo su decisión con un tacto exquisito, de suerte que la joven periodista pudo, en su renovado contacto con él, ejercer sin trabas su habilidad para la investigación insaciable. De modo que, dado el gran aprecio que por ella sentía Isabel, y el no menor que ella experimentaba por esa agilidad de inteligencia que a juicio suyo hacía de Isabel su hermana espiritual, y dada la venerabilidad tan agradable del señor Touchett, cuyo noble tono, como ella solía decir, merecía toda su aprobación, su situación en Gardencourt habría sido de lo más cómoda si no hubiese ella concebido desde el primer momento una gran desconfianza hacia la pequeña señora a quien al principio se creyó obligada a considerar dueña de la casa. Pero no tardó en descubrir que semejante obligación no era nada pesada y que la señora Touchett no se preocupaba en absoluto de lo que la señorita Stackpole hiciera o dejara de hacer. La señora Touchett la había calificado, hablando con Isabel, de aventurera y de aburrida... concediendo que a veces las aventuras proporcionan verdaderas emociones. Había manifestado a su sobrina su extrañeza de que hubiera escogido tal amiga, pero añadió a renglón seguido que sabía muy bien que los amigos de Isabel no eran cosa suya, y que jamás se había propuesto que le gustasen todos, ni obligar a la joven a tratar únicamente a aquellos que agradaban a su tía.
"If you could see none but the people I like, my dear, you′d have a very small society," Mrs. Touchett frankly admitted; "and I don′t think I like any man or woman well enough to rec ommend them to you. When it comes to recommending it′s a serious affair. I don′t like Miss Stackpole --everything about her displeases me; she talks so much too loud and looks at one as if one wanted to look at HER --which one doesn′t. I′m sure she has lived all her life in a boarding-house, and I detest the manners and the liberties of such places. If you ask me if I prefer my own manners, which you doubtless think very bad, I′ll tell you that I prefer them immensely. Miss Stackpole knows I detest boarding-house civilisation, and she detests me for detesting it, because she thinks it the highest in the world. She′d like Gardencourt a great deal better if it were a boarding-house. For me, I find it almost too much of one! We shall never get on together therefore, and there′s no use trying." -Si no hubieras de tratar má s que a la gente que a mí me gusta -confesó- tendrías muy pocas relaciones, pues no conozco a ningún hombre ni ninguna  mujer que me gusten lo suficiente para poder recomendártelos. Eso de recomendar a alguien es cosa muy seria. Por ejemplo, la señorita Stackpole no me gusta absolutamente nada. Todo lo suyo me desagrada profundamente; habla demasiado fuerte y la mira a una como si una estuviese deseando mirarla a ella... cosa que no ocurre. Tengo la seguridad de que ha vivido toda su vida en pensiones de familia y no detesto nada tanto como las costumbres y libertades de semejantes sitios. Si me preguntas si prefiero mis modales, que seguramente te parecerán horribles, te diré que me gustan infinitamente más que los de ella. La señorita Stackpole sabe muy bien que yo detesto esa civilización de casa de huéspedes y me odia por detestarla, pues se figura que esa civilizacióón es la más selecta del mundo. Gardencourt le gustaría más si fuera una casa de huéspedes, aunque a mí me parece que tiene no poco de eso. Como nunca nos llevaremos bien ella y yo, más vale no intentarlo.
Mrs. Touchett was right in guessing that Henrietta disapproved of her, but she had not quite put her finger on the reason. A day or two after Miss Stackpole′s arrival she had made some invidious reflexions on American hotels, which excited a vein of counterargument on the part of the correspondent of the _Interviewer_, who in the exercise of her profession had acquainted herself, in the western world, with every form of caravansary. Henrietta expressed the opinion that American hotels were the best in the world, and Mrs. Touchett, fresh from a renewed struggle with them, recorded a conviction that they were the worst. Ralph, with his experimental geniality, suggested, by way of healing the breach, that the truth lay between the two extremes and that the establishments in question ought to be described as fair middling. This contribution to the discussion, however, Miss Stackpole rejected with scorn. Middling indeed! If they were not the best in the world they were the worst, but there was nothing middling about an American hotel. La señora Touchett tenía razón al imaginarse que no merecía la aprobación de Henrietta, pero no lograba poner el dedo en la llaga del motivo de semejante sentimiento. Dos días después de la llegada de la señorita Stackpole, la señora Touchett hizo algunas injustas reflexiones sobre los hoteles de América, y ello excitó el espíritu de contradicción de la corresponsal del Interviewer que, en su calidad de periodista, había conocido en el mundo occidental los más variados tipos de alojamiento. Henrietta manifestó su opinión de que los hoteles de Améric a eran los mejores del mundo, y la señora Touchett, que aún conservaba fresco el recuerdo de su lucha con algunos de ellos, expresó su convicción de que eran los peores. Ralph, queriendo poner en práctica su buen humor experimental y deseoso de encontrar un medio de zanjar la cuestión, dijo que la verdad estaba en el justo medio y que los establecimientos de que hablaban debían ser clasificados entre los medianos. La señorita Stackpole rechazó indignada tal clasificación. Nada de medianos. O eran los mejores del mundo o eran los peores, pero no había nada de términos medios con respecto a los hoteles de América.
"We judge from different points o f view, evidently," said Mrs. Touchett. "I like to be treated as an individual; you like to be treated as a ′party.′" -Juzgamos desde distintos puntos de vista, es evidente -dijo la señora Touchett-. A mí me gusta que me traten como a una persona, a usted le gusta que la traten como a un número.
"I don′t know what you mean," Henrietta replied. "I like to be treated as an American lady." -N o sé qué quiere usted decir -repuso Henrietta-. A mí me gusta que me traten como a una señora americana.
"Poor American ladies!" cried Mrs. Touchett with a laugh. "They′re the slaves of slaves." -¡Pobres señoras americanas! -exclamó riendo la señora Touchett-. Son esclavas de esclavos.
"They′re the companions of freemen," Henrietta retorted. -Son compañeras de hombres libres -replicó Henrietta.
"They′re the companions of their servants --the Irish chambermaid and the negro waiter. They share their work." -Compañeras de sus criados..., de la doncella irlandesa y el mozo de comedor negro. Comparten sus trabajos.
"Do you call the domestics in an American household ′slaves′?" Miss Stackpole enquired. "If that′s the way you desire to treat them, no wonder you don′t like America." -¿Llama usted «esclavos» al servicio doméstico de una casa americana? -inquirió la señora Stackpole-. Si es así, no me extraña que no le guste América.
"If you′ve not good servants you′re miserable," Mrs. Touchett serenely said. "They′re very bad in America, but I′ve five perfect ones in Florence." -Si una no tiene buenos criados lo pasa terriblemente mal -dijo con tranquilidad la señora Touchett . En América son muy malos; en cambio, en Florencia tengo cinco, a cual mejor.
"I don′t see what you want with five," Henrietta couldn′t help observing. "I don′t think I should like to see five persons surrounding me in that menial position." Henrietta no pudo contenerse de decir: -No veo para qué necesita usted cinco criados. Yo creo que no podría soportar ver a cinco personas a mi alrededor en esas condiciones de servilismo.
"I like them in that position better than in some others," proclaimed Mrs. Touchett with much meaning. La señora Touchett proclamó con no poca intención: -Pues yo prefiero verlas en tal condición antes que , en algunas otras.
"Should you like me better if I were your butler, dear?" her husband asked. El señor Touchett intervino diciendo: -¿Te gustaría yo más, querida, si fuera tu mayordomo?
"I don′t think I should: you wouldn′t at all have the tenue." -No estoy muy segura; por lo pronto, te faltan los modales y el tipo para ello.
"The companions of freemen --I like that, Miss Stackpole," said Ralph. "It′s a beautiful description." -Compañeras de los hombres libres... he ahí algo que de veras me gusta, señorita Stackpole -dijo Ralph-. Es una hermosa descripción.
"When I said freemen I didn′t mean you, sir!" -Al decir hombres libres, no me refería a usted, s eñor.
And this was the only reward that Ralph got for his compliment. Miss Stackpole was baffled; she evidently thought there was something treasonable in Mrs. Touchett′s appreciation of a class which she privately judged to be a mysterious survival of feudalism. It wa s perhaps because her mind was oppressed with this image that she suffered some days to elapse before she took occasion to say to Isabel: "My dear friend, I wonder if you′re growing faithless." Y ésa fue toda la recompensa que Ralph obtuvo por su anterior cumplido. La señorita Stackpole estaba perpleja. Era indudable que pensaba que había algo traicionero en la estima que la señora Touchett mostraba por una clase a la que Henrietta en privado calificaba de misteriosa supervivencia del feudalismo. Acaso porque estaba hondamente preocupada por tal imagen dejó pasar varios días antes de buscar una ocasión para decir a Isabel: -Estoy por preguntarme, querida amiga, si no te habrás vuelto desleal.
"Faithless? Faithless to you, Henrietta?" -¿Desleal? ¿Desleal hacia ti, Henrietta?
"No, that would be a great pain; but it′s not that." -No. Eso sería una gran pena para mí, pero no es eso.
"Faithless to my country then?" /td> -Entonces, ¿hacia mi país?
"Ah, that I hope will never be. When I wrote to you from Liverpool I said I had something particular to tell you. You′ve never asked me what it is. Is it because you′ve suspected?" -¡Ah! Espero que eso no suceda nunca. Cuando te escribí desde Liverpo ol, te comuniqué que tenía algo particular que decirte. Nunca se te ha ocurrido preguntarme qué era... ¿Es acaso porque lo has sospechado?
"Suspected what? As a rule I don′t think I suspect," said Isabel. "I remember now that phrase in your letter, but I confess I had forgotten it. What have you to tell me?" -¿Sospechado, qué? Por lo general, no creo ser dada a sospechar -dijo Isabel-. Cierto, ahora recuerdo la frase de tu carta, pero confieso que la había olvidado por completo. ¿Qué es lo que tienes que decirme?
Henrietta looked disappointed, and her steady gaze betrayed it. "You don′t ask that right --as if you thought it important. You′re cha nged --you′re thinking of other things." Henrietta pareció decepcionada y su firme mirada lo dio a entender. -No lo preguntas como es debido... como si te pareciese una cosa importante... Estás muy cambiada... piensas ya en otras cosas.
"Tell me what you mean, and I′ll think of that." -Dime lo que es y entonces pensaré en ello.
"Will you really think of it? That′s what I wish to be sure of." -¿De veras pensarás en ello? Eso es de lo que yo quería asegurarme.
"I′ve not much control of my thoughts, but I′ll do my best," said Isabel. Henrietta gazed at her, in silence, for a period which tried Isabel′s patience, so that our heroine added at last: "Do you mean that you′re going to be married?" Isabel contestó: -No tengo un dominio perfecto sobre sus pen samientos, pero haré lo que pueda. -Henrietta la miró en silencio durante tanto rato que acabó con la paciencia de Isabel y le hizo exclamar-: ¿Quieres decir que vas a casarte?
"Not till I′ve seen Europe!" said Miss Stackpole. "What are you laughing at?" she went on. "What I mean is that Mr. Goodwood came out in the steamer with me." -No antes de haber visto Europa -respondió Henrietta. Y prosiguió-: ¿De qué te ríes? Lo que quiero decir es que el señor Goodwood vino en el mismo barco que yo.
"Ah!" Isabel responded. -¡Ah! -se limitó a responder Isabel.
"You say THAT right. I had a good deal of talk with him; he has come after you." -Has dicho bien. A bordo tuvimos ocasión de charlar largamente. Ha venido siguiéndote.
"Did he tell you so?" /td> -¿Te lo dijo él?
"No, he told me nothing; that′s how I knew it," said Henrietta cleverly. "He said very little about you, but I spoke of you a good deal." -No, no me dijo absolutamente nada. Por eso lo supe -contestó ingeniosamente la escritora-. Él habló poco de ti, pero, en cambio, yo hablé mucho de ese tema.
Isabel waited. At the mention of Mr. Goodwood′s name she had turned a little pale. "I′m very sorry you did that," she observed at last. Isabel se mantuvo a la espera. Había empalidecido al oír el nombre del señor Goodwood y, al final, acabó por decir: -Siento mucho que hablaras de mí.
"It was a pleasure to me, and I liked the way he listened. I could have talked a long time to such a listener; he was so quiet, so intense; he drank it all in." -Es que era un placer y me gustaba la manera en que me escuchaba. A un oyente así podría haberle hablado mucho tiempo. Escuchaba con tanta atención, tan callado, tan absorto en mis palabras...
"What did you say about me?" Isabel asked. Isabel preguntó -¿Qué dijiste de mí?   
"I said you were on the whole the finest creature I know." -Dije que, en conjunto, eras la criatura más perfecta que conocía.
"I′m very sorry for that. He thinks too well of me already; he oughtn′t to be encouraged." -Pues lo siento en el alma. Él tiene ya demasiada; buena opinión de mí y no hay que alentarle por ese camino.
"He′s dying for a little encouragement. I see his face now, and his earnest absorbed look while I talked. I never saw an ugly man look so handsome." -Se muere porque le den alientos, por pocos que  sean. Me parece estar viendo su cara, aquella mirada absorta mientras yo hablaba... Nunca he visto a un hombr e feo transformarse en uno tan hermoso.
"He′s very simple-minded," said Isabel. "And he′s not so ugly." -Es de ideas muy simples -contestó Isabel-. Y, además, no es tan feo.
"There′s nothing so simplifying as a grand passion." -Nada torna a la gente tan sencilla como una gran pasión.
"It′s not a grand passion; I′m very sure it′s not that." -La suya no es una gran pasión, de eso estoy segura.
"You don′t say that as if you were sure." -Lo dices como si no lo estuvieras.
Isabel gave rather a cold smile. "I shall say it better to Mr. Goodwood himself." Isabel sonrió de manera más bien fría. Y declaró: -Haré mejor en decírselo al mismo señor Goodwood.
"He′ll soon give you a chance," said Henrietta. Isabel offered no answer to this assertion, which her companion made with an air of great confidence. "He′ll find you changed," the latter pursued. "You′ve been affected by your new surroundings." -Pues pronto tendrás ocasión de ello -dijo Henrietta. Isabel no contestó a esa afirmación que su amiga acababa de hacer con gran seguridad. La periodista prosiguió-: Te va a encontrar muy cambiada. El ambiente que te rodea te ha afectado mucho.
"Very likely. I′m affected by everything." -No digo que no. Todo me afecta.
"By everything but Mr. Goodwood!" Miss Stackpole exclaimed with a slightly harsh hilarity. -Todo, menos el señor Goodwood -exclamó la señorita Stackpole con una risa un tanto agria.
Isabel failed even to smile back and in a moment she said: "Did he ask you to speak to me?" Isabel ni siquiera sonrió y, al cabo de un instante, preguntó: -¿Te pidió él que me hablaras?
"Not in so many words. But his eyes asked it --and his handshake, when he bad e me good-bye." -No lo dijo con estas palabras, pero me lo pidió con los ojos y con su apretón de manos cuando nos despedimos.
"Thank you for doing so." And Isabel turned away. -Te agradezco que lo hayas hecho -dijo Isabel, y se dio la vuelta.
"Yes, you′re changed; you′ve got new ideas over here," her friend continued. -Has cambiado, Isabel, has adquirido aquí otras ideas -insistió su amiga.
"I hope so," said Isabel; "one should get as many new ideas as possible." -Por suerte para mí -replicó Isabel-. Una tiene el deber de adquirir el mayor número de ideas que le sea posible.
"Yes; but they shouldn′t interfere with the old ones when the old ones have been the right ones." -De acuerdo, pero las nuevas no deben desplazar a las antiguas, si las antiguas han sido las buenas.
Isabel turned about again. "If you mean that I had any idea with regard to Mr. Goodwood --!" But she faltered before her friend′s implacable glitter. Isabel se le acercó nuevamente y dijo: -Si quieres decir que yo tenía alguna idea con respecto al señor Goodwood... -Pero, ante la implacable mirada de su amiga, optó por callarse.
"My dear child, you certainly encouraged him." -Querida mía, ¿qué duda cabe de que le dejaste concebir esperanzas?
Isabel made for the moment as if to deny this charge; instead of which, however, she presently answered: "It′s very true. I did encourage him." And then she asked if her companion had learned from Mr. Goodwood what he intended to do. It was a concession to her curiosity , for she disliked discussing the subject and found Henrietta wanting in delicacy. Durante un momento Isabel pareció disponerse a rebatir aquel aserto, pero en lugar de eso dijo tranquilamente: -Es cierto, yo le di alientos. -Dicho lo cual, preguntó a su amiga si el señor Goodwood le había comunicado qué pensaba hacer. No era eso más que una concesión a su propia curiosidad, pues le desagradaba hablar del asunto y consideraba que Henrietta no había procedido con la delicadeza debida.
"I asked him, and he said he meant to do nothing," Miss Stackpole answered. "But I don′t believe that; he′s not a man to do nothing. He is a man of high, bold action. Whatever happens to him he′ll always do something, and whatever he does will always be right." -Se lo pregunté y me dijo que no pensaba hacer absolutamente nada -contestó la señorita Stackpole-. Na turalmente, yo no lo creí porque no es un hombre pasivo, sino de acción pronta y decidida. Ocúrrale lo que le ocurra, él hará siempre algo, y lo que haga estará siempre bien.
"I quite believe that." Henrietta might be wanting in delicacy, but it touched the girl, all the same, to hear this declaration. Aunque Henrietta tal vez se había mostrado poco delicada, esa declaración conmovió a Isabel, que corroboró: -Yo también opino lo mismo.
"Ah, you DO care for him!" her visitor rang out. La periodista se lanzó al ataque, diciendo: -Y piensas en él.
"Whatever he does will always be right," Isabel repeated. "When a man′s of that infallible mould what does it matter to him what one feels?" Isabel repitió: -Lo que él haga, siempre estará bien... Cuando un hombre es totalmente de una pieza, ¿qué puede importarle lo que una sienta?
"It may not matter to him, but it matters to one′s self." -Puede que a él no le importe, pero le importa a una.
"Ah, what it matters to me --that′s not what we′re discussing," said Isabel with a cold smile. -¡Bah! Lo que a mí me importa... no es precisamente lo que estamos discutiendo -dijo Isabel, sonriendo si n ganas.
This time her companion was grave. "Well, I don′t care; you HAVE changed. You′re not the girl you were a few short weeks ago, and Mr. Goodwood will see it. I expect him here any day." Su compañera adoptó un aire severo y replicó: -Bueno, eso no es cosa mía. Lo que veo es que estás cambiada, que no eres la misma que eras hace unas semanas, y el señor Goodwood se dará cuenta de ello. Yo espero que se presente aquí de un día a otro.
"I hope he′ll hate me then," said Isabel. -Pues, entonces, confío en que llegará a detestarme.
"I believe you hope it about as much as I believe him capable of it." -Ni creo que esperes tal cosa ni le creo a él capaz de ella.
To this observation our heroine made no return; she was absorbed in the alarm given her by Henrietta′s intimation that Caspar Goodwood would present himself at Gardencourt. She pretended to herself, however, that she thought the event impossible, and, later, she communicated her disbelief to her friend. For the next forty-eight hours, nevertheless, she stood prepared to hear the young man′s name announced. The feeling pressed upon her; it made the air sultry, as if there were to be a change of weather; and the weather, socially speaking, had been so agreeable during Isabel′s stay at Gardencourt that any change would be for the worse. Her suspense indeed was dissipated the second day. She had walked into the park in company with the sociable Bunchie, and after strolling about for some time, in a manner at once listless and restless, had seated herself on a garden-bench, within sight of the house, beneath a spreading beech, where, in a white dress ornamented with black ribbons, she formed among the flickering shadows a graceful and harmonious image. She entertained herself for some moments with talking to the little terrier, as to whom the proposal of an ownership divided with her cousin had been applied as impartially as possible --as impartially as Bunchie′s own somewhat fickle and inconstant sympathies would allow. But she was notified for the first time, on this occasion, of the finite character of Bunchie′s intellect; hitherto she had been mainly struck with its extent. It seemed to her at last that she would do well to take a book; formerly, when heavy-hearted, she had been able, with the help of some well-chosen volume, to transfer the seat of consciousness to the organ of pure reason. Of late, it was not to be denied, literature had seemed a fading light, and even after she had reminded herself that her uncle′s library was provided with a complete set of those authors which no gentleman′s collection should be without, she sat motionless and empty-handed, her eyes bent on the cool green turf of the lawn. Her meditations were presently interrupted by the arrival of a servant who handed her a letter. The letter bore the London postmark and was addressed in a hand she knew --that came into her vision, already so held by him, with the vividness of the writer′s voice or his face. This document proved short and may be given entire. Nuestra heroína no replicó a esta observación, pues se había quedado anonadada ante la noticia que Henrietta acababa de darle respecto a la posible aparición de Caspar Goodwood en Gardencourt. Quiso engañarse a sí misma diciéndose que eso era imposible, y así se lo hizo saber más tarde a su amiga. Sin embargo, pasóó en una gran ansiedad las cuarenta y ocho horas siguientes, esperando a cada momento oír anunciar el nombre del joven compatriota. Y tal preocupación la intranquilizó hasta el punto de que le pareció sentir un gran bochorno en el aire, como si el tiempo fuese a cambiar... Tan grato había sido el tiempo, en el sentido social, hasta entonces para ella en Gardencourt, que cualquier cambio que en él se produjera no podría ser para bien. Sin embargo, su ansiedad cesó al segundo día. Había salido ella de paseo por el parque en compañía del simpático Bunchie y, después de haber andado durante un rato tan intranquila y absorta en sí mima que no veía ni oía, se había sentado en un banco del jardín, no lejos de la casa y bajo una gran haya, donde, vestida de blanco, adornado su traje con lazos negros, y entre las leves sombras que revoleteaban a su alrededor, ofrecía una imagen llena de gracia y armonía. Durante algunos instantes se entretuvo en hablar con el revoltoso perrito, respecto al cual se aplicaba con la mayor imparcialidad posible la proposición de bien indiviso hecha por el primo... es decir, tan imparcialmente como lo permitían las veleidosas e inconstantes simpatías del pequeño can. Pero en aquella ocasión se dio cuenta por primera vez de la limitación del intelecto de Bunchie, que hasta entonces le había parecido de grandes dimensiones. Pensó que, antes de salir, hubiera sido oportuno proveerse de un libro, ya que, en otros tiempos, cuando se sentía desasosegada, le bastaba la compañía de un buen volumen para que su ensimismamiento se aposentase en la morada de su pura razón. Últimamente, no vale la pena negarlo, pareció que la literatura no iluminaba s us inquietudes más que con una mortecina luz; y, aun cuando se acordó de que la biblioteca de su tío contenía todos esos autores que no deben faltar en la de ningún caballero que se estime, el hecho es que permanecía allí sentada, inmóvil y con las manos vacías, la mirada fija en el verde césped del prado. La llegada de un criado con una carta la sacó en aquel instante de su ensimismamiento. La carta, cuyo sobre tenía el sello de  Correos de Londres y estaba escrito con una letra que le era bien conocida... vino a ocupar un lugar en su imaginación, absorta ya en el que la había escrito, como si con , ella aportara la vivacidad del rostro o de la voz del autor. Por ser tal carta un documento corto, no habrá inconveniente en transcribirla por completo. Decía así:        
MY DEAR MISS ARCHER --I don′t know whether you will have heard of my coming to Englan d, but even if you have not it will scarcely be a surprise to you. You will remember that when you gave me my dismissal at Albany, three months ago, I did not accept it. I protested against it. You in fact appeared to accept my protest and to admit that I had the right on my side. I had come to see you with the hope that you would let me bring you over to my conviction; my reasons for entertaining this hope had been of the best. But you disappointed it; I found you changed, and you were able to give me no reason for the change. You admitted that you were unreasonable, and it was the only concession you would make; but it was a very cheap one, because that′s not your character. No, you are not, and you never will be, arbitrary or capricious. Therefore it is that I believe you will let me see you again. You told me that I′m not disagreeable to you, and I believe it; for I don′t see why that should be. I shall always think of you; I shall never think of any one else. I c ame to England simply because you are here; I couldn′t stay at home after you had gone: I hated the country because you were not in it. If I like this country at present it is only because it holds you. I have been to England before, but have never enjoyed it much. May I not come and see you for half an hour? This at present is the dearest wish of yours faithfully Querida señorita Archer: Ignoro si se habrá enterado de mi llegada a Londres, pero, aunque no haya sabido nada de ella, creo que no será una sorpresa para usted. Recordará que cuando, hace tres meses, me dio su respuesta negativa en Albany, yo no quise aceptarla y protesté contra ella. Por su parte, usted pareció aceptar semejante protesta y reconoció que yo tenía razón. Fui entonces a verla con la esperanza de que me permitiera intentar hacerle compartir mi convicción, ya `que las razones en que la fundo son inmejorables. Pero usted me desengañó, pues la encontré cambiada y sin poder darme razón aceptable acerca de su cambio. Usted misma reconoció que su actitud no era razonable, y ésa fue toda la concesión que se dignó hacer, pero era verdaderamente baladí porque no ′ respondía a su manera de ser. No, usted no es, ni será nunca, arbitraria ni caprichosa. Por el contrario, creo que me permitirá volver a verla. Me dijo que yo no le resultaba desagradable, cosa que creo, pues no ` sé por qué habría de serlo. Seguiré pensando siempre en usted y en ninguna otra. He venido a Inglaterra sólo porque en ella se encuentra usted, ya que no podía permanecer en nuestro país estando usted ;′ ausente de él, y lo detestaba porque usted lo había  abandonado. Si ahora me gusta tanto este país en tan sólo porque la tiene a usted en su seno. He estado en Inglaterra anteriormente, pero nunca me gustó gran cosa. ¿Me permite ir a verla, aunque no sea más que media hora? En el momento presente ése es el más vivo anhelo de su devoto
CASPAR GOODWOOD GASPAR GOODWOOD
Isabel read this missive with such deep attention that she had not perceived an approaching tread on the soft grass. Looking up, however, as she mechanically folded it she saw Lord Warburton standing before her. Isabel leyó esta carta con tan concentrada atención que ni siquiera oyó los pasos que hacia ella se acercaban quedamente sobre la hierba tierna. Alzó los ojos mientras plegaba maquinalmente la carta, y vio a lord Warburton de pie ante ella, contemplándola en silencio.  






CHAPTER 12

12

She put the letter into her pocket and offered her visitor a smile of welcome, exhibiting no trace of discomposure and half surprised at her coolness. Isabel se guardó la carta en el bolsillo y dirigió a su visitante una suave sonrisa de bienvenida, sin mostrar la menor alteración y sorprendiéndose a sí misma por su propia frialdad. ar
"They told me you were out here," said Lord Warburton; "and as there was no one in the drawing-room and it′s really you that I wish to see, I came out with no more ado." Lord Warburton habló así: -Me dijeron que estaba usted aquí y, como no había un alma en el salón y era precisamente usted a quien me interesaba ver, me dirigí aquí sin más.
Isabel had got up; she felt a wish, for the moment, that he should not sit down beside her. "I was just going indoors." Isabel se puso en pie, pues parecía sentir en su interior un vago deseo de que él no se sentara a su lado. -Ya me disponía a entrar -dijo.
"Please don′t do that; it′s much jollier here; I′ve ridden over from Lockleigh; it′s a lovely day." His smile was peculiarly friendly and pleasing, and his whole person seemed to emit that radiance of good-feeling and good fare which had formed the charm of the girl′s first impression of him. It surrounded him like a zone of fine June weather. -No se vaya, por favor. Se está mucho mejor aquí fuera. He venido a caballo desde Lockleigh y puedo asegurarle que hace un día espléndido. La sonrisa con que acompañara las anteriores palabras era especialmente amistosa y agradable, mientras que parecía desprenderse de toda su persona ese aura de bondad y amabilidad que tanto encantara a la joven desde el momento en que le vio por vez primera; aura que le rodeaba como el resplandor de un deleitoso d u237ía del mes de junio.
"We ′ll walk about a little then," said Isabel, who could not divest herself of the sense of an intention on the part of her visitor and who wished both to elude the intention and to satisfy her curiosity about it. It had flashed upon her vision once before, and it had given her on that occasion, as we know, a certain alarm. This alarm was composed of several elements, not all of which were disagreeable; she had indeed spent some days in analyzing them and had succeeded in separating the pleasant part of the idea of Lord Warburton′s "making up" to her from the painful. It may appear to some readers that the young lady was both precipitate and unduly fastidious; but the latter of these facts, if the charge be true, may serve to exonerate her from the discredit of the former. She was not eager to convince herself that a territorial magnate, as she had heard Lord Warburton called, was smitten with her charms; the fact of a declaration from such a source carrying with it real ly more questions than it would answer. She had received a strong impression of his being a "personage," and she had occupied herself in examining the image so conveyed. At the risk of adding to the evidence of her self-sufficiency it must be said that there had been moments when this possibility of admiration by a personage represented to her an aggression almost to the degree of an affront, quite to the degree of an inconvenience. She had never yet known a personage; there had been no personages, in this sense, in her life; there were probably none such at all in her native land. When she had thought of individual eminence she had thought of it on the basis of character and wit --of what one might like in a gentleman′s mind and in his talk. She herself was a character --she couldn′t help being aware of that; and hitherto her visions of a completed consciousness had connected themselves largely with moral images --things as to which the question would be whether the y pleased her sublime soul. Lord Warburton loomed up before her, largely and brightly, as a collection of attributes and powers which were not to be measured by this simple rule, but which demanded a different sort of appreciation --an appreciation that the girl, with her habit of judging quickly and freely, felt she lacked patience to bestow. He appeared to demand of her something that no one else, as it were, had presumed to do. What she felt was that a territorial, a political, a social magnate had conceived the design of drawing her into the system in which he rather invidiously lived and moved. A certain instinct, not imperious, but persuasive, told her to resist --murmured to her that virtually she had a system and an orbit of her own. It told her other things besides --things which both contradicted and confirmed each other; that a girl might do much worse than trust herself to such a man and that it would be very interesting to see something of his system fro m his own point of view; that on the other hand, however, there was evidently a great deal of it which she should regard only as a complication of every hour, and that even in the whole there was something stiff and stupid which would make it a burden. Furthermore there was a young man lately come from America who had no system at all, but who had a character of which it was useless for her to try to persuade herself that the impression on her mind had been light. The letter she carried in her pocket all sufficiently reminded her of the contrary. Smile not, however, I venture to repeat, at this simple young woman from Albany who debated whether she should accept an English peer before he had offered himself and who was disposed to believe that on the whole she could do better. She was a person of great good faith, and if there was a great deal of folly in her wisdom those who judge her severely may have the satisfaction of finding that, later, she became consistently w ise only at the cost of an amount of folly which will constitute almost a direct appeal to charity. -Entonces daremos una vuelta -dijo Isabel, que a su pesar intuía la intención de la visita de su acompañante y que deseaba a un tiempo eludir aquella intención y satisfacer su curiosidad. Ya otra vez había vislumbrado ese designio con la fugacidad de un relámpago y, como ya sabernos, le produjo gran alarma; una alarma cuyos elementos no eran del todo desagradables. Por lo pronto llevaba varios días analizándolos, habiendo al fin logrado separar la parte agradable de la idea de que lord Warburton la estaba cortejando, de la parte de esta idea que la resultaba desagradable. A muchos de nuestros lectores ha de antojárseles que la joven era a la vez precipitada e indebidamente exigente; pero este último reproche, caso de ser justo, puede contribuir a disculparla del descrédito que el primero entraña. Isabel no sentía el menor deseo de convencerse a sí misma de que un poderoso terrateniente, como había oído llamar a lord Warburton, estaba prendado de sus encantos, pues el hecho de una declaración procedente de él comportaría más interrogantes de los que podría contestar. A ella le había impresionado mucho el hecho de que él fuese un gran «personaje», y se había dedicado a examinar la imagen que ese hecho le presentaba. Cabe decir, a riesgo de abundar aún más en la prueba de su autosuficiencia, que en determinados momentos la posibilidad de que tal personaje le tributara tanta admiración le parecía una agresión  rayana en afrenta, casi una inconveniencia. Hasta entonces no había conocido a ningún verdadero personaje, no los había habido antes en su vida, y acaso tampoco existieran en su país de origen. Cuando e lla había pensado que alguien pudiera ser eminente, lo hacía en razón de su carácter y de su ingenio... en razón de lo que a una pudiera gustarle en la inteligencia y en la conversación de un caballero. Por su parte, ella misma era todo un carácter, y de eso estaba perfectamente convencida. Y hasta entonces su imagen de una conciencia plena tenía relación con cuestiones morales... cosas respecto a las cuales la pregunta sería si a su alma sublime le resultaban gratas. Así, pues, lord Warburton fulgía ante sus ojos intensa y brillantemente como un conjunto de atributos y poderes que no se medían por esa sencilla norma, sino que requerían una clase de apreciación totalmente distinta... una apreciación que la joven, acostumbrada a juzgar las cosas con gran celeridad y suma libertad, se sentía falta de paciencia para poder otorgar. Era como si él fuese a pedirle algo que ningún otro había pensado pedirle. Ella sentía que un gran magnate terrateniente, social y político, había concebido el designio de arrastrarla a un sistema en el cual él vivía y actuaba de un modo un tanto ofensivo. Y un cierto instinto persuasivo, si bien nada categórico, le decía que resistiera... murmurándole que ella tenía ya su propio sistema y su propia órbita. Le decía además, muchas otras cosas... cosas que a la vez se contradecían y confirmaban mutuamente; como que una muchacha podría sin duda hacer algo mucho peor que confiarse a semejante hombre, y que resultaría de veras interesante conocer su sistema desde el punto de vista de él; que, sin embargo, mucho de aquel sistema constituía para ella una constante complicación y que, incluso tomado en conjunto, tení′92a algo de rígido y de inflexible que lo convertía en una verdadera carga. Por si eso fuera poco, he aquí que acababa de llegar de América cierto joven que carecía en absoluto de ninguna clase de sistema, pero que estaba dotado de un carácter respecto del cual le era inútil tratar de convencerse de que le había producido poca impresión. La carta que en el bolsillo tenía probaba precisamente lo contrario. Sin embargo me atrevería a repetirle al lector que no sonriera ante esta sencilla muchacha de Albany que se atormentaba pensando en si debía aceptar a un par inglés antes de que él se le declarase y que, por otra parte, estaba convencida de que podía encontrar un candidato mejor. Como se ve, era una persona de inmensa buena fe, y si en realidad había mucho de insensatez en su juicio, quienes hayan de juzgarla severamente pueden tener la satisf acción de comprobar que con el tiempo se tornó juiciosa, aunque a costa de una enormidad de insensateces, que casi constituirían una apelación directa a la caridad.
Lord Warburton seemed quite ready to walk, to sit or to do anything that Isabel should propose, and he gave her this assurance with his usual air of being particularly pleased to exercise a social virtue. But he was, nevertheless, not in command of his emotions, and as he strolled beside her for a moment, in silence, looking at her without letting her know it, there was something embarrassed in his glance and his misdirected laughter. Yes, assuredly --as we have touched on the point, we may return to it for a moment again --the English are the most romantic people in the world and Lord Warburton was about to give an example of it. He was about to take a step which would astonish all his friends and displease a great many of them, and which had superficially nothing to recommend it. The young lady wh o trod the turf beside him had come from a queer country across the sea which he knew a good deal about; her antecedents, her associations were very vague to his mind except in so far as they were generic, and in this sense they showed as distinct and unimportant. Miss Archer had neither a fortune nor the sort of beauty that justifies a man to the multitude, and he calculated that he had spent about twenty-six hours in her company. He had summed up all this --the perversity of the impulse, which had declined to avail itself of the most liberal opportunities to subside, and the judgement of mankind, as exemplified particularly in the more quickly-judging half of it: he had looked these things well in the face and then had dismissed them from his thoughts. He cared no more for them than for the rosebud in his buttonhole. It is the good fortune of a man who for the greater part of a lifetime has abstained without effort from making himself disagreeable to his friends, th at when the need comes for such a course it is not discredited by irritating associations. Lord Warburton parecía estar dispuesto a pasear, a sentarse o hacer lo que a Isabel se la antojara proponer, y así se lo aseguró con su aire habitual de complacencia en el ejercicio de una virtud social. Pero, a pesar de todo, no era dueño de sus emociones y, mientras caminaba a su lado en silencio durante un momento, y la miraba sin que ella se diese cuenta, había algo azorado en su mirada y en su risa a destiempo. Sí, ciertamente... ya que he tratado antes este punto, podemos volver ahora sobre él... los ingleses son la gente más romántica del mundo, y lord Warburton estaba a punto de brindar un ejemplo de ello. Estaba al borde de dar un paso que habría de asombr ar a todos sus amigos, desagradando a no pocos de ellos, y que visto superficialmente no tenía nada positivo. La joven que iba a su lado hollando el césped procedía de un país extraño de allende los mares, país que él conocía bastante; los antecedentes y las relaciones de la muchacha se le aparecían muy vagos salvo en la medida en que eran genéricos, pero en tal sentido se le antojaban claros y sin importancia. La señorita Archer no poseía fortuna ni esa clase de belleza que justifica a un hombre ante la multitud y él calculaba que había pasado ya como unas veintiséis horas en su compañía. El lo había sopesado todo: la contumacia de su propio impulso, que rehusara aprovechar las mejores oportunidades que se le ofrecían para apaciguarse, y el juicio del género humano, ejemplificado particularmente por la mitad más rápida a la hora de juzgar; después de mirar todas estas cosas cara a cara, en el acto las desalojó de su pensamiento, no preocupándose de ellas más de lo que habría podido preocuparse del capullo de rosa que llevaba prendido del ojal. La suerte del hombre que durante la mayor parte de su vida no ha necesitado realizar grandes esfuerzos para no desagradar a sus amigos, consiste en que no hay recuerdos molestos que lo desacrediten cuando deba tomar el camino contrario.
"I hope you had a pleasant ride," said Isabel, who observed her companion′s hesitancy. Isabel, que estaba observando la indecisión de su amigo, acabó por decirle: -Celebraré que le haya resultado agradable el paseo.
"It would have been pleasant if for nothing else than that it brought me here." -Sólo por el hecho de conducirme hasta aquí tenía que ser de lo más grato. 
"Are you so fond of Gardencourt?" the girl asked, more and more sure that he meant to make some appeal to her; wishing not to challenge him if he hesitated, and yet to keep all the quietness of her reason if he proceeded. It suddenly came upon her that her situation was one which a few weeks ago she would have deemed deeply romantic: the park of an old English country-house, with the foreground embellished by a "great" (as she supposed) nobleman in the act of making love to a young lady who, on careful inspection, should be found to present remarkable analogies with herself. But if she was now the heroine of the situation she succee ded scarcely the less in looking at it from the outside. -¿Tanto le gusta a usted Gardencourt? -preguntó la muchacha, cada vez más segura d e que acabaría por pedirle algo y deseosa de no forzarle, caso de que él titubeara y, al mismo tiempo, de conservar toda su tranquilidad y lucidez mental por si se decidía. De pronto pensó que su actual situación era de las que unas semanas antes no habría dudado en calificar de romántica, a saber: el parque de una vieja y prestigiosa mansión señorial en Inglaterra y, en primer plano, uno de los «grandes» aristócratas del país (según creía ella) a punto de declarar su amor a una preciosa y joven dama que, luego de bien observada, acusaba notable parecido con Isabel misma. No obstante, al ser ella en aquel momento la heroína de semejante situación, no lograba mirarla serenamente.
"I care nothing for Gardencourt," said her companion. "I care only for you." -Gardencourt me tiene absolutamente sin cuidado -contestó el acompañante-. Lo que me interesa es usted. r
"You′ve known me too short a time to have a right to say that, and I can′t believe you′re serious." -Me conoce todavía demasiado poco para tener derecho a decir semejante cosa, y no puedo creer que hable en serio.
These words of Isabel′s were not perfectly sincere, for she had no doubt whatever that he himself was. They were simply a tribute to the fact, of which she was perfectly aware, that those he had just uttered would have excited surprise on the part of a vulgar world. And, moreover, if anything beside the sense she had already acquired that Lord Warburton was not a loose thinker had been needed to convince her, the tone in which he replied would quite have served the purpose. No eran del todo sinceras las palabras de Isabel, pues no le cabía duda de que él lo era. Las dijo simplemente para rendir un tributo al hecho, del cual era muy consciente, de que la afirmación de él habría causado gran sorpresa en el vulgo. Y si, por añadidura, hubiese habido algo capaz de convencerla, además de su presentimiento de que lord Warburton no era ligero de cascos, habría bastado para ello el tono con que él le respondió:
"One′s right in such a matter is not measured by the time, Miss Archer; it′s measured by the feeling itself. If I were to wait three months it would make no difference; I shall not be more sure of what I mean than I am to-day. Of course I′ve seen you very little, but my impression dates from the very first hour we met. I lost no time, I fell in love with you then. It was at first sight, as the novels say; I know now that′s not a fancy-phrase, and I shall think better of novels for evermore. Those two days I spent here settled it; I don′t know whether you suspected I was doing so, but I paid --mentally speaking I mean --the greatest possible attention to you. Nothing you said, nothing you did, was lost upon me. When you came to Lockleigh the other day --or rather when you went away --I was perfectly sure. Nevertheless I made up my mind to think it over and to question myself narrowly. I′ve done so; all these days I′ve done nothing else. I don′t make mistakes about such things; I′m a very judicious animal. I don′t go off easily, but when I′m touched, it′s for life. It′s for life, Miss Archer, it′s for life," Lord Wa rburton repeated in the kindest, tenderest, pleasantest voice Isabel had ever heard, and looking at her with eyes charged with the light of a passion that had sifted itself clear of the baser parts of emotion --the heat, the violence, the unreason --and that burned as steadily as a lamp in a windless place. -Ese derecho no puede medirse por el tiempo, señorita Árcher, sino por el sentimiento. Dentro de tres meses no estaré más convencido que ahora de lo que siento. Es cierto que la he visto muy poco, pero mi impresión arra nca del momento mismo en que nos conocimos. No perdí el tiempo, pues me enamoré de usted entonces. Como dicen las novelas, fue un flechazo. Ahora comprendo que tal frase no es pura fantasía y en adelante tendré mejor opinión de ese género literario. Los dos días que aquí pasé acabaron de arraigar mis ideas y mi decisión. Ignoro si usted se dio cuenta de lo que yo estaba haciendo, pero el hecho es que le consagré la mayor atención posible. No se me escapó nada de cuanto hizo, ni una sola de sus palabras. El otro día, cuando usted se dignó ir a Lockleigh... mejor dicho, cuando se marchó... ya estaba completamente seguro. No obstante, tomé la resolución de pensarlo seriamente de nuevo y de interrogar mi ánimo con profundidad. Ya lo hice. En realidad, durante todos estos días no he hecho otra cosa. Y no suelo cometer errores en cosas de ese calibre, soy un animal muy sensato. No me salgo fácilmente de mis casillas, pero cuando me siento tocado es para toda la vida... Para toda la vida, señorita Árcher, es para toda la vida -repitió lord Warburton con la voz más grata, tierna y amable que Isabel oyera jamás, al tiempo que la miraba con ojos llenos de una pasión desprovista de las partes impuras de la emoción (ardor, desvarío, violencia) y que parecía brillar con llama tan potente como la de una antorcha en un lugar resguardado del viento.
By tacit consent, as he talked, they had walked more and more slowly, and at last they stopped and he took her hand. "Ah, Lord Warburton, how little you know me!" Isabel said very gently. Gently too she drew her hand away. De común y tácito acuerdo siguieron andando cada vez más despacio mientras él hablaba, hasta que, al fin, se detuvieron y él le tomó una mano. Isabel dijo entonces suavemente: -¡Ah! ¡Qué mal me conoce usted, lord Warburton! -Y con gran delicadeza retiró su mano de la mano del aristócrata.
"Don′t taunt me with that; that I don′t know you better makes me unhappy enough already; it′s all my loss. But that′s what I want, and it seems to me I′m taking the best way. If you′ll be my wife, then I shall know you, and when I tell you all the good I think of you you′ll not be able to say it′s from ignorance." -No me lo reproche, por favor; bastante desdichado soy por no conocerla mejor. Pero eso es lo que pretendo, y creo que estoy en el buen camino. Si consiente en ser mi esposa llegaré a conocerla y, cuando luego le comunique todo lo bueno que de usted pienso, no podrá en modo alguno decir que es por ignorancia.
"If you know me littl e I know you even less," said Isabel. Isabel respondió: -Si usted me conoce a mí poco, menos le conozco yo a usted.
"You mean that, unlike yourself, I may not improve on acquaintance? Ah, of course that′s very possible. But think, to speak to you as I do, how determined I must be to try and give satisfaction! You do like me rather, don′t you?" -Tal vez crea usted que, a diferencia suya, quizá yo no mejore cuando me conozca. Sin embargo, piense usted en lo resuelto que estoy a complacerla cuando me arriesgo a decirle lo que acaba de oír. Le gusto un poco, ¿no es cierto?
"I like you very much, Lord Warburton," she answered; and at this moment she liked him immensely. -Me gusta usted muchísimo, lord Warburton -contestó la joven; y era cierto que en aquel preciso instante le gustaba enormemente.
"I thank you for saying that; it shows you don′t regard me as a stranger. I really believe I′ve filled all the other relations of life very creditably, and I don′t see why I shouldn′t fill this one --in which I offer myself to you --seeing that I care so much more about it. Ask the people who know me well; I′ve friends who′ll speak for me." -Le agradezco en el alma que me lo diga. Eso prueba que no me considera ya un extraño. Creo, en realidad, que hasta el presente he cumplido a plena satisfacción con todas las obligaciones de la vida, y no veo por qué no habría de cumplir con ésta... en la que me ofrezco a mí mismo... cuando es precisamente la que más me importa. Pregunte usted a los que bien me conocen y ellos responderán por mí.
"I don′t need the recommendation of your friends," said Isabel. -Yo no preciso recomendaciones de sus amigos -contestó Isabel.
"Ah now, that′s delightful of you. You believe in me yourself." -Es verdaderamente encantador de su parte. Usted se basta para creer en mí...
"Completely," Isabel declared. She quite glowed there, inwardly, with the pleasure of feeling she did. -Por completo -dijo Isabel; y el placer de sentir lo que decía pareció iluminarla con una luz interior.
The light in her companion′s eyes turned into a smile, and he gave a long exhalation of joy. "If you′re mistaken, Miss Archer, let me lose all I possess!" La luz se tornó sonrisa en las pupilas de su compañero, que prorrumpió en esta excla mación de alegría: -¡Que yo pierda cuanto tengo, si usted se equivoca, señorita Archer!
She wondered whether he meant this for a reminder that he was rich, and, on the instant, felt sure that he didn′t. He was sinking that, as he would have said himself; and indeed he might safely leave it to the memory of any interlocutor, especially of one to whom he was offering his hand. Isabel had prayed that she might not be agitated, and her mind was tranquil enough, even while she listened and asked herself what it was best she should say, to indulge in this incidental criticism. What she should say, had she asked herself? Her foremost wish was to say something if possible not less kind than what he had said to her. His words had car ried perfect conviction with them; she felt she did, all so mysteriously, matter to him. "I thank you more than I can say for your offer," she returned at last. "It does me great honour." Pensó ella si acaso lo había dicho para hacerle recordar su riqueza, pero al instante estuvo segura de que no. Eso él lo guardaba bajo llave, como él mismo habría dicho, y lo confiaba a la memoria de su interlocutor, en especial a la de una mujer a quien estaba proponiendo matrimonio. Isabel había rogado al cielo no sentirse desazonada mientras le escuchaba y se preguntaba qué era lo mejor que podría decir. ¿Qué debía contestar? Su mayor anhelo era decir algo tan exquisito cuando menos como lo que acababan de decirle. En las palabras de su compañero había una convicción irresistible y ella se dio cuenta de que, por misterioso que fuera este hecho, lord Warburton la quería. Por fin contestó: -No teng o palabras con que agradecerle su ofrecimiento. Con él me ha hecho un gran honor.
"Ah, don′t say that!" he broke out. "I was afraid you′d say something like that. I don′t see what you′ve to do with that sort of thing. I don′t see why you should thank me --it′s I who ought to thank you for listening to me: a man you know so little coming down to you with such a thumper! Of course it′s a great question; I must tell you that I′d rather ask it than have it to answer myself. But the way you′ve listened --or at least your having listened at all --gives me some hope." -Por favor, no diga semejante cosa -prorrumpió lord Warburton-. Me estaba temiendo que dijese algo por el estilo. No le va a usted esta clase de respuesta. No se me alcanza por qué ha de agradecerme nada. Yo soy quien tiene que agradecer a usted que haya querido oírme y aguantar que un hombre a quien apenas conoce la haya acometido así de sopetón. Sin duda alguna se trata de una pregunta muy seria y no tengo el menor empacho en confesarle que antes prefiero hacerla que contestarla yo mismo... Sin embargo, la manera como la ha escuchado... el mero hecho de que haya querido escucharme... me permite concebir alguna esperanza.
"Don′t hope too much," Isabel said. -No tenga demasiadas esperanzas -dijo amablemente Isabel.
"Oh, Miss Archer!" her companion murmured, smiling again, in his seriousness, as if such a warning might perhaps be taken but as the play of high spirits, the exuberance of elat ion. -Por favor, señorita Archer -murmuró su compañero s onriendo amablemente en medio de su seriedad, como si esa advertencia pudiera considerarse fruto de un estado de ánimo alegre o de un exceso de júbilo.
"Should you be greatly surprised if I were to beg you not to hope at all?" Isabel asked. Isabel preguntó: -¿Le sorprendería a usted mucho si le pidiese que no abrigase ninguna esperanza?
"Surprised? I don′t know what you mean by surprise. It wouldn′t be that; it would be a feeling very much worse." -¿Si me sorprendería? Ignoro lo que quiere usted decir con eso de la sorpresa. No es cuestión de sorpresa, sería un sentimiento muchísimo peor.
Isabel walked on again; she was silent for some minutes. "I′m very sure that, highly as I already think of you, my opinion of you, if I should know you well, would only rise. But I′m by no means sure that you wouldn′t be disappointed. And I say that not in the least out of conventional modesty; it′s perfectly sincere." Isabel se puso a andar de nuevo en silencio durante un rato. Dijo: -Tengo la completa seguridad de que la buena opinión que tengo de usted mejorará sin ninguna duda cuando le conozca mejor. De lo que no estoy tan segura es de que usted no pueda quedar decepcionado. Y no lo digo por falsa modestia, sino porque realmente lo creo así, con toda sinceridad.
"I′m willing to risk it, Miss Archer," her companion replied. Su compañero replicó: -No obstante, estoy dispuesto a arriesgarme, señorita Archer.
"It′s a great question, as you say. It′s a very difficult question." -Como usted bien dice, es una pregunta seria, una pregunta difícil.
"I don′t expect you of course to answer it outright. Think it over as long as may be necessary. If I can gain by waiting I′ll gladly wait a long time. Only remem ber that in the end my dearest happiness depends on your answer." -Por supuesto, no pretendo que usted la conteste en el acto. Puede pensarla todo el tiempo que crea necesario. Si con la espera he de salir ganando, estaré encantado de tener que aguardar durante largo tiempo. Solamente, no olvide que, en último término, mi mayor felicidad depende de su respuesta.
"I should be very sorry to keep you in suspense," said Isabel. -Sentiría mucho tenerle en esa ansiedad -dijo Isabel.
"Oh, don′t mind. I′d much rather have a good answer six months hence than a bad one to-day." -No se preocupe por ello. Antes prefiero recibir dentro de seis meses una respuesta favorable que una desfavorable en este momento.
"But it′s very probable that even six months hence I shouldn′t be able to give you one that you′d think good." -Pero es muy posible que tampoco dentro de seis meses pueda darle una que la parezca buena.
"Why not, since you really like me?" -¿Por qué no, si es cierto que le gusto?
"Ah, you must never doubt that," said Isabel. -De eso no debe tener la menor duda -dijo Isabel.
"Well then, I don′t see what more you ask!" -Pues, entonces, no veo qué más pide usted.
"It′s not what I ask; it′s what I can give. I don′t think I should suit you; I really don′t think I should." -No se trata de lo que pido, sino de lo que pueda dar. Creo que yo no le convengo a usted, de veras creo que no.
"You needn′t worry about that. That′s my affair. You needn′t be a better royalist than the king." -No tiene que preocuparse de semejante cosa. Eso es cosa mía. No ha de ser usted más papista que el papa.
"It′s not only that," said Isabel; "but I′m not sure I wish to mar ry any one." Isabel dijo: -Pero no es solamente eso. Es que no estoy segura de querer casarme nunca con nadie.
"Very likely you don′t. I′ve no doubt a great many women begin that way," said his lordship, who, be it averred, did not in the least believe in the axiom he thus beguiled his anxiety by uttering. "But they′re frequently persuaded." -Es muy posible. No cabe duda de que muchas grandes mujeres empiezan diciendo lo mismo -manifestó el lord, de quien se puede afirmar que no creía en ti absoluto en el axioma con que intentaba engañar su propia ansiedad-. Pero casi siempre se las convence.
"Ah, that′s because they want to be!" And Isabel lightly laughed. -Porque suele ser lo que están deseando -replicó Isabel riendo alegremente.
Her suitor′s countenance fell, and he looked at her for a while in silence. "I′m afraid it′s my being an Englishman that makes you hesitate," he said presently. "I know your uncle thinks you ought to marry in your own country." Su compañero pareció desconcertado, y durante un momento se quedó mirándola en silencio. Luego dijo: -Me temo que sea mi condición de inglés lo que la haga dudar. Al parecer, su tío piensa que debe usted casarse en su país.
Isabel listened to this assertion with some interest; it had never occurred to her that Mr. Touchett was likely to discuss her matrimonial prospects with Lord Warburton. "Has he told you that?" Isabel prestó gran atención a aquellas palabras, pues nunca se le había ocurrido que al señor Touchett se le ocurriera hablar con lord Warburton de las posibilidades matrimoniales. -¿Le ha dicho él eso? -preguntó.
"I remember his making the remark. He spoke perhaps of Americans generally." -Recuerdo que hizo esa observación. Acaso hablara de los americanos en general.
"He appears him self to have found it very pleasant to live in England." Isabel spoke in a manner that might have seemed a little perverse, but which expressed both her constant perception of her uncle′s outward felicity and her general disposition to elude any obligation to take a restricted view. -Sin embargo, parece que a él le ha resultado muy grato vivir en Inglaterra. Las palabras de Isabel, aunque pudieron parecer un tanto perversas, expres aban a un tiempo su certeza constante de la felicidad externa y material de su tío y su propia renuencia a adoptar un punto de vista limitado.
It gave her companion hope, and he immediately cried with warmth: "Ah, my dear Miss Archer, old England′s a very good sort of country, you know! And it will be still better when we′ve furbished it up a little." Con lo cual dio en cierto modo alguna esperanza a su amigo, quien exclamó inmediatamente con entusiasmo: -¡Ah, señorita Archer! Usted sabe muy bien que Inglaterra es un gran país; y será todavía mejor cuando lo hayamos acicalado un poquito.
"Oh, don′t furbish it, Lord Warburton; leave it alone. I like it this way. -Por favor, no lo acicalen ustedes, lord Warburton, déjenlo tal como es. A mí me encanta así.
"Well then, if you like it, I′m more and more unable to see your objection to what I propose." -Pues, si eso es verdad, cada vez comprendo menos los inconvenientes que pone a mi proposición.
"I′m afraid I can′t make you understand." -Temo que no va usted a poder comprenderme.
"You ought at least to try. I′ve a fair intelligence. Are you afraid --afraid of the climate? We can easily live elsewhere, you know. You can pick ou t your climate, the whole world over." -Haga lo posible por lograrlo. Afortunadamente, poseo una buena inteligencia. ¿Es que tiene usted miedo?..., ¿qu u233é teme, el clima? Entonces, ya sabe que podríamos vivir fuera, en otro país. Puede usted escoger el clima del mundo que más le convenga.
These words were uttered with a breadth of candour that was like the embrace of strong arms --that was like the fragrance straight in her face, and by his clean, breathing lips, of she knew not what strange gardens, what charged airs. She would have given her little finger at that moment to feel strongly and simply the impulse to answer: "Lord Warburton, it′s impossible for me to do better in this wonderful world, I think, than commit myself, very gratefully, to your loyalty." But though she was lost in admiration of her opportunity she managed to move back into the deepest shade of it, even as some wild, caught creature in a vast cage. The "splendid" security so offered her was NOT the greatest she could conceive. What she finally bethought herself of saying was something very different --something that deferred the need of really facing her crisis. "Don′t think me unkind if I ask you to say n o more about this to-day." Dijo estas palabras con un cándido ardor que era como el cerco amoroso de unos brazos fuertes... como una exquisita fragancia que, a través de los labios de él, limpios y anhelantes, le acariciaba el rostro desde unos extraños jardines y en alas de un desconocido céfiro. Habría dado su dedo meñique por sentir el impulso fuerte y sencillo de decirle: Lord Warburton, nada me sería más provechoso en este mundo que confiarme agradecida su lealtad». Pero a pesar de la admiración que sentía por la oportunidad que se le brindaba, consiguió retirarse a la zona más oscura de ese sentimiento, como un animal salvaje encerrado en una gran jaula. Lo más extraordinario que ella podía concebir no era precisamente la «espléndida» seguridad que se le ofrecía. Y lo último que se decidió a decir fue algo muy distinto... y que posponía la necesidad de encarar aquella crisis. -No me considere dura si le ruego que no hable hoy más de este asunto.
"Certainly, certainly!" her companion cried. "I wouldn′t bore you for the world." Y él exclamó: -¡No faltaba más, desde luego! Por nada del mundo me permitiría yo molestarla.
"You′ve given me a great deal to think about, and I promise you to do it justice." -Me ha dado usted ya mucho en que pensar, y le juro que lo haré como la cosa se merece.
"That′s all I ask of you, of course --and that you′ll remember how absolutely my happiness is in your hands." -Eso es lo único que pido por ahora... y no olvide hasta qué punto tiene mi total felicidad en sus manos.
Isabel listened with extreme respect to this admonition, but she said after a minute: "I must tell you that what I shall think about is some way of letting you know that what you ask is impossible --letting you know it without making you miserable." Isabel prestó la más respetuosa atención a estas palabras de advertencia, pero al cabo de un instante dijo: -Debo confesarle que en lo que vo y a pensar es en la manera de decirle que es imposible lo que pide... haciéndoselo saber sin causarle pena.
"There′s no way to do that, Miss Archer. I won′t say that if you refuse me you′ll kill me; I shall not die of it. But I shall do worse; I shall live to no purpose." -No existe modo alguno de hacerlo, señorita Archer. No diré que con su negativa vaya usted a matarme, seguramente no moriré por ello; pero será algo peor, porque mi vida carecerá de objeto.
"You′ll live to marry a better woman than I." -Acabará casándose con una mujer mejor que yo.
"Don′t say that, please," said Lord Wa rburton very gravely. "That′s fair to neither of us." -No diga eso, se lo ruego -exclamó seriamente lord Warburton-. No es justo para ninguno de los dos.
"To marry a worse one then." -¡Diré, entonces, que se casará con una peor!
"If there are better women than you I prefer the bad ones. That′s all I can say," he went on with the same earnestness. "There′s no accounting for tastes." -Todo lo que puedo decir es que, si hay mujeres mejores que usted, prefiero las malas. Y prosiguió con gran seriedad-: Es cuanto puedo decir. Sobre gustos no hay discusión posible.
His gravity made her feel equally grave, and she showed it by again requesting him to drop the subject for the present. "I′ll speak to you myself --very soon. Perhaps I shall write to you." Su seriedad se contagióó a la muchacha, que lo demostró al rogarle de nuevo que dejase de hablar de tal asunto por el momento. Y añadió: -Yo misma le hablaré muy pronto, tal vez le escriba sobre ello.
"At your convenience, yes," he replied. "Whatever time you take, it must seem to me long, and I suppose I must make the best of that." -Como usted guste -replicó lord Warburton-. Cualquier tiempo que usted se tome habrá de parecerme largo, pero supongo que tendré que resignarme.
"I shall not keep you in suspense; I only want to collect my mind a little." -No le mantendré en vilo; pero tengo necesidad de tranquilizar mi espíritu.
He gave a melancholy sigh and stood looking at her a moment, with his hands behind him, giving short nervous shakes to his hunting-crop. "Do you know I′m very much afraid of it -- of that remarkable mind of yours?" Suspiró él tristemente y permaneció mirándola un instante, las manos a la espalda y dándose pequeños y nerviosos golpes con su fusta. -¡Si supiera usted el miedo que tengo... de ese admirable espíritu suyo!
Our heroine′s biographer can scarcely tell why, but the question made her start and brought a conscious blush to her cheek. She returned his look a moment, and then with a note in her voice that might almost have appealed to his compassion, "So am I, my lord!" she oddly exclaimed. El biógrafo de nuestra heroína ignora por qué, pero esa exclamación conmovió hondame nte a la muchacha y cubrió de rubor sus mejillas. Le devolvió la mirada y, con un acento que casi podía haberle movido a compasión, exclamó extrañamente: -No mayor que el mío, milord.
His compassion was not stirred, however; all he possessed of the faculty of pity was needed at home. "Ah! be merciful, be merciful," he murmured. Pero estas palabras no excitaron la compasión de lord Warburton, que necesitaba para sí mismo toda su facultad de sentir piedad. -¡Ah! Sea misericordiosa, sea benigna-murmuró.
"I think you had better go," said Isabel. "I′ll write to you." -Será mejor que se vaya --dijo ella-. Yo le escribiré.  
"Very good; but whatever you write I′ll come and see you, you know." And then he stood reflecting, his eyes fixed on the observant countenance of Bunchie, who had the air of having understood all that had been said and of pretending to carry off the indiscretion by a simulated fit of curiosity as to the roots of an ancient oak. "There′s one thing more ," he went on. "You know, if you don′t like Lockleigh --if you think it′s damp or anything of that sort --you need never go within fifty miles of it. It′s not damp, by the way; I′ve had the house thoroughly examined; it′s perfectly safe and right. But if you shouldn′t fancy it you needn′t dream of living in it. There′s no difficulty whatever about that; there are plenty of houses. I thought I′d just mention it; some people don′t like a moat, you know. Good-bye." -Como guste; pero ya sabe que, escriba lo que es criba, volveré para verla. -Y permaneció allí pensativo con los ojos fijos en la cara vigilante de Bunchie, que parecía haber comprendido todo lo que se había dicho y que pretendía ocultar su indiscreción simulando una repentina indiferencia y un súbito interéés por las raíces centenarias de un roble próximo. El lord añadió-: Hay algo más. Ya sabe que si no le gusta Lockleigh... si usted cree que es húmedo o algo por el estilo... no tendrá necesidad de acercarse a cincuenta millas a la redonda de allí. No tiene nada de húmedo, desde luego. He hecho revisar la mansión con todo cuidado y está en perfectas condiciones de seguridad y salubridad. Pero, si a   :  usted no le apetece, no tiene por qué pensar siquiera en vivir en ella. En eso no habría dificultad de ningún género, pues lo que sobra son casas, como creo haberle dicho. Hay mucha gente a quien no le hacen gracia los fosos. Adiós.
"I adore a moat," said Isabel. "Good-bye." -A mí me encantan los fosos. Adiós -dijo Isabel.
He held out his hand, and she gave him hers a moment --a moment long enough for him to bend his handsome bared head and kiss it. Then, still agitating, in his mastered emotion, his implement of the chase, he walked rapidly away. He was evidently much upset. Él le tendió la mano Y ella le entregó la suya un momento muy bre ve... pero lo suficientemente largo para que él, inclinando su hermosa cabeza descubierta, la besase. Luego, agitando de nuevo la fusta, llevado de su contenida emoción, se marchó a toda prisa. No había duda de que estaba profundamente conmovido.
Isabel herself was upset, but she had not been affected as she would have imagined. What she felt was not a great responsibility, a great difficulty of choice; it appeared to her there had been no choice in the question. She couldn′t marry Lord Warburton; the idea failed to support any enlightened prejudice in favour of the free exploration of life that she had hitherto entertained or was now capable of entertaining. She must write this to him, she must convince him, and that duty was comparatively simple. But what disturbed her, in the sense that it struck her with wonderment, was this very fact that it cost her so little to refuse a magnificent "chance." With whatever qualifications one would, Lord Warburton had offered her a great opportunity; the situation might have discomforts, might contain oppressive, might contain narrowing elements, might prove really but a stupefying anodyne; but she did her sex no injustice in believing that nineteen women out of twenty would have accommodated themselves to it without a pang. Why then upon her also should it not irresistibly impose it self? Who was she, what was she, that she should hold herself superior? What view of life, what design upon fate, what conception of happiness, had she that pretended to be larger than these large, these fabulous occasions? If she wouldn′t do such a thing as that then she must do great things, she must do something greater. Poor Isabel found ground to remind herself from time to time that she must not be too proud, and nothing could be more sincere than her prayer to be delivered from such a danger: the isolation and loneliness of pride had for her mind the horror of a desert place. If it had been pride that interfered with her accepting Lord Warburton such a betise was singularly misplaced; and she was so conscious of liking him that she ventured to assure herself it was the very softness, and the fine intelligence, of sympathy. She liked him too much to marry him, that was the truth; something assured her there was a fallacy somewhere in the glowing logic of the pr oposition --as HE saw it --even though she mightn′t put her very finest finger-point on it; and to inflict upon a man who offered so much a wife with a tendency to criticise would be a peculiarly discreditable act. She had promised him she would consider his question, and when, after he had left her, she wandered back to the bench where he had found her and lost herself in meditation, it might have seemed that she was keeping her vow. But this was not the case; she was wondering if she were not a cold, hard, priggish person, and, on her at last getting up and going rather quickly back to the house, felt, as she had said to her friend, really frightened at herself. Isabel se sentía también conmovida, pero no había quedado tan afectada como ella se habría imaginado. Lo que sentía no era precisamente una enorme responsabilidad, una gran dificultad de elección, pues se le antojaba que en aquel caso no existía posibilidad de elección. No podía casarse con lord Warburton; la idea de esa boda no favorecía la culta ambición de explorar libremente la vi-, da que ella acariciara hasta entonces, o que ahora era capaz de acariciar. Se lo escribiría así a lord Warburton, llegaría a convencerle, lo cual constituía una tarea relativamente sencilla. Pero lo que más la perturbaba, llegando a causarle verdadero asombro, era la facilidad c  que había rehusado una oferta tan extraordinaria. Por, encima de todo, era indiscutible que lord Warburton le  había ofrecido una gran oportunidad. Aun suponiendo que la futura situación estuviese preñada de posibles in-  comodidades, de opresiones, de elementos restrictivos que resultara pesada y anodina, aun suponiéndolo así, no era menoscabar a su sexo el creer que diecinueve de cada veinte mujeres, por lo menos, habrían aceptado muy dichosas situación semejante sin proferir la menor queja. ¿Por qué, pues, a ella no le parecía una propuesta irresistible?. ¿Quién y qué era ella para considerarse tan superior? ¿Qué plan de vida, qué designios superiores al hado, qué conceptos de la dicha tenía ella que fuesen superiores a semejantes oportunidades, tan valiosas e incluso fabulosas? Si no se prestaba a hacer una cosa como aquélla, entonces tenía el deber de realizar otras más grandes, debía llevar a cabo algo muy superior. La pobre Isabel había tenido razones para acordarse de vez en cuando de que no debía ser demasiado orgullosa y, en realidad, ponía insuperable sinceridad en el fervor con que rogaba se le alejara de tal peligro. El aislamiento y la soledad de la soberbia tenían a su juicio el horror de un paraje desierto. Si era el orgullo lo que le había impedido aceptar la oferta de lord Warburton, nada tan fuera de lugar como semejante necedad; y, por otra parte, estaba tan segura de que él le gustaba que se atrevió a definir ese sentimiento como una dulce y comprensiva simpatía. Lo cierto era que le gustaba demasiado para casarse con él. Algo le susurraba al oído que se escondía una falacia en la brillante lógica de la propuesta -tal como él la veía-, aun cuando ella no atinase a definir nada concreto; y el infligirle pesar a un hombre que tanto ofrecía a una esposa con una propensión irrefrenable a la crítica habría constituido un acto verdaderamente ignominioso. Ella le había prometido que reflexionaría sobre su proposición; y cuando, una vez que él la hubo dejado, Isabel fue a sentarse en el banco donde al principio la halló entregada a su meditación, pareció como si empezase ya a cumplir su promesa. Pero no era tal el caso. Por lo contrario, se preguntaba si no sería ella un ser frío, duro, presuntuoso. De tal suerte, al levantarse y encaminarse presurosamente hacía la casa, sintió, como antes le dijera a su amigo, que, en verdad, tenía miedo de sí misma.      






CHAPTER 13

13

It was this feeling and not the wish to ask advice --she had no desire whatever for that --that led her to speak to her uncle of what had taken place. She wished to speak to some one; she should feel more natural, more human, and her uncle, for this purpose, presented himself in a more attractive light than either her aunt or her friend Henrietta. Her cousin of course was a possible confidant; but she would have had to do herself violence to air this special secret to Ralph. So the next day, after breakfast, she sought her occasion. Her uncle never left his apartment till the afternoon, but he received his cronies, as he said, in his dressing-room. Isabel had quite taken her place in the class so designated, which, for the rest, included the old man′s son, his physician, his personal servant, and even Miss Stackpole. Mrs. Touchett did not figure in the list, and this was an obstacle the less to Isabel′s finding her host alone. He sat in a complicated mechanical chair, at the open window of his room, looking westward over the park and the river, with his newspapers and letters piled up beside him, his toilet freshly and minutely made, and his smooth, speculative face composed to benevolent expectation. Era precisamente tal sentimiento y no el deseo de pedir un consejo que no había menester en absoluto, lo que impulsó a Isabel a ir en busca de su tío para referirle cuanto acababa de pasar. Experimentaba la necesidad de hablar con alguien y, para ello, le pareció que confiarse a su tío era más adecuado que comentarlo con su tía o incluso con su amiga Henrietta. Su primo podía ser también, desde luego, su confidente, pero para comunicarle ese secreto especial a Ralph tendría que violentarse a sí misma. Así, pues, buscó una oportunidad al día siguiente, después del desayuno. Su tío no abandonaba jamás sus habitaciones hasta entrada la tarde, pero recibía a sus compinches, como él acostumbraba a decir, en su vestidor. Isabel había llegado a ser uno de ellos, entre los que, además, figuraban el hijo del anciano, su médico, su ayuda de cámara y hasta la señorita Stackpole. No figuraba la señora Touchett en tal lista, lo que suponía ya un obstáculo de menos para que Isabel encontrase a su tío solo. Estaba él a la sazón sentado en uno de esos sillones adaptables de complicada mecánica, junto al balcón abierto de su cuarto, contemplando tranquilamente el parque y el río, con los periódicos y las cartas amontonados en una mesita adjunta, el rostro fresco y cuidadosamente rasurado y todo él predispuesto a la mayor benevolencia.
She approached her point directly. "I think I ought to let you know that Lord Warburton has asked me to marry him. I suppose I ought to tell my aunt; but it seems best to tell you first." No se anduvo Isabel con rodeos y le disparó la siguiente noticia: -Creo mi deber decirle que lord Warburton me ha pedido que me case con él. Me figuro que debo decírselo a mi tía, pero me pareció mejor decírselo antes a usted.
The old man expressed no surprise, but thanked her for the confidence she showed him. "Do you mind telling me whether you accepted him?" he then enquired. El anciano no mostró la menor sorpresa y se limitó a agradecer la confianza de que le acababa de dar muestra. Luego preguntó: -¿Deseas que yo te diga si debes aceptarlo?
"I′ve not answered him definitely yet; I′ve taken a little time to think of it, because that seems more respectful. But I shall not accept him." -No le he contestado todavía definitivamente; he querido tomarme un poco de tiempo para pensarlo porque se trata de un asunto serio. Pero no aceptaré.
Mr. Touchett made no comment upon this; he had the air of thinking that, whatever interest he might take in the matter from the point of view of sociability, he had no active voice in it. "Well, I told you you′d be a success over here. Americans are highly appreciated." El señor Touchett no hizo el menor comentario sobre estas últimas palabras. Parecía estar pensando que, por mucho que pudiera interesarle el caso desde el punto de vista social, no tenía voz ni voto en ello. Y dijo: -¿Lo ves? ¿No te dije que ibas a tener aquí un éxito tremendo? A las americanas se las aprecia aquí enormemente.
"Very highly indeed," said Isabel. "But at the cost of seeming both tasteless and ungrateful, I don′t think I can marry Lord Warburton." -¡Sin duda! -replicó Isabel-. Pero, a pesar de que pueda aparecer desagradecida y de mal gusto, no creo poder casarme con lord Warburton.
"Well," her uncle went on, "of course an old man can′t judge for a young lady. I′m glad you didn′t ask me before you made up your mind. I suppose I ought to tell you," he added slowly, but as it were not of much consequence, "that I′ve known all about it these three days." -Está bien -dijo el tío, y añadió-: Desde luego, un anciano no está en condiciones de ponerse en el lugar de una joven y juzgar. Me alegro de que no me lo hayas preguntado antes de tomar tu decisión. -Hizo una breve pausa y continuó diciendo lentamente, como si fuera cosa sin la menor importancia-: Yo también creo mi deber decirte que desde hace tres días sé todo lo que al asunto se refiere.
"About Lord Warburton′s state of mind?" -¿Sobre el propósito de lord Warburton?
"About his intentions, as they say here. He wrote me a very pleasant letter, telling me all about them. Should you like to see his letter?" the old man obligingly asked. -Sobre sus intenciones, como aquí se dice. El mismo me ha escrito una carta contándome todo lo relativo al caso. -Y el anciano preguntó amablemente-: ¿Deseas ver la carta?
"Thank you; I don′t think I care about that. But I′m glad he wrote to you; it was right that he should, and he would be certain to do what was right." -No, gracias; no creo que me interese. Pero, de todas maneras, me alegro de que le escribiese a usted. Lo correcto era que lo hiciese, y era seguro que él haría lo correcto.
"Ah well, I guess you do like him!" Mr. Touchett declared. "You needn′t pretend you don′t." El señor Touchett declaró con suavidad: -Bien, bien. Tengo una ligera sospecha de que lord Warburton te gusta. No tienes necesidad de negarlo.  
"I like him extremely; I′m very free to admit that. But I don′t wish to marry any one just now." -No tengo inconveniente en admitirlo; me gusta extraordinariamente. Pero, precisamente ahora no quiero casarme.
"You think some one may come along whom you may like better. Well, that′s very likely," said Mr. Touchett, who appeared to wish to show his kindness to the girl by easing off her decision, as it were, and finding cheerful reasons for it. -Acaso piensas que pueda llegar de allá alguien que te guste más. Bueno, eso no tendría nada de particular -añadió el señor Touchett, que parecía querer mostrarse amable con la muchacha tratando de facilitarle su decisión y buscando razones alegres para ello.
"I don′t care if I don′t meet any one else. I like Lord Warburton quite well enough." She fell into that appearance of a sudden change of point of view with which she sometimes startled and even displeased her interlocutors. -No tengo interés en ver a ningún otro. Lord Warburton me gusta y basta. -Con lo que pareció cambiar súbitamente de opinión, actitud que a veces asombraba e incluso desagradaba a sus interlocutores.
Her uncle, however, seemed proof against either of these impressions. "He′s a very fine man," he resumed in a tone which might have passed for that of encouragement. "His letter was one of the pleasantest I′ve received for some weeks. I suppose one of the reasons I liked it was that it was all about you; that is all except the part that was about himself. I suppose he told you all that." No obstante, su tío parecía ser impermeable a tales impresiones. Así, dijo con un tono que se habría podido considerar de aliento: -Es un hombre verdaderamente admirable. Su carta es una de las más amenas que he recibido desde hace mucho tiempo. Creo que una de las razones por las que me ha gustado tanto es porque está por entero consagrada a ti, excepto, naturalmente, la parte referente a él mismo. Me figuro que te lo habrá contado todo.
"He would have told me everything I wished to ask him," Isabel said. -Me lo habría contado, sin duda, si yo hubiese querido preguntárselo -contestó Isabel.
"But you didn′t feel curious?" -¿No sentiste siquiera curiosidad?
"My curiosity would have been idle --once I had determined to decline his offer." -Mi curiosidad habría sido completamente inútil... toda vez que estaba decidida a no aceptar su proposición.
"You didn′t find it sufficiently attractive?" Mr. Touchett enquired. -¿Es que no te pareció suficientemente interesante ni atrayente? -preguntó el señor Touchett.
She was silent a little. "I suppose it was that," she presently admitted. "But I don′t know why." Isabel permaneció callada un momento y luego contestó: -Creo que fue eso, aunque la razón la ignoro.
"Fortunately ladies are not obliged to give reasons," said her uncle. "There′s a great deal that′s attractive about such an idea; but I don′t see why the English should want to entice us away from our native land. I know that we try to attract them over there, but that′s because our population is insufficient. Here, you know, they′re rather crowded. However, I presume there′s room for charming young ladies everywhere." El tío dijo sonriendo: -Por fortuna las damas no tienen obligación de dar razones. Sin duda hay algo muy grato acerca de esta idea y no veo por qué han de empeñarse los ingleses en atraernos, sacándonos de nuestro país de origen. Yo me explico perfectamente que procuremos atraerles allá, dada nuestra escasa densidad de población, pero aquí, como todo el mundo sabe, hay un exceso de habitantes. Por lo demás, me imagino que en todas partes ha de haber siempre un huequecito para ciertas jóvenes encantadoras.
"There seems to have been room here for you," said Isabel, whose eyes had been wandering over the large pleasure-spaces of the park. -También parece que ha habido aquí un hueco para usted -dijo Isabel cuya mirada había estado vagando por los dilatados espacios de juego y los paseos del parque.
Mr. Touchett gave a shrewd, conscious smile. "There′s room everywhere, my dear, if you′ll pay for it. I sometimes think I′ve paid too much for this. Perhaps you also might have to pay too much." El señor Touchett contestó con sonrisa ladina y consciente: -En todas partes encontrarás siempre un hueco si estás dispuesta a pagar lo necesario por él. A veces, pienso que hube de pagar demasiado por éste... y acaso tú también tengas que pagar demasiado...
"Perhaps I might," the girl replied. -Tal vez -replicó Isabel pausadamente.
That suggestion gave her something more definite to rest on than she had found in her own thoughts, and the fact of this association of her uncle′s mild acuteness with her dilemma seemed to prove that she was concerned with the natural and reasonable emotions of life and not altogether a victim to intellectual eagerness and vague ambitions --ambitions reaching beyond Lord Warburton′s beautiful appeal, reaching to something indefinable and possibly not commendable. In so far as the indefinable had an influence upon Isabel′s behaviour at this juncture, it was not the conception, even unformulated, of a union with Caspar Goodwood; for however she might have resisted conquest at her English suitor′s large quiet hands she was at least as far removed from the disposition to let the young man from Boston take positive possession of her. The sentiment in which she sought refuge after reading his letter was a critical view of his having come abroad; for it was part of the influence he had upon her that he seemed to deprive her of the sense of freedom. There was a disagreeably strong push, a kind of hardness of presence, in his way of rising before her. She had been haunted at moments by the image, by the danger, of his disapproval and had wondered --a consideration she had never paid in equal degree to any one else --whether he would like what she did. The difficulty was that more than any man she had ever known, more than poor Lord Warburton (she had begun now to give his lordship the benefit of this epithet), Caspar Goodwood expressed for her an energy --and she had already felt it as a power --that was of his very nature. It was in no degree a matter of his "advantages" --it was a matter of the spirit that sat in his clear-burning eyes like some tireless watcher at a window. She might like it or not, but he insisted, ever, with his whole weight and force: even in one′s usual contact with him one had to reckon with that. The idea of a diminished liberty was particularly disagreeable to her at present, since she had just given a sort of personal accent to her independence by looking so straight at Lord Warburton′s big bribe and yet turning away from it. Sometimes Caspar Goodwood had seemed to range himself on the side of her destiny, to be the stubbornest fact she knew; she said to herself at such moments that she might evade him for a time, but that she must make terms with him at last --terms which would be certain to be favourable to himself. Her impulse had been to avail herself of the things that helped her to resist such an obligation; and this impulse had been much concerned in her eager acceptance of her aunt′s invitation, which had come to her at an hour when she expected from day to day to see Mr. Goodwood and when she was glad to have an answer ready for something she was sure he would say to her. When she had told him at Albany, on the evening of Mrs. Touchett′s visit, that she couldn′t then discuss difficult questions, dazzled as she was by the great immediate opening of her aunt′s offer of "Europe," he declared that this was no answer at all; and it was now to obtain a better one that he was following her across the sea. To say to herself that he was a kind of grim fate was well enough for a fanciful young woman who was able to take much for granted in him; but the reader has a right to a nearer and a clearer view. Semejante insinuación le proporcionó fuerza para afianzarse en lo que le habían aconsejado sus propios pensamientos, y el hecho de que la amable intuición de su tío casara tan bien con su dilema parecía probar irrefutablemente que se sentía inspirada únicamente por las emociones razonables y naturales de la vida y que no era una víctima de la vehemencia intelectual y de las vagas ambiciones... ambiciones que iban más allá de la maravillosa propuesta de lord Warburton y que aspiraban a algo indefinido y tal vez no recomendable. En cuanto a la influencia que ese algo indefinido pudiera tener en aquel momento sobre la actitud de Isabel, hay que descartar en absoluto la idea, aún no expresada, de un posible enlace con Caspar Goodwood. Se había resistido a dejarse aprisionar por las anchas manos tranquilas de su pretendiente inglés, y estaba muy lejos de sentirse dispuesta a permitir que el joven de Boston se apoderase de ella. El único sentimiento que la lectura de su carta le había inspirado fue el de censura por haber hecho el viaje, pues parte de la influencia que él ejercía sobre ella se debía a que parecía privarla en aquel momento de su propia libertad. Reconocía un impulso desagradablemente fuerte, una especie de presencia violenta, en la manera en que él había aparecido ante ella. En más de una ocasión la había atormentado la imagen, el peligro de que él la desaprobase en algo, y se había preguntado... consideración que jamás tributara en grado semejante a ninguna otra persona... si le agradaba lo que ella hacía. Estribaba la dificultad en que más que ningún otro hombre, mucho más que el pobre lord Warburton (pues había empezado ya a dignarse a dar tal epíteto al distinguido aristócrata), Caspar Goodwood mostraba hacia ella una energía -que Isabel sentía como un poder- que emergía del fondo de su ser. No era en absoluto cuestión de sus «prerrogativas», sino del espíritu que brillaba en aquellos ardientes y claros ojos como un infatigable vigía en la cofa del mástil de un barco. Le gustara ella o no, el hecho es que el insistía siempre con todo su peso y su fuerza, con los que había uno de contar siempre, aun en el trato usual con él. Y semejante idea de cercenamiento de su libertad le resultaba profundamente desagradable a Isabel, sobre todo en un momento como aquél, cuando acababa de afirmar su independencia con un acento tan personal como el de haber mirado frente a frente aquel formidable intento de soborno que suponía la propuesta de lord Warburton, y no haberse dejado sobornar. A veces le parecía que Caspar Goodwood se cruzaba con el destino de ella encarnando el más tozudo de los factores; y en tales momentos llegó Isabel a pensar que podía zafarse de él durante algún tiempo, pero que, al final, no quedaría otro remedio que fijar determinadas condiciones entre los dos... las cuales no podrían por menos de favorecerle a él. Su empeño había, pues, consistido en hacerse con cuantos medios estuvieran a su alcance para poder ofrecer resistencia a semejante obligación; y tal empeño había influido no poco en la vehemente prontitud con que había aceptado la invitación de su tía, pues le llegó cuando esperaba que el señor Goodwood se presentase el día menos pensado y en el momento en que se habría alegrado de tener a flor de labio una respuesta para lo que él iba sin duda a decirle. Cuando ella le dijo en Albany, la noche de la visita de la señora Touchett, que no podía entonces discutir cuestiones difíciles, deslumbrada todavía por el ofrecimiento que su tía acababa de hacerle de un viaje a Europa, él había declarado que aquello no era una respuesta, y con el fin de obtener una mejor se había hecho a la mar en pos de ella. Que Isabel se dijese a sí misma que él era una especie de hado torvo era algo que estaba bien en una joven imaginativa dispuesta a atribuirle grandes cosas, pero el lector tiene derecho a poseer una visión más exacta y clara del asunto.
He was the son of a proprietor of well-known cotton-mills in Massachusetts --a gentleman who had accumulated a considerable fortune in the exercise of this industry. Caspar at present managed the works, and with a judgement and a temper which, in spite of keen competition and languid years, had kept their prosperity from dwindling. He had received the better part of his education at Harvard College, where, however, he had gained renown rather as a gymnast and an oarsman than as a gleaner of more dispersed knowledge. Later on he had learned that the finer intelligence too could vault and pull and strain --might even, breaking the record, treat itself to rare exploits. He had thus discovered in himself a sharp eye for the mystery of mechanics, and had invented an improvement in the cotton-spinning process which was now largely used and was known by his name. You might have seen it in the newspapers in connection [sic}"> with this fruitful contrivance; assurance of which he had given to Isabel by showing her in the columns of the New York _Interviewer_ an exhaustive article on the Goodwood patent --an article not prepared by Miss Stackpole, friendly as she had proved herself to his more sentimental interests. There were intricate, bristling things he rejoiced in; he liked to organise, to contend, to administer; he could make people work his will, believe in him, march before him and justify him. This was the art, as they said, of managing men --which rested, in him, further, on a bold though brooding ambition. It struck those who knew him well that he might do greater things than carry on a cotton-factory; there was nothing cottony about Caspar Goodwood, and his friends took for granted that he would somehow and somewhere write himself in bigger letters. But it was as if something large and confused, something dark and ugly, would have to call upon him: he was not after all in harmony with mere smug peace and greed and gain, an order of things of which the vital breath was ubiquitous advertisement. It pleased Isabel to believe that he might have ridden, on a plunging steed, the whirlwind of a great war --a war like the Civil strife that had overdarkened her conscious childhood and his ripening youth. Era Caspar Goodwood hijo del propietario de una conocida fábrica de hilados de algodón en el estado de Massachusetts, el cual había logrado amasar con su industria una gran fortuna. En aquel entonces Caspar era el gerente de la fábrica y, gracias a su buen juicio y a su temperamento, había logrado, pese a toda la competencia y a los malos años, preservar la prosperidad de la empresa. Recibió parte de su educación en la Universidad de Harvard, donde se hizo famoso más bien por sus condiciones de gimnasta y remero que por acaparador de otros y más diversos conocimientos. Luego había aprendido que las inteligencias más cultivadas podían también saltar, arrastrarse y esforzarse... incluso batir marcas anteriores y lanzarse a grandes hazañas. De tal suerte, descubrió que gozaba de una visión penetrante para los misterios de la mecánica y llegó a inventar una mejora en el procedimiento del hilado del algodón, que llevaba su nombre y se utilizaba en todas las grandes fábricas. De ello habían hablado todos los periódicos y revistas especializados en tan fructífera industria; y él había dado la prueba irrefutable a Isabel mostrándole en el Interviewer de Nueva York un elogioso artículo relativo a la patente Goodwood... artículo no debido a la señorita Stackpole, por más que ella, como se ha visto, se había mostrado dispuesta a intervenir amistosamente en los intereses sentimentales del joven. A éste le atraían las cosas complicadas y difíciles, le gustaba organizar, discutir, administrar, podía hacer trabajar a la gente con arreglo a su voluntad, hacerla creer en él, marchar delante de él y justificar todo lo que él hacía. Como suele decirse, en eso consiste el arte de manejar a los hombres... y que en él se basaba en una ambición osada aunque reflexiva. Quienes le conocían abrigaban el convencimiento de que podía realizar cosas mucho más importantes que dirigir una fábrica de hilados de algodón, pues él no tenía nada de algodonoso, y sus amigos aseguraban que llegaría un día en que su nombre figuraría en algún sitio con letras grandes. Pero parecía como si algo enorme y confuso, feo y tenebroso le retuviera. En último término, no se avenía a vivir en una paz relamida, dedicado tan sólo a la voracidad y la ganancia, sentimiento cuyo aliento vital era una desenfrenada y ubicua publicidad. A Isabel le agradaba creer que podría haber galopado en otros tiempos en un brioso corcel en medio del torbellino de una gran guerra... parecida a aquella guerra civil que ensombreciera los días de su consciente niñez y de la florida adolescencia de Caspar.
She liked at any rate this idea of his being by character and in fact a mover of men --liked it much better than some other points in his nature and aspect. She cared nothing for his cotton-mill --the Goodwood patent left her imagination absolutely cold. She wished him no ounce less of his manhood, but she sometimes thought he would be rather nicer if he looked, for instance, a little differently. His jaw was too square and set and his figure too straight and stiff: these things suggested a want of easy consonance with the deeper rhythms of life. Then she viewed with reserve a habit he had of dressing always in the same manner; it was not apparently that he wore the same clothes continually, for, on the contrary, his garments had a way of looking rather too new. But they all seemed of the same piece; the figure, the stuff, was so drearily usual. She had reminded herself more than once that this was a frivolous objection to a person of his importance; and then she had amended the rebuke by saying that it would be a frivolous objection only if she were in love with him. She was not in love with him and therefore might criticise his small defects as well as his great --which latter consisted in the collective reproach of his being too serious, or, rather, not of his being so, since one could never be, but certainly of his seeming so. He showed his appetites and designs too simply and artlessly; when one was alone with him he talked too much about the same subject, and when other people were present he talked too little about anything. And yet he was of supremely strong, clean make --which was so much: she saw the different fitted parts of him as she had seen, in museums and portraits, the different fitted parts of armoured warriors --in plates of steel handsomely inlaid with gold. It was very strange: where, ever, was any tangible link between her impression and her act? Caspar Goodwood had never corresponded to her idea of a delightful person, and she supposed that this was why he left her so harshly critical. When, however, Lord Warburton, who not only did correspond with it, but gave an extension to the term, appealed to her approval, she found herself still unsatisfied. It was certainly strange. Le gustaba sobre todo la idea de Caspar de que él llegaría a ser, por su carácter y sus hechos, una especie de conductor de hombres... idea que le agradaba infinitamente más que otros aspectos de su manera de ser. A Isabel le tenía completamente sin cuidado la fábrica de tejidos, y la patente Goodwood la dejaba más fría que el hielo. Físicamente, no habría querido que Caspar tuviera una onza de menos, pero a veces se le ocurría pensar que habría sido más apuesto si tuviera un aspecto un poco distinto. Su mandíbula era demasiado cuadrada y prominente y su figura demasiado rígida y estirada, cualidades que suponen una falta de consonancia con los ritmos más armoniosos y profundos de la vida. Además, ella consideraba con cierto recelo su modo de vestir tan uniforme; no es que pareciese llevar siempre la misma ropa, ya que, por lo contrario, sus trajes daban la impresión de ser demasiado nuevos, sino que se diría que eran todos de la misma pieza, y, por desgracia, de una hechura y tela de lo más corriente. Más de una vez se dijo a sí misma que aquello no pasaba de ser un reproche insustancial a un hombre de su importancia, diciéndose a renglón seguido, y como para enmendar su repulsa, que habría sido un reproche frívolo únicamente en el caso de que ella le quisiera. Y, como no le amaba, podía criticar sus pequeños y grandes defectos... consistiendo los últimos principalmente en el que todos le achacaban, el de ser excesivamente serio, o más bien, no tanto de serio, puesto que nadie puede serlo demasiado, sino de aparentar indudablemente serlo. Mostraba sus designios y apetitos con una sencillez y un candor excesivos. Cuando estaba solo con ella hablaba demasiado del mismo asunto y, cuando había otras personas, no hablaba apenas de nada. No obstante, era de constitución extraordinariamente fuerte y bien definida, es decir, que Isabel veía sus distintos y bien formados miembros como había visto en los museos y en los cuadros los distintos miembros de guerreros de armadura... con coraza de acero incrustada de oro. Era una cosa verdaderamente extraña: ¿existía alguna relación entre sus impresiones y sus actos? Caspar Goodwood no respondió jamás a su idea de una persona agradable, y ella creía que era eso lo que la había tornado tan duramente crítica. Y, sin embargo, cuando lord Warburton, que no sólo respondía a su idea sino que incluso la sobrepasaba, requirió su aprobación, se encontró con que tampoco estaba satisfecha. Era una cosa verdaderamente extraña.
The sense of her incoherence was not a help to answering Mr. Goodwood′s letter, and Isabel determined to leave it a while unhonoured. If he had determined to persecute her he must take the consequences; foremost among which was his being left to perceive how little it charmed her that he should come down to Gardencourt. She was already liable to the incursions of one suitor at this place, and though it might be pleasant to be appreciated in opposite quarters there was a kind of grossness in entertaining two such passionate pleaders at once, even in a case where the entertainment should consist of dismissing them. She made no reply to Mr. Goodwood; but at the end of three days she wrote to Lord Warburton, and the letter belongs to our history. Aquella certeza de su propia incoherencia no la ayudaba a contestar la carta de Caspar Goodwood, por lo cual decidió dejarla entonces sin respuesta. Si él había decidido hostigarla, tendría que atenerse a las consecuencias, entre las más notables de las cuales estaba la de hacerle comprender cuán poco le agradaría a ella verle volver por Gardencourt. Ella se había expuesto ya allí a las visitas de uno de los pretendientes y, aunque era cosa grata sentirse igualmente apreciada en campos opuestos, mostraría una especie de desvergüenza el entretener simultáneamente a dos pretendientes tan enamorados, aun en el caso en que el entretenimiento pudiera consistir en rechazarlos. Así, no contestó a la carta del señor Goodwood, pero, al cabo de tres días, se decidió a escribir a lord Warburton; y la misiva que le mandó forma parte de nuestra historia. Decía así:
DEAR LORD WARBURTON --A great deal of earnest thought has not led me to change my mind about the suggestion you were so kind as to make me the other day. I am not, I am really and truly not, able to regard you in the light of a companion for life; or to think of your home --your various homes --as the settled seat of my existence. These things cannot be reasoned about, and I very earnestly entreat you not to return to the subject we discussed so exhaustively. We see our lives from our own point of view; that is the privilege of the weakest and humblest of us; and I shall never be able to see mine in the manner you proposed. Kindly let this suffice you, and do me the justice to believe that I have given your proposal the deeply respectful consideration it deserves. It is with this very great regard that I remain sincerely yours, Querido lord Warburton: El haber pensado mucho y seriamente en ello no  ha logrado alterar mi opinión acerca de la propuesta que usted se dignó hacerme el otro día. No me es posible, verdadera y realmente no me es posible, considerarle a usted bajo el aspecto de un compañero para toda la vida, o considerar su hogar... sus varios hogares... como el asiento fijo de mi existencia. Éstas son cosas que no se pueden razonar, y le ruego encarecidamente que no insista sobre un asunto que ya tuvimos que discutir tan minuciosamente. Cada uno ve su vida desde su propio punto de vista, privilegio de que gozamos hasta los más débiles y los más humildes; y a mí no me sería jamás posible contemplar la mía de la manera como usted propuso. Que esto sea suficiente, por favor; y le ruego que crea que he meditado en su propuesta con la más profunda consideración y el respeto que se merece. Con mi mayor estimación, sinceramente suya,
ISABEL ARCHER. ISABEL ARCHER    
While the author of this missive was making up her mind to despatch it Henrietta Stackpole formed a resolve which was accompanied by no demur. She invited Ralph Touchett to take a walk with her in the garden, and when he had assented with that alacrity which seemed constantly to testify to his high expectations, she informed him that she had a favour to ask of him. It may be admitted that at this information the young man flinched; for we know that Miss Stackpole had struck him as apt to push an advantage. The alarm was unreasoned, however; for he was clear about the area of her indiscretion as little as advised of its vertical depth, and he made a very civil profession of the desire to serve her. He was afraid of her and presently told her so. "When you look at me in a certain way my knees knock together, my faculties desert me; I′m filled with trepidation and I ask only for strength to execute your commands. You′ve an address that I′ve never encountered in any woman." Mientras la autora de esta misiva estaba pensando en enviarla, Henrietta Stackpole tomó una determinación a la que no se opuso objeción alguna. Invitó a Ralph Touchett a dar un paseo por el jardín, y cuando él aceptó con la presteza que parecía atestiguar su disposición a hacer siempre lo que de él se esperaba, ella le dijo que debía pedirle un gran favor. Bueno será admitir que, al oír tal cosa, el joven vaciló, pues ya sabemos que la señorita Stackpole le había impresionado como mujer capaz de aprovechar cualquier ventaja. Sin embargo, su alarma de entonces no estaba muy meditada, pues aunque él conocía bien el alcance de la indiscreción de su amiga, no tenía idea de su profundidad, y había formado ya el propósito cortés de querer servirla en todo. Pero tenía miedo de ella, y así se lo manifestó, diciéndole: -Cuando me mira usted de cierta manera, mis rodillas comienzan a temblar, a chocar la una con la otra, y pierdo la cabeza. Me siento trastornado y lo único que deseo es tener fuerza bastante para poder cumplir sus órdenes. Tiene usted una autoridad que no había visto hasta ahora en ninguna otra mujer.
"Well," Henrietta replied good-humouredly, "if I had not known before that you were trying somehow to abash me I should know it now. Of course I′m easy game --I was brought up with such different customs and ideas. I′m not used to your arbitrary standards, and I′ve never been spoken to in America as you have spoken to me. If a gentleman conversing with me over there were to speak to me like that I shouldn′t know what to make of it. We take everything more naturally over there, and, after all, we′re a great deal more simple. I admit that; I′m very simple myself. Of course if you choose to laugh at me for it you′re very welcome; but I think on the whole I would rather be myself than you. I′m quite content to be myself; I don′t want to change. There are plenty of people that appreciate me just as I am. It′s true they′re nice fresh free-born Americans!" Henrietta had lately taken up the tone of helpless innocence and large concession. "I want you to assist me a little," she went on. "I don′t care in the least whether I amuse you while you do so; or, rather, I′m perfectly willing your amusement should be your reward. I want you to help me about Isabel." -Está bien -replicó Henrietta-. Si yo no hubiese sabido de antemano que usted pretendía de alguna manera avergonzarme, me convencería de ello ahora. Conmigo es fácil lograrlo, porque me crié con ideas y costumbres completamente distintas; no me he habituado todavía a sus normas arbitrarias y nunca me han hablado en América como usted me habla. Si allí un caballero me dijera las cosas que usted me dice, yo no entendería nada. Nosotros tomamos allí las cosas con mucha mayor naturalidad y, desde luego, somos infinitamente más sencillos. Confieso que yo soy de lo más sencilla que puede imaginarse. De manera que si por eso se le ocurre a usted burlarse de mí, haga lo que quiera, pero creo que más me gusta ser como soy que como usted, y no tengo el menor deseo de cambiar. Hay muchísimas personas que me aprecian. por mí misma, tal como soy y por lo que soy! Naturalmente, se trata de americanos buenos y puros, nacidos en la libertad... -Henrietta había adoptado un tono de indefenso candor y gran condescendencia. Añadió-: Necesito que me ayude usted un poco. Me tiene sin cuidado que se divierta mientras lo hace; o mejor dicho, estoy dispuesta a que su diversión sea su recompensa. Necesito su ayuda con respecto a Isabel.
"Has she injured you?" Ralph asked. -¿Es que ella la ha ofendido? -preguntó él.
"If she had I shouldn′t mind, and I should never tell you. What I′m afraid of is that she′ll injure herself." -Si lo hubiera hecho, yo no lo habría tomado en cuenta y no se lo habría dicho a usted nunca. De lo que tengo miedo es de que se perjudique a sí misma.
"I think that′s very possible," said Ralph. -Me parece que eso, sin duda, cabe dentro de lo posible.
His companion stopped in the garden-walk, fixing on him perhaps the very gaze that unnerved him. "That too would amuse you, I suppose. The way you do say things! I never heard any one so indifferent." Su compañera detuvo sus pasos y le clavó aquella mirada que tanto le enervaba, diciendo: -Puede que también eso le divierta a usted. La verdad, ¡tiene usted una manera de decir las cosas! En mi vida he oído a nadie tan indiferente.
"To Isabel? Ah, not that!" -¿Con respecto a Isabel? ¡Ah! ¡Eso sí que no!
"Well, you′re not in love with her, I hope." -Bueno, supongo que no estará usted enamorado de ella.
"How can that be, when I′m in love with Another?" -¿Cómo podría estarlo si estoy enamorado de otra?  
"You′re in love with yourself, that′s the Other!" Miss Stackpole declared. "Much good may it do you! But if you wish to be serious once in your life here′s a chance; and if you really care for your cousin here′s an opportunity to prove it. I don′t expect you to understand her; that′s too much to ask. But you needn′t do that to grant my favour. I′ll supply the necessary intelligence." -De quien está enamorado es de usted mismo, no hay más otra que ésta -declaró la señorita Stackpole-. ¡Con su pan se lo coma, buen provecho le haga! Pero si por una sola vez en su vida, quiere ser serio, éste es el momento de intentarlo; y si verdaderamente tiene algún interés por su prima, ahora tendrá la oportunidad de probarlo. No voy a pretender que usted la comprenda, sería pedir demasiado. Tampoco necesita hacerlo para congraciarse conmigo. Yo proporcionaré la inteligencia necesaria.
"I shall enjoy that immensely!" Ralph exclaimed. "I′ll be Caliban and you shall be Ariel." Ralph exclamó: -¡Espléndido! Me encantará enormemente hacerlo. Yo seré el Calibán y usted el Ariel del asunto.
"You′re not at all like Caliban, because you′re sophisticated, and Caliban was not. But I′m not talking about imaginary characters; I′m talking about Isabel. Isabel′s intensely real. What I wish to tell you is that I find her fearfully changed." -Usted no tiene absolutamente nada de Calibán porque es demasiado sofisticado, cosa que Calibán no era. Pero yo no me refiero a personajes imaginarios, sino que estoy hablando de Isabel, que es un ser verdadero e intensamente real. Lo que tenía que decirle a usted es que la encuentro terriblemente cambiada.
"Since you came, do you mean?" -¿Quiere decir desde que usted llegó?
"Since I came and before I came. She′s not the same as she once so beautifully was." -Desde que llegué y antes de llegar. No es la misma que era antes.
"As she was in America?" -¿En América?
"Yes, in America. I suppose you know she comes from there. She can′t help it, but she does." -Sí, señor, en América. Me imagino que ya sabe usted que proviene de allí. Es así y ella no lo puede remediar.
"Do you want to change her back again?" -¿Y usted quiere que sea de nuevo como era antes?
"Of course I do, and I want you to help me." -Ni más ni menos; y además quiero que usted me ayude a ello.
"Ah," said Ralph, "I′m only Caliban; I′m not Prospero." -Ah, vamos. Entonces soy Calibán solamente, no Próspero -dijo Ralph.
"You were Prospero enough to make her what she has become. You′ve acted on Isabel Archer since she came here, Mr. Touchett." -Ya ha sido lo bastante Próspero para convertirla en una persona diferente. Señor Touchett, desde que Isabel Archer llegó aquí, ha estado usted ejerciendo su influencia en ella.
"I, my dear Miss Stackpole? Never in the world. Isabel Archer has acted on me --yes; she acts on every one. But I′ve been absolutely passive." -¿Yo, querida señorita Stackpole? Nada de eso, en absoluto. Ella es precisamente quien ha estado influyendo en mí, como influye en todos. Pero yo me he mantenido pasivo por completo.
"You′re too passive then. You had better stir yourself and be careful. Isabel′s changing every day; she′s drifting away --right out to sea. I′ve watched her and I can see it. She′s not the bright American girl she was. She′s taking different views, a different colour, and turning away from her old ideals. I want to save those ideals, Mr. Touchett, and that′s where you come in." -Pues, entonces, es usted demasiado pasivo. Más le valdría sacudirse un poco y tener cuidado. Isabel cambia cada día, va como arrastrada por la corriente hacia el mar. La he estado observando con cuidado y he podido verlo. Ya no es la brillante muchacha americana que era antes. Adopta puntos de vista diferentes, un matiz distinto, olvida sus antiguos ideales. Yo quiero salvar esos ideales, señor Touchett, y para eso es para lo que usted ha de actuar.
"Not surely as an ideal?" -No como un ideal, por supuesto.
"Well, I hope not," Henrietta replied promptly. "I′ve got a fear in my heart that she′s going to marry one of these fell Europeans, and I want to prevent it." Henrietta replicó con vivacidad: -Desde luego que no. No sé por qué me da el corazón que quiere casarse con uno de esos decadentes europeos, y quiero a toda costa evitar semejante desgracia.
"Ah, I see," cried Ralph; "and to prevent it you want me to step in and marry her?" -¡Ah, vamos, ya caigo! -exclamó Ralph-. Usted quiere evitarlo, y para evitarlo quiere que yo me case con ella.
"Not quite; that remedy would be as bad as the disease, for you′re the typical, the fell European from whom I wish to rescue her. No; I wish you to take an interest in another person --a young man to whom she once gave great encouragement and whom she now doesn′t seem to think good enough. He′s a thoroughly grand man and a very dear friend of mine, and I wish very much you would invite him to pay a visit here." -Nada de eso. El remedio sería peor que la enfermedad, puesto que usted es uno de esos europeos típicamente débiles de quienes quiero rescatarla. No. Lo que yo quiero es que usted se interese por otra persona, por un joven al que antes ella dio grandes esperanzas y que ahora, por lo visto, no le parece bastante. Es, en verdad, gran hombre y un buen amigo mío, y yo quisiera que usted le invitase a venir aquí.
Ralph was puzzled by this appeal, and it is perhaps not to the credit of his purity of mind that he failed to look at it at first in the simplest light. It wore, to his eyes, a tortuous air, and his fault was that he was not quite sure that anything in the world could really be as candid as this request of Miss Stackpole′s appeared. That a young woman should demand that a gentleman whom she described as her very dear friend should be furnished with an opportunity to make himself agreeable to another young woman, a young woman whose attention had wandered and whose charms were greater --this was an anomaly which for the moment challenged all his ingenuity of interpretation. To read between the lines was easier than to follow the text, and to suppose that Miss Stackpole wished the gentleman invited to Gardencourt on her own account was the sign not so much of a vulgar as of an embarrassed mind. Even from this venial act of vulgarity, however, Ralph was saved, and saved by a force that I can only speak of as inspiration. With no more outward light on the subject than he already possessed he suddenly acquired the conviction that it would be a sovereign injustice to the correspondent of the _Interviewer_ to assign a dishonourable motive to any act of hers. This conviction passed into his mind with extreme rapidity; it was perhaps kindled by the pure radiance of the young lady′s imperturbable gaze. He returned this challenge a moment, consciously, resisting an inclination to frown as one frowns in the presence of larger luminaries. "Who′s the gentleman you speak of?" Ralph se quedó sumamente perplejo ame tal petición y tal vez no diga mucho en favor de su pureza de espíritu el hecho de que en el primer momento no la vio en toda su sencillez. Le pareció que presentaba un aspecto algo tortuoso, y el fallo de Ralph consistía en que no tenía la seguridad de que nada en el mundo pudiera ser tan inocente como la petición de la señorita Stackpole. Eso de que una muchacha exija que a un joven, al que califica de querido amigo, se le proporcione la oportunidad de hacerse grato a otra muchacha, cuya atención se ha desplazado y que posee mayores encantos... eso era una anomalía que ponía en cuestión toda su capacidad de interpretación. Más fácil resultaba leer entre líneas que atenerse al texto y, por otra parte, el suponer que la señorita Stackpole deseaba que se invitara por iniciativa suya al desconocido señor a Gardencourt era indicio de un espíritu mucho más perturbado que vulgar. Sin embargo, Ralph logró salvarse de tal pecado venial de vulgaridad gracias a una fuerza que merece se la califique de inspiración. Sin más luz sobre el asunto que la acabada de adquirir, Ralph se convenció en el acto de que sería hacerle una soberana injusticia a la corresponsal del Inteiviewer atribuir a cualquiera de sus actos un motivo deshonroso. Semejante convencimiento invadió su mente con extrema rapidez, lo que tal vez se debió al puro brillo de la imperturbable mirada de la muchacha allí presente. La resistió él durante un momento sin pestañear, como aceptando el desafío y resistiéndose con todas sus fuerzas al deseo de fruncir el entrecejo, como se ve obligado a hacer quien no puede soportar la presencia de una luz más fuerte. Luego, preguntó: -¿Quién es ese caballero de quien habla?
"Mr. Caspar Goodwood --of Boston. He has been extremely attentive to Isabel --just as devoted to her as he can live. He has followed her out here and he′s at present in London. I don′t know his address, but I guess I can obtain it." -El señor Caspar Goodwood, de Boston. El se ha mostrado muy atento con Isabel... está entregado a ella en cuerpo y alma. Ha venido en pos de ella a Europa y actualmente está en Londres, ignoro su dirección pero sospecho que podré procurármela.
"I′ve never heard of him," said Ralph. -No lo he oído nombrar en mi vida -replicó Ralph.
"Well, I suppose you haven′t heard of every one. I don′t believe he has ever heard of you; but that′s no reason why Isabel shouldn′t marry him." -Supongo que no habrá usted oído hablar de todo el mundo. No creo tampoco que él haya oído hablar de usted, pero eso no es una razón para que Isabel no haya de casarse con él.
Ralph gave a mild ambiguous laugh. "What a rage you have for marrying people! Do you remember how you wanted to marry ME the other day?" Ralph soltó una carcajada y dijo: -Hay que ver qué furia emplea usted en querer casar a la gente. ¿No se acuerda del empeño que puso el otro día en querer casarme también a mí?
"I′ve got over that. You don′t know how to take such ideas. Mr. Goodwood does, however; and that′s what I like about him. He′s a splendid man and a perfect gentleman, and Isabel knows it." -Ya se me pasó. Usted no sabe cómo hacerse a esas ideas, pero el señor Goodwood sí sabe, y eso es lo que me gusta tanto de él. Es un hombre espléndido, un perfecto caballero y eso lo sabe Isabel perfectamente.
"Is she very fond of him?" -¿Está enamorada de él?
"If she isn′t she ought to be. He′s simply wrapped up in her." -Si no lo está, debería estarlo. Él está sencillamente hechizado por ella.
"And you wish me to ask him here," said Ralph reflectively. -¿Y quiere usted que yo le invite a venir? -preguntó Ralph después de una breve reflexión.
"It would be an act of true hospitality." -Sería un acto de verdadera hospitalidad.
"Caspar Goodwood," Ralph continued --"it′s rather a striking name." -Caspar Goodwood. Es un nombre verdaderamente raro.
"I don′t care anything about his name. It might be Ezekiel Jenkins, and I should say the same. He′s the only man I have ever seen whom I think worthy of Isabel." -Eso me tiene sin cuidado. Lo mismo podría llamarse Ezekiel Jenkins, que me daría igual. Es el único hombre que conozco que sea digno de Isabel.
"You′re a very devoted friend," said Ralph. -No hay duda de que es usted buena amiga suya -dijo Ralph.
"Of course I am. If you say that to pour scorn on me I don′t care." -A mucha honra. Si lo dice usted por burlarse de mí, me tiene sin cuidado.
"I don′t say it to pour scorn on you; I′m very much struck with it." -No lo digo por burlarme de usted, sino porque me llama mucho la atención.
"You′re more satiric than ever, but I advise you not to laugh at Mr. Goodwood." -Se pone usted todavía más satírico; pero le aconsejo que no pretenda reírse del señor Goodwood.
"I assure you I′m very serious; you ought to understand that," said Ralph. Ralph contestó: -Le aseguro que soy muy serio. Usted debería comprenderlo.
In a moment his companion understood it. "I believe you are; now you′re too serious." Ella lo comprendió, en efecto, en un segundo, y dijo: -Creo que sí lo es usted, incluso creo que ahora es demasiado serio.
"You′re difficult to please." -Verdaderamente es difícil complacerla.
"Oh, you′re very serious indeed. You won′t invite Mr. Goodwood." -Oh, se ha puesto usted muy serio. No quiere invitar al señor Goodwood.
"I don′t know," said Ralph. "I′m capable of strange things. Tell me a little about Mr. Goodwood. What′s he like?" -No lo sé todavía -dijo Ralph-. Soy capaz de las cosas más raras. Dígame algo del señor Goodwood. ¿Cómo es?
"He′s just the opposite of you. He′s at the head of a cotton-factory; a very fine one." -Todo lo contrario de usted. Está al frente de una fábrica de hilados, una gran fábrica.
"Has he pleasant manners?" asked Ralph. -¿Tiene buenos modales? -preguntó Ralph.
"Splendid manners --in the American style." -Espléndidos... al estilo americano.
"Would he be an agreeable member of our little circle?" -¿Resultaría un miembro agradable de nuestro pequeño círculo?
"I don′t think he′d care much about our little circle. He′d concentrate on Isabel." -No creo que le interesase gran cosa nuestro pequeño círculo. Se concentraría por completo en Isabel.
"And how would my cousin like that?" -¿Le gustaría tal cosa a mi prima?
"Very possibly not at all. But it will be good for her. It will call back her thoughts." -Es muy posible que no le gustase en absoluto, pero sería una buena cosa para ella. Haría que sus antiguas ideas regresaran.
"Call them back --from where?" -¿De dónde?
"From foreign parts and other unnatural places. Three months ago she gave Mr. Goodwood every reason to suppose he was acceptable to her, and it′s not worthy of Isabel to go back on a real friend simply because she has changed the scene. I′ve changed the scene too, and the effect of it has been to make me care more for my old associations than ever. It′s my belief that the sooner Isabel changes it back again the better. I know her well enough to know that she would never be truly happy over here, and I wish her to form some strong American tie that will act as a preservative." -De sitios foráneos y otros lugares extraños. Hace tres meses le dejó suponer al señor Goodwood que le parecía aceptable, y no es digno de Isabel volverse atrás de lo dicho a un verdadero amigo por la sencilla razón de haber cambiado de ambiente. También yo he cambiado de ambiente y el efecto que ello me ha producido ha sido hacerme pensar en mis antiguas amistades más que nunca. Yo creo que cuanto antes vuelva Isabel a su antiguo lugar, mejor para ella. La conozco de sobra para saber que no sería nunca completamente feliz aquí, y yo quisiera que contrajese algún fuerte vínculo americano que la defendiese como una coraza.
"Aren′t you perhaps a little too much in a hurry?" Ralph enquired. "Don′t you think you ought to give her more of a chance in poor old England?" Ralph preguntó: -¿No le parece a usted que tal vez tiene demasiada prisa? ¿No cree que debía dejarle más ocasiones de probar suerte en esta desgraciada Inglaterra?
"A chance to ruin her bright young life? One′s never too much in a hurry to save a precious human creature from drowning." -¿La ocasión de echar a perder su brillante juventud? Nunca es demasiado pronto para evitar que se ahogue una criatura humana de valía.
"As I understand it then," said Ralph, "you wish me to push Mr. Goodwood overboard after her. Do you know," he added, "that I′ve never heard her mention his name?" -Por lo que veo -replicó Ralph-, usted pretende que yo ice al señor Goodwood por encima de la borda del barco para que la salve. -Y añadió-: Por si usted lo ignora, debo decirle que jamás he oído a mi prima mencionar el nombre de esa persona.
Henrietta gave a brilliant smile. "I′m delighted to hear that; it proves how much she thinks of him." Henrietta sonrió triunfalmente y exclamó: -Estoy encantada de oírle decir eso, porque prueba lo mucho que ella piensa en él.
Ralph appeared to allow that there was a good deal in this, and he surrendered to thought while his companion watched him askance. "If I should invite Mr. Goodwood," he finally said, "it would be to quarrel with him." Ralph aparentó admitir que había mucho de verdad en ello e hizo como que sopesaba tal idea mientras su compañera le observaba con gran atención. -Si yo le invitase -dijo por fin-, sería para disputar con él.
"Don′t do that; he′d prove the better man." -No se le ocurra hacerlo. Le demostraría su superioridad.
"You certainly are doing your best to make me hate him! I really don′t think I can ask him. I should be afraid of being rude to him." -Está usted haciendo lo posible para lograr que lo deteste. Verdaderamente no creo que pueda invitarle. Tengo miedo de ser descortés con él.
"It′s just as you please," Henrietta returned. "I had no idea you were in love with her yourself." -Haga lo que le parezca. No tenía la menor idea de que usted estuviese enamorado de Isabel.
"Do you really believe that?" the young man asked with lifted eyebrows. -¿Lo cree usted de veras? -preguntó Ralph enarcando las cejas.
"That′s the most natural speech I′ve ever heard you make! Of course I believe it," Miss Stackpole ingeniously said. La señorita Stackpole contestó ingeniosamente: -Éstas son las palabras más naturales que he oído de sus labios hasta ahora. Claro que lo creo.
"Well," Ralph concluded, "to prove to you that you′re wrong I′ll invite him. It must be of course as a friend of yours." -Entonces -concluyó él-, para demostrarle que está completamente equivocada, le invitaré... Pero como amigo de usted, por supuesto.
"It will not be as a friend of mine that he′ll come; and it will not be to prove to me that I′m wrong that you′ll ask him --but to prove it to yourself!" -Pero él no vendrá como amigo mío, y usted no le invitará para probarme que yo estaba en un error, sino para probárselo a sí mismo.
These last words of Miss Stackpole′s (on which the two presently separated) contained an amount of truth which Ralph Touchett was obliged to recognise; but it so far took the edge from too sharp a recognition that, in spite of his suspecting it would be rather more indiscreet to keep than to break his promise, he wrote Mr. Goodwood a note of six lines, expressing the pleasure it would give Mr. Touchett the elder that he should join a little party at Gardencourt, of which Miss Stackpole was a valued member. Having sent his letter (to the care of a banker whom Henrietta suggested) he waited in some suspense. He had heard this fresh formidable figure named for the first time; for when his mother had mentioned on her arrival that there was a story about the girl′s having an "admirer" at home, the idea had seemed deficient in reality and he had taken no pains to ask questions the answers to which would involve only the vague or the disagreeable. Now, however, the native admiration of which his cousin was the object had become more concrete; it took the form of a young man who had followed her to London, who was interested in a cotton-mill and had manners in the most splendid of the American styles. Ralph had two theories about this intervener. Either his passion was a sentimental fiction of Miss Stackpole′s (there was always a sort of tacit understanding among women, born of the solidarity of the sex, that they should discover or invent lovers for each other), in which case he was not to be feared and would probably not accept the invitation; or else he would accept the invitation and in this event prove himself a creature too irrational to demand further consideration. The latter clause of Ralph′s argument might have seemed incoherent; but it embodied his conviction that if Mr. Goodwood were interested in Isabel in the serious manner described by Miss Stackpole he would not care to present himself at Gardencourt on a summons from the latter lady. "On this supposition," said Ralph, "he must regard her as a thorn on the stem of his rose; as an intercessor he must find her wanting in tact." Dicho esto, se separaron. Las últimas palabras de la señorita Stackpole contenían una gran parte de verdad, cosa que Ralph no tuvo más remedio que reconocer; pero tan ligeramente rozó semejante reconocimiento que, aun sospechando que sería más imprudente mantener la promesa que retraerse de ella, se decidió a escribir al señor Goodwood una breve esquela de seis líneas manifestándole el placer que le causaría al anciano señor Touchett recibirle en Gardencourt junto con un grupo de personas en el que figuraba la señorita Stackpole como uno de sus miembros más distinguidos. Después de enviar tal carta por intermedio del banco que Henrietta le había indicado, permaneció a la expectativa. Por primera vez había oído nombrar a aquella nueva y formidable figura, ya que, cuando el día de su llegada su madre hizo referencia al hecho de que la muchacha tenía un «admirador» en su país, tal idea no había llegado a adquirir la suficiente presencia y él no se tomó la molestia de hacer unas preguntas cuyas respuestas sólo podían contener vaguedades y provocarle desagrado. Ahora, en cambio, esa admiración tributada a su prima por alguien de allende los mares, parecía haberse concretado cada vez más hasta adquirir la forma corpórea de un joven que había cruzado el mar en pos de ella, siguiéndola hasta Londres, que estaba al frente de una industria algodonera y que tenía una espléndida educación al estilo americano. Ralph se había forjado dos teorías distintas acerca del sujeto en cuestión: o bien tal amor no era más que una pura ficción sentimental de la señorita Stackpole (sabido es que existe siempre una especie de tácita confabulación entre las mujeres, nacida de la solidaridad del sexo, y en cuya virtud se encuentran o descubren en todo momento recíprocamente enamorados las unas a las otras) y, en tal caso, no era de temer y era muy posible que no aceptase la invitación; o bien la aceptaría, en cuyo caso demostraría ser lo suficientemente insensato como para que no se le guardase consideración alguna. La segunda parte del argumento de Ralph parecía a todas luces incoherente, pero contenía la convicción de que, si el señor Goodwood estaba realmente interesado por Isabel de aquella manera descrita por Henrietta, no habría esperado para presentarse en Gardencourt a recibir la carta inspirada por la joven periodista. «Y suponiendo que así fuese -se dijo Ralph-, tendrá por fuerza que considerarla como una espina en el tallo de la rosa, como un intermediario falto por completo de tacto.»
Two days after he had sent his invitation he received a very short note from Caspar Goodwood, thanking him for it, regretting that other engagements made a visit to Gardencourt impossible and presenting many compliments to Miss Stackpole. Ralph handed the note to Henrietta, who, when she had read it, exclaimed: "Well, I never have heard of anything so stiff!" Dos días después de haber enviado su invitación, Ralph recibió una nota de Caspar Goodwood dándole las gracias y deplorando que compromisos anteriores le impidiesen hacer una visita a Gardencourt, rogándole al mismo tiempo que tuviese la bondad de ofrecer sus respetos a la señorita Stackpole. Ralph se limitó a mostrarle la nota a Henrietta, que, al leerla, no pudo por menos de exclamar: -¡Hay qué ver! En mí vida he oído nada más seco.
"I′m afraid he doesn′t care so much about my cousin as you suppose," Ralph observed. Ralph, por su parte, hizo la observación siguiente: -No sé por qué me da la impresión de que no le interesa mi prima tanto como usted suponía.
"No, it′s not that; it′s some subtler motive. His nature′s very deep. But I′m determined to fathom it, and I shall write to him to know what he means." -No es eso; debe de haber algún motivo más recóndito. Es un hombre de una naturaleza muy profunda, pero yo estoy dispuesta a rastrear en el fondo de ella, y le escribiré para averiguar qué piensa.
His refusal of Ralph′s overtures was vaguely disconcerting; from the moment he declined to come to Gardencourt our friend began to think him of importance. He asked himself what it signified to him whether Isabel′s admirers should be desperadoes or laggards; they were not rivals of his and were perfectly welcome to act out their genius. Nevertheless he felt much curiosity as to the result of Miss Stackpole′s promised enquiry into the causes of Mr. Goodwood′s stiffness --a curiosity for the present ungratified, inasmuch as when he asked her three days later if she had written to London she was obliged to confess she had written in vain. Mr. Goodwood had not replied. Su negativa a la invitación de Ralph no dejaba de resultarle a éste asaz desconcertante. El mero hecho de que no se dignase ir a Gardencourt hizo que nuestro amigo empezase a considerarlo un personaje importante. Se preguntaba qué le importaba a él que los admiradores de Isabel fuesen unos bribones o unos perezosos, dado que no eran rivales suyos y, por lo tanto, podían hacer de su capa un sayo y obrar como su humor les aconsejara. No obstante, sintió una gran curiosidad por saber el resultado de la prometida investigación de las causas de la sequedad del señor Goodwood, que la señorita Stackpole debía llevar a cabo..., curiosidad por el momento insatisfecha, pues, cuando tres días después le preguntó si había escrito ya a Londres, ella no tuvo más remedio que confesar que lo había hecho en vano, pues el señor Goodwood había dado la callada por respuesta.
"I suppose he′s thinking it over," she said; "he thinks everything over; he′s not REALLY at all impetuous. But I′m accustomed to having my letters answered the same day." She presently proposed to Isabel, at all events, that they should make an excursion to London together. "If I must tell the truth," she observed, "I′m not seeing much at this place, and I shouldn′t think you were either. I′ve not even seen that aristocrat --what′s his name? --Lord Washburton. He seems to let you severely alone." La señorita Stackpole supo hallar el medio de decir: -Me figuro que lo estará pensando, porque no es «realmente» lo que se dice un impetuoso. Sin embargo, yo estoy acostumbrada a que se conteste a mis cartas el mismo día. Y se le ocurrió proponerle a Isabel hacer las dos una excursión a Londres, observando para justificarse: -Si he de decir la verdad, hasta ahora no he visto gran cosa en este sitio, y creo que tú tampoco. Ni siquiera he visto a ese aristócrata..., ¿cómo se llama?..., ah, sí, lord Warburton.
"Lord Warburton′s coming to-morrow, I happen to know," replied her friend, who had received a note from the master of Lockleigh in answer to her own letter. "You′ll have every opportunity of turning him inside out." -Acabo de enterarme de que lord Warburton llega mañana -repuso Isabel, pues había recibido una carta del señor de Lockleigh en respuesta a la que ella le enviara-. Ahora tendrás una buena ocasión de devolverle del revés y ver todo lo que tiene dentro.
"Well, he may do for one letter, but what′s one letter when you want to write fifty? I′ve described all the scenery in this vicinity and raved about all the old women and donkeys. You may say what you please, scenery doesn′t make a vital letter. I must go back to London and get some impressions of real life. I was there but three days before I came away, and that′s hardly time to get in touch." -¡Bah! Acaso proporcione material para una crónica, pero ¿qué importa una cuando se han de escribir cincuenta? Ya he descrito todo el escenario de estos alrededores y he disparatado lo habido y por haber a propósito de las viejas de por aquí y hasta de los pollinos, y, dígase lo que se quiera, la simple descripción del ambiente no da verdadera vida a una crónica. Tengo que volver a Londres para recibir allí verdaderas impresiones de la vida. En los tres días que estuve antes de venir a este sitio no tuve tiempo siquiera de entrar en contacto con ella.
As Isabel, on her journey from New York to Gardencourt, had seen even less of the British capital than this, it appeared a happy suggestion of Henrietta′s that the two should go thither on a visit of pleasure. The idea struck Isabel as charming; she was curious of the thick detail of London, which had always loomed large and rich to her. They turned over their schemes together and indulged in visions of romantic hours. They would stay at some picturesque old inn --one of the inns described by Dickens --and drive over the town in those delightful hansoms. Henrietta was a literary woman, and the great advantage of being a literary woman was that you could go everywhere and do everything. They would dine at a coffee-house and go afterwards to the play; they would frequent the Abbey and the British Museum and find out where Doctor Johnson had lived, and Goldsmith and Addison. Isabel grew eager and presently unveiled the bright vision to Ralph, who burst into a fit of laughter which scarce expressed the sympathy she had desired. Y, como Isabel, durante su viaje de Nueva York a Gardencourt había visto aún menos que la otra de la capital inglesa, le pareció una magnífica ocurrencia que las dos hicieran una excursión de placer a la gran ciudad. Le pareció una idea soberbia, pues tenía gran curiosidad por conocer en todos sus pormenores esa ciudad de Londres que siempre había resplandecido ante su ardiente imaginación como fabulosamente grande y próspera. Se pusieron, pues, a trazar planes juntas y se complacieron en la esperanza de las románticas horas que vivirían. Buscarían alojamiento en cualquiera de aquellos pequeños y pintorescos hostales descritos por Dickens, y pasearían por la ciudad en uno de aquellos lindos carruajes de pescante trasero. Henrietta era escritora, y su profesión le proporcionaba la gran ventaja de poder meterse por todas partes y hacer lo que quisiera. Cenarían en los cafés y luego irían a los teatros, visitarían la Abadía de Westminster y el Museo Británico y verían los lugares donde vivieron el doctor Johnson, Goldsmith y Addison. Isabel se entusiasmó muchísimo con la idea y reveló aquella su brillante visión a su primo Ralph, quien, al oírla, soltó una jocunda carcajada que distaba mucho de destilar la simpatía que ella esperaba.
"It′s a delightful plan," he said. "I advise you to go to the Duke′s Head in Covent Garden, an easy, informal, old-fashioned place, and I′ll have you put down at my club." -Me parece un plan admirable -dijo Ralph-. Os aconsejo que vayáis al Duke′s Flead de Covent Garden, que es un sitio alegre, sin etiqueta y de los más antiguos, y yo os inscribiré en mi club.
"Do you mean it′s improper?" Isabel asked. "Dear me, isn′t anything proper here? With Henrietta surely I may go anywhere; she isn′t hampered in that way. She has travelled over the whole American continent and can at least find her way about this minute island." -¿Es que ese sitio es... indecente? Pero ¡infeliz de mí!, ¿acaso hay aquí nada decente? De todas formas, con Henrietta tengo la seguridad de poder ir a todas partes; ella no se arredra ante nada. Después de haber viajado por todo el continente americano, no hay duda de que sabrá desenvolverse de maravilla por estas islitas de nada.
"Ah then," said Ralph, "let me take advantage of her protection to go up to town as well. I may never have a chance to travel so safely!" -Además, mira -dijo Ralph-, también yo quiero disfrutar de la ventaja de su protección e ir allá al mismo tiempo. Tal vez no vuelva a tener nunca la suerte de viajar con tanta seguridad.  






CHAPTER 14

14

Miss Stackpole would have prepared to start immediately; but Isabel, as we have seen, had been notified that Lord Warburton would come again to Gardencourt, and she believed it her duty to remain there and see him. For four or five days he had made no response to her letter; then he had written, very briefly, to say he would come to luncheon two days later. There was something in these delays and postponements that touched the girl and renewed her sense of his desire to be considerate and patient, not to appear to urge her too grossly; a consideration the more studied that she was so sure he "really liked" her. Isabel told her uncle she had written to him, mentioning also his intention of coming; and the old man, in consequence, left his room earlier than usual and made his appearance at the two o′clock repast. This was by no means an act of vigilance on his part, but the fruit of a benevolent be lief that his being of the company might help to cover any conjoined straying away in case Isabel should give their noble visitor another hearing. That personage drove over from Lockleigh and brought the elder of his sisters with him, a measure presumably dictated by reflexions of the same order as Mr. Touchett′s. The two visitors were introduced to Miss Stackpole, who, at luncheon, occupied a seat adjoining Lord Warburton′s. Isabel, who was nervous and had no relish for the prospect of again arguing the question he had so prematurely opened, could not help admiring his good-humoured self-possession, which quite disguised the symptoms of that preoccupation with her presence it was natural she should suppose him to feel. He neither looked at her nor spoke to her, and the only sign of his emotion was that he avoided meeting her eyes. He had plenty of talk for the others, however, and he appeared to eat his luncheon with discrimination and appetite. Miss Molyneux, who h ad a smooth, nun-like forehead and wore a large silver cross suspended from her neck, was evidently preoccupied with Henrietta Stackpole, upon whom her eyes constantly rested in a manner suggesting a conflict between deep alienation and yearning wonder. Of the two ladies from Lockleigh she was the one Isabel had liked best; there was such a world of hereditary quiet in her. Isabel was sure moreover that her mild forehead and silver cross referred to some weird Anglican mystery --some delightful reinstitution perhaps of the quaint office of the canoness. She wondered what Miss Molyneux would think of her if she knew Miss Archer had refused her brother; and then she felt sure that Miss Molyneux would never know --that Lord Warburton never told her such things. He was fond of her and kind to her, but on the whole he told her little. Such, at least, was Isabel′s theory; when, at table, she was not occupied in conversation she was usually occupied in forming theories abou t her neighbours. According to Isabel, if Miss Molyneux should ever learn what had passed between Miss Archer and Lord Warburton she would probably be shocked at such a girl′s failure to rise; or no, rather (this was our heroine′s last position) she would impute to the young American but a due consciousness of inequality. La señorita Stackpole habría estado dispuesta a partir en el acto, pero, como ya hemos visto, Isabel había recibido la noticia de que lord Warburton iba a hacer una nueva visita a Gardencourt y le parecía su deber quedarse allí y verle. Dejó él pasar tres o cuatro días sin contestar la carta de Isabel, pero luego escribió para decir que dos días después iría a almorzar con ella. Algo parecía haber ciertamente en estos aplazamientos y demoras que lograron impresionar a la joven y afirmaron en ella la sensación del deseo por él manifestado de mostrarse respetuoso y paciente y no querer acuciarla; actitud que ella analizaba con mayor interés po r estar convencida de que «la quería de veras». Dijo Isabel a su tío que había escrito a lord Warburton y, al propio tiempo, le notificó la intención del otro de venir a almorzar con ella. En vista de lo cual, el anciano salió de su aposento antes de lo acostumbrado y no apareció hasta las dos, hora del refrigerio. Con ello no quería realizar un acto de vigilancia, sino simplemente ceder a su benévola idea de que, al estar con ellos, su presencia evitaría cualquier malentendido que pudiera producirse si Isabel prestaba de nuevo oídos a su noble visitante. Éste trajo consigo desde Lockleigh a su hermana mayor, coincidiendo tal vez con las amables presunciones del señor Touchett. Los dos visitantes fueron presentados a la señorita Stackpole, que ocupó en la mesa el asiento contiguo al de lord Warburton. Isabel, que estaba en verdad algo ne rviosa y no tenía deseos de discutir nuevamente el asunto que él había con tanta premura planteado, no pudo por menos de admirar el buen humor con que el aristócrata ejercía el completo dominio de sí mismo, ocultando por completo hasta el menor síntoma de una preocupación que ella creía natural que sintiese al verla. El no la miró ni le habló, y la única prueba de su emoción consistía en evitar cruzar con ella la mirada. Estuvo muy hablador con los demás y comió con buen apetito, sabiendo escoger lo más delicado. La señorita Molyneux, que tenía una tersa frente monjil y llevaba suspendida del cuello una gran cruz de plata cincelada, estaba a todas luces absorta en Henrietta Stackpole, a la que no quitaba ojo de encima, dando a entender que era presa de un grave conflicto entre la profunda repulsa y la anhelante admiraci u243ón que la americana le inspiraba. Era, de las dos hermanas, la que más en gracia le había caído a Isabel por la enorme calma hereditaria que en ella suponía. Nuestra heroína estaba segura de que aquella frente de religiosa y aquella cruz argentina tenían relación con algún fantástico misterio anglicano..., acaso con el delicioso restablecimiento del curioso cargo de canonesa. Se preguntaba a sí misma qué pensaría de ella la señorita Molyneux si supiera que había rechazado el ofrecimiento de su hermano, pero se tranquilizó al pensar que lord Warburton no le diría jamás semejante cosa y que, por tanto, no llegaría a saberla nunca. El la quería mucho y era muy bueno con ella, pero le hablaba muy poco de sus cosas. Eso era, por lo menos, lo que suponía Isabel, quien durante el almuerzo, cuando no hablaba, se en tretenía en forjar sus habituales teorías acerca de los demás comensales. Así, se imaginaba que si la señorita Molyneux hubiese sabido lo pasado entre ella y su hermano, era probable que le hubiera impresionado tristemente su incapacidad para medrar en la vida; o no, más bien (y ésta fue la conclusión final de nuestra heroína) atribuiría a la joven americana una conciencia clara de la desigualdad.
Whatever Isabel might have made of her opportunities, at all events, Henrietta Stackpole was by no means disposed to neglect those in which she now found herself immersed. "Do you know you′re the first lord I′ve ever seen?" she said very promptly to her neighbour. "I suppose you think I′m awfully benighted." Hiciese Isabel lo que hiciese de las oportunidades que se le presentaran, lo innegable era que Henrietta Stackpole no estaba en absoluto dispuesta a desaprovechar aquéllas en las que ya se veía inmersa. -¿Sabe usted que es el primer lord que he visto en mi vida? -le espetó a su vecino-. Me imagino que creerá que me siento tremendamente azorada.
"You′ve escaped seeing some very ugly men," Lord Warburton answered, looking a trifle absently about the table. -Pues se ha librado usted de ver a no pocos hombres b ien feos -replicó lord Warburton, mirando como un poco abstraído en derredor.
"Are they very ugly? They try to make us believe in America that they′re all handsome and magnificent and that t hey wear wonderful robes and crowns." -¿De veras son tan feos? Pues en América se pretende hacernos creer que todos son apuestos y magníficos, que llevan ropas suntuosas y coronas.
"Ah, the robes and crowns are gone out of fashion," said Lord Warburton, "like your tomahawks and revolvers." -¡Bah! Las ropas suntuosas de corte y las coronas están ya pasadas de moda -dijo lord Warburton-, lo mismo que los revólveres y las hachas de guerra de ustedes.
"I′m sorry for that; I think an aristocracy ought to be splendid," Henrietta declared. "If it′s not that, what is it?" -Pues lo siento -declaró Henrietta-, porque creo que la aristocracia debe ser algo espléndido. Si no, ¿qué es entonces?
"Oh, you know, it isn′t much, at the best," her neighbour allowed. "Won′t you have a potato?" -¡Oh!, en el mejor de los casos, bien poca cosa, ¿sabe usted? ¿Quiere una patata?
"I don′t care much for these European potatoes. I shouldn′t know you from an ordinary American gentleman." -No me gustan mucho estas patatas europeas. Yo le habría tomado a usted por un caballero americano corriente.
"Do talk to me as if I WERE one," said Lord Warburton. "I don′t see how you manage to get on without potatoes; you must find so few things to eat over here." A lo que lord Warburton contestó: -Pues hábleme usted como si lo fuera. No me explico cómo se las va a arreglar usted aquí sin patatas, pues no encontrará muchas cosas que comer por estos pagos.
Henrietta was silent a little; there was a chance he was not sincere. "I′ve had hardly any appetite since I′ve been here," she went on at last; "so it doesn′t much matter. I don′t a pprove of YOU, you know; I feel as if I ought to tell you that." Henrietta se quedó callada un momento; tal vez lord Warburton no fuese sincero. -Desde que llegué no tengo apenas apetito -dijo tras una pausa-, de manera que no tiene la menor importancia. ¿Sabe que yo no le acepto a usted? Mi conciencia me dicta que se lo diga.
"Don′t approve of me?" -¿Que no me acepta?
"Yes; I don′t suppose any one ever said such a thing to you before, did they? I don′t approve of lords as an institution. I think the world has got beyond them --far beyond." -Exactamente. Me figuro que nadie se lo ha dicho hasta ahora, ¿no es cierto? Lo que yo no acepto es al lord como institución. Creo que el mundo les ha dejado atrás..., muy atrás.
"Oh, so do I. I don′t approve of myself in the least. Sometimes it comes over me --how I should object to myself if I were not myself, don′t you know? But that′s rather good, by the way --not to be vainglorious." -¡Oh, estoy de acuerdo! Después de todo, tampoco me admito yo a mí mismo. Pero ¿sabe una cosa?, a veces me hago esta reflexión: ¿cómo podría rechazarme a mí mismo si no fuese yo? Por lo demás, es preferible no ser presuntuoso.
"Why don′t you give it up then?" Miss Stackpole enquired. -Entonces, ¿por qué no renuncia? -preguntó la señorita Stackpole.
"Give up --a --?" asked Lord Warburton, meeting her harsh inflexion with a very mellow one. -Renunciar... ¿a qué? -preguntó lord Warburton poniendo en su acento tanta suavidad como dureza había puesto ella.
"Give up being a lord." -A ser lord.
"Oh, I′m so little of one! One would really forget all about it if you wretched Americans were not constantly reminding one. However, I do think o f giving it up, the little there is left of it, one of these days." -¡Oh, para lo poco que de ello tengo! Lo cierto es que uno acabaría verdaderamente por olvidarse de ello si ustedes, los americanos, no se lo estuvieran recordando a cada instante. De todas maneras tengo la intención de despojarme de ello, de lo poco que ya va quedando.
"I should like to see you do it!" Henrietta exclaimed rather grimly. -¡Me gustaría verlo! -exclamó Henrietta con cierta aspereza.
"I′ll invite you to the ceremony; we′ll have a supper and a dance." -Ese día la invitaré a usted a la ceremonia. Habrá una gran cena y después baile.
"Well," said Miss Stackpole, "I like to see all sides. I don′t approve of a privileged class, but I like to hear what they have to say for themselves." -Bueno, a mí me gusta conocer todos los puntos de vista. No acepto la existencia de clases privilegiadas, pero me gusta escucharlo que éstas dicen en defensa propia.
"Mighty little, as you see!" -Bien poca cosa, como acaba de ver.
"I should like to draw you out a little more," Henrietta continued. "But you′re always looking away. You′re afraid of meeting my eye. I see you want to escape me." -Quisiera sonsacarle un poco más todavía -dijo Henrietta-, pero tiene usted siempre la mirada ausente, como si tuviera miedo de encontrarse con la mía. Me doy perfecta cuenta de que intenta escabullirse.
"No, I′m only looking for those despised potatoes." -Nada de eso. Me limito a contemplar esas pobres patatas desdeñadas.
"Please explain about that young lady --your sister --then. I don′t understand about her. Is she a Lady?" -¿Quiere, entonces, hacer el favor de explicarme la situación de esta señorita, su hermana? Ignoro qué es ella con relación a usted. 91¿Es una lady?
"She′s a capital good girl." -Es, fundamentalmente, una buena muchacha.
"I don′t like the way you say that --as if you wanted to change the subject. Is her position inferior to yours?" -No me agrada la manera en que lo dice, como si quisiera cambiar de tema. ¿Es su posición inferior a la de usted?
"We neither of us have any position to speak of; but she′s better off than I, because she has none of the bother." -En realidad, ninguno de los dos tenemos posición, pero ella sale mejor librada que yo del asunto porque no tiene quebraderos de cabeza.
"Yes, she doesn′t look as if she had much bother. I wish I had as little bother as that. You do produce quiet people over here, whatever else you may do." -Cierto. Verdaderamente no parece que tenga muchos quebraderos de cabeza. ¡Ojalá tuviera yo tan pocos! Aunque no hagan ustedes otra cosa, aquí por lo menos producen gente tranquila.
"Ah, you see one takes life easily, on the whole," said Lord Warburton. "And then you know we′re very dull. Ah, we can be dull when we try!" -Sí, ya ve usted que, por lo general, nos tomamos la vida con calma. Y además somos muy sosos. ¡Ah!, cuando nos lo proponemos, no hay quien nos gane a insípidos.
"I should advise you to try something else. I shouldn′t know what to talk to your sister about; she looks so different. Is that silver cross a badge?" -Pues les aconsejaría que no se lo propusieran. A su hermana, la ver dad, no sé de qué hablarle. ¡Parece tan distinta! ¿Es un símbolo esa cruz?
"A badge?" ¿Cómo? ¿Un símbolo?          
"A sign of rank." -Una insignia de nobleza.
Lord Warburton′s glance had wandered a good deal, but at this it met t he gaze of his neighbour. "Oh yes," he answered in a moment; "the women go in for those things. The silver cross is worn by the eldest daughters of Viscounts." Which was his harmless revenge for having occasionally had his credulity too easily engaged in America. After luncheon he proposed to Isabel to come into the gallery and look at the pictures; and though she knew he had seen the pictures twenty times she complied without criticizing this pretext. Her conscience now was very easy; ever since she sent him her letter she had felt particularly light of spirit. He walked slowly to the end of the gallery, staring at its contents and saying nothing; and then he suddenly broke out: "I hoped you wouldn′t write to me that way." La mirada de lord Warburton, que había vagado un rato, al oír tal pregunta se fijó en la de Henrietta. -¡Oh!, desde luego -se apresuró a contestar-. Las mujeres se toman estas cosas muy en serio. La cruz de plata la llevan las hijas mayores de los vizcondes. Se trataba de una venganza, aunque inofensiva, por haber pecado tanto de credulidad respecto a Norteamérica. Después del almuerzo le propuso a Isabel ir a la galería para ver los cuadros y, aunque ella sabía que los había visto más de veinte veces, no puso el menor reparo  en acceder a su deseo. Tenía la joven la conciencia pe rfectamente tranquila y nunca se había sentido tan ligera ′ de espíritu como desde que le había escrito la carta. El fue andando despacio hasta el final de la galería, contemplando las obras de arte en silencio, hasta que, de pronto, dijo: -No esperaba que me escribiese usted de ese modo.
"It was the only way, Lord Warburton," said the girl. "Do try and believe that." -Era el único modo de hacerlo, lord Warburton -replicó ella-. Le ruego que así lo crea.
"If I could believe it of course I should let you alone. But we can′t believe by willing it; and I confess I don′t understand. I could understand your disliking me; that I could understand well. But that you should admit you do --" -Si fuera cuestión de querer, no dude que la creería y dejaría de molestarla. Pero no basta querer creer para creer; confieso francamente que no lo comprendo. Puedo comprender y comprendería perfectamente que yo no le gustara. Pero usted ya reconoce lo que debería reconocer...
"What have I admitted?" Isabel interrupted, turning slightly pale. Isabel le interrumpió, poniéndose intensamente pálida: -¿Qué es lo que yo he reconocido?
"That you think me a good fellow; isn′t that it?" She said nothing, and he went on: "You don′t seem to have any reason, and that gives me a sense of injustice." -Que soy una buena persona, ¿no es cierto? -Ella no replicó y él siguió diciendo-: Usted no parece tener razón alguna para obrar así y eso me produce una sensación de injusticia.
"I have a reason, Lord Warburton." She said it in a tone that made his heart contract. -Tengo una razón, lord Warburton -dijo en un tono que a él le puso el corazón en un puño.
"I should like very much to know it." Me gustaría mucho conocerla.
"I′ll tell you some day when there′s more to show for it." -Se la diré algún día, cuando pueda mostrársela mejor.
"Excuse my saying that in the mean time I must doubt of it." -Pues perdóneme si, mientras tanto, le digo que he de dudar de ella.
"You make me very unhappy," said Isabel. Isabel se limitó a replicar: -Me está usted haciendo sufrir.          
"I′m not sorry for that; it may help you to know how I feel. Will you kindly answer me a question?" Isabel made no audible assent, but he apparently saw in her eyes something that gave him courage to go on. "Do you prefer some one else?" -No puedo deplorarlo. Así se dará cuenta de lo que yo estoy pasando. ¿Quiere, por favor, contestarme a un a pregunta? Isabel no expresó su asentimiento, pero a él se le antojó ver en los ojos de ella algo que le alentaba a continuar y preguntó: -¿Siente interés por otro?
"That′s a question I′d rather not answer." -Es una pregunta a la que preferiría no contestar.
"Ah, you DO then!" her suitor murmured with bitterness. Y él dijo amargamente, como murmurando: -Entonces es que sí.
The bitterness touched her, and she cried out: "You′re mistaken! I don′t." Aquella patente amargura conmovió a Isabel, que exclamó: -Está usted en un error. No hay tal cosa.
He sat down on a bench, unceremoniously, doggedly, like a man in trouble; leaning his elbows on his knees and staring at the floor. "I can′t even be glad of that," he said at last, throwing himself back against the wall; "for that would be an excuse." Olvidando toda ceremonia, él se sentó en un banco como sumido en un hondo pesar, apoyó los codos en las rodillas y clavó los ojos en el suelo. Por fin, echándose hacia atrás para apoyar la espalda dijo: -Tampoco eso puede alegrarme, porque debe de ser una excusa.
She raised her eyebrows in surprise. "An excuse? Must I excuse myself?" Ella alzó las cejas en señal de so rpresa y repuso: -¿Una excusa? ¿Tengo yo que excusarme de algo?
He paid, however, no answer to the question. Another idea had come into his head. "Is it my political opinions? Do you think I go too far?" Pero él no contestó a tal pregunta, pues le rondaba ya otra idea por la cabeza: -¿Es por mis opiniones políticas? ¿Las considera demasiado avanzadas?
"I can′t o bject to your political opinions, because I don′t understand them." -No tengo nada que reprochar a sus ideas políticas por la sencilla razón de que no las comprendo.
"You don′t care what I think!" he cried, getting up. "It′s all the same to you." -Claro, lo que yo piense le tiene a usted sin cuidado, le da lo mismo.
Isabel walked to the other side of the gallery and stood there showing him her charming back, her light slim figure, the length of her white neck as she bent her head, and the density of her dark braids. She stopped in front of a small picture as if for the purpose of examining it; and there was something so young and free in her movement that her very pliancy seemed to mock at him. Her eyes, however, saw nothing; they had suddenly been suffused with tears. In a moment he followed her, and by this time she had brushed her tears away; but when she turned round her face was pale and the expression of her eyes strange. "That reason that I wouldn′t tell you --I′ll tell it you after all. It′s that I can′t escape my fate." Isabel se apartó hacia el otro lado de la galería y allí permaneció un momento volviéndole la espalda, que era en extremo encantadora; él contempló su leve y esbelta figura, la esbeltez de su blanco cuello al inclinar ella la cabeza y el espesor de sus oscuras trenzas. Se detuvo ella ante un pequeño cuadro como si lo estuviese examinando, y había un no sé qué tan lleno de juventud y agilidad en su movimiento que, con aquella su flexibilidad, parecía estar burlándose de él. Sin embargo, nada veían sus ojos, que se habían cubierto súbitamente de lágrimas. Al poco él se acercó, pero Isabel había enjugado ya su llanto. Al volverse de nuevo, su cara estaba profundamente pálida y sus ojos tenían una rara expresión. -La razón que no quería exponerle... -dijo-, voy, después de todo, a exponérsela. Es que no puedo escapar a mi destino.
" Your fate?" -¿Su destino?
"I should try to escape it if I were to marry you." -Casarme con usted sería un intento de huida.
"I don′t understand. Why should not THAT be your fate as well as anything else?" -No la comprendo. ¿Y por qué no habría de ser su destino éste, como cualquier otro?
"Because it′s not," said Isabel femininely. "I know it′s not. It′s not my fate to give up --I know it can′t be." -Porque no lo es -replicó Isabel con suave feminidad-. Yo sé que no lo es. Mi destino no es abandonar..., yo sé perfectamente que no puede serlo.
Poor Lord Warburton stared, an interrogative point in either eye. "Do you call marrying ME giving up?" El pobre lord Warburton se quedó profundamente asombrado, con una interrogación en los ojos: -¿Llama usted abandonar a casarse conmigo?
"Not in the usual sense. It′s getting --getting --getting a great deal. But it′s giving up other chances." -Desde luego, no en el sentido corriente. Sé que es recibir..., recibir... enormemente... Pero, al mismo tiempo, supone prescindir de otras oportunidades.
"Other chances for what?" ¿Otras oportunidades de qué?
"I don′t mean chances to marry," said Isabel, her colour quickly coming back to her. And then she stopped, looking down with a deep frown, as if it were hopeless to attempt to make her meaning clear. -No me refiero al matrimonio -replicó Isabel, que ya iba recobrando el color. Y se detuvo, mirando hacia abajo con el entrecejo fruncido, como si le resultase poco menos que imposible tratar de expresarse con claridad.
"I don′t think it presumptuous in me to suggest tha t you′ll gain more than you′ll lose," her companion observed. Su compañero se decidió a susurrar: -No creo que sea una presunción por mi parte sugerir que ganaría mucho más de lo que perdería.
"I can′t escape unhappiness," said Isabel. "In marrying you I shall be trying to." -A lo que no puedo escapar es a la desgracia -dijo Isabel-. Y, casándome con usted, intentaría lograrlo.
"I don′t know whether you′d try to, but you certainly would: that I must in candour admit!" he exclaimed with an anxious laugh. Y él exclamó prorrumpiendo en una risa de ansiedad: -No sé si lo intentaría, pero no me cabe duda de que lo lograría, se lo digo con toda franqueza.
"I mustn′t --I can′t!" cried the girl. -¡Pero es que no debo..., no puedo! -exclamó la joven.
"Well, if you′re bent on being miserable I don′t see why you should make ME so. Whatever charms a life of misery may have for you, it has none for me." -De todos modos, si usted está resuelta a ser desgraciada, no veo por qué ha de empeñarse en que yo también lo sea. Si para usted la desgracia está llena de encantos, para mí le aseguro que no tiene ninguno.
"I′m not bent on a life of misery," said Isabel. "I′ve always been intensely determined to be happy, and I′ve often believed I should be. I′ve told people that; you can ask them. But it comes over me every now and then that I can never be happy in any extraordinary way; not by turning away, by separating myself." -Yo no estoy resuelta a vivir una vida desgraciada -dijo Isabel-. Al contrario, siempre he estado firmeme nte decidida a ser dichosa, incluso con frecuencia he creído que llegaría a serlo. Pero de vez en cuando se me ocurre que no podré ser feliz por ningún procedimiento extraordinario, huyendo, separándome...
"By separating yourself from what?" -¿Separándose de qué?
"From life. From the usual chances and dangers, from what most people know and suffer." -De la vida, de sus peligros y oportunidades corrientes, por los que la mayoría de la gente pena y que tantos conocen.
Lord Warburton broke into a smile that almost denoted hope. "Why, my dear Miss Archer," he began to explain with the most considerate eagerness, "I don′t offer you any exoneration from life or from any chances or dangers whatever. I wish I could; depend upon it I would! For what do you take me, pray? Heaven help me, I′m not the Emperor of China! All I offer you is the chance of taking the common lot in a comfortable sort of way. The common lot? Why, I′m devoted to the common lot! Strike an alliance with me, and I promise you that you shall have plenty of it. You shall separate from nothing whatever --not even from your friend Miss Stackpole." Lord Warburton esbozó una sonrisa que pareció delatar un si es no es de esperanza. -Mi querida señorita Archer -comenzó a explicar con respetuoso anhelo-, yo no le ofrezco a usted ninguna renuncia a la vida, ni a peligros u oportunidades de ninguna clase. ¡Ojalá pudiese! ¡Tenga usted por seguro que lo haría! Por favor, ¿por quién me toma? A Dios gracias, no soy el emperador de la China. Lo que yo le ofrezco es, en resumen, que participe de las comunes angustias de la vida de una manera en cierto modo cómoda. ¡Las angustias comunes de la vida! Yo soy uno de sus más devotos. Concierte usted una alianza conmigo y le aseguro que no le habrán de faltar. Por lo demás, no tendrá que separarse de nada, ni siquiera de su amiga la señorita Stackpole.
"She′d never approve of it," said Isabel, trying to smile and take advantage of this side-issue; despising herself too, not a little, for doing so. -Ella no lo aprobaría jamás -dijo Isabel tratando de sonreír y aprovechando esta salida, no sin despreciarse bastante a sí misma por hacerlo.
"Are we speaking of Miss Stackpole?" his lordship asked impatiently. "I never saw a person judge things on such theoretic grounds." -¿Hablamos de la señorita Stackpole? -preguntó impaciente el lord-. En mi vida he visto una persona que juzgue las cosas de un modo tan exclusivamente teórico.
"Now I suppose you′re speaking of me," said Isabel with humility; and she turned away again, for she saw Miss Molyneux enter the gallery, accompanied by Henrietta and by Ralph. -Creo que ahora habla usted de mí -replicó Isabel, y se apartó de nuevo al ver que por el extremo opuesto de la galería acababan de entrar la señorita Molyneux, Henrietta y Ralph.
Lord Warburton′s sister addressed him with a certain timidity and reminded him she ought to return home in time for tea, as she was expecting company to partake of it. He made no answer --apparently not having heard her; he was preoccupied, and with good reason. Miss Molyneux --as if he had been Royalty --stood like a lady-in-waiting. La hermana de lord Warburton se dirigió a él con cierta timidez para recordarle que debía estar en casa a la hora del té, pues había invitado a algunas personas para tomarlo con ella. Él no le contestó, al parecer por no haberla oído; tenía entonces muchas otras cosas que con harta razón le preocupaban. Y la señorita Molyneux, como si él fuera un soberano, permaneció a la espera en actitud de camarera mayor.
"Well, I never, Miss Molyneux!" said Henrietta Stackpole. "If I wanted to go he′d have to go. If I wanted my brother to do a thing he′d have to do it." Al verlo, Henrietta Stackpole exclamó: -¡Eso si que no, señorita Molyneux! ¡Si yo tuviese que irme, él tendría que irse! ¡Si yo necesitara que mi hermano hiciese algo, tendría que hacerlo!
"Oh, Warburton doe s everything one wants," Miss Molyneux answered with a quick, shy laugh. "How very many pictures you have!" she went on, turning to Ralph. -¡Oh! Warbu rton hace siempre lo que se le pide -contestó la señorita Molyneux con una pronta y tímida risita. Y, volviéndose hacia Ralph, prosiguió-: ¡Cuántos cuadros tienen ustedes!
"They look a good many, because they′re all put together," said Ralph. "But it′s really a bad way." -Parecen muchos porque están todos juntos -dijo Ralph-. Pero no es un modo apropiado de colocarlos.
"Oh, I think it′s so nice. I wish we had a gallery at Lockleigh. I′m so very fond of pictures," Miss Molyneux went on, persistently, to Ralph, as if she were afraid Miss Stackpole would address her again. Henrietta appeared at once to fascinate and to frighten her. -A mí me parece muy hermoso. Me gustaría enormemente que hubiera una galería de pinturas en Lockleigh. Los cuadros me gustan muchísimo -continuó diciendo la señorita Molyneux sin detenerse para evitar que la interpelase de nuevo Henrietta, que parecía a la vez fascinarla y asustarla.
"Ah yes, pictures are very convenient," said Ralph, who appeared to know better what style of reflexion was acceptable to her. -Me lo explico; los cuadros son muy conveniente: -dijo Ralph, que se daba cuenta de la clase de reflexiones convenientes para ella.
"They′re so very pleasant when it rains," the young lady continued. "It has rained of late so very often." Y la joven dama continuó: -¡Cuand o llueve, resultan tan agradables...! En este último tiempo ha llovido con mucha frecuencia.
"I′m sorry you′re going away, Lord Warburton," said Henrietta. "I wanted to get a great deal more out of you." -Siento mucho que se vaya usted, lord Warburton -intervino Henrietta-. Necesitaba sonsacarle todavía algo más.
"I′m not going away," Lord Warburton answered. -No me voy todavía -repuso lord Warburton.
"Your sister says you must. In America the gentlemen obey the ladies." -Dice su hermana que debe irse. En Norteamérica los hombres obedecen a las damas.
"I′m afraid we have some people to tea," said Miss Molyneux, looking at her brother. La señorita Molyneux dijo suavemente, mirando a su hermano: -Me temo que tendremos invitados a tomar el té.      
"Very good, my dear. We′ll go." -Está bien, querida. Entonces nos iremos.
"I hoped you would resist!" Henrietta exclaimed. "I wanted to see what Miss Molyneux would do." -Creí que iba usted a resistirse -exclamó Henrietta-. Me habría gustado ver lo que hubiese hecho la señorita Molyneux.
"I never do anything," said this young lady. -Yo no hago nunca nada -replicó ésta.
"I suppose in your position it′s sufficient for you to exist!" Miss Stackpole returned. "I should like very much to see you at home." -Me imagino que, dada su posición, le bastará con vivir. Me gustaría mucho verla en su casa.
"You must come to Lockleigh again," said Miss Molyneux, very sweetly, to Isabel, ignoring this remark of Isabel′s friend. -Tiene que ir otra vez a Lockleigh -dijo dulcemente la señorita Molyneux dirigiéndose a Isabel, como si no hubiese oído aquella observación de la periodista.
Isabel looked into her quiet eyes a moment, and for that moment seemed to see in their grey depths the reflexion of everything she had rejected in rejecting Lord Warburton --the peace, the kindness, the honour, the possessions, a deep security and a great exclusion. She kissed Miss Molyneux and then she said: "I′m afraid I can never come again." Isabel contempló un instante sus tranquilos ojos y en aquel mismo instante le pareció ver en el fondo gris de ellos el reflejo de todo lo que había rechazado al rechazar a lord Warburton: la paz, la bondad, el honor, las propiedades, una gran seguridad e intimidad. Besó a la señorita Molyneux y le dijo: -Me parece que no voy a poder volver por allí.
"Never again?" No Translation
"I′m afraid I′m going away." No Translation
"Oh, I′m so very sorry," said Miss Molyneux. "I think that′s so very wrong of you." -Lo siento en el alma -replicó la señorita Molyneux-. Creo que hace usted muy mal con ello.
Lord Warburton watched this little passage; then he turned away and stared at a picture. Ralph, leaning against the rail before the picture with his hands in his pockets, had for the moment been watching him. Lord Warburton prestó atención a lo que las dos jóvenes decían y luego se volvió hacia uno de los cuadros. Ralph, con las manos en los bolsillos y apoyado en la barandilla de delante del cuadro, estuvo observándole un momento.
"I should like to see you at home," said Henrietta, whom Lord Warburton found beside him. "I should like an hour′s talk with you; there are a great many questions I wish to ask you." Henrietta se acercó a lord Warburton para decirle: -Quisiera verle en su casa. Me gustaría charlar una hora con usted, pues tengo que hacerle infinidad de preguntas.
"I shall be delighted to see you," the proprietor of Lockleigh answered; "but I′m certain not to be able to answer many of your questions. When will you come?" El dueño de Lockleigh contestó: -Será para mí un gran placer verla allí, pero estoy seguro de que no podré contestar a muchas de sus preguntas. ¿Cuándo piensa usted venir?
"Whenever Miss Archer will take me. We′re thinking of going to London, but we′ll go and see you first. I′m determined to get some satisfaction out of you." -En cuanto la señorita Archer quiera llevarme. Pensamos ir a Londres, pero antes iremos a verle. Estoy decidida a que usted satisfaga mi curiosidad.
"If it depends upon Miss Archer I′m afraid you won′t get much. She won′t come to Lockleigh; she doesn′t like the place." -Pues si depende de la señorita Archer, me temo ′ ° que no va usted a satisfacerla, porque ella no irá a Lockleigh. No le gusta nada el sitio.
"She told me it was lovely!" said Henrietta. -¿Cómo? ¡Si me ha asegurado que es encantador! -exclamó Henrietta.
Lord Warburton hesitated. "She won′t come, all the same. You had better come alone," he added. Lord Warburton dudó un segundo y luego dijo: -A pesar de todo, no irá. Más vale que vaya usted sola.
Henrietta straightened herself, and her large eyes expanded. "Would you make that remark to an English lady?" she enquired with soft asperity. Henrietta se irguió, abrió desmesuradamente los ojos y en un tono bastante áspero preguntó: -¿Le diría usted eso a una dama inglesa?
Lord Warburton stared. "Yes, if I liked her enough." Lord Warburton se quedó sorprendido. -Según -dijo al fin-; si me gustase lo suficiente, sí.
"You′d be careful not to like her enough. If Miss Archer won′t visit your place again it′s because she doesn′t want to take me. I know what she thinks of me, and I suppose you think the same --that I oughtn′t to bring in individuals." Lord Warburton was at a loss; he had not been made acquainted with Miss Stackpole′s professional character and failed to catch her allusion. "Miss Archer has been warning you!" she therefore went on. -Pues procure que no le guste lo bastante. Si la señorita Archer no quiere volver a su casa es porque no d esea llevarme. Sé perfectamente lo que ella piensa de mí... y supongo que usted pensará lo mismo: que no debo sacar a relucir a personas concretas. -Lord Warburton estaba en la luna. No le habían dicho nada de la personalidad profesional de la señorita Stackpole y no captó la alusión-. Tengo la seguridad de que la señorita Archer le ha prevenido -añadió Henrietta.
"Warning me?" -¿Que me ha prevenido?
"Isn′t that why she came off alone with you here --to put you on your guard?" -¿Para qué, si no para ponerle en guardia respecto a mí, vino aquí sólita con usted?
"Oh dear, no," said Lord Warburton brazenly; "our talk had no such solemn character as that." ‘ -Oh, no, nada de eso, mi distinguida amiga -replicó lord Warburton con desenvoltura-.Nuestra conversación no ha tenido tanta solemnidad.
"Well, you′ve been on your guard --intensely. I suppose it′s natural to you; that′s just what I wanted to observe. And so, too, Miss Molyneux --she wouldn′t commit herself. YOU have been warned, anyway," Henrietta continued, addressing this young lady; "but for you it wasn′t nec essary." -Pues lo cierto es que usted ha estado constantemente en guardia..., ¡y de qué manera! Ya me im agino que en usted ha de ser lo natural, y eso es precisamente lo que quería observar. Y lo mismo la señorita Molyneux..., tampoco ha querido soltar prenda, También usted ha sido prevenida, aunque en su caso no era necesario -dijo Henrietta dirigiéndose a la hermana del lord.
"I hope not," said Miss Molyneux vaguely. -Más vale así -contestó ésta con cierta vaguedad.
"Miss Stackpole takes notes," Ralph soothingly explained. "She′s a great satirist; she sees through us all and she works us up." Ralph intervino para explicar amablemente: -He de decirles que la señorita Stackpole escribe y toma notas. Es una gran satírica. Escudriña en nuestro interior y luego nos lo presenta según su modo de ver.
"Well, I must say I never have had such a collection of bad material!" Henrietta declared, looking from Isabel to Lord Warburton and from this nobleman to his sister and to Ralph. "There′s something the matter with you all; you′re as dismal as if you had got a bad cable." -Pues, la verdad, debo confesar que nunca he tenido tan mala suerte con mi material, ni un material tan malo -declaró Henrietta paseando la vista de Isabel a lord Warburton y del aristócrata a su hermana y a Ralph-. A todos ustedes les ocurre algo; están todos tan alicaídos como si hubiesen recibido un cable con malas noticias.
"You do see through us, Miss Stackpole," said Ralph in a low tone, giving her a little intelligent nod as he led the party out of the gallery. "There′s something the matter with us all." -Usted ve bien en nuestro interior, señorita Stackpole -dijo Ralph, haciendo un leve movimiento de cabeza afirmativo al tiempo que les conducía fuera de la galería-. A todos nosotros nos ocurre algo.
Isabel came behind these two; Miss Molyneux, who decidedly liked her immensely, had taken her arm, to walk beside her over the polished floor. Lord Warburton strolled on the o ther side with his hands behind him and his eyes lowered. For some moments he said nothing; and then, "Is it true you′re going to London?" he asked. Detrás de ellos dos iba Isabel. La señorita Molyneux, que le profesaba ya gran simpatía, la había tomado del brazo para caminar a su lado por aquel piso tan encerado. Al otro lado iba lord Warburton, con las manos en los bolsillos y la mirada gacha. Permaneció callado un momento y luego preguntó: -¿Es cierto que va usted a ir a Londres?
"I believe it has been arranged." -Creo que ya es cosa decidida.
"And when shall you come back?" ¿Y cuándo piensa volver?
"In a few days; but probably for a very short time. I′m going to Paris with my aunt." -Dentro de unos días. Pero ser u225á por poco tiempo, porque tengo que ir a París con mi tía.
"When, then, shall I see you again?" -Entonces, ¿cuándo volveré a verla?
"Not for a good while," said Isabel. "But some day or other, I hope." -No por una temporada -contestó Isabel-, aunque espero que un día u otro suceda.
"Do you really hope it?" ¿De veras lo espera?
"Very much." Muy de veras.
He went a few steps in silence; then he stopped and put out his hand. "Good-bye." Él dio unos cuantos pasos más en silencio; luego se detuvo y, tendiéndole la mano, dijo: -Adiós.
"Good-bye," said Isabel. Adiós -contestó Isabel.
Miss Molyneux kissed her again, and she let the two depart. After it, without rejoining Henrietta and Ralph, she retreated to her own room; in which ap artment, before dinner, she was found by Mrs. Touchett, who had stopped on her way to the saloon. "I may as well tell you," said that lady, "that your uncle has informed me of your relations with Lord Warburton." La señorita Molyneux volvió a besarla y ella les miró marchar juntos. Después, en lugar de reunirse con Henrietta y Ralph, se fue directamente a su habitación. Antes de la hora de la cena, la señora Touchett entró a verla aprovechando que se dirigía al salón. -Debo comunicarte -le dijo- que tu tío me ha informado de tus relaciones con lord Warburton,
Isabel considered. "Relations? They′re hardly relations. That′s the strange part of it: he has seen me but three or four times." «¿Relaciones? -pensó Isabel- Apenas si las hay ¡Qué cosa tan extraña! Si no me ha visto más que tres o cuatro veces».
"Why did you tell your uncle rather than me?" Mrs. Touchett dispassionately asked. La señora Touchett preguntó en tono desapasionado: -¿Por qué se lo dijiste a tu tío en vez de decírmelo a mí?
Again the girl hesitated. "Because he knows Lord Warburton better." La joven volvió a dudar y respondió: -Porque él conoce mejor a lord Warburton.
"Yes, but I know you better." -Cierto. Pero, en cambio, yo te conozco mejor a ti.
"I′m not sure of that," said Isabel, smiling. -No estoy muy segura de ello -contestó Isabel sonriendo.
"Neither am I, after all; especially when you give me that rather conceited look. One would think you were awfully pleased with yourself and had carried off a prize! I suppose that when you refuse an offer like Lord Warburton′s it′s beca use you expect to do something better." -Ni yo tampoco, después de todo, especialmente cuando me miras de ese modo tan presuntuoso. Cualquier a diría que estás encantada de ti misma y que te has llevado un premio. Me imagino que, cuando has rechazado una proposición como la de lord Warburton es porque tienes a la vista algo mejor.
"Ah, my uncle didn′t say that!" cried Isabel, smiling still. Isabel sonrió otra vez y dijo: -¡Seguro que mi tío no ha dicho eso!  






CHAPTER 15

15

It had been arranged that the two young ladies should proceed to London under Ralph′s escort, though Mrs. Touchett looked with little favour on the plan. It was just the sort of plan, she said, that Miss Stackpole would be sure to suggest, and she enquired if the correspondent of the _Interviewer_ was to take the party to stay at her favourite boarding-house. Se había acordado que las dos jóvenes fuesen a Londres escoltadas por Ralph, aunque a la señora Touchett no le hacía gracia semejante plan al hablar de él, dijo que era el que sin duda se le habría ocurrido a la señorita Stackpole sugerir, y preguntó si a la corresponsal del Interviewer se le iba a ocurrir también llevarles a su casa de hué espedes favorita.
"I don′t care where she takes us to stay, so long as there′s local colour," said Isabel. "That′s what we′re going to London for." -Me tiene sin cuidado adonde quiera llevarnos -contestó Isabel-, con tal de que sea un sitio con color local. Para eso es precisamente para lo que vamos a Londres.
"I suppose that after a girl has refused an English lord she may do anything," her aunt rejoined. "After that one needn′t stand on trifles." -Ya me imagino -replicó su tía- que cuando una muchacha ha rechazado a un lord inglés puede permitírselo todo. Después de eso, no vale la pena pararse en bagatelas.
"Should you have liked me to marry Lord Warburton?" Isabel enquired. -¿Le habría gustado que me hubiese casado con lord Warburton? -preguntó Isabel.
"Of course I should." Naturalmente que sí.
"I thought you disliked the English so much." -Creía que detestaba a los ingleses.
"So I do; but it′s all the greater reason for making use of them." -Y los detesto; pero eso es el mejor motivo para utilizarlos.
"Is that your idea of marriage?" And Isabel ventured to add that her aunt appeared to her to have made very little use of Mr. Touchett. -¿Es ésa la idea que tiene usted del matrimonio? -E Isabel se atrevió a añadir que, a su entender, su tía había utilizado bien poco al señor Touchett.
"Your uncle′s not an English nobleman," said Mrs. Touchett, "though even if he had been I should still probably have taken up my residence in Florence." -Tu tío no es un aristócrata inglés -repuso la señora Touchett-. Y aunque lo hubiera sido, tal vez me habría ido igualmente a vivir a Florencia.
"Do you think Lord Warburton could make me any better than I am?" the girl asked with some animation. "I don′t mean I′m too good to improve. I mean --I mean that I don′t love Lord Warburton enough to marry him." -¿Cree usted que lord Warburton puede hacerme mejor de lo que soy? -preguntó la joven algo excitada-. No quiero decir que me considere demasiado buena y que no desee mejorar, sino que no amo a lord Warburton lo bastante como para casarme con él.
"You did right to refuse him then," said Mrs. Touchett in her smallest, sparest voice. "Only, the next great offer you get, I hope you′ll manage to come up to your standard." -Entonces has hecho muy bien en rechazarlo -dijo la señora Touchett con su voz más baja y sobria-. Ahora espero que, a la próxima gran oferta que se te haga, sepas estar a la misma altura.
"We had better wait till the offer comes before we talk about it. I hope very much I may have no more offers for the present. They upset me completely." -Más vale que esperemos hasta que se presente, en vez de hablar de ello. Lo que deseo con toda mi alma es que no me hagan por ahora ofrecimientos de ninguna clase. Acaban por perturbarme completamente.
"You probably won′t be troubled with them if you adopt permanently the Bohemian manner of life. However, I′ve promised Ralph not to criticise." -Si adoptas definitivamente la vida bohemia, puedes tener la seguridad de que no te molestarán mucho con ellos. De todos modos, le he prometido a Ralph que no criticaría...
"I′ll do whatever Ralph says is right," Isabel returned. "I′ve unbounded confidence in Ralph." -Haré lo que Ralph diga -respondió Isabel-. Tengo en él una ilimitada confianza.
"His mother′s much obliged to you!" this lady dryly laughed. -Su madre se siente muy agradecida -repuso la señora Touchett, riendo con sequedad.
"It seems to me indeed she ought to feel it!" Isabel irrepressibly answered. Isabel, sin poder contenerse, replicó: -Es lo que me parece que debe sentirse.
Ralph had assured her that there would be no violation of decency in their paying a visit --the little party of three --to the sights of the metropolis; but Mrs. Touchett took a different view. Like many ladies of her country who had lived a long time in Europe, she had completely lost her native tact on such points, and in her reaction, not in itself deplorable, against the liberty allowed to young persons beyond the seas, had fallen into gratuitous and exaggerated scruples. Ralph accompanied their visitors to town and established them at a quiet inn in a street that ran at right angles to Piccadilly. His first idea had been to take them to his father′s house in Winchester Square, a large, dull mansion which at this period of the year was shrouded in silence and brown holland; but he bethought himself that, the cook being at Gardencourt, there was no one in the house to get them their meals, and Pratt′s Hotel accordingly became their resting-place. Ralph, on his side, found quarters in Winchester Square, having a "den" there of which he was very fond and being familiar with deeper fears than that of a cold kitchen. He avail ed himself largely indeed of the resources of Pratt′s Hotel, beginning his day with an early visit to his fellow travellers, who had Mr. Pratt in person, in a large bulging white waistcoat, to remove their dish-covers. Ralph turned up, as he said, after breakfast, and the little party made out a scheme of entertainment for the day. As London wears in the month of September a face blank but for its smears of prior service, the young man, who occasionally took an apologetic tone, was obliged to remind his companion, to Miss Stackpole′s high derision, that there wasn′t a creature in town. Ralph había dicho que no iba en absoluto contra las conveniencias sociales que los tres hicieran juntos una excursión para ver las cosas más interesantes de la metrópoli; pero la señora Touchett no lo consideraba así. Como muchas otra s señoras de su país que habían vivido largo tiempo en Europa, había olvidado su manera nativa de pensar acerca de muchos puntos, produciéndose en ella una reacción contra la excesiva libertad concedida a los jóvenes de allende los mares, no injustificada en sí misma, pero cargada de escrúpulos tan exagerados como gratuitos. Ralph acompañó a las jóvenes a Londres y las albergó en una fonda tranquila de una calle que hacía esquina con Piccadilly. Al principio pensó instalarlas en la casa de su padre, en Winchester Square, una enorme y triste mansión que en tal época del año se hallaba envuelta en la mortaja del más profundo silencio y de las fundas de holanda cruda; pero cayó en la cuenta de que, estando el cocinero en Gardencourt, no había nadie en la casa que pudiese encargarse de hacer la comida, por l o que finalmente fue el hotel Pratt su paradero. Por su parte, Ralph se instaló en la mansión de Winchester Square, donde tenía un escondrijo que a él le encantaba y donde podía abrigar temores de mucha peor catadura que el de una cocina apagada. Lo cierto es que se proponía utilizar en gran medida los recursos del hotel Pratt, y a estos efectos empezó al día siguiente por hacer una visita a sus compañeras de viaje. Allí tuvo la satisfacción de que el señor Pratt en persona, enfundado en un amplio blusón blanco, acudiese a levantar la tapadera de los platos del desayuno. Después de lo cual, Ralph, ya otro hombre como él mismo dijo, trazó con sus compañeras el plan para los vagares del día en curso. Como en el mes de septiembre Londres tendría un semblante completamente blanco si no fuese por las salpicaduras y manchas del tráfago anterior, Ralph, que para tal ocasión creyó prudente adoptar un tono solemne, se consideró obligado a decir a sus compañeras, excitando con ello los crueles sarcasmos de la señorita Stackpole, que en la ciudad no había en esos momentos ni un alma.
"I suppose you mean the aristocracy are absent," Henrietta answered; "but I don′t think you could have a better proof that if they were absent altogether they wouldn′t be missed. It seems to me the place is about as full as it can be. There′s no one here, of course, but three or four millions of peo ple. What is it you call them --the lower-middle class? They′re only the population of London, and that′s of no consequence." -Supongo que se refiere usted a la aristocracia -replicó Henrietta-, pero no creo que pueda tener prueba mejor de que no se la echaría de menos si estuviese por completo ausente. A mí me parece que la ciudad está de gente hasta los topes. No hay un alma, no; sólo tres o cuatro millones. Pero pertenecen a..., ¿cómo lo llama usted?..., a la clase media. Y ésas, que componen toda la población de Londres, no tienen, por lo visto, la menor importancia.
Ralph declared that for him the aristocracy left no void that Miss Stackpole herself didn′t fill, and that a more contented man was nowhere at that moment to be found. In this he spoke the truth, for the stale September days, in the huge half-empty town, had a charm wrapped in them as a coloured gem might be wrapped in a dusty cloth. When he went home at night to the empty house in Winchester Square, after a chain of hours with his comparatively ardent friends, he wandered into the big dusky dining-room, where the candle he took from the hall-table, after letting himself in, constituted the only illumination. The square was still, the house was still; when he raised one of the windows of the dining-room to let in the air he heard the slow creak of the boots of a lone constable. His own step, in the empty place, se emed loud and sonorous; some of the carpets had been raised, and whenever he moved he roused a melancholy echo. He sat down in one of the armchairs; the big dark dining table twinkled here and there in the small candle-light; the pictures on the wall, all of them very brown, looked vague and incoherent. There was a ghostly presence as of dinners long since digested, of table-talk that had lost its actuality. This hint of the supernatural perhaps had something to do with the fact that his imagination took a flight and that he remained in his chair a long time beyond the hour at which he should have been in bed; doing nothing, not even reading the evening paper. I say he did nothing, and I maintain the phrase in the face of the fact that he thought at these moments of Isabel. To think of Isabel could only be for him an idle pursuit, leading to nothing and profiting little to any one. His cousin had not yet seemed to him so charming as during these days spent in soundin g, tourist-fashion, the deeps and shallows of the metropolitan element. Isabel was full of premises, conclusions, emotions; if she had come in search of local colour she found it everywhere. She asked more questions than he could answer, and launched brave theories, as to historic cause and social effect, that he was equally unable to accept or to refute. The party went more than once to the British Museum and to that brighter palace of art which reclaims for antique variety so large an area of a monotonous suburb; they spent a morning in the Abbey and went on a penny-steamer to the Tower; they looked at pictures both in public and private collections and sat on various occasions beneath the great trees in Kensington Gardens. Henrietta proved an indestructible sight-seer and a more lenient judge than Ralph had ventured to hope. She had indeed many disappointments, and London at large suffered from her vivid remembrance of the strong points of the American civic idea; but she made the best of its dingy dignities and only heaved an occasional sigh and uttered a desultory "Well!" which led no further and lost itself in retrospect. The truth was that, as she said herself, she was not in her element. "I′ve not a sympathy with inanimate objects," she remarked to Isabel at the National Gallery; and she continued to suffer from the meagreness of the glimpse that had as yet been vouchsafed to her of the inner life. Landscapes by Turner and Assyrian bulls were a poor substitute for the literary dinner-parties at which she had hoped to meet the genius and renown of Great Britain. Ralph declaró que no había vacío dejado por la aristocracia que e lla con su presencia no llenara y que en aquel momento no había hombre tan contento como él.      En lo cual le asistía perfecta razón, pues el tedioso septiembre en la ciudad inmensa y medio vacía encerraba un encanto como de piedra preciosa de vividos colores envuelta en un paño sucio. Cuando Ralph se retiraba por la noche a la vacía mansión de Winchester Square tras las horas pasadas con sus compañeras, tan ardientes si con él se las comparaba, se ponía a vagar por el enorme y oscuro comedor, donde no había más luz que la del candelabro que él tomaba de la mesa del vestíbulo al entrar.      La plaza se hallaba sumida en el mayor silencio, silenciosa estaba igualmente la triste mansión, y, cuando abría uno de los anchos ventanales del comedor para dejar entrar el aire fresco, sólo oía el pausado rechinar de las pesadas botas del policía que estaba de guardia. En aquel I lugar tan vacío, sus propios pasos resonaban fuertes y sonoros, pues habían retirado algunas de las gruesas alfombras y, cada vez que se movía, levantaba y esparcía un eco melancólico. Sentado en uno de los sillones, observaba la enorme y oscura mesa que brillaba en ciertas partes a la débil luz de las bujías del candelabro, y los cuadros de las paredes, todos muy oscuros, que parecían dotados de un alma vaga e incoherente. Se diría que flotaba en el ambiente el fantasma de cenas tiempo ha digeridas, de festivas conversaciones de sobremesa que habían perdido vigencia. Acaso tal presentimiento de lo sobrenatural tuviese que ver con el hecho de que él dejase volar libremente su añorante imaginación, permaneciendo en aquel sillón hasta mucho más tarde de lo que tenía por costumbre acostarse..., de que se quedase sin hacer absolutamente nada, sin tan siquiera leer el diario de la noche. Digo y sostengo que no hacía nada, pues en tales momentos se limitaba a pensar en Isabel, y pensar en ella no podía ser para él más que una vaga y perezosa ocupación que a nada conducía y a nadie podía servir de gran cosa. Su prima no le había parecido jamás tan encantadora como en aquellos días empleados en bucear a la manera turística por las profundidades y oquedades de la vida metropolitana. Tenía Isabel la cabeza llena de elementos lógicos -premisas, conclusiones- y de emociones; y, si lo que había ido buscando era color local, podía darse por satisfecha, porque lo encontraba en todas partes. Le hacía ella más preguntas de las que él estaba en condiciones de contestar, y se lanzaba a improvisar nuevas y osadas teor_37ías acerca de las causas históricas y sus repercusiones sociales, que él tampoco sabía refutar y que ignoraba si debía aceptar. Fueron más de una vez al Museo Británico y a aquel otro palacio del arte aún más brillante que, por su antigua variedad, exige que se le consagre un espacio tan extenso por lo menos como el de un monótono barrio; pasaron una mañana en la Abadía y se embarcaron en uno de los vaporcitos que por el precio de un penique llevan a los visitantes hasta la Torre de Londres. Contemplaron los cuadros de las colecciones públicas y privadas, y más de una vez hubieron de sentarse en los bancos de los jardines de Kensington bajo los árboles centenarios. Henrietta demostró tener una inagotable curiosidad y ser un juez mucho menos benigno de lo que Isabel habría creído. Como era de esperar, se llevó no pocos deseng años y, en conjunto, Londres hubo de sufrir no poco en la apasionada comparación de su vida con los puntos fuertes de la idea norteamericana de civismo; no obstante, sacaba el máximo de sus empañadas dignidades y sólo se permitía de vez en cuando algún que otro suspiro acompañado de un desalentado «Bien», que no iba más allá y se perdía en el abismo de lo retrospectivo. La pura verdad era que no se hallaba en su elemento. Un día, en la Galería Nacional, le dijo a Isabel: «Yo no simpatizo con los objetos inanimados», y siguió sufriendo ponla pobreza de su visión de la vida interior con que la naturaleza la había dotado. Los paisajes de Turner y los toros asirios eran una compensación bien pobre por la falta de esas cenas literarias en las que había esperado conocer el genio y el renombre de Gran Bre taña.
"Where are your public men, where are your men and women of intellect?" she enquired of Ralph, standing in the middle of Trafalgar Square as if she had supposed this to be a place where she would naturally meet a few. "That′s one of them on the top of the column, you say --Lord Nelson? Was he a lord too? Wasn′t he high enough, that they had to stick him a hundred feet in the air? That′s the past --I don′t care about the past; I want to see some of the leading minds of the present. I won′t say of the future, because I don′t believe much in your future." Poor Ralph had few leading minds among his acquaintance and rarely enjoyed the pleasure of button-holing a celebrity; a state of things which appeared to Miss Stackpole to indicate a deplorable want of enterprise. "If I were on the other side I should call," she said, "and tell the gentleman, whoever he might be, that I had heard a great deal about him and had come to see for myself. But I gather from what you say that this is not the custom here. You seem to have plenty of meaningless customs, but none of those that would help along. We ARE in advance, certainly. I suppose I shall have to give up the social side altogether"; and H enrietta, though she went about with her guidebook and pencil and wrote a letter to the _Interviewer_ about the Tower (in which she described the execution of Lady Jane Grey), had a sad sense of falling below her mission. «¿Dónde están sus hombres públicos, sus grandes hombres y mujeres intelectuales? -le preguntó un día a Ralph, parándose en mitad de Trafalgar Square, como si creyera que aquél era el sitio idóneo para darse de narices con algunos-. ¿Acaso es uno de ellos ese que está allá en lo alto de la columna? ¿Cómo le llaman ustedes...? ¿Lord Nelson? ¿También era lord? ¿No era bastante alto de por si para que hayan tenido que colocarlo a cien pies del suelo? Eso es el pasado..., y a mí el pasado no me interesa. Lo que yo quiero es ver a las mentes conductoras del presente; y no digo del futuro porque creo muy poco en él». El pobre Ralph contaba entre sus relaciones con muy pocas de aquellas mentes conductoras, y muy rara vez podía permitirse el placer de asae tear con sus preguntas a un individuo célebre; lo que, a juicio de la señorita Stackpole, acusaba una lamentable falta de espíritu de empresa. Así, solía decir: «Si yo estuviera allende el mar, me iría derecha a casa de un gran hombre, llamaría tranquilamente a su puerta, fuera quien fuese, y le diría: "Señor, he oído hablar mucho acerca de usted y vengo a ver yo misma qué hay en todo ello". Pero, por lo que deduzco, no es ésa la costumbre aquí. Ustedes tienen sin duda infinidad de costumbres que me parecen insensatas, pero ninguna que pueda servir para algo. Indudablemente, nosotros estamos más adelantados. De todos modos, no tengo más remedio que escribir acerca de la vida social en su conjunto». Henrietta, que llevaba siempre encima su guía turística y su lápiz, escribió para el Interviewer u na crónica describiendo la Torre de Londres (incluido el relato de la ejecución en ella de lady Jane Gray); pero, después de haberla escrito, tuvo el convencimiento de no estar a la altura de la misión que se le había confiado.
The incident that had preceded Isabel′s departure from Gardencourt left a painful trace in our young woman′s mind: when she felt again in her face, as from a recurrent wave, the cold breath of her last suitor′s surprise, she could only muffle her head till the air cleared. She could not have done less than what she did; this was certainly true. But her necessity, all the same, had been as graceless as some physical act in a strained attitude, and she felt no desire to take credit for her conduct. Mixed with this imperfect pride, nevertheless, was a feeling of freedom which in itself was sweet and which, as she wandered through the great city with her ill-matched comp anions, occasionally throbbed into odd demonstrations. When she walked in Kensington Gardens she stopped the children (mainly of the poorer sort) whom she saw playing on the grass; she asked them their names and gave them sixpence and, when they were pretty, kissed them. Ralph noticed these quaint charities; he noticed everything she did. One afternoon, that his companions might pass the time, he invited them to tea in Winchester Square, and he had the house set in order as much as possible for their visit. There was another guest to meet them, an amiable bachelor, an old friend of Ralph′s who happened to be in town and for whom prompt commerce with Miss Stackpole appeared to have neither difficulty nor dread. Mr. Bantling, a stout, sleek, smiling man of forty, wonderfully dressed, universally informed and incoherently amused, laughed immoderately at everything Henrietta said, gave her several cups of tea, examined in her society the bric-a-brac, of which Ralph had a considerable collection, and afterwards, when the host proposed they should go out into the square and pretend it was a fete-champetre, walked round the limited enclosure several times with her and, at a dozen turns of their talk, bounded responsive --as with a positive passion for argument --to her remarks upon the inner life. El incidente que precedió a la partida de Isabel de Gardencourt había dejado una dolorosa huella en el ánimo de nuestra joven heroína; y, cuando volvía a sentir en su rostro, como una ráfaga recurrente, el aliento frío de la sorpresa de su último pretendiente, su único recurso era taparse bien la cabeza hasta que el viento amainara. La verdad es que no podía hacer más de lo que hacía. Pero la manera en que lo llevaba a cabo tenía tan poca gracia como cualquier movimiento puramente físico realizado en una actitud forzada, lo cual alejaba de ella el menor deseo de enorgu llecerse de su conducta. No obstante, ello se mezclaba con una sensación de libre albedrío que le era sumamente grata en sí misma y que, mientras vagaba por la inmensa ciudad en compañía de sus dispares compañeros, exteriorizaba mediante demostraciones estrafalarias. Así acontecía que, cuando, por ejemplo, paseaban por los jardines de Kensington, se detenía a conversar con los rapaces que jugaban en la hierba, especialmente con los más pobres; les preguntaba sus nombres, les daba unas monedas de cobre y a los más graciosos los besaba. Ralph tomaba nota de todas esas raras salidas, como de todo lo que ella hacía. Un día, para hacer pasar un rato a sus compañeras, las invitó a J tomar el té en su casa de Winchester Square y, a tal efecto, hizo que la arreglaran y pusieran lo más posible en orden para recibir la visita. Había all_37í otro invitado, un simpático soltero, antiguo amigo de Ralph, que se hallaba casualmente de paso en la ciudad, y para quien entrar en inmediato trato con la señorita Stackpole no parecía entrañar la menor dificultad ni despertarle el más leve temor. El señor Bantling, hombre de unos cuarenta años, fornido, atildado, admirablemente vestido, conocedor de todo y extravagantemente divertido, se rió a mandíbula batiente con todas las cosas que Henrietta dijo, le ofreció varias tazas de té, examinó con ella la nada desdeñable colección de curiosidades de Ralph y, luego, cuando el anfitrión les propuso salir a la plaza diciendo que les ofrecía una fete-champétre, dio unas cuantas vueltas con ella por el recinto, mostrando una gran pasión, charlando como si experimentase un enorme interés por el asunto discutido, ante las r eflexiones de ella acerca de la vida interior.
"Oh, I see; I dare say you found it very quiet at Gardencourt. Naturally there′s not much going on there when there′s such a lot of illness about. Touchett′s very bad, you know; the doctors have forbidden his being in England at all, and he has only come back to take care of his father. The old man, I believe, has half a dozen things the matter with him. They call it gout, but to my certain knowledge he has organic disease so developed that you may depend upon it he′ll go, some day soon, quite quickly. Of course that sort of thing makes a dreadfully dull house; I wonder they have people when they can do so little for them. Then I believe Mr. Touchett′s always squabbling with his wife; she lives away from her husband, you know, in that extraordinary American way of yours. If you want a house where there′s always something going on, I recommend you to go down and stay with my sister, Lady Pensil, in Bedfordshire. I′ll write to her to-morrow and I′m sure she′ll be delighted to ask you. I know just what you want --you want a house where they go in for theatricals and picnics and that sort of thing. My sister′s just that sort of woman; she′s always getting up something or other and she′s always glad to have the sort of people who help her. I′m sure she′ll ask you down by return of post: she′s tremendously fond of distinguished people and writers. She writes herself, you know; but I haven′t read everything she has written. It′s usually poetry, and I don′t go in much for poetry --unless it′s Byron. I suppose you think a great deal of Byron in Ameri ca," Mr. Bantling continued, expanding in the stimulating air of Miss Stackpole′s attention, bringing up his sequences promptly and changing his topic with an easy turn of hand. Yet he none the less gracefully kept in sight of the idea, dazzling to Henrietta, of her going to stay with Lady Pensil in Bedfordshire. "I understand what you want; you want to see some genuine English sport. The Touchetts aren′t English at all, you know; they have their own habits, their own language, their own food --some odd religion even, I believe, of their own. The old man thinks it′s wicked to hunt, I′m told. You must get down to my sister′s in time for the theatricals, and I′m sure she′ll be glad to give you a part. I′m sure you act well; I know you′re very clever. My sister′s forty years old and has seven children, but she′s going to play the principal part. Plain as she is she makes up awfully well --I WILL say for her. Of course you needn′t act if you don′t want to." -Ya me doy cuenta. Me atrevería a decir que Gardencourt le ha parecido a usted de una quietud desesperante. Naturalmente, no puede haber mucho ajetreo en un sitio cuando se está tan enfermo. Touchett está muy mal, ya sabe. Los médicos le han prohibido terminantemente que esté en Inglaterra, pero él ha venido para cuidar a su padre. Y el pobre viejo, según creo, tiene por lo menos media docena de achaques. Dicen que es la gota, i pero yo tengo entendido que se trata de una enfermedad orgánica tan avanzada que puede usted tener por seguro que desaparecerá a la carrera el día menos pensado. Naturalmente, todas estas circunstancias hacen tremendamente triste cualquier casa; lo que me asombra es que les guste recibir gente cuando pueden hacer tan poca cosa para obsequiarla. Además, me imagino que el señor Touchett estará discutiendo constantemente con su mujer. Como usted sabe, viven separados siguiendo esa curiosa costumbre de los americanos. Si usted quiere ver una casa donde siempre pasan cosas, le recomiendo que pase unos días con mi hermana, lady Pensil, en Bedfordshire. Mañana mismo le escribiré y tengo la plena seguridad de que la invitará enseguida. Ya me hago cargo de lo que usted precisa: una casa donde la gente sea aficionada al teatro, las merendolas y cosas por el estilo. Pues mi hermana es precisamente una mujer que ni pintada para todo ello; se pasa la vida organizando una u otra fiesta y le encanta tener gente que pueda ayudarla. Estoy seguro de que la invitará a vuelta de correo, pues le gustan a rabiar los escritores y toda clase de gente distinguida. Ella escribe también, ¿sabe usted?, pero no he leído nada suyo. Por lo general escribe versos, y yo no soy un gran aficionado a la poe sía..., a no ser la de Byron. Me figuro que admirarán mucho a Byron en Norteamérica... -prosiguió el señor Bantling, excitando la estimulada atención de la señorita Stackpole, sacando extrañas conclusiones con una extraordinaria facilidad y cambiando de tema como quien hace un trabajo de prestidigitación. Y con aquella versatilidad tan sugestiva, insistió en la idea, cautivadora y fascinante para Henrietta, de hacerle ir a pasar unos días en casa de lady Pensil, en Bedfordshire-. Sé perfectamente lo que usted quiere; lo que quiere es ver y disfrutar de algún pasatiempo genuinamente inglés. Los Touchett, como sabe, no tienen nada de ingleses. Tienen sus propias costumbres, su propia manera de hablar, sus comidas especiales..., incluso creo que profesan una extraña religión particular. Según dicen, el anciano considera la caza un pecado. Debería usted ir a casa de mi hermana durante los –preparativos para la función teatral; seguro que le dará un papel y no me cabe la menor duda de que lo hará usted muy bien, pues veo que es muy inteligente. Mi hermana tiene ya cuarenta años y siete hijos, pero va a interpretar el papel principal. A pesar de lo sencilla que es, se maquilla muy bien..., dadas sus condiciones, por supuesto. Ni que decir tiene que, si no desea actuar, no está obligada a hacerlo.
In this manner Mr. Bantling delivered himself while they strolled over the grass in Winchester Square, which, although it had been peppered by the London soot, invited the tread to linger. Henrietta thought her blooming, easy-voiced bachelor, with his impressibility to feminine merit and his splendid range of suggestion, a very agreeable man, and she valued the opportunity he offered her. "I don′t know but I WOULD go, if your sister should ask me. I think it would be my duty. What do you call her name?" De tal suerte iba expresándose el señor Bantling mientras caminaban lentamente por el césped, que, aunque salpicado del hollín de las chimeneas londinenses, invitaba a estirar las piernas. Aquel solterón gallardo y elocuente, tan impresionable ante las altas cualidades femeninas y con sugerencias tan interesantes, le pareció a Henrietta un hombre verdaderamente grato y apreció e n lo mucho que para ella valían las oportunidades que le brindaba. -Si su hermana me invitase, desde luego que iría -le dijo-. Creo que es mi deber. ¿Cómo dice usted que se apellida?
"Pensil. It′s an odd name, but it isn′t a bad one." -Pensil. Un apellido raro, pero nada malo.
"I think one name′s as good as another. But what′s her rank?" -Para mí lo mismo da uno que otro. Pero ¿cuál es su rango social?
"Oh, she′s a baron′s wife; a convenient sort of rank. You′re fine enough and you′re not too fine." -Es esposa de un barón; una posición bastante aceptable. Refinada, pero no demasiado.
"I don′t know but what she′d be too fine for me. What do yo u call the place she lives in --Bedfordshire?" -Seguro que demasiado refinada para mí. ¿Cómo dice usted que se llama- el sitio donde vive? ¿Bedfordshire?
"She lives away in the northern corner of it. It′s a tiresome country, but I dare say you won′t mind it. I′ll try and run down while you′re there." -Vive en la parte norte del condado. Es un paraje aburrido, pero no creo que a usted le importe. Por mi parte, yo trataré de ir allá mientras usted esté.
All this was very pleasant to Miss Stackpole, and she was sorry to be obliged to separate from Lady Pensil′s obliging brother. But it happened that she had met the day before, in Piccadilly, some friends whom she had not seen for a year: the Miss Climbers, two ladies from Wilmington, Delaware, who had been travelling on the Continent and were now preparing to re-embark. Henrietta had had a long interview with them on the Piccadilly pavement, and though the three ladies all talked at once they had not exhausted their store. It had been agreed therefore that Henrietta should come and dine with them in their lodgings in Jermyn Street at six o′clock on the morrow, and she now bethought herself of this engagement. She prepared to st art for Jermyn Street, taking leave first of Ralph Touchett and Isabel, who, seated on garden chairs in another part of the enclosure, were occupied --if the term may be used --with an exchange of amenities less pointed than the practical colloquy of Miss Stackpole and Mr. Bantling. When it had been settled between Isabel and her friend that they should be reunited at some reputable hour at Pratt′s Hotel, Ralph remarked that the latter must have a cab. She couldn′t walk all the way to Jermyn Street. La señorita Stackpole estaba en cantada con todo lo que le decía el hermano de lady Pensil, pero, muy a pesar suyo, no tenía más remedio que dejarle porque la estaban esperando unas amigas que encontró en Piccadilly el día antes y a las que no había visto desde hacía más de un año: las señoritas Climbers, dos damas de Wilmington, del estado de Delaware, que tras haber viajado por todo el continente se preparaban para regresar a su país. Henrietta había sostenido con ellas una larga conversación en pleno Piccadilly, pero, aun cuando las tres hablaban al mismo tiempo, les quedaron muchas cosas en el tintero. Así pues, acordaron que Henrietta iría a cenar con ellas en su alojamiento de Jermyn Street a las seis de la tarde del día siguiente; y acababa de acordarse entonces de tal compromiso. Por consiguiente, se dispuso a ir a la mencionada callé, despidiéndose pri mero de Ralph e Isabel, que, sentados en un banco en otro lado de la plaza, se hallaban ocupados -si así puede decirse- en intercambiar amenidades a buen seguro menos provechosas que las que habían compartido Henrietta y el señor Bantling. Una vez de acuerdo Isabel y su amiga en que se encontrarían después a una hora respetable en el hotel Pratt, Ralph señaló que la periodista debía tomar un coche, pues no podía ir a pie hasta Jermyn Street.
"I suppose you mean it′s improper for me to walk alone!" Henrietta exclaimed. "Merciful powers, have I come to this?" -Me figuro que lo que quiere decir es que no está bien que vaya sola por la calle. ¡Santo cielo! -exclamó Henrietta- ¿Y para esto he venido yo aquí?
"There′s not the slightest need of your walking alone," Mr. Bantling gaily interposed. "I should be greatly pleased to go with you." -No es en absoluto necesario que vaya usted a pie sola -dijo alegremente el señor Bantling-. Será un gran placer para mí acompañarla.
"I simply meant that you′d be late for dinner," Ralph returned. "Those poor ladies may easily believe that we refuse, at the last, to spare you." -Lo que quise decir -re plicó Ralph- es que llegará tarde a la cena y las pobres señoras podrían creer que al final nos hemos resistido a privarnos de su presencia.
"You had better have a hansom, Henrietta," said Isabel. -Me parece que lo mejor es que tomes un coche, Henrietta -dijo Isabel.
"I′ll get you a hansom if you′ll trust me," Mr. Bantling went on. "We might walk a little till we meet one." -Si no desconfía de mí, yo le conseguiré uno -ve ofreció el señor Bantling-. Caminaremos un poco hasta dar con él.
"I don′t see why I shouldn′t trust him, do YOU?" Henrietta enquired of Isabel. -No veo motivo para no fiarme de él, ¿y tú? -le preguntó Henrietta a Isabel.
"I don′t see what Mr. Bantling could do to you," Isabel obligingly answered; "but, if you like, we′ll walk with you till you find your cab." -No ve me ocurre qué podría hacerte el señor Bantling -respondió cortésmente Isabel-. Pero, vi quieres, iremos con vosotros hasta que encuentres el carruaje.
"Never mind; we′ll go alone. Come on, Mr. Bantling, and take care you get me a good one." -No os molestéis, iremos solos. Vamos, señor Bantling, y a ver vi me consigue uno de los buenos. R
Mr. Bantling promised to do his best, and the two took their departure, leaving the girl and her cousin together in the square, over which a clear September twilight had now begun to gather. It was perfectly still; the wide quadrangle of dusky houses showed lights in none of the windows, where the shutters and blinds were c losed; the pavements were a vacant expanse, and, putting aside two small children from a neighbouring slum, who, attracted by symptoms of abnormal animation in the interior, poked their faces between the rusty rails of the enclosure, the most vivid object within sight was the big red pillar-post on the southeast corner. Se comprometió el señor Bantling a hacer todo lo que pudiera y ambos ve marcharon dejando a la muchacha y a su primo juntos en Winchester Square, que la luz del suave crepúsculo septembrino comenzaba a embrujar. Reinaba allí la más absoluta calma. El ancho cuadrilátero de casas de la oscura plaza no mostraba todavía ninguna luz en sus ventanas, cuyas celosías y persianas estaban cerradas; el pavimento era una superficie totalmente despejada y, a no ver por dos chiquillos de una de las callejuelas próximas que, atraídos por la inusitada animación en el interior de la plaza, metían la cabeza por entre los barrotes de la verja, el objeto más vivo a la vista habría sido la roja columna del ángulo sudeste.
"Henrietta will ask him to get into the cab and go with her to Jermyn Street," Ralph observed. He always spoke of Miss Stackpole as Henrietta. -Henrietta le pedirá que suba al coche y la acompañe hasta la calle Jermyn, estoy segur o -dijo Ralph al cabo de un momento. Al hablar de la señorita Stackpole decía siempre simplemente Henrietta.
"Very possibly," said his companion. -Es muy posible -respondió su compañera.
"Or rather, no, she won′t," he went on. "But Bantling will ask leave to get in." -Aunque tal vez no ve lo pida, y entonces verá Bantling quien lo haga.
"Very likely again. I′m very glad they′re such good friends." -También es muy posible. Me alegro mucho de que hayan congeniado tanto.
"She has made a conquest. He thinks her a brilliant woman. It may go far," said Ralph. -Ella ha hecho una conquista. Bantling la convidera una mujer brillante. Esto puede llegar lejos.
Isabel was briefly silent. "I call Henrietta a very brilliant wo man, but I don′t think it will go far. They would never really know each other. He has not the least idea what she really is, and she has no just comprehension of Mr. Bantling." -Yo también considero a Henrietta una mujer brillante -dijo Isabel tras un breve silencio-, pero no creo que esto pueda ir lejos. No llegarían nunca a conocerse de veras. Ni él tiene la menor idea de lo que ella es, ni ella la acertada comprensión del señor Bantling.
"There′s no more usual basis of union than a mutual misunderstanding. But it ought not to be so difficult to understand Bob Bantling," Ralph added. "He is a very simple organism." -La base más frecuente de una unión suele ser la falta de entendimiento recíproco -dijo su primo-. Sin embargo -añadió-, no debe de ver tarea difícil comprender a Bantling, porque es un espíritu sencillo.
"Yes, but Henrietta′s a simpler one still. And, pray, what am I to do?" Isabel asked, looking about her through the fading light, in which the limited landscape-gardening of the square took on a large and effective appearance. "I don′t imagine that you′ll propose that you and I, for our amusement, shall drive about London in a hansom." -De acuerdo, pero Henrietta lo es más todavía. En fin, ¿qué podemos hacer? -preguntó Isabel mirando a través de la luz evanescente, bajo la cual el limitado paisaje ajardinado de la plaza adquirió una apariencia de auténtica amplitud-. No creo que ve te ocurra proponer que, para divertirnos, nos vayamos en un coche a dar vueltas por las calles de Londres.
"There′s no reason we shouldn′t stay here --if you don′t dislike it. It′s very warm; there will be half an hour yet before dark; and if you permit it I′ll light a cigarette." -No hay razón para que no permanezcamos aquí..., a no ver que no te agrade. Hace una agradable temperatura, falta todavía cosa de media hora para que sea completamente oscuro y..., vi me lo permites, encenderé un cigarrillo.
"You may do what you please," said Isabel, "if you′ll amuse me till seven o′clock. I propose at that hour to go back and partake of a simple and solitary repast --two poached eggs and a muffin --at Pratt′s Hotel." -Puedes hacer lo que quieras -dijo Isabel- con tal que me entretengas hasta las siete. A esa hora me iré al hotel Pratt y me sentaré sólita a ingerir mi cena: dos huevos pasados por agua y un panecillo.
"Mayn′t I dine with you?" Ralph asked. -¿Me permites cenar contigo? -preguntó Ralph.
"No, you′ll dine at your club." -No; tú cenaras en tu club.
They had wandered back to their chairs in the centre of the square again, and Ralph had lighted his cigarette. It would have given him extreme pleasure to be present in person at the modest little feast she had sketched; but in default of this he liked even being forbidden. For the moment, however, he liked immensely being alone with her, in the thickening dusk, in the centre of the multitudinous town; it made her seem to depend upon him and to be in his power. This power he could exert but vaguely; the best exercise of it was to accept her decisions submissively --which indeed there was already an emotion in doing. "Why won′t you let me dine with you?" he demanded after a pause. Habían vuelto a sus asientos en el centro de la plaza y Ralph encendió su cigarrillo. Sin duda le habría agradado enormemente haber tomado parte en el modestísimo festín que ella acababa de describir, pero, en su defecto, le encantaba que se lo prohibiera. En aquel instante lo que le gustaba extraordinariamente era estar a solas con ella, en la oscuridad que iba poco a poco adensándose en medio de la enorme ciudad multitudinaria, imaginar que dependía de él y estaba bajo su poder. Sin embargo, no podía ejerc itar semejante poder sino muy vagamente, y la mejor manera que de hacerlo tenía era acatando sumisamente toda decisión de ella. Así, después de una pausa, preguntó: -¿Por qué no me permites cenar contigo?
"Because I don′t care for it." Porque no me interesa.
"I suppose you′re tired of me." -Me figuro que estarás cansada de mí.
"I shall be an hour hence. You see I have the gift of foreknowledge." -Lo estaré dentro de una hora. Como ves, tengo el don de prever las cosas.
"Oh, I shall be delightful meanwhile," said Ralph. But he said nothing more, and as she made no rejoinder they sat sometime in a stillness which seemed to contradict his promise of entertainment. It seemed to him she was preoccupied, and he wondered what she was thinking about; there were two or three very possible subjects. At last he spoke again. "Is your objection to my society this evening caused by your expectation of another visitor?" -Te prometo que de ahora en adelante seré entretenido -aseguró Ralph. Pero no se le ocurrió decir nada más y, como ella no le replicó tampoco, continuaron durante algún tiempo sentados y en una calma que parecía una flagrante contradicción a la promesa de entretenimiento que él acababa de formular. Se le antojó que estaba preocupada, y se preguntaba a sí mismo en qué estaría pensando, pues tenía dos o tres motivos de cavilación. Por fin, preguntó de nuevo-: ¿El negarte a que te acompañe a cenar esta noche es porque esperas a algún otro visitante?
She turned her head with a glance of her clear, fair eyes. "Another visitor? What visitor should I have?" Ella se volvió, le miró con sus ojos claros y serenos, y dijo: -¿Otro visitante? ¿Qué otro visitante quieres que tenga?
He had none to sugges t; which made his question seem to himself silly as well as brutal. "You′ve a great many friends that I don′t know. You′ve a whole past from which I was perversely excluded." Y, en efecto, no tenía a quién sugerir, lo que hizo que su pregunta le pareciese a él mismo tan tonta como brutal. -Tienes muchos amigos que yo no conozco -se atrevió finalmente a insinuar-. Posees todo un pasado del que he sido deliberada y perversamente excluido.
"You were reserved for my future. You must remember that my past is over there across the water. There′s none of it here in London." -Porque estabas reservado para mi futuro. No debes olvidar que mi pasado quedó al otro lado del mar y que no hay nada de él en Londres.
"Very good, then, since your future is seated beside you. Capital thing to have your future so handy." And Ralph lighted another cigarette and reflected that Isabel probably meant she had received news that Mr. Caspar Goodwood had crossed to Paris. After he had lighted his cigarette he puffed it a while, and then he resumed. "I promised just now to be very amusing; but you see I don′t come up to the mark, and the fact is there′s a good deal of temerity in one′s undertaking to amuse a person like you. What do you care for my feeble attempts? You′ve grand ideas --you′ve a high standard in such matters. I ough t at least to bring in a band of music or a company of mountebanks." -Perfectamente. Entonces el futuro que te concierne se halla sentado a tu lado. Es estupendo tener el futuro tan a mano. -Ralph encendió otro cigarrillo pensando si tal vez Isabel habría querido decir que tenía noticias de que Caspar Goodwood estaba en París. Después exhaló una bocanada de humo y añadió, resumiendo-: Hace un momento te prometí que iba a ser entretenido, pero ya ves que no me salgo con la mía, y es porque resulta una gran temeridad intentar entretener a una persona como tú. ¿Cómo van a interesarte mis pobres esfuerzos? Tú acaricias grandes ideas..., tienes pensamientos muy elevados sobre muchos asuntos, mientras que yo he de limitarme a meter en mis habitaciones una pequeña orquesta o una compañía de saltimbanquis.
"One mountebank′s enough, and you do very well. Pray go on, and in another ten minutes I shall begin to laugh." -Con un saltimbanqui basta, y tú lo haces muy bien. Vamos, sigue, que dentro de diez minutos soltaré la carcajada.
"I assure you I′m very serious," said Ralph. "You do really ask a great deal." -Te advierto que hablo en serio -contestó Ralph-. De veras, pides demasiado.
"I don′t know what you mean. I ask nothing!" -No sé lo que quieres decir. Yo no pido absolutamente nada.
"You accept nothing," said Ralph. She coloured, and now suddenly it seemed to her that she guessed his meaning. But why should he speak to her of such things? He hesitated a little and then he continued: "There′s something I should like very much to say to you. It′s a question I wish to ask. It seems to me I′ve a right to ask it, because I′ve a kind of interest in the answer." -Di mejor que no aceptas nada. Se ruborizó ella mucho y le pareció adivinar de pronto adonde quería él ir a parar. Pero ¿a santo de qué tenía que hablarle de semejante cosa? Ralph se detuvo un instante como dudando y luego prosiguió: -Me agradaría mucho decirte una cosa. Es algo que quisiera preguntarte y creo que tengo derecho a hacerlo porque la respuesta me interesa enormemente.
"Ask what you will," Isabel replied gently, "and I′ll try to satisfy you." -Pregunta lo que quieras -contestó Isabel con amabilidad-. Trataré de complacerte.
"Well then, I hope you won′t mind m y saying that Warburton has told me of something that has passed between you." -Bien. Supongo, entonces, que no te molestará que te di ga que Warburton me ha hecho saber algo que ha sucedido entre vosotros dos.
Isabel suppressed a start; she sat looking at her open fan. "Very good; I suppose it was natural he should tell you." Isabel reprimió su primer impulso y permaneció sentada mirando con calma su abanico, que tenía abierto. -Era natural que te hiciese algún comentario al respecto.
"I have his leave to let you know he has done so. He has some hope still," said Ralph. -Tengo su autorización para decirte que lo hizo -dijo Ralph-. Él tiene todavía esperanzas...            
"Still?" ¿Todavía?
"He had it a few days ago." -Por lo menos, hace unos pocos días aún las tenía.
"I don′t believe he has any now," said the girl. -Pues ahora no creo que tenga ya ninguna -replicó ella.
"I′m very sorry for him then; he′s such an honest man." -Entonces lo siento de veras por él. Es una buena persona.
"Pray, did he ask you to talk to me?" -Dime, por favor, ¿te pidió él que me hablases?
"No, not that. But he told me because he couldn′t help it. We′re old friends, and he was greatly disappointed. He sent me a line asking me to come and see him, and I drove over to Lockleigh the day before he and his sister lunched with us. He was very heavy-hearted; he had just got a letter from y ou." -No, eso no; pero me lo cont_243ó porque el pobre no pudo remediarlo. Somos buenos y viejos amigos, y el infeliz estaba profundamente decepcionado. Me mandó unas líneas pidiéndome que fuese a verlo y fui en el coche a Lockleigh el día antes de que él y su hermana vinieran a almorzar con nosotros. Estaba tan triste... Acababa de recibir una carta tuya.
"Did he show you the letter?" asked Isabel with momentary loftiness. -¿Te enseñó la carta? -preguntó Isabel en un instante de momentánea altivez.
"By no means. But he told me it was a neat refusal. I was very sorry for him," Ralph repeated. -No, pero me dijo que era una negativa categórica. Yo lo sentí verdaderamente mucho por él -volvió a decir Ralph.
For some moments Isabel said nothing; then at last, "Do you know how often he had seen me?" she enquired. "Five or six times." Isabel permaneció en silencio un momento, y luego preguntó: -¿Sabes cuántas veces me ha visto en total? No más de cinco o seis.
"That′s to your glory." -Eso redunda en honor tuyo.
"It′s not for that I say it." -No l o digo por eso.
"What then do you say it for? Not to prove that poor Warburton′s state of mind′s superficial, because I′m pretty sure you don′t think that." -¿Por qué, entonces? No será para demostrar que el pobre Warburton tiene un espíritu superficial, porque estoy completamente, seguro de que no piensas semejante cosa.
Isabel certainly was unable to say she thought it; but presently she said something else. "If you′ve not been requested by Lord Warburton to argue with me, then you′re doing it disinterestedly --or for the love of argument." Indudablemente, Isabel no podía afirmar que lo pensase, pero se abstuvo de decir nada en contra de ello. -Si lord Warburton no te ha pedido que discutas el asunto conmigo, es que lo haces desinteresadamente o... por ganas de discutir.
"I′ve no wish to argue with y ou at all. I only wish to leave you alone. I′m simply greatly interested in your own sentiments." -No tengo ningunas ganas de discutir contigo. Lo único que quiero es dejarte tranquila. Pero tus sentimientos despiertan en mí un profundo interés.
"I′m greatly obliged to you!" cried Isabel with a slightly nervous laugh. -Te quedo sumamente agradecida -replicó Isabel con una risita un tanto nerviosa.
"Of course you mean that I′m meddling in what doesn′t concern me. But why shouldn′t I speak to you of this matter without annoying you or embarrassing myself? What′s the use of being your cousin if I can′t have a few privileges? What′s the use of adoring you without hope of a reward if I can′t have a few compensations? What′s the use of being ill and disabled and restricted to mere spectatorship at the game of life if I really can′t see the show when I′ve paid so much for my ticket? Tell me this," Ralph went on while she listened to him with quickened attention. "What had you in mind when you refused Lord Warburton?" -Ya veo, con eso quieres decirme que estoy metiéndome en lo que no me importa. Pero ¿por qué no he de poder hablarte de ello sin que te moleste o sin comprometerme a mí mismo? Si ser tu primo no me confiere ciertos privilegios, entonces, ¿para qué lo soy? ¿De qué ha de servirme adorarte sin la menor esperanza jamás de una recompensa, por insignificante que sea? ¿De qué sirve estar enfermo, inútil y reducido al papel de mero espectador del interesante juego de la vida, si no se me ha de permitir siquiera ver la función después de haber pagado tan cara la entrada? Dime la verdad -prosiguió Ralph mientras ella le escuchaba con atención creciente-, ¿en qué estabas pensando en el momento de rechazar a lord Warburton?
"What had I in mind?" -¿Cómo que en qué estaba pensando?
"What was the logic --the view o f your situation --that dictated so remarkable an act?" -Sí. ¿Con qué lógica..., qué visión de tu situación futura te aconsejó acto tan incomprensible?
"I didn′t wish to marry him --if that′s logic." -La lógica... de que no quería casarme con él.
"No, that′s not logic --and I knew that before. It′s really nothing, you know. What was it you SAID to yourself? You certainly said more than that." -No, eso no es una cosa lógica..., eso ya lo sabía yo. La verdad es que no fue nada, y tú lo sabes perfectamente. ¿Qué te dijiste a ti misma? Seguro que hubo de ser algo más que eso.
Isabel reflected a moment, then answered with a question of her own. "Why do you call it a remarkable act? That′s what your mother thinks too." Isabel reflexionó un instante y replicó preguntando a su vez: -¿Por qué calificas de «tan incomprensible» mi acto? Es lo mismo que opina tu madre.  
"Warburton′s such a thorough good sort; as a man, I consider he has hardly a fault. And then he′s what they call here no end of a swell. He has immense possessions, and his wife would be thought a superior being. He unites the intrinsic and the extrinsic advantages." -Porque Warburton es verdaderamente un buen partido. Como hombre, creo que no tiene apenas faltas que echarle en cara. Además, no es nada pretencioso. Posee grandes propiedades y su esposa sería seguramente considerada un ser superior. Reúne todas las ventajas materiales y morales.
Isabel watched her cousin as to see how far he would go. "I refused him because he was too perfect then. I′m not perfect myself, and he′s too good for me. Besides, his perfection w ould irritate me." Contempló Isabel a su primo como tratando de adivinar hasta dónde pretendía llegar. Luego declaró: -Lo rechacé porque entonces me pareció demasiado perfecto. Yo no tengo nada de perfecta y es demasiado para mí. Además, estoy segura de que tanta perfección acabaría por exasperarme.
"That′s ingenious rather than candid," said Ralph. "As a fact you think nothing in the world too perfect for you." -Mucho más ingenioso que sincero es eso que acabas de decir -observó Ralph-. Para empezar, tú no crees que haya en el mundo nada demasiado perfecto para ti.
"Do you think I′m so good?" -¿Tanto crees que me figuro que valgo?
"No, but you′re exacting, all the same, without the excuse of thinking yourself good. Nineteen women out of twenty, however, even of the most exacting sort, would have managed to do with Warburton. Perhaps you don′t know how he has been stalked." -No, pero, aun sin creerte demasiado buena tú misma, eres en extremo exigente. Diecinueve mujeres de cada veinte, aun de las más exigentes, sin duda se las habrían arreglado para pescar a Warburton. ¡Si supieras cuántas y de qué modo han tratado d e cazarle!
"I don′t wish to know. But it seems to me," said Isabel, "that one day when we talked of him you mentioned odd things in him." -No me importa ni quiero saberlo -dijo Isabel-. Sin embargo, recuerdo que un día, al hablar de él, me dijiste que tenía rarezas.
Ralph smokingly considered. "I hope that what I said then had no weight with you; for they were not faults, the things I spoke of: they were simply peculiarities of his position. If I had known he wished to marry you I′d never have alluded to them. I think I said that as regards that position he was rather a sceptic. It would have been in your power to make him a believer." Ralph dio una larga chupada al cigarrillo y reflexionó. -Tengo la seguridad de que lo que entonces dije no podía afectarte, porque las cosas a que me refería no eran precisamente faltas, sino meras singularidades de su situación. Y, si hubiera imaginado que pensaba casarse contigo, jamás habría aludido a ellas. Creo haber dicho que era un escéptico con respecto a su posición.
"I think not. I don′t understand the matter, and I′m not conscious of any mission of that sort. You′re evidently disappointed," Isabel added, looking at her cousin with rueful gentleness. "You′d have liked me to make such a marriage." Tal vez habría estado en tu mano convertirle de escéptico en creyente. -No lo creo. No entiendo de esos asuntos y tengo el convencimiento de que no estoy destinada a desempeñar ninguna misión de esa índole. -Luego, contemplando a su primo con tris te amabilidad, añadió-: ¿Te habría gustado que yo contrajera ese matrimonio?
"Not in the least. I′m absolutely without a wish on the subject. I don′t pretend to advise you, and I content myself with watching you --with the deepest interest." -De ninguna manera. No tengo arte ni parte en el asunto. No pretendo aconsejarte; me contento con observarte... con el más profundo interés.
She gave rather a conscious sigh. "I wish I could be as interesting to myself as I am to you!" -¡Ojalá me inspirase yo a mí misma tanto interés como te lo inspiro a ti! -exclamó Isabel exhalando un profundo suspiro.
"There you′re not candid again; you′re extremely interesting to yourself. Do you know, however," said Ralph, "that if you′ve really given Warburton his final answer I′m rather glad it has been what it was. I don′t mean I′m glad for you, and still less of course for him. I ′m glad for myself." -Tampoco ahora eres sincera. Tú te interesas enormemente en ti misma. -Y añadió, animándose-: ¿Sabes que, si verdaderamente le has dado a Warburton una respuesta definitiva, estoy por alegrarme de que haya sido la que ha sido? Esto no significa que me alegre por ti, y mucho menos por él, sino por mí mismo.
"Are YOU thinking of proposing to me?" -¿Es que te propones hacerme una declaración?
"By no means. From the point of view I speak of that would be fatal; I should kill the goose that supplies me with the material of my inimitable omelettes. I use that animal as the symbol of my insane illusions. What I mean is that I shall have the thrill of seeing what a young lady does who won′t marry Lord Warburton." -De ningún modo. Desde el punto de vista que estoy hablando, sería fatal para mí. Sería matar la gallina que me proporciona los huevos para mis incomparables tortillas, y ése es un animal que yo utilizo como símbolo de mis locas ilusiones. Quiero dar a entender que debo disfrutar de la emoción de observar qué se le ocurre hacer a una muchacha que desdeña casarse con lord Warburton.
"That′s what your mother counts upon too," said Isabel. -Eso es lo que espera también tu madre.
"Ah, there will be plenty of spectators! We shall hang on the rest of your career. I shall not see all of it, but I shall probably see the most interesting years. Of course if you were to marry our friend you′d still have a career --a very decent, in fact a very brilliant one. But relatively speaking it would be a little prosaic. It would be definitely marked out in advance; it would be wanting in the unexpected. You know I′m extremely fond of the unexpected, and now that you′ve kept the game in your hands I depend on your giving us some grand example of it." -¡Ah! ¡No te quepa la menor duda de que habrá innumerables espectadores! Todos estaremos pendientes del desarrollo de tu carrera. Seguramente yo no podré observarla toda, pero sí tal vez sus años más interesantes. Desde luego, casándote con nuestro amigo también harías carrera..., muy decente y brillante, por cierto, au nque un tanto prosaica, establecida de antemano, carente por completo de improvisación y de elementos inesperados. Ya sabes cómo me gusta a mí lo inesperado, y ahora que tú te has lanzado a la empresa, confío en que nos des un ejemplo formidable de ello.
"I don′t understand you very well," said Isabel, "but I do so well enough to be able to say that if you look for grand examples of anything from me I shall disappoint you." -Creo que no te comprendo del todo, pero sí lo suficiente para decir que, si esperas de mí ejemplos sorprendentes, me temo que te decepcionaré.
"You′ll do so only by disappointing yourself --and that will go hard with you!" -Eso sólo sucederá si te decepcionas a ti misma..., ¡y te resultará muy difícil!
To this she made no direct reply; there was an amount of truth in it that would bear consideration. At last she said abruptly: "I don′t see what harm there is in my wishing not to tie myself. I don′t want to begin life by marrying. There are other things a woman can do." Isabel no contestó directamente, pues había en ello no poco de verdad que merecía la reflexión más profunda. Por fin dijo malhumorada: -No veo qué puede haber de malo en no querer atarme. No quiero empezar la vida casándome. Hay otras mil cosas que una muje r puede hacer.
"There′s nothing she can do so well. But you′re of course so many-sided." -Ninguna tan bien como ésa. Pero tú tienes múltiples facetas.
"If one′s two-sided it′s enough," said Isabel. -Con tener dos, ya basta -repuso Isabel.
"You′re the most charming of po lygons!" her companion broke out. At a glance from his companion, however, he became grave, and to prove it went on: "You want to see life --you′ll be hanged if you don′t, as the young men say." -Tú tienes más; eres el más delicioso de los poliedros -exclamó su compañero, que se puso serio al ver que ella le miraba fijamente. Para probar su seriedad se le ocurrió añadir-: Quieres ver la vida... ¡y que te ahorquen si no lo consigues!, como dicen los muchachos.
"I don′t think I want to see it as the young men want to see it. But I do want to look about me." -No creo que desee verla como los jóvenes la quieren ver. Pero sí echar un vistazo a mi alrededor.
"You want to drain the cup of experience." -Ya comprendo, quieres apurar la copa de la experiencia.
"No, I don′t wish to touch the cup of experience. It′s a poisoned drink! I only want to see for myself." -Nada de eso; no entra en mis cálculos apurar la copa de la experiencia, que es una bebida envenenada. Lo que deseo es ver con mis propios ojos.
"You want to see, but not to feel," Ralph remarked. -Naturalmente, lo que tú quieres es ver, no sentir -observó Ralph.
"I don′t think that if one′s a sentient being one can make the distinction. I′m a good deal like Henrietta. The other day when I asked her if she wished to marry she said: ′Not till I′ve seen Europe!′ I too don′t wish to marry till I′ve seen Europe." -No comprendo cómo, siendo una criatura sensible, se pueda hacer tal distinción. Pienso, en gran parte, como Henrietta. El otro día, cuando le pregunté si deseaba casarse, me contestó: Pues bueno; lo mismo digo yo; no quiero casarme hasta que haya visto Europa.
"You evidently expect a crowned head will be struck with you." r -Indudablemente, esperas encontrar alguna testa coronada que se dé de bruces contigo y quede a merced tuya.
"No, that would be worse than marrying Lord Warburton. But it′s getting very dark," Isabel continued, "and I must go home." She rose from her place, but Ralph only sat still and looked at her. As he remained there she stopped, and they exchanged a gaze that was full on either side, but especially on Ralph′s, of utterances too vague for words. -Eso sería peor que casarme con lord Warburton. -Hizo una breve pausa y añadió-: Está oscureciendo y tengo que ir a casa. Isabel se levantó, pero Ralph se quedó sentado mirándola. Como él no se moviera, Isabel se detuvo, le miró, y entre los dos se cruzaron unas miradas llenas, especialmente la de Ra lph, de declaraciones demasiado vagas para expresarlas con palabras.
"You′ve answered my question," he said at last. "You′ve told me what I wanted. I′m greatly obliged to you." -Ya has contestado a mi pregunta -dijo por fin Ralph-. Ya me has dicho lo que quería saber. Te lo agradezco en el alma.
"It seems to me I′ve told you very little." -Me parece que te he dicho bien pocas cosas.
"You′ve told me the great thing: that the world interests you and that you want to throw yourself into it." -Me has dicho la más grande de todas: que te interesa el mundo y que quieres lanzarte de lleno a él.
Her silvery eyes shone a moment in the dusk. "I never said that." Los ojos de ella fulgieron un instante en la oscuridad. -Nunca he dicho semejante cosa -declaró.
"I think you meant it. Don′t repudiate it. It′s so fine!" -Me pareció que querías decir eso. No te arrepientas. ¡Es tan hermoso!
"I don′t know what you′re trying to fasten upon me, for I′m not in the least an adventurous spirit. Women are not like men." -No sé qué idea estás tratando de forjarte de mí, porque, a fin de cuentas, no tengo un espíritu aventurero. Las mujeres no somos como los hombres.
Ralph slowly rose from his seat and they walked together to the gate of the square. "No," he said; "women rarely boast of their courage. Men do so with a certain frequency." Ralph acabó por levantar se y fueron andando lentamente hacia la salida de la plaza. -No -dijo-, las mujeres no suelen alardear de su valor; en cambio, los hombres lo hacen con harta frecuencia.
"Men have it to boast of!" -Los hombres pueden presumir de él.
"Women have it too. You′ve a great deal." -También las mujeres. Tú, por ejemplo, enormemente.
"Enough to go home in a cab to Pratt′s Hotel, but not more." -Ahora no tengo más que el suficiente para irme en un coche de alquiler al hotel Pratt.
Ralph unlocked the gate, and after they had passed out he fastened it. "We′ll find your cab," he said; and as they turned toward a neighbouring street in which this quest might avail he asked her again if he mightn′t see her safely to the inn. Ralph abrió la cancela y, una vez que hubieron salido, volvió a cerrarla y dijo: -Bueno, vamos a buscar ese coche. Y, al dar la vuelta a la esquina de la calle próxima, donde esperaban encontrar uno, volvió a preguntar si le permitía verla tranquilamente en su hotel.
"By no means," she answered; "you′re very tired; you must go home and go to bed." -De ninguna manera -contestó Isabel-. Estás muy cansado; debes irte a casa y meterte en la cama.
The cab was found, and he helped her into it, standing a moment at the door. "W hen people forget I′m a poor creature I′m often incommoded," he said. "But it′s worse when they remember it!" Enco ntraron el coche, la ayudó él a subir y, al cerrar la portezuela, dijo: -Cuando la gente se olvida de que soy un desgraciado, me siento muy molesto; pero aún es peor cuando se acuerda.    






CHAPTER 16

16

She had had no hidden motive in wishing him not to take her home; it simply struck her that for some days past she had consumed an inordinate quantity of his time, and the independent spirit of the American girl whom extravagance of aid places in an attitude that she ends by finding "affected" had made her decide that for these few hours she must suffice to herself. She had moreover a great fondness for intervals of solitude, which since her arrival in England had been but meagrely met. It was a luxury she could always command at home and she had wittingly missed it. That evening, however, an incident occurred which --had there been a critic to note it --would have taken all colour from the theory that the wish to be quite by herself had caused her to dispense with her cousin′s attendance. Seated toward nine o′clock in the dim illumination of Pratt ′s Hotel and trying with the aid of two tall candles to lose herself in a volume she had brought from Gardencourt, she succeeded only to the extent of reading other words than those printed on the page --words that Ralph had spoken to her that afternoon. Suddenly the well-muffled knuckle of the waiter was applied to the door, which presently gave way to his exhibition, even as a glorious trophy, of the card of a visitor. When this memento had offered to her fixed sight the name of Mr. Caspar Goodwood she let the man stand before her without signifying her wishes. No es que ella tuviera motivos ocultos para no querer que la acompañase al hotel. Era sencillamente que durante aquellos días había estado robándole sin orden ni concierto una enorme cantidad de tiempo a su compañero, y su espíritu independiente de muchacha americana, a quien la excesiva ayuda acaba por hacerla considerarse «afectada», la había impulsado a decidirse a permanecer en casa y encerrarse en sí′92 misma durante unas cuantas horas. Gustaba, además, de saborear de vez en cuando grandes ratos de soledad, y desde su llegada a Inglaterra no había tenido ocasión de proporcionárselos. Ese era un regalo que podía permitirse en su patria cada vez que le venía en gana y que a sabiendas había ido abandonando. No obstante, aquella noche ocurrió un incidente que, de haber habido algún crítico que tomase nota de él, habría desvanecido por completo la teoría de que su deseo de quedarse sola era lo que la había impulsado a deshacerse de su primo. A eso de las nueve de la noche, sentada en medio de la sombría iluminación del hotel Pratt y tratando de enfrascarse, a la luz de dos velas, en la lectura de un libro que había llevado consigo desde Gardencourt, le ocurrió que le parecía estar leyendo unas palabras distintas de las im presas en la página que ante los ojos tenía..., palabras que Ralph le había dicho aquella tarde. De pronto, unos quedos golpes sonaron en su puerta, la cual se abrió apareciendo en ella la figura de un sirviente que, a modo I de glorioso trofeo, presentaba una tarjeta de visita. Cuando aquel pedazo de blanca cartulina presentó a los ojos de Isabel el nombre de Gaspar Goodwood, ella le dejó clavado allí de pie durante un rato sin comunicarle sus deseos.
"Shall I show the gentleman up, ma′am?" he asked with a slightly encouraging inflexion. El criado, poniendo en su voz cierto acento de insinuación afirmativa, preguntó: -Señora, ¿puedo hacer pasar al caballero?
Isabel hesitated still and while she hesitated glanced at the mirror. "He may come in," she said at last; and waited for him not so much smoothing her hair as girding her spirit. Isabel siguió en su incertidumbre y, mientras dudaba, se miró al espejo. -Puede hacerle pasar -dijo al fin y se dispuso a esperarle, abstraída no tanto en alisar sus cabellos como en acerarse el ánimo.
Caspar Goodwood was accordingly the next moment shaking hands with her, but saying nothing till the servant had left the room. "Why didn′t you answer my letter?" he then asked in a quick, full, slightly peremptory tone --the tone of a man whose questions were habitually pointed and who was capable of much insistence. Al cabo de un momento, Gaspar Goodwood estaba en la habitación estrechándole la mano, pero no pronunció ni una palabra hasta que el criado hubo salido. -¿Por qué no contestó usted a mi carta? -inquirió de pronto en un tono breve, cortante, rotundo, un tanto perentorio.,., el tono de un hombre cuyas preguntas tenían habitualmente determinada intención y que era capaz de una gran insistencia.
She answered by a ready question, "How did you know I was here?" A lo que ella contestó con otra pregunta no menos rápida: -¿Cómo se ha enterado usted de que yo estaba aquí?
"Miss Stackpole let me know," said Caspar Goodwood. "She told me you would probably be at home alone this evening and would be willing to see me." -Por la señorita Stackpole -respondió él-. Ella me ha dicho que usted estaría probablemente sola aquí esta noche y que le gustaría verme.
"Where did she see you --to tell you that?" -¿Dónde le ha visto ella para decirle tal cosa?
"She didn′t see me; she wrote to me." -No me ha visto, me ha escrito diciéndomelo.
Isabel was silent; neither had sat down; they stood there with an air of defiance, or at least of contention. "Henrietta never told me she was writing to you," she said at last. "This is not kind of her." Isabel se quedó silenciosa. Ninguno de los dos se había sentado. Estaban allí el uno frente a la otra como en actitud de desafío o, cuando menos, de expectativa. -Henrietta no me dijo que pensara escribirle -dijo por fin ella-. Ése no es su procedimiento.
"Is it so disagreeable to you to see me?" asked the young man. -¿Tan desagradable le resulta verme? -preguntó entonces el joven.
"I didn′t expect it. I don′t like such surprises." -No esperaba tal cosa. Y no me gusta esta clase de sorpresas.
"But you knew I was in town; it was natural we should meet." -Pero usted sabía que yo estaba aquí. Era natural que acabáramos por encontrarnos.
"Do you call this meeting? I hoped I shouldn′t see you. In so big a place as London it seemed very possible." -¿A eso le llama usted encontramos? Yo esperaba no encontrarle..., cosa que en una ciudad tan enorme como Londres se me antoja bien fácil.
"It was apparently repugnant to you even to write to me," her visitor went on. -Por lo visto, hasta le repugnaba escribirme -prosiguió él.
Isabel made no reply; the sense of Henrietta Stackpole′s treachery, as she momentarily qualified it, was strong within her. "Henrietta′s certainly not a model of all the delicacies!" she exclaimed with bitterness. "It was a great liberty to take." Isabel no contestó. La idea de la traición de Henrietta Stackpole, como ella calificaba su intromisión, la atormentaba hondamente. Por fin pudo comentar, aunque con amargura: -Al parecer, Henrietta no es en todo un modelo de delicadeza. Era una libertad demasiado grande para poder tomársela.
"I suppose I′m not a model either --of those virtues or of any others. The fault′s mine as much as hers." -Me imagino que tampoco yo soy un modelo... de semejantes virtudes ni de ninguna otra. La culpa es tanto mía como suya.
As Isabel looked at him it seemed to her that his jaw had never been more square. This might have displeased her, but she took a different turn. "No, it′s not your fault so much as hers. What you′ve done was inevitable, I suppose, for YOU." Le miró Isabel y le pareció que su mandíbula era entonces más cuadrada que nunca. Tal sensación pudo haberla desagradado, pero actuó en otro sentido. -La culpa no es tanto suya como de ella. Me imagino que lo que ha hecho era inevitable... para usted.
"It was indeed!" cried Caspar Goodwood with a voluntary laugh. "And now that I′ve come, at any rate, mayn′t I stay?" Caspar Goodwood soltó una pequeña carcajada de sat isfacción y replicó: -Naturalmente que lo era... Y, ahora que ya estoy aquí, ¿puedo quedarme?
"You may sit down, certainly." -¿Cómo no? Siéntese.
She went back to her chair again, while her visitor took the first place that offered, in the manner of a man accustomed to pay little thought to that sort of furtherance. "I′ve been hoping every day for an answer to my letter. You might have written me a few lines." Ella volvió a su sillón mientras su visitante se sentaba sin cumplidos en la primera silla que encontró a mano, al modo de los hombres acostumbrados a no conceder la menor importancia a tal clase de convenciones. Luego creyó oportuno decir: -He estado esperando días y días que contestase a mi carta. Podía, cuando menos, haberme escrito unas líneas.
"It wasn′t the trouble of writing that prevented me; I could as easily have written you four pages as one. But my silence was an intention," Isabel said. "I thought it the best thing." -No era la molestia de escribirle lo que me lo impedía, pues lo mismo podía haberle escrito cuatro páginas que una. Mi silencio era intencionado. Me pareció lo más indicado.
He sat with his [sic}"> eyes fixed on hers while sh e spoke; then he lowered them and attached them to a spot in the carpet as if he were making a strong effort to say nothing but what he ought. He was a strong man in the wrong, and he was acute enough to see that an uncompromising exhibition of his strength would only throw the falsity of his position into relief. Isabel was not incapable of tasting any advantage of position over a person of this quality, and though little desirous to flaunt it in his face she could enjoy being able to say "You know you oughtn′t to have written to me yourself!" and to say it with an air of triumph. Tenía él clavados los ojos en ella, mientra s hablaba. Luego los fue bajando hasta fijarlos en una mancha de la alfombra, como si estuviese realizando un enorme esfuerzo para no decir más de lo debido. Era terco en el error y lo bastante avisado para comprender que una demostración innecesaria de su fuerza sólo conseguiría poner de relieve la falsedad de su situación. Por su parte, Isabel tenía capacidad más que sobrada para sacar partido, en tal situación, de una persona en las condiciones de su pretendiente y, aunque no sintiera la comezón de hacerlo patente a los ojos del otro, podía cuando menos darse el gusto de decirle con aire triunfal: -Usted sabe perfectamente que no debía haberme escrito.
Caspar Goodwood raised his eyes to her own again; they seemed to shine through the [sic}"> vizard of a helmet. He had a strong sense of justice and was ready any day in the year --over and above this --to argue the question of his rights. "You said you hoped never to hear from me again; I know that. But I never accepted any such rule as my own. I warned you that y ou should hear very soon." Alzó Gaspar Goodwood los ojos de la mancha de la alfombra, miró a Isabel y su mirada pareció fulgir intensamente como a través de la visera de un casco de armadura. Pose u237ía un exacto sentido de la justicia y estaba dispuesto a discutir en el momento y en el día que fuere la cuestión de sus derechos acerca del asunto que allí le traía. -Reconozco que usted me dijo que esperaba no volver a saber nunca más de mí, es cierto -confesó-. Sin embargo, yo no acepté jamás semejante decisión como una regla inflexible relativa a mí persona, y le advertí que tendría noticias mías muy pronto.
"I didn′t say I hoped NEVER to hear from you," said Isabel. -Yo no dije que no quería volver a saber nunca más de usted -rectificó ella.
"Not for five years then; for ten years; twenty years. It′s the same thing." -Bueno, dijo durante cinco, diez o veinte años. ¿Acaso no es lo mismo?
"Do you find it so? It seems to me there′s a great difference. I can imagine that at the end of ten years we might have a very pleasant correspondence. I shall have matured my epistolary style." -¿Usted cree? Pues, para mí, hay una enorme diferencia. Me parece que, al cabo de diez años, podríamos sostener una agradable correspondenci a. Para entonces yo podría haber mejorado mucho mi estilo epistolar.
She looked away while she spoke these words, knowing them of so much less earnest a cast than the countenance of her listener. Her eyes, however, at last came back to him, just as he said very irrelevantly: "Are you enjoying your visit to your uncle?" Miró a lo lejos mientras decía estas palabras, sabedora de que su expresión no mostraba tanta seriedad como el semblante de su interlocutor. Por fin posó en él los ojos, en el momento en que él formulaba una pregunta totalmente fuera de lugar: -¿Lo pasa usted bien en casa de su tío?
"Very much indeed." She dropped, but then she broke out. "What good do you expect to get by insisting?" -Admirablemente, por supuesto. -Y tras una breve pausa, prorrumpió-: ¿Qué espera usted con su insistencia?
"The good of not losing you." -Espero, por lo pronto, no perderla.
"You′ve no r ight to talk of losing what′s not yours. And even from your own point of view," Isabel added, "you ought to know when to let one alone." -No tiene derecho a aspirar a no perder lo que no le pertenece. Y, aun creyendo lo contrario -añadió-, debe tener el tacto de saber cuándo hay que dejar a alguien en paz.
"I disgust you very much," said Caspar Goodwood gloomily; not as if to provoke her to compassion for a man conscious of this blighting fact, but as if to set it well before himself, so that he might endeavour to act with his eyes on it. -Veo que la desagrado enormemente -dijo Gaspar G oodwood tristemente, aunque no con la intención de inspirar compasión por un hombre perfectamente consciente de tan descorazonadora realidad, sino para colocarla bien enfrente de él a fin de poder mirarla cara a cara y obrar en consecuencia.
"Yes, you don′t at all delight me, you don′t fit in, not in any way, just now, and the worst is that your putting it to the proof in this manner is quite unnecessary." It wasn′t certainly as if his nature had been soft, so that pin-pricks would draw blood from it; and from the first of her acquaintance with him, and of her having to defend herself against a certain air that he had of knowing better what was good for her than she knew herself, she had recognised the fact that perfect frankness was her best weapon. To attempt to spare his sensibilit y or to escape from him edgewise, as one might do from a man who had barred the way less sturdily --this, in dealing with Caspar Goodwood, who would grasp at everything of every sort that one might give him, was wasted agility. It was not that he had not susceptibilities, but his passive surface, as well as his active, was large and hard, and he might always be trusted to dress his wounds, so far as they required it, himself. She came back, even for her measure of possible pangs and aches in him, to her old sense that he was naturally plated and steeled, armed essentially for aggression. -En efecto, no me complace usted en esta ocasión. Ahora no está en absoluto en condiciones de serme grato, y lo peor es que resulta completamente inútil ponerlo a prueba en las presentes circunstancias. No podía ciertamente decirse que el organismo de su interlocutor presentase aquel estado de calma del que se siente como si le hubieran extraído sangre con una aguja; pero lo innegable era que, desde el momento en que le conoció, y en cuantas ocasiones tuvo incluso que defenderse contra aquel aire suyo de aparentar saber mejor que ella lo que le convenía, Isabel se dio cuenta de que la mejor arma contra él era la fr anqueza. Tratar de no herir su susceptibilidad o escaparse de su cerco, como podría haberlo hecho del de un hombre que hubiese interceptado su camino menos porfiadamente, era cosa que, tratándose de Gaspar Goodwood, hombre que se aferraba tenazmente a cuanto se le ofrecía, resultaba una picardía completamente *inútil. No es que careciese de susceptibilidad, ni mucho menos, sino que el campo de su actividad y el de su pasividad eran espaciosos, y podía tenerse la seguridad de que, en la medida de lo necesario, sería perfectamente capaz de curarse él solo sus heridas. Así, ella experimentó su antigua sensación, al pensar en sus posibles penas y dolores, de que era un hombre de acero, forjado de una pieza, y todo él esencialmente armado para la agresión.
"I can′t reconcile myself to that," he simply said. There was a dangerous liberality about it; for she felt how open it was to him to make the point that he had not always disgusted her. -No puedo acostumbrarme a esa idea -se limitó a decir él. Habí 92a en ello una peligrosa convicción, e Isabel advirtió que él quería dejar sentado el hecho de que no le había desagradado siempre.
"I can′t reconcile myself to it either, and it′s not the state of things that ought to exist between us. If yo u′d only try to banish me from your mind for a few months we should be on good terms again." -Tampoco yo puedo acostumbrarme, y no es ciertamente así como debemos llevarnos. Si usted logra alejarme de su pensamiento durante unos cuantos meses, puede que, al cabo de ellos, volvamos a estar en buenos términos.
"I see. If I should cease to think of you at all for a prescribed time, I should find I could keep it up indefinitely." -Comprendo. Si consigo realmente dejar de pensar en usted durante unos meses, me daré cuenta de que puedo continuar así indefinidamente.
"Indefinitely is more than I ask. It′s more even than I should like." -Indefinidamente es más de lo que yo pido, incluso más de lo que yo quisiera.
"You know that what you ask is impossible," said the young man, taking his adjective for granted in a manner she found irritating. -Usted sabe muy bien que lo que pide es imposible -dijo el joven Gaspar, dando a este adjetivo un valor de cosa irrefutable que no pudo por menos de exasperarla.
"Aren′t you capable of making a calculated effort?" she demanded. "You′re strong for everything else; why shouldn′t you be strong for that?" -¿Le es a uste d completamente imposible realizar ningún esfuerzo calculado? Ya que tan fuerte es para tantas otras cosas, ¿por qué no lo ha de ser también para ésta?
"An effort calculated for what?" And then as she hung fire, "I′m capable of nothing with regard to you," he went on, "but just of being infernally in love with you. If one′s strong one loves only the more strongly." -Un esfuerzo calculado, ¿para qué? -E inmediatamente, como si ella hubiese errado el tiro, añadió-: De nada soy capaz respecto a usted, salvo de estar endemoniadamente enamorado. Y cuanto más fuerte es uno, con más fuerza quiere.
"There′s a good deal in that"; and indeed ou r young lady felt the force of it --felt it thrown off, into the vast of truth and poetry, as practically a bait to her imagination. But she promptly came round. "Think of me or not, as you find most possible; only leave me alone." -Eso es mucho por sí solo... -Y, en efecto, la joven no pudo dejar de percibir la verdadera fuerza que en ello había..., la percibió como arrojada al azar en medio de la grandeza de la verdad y la poesía y como una especie de cebo para su imaginación. Pero no tardó en recuperar el control de sí misma y replicó-: Piense en mí o no piense, como le sea posible. Lo que deseo es que me d eje en paz.
"Until when?" -¿Por cuánto tiempo?
"Well, for a year or two." -Por uno o dos años.
"Which do you mean? Between one year and two there′s all the difference in the world." -¿Cómo dice usted? Entre uno y dos años hay una diferencia formidable.
"Call it two then," said Isabel with a studied effect of eagerness. -Entonces, pongamos dos -contestó Isabel, afectando una estudiada vehemencia.
"And what shall I gain by that?" her friend asked with no sign of wincing. -¿Y qué ganaré yo con ello? -preguntó su amigo, que no daba señales de intentar retroceder.
"You′ll have obliged me greatly." -Suscitar mi gran agradecimiento.
"And what will be my reward?" -¿Cuál sería entonces mi recompensa?
"Do you need a reward for an act of generosity?" -Ah, ¿es que usted necesita forzosamente una recompensa por un acto de generosidad?
"Yes, when it involves a great sacrifice." -Cuando ese acto entraña un gran sacrificio, sí.
"There′s no generosity without some sa crifice. Men don′t understand such things. If you make the sacrifice you′ll have all my admiration." -No hay generosidad sin algo de sacrificio. Ha y muchas cosas que los hombres no comprenden. Si usted realiza ese sacrificio, contará con toda mi admiración.
"I don′t care a cent for your admiration --not one straw, with nothing to show for it. When will you marry me? That′s the only question." -Su admiración me importa un bledo, sin algo a cambio de ella. La cuestión es ésta y no otra: ¿cuándo se casará usted conmigo?
"Never --if you go on making me feel only as I feel at present." -Si sigue haciéndome sentir como ahora, jamás.
"What do I gain then by not trying to make you feel otherwise?" -¿Y qué ganaré si no trato de hacer que se sienta de otro modo?
"You′ll gain quite as much as by worrying me to death!" Caspar Goodwood bent his eyes again and gazed a while into the crown of his hat. A deep flush overspread his face; she could see her sharpness had at last penetrated. This immediately had a value --classic, romantic, redeeming, what did she know? --for her; "the strong man in pain" was one of the categories of the human appeal, little charm as he might exert in the given case. "Why do you make me say such things to you?" she cried in a trembling vo ice. "I only want to be gentle --to be thoroughly kind. It′s not delightful to me to feel people care for me and yet to have to try and reason them out of it. I think others also ought to be considerate; we have each to judge for ourselves. I know you′re considerate, as much as you can be; you′ve good reasons for what you do. But I really don′t want to marry, or to talk about it at all now. I shall probably never do it --no, never. I′ve a perfect right to feel that way, and it′s no kindness to a woman to press her so hard, to urge her against her will. If I give you pain I can only say I′m very sorry. It′s not my fault; I can′t marry you simply to please you. I won′t say that I shall always remain your friend, because when women say that, in these situations, it passes, I believe, for a sort of mockery. But try me some day." -Lo mismo que ganaría matándome a fuerza de aburrimiento. Caspar Goodwood bajó nuevamente la vista y contempló un momento el forro de su sombrero. De pronto, su rostro se cubrió de un intenso rubor y ella se percató de que su dureza había llegado a herirle, lo que inmediatamente cobró a sus ojos el valor de algo clásico, tal vez romá 7ntico, redentor, ¿qué sabía ella qué? Para ella, lo del «dolor del hombre fuerte» era una de las categorías de la impetración humana, por poco que fuese el encanto que él pudiera aportar al caso presente. De suerte que Isabel no pudo evitar decir con voz temblorosa: -¿Por qué me obliga a decirle ciertas cosas cuando yo me proponía ser amable, verdaderamente buena con usted? Le aseguro que para mí no tiene nada de agradable ver que hay personas interesadas en mí y tener que razonar para convencerles de que me dejen en paz. Yo creo que los demás deben ser también considerados; cada uno debe juzgar por sí mismo. Ya sé que usted es todo lo considerado que le es posible y que tiene razones de peso para hacer lo que hace. Pero, por encima de todo, yo no quiero casarme por ahora, ni oír hablar de ello. Es muy probable que no llegue a casarme nunca... no, jamás. Tengo perfecto derecho a pensar así y no está bien acosar de tal manera a una mujer, acuciarla contra su voluntad. Si le causo a usted dolor, lo único que puedo decirle es que lo siento sinceramente. No es culpa mía, y no puedo casarme con usted simplemente por darle gusto. No quiero decir que seguiré siendo siempre amiga suya, porque, cuando las mujeres lo dicen en ocasiones como ésta, se me antoja que eso tiene un aire de burla. Pero trate de comprobarlo algún día.
Caspar Goodwood, during this speech, had kept his eyes fixed upon the name of his hatter, and it was not until some time after she had ceased speaking that he raised them. When he did so the sight of a rosy, lovely eagerness in Isabel′s face threw some confusion into his attempt to analyse her words. "I′ll go home --I′ll go to-morrow --I′ll leave you alone," he brought out at last. "Only," he heavily said, "I hate to lose sight of you!" Durante toda esta larga parrafada, Gaspar Goodwood había permanecido con los ojos fijos en el nombre del fabricante de su sombrero y no los levantó hasta un buen rato después de que ella dejara de hablar. Al levantarlos vio el rostro de Isabel cubierto de una sonrosada y amable ansiedad, lo que le sumió en un mar de confusiones respecto a l a interpretación que debía dar a sus palabras. Por último atinó a decir: -Volveré a nuestro país..., me iré mañana mismo..., la dejaré en paz. -Y añadió tristemente-; La verdad, detesto la idea de tener que perderla de vista.
"Never fear. I shall do no harm." -No tema. No le hará daño.
"You′ll marry some one else, as sure as I sit here," Caspar Goodwood declared. -Tan seguro como que estoy sentado aquí -declaró Caspar Goodwood-, que usted se va a casar con otro.
"Do you think that a generous charge?" -¿.Cree que eso es una carga deseable?
"Why not? Plenty of men will try to make you." -¿Por qué no ha de serlo? Habrá infinidad de hombres que tratarán de conseguirla.
"I told you just now that I don′t wish to marry and that I almost certainly never shall." -Hace un momento le he dicho que no quiero casarme, y estoy casi segura de que nunca me casaré.
"I know you did, and I like your ′almost certainly′! I put no faith in what you say." -Ya lo he oído y me ha gustado muchísimo su « 7casi segura», porque no tengo fe en lo que acaba de decir.
"Thank you very much. Do you accuse me of lying to shake you off? You say very delicate things." -Muchas gracias por su amabilidad. ¿Me acusa usted de estar mintiendo con el propósito de zafarme? Verdaderamente dice usted cosas de una gran delicadeza.
"Why should I not say that? You′ve given me no pledge of anything at all." -¿Y por qué no habría de decirlo? Usted no me ha prometido nada.
"No, that′s all that would be wanting!" -¡Vamos, hasta ahí podíamos llegar!
"You may perhaps even believe you′re safe --from wishing to be. But you′re not," the young man went on as if preparing himself for the worst. -Puede que usted llegue incluso a creer que está a  salvo de... querer hacerlo. Pero sepa que no lo está -declaró el joven como si tratara de prepararse para lo peor.
"Very well then. We′ll put it that I′m not safe. Have it as you please." -Bien, pongamos que no estoy segura; tómelo como le plazca.
"I don′t know, however," said Caspar Goodwood, "that my keeping you in sight would prevent it." -De todos modos -replicó Caspar Goodwood-, no sé ya si, aun no perdiéndola de vista, podría evitarlo.
"Don′t you indeed? I′m after all very much afraid of you. Do you think I′m so very easily pleased?" she asked suddenly, changing her tone. -¿De veras? En fin de cuentas, lo cierto es que me da usted mucho miedo. -Y, cambiando de tono, preguntó bruscamente-: ¿Cree que es tan fácil agradarme?
"No --I don′t; I shall try to console myself with that. But there are a certain number of very dazzling men in the world, no dou bt; and if there were only one it would be enough. The most dazzling of all will make straight for you. You′ll be sure to take no one who isn′t dazzling." -No, nada de eso; no lo creo, y por eso trataré de consolarme. Pero no olvide que hay muchos hombres extraordinariamente brillantes en el mundo, y con que hubiera sólo uno bastaría. El más deslumbrador de todos tratará de ir derecho a apoderarse de usted. Y es indiscutible que usted no aceptará uno que no lo sea.
"If you mean by dazzling brilliantly clever," Isabel said --"and I can′t imagine what else you mean --I don′t need the aid of a clever man to teach me how to live. I can find it out for myself." -Si por deslumbrador entiende usted que sea de inteligencia brillante..., pues no puedo creer que quiera usted significar otra cosa..., le diré que no necesito que ningún hombre inteligente me enseñe a vivir. Puedo aprender yo por mí misma.
"Find out how to live alone? I wish that, when you have, you′d teach ME!" -¿Aprender a vivir sola? Yo quisiera que, cuando aprendiese , se dignara a enseñarme.
She looked at him a moment; then with a quick smile, "Oh, YOU ought to marry!" she said. Isabel le miró un instante y, luego, con una pronta sonrisa, dijo: -¡Oh, usted sí que debería casarse!
He might be pardoned if for an instant this exclamation seemed to him to sound the infernal note, and it is not on record that her motive for discharging such a shaft had been of the clearest. He oughtn′t to stride about lean and hungry, however --she certainly felt THAT for him. "God forgive you!" he murmured between his teeth as he turned away. No se le debe culpar porque, durante un momento, semejante exclamación de su amiga resonara en sus oídos como un trompetazo infernal, y no consta tampoco en ningún sitio que estuviera muy claro el motivo para clavarle semejante dardo. Pero él acabó por comprender, en su propio beneficio, que no debía continuar persiguiéndola como si estuviese depauperado y hambriento. Así pues, se rehizo, murmuró entre dientes un «Dios la ampare» y se apartó unos pasos.
Her accent had put her slightly in the wrong, and after a moment she felt the need to right herself. The easiest way to do it was to place him where she had been. "You do me great injustice --you say what you don′t know!" she broke out. "I shouldn′t be an easy victim --I′ve proved it." El acento de Isabel le había hecho interpretar mal sus palabras y, al cabo de un momento, comprendió ella que necesitaba rectificar. Su instinto le dijo que la mejor manera de conseguirlo era ponerle en su sitio. -Usted es sumamente injusto conmigo..., dice lo que no sabe... Yo no seré nunca una víctima tan fácil..., me parece que ya lo tengo probado.
"Oh, to me, perfectly." -Conmigo, desde luego, no hay duda. Perfectamente probado.
"I′ve proved it to others as well." And she paused a moment. "I refused a proposal of marriage last week; what they call --no doubt --a dazzling one." -También se lo he probado a otros. -Tras una pausa, declaró-: La semana pasada rechacé una oferta de matrimonio... de esas que sin duda alguna pueden llamarse... deslumbradoras.
"I′m very glad to hear it," said the young man gravely. -Me alegro mucho de saberlo -repuso él muy serio.
"It was a proposal many girls would have accepted; it had everything to recommend it." Isabel had not proposed to herself to tell this story, but, now she had begun, the satisfaction of speaking it out and doing herself justice took possession of her. "I was offered a great position and a great fortune --by a person whom I like extremely." -Era una oferta que la mayoría de las muchachas se habría apresurado a aceptar, porque todo parecía recomendarla. -A decir verdad, Isabel no se había propuesto sacar este hecho a colación, pero, una vez empezado, se apoderó de ella la satisfacción de hablar del asunto y de justificarse a sus propios ojos-. Una persona que me gusta extraordinariamente me ofreció una alta posición social y una gran fortuna.
Caspar watched her with intense interest. "Is he an Englishman?" Caspar la miró con enorme interés y preguntó: -¿Un inglés?
"He′s an English nobleman," said Isabel. -Un aristócrata inglés.
Her visitor received this announcement at first in silence, but at last said: "I′m glad he′s disappointed." Su visitante quedó un instante en silencio ante tal revelación. -Me alegro de que se haya llevado un desengaño -dijo por fin.
"Well then, as you have companions in misfortune, make the best of it." -Entonces, ya que tiene compañero de infortunio, confórmese lo mejor que pueda.
"I don′t call him a companion," said Caspar grimly. -No puedo llamarle compañero de infortunio -respondió Gaspar frunciendo el entrecejo.
"Why not --since I declined his offer absolutely?" -¿Por qué no, si rechacé indeclinablemente su ofrecimiento?
"That doesn′t make him my companion. Besides, he′s an Englishman." -Eso no basta para convertirlo en mi compa_41ñero. Además, es inglés.
"And pray isn′t an Englishman a human being?" Isabel asked. -Por favor, ¿acaso los ingleses no son también seres humanos?
"Oh, those people? They′re not of MY humanity, and I don′t care what becomes of them." -¿Quién, esa gente? No pertenecen a mi humanidad y no me importa lo que pueda ocurrirles.
"You′re very angry," said the girl. "We′ve discussed this matter quite enough." -Está usted demasiado enojado -declaró la muchacha-. Ya hemos discutido sobradamente este asunto.
"Oh yes, I′m very angry. I plead guilty to that!" -De que estoy enojadísimo no hay la menor duda. Confieso mi culpa.
She turned away from him, walked to the open window and stood a moment looking into the dusky void of the street, where a turbid gaslight alone represented social animation. For some time neither of these young persons spoke; Caspar lingered near the chimney-piece with eyes gloomily attached. She had virtually requested him to go --he knew that; but at the risk of making himself odious he kept his ground. She was too nursed a need to be easily renounced, and he had crossed the sea all to wring from her some scrap of a vow. Presently she left the window and stood again before him. "You do me very little justice --after my telling you what I told you just now. I′m sorry I told you --since it matters so little to you." Se apartó ella de su visitante, se acercó a la ventana abierta y estuvo allí de pie un momento contemplando la tenebrosa oquedad de la calle, en la que una vacilante farola de gas representaba toda la animación social del triste lugar. Los dos permanecieron silenciosas unos instantes. Gaspar se apoyó en el antepecho de la chimenea, los tristes ojos fijos en ella. Se hací 92a perfectamente cargo de que, con su actitud, Isabel le estaba pidiendo que se marchase, pero, a riesgo de llegar a hacerse odioso, permaneció allí, como clavado al suelo. La joven era, en realidad, una aspiración demasiado acariciada como para renunciar a ella sin más, y él había cruzado el océano con el solo fin de arrancarle aunque no fuera más que una leve señal de compromiso. Se apartó ella de la ventana, volvió frente a él y dijo: -Veo que me hace usted muy poca justicia..., después de haberle dicho lo que ha oído. Ya que, por lo visto, le importa tan poco, siento habérselo dicho.
"Ah," cried the young man, "if you were thinking of ME when you did it!" And th en he paused with the fear that she might contradict so happy a thought. -¡Ah! ¡Si por lo menos, al -decirlo, hubiera pensado usted en mil -exclamó el joven. Pero se detuvo en el acto, como temeroso de que ella pudiera negar una sospecha que tan feliz le hacía.
"I was thinking of you a little," said Isabel. Isabel dijo sencillamente: -Y pensé un poco en usted.
"A little? I don′t understand. If the knowledge of what I feel for you had any weight with you at all, calling it a ′little′ is a poor account of it." -¿Un poco? Confieso que no lo comprendo. Si el saber lo que yo siento por usted no pesa más que para hacerla pensar un poco, es gran cosa para tenerla en cuenta.
Isabel shook her head as if to carry off a blunder. "I′ve refused a most kind, noble gentleman. Make the most of that." Isabel meneó un tanto violentamente la cabeza, como quien trata de desechar una mala idea. -Ya le he dicho que he rechazado a un caballero aristócrata y de lo más grato que pueda haber. Confórmese con eso.
"I thank you then," said Caspar Goodwood gravely. "I thank you immensely." -Mil gracias, entonces -replicó Gaspar Goodwood-. Se lo agradezco de veras.
"And now you had better go home." -Y ahora, más vale que se marche.
"May I not see you again?" he asked. Él se atrevió a preguntar: -¿Podré volver a verla?
"I think it′s better not. You′ll be sure to talk of this, and you see it leads to nothing." -Es mejor que no. Seguramente volvería usted a hablar de esto, y ya ve que no conduce a n ada.
"I promise you not to say a word that will annoy you." -Le juro que no diré una sola palabra que pueda molestarla.
Isabel reflected and then answered: "I return in a day or two to my uncle′s, and I can′t propose to you to come there. It would be too inconsistent." Isabel reflexionó un instante y dijo: -Dentro de uno o dos días volveré a casa de mi tío y no puedo proponerle que vaya a verme allí; estaría por demás injustificado.
Caspar Goodwood, on his side, considered. "You must do me justice too. I received an invitation to your uncle′s more than a week ago, and I declined it." Gaspar Goodwood replicó entonces: -Usted debe también ser justa conmigo. Hace más de una semana que recibí una invitación de su tío y decliné el aceptarla.
She betrayed surprise. "From whom was your invitation?" Isabel expresó su sorpresa: -¿De quién era la invitación?
"From Mr. Ralph Touchett, whom I suppose to be your cousin. I declined it because I had not your authorization to accept it. The suggestion that Mr. Touchett should invite me appeared to have come from Miss Stackpole." -De Ralph Touchett, que supongo será su primo. Decliné el aceptarla porque no tenía la autorización de usted para ello. Parece ser que fue la señorita Stackpole quien le sugirió la idea al se ñor Touchett.
"It certainly never did from me. Henrietta really goes very far," Isabel added. -Desde luego no fui yo quien se lo sugirió. La verdad es que Henrietta ha ido demasiado lejos.
"Don′t be too hard on her --that touches ME." -No sea tan dura con ella..., esto es cosa mía.
"No; if you declined you did quite right, and I thank you for it." And she gave a little shudder of dismay at the thought that Lord Warburton and Mr. Goodwood might hav e met at Gardencourt: it would have been so awkward for Lord Warburton. -Si declinó la invitación, hizo perfectamente y se lo agradezco infinito. Y por su cuerpo corrió un breve escalofrío, como si temiera que lord Warburton y el señor Goodwood se hubiesen encontrado en Gardencourt, lo que habría resultado verdaderamente embarazoso para lord Warburton.
"When you leave your uncle where do you go?" her companion asked. -Cuando deje a su tío, ¿a dónde piensa ir?
"I go abroad with my aunt --to Florence and other places." -Con mi tía, al extranjero. A Florencia y a algunos otros sitios.
The serenity of this announcement struck a chill to the young man′s heart; he seemed to see her whirled away into circles from which he was inexorably excluded. Nevertheless he went on quickly with his questions. "And when shall you come back to America?" La tranquilidad con que ella lo dijo hizo que al joven se le encogiera el corazón, pues le pareció que la arrastraban a una _3órbita de la que él quedaba despiadadamente alejado. Sin embargo, halló fuerzas para seguir preguntando: -¿Cuándo piensa volver a América?
"Perhaps not for a long time. I′m very happy here." -Tal vez tarde mucho tiempo. Me siento muy feliz aquí.
"Do you mean to give up your country?" -Supongo que no pensará abandonar su país.
"Don′t be an infant!" -¡No sea criatura!
"Well, you′ll be out of my sight indeed!" said Caspar Goodwood. -Bueno, lo cierto es que la perderé de vista.
"I don′t know," she answered rather grandly. "The world --with all these places so arranged and so touching each other --comes to s trike one as rather small." Ella respondió con aires de grandeza: -Tal vez no. A pesar de lo inmenso que es el mundo, tal como se están acercando todos estos lugares parece cada día más pequeño.
"It′s a sight too big for ME!" Caspar exclaimed with a simplicity our young lady might have found touching if her face had not been set against concessions. -Ésa es una visión demasiado grande para mí --exclamó Gaspar Goodwood con una sencillez que ella habría podido considerar verdaderamente conmovedora si no hubiese estado dispuesta a no hacer concesión de ninguna clase.
This attitude was part of a system, a theory, that she had lately embraced, and to be thorough she said after a moment: "Don′t think me unkind if I say it′s just THAT --being out of your sight --that I like. If you were in the same place I should feel you were watching me, and I don′t like that --I like my liberty too much. If there′s a thing in the world I′m fond of," she went on with a slight recurrence of grandeur, "it′s my personal independence." Su actitud formaba parte de un sistema, parecía obedecer a una teoría que Isabel se había forjado últimamente. Y, para ser fiel a ella, se vio obligada a decir tras una breve pausa: -No me considere dura si le digo que lo que me agrada es precisamente..., estar lejos de su vista. Si usted estuviese en el mismo lugar que yo, no dejaría de vigilarme y eso no me gusta absolutamente nada. Amo demasiado mi libertad. Si algo hay en el mundo de lo que estoy verdaderamente enamorada es de mi independencia personal -concluyó con un pequeño ademán de grandeza.
But whatever there might be of the too superior in this speech moved Caspar Goodwood′s admiration; there was nothing he winced at in the large air of it. He had never supposed she hadn′t wings and the need of beautiful free movements --he wasn′t , with his own long arms and strides, afraid of any force in her. Isabel′s words, if they had been meant to shock him, failed of the mark and only made him smile with the sense that here was common ground. "Who would wish less to curtail your liberty than I? What can give me greater pleasure than to see you perfectly independent --doing whatever you like? It′s to make you independent that I want to marry you." Cuanto de verdaderamente superior pudiera haber en las anteriores frases elocuentes de Isabel suscitó la admiración de Gaspar, y nada había en su magnificencia ante lo cual debiera él retroceder. Jamás se le había ocurrido pensar que ella hubiese de carecer de alas y que no necesitaba una absoluta libertad de movimientos; y, al contemplarse a sí mismo en posesión de aquellos largos ′ brazos y piernas poderosas, no tenía por qué recelar de que residiese también en ella una fuerza verdadera. De suerte que, si Isabel había abrigado la intención de molestarle o herirle con sus palabras, erró por completo el blanco, pues sólo consiguió hacerle sonreír con la seguridad de que estaban de completo acuerdo en la cuestión. -¿Hay acaso alguien que quiera menos que yo coartar su libertad? ¿Qué podría darme a mí mayor satisfacción que verla a usted completamente independiente... y haciendo lo que le agradase? Precisamente para hacerla independiente es para lo que quiero casarme con usted.
"That′s a beautiful sophism," said the girl with a smile more beautiful still. -Hermoso sofisma -arguyó ella con una deliciosa sonrisa.
"An unmarried woman --a girl of your age --isn′t independent. There are all sorts of things she can′t do. She′s hampered at every step." -Una mujer soltera..., una muchacha de su edad... no es independiente -replicó Gaspar-, hay muchas cosas que no puede hacer, todo son obstáculos en su camino.
"That′s as she looks at the question," Isabel answered with much spirit. "I′m not in my first youth --I can do what I choose --I belong quite to the independent class. I′ve neither father nor mother; I′m poor and of a serious disposition; I′m not pretty. I therefore am not bound to be timid and conventional; indeed I can′t afford such luxuries. Besides, I try to judge things for myself; to judge wrong, I think, is more honourable than not to judge at all. I don′t wish to be a mere sheep in the flock; I wish to choose my fate and know something of human affairs beyond what other people think it compatible with propriety to tell me." She paused a moment, but not long enough for her companion to reply. He was apparently on the point of doing so when she went on: "Let me say this to you, Mr. Goodwood. You′re so kind as to speak of being afraid of my marrying. If you should hear a rumour that I′m on the point of doing so --girls are liable to have such things said about them --remember what I have told you about my love of liberty and venture to doubt it." -Eso será según se considere la cuestión -dijo Isabel con gran agudeza-. Yo no estoy ya en mi primera juventud..., puedo hacer lo que me parezca..., de modo que pertenezco por completo a la categoría de personas independientes. No tengo padre ni madre, soy pobre y juiciosa y no soy bonita. Por lo tanto, no tengo por qué ser ni tímida ni convencional, aparte de que no puedo permitirme semejantes lujos. Por otra parte, hago lo posible por juzgar las cosas con arreglo a mi propio criterio, y sostengo que es mucho más honroso equivocarse al juzgarlas que no juzgarlas en absoluto. No quiero ser una oveja más del rebaño; q uiero escoger mi propio destino y conocer de las cosas humanas más allá de lo que algunos consideran compatible con la corrección poder decirme. -Se detuvo un instante, sí bien no lo bastante para darle a él tiempo de replicar. Ya estaba a punto de hacerlo cuando prosiguió-: Permítame decirle una cosa, señor Goodwood: es usted muy bueno al manifestar su temor de que llegue a casarme. Si alguna vez oye rumores de que voy a hacerlo..., cosa a que estamos naturalmente expuestos..., acuérdese de cuanto acabo de decirle de mi amor a la libertad y opte por ponerlo en duda.
There was something passionately positive in the tone in which she gave him this advice, and h e saw a shining candour in her eyes that helped him to believe her. On the whole he felt reassured, and you might have perceived it by the manner in which he said, quite eagerly: "You want simply to travel for two years? I′m quite willing to wait two years, and you may do what you like in the interval. If that′s all you want, pray say so. I don′t want you to be conventional; do I strike you as conventional myself? Do you want to improve your mind? Your mind′s quite good enough for me; but if it interests you to wander about a while and see different countries I shall be delighted to help you in any way in my power." Indudablemente había algo apasionadamente sincero en el tono con que Isabel dio ese consejo, y el candor que en sus ojos brillaba le convenció al mismo tiempo de que debía creer cuanto estaba diciendo. Bien pensado, podía tranquilizarse, y así pareció mostrarlo con la ansiedad que puso en sus palabras al preguntar: -Entonces, ¿lo que usted quiere es simplemente viajar un par de años? Yo no tengo inconveniente en esperar esos dos años y, mientras tanto, usted podrá hacer lo que quiera, Si eso es todo lo que necesita, dígalo, por favor. No quiero que sea insincera conmigo, ¿se lo parezco yo acaso? ¿Desea usted cultivar aún más su inteligencia, perfeccionar su espíritu? Los dos son, tal cual, sobradamente buenos para mí, pero si a usted le interesa vagar un poco por el mundo y ver países distintos, será para mí un placer ayudarla del modo que esté en, mi mano.
"You′re very generous; that′s nothing new to me. The best way to help me will be to put as many hundred miles of sea between us as possible." -Es usted muy generoso, no es una novedad para mí; pero la mejor manera que tiene de ayudarme es poner entre los dos la mayor cantidad posible de millas marinas.
"One would think you were going to commit some atrocity!" said Caspar Goodwood. -Cualquiera diría que va usted a cometer una atrocidad -dijo Caspar Goodwood.
"Perhaps I am. I wish to be free even to do that if the fancy takes me." -Quién sabe. Y quiero ser libre incluso para poder hacerlo, si me da la ventolera.
"Well then," he said slowly, "I′ll go home." And he put out his hand, trying to look contented and confident. -Está bien -replicó Caspar pausadamente-. Entonces regresaré a nuestro país. Y le tendió la mano tratando de parecer contento y confiado.
Isabel′s confidence in him, however, was greater than any he could feel in her. Not that he thought her capable of committing an atrocity; but, turn it over as he would, there was something ominous in the way she reserved her option. As she took his hand she felt a great respect for him; she knew how much he cared for her and she thought him magnanimous. They stood so for a moment, looking at each other, united by a hand-clasp which was not merely passive on her side. "That′s right," she said very kindly, almost tenderly. "You′ll lose nothing by being a reasonable man." La confianza que Isabel tenía en él era, desde luego, muy superior a la de él respecto a ella, lo cual no quiere decir que la creyese capaz de cometer una atrocidad; pero, pensándolo a su modo, como él debía hacer, no podía por menos de sentir que había algo de fatal en la manera en que ella quería reservarse el derecho a toda opción ante la vida. Sintió la muchacha, al darle la mano, un gran respeto por él, porque pensó en su verdadera magnanimidad y en la gran preocupación que por ella sentía. Permanecieron así durante un momento, mirándose mutuamente y unidos por aquel apretón de manos que dejó de ser puramente pasivo por parte de ella. Por fin Isabel atinó a decir con amabilidad, casi con ternura: -Está bien. Con ser razonable no tendrá nada que perder.
"But I′ll come back, wherever you are, two years hence," he returned with characteristic grimness. -Pero volveré dentro de dos años, esté usted donde esté -replicó él con su característica impetuosidad.
We have seen that our young lad y was inconsequent, and at this she suddenly changed her note. "Ah, remember, I promise nothing --absolutely nothing!" Then more softly, as if to help him to leave her: "And remember too that I shall not be an easy victim!" Ya se ha visto la inconsecuencia del carácter de la joven. Por lo cual no es de extrañar que, al oír aquello, cambiara inmediatamente del todo para decir: -¡Ah! Pero no olvide que no prometo nada..., absolutamente nada. -Y, a renglón seguido, como tratan-     f do de ayudarle a que la dejase sola, añadió con mayor dulzura-: Y acuérdese también de que no seré una víctima fácil.
"You′ll get very sick of your independence." -Acabará usted por cansarse de su independencia.
"Perhaps I shall; it′s even very probable. When that day comes I shall be very glad to see you." -No digo que no; incluso es bastante probable. El día que eso ocurra, me alegraré mucho de volver a verle.
She had laid her hand on the knob of the door that led into her room, and she waited a moment to see whether her visitor would not take his departure. But he appeared unable to move; there was still an immense unwillingness in his attitude and a sore remonstrance in his eyes. "I must leave you now," said Isabel; and she opened the door and passed into the other room. Puso ella la mano en el tirador de la puerta que conducía a su habitación y esperó un instante a que él se dispusiera a marcharse. Pero el joven Goodwood parecía incapaz de moverse, mostrando en toda su actitud una inmensa desgana de abandonarla y en sus ojos un triste reproche. Al fin, Isabel hubo de decir: -Tengo que dejarle ya. -Acto seguido, abrí la puerta y entró en la habitación contigua.
This apartment was dark, but the darkness was tempered by a vague radiance sent up through the window from the court of the hotel, and Isabel could make out the masses of the furniture, the dim shining of the mirror and the looming of the big four-posted bed. She stood still a moment, listening, and at last she heard Caspar Goodwood walk out of the sitting-room and close the door behind him. She stood still a little longer, and then, by an irresistible impulse, dropped on her knees before her bed and hid her face in her arms. La habitación estaba a oscuras, si bien atenuada su oscuridad por la vaga luz que provenía del patio del hotel, de suerte que Isabel podía distinguir las siluetas de los muebles, el oscuro brillo del espejo y la masa del lecho con cuatro columnas macizas. Se quedó allí un momento inmóvil, escuchando, hasta que oyó los pasos de Gaspar Goodwood saliendo del saloncito y el ruido de la puerta al cerrarse. Todavía permaneció un instante en aquella actitud y, luego, sin poder dominarse más, cayó desplomada de rodillas ante la cama y hundió en ella la cabeza escondida entre sus manos.      






CHAPTER 17

17

She was not praying; she was trembling --trembling all over. Vibration was easy to her, was in fact too constant with her, and she found herself now humming like a smitten harp. She only asked, however, to put on the cover, to case herself again in brown holland, but she wished to resist her excitement, and the attitude of devotion, which she kept for some time, seemed to help her to be still. She intensely rejoiced that Caspar Goodwood was gone; there was something in having thus got rid of him that was like the payment, for a stamped receipt, of some debt too long on her mind. As she felt the glad relief she bowed her head a little lower; the sense was there, throbbing in her heart; it was part of her emotion, but it was a thing to be ashamed of --it was profane and out of place. It was not for some ten minutes that she rose from her knees, and e ven when she came back to the sitting-room her tremor had not quite subsided. It had had, verily, two causes: part of it was to be accounted for by her long discussion with Mr. Goodwood, but it might be feared that the rest was simply the enjoyment she found in the exercise of her power. She sat down in the same chair again and took up her book, but without going through the form of opening the volume. She leaned back, with that low, soft, aspiring murmur with which she often uttered her response to accidents of which the brighter side was not superficially obvious, and yielded to the satisfaction of having refused two ardent suitors in a fortnight. That love of liberty of which she had given Caspar Goodwood so bold a sketch was as yet almost exclusively theoretic; she had not been able to indulge it on a large scale. But it appeared to her she had done something; she had tasted of the delight, if not of battle, at least of victory; she had done what was truest to he r plan. In the glow of this consciousness the image of Mr. Goodwood taking his sad walk homeward through the dingy town presented itself with a certain reproachful force; so that, as at the same moment the door of the room was opened, she rose with an apprehension that he had come back. But it was only Henrietta Stackpole returning from her dinner. No estaba Isabel rezando, sino temblando, temblando de pies a cabeza. La vibración era en ella un fenómeno que se daba con frecuencia y facilidad, y en esos momentos se sentía susurrar con sonido quedo como arpa recién pulsada. Parecía pedir únicamente que la cubrieran con la funda, que la tapasen con el oscuro dril. Hizo cuanto pudo por resistir a su actual excitación y aquella genuflexa actitud que adoptó hubo de tranquilizarla un poco. Se alegró infinito de que Gaspar Goodwood se hubiese marchado. En la forma en que, por fin, había logrado deshacerse de él había algo parecido al pago de una antigua deuda que le había sido posible cancelar y ponerle el sello de «pagado». Al sentirse liberada de aquel peso, inclinó un poco más la cabeza y se dio cuenta de que la sensación estaba más abajo, latiendo c on fuerza en su corazón; formaba parte de su emoción, pero se le antojó algo de lo que debiera sentirse avergonzada..., algo profano y completamente fuera de lugar. Permaneció diez minutos más arrodillada y, aun después de haber vuelto al saloncito, seguía con un leve temblor que obedecía a dos causas: una, la prolongada discusión que había sostenido con Gaspar Goodwood, si bien era de temer que la otra no fuese más que la satisfacción por ella sentida en el ejercicio de su poder. Se sentó de nuevo en el sillón de antes y tomó otra vez el libro, aunque sin hacer nada por abrirlo. Apoyó la cabeza en el respaldo y prorrumpió en aquel murmullo suave, casi imperceptible y aspirante que solía exhalar para responder a los accidentes que le sobrevenían y cuya parte más brillante no era fácilmente apreciable; y a cabó recreándose en la inmensa satisfacción de decirse que había rechazado a dos pretendientes en un par de semanas. Ese acendrado amor a la libertad, de que tan patente muestra diera a Caspar Goodwood, era casi del todo puramente teórico, toda vez que aún no había podido ponerlo a prueba en mayor y más real escala. Pero le parecía que acababa de hacer algo, que había saboreado, si no el gusto de la batalla, sí seguramente el de la victoria, realizando por fin lo que más se avenía a su plan. A la luz tenue de su conciencia, aquella imagen del señor Goodwood caminando hacia su casa a través de la ciudad neblinosa se le presentaba con cierta fuerza acusadora. Así que cuando oyó que la puerta se abría, se levantó con miedo de que hubiese vuelto. Sin embargo, era Henrietta que regresaba de cenar con sus amigas.
Miss Stackpole immediately saw that our young lady had been "through" something, and indeed the discovery demanded no great penetration. She went straight up to her friend, who received her without a greeting. Isabel′s elation in having sent Caspar Goodwood back to America presupposed her being in a manner glad he had come to see her; but at the same time she perfectly remembered Henrietta had had no right to set a trap for her. "Has he been here, dear?" the latter yearningly asked. La señorita Stackpole se dio cuenta inmediatamente de que algo le había ocurrido a la muchacha, descubrimiento que, por lo demás, no exigía una extraordinaria perspicacia. Y se fue derecha a su amiga, que la recibió sin ninguna demostración de contento. La satisfacción de Isabel por haber hecho regresar a América a Caspar Goodwood presuponía alegrarse en cierto modo de haberlo visto; pero, al mismo tiempo, recordó que Henrietta no tenía derecho alguno a tenderle una trampa.
Isabel turned away and for some moments answered noth ing. "You acted very wrongly," she declared at last. De suerte que, cuando la periodista inquirió ansiosamente si él había estado allí, Isabel se alejó de ella y estuvo un momento sin contestar. Luego declaró fríamente: -Has hecho muy mal.
"I acted for the best. I only hope you acted as well." -Lo hice pensando en lo mejor. Ojalá tú hayas hecho lo mismo.
"You′re not the judge. I can′t trust you," said Isabel. -Tú no eres juez en este caso. Ya no puedo confiar en ti.
This declaration was unflattering, but Henrietta was much too unselfish to heed the charge it conveyed; she cared only for what it intimated with regard to her friend. "Isabel Archer," she observed with equal abruptness and solemnity, "if you marry one of these people I′ll never speak to you again!" Semejante declaración no sonó precisamente agradable, pero Henrietta era demasiado desprendida para apropiarse del reproche que encerraba y únicamente se preocupó de lo concerniente al bien de su amiga. -Isabel Archer -declaró en tono duro y solemne-, si te casas con un individuo de éstos, no volveré a dirigirte la palabra en toda mi vida.
"Before making so terrible a threat you had better wait till I′m asked," Isabel replied. Never having said a word to Miss Stackpole about Lord Warburton′s overtures, she had now no impulse whatever to justify herself to Henrietta by telling her that she had refused that nobleman. -Antes de proferir semejante terrible amenaza -contestó Isabel-, espera a que me lo pidan. Era el caso que, como no había dicho una sola palabra a la señorita Stackpole de la declaración de lord Warburton, no sentía el menor deseo de justificarse ahora comunicándole haber rechazado, al aristócrata.
"Oh, you′ll be asked quick enough, once you get off on the Continent. Annie Climber w as asked three times in Italy --poor plain little Annie." -Oh, ya verás. En cuanto vayas al continente, veráás cómo te lo piden. A Annie Climber, la pobre y sencilla Annie, se lo pidieron tres veces sólo en Italia.
"Well, if Annie Climber wasn′t captured why should I be?" -Pues si ella no se dejó pescar, ¿por qué habré de dejarme yo?
"I don′t believe Annie was pressed; but you′ll be." -Porque no creo que a ella la acuciasen; pero estoy segura de que a ti te van a perseguir de lo lindo.
"That′s a flattering conviction," said Isabel without alarm. -Esa convicción me halaga -dijo Isabel tranquilamente.
"I don′t flatter you, Isabel, I tell you the truth!" cried her friend. "I hope you don′t mean to tell me that you didn′t give Mr. Goodwood some hope." -Yo no te halago ni tengo por qué, Isabel; me limito a decirte la verdad -exclamó su amiga-. Espero que no me digas que dejaste marchar al señor Goodwood sin darle ninguna esperanza.
"I don′t see why I should tell you anything; as I said to you just now, I can′t trust you. But since you′re so much interested in Mr. Goodwood I won′t conceal from you that he returns immediately to America." -No veo por qué he de decirte nada. Te repito que no me fío de ti. Pero ya que te interesas tanto por el señor Goodwood, te comunico que vuelve de inmediato a América.
"You don′t mean to say you′ve sent him off?" Henrietta almost shrieked. Henriett a dijo casi gritando: -¡No irás a decirme que le has despedido!
"I asked him to leave me alone; and I ask you the same, Henrietta." Miss Stackpole glittered for an instant with dismay and then passed to the mirror over the chimney-piece and took off her bonnet. "I hope you′ve enjoyed your dinner," Isabel went on. -Le pedí que me dejara en paz..., y lo mismo te pido a ti, Henrietta. La señorita Stackpole pareció quedarse un instante con la mirada apagada, se dirigió al espejo situado sobre la chimenea y, mirándose en él, se quitó el sombrero. -Celebraré que lo hayas pasado bien en la cena.
But her companion was not to be diverted by frivolous propositions. "Do you know where you′re going, Isabel Archer?" Pero su compañera no estaba en aquel preciso instante para bromas. -¿Te das cuenta de adonde vas a parar, Isabel Archer? -dijo.
"Just now I′m going to bed," said Isabel with persistent frivolity. -Por lo pronto, a la cama -contestó la joven en el mismo tono frívolo.
"Do you know where you′re drifting?" Henrietta pursued, holding out her bonnet delicately. -¿Te das cuenta de a dónde te diriges? -insistió Henrietta sosteniendo con delicadeza su sombrero.
"No, I haven′t the least idea, and I find it very pleasant not to know. A swift carriage, of a dark night, rattling with four horses over roads that one can′t see --that′s my idea of happiness." -No tengo la menor idea y me parece encantador no saberlo. Un carruaje bien rápido, rodando a distancia en la noche oscura y tirado !por cuatro briosos caballos por caminos invisibles, ésa es mi idea de la felicidad.
"Mr. Goodwood certainly didn′t teach you to say such things as that --like the heroine of an immoral novel," said Miss Stackpole. "You′re drifting to some great mistake." -Estoy segura de que el señor Goodwood no te ha enseñado a decir esas cosas..., como - si fueras la heroína de una novela inmoral -repuso la señorita Stackpole-. Esta carrera te llevará a caer en un gran error.
Isabel was irritated by her friend′s interf erence, yet she still tried to think what truth this declaration could represent. She could think of nothing that diverted her from saying: "You must be very fond of me, Henrietta, to be willing to be so aggressive." Isabel estaba enojada por la, intromisión de su amiga, mas se daba cuenta de la verdad que tal declaración pudiera contener. Y no se le ocurrió nada que le impidiera decir: -Henrietta, debes de estar- muy encariñada conmigo cuando tan agresiva te muestras.
"I love you intensely, Isabel," said Miss Stackpole with feeling. -Cierto, te quiero enormemente, Isabel -respondió la señorita Stackpole con sinceridad.
"Well, if you love me intensely let me as intensely alone. I asked that of Mr. Goodwood, and I must also ask it of you." -Bueno, pues si me quieres enormemente, déjame enormemente en paz. Es lo que le pedí al señor Cowntul y lo que tengo que pedirte también a ti.
"Take care you′re not let alone too much." -Ten cuidado, no te dejemos demasiado sola.
"That′s what Mr. Goodwood said to me. I told him I must take the risks." -Eso mismo me dijo el señor Goodwood. Y yo le contesté que debo correr el riesgo.
"You′re a creature of risks --you make me shudder!" cried Henrietta. "When does Mr. Goodwood return to America?" -Eres una criatura idónea para correrlo, y me estremezco de sólo pensarlo -exclamó Henrietta-. ¿Cuándo vuelve a América el señor Goodwood?
"I don′t know --he didn′t tell me." -No lo sé..., no me lo dijo.
"Perhaps you didn′t enquire," said Henrietta with the note of righteous irony. -Tal vez no se lo preguntaste -replicó Henrietta con la ironía de quien se siente cargado de razón.
"I gave him too little satisfaction to have the right to ask questions of him." -Fui tan poco amable con él que no me consideré con derecho a hacerlo.
This assertion seemed to Miss Stackpole for a moment to bid defiance to comment; but at last she exclaimed: "Well, Isabel, if I didn′t know you I might think you were heartless!" Se le antojó a Henrietta que semejante afirmaci_43ón suponía un desafío a cualquier comentario y exclamó: -Está bien, Isabel. La verdad, si no te conociese como te conozco, me inclinaría a creer que no tienes corazón.
"Take care," said Isabel; "you′re spoiling me." -Mucho ojo, me estás haciendo daño -dijo Isabel.
"I′m afraid I′ve done that already. I hope, at least," Miss Stackpole added, "that he may cross with Annie Climber!" -Me temo que el daño ya está hecho -contestó Henrietta, y añadió-: Espero que, por lo menos, el señor Goodwood pueda hacer el viaje de vuelta con Anita Climber.
Isabel learned from her the next morning that she had determined not to return to Gardencourt (where old Mr. Touchett had promised her a renewed welcome), but to await in London the arrival of the invitation that Mr. Bantling had promised her from his sister Lady Pensil. Miss Stackpole related very freely her conversation with Ralph Touchett′s sociable friend and declared to Isabel that she really believed she had now got hold of so mething that would lead to something. On the receipt of Lady Pensil′s letter --Mr. Bantling had virtually guaranteed the arrival of this document --she would immediately depart for Bedfordshire, and if Isabel cared to look out for her impressions in the _Interviewer_ she would certainly find them. Henrietta was evidently going to see something of the inner life this time. A la mañana siguiente Isabel se enteró de que su compañera no pensaba volver a Gardencourt (adonde el anciano señor Touchett se había ofrecido a recibirla de nuevo con gran contento). Prefería esperar en Londres la invitación que el señor Bantling le había prometido que le enviaría su hermana, lady Pensil. La señ 6orita Stackpole refirió sin remilgos la conversación que había tenido con el simpático amigo del señor Touchett y confesó que creía estar segura de haberle echado al fin el guante a una cosa que seguramente la conduciría a algo. En cuanto recibiera la carta de lady Pensil -documento cuya pronta llegada casi le había garantizado el amable señor Banding-, iría a Bedfordshire y, si Isabel tenía algún interés en conocer sus impresiones, con toda seguridad las encontraría en el Interviewer. Sin duda alguna, esta vez Henrietta podría contar algo de la vida íntima del país.
"Do you know where you′re drifting, Henrietta Stackpole?" Isabel asked, imitating the tone in which her friend had spoken the night before. -Henrietta Stackpole, ¿te das cuenta de adonde vas a parar? -preguntó Isabel imitando el tono en que le había hablado su amiga la noche anterior.
"I′m drifting to a big position --that of the Queen of American Journalism. If my next letter isn′t copied all over the West I′ll swallow my penwiper!" -Voy a parar a una gran situacióón: la de reina del periodismo norteamericano. Si mi próxima crónica no la reproducen en todo el país, me trago el limpiaplumas.
She had arranged with her friend Miss Annie Climber, the young lady of the continental offers, that they should go together to make those purchases which were to constitute Miss Climber′s farewell to a hemisphere in which she at l east had been appreciated; and she presently repaired to Jermyn Street to pick up her companion. Shortly after her departure Ralph Touchett was announced, and as soon as he came in Isabel saw he had something on his mind. He very soon took his cousin into his confidence. He had received from his mother a telegram to the effect that his father had had a sharp attack of his old malady, that she was much alarmed and that she begged he would instantly return to Gardencourt. On this occasion at least Mrs. Touchett′s devotion to the electric wire was not open to criticism. Henrietta había acordado con su amiga Annie Climber, la de las tres propuestas continentales de matrimonio, salir juntas de compras, lo cual constituía la despedida de la señorita Climber de un continente donde había sido tan apreciada. Así pues, se dirigió a la calle Jermyn en busca de su compañera. Poco después de que ella se hubo marchado, anunciaron a Isabel la visita de Ralph Touchett y, nada más verlo, la joven comprendió que algo extraordinario le preocupaba. No tardó éste en hacerle sus confidencias y decirle que acababa de recibir un telegrama de su madre comunicándole que su padre había sufrido un fuerte ataque, que ella estaba muy alarmada y le suplicaba que se apresur ase a volver a Gardencourt. Esta vez, por lo menos, la afición de la señora Touchett al telégrafo no merecía censura alguna.
"I′ve judged it best to see the great doctor, Sir Matthew Hope, first," Ralph said; "by great good luck he′s in town. He′s to see me at half-past twelve, and I shall make sure of his coming down to Gardencourt --which he will do the more readily as he has already seen my father several times, both there and in London. There′s an express at two-forty-five, which I shall take; a nd you′ll come back with me or remain here a few days longer, exactly as you prefer." -Me ha parecido aconsejable consultar primero al eminente doctor sir Matthew Hope. Por fortuna está en la ciudad. He de verle a las doce y media y trataré de conseguir que vaya a Gardencourt, cosa que hará con gusto, pues ya ha visitado varias veces a mi padre tanto allí como aquí, en Londres. A las dos cuarenta y cinco hay un tren expreso, que yo tomaré; tú puedes volver conmigo o, si lo prefieres, quedarte aquí unos cuantos días más.
"I shall certainly go with you," Isabel returned. "I don′t suppose I can be of any use to my uncle, but if he′s ill I shall like to be near him." -Desde luego, me iré contigo -contestó Isabel-. No creo que pueda serle útil a mi tío en nada, pero, si se halla verdaderamente enfermo, quisiera estar a su lado.
"I think you′re fond of him," said Ralph with a certain shy pleasure in his face. "You appreciate him, which all the world hasn′t done. The quality′s too fine." -Creo que le has tomado g ran afecto y que le aprecias de veras -dijo Ralph con un tímido placer plasmado en el semblante-, cosa que no hace todo el mundo. Es un hombre de una cualidad exquisita.
"I quite adore him," Isabel after a moment said. -Más que quererle, le adoro -dijo Isabel tras un instante.
"That′s very well. After his son he′s your greatest admirer." -Eso me parece admirable, porque, después de su hijo, él es tu mayor admirador.
She welcomed this assurance, but she gave secretly a small sigh of relief at the thought that Mr. Touchett was one of those admirers who couldn′t propose to marry her. This, however, was not what she spoke; she went on to inform Ralph that there were other reasons for her not remaining in London. She was tired of it and wished to le ave it; and then Henrietta was going away --going to stay in Bedfordshire. A Isabel le agradó infinito saber que era objeto de semejante admiración, pero exhaló un profundo suspiro de satisfacción al pensar que, por lo menos, tal admirador era de los que no pretenderían casarse con ella. Sin embargo, se abstuvo de decir tal cosa y, en cambio, comunicó a Ralph que tenía otras razones para no permanecer en Londres. Ya estaba cansada de la gran ciudad, deseaba abandonarla de una vez y, además, Henrietta iba a marcharse una temporadita a Bedfordshire.
"In Bedfordshire?" ¿A Bedfordshire?
"With Lady Pensil, the sister of Mr. Bantling, who has answered for an invitation." -Sí. Con lady Pensil, la hermana del señor Bantling, quien le ha prometido que la hará invitar.
Ralph was feeling anxious, but at this he broke into a laugh. Suddenly, none the less, his gravity returned. "Bantling′s a man of courage. But if the invitation should get lost on the way?" Ralph estaba verdaderamente intranquilo, pero, al oír esto, soltó una sonora carcajada. Sin embargo, no tardó en ponerse serio otra vez. Verdaderamente ese Bantling es un hombre de valor-dijo-. Pero ¿qué ocurriría si la invitación se perdiera en el camino?
"I thought the British post-office was impeccable." -Yo tenía entendido que el servicio de correos en Inglaterra es perfecto.
"The good Homer sometimes nods," said Ralph. "However," he went on more brightly, "the good Bantling never does, and, whatever happens, he′ll take care of Henrietta." -Sí, pero el buen Homero también echa un sueñe o de vez en cuando. En cualquier caso -añadió, más jovial-, el bueno de Bantling no se duerme nunca y, suceda lo que suceda, cuidará de Henrietta.
Ralph went to keep his appointment with Sir Matthew Hope, and Isabel made her arrangements for quitting Pratt′s Hotel. Her uncle′s danger touched her nearly, and while she stood before her open trunk, looking about her vaguely f or what she should put into it, the tears suddenly rose to her eyes. It was perhaps for this reason that when Ralph came back at two o′clock to take her to the station she was not yet ready. He found Miss Stackpole, however, in the sitting-room, where she had just risen from her luncheon, and this lady immediately expressed her regret at his father′s illness. Se marchó Ralph a ver al doctor sir Matthew Hope, según lo convenido, e Isabel se puso a hacer los preparativos para dejar el hotel Pratt. El peligro que su tío corría la había afectado sobremanera y las lágrimas comenzaron a fluir lentamente de sus ojos mientras permanecía ante el baúl abierto sin saber qué meter primero en él. Por eso, cuando Ralph volvió a las dos para buscarla y llevarla a la estación, no estaba lista todavía. Al pasar, encontró a la señorita Stackpole en el saloncito donde acababa de almorzar, la cual declaró sentirse muy afligida por el empeoramiento del padre de su amigo.
"He′s a grand old man," she said; "he′s faithful to the last. If it′s really to be the last --pardon my alluding to it, but you must often have thought of the possibility --I′m sorry that I shall not be at Gardencourt." No Translation
"You′ll amuse yourself much more in Bedfordshire." -Se divertirá usted mucho en Bedfordshire.
"I shall be sorry to amuse myself at such a time," said Henrietta with much propriety. But she immediately added: "I should like so to commemorate the closing scene." -Estaré demasiado afligida, por lo de su padre, para poder divertirme -replicó Henrie tta con gran delicadeza. E inmediatamente añadió-: De todos modos me gustaría conmemorar sus últimos momentos.
"My father may live a long time," said Ralph simply. Then, adverting to topics more cheerful, he interrogated Miss Stackpole as to her own future. -Todavía puede mi padre vivir largos años -dijo Ralph con la mayor sencillez. Y, luego, poniéndose a hablar de cosas más alegres, le preguntó qué planes tenía para el futuro.
Now that Ralph was in trouble she addressed him in a tone of larger allowance and told him that she was much indebted to him for having made her acquainted with Mr. Bantling. "He has told me just the things I want to know," she said; "all the society-items and all about the royal family. I can′t make out that what he tells me about the royal family is much to their credit; but he says that′s only my peculiar way of looking at it. Well, all I want is that he should give me the facts; I can put them together quick enough, once I′ve got them." And she added that Mr. Bantling had been so good as to promise to come and take her out that afternoon. Al ver a Ralph tan apenado se puso a hablarle con más condescendencia y dijo que le estaba muy agradecida por haberle presentado al señor Bantling. -Me ha contado precisamente las cosas que yo quería saber: los chismes de la sociedad y todo lo referente a la familia real. Tengo para mí que cuanto de la familia real me ha contado no es cosa para acreditarla mucho, pero él dice que eso es efecto de mi especial punto de vista. Lo que yo quiero son hechos, conocer las realidades, que, una vez las sepa, sabr_3é aderezarlas sin demora. Y añadió que el señor Bantling había tenido la bondad de prometerle que vendría a buscarla para salir con ella por la tarde.
"To take you where?" Ralph ventured to enquire. -¿Para llevarla adonde? -se atrevió a preguntar Ralph.
"To Buckingham Palace. He′s going to show me over it, so that I may get some idea how they live." -Al palacio de Buckingham. Va a enseñármelo todo para que yo pueda hacerme una idea de la vida que llevan allí dentro.
"Ah," said Ralph, "we leave you in good hands. The first thing we shall hear is that you′re invited to Windsor Castle." -Vaya, pues -dijo Ralph-. La dejamos en buenas manos. Lo primero que sabremos de usted es que la han invitado oficialmente al castillo de Windsor.
"If they ask me, I shall certainly go. Once I get started I′m not afraid. But for all that," Henrietta added in a moment, "I′m not satisfied; I′m not at peace about Isabel." -Si me lo piden, no le quepa la menor duda de que iré. Una vez que me pongo en marcha no tengo miedo de nada. Pero nada de esto podrá satisfacerme porque no estaré tranquila acerca de Isabel.
"What is her last misdemeanour?" -¿Cuál ha sido su última fechoría?
"Well, I′ve told you before, and I suppose there′s no harm in my going on. I always finish a subject that I take up. Mr. Goodwood was here last night." -Bueno, ya que le dije algo en otra ocasión, no creo que haya inconveniente en comunicarle el resto. Cuando empiezo con un asunto, me gusta llegar hasta el final. El señor Caspar Goodwood estuvo aquí anoche.
Ralph opened his eyes; he even blushed a little --his blush being the sign of an emotion somewhat acute. He remembered that Isabel, in separating from him in Winchester Square, had repudiated his suggestion that her motive in doing so was the expectation of a visitor at Pratt′s Hotel, and it was a new pang to him to have to suspect her of duplicity. On the other hand, he quickly said to himself, what concern was it of his that she should have made an appointment with a lover? Had it not been thought graceful in every age that young ladies should make a mystery of such appointments? Ralph gave Miss Stackpole a diplomatic answer. "I should have thought that, with the views you expressed to me the other day, this would satisfy you perfectly." Ralph abrió los ojos con asombro e incluso se ruborizó un poco..., rubor que acusaba una emoción bastante te profunda. Recordó que, al separarse de él en Winchester Square, la muchacha había rechazado su hipótesis de que tal vez prefería dejarle porque esperaba a otro visitante en el hotel Pratt, y la sola sospecha de creerla capaz de doblez le causaba hondo pesar. Por otra parte, se decía a sí mismo que nada tenía que importarle que ella tuviera una cita con algún enamorado, ya que siempre había sido considerado cosa corriente y exquisita que las jóvenes guardasen en el ma yor secreto la existencia de semejantes citas. -Yo creía, después de lo que usted me dijo hace poco, que eso la satisfaría plenamente -comentó Ralph con gran diplomacia.
"That he should come to see her? That was very well, as far as it went. It was a little plot of mine; I let him know that we were in London, and when it had been arranged that I should spend the evening out I sent him a word --the word we just utter to the ′wise.′ I hoped he would find her alone; I won′t pretend I didn′t hope that you′d be out of the way. He came to see her, but he might as well have stayed away." -¿Qué? ¿Que él la viera? Todo salió a pedir de boca, y fue una trama mía. Le hice saber que estábamos en Londres y, cuando acordé con mis amigas que pasaría la velada con ellas, le envié unas palabras..., las palabras que se acostumbra decir a la gente sensata: que esperaba que la encontraría sola. No voy a pretender que no confiaba en que estuviera usted ausente. El vino a verla y estuvo con ella un buen rato, pero para el caso es como si no hubiese estado.
"Isabel was cruel?" --and Ralph′s face lighted with the relief of his cousin′s not having shown duplicity. -¿Le trató duramente Isabel? -Y el semblante de Ralph se iluminó con la satisfacción de pensar que su prima no había obrado con doble z y falsedad.
"I don′t exactly know what passed between them. But she gave him no satisfaction --she sent him back to America." -Ignoro en absoluto lo que ocurrió entre ellos. Pero de lo que estoy segura es de que no le dio satisfacción... y le dijo que regresara a América.
"Poor Mr. Goodwood!" Ralph sighed. ¡Pobre señor Goodwood! -suspiró Ralph.
"Her only idea seems to be to get rid of him," Henrietta went on. No Translation
"Poor Mr. Goodwood!" Ralph repeated. The exclamation, it must be confessed, was automatic; it failed exactly to express his thoughts, which were taking another line. Hay que ser sinceros y confesar que semejante exclamación fue puramente automática y que no expresó fielmente el pensamiento de Ralph, que estaba tomando ya otro sesgo.
"You don′t say that as if you felt it. I don′t believe you care." -No dice usted eso como si de veras lo sintiese. No creo que le importe nada.
"Ah," said Ralph, "you must remember that I don′t know this interesting young man --that I′ve never seen him." -¡Ah! Debe usted tener presente que no conozco a ese joven, que ni siquiera lo he visto en mi vida.
"Well, I shall see him, and I shall tell him not to give up. If I didn′t believe Isabel would come round," Miss Stackpole added --"well, I′d give up myself. I mean I′d give HER up!" -Bueno. Yo le veré y le aconsejaré que no la deje. Si no creyese que Isabel volverá al buen camino -añ 96adió la señorita Stackpole-, entonces quien se quitaría de en medio sería yo. Es decir, prescindiría de ella. air  






CHAPTER 18

18

It had occurred to Ralph that, in the conditions, Isabel′s parting with her friend might be of a slightly embarrassed nature, and he went down to the door of the hotel in advance of his cousin, who, after a slight delay, followed with the traces of an unaccepted remonstrance, as he thought, in her eyes. The two made the journey to Gardencourt in almost unbroken silence, and the servant who met them at the station had no better news to give them of Mr. Touchett --a fact which caused Ralph to congratulate himself afresh on Sir Matthew Hope′s having promised to come down in the five o′clock train and spend the night. Mrs. Touchett, he learned, on reaching home, had been constantly with the old man and wa s with him at that moment; and this fact made Ralph say to himself that, after all, what his mother wanted was just easy occasion. The finer natures were those that shone at the larger times. Isabel went to her own room, noting throughout the house that perceptible hush which precedes a crisis. At the end of an hour, however, she came downstairs in search of her aunt, whom she wished to ask about Mr. Touchett. She went into the library, but Mrs. Touchett was not there, and as the weather, which had been damp and chill, was now altogether spoiled, it was not probable she had gone for her usual walk in the grounds. Isabel was on the point of ringing to send a question to her room, when this purpose quickly yielded to an unexpected sound --the sound of low music proceeding apparently from the saloon. She knew her aunt never touched the piano, and the musician was therefore probably Ralph, who played for his own amusement. That he should have resorted to this recreation at the present time indicated apparently that his anxiety about his father had been relieved; so that the girl took her way, almost with restored cheer, toward the source of the harmony. The drawing-room at Gardencourt was an apartment of great distances, and, as the piano was placed at the end of it furthest removed from the door at which she entered, her arrival was not noticed by the person seated before the instrument. This person was neither Ralph nor his mother; it was a lady whom Isabel immediately saw to be a stranger to herself, though her back was presented to the door. This back --an ample and well-dressed one --Isabel viewed for some moments with surprise. The lady was of course a visitor who had arrived during her absence and who had not been mentioned by either of the servants --one of them her aunt′s maid --of whom she had had speech since her return. Isabel had already learned, however, with what treasures of reserve the function of receiving orders may be accompanied, and she was particularly conscious of having been treated with dryness by her aunt′s maid, through whose hands she had slipped perhaps a little too mistrustfully and with an effect of plumage but the more lustrous. The advent of a guest was in itself far from disconcerting; she had not yet divested herself of a young faith that each new acquaintance would exert some momentous influence on her life. By the time she had made these reflexions she became aware that the lady at the piano played remarkably well. She was playing something of Schubert′s --Isabel knew not what, but recognised Schubert --and she touched the piano with a discretion of her own. It showed skill, it showed feeling; Isabel sat down noiselessly on the nearest chair and waited till the end of the piece. When it was finished she felt a strong desire to thank the player, and rose from her seat to do so, while at the same time the stranger turned quickly round, as if but just aware of he r presence. Ralph pensó que, en tales circunstancias, la despedida entre Isabel y su amiga había de ser de índole un tanto molesta y salió a la puerta del hotel a esperar a su prima, quien no tardó en aparecer mostrando en sus ojos la expresión de una reconvención no aceptada. Hicieron el viaje a Gardencourt casi sin abrir la boca ninguno de los dos durante todo el trayecto. El criado que estaba esperán doles en la estación no pudo darles buenas noticias acerca del estado del anciano señor Touchett, lo que hizo a Ralph alegrarse de haber conseguido que el doctor Hope prometiera ir a la mansión en el tren de las cinco para quedarse a pasar allí la noche. Al llegar a la casa, se enteró de que la señora Touchett había permanecido constantemente junto a su esposo y estaba acompañándole en aquel instante. Esto le hizo pensar en que lo único que a su madre le había faltado siempre era la ocasión propicia. Los caracteres mejores eran los que brillaban a intervalos más distantes. Isabel se marchó a su habitación percibiendo en toda la casa ese tímido silencio que precede a las tristes crisis. Al cabo de una hora bajó en busca de su tía para preguntar noticias del anciano. Fue a buscarla a la biblioteca, pero la señora Touchett no se encontraba allí y, como el tiempo, que había estado húmedo y frío, acabó de estropearse del todo, supuso que no habría salido a dar su acostumbrado paseo al aire libre. Isabel iba a llamar para pedir a alguien que fuese a las habitaciones de la señora Touchett a preguntar, cuando a sus oídos llegó otro sonido completamente inesperado, el de una melodía quedamente interpretada procedente del salón. Como sabía que su tía no tocaba jamás el piano, se le ocurrió que tal vez Ralph estaba tocando para distraerse; lo cual permitía suponer que ya se había calmado su ansiedad por el estado de su padre. De tal suerte, la muchacha, tranquilizada a su vez, se dirigió hacia el lugar de donde le llegaba aquella dulce melodía. El salón de Gardencourt era una habitación de vastas proporciones y, como el piano estab a colocado en el extremo más distante de la puerta por la que ella entrara, la persona sentada ante el teclado no advirtió su presencia. Tal persona no era ciertamente Ralph ni tampoco su madre; era una dama, en quien Isabel vio en el acto una desconocida para ella, si bien estaba de espaldas a la puerta. Isabel   Y contempló con gran sorpresa durante algunos instantes  aquella espalda ancha y bien vestida. La dama era, por ° tanto, una invitada que había llegado durante su ausencia y a la que no había mencionado ninguno de los sirvientes -entre ellos la doncella de la señora Touchett, con quienes intercambió algunas palabras desde su regreso. De todos modos, Isabel había tenido ya ocasión de aprender las reservas que pueden a veces tenerse al recibir órdenes, y se había dado exacta cuenta de la sequedad con que la había tratado la doncella de su tía, entre cuyas manos se había escurrido tal vez con excesiva desconfianza y con aires de poseer un plumaje de brillantes colores. Precisamente la llegada de un nuevo huésped no tenía en sí nada de desconcertante en aquel lugar. Pero ella no había logrado aún despojarse de la juvenil superstición de que todo nuevo conocido tenía que ejercer cierta momentánea influencia en su propia vida. Mientras estaba haciéndose estas reflexiones, se dio cuenta de que la dama que tocaba el piano lo hacía admirablemente. Interpretaba en aquel momento algo de Schubert -no sabía Isabel a punto fijo qué obra, pero algo de Schubert sin duda- y lo expresaba de una manera muy personal que acusaba gran habilidad técnica y hondo sentimiento. Se sentó Isabel sin hacer el menor ruido y se quedó inmóvil hasta el final de la pieza. Una vez terminada, experimentó un irresistible deseo de dar las gracias a la intérprete y se levantó de su asiento para hacerlo. Al mismo tiempo, la forastera se volvió rápidamente, como si hubiese percibido la presencia de alguien.
"That′s very beautiful, and your playing makes it more beautiful still," said Isabel with all the young radiance with which she usually uttered a truthful rapture. -Es una obra muy bella y su manera de interpretarla la embellece más todavía -dijo Isabel con la misma juvenil expansión con que solía expresarse cuando se sentía verdaderamente arrebatada.
"You don′t think I disturbed Mr. Touchett then?" the musician answered as sweetly as this compliment deserved. "The house is so large and his room so far away that I thought I might venture, especially as I played just --just du bout des doigts." -¿No cree usted entonces que moleste al señor Touchett? -contestó la pianista con la suavidad que a la exquisitez del cumplido correspondía. Y añadió-: La casa es tan inmensa, y esta habitación está tan retirada, que pensé que podría atreverme, sobre todo tocando, como lo estaba haciendo... du bout des doigts.
"She′s a Frenchwoman," Isabel said to herself; "she says that as if she were French." And this supposition made the visitor more interesting to our speculative heroine. "I hope my uncle′s doing well," Isabel added. "I should think that to hear such lovely music as that would really make him feel better." «Es francesa -pensó Isabel-. Habla como si lo fuera». Y esa hipótesis realzó el interés de la artista a los ojos de nuestra curiosa heroína. -Espero que mi tío se encuentre mejor -dijo-. Me inclino a pensar que oír esa deliciosa música le reconfortará.
The lady smiled and discriminated. "I′m afraid there are moments in life when even Schubert has no thing to say to us. We must admit, however, that they are our worst." -Me temo que hay momentos en la vida en que ni el mismo Schubert tiene nada que decirnos -observó la dama, aunque sonriendo-. Naturalmente, hemos de reconocer que tales momentos son los peores que podemos pasar.
"I′m not in that state now then," said Isabel. "On the contrary I should be so glad if you would play something more." -Por fortuna no me siento en uno de ellos -dijo Isabel-. Al contrario, me agradaría infinito oírle tocar algo más.
"If it will give you pleasure --delighted." And this obliging person took her place again and struck a few chords, while Isabel sat down nearer the instrument. Suddenly the new-comer stopped with her hands on the keys, half-turning and looking over her shoulder. She was forty years old and not pretty, though her expression charmed. "Pardon me," she said; "but are you the niece --the young American?" -Si de veras le interesa..., por mí, encantada. Y la amable persona se sentó de nuevo al piano y tocó unos cuantos acordes mientras Isabel se acercaba más al instrumento. De pronto, la nueva visitante se detuvo sin levantar las manos del teclado y se volvió, mirando por encima del hombro. Era una mujer como de unos cuarenta años, no hermosa, aunque de expresión sumamente interesante. -Perdone -dijo-, ¿no es usted la sobrina..., la joven americana?
"I′m my aunt′s niece," Isabel replied with simplicity. Isabel replicó sencillamente: -Sí, soy su sobrina.
The lady at the piano sat still a moment longer, casting her air of interest over her shoulder. "That′s very well; we′re compatriots." And then she began to play. La dama del piano siguió un momento en la misma posición, mirando con interés por encima del hombro. -Está muy bien; somos compatriotas -dijo al fin, y comenzó de nuevo a tocar.
"Ah then she′s not French," Isabel murmured; and as the opposite supposition had made her romantic it might have seemed that this revelation would have marked a drop. But such was not the fact; rarer even than to be French seemed it to be American on such interesting terms. -Entonces no es francesa -murmuró Isabel. Y, como su anterior hipótesis la tornara romántica, era de suponer que tal revelación le provocara un desencanto. Mas no hubo tal cosa, pues mas raro aún que ser francesa parecía ser americana y tan singularmente interesante.
The lady played in the same manner as before, softly and solemnly, and while she played the shadows deepened in the room. The autumn twilight gathered in, and from her place Isabel could see the rain, which had now begun in earnest, washing the cold-looking lawn and the wind shaking the great trees. At last, when the music had ceased, her companion got up and, coming nearer with a smile, before Isabel had time to thank her again, said: "I′m very glad you′ve come back; I′ve heard a great deal about you." Tocó la dama a la manera de antes, con igual suavidad y solemnidad, y mientras lo hacía empezaron a adensarse las sombras en el salón. El crepúsculo otoñal iba deslizándose dentro de aquel recinto en tanto que Isabel, desde su sitio, contemplaba cómo la lluvia comenzaba a caer ya fuertemente, inundando el verde césped, y el viento agitaba con furia los frondosos árboles. Por último, al terminar la música, la artista se levantó, se acercó a ella y, antes de que Isabel tuviese tiempo de darle nuevamente las gracias, dijo: -Me alegro mucho de que haya vuelto. He oído hablar mucho de usted.
Isabel thought her a very attractive person, but nevertheless spoke with a certain abruptness in reply to this speech. "From whom have you heard about me?" Isabel pensó que era una persona muy simpática, pero, a pesar de ello, no pudo por menos de preguntar con cierta brusquedad en respuesta a las palabras de la otra: -¿Quién le ha hablado a us ted de mí?
The stranger hesitated a single moment and then, "From your uncle," she answered. "I′ve been here three days, and the first day he let me come and pay him a visit in his room. Then he talked constantly of you." -Su tío -dijo la extraña mujer tras dudar un instante-. Llevo aquí tres días, y el primero me hizo ir a verle a su habitación y me estuvo hablando de usted todo el tiempo.
"As you didn′t know me that must rather have bored you." -Teniendo en cuenta que no me conocía, debió de aburrirse mucho.
"It made me want to know you. All the more that since then --your aunt being so much with Mr. Touchett --I′ve been quite alone and have got rather tired of my own society. I′ve not chosen a good moment for my visit." -No. Me entraron ganas de conocerla. Sobre todo porque desde entonces..., como la señora Touchett está tanto con su marido..., me he pasado sola casi todo el tiempo y ya estoy cansada de mi propia compañía. Verdaderamente no he escogido un buen momento para mi visita.
A servant had come in with lamps and was presently followed by another bearing the tea-tray. On the appearance of this repast Mrs. Touchett had apparently been notified, for she now arrived and addressed herself to the tea-pot. Her greeting to her niece did not differ materially from her manner of raising the lid of this receptacle in order to glance at the contents: in neither act was it becoming to make a show of avidity. Questioned about her husband she was unable to say he was better; but the local doctor was with him, and much light was expected from this gentleman′s consultation with Sir Matthew Hope. En aquel instante entró un criado con unos candelabros, seguido por otro portador del servicio de té. La señora Touchett debió de haber sido avisada de aquel refrigerio, porque al instante hizo acto de presencia y s e dirigió sin más a la tetera. Su manera de dar la bienvenida a su sobrina no se diferenció absolutamente en nada de su manera de levantar la tapadera del recipiente para ver cómo estaba el contenido; en ninguno de los dos actos apareció la menor señal de ansiedad. Al preguntársele por su marido, no pudo decir que le encontraba mejor, pero el médico de la localidad estaba ahora con él y podía esperarse mucho de la consulta que luego tendría lugar entre él y el doctor sir Matthew Hope.
"I suppose you two ladies have made acquaintance," she pursued. "If you haven′t I recommend you to do so; for so long as we continue --Ralph and I --to cluster about Mr. Touchett′s bed you′re not likely to have much society but each other." -Supongo que ya habrán entablado conocimiento -prosiguió la señora Touchett-. Si aún no lo han hecho, les recomiendo que lo hagan, pues mientras Ralph y yo tengamos que seguir junto a la cabecera del señor Touchett, deberán conformarse exclusivamente con su mutua compañía.
"I know nothing about you but that you′re a great musician," Isabel said to the visitor. - Lo único que hasta ahora sé de usted es que es una gran pianista -dijo Isabel a la visitante.
"There′s a good deal more than that to know," Mrs. Touchett affirmed in her little dry tone. -Pues hay muchas otras cosas que saber de ella -apostilló la señora Touchett en su acostumbrado tono seco.
"A very little of it, I am sure, will content Miss Archer!" the lady exclaimed with a light laugh. "I′m an old friend of your aunt′s. I′ve lived much in Florence. I′m Madame Merle." She made this last announcem ent as if she were referring to a person of tolerably distinct identity. For Isabel, however, it represented little; she could only continue to feel that Madame Merle had as charming a manner as any she had ever encountered. -De todo ello habrá muy poco que pueda interesar a la señorita Archer -comentó la pianista riendo suavemente-. Soy una antigua amiga de su tía y he vivido mucho tiempo en Florencia. Soy madame Merle. Dio a conocer su nombre como si estuviera hablando de una persona distante y completamente distinta de ella. Todo lo cual era, en realidad, bien poca cosa para Isabel. Lo único que de madame Merle la impresionaba era que tenía los modales más encantadores y distinguidos que hasta entonces había visto.
"She′s not a foreigner in spite of her name," said Mrs. Touchett. "She was born --I always forget where you were born." -A pesar de su nombre -dijo la señora Touchett-, no es extranjera, pues nació... , siempre olvido su lugar de nacimiento.
"It′s hardly worth while then I should tell you." -Entonces casi no vale la pena que se lo diga.
"On the contrary," said Mrs. Touchett, who rarely missed a logical point; "if I remembered your telling me would be quite superfluous." -Todo lo contrario -replicó la señora Touchett, que jamás dejaba pasar por alto la menor falta de lógica-. Si me acordara, sería completamente innecesario que usted me lo dijera.
Madame Merle glanced at Isabel with a sort of world-wide smile, a thing that over-reached frontiers. "I was born under the shadow of the national banner." Madame Merle sonrió a Isabel con una de esas son risas de índole mundial que de inmediato atraviesan toda suerte de fronteras, y dijo: -Nací a la sombra de nuestra bandera nacional. 
"She′s too fond of mystery," said Mrs. Touchett; "that′s her great fault." La señora Touchett interrumpió para decir: -Le entusiasma todo lo misterioso; ése es su gran defecto.
"Ah," exclaimed Madame Merle, "I′ve great faul ts, but I don′t think that′s one of them; it certainly isn′t the greatest. I came into the world in the Brooklyn navy-yard. My father was a high officer in the United States Navy, and had a post --a post of responsibility --in that establishment at the time. I suppose I ought to love the sea, but I hate it. That′s why I don′t return to America. I love the land; the great thing is to love something." -Desde luego, tengo muchos defectos -admitió madame Merle-, pero no creo que ése sea uno de ellos. Por lo menos, no el mayor de todos. Vine al mundo en el arsenal de Brooklyn. Mi padre e ra un oficial de alta graduación de la Marina de Estados Unidos y en aquel entonces desempeñaba un cargo de gran responsabilidad en el astillero. Así pues, lo natural sería que me gustara mucho el mar, pero en cambio lo detesto, y ésa es la razón por la que no he vuelto a América. Amo la tierra, y lo verdaderamente grande es amar algo.
Isabel, as a dispassionate witness, had not been struck with the force of Mrs. Touchett′s characterisation of her visitor, who had an expressive, communicative, responsive face, by no means of the sort which, to Isabel′s mind, suggested a secretive disposition. It was a face that told of an amplitude of nature and of quick and free motions and, though it had no regular beauty, was in the highest degree engaging and attaching. Madame Merle was a tall, fair, smooth woman; everything in her person was round and replete, though without those accumulations which suggest heaviness. Her features were thick but in perfect proportion and harmony, and her complexion had a healthy clearness. Her grey eyes were small but full of light and incapable of stupidity --incapable, according to some people, even of tears; she had a liberal, full-rimmed mouth which when she smiled drew itself upward to the left side in a manner that most people thought very odd, some very affected and a few very graceful. Isabel inclined to range herself in the last category. Madame Merle had thick, fair hair, arranged somehow "classically" and as if she were a Bust, Isabel judged --a Juno or a Niobe; and large white hands, of a perfect shape, a shape so perfect that their possessor, preferring to leave them unadorned, wore no jewelled rings. Isabel had taken her at first, as we have seen, for a Frenchwoman; but extended observation might have ranked her as a German --a German of high degree, perhaps an Austrian, a baroness, a coun tess, a princess. It would never have been supposed she had come into the world in Brooklyn --though one could doubtless not have carried through any argument that the air of distinction marking her in so eminent a degree was inconsistent with such a birth. It was true that the national banner had floated immediately over her cradle, and the breezy freedom of the stars and stripes might have shed an influence upon the attitude she there took towards life. And yet she had evidently nothing of the fluttered, flapping quality of a morsel of bunting in the wind; her manner expressed the repose and confidence which come from a large experience. Experience, however, had not quenched her youth; it had simply made her sympathetic and supple. She was in a word a woman of strong impulses kept in admirable order. This commended itself to Isabel as an ideal combination. En su calidad de testigo desapasionado, Isabel no se había sentido impresionada por la breve descripción que su tía acababa de hacer de la nueva visitante, quien tenía un rostro expresivo, abierto a la comunicación, simpático y completamente distinto de lo que a Isabel se le antojaba debían ser los de personas reservadas y en exceso recónditas. Era un rostro que denotaba gran amplitud de espíritu, emociones prontas y espontáneas y, aunque no poseía una belleza regular, era en grado sumo atrayente y acogedor. Madame Merle era una mujer alta, rubia y bien proporcionada. En ella todo era curvo y lleno, aunque sin esas acumulaciones que denotan la pesadez. Sus rasgos eran marcados, pero en debida proporción y armonía, y su semblante denotaba buena salud. Tenía los ojos grises, pequeños, pero llenos de luz e incapaces de toda tontería..., incluso, al decir de muchos, incapaces de verter lágrimas; grande y bien dibujada era su boca, cuya comisura izquierda se elevaba un poco al sonreír de un modo que la mayoría de la gente consideraba exótico, algunos afectado, y sólo unos cuantos gracioso. Isabel entró a formar parte del grupo de los últimos. Madame Merle tenía una cabellera espesa, rubia, peinada un poco a la manera clásica, como si quisiera representar un busto que a Isabel se le antojaba pudiera ser el de Juno o el de una Nio be; unas manos grandes y blancas de corte y forma perfectos, tan perfectos que su dueña prefería dejarlas completamente desnudas, por lo que no llevaba ningún anillo. Como ya vimos, Isabel la tomó al pronto por francesa, pero una observación más detenida podía haberla clasificado como alemana, de clase alta, tal vez austríaca, baronesa, condesa, incluso princesa. Nunca se habría sospechado que había venido al mundo en Brooklyn... aunque en verdad nadie podía sostener que el aire de suprema distinción que su persona irradiaba fuera incompatible con el hecho de haber nacido en el lugar mencionado. Bien es cierto que sobre su cuna había flotado la bandera nacional y que la brisa de libertad que agitaba el pedazo de tela tachonado de estrellas y surcado de barras horizontales acaso tuvo una influencia decisiva en la actitud que ella tomó frente a la vida. Y, sin e mbargo, no tenía absolutamente nada del gallardete agitado y sacudido por el viento, sino que, por el contrario, sus modales, ademanes y movimientos denotaban la calma y la confianza que se adquieren en una larga experiencia. La experiencia, empero, no había apagado su juventud, sólo le había otorgado tolerancia y simpatía. En resumidas cuentas, puede decirse que era una mujer de grandes impulsos, mantenidos en un orden admirable. Lo que a los ojos de Isabel aparecía como una combinación ideal.
The girl made these reflexions while the th ree ladies sat at their tea, but that ceremony was interrupted before long by the arrival of the great doctor from London, who had been immediately ushered into the drawing-room. Mrs. Touchett took him off to the library for a private talk; and then Madame Merle and Isabel parted, to meet again at dinner. The idea of seeing more of this interesting woman did much to mitigate Isabel′s sense of the sadness now settling on Gardencourt. La muchacha se hacía todas estas reflexiones mientras las tres damas tomaban el té, ceremonia que no tardó en quedar interrumpida por la llegada del gran doctor de Londres, a quien inmediatamente se hizo pasar al salón. La señora Touchett se lo llevó a la biblioteca para hablar allí a solas con él, y madame Merle e Isabel se separar on para volver a reunirse a la hora de la cena. La idea de ir conociendo a mujer tan interesante contribuyó a mitigar un tanto en Isabel aquel sentimiento de tristeza que parecía difundido por toda la enorme mansión de Gardencourt.
When she came into the drawing-room before dinner she found the place empty; but in the course of a moment Ralph arrived. His anxiety about his father had been lightened; Sir Matthew Hope′s view of his condition was less depressed than his own had been. The doctor recommended that the nurse alone should remain with the old man for the next three or four hours; so that Ralph, his mother and the great physician himself were free to dine at table. Mrs. Touchett and Sir Matthew appeared; Madame Merle was the last. Cuando volvió al salón antes de la cena, lo encontró vacío, pero al cabo de un instante llegó Ralph. Su angustia por el estado de su padre parecía haberse calmado un tanto, pues la opinión del doctor Hope acerca del paciente era menos pesimista de la que el hijo abrigaba. El doctor recomendó que durante las tres o cuatro horas siguientes solo se quedase la enfermera acompañando al paciente; de modo que Ralph, su madre y el doctor pudieron acudir a la mesa para comer. A su debido tiempo aparecieron la señora Touchett y el doctor y, por último, madame Merle.
Before she came Isabel spoke of her to Ralph, who was standing before the fireplace. "Pray who is this Madame Merle?" Antes de que llegar a, Isabel, acercándose a Ralph, que estaba de pie junto a la chimenea, le preguntó: -Por favor, dime, ¿quién es esa señora Merle?
"The cleverest woman I know, not excepting yourself," said Ralph. -La mujer más inteligente que he conocido en mi vida, sin excluirte a ti -contestó Ralph.
"I thought she seemed very pleasant." -Me ha parecido verdaderamente agradable.
"I was sure you′d think her very pleasant." -Estaba seguro de que habría de parecértelo.
"Is that why you invited her?" ¿La invitaste por eso?
"I didn′t invite her, and when we came back from London I didn′t know she was here. No one invited her. She′s a friend of my mother′s, and just after you and I went to town my mother got a note from her. She had arrived in England (she usually lives abroad, though she has first and last spent a good deal of time here), and asked leave to come down for a few days. She′s a woman who can make such proposals with perfect confidence; she′s so welcome wherever she goes. And with my mother there could be no question of hesitating; she′s the one person in the world whom my mother very much admires. If she were not herself (which she after all much prefers), she would like to be Madame Merle. It would indeed be a great change." -No la invité yo y, a nuestro regreso de Londres, no sabía siquiera que estuviese aquí. No la ha invitado nadie. Es una amiga de mi madre; y cuando tú y yo acabábamos de irnos a Londres, mi madre recibió unas líneas de ella. Había llegado a Inglaterra (actualmente vive en el extranjero, aunque antes solía vivir la mayor parte del tiempo aquí). En ellas le pedía su consentimiento para venir a pasar unos días a casa. Es una mujer que puede permitirse tales confianzas, pues siempre es admirablemente recibida dondequiera que va. Con mi madre no tenía por qué andarse con cumplidos, porque es precisamente la única persona del mundo a quien mi madre admira. Si mi madre no fuera quien es, (que, después de todo, es lo que prefiere) le gustaría ser madame Merle. Eso supondría, naturalmente, un cambio enorme, como puedes figurarte.
"Well, she′s very charming," said Isabel. "And she plays beautifully." -Es un encanto -dijo Isabel-. Además, toca admirablemente.
"She does everything beautifully. She′s complete." -Lo hace todo admirablemente. Es una mujer completa.
Isabel looked at her cousin a moment. "You don′t like her." Isabel miró a su primo y dijo: -A ti no te gusta.
"On the contrary, I was once in love with her." -Al contrario, hubo un tiempo en que estuve enamorado de ella.
"And she didn′t care for you, and that′s why you don′t like her." -Y no te hizo caso y por eso no te gusta. ine
"How can we have discussed such things? Monsieur Merle was then living." -¿Cómo se iba a plantear tal cosa si monsieur Merle vivía entonces?
"Is he dead now?" ¿Murió?         
"So she says." Eso dice ella.
"Don′t you believe her?" ¿No lo crees?
"Yes, because the statement agrees with the probabilities. The husband of Madame Merle would be likely to pass away." -Sí, porque la declaración concuerda con todas las probabilidades. El marido de madame Merle era lógico que muriera.
Isabel gazed at her cousin again. "I don′t know what you mean. You mean something --that you don′t mean. What was Monsieur Merle?" Isabel miró a su primo nuevamente y dijo: -No sé lo que quieres decir. Quieres decir algo... que no piensas. ¿Quién era el señor Merle?
"The husband of Madame." El marido de madame.
"You′re very odious. Has she any children?" Eres insoportable. ¿Tuvieron hijos?
"Not the least little child --fortunately." -Ni la más mínima criatura... por fortuna.
"Fortunately?" ¿Por fortuna?
"I mean fortunately for the child. She′d be sure to spoil it." -Digo por fort una... para el hijo. Seguramente ella lo habría echado a perder.
Isabel was apparently on the point of assuring her cousin for the third time that he was odious; but the discussion was interrupted by the arrival of the lady who was the topic of it. She came rustling in quickly, apologising for being late, fastening a bracelet, dressed in dark blue satin, which exposed a white bosom that was ineffectually covered by a curious silver necklace. Ralph offered her his arm with the exagge rated alertness of a man who was no longer a lover. Isabel estaba a punto de decirle por tercera vez que era insoportable, cuando la discusión fue interrumpida por la entrada de la dama de quien estaban hablando. Llegó ésta apresuradamente, pidiendo disculpas por su tardanza, cerrándose una pulsera y vestida con un traje de satén azul oscuro que dejaba ver un blanco busto apenas cubierto por un curioso collar de plata cincelada. Ralph se apresuró a ofrecerle el brazo con la cortés premura del hombre que ha dejado de estar enamorado.
Even if this had still been his condition, however, Ralph had other things to think about. The great doctor spent the night at Gardencourt and, returning to London on the morrow, after another consultation with Mr. Touchett′s own medical adviser, concurred in Ralph′s desire that he should see the patient again on the day following. On the day following Sir Matthew Hope reappeared at Gardencourt, and now took a less encouraging view of the old man, who had grown worse in the twenty-four hours. His feebleness was extreme, and to his son, who constantly sat by his bedside, it often seemed that his end must be at hand. The local doctor, a very sagacious man, in whom Ralph had secretly more confidence than in his distinguished colleague, was constantly in attendance, and Sir Matthew Hope came back several times. Mr. Touchett was much of the time unconscious; he slept a great deal; he rarely spoke. Isabel had a great desire to be useful to him and was allowed to watch with him at hours when his other attendants (of whom Mrs. Touchett was not the least regular) went to take rest. He never seemed to know her, and she always said to herself, "Suppose he should die while I′m sitting here"; an idea which excited her and kept her awake. Once he opened his eyes for a while and fixed them upon her intelligently, but when she went to him, hoping he would recognise her, he closed them and relapsed into stupor. The day after this, however, he revived for a longer time; but on this occasion Ralph only was with him. The old man began to talk, much to his son′s satisfaction, who assured him that they should presently have him sitting up. Sin embargo, aun cuando hubiese sido aquélla su condición, Ralph tenía en aquel momento otras preocupaciones. El doctor pasó la noche en Gardencourt y, al volver a Londres por la mañana después de otra consulta con el médico de cabecera del señor Touchett, accedió al deseo de Ralph de volver a verle al día siguiente. Así pues, al siguiente día se presentó de nuevo el doctor y su opinión fue entonces menos favorable que la primera vez, pues el enfermo había empeorado en las últimas veinticuatro horas. Su debilidad era tan extrema que a su hijo, que no se apartaba de la cabecera de la cama, le parecía que el final estaba próximo. El médico local, hombre sumamente sagaz en quien Ralph tenía más confianza que en el célebre doctor de la capital, apenas se separaba del enfermo, y el doctor sir Matthew Hope volvió a visitarle varias veces. El señor Touchett se pasaba la mayor parte del tiempo sin sentido, durmiendo mucho y hablando muy rara vez. Isabel ardía en deseos de serle útil en algo, y le permitían acompañarle durante las horas en que sus otros enfermeros (entre los cuales la señora Touchett no era la menos asidua) se iban a descansar. El enfermo parecía no reconocerla nunca y ella se decía a sí misma: «Si se muriese mientras yo estoy sentada aquí ...». Esta idea la tenía siempre espabilada y despierta. Una vez abrió él los ojos y los fijó en ella como si la reconociese, pero cuando Isabel fue a acercársela, creyendo que la reconocería, los cerró y cayó de nuevo en el sopor. Al día siguiente pareció revivir durante un largo rato. Se hallaba en tal momento solo con Ralph, y el anciano comenzó a hablar, con gran satisfacción por parte del hijo, que le aseguraba que no tardarían en verle otra vez sentado.
"No, my boy," said Mr. Touchett, "not unless you bury me in a sitting posture, as some of the ancients --was it the ancients? --used to do." -No, hijo mío -dijo el señor Touchett-, a menos que me hagas enterrar sentado, como hacían algunos antiguos... ¿eran los antiguos?
"Ah, daddy, don′t talk about that," Ra lph murmured. "You mustn′t deny that you′re getting better." -Vamos, papá; no digas esas cosas -murmuró Ralph-. No vas a negar que estás mejor.
"There will be no need of my denying it if you don′t say it," the old man answered. "Why should we prevaricate just at the last? We never prevaricated before. I′ve got to die some time, and it′s better to die when one′s sick than when one′s well. I′m very sick --as sick as I shall ever be. I hope you don′t want to prove that I shall ever be worse than this? That would be too bad. You don′t? Well then." -No tendría por qué negarlo si tú no lo dijeras -contestó el anciano-. ¿Por qué hemos de engañarnos precisamente al final? Antes no nos engañábamos. Alguna vez me he de morir, y más vale morirse cuando uno está enfermo que cuando se está bueno. Estoy muy enfermo... como nunca estuve. ¿No vas a querer demostrarme que aún puedo verme peor que ahora? Eso estaría demasiado mal. No lo harás, ¿eh? Bien, entonces.
Having made this excellent point he became quiet; but the next time that Ralph was with him he again addressed himself to conversation. The nurse had gone to her supper and Ralph was alone in charge, having just relieved Mrs. Touchett, who had been on guard since dinner. The room was lighted only by the flickering fire, which of late had become necessary, and Ralph′s tall shadow was projected over wall and ceiling with an outline constantly var ying but always grotesque. Y después de haber establecido su opinión se quedó tranquilo. Pero en la siguiente ocasión que el hijo se quedó solo con él entabló de nuevo la conversac ión. La enfermera se había marchado a cenar y Ralph hacía solo su turno, reemplazando a la señora Touchett, que había permanecido a la cabecera del enfermo desde la hora de la comida. La habitación estaba solamente iluminada por el chisporroteante fuego de la chimenea, que era indispensable mantener, y la sombra de Ralph se proyectaba muy alargada, ya sobre la pared, ya contra el techo, siempre variante y siempre igualmente grotesca.
"Who′s that with me --is it my son?" the old man asked. El anciano preguntó: -¿Quién está conmigo... es mi hijo?
"Yes, it′s your son, daddy." -Sí, es tu hijo, papá.
"And is there no one else?" ¿No hay nadie más?
"No one else." Nadie más.
Mr. Touchett said nothing for a while; and then, "I want to talk a little," he went on. El viejo señor Touchett permaneció un momento en silencio. Luego dijo: -Quiero que hablemos un poco.
"Won′t it tire you?" Ralph demurred. Ralph quiso oponers e diciendo: -Te vas a cansar, papá.
"It won′t matter if it does. I shall have a long rest. I want to talk about YOU." -No importa si me canso. Por fin voy a tener un largo descanso. Quiero hablarte de ti.
Ralph had drawn nearer to the bed; he sat leaning forward with his hand on his father′s. "You had better select a brighter topic." Ralph se había aproximado más al lecho y, sentándose, adelantó la mano para tomar la de su padre. -Podrías haber escogido otro tema más brillante -dijo.
"You were always bright; I used to be proud of your brightness. I should like so much to think you′d do something." -Tú has sido siempre brillante. Recuerdo que me enorgullecía de tu brillantez. Me gustaría pensar que vas a hacer algo.
"If you leave us," said Ralph, "I shall do nothing but miss you." -Si nos dejas, lo único que podré hacer es echarte de menos -contestó su hijo.
"That′s just what I don′t want; it′s what I want to talk about. You must get a new interest." -Precisamente eso es lo que yo no quiero, y de eso deseo hablar. Debes tomarte nuevo interés por algo.
"I don′t want a new interest, daddy. I have more old ones than I know what to do with." -No quiero interesarme por nada, papá. Tengo demasiados viejos intereses y no sé qué hacer con ellos.
The old man lay there looking at his son; his face was the face of the dying, but his eyes were the eyes of Daniel Touchett. He seemed to be reckoning over Ralph′s interests. "Of course you have your mother," he said at last. "You′ll take care of her." El anciano clavó la mirada en el hijo; su rostro era el de un moribundo, pero los ojos eran los de Daniel Touchett. Parecía que estaba reflexionando sobre los intereses de Ralph. Al final dijo: -Por lo pronto tienes a tu madre. Tendrás que cuidar de ella.
"My mother will always take care of herself," Ralph returned. -Ella se las arreglará siempre sola.
"Well," said his father, "perhaps as she grows older she′ll need a little help." El anciano contestó: -Tal vez, a medida que se vaya haciendo más vieja, tendrá necesidad de ayuda.
"I shall not see that. She′ll outlive me." -Yo no llegaré a verlo. Seguramente ella vivirá más que yo.
"Very likely she will; but that′s no reason --!" Mr. Touchett let his phrase die away in a helpless but not quite querulous sigh and remained silent again. -Es muy posible que así sea, pero eso no es una razón... -El señor Touchett exhaló esta frase junto con un tenue suspiro y volvió a quedarse callado.
"Don′t trouble yours elf about us," said his son. "My mother and I get on very well together, you know." -No te preocupes por nosotros -dijo Ralph-. Ya sabes que mi madre y yo nos llev amos perfectamente.
"You get on by always being apart; that′s not natural." -Sí, a fuerza de no estar juntos, y eso no es lo natural.
"If you leave us we shall probably see more of each other." -Si nos dejas, tal vez nos veremos más.
"Well," the old man observed with wandering irrelevance, "it can′t be said that my death will make much difference in your mother′s life." El viejo observó con divagante incoherencia: -La verdad, no cabe decir que mi muerte haya de cambiar gran cosa la vida de tu madre.
"It will probably make more than you think." -Tal vez más de lo que tú piensas.
"Well, she′ll have more money," said Mr. Touchett. "I′ve left her a good wife′s portion, just as if she had been a good wife." -Tendrá, por lo pronto, más dinero -comentó el anciano-. Le he dejado una buena viudedad, como si hubiera sido una buena esposa.
"She has been one, daddy, according to her own theory. She has never troubled you." -Y lo ha sido, papá... con arreglo a sus ideas. Nunca te molestó.
"Ah, some troubles are pleasant," Mr. Touchett murmured. "Those you′ve given me for instance. But your mother has been less --less --what shall I call it? less out of the way since I′ve been ill. I presume she kn ows I′ve noticed it." El señor Touchett murmuró: -¡Ah! Algunas molestias resultan agradables; por ejemplo, las que tú me has proporcionado. Pero las de tu madre han sido menos... menos... ¿c_43ómo las llamaré?... menos fuera de lugar desde que estoy tan enfermo. Me imagino que ella sabe que me he dado cuenta.
"I shall certainly tell her so; I′m so glad you mention it." -Yo se lo diré; y me alegro con toda el alma de que lo comentes.
"It won′t make any difference to her; she doesn′t do it to please me. She does it to please --to please --" And he lay a while trying to think why she did it. "She does it because it suits her. But that′s not what I want to talk about," he added. "It′s about YOU. You′ll be very well off." -Eso la tendrá sin cuidado, porque no lo hace por serme útil. Lo hace por agradar... por agradar... -Y se recostó un rato tratando de pensar en por qué lo hacía ella. Al fin, añadió-: Lo hace porque le va bien. Pero no era de eso de lo que quería hablar. Es de ti mismo. Tú quedarás en una situación muy acomodada.
"Yes," said Ralph, "I know that. But I hope you′ve not forgotten the talk we had a year ago --when I told you exactly what money I should need and begged you to make some good use of the rest." -Ya lo sé; pero supongo que no te habrás olvidado de lo que hablamos hace un año cuando te dije exactamente el dinero que precisaba, y te pedí que hicieras algo de provecho con el resto.
"Yes, yes, I remember. I made a new will --in a few days. I suppose it was the first time such a thing had happened --a young man trying to get a will made against him." -Sí, es cierto, me acuerdo. A los pocos días hice otro testamento. Me pareció que era la primera vez que ocurría eso, que un joven procurase que se hiciera un testamento que le perjudicara.     
"It is not against me," said Ralph. "It would be against me to have a large property to tak e care of. It′s impossible for a man in my state of health to spend much money, and enough is as good as a feast." -No me perjudica -replicó Ralph-. Lo que me perjudicaría sería tener grandes propiedades que administrar. A un hombre de mi precario estado de salud le es imposible gastar mucho dinero, y con lo necesario basta y sobra.
"Well, you′ll have enough --and something over. There will be more than enough for one --there will be enough for two." -Bien, pues tendrás lo suficiente... y algo añadido. Quiero decir que habrá más que suficiente para uno... y bastante para dos.
"That′s too much," said Ralph. Es demasiado -dijo Ralph.
"Ah, don′t say that. The best thing you can do, when I′m gone, will be to marry." -No digas eso. Lo mejor que puedes hacer, una vez que yo me haya ido, es casarte.
Ralph had foreseen what his father was coming to, and this suggestion was by no means fresh. It had long been Mr. Touchett′s most ingenious way of taking the cheerful view of his son′s possible duration. Ralph had usually treated it facetiously; but present circumstances proscribed the facetious. He simply fell back in his chair and returned his father′s appealing gaze. Ralph había barruntado adonde quería llegar su padre, de modo que tal insinuación no le resultó del todo nueva. Era para su padre la más ingeniosa manera de mantener una visión optimista sobre la duración de su hijo. Ralph la había tomado siempre a broma, pero en aquellas circunstancias no era cuestión de seguir bromeando. Se apoyó, pues, en el respaldo de su silla y devolvió con su afectuosa mirada la angustiosa de su padre.
"If I, with a wife who hasn′t been very fond of me, have had a very happy life," said the old man, carrying his ingenuity fu rther still, "what a life mightn′t you have if you should marry a person different from Mrs. Touchett. There are more different from her than there are like her." Ralph still said nothing; and after a pause his father resumed softly: "What do you think of your cousin?" -Si yo, con una esposa que no me ha querido, he podido tener una vida dichosa -dijo suavemente el anciano, llevando aún más allá su inventiva-, ¿qué vida no podrás tener tú casándote con una persona distinta de la señora Touchett? Hay muchas más mujeres distintas de ella que parecidas a ella. -Ralph continuó sin decir palabra, y, al cabo de un instante, el padre resumió cariñosamente-: ¿Qué piensas de tu prima para eso?
At this Ralph started, meeting the question with a strained smile. "Do I understand you to propose that I should marry Isabel?" Ralph se sobresaltó al oír tal pregunta, y contestó con una sonrisa forzada: -¿Me quieres con eso insinuar que debería casarme con Isabel?
"Well, that′s what it comes to in the end. Don′t you like Isabel?" -A ello quería ir a parar después de todo. ¿Es que no te gusta Isabel?
"Yes, very much." And Ralph got up from his chair and wandered over to the fire. He stood before it an instant and then he stooped and stirred it mechanically. "I like Isabel very much," he repeated. -Muchísimo. -Ralph se levantó de la silla donde estaba sentado y se acercó a la chimenea. Estuvo un instante inmóvil ante ella y luego se puso a atizar el fuego mecánicamente. Por fin repitió-: Isabel me gusta muchísimo.
"Well," said his father, "I know she likes you. She has told me how much she likes you." Su padre dijo entonces: -Yo sé que también tú le gustas a ella. Ella me ha dicho que te quiere mucho.
"Did she remark that she would like to marry me?" -¿Pero te especificó alguna vez que le gustaría casarse conmigo?
"No, but she can′t have anything against you. And she′s the most charming young lady I′ve ever seen. And she would be good to you. I have thought a great deal about it." -No, pero no puede tener nada contra ti, y no he visto en mi vida mujer tan deliciosa como ella. Seguramente sería muy buena para ti. No sabes cuánto llevo pensado en ello.
"So have I," said Ralph, coming back to the bedside again. "I don′t mind telling you that." Ralph volvió nuevamente al lado de la cama y contestó: -También yo; no tengo inconveniente en confesarlo.
"You ARE in love with her then? I should think you would be. It′s as if she came over on purpose." -Di. ¿Estás enamorado de ella? He creído que lo estabas. Parece como si hubiera llegado a propósito.
"No, I′m not in love with her; but I should be if --if certain things were different." -Enamorado de ella, no, no lo estoy; pero lo estaría si algunas cosas fuesen distintas de lo que son.
"Ah, things are always different from what they might be," said the old man. "If you wait for them to change you′ll never do anything. I don′t know whether you know," he went on; "but I suppose there′s no harm in my alluding to it at such an hour as this: there was some one wanted to marry Isabel the other day, and she wouldn′t have him." -¡Ah! Por desgracia, las′ cosas son siempre distintas de lo que deben ser -exclamó el anciano-. Si piensas esperar a que cambien, no harás nunca nada. Ignoro si tú lo sabes, pero me imagino que en un momento así no hago mal en mencionarlo: hace unos días, una persona ha propuesto a Isabel casarse con ella y ha sido recha zado.
"I know she refused Warburton: he told me himself." r -Ya sé que ha rechazado a Warburton. El mismo me lo dijo.
"Well, that proves there′s a chance for somebody else." -Pues eso prueba, por lo pronto, que hay probabilidades para algún otro.
"Somebody else took his chance the other day in London --and got nothing by it." -También hubo otro en Londres hace tres días que corrió el mismo riesgo... con idéntico resultado.
"Was it you?" Mr. Touchett eagerly asked. El anciano señor Touchett preguntó ansiosamente: -¿Tú?
"No, it was an older friend; a poor gentleman who came over from America to see about it." -No; fue un antiguo amigo de ella. Un pobre hombre que cruzó el mar y vino de América para volverse de vacío.
"Well, I′m sorry for him, whoever he was. But it only proves what I say --that the way′s open to you." -Pues lo siento por él, sea quien fuere. Todo eso no prueba más que una cosa: que tienes expedito el camino.
"If it is, dear father, it′s all the greater pity that I′m unable to tread it. I haven′t many convictions; but I have three or four that I hold strongly. One is that people, on the whole, had better not marry their cousins. Another is that people in an advanced stage of pulmonary disorder had better not marry at all." -Pero, querido papá, la cuestión es que yo no estoy en condiciones de poder andarlo. Soy hombre de pocas convicciones, pero las que t engo están bien arraigadas en mi alma. Una de ellas es que lo mejor de todo es no casarse con parientes, especialmente entre primos. Otra, que los individuos que padecen de una afección pulmonar en estado avanzado no deben casarse en absoluto.
The old man raised his weak hand and moved it to and fro before his face. "What do you me an by that? You look at things in a way that would make everything wrong. What sort of a [sic}"> cousin is a cousin that you had never seen for more than twenty years of her life? We′re all each other′s cousins, and if we stopped at that the human race would die out. It′s just the same with your bad lung. You′re a great deal better than you used to be. All you want is to lead a natural life. It is a great deal more natural to marry a pretty young lady that you′re in love with than it is to remain single on false principles." El viejo señor Touchett levantó la mano, la movió dos o tres veces de un lado para otro y dijo: -¿Qué clase de preocupaciones son ésas? Miras las cosas de una manera que todo tiene que salirte al revés. ¿Qué clase de prima es una a la que no has visto hasta después de que haya cumplido los veinte años? A decir verdad, todos somos primos entre nosotros y, si nos parásemos en escrúpulos como ése, hace tiempo que la humanidad habría desaparecido. Lo mismo digo de tu dichosa afección pulmonar. Ahora estás mucho mejor que antes. Lo único que necesita s, pues, es llevar una vida normal, natural. Es mucho más natural casarse con una hermosa muchacha a la que se ama que permanecer soltero por atenerse a falsos principios.
"I′m not in love with Isabel," said Ralph. -Pero yo no estoy enamorado de Isabel -protestó Ralph.
"You said just now that you would be if you didn′t think it wrong. I want to prove to you that it isn′t wrong." -Hace un momento has dicho que lo estarías si no creyeses que eso estaba mal. Y voy a probarte que no está mal en absoluto.
"It will only tire you, dear daddy," said Ralph, who marvelled at his father′s tenacity and at his finding strength to insist. "Then where shall we all be?" -Pero papá, no vas a conseguir más que fatigarte -dijo Ralph, que estaba admirado de la tenacidad de su padre y de cómo lograba sacar fuerzas de flaquezas para insistir-. ¿A dónde iremos a parar, entonces?
"Wher e shall you be if I don′t provide for you? You won′t have anything to do with the bank, and you won′t have me to take care of. You say you′ve so many interests; but I can′t make them out." -¿A dónde irías a parar tú si yo no hubiese ya dispuesto lo necesario? No quieres tener nada que ver con el banco y no me tendrás a mí para ocuparme de esas cosas. Dices que tienes muchos i ntereses, pero yo no los veo.
Ralph leaned back in his chair with folded arms; his eyes were fixed for some time in meditation. At last, with the air of a man fairly mustering courage, "I take a great interest in my cousin," he said, "but not the sort of interest you desire. I shall not live many years; but I hope I shall live long enough to see what she does with herself. She′s entirely independent of me; I can exercise very little influence upon her life. But I should like to do something for her." Ralph se apoyó en el respaldo de su silla con los brazos cruzados y durante un momento fijó los ojos en el suelo, meditando. Por fin, con actitud de quien se reviste de coraje, dijo: -Yo siento un enorme interés por mi prima, pero no un interés de la clase que tú deseas. Seguramente no viviré muchos años, pero tengo la esperanza de vivir lo bastante para ver qué va a hacer ella consigo misma. Isabel es por completo independiente de mí, no puedo ejercer sino escasísima influencia en su vida; pero me agradaría poder hacer algo por ella.
"What should you like to do?" -¿Qué es lo que te gustaría hacer?
"I should like to put a little wind in her sails." -Algo como... darles un poco de viento a sus velas.
"What do you mean by that?" -¿Qué quieres decir con eso?
"I should like to put it into her power to do some of the things she wants. She wants to see the world for instance. I should like to put money in her purse." -Que me gustarí 92a facilitarle los medios para que hiciese algunas de las cosas que anhela. Por ejemplo, ella quiere ver el mundo, y me gustaría meterle en los bolsillos el dinero necesario para ello.
"Ah, I′m glad you′ve thought of that," said the old man. "But I′ve thought of it too. I′ve left her a legacy --five thousand pounds." El anciano dijo: -Me alegro de que hayas pensado en eso. Por lo pronto, yo también había pensado. En mí testamento le dejo un legado de cinco mil libras.
"That′s capital; it′s very kind of you. But I should like to do a little more." -Eso es lo principal, y has sido muy generoso al hacerlo; pero yo quería hacer algo más aún.
Something of that veiled acuteness with which it had been on Daniel Touchett′s part the habit of a lifetime to listen to a financial proposition still lingered in the face in which the invalid had not obliterated the man of business. "I shall be happy to consider it," he said softly. Algo de aquella velada agudeza con que el anciano había acostumbrado durante toda la vida a escuchar una propuesta financiera remoloneaba todavía en su semblante, en el que el enfermo no había borrado al hombre de negocios. Calló, pues, un instante y luego dijo: -Será para mí un placer examinar detenidamente el asunto.
"Isabel′s poor then. My mother tells me that she has but a few hundred dollars a year. I should like to make her rich." -Isabel es pobre. Mi madre me ha dicho que sólo dispone de unos cuantos cientos de dólares al año y yo quisiera hacerla rica.
"What do you mean by rich?" -¿Qué entiendes tú por ser rico?
"I call people rich when they′re able to m eet the requirements of their imagination. Isabel has a great deal of imagination." -A mí me parece que es rico el que cuenta con los medios para satisfacer las exigencias de su imaginación. Ya sabes que Isabel tiene mucha imaginación.
"So have you, my son," said Mr. Touchett, listening very attentively but a little confusedly. -También tú la tienes, hijo mío -dijo el señor Touchett escuchando con atención, si bien un tanto confuso.
"You tell me I shall have money enough for two. What I want is that you should kindly relieve me of my superfluity and make it over to Isabel. Divide my inheritance into two equal halves and give her the second." -Me has dicho que voy a tener dinero bastante para dos. Entonces, lo que quiero es que me retires lo que ha de ser superfluo para mí y se lo dejes a Isabel. Divide mi herencia en dos mitades iguales y déjale una a ella.
"To do what she likes with?" -¿Para hacer lo que ella quiera?
"Absolutely what she likes." -Absoluta mente lo que le parezca.
"And without an equivalent?" ¿Y sin ninguna contrapartida?
"What equivalent could there be?" -¿Qué contrapartida quieres que haya?
"The one I′ve already mentioned." La que antes dije.
"Her marrying --some one or other? It′s just to do away with anything of that sort that I make my suggestion. If she has an easy income she′ll never have to marry for a support. That′s what I want cannily to pr event. She wishes to be free, and your bequest will make her free." -¿El que se case con alguien? Precisamente, te hago esta sugerencia para evitar que tenga que caer en ello. Si disfruta de una renta suficiente, no se verá obligada a casarse con uno que pueda mantenerla en- buenas condiciones. Eso es lo que yo quisiera evitar a toda costa. Ella quiere ser libre y tu legado le daría la libertad que apetece.
"Well, you seem to have thought it out," said Mr. Touchett. "But I don′t see why you appeal to me. The money will be yours, and you can easily give it to her yourself." -Bien; a la vista está que has pensado ya en ello -dijo el viejo señor Touchett-. Pero, la verdad, no sé por qué recurres a mí. El dinero ha de ser tuyo, y puedes dárselo tú mismo.
Ralph openly stared. "Ah, dear father, i can′t offer Isabel money!" Ralph le miró boquiabierto. -Por favor, padre; yo no puedo ofrecerle dinero a Isabel.
The old man gave a groan. "Don′t tell me you′re not in love with her! Do you want ME to have the credit of it?" El anciano emitió un gemido. -¡No me digas que no estás enamorado de ella! ¿Quieres, entonces, que yo me encargue por completo del asunto?
"Entirely. I should like it simply to be a clause in your will, without the slightest reference to me." -Por completo. Lo único que quiero es que incluyas una nueva cláusula en el testamento, pero sin hacer ninguna referencia a mi deseo.
"Do you want me to make a new will then?" -¿Y quieres que haga otro testamento?
"A few words will do it; you can attend to it the next time you feel a little lively." -Nada de eso, con unas cuantas palabras bastará. En cuanto te sientas un poco mejor podrás hacerlo.
"You must telegraph to Mr. Hilary then. I′ll do nothing without my solicitor." -Entonces, telegrafía al señor Hilary No quiero hacer nada sin consultarle.
"You shall see Mr. H ilary to-morrow." Mañana mismo lo verás.
"He′ll think we′ve quarrelled, you and I," said the old man. -Va a pensar que nos hemos peleado -comentó el señor Touchett.
"Very probably; I shall like him to think it," said Ralph, smiling; "and, to carry out the idea, I give you notice that I shall be very sharp, quite horrid and strange, with you." -Es lo má 7s probable -dijo Ralph sonriendo-. Prefiero que piense eso y, para remachar la idea, te prevengo que me mostraré lo más antipático, duro y horrendo contigo.
The humour of this appeared to touch his father, who lay a little while taking it in. "I′ll do anything you like," Mr. Touchett said at last; "but I′m not sure it′s right. You say you want to put wind in her sails; but aren′t you afraid of putting too much?" Al señor Touchett pareció atraerle el humor de aquella farsa, y estuvo reflexionando sobre ello en silencio. Por fin dijo: -Como quieras, haré lo que digas. Pero te confieso que no sé si haremos bien. Tú dices que quieres insuflarle viento en sus velas, pero cuidado, no sea que soples demasiado.
"I should like to see her going before the breeze!" Ralph answered. -Me gustaría verla impulsada por una brisa.
"You speak as if it were for your mere amusement." -Hablas como si para ti fuese cosa de diversión.
"So it is, a good deal." -Y, en gran parte, lo es.
"Well, I don′t think I understand," said Mr. Touchett with a sigh. "Young men are very different from what I was. When I cared for a girl --when I was young --I wanted to do more than look at her. You′ve scruples that I shouldn′t have had, and you′ve ideas that I shouldn′t have had either. You say Isabel wants to be free, and that her being rich will keep her from marrying for money. Do you think that she′s a girl to do that?" -Pues no sé si te entiendo -dijo suspirando el señor Touchett . Verdaderamente, los jóvenes de hoy son bien distintos de lo que yo era. Cuando en mis tiempos m e gustaba una muchacha, no me contentaba con mirarla. Tú tienes unos escrúpulos que yo no habría tenido, ideas que tampoco habría tenido. ¿Dices que Isabel quiere ser libre y que el serlo le evitará tener que casarse por dinero? ¿Crees que ella es mujer capaz de semejante cosa?
"By no means. But she has less money than she has ever had before. Her father then gave her everything, because he used to spend his capital. She has nothing but the crumbs of that feast to live on, and she doesn′t really know how meagre they are --she has yet to learn it. My mother has told me all about it. Isabel will learn it when she′s really thrown upon the world, and it would be very painful to me to think of her coming to the consciousness of a lot of wants she should be unable to satisfy." -En absoluto. Pero es que ahora tiene menos dinero que nunca. Su padre le proporcionaba antes todo, porque se comía el capital. Ahora a Isabel no le quedan para vivir más que las migajas del festín, y no se da cuenta de lo escasas que son... no ha podido enterarse todavía. Mi madre me lo ha contado todo, Isabel se enterará cuando se vea arrojada al torbellino del mundo, y me sería muy doloroso pensar que no pudiera satisfacer muchas de sus necesidades.
"I′ve left her five thousand pounds. She can satisfy a good many wants with that." -Con las cinco mil libras que le dejo puede satisfacer muchas necesidades. par
"She can indeed. But sh e would probably spend it in two or three years." -Sin duda, pero es muy probable que se las gaste en dos o tres años.
"You think she′d be extravagant then?" -¿Entonces piensas que será una derrochadora?
"Most certainly," said Ralph, smiling serenely. -No me cabe la menor duda -dijo Ralph sonriendo tranquilamente.
Poor Mr. Touchett′s acuteness was rapidly giving place to pure confusion. "It would merely be a question of time then, her spending the larger sum?" La agudeza del anciano señor Touchett estaba siendo rápidamente reemplazada por una visible confusión. -Entonces el que dé fin a la cantidad mayor que pueda recibir será sólo cuestión de tiempo.
"No --though at first I think she′d plunge into that pretty freely: she′d probably make over a part of it to each of her sisters. But after that she′d come to her senses, remember she has still a lifetime before her, and live within her means." -No lo creo, aunque me temo que, al principio, empiece a tirar la casa por la ventana. También es muy probable que dé una parte a sus hermanas. Pero, en cuanto recapacite y recobre el dominio de sí misma, se acordará de que tiene toda una vida ante sí y de que ha de vivir con sus propios medios.
"Well, you HAVE worked it out," said the old man helplessly. "You do take an interest in her, certainly." El viejo dijo como resignado: -Vamos, se ve que lo tienes todo bien pensado. No hay duda de que te inspira un enorme interés.
"You can′t consistently say I go too far. You wished me to go further." -En realidad, no puedes decir que voy demasiado lejos. Tú querías que fuera más lejos todavía.
"Well, I don′t know," Mr. Touchett answered. "I don′t think I enter into your spirit. It seems to me immoral." El señor Touchett replicó: -La verdad, no sé. Creo que no lo veo igual que tú. Me parece un poco inmoral.
"Immoral, dear daddy?" ¿Cómo, inmoral, querido papá?
"Well, I don′t know that it′s right to make everything so easy for a person." -Bueno, no creo que esté bien facilitarle tanto las cosas a nadie.
"It surely depends upon the person. When the person′s good, your making things easy is all to the credit of virtue. To facilitate the execution of good impulses, what can be a nobler act?" -Depende de quién sea. Cuando se trata de una buena persona, el facilitar las cosas es rendir crédito a la virtud. ¿Puede haber acto más noble que facilitar la realización de los buenos impulsos?
This was a little difficult to follow, and Mr. Touchett considered it for a while. At last he said: "Isabel′s a sweet young thing; but do you think she′s so good as that?" Al señor Touchett le resultaba dif_7ícil seguir aquel razonamiento y se detuvo un instante. Al cabo del cual, dijo: -Verdaderamente Isabel es un encanto, pero, ¿la crees tan buena como todo eso?
"She′s as good as her best opportunities," Ralph returned. -Será tan buena como lo sean sus mejores oportunidades -replicó Ralph.
"Well," Mr. Touchett declared, "she ought to get a great many opportunities for sixty thousand pounds." Y el viejo señor Touchett declaró: -Pues con sesenta mil libras no le van a faltar buenas oportunidades.
"I′ve no doubt she will." -No me cabe duda de que sabrá aprovecharlas.
"Of course I′ll do what you wan t," said the old man. "I only want to understand it a little." -Desde luego, yo haré lo que tú quieras únicamente quería entenderlo un poco.
"Well, dear daddy, don′t you understand it now?" his son caressingly asked. "If you don′t we won′t take any more trouble about it. We′ll leave it alone." -Pero ¿no lo entiendes ya, querido papá? -preguntó Ralph con voz acariciante-. Si te parece, no nos preocupemos más del asunto. Dejémoslo ya.
Mr. Touchett lay a long time still. Ralph supposed he had given up the attempt to follow. But at last, quite lucidly, he began again. "Tell me this first. Doesn′t it occur to you that a young lady with sixty thousand pounds may fall a victim to the fortune-hunters?" El señor Touchett se quedó callado durante largo rato, y su hijo se i maginó que había abandonado ya el deseo de seguir dándole vueltas. Pero luego el viejo comenzó de nuevo a hablar con gran lucidez: -Antes de todo, dime: ¿no te parece que una muchacha con sesenta mil libras podría ser víctima de los cazadores de dotes?
"She′ll hardly fall a victim to more than one." -Le será difícil ser la víctima de más de uno.
"Well, one′s too many." -Uno me parece ya demasiado.
"Decidedly. That′s a risk, and it has entered into my calculation. I think it′s appreciable, but I think it′s small, and I′m prepared to take it." -No hay que retroceder. Ese es uno de los riesgos, y ya lo he calculado. Lo considero un riesgo apreciable, aunque pequeño, y estoy dispuesto a aceptarlo.
Poor Mr. Touchett′s acuteness had passed into perplexity, and his perplexity now passed into admira tion. "Well, you HAVE gone into it!" he repeated. "But I don′t see what good you′re to get of it." El anciano señor Touchett fue pasando del estado de agudeza mental al de perplejidad y de la perplejidad a la admiración. Y dijo: -Bien, ya te has metido en ello; pero no veo qué fruto puedas sacar de todo ese embrollo.
Ralph leaned over his father′s pillows and gently smoothed them; he was aware their talk had been unduly prolonged. "I shall get just the good I said a few moments ago I wished to put into Isabel′s reach --that of having met the requirements of my imagination. But it′s scandalous, the way I′ve taken advantage of you!"  Ralph se in clinó sobre las almohadas de su padre y las ahuecó con suavidad, temeroso de haber prolongado con exceso la conversación. No obstante, dijo: -Sacaré lo que hace un momento te dije que quería poner al alcance de Isabel... el haber satisfecho las exigencias de mi imaginación... Y reconozco que es un verdadero escándalo la manera cómo me he aprovechado de ti para lograrlo.  






CHAPTER 19

19

As Mrs. Touchett had foretold, Isabel and Madame Merle were thrown much together during the illness of their host, so that if they had not become intimate it would have been almost a breach of good manners. Their manners were of the best, but in addition to this they happened to please each other. It is perhaps too much to say that they swore an eternal friendship, but tacitly at least they called the future to witness. Isabel did so with a perfectly good conscience, though she would have hesitated to admit she was intimate with her new friend in the high sense she privately attached to this term. She often wondered indeed if she ever had been, or ever could be, intimate with any one. She had an ideal of friendship as well as of several other sentiments, which it failed to seem to her in this case --it had not seemed to her in other cases --that th e actual completely expressed. But she often reminded herself that there were essential reasons why one′s ideal could never become concrete. It was a thing to believe in, not to see --a matter of faith, not of experience. Experience, however, might supply us with very creditable imitations of it, and the part of wisdom was to make the best of these. Certainly, on the whole, Isabel had never encountered a more agreeable and interesting figure than Madame Merle; she had never met a person having less of that fault which is the principal obstacle to friendship --the air of reproducing the more tiresome, the stale, the too-familiar parts of one′s own character. The gates of the girl′s confidence were opened wider than they had ever been; she said things to this amiable auditress that she had not yet said to any one. Sometimes she took alarm at her candour: it was as if she had given to a comparative stranger the key to her cabinet of jewels. These spiritual gems were the only ones of any magnitude that Isabel possessed, but there was all the greater reason for their being carefully guarded. Afterwards, however, she always remembered that one should never regret a generous error and that if Madame Merle had not the merits she attributed to her, so much the worse for Madame Merle. There was no doubt she had great merits --she was charming, sympathetic, intelligent, cultivated. More than this (for it had not been Isabel′s ill-fortune to go through life without meeting in her own sex several persons of whom no less could fairly be said), she was rare, superior and preeminent. There are many amiable people in the world, and Madame Merle was far from being vulgarly good-natured and restlessly witty. She knew how to think --an accomplishment rare in women; and she had thought to very good purpose. Of course, too, she knew how to feel; Isabel couldn′t have spent a week with her without being sure of that. This was indeed Madame Merle′s grea t talent, her most perfect gift. Life had told upon her; she had felt it strongly, and it was part of the satisfaction to be taken in her society that when the girl talked of what she was pleased to call serious matters this lady understood her so easily and quickly. Emotion, it is true, had become with her rather historic; she made no secret of the fact that the fount of passion, thanks to having been rather violently tapped at one period, didn′t flow quite so freely as of yore. She proposed moreover, as well as expected, to cease feeling; she freely admitted that of old she had been a little mad, and now she pretended to be perfectly sane. Como había anticipado la señora Touchett, madame Merle e Isabe l hubieron de verse con tal asiduidad durante la enfermedad del anciano que casi habría constituido una falta de cortesía el no llegar a ser íntimas amigas. Aparte de que la cortesía de ambas era exquisita, se agradaban mucho recíprocamente. Sería acaso excesivo decir que se juraron una amistad eterna, pero por lo menos tácitamente pusieron al tiempo por testigo. Isabel lo hizo con la conciencia limpia, si bien vacilaba ante la idea de admitir que era íntima amiga de la otra en el alto sentido que en su interior atribuía a semejante calificativo. A veces, incluso se preguntaba si era capaz de ser íntima de nadie. Tenía su ideal propio de la amistad, como de algunos otros sentimientos, aunque en este caso no dejaba de parecerle... (cosa que no le había ocurrido en los otros casos) que su ideal no estaba plenamente expresado. Sin embargo, con frecuencia pensaba que existí 2an razones especiales para que una no pudiera concretar nunca su ideal. Era algo en que había que creer, aun sin ver... no era cuestión de experiencia sino de fe. Sin duda alguna, la experiencia podía proporcionar imitaciones muy apropiadas de ello y lo verdaderamente sensato consistía en sacar el mejor partido posible. A decir verdad, Isabel no se había tropezado jamás con una figura tan interesante y agradable como madame Merle, ni conocía persona alguna que tuviese menos que ella ese defecto que constituye el principal obstáculo a la amistad y que consiste en reproducir los aspectos más fatigantes, anticuados y excesivamente íntimos del propio carácter. La muchacha había abierto de par en par y más que nunca las puertas de su confianza a madame Merle, y llegó a decirle cosas que jamás había dicho a ninguna otra persona. A veces llegaba incl uso a alarmarle su propia franqueza, pues parecía como si entregase a algún extraño la llave del joyero de sus alhajas. En realidad, esas joyas espirituales eran las únicas de cierta importancia que ella poseía, pero por eso mismo debía poner mucho más cuidado en guardarlas celosamente. Por lo demás, tenía siempre presente que una no debe jamás lamentar el haber cometido un error generoso y que, si madame Merle no tenía todos los méritos que ella le atribuía, tanto peor para madame Merle. De que los tenía no cabía dudan era inteligente, culta, simpática, encantadora. Y lo que es más todavía (pues Isabel no había tenido la mala fortuna de pasar por la vida sin encontrar personas de su propio sexo de las que no pudiera decirse otro tanto), madame Merle era singular, preeminente, de veras superior. En el mundo hay muchas per sonas simpáticas y madame Merle distaba mucho de ser vulgarmente bondadosa y perpetuamente ocurrente. Sabía cómo pensar... virtud rara en la mujer... y su pensamiento siempre había esta do dirigido a unos propósitos adecuados. Además, sabía también cómo debía sentir, e Isabel no llevaba una se mana en su compañía cuando ya se dio perfecta cuenta de ello. En eso consistía el gran talento y el don más admirable de madame Merle. Se veían en ella los efectos de la vida; la había sentido con intensidad, y parte de la satisfacción que deparaba su compañía residía en la comprensión que la dama mostraba cuando Isabel se ponía a hablar de los que se complacía en llamar asuntos verdaderamente serios. Cierto que para madame Merle la emoción era algo que más bien pertenecía a l a historia; y no se recataba en decir que el manantial inagotable de la pasión, por haber sido harto explotado en otros tiempos, no fluía ya con la misma abundancia y facilidad que antaño. Y, como era de esperar, se había propuesto acabar con sus sentimentalismos, reconociendo que había estado verdaderamente chiflada anteriormente a causa de ellos, pero que actualmente estaba curada por completo.
"I judge more than I used to," she said to Isabel, "but it seems to me one has earned the right. One can′t judge till one′s forty; before that we′re too eager, too hard, too cruel, and in addition much too ignorant. I′m sorry for you; it will be a long time before you′re f orty. But every gain′s a loss of some kind; I often think that after forty one CAN′T really feel. The freshness, the quickness have certainly gone. You′ll keep them longer than most people; it will be a great satisfaction to me to see you some years hence. I want to see what life makes of you. One thing′s certain --it can′t spoil you. It may pull you about horribly, but I defy it to break you up." A veces decía a Isabel: «Yo juzgo ahora más de lo que solía, y es que me parece que con el tiempo me he ganado el derecho a hacerlo. Hasta los cuarenta no tiene una la suficiente ecuanimidad para juzgar; hasta esa edad somos ansiosas, duras, crueles y, por añadidura, ignorantes en demasía. Lo siento por usted, porque aún le falta mucho para los cuarenta. En realidad, cada ganancia supone una cierta pérdida. A veces se me ocurre pensar que, despu233és de los cuarenta, ya no puede una sentir de veras, porque ya han desaparecido la frescura y la viveza. Estoy segura de que usted las conservará durante más tiempo que la mayoría, y sería para mí una verdadera satisfacción verla a usted dentro de unos cuantos años; me agradaría saber lo que de usted hará la vida. Tengo la seguridad de que no la echará a perder. Acaso la empuje a cosas horribles, pero estoy convencida de que no la doblegará».
Isabel received this assurance as a young soldier, still panting from a slight skirmish in which he has come off with honour, might receive a pat on the shoulder from his colonel. Like such a recognition of merit it seemed to come with authority. How could the lightest word do less on the part of a person who was prepared to say, of almost everything Isabel told her, "Oh, I′ve been in that, my dear; it passes, like everything else." On many of her interlocutors Madame Merle might have produced an irritating effect; it was disconcertingly difficult to surprise her. But Isabel, though by no means incapable of desiring to be effective, had not at present this impulse. She was too sincere, too interested in her judicious companion. And then moreover Madame Merle never said such things in the tone of triumph or of boastfulness; they dropped from her like cold confessions. Recibió Isabel esta manifestación de confianza en ella como el soldado bisoño que, todavía jadeante de una escaramuza de la que ha salido con honor, recibe una palmada de satisfacción de la mano de su coronel. Este reconocimiento de su mérito iba acompañado de autoridad; porque no podía sino influir en Isabel la opinión de quien con testaba a casi todos sus comentarios: «Querida mía, también yo me he visto en situaciones iguales, y pasaron como pasa todo lo demás». Madame Merle habría podido producir una verdadera irritación en muchos de sus interlocutores, porque se hacía harto difícil llegar a sorprenderla. Sin embargo, Isabel, aunque deseaba impresionar a su nueva amiga, no sentía semejante impulso. Era demasiado sincera y se interesaba de veras por su sensata compañera. A eso había que sumar el hecho de que madame Merle no decía jamás aquellas cosas en son de triunfo ni de jactancia, y sólo las traía a colación como meras confesiones hechas en frío.
A period of bad weather had settled upon Gardencourt; the days grew shorter and there was an end to the pretty tea-parties on the lawn. But our young woman had long indoor conversations with her fellow visitor, and in spite of the rain the two ladies often sallied forth for a walk, equipped with the defensive apparatus which the English climate and the English genius have between them brought to such perfection. Madame Merle liked almost everything, including the English rain. "There′s always a little of it and never too much at once," she said; "and it never wets you and it alw ays smells good." She declared that in England the pleasures of smell were great --that in this inimitable island there was a certain mixture of fog and beer and soot which, however odd it might sound, was the national aroma, and was most agreeable to the nostril; and she used to lift the sleeve of her British overcoat and bury her nose in it, inhaling the clear, fine scent of the wool. Poor Ralph Touchett, as soon as the autumn had begun to define itself, became almost a prisoner; in bad weather he was unable to step out of the house, and he used sometimes to stand at one of the windows with his hands in his pockets and, from a countenance half-rueful, half-critical, watch Isabel and Madame Merle as they walked down the avenue under a pair of umbrellas. The roads about Gardencourt were so firm, even in the worst weather, that the two ladies always came back with a healthy glow in their cheeks, looking at the soles of their neat, stout boots and declaring that their wa lk had done them inexpressible good. Before luncheon, always, Madame Merle was engaged; Isabel admired and envied her rigid possession of her morning. Our heroine had always passed for a person of resources and had taken a certain pride in being one; but she wandered, as by the wrong side of the wall of a private garden, round the enclosed talents, accomplishments, aptitudes of Madame Merle. She found herself desiring to emulate them, and in twenty such ways this lady presented herself as a model. "I should like awfully to be SO!" Isabel secretly exclaimed, more than once, as one after another of her friend′s fine aspects caught the light, and before long she knew that she had learned a lesson from a high authority. It took no great time indeed for her to feel herself, as the phrase is, under an influence. "What′s the harm," she wondered, "so long as it′s a good one? The more one′s under a good influence the better. The only thing is to see our steps as we take them --to understand them as we go. That, no doubt, I shall always do. I needn′t be afraid of becoming too pliable; isn′t it my fault that I′m not pliable enough?" It is said that imitation is the sincerest flattery; and if Isabel was sometimes moved to gape at her friend aspiringly and despairingly it was not so much because she desired herself to shine as because she wished to hold up the lamp for Madame Merle. She liked her extremely, but was even more dazzled than attracted. She sometimes asked herself what Henrietta Stackpole would say to her thinking so much of this perverted product of their common soil, and had a conviction that it would be severely judged. Henrietta would not at all subscribe to Madame Merle; for reasons she could not have defined this truth came home to the girl. On the other hand she was equally sure that, should the occasion offer, her new friend would strike off some happy view of her old: Madame Merle was too humorous, too observant, not to do justice to Henrietta, and on becoming acquainted with her would probably give the measure of a tact which Miss Stackpole couldn′t hope to emulate. She appeared to have in her experience a touchstone for everything, and somewhere in the capacious pocket of her genial memory she would find the key to Henrietta′s value. "That′s the great thing," Isabel solemnly pondered; "that′s the supreme good fortune: to be in a better position for appreciating people than they are for appreciating you." And she added that such, when one considered it, was simply the essence of the aristocratic situation. In this light, if in none other, one should aim at the aristocratic situation. Gardencourt estaba ahora bajo la maldición del mal tiempo. Los días se acortaban, y ya no había meriendas ni tés al aire libre en el césped frente a la casa. Ello no obstaba para que nuestra joven heroína mantuviera en el interior de la casa prolongadas conversaciones con su amiga, y ambas salían a veces de paseo a pesar de la lluvia, provistas de ese aparato defensivo que el clima de Inglaterra y el genio inglés han llevado, conjuntamente a tal grado de perfección. A madame Merle, a quien le gustaba casi todo, le gustaba también la lluvia inglesa, de la cual solía decir: «Siempre cae un poco y nunca demasiado de golpe, nunca moja mucho y siempre huele bien». Declaraba, además, que en Inglaterra los placeres del olfato eran grandes... ya que en tan inimitable isla se mezclaban los olores de la niebla, de la cerveza y del hollín, llegando a producir una especie de aroma nacional que era una verdadera delicia para el olfato; y, para probarlo, acostumbraba a hundir la nariz en la manga de su abrigo aspirando el grato y suave olor de la lana. El pobre Ralph Touchett, en cuanto el otoño hizo su aparición, se convirtió en un resignado prisionero, pues el mal tiempo le impedía salir y se pasaba a veces largos ratos pegado a una ventana con las manos en los bolsillos, contemplando con triste mirada de reproche a Isabel y a madame Merle que se paseaban fuera, bajo la lluvia, cobijadas por sendos paraguas. Las carreteras próximas a Gardencourt eran tan firmes en toda época que las dos damas retornaban siempre de sus húmedas excursiones con el rostro radiante y lleno de animación, mirando las suelas de sus inmaculadas y fuertes botas de goma y declarando que su paseo les había producido inmensa satisfacción. Antes del almuerzo, madame Merle estaba indefectiblemente ocupada, e Isabel admiraba y envidiaba aquella distribución admirable de las horas de la mañana. Ella, que pasaba por ser una mujer de mú ltiples aptitudes, de lo cual se enorgullecía justamente, iba vagando, como si estuviera al acecho del otro lado de las tapias de un jardín, en torno a los talentos, aptitudes y realizaciones de madame Merle. Y llegó a desear emular aquellas cualidades excepcionales y a tomar por modelo en muchos sentidos a tan notable dama. «¡Cómo me gustaría ser así!», exclamaba a veces cuando descubría algún nuevo aspecto de la capacidad de su amiga; y no tardó mucho en darse cuenta de que estaba aprendiendo una gran lección de una encumbrada autoridad. Y tampoco pasó mucho tiempo sin que se diese cuenta de que, como suele decirse, estaba bajo una gran influencia. Pero ella lo admitía, diciendo para sí: «¿Qué peligro puede haber en ello desde el momento en que es una influencia sana? Cuanto más pueda una estar bajo una buena i nfluencia, tanto mejor para una. Lo único que se debe hacer es ver a dónde encaminamos nuestros pasos y... comprenderlos mientras vamos marchando. Esto es indudablemente lo que haré yo siempre. No tengo por qué tener miedo de llegar a ser demasiado maleable, tal vez sea culpa mía si no soy bastante flexible». Sabido es que a veces la imitación es la forma más sincera de la adulación; y si en muchas ocasiones Isabel se sentía impulsada a quedarse boquiabierta en presencia de su amiga con aspiración y desesperación, no era porque quisiese poder brillar ella, sino porque quería mantener en alto la lámpara para alumbrar a madame Merle, la cual le agradaba aunque le suscitaba más bien deslumbramiento que atracción. A veces se preguntaba qué diría Henrietta Stackpole al ver su admiración por aquel adulterado producto de su tie rra común, y tenía el convencimiento de que la juzgaría con gran severidad. Henrietta no daría su visto bueno a la manera de ser de madame Merle; Isabel no sabía por qué, pero lo veía como una verdad indiscutible. Por otra parte, tenía el convencimiento de que, de presentarse ocasión favorable, su nueva amiga no dejaría de formarse una opinión favorable de la antigua; madame Merle poseía bastante sentido del humor y dotes de observación para hacer justicia a Henrietta y, al conocerla, no dejaría de mostrar su exquisito tacto, que la señorita Stackpole no podría esperar emular. Parecía que en el fondo de su experiencia guardaba la piedra de toque para probar la autenticidad de todo, y no había duda de que en el hueco de su memoria genial encontraría la llave de la valía de Henrietta. «Eso es lo verdaderamen te grande, la suprema dicha -se dijo Isabel solemnemente-: estar en mejores condiciones para apreciar a los demás, de las que ellos están para apreciarla a una». Y añadió, siempre para sí, que «cuando bien se piensa en ello, se ve que en eso radica el privilegio de la posición aristocrática, y en tal sentido y no en otro debe una aspirar a hallarse en una posición aristocrática».
I may not count over all the links in the chain which led Isabel to think of Madame Merle′s situation as aristocratic --a view of it never expressed in any reference made to it by that lady herself. She had known great things and great people, but she had never played a great part. She was one of the small ones of the earth; she had not been born to honours; she knew the world too well to nourish fatuous illusions on the article of her own place in it. She had encountered many of the fortunate few and was perfectly aware of those points at which their fortune differed from hers. But if by her informed measure she was no figure for a high scene, she had yet to Isabel′s imagination a sort of greatness. To be so cultivated and civilised, so wise and so easy, and still make so light of it --that was really to be a great lady, especially when one so carried and presented one′s self. It was as if somehow she had all society under contribution, and all the arts and graces it practised --or was the effect rather that of charming uses found FOR her, even from a distance, subtle service rendered by her to a clamorous world wherever she might be? After breakfast she wrote a succession of letter s, as those arriving for her appeared innumerable: her correspondence was a source of surprise to Isabel when they sometimes walked together to the village post-office to deposit Madame Merle′s offering to the mail. She knew more people, as she told Isabel, than she knew what to do with, and something was always turning up to be written about. Of painting she was devotedly fond, and made no more of brushing in a sketch than of pulling off her gloves. At Gardencourt she was perpetually taking advantage of an hour′s sunshine to go out with a camp-stool and a box of water-colours. That she was a brave musician we have already perceived, and it was evidence of the fact that when she seated herself at the piano, as she always did in the evening, her listeners resigned themselves without a murmur to losing the grace of her talk. Isabel, since she had known her, felt ashamed of her own facility, which she now looked upon as basely inferior; and indeed, though she had been t hought rather a prodigy at home, the loss to society when, in taking her place upon the music-stool, she turned her back to the room, was usually deemed greater than the gain. When Madame Merle was neither writing, nor painting, nor touching the piano, she was usually employed upon wonderful tasks of rich embroidery, cushions, curtains, decorations for the chimney-piece; an art in which her bold, free invention was as noted as the agility of her needle. She was never idle, for when engaged in none of the ways I have mentioned she was either reading (she appeared to Isabel to read "everything important"), or walking out, or playing patience with the cards, or talking with her fellow inmates. And with all this she had always the social quality, was never rudely absent and yet never too seated. She laid down her pastimes as easily as she took them up; she worked and talked at the same time, and appeared to impute scant worth to anything she did. She gave away her sketch es and tapestries; she rose from the piano or remained there, according to the convenience of her auditors, which she always unerringly divined. She was in short the most comfortable, profitable, amenable person to live with. If for Isabel she had a fault it was that she was not natural; by which the girl meant, not that she was either affected or pretentious, since from these vulgar vices no woman could have been more exempt, but that her nature had been too much overlaid by custom and her angles too much rubbed away. She had become too flexible, too useful, was too ripe and too final. She was in a word too perfectly the social animal that man and woman are supposed to have been intended to be; and she had rid herself of every remnant of that tonic wildness which we may assume to have belonged even to the most amiable persons in the ages before country-house life was the fashion. Isabel found it difficult to think of her in any detachment or privacy, she existed onl y in her relations, direct or indirect, with her fellow mortals. One might wonder what commerce she could possibly hold with her own spirit. One always ended, however, by feeling that a charming surface doesn′t necessarily prove one superficial; this was an illusion in which, in one′s youth, one had but just escaped being nourished. Madame Merle was not superficial --not she. She was deep, and her nature spoke none the less in her behaviour because it spoke a conventional tongue. "What′s language at all but a convention?" said Isabel. "She has the good taste not to pretend, like some people I′ve met, to express herself by original signs." Imposible sería ir contando los eslabones de la cadena que arrastró a Isabel a considerar aristocrática la posición de madame Merle... punto al que jamás había hecho la menor referencia la propia interesada, que a pesar de haber visto grandes cosas y conocido a personajes de lo más encumbrados, nunca había desempeñado un papel importante. Pensaba de sí misma que era una partícula infin itesimal de la tierra, que no estaba hecha para los honores, y conocía el mundo demasiado bien para hacerse una exagerada ilusión acerca del lugar que en él debía ocupar. Había tenido oportunidad de conocer a algunos de los elegidos de la Tierra y sabía perfectamente en qué puntos difería su propia fortuna de la de ellos. No obstante, si bien por su consciente sentido de la medida no estaba hecha para figurar entre las grandes figuras del retablo mundial, a la imaginación de Isabel se presentaba siempre con una especie de extraordinaria grandeza. Ser tan culta y civilizada, tan sensata y sencilla y aun así, darse tan poca importancia, eso era ser una verdadera gran dama, sobre todo teniendo en cuenta su porte y su presencia. ¿Era acaso porque en cierto modo tuviera la sociedad a su servicio junto con todas las artes y gracias que ésta practicaba... o sería más bien efecto de los agradables usos para ella encontrados, incluso desde remota distancia, y transformados luego en sutiles servicios que prestaba a un mundo clamoroso dondequiera que se hallase? Después del almuerzo, madame Merle se entregaba a despachar su voluminosa correspondencia, pues las cartas que a diario le llegaban eran innumerables. Esa correspondencia resultaba ser una fuente inagotable de sorpresas para Isabel cuando a veces iban juntas a la oficina de correos del pueblo, a depositar las cartas de madame Merle. Como había dicho a Isabel, conocía a mucha más gente de la que podría complacer, y nunca le faltaba asunto acerca del cual escribir. Era muy aficionada a la pintura y en un dos por tres hacía un dibujo o un boceto con la misma facilidad de quien se quita los guantes. En Gardencourt aprovechaba la más breve hora de sol para salir con un taburete plegable y una caja de acuarelas. Ya hemos tenido oc asión de ver lo buena música que era y, cuando por las noches se sentaba al piano, sus oyentes se resignaban sin murmurar a verse privados del placer de su conversación para saborear el de su interpretación. Desde que la conocía, Isabel se avergonzaba de su propia facilidad, a la que ahora consideraba de índole decididamente inferior; y, aunque en su ciudad natal se la tenía casi por un prodigio, lo cierto es que, cuando sentada en el taburete volvía la espalda a su auditorio, el público salía perdiendo más que ganando. Cuando madame Merle no pintaba, no escribía o no tocaba el piano, se ocupaba en hacer primorosos bordados, como almohadones, cortinas, mantelillos para chimenea y centros de mesa, arte en el cual sobresalía tanto por la fantasía de sus creaciones como por la agilidad de su manos. Jamás se quedaba sin hacer nada, pues, cuando no estaba e ntretenida con algo de lo dicho, se ponía a leer (le pareció a Isabel que sólo leía «cosas importantes», y de éstas todo lo que aparecía), paseaba, o hacía solitarios o charlaba con sus íntimos. Además de todo lo cual, tenía siempre esa exquisita cualidad de dama de la sociedad, consistente en no parecer jamás bruscamente ausente y tampoco demasiado ocupada. Dejaba sus pasatiempos con la misma facilidad que a ellos se entregaba, hablaba mientras trabajaba y no parecía darle la menor importancia a nada de lo que hacía. Regalaba sus bocetos o bordados, se levantaba del piano o seguía ante el teclado según la conveniencia de sus oyentes, que en todo momento adivinaba. En resumen, era la persona más cómoda, servicial y tratable con que podía vivirse. Si algún defecto tenía para Isabel es que no era nat ural; entendía con eso no ya que fuese afectada o pretenciosa (ya que no existía mujer a quien menos se le pudiera reprochar tales vicios), sino que la costumbre había ido modelando demasiado su temperamento y redondeando sus aristas, al extremo de convertirla en demasiado flexible, demasiado servicial, demasiado acabada y demasiado definitiva. En una palabra, era el animal social más perfecto que jamás haya aspirado a ser cualquier hombre o mujer; y, además, se había desembarazado de esa vivificante rudeza que podemos suponer característica de las personas, incluso de las más amables, antes de que se pusiera de moda la vida en las casas de campo. A Isabel le costaba trabajo imaginársela viviendo aislada, pues existía solamente en razón de sus relaciones, directas o indirectas, con el resto de los mortales. Cabía preguntarse qué comercio podía ella man tener con su propio espíritu. Pero siempre se acababa pensando que una superficie encantadora no implica forzosamente que se sea superficial, ilusión que ella había tenido la suerte de no llegar a alimentar en su juventud. Madame Merle no era una mujer superficial, ella no. Era una mujer profunda, y esa cualidad se transparentaba a pesar de que utilizaba un lenguaje convencional. Isabel se decía a veces: «Después de todo, ¿qué es el lenguaje sino puro convencionalismo? Ella tiene el buen gusto de no pretender expresarse, como otros que he conocido, por medio de signos originales».
"I′m afraid you′ve suffered much," she once found occasion to say to her friend in response to some allusion that had appeared to reach far. Una vez, en respuesta a una alusión que parecía haberla afectado, Isabel aprovechó la oportunidad para decir a su amiga: -Se me antoja que usted ha debido de sufrir mucho.
"What makes you think that?" Madame Merle asked with the amused smile of a person seated at a game of guesses. "I hope I haven′t too much the droop of the misunderstood." -¿Qué le hace pensar eso? -le preguntó madame Merle con la sonrisa del que parece entretenerse con un luego de adivinanzas. Y añadió-: Me parece que no tengo el aspecto de una persona desdichada.
"No; but you sometimes say things that I think people who have always been happy wouldn′t have found out." -Ciertamente que no, pero a veces dice usted cosas que me imagino no son capaces de pensar los que fueron siempre dichosos.
"I haven′t always been happy," said Madame Merle, smiling still, but with a mock gravity, as if she were telling a child a secret. "Such a wonderful thing!" -Yo no he sido siempre dichosa -contestó madame Merle sonriendo con burlona gravedad y como si le estuviese confiando un secreto a un niño-: ¡No hay que maravillarse de ello!
But Isabel rose to the irony. "A great many people give me the impression of never having for a moment felt anything." Pero Isabel supo recoger la ironía y replicó: -Mucha gente me da la impresión de que nunca ha sentido nada en ningún momento.
"It′s very true; there are many more iron pots certainly than porcelain. But you may depend on it that every one bears some mark; even the hardest iron pots have a little bruise, a little hole somewhere. I flatter myself that I′m rather stout, but if I must tell you the truth I′ve been shockingly chipped and cracked. I do very well for service yet, because I′ve been cleverly mended; and I try to remain in the cupboard --the quiet, dusky cupboard where there′s an odour of stale spices --as much as I can. But when I′ve to come out and into a strong light --then, my dear, I′m a horror!" -Y así es. Hay muchas más ollas de hierro que de porcelana; pero puede tener la seguridad de que todas ellas tienen algún fallo, hasta las ollas más resistentes de hierro muestran un dim inuto agujero o una abolladura o un arañazo. Yo me enorgullezco de ser robusta, pero, para serle sincera, le diré que he sufrido espantosos desconchones y abolladuras y, si todavía sirvo para algo, es porque me han reparado hábilmente, y ahora me limito a permanecer todo lo que puedo en la alacena, en la tranquila y oscura alacena que huele a especias rancias. Y cuando por fuerza tengo que mostrarme a plena luz... créame usted, soy un verdadero horror.
I know not whether it was on this occasion or on some other that when the conversation had taken the turn I have just indicated she said to Isabel that she would some day a tale unfold. Isabel assured her she should delight to listen to one, and reminded her more than once of this engagement. Madame Merle, however, begged repeatedly for a respite, and at last frankly told her young companion that they must wait till they knew each other better. This would be sure to happen; a long friendship so visibly lay before them. Isabel assented, but at the same time enquired if she mightn′t be trusted --if she appeared capable of a betrayal of confidence. Ignoro si fue en tal ocasión, o en alguna otra en que la conversación tomó el giro que acabamos de indicar, cuando madame Merle dijo a Isabel que, al llegar el momento oportuno, le contaría una historia. Isabel contestó que le encantaría escucharla y luego hubo de recordarle más de una vez el compromiso contraído. Pero madame Merle pedía siempre que se le concediera un respiro, y acab ó por decir a su amiga que tendría que esperar a que se conociesen un poco mejor. Lo cual no podría por menos de llegar a producirse, ya que parecía que habría de ligarlas una larga amistad. Isabel asintió, pero preguntó si no inspiraba confianza suficiente... si podía temerse que traicionara la confianza en ella depositada.
"It′s not that I′m afraid of your repeating what I say," her fellow v isitor answered; "I′m afraid, on the contrary, of your taking it too much to yourself. You′d judge me too harshly; you′re of the cruel age." She preferred for the present to talk to Isabel of Isabel, and exhibited the greatest interest in our heroine′s history, sentiments, opinions, prospects. She made her chatter and listened to her chatter with infinite good nature. This flattered and quickened the girl, who was struck with all the distinguished people her friend had known and with her having lived, as Mrs. Touchett said, in the best company in Europe. Isabel thought the better of herself for enjoying the favour of a person who had so large a field of comparison; and it was perhaps partly to gratify the sense of profiting by comparison that she often appealed to these stores of reminiscence. Madame Merle had been a dweller in many lands and had social ties in a dozen different countries. "I don′t pretend to be educated," she would say, "but I think I know my Europe" ; and she spoke one day of going to Sweden to stay with an old friend, and another of proceeding to Malta to follow up a new acquaintance. With England, where she had often dwelt, she was thoroughly familiar, and for Isabel′s benefit threw a great deal of light upon the customs of the country and the character of the people, who "after all," as she was fond of saying, were the most convenient in the world to live with. Su compañera contestó: -De lo que tengo miedo no es de que usted pueda repetir lo que yo diga, sino de todo lo contrario, de que se lo tome demasiado a pecho, porque llegaría a juzgarme muy duramente; está usted todavía en la edad cruel. Por el momento, prefería hablar a Isabel de Isabel misma, mostrando el mayor interés por conocer la vida de nuestra heroína, sus sentimientos, esperanzas y propósitos. La hacía hablar y escuchaba su parloteo con la mayor condescendencia. E llo halagaba y espoleaba a la muchacha, que estaba impresionada por toda aquella gente distinguida que su amiga había conocido y porque ésta había vivido, según decía la señora Touchett, en los mejores ambientes de Europa. Isabel se consideraba enaltecida por disfrutar del favor de una persona que disponía de un campo de comparación tan vasto; y acaso fuera por salir beneficiada de la comparación por lo que a menudo apelaba a aquellas reminiscencias. Madame Merle había vivido en varios países y tenía relaciones en una docena de ellos. Así solía decir: «Yo no presumo de ser instruida, pero lo cierto es que me sé mi Europa de memoria», y un día hablaba de ir a Suecia para pasar una temporadita con una amiga, y otras veces de dirigirse a Malta para cultivar una amistad reciente. Inglaterra, donde había vivido en varí 2as ocasiones, le era completamente familiar y, para provecho de Isabel, dijo algunas cosas que arrojaron bastante luz sobre las costumbres del país y el carácter de sus gentes, las que, «después de todo», como le gustaba repetir, eran las mejores del mundo para la convivencia.
"You mustn′t think it strange her remaining here at such a time as this, when Mr. Touchett′s passing away," that gentleman′s wife remarked to her niece. "She is incapable of a mistake; she′s the most tactful woman I know. It′s a favour to me that she stays; she′s putting off a lot of visits at great houses," said Mrs. Touchett, who never forgot that when she herself was in England her social value sank two or three degrees in the scale. "She has her pick of places; she′s not in want of a shelter. But I′ve asked her to put in this time because I wish you to know her. I think it will be a good thing for you. Serena Merle hasn′t a fault." -No debes extrañarte de que permanezca aquí precisamente en este momento, cuando el señor Touchett está a punto de morir -dijo un día a su sobrina la esposa del mencionado caballero-. Es una mujer incapaz de cometer un error y la de más tacto que he conocido en toda mi vida. Me hace un enorme favor con quedarse aquí, y para ello ha tenido que renunciar a ir a visitar muchas otras grandes mansiones -añadió la señora Touchett, que no podía olvidar que, al hallarse en Inglaterra, descendía dos o tres grados en la esfera social-. Puede e scoger el sitio que más le guste; no son techos que la cobijen lo que le falta. Pero yo le he rogado que permanezca con nosotros porque quiero que la conozcas a fondo, pues tengo la seguridad de que te hará mucho bien. Serena Merle es una mujer sin defectos.
"If I didn′t already like her very much that description might alarm me," Isabel returned. -Si no me gustara tanto, esa descripción llegaría a      a alarmarme -replicó Isabel.
"She′s never the least little bit ′off.′ I′ve brought you out here and I wish to do the best for you. Your sister Lily told me she hoped I would give you plenty of opportunities. I give you one in putting you in relation with Madame Merle. She′s one of the most brilliant women in Europe." -Ella no está jamás ni un milímetro fuera de lugar. Yo te he traído aquí y deseo hacer por ti todo lo que me sea posible. Tu hermana Lily me dijo que esperaba que te proporcionase muchas oportunidades. Y yo te las doy poniéndote en contacto de madame Merle, que es una de las mujeres más brillantes de toda Europa.
"I like her better than I like your description of her," Isabel persisted in saying. -Me gusta más ella que la descripción que usted hace de su persona. -Isabel persistía en su comentario.
"Do you flatter yourself that you′ll ever feel her open to criticism? I hope you′ll let me know when you do." -¿Presumes que la vas a encontrar alguna vez digna de crítica? Cuando te ocurra, no dejes de comunicármelo.
"That will be cruel --to you," said Isabel. -Eso sería una crueldad para con usted –replicó  Isabel.
"You needn′t mind me. You won′t discover a fault in her." -No te preocupes por mí. Estoy segura de que no le encontrarás un solo defecto.
"Perhaps not. But I dare say I shan′t miss it." -Tal vez, no. Pero si lo tiene, no se me escapará.
"She knows absolutely everything on earth there is to know," said Mrs. Touchett. -Serena sabe todo cuando hay que saber en este mundo -dijo la señora Touchett.
Isabel after this observed to their companion that she hoped she knew Mrs. Touchett considered she hadn′t a speck on her perfection. On which "I′m obliged to you," Madame Merle replied, "but I′m afraid your aunt imagines, or at least alludes to, no aberrations that the clock-face doesn′t register." Después de tal conversación, Isabel le comentó a madame Merle que la suponía al tanto de que la señora Touchett la consideraba una mujer sin tacha. Madame Merle contestó, diciendo: -Le agradezco infinito que me lo diga, pero me temo que su tía únicamente piensa o, cuando menos alude, a las aber raciones que el espejo del reloj pone de manifiesto.
"So that you mean you′ve a wild side that′s unknown to her?" -Eso quiere decir que tiene usted un lado rebelde que ella desconoce.
"Ah no, I fear my darkest sides are my tamest. I mean that having no faults, for your aunt, means that one′s never late for dinner --that is for HER dinner. I was not late, by the way, the other day, when you came back from London; the clock was just at eight when I came into the drawing-room; it was the rest of you that were befor e the time. It means that one answers a letter the day one gets it and that when one comes to stay with her one doesn′t bring too much luggage and is careful not to be taken ill. For Mrs. Touchett those things constitute virtue; it′s a blessing to be able to reduce it to its elements." -¡Ah, eso no! Me temo que mis facetas desconocidas son las más inofensivas. Lo que quiero decir es que para su tía el no tener defectos supone el no llegar nunca tarde a la hora de la cena... de sus cenas, por supuesto. Por cierto que el otro día, cuando regresaron ustedes de Londres, no es que yo llegase tarde: la hora de la cena era a las ocho, y a las ocho en punto llegué yo; lo que pasó es que ustedes habían llegado con anticipación. Supone que una contesta a una carta suya el mismo día que la recibe y que, cuando una va a pasar unos días con ella, no ha de llevar mucho equipaje y ha de tener buen cuidado de no caer-enferma. Estas cosas representan la virtud a los ojos de la señora Touchett... y es un a verdadera bendición el poder reducirla a elementos tan simples.
Madame Merle′s own conversation, it will be perceived, was enriched with bold, free touches of criticism, which, even when they had a restrictive effect, never struck Isabel as ill-natured. It couldn′t occur to the girl for instance that Mrs. Touchett′s accomplished guest was abusing her; and this for very good reasons. In the first place Isabel rose eagerly to the sense of her shades; in the second Madame Merle implied that there was a great deal more to say; and it was clear in the third that for a person to speak to one without ceremony of one′s near relations was an agreeable sign of that person′s intimacy with one′s self. These signs of de ep communion multiplied as the days elapsed, and there was none of which Isabel was more sensible than of her companion′s preference for making Miss Archer herself a topic. Though she referred frequently to the incidents of her own career she never lingered upon them; she was as little of a gross egotist as she was of a flat gossip. La conversación de la señora Merle, como acaba de verse, estaba salpicada de audaces y francos toques de crítica que ni siquiera cuando tenían un efecto restrictivo le parecían a Isabel antinaturales. A la joven no se le ocurría, por ejemplo, que la talentosa amiga de su tía estuviera denigrándola, y ello por varias razones: la primera, Isabel compartía el sentido de aquellos reparos; la segunda, madame Merle dejaba suponer que aún quedaba mucho por decir; y la tercera, estaba claro que el que una persona te hablara sin remilgos de tus parientes próximos era una grata señal de la intimidad que tenía contigo. A medida que fueron pasando los días, fueron también aumentando las señales de profunda comunión de ideas que entre ambas se esta blecía, y a nada se mostraba Isabel tan sensible como al hecho de que madame Merle la escogiera con frecuencia a ella como tema de conversación. Aunque a menudo se refería a los incidentes de su propia carrera, nunca se detenía en ellos, pues tenía muy poco de egoísta y absolutamente nada de chismosa.
"I′m old and stale and faded," she said more than once; "I′m of no more interest than last week′s newspaper. You′re young and fresh and of to-day; you′ve the great thing --you′ve actuality. I once had it --we all have it for an hour. You, however, will have it for longer. Let us talk about you then; you can say nothing I shall not care to hear. It′s a sign that I′m growing old --that I like to talk with younger people. I think it′s a very pretty compensation. If we can′t have youth within us we can have it outside, and I really think we see it and feel it better that way. Of course we must be in sympathy with it --that I shall always be. I don′t know that I shall ever be ill-natured with old people --I hope not; there are certainly some old people I adore. But I shall never be anything but abject with the young; they touch me and appeal to me too much. I give you carte blanche then; you can even be impertinent if you like; I shall let it pass and horribly spoil you. I speak as if I were a hundred years old, you say? Well, I am, if you please; I was born before the French Revolution. Ah, my dear, je viens de loin; I belong to the old, old world. But it′s not of that I want to talk; I want to talk about the new. You must tell me more about America; you never tell me enough. Here I′ve been since I was brought here as a helpless child, and it′s ridiculous, or rather it′s scandalous, how little I know about that splendid, dreadful, funny country --surely the greatest and drollest of them all. There are a great many of us like that in these parts, and I must say I think we′re a wretched set of people. You should live in your own land; whatever it may be you have your natural place there. If we′re not good Americans we′re certainly poor Europeans; we′ve no natural place here. We′re mere parasites, crawling over the surface; we haven′t our feet in the soil. At least one can know it and not have illusions. A woman perhaps can get on; a woman, it seems to me, has no natural place anywhere; wherever she finds herself she has to remain on the surface and, more or less, to crawl. You protest, my dear? you′re horrified? you declare you′ll never crawl? It′s very true that I don′t see you crawling; you stand more upright than a good many poor creatures. Very good; on the whole, I don′t think you′ll crawl. But the men, the Americans; je vous demande un peu, what do they make of it over here? I don′t envy them trying to arrange themselves. Look at poor Ralph Touchett: [sic}"> what sort of a figure do you call that? Fortunately he has a consumption; I s ay fortunately, because it gives him something to do. His consumption′s his carriere; it′s a kind of position. You can say: ′Oh Mr. Touchett, he takes care of his lungs, he knows a great deal about climates.′ But without that who would he be, what would he represent? ′Mr. Ralph Touchett: an American who lives in Europe.′ That signifies absolutely nothing --it′s impossible anything should signify less. ′He′s very cultivated,′ they say: ′he has a very pretty collection of old snuff-boxes.′ The collection is all that′s wanted to make it pitiful. I′m tired of the sound of the word; I think it′s grotesque. With the poor old father it′s different; he has his identity, and it′s rather a massive one. He represents a great financial house, and that, in our day, is as good as anything else. For an American, at any rate, that will do very well. But I persist in thinking your cousin very lucky to have a chronic malady so long as he doesn′t die of it. It′s much better than the snuf f-boxes. If he weren′t ill, you say, he′d do something? --he′d take his father′s place in the house. My poor child, I doubt it; I don′t think he′s at all fond of the house. However, you know him better than I, though I used to know him rather well, and he may have the benefit of the doubt. The worst case, I think, is a friend of mine, a countryman of ours, who lives in Italy (where he also was brought before he knew better), and who is one of the most delightful men I know. Some day you must know him. I′ll bring you together and then you′ll see what I mean. He′s Gilbert Osmond --he lives in Italy; that′s all one can say about him or make of him. He′s exceedingly clever, a man made to be distinguished; but, as I tell you, you exhaust the description when you say he′s Mr. Osmond who lives tout betement in Italy. No career, no name, no position, no fortune, no past, no future, no anything. Oh yes, he paints, if you please --paints in water-colours; like me, only better than I. His painting′s pretty bad; on the whole I′m rather glad of that. Fortunately he′s very indolent, so indolent that it amounts to a sort of position. He can say, ′Oh, I do nothing; I′m too deadly lazy. You can do nothing to-day unless you get up at five o′clock in the morning.′ In that way he becomes a sort of exception; you feel he might do something if he′d only rise early. He never speaks of his painting --to people at large; he′s too clever for that. But he has a little girl --a dear little girl; he does speak of HER. He′s devoted to her, and if it were a career to be an excellent father he′d be very distinguished. But I′m afraid that′s no better than the snuff-boxes; perhaps not even so good. Tell me what they do in America," pursued Madame Merle, who, it must be observed parenthetically, did not deliver herself all at once of these reflexions, which are presented in a cluster for the convenience of the reader. She talked of Florence, where Mr. Osmond live d and where Mrs. Touchett occupied a mediaeval palace; she talked of Rome, where she herself had a little pied-a-terre with some rather good old damask. She talked of places, of people and even, as the phrase is, of "subjects"; and from time to time she talked of their kind old host and of the prospect of his recovery. From the first she had thought this prospect small, and Isabel had been struck with the positive, discriminating, competent way in which she took the measure of his remainder of life. One evening she announced definitely that he wouldn′t live. -Ya estoy vieja, agotada y descolorida -solía decir-, y no ofrezco más interés que un diario atrasado. Usted es joven y fresca y tiene lo más importante... está de actualidad. También lo estuve yo en mis tiempos, todos tenemos nuestro cuarto de hora. Pero a usted es muy posible que le dure mucho. Hablemos, pues, de usted, que nada de lo que diga dejará de tener un gran interés para mí. Eso de que me guste hablar con gente mucho más joven que yo demuestra que ya voy para vieja. Sin embargo, lo considero una compensaci243ón admirable. Si no podemos ya sentir la juventud dentro de nosotros mismos, podemos sentirla fuera y, en verdad, me parece que la vemos y la sentimos mejor de tal modo. Desde luego, debemos ser benevolentes con ella... y yo lo seré siempre. Ignoro si me mostraré impaciente con la gente de edad... creo que no, y hay personas ancianas a las que adoro. Pero con la juventud solo puedo ser servil, porque despierta en mí una gran simpatía y me emociona mucho. De modo que le doy a usted «carta blanca», incluso, si le cuadra, puede ser impertinente, yo se lo permitiré, con lo que la echaré terriblemente a perder. Dirá usted que estoy hablando como si tuviera cien años. Es que los tengo, si vamos a eso, nací antes de la Revolución francesa. ¡Ay, amiga mía! La verdad es queje viens de loro, que pertenezco a lo pasado, al mundo del ayer. Pero no es de ése del que quiero hablar sino del nuevo. Tiene que contarme más cosas de América; nunca me parecen bastantes las que me cuenta. Aquí he vivido siempre, desde que me trajeron a Europa de pequeñita, y es en verdad ridículo, mejor dicho escandaloso, lo poco que conozco de aquel país terrible, espléndido y divertido... y seguramente el mayor y más estrafalario de todos. Por aquí hay mucha gente como yo y debo decir que a veces pienso que somos unos pobres diablos. Uno debe vivir en su propia tierra, donde, pase lo que pase, cada uno tiene su lugar correspondiente. Si no somos buenos americanos, aquí no podemos ser más que unos europeos mediocres; nuestro sitio natural no es éste. Aquí somos meros parásitos arrastrándonos sobre la tierra, no tenemos los pies firmemente hundidos en el suelo. Por lo menos, una puede saberlo y no hacerse ilusiones. Las mujeres p ueden tal vez defenderse mejor, porque me parece que la mujer no tiene en ninguna parte su sido natural; dondequiera que esté habrá de permanecer en la superficie y arrastrarse de una manera o de otra. ¿Protesta usted, querida amiga? ¿Se horroriza usted? ¿Declara usted que nunca se arrastrará? En verdad, no podría yo decir que la veo a usted arrastrándose, usted permanece más erguida que la mayoría de las criaturas. Está bien, yo soy la primera en creer que no se arrastrará. Pero los hombres, los americanos, dígame por favor, je vous demande un peu, ¿qué demonios hacen por estos pagos? La verdad, no es cosa de envidiarles al verles tratando de amoldarse a esto. Ahí tiene, un ejemplo, a Ralph Touchett, ¿cómo se le puede llamar? Afortunadamente para él padece de tisis, y digo afortunadamente porque así tiene algo en qué ocuparse. Su tisis es su carrera, algo así como una posición. Uno puede referirse a él diciendo: ¡Ah, el señor Touchett! El hombre cuida sus pulmones y sabe todo cuanto hay que saber sobre los distintos climas. Pero, si le quitan eso, ¿qué es, en realidad, qué representa? Solamente el señor Ralph Touchett, es decir un americano que vive en Europa, y pare usted de contar. Eso no significa nada... no puede haber nada que signifique menos que eso. Dirán que es muy culto y que tiene una linda colección de cajas de rapé. Lo único precisamente que le faltaba para que se le compadeciera. Ya estoy cansada de oír el sonido de la palabra compasión, que ha terminado por parecerme sencillamente grotesco. Ahora, el padre ya es otra cosa; tiene su propia personalidad, toda de una pieza. Representa a una gran institución financiera, y esto, en nu estro tiempo, vale tanto como cualquier otra cosa. De todos modos, para un americano es suficiente. Pero sigo pensando que para su primo es una suerte padecer una enfermedad crónica, siempre que no muera de ella; mucho mejor por descontado que las cajitas para rapé. Si no estuviera enfermo, haría algo, ocuparía el puesto de su padre en la empresa, pero no sé por qué se me antoja que al pobre no le entusiasma gran cosa la empresa. De todas formas, usted lo conoce mejor que yo, aunque le conocí en otros tiempos bastante bien, por más que él pueda ponerlo en duda. Pero yo creo que el caso peor de todos es el de un amigo mío, un compatriota nuestro también, que vive en Italia (a donde igualmente le llevaron antes de que pudiese conocer nada mejor) y que es uno de los hombres más deliciosos que he conocido. Algún día tendrá usted que conocerlo, yo procurar233é ponerles en contacto y verá que es verdad lo que digo. Se llama Gilbert Osmond, vive en Italia... y eso es todo lo que se puede decir o saber de él. Es inteligente en grado sumo, un hombre nacido para distinguirse, pero, como le digo, su descripción se agota con decir: es el señor Osmond que vive tout bétement en Italia. Sin carrera, sin nombre, sin posición, sin fortuna, sin pasado ni futuro, sin nada en fin. Pinta, es cierto, si así puede decirse... hace acuarelas como yo, aun que mejores que las mías. Su pintura es bastante mala, cosa que, lejos de entristecerme, a decir verdad, me alegra. Afortunadamente para él, es muy perezoso, tan indolente que eso es como una especie de posición suya. Así, puede permitirse el lujo de decir: «¡Oh, yo no hago nada, soy demasiado perezoso. Uno no puede hacer hoy nada si no se levanta a las cinco de la mañana87». Y así viene a ser como una especie de excepción, pues uno llega a creer que en realidad podría llevar algo a cabo si se levantase a la hora del alba. No habla jamás de su pintura... a todo el mundo por lo menos... es demasiado listo para eso; pero tiene una hijita... encantadora por cierto, y de ella sí habla. Siente un gran cariño por ella y, si el ser buen padre fuese una carrera, se habría distinguido grandemente en la suya. Pero mucho me temo que eso no valga más que las cajitas para rapé, a lo mejor ni eso. »Dígame, por favor, qué hacen en América -prosiguió madame Merle, que, dicho sea entre paréntesis, no expresó de una vez tales reflexiones, que aparecen aquí arracimadas para mayor conveniencia del lector. Habló de Florencia, donde vivía la señora Touchett ocupando un palacio de la Edad Med ia; habló de Roma, donde ella tenía un pequeño pied-á-terre con buenos damascos antiguos. Habló de otros muchos lugares, de las gentes, y hasta, como suele decirse, de «temas», y de cuando en cuando se refería a su anciano y amable anfitrión y a las probabilidades de su mejoría. A decir verdad, no tenía, desde el primer momento, gran fe en ella, e Isabel se quedó admirada ante la manera positiva, competente y analítica con que ella calibraba lo que le quedaba de vida.
"Sir Matthew Hope told me so as plainly as was proper," she said; "standing there, near the fire, before dinner. He makes himself very agreeable, the great doctor. I don′t mean his saying that has anything to do with it. But he says such things with great tact. I had told him I f elt ill at my ease, staying here at such a time; it seemed to me so indiscreet --it wasn′t as if I could nurse. ′You must remain, you must remain,′ he answered; ′your office will come later.′ Wasn′t that a very delicate way of saying both that poor Mr. Touchett would go and that I might be of some use as a consoler? In fact, however, I shall not be of the slightest use. Your aunt will console herself; she, and she alone, knows just how much consolation she′ll require. It would be a very delicate matter for another person to undertake to administer the dose. With your cousin it will be different; he′ll miss his father immensely. But I should never presume to condole with Mr. Ralph; we′re not on those terms." Madame Merle had alluded more than once to some undefined incongruity in her relations with Ralph Touchett; so Isabel took this occasion of asking her if they were not good friends. Una noche le anunció categóricamente: -Sir Matthew Hope me lo ha dicho con toda la claridad que permite el decoro, ahí mismo, de pie delante del fuego. Es un hombre muy agradable el tal doctor. No se refirió claramente al asunto, pero sabe decir las cosas con un tacto exquisito. Cuando le manifesté que yo me sentía incó 97moda por estar aquí en estos instantes y que creía indiscreto seguir... porque tampoco soy capaz de asistir al enfermo, me contestó: «Usted debe quedarse, no se vaya, que su tarea comenzará después». Lo cual era, a mi modo de ver, una delicada manera de decirme que el señor Touchett estaba camino del otro mundo y que yo resultaría luego útil para dar consuelo a los demás. Cuando de hecho mi utilidad va a ser nula. Su tía se consolará sola, y únicamente ella sabe cuánto consuelo precisará. Sería tarea mucho más delicada para otra persona ponerse a administrarle la dosis del consuelo. Con su primo de usted la cuestión es del todo distinta; echará enormemente de menos a su padre, pero no puedo pretender acompañarle en su dolor pues no estamos en términos que a ello se presten. Madame Merle hab7ía aludido más de una vez a cierta incongruencia en sus relaciones con Ralph Touchett. Isabel supo, pues, aprovechar la ocasión para preguntar si eran buenos amigos, a lo cual contestó su amiga:
"Perfectly, but he doesn′t like m e." -Sí, lo somos, pero no le agrado.
"What have you done to him?" -¿Qué le ha hecho usted?
"Nothing whatever. But one has no need of a reason for that." -Nada, pero para eso no hacen falta razones.
"For not liking you? I think one has need of a very good reason." -Para no quererla a usted, sí. Para eso creo que habrá que tener alguna razón aceptable.
"You′re very kind. Be sure you have one ready for the day you begin." -Es usted muy amable, pero asegúrese de tener una lista para el día que usted empiece.
"Begin to dislike you? I shall never begin." -¿A no quererla? No pienso empezar nunca.
"I hope not; because if you do you′ll never end. That′s the way with your cousin; he doesn′t get over it. It′s an antipathy of nature --if I can call it that when it′s all on his side. I′ve nothing whatever against him and don′t bear him the least little grudge for not doing me justice. Justice is all I want. However, one feels that he′s a gentleman and would never say anything underhand about one. Cartes sur table," Madame Merle subjoined in a moment, "I′m not afraid of him." -Espero que no, porque el día que empiece ya no se detendrá. Así ocurre con su primo. Es una incompatibilidad de caracteres... si pu ede darse este nombre a algo completamente unilateral. Yo no tengo absolutamente nada contra él ni le guardo rencor por ser injusto conmigo. Todo lo que yo preciso es justicia y nada más que justicia. De todos modos, está claro que es un perfecto caballero y jamás hablará mal de nadie a sus espaldas. -Hizo una pausa y a renglón seguido añadió-: Cartes sur table. No le tengo miedo.
"I hope not indeed," said Isa bel, who added something about his being the kindest creature living. She remembered, however, that on her first asking him about Madame Merle he had answered her in a manner which this lady might have thought injurious without being explicit. There was something between them, Isabel said to herself, but she said nothing more than this. If it were something of importance it should inspire respect; if it were not it was not worth her curiosity. With all her love of knowledge she had a natural shrinking from raising curtains and looking into unlighted corners. The love of knowledge coexisted in her mind with the finest capacity for ignorance. -Ya lo supongo -contestó Isabel que añadió algo referente a que era el mejor hombre del mundo. Sin embargo, recordó que, cuando le preguntó a él por madame . Merle, contestó de manera que la dama podría haber considerado injuriosa sin ser explícita. Isabel pensó para sí que entre los dos había sin duda algo, pero no pasó de ahí. Pensó que, si fuera cosa de importancia, merecerí 92a todo respeto, y, si no lo era, no valía la pena sentir curiosidad. A pesar de su afición al saber, sentía una natural repulsión a levantar cortinas para escudriñar rincones escondidos. En su espíritu coexistían en la armonía más perfecta el deseo de conocimiento y la mejor disposición a la ignorancia.
But Madame Merle sometimes said things that startled her, made her raise her clear eyebrows at the time and think of the words afterwards. "I′d give a great deal to be your age again," she broke out once with a bitterness which, though diluted in her customary amplitude of ease, was imperfectly disguised by i t. "If I could only begin again --if I could have my life before me!" De vez en cuando madame Merle decía cosas que la sobresaltaban, la hacían enarcar las claras cejas y después rumiar las palabras oídas. -Yo daría cualquier cosa por volver a tener la edad de usted -dijo una vez su compañera, con una amargura que, sí bien diluida en su acostumbrada amplitud verbal, no quedaba del todo disipada. Y añadió-: Si pudiera volver a empezar de nuevo... si pudiera tener toda la vida por delante...
"Your life′s before you yet," Isabel answered gently, for she was vaguely awe-struck. Isabel, que había quedado un tant o anonadada por lo que acababa de oír, contestó: -Usted tiene todavía la vida por delante.
"No; the best part′s gone, and gone for nothing." -No; la mejor parte ha pasado ya... y por nada.
"Surely not for nothing," said Isabel. -Seguramente que no habrá sido por nada -dijo Isabel.
"Why not --what have I got? Neither husband, nor child, nor fortune, nor position, nor the traces of a beauty that I never had." -¿Por qué no... qué es lo que me ha dado? Ni marido, ni hijos, ni fortuna, ni posición, ni siquiera huellas de una belleza que no tuve jamás.
"You have many friends, dear lady." -Pero, mi querida señora, tiene usted numerosos amigos.
"I′m not so sure!" cried Madame Merle. -Tampoco estoy segura de ello -exclamó madame Merle.
"Ah, you′re wrong. You have memories, graces, talents --" -Me parece que está usted en un gran error; tiene usted recuerdos, encantos, aptitudes...
But Madame Merle interrupted her. "What have my talents brought me? Nothing but the need of using them still, to get through the hours, the years, to cheat myself with some pretence of movement, of unconsciousness. As for my graces and memories the less said about them the better. You′ll be my friend till you find a better use for your friendship." Madame Merle la interrumpió para decir: -¡Aptitudes! ¿Qué me han proporcionado mis aptitudes? Apenas la necesidad de utilizarlas para consumir mis horas, mis años, para engañarme a mí misma con falsos movimientos, en la inconsciencia más completa. Y, por lo que hace a mis encantos y recuerdos, cuanto menos se hable de ellos, mejor. Usted será amiga mía hasta que encuentre alguien mejor en quien depositar su amistad.
"It will be for you to see that I don′t then," said Isabel. -De usted dependerá que así no sea -replicó Isabel.
"Yes; I would make an effort to keep you." And her companion looked at her gravely. "When I say I should like to be your age I mean with your qualities --frank, generous, sincere like you. In that case I should have made something better of my life." -Cierto. Y haré un esfuerzo por conservarla. -Hizo un alto y luego prosiguió-: Cuando digo que quisiera tener la edad de usted, quiero decir con sus cualidades... siendo franca, generosa y sincera como usted. En tal caso, yo haría de mi vida algo mejor de lo que he hecho.
"What should you have liked to do that you′ve not done?" -¿Qué habría usted querido realizar que no haya realizado?
Madame Merle took a sheet of music --she was seated at the piano and had abruptly wheeled about on the stool when she first spoke --and mechanically turned the leaves. "I′m very ambitious!" she at last replied. Madame Merle tomó un cuaderno de música... Había estado sentada al piano mientras hablaban y de pronto se volvió en el taburete y empezó a pasar las hojas. Por último dijo: -Soy muy ambiciosa.
"And your ambitions have not been satisfied? They must have been great." -Pues si no ha logrado satisfacer sus ambiciones, han debido de ser extraordinariamente grandes.
"They WERE great. I should make myself ridiculous by talking of th em." -Y lo fueron. Me pondría en ridículo si hablara de ellas.
Isabel wondered what they could have been --whether Madame Merle had aspired to wear a crown. "I don′t know what your idea of success may be, but you seem to me to have been successful. To me indeed you′re a vivid image of success." Isabel se preguntó cuáles habrían sido, si madame Merle habría pretendido ceñirse una corona. -No sé cuál será su idea acerca del éxito -dijo-, pero se me antoja que usted lo ha conseguido. Por lo menos, a mis ojos es usted la viva imagen del éxito.
Madame Merle tossed away the music with a smile. "What′s YOUR idea of success?" Madame Merle dejó a un lado la partitura con una sonrisa triste y preguntó: -¿Y la suya, cuál es su idea del éxito?
"You evidently think it must be a very tame one. It′s to see some dream of one′s youth come true." Evidentemente, piensa usted que debe de ser muy modesta. A mí me parece que consiste en ver materializarse un sueño de la juventud.
"Ah," Madame Merle exclaimed, "that I′ve never seen! But my dreams were so great --so preposterous. Heaven forgive me, I′m dreaming now!" And she turned back to the piano and began grandly to play. On the morrow she said to Isabel that her definition of success had been very pretty, yet frightfully sad. Measured in that way, who had ever succeeded? The dreams of one′s youth, why they were enchanting, they were divine! Who had ever seen such things co me to pass? -¡Ah! -exclamó madame Merle-, yo no he visto jamás semejante cosa. Pero mis sueños eran tan extraordinarios... tan absurdos. Que el ciclo me perdone, estoy soñando ahora. -Se volvió hacia el piano y se puso a tocar arrebatadamente. A la mañana siguiente, le dijo a Isabel que su definición del éxito era muy linda, pero espantosamente triste. Si se medía por ese baremo, ¿quién habría verdaderamente triunfado? Los sueños de la juventud eran encantadores y, por lo mismo, divinos. ¿Quién los había visto realizarse?
"I myself --a few of them," Isabel ventured to answer. -Yo misma... algunos de ellos -Isabel se atrevió a decir.
"Already? They must have been dreams of yesterday." -¿Tan pronto?... Sueños de ayer mismo, sin duda.
"I began to dream very young," Isabel smiled. -Empecé a soñar de muy niña -replicó Isabel sonriendo.
"Ah, if you mean the aspirations of your childhood --that of having a pink sash and a doll that could close her eyes." -¡Ah! Si se refiere a las aspiraciones de su infancia... cuando se sueña con un cinturón rojo y una muñeca que abre y cierra los ojos...
"No, I don′t mean that." -No me refiero a eso.
"Or a young man with a fine moustache going down on his knees to you." -O con un joven de lindo bigote arrastrándose a los pies de una...
"No, nor that either," Isabel declared with still more emphasis. -No, tampoco es eso -contestó Isabel con aún mayor énfasis.
Madame Merle appeared to note this eagerness. "I suspect that′s what you do mean. We′ve all had the young man with the moustache. He′s the inevitable young man; he doesn′t count." Madame Merle pareció darse cuenta de la vehemencia de su amiga y dijo: -Sospecho que sí se refiere a eso. Todas hemos tenido nuestro joven del lindo bigote, el inevitable joven; pero eso no cuenta.
Isabel was silent a little but then spoke with extreme and characteristic inconsequence. "Why shouldn′t he count ? There are young men and young men." Isabel permaneció callada un instante y luego dijo con especial inconsecuencia: -¿Por qué no ha de contar? Hay jóvenes y jóvenes.
"And yours was a paragon --is that what you mean?" asked her friend with a laugh. "If you′ve had the identical young man you dreamed of, then that was success, and I congratulate you with all my heart. Only in that case why didn′t you fly with him to his castle in the Apennines?" -Y el suyo era una maravilla, ¿es eso lo que quiere decir? -preguntó riendo de buena gana su amiga. Y prosiguió-: Si usted logró tener al joven de sus sueños, eso fue un verdadero éxito y la felicito con toda el alma. Pero en ese caso, ¿por qué no huyó con él a su castillo de los Apeninos?
"He has no castle in the Apennines." -No tiene ningún castillo en los Apeninos.
"What has he? An ugly brick house in Fortieth Street? Don′t tell me that; I refuse to recognise that as an ideal." -¿Qué tiene entonces... una sórdida casa de ladrillos en la calle Cuarenta? Por favor, no me lo diga. Me niego en absoluto a aceptarlo como ideal.
"I don′t care anything about his house," said Isabel. -Su casa me tiene sin cuidado -dijo Isabel.
"That′s very crude of you. When you′ve lived as long as I you′ll see that every human being has his shell and that you must take the shell into account. By the shell I mean the whole envelope of circumstances. There′s no such thing as an isolated man or woman; we′re each of us made up of some cluster of appurtenances. What shall w e call our ′self′? Where does it begin? where does it end? It overflows into everything that belongs to us --and then it flows back again. I know a large part of myself is in the clothes I choose to wear. I′ve a great respect for THINGS! One′s self --for other people --is one′s expression of one′s self; and one′s house, one′s furniture, one′s garments, the books one reads, the company one keeps --these things are all expressive." -Eso es muy cruel por su parte. Cuando tenga usted mis años, verá que todo ser h umano tiene su cascarón y que hay que tener en cuenta tal cascarón. Al hablar del cascarón, me refiero al conjunto de las circunstancias que lo envuelven. No existen el hombre ni la mujer totalmente aislados, y cada uno de nosotros está constituido por un puñado de pertenencias. ¿Qué constituye nuestro propio yo? ¿Dónde empieza y dónde acaba? Parece desbordarse en todo lo que nos pertenece y luego volver a retraerse. Yo sé que gran parte de mí misma está en los vestidos que me gusta ponerme. Siento un gran respeto por las cosas. Para los demás, el propio yo es cuanto una expresa; la propia casa, el mobiliario, la decoración, los libros que lee y los amigos que tiene... todo esto expresa la personalidad de una.
This was very metaphysical; not more so, however, than several observations Madame Merle had already made. Isabel was fond of metaphysics, but was unable to accompany her friend into this bold analysis of the human personality. "I don′t agree with you. I think just the other way. I don′t know whether I succeed in expressing myself, but I know that nothing else expresses me. Nothing that belongs to me is any measure of me; everything′s on the contrary a limit, a barrier, and a perfectly arbitrary one. Certainly the clot hes which, as you say, I choose to wear, don′t express me; and heaven forbid they should!" Todo ello era harto metafísico, aunque no más que muchas de las observaciones hechas por madame Mer le. A Isabel le gustaba mucho la metafísica, pero no podía, a pesar de ello, lanzarse al intrincado análisis de la personalidad humana, que tan fácil parecía ser para su amiga. No estoy de acuerdo con usted -dijo-, pienso Precisamente todo lo contrario. No sé si lograré expresarme bien a mí misma, pero creo que ninguna otra cosa puede hacerlo. Nada de cuanto me pertenece da la medida de mí misma, sino que todo constituye una limitación, una barrera, muchas veces completamente arbitraria. Es indudable que los vestidos que me gusta ponerme, como usted dice, ni me expresan ni quiera Dios que puedan llegar a expresarme.
"You dress very well," Madame Merle lightly interposed. -Pues usted sabe vestirse muy bien -interpuso a la ligera madame Merle.
"Possibly; but I don′t care to be judged by that. My clothes may express the dressmaker, but they don′t express me. To begin with it′s not my own choice that I wear them; they′re imposed upon me by society." -Es posible. Pero me resisto a que se me juzgue por eso. Mis vestidos pueden, a lo sumo, expresar a la modista o al sastre, pero de ninguna manera a mí. Por lo pronto, no soy yo quien los elige, sino la sociedad que me impone que los lleve.
"Should you prefer to go without them?" Madame Merle enquired in a tone which virtually terminated the discussion. -¿Preferiría usted andar sin ellos? -preguntó madame Merle con un tono que de hecho ponía punto final a la discusión.
I am bound to confess, though it may cast some discredit on the sketch I have given of the youthful loyalty practiced by our heroine toward this accomplished woman, that Isabel had said nothing whatever to her about Lord Warburton and had been equally reticent on the subject of Caspar Goodwood. She had not, however, concealed the fact that she had had opportunities of marrying and had even let her friend know of how advantageous a kind they had been. Lord Warburton had left Lockleigh and was gone to Scotland, taking his sisters with him; and though he had written to Ralph more than once to ask about Mr. Touchett′s health the girl was not liable to the embarrassment of such enquiries as, had he still been in the neighbourhood, he would probably have felt bound to make in person. He had excellent ways, but she felt sure that if he had come to Gardencourt he would have seen Madame Merle, and that if he had seen her he would have liked her and betrayed to her that he was in love with her young friend. It so happened that during this lady′s previous visits to Gardencourt --each of them much shorter than the present --he had either not been at Lockleigh or had not called at Mr. Touchett′s. Therefore, though she knew him by name as the great man of that county, she had no cause to suspect him as a suitor of Mrs. Touchett′s freshly-imported niece. Aunque pueda entrañar cierto descrédito para la descripción que he hecho de la juvenil lealtad de nuestra heroína hacia aquella distinguida dama, debo confesar que Isabel no le había dicho nada sobre lord Warburton y se había mostrado igualmente callada en lo que a Caspar Goodwood se refería. Sin embargo, no le había ocultado que había recibido vanas propuestas matrimoniales ni pasó por alto el hecho de que algunas eran muy ventajosas. Lord Warburton se había marchado de Lockleigh dirigiéndose a Escocia con sus hermanas. De vez en cuando escribía a Ralph int eresándose por la salud del anciano, de suerte que la joven se veía libre del azaramiento consiguiente a las indagaciones que el lord habría querido hacer personalmente si se hubiese hallado en las cercanías de la mansión de los Touchett. Aunque el lord era hombre de procedimientos exquisitos, Isabel estaba segura de que si él hubiera visitado Gardencourt, habría trabado conocimiento con madame Merle, hubieran sin duda simpatizado, y el aristócrata no habría tardado en comunicar a la distinguida visitante el secreto de su amor por la joven. La casualidad había hecho que durante las anteriores visitas de la dama a Gardencourt (ambas fueron mucho más cortas que la actual) lord Warburton no estuviera en Lockleigh o no fuera a visitar a sus amigos de Gardencourt. De modo que, si bien madame Merle le conocía de oídas como la personalidad más importante de toda la c omarca, no tenía motivos para sospechar que fuese pretendiente de la recién importada sobrina del señor Touchett.
"You′ve plenty of time," she had said to Isabel in return for the mutilated confidences which our young woman made her and which didn′t pretend to be perfect, though we have seen that at moments the girl had compunctions at having said so much. "I′m glad you′ve done nothing yet --that you have it still to do. It′s a very good thing for a girl to have refused a few good offers --so long of course as they are not the best she′s likely to have. Pardon me if my tone seems horribly corrupt; one must take the worldly view sometimes. Only don′t keep on refusing for the sake of refusing. It′s a pleasant exercise of power; but accepting′s after all an exercise of power as well. There′s always the danger of refusing once too often. It was not the one I fell into --I didn′t refuse often enough. You′re an exquisite creature, and I should like to see you married to a prime minister. But speaking strictly, you know, you′re not what is t echnically called a parti. You′re extremely good-looking and extremely clever; in yourself you′re quite exceptional. You appear to have the vaguest ideas about your earthly possessions; but from what I can make out you′re not embarrassed with an income. I wish you had a little money." -Todavía tiene usted mucho tiempo por delante -solía decir a Isabel en respuesta a las parciales confidencias que le hacía la joven y que no eran completas a pesar de que a veces la muchacha sentía el temor de haber dicho demasiado-. Me alegro mucho de que no haya hecho aún nada... de que deje la cosa esperar. Es algo magnífico para una muchacha el haber rechazado algunas propuestas... siempre y cuando no sean las mejores que se le puedan hacer en su vida. Disculpe si mis palabras le parecen corruptas, pero es que a veces hay que adoptar los puntos de vista mundanos. Ahora bien, no se le ocurra seguir rechazando las proposiciones de matrimonio sólo por darse el gusto de rechazarlas. Es un admirable ejercicio de poder, pero después de todo tam bién el aceptar implica un ejercicio de poder. Se corre siempre peligro de rechazar demasiado, peligro que no es precisamente en el que yo incurrí... porque no rechacé lo bastante. Usted es una muchacha deliciosa y me gustaría verla casada con un primer ministro; pero, hablando en puridad, usted sabe muy bien que no es lo que suele llamarse técnicamente un parti. Es usted extraordinariamente agraciada e inteligente, sin duda una mujer excepcional. Usted se me antoja una persona que no tiene si no una idea muy vaga de sus bienes terrenales y, por lo que me parece haber deducido, no posee una renta. Sin embargo, me gustaría que tuviese algún dinero.
"I wish I had!" said Isabel, simply, apparently forgetting for the moment that her poverty had been a venial fault for two gallant gentlemen. -¡Qué más quisiera yo! -dijo Isabel, pareciendo haber olvidado que la pobreza había representado tan sólo un pecado venial para dos galantes pretendientes.
In spite of Sir Matthew Hope′s benevolent recommendation Madame Merle did not remain to the end, as the issue of poor Mr. Touchett′s malady had now come frankly to be designated. She was under pledges to other people which had at last to be redeemed, and she left Gardencourt with the understanding that she should in any event see Mrs. Touchett there again, or else in town, before quitting England. Her parting with Isabel was even more like the beginning of a friend ship than their meeting had been. "I′m going to six places in succession, but I shall see no one I like so well as you. They′ll all be old friends, however; one doesn′t make new friends at my age. I′ve made a great exception for you. You must remember that and must think as well of me as possible. You must reward me by believing in me." A pesar de la ben u233évola recomendación del doctor Hope, madame Merle no pudo quedarse hasta el fin, ya que el desenlace de la enfermedad del señor Touchett había sido predicho con claridad. Tenía varios compromisos con otras personas, que le era imposible eludir, y abandonó Gardencourt no sin antes convenir que de todos modos volvería a ver a la señora Touchett, allí mismo o en la ciudad, antes de su partida de Inglaterra. Su despedida de Isabel fue, todavía más que su encuentro, el comienzo de una verdadera amistad. Madame Merle le dijo al despedirse: -Voy a visitar seis casas distintas una detrás de otra, pero no veré en ellas a ninguna persona que me guste tanto como usted. Todas ellas son, sin embargo, antiguas amistades, pues a mi edad no suelen hacerse amigos nuevos. Con usted he hecho una gran excepción. No lo olvide y piense de mí lo mejor que le sea posible. De be recompensarme creyendo en mí.
By way of answer Isabel kissed her, and, though some women kiss with facility, there are kisses and kisses, and this embrace was satisfactory to Madame Merle. Our young lady, after this, was much alone; she saw her aunt and cousin only at meals, and discovered that of the hours during which Mrs. Touchett was invisible only a minor portion was now devoted to nursing her husband. She spent the rest in her own apartments, to which access was not allowed even to her niece, apparently occupied there with mysterious and inscrutable exercises. At table she was grave and silent; but her solemnity was no t an attitude --Isabel could see it was a conviction. She wondered if her aunt repented of having taken her own way so much; but there was no visible evidence of this --no tears, no sighs, no exaggeration of a zeal always to its own sense adequate. Mrs. Touchett seemed simply to feel the need of thinking things over and summing them up; she had a little moral account-book --with columns unerringly ruled and a sharp steel clasp --which she kept with exemplary neatness. Uttered reflection had with her ever, at any rate, a practical ring. "If I had foreseen this I′d not have proposed your coming abroad now," she said to Isabel after Madame Merle had left the house. "I′d have waited and sent for you next year." En respuesta, Isabel le dio un beso y, aunque es sabido que las mujeres besan con facilidad, no lo es menos que hay besos y besos, y el de Isabel fue completamente grato a madame Merle. Después de marcharse ésta, nuestra joven heroína se quedó verdaderamente sola, apenas sí veía a su tía y a su primo a las horas de las comidas, y llegó a descubrir que, de las horas en que la señora Touchett estaba invisible, sólo dedicaba una pequeña parte de ellas a cuidar de su esposo. Se pasaba la tía la mayor parte del tiempo recluida en sus habitaciones, ocupada, por lo visto, en ejercicios misteriosos e inescrutables, puesto que a nadie le era permitida la entrada, ni siquiera a su misma sobrina. En la mesa se mantenía siempre solemne y grave, si bien Isabel comprobó que esa gravedad no era en absoluto afectada sino una verdadera convicción. Se preguntaba si su tía estaría arrepentida de haber obrado antes a su propio antojo, pero no había indicio alguno de ello... ni lágrimas, ni suspiros, ni exceso de un celo siempre apropiado. La señora Touchett parecía experimentar la irresistible necesidad de pensar en las cosas para luego resumirlas. Tenía un «libro moral» de contabilidad... -con columnas inflexiblemente dispuestas y un fuerte cierre de acero...- libro que llevaba con infalible exactitud. De cualquier modo, en ella la reflexión formulada tenía siempre resonancias prácticas. Así, dijo a su sobrina una vez que madame Merle se hubo ido: -Si yo hubiese sabido esto, no te habría propuesto que vinieras ahora conmigo a Europa; habría esperado y te hubiera hecho venir el año próximo.
"So that perhaps I should never have known my uncle? It′s a great happiness to me to have come now." -Sí, pero entonces no habría tenido la suerte de conocer a mi tío. Para mí ha sido una verdadera dicha haber venido ahora.
"That′s very well. But it was not that you might know your uncle that I brough t you to Europe." A perfectly veracious speech; but, as Isabel thought, not as perfectly timed. She had leisure to think of this and other matters. She took a solitary walk every day and spent vague hours in turning over books in the library. Among the subjects that engaged her attention were the adventures of her friend Miss Stackpole, with whom she was in regular correspondence. Isabel liked her friend′s private epistolary style better than her public; that is she felt her public letters would have been excellent if they had not been printed. Henrietta′s career, however, was not so successful, as might have been wished even in the interest of her private felicity; that view of the inner life of Great Britain which she was so eager to take appeared to dance before her like an ignis fatuus. The invitation from Lady Pensil, for mysterious reasons, had never arrived; and poor Mr. Bantling himself, with all his friendly ingenuity, had been unable to explain so grave a de reliction on the part of a missive that had obviously been sent. He had evidently taken Henrietta′s affairs much to heart, and believed that he owed her a set-off to this illusory visit to Bedfordshire. "He says he should think I would go to the Continent," Henrietta wrote; "and as he thinks of going there himself I suppose his advice is sincere. He wants to know why I don′t take a view of French life; and it′s a fact that I want very much to see the new Republic. Mr. Bantling doesn′t care much about the Republic, but he thinks of going over to Paris anyway. I must say he′s quite as attentive as I could wish, and at least I shall have seen one polite Englishman. I keep telling Mr. Bantling that he ought to have been an American, and you should see how that pleases him. Whenever I say so he always breaks out with the same exclamation --′Ah, but really, come now!′" A few days later she wrote that she had decided to go to Paris at the end of the week and that Mr. Bantli ng had promised to see her off --perhaps even would go as far as Dover with her. She would wait in Paris till Isabel should arrive, Henrietta added; speaking quite as if Isabel were to start on her continental journey alone and making no allusion to Mrs. Touchett. Bearing in mind his interest in their late companion, our heroine communicated several passages from this correspondence to Ralph, who followed with an emotion akin to suspense the career of the representative of the _Interviewer_. -Eso está muy bien. Pero yo no te traje a Europa para que conocieses a tu tío. Era una verdad irrefutable, pero fuera de lugar, a juicio de Isabel. Ésta tenía ahora tiempo sobrado para pensar en este y en otros asuntos. Se dedicó a dar un paseo sola todos los días y a pasarse las horas muertas en la biblioteca revolviendo y hojeando libros. Uno de los temas que la mantenían ocupada era las aventuras de su amiga la señorita Stackpole, con la que estaba en constante correspondencia. A Isabel le gustaba más el estilo epistolar que el periodístico de su amiga, hasta el extremo de creer que sus crónicas habrían sido admirables si no las hubieran publicado. Henrietta estaba muy lejos de obtener en su carrera un u233éxito tan notable como sería de desear, pensando en su felicidad personal. Aquella visión de la vida inglesa que tanto ansiaba ella reproducir en sus crónicas parecía estar danzando ante sus ojos como un fuego fatuo. Debido a camas misteriosas, la invitación de lady Pensil no llegó nunca a sus manos; y el consternado señor Bantling, con toda su amistosa inventiva, no fue capaz de explicar aquella desatención tan grave hacia una carta que él había enviado. No cabía duda de que estaba tomando muy a pecho las cosas de Henrietta y pensaba que le debía una compensación por su desengaño respecto a lo de Bedfordshire. Henrietta escribió en una de sus cartas a Isabel: «El señor Bantling dice que cree que debo ir al continente, y como él piensa ir pronto allá, pienso que me aconseja sinceramente. Quiere saber por qué e no me decido a estudiar la vida francesa, y lo cierto es que tengo un vivo deseo de conocer la nueva República. Al señor Bantling no le interesa demasiado eso de la República, pero de todos modos piensa ir a París. Debo confesar que conmigo es todo lo atento que se puede ser, y luego podré, por lo menos, decir que he tratado a un inglés verdaderamente bien educado. De vez en cuando digo al señor Bantling que debería haber sido americano, y no puedes imaginarte cuánto le gusta esta idea. Cada vez que se lo digo prorrumpe en la misma exclamación: "¡Vamos, qué cosas tiene!"». Pocos días después, Henrietta escribió diciendo que había por fin decidido ir a París a fines de la semana siguiente y que el señor Bantling le había prometido despedirla... acompañándola quizás hasta Dover p ara embarcarla. Añadía que esperaría en París hasta que Isabel llegara, y lo decía como si creyese que Isabel fuera a emprender sola la excursión por el continente y sin hacer alusión alguna a la señora Touchett. Isabel, pensando en el interés que Ralph sentía por su compañera, le leyó algunos párrafos de la carta ya que éste seguía con una emoción casi anhelante la carrera de la corresponsal del Interviewer.
"It seems to me she′s doing very well," he said, "going over to Paris with an ex-Lancer! If she wants something to write about she has only to describe that episode." -Me parece que hace muy bien yendo a París con un ex lancero -comentó Ralph-. Si quiere algo interesante para describir, con este episodio ya tiene suficiente.
"It′s not conventional, certainly," Isabel answered; "but if you mean that --as far as Henrietta is concerned --it′s not perfectly innocent, you′re very much mistaken. You′ll never understand Henrietta." -Acaso no sea una cosa convencional -contestó Isabel-, pero si quieres dar a entender que, por lo que respecta a Henrietta, no es algo inocente, te equivocas de medio a medio. Tú no llegará′87s nunca a comprender a Henrietta.
"Pardon me , I understand her perfectly. I didn′t at all at first, but now I′ve the point of view. I′m afraid, however, that Bantling hasn′t; he may have some surprises. Oh, I understand Henrietta as well as if I had made her!" -Perdona, pero la conozco perfectamente. Al principio no llegué a comprenderla, pero ahora ya sé a qué atenerme. De todos modos, temo que Bantling no comparta mi manera de pensar; puede prepararle alguna sorpresa. Te aseguro que comprendo a Henrietta tan bien como si la hubiese hecho con mis propias manos.
Isabel was by no means sure of this, but she abstained from expressing further doubt, for she was disposed in these days to extend a great charity to her cousin. One afternoon less than a week after Madame Merle′s departure she was seated in the library with a volume to which her attention was not fastened. She had placed herself in a deep window-bench, from which she looked out into the dull, damp park; and as the library stood at right angles to the entrance-front of the house she could see the doctor′s brougham, which had been waiting for the last two hours before the door. She was struck with his remaining so long, but at last she saw him appear in the portico, stand a moment slowly drawing on his gloves and l ooking at the knees of his horse, and then get into the vehicle and roll away. Isabel kept her place for half an hour; there was a great stillness in the house. It was so great that when she at last heard a soft, slow step on the deep carpet of the room she was almost startled by the sound. She turned quickly away from the window and saw Ralph Touchett standing there with his hands still in his pockets, but with a face absolutely void of its usual latent smile. She got up and her movement and glance were a question. No estaba Isabel muy segura de ello, pero no lo dejó traslucir, pues estaba dispuesta por entonces a tratar a su primo con la mayor comprensión. Una tarde, a la semana de la partida de madame Merle, Isabel estaba instalada en la biblioteca sosteniendo un libro en cuya lectura no fijaba la menor atención. Se había sentado junto al alféizar de uno de los amplios ventanales, desde el cual se veía el parque, triste y húmedo. Y, como la biblioteca estaba en ángulo recto con la entrada de la c asa, Isabel podía ver desde su sitio la berlina del doctor, que llevaba dos horas esperando ante la puerta. A Isabel le llamó la atención que estuviera tanto tiempo en la casa, pero al fin le vio aparecer en el pórtico, permanecer allí un momento mientras se ponía los guantes, mirar las patas de su caballo y, por último, subir al coche, que se puso en movimiento. Isabel siguió en su sitio durante una media hora. En la casa reinaba un gran silencio, tan profundo que al oír ella unos pasos lentos y suaves sobre la mullida alfombra de la biblioteca casi se sobresaltó. Al volverse vio ante sí a Ralph que, con las manos en los bolsillos, como siempre, no mostraba en el rostro su sonrisa habitual. Isabel se levantó, y en su ademán y en su mirada palpitaba una angustiosa pregunta.
"It′s all over," said Ralph. -Todo se acabó -dijo Ralph con sencillez. par
"Do you mean that my uncle --?" And Isabel stopped. -Cómo, ¿quieres decir que mi tío...? -Isabel se detuvo.
"My dear father died an hour ago." -Hace una hora que mi padre ha muerto.
"Ah, my poor Ralph!" she gently wailed, putting out her two hands to him. Ella suspiró, realmente apenada, le tendió ambas manos y exclamó: -¡Ah, mi pobre Ralph!    






CHAPTER 20

20

Some fortnight after this Madame Merle drove up in a hansom cab to the house in Winchester Square. As she descended from her vehicle she observed, suspended between the dining-room windows, a large, neat, wooden tablet, on whose fresh black ground were inscribed in white paint the words --"This noble freehold mansion to be sold"; with the name of the agent to whom application should be made. "They certainly lose no time," said the visitor as, after sounding the big brass knocker, she waited to be admitted; "it′s a practical country!" And within the house, as she ascended to the drawing-room, she perceived numerous signs of abdication; pictures removed from the walls and placed upon sofas, windows undraped and floors laid bare. Mrs. Touchett presently received her and intimated in a few words that condolences might be taken for granted. Un par de semanas después de tal suceso madame Merle llegó en un coche de alquiler a la casa de la plaza Winchester. Al bajar de él, lo primero que vieron sus ojos fue una ancha y pulida tabla de madera, suspendida ent re las ventanas del comedor, y sobre cuyo negro fondo campeaban pintadas en blanco estas palabras: «Casa señorial en venta» y, debajo, la dirección del agente. «No pierden el tiempo, por lo visto», se dijo a sí misma la visitante al empuñar el llamador de bronce, añadiendo mientras esperaba que acudiesen a abrir: «Es gente práctica». Una vez dentro de la casa, subió al salón, en el que advirtió no pocas señales de abandono: los cuadros descolgados de las paredes descansando sobre los sofás, las ventanas desguarnecidas, los pisos desnudos de alfombras. La señora Touchett la recibió y, antes de que hablase, dijo que daba el pésame por recibido.
"I know what you′re going to say --he was a very good man. But I know it better than any one, because I gave him more chance to show it. In that I think I was a good wife." Mrs. Touchett added that at the end her husband apparently recognised this fact. "He has treated me most liberally," she said; "I won′t say more liberally than I expected, because I didn′t expect. You know that as a general thing I don′t expect. But he chose, I presume, to recognise the fact that though I lived much abroad and mingled --you may say freely --in foreign life, I never exhibited the smallest preference for any one else." -Sé perfectamente lo que va usted a decirme... que era un hombre verdaderamente bueno. Eso lo sé yo mejor que nadie porque fui qu ien le dio más oportunidades de demostrarlo, por lo cual creo que fui para él una buena esposa. -Y añadió que, al final, él pareció reconocerlo así-. Me ha tratado con gran generosidad. No diré que con más de la que me esperaba, puesto que no esperaba ninguna. Ya sabe usted que, por regla general, yo espero poco o nada. Pero, por lo visto, tuvo a bien reconocer el hecho de que, si bien yo vivía casi siempre en el extranjero y me integraba, libremente, si usted quiere, en esa vida foránea, jamás mostré la menor preferencia por ninguna otra persona.
"For any one but yourself," Madame Merle mentally observed; but the reflexion was perfectly inaudible. «Por ninguna otra, excepto por usted misma», contestó mentalmente madame Merle; pero, como lo hizo mentalmente, nadie lo oyó.
"I never sacrificed my husband to another," Mrs. Touchett continued with her stout curtness. La señora Touchett prosiguió su discurso con aquella manera tajante de hablar: -Nunca sacrifi qué mi marido a ningún otro.  
"Oh no," thought Madame Merle; "you never did anything for another! " Y madame Merle volvió a pensar otra vez para sí: «Conformes; usted no ha hecho jamás nada por nadie».
There was a certain cynicism in these mute comments which demands an explanation; the more so as they are not in accord either with the view --somewhat superficial perhaps --that we have hitherto enjoyed of Madame Merle′s character or with the literal facts of Mrs. Touchett′s history; the more so, too, as Madame Merle had a well-founded conviction that her friend′s last remark was not in the least to be construed as a side-thrust at herself. The truth is that the moment she had crossed the threshold she received an impression that Mr. Touchett′s death had had subtle consequences and that these consequences had been profitable to a little circle of persons among whom she was not numbered. Of course it was an event which would naturally have consequences; her imagination had more than once rested upon this fact during her stay at Gardencourt. But it had been one thing to foresee such a matter mentally and another to stand among its massiv e records. The idea of a distribution of property --she would almost have said of spoils --just now pressed upon her senses and irritated her with a sense of exclusion. I am far from wishing to picture her as one of the hungry mouths or envious hearts of the general herd, but we have already learned of her having desires that had never been satisfied. If she had been questioned, she would of course have admitted --with a fine proud smile --that she had not the faintest claim to a share in Mr. Touchett′s relics. "There was never anything in the world between us," she would have said. "There was never that, poor man!" --with a fillip of her thumb and her third finger. I hasten to add, moreover, that if she couldn′t at the present moment keep from quite perversely yearning she was careful not to betray herself. She had after all as much sympathy for Mrs. Touchett′s gain as for her losses. En tales mudos comentarios había indudablemente un tanto de cinismo que requiere una explicación. Sobre todo, porque no parecen estar de acuerdo con la imagen -acaso algo superficial- que nos hemos formado del carácter de madame Merle, ni con los hechos reales de la vida de la señora Touchett; y, más todavía, porque madame Merle tenía el firme convencimiento de que la última observación de su amiga no podía interpretarse como una estocada dirigida contra ella. Lo cierto es que, en cuanto hubo traspasado el umbral, tuvo la impresión de que la muerte del señor Touchett había acarreado sutiles consecuencias, algunas de las cua les habían sido provechosas para un reducido círculo de personas, entre las que no estaba ella incluida. Desde luego, era un acontecimiento que no podía por menos de llevar aparejadas consecuencias, y su imaginación no había dejado de ponderarlas durante su reciente estancia en Gardencourt. Pero una cosa era barruntar los hechos mentalmente y otra bien distinta hallarse ante sus corpóreas, macizas realidades. La idea del reparto de los bienes casi diría ella de los despojos- le embotó de repente el juicio y la irritó al hacerla sentir su exclusión. Nada más lejos de mi propósito que el describirla como una de esas bocas hambrientas o esos corazones envidiosos del común de los mortales, pero ya hemos visto que ella había acariciado anhelos que no vio jamás realizados. Si se le hubiese preguntado, habría desde luego admitido -con su más d istinguida y orgullosa sonrisa-, que ella no tenía el menor derecho a participar en el reparto de los bienes del señor Touchett, y habría dicho: Debo añadir que, si en aquel momento no podía evitar sentir una codicia perversa, tuvo buen cuidado de no dejarlo traslucir. Al fin y al cabo, se alegraba tanto por las ganancias de la señora Touchett como por sus pérdidas.
"He has left me this house," the newly-made widow said; " but of course I shall not live in it; I′ve a much better one in Florence. The will was opened only three days since, but I′ve already offered the house for sale. I′ve also a share in the bank; but I don′t yet understand if I′m obliged to leave it there. If not I shall certainly take it out. Ralph, of course, has Gardencourt; but I′m not sure that he′ll have means to keep up the place. He′s naturally left very well off, but his father has given away an immense deal of money; there are bequests to a string of third cousins in Vermont. Ralph, however, is very fond of Gardencourt and would be quite capable of living there --in summer --with a maid-of-all-work and a gardener′s boy. There′s one remarkable clause in my husband′s will," Mrs. Touchett added. "He has left my niece a fortune." -Me ha dejado esta casa -dijo la reciente viuda-; desde luego, no voy a vivir en ella, tengo en Florencia una mucho mejor. Sólo hace tres días que se abrió el testamento, pero ya habíamos puesto el anuncio de la venta. Tengo también una participación en el banco, pero no sé si con la obligación de dejarla allí. Si no es así, seguro que la retiraré. Desde luego, a Ralph le ha dejado Gardencourt, pero no creo que él cuente con medios para poder conservar la posesión. Ha quedado muy bien, ni qué decir tiene, pero su padre ha repartido una enorme cantidad de dinero; hay legados hasta para ciertos primos en tercer grado del estado de Vermont. A Ralph le encanta Gardencourt y se las arreglará para vivir allí los meses de verano con una criada para todo y un ayudante de jardinero. -Y la señora Touchett añadió-: La única cláusula verdaderamente notable del testamento de mi marido es que le ha dejado una fortuna a mi sobrina.
"A fortune!" Madame Merle softly repeated. -Una fortuna -repitió quedamente madame Merle.
"Isabel steps into something like seventy thousand pounds." -Parece ser que Isabel va a percibir unas sesenta mil libras.
Madame Merle′s hands were clasped in her lap; at this she raised them, still clasped, and held them a moment against her bosom while her eyes, a little dilated, fixed themselves on those of her friend. "Ah," she cried, "the clever creature!" Madame Merle tenía las manos cruzadas en el regazo; al oír aquello las levantó y sin descruzarlas se oprimió el pecho, con los ojos un tanto dilatados y fijos en los de su a miga. -¡Ah! -exclamó-, ¡Qué criatura tan inteligente!
Mrs. Touchett gave her a quick look. "What do you mean by that?" }"> La señora Touchett le dirigió una rápida ojeada. -¿Qué quiere decir con esas palabras?
For an instant Madame Merle′s colour rose and she dropped her eyes. "It certainly is clever to achieve such results --without an effort!" Madame Merle se ruborizó súbitamente y bajó los ojos, respondiendo: -No hay duda de que es preciso ser inteligente para lograr semejante triunfo... sin ningún esfuerzo.
"There assuredly was no effort. Don′t call it an achievement." -Ah, de eso, de que no hubo esfuerzo no cabe la menor duda. No lo llame, pues, triunfo.
Madame Merle was seldom guilty of the awkwardness of retracting what she had said; her wisdom was shown rather in maintaining it and placing it in a favourable light. "My dear friend, Isabel would certainly not have had seventy thousand pounds left her if she had not been the most charming girl in the world. Her charm includes great cleverness." Rara vez incurría madame Merle en la torpeza de retractarse de sus afirmaciones. Por lo general tenía el acierto de mantenerlas y presentarlas en su aspecto más favorable. Así supo decir: -Mi querida amiga, es indudable que Isabel no habría recibido una herencia de sesenta mil libras si no hubiese si do la muchacha más encantadora del mundo; y entre sus principales encantos se encuentra el de su gran inteligencia.
"She never dreamed, I′m sure, of my husband′s doing anything for her; and I never dreamed of it either, for he never spoke to me of his intention," Mrs. Touchett said. "She had no claim upon him whatever; it was no great recommendation to him that she was my niece. Whatever she achieved she achieved unconsciously." -Estoy segura de que nunca soñó en que mi marido fuera a hacer nada por ella, ni yo me imaginé tal cosa, porque él nunca me dijo que tuviera esa intención. Ella no tenía ningún derecho legal a la fortuna de mi marido, y el ser sobrina mía no podía constituir una gran recomendación. Si ha logrado algo, ha sido inconscientemente.
"Ah," rejoined Madame Merle, "those are the greatest strokes!" -¡Ah, ésos son los grandes golpes! exclamó madame Merle.
Mrs. Touchett reserved her opinion. "The girl′s fortunate; I don′t deny that. But for the present she′s simply stupefied." -Ciertamente, la muchacha ha tenido una suerte extraordinaria -dijo la señora Touchett reservándose su opinión-, no lo niego. Por el momento se ha quedado estupefacta.
"Do you mean that she doesn′t know what to do with the money?" -¿Quiere decir que no sabe qué hacer con el dinero?
"That, I think, she has hardly considered. She doesn′t know what to think about the matter at all. It has been as if a big gun were suddenly fired off behind her; she′s feeling herself to see if she be hurt. It′s but three days since she received a visit from the principal exec utor, who came in person, very gallantly, to notify her. He told me afterwards that when he had made his little speech she suddenly burst into tears. The money′s to remain in the affairs of the bank, and she′s to draw the interest." -Me imagino que apenas ha meditado en tal cosa. No sabe qué pensar de todo ello. Es como si, de golpe, hubiesen disparado una escopeta a su espalda; está palpándose para ver si no está herida. Hace tres días recibió la visita del principal de los albaceas, que vino galantemente en persona para notificárselo él mismo. Luego él me contó que, cuando Isabel hubo escuchado su pequeña disertación, se echó a llorar. El dinero ha de quedarse en el banco y ella percibirá los intereses.
Madame Merle shook her head with a wise and now quite benignant smile. "How very delicious! After she has done that two or three times she′ll get used to it." Then after a silence, "What does your son think of it?" she abruptly asked. Madame Merle movió la cabeza con sensata y ahora benigna sonrisa, diciendo: -¡Verdaderamente delicioso! En cuanto lo haga un par de veces acabará por acostumbrarse. -Después de un silencio, preguntó bruscamente-: ¿Qué dice de todo eso su hijo Ralph?
"He left England before the will was read --used up by his fatigue and anxiety and hurrying off to the south. He′s on his way to the Riviera and I′ve not yet heard from him. But it′s not likely he′ll ever object to anything done by his father." -Se marchó de Inglaterra antes de que se abriera el testamento. Estaba el pobre agotado por la fatiga y la ansiedad y se dio prisa en irse al sur. Fue a la Riviera y todavía no sé nada de él. Pero no es probable que se oponga a la última voluntad de su padre.
"Didn′t you say his own share had been cut down?" -¿No ha dicho usted antes que la parte de su hijo había quedado disminuida?
"Only at his wish. I know that he urged his father to do something for the people in America. He′s not in the least addicted to looking after number one." -Por su propio deseo. Me consta que pidió a su padre que hiciera algo por sus lejanos parientes de América. No es hombre que se preocupe de la persona número uno.
"It depends upon whom he regards as number one!" said Madame Merle. And she remained thoughtful a moment, her eyes bent on the floor. "Am I not to see your happy niece?" she asked at last as she raised them. -Eso depende de a quién considere el número uno -dijo madame Merle, que clavó los ojos en el suelo durante un rato. Por último, al levantarlos, preguntó-: ¿No podría ver a su afortunada sobrina?
"You may see her; but you′ll not be struck with her being happy. She has looked as solemn, these three days, as a Cimabue Madonna!" And Mrs. Touchett rang for a servant. -¡ No faltaba más! Puede verla, pero no crea que va a verla muy contenta. Estos tres últimos días ha estado tan solemne ,que parecía una Dolorosa -dijo la señora Touchett, y tiró del cordón llamando a un criado.
Isabel came in shortly after the footman had been sent to call her; and Madame Merle thought, as she appeared, that Mrs. Touchett′s comparison had its force. The girl was pale and grave --an effect not mitigated by her deeper mourning; but the smile of her brightest moments came into her face as she saw Madame Merle, who went forward, laid her hand on our heroine′s shoulder and, after looking at her a moment, kissed her as if she were returning the kiss she had recei ved from her at Gardencourt. This was the only allusion the visitor, in her great good taste, made for the present to her young friend′s inheritance. Isabel llegó pocos instantes después de que fueran a buscarla. Al verla, se percató madame Merle de que la comparación de la señora Touchett no carecía de fuerza ni de originalidad. La joven estaba pálida y seria, y su vestido de riguroso luto no contribuía a disminuir ese efecto tristón. Pero su rostro quedó iluminado por su mas brillante y graciosa sonrisa en cuanto vio a madame Merle, la cual se adelantó hacia ella, puso la mano en el hombro de nuestra heroína y, después de contemplarla un instante, la besó como si aquel beso fuera devolución del que Isabel le diera al marcharse ella de Gardencourt. Y ésa fue la única alusión que el buen gusto de la visitante hizo por el momento a la herencia de su joven amiga.
Mrs. Touchett had no purpose of awaiting in London the sale of her house. After selecting from among its furniture the objects she wished to transport to her other abode, she left the rest of its contents to be disposed of by the auctioneer and took her departure for the Continent. She was of course accompanied on this journey by her niece, who now had plenty of leisure to measure and weigh and otherwise handle the windfall on which Madame Merle had covertly congratulated her. Isabel thought very often of the fact of her accession of means, looking at it in a dozen different lights; but we shall not now attempt to follow her train of thought or to explain exactly why her new consciousness was at first oppressive. This failure to rise to immediate joy was indeed but brief; the girl pre sently made up her mind that to be rich was a virtue because it was to be able to DO, and that to do could only be sweet. It was the graceful contrary of the stupid side of weakness --especially the feminine variety. To be weak was, for a delicate young person, rather graceful, but, after all, as Isabel said to herself, there was a larger grace than that. Just now, it is true, there was not much to do --once she had sent off a cheque to Lily, and another to poor Edith; but she was thankful for the quiet months which her mourning robes and her aunt′s fresh widowhood compelled them to spend together. The acquisition of power made her serious; she scrutinised her power with a kind of tender ferocity, but was not eager to exercise it. She began to do so during a stay of some weeks which she eventually made with her aunt in Paris, though in ways that will inevitably present themselves as trivial. They were the ways most naturally imposed in a city in which the shops are t he admiration of the world, and that were prescribed unreservedly by the guidance of Mrs. Touchett, who took a rigidly practical view of the transformation of her niece from a poor girl to a rich one. "Now that you′re a young woman of fortune you must know how to play the part --I mean to play it well," she said to Isabel once for all; and she added that the girl′s first duty was to have everything handsome. "You don′t know how to take care of your things, but you must learn," she went on; this was Isabel′s second duty. Isabel submitted, but for the present her imagination was not kindled; she longed for opportunities, but these were not the opportunities she meant. La señora Touchett no tenía intención de esperar en Londres hasta la conclusión de la venta de la casa. Después de haber escogido entre el mobiliario los objetos que más le interesaba transportar a su otra vivienda, dejó el resto para que fuera vendido en pública subasta y marchó al continente. La acompañó, desde luego, su sobrina, que ahora disfrutaba del ocio suficiente para medir, sopesar e incluso disponer de la ganga de cuya posesión la había en secreto felicitado madame Merle. Isabel había reflexionado ya más de una docena de veces acerca de su entrada en posesión de aquellos abundantes recursos, considerándolos desde distintos puntos de vista; pero no trataremos ahora de desentrañar el dédalo de sus pensamientos ni de explicar por qué en los primeros instantes su estado de ánimo era más bien de decaimiento. Sin embargo, tal falta de capacidad para experimentar una inmediata alegría fue, en verdad, breve. La muchacha acabó por hacerse a la idea de que el ser rica era una virtud, porque representaba ser capaz de actuar, y eso debía de ser cosa sumamente agradable. Era precisamente el aspecto contrario de la estúpida debilidad... sobre todo de índole femenina. Si bien se miraba, el ser débil era hasta cierto punto una gracia en una joven delicada, pero, en definitiva, como la propia Isabel se decía a sí misma, existía una gracia muy superior a aquélla. Por el momento, no tenía gran cosa que hacer después de haber enviado dos cheques, uno a Lily y otro a la pobre Edith; pero agradecía los varios meses de tranquilidad a que por ahora habían de condenarla sus vestidos de luto y la reciente viudedad de su tía. La conciencia de tener poder la tornó seria. Analizó ese poder con una especie de cariñosa ferocidad, pero no sintió ansiedad por ejercitarlo. Empezó a hacerlo durante la estadía de varios meses que hubo de pasar con su tía en París, si bien lo hizo por procedimientos que podrían considerarse triviales. Semejantes procedimientos eran los que naturalmente habían de adoptarse en una ciudad como París, cuyas tiendas son la admiración del mundo y cuya frecuentación le aconsejaba sin reserva la señora Touchett, que se impuso la femenina y práctica tarea de transformar a su sobrina de muchacha pobre en muchacha rica. Así le dijo de una vez por todas: -Ahora que eres una joven con fortuna, debes saber cómo desempeñar tu papel... es decir, desempeñarlo bien. La primera obligación de una muchacha rica es que todo lo suyo sea hermoso. Tú no sabes todavía cómo cuidar de tus cosas, y tienes que aprenderlo. Ésta es tu segunda obligación. Isabel admitió cuanto su tía le dijo, pero, en aquel entonces, su imaginación no se sentía aún enardecida. Estaba, en verdad, aguardando unas oportunidades que no eran precisamente de la índole de las indicadas por su tía.
Mrs. Touchett rarely changed her plans, and, having intended before her husband′s death to spend a part of the winter in Paris, saw no reason to deprive herself --still less to deprive her companion --of this advantage. Though t hey would live in great retirement she might still present her niece, informally, to the little circle of her fellow countrymen dwelling upon the skirts of the Champs Elysees. With many of these amiable colonists Mrs. Touchett was intimate; she shared their expatriation, their convictions, their pastimes, their ennui. Isabel saw them arrive with a good deal of assiduity at her aunt′s hotel, and pronounced on them with a trenchancy doubtless to be accounted for by the temporary exaltation of her sense of human duty. She made up her mind that their lives were, though luxurious, inane, and incurred some disfavour by expressing this view on bright Sunday afternoons, when the American absentees were engaged in calling on each other. Though her listeners passed for people kept exemplarily genial by their cooks and dressmakers, two or three of them thought her cleverness, which was generally admitted, inferior to that of the new theatrical pieces. "You all live here this way, but what does it lead to?" she was pleased to ask. "It doesn′t seem to lead to anything, and I should think you′d get very tired of it." Era muy raro que la señora Touchett alterase sus planes y, como antes de la muerte de su esposo se había propuesto pasar gran parte del invierno en París, no veía razón para privarse -y menos aún para privar a su sobrina- de las ventajas que eso comportaba. Aunque iban a llevar una vida reti rada, podía permitirse el presentar sin ceremonia su sobrina a un reducido círculo de compatriotas que habitaban en los alrededores de los Campos Elíseos. La señora Touchett era íntima de algunos de ellos y compartía su expatriación, sus pasatiempos, sus ideas, incluso su aburrimiento. Isabel vio llegar asiduamente aquellas amistades de su tía a la mansión en la que se alojaban y no tardó en juzgarlas de una manera tajante que, sin duda, podría explicarse por su exaltado y temporal concepto del deber humano. Estaba convencida de que la vida de aquellas gentes, por regalada que fuese, resultaba del todo inane, y acabó despertando una cierta antipatía al manifestar su franca opinión en las brillantes tardes de domingo, cuando los expatriados americanos acostumbraban a visitarse unos a otros. Aunque sus oyentes eran individuos afables gracias a los cuidados de su s cocineros, sastres y modistas, dos o tres de ellos consideraron que su brillantez de espíritu, por todos reconocida, era inferior a la de la obra teatral en boga. Isabel se complacía en preguntar: -¿Qué persiguen ustedes viviendo aquí de esta manera? Se me antoja que esto no conduce a nada y me inclino a creer que acabarán por cansarse pronto.
Mrs. Touchett thought the question worthy of Henrietta Stackpole. The two ladies had found Henrietta in Paris, and Isabel constantly saw her; so that Mrs. Touchett had some reason for saying to herself that if her niece were not clever enough to originate almost anything, she might be suspected of having borrowed that style of remark from her journalistic friend. The first occasion on which Isabel had spoken was that of a visit paid by the two ladies to Mrs. Luce, an old friend of Mrs. Touchett′s and the only person in Paris she now went to see. Mrs. Luce had been living in Paris since the days of Louis Philippe; she used to say jocosely that she was one of the generation of 1830 --a joke of which the point was not always taken. When it failed Mrs. Luce used to explain --"Oh yes, I′m one of the romantics"; her French had never become quite perfect. She was always at home on Sunday afternoons and surrounded by sympathetic compatriots, usually the same. In fact she was at home at all times, and reproduced with wondrous truth in her well-cushioned little corner of the brilliant city, the domestic tone of her native Baltimore. This reduced Mr. Luce, her worthy husband, a tall, lean, grizzled, well-brushed gentleman who wore a gold eye-glass and carried his hat a little too much on the back of his head, to mere platonic praise of the "distractions" of Paris --they were his great word --since you would never have guessed from what cares he escaped to them. One of them was that he went every day to the American banker′s, where he found a post-office that was almost as sociable and colloquial an institution as in an American country town. He passed an hour (in fine weather) in a chair in the [sic}"> Champs Elysees, and he dined uncommonly well at his own t able, seated above a waxed floor which it was Mrs. Luce′s happiness to believe had a finer polish than any other in the French capital. Occasionally he dined with a friend or two at the Cafe Anglais, where his talent for ordering a dinner was a source of felicity to his companions and an object of admiration even to the headwaiter of the establishment. These were his only known pastimes, but they had beguiled his hours for upwards of half a century, and they doubtless justified his frequent declaration that there was no place like Paris. In no other place, on these terms, could Mr. Luce flatter himself that he was enjoying life. There was nothing like Paris, but it must be confessed that Mr. Luce thought less highly of this scene of his dissipations than in earlier days. In the list of his resources his political reflections should not be omitted, for they were doubtless the animating principle of many hours that superficially seemed vacant. Like many of his fellow c olonists Mr. Luce was a high --or rather a deep --conservative, and gave no countenance to the government lately established in France. He had no faith in its duration and would assure you from year to year that its end was close at hand. "They want to be kept down, sir, to be kept down; nothing but the strong hand --the iron heel --will do for them," he would frequently say of the French people; and his ideal of a fine showy clever rule was that of the superseded Empire. "Paris is much less attractive than in the days of the Emperor; HE knew how to make a city pleasant," Mr. Luce had often remarked to Mrs. Touchett, who was quite of his own way of thinking and wished to know what one had crossed that odious Atlantic for but to get away from republics. A la señora Touchett le parecía una pregunta digna sde Henrietta Stackpole. Se habían encontrado a la periodista en París e Isabel la veía constantemente; de suerte que, si la señora Touchett no estuviera convencida de que su sobrina tenía sobrada capacidad para discurrir por sí sola, habría creído que imitaba el estilo de las observaciones de la amiga periodista. La primera ocasión en que Isabel habló de tal forma fue durante una visita que hicieron a la señora Luce, una antigua amiga de la señora Touchett y la única a quien entonces iba a ver. La señora Luce había vivido en París desde los tiempos de Luis Felipe y acostumbraba a decir que era de la generación de 1830... una alusión cuyo sentido sus oyentes no siempre captaban, por lo que ella se explicaba diciendo: «¡Oh, sí! Yo soy una de las románticas». No había llegado todavía a dominar bien el francés. Todos los domingos por la tarde se quedaba en casa, rodeada de compatriotas que compartían sus puntos de vista y que eran siempre los mismos. En realidad, se pasaba la vida en casa y en aquel cómodo rincón de la brillante ciudad reproducía con extraordinaria fidelidad el aspecto doméstico de su nativa ciudad de Baltimore. Lo cual constreñía a su digno esposo, el señor Luce -un caballero alto, delgado, de grises cabellos y siempre impecablemente cepillado, que gastaba lentes de oro y llevaba el sombrero un si es no es demasiado echado hacia atrás- a entonar alabanzas meramente platónicas de las «distracciones» de París (así las llamaba), de las que intentaba zafarse con un celo que nadie podría jamás adivinar. Una de esas sus distracciones era ir a diario al banco americano, donde había una oficina postal cuyo ambiente era casi tan relajado y familiar como el de cualquier pequeña ciudad americana de provincias. Cuando hacía buen tiempo se pasaba una hora sentado en una silla en los Campos Elíseos, y siempre cenaba admirablemente en su propia casa, en un comedor de piso tan bien encerado que constituía el orgullo de la señora Luce, quien se sentía completamente feliz al creer que su encerador era el mejo r de la capital francesa. Alguna que otra vez cenaba el señor Luce con uno o dos amigos en el café Inglés, donde su talento para encargar una buena cena constituía un manantial de deliras Para sus compañeros de mesa e incluso para el mismo jefe de comedor. Tales eran sus únicos pasatiempos conocidos, pero éstos le habían entretenido durante más de medio siglo y sin duda alguna justificaba su insistente declaración de que no existía lugar comparable a París. En ningún otro sitio y con esas mismas distracciones hubiera podido el señor Luce presumir, como presumía, de que estaba disfrutando de las delicias de la vida. No había nada como París, pero debemos confesar que el señor Luce tenía un concepto menos elogioso de la actual escena de su disipación que en sus tiempos ya remotos. No hay que omitir en la lista de su s recursos sus consideraciones políticas, pues constituían indudablemente el principio que animaba muchas horas suyas, que sin ello podrían haber parecido superficialmente vacuas. Al igual que muchos de sus compatriotas de la colonia americana, él era un gran o, mejor dicho, un profundo conservador, y no aprobaba el gobierno entonces constituido en Francia. No tenía fe en su duración, y era cosa de verle asegurando año tras año que de aquél no pasaba: «Le digo a usted, señor, que necesitan que se les sujete, que se les domine bien, con mano de hierro, y únicamente así se les podrá contener». De ese modo solía expresarse acerca del pueblo francés, y su ideal de un gobierno inteligente y eficiente era el del ya fenecido Imperio. «París es hoy mucho menos agradable que durante los días del emperador, que sabí a perfectamente cómo hacer atrayente la ciudad», solía comentar el señor Luce a la señora Touchett, que compartía la mayor parte de sus opiniones y se preguntaba por qué habría cruzado la gente el odioso Atlántico si no fuera para escapar de aquellas repúblicas de allende el mar.
"Why, madam, sitting in the Champs Elysees, opposite to the Palace of Industry, I′ve seen the court-carriages from the Tuileries pass up and down as many as seven times a day. I remember one occasion when they went as high as nine. What do you see now? It′s no use talking, the style′s all gone. Napoleon knew what the French people want, and there′ll be a dark cloud over Paris, OUR Paris, till they get the Empire back again." -Vea usted, señora -decía el señor Luce-. Recuerdo que, sentado en los Campos Elíseos frente al Palacio de la Industria, llegué a ver las carrozas de la corte pasar arriba o abajo hasta siete veces al día, y algunos hasta nueve veces. Ahora, en cambio, ¿qué es lo que uno ve? No es cosa de discutirlo, se perdió el estilo. Napoleón sabía perfectamente lo que el pueblo francés necesitaba y París, nuestro París, parecerá seguir estando cubierto por u na negra nube hasta que vuelvan a alumbrarlo los días del Imperio.
Among Mrs. Luce′s visitors on Sunday afternoons was a young man with whom Isabel had had a good deal of conversation and whom she found full of valuable knowledge. Mr. Edward Rosier --Ned Rosier as he was called --was native to New York and had been brought up in Paris, living there under the eye of his father who, as it happened, had been an early and intimate friend of the late Mr. Archer. Edward Rosier remembered Isabel as a little girl; it had been his father who came to the rescue of the small Archers at the inn at Neufchatel (he was travelling that way with the boy and had stopped at the hotel by chance), after their bonne had gone off with the Russian prince and when Mr. Archer′s whereabouts remained for some days a mystery. Isabel remembered perfectly the neat little male child whose hair smelt of a delicious cosmetic and who had a bonne all his own, warranted to lose sight of him under no provocation. Isabel took a walk with the pair beside the lake and thought little Edward as pretty as an angel --a comparison by no means conventional in her mind, for she had a very definite conception of a type of features which she supposed to be angelic and which her new friend perfectly illustrated. A small pink face surmounted by a blue velvet bonnet and set off by a stiff embroidered collar had become the countenance of her childish dreams; and she had firmly believed for some time afterwards that the heavenly hosts conversed among themselves in a queer little dialect of French-English, expressing the properest sentiments, as when Edward told her that he was "defended" by his bonne to go near the edge of the lake, and that one must always obey to one′s bonne. Ned Rosier′s English had improved; at least it exhibited in a less degree the French variation. His father was dead and his bonne dismissed, but the young man still conformed to the spirit of their teaching --he never went to the edge of the lake. There was still something agreeable to the nostrils about him and something not offensive to nobler organs. He was a very gentle and gracious youth, with what are called cultivated tastes --an acquaintance with old china, with good wine, with the bindings of books, with the _Almanach de Gotha_, with the best shops, the best hotels, the hours of railway-trains. He could order a dinner almost as well as Mr. Luce, and it was probable that as his experience accumulated he would be a worthy successor to that gentleman, whose rather grim politics he also advocated in a soft and innocent voice. He had some charming rooms in Paris, decorated with old Spanish altar-lac e, the envy of his female friends, who declared that his chimney-piece was better draped than the high shoulders of many a duchess. He usually, however, spent a part of every winter at Pau, and had once passed a couple of months in the United States. Entre los visitantes que acudían a casa de la señora Luce los domingos por la tarde, había un joven con quien Isabel había entablado largas conversaciones y a quien consideraba enriquecido con valiosos conocimientos. Edward Rosier -Ned Rosier, como todos le llamaban era oriundo de Nueva York, pero había sido criado en París bajo la vigilancia de su padre que, daba la casualidad, había sido amigo íntimo del difunto señor Archer. Edward Rosier se acordaba de Isabel, niña. Fue su propio padre quien se apresuró a ayudar a las niñas Archer en la fonda de Neufchatel (viajaba por casualidad con el hijo por aquel país y había ido a parar al mismo hotel que ellas) cuando la criada francesa se escapó con el príncipe ruso, precisamente en unos dí as en que las actividades del señor Archer permanecían en el más absoluto misterio. Isabel se acordaba, por su parte, del pulcro muchachito cuyos cabellos olían deliciosamente a cosmético y que tenía una criada para él solo, comprometida a no perderle de vista bajo ningún pretexto. Recordaba Isabel haber dado un paseo con los dos alrededor de un lago y que el pequeño Edward le pareció entonces tan lindo como un ángel, comparación que para ella no era nada convencional, pues tenía un concepto bien definido del tipo de rasgos que conforman un semblante angelical, y su nuevo amiguito era un perfecto exponente de ello. Una carita sonrosada, rematada por una gorrita de terciopelo azul y emergiendo de una tiesa gorguera bordada, había sido el sostén de sus sueños de niña; y durante un tiempo creyó que los moradores de las regiones cele stes hablaban una rara jerga franco-inglesa con la que expresaban sus más bellos sentimientos; como, por ejemplo, cuando Edward le había dicho que su criada le «defendía» acercarse al borde del lago y que uno debe obedecer a su criada. El inglés de Ned Rosier había mejorado y ya ofrecía menos interpolaciones de francés. Cuando el padre falleció la criada fue despedida, pero el joven, fiel a los principios antes aprendidos, no se acercó nunca a la orilla del lago. Algo había en él que resultaba placentero al olfato y no desagradable a los sentidos más nobles. Era un joven simpático y agraciado, con lo que suele llamarse gustos cultivados... conocedor de la porcelana antigua, de los buenos vinos, de las ricas encuadernaciones, del Almanaque de Gotha, de las mejores tiendas y los mejores hoteles, incluso de los horarios de los trenes. Era tan competente pa ra pedir una buena comida como el mismo señor Luce y, a medida que crecía en experiencia, parecía ser digno sucesor de aquel caballero cuyas torvas opiniones políticas también defendía, aunque haciéndolo en voz baja e inocente. Algunas de las habitaciones de su casa de París estaban decoradas con antiguos encajes españoles de iglesia que eran la envidia de sus amigas, quienes decían que sus repisas de chimenea estaban mejor adornadas que los hombros de muchas duquesas. Por lo general, pasaba gran parte de los inviernos en Pau y en una ocasión estuvo dos meses en Estados Unidos.
He took a great interest in Isabel and remembered perfectly the walk at Neufchatel, when she would persist in going so near the edge. He seemed to recognise this same tendency in the subversive enquiry that I quoted a moment ago, and set himself to answer our heroine′s question with greater urbanity than it perhaps deserved. "What does it lead to, Miss Archer? Why Paris leads everywhere. You can′t go anywhere unless you come here first. Every one that comes to Europe has got to pass through. You don′t mean it in that sense so much? You mean what good it does you? Well, how can you penetrate futurity? How can you tell what lies ahead? If it′s a pleasant road I don′t care where it leads. I like the road, Miss Archer; I like the dear old asphalte. You can′t get tired of it --you can′t if you try. You think you would, but you wouldn′t; there′s always something new and fresh. Take the Hotel Drouot, now; they sometimes have three and four sales a week. Where can you get such things as you can here? In spite of all they say I maintain they′re cheaper too, if you know the right places. I know plenty of places, but I keep them to myself. I′ll tell you, if you like, as a particular favour; only you mustn′t tell any one else. Don′t you go anywhere without asking me first; I want you to promise me that. As a general thing avoid the Boulevards; there′s very little to be done on the Boulevards. Speaking conscientiously --sans blague --I don′t believe any one knows Paris better than I. You and Mrs. Touchett must come and breakfast with me some day, and I′ll show you my things; je ne vous dis que ca! There has been a great deal of talk about London of l ate; it′s the fashion to cry up London. But there′s nothing in it --you can′t do anything in London. No Louis Quinze --nothing of the First Empire; nothing but their eternal Queen Anne. It′s good for one′s bed-room, Queen Anne --for one′s washing-room; but it isn′t proper for a salon. Do I spend my life at the auctioneer′s?" Mr. Rosier pursued in answer to another question of Isabel′s. "Oh no; I haven′t the means. I wish I had. You think I′m a mere trifler; I can tell by the expression of your face --you′ve got a wonderfully expressive face. I hope you don′t mind my saying that; I mean it as a kind of warning. You think I ought to do something, and so do I, so long as you leave it vague. But when you come to the point you see you have to stop. I can′t go home and be a shopkeeper. You think I′m very well fitted? Ah, Miss Archer, you overrate me. I can buy very well, but I can′t sell; you should see when I sometimes try to get rid of my things. It takes much more abili ty to make other people buy than to buy yourself. When I think how clever they must be, the people who make ME buy! Ah no; I couldn′t be a shopkeeper. I can′t be a doctor; it′s a repulsive business. I can′t be a clergyman; I haven′t got convictions. And then I can′t pronounce the names right in the Bible. They′re very difficult, in the Old Testament particularly. I can′t be a lawyer; I don′t understand --how do you call it? --the American procedure. Is there anything else? There′s nothing for a gentleman in America. I should like to be a diplomatist; but American diplomacy --that′s not for gentlemen either. I′m sure if you had seen the last min --" Edward se interesó mucho por Isabel y se acordaba perfectamente de su paseo en Neufchatel, cuando ella se empeñó en acercarse a la orilla del lago. Le pareció a él observar aquella misma propensión infantil en el interrogatorio casi s ubversivo de que ya se ha hecho mención y se dispuso a contestar a las preguntas de nuestra heroína con una cortesía tal vez superior a la que eran acreedoras. Así, dijo: -¿Cómo que a dónde conduce, señorita Archer? París conduce a todo y a todas partes. Usted no puede ir a ninguna parte sin antes haber pasado por París. Todo el que viene a Europa tiene que pasar por aquí. ¿No lo dice sólo en este sentido? ¿Pregunta qué bien le puede hacer? ¿Cómo puede penetrar en el futuro? ¿Cómo puede usted predecir lo que hay más allá? ¿Qué importa adonde pueda conducir, con tal de que sea agradable el camino? A mí me gusta ese camino, señorita Archer, el viejo y querido asfalto. No puede uno llegar a cansarse de él... no puede aunque uno se empeñe. Usted se figura que podría, pero no es así, porque hay siempre algo nuevo y fresco. Ahí tiene, por ejemplo, el hotel Drouot. Cada semana celebran dos o tres subastas. ¿Dónde puede usted obtener tantas cosas como aquí? A pesar de todo lo que dicen, sostengo que, cuando se conocen los sitios que hay que conocer, es también más barato. Yo conozco muchos sitios, pero me guardo el secreto. Si quiere, se lo revelaré a usted, pero sólo como un favor personal y a condición de que no ha de decírselo a nadie más. No vaya a ninguna parte sin preguntarme a mí antes, quiero que me lo prometa. Como regla general, evite los bulevares lo más posible, hay muy poco que hacer allí. Sinceramente hablando sans blague- no creo que haya nadie que conozca París tan bien como yo. Usted y la señora Touchett deben venir a almorzar algún día conmigo y les ense u241ñaré mis cosas; je ne vous dis que ça. Últimamente se ha hablado mucho de Londres, está de moda poner Londres por las nubes, pero la verdad es que en Londres no hay nada... que uno no puede hacer nada en Londres. No hay estilo Luis XV... ni nada del Primer Imperio, y, en cambio, el eterno Reina Ana, que está muy bien para la alcoba, para el cuarto de aseo, si usted quiere, pero no para un salón... ¿Que si me paso la vida en las subastas? -prosiguió el señor Rosier en respuesta a una de las preguntas que le hiciera Isabel-. ¡Oh, no! Nada de eso, no tengo los medios para ello. ¡Ojalá pudiera! Usted se figura que soy un frívolo, lo estoy viendo en la expresión de su cara..., tiene usted un rostro maravillosamente expresivo. Espero que no le importe que lo diga, es una especie de advertencia. Usted cree que debo hacer algo y yo opino lo mismo, siempre y cua ndo no se quiera especificar demasiado, porque cuando se llega al punto concreto hay que pararse en seco. Yo no puedo volver a nuestro país y ser un tendero. Usted cree que tengo grandes condiciones para ello, pero, mi querida señorita Archer, me sobreestima usted enormemente. Yo soy un excelente comprador, sé comprar muy bien, no hay duda, pero no puedo vender; tendría usted que verlo cuando quiero deshacerme de alguna de mis cosas. Se precisa mucha más habilidad para hacer comprar a los demás que para comprar uno mismo. Cuando pienso en ello, me admiro de lo inteligentes que son los que consiguen hacerme comprar algo. ¡Ah, no! Yo no podría de ninguna manera ser un tendero. Tampoco puedo ser doctor, porque la medicina es una cosa repulsiva. No puedo ser clérigo, porque no tengo fe ni vocación; y, además, no puedo pronunciar bien los nombres de la Biblia. Son enormemente difí ciles, sobre todo los del Antiguo Testamento. No puedo ser tampoco abogado, porque no comprendo eso de... ¿cómo lo llaman?... el sistema procesal de América. ¿Qué otra cosa hay? Nada. Para un caballero, no hay nada que hacer en América. Me agradaría ser diplomático, pero la diplomacia americana no es tampoco para caballeros. Tengo la seguridad de que, si hubiera usted visto la última mi...
Henrietta Stackpole, who was often with her friend when Mr. Rosier, coming to pay his compliments late in the afternoon, expressed himself after the fashion I have sketched, usually interrupted the young man at this point and read him a lecture on the duties of the American citizen. She thought him most unnatural; he was worse than poor Ralph Touchett. Henrietta, however, was at this time more than ever addicted to fine criticism, for her conscience had been freshly alarmed as regards Isabel. She had not congratulated this young lady on her augmentations and begged to be excused from doing so. Henrietta Stackpole, que solía estar con su amiga cuando el señor Rosier iba a visitarla a última hora de la tarde, estaba también aquel día y, al oírle hablar de la manera que he descrito, interrumpió al joven al llegar a ese punto y le echó un sermón sobre los deberes del ciudadano americano. En su opinión Edward era un tipo extraño, peor aún que el pobre Ralph Touchett. Henrietta se sent u237ía en aquel entonces más propensa que nunca a la crítica, porque se le había removido la conciencia por lo que respectaba a Isabel. Ni siquiera felicitó a la joven por su cambio de fortuna, y le pidió que la excusara por no hacerlo.
"If Mr. Touchett had consulted me about leaving you the money," she frankly asserted, "I′d have said to him ′Never!′ " -Si el señor Touchett me hubiera consultado sobre si debía dejarte tanto dinero, yo le habría dicho: ¡jamás!
"I see," Isabel had answered. "You think it will prove a curse in disguise. Perhaps it will." -Ya sé -contestó Isabel-. Piensas que, en cierto modo, esto constituye para mí una maldición disfrazada. Tal vez lo sea.
"Leave it to some one you care less for --that′s what I should have said." -Déjeselo a otra persona que le interese menos... eso es lo que yo le habría dicho.
"To yourself for instance?" Isabel suggested jocosely. And then, "Do you really believe it will ruin me?" she asked in quite another tone. -¿A ti misma, por ejemplo? -respondió Isabel bromeando. Luego preguntó, ya en serio-: ¿De veras crees que esto me echará a perder?
"I hope it won′t ruin you; b ut it will certainly confirm your dangerous tendencies." -Me alegraré de que no te eche a perder, pero sin duda alguna favorecerá tus peligrosas inclinaciones.
"Do you mean the love of luxury --of extravagance?" -¿Como, por ejemplo, el amor al lujo... al derroche?
"No, no," said Henrietta; "I mean your exposure on the moral side. I approve of luxury; I think we ought to be as elegant as possible. Look at the luxury of our western cities; I′ve seen nothing over here to compare with it. I hope you′ll never become grossly sensual; but I′m not afraid of that. The peril for you is that you live too much in the world of your own dreams. You′re not enough in contact with reality --with the toiling, striving, suffering, I may even say sinning, world that surrounds you. You′re too fastidious; you′ve too many graceful illusions. Your newly-acquired thousands will shut you up more and more to the society of a few selfish and heartless people who will be interested in keeping them up." -No, no, no es nada de eso; a lo que me refiero es al peligro que correrás en el sentido moral. Yo no abomino del lujo, lo apruebo y creo que debemos ser lo más elegantes posible. Fíjate en el lujo de nuestras ciudades del Oeste. No he visto aquí nada que pueda parangonarse con ellas. Confío en que no acabarás volviéndote toscamente sensual, no temo tal cosa. El peligro reside en que vives demasiado en el mundo de tus sueños, en que no mantienes suficiente contacto con la realidad, con el mundo que te rodea... con el mundo que trabaja, que lucha, que sufre, incluso que peca. Eres demasiado refinada, tienes la cabeza llena de ilusiones de elegancia. Tu f ortuna recientemente adquirida te obligará cada vez más a limitarte al trato de unos cuantos seres egoístas y sin corazón que sólo se interesarán por conservar lo que tienen.
Isabel′s eyes expanded as she gazed at this lurid scene. "What are my illusions?" she asked. "I try so hard not to have any." Isabel abrió unos ojos como platos ante esa escena tan terrible. Y preguntó: -¿Cuáles son mis ilusiones? Yo hago cuanto puedo por no tenerlas.
"Well," said Henrietta, "you think you can lead a romantic life, that you can live by pleasing yourself and pleasing others. You′ll find you′re mistaken. Whatever life you lead you must put your soul in it --to make any sort of success of it; and from the moment you do that it ceases to be romance, I assure you: it becomes grim reality! And you can′t always please yourself; you must sometimes please other people. That, I admit, you′re very ready to do; but there′s another thing that′s still more important --you must often DISplease others. You must always be ready for that --you must never shrink from it. That doesn′t suit you at all --you′re too fond of admiration, you like to be thought well of. You think we can escape disagreeable duties by taking romantic views --that′s your great illusion, my dear. But we can′t. You must be prepared on many occasions in life to please n o one at all --not even yourself." -Verás -contestó Henrietta-. Crees que puedes llevar una vida romántica, que puedes dedicarte solamente a darte gusto a ti misma y a complacer a los demás. Al final te convencerás de que estás equivocada. Sea cual fuere la vida que lleves, debes poner toda el alma en ella... si quieres hacer algo de provecho; y, en cuanto encaras la vida de esta forma, deja de ser novelesca, puedes estar segura, y se convierte en triste realidad. Además, no puede una hacer siempre lo que quiere, a veces hay que complacer a los demás. Reconozco que estás dispuesta a hacerlo, pero hay algo todavía mucho más importante... y es que, a veces, tendrás que desagradar a los demás. Debes estar siempre dispuesta a ello... no debes tratar de rehuirlo. Ya sé que esto no te gusta... te „ agrada que te admiren, que tengan buen concepto de ti. Crees que uno puede zafarse de sus obligaciones desagradables con sólo adoptar teorías románticas... es tu gran ilusión, mi querida amiga. Pero no podemos. Debes tener previsto que en muchas ocasiones no agradarás a nadie... ni a ti misma.
Isabel shook her head sadly; she looked troubled and frightened. "This, for you, Henrietta," she said, "must be one of those occasions!" Isabel movió tristemente la cabeza. Parecía turbada y asustada. -Me parece, Henrietta, que ésta de ahora es, para ti, una de esas ocasiones.
It was certainly true that Miss Stackpole, during her visit to Paris, which had been professionally more remunerative than her English sojourn, had not been living in the world of dreams. Mr. Bantling, who had now returned to England, was her companion for the first four weeks of her stay; and about Mr. Bantling there was nothing dreamy. Isabel learned from her friend that the two had led a life of great personal intimacy and that this had been a peculiar advantage to Henrietta, owing to the gentleman′s remarkable knowledge of Paris. He had explained everything, shown her everything, been her constant guide and interpreter. They had breakfasted together, dined together, gone to the theatre together, supped together, real ly in a manner quite lived together. He was a true friend, Henrietta more than once assured our heroine; and she had never supposed that she could like any Englishman so well. Isabel could not have told you why, but she found something that ministered to mirth in the alliance the correspondent of the _Interviewer_ had struck with Lady Pensil′s brother; her amusement moreover subsisted in face of the fact that she thought it a credit to each of them. Isabel couldn′t rid herself of a suspicion that they were playing somehow at cross-purposes --that the simplicity of each had been entrapped. But this simplicity was on either side none the less honourable. It was as graceful on Henrietta′s part to believe that Mr. Bantling took an interest in the diffusion of lively journalism and in consolidating the position of lady-correspondents as it was on the part of his companion to suppose that the cause of the _Interviewer_ --a periodical of which he never formed a very definit e conception --was, if subtly analysed (a task to which Mr. Bantling felt himself quite equal), but the cause of Miss Stackpole′s need of demonstrative affection. Each of these groping celibates supplied at any rate a want of which the other was impatiently conscious. Mr. Bantling, who was of rather a slow and a discursive habit, relished a prompt, keen, positive woman, who charmed him by the influence of a shining, challenging eye and a kind of bandbox freshness, and who kindled a perception of raciness in a mind to which the usual fare of life seemed unsalted. Henrietta, on the other hand, enjoyed the society of a gentleman who appeared somehow, in his way, made, by expensive, roundabout, almost "quaint" processes, for her use, and whose leisured state, though generally indefensible, was a decided boon to a breathless mate, and who was furnished with an easy, traditional, though by no means exhaustive, answer to almost any social or practical question that could co me up. She often found Mr. Bantling′s answers very convenient, and in the press of catching the American post would largely and showily address them to publicity. It was to be feared that she was indeed drifting toward those abysses of sophistication as to which Isabel, wishing for a good-humoured retort, had warned her. There might be danger in store for Isabel; but it was scarcely to be hoped that Miss Stackpole, on her side, would find permanent rest in any adoption of the views of a class pledged to all the old abuses. Isabel continued to warn her good-humouredly; Lady Pensil′s obliging brother was sometimes, on our heroine′s lips, an object of irreverent and facetious allusion. Nothing, however, could exceed Henrietta′s amiability on this point; she used to abound in the sense of Isabel′s irony and to enumerate with elation the hours she had spent with this perfect man of the world --a term that had ceased to make with her, as previously, for opprobrium. Then, a few moments later, she would forget that they had been talking jocosely and would mention with impulsive earnestness some expedition she had enjoyed in his company. She would say: "Oh, I know all about Versailles; I went there with Mr. Bantling. I was bound to see it thoroughly --I warned him when we went out there that I was thorough: so we spent three days at the hotel and wandered all over the place. It was lovely weather --a kind of Indian summer, only not so good. We just lived in that park. Oh yes; you can′t tell me anything about Versailles." Henrietta appeared to have made arrangements to meet her gallant friend during the spring in Italy. Era indiscutiblemente verdad que la señorita Stac kpole, durante su estadía en París, que, desde el punto de vista profesional había sido mucho más remunerativa para ella que su estadía en Inglaterra, no había vivido en la región de los sueños. El señor Bantling, de regreso ya en Inglaterra, había sido su compañero durante las cuatro primeras semanas de su permanencia allí, y el señor Bantling no tenía en absoluto nada de soñador. Isabel supo por boca de su amiga que los dos habían llevado una vida de gran intimidad, lo que había redundado en gran beneficio para Henrietta, debido al gran conocimiento que de París tenía su amigo. Él se lo explicó todo, le mostró todos los lugares, fue su guía y su intérprete constantemente. Habían desayunado juntos, comido juntos, habían asistido al teatro, habían cenado junt os, y hasta cierto punto casi habían vivido juntos. Más de una vez Henrietta le aseguró a nuestra heroína que era un verdadero amigo, y que nunca hubiera creído que un inglés le gustaría tanto como él. Por su parte, Isabel, sin poder decir por qué, encontraba algo que provocaba su hilaridad en aquella alianza establecida entre la corresponsal del Interviewer y el hermano de lady Pensil; algo que subsistía aun frente al hecho de que esa alianza les honraba a los dos. Isabel no lograba librarse de la sospecha de que estaban hasta cierto punto jugando a los despropósitos... y que la sencillez de ambos había caído en la trampa; sencillez que tanto en uno como en otro era perfectamente sincera. Tan amable era por parte de Henrietta el creer que el señor Bantling se interesaba profundamente por la difusión del periodismo eficaz y dinámico y consolida r la situación de las corresponsales, como amable era por parte de su compañero el suponer que la causa del Interviewer-publicación periódica sobre la cual no se formara nunca idea bien definida- era, si sutilmente se la analizaba (objeto para el que se consideraba perfectamente capaz el señor Bantling), la causa de la necesidad de demostraciones de afecto por parte de la señorita Stackpole. Cada uno de esos dos perplejos célibes satisfacía en todo momento una necesidad que el otro sentía con impaciente certeza. El señor Bantling, que era de índole más lenta y razonadora, saboreaba el atractivo de una mujer dispuesta, aguda, positiva, que le encantaba por el señuelo de una mirada brillante y desafiadora y una singular frescura, y avivaba la percepción de lo picante en un espíritu al cual el menú corriente de la vida le parecía insí 92pido. Por otra parte, Henrietta disfrutaba de la compañía de un caballero que en cierto modo parecía hecho -gracias a procesos costosos, indirectos y casi raros- a propósito para ella y cuya condición ociosa, si bien por lo general censurable, resultaba ser un verdadero regalo para una infatigable camarada, y que tenía siempre pronta una respuesta tranquila y tradicional aunque de ningún modo exhaustiva, para casi todas las preguntas de carácter social o práctico que pudieran surgir. Las respuestas del señor Bantling, le parecían a menudo muy convenientes y, en su apresuramiento por no perder el correo americano, las reseñaba en sus escritos lanzándolas extensiva y aparatosamente a la publicidad. Era de temer que en efecto estuviera deslizándose hacia esos abismos de adulteración contra los que una vez, buscando una réplica graciosa, la había puesto en guardia Isabel. Para Isabel tal vez hubiera graves peligros al acecho pero, por lo que a la señorita Stackpole respectaba, no era de esperar que hallara una quietud permanente por el hecho de adoptar los puntos de vista de una clase comprometida en todos los viejos abusos. Isabel continuó previniéndola con buen humor, y el hermano de lady Pensil era más de una vez, en boca de nuestra heroína, objeto de alusiones irrespetuosas y festivas. Sin embargo, nada lograba superar la afabilidad de Henrietta a tal respecto, pues acostumbraba a unirse al punto de vista de Isabel y a referir en tono jocoso las horas que había pasado en compañía de aquel perfecto hombre de mundo... término que ya había dejado de tener para ella un sentido oprobioso. Momentos después se olvidaba de que habían estado departiendo en broma y relataba con irrefrenable entusiasmo una de las excu rsiones realizadas en su compañía. -Oh, Versalles, me lo sé de memoria. He estado allá con el señor Bantling. Tenía yo gran empeño en verlo a fondo, de modo que nos quedamos tres días allí en el hotel y no dejamos rincón sin visitar. Hacía un tiempo hermosísimo... algo así como un veranillo de San Martín, aunque no tan agradable. Nos pasamos la vida en aquel parque delicioso. Oh, te aseguro que a mí no hay quien pueda decirme nada acerca de Versalles... Al parecer, Henrietta había tomado ya las disposiciones precisas para encontrarse después en Italia con su galante amigo.  






CHAPTER 21

21

Mrs. Touchett, before arriving in Paris, had fixed the day for her departure and by the middle of February had begun to travel southward. She interrupted her journey to pay a visit to her son, who at San Remo, on the Italian shore of the Mediterranean, had been spending a dull, bright winter beneath a slow-moving white umbrella. Isabel went with her aunt as a matter of course, though Mrs. Touchett, with homely, customary logic, had laid before her a pair of alternatives. Aun antes de haber llegado a París, la señora Touchett había ya fijado el día de su partida, y a mediado s de febrero comenzó de nuevo a viajar hacia el sur. Hizo un alto en su excursión para visitar a su hijo, que se había pasado un aburrido aunque soleado invierno bajo una blanca sombrilla en San Remo, en la costa italiana del Mediterráneo. Isabel acompañó a su tía como cosa de rutina, si bien la señora Touchett, con su habitual lógica llena de sencillez, le presentó antes un par de alternativas.
"Now, of course, you′re completely your own mistress and are as free as the bird on the bough. I don′t mean you were not so before, but you′re at present on a different footing --property erects a kind of barrier. You can do a great many things if you′re rich which would be severely criticised if you were poor. You can go and come, you can travel alone, you c an have your own establishment: I mean of course if you′ll take a companion --some decayed gentlewoman, with a darned cashmere and dyed hair, who paints on velvet. You don′t think you′d like that? Of course you can do as you please; I only want you to understand how much you′re at liberty. You might take Miss Stackpole as your dame de compagnie; she′d keep people off very well. I think, however, that it′s a great deal better you should remain with me, in spite of there being no obligation. It′s better for several reasons, quite apart from your liking it. I shouldn′t think you′d like it, but I recommend you to make the sacrifice. Of course whatever novelty there may have been at first in my society has quite passed away, and you see me as I am --a dull, obstinate, narrow-minded old woman." -Ahora ya eres, naturalmente, dueña absoluta de ti misma, tan libre como el pájaro en la rama. No quiero decir que no lo fueses también antes, pero ahora estás en distinta situación... pues los bienes levantan una especie de valla. Ahora que eres rica, puedes hacer muchas cosas que levantarían severas críticas si fueses pobre. Puedes ir y venir, viajar sola y establecerte donde te agrade. Puedes tomar incluso una com pañera... una dama venida a menos, con un abrigo raído, el pelo teñido y que sepa bordar arabescos en terciopelo. ¿No crees que fuera a gustarte? Desde luego, puedes hacer lo que quieras. Lo único que deseo es que te des cuenta de la libertad de que puedes disfrutar. Podrías tomar a la señorita Stackpole como dame de compagnie, la cual te serviría como nadie para alejar de ti a los importunos. De todos modos, creo que más que nada te conviene quedarte conmigo, a pesar de que no tienes obligación ninguna de hacerlo; y es mejor por varias razones, dejando aparte que no te guste. Me imagino que no habrá de gustarte, pero te recomiendo que hagas el sacrificio. Desde luego, el efecto de novedad que, al principio, pudiera haberte producido mi compañía, ha desaparecido ya por completo, y me vuelves a ver como soy: una anciana aburrida, terca y de miras estrechas.
"I don′t think you′re at all dull," Isabel had replied to this. -Yo no creo en absoluto que usted sea aburrida -replicó Isabel.
"But you do think I′m obstinate and narrow-m inded? I told you so!" said Mrs. Touchett with much elation at being justified. -Pero ¿crees que soy terca y estrecha de miras? ¡Te lo dije! -exclamó la señora Touchett con júbilo al sentirse justificada.
Isabel remained for the present with her aunt, because, in spite of eccentric impulses, she had a great regard for what was usually deemed decent, and a young gentlewoman without visible relations had always struck her as a flower without foliage. It was true that Mrs. Touchett′s conversation had never again appeared so brilliant as that first afternoon in Albany, when she sat in her damp waterproof and sketched the opportunities that Europe would offer to a young person of taste. This, however, was in a great measure the girl′s own fault; she had got a glimpse of her aunt′s experience, and her imagination constantly anticipated the judgements and emotions of a woman who had very little of the same faculty. Apart from this, Mrs. Touchett had a great merit; she was as honest as a pair of compasses. There was a comfort in her stiffness and firmness; you knew exactly w here to find her and were never liable to chance encounters and concussions. On her own ground she was perfectly present, but was never over-inquisitive as regards the territory of her neighbour. Isabel came at last to have a kind of undemonstrable pity for her; there seemed something so dreary in the condition of a person whose nature had, as it were, so little surface --offered so limited a face to the accretions of human contact. Nothing tender, nothing sympathetic, had ever had a chance to fasten upon it --no wind-sown blossom, no familiar softening moss. Her offered, her passive extent, in other words, was about that of a knife-edge. Isabel had reason to believe none the less that as she advanced in life she made more of those concessions to the sense of something obscurely distinct from convenience --more of them than she independently exacted. She was learning to sacrifice consistency to considerations of that inferior order for which the excuse must be found in the particular case. It was not to the credit of her absolute rectitude that she should have gone the longest way round to Florence in order to spend a few weeks with her invalid son; since in former years it had been one of her most definite convictions that when Ralph wished to see her he was at liberty to remember that Palazzo Crescentini contained a large apartment known as the quarter of the signorino. Isabel se quedó de momento con su tía porque, a pesar de sus impulsos excéntricos, sentía un gran respeto i por lo que generalmente se consideraba decente, y una joven sin parientes le había parecido siempre una flor sin follaje. Cierto era que la conversación de la señora Touchett no le había vuelto nunca a parecer tan brillante como la tarde de aquel primer día en Albany, cuando, sentada y envuelta en su impermeable, ésta le describiera todas las oportunidades que un viaje a Europa podía ofrecerle a una joven de buen gusto. Pero ello era en gran parte culpa de la muchacha, que con sólo vislumbrar la experiencia de su tía, adivinaba cuáles iban a ser los juicios y las emociones de una mujer tan desprovista de imaginación. Aparte de eso, la señora Touchett tenía a su favor que era recta como un huso; su firmeza y rigidez resultaban en cieno modo confortables; pues se sabía exactamente dónde encontrarla y no eran de temer tropiezos ni obstáculos. En su propio terreno estaba muy presente, pero nunca mostraba una curiosidad excesiva respecto del terreno del vecino. Isabel llegó a concebir por ella una especie de lástima secreta. Había algo desolado en la condición de una persona que, por su modo de ser tan limitado, dejaba tan poco espacio a las posibilidades del contacto humano. Nada tierno ni amable había tenido jamás oportunidad de arraigar en ella: ni la simiente arrastrada por el viento, ni el suave musgo familiar. En ot ras palabras, la superficie pasiva que ofrecía a los demás tenía la anchura del filo de un cuchillo. Isabel tenía sin embargo motivos para pensar que, a medida que avanzaba en edad, su tía iba haciendo más concesiones a algo confuso que era distinto a la conveniencia... y más de las que ella por su cuenta exigía. Estaba aprendiendo a sacrificar la firmeza a las consideraciones de orden inferior, para las que debe hallarse una excusa precisa en cada caso particular. No encajaba con su inflexible rectitud el hecho de que diera un rodeo hasta Florencia para pasar unas cuantas semanas con su hijo inválido, ya que una de las más arraigadas convicciones de la señora Touchett era que, cuando su hijo quisiera verla, no tenía sino que acordarse de que en el palacio Crescentini había siempre un gran. departamento conocido como el departamento del señorito.
"I want to ask you something," Isabel said to this young man the day after her arrival at San Remo --"something I′ve thought more than once of asking you by letter, but that I′ve hesitated on the whole to write about. Face to face, nevertheless, my question seems easy enough. Did you know your father intended to leave me so much money?" -Quisiera preguntarte una cosa -dijo Isabel a su joven primo el día siguiente al de su llegada a San Remo-. Es algo que más de una vez pensé preguntarte por carta, pero que no me he atrevido a escribir. Ahora que estamos frente a frente, me parece más fácil hacer la pregunta: ¿sabías tú que tu padre pensaba dejarme tanto dinero?
Ralph stretched his legs a little further than usual and gazed a little more fixedly at the Mediterranean. "What does it matter, my dear Isabel, whether I knew? My father was very obstinate." Ralph estiró las piernas más que de costumbre y clavó la vista sobre la apacible superficie del Mediterráneo azul. -Mi querida Isabel -contestó-, ¿qué importancia tiene que yo lo supiera? Ya sabes lo terco que era mi padre.
"So," said the girl, "you did know." -¿De manera que lo sabías? -preguntó Isabel.
"Yes; he told me. We even talked it over a little." -Sí, él me lo dijo. Hablamos de eso unos momentos.
"What did he do it for?" asked Isabel abruptly. -¿Para qué 8e lo hizo? -le espetó de pronto Isabel.
"Why, as a kind of compliment." -Supongo que para tributarte una especie de homenaje.
"A compliment on what?" -¿Homenaje a qué?
"On your so beautifully existing." -A la belleza de tu existencia.
"He liked me too much," she presently declared. -Me quería demasiado -declaró ella.
"That′s a way we all have." -Todos caemos en eso.
"If I believed that I should be very unhappy. Fortunately I don′t believe it. I want to be treated with justice; I want nothing but that." -Si yo creyera tal cosa, sería muy desgraciada. Afortunadamente no lo creo. Quiero que se me trate con justicia. Es lo único que pido.
"Very good. But you must remember that justice to a lovely being is after all a florid sort of sentiment." -De acuerdo. Pero no olvides que la justicia respecto a un ser adorable es algo así como un sentimiento retórico.
"I′m not a lovely being. How can you say that, at the very moment when I′m asking such odious questions? I must seem to you delicate!" -Yo no soy un ser adorable. ¿Cómo puedes decirlo en el instante mismo en que estoy haciéndote estas preguntas odiosas? ¡Debo de parecerte muy delicada!    
"You seem to me troubled," said Ralph. -L o que me pareces ahora es simplemente turbada.
"I am troubled." -Y lo estoy.
"About what?" -¿Por qué razón?
For a moment she answered nothing; then she broke out: "Do you think it good for me suddenly to be made so rich? Henrietta doesn′t." Isabel se quedó callada un momento, luego irrumpió: -¿De veras crees que me conviene verme rica así tan de repente? Henrietta no lo cree.
"Oh, hang Henrietta!" said Ralph coarsely. "If you ask ME I′m delighted at it." -¡Bah! Al cuerno con Henrietta -dijo Ralph con ordinariez-. Si me lo preguntas a mí, te diré que yo estoy encantado.
"Is that why your father did it --for your amusement?" -¿Lo hizo tu padre para eso... para proporcionarte una distracción?
"I differ with Miss Stackpole," Ralph went on more gravely. "I think it very good for you to have means." -Opino de distinta manera que la señorita Stackpole -continuó él en tono más serio-, y creo que te conviene mucho contar con abundantes recursos.
Isabel looked at him with serious eyes. "I wonder whether you know what′s good for me --or whether you care." Isabel le miró con ojos llenos de curiosidad y dijo: -Me pregunto si sabes lo que me conviene.. . y si te importa siquiera.
"If I know depend upon it I care. Shall I tell you what it is? Not to torment yourself." -Lo sé y te aseguro que me importa. ¿Quieres que te diga lo que has de hacer? Pues, no atormentarte más.
"Not to torment you, I suppose you mean." -Que no te atormente a ti, supongo que quieres decir.
"You can′t do that; I′m proof. Take things more easily. Don′t ask yourself so much whether this or that is good for you. Don′t question your conscience so much --it will get out of tune like a strummed piano. Keep it for great occasions. Don′t try so much to form your character --it′s like trying to pull open a tight, tender young rose. Live as you like best, and your character will take care of itself. Most things are good for you; the exceptions are very rare, and a comfortable income′s not one of them." Ralph paused, smiling; Isabel had listened quickly. "You′ve too much power of thought --above all too much conscience," Ralph added. "It′s out of all reason, the number of things you think wrong. Put back your watch. Diet your fever. Spread your wings; rise above the ground. It′s never wrong to do that." -Tú no puedes hacerlo, estoy hecho a prueba de tormentos. Toma las cosas con calma. No interrogues tanto a tu conciencia... acabará por desafinarse como un piano mal tocado. Resérvalo para las grandes ocasiones. No te esfuerces de esa manera por forjarte un carácter. Es como querer que se abra por fuerza un tierno capullo de rosa. Vive como más te agrade, que tu carácter se irá forjando él sólito. Hay infinidad de cosas que te convienen, las excepciones son pocas y entre ellas no se encuentra el poseer una buena renta. -Ralph hizo un alto y sonrió a Isabel que le escuchaba con atención ; luego prosiguió-: Tienes demasiada capacidad para pensar y, sobre todo, demasiada conciencia. Es increíble la cantidad de cosas que te parecen mal. No analices tanto. Purga tu fiebre, abre tus alas, elévate sobre la tierra, que en ello no hay mal.
She had listened eagerly, as I say; and it was her nature to understand quickly. "I wonder if you appreciate what yo u say. If you do, you take a great responsibility." Como ya he dicho, Isabel había estado escuchando con toda atención, y una de sus cualidades era la rapidez de comprensión. -No sé si te das cuenta exacta de lo que me dices -respondió-. Si te la das, contraes una responsabilidad enorme.
"You frighten me a little, but I think I′m right," said Ralph, persisting in cheer. -Me asustas un poco, pero creo que estoy en lo cierto -replicó Ralph tratando de conservar el buen humor.
"All the same what you say is very true," Isabel pursued. "You could say nothing more true. I′m absorbed in myself --I look at life too much as a doctor′s prescription. Why indeed should we perpetually be thinking whether things are good for us, as if we were patients lying in a hospital? Why should I be so afraid of not doing right? As if it mattered to the world whether I do right or wrong!" -De todos modos -Isabel continuó-, reconozco que cuanto has dicho es verdad. No podías haber dicho nada más cierto. Estoy demasiado ensimismada... vivo como si siguiera un régimen impuesto por el m u233édico. ¿Por qué tenemos que estar siempre preguntándonos si las cosas nos convienen o dejan de convenirnos, como si fuéramos enfermos internados en un hospital? En verdad, ¿por qué habré de tener miedo de no obrar bien?... ¡Cómo si al mundo le importase algo el que yo no me condujese como es debido!
"You′re a capital person to advise," said Ralph; "you take the wind out of MY sails!" -Eres una persona extraordinaria para recibir consejos; resulta que me estás robando mis propios argumentos.
She looked at him as if she had not heard him --though she was following out the train of reflexion which he himself had kindled. "I try to care more about the world than about myself --but I always come back to mys elf. It′s because I′m afraid." She stopped; her voice had trembled a little. "Yes, I′m afraid; I can′t tell you. A large fortune means freedom, and I′m afraid of that. It′s such a fine thing, and one should make such a good use of it. If one shouldn′t one would be ashamed. And one must keep thinking; it′s a constant effort. I′m not sure it′s not a greater happiness to be powerless." Ella le miró como si no le hubiese oído, si bien seguía la trayectoria de los pensamientos que él había encendido. -Me preocupo más de la gente que de mí misma... pero siempre retorno a mí, porque tengo miedo. -Se detuvo un instante; y en su voz se notaba un ligero temblor-. Es verdad, sí, me da miedo, te lo aseguro. Una gran fortuna significa libertad completa, y eso es lo que me da miedo. Es una cosa admirable, y una podría emplearla admirablemente. Y, si no lo hiciese, acabaría por avergonzarse. No hay más remedio que pensar constantemente en ello, en un esfuerzo incesante. No estoy segura de que la falta de ese poder no constituya una dicha superior.
"For weak people I′ve no doubt it′s a greater happiness. For weak people the effort not to be contemptible must be great." -No cabe duda de que para la gente débil constituye una felicidad mucho mayor -respondió él-. Esa gente tiene que realizar un esfuerzo verdaderamente grande para no merecer el desdén.
"And how do you know I′m not weak?" Isabel asked. -¿Cómo sabes que no soy débil? -preguntó Isabel.
"Ah," Ralph answered with a flush that the girl noticed, "if you are I′m awfully sold!" Ralph contestó con un rubor que ella no pudo por menos de notar: -¡Ah! Si lo fueras, me habría equivocado de medio a medio.
The charm of the Mediterranean coast only deepened for our heroine on acquaintance, for it was the threshold of Italy, the gate of admirations. Italy, as yet imperfectly seen and felt, stretched before her a s a land of promise, a land in which a love of the beautiful might be comforted by endless knowledge. Whenever she strolled upon the shore with her cousin --and she was the companion of his daily walk --she looked across the sea, with longing eyes, to where she knew that Genoa lay. She was glad to pause, however, on the edge of this larger adventure; there was such a thrill even in the preliminary hovering. It affected her moreover as a peaceful interlude, as a hush of the drum and fife in a career which she had little warrant as yet for regarding as agitated, but which nevertheless she was constantly picturing to herself by the light of her hopes, her fears, her fancies, her ambitions, her predilections, and which reflected these subjective accidents in a manner sufficiently dramatic. Madame Merle had predicted to Mrs. Touchett that after their young friend had put her hand into her pocket half a dozen times she would be reconciled to the idea that it had been filled by a munificent uncle; and the event justified, as it had so often justified before, that lady′s perspicacity. Ralph Touchett had praised his cousin for being morally inflammable, that is for being quick to take a hint that was meant as good advice. His advice had perhaps helped the matter; she had at any rate before leaving San Remo grown used to feeling rich. The consciousness in question found a proper place in rather a dense little group of ideas that she had about herself, and often it was by no means the least agreeable. It took perpetually for granted a thousand good intentions. She lost herself in a maze of visions; the fine things to be done by a rich, independent, generous girl who took a large human view of occasions and obligations were sublime in the mass. Her fortune therefore became to her mind a part of her better self; it gave her importance, gave her even, to her own imagination, a certain ideal beauty. What it did for her in the imagination of oth ers is another affair, and on this point we must also touch in time. The visions I have just spoken of were mixed with other debates. Isabel liked better to think of the future than of the past; but at times, as she listened to the murmur of the Mediterranean waves, her glance took a backward flight. It rested upon two figures which, in spite of increasing distance, were still sufficiently salient; they were recognisable without difficulty as those of Caspar Goodwood and Lord Warburton. It was strange how quickly these images of energy had fallen into the background of our young lady′s life. It was in her disposition at all times to lose faith in the reality of absent things; she could summon back her faith, in case of need, with an effort, but the effort was often painful even when the reality had been pleasant. The past was apt to look dead and its revival rather to show the livid light of a judgement-day. The girl moreover was not prone to take for granted that sh e herself lived in the mind of others --she had not the fatuity to believe she left indelible traces. She was capable of being wounded by the discovery that she had been forgotten; but of all liberties the one she herself found sweetest was the liberty to forget. She had not given her last shilling, sentimentally speaking, either to Caspar Goodwood or to Lord Warburton, and yet couldn′t but feel them appreciably in debt to her. She had of course reminded herself that she was to hear from Mr. Goodwood again; but this was not to be for another year and a half, and in that time a great many things might happen. She had indeed failed to say to herself that her American suitor might find some other girl more comfortable to woo; because, though it was certain many other girls would prove so, she had not the smallest belief that this merit would attract him. But she reflected that she herself might know the humiliation of change, might really, for that matter, come to the e nd of the things that were not Caspar (even though there appeared so many of them), and find rest in those very elements of his presence which struck her now as impediments to the finer respiration. It was conceivable that these impediments should some day prove a sort of blessing in disguise --a clear and quiet harbour enclosed by a brave granite breakwater. But that day could only come in its order, and she couldn′t wait for it with folded hands. That Lord Warburton should continue to cherish her image seemed to her more than a noble humility or an enlightened pride ought to wish to reckon with. She had so definitely undertaken to preserve no record of what had passed between them that a corresponding effort on his own part would be eminently just. This was not, as it may seem, merely a theory tinged with sarcasm. Isabel candidly believed that his lordship would, in the usual phrase, get over his disappointment. He had been deeply affected --this she believed, and she was still capable of deriving pleasure from the belief; but it was absurd that a man both so intelligent and so honourably dealt with should cultivate a scar out of proportion to any wound. Englishmen liked moreover to be comfortable, said Isabel, and there could be little comfort for Lord Warburton, in the long run, in brooding over a self-sufficient American girl who had been but a casual acquaintance. She flattered herself that, should she hear from one day to another that he had married some young woman of his own country who had done more to deserve him, she should receive the news without a pang even of surprise. It would have proved that he believed she was firm --which was what she wished to seem to him. That alone was grateful to her pride. El encanto del Mediterráneo se iba apoderando más y más del al ma de nuestra heroína a medida que lo contemplaba, porque era el umbral de Italia, como la puerta dorada tras la cual están esperando admirables tesoros. Italia, todavía tan escasamente vista y sentida, extendíase ante ella como una verdadera tierra de promisión, una tierra en que el amor de la belleza podía ser satisfecho hasta lo infinito por el conocimiento ilimitado. Cuando ella paseaba por la playa con su primo -lo acompañaba en su paseo todos los días- miraba anhelante a lo lejos, donde sabía que estaba situada Génova. Al verse a sí misma al borde de esta gran aventura, se sentía satisfecha de hacer un alto, pues incluso aquella espera le resultaba emocionante. Representaba para ella un apacible intermedio, como un distante sonido de pífanos y tambores en una carrera que no tenía aún motivos para considerar agitada, pero que imaginaba a través del prisma de sus esperanzas, sus temores, sus fantasías, sus ambiciones y predilecciones, que reflejaban de manera harto dramática todos esos accidentes subjetivos. Madame Merle había predicho a la señora Touchett que, en cuanto su sobrina se metiera una docena de veces la mano en el bolsillo, aceptaría el hecho de que se lo había llenado la mano generosa de un tío próvido; y la realidad justificaba ya, como antes la había justificado, la perspicacia de tan distinguida dama. Ralph Touchett elogiaba en su prima esa propensión a sentirse moralmente arrebatada, su diligencia en aceptar una sugerencia dada a modo de buen consejo. Y el consejo de él tal vez la hubiera ayudado. El hecho es que, antes de dejar San Remo, ya Isabel se había hecho a la idea de que era una mujer rica. El reconocimiento de tal realidad halló su lugar en un denso grupo de ideas que ella te nía acerca de sí misma y, por lo general, no le resultó en absoluto desagradable. Siempre daba por sentado un sinfín de buenas intenciones. Isabel se sumergió en un laberinto de visiones: las cosas admirables que podía hacer una muchacha generosa, rica e independiente, dotada de una visión amplia y humana de las obligaciones y las ocasiones que, en su conjunto, resultaban algo sublime. Su fortuna empezó a aparecérsele como una parte integrante de lo mejor de su propio ser, pues le prestaba gran importancia e incluso, gracias a la imaginación, cierta belleza ideal. Ahora bien, lo que respecto a ella eso les sugería a los demás era cosa bien distinta y que a su debido tiempo no dejaremos de considerar. Las visiones extraordinarias que acabo de referir estaban entremezcladas en su espíritu con otros debates. A ella le agradaba más pensar en lo futuro que en lo pa sado; pero, cuando a veces escuchaba el murmullo del Mediterráneo, sus pensamientos regresaban al pasado. Con los ojos del alma contemplaba entonces a dos personales que, a pesar de la gran distancia que de ella les separaba, cobraban singular relieve, figuras que sin la menor dificultad reconocía como pertenecientes a Caspar Goodwood y a lord Warburton. Era extraño pensar con cuánta facilidad aquellas dos enérgicas figuras habían pasado al último plano en la vida de nuestra joven heroína, Había sido siempre una rara predisposición de su espíritu el perder la fe en la realidad de las cosas o de los seres ausentes. Ciertamente le cabía el recurso, en caso preciso, de reavivar la fe con un esfuerzo de voluntad, pero tal esfuerzo resultaba con frecuencia harto penoso, incluso cuando la realidad había sido grata. Lo pasado tendía a parecer muerto y al reavivarlo su rgía envuelto en la lívida luz del día del Juicio Final. Además, la joven no acostumbraba a creerse que vivía en la imaginación de los demás... y no tenía la fatuidad de figurarse que dejaba indelebles huellas de su persona dondequiera que hubiese pasado. Sin embargo, no le era difícil sentirse herida al saber que se la había olvidado; pero de todas las libertades, la que más apreciable y grata le parecía era la de poder olvidar. Sentimentalmente hablando, no había dado ni un chelín de su propia persona a Caspar Goodwood ni a lord Warburton, lo cual no le impedía considerar que éstos debían sentirse grandemente en deuda con ella. Se acordaba perfectamente de que Caspar Goodwood se proponía dar de nuevo señales de vida, pero aún faltaba un año y medio para ello, y en tal lapso de tiempo podrían suc eder muchas otras cosas. No había atinado a pensar que su pretendiente americano podía hallar otra muchacha más fácil de cortejar, pues, aun cuando era indudable que habría muchas otras en tales condiciones, ella daba por seguro que esa circunstancia no bastaría para atraerle. Sin embargo, sus reflexiones le decían que ella misma podía llegar a conocer la humillación de un cambio: podía realmente llegar a agotar todas las cosas que no eran Caspar (aunque se le antojaba que eran muchísimas), y encontrar un verdadero descanso en aquellos elementos de su presencia que hoy parecían constituir verdaderos impedimentos a su más amplio respirar. Acaso estos impedimentos llegasen a ser algún día una bendición disfrazada... un tranquilo y límpido puerto de salvación resguardado por un ancho rompeolas de granito. Pero tal día sóólo llegaría a su debido tiempo, y ella no podía estarse esperándolo con los brazos cruzados. La posibilidad de que lord Warburton continuase adorando su imagen le parecía una idea que una noble humildad o un orgullo clarividente no podían cultivar. Ella había tan definitivamente procurado no guardar constancia. alguna de lo que entre ambos ocurriera que le parecía más que justificado que por su parte ese caballero hiciera otro tanto. Aunque así pudiera parecer, esto no era en absoluto una mera teoría envuelta en sarcasmo. Isabel creía ingenuamente que el lord acabaría, como suele decirse, por olvidar su desengaño. Que eso lo había afectado, eso sí lo creía ella y todavía hallaba placer en creerlo; pero resultaba absurdo que un hombre tan inteligente y que había recibido un trato tan honrado guardase una cicatriz tan despropor cionada con la herida. Isabel se decía a sí misma que a los ingleses les gustaba vivir con comodidad, y poco podría darle a lord Warburton, a la larga, el seguir cavilando sobre una muchacha norteamericana en exceso independiente que sólo había sido una amistad ocasional. Se hacía la ilusión de que, si el día menos pensado le dijeran que se había casado con una muchacha de su país que hubiese hecho más que ella por merecerle, tal noticia no le produciría la menor sensación de dolor, ni aun de sorpresa. Habría demostrado que él la creía una mujer fuerte... lo que ella había querido parecer. Y con esto se satisfacía su propio orgullo.  






CHAPTER 22

22

On one of the first days of May, some six months after old Mr. Touchett′s death, a small group that might have been described by a painter as composing well was gathered in one of the many rooms of an ancient villa crowning an olive-muffled hill outside of the Roman gate of Florence. The villa was a long, rather blank-looking structure, with the far-projecting roof which Tuscany loves and which, on the hills that encircle Florence, when considered from a distance, make so harmonious a rectangle with the straight, dark, definite cypresses that usually rise in groups of three or four beside it. The house had a front upon a little grassy, empty, rural piazza which occupied a part of the hill-top; and this front, pierced with a few windows in irregular relations and furnished with a stone bench lengthily adjusted to the base of the structure and useful as a lounging-place to one or two persons wearing more or less of that air of undervalued merit which in Italy, for some reason or other, always gracefully invests any one who confidently assumes a perfectly passive attitude --this antique, solid, weather-worn, yet imposing front had a somewhat incommunicative character. It was the mask, not the face of the house. It had heavy lids, but no eyes; the house in reality looked another way --looked off behind, into splendid openness and the range of the afternoon light. In that quarter the villa overhung the slope of its hill and the long valley of the Arno, hazy with Italian colour. It had a narrow garden, in the manner of a terrace, productive chiefly of tangles of wild roses and other old stone benches, mossy and sun-warmed. The parapet of the terrace was just the height to lean upon, and beneath it the ground declined into the vagueness of olive-crops and vineyards. It is not, however, with the outside of the place that we are concerned; on this bright morning of ripened spring its tenants had reason to prefer the shady side of the wall. The windows of the ground-floor, as you saw them from the piazza, were, in their noble proportions, extremely architectural; but their function seemed less to offer communication with the world than to defy the world to look in. They were massively cross-barred, and placed at such a height that curiosity, even on tiptoe, expired before it reached them. In an apartment lighted by a row of three of these jealous apertures --one of the several distinct apartments into which the villa was divided and which were mainly occupied by foreigners of random race long resident in Florence --a gentleman was seated in company with a young girl and two good sisters from a religious house. The room was, however, less sombre than our indications may have represented, for it had a wide, high door, which now stood open into the tangled garden behind; and the tall iron lattices admitted on occasion more than enough of the Italian sunshine. It was moreover a seat of ease, indeed of luxury, telling of arrangements subtly studied and refinements frankly proclaimed, and containing a variety of those faded hangings of damask and tapestry, those chests and cabinets of carved and time-polished oak, those angular specimens of pictorial art in frames as pedantically primitive, those perverse-looking relics of mediaeval brass and pottery, of which Italy has long been the not quite exhausted storehouse. These things kept terms with articles of modern furniture in which large allowance had been made for a lounging generation; it was to be noticed that all the chairs were deep and well padded and that much space was occupied by a writing-table of which the ingenious perfection bore the stamp of London and the nineteenth century. There were books in profusion and magazines and newspapers, and a few small, odd, elaborate pictures, chiefly in water-colour. One of these productions stood on a drawing-room easel before which, at the moment we begin to be concerned with her, the young girl I have mentioned had placed herself. She was looking at the picture in silence. A los seis meses de la muerte del señor Touchett, en uno de los primeros días del mes de mayo y en una de las muchas habitaciones de una antigua villa que coronaba una colina plantada de olivos en las afueras de la Puerta de Roma de Florencia, se había formado un pequeño grupo de personas que, a los ojos de un pintor, habría parecido armoniosamente compuesto. La villa era un edificio largo y compacto, con uno de esos tejados de ancho alero que tanto gustan en la Toscana y que, vistos desde lejos, forman en las deliciosas colinas que rodean Florencia armoniosos rectángulos con los cipreses oscuros, rectos y bien perfilados, que se alzan junto a las casas. La fachada del edificio en cuestión daba a una plaza diminuta y vacía, cubierta de hierba, que ocupaba parte de la cumbre del cerro; en ella se abrían aquí y allá unas cuantas ventanas y a lo largo de su base se extendía un banco de piedra, adecuado para el descanso de una o dos personas reconocibles por ese aire de mérito ignorado que en Italia suele atribuirse, por cualquier razón, a quienes asumen una actitud pasiva... sin embargo, aquella fachada da tan sólida, antigua y pulida por la intemperie tenía un aspecto poco comunicativo. Pero era la máscara, no el rostro de la casa. Sus párpados eran pesados; mas carecía de ojos. En realidad, la casa miraba hacia otra parte, hacia la inmensa extensión y hacia la matizada luz vespertina. Por ese lado, la villa dominaba la falda de la colina y el largo valle del río Arno, envuelto en una densa niebla teñida del color del paisaje italiano. A manera de terraza tenía un pequeño jardín cubierto de una maraña de escaramujos y salpicado de más bancos de piedra casi cubiertos de musgo y calentados por el sol. El parapeto de la terraza tenía la altura justa para apoyarse en él y debajo de él comenzaba el declive poblado de viñas y olivares. Mas no es el exterior del edificio lo que nos interesa; en esta brillante mañana de esplendorosa primavera, los habitantes de la casa tenían motivos para preferir la parte sombreada del muro del edificio. Vistas desde la plaza, las ventanas de la planta baja guardaban dignas proporciones arquitectónicas y eran de gran nobleza, pero su misión parecía consistir menos en brindar comunicación con el mundo que en impedir que el mundo se asomase. Estaban defendidas por gruesos barrotes de hierro y colocadas a tal altura que la curiosidad, incluso aunque se aupara de puntillas, expiraba antes de alcanzarlas. En una estancia iluminada por una fila de tres de aquellas celosas ventanas (uno de las numerosos apartamentos en que se dividía la gran mansión y que por lo general ocupaban extranjeros de diversa estirpe residentes en Florencia) se hallaban sentados un caballero, en compañía de una joven y dos religiosas. La habitación era, en realidad, menos sombría de lo que mi descripción haya podido insinuar, pues tenía una puerta ancha y alta que daba al pequeño jardín y que en aquel momento permanecía abierta. Por otra parte, las altas celosías de hierro dejaban pasar cantidades más que suficientes del sol de Italia. Era un lugar cómodo y lujoso, que revelaba una cuidadosa decoración y un refinamiento esmerado, y que exhibía un despliegue de esas colgaduras descoloridas de gastados damascos y desvaídos tapices, de esos cofres y estuches de tallado roble patinado por el tiempo, de esos angulosos ejemplares del arte pictórico encerrados en sus marcos pedantemente primitivos, de esas reliquias medievales de bronce y de cerámica de perverso aspecto, de los que Italia ha sido la proveedora casi inagotable durante tanto tiempo. Sin embargo, estas cosas armonizaban con las distintas piezas de mobiliario moderno en cuyo diseño se había tenido muy en cuenta los gustos de una generación dada a la holganza, como así lo demostraban las butacas grandes y bien tapizadas y el gran espacio ocupado por el enorme escritorio cuya perfección ingeniosa llevaba el sello de Londres y del siglo diecinueve. Había abundancia de libros, revistas ilustradas y diarios, sin contar algunos pequeños cuadros, raros y complicados, casi todos pintados a la acuarela. Uno de tales productos del arte estaba colocado en un caballete de salón y ante él se hallaba, en el momento en que empezamos a cobrar interés por ella, la muchacha que he mencionado contemplando silenciosa el cuadro.
Silence --absolute silence --had not fallen upon her companions; but their talk had an appearance of embarrassed continuity. The two good sisters had not settled themselves in their respective chairs; their attitude expressed a final reserve and their faces showed the glaze of prudence. They were plain, ample, mild-featured women, with a kind of business-like modesty to which the impersonal aspect of their stiffened linen and of the serge that draped them as if nailed on frames gave an advantage. One of them, a person of a certain age, in spectacles, with a fresh complexion and a full cheek, had a more discriminating manner than her colleague, as well as the responsibility of their errand, which apparently related to the young girl. This object of interest wore her hat --an ornament of extreme simplicity and not at variance with her plain muslin gown, too short for her years, though it must already have been "let out." The gentleman who might have been supposed to be entertaining the two nuns was perhaps conscious of the difficulties of his function, it being in its way as arduous to converse with the very meek as with the very mighty. At the same time he was clearly much occupied with their quiet charge, and while she turned her back to him his eyes rested gravely on her slim, small figure. He was a man of forty, with a high but well-shaped head, on which the hair, still dense, but prematurely grizzled, had been cropped close. He had a fine, narrow, extremely modelled and composed face, of which the only fault was just this effect of its running a trifle too much to points; an appearance to which the shape of the beard contributed not a little. This beard, cut in the manner of the portraits of the sixteenth century and surmounted by a fair moustache, of which the ends had a romantic upward flourish, gave its wearer a foreign, traditionary look and suggested that he was a gentleman who studied style. His conscious, curious eyes, however, eyes at once vague and penetrating, intelligent and hard, expressive of the observer as well as of the dreamer, would have assured you that he studied it only within well-chosen limits, and that in so far as he sought it he found it. You would have been much at a loss to determine his original clime and country; he had none of the superficial signs that usually render the answer to this question an insipidly easy one. If he had English blood in his veins it had probably received some French or Italian commixture; but he suggested, fine gold coin as he was, no stamp nor emblem of the common mintage that provides for general circulation; he was the elegant complicated medal struck off for a special occasion. He had a light, lean, rather languid-looking figure, and was apparently neither tall nor short. He was dressed as a man dresses who takes little other trouble about it than to have no vulgar things. Sus compañeros no guardaban un silencio absoluto, pero su conversación tenía una continuidad forzada. Las dos religiosas no se habían acomodado a sus anchas en sus sillones; sus actitudes respectivas denotaban una total reserva y en sus rostros había un barniz de prudencia. Eran dos mujeres corpulentas, de facciones corrientes y benignas, con una especie de eficiente modestia que realzaban ventajosamente la tiesura impersonal de las albas tocas y sus hábitos de estameña que parecían claveteados en un marco. Una de ellas, la de más edad, con anteojos, de tez lozana y mejillas tersas, hablaba con mayor circunspección que su compañera y parecía la responsable de su común cometido, que sin duda alguna se refería a la joven. Este objeto de su interés llevaba sombrero... ornamento de suma sencillez al igual que su vestido de percal, demasiado corto para su edad, aunque seguramente ya se lo habrían alargado. El caballero que presuntamente debiera entretener a las monjas, tal vez era consciente de las dificultades de su empeño, pues tan arduo resulta conversar con los humildes como con los poderosos. Al mismo tiempo, estaba muy atento observando al callado objeto de la tutela de las monjas y, como la joven le volvía la espalda, se entretenía en admirar su esbelta figura. Era un hombre de unos cuarenta años, con una frente alta y una cabeza bien formada, cuyos cabellos abundantes se habían tornado prematuramente grises y que él llevaba muy cortos. Su cara refinada, enjuta, perfectamente modelada y de expresión serena, tenía el único defecto de parecer quizá demasiado angulosa, efecto a que contribuía grandemente el corte de su barba. Tal barba, recortada a la manera del siglo dieciséis y rematada por un rubio bigote cuyas guías se curvaban graciosamente hacia arriba, daba a su portador un aspecto extranjero y tradicional y hacía pensar que era un caballero de esos que cuidan el estilo. Sin embargo, sus ojos avispados, a un tiempo vagos y penetrantes, duros e inteligentes y tan propios del observador como del soñador, os habrían dado la seguridad de que estudiaba su estilo dentro de ciertos limites y que en la medida en que lo buscaba lo encontraba. Vana habría sido la tarea de quien pretendiese averiguar su país y su clima originales, pues no tenía ninguno de esos signos externos que suelen hacer tan insípidamente fácil la respuesta a semejante pregunta. Si acaso tenía algo de sangre inglesa en las venas sería, sin duda, con algunas gotas de francesa o italiana; pero en la fina moneda de oro que era aquel hombre no se advertía sello ni emblema de la acuñación corriente que asegura la circulación general. Era una k medalla de elegante y complicado troquel, hecha especialmente para una ocasión especial. Su figura era liviana, delgada, más bien lánguida, y no se le veía ni alto ni bajo. Vestía como suele vestir todo hombre que sólo se ocupa de su guardarropa para evitar que haya en él cosas vulgares.
"Well, my dear, what do you think of it?" he asked the young girl. He used the Italian tongue, and used it with perfect ease; but this would not have convinced you he was Italian. -Bien, querida, ¿qué te parece? -preguntó a la joven. Se expresaba en italiano con gran facilidad, pero ello no habría bastado para convencer a nadie de que era italiano de origen.
The child turned her head earnestly to one side and the other. "It′s very pretty, papa. Did you make it yourself?" Meneó la muchacha la cabeza hacia uno y otro lado y respondió: [[-Me parece muy hermoso, papá. ¿Lo has hecho tú?
"Certainly I made it. Don′t you think I′m clever?" -Claro que sí. ¿Qué?, ¿te parece que soy hábil?
"Yes, papa, very clever; I also have learned to make pictures." And she turned round and showed a small, fair face painted with a fixed and intensely sweet smile. -Sí, muy hábil, papá. También yo he aprendido a pintar-dijo, y se volvió dejando ver una linda cara donde se dibujaba una sonrisa extraordinariamente suave.
"You should have brought me a specimen of your powers." -Has debido traerme algunas pruebas de tus habilidades.
"I′ve brought a great many; they′re in my trunk." -He traído muchas. Están en mi baúl.
"She draws very --very carefully," the elder of the nuns remarked, speaking in French. La mayor de las monjas observó, hablando en francés:  -Dibuja con mucho, mucho esmero.     
"I′m glad to hear it. Is it you who have instructed her?" -Me alegro de saberlo. ¿Es usted quien le ha enseñado?
"Happily no," said the good sister, blushing a little. "Ce n′est pas ma partie. I teach nothing; I leave that to those who are wiser. We′ve an excellent drawing-master, Mr. --Mr. --what is his name?" she asked of her companion. Se sonrojó un tanto la buena religiosa y replicó:  -Felizmente no. Ce n′est pas ma partie. Yo no enseño nada. Dejo eso para las que saben más. Tenemos un admirable maestro de dibujo, el señor... el señor... ¿cómo se llama? -preguntó a su compañera.
Her companion looked about at the carpet. "It′s a German name," she said in Italian, as if it needed to be translated. Ésta clavó la mirada en la alfombra durante un momento y contestó en italiano, como si su respuesta hubiera menester traducción: -Es un nombre alemán.
"Yes," the other went on. "he′s a German, and we′ve had him many years." -Sí, es un alemán -corroboró la otra-, lleva con nosotras muchos años.
The young girl, who was not heeding the conversation, had wandered away to the open door of the large room and stood looking into the garden. "And you, my sister, are French," said the gentleman. La muchacha, que se había desentendido de la conversación de los otros tres, se aproximó a la puerta abierta de la amplia habitación y se puso a mirar al jardín. El caballero preguntó: -¿Usted, madre, es francesa?
"Yes, sir," the visitor gently replied. "I speak to the pupils in my own tongue. I know no other. But we have sisters of other countries --English, German, Irish. They all speak their proper language." -Sí, señor -respondió amablemente la interrogada-. A mis discípulas les hablo en mi propio idioma, pues no conozco ningún otro. Pero tenemos madres de muchos otros países... inglesas, alemanas, irlandesas. Cada una de ellas habla su propia lengua.
The gentleman gave a smile. "Has my daughter been under the care of one of the Irish ladies?" And then, as he saw that his visitors suspected a joke, though failing to understand it, "You′re very complete," he instantly added. El caballero sonrió. -¿Ha estado mi hija al cuidado de alguna de las damas irlandesas? -Y como viera que sus interlocutoras recelaban alguna broma, aunque sin comprenderla, añadió-: Son ustedes muy completas.
"Oh, yes, we′re complete. We′ve everything, and everything′s of the best." -¡Oh, sí! Tenemos de todo y, de todo, lo mejor.
"We have gymnastics," the Italian sister ventured to remark. "But not dangerous." La hermanita italiana se arriesgó a decir: -Hasta gimnasio tenemos... pero no es peligroso.
"I hope not. Is that YOUR branch?" A question which provoked much candid hilarity on the part of the two ladies; on the subsidence of which their entertainer, glancing at his daughter, remarked that she had grown. -Ya me figuro que no. ¿Es ésa su ocupación? Semejante pregunta provocó risas ingenuas en ambas religiosas; cuando su hilaridad remitió, el caballero, echando un vistazo a su hija, comentó que había crecido.
"Yes, but I think she has finished. She′ll remain --not big," said the French sister. La monja francesa replicó: -Sí, pero yo creo que ya ha terminado de crecer... no será muy alta.
"I′m not sorry. I prefer women like books --very good and not too long. But I know," the gentleman said, "no particular reason why my child should be short." -No lo lamento -dijo el caballero-. Opino de las mujeres como de los libros... prefiero que sean buenos y no demasiado largos. Pero, por lo demás, no veo por qué mi hija ha de ser baja.
The nun gave a temperate shrug, as if to intimate that such things might be beyond our knowledge. "She′s in very good health; that′s the best thing." La monjita alzó mansamente los hombros, como para dar a entender que esas cosas están más allá de nuestro entendimiento, y dijo: -Lo importante es que tenga buena salud, y la tiene excelente.
"Yes, she looks sound." And the young girl′s father watched her a moment. "What do you see in the garden?" he asked in French. -En efecto, parece sana. -El padre se quedó mirándola un instante, luego le preguntó en francés-: ¿Qué ves en el jardín?
"I see many flowers," she replied in a sweet, small voice and with an accent as good as his own. -Veo muchas flores -le contestó ella con una vocecita dulce y con un acento tan puro como el de él.
"Yes, but not many good ones. However, such as they are, go out and gather some for ces dames." -Sí, pero no muy delicadas. Sin embargo, anda, corta unas cuantas de ésas para ces dames.
The child turned to him with her smile heightened by pleasure. "May I truly?" La muchacha se volvió a él y preguntó con una sonrisa todavía más encantadora: -¿Lo dices de veras?
"Ah, when I tell you," said her father. -Te lo estoy diciendo -contestó su padre.
The girl glanced at the elder of the nuns. "May I, truly, ma mere?" -¿Puedo hacerlo, ma mére? La muchacha miró a la mayor de las monjitas y preguntó:
"Obey monsieur your father, my child," said the sister, blushing again. -Obedece a tu señor padre, hija mía –respondió la religiosa ruborizándose de nuevo¿
The child, satisfied with this authorization, descended from the threshold and was presently lost to sight. "You don′t spoil them," said her father gaily. La muchacha, satisfecha con semejante autorización, desapareció del umbral y enseguida se perdió de vista. -Ya veo que no las tienen consentidas –comentó alegremente el padre.
"For everything they must ask leave. That′s our system. Leave is freely granted, but they must ask it." -Deben pedir permiso para todo. Ese es nuestro método. El permiso se concede sin la menor dificultad, pero es indispensable pedirlo.
"Oh, I don′t quarrel with your system; I′ve no doubt it′s excellent. I sent you my daughter to see what you′d make of her. I had faith." -No discuto su sistema, ni dudo de que sea excelente. Les he confiado a mi hija para ver qué podían hacer de ella. Tenía plena confianza.
"One must have faith," the sister blandly rejoined, gazing through her spectacles. -Hay que tener fe -respondió blandamente la religiosa mirando a través de sus anteojos.
"Well, has my faith been rewarded? What have you made of her?" -¿Puedo creer que mi fe ha obtenido su debida recompensa? ¿Qué han hecho ustedes de ella?
The sister dropped her eyes a moment. "A good Christian, monsieur." La monja bajó sus ojos y replicó: -Una buena cristiana, señor.
Her host dropped his eyes as well; but it was probable that the movement had in each case a different spring. "Yes, and what else?" También bajó él los suyos, pero acabó aquel movimiento obedeciera a dos impulsos completamente distintos. -Está bien. ¿Y qué más?
He watched the lady from the convent, probably thinking she would say that a good Christian was everything; but for all her simplicity she was not so crude as that. "A charming young lady --a real little woman --a daughter in whom you will have nothing but contentment." Miró a la dama del convento, pensando que probablemente iba a decir que bastaba con ser buena cristiana, pero, por mucha que fuera su sencillez de espíritu, ella no era tan simple. Así, ella añadió: -Una encantadora damita... una verdadera señorita... una hija que no ha de proporcionarle a usted sino satisfacciones.
"She seems to me very gentille," said the father. "She′s really pretty." -Verdaderamente me parece muy gentille. Es realmente bonita -dijo el padre.
"She′s perfect. She has no faults." -Es perfecta. No tiene defectos.
"She never had any as a child, and I′m glad you have given her none." -De niña no los tuvo. Celebro que ustedes no le hayan sembrado ninguno.
"We love her too much," said the spectacled sister with dignity. "And as for faults, how can we give what we have not? Le couvent n′est pas comme le monde, monsieur. She′s our daughter, as you may say. We′ve had her since she was so small." La religiosa de los anteojos dijo con gran dignidad: -Nosotras la queremos mucho. En cuanto a los defectos, ¿cómo podríamos proporcionarle lo que nosotras no tenemos? Le couvent n′est pas comme le monde, monsieur. Podría decirse que es nuestra hija, la hemos tenido desde que era tan pequeña...
"Of all those we shall lose this year she′s the one we shall miss most," the younger woman murmured deferentially. -De todas las que vamos a perder este año, ella es la que echaremos más de menos -murmuró con deferencia la monja más joven.
"Ah, yes, we shall talk long of her," said the other. "We shall hold her up to the new ones." And at this the good sister appeared to find her spectacles dim; while her companion, after fumbling a moment, presently drew forth a pocket-handkerchief of durable texture. -Oh, seguramente -dijo la otra-. No dejaremos de recordarla con frecuencia. La pondremos como ejemplo a las nuevas. En este punto pareció percatarse de que se habían empañado sus anteojos; inmediatamente su compañera, después de rebuscar en sus bolsillos, acabó por sacar un pañuelo de duradera textura.
"It′s not certain you′ll lose her; nothing′s settled yet," their host rejoined quickly; not as if to anticipate their tears, but in the tone of a man saying what was most agreeable to himself. -No es seguro que hayan de perderla definitivamente -declaró amablemente su anfitrión, no con intención de anticiparse a las lagrimitas de las otras, sino con el tono de quien dice lo que le resulta más grato.
"We should be very happy to believe that. Fifteen is very young to leave us." -Nos agradaría mucho poder creerlo así. Quince años son muy pocos para dejarnos.
"Oh," exclaimed the gentleman with more vivacity than he had yet used, "it is not I who wish to take her away. I wish you could keep her always!" El caballero replicó con más vivacidad de la que hasta aquel momento había mostrado: -¡Oh! No soy yo el que quiere llevársela. Yo quisiera que se quedara siempre con ustedes.
"Ah, monsieur," said the elder sister, smiling and getting up, "good as she is, she′s made for the world. Le monde y gagnera." La mayor de las monjitas, sonriendo y levantándose, dijo: -Ah, monsieur, aunque es tan buena, está hecha para el mundo. Le monde y gagnerá.
"If all the good people were hidden away in convents how would the world get on?" her companion softly enquired, rising also. Y su compañera, levantándose a su vez, añadió suavemente: -Si toda la buena gente se recluyera en conventos, ¿qué sería del mundo?
This was a question of a wider bearing than the good woman apparently supposed; and the lady in spectacles took a harmonizing view by saying comfortably: "Fortunately there are good people everywhere." Era aquélla una pregunta de mucha más enjundia de la que la buena mujer suponía. De manera que la religiosa de los anteojos creyó prudente adoptar un punto de vista conciliador diciendo: -Por fortuna hay personas buenas en todas partes.
"If you′re going there will be two less here," her host remarked gallantly. Y el caballero replicó galantemente: -Al marcharse ustedes, habrá dos menos en esta casa.
For this extravagant sally his simple visitors had no answer, and they simply looked at each other in decent deprecation; but their confusion was speedily covered by the return of the young girl with two large bunches of roses --one of them all white, the other red. Para aquella extravagante salida no tenían respuesta sus sencillas visitantes, y se limitaron a mirarse la una a la otra con decorosa desaprobación. Su confusión quedó en el acto disipada por la llegada de la joven, que volvía del jardín con dos grandes ramos de flores blancas las de uno y las del otro, rojas.
"I give you your choice, mamman Catherine," said the child. "It′s only the colour that′s different, mamman Justine; there are just as many roses in one bunch as in the other." -Escoja usted, madre Catherine -dijo la muchacha-. Sólo se diferencian en el color, pero hay las mismas rosas en un ramo que en otro.
The two sisters turned to each other, smiling and hesitating, with "Which will you take?" and "No, it′s for you to choose." Las dos religiosas se volvieron la una a la otra sonriendo y dudando, con aquello de «¿Cuál prefiere usted, hermana?», «No, escoja usted primero».
"I′ll take the red, thank you," said mother Catherine in the spectacles. "I′m so red myself. They′ll comfort us on our way back to Rome." La madre Catherine, mirando por debajo de sus lentes, dijo: -MI gracias; entonces tomaré las rojas, porque también yo soy coloradita... Nos servirán de consuelo en nuestro viaje de regreso a Roma.
"Ah, they won′t last," cried the young girl. "I wish I could give you something that would last!" -Pero no durarán -exclamó la niña-. Quisiera darles algo que durase mucho tiempo.
"You′ve given us a good memory of yourself, my daughter. That will last!" -Nos has dado un buen recuerdo tuyo, hija mía. Eso, sin duda, durará.
"I wish nuns could wear pretty things. I would give you my blue beads," the child went on. -Si las monjitas pudiesen llevar cosas lindas -siguió diciendo la muchacha-, les daría mi collar de cuentas azules.
"And do you go back to Rome to-night?" her father enquired. -¿Regresan a Roma esta misma noche? -preguntó el padre.
"Yes, we take the train again. We′ve so much to do la-bas." -Sí, otra vez vamos a tomar el tren. Tenemos mucho que hacer allá.
"Are you not tired?" -¿Y no están ustedes cansadas?
"We are never tired." -Nosotras no estamos cansadas nunca.
"Ah, my sister, sometimes," murmured the junior votaress. -A veces, sí, madre -murmuró la más joven.
"Not to-day, at any rate. We have rested too well here. Que Dieu vous garde, ma fille."  -En todo caso, hoy no lo estamos, pues hemos descansado muy bien aquí. Que Dieu vous garde, ma filie -dijo la madre Catherine.
Their host, while they exchanged kisses with his daughter, went forward to open the door through which they were to pass; but as he did so he gave a slight exclamation, and stood looking beyond. The door opened into a vaulted ante-chamber, as high as a chapel and paved with red tiles; and into this ante-chamber a lady had just been admitted by a servant, a lad in shabby livery, who was now ushering her toward the apartment in which our friends were grouped. The gentleman at the door, after dropping his exclamation, remained silent; in silence too the lady advanced. He gave her no further audible greeting and offered her no hand, but stood aside to let her pass into the saloon. At the threshold she hesitated. "Is there any one?" she asked. Mientras ellas intercambiaban besos con su hija, el caballero fue a abrir la puerta por donde debían salir; pero, al hacerlo, prorrumpió en una breve exclamación y se quedó mirando al otro lado. La puerta daba a una especie de vestíbulo abovedado, alto como una capilla y pavimentado con losas rojas, en el cual acababa de entrar una dama, precedida por un criado de librea raída que la conducía hacia la gran habitación donde se hallaban reunidos nuestros amigos. El caballero permaneció en silencio en la puerta, e igualmente en silencio avanzó la dama. Él no le dirigió ningún saludo audible ni tampoco le tendió la mano, sino que se limitó a apartarse para dejarla pasar al salón. En el umbral, ella dudó un momento y preguntó: -¿Hay alguien ahí dentro?
"Some one you may see." -Alguien a quien usted puede ver.
She went in and found herself confronted with the two nuns and their pupil, who was coming forward, between them, with a hand in the arm of each. At the sight of the new visitor they all paused, and the lady, who had also stopped, stood looking at them. The young girl gave a little soft cry: "Ah, Madame Merle!" Entró la dama y se vio frente a las monjitas y su alumna, que se acercaba entre las dos dándole el brazo a una y otra. Al ver a la nueva visitante, se detuvieron, y la dama, que también se había detenido, se quedó mirándolas. La jovencita lanzó un gritito ahogado de alegría y exclamó: -¡Ah, madame Merle!
The visitor had been slightly startled, but her manner the next instant was none the less gracious. "Yes, it′s Madame Merle, come to welcome you home." And she held out two hands to the girl, who immediately came up to her, presenting her forehead to be kissed. Madame Merle saluted this portion of her charming little person and then stood smiling at the two nuns. They acknowledged her smile with a decent obeisance, but permitted themselves no direct scrutiny of this imposing, brilliant woman, who seemed to bring in with her something of the radiance of the outer world. La visitante había experimentado un leve sobresalto, pero sus modales no perdieron nada de su gracia e inmediatamente dijo: -Sí, es madame Merle que viene a darte la bienvenida en tu casa. Tendió ambas manos a la muchacha, que se adelantó a ella y le dio su frente a besar. Madame Merle imprimió su saludo en aquella pequeña porción de la encantadora joven y luego miró sonriendo a las dos monjitas. Correspondieron ellas a su sonrisa con una reverencia, pero no se permitieron escrutar a aquella imponente y distinguida dama que parecía llevar consigo algo de la claridad del mundo exterior.
"These ladies have brought my daughter home, and now they return to the convent," the gentleman explained. -Estas señoras han traído a mi hija a casa y ahora se vuelven para su convento explicó el caballero.
"Ah, you go back to Rome? I′ve lately come from there. It′s very lovely now," said Madame Merle. -¡Ah! ¿Van ustedes para Roma? Yo he llegado hace poco de allí. Ahora hace un tiempo delicioso en la ciudad -dijo madame Merle.
The good sisters, standing with their hands folded into their sleeves, accepted this statement uncritically; and the master of the house asked his new visitor how long it was since she had left Rome. "She came to see me at the convent," said the young girl before the lady addressed had time to reply. Las dos religiosas permanecieron de pie con las manos ocultas en las mangas y aceptaron esa declaración sin rechistar. El caballero preguntó entonces cuánto tiempo hacía que había abandonado Roma. Y la muchacha, sin darle tiempo a madame Merle a contestar, dijo:
"I′ve been more than once, Pansy," Madame Merle declared. "Am I not your great friend in Rome?" -Vino a verme al convento. -Pansy, estuve más de una vez -manifestó madame Merle-. ¿Acaso no soy en Roma tu mejor amiga?
"I remember the last time best," said Pansy, "because you told me I should come away." -La vez que más recuerdo es la última, porque me dijo que iba a salir del convento -contestó Pansy.
"Did you tell her that?" the child′s father asked. -¿Le dijo usted tal cosa? -preguntó el padre.
"I hardly remember. I told her what I thought would please her. I′ve been in Florence a week. I hoped you would come to see me." -No recuerdo bien. Le dije lo que creía que le iba a agradar. Llevo ya una semana en Florencia. Esperaba que fuera usted a verme.
"I should have done so if I had known you were there. One doesn′t know such things by inspiration --though I suppose one ought. You had better sit down." -Así lo habría hecho, si lo hubiera sabido. Uno no sabe las cosas por ciencia infusa... aunque supongo que debería saberlas. Haga el favor de sentarse.
These two speeches were made in a particular tone of voice --a tone half-lowered and carefully quiet, but as from habit rather than from any definite need. Madame Merle looked about her, choosing her seat. "You′re going to the door with these women? Let me of course not interrupt the ceremony. Je vous salue, mesdames," she added, in French, to the nuns, as if to dismiss them. Estos dos breves parlamentos fueron dichos en un tono especial de voz... particularmente tranquilo y bastante quedo, no por una necesidad concreta sino por obra de la costumbre. Madame Merle miró en derredor suyo para escoger su asiento y dijo: -¿Iba usted a acompañarlas a la puerta? Hágalo, no quiero interrumpir la ceremonia. -Y, dirigiéndose en francés a las religiosas, añadió como para despedirlas-: Je vous salue, mesdames.
"This lady′s a great friend of ours; you will have seen her at the convent," said their entertainer. "We′ve much faith in her judgement, and she′ll help me to decide whether my daughter shall return to you at the end of the holidays." -Esta señora es una gran amiga nuestra -dijo el anfitrión-, ustedes ya la habrán visto en el convento. Tenemos una gran confianza en su opinión y ella me ayudará a decidir si mi hija ha de volver con ustedes o no después de las vacaciones.
"I hope you′ll decide in our favour, madame," the sister in spectacles ventured to remark. -Espero que usted decidirá a favor nuestro, señora -se atrevió a decir la monjita de los lentes.
"That′s Mr. Osmond′s pleasantry; I decide nothing," said Madame Merle, but also as in pleasantry. "I believe you′ve a very good school, but Miss Osmond′s friends must remember that she′s very naturally meant for the world." Madame Merle dijo, como si estuviera de chanza también: -Eso es una broma del señor Osmond, porque yo no decido absolutamente nada. Creo que el colegio de ustedes es admirable, pero los amigos de la señorita Osmond deben recordar que ella está naturalmente destinada a vivir en el mundo.
"That′s what I′ve told monsieur," sister Catherine answered. "It′s precisely to fit her for the world," she murmured, glancing at Pansy, who stood, at a little distance, attentive to Madame Merle′s elegant apparel. -Eso es lo que le decía yo al señor. Se trata de prepararla para el mundo -explicó la madre Catherine mirando a Pansy, que estaba abstraída contemplando el elegante atuendo de madame Merle.
"Do you hear that, Pansy? You′re very naturally meant for the world," said Pansy′s father. El padre de Pansy dijo entonces a su hija: -¿Has oído, Pansy? Estás hecha para vivir en el mundo.
The child fixed him an instant with her pure young eyes. "Am I not meant for you, papa?" La muchachita fijó en él sus claros y puros ojos. -¿No para vivir contigo, papá?
Papa gave a quick, light laugh. "That doesn′t prevent it! I′m of the world, Pansy." El padre soltó una carcajada breve y ligera. -Lo uno no quita lo otro, hijita. También yo vivo en el mundo.
"Kindly permit us to retire," said sister Catherine. "Be good and wise and happy in any case, my daughter." -Con su permiso, nos retiramos -manifestó la madre Catherine-. De todas maneras, procura ser siempre buena y feliz, hija mía.
"I shall certainly come back and see you," Pansy returned, recommencing her embraces, which were presently interrupted by Madame Merle. -No duden de que iré a verlas -dijo Pansy despidiéndose con nuevos abrazos que enseguida fueron in-     , terrumpidos por la intervención de madame Merle.
"Stay with me, dear child," she said, "while your father takes the good ladies to the door." -Quédate aquí conmigo, hijita, y deja que tu padre acompañe hasta la puerta a esas señoras. -¿No puedo ayudar a la madre Catherine a subir al coche?
Pansy stared, disappointed, yet not protesting. She was evidently impregnated with the idea of submission, which was due to any one who took the tone of authority; and she was a passive spectator of the operation of her fate. "May I not see Mamman Catherine get into the carriage?" she nevertheless asked very gently. Pansy, decepcionada, se quedó mirándola con los ojos muy abiertos, aunque sin protestar. No cabía duda de que le habían inculcado la idea de la sumisión debida a cualquiera que le hablase en tono de autoridad, y era una espectadora pasiva de los designios de su destino. No obstante, preguntó con gran dulzura:
"It would please me better if you′d remain with me," said Madame Merle, while Mr. Osmond and his companions, who had bowed low again to the other visitor, passed into the ante-chamber. -Me gustaría más que te quedases aquí conmigo -contestó madame Merle mientras el señor Osmond y sus compañeras, que habían hecho un nuevo y reverencioso saludo a la dama, pasaban a la antecámara.
"Oh yes, I′ll stay," Pansy answered; and she stood near Madame Merle, surrendering her little hand, which this lady took. She stared out of the window; her eyes had filled with tears. -Sí, me quedaré -accedió Pansy acercándose a madame Merle y dejando que ésta la tomara de la mano. Miró a través de la ventana y sus lindos ojos se llenaron de lágrimas.
"I′m glad they′ve taught you to obey," said Madame Merle. "That′s what good little girls should do." -Me alegro de que te hayan enseñado a obedecer -dijo madame Merle-. Eso es lo que las niñas deben hacer.
"Oh yes, I obey very well," cried Pansy with soft eagerness, almost with boastfulness, as if she had been speaking of her piano-playing. And then she gave a faint, just audible sigh. -Yo obedezco muy bien -exclamó Pansy con suave complacencia, casi con jactancia, como si hubiese estado hablando de su facilidad para tocar el piano. Y exhaló un débil y casi imperceptible suspiro.
Madame Merle, holding her hand, drew it across her own fine palm and looked at it. The gaze was critical, but it found nothing to deprecate; the child′s small hand was delicate and fair. "I hope they always see that you wear gloves," she said in a moment. "Little girls usually dislike them." Madame Merle, sin soltar la mano de la muchachita, la posó sobre la fina palma de la suya y la miró atentamente con mirada crítica, si bien no halló nada digno de censura, pues la mano de la joven era blanca y delicada. Al cabo de un instante, dijo: -Supongo que te harán llevar siempre guantes. Por lo general a las jovencitas no les gusta ponérselos.
"I used to dislike them, but I like them now," the child made answer. -Antes no me gustaba ponérmelos –comentó Pansy-, pero ya me he acostumbrado y ahora me gusta.
"Very good, I′ll make you a present of a dozen." -Entonces te regalaré una docena de pares.
"I thank you very much. What colours will they be?" Pansy demanded with interest. -Muchísimas gracias. ¿De qué color? –preguntó la jovencita con gran interés.
Madame Merle meditated. "Useful colours." -De colores prácticos -declaró madame Merle después de pensar un momento.
"But very pretty?" -Pero bonitos, ¿verdad?
"Are you very fond of pretty things?" -¿Te gustan mucho las cosas bonitas?
"Yes; but --but not too fond," said Pansy with a trace of asceticism. -Me gustan... pero no demasiado -dijo Pansy con un atisbo de ascetismo.
"Well, they won′t be too pretty," Madame Merle returned with a laugh. She took the child′s other hand and drew her nearer; after which, looking at her a moment, "Shall you miss mother Catherine?" she went on. -En tal caso, no serán demasiado bonitos -afirmó madame Merle echándose a reír. Tomó la otra mano de la jovencita y la atrajo hacia sí. Una vez que la tuvo bien cerca, preguntó-: ¿Vas a echar mucho de menos a la madre Catherine?
"Yes --when I think of her." -Mucho... cuando piense en ella.
"Try then not to think of her. Perhaps some day," added Madame Merle, "you′ll have another mother." -Pues procura no pensar en ella. -Y añadió-: Tal vez algún día tengas otra madre.
"I don′t think that′s necessary," Pansy said, repeating her little soft conciliatory sigh. "I had more than thirty mothers at the convent." -No creo que sea necesario -dijo Pansy exhalando de nuevo un dulce suspiro conciliador. Tenía más de treinta madres en el convento.
Her father′s step sounded again in the ante-chamber, and Madame Merle got up, releasing the child. Mr. Osmond came in and closed the door; then, without looking at Madame Merle, he pushed one or two chairs back into their places. His visitor waited a moment for him to speak, watching him as he moved about. Then at last she said: "I hoped you′d have come to Rome. I thought it possible you′d have wished yourself to fetch Pansy away." Los pasos del padre resonaron nuevamente en la habitación contigua, y madame Merle dejó a la muchachita y se levantó. El señor Osmond entró y cerró la puerta y, sin mirar siquiera a madame Merle, reintegró un par de butacas a su sitio. La visitante observó sus movimientos, esperando que hablara, pero por fin ella misma dijo: -Yo esperaba que iría usted a Roma. Supuse que iría usted mismo a sacar a Pansy del convento.
"That was a natural supposition; but I′m afraid it′s not the first time I′ve acted in defiance of your calculations." -Era una suposición de lo más natural; pero me figuro que no ha sido la primera vez que mis hechos han defraudado sus cálculos.
"Yes," said Madame Merle, "I think you very perverse." -Cierto; por eso le creo tan malvado -contestó madame Merle.
Mr. Osmond busied himself for a moment in the room --there was plenty of space in it to move about --in the fashion of a man mechanically seeking pretexts for not giving an attention which may be embarrassing. Presently, however, he had exhausted his pretexts; there was nothing left for him --unless he took up a book --but to stand with his hands behind him looking at Pansy. "Why didn′t you come and see the last of Mamman Catherine?" he asked of her abruptly in French. El señor Osmond se atareó unos momentos por la habitación -donde había mucho espacio para moverse como quien busca pretextos para no prestar una atención que puede resultarle molesta. Pero una vez agotados todos los pretextos no le quedó nada por hacer (a menos que tomara un libro) sino quedarse allí plantado con las manos a la espalda y mirando fijamente a Pansy. Luego preguntó bruscamente y en francés a la jovencita: -¿Por qué no saliste a despedir hasta el coche a la madre Catherine?
Pansy hesitated a moment, glancing at Madame Merle. "I asked her to stay with me," said this lady, who had seated herself again in another place. Pansy dudó un instante, mirando a madame Merle, que contestó: -Porque yo le pedí que se quedase conmigo. -Y se sentó en otro sitio.
"Ah, that was better," Osmond conceded. With which he dropped into a chair and sat looking at Madame Merle; bent forward a little, his elbows on the edge of the arms and his hands interlocked. -Ah, bien -condescendió el señor Osmond; con lo cual se dejó caer en un sillón y, apoyando los codos en los brazos del asiento, se inclinó hacia delante y cruzó las manos mientras miraba a madame Merle.
"She′s going to give me some gloves," said Pansy. -Madame Merle me va a regalar unos guantes -dijo Pansy.
"You needn′t tell that to every one, my dear," Madame Merle observed. -No hace falta que se lo digas a todo el mundo -observó madame Merle.
"You′re very kind to her," said Osmond. "She′s supposed to have everything she needs." -Es usted muy buena con ella -comentó el señor Osmond-, pero es de esperar que no le haga falta nada.
"I should think she had had enough of the nuns." -Me parece que ya tiene bastante de monjitas.
"If we′re going to discuss that matter she had better go out of the room." -Si vamos a hablar de esa cuestión, más vale que estemos solos.
"Let her stay," said Madame Merle. "We′ll talk of something else." -No, que se quede. Hablaremos de otra cosa -replicó madame Merle.
"If you like I won′t listen," Pansy suggested with an appearance of candour which imposed conviction. Pansy dijo con una ingenuidad que casi era convincente: -Si quieren, no escucharé.
"You may listen, charming child, because you won′t understand," her father replied. The child sat down, deferentially, near the open door, within sight of the garden, into which she directed her innocent, wistful eyes; and Mr. Osmond went on irrelevantly, addressing himself to his other companion. "You′re looking particularly well." -Puedes escuchar, hijita, porque de todos modos no vas a comprender -contestó su padre. La muchacha se sentó respetuosamente cerca de la puerta abierta desde la que se divisaba el jardín, que contempló con sus ojos inocentes y despiertos. Su padre prosiguió abruptamente, dirigiéndose a su visitante-: Tiene usted un aspecto estupendo.
"I think I always look the same," said Madame Merle. -Me parece que siempre tengo el mismo -respondió madame Merle.
"You always ARE the same. You don′t vary. You′re a wonderful woman." -Usted es siempre la misma, no cambia nunca. Es usted una mujer admirable.
"Yes, I think I am." -En efecto, yo también lo creo.
"You sometimes change your mind, however. You told me on your return from England that you wouldn′t leave Rome again for the present." -Sin embargo, a veces cambia de idea. A su regreso de Inglaterra me dijo que por ahora no pensaba abandonar Roma.
"I′m pleased that you remember so well what I say. That was my intention. But I′ve come to Florence to meet some friends who have lately arrived and as to whose movements I was at that time uncertain." -Me encanta ver que recuerda usted tan bien todo lo que digo. Ésa era, en efecto, mi intención, pero he venido a Florencia a ver algunas amigas que han llegado últimamente y de cuyos planes no estoy muy enterada.
"That reason′s characteristic. You′re always doing something for your friends." -Una razón muy típica. Siempre está usted haciendo algo por sus amistades.
Madame Merle smiled straight at her host. "It′s less characteristic than your comment upon it --which is perfectly insincere. I don′t, however, make a crime of that," she added, "because if you don′t believe what you say there′s no reason WHY you should. I don′t ruin myself for my friends; I don′t deserve your praise. I care greatly for myself." Madame Merle le sonrió amablemente y dijo: -Es mucho menos característica que su comentario, que está falto por completo de sinceridad. Por lo demás, no se lo recrimino, porque si usted no cree lo que dice, tampoco tiene motivos para creerlo. Puede estar seguro de que no me arruino por mis amistades y, por lo tanto, no merezco esos elogios. Sé tener buen cuidado de mí misma.
"Exactly; but yourself includes so many other selves --so much of every one else and of everything. I never knew a person whose life touched so many other lives." -Exacto; pero su ser incluye a muchas otras personas, a una gran parte de las demás y de todo lo existente. No he conocido jamás una persona cuya vida incluyese tantas otras vidas.
"What do you call one′s life?" asked Madame Merle. "One′s appearance, one′s movements, one′s engagements, one′s society?" -¿Qué entiende usted por la vida de uno? -preguntó madame Merle-. ¿La apariencia de uno, sus movimientos, sus compromisos, sus compañías?
"I call YOUR life your ambitions," said Osmond. -A su vida de usted yo la llamo su ambición -contestó el señor Osmond.
Madame Merle looked a moment at Pansy. "I wonder if she understands that," she murmured. Madame Merle miró a Pansy y murmuró: -Me pregunto si será capaz de comprender tal cosa.
"You see she can′t stay with us!" And Pansy′s father gave rather a joyless smile. "Go into the garden, mignonne, and pluck a flower or two for Madame Merle," he went on in French. -Ya ve que no puede quedarse con nosotros. -El padre de Pansy sonrió con visible tristeza y le dijo a la jovencita en francés-: Ve al jardín, ma petite mignonne, y corta una o dos flores para madame Merle.
"That′s just what I wanted to do," Pansy exclaimed, rising with promptness and noiselessly departing. Her father followed her to the open door, stood a moment watching her, and then came back, but remained standing, or rather strolling to and fro, as if to cultivate a sense of freedom which in another attitude might be wanting. -Eso es lo que estaba pensando -respondió Pansy, que se levanto prestamente y se fue sin hacer el menor, ruido. Su padre la siguió hasta la puerta abierta, la observó durante unos momentos y luego volvió pero permaneció de pie, o, más bien, se puso a andar de un lado a otro, como para disfrutar de una libertad que otra actitud no le habría proporcionado.
"My ambitions are principally for you," said Madame Merle, looking up at him with a certain courage. -Mis ambiciones se refieren sobre todo a usted -dijo madame Merle mirándole con valor.
"That comes back to what I say. I′m part of your life --I and a thousand others. You′re not selfish --I can′t admit that. If you were selfish, what should I be? What epithet would properly describe me?" -Volvamos a lo que estaba diciendo: yo formo parte de su vida... como miles de otras personas. Tengo que reconocer que usted no es egoísta. Si lo fuera, ¿qué sería yo? ¿Con qué epíteto podría calificárseme?
"You′re indolent. For me that′s your worst fault." -Con el de indolente. Para mí, ése es su mayor defecto.
"I′m afraid it′s really my best." -Me temo que en el fondo sea el menor. -
"You don′t care," said Madame Merle gravely. -A usted le tiene sin cuidado -dijo madame Merle con seriedad.
"No; I don′t think I care much. What sort of a fault do you call that? My indolence, at any rate, was one of the reasons I didn′t go to Rome. But it was only one of them." -Hasta cierto punto; la verdad. Por lo pronto, esa indolencia mía fue una de las razones por las que no hice el viaje a Roma; pero sólo fue una de ellas.
"It′s not of importance --to me at least --that you didn′t go; though I should have been glad to see you. I′m glad you′re not in Rome now --which you might be, would probably be, if you had gone there a month ago. There′s something I should like you to do at present in Florence." -No tiene la menor importancia... para mí por lo menos... el que usted no fuera, aunque me habría gustado mucho verle. Me alegro de que ahora no esté usted en Roma, donde podría estar todavía sí no hubiese ido hace un mes. Prefiero que esté aquí, porque en estos momentos hay algo que me gustaría que hiciera aquí, en Florencia.
"Please remember my indolence," said Osmond. -Por favor, no olvide mi indolencia -dijo el señor Osmond.
"I do remember it; but I beg you to forget it. In that way you′ll have both the virtue and the reward. This is not a great labour, and it may prove a real interest. How long is it since you made a new acquaintance?" -La tengo presente, pero le ruego que la olvide. De ese modo, alcanzará al mismo tiempo la virtud y la recompensa. No se trata de un trabajo arduo, y pudiera encerrar verdadero interés. ¿Hace mucho que no ha hecho ninguna nueva amistad?
"I don′t think I′ve made any since I made yours." -No recuerdo haber hecho otra desde la suya.
"It′s time then you should make another. There′s a friend of mine I want you to know." -Pues ya es hora de que haga otra. Hay una amiga mía que quiero que conozca.
Mr. Osmond, in his walk, had gone back to the open door again and was looking at his daughter as she moved about in the intense sunshine. "What good will it do me?" he asked with a sort of genial crudity. En sus idas y venidas, el señor Osmond llegó hasta la puerta abierta y se puso a contemplar las andanzas de su hija bajo el intenso sol. -¿Para qué va a servirme? -preguntó con jovial brusquedad.
Madame Merle waited. "It will amuse you." There was nothing crude in this rejoinder; it had been thoroughly well considered. -Por lo pronto, para entretenerse -contestó al cabo de un momento madame Merle, y en su respuesta no había nada brusco, pues la había meditado.
"If you say that, you know, I believe it," said Osmond, coming toward her. "There are some points in which my confidence in you is complete. I′m perfectly aware, for instance, that you know good society from bad." -Si usted lo dice, ya sabe que la creo -declaró el señor Osmond acercándose a ella-. Respecto de algunas cosas mi confianza en usted es absoluta. Por ejemplo, estoy convencido de que usted distingue a maravilla la buena sociedad de la mala.
"Society is all bad." -Toda sociedad es mala.
"Pardon me. That isn′t --the knowledge I impute to you --a common sort of wisdom. You′ve gained it in the right way --experimentally; you′ve compared an immense number of more or less impossible people with each other." -Disculpe. El conocimiento que yo le atribuyo no es un saber corriente. Usted lo ha adquirido como Dios manda, con la experiencia, porque ha tenido la oportunidad de poder comparar entre sí a una infinidad de individuos de lo más pintoresco.
"Well, I invite you to profit by my knowledge." -Bueno, pues le invito a usted a aprovecharse de mi ciencia.
"To profit? Are you very sure that I shall?" -¿Aprovecharme? ¿Está usted segura de que voy a conseguirlo?
"It′s what I hope. It will depend on yourself. If I could only induce you to make an effort!" -Así lo espero. Dependerá de usted mismo. Si, por lo menos, pudiera lograr que se decidiese a realizar un esfuerzo...
"Ah, there you are! I knew something tiresome was coming. What in the world --that′s likely to turn up here --is worth an effort?" [sic}"> -¡Ah! ¡Al fin salió aquello! Ya sabía yo que algo fatigoso estaría a la vista. ¿Qué hay en el mundo, qué hay que pueda darse por estas latitudes que sea digno de un esfuerzo?
Madame Merle flushed as with a wounded intention. "Don′t be foolish, Osmond. No one knows better than you what IS worth an effort. Haven′t i seen you in old days?" Madame Merle se ruborizó como si la hubiera herido. -No sea necio, Osmond. Nadie sabe mejor que usted lo que es digno de esfuerzo. ¿Acaso no le he visto en otras épocas?
"I recognise some things. But they′re none of them probable in this poor life." -Sé reconocer algunas cosas, pero ninguna de ellas es probable en esta desdichada vida.
"It′s the effort that makes them probable," said Madame Merle. -Sólo el esfuerzo puede hacerlas probables -respondió madame Merle.
"There′s something in that. Who then is your friend?" -Algo oculto debe de haber en todo esto. ¿Quién es, pues, esa amiga suya?
"The person I came to Florence to see. She′s a niece of Mrs. Touchett, whom you′ll not have forgotten." -La persona que he venido a ver a Florencia: una sobrina de la señora Touchett, a la que supongo no habrá olvidado.
"A niece? The word niece suggests youth and ignorance. I see what you′re coming to." -¿Una sobrina? La palabra sugiere juventud e ignorancia. Ya veo dónde quiere usted ir a parar.
"Yes, she′s young --twenty-three years old. She′s a great friend of mine. I met her for the first time in England, several months ago, and we struck up a grand alliance. I like her immensely, and I do what I don′t do every day --I admire her. You′ll do the same." -Sí. Es joven, tiene sólo veintitrés años, y es una gran amiga mía. La conocí en Inglaterra hace unos meses y sellamos enseguida una estrecha alianza. Me gusta extraordinariamente y, cosa que no suelo hacer con todo el mundo, la admiro. Estoy segura de que lo mismo le ocurrirá a usted.
"Not if I can help it." -Si me es posible evitarlo, lo evitaré.
"Precisely. But you won′t be able to help it." -Precisamente; pero le será imposible evitarlo.
"Is she beautiful, clever, rich, splendid, universally intelligent and unprecedentedly virtuous? It′s only on those conditions that I care to make her acquaintance. You know I asked you some time ago never to speak to me of a creature who shouldn′t correspond to that description. I know plenty of dingy people; I don′t want to know any more." -¿Es bella, ingeniosa, rica, universalmente inteligente e insuperablemente virtuosa? Únicamente con tales condiciones podrá interesarme conocerla. Ya sabe que hace un tiempo le pedí que no me hablara de ninguna criatura que no corresponda a tal descripción. Ya conozco demasiada gente anodina. No quiero conocer más.
"Miss Archer isn′t dingy; she′s as bright as the morning. She corresponds to your description; it′s for that I wish you to know her. She fills all your requirements." -La señorita Archer no tiene nada de anodina, sino que es radiante como el amanecer. Se adapta perfectamente a su descripción, y por eso quiero que usted la conozca. Satisface todos los requisitos.
"More or less, of course." -Más o menos, claro está.
"No; quite literally. She′s beautiful, accomplished, generous and, for an American, well-born. She′s also very clever and very amiable, and she has a handsome fortune." -No, señor; por completo. Es hermosa, cultivada, generosa y, para una norteamericana, hasta de buena familia. Además, es muy inteligente y afable y, por añadidura, posee una bonita fortuna.
Mr. Osmond listened to this in silence, appearing to turn it over in his mind with his eyes on his informant. "What do you want to do with her?" he asked at last. El señor Osmond escuchaba todo esto en silencio; diríase que lo estaba sopesando mentalmente, sin apartar los ojos de su interlocutora. Por último se decidió a preguntar: -¿Qué se propone hacer con ella?
"What you see. Put her in your way." -Ya lo ve. Ponérsela en su camino.
"Isn′t she meant for something better than that?" -¿No estará destinada a algo mucho mejor?
"I don′t pretend to know what people are meant for," said Madame Merle. "I only know what I can do with them." -No tengo la pretensión de saber a qué están destinados los seres -dijo madame Merle-. Lo único que sé es lo que puedo hacer con ellos.
"I′m sorry for Miss Archer!" Osmond declared. -Pues lo siento por la señorita Archer -declaró Osmond.
Madame Merle got up. "If that′s a beginning of interest in her I take note of it." Madame Merle se levantó. -Si esto es un comienzo de interés por ella, tomo buena nota.
The two stood there face to face; she settled her mantilla, looking down at it as she did so. "You′re looking very well," Osmond repeated still less relevantly than before. "You have some idea. You′re never so well as when you′ve got an idea; they′re always becoming to you." Los dos estaban frente a frente. Ella se colocó la mantilla manteniendo los ojos bajos. -Tiene usted muy buen aspecto -repitió Osmond aún más incongruentemente que antes-. Se trae algo entre manos. Nunca tiene tan buen aspecto como cuando se trae algo entre manos. Le sienta admirablemente.
In the manner and tone of these two persons, on first meeting at any juncture, and especially when they met in the presence of others, was something indirect and circumspect, as if they had approached each other obliquely and addressed each other by implication. The effect of each appeared to be to intensify to an appreciable degree the self-consciousness of the other. Madame Merle of course carried off any embarrassment better than her friend; but even Madame Merle had not on this occasion the form she would have liked to have --the perfect self-possession she would have wished to wear for her host. The point to be made is, however, that at a certain moment the element between them, whatever it was, always levelled itself and left them more closely face to face than either ever was with any one else. This was what had happened now. They stood there knowing each other well and each on the whole willing to accept the satisfaction of knowing as a compensation for the inconvenience --whatever it might be --of being known. "I wish very much you were not so heartless," Madame Merle quietly said. "It has always been against you, and it will be against you now." En los modales y el tono de estas dos personas, cuando se encontraban en cada nueva ocasión, sobre todo cuando lo hacían en presencia de otros, había siempre algo indirecto y circunspecto, como si hubiesen llegado a reunirse por caminos oblicuos y se comunicaran por sobreentendidos. El efecto mutuo que se producían parecía ser el de aumentar la cautela del otro. Desde luego, madame Merle sobrellevaba mejor que su amigo las situaciones embarazosas, pero en la presente ocasión no logró mantener la actitud que le hubiese agradado... es decir, la perfecta posesión de sí misma que le habría gustado lucir ante su anfitrión. Sin embargo, lo que nos interesa es que llegado un momento aquello que se alzaba entre los dos, fuere de la índole que fuere, acababa por allanarse dejándolos en un frente a frente más íntimo del que ninguno de ambos disfrutara con otra persona. Eso acababa de suceder. Allí estaban; se conocían bien y en definitiva ambos estaban por igual dispuestos a aceptar la satisfacción de conocer, a cambio del inconveniente -fuere cual fuere- de ser conocido. Madame Merle acabó diciendo tranquilamente: -Quisiera con toda mi alma que no fuese usted tan despiadado. Eso le ha perjudicado y seguirá perjudicándole siempre.
"I′m not so heartless as you think. Every now and then something touches me --as for instance your saying just now that your ambitions are for me. I don′t understand it; I don′t see how or why they should be. But it touches me, all the same." -No soy tan despiadado como cree. De vez en cuando hay algo que me conmueve... como, por ejemplo, lo que acaba de decir: que su ambición es por mí. No lo comprendo, porque no veo cómo o por qué ha de ser así. Pero la verdad es que me conmueve, y mucho.
"You′ll probably understand it even less as time goes on. There are some things you′ll never understand. There′s no particular need you should." -Es muy probable que lo entienda menos todavía a medida que el tiempo pasa. Hay cosas que usted no comprenderá nunca; ni tampoco es absolutamente necesario que llegue a comprenderlas.
"You, after all, are the most remarkable of women," said Osmond. "You have more in you than almost any one. I don′t see why you think Mrs. Touchett′s niece should matter very much to me, when --when --" But he paused a moment. -Después de todo -dijo Osmond-, no hay mujer tan extraordinaria como usted. Tiene muchas más cosas dentro que todas las demás personas. No veo por qué piensa que la sobrina de la señora Touchett pueda llegar a interesarme tanto:.. cuando... cuando... -Y se detuvo un instante.
"When I myself have mattered so little?" -¿Cuando yo he llegado a importar tan poco, no es cierto?
"That of course is not what I meant to say. When I′ve known and appreciated such a woman as you." -No es eso, desde luego, lo que he querido decir, sino: cuando ya he conocido y apreciado a una mujer como usted.
"Isabel Archer′s better than I," said Madame Merle. -Isabel Archer vale más que yo -confesó madame Merle.
Her companion gave a laugh. "How little you must think of her to say that!" Su compañero rió francamente y dijo: -¡Qué poco debe considerarla para decir eso!
"Do you suppose I′m capable of jealousy? Please answer me that." -¿Me cree usted capaz de tener celos? Contésteme, por favor.
"With regard to me? No; on the whole I don′t." -¿De mí? Desde luego, no; no lo creo, en general.
"Come and see me then, two days hence. I′m staying at Mrs. Touchett′s --Palazzo Crescentini --and the girl will be there." -Pues vaya a verme dentro de un par de días. Me alojo en casa de la señora Touchett, en el Palazzo Crescentini, y la joven estará presente.
"Why didn′t you ask me that at first simply, without speaking of the girl?" said Osmond. "You could have had her there at any rate." -¿Pero por qué no me pidió al comienzo simplemente que fuera, sin necesidad de hablarme de la muchacha? Ella estará allí de todas maneras.
Madame Merle looked at him in the manner of a woman whom no question he could ever put would find unprepared. "Do you wish to know why? Because I′ve spoken of you to her." Madame Merle le miró como si ninguna pregunta que él le hiciera pudiera pillarla desprevenida: -¿Quiere saber por qué? Pues porque ya le he hablado a ella de usted.
Osmond frowned and turned away. "I′d rather not know that." Then in a moment he pointed out the easel supporting the little water-colour drawing. "Have you seen what′s there --my last?" Osmond frunció el entrecejo y miró para otro lado. -Más me hubiera gustado no saberlo.  -Luego, pasado un instante, señaló el caballete que sostenía la pequeña acuarela y preguntó-: ¿Ha visto usted eso? Es mi última obra.
Madame Merle drew near and considered. "Is it the Venetian Alps --one of your last year′s sketches?" Madame Merle se aproximó y la contempló detenidamente: -De los Alpes Vénetos, ¿no? ¿Un apunte del año pasado?
"Yes --but how you guess everything!" -¡Sí: hay que ver cómo lo adivina usted todo!
She looked a moment longer, then turned away. "You know I don′t care for your drawings." Ella siguió contemplando la acuarela y dijo: -Ya sabe que sus pinturas no me interesan.
"I know it, yet I′m always surprised at it. They′re really so much better than most people′s." -Lo sé, y es cosa que siempre me sorprende, porque, la verdad, son mejores que las de la mayoría de los pintores.
"That may very well be. But as the only thing you do --well, it′s so little. I should have liked you to do so many other things: those were my ambitions." -No digo que no. Pero para ser lo único que usted hace... le diré que es bien poco. Lo que yo quisiera es verle haciendo muchas otras cosas; ésa fue siempre mi ambición.
"Yes; you′ve told me many times --things that were impossible." -Sí, ya me lo ha dicho varias veces... cosas que eran imposibles.
"Things that were impossible," said Madame Merle. And then in quite a different tone: "In itself your little picture′s very good." She looked about the room --at the old cabinets, pictures, tapestries, surfaces of faded silk. "Your rooms at least are perfect. I′m struck with that afresh whenever I come back; I know none better anywhere. You understand this sort of thing as nobody anywhere does. You′ve such adorable taste." -Cosas que eran imposibles -repitió madame Merle; luego prosiguió, en tono bien distinto-: En sí el cuadrito está muy bien. -Paseó la mirada por la estancia: por los cofrecillos tallados, los tapices, los cuadros, las superficies de apagada seda-, Por lo menos, el arreglo de sus habitaciones es perfecto. Cada vez que vengo me maravillo, le aseguro que no las conozco mejores. De esto sabe usted más que nadie. Tiene un gusto exquisito.
"I′m sick of my adorable taste," said Gilbert Osmond. -¡Bah! Ya estoy harto de mi gusto exquisito -replicó Gilbert Osmond.
"You must nevertheless let Miss Archer come and see it. I′ve told her about it." -De todos modos, debe invitar aquí a la señorita Archer para que las vea.
"I don′t object to showing my things --when people are not idiots." -No tengo inconveniente en mostrar mis cosas a la gente... siempre y cuando no sea gente imbécil.
"You do it delightfully. As cicerone of your museum you appear to particular advantage." -Usted lo hace admirablemente. Como «cicerone» de su propio museo, no tiene rival.
Mr. Osmond, in return for this compliment, simply looked at once colder and more attentive. "Did you say she was rich?" En respuesta a este cálido elogio, el señor Osmond adoptó un talante más frío y atento. -¿Ha dicho que es rica?
"She has seventy thousand pounds." -Tiene sesenta mil libras.
"En ecus bien comptes?" -En écus bien comptés?
"There′s no doubt whatever about her fortune. I′ve seen it, as I may say." -No cabe duda alguna. Puedo decir que he visto su fortuna.
"Satisfactory woman! --I mean YOU. And if I go to see her shall I see the mother?" -¡Admirable mujer!... Me refiero a usted. Dígame, si voy a verla, ¿tendré que ver a la madre?
"The mother? She has none --nor father either." -¿Qué madre? No tiene padre ni madre.
"The aunt then --whom did you say? --Mrs. Touchett." -Entonces, la tía... esa señora... ¿cómo la llama usted?... la señora Touchett, ¿no?
"I can easily keep her out of the way." -Puedo mantenerla alejada.
"I don′t object to her," said Osmond; "I rather like Mrs. Touchett. She has a sort of old-fashioned character that′s passing away --a vivid identity. But that long jackanapes the son --is he about the place?" -No tengo nada contra ella. Más bien me gusta. Tiene una manera anticuada de ser que acusa una viva personalidad. Pero, ese memo zanquilargo de su hijo... ¿está también con ellas?
"He′s there, but he won′t trouble you." -También está, pero no les molestará en nada.
"He′s a good deal of a donkey." ++-Es un verdadero asno.
"I think you′re mistaken. He′s a very clever man. But he′s not fond of being about when I′m there, because he doesn′t like me." -Nada de eso, está usted equivocado. Es un hombre muy inteligente, pero suele evitarme cuando yo me hallo en la casa, porque no le gusto.
"What could be more asinine than that? Did you say she has looks?" Osmond went on. -Eso demuestra lo burro que es. ¿Dice usted que ella es guapa? -siguió inquiriendo Osmond.
"Yes; but I won′t say it again, lest you should be disappointed in them. Come and make a beginning; that′s all I ask of you." -Eso he dicho; pero no lo voy a repetir, no sea que luego lo decepcione. Lo único que le pido es que vaya. Todas las cosas requieren principio.
"A beginning of what?" ++-¿Principio de qué?
Madame Merle was silent a little. "I want you of course to marry her." Madame Merle permaneció callada un instante y luego dijo: -Por supuesto, lo que quiero es que se case usted con ella.
"The beginning of the end? Well, I′ll see for myself. Have you told her that?" -Eso sería el comienzo del fin. Bueno. Iré a verla por mí mismo. ¿Le ha expuesto a ella su idea?
"For what do you take me? She′s not so coarse a piece of machinery --nor am I." -¿Por quién me toma usted? No es una pieza tosca de maquinaria... ni tampoco lo soy yo.
"Really," said Osmond after some meditation, "I don′t understand your ambitions." -Verdaderamente -dijo Osmond tras cierta reflexión-, no comprendo sus ambiciones.
"I think you′ll understand this one after you′ve seen Miss Archer. Suspend your judgement." Madame Merle, as she spoke, had drawn near the open door of the garden, where she stood a moment looking out. "Pansy has really grown pretty," she presently added. -Estoy segura de que ésta la comprenderá en cuanto haya visto a la señorita Archer. Hasta entonces, aplace su juicio. -Se había acercado a la puerta que daba al jardín y permaneció unos momentos mirando al exterior-. Pansy se ha puesto preciosa -comentó.
"So it seemed to me." ++-Eso mismo creo yo.
"But she has had enough of the convent." -Pero ya ha estado bastante en el convento.
"I don′t know," said Osmond. "I like what they′ve made of her. It′s very charming." -No sé -replicó Osmond-. No me disgusta cómo la han modelado. Es encantadora.
"That′s not the convent. It′s the child′s nature." -Eso no es obra del convento. Es la naturaleza misma de la muchacha.
"It′s the combination, I think. She′s as pure as a pearl." -Creo que es la combinación de ambas cosas. Pansy es pura como una perla.
"Why doesn′t she come back with my flowers then?" Madame Merle asked. "She′s not in a hurry." -Entonces, ¿por qué no me trae las flores? -preguntó madame Merle-. Por lo visto, no se da prisa.
"We′ll go and get them." -Pues vamos nosotros a buscarlas.
"She doesn′t like me," the visitor murmured as she raised her parasol and they passed into the garden. -La niña no me quiere -dijo la dama al tiempo que abría su sombrilla y ambos salían al jardín.    






CHAPTER 23

23

Madame Merle, who had come to Florence on Mrs. Touchett′s arrival at the invitation of this lady --Mrs. Touchett offering her for a month the hospitality of Palazzo Crescentini --the judicious Madame Merle spoke to Isabel afresh about Gilbert Osmond and expressed the hope she might know him; making, however, no such point of the matter as we have seen her do in recommending the girl herself to Mr. Osmond′s attention. The reason of this was perhaps that Isabel offered no resistance whatever to Madame Merle′s proposal. In Italy, as in England, the lady had a multitude of friends, both among the natives of the country and its heterogeneous visitors. She had mentioned to Isabel most of the people the girl would find it well to "meet" --of course, she said, Isabel could know whomever in the wide world she would --and had placed Mr. Osmond near the top o f the list. He was an old friend of her own; she had known him these dozen years; he was one of the cleverest and most agreeable men --well, in Europe simply. He was altogether above the respectable average; quite another affair. He wasn′t a professional charmer --far from it, and the effect he produced depended a good deal on the state of his nerves and his spirits. When not in the right mood he could fall as low as any one, saved only by his looking at such hours rather like a demoralised prince in exile. But if he cared or was interested or rightly challenged --just exactly rightly it had to be --then one felt his cleverness and his distinction. Those qualities didn′t depend, in him, as in so many people, on his not committing or exposing himself. He had his perversities --which indeed Isabel would find to be the case with all the men really worth knowing --and didn′t cause his light to shine equally for all persons. Madame Merle, however, thought she could undert ake that for Isabel he would be brilliant. He was easily bored, too easily, and dull people always put him out; but a quick and cultivated girl like Isabel would give him a stimulus which was too absent from his life. At any rate he was a person not to miss. One shouldn′t attempt to live in Italy without making a friend of Gilbert Osmond, who knew more about the country than any one except two or three German professors. And if they had more knowledge than he it was he who had most perception and taste --being artistic through and through. Isabel remembered that her friend had spoken of him during their plunge, at Gardencourt, into the deeps of talk, and wondered a little what was the nature of the tie binding these superior spirits. She felt that Madame Merle′s ties always somehow had histories, and such an impression was part of the interest created by this inordinate woman. As regards her relations with Mr. Osmond, however, she hinted at nothing but a long-establi shed calm friendship. Isabel said she should be happy to know a person who had enjoyed so high a confidence for so many years. "You ought to see a great many men," Madame Merle remarked; "you ought to see as many as possible, so as to get used to them." Madame Merle, llegada a Florencia poco después de la señora Touchett y por invitación de ésta, que le había ofrecido la hospitalidad del Palazzo Crescentini, volvió a hablar a Isabel de Gilbert Osmond, manifestando su deseo de que llegasen a conocerse, sin hacer en ello tanto to hincapié como la hemos visto hacer al recomendar tan calurosamente la muchacha a la atención del señor Osmond. mond. Se debía esto a que Isabel no opuso resistencia a la propuesta de madame Merle. En Italia, lo mismo que en Inglaterra, la distinguida dama tenía un gran número de amistades, tanto entre los nativos del país como entre sus heterogéneos visitantes. Había nombrado ya a su amiga muchas de las personas a quienes le convenía conocer (aunque dijo que Isabel, desde luego, podría tratar a quien se le antojase), y a la cabeza de las personas de calidad colocó al señor Osmond. Era éste un antiguo amigo suyo, al que conoció hacía una docena de años, y al que consideraba uno de los hombres más brillantes y agradables de toda Europa. Se hallaba en todo muy por encima de la media de personas respetables; era otra cosa. Por lo demás, no era uno de esos cautivadores profesionales, y el efecto que producía en los demás dependía siempre del estado de sus nervios y de su ánimo. En sus momentos de decaimiento podía caer tan bajo como el que más, si bien en tales ocasiones le salvaba su aspecto de príncipe desterrado. Pero si el caso le interesaba, le picaba, presentaba el justo de safío... -tenía que ser exactamente el punto justo de desafío- entonces había que rendirse a la evidencia de su gran talento y distinción. Semejantes cualidades no dependían en él, como en muchos otros individuos, de que hiciera o dejara de hacer esto o aquello. Tenía, desde luego, sus manías -como ya Isabel vería que tenían todos los hombres que valía la pena conocer- y no brillaba con la misma luz ante los ojos de todos. Pero madame Merle creía poder conseguir que a los ojos de Isabel apareciese, brillante. Se aburría con facilidad y la gente sosa le enojaba; pero era indudable que una joven avispada y culta como Isabel podría proporcionarle un estímulo del que con harta frecuencia carecía su vida. De todas suertes, era una persona a la que no debía dejar de conocer. Nadie debería pretender vivir en Italia sin hacer ami stad con Gilbert Osmond, que conocía el país mejor que nadie, a excepción de un par de catedráticos alemanes. Y si ellos poseían mayores conocimientos, él tenía una comprensión más acertada y mejor gusto, pues era en todo y por todo un verdadero artista. Isabel recordaba que su amiga le había hablado de él durante aquellos sus interminables coloquios de Gardencourt y se preguntaba, un si es no es intrigada, qué clase de vínculo debía de unir a aquellos dos espíritus superiores. Intuía ella que en el fondo de todas las íntimas relaciones de madame Merle había alguna historia, y esa impresión formaba parte del interés suscitado por aquella mujer que en todo era excesiva. Sin embargo, en lo tocante a sus relaciones con el señor Osmond no daba indicios sino de una amistad tranquila y sedimentada. Isabel dijo a su amiga que tendría mucho gusto en conocer a una persona que había disfrutado de su privilegiada confianza durante tantos años. -Tiene usted que conocer a muchos hombres -señaló madame Merle-, al mayor número posible, para irse acostumbrando a ellos.
"Used to them?" Isabel repeated with that solemn stare which sometimes seemed to proclaim her deficient in the sense of comedy. "Why, I′m not afraid of them --I′m as used to them as the cook to the butcher-boys." -¿Acostumbrarme a ellos? -repitió Isabel con aquella solemne mirada que a veces parecía denotar su deficiente sentido de lo cómico-. ¿Acaso cree que les tengo go miedo? Estoy tan acostumbrada a ellos como una cocinera al chico del carnicero.
"Used to them, I mean, so as to despise them. That′s what one comes to with most of them. You′ll pick out, for your society, the few whom you don′t despise." -Acostumbrarse a ellos, quiero decir... para despreciarlos, que es lo que se acaba por hacer con la mayoría. Y usted escogerá para su círculo a los pocos a quienes no desprecie.
This was a note of cynicism that Madame Merle didn′t often allow herself to sound; but Isabel was not alarmed, for she had never supposed that as one saw more of the world the sentiment of respect became the most active of one′s emotions. It was excited, none the less, by the beautiful city of Florence, which pleased her not less than Madame Merle had promised; and if her unassisted perception had not been able to gauge its charms she had clever companions as priests to the mystery. She was in no want indeed of aesthetic illumination, for Ralph found it a joy that renewed his own early passion to act as cicerone to his eager young kinswoman. Madame Merle remained at home; she had seen the treasures of Florence again and again and had always something else to do. But she talked of all things with remarkable vividness of memory --she recalled the right-hand corner of the large Perugino and the position of the hands of the Saint Elizabeth in the picture next to it. She had her opinions as to the character of many famous works of art, differing often from Ralph with great sharpness and defending her interpretations with as much ingenuity as good-humour. Isabel listened to the discussions taking place between the two wit h a sense that she might derive much benefit from them and that they were among the advantages she couldn′t have enjoyed for instance in Albany. In the clear May mornings before the formal breakfast --this repast at Mrs. Touchett′s was served at twelve o′clock --she wandered with her cousin through the narrow and sombre Florentine streets, resting a while in the thicker dusk of some historic church or the vaulted chambers of some dispeopled convent. She went to the galleries and palaces; she looked at the pictures and statues that had hitherto been great names to her, and exchanged for a knowledge which was sometimes a limitation a presentiment which proved usually to have been a blank. She performed all those acts of mental prostration in which, on a first visit to Italy, youth and enthusiasm so freely indulge; she felt her heart beat in the presence of immortal genius and knew the sweetness of rising tears in eyes to which faded fresco and darkened marble grew dim. But the return, every day, was even pleasanter than the going forth; the return into the wide, monumental court of the great house in which Mrs. Touchett, many years before, had established herself, and into the high, cool rooms where the carven rafters and pompous frescoes of the sixteenth century looked down on the familiar commodities of the age of advertisement. Mrs. Touchett inhabited an historic building in a narrow street whose very name recalled the strife of mediaeval factions; and found compensation for the darkness of her frontage in the modicity of her rent and the brightness of a garden where nature itself looked as archaic as the rugged architecture of the palace and which cleared and scented the rooms in regular use. To live in such a place was, for Isabel, to hold to her ear all day a shell of the sea of the past. This vague eternal rumour kept her imagination awake. Madame Merle no solía entregarse a semejantes notas de cinismo; pero Isabel no se sintió alarma da, porque nunca había supuesto que, a medida que uno iba conociendo mejor el mundo, viniera a ser el sentimiento de respeto la más activa de las emociones; sí se lo había causado, sin embargo, la ciudad de Florencia, que le había gustado tanto como madame Merle le pronosticara; y, si por su percepción desasistida no hubiese acertado a calibrar sus encantos, contaba con inteligentes compañeros que oficiarían de sacerdotes de aquel misterio. En efecto, no le faltaba esclarecimiento artístico, porque para su primo Ralph el servir de «cicerone» a su joven y ávida parienta constituía un placer que renovaba su pasión temprana. Madame Merle solía permanecer en casa, pues había visto ya los tesoros de Florencia una y mil veces, y siempre tenía algo interesante que hacer. Pero hablaba de las cosas con una extraordinaria retentiva de la memoria, acordándose de todo: del ángulo derecho del gran cuadro del Perugino o de las maravillosas manos de santa Isabel en el cuadro contiguo. Tenía su propio criterio acerca del carácter de muchas obras maestras, disintiendo a menudo de Ralph con mucho brío y defendiendo sus opiniones con tanta inventiva como buen humor. Isabel escuchaba las discusiones que se entablaban entre los dos, con la sensación de que podrían serle de provecho y de que constituían una de las ventajas de que no habría podido disfrutar en Albany. En las claras mañanas del mes de mayo, antes de la hora del almuerzo, que en casa de la señora Touchett se servía a las doce en punto, Isabel deambulaba con su primo por las sombrías callejuelas de la ciudad, parándose a descansar en la densa penumbra de alguna histórica iglesia o en las abovedadas cámaras de algún convento de shabitado. Visitaba pinacotecas y palacios, contemplaba cuadros y estatuas que hasta entonces fueron para ella grandes nombres, y trocaba un presentimiento que había demostrado ser una hoja en blanco por un conocimiento que a veces era una limitación. Realizó todos los actos de voluntaria humillación mental en que con tanta frecuencia suele incurrir el entusiasmo y la juventud. Sintió latir su corazón en presencia del genio inmortal y conoció la dulzura de las lágrimas que le empañaban la visión de los frescos descoloridos y los mármoles oscurecidos. Pero la vuelta a casa, cada día, le resultaba más agradable que la salida; le gustaba regresar al amplio y monumental patio de la enorme casa en que la señora Touchett estableciera muchos años atrás su residencia, y a las altas y frescas estancias donde las vigas talladas y los pomposos frescos del siglo dieciséis parecían despreciar las domésticas comodidades de la era de la publicidad. Habitaba la señora Touchett en un histórico edificio de una estrecha calle cuyo nombre recordaba las numerosas refriegas que allí tuvieron lugar durante la Edad Media, y veía compensado lo oscuro de su fachada por la baratura del alquiler y la exuberancia de un jardín donde la naturaleza misma parecía tan arcaica como la tosca arquitectura del palacio, y que iluminaba y perfumaba las habitaciones de la casa. Para Isabel, el vivir en aquel sitio era tanto como tener pegado el oído en la caracola del pasado; aquel rumor vago y eterno mantenía despierta su imaginación.
Gilbert Osmond came to see Madame Merle, who presente d him to the young lady lurking at the other side of the room. Isabel took on this occasion little part in the talk; she scarcely even smiled when the others turned to her invitingly; she sat there as if she had been at the play and had paid even a large sum for her place. Mrs. Touchett was not present, and these two had it, for the effect of brilliancy, all their own way. They talked of the Florentine, the Roman, the cosmopolite world, and might have been distinguished performers figuring for a charity. It all had the rich readiness that would have come from rehearsal. Madame Merle appealed to her as if she had been on the stage, but she could ignore any learnt cue without spoiling the scene --though of course she thus put dreadfully in the wrong the friend who had told Mr. Osmond she could be depended on. This was no matter for once; even if more had been involved she could have made no attempt to shine. There was something in the visitor that checked her and held h er in suspense --made it more important she should get an impression of him than that she should produce one herself. Besides, she had little skill in producing an impression which she knew to be expected: nothing could be happier, in general, than to seem dazzling, but she had a perverse unwillingness to glitter by arrangement. Mr. Osmond, to do him justice, had a well-bred air of expecting nothing, a quiet ease that covered everything, even the first show of his own wit. This was the more grateful as his face, his head, was sensitive; he was not handsome, but he was fine, as fine as one of the drawings in the long gallery above the bridge of the Uffizi. And his very voice was fine --the more strangely that, with its clearness, it yet somehow wasn′t sweet. This had had really to do with making her abstain from interference. His utterance was the vibration of glass, and if she had put out her finger she might have changed the pitch and spoiled the concert. Yet before h e went she had to speak. Gilbert Osmond fue a visitar a madame Merle, quien le presentó a la joven que acechaba al otro extremo del salón. En aquella oportunidad Isabel casi no tomó parte en la co nversación y apenas sonreía cuando los otros se volvían hacia ella en un gesto de solícita invitación. Permanecía sentada como si asistiera a una representación teatral y hubiese pagado un alto precio por su localidad. La señora Touchett no estuvo presente, de suerte que los otros dos tuvieron vía libre para hacer gala de su brillantez intelectual. Hablaban de los florentinos, de los romanos y del mundo cosmopolita y, al oírles, podrían haber sido distinguidos actores de una función benéfica. Todo tenía esa perfecta soltura procedente de un ensayo. Madame Merle le dio la impresión de estar en un escenario; pero Isabel era capaz de hacer oídos sordos a cualquier pie convenido sin estropear la escena, aunque así dejara en mal lugar a la amiga que la había avalado ante el señor Osmond. Por una sola vez no importaba; incluso si se hubiera tratado de algo de mayor importancia, ella no habría intentado destacarse. Había algo en aquel visitante que la contenía y la mantenía en suspenso, haciéndola comprender que era mucho más importante para ella recibir una adecuada impresión de él que tratar de producírsela. Además, carecía de la suficiente habilidad para causar una impresión que sabía esperada: nada tan satisfactorio como resultar deslumbrante, pero Isabel sentía una irresistible repugnancia a tener que brillar por encargo. Par ser justos, diremos que el señor Osmond tenía la reserva educada de quien no espera nada, una tranquilidad agradable que parecía cubrirlo todo, incluso la primera exhibición de su propio ingenio. Y era cosa tanto más grata cuanto que tenía un semblante sumamente sensible. No era hermoso, pero sí distin guido, con la distinción de aquellos personajes que figuraban en las telas de la galería degli Uffizi. También su voz era distinguida..., cosa de extrañar, pues, a pesar de su claridad, no era dulce. Ése había sido en parte el motivo de que ella se abstuviera de mezclarse en la conversación. La dicción de Osmond era como la vibración del cristal y, si ella hubiese posado el dedo, acaso habría alterado el diapasón y echado a perder el concierto. Sin embargo, tuvo que hablar antes de que él se marchara.
"Madame Merle," he said, "consents to come up to my hill-top some day next week and drink tea in my garden. It would give me much pleasure if you would come with her. It′s thought rather pretty --there′s what they call a general view. My daughter too would be so glad --or rather, for she′s too young to have strong emotions, i should be so glad --so very glad." And Mr. Osmond paused with a slight air of embarrassment, leaving his sentence unfinished. "I should be so happy if you could know my daughter," he went on a moment afterwards. -Madame Merle -dijo él- ha consentido subir a mi atalaya un día de la próxima semana para tomar el té en mi jardín. Sería para mí un placer que usted se dignara acompañarla. Dicen que el sitio es bonito... se disfruta de lo que llaman una vista panorámica. Mi hija también se alegraría... aunque es todavía demasiado jovencita para experimentar fuertes emociones; yo me alegraría mucho... muchísimo... -El señor Osmond se detuvo con un ligero azoramiento sin acabar su frase, y añadió-: Sería para mí una gran satisfacción que usted conociese a mi hija.
Isabel replied that she should be delighted to see Miss Osmond and that if Madame Merle would show her the way to the hill-top she should be very grateful. Upon this assurance the visitor took his leave; after which Isabel fully expected her friend would scold her for having been so stupid. But to her surprise that lady, who indeed nev er fell into the mere matter-of-course, said to her in a few moments: "You were charming, my dear; you were just as one would have wished you. You′re never disappointing." Isabel contestó que le encantaría conocer a la señorita Osmond y, si madame Merle la llevaba a lo alto de la colina, le quedaría muy agradecida. Con esta garantía el visitante se despidió, e Isabel creyó que su amiga iba a regañarla por haberse mostrado tan sosa. Pero ante su sorpresa madame Merle, que en verdad no incurría jamás en lo consabido, le dijo al cabo de un momento: -Ha estado usted encantadora, querida; no se habría podido pedir más. Usted nunca decepciona.
A rebuke might possibly have been irritating, though it is much more probable that Isabel would have taken it in good part; but, strange to say, the words that Madame Merle actually used caused her the first feeling of displeasure she had known this ally to excite. "That′s more than I intended," she answered coldly. "I′m under no obligation that I know of to charm Mr. Osmond." Un regaño habría sido quizás irritante, aunque era mucho más probable que Isabel lo hubiese asumido bien. Pero, por extraño que parezca, las palabras pronunciadas por madame Merle fueron las primeras que le produjeron a Isabel cierto desagrado en boca de su aliada. -Es más de lo que yo pretendía -contestó Isabel fríamente-. Que yo sepa, no tengo obligación ninguna de agradar al señor Osmond.
Madame Merle perceptibly flushed, but we know it was not her habit to retract. "My dear child, I didn′t speak for him, poor man; I spoke for yourself. It′s not of course a question as to his liking you; it matters little whether he likes you or not! But I thought you liked HIM." Madame Merle se sonrojó visiblemente, pero ya se ha visto que no acostumbraba retractarse. -Hijita -dijo-, no hablaba para él, pobre hombre, sino para usted. Desde luego, no se trata de que usted le guste a él, eso no tiene la menor importancia; pero me pareció que él le gustaba a usted.
"I did," said Isabel honestly. "But I don′t see what that matters eith er." -Así es -declaró Isabel con franqueza-. Pero tampoco veo qué importancia pu eda tener eso.
"Everything that concerns you matters to me," Madame Merle returned with her weary nobleness; "especially when at the same time another old friend′s concerned." -Para mí, sí. Todo lo que le concierne a usted tiene suma importancia para mí -dijo madame Merle con su aire de cansada nobleza-; sobre todo cuando concierne al mismo tiempo a otro buen amigo.
Whatever Isabel′s obligations may have been to Mr. Osmond, it must be admitted that she found them sufficient to lead her to put to Ralph sundry questions about him. She thought Ralph′s judgements distorted by his trials, but she flattered herself she had learned to make allowance for that. Fueran cuales fueran los deberes de gratitud de Isabel hacia el señor Osmond, hemos de confesar que le parecieron motivo suficiente para hacerle unas preguntas a Ralph. Pensaba que los juicios de Ralph estaban alterados por sus propios padecimientos, pero creía haber aprendido a aplicarles las correcciones oportunas.
"Do I know him?" said her cousin. "Oh, yes, I ′know′ him; not well, but on the whole enough. I′ve never cultivated his society, and he apparently has never found mine indispensable to his happiness. Who is he, what is he? He′s a vague, unexplained American who has been living these thirty years, or less, in Italy. Why do I call him unexplained? Only as a cover for my ignorance; I don′t know his antecedents, his family, his origi n. For all I do know he may be a prince in disguise; he rather looks like one, by the way --like a prince who has abdicated in a fit of fastidiousness and has been in a state of disgust ever since. He used to live in Rome; but of late years he has taken up his abode here; I remember hearing him say that Rome has grown vulgar. He has a great dread of vulgarity; that′s his special line; he hasn′t any other that I know of. He lives on his income, which I suspect of not being vulgarly large. He′s a poor but honest gentleman --that′s what he calls himself. He married young and lost his wife, and I believe he has a daughter. He also has a sister, who′s married to some small Count or other, of these parts; I remember meeting her of old. She′s nicer than he, I should think, but rather impossible. I remember there used to be some stories about her. I don′t think I recommend you to know her. But why don′t you ask Madame Merle about these people? She knows them all much better t han I." -¿Si le conozco? -dijo su primo-. Claro que le conozco, aunque no muy bien desde luego, pero, en conjunto, lo suficiente. No puedo decir que haya cultivado mucho su trato, y, por lo visto, tampoco él ha considerado el mío absolutamente indispensable para su felicidad. ¿Que quién es y qué es? Un americano difuso, indefinido, que ha estado viviendo estos últimos treinta años en Italia. ¿Que por qué le llamo indefinido? Únicamente para disimular mi ignorancia a su respecto, pues no conozco sus antecedentes, su familia ni su origen. Por cuanto sé de él, lo mismo puede ser un príncipe de incógnito, y de hecho lo parece, un príncipe que ha abdicado en un momento de hastío y desde entonces está siempre fastidiado. Antes solía vivir en Roma, pero desde hace unos años ha fijado su residencia aquí; recuerdo haberle oído decir que Roma se había puesto muy vulgar. Él aborrece la vulgaridad, y ése es el aspecto más notable de su carácter, por lo menos el único que yo conozco. Vive de sus rentas, que no creo sean vulgarmente cuantiosas, y es un caballero pobre pero honrado, según dice él mismo. Se casó joven, enviudó joven y me parece que tiene una hija. Tiene también una hermana, casada con no sé qué conde o algo por el estilo de esta parte del país. Tengo entendido que ella es más agradable que él, pero bastante loca. Recuerdo que circulan acerca de ella no pocas historias, y no te recomendaría que la conocieras. Pero, ¿por qué no le preguntas a madame Merle, que sabe de esa gente mucho más que yo?
"I ask you because I want your opinion as well as hers," said Isabel. -Si te pregunto a ti es porque necesito tu opinión tanto como la suya -dijo Isabel.
"A fig for my opinion! If you fall in love with Mr. Osmond what will you care for that?" -¡Mi opinión no cuenta! Si te enamoras del señor Osmond, valiente cosa va a importarte mi opinión.
"Not much, probably. But meanwhile it has a certain importance. The more information one has about one′s dangers the better." -Es probable; pero entretanto tiene su importancia. Cuanto más informada esté una sobre los peligros que pueda correr, tanto mejor.
"I don′t agree to that --it may make them dangers. We know too much about people in these days; we hear too much. Our ears, our minds, our mouths, are stuffed with personalities. Don′t mind anything any one tells you about any one else. Judge every one and everything for yourself." -No estoy de acuerdo contigo... eso hace surgir otros peligros. Vivimos en una época en que oímos demasiadas cosas acerca de la gente. Nuestros oídos, nuestros ojos, nuestras bocas están ahítos de personalidades. No hagas caso de lo que unos te digan de otros. Piensa y juzga de todos y de todo por ti misma.
"That′s what I try to do," said Isabel; "but when you do that people call you conceited." -Eso es lo que estoy tratando de hacer -dijo Isabel-, pero entonces la gente te cree engreída.
"You′re not to mind them --that′s precisely my argument; not to mind what they say about yourself any more than what they say about your frien d or your enemy." -Tampoco tienes que hacer caso de eso... ahí está la fuerza de mi tesis. No hacer caso de lo que digan los demás de uno mismo y, menos aún, de lo que digan de tu amigo o de tu enemigo.
Isabel considered. "I think you′re right; but there are some things I can′t help minding: for instance when my friend′s attacked or when I myself am praised." Isabel reflexionó un momento y dijo: -Creo que tienes razón, pero hay algunas cosas de las que no tengo más remedio que hacer caso; por ejemplo, cuando atacan a un am igo mío o cuando me alaban de mí.
"Of course you′re always at liberty to judge the critic. Judge people as critics, however," Ralph added, "and you′ll condemn them all!" -Por supuesto que debes tener la libertad de juzgar al crítico. De todos modos, juzga a la gente como los críticos hacen y acabarás condenándolos a todos -concluyó Ralph.
"I shall see Mr. Osmond for myself," said Isabel. "I′ve promised to pay him a visit." -Estudiaré al señor Osmond yo misma. He prometido ir a visitarle -dijo Isabel.
"To pay him a visit?" -¿A visitarle?
"To go and see his view, his pictures, his daughter --I don′t know exactly what. Madame Merle′s to take me; she tells me a great many ladies call on him." -Es decir, ir allá arriba a ver sus cuadros, su vista panorámica, su hija y no sé qué otras cosas. Madame Merle va a llevarme. Dice que muchas damas van a visitarle.
"Ah, with Madame Merle you may go anywhere, de confiance," said Ralph. "She knows none but the best people." -¡Ah! Si es con madame Merle, puedes ir con toda confianza -declaró Ralph-. Ella no conoce más que a gente de alto copete.
Isabel said no more about Mr. Osmond, but she presently remarked to her cousin that she was not satisfied with his tone about Madame Merle. "It seems to me you insinuate things about her. I don′t know what you mean, but if you′ve any grounds for disliking her I think you should either mention them frankly or else say nothing at all." Isabel no dijo más sobre el señor Osmond, pero al poco señal ó a su primo que no la satisfacía mucho el tono que empleaba al hablar de madame Merle. - Parece como si quisieras insinuar algo acerca de ella. No sé lo que quieres decir, pero si tienes algún motivo para no quererla bien, hay siempre dos caminos: o decir las cosas francamente o no decir nada en absoluto.
Ralph, however, resented this charge with more apparent earnestness than he commonly used. "I speak of Madame Merle exactly as I speak TO her: with an even exaggerated respect." Ralph acogió tal censura con mayor seriedad de la que de ordinario solía mostrar. -Hablo de madame Merle exactamente de la misma forma en que le hablo a ella: con un respeto incluso exagerado.
"Exaggerated, precisely. That′s what I complain of." -Precisamente, exagerado. De eso es de lo que me quejo.
"I do so because Madame Merle′s merits are exaggerated." -Si lo hago así es porque exageran los méritos de madame Merle.
"By whom, pray? By me? If so I do her a poor service." -¿Quién? Vamos a ver, dímelo. ¿Yo? Si soy yo, le hago un flaco servicio.
"No, no; by herself." -No, no; es ella misma.
"Ah, I protest!" Isabel earnestly cried. "If ever there was a woman who made small claims --!" -¡Eso sí que no! ¡Protesto! -exclamó Isabel con ardor-. ¡Si ha habido jamás una mujer con menos pretensiones... !
"You put your finger on it," Ralph interrupted. "Her modesty′s exaggerated. She has no bus iness with small claims --she has a perfect right to make large ones." -Has puesto el dedo en la llaga -la interrumpió Ralph-. Su modestia es exagerada. No abriga pretensiones pequeñas... está en su derecho de tenerlas grandes.
"Her merits are large then. You contradict yourself." -Entonces es que sus méritos son grandes. ¿No ves que te contradices?
"Her merits are immense," said Ralph. "She′s indescribably blameless; a pathless desert of virtue; the only woman I know who never gives one a chance." -Sus méritos son inmensos. Es indescriptiblemente intachable, un desierto de virtud sin senda alguna, la única mujer que no concede la menor posibilidad.  
"A chance for what?" -¿Posibilidad de qué?
"Well, say to call her a fool! She′s the only woman I know who has but that one little fault." -Pues, de llamarla necia. Es la única mujer que conozco que sólo tiene ese defecto.
Isabel turned away with impatience. "I don′t understand you; you′re too paradoxical for my plain mind." Isabel se volvió con un gesto de impaciencia. -No te comprendo. Eres demasiado paradójico para mi pobre intelecto.
"Let me explain. When I say she exaggerates I don′t mean it in the vulgar sense --that she boasts, overstates, gives too fine an account of herself. I mean literally that she pushes the search for perfection too far --that her merits are in themselves overstrained. She′s too good, too kind, too clever, too learned, too accompl ished, too everything. She′s too complete, in a word. I confess to you that she acts on my nerves and that I feel about her a good deal as that intensely human Athenian felt about Aristides the Just." -Pues te lo voy a explicar. Cuando digo que ella exagera, no quiero decir que lo hace en el sentido vulgar de la palabra: es decir, que fanfarronea, que desorbita, que habla demasiado bien de sí misma. Lo que quiero decir es que lleva tan lejos el anhelo de perfección que... acaba por sobrepasar sus propios méritos. Es demasiado buena, excesivamente generosa, inteligente en demasía, demasiado cumplida, demasiado... todo. En una palabra, es demasiado completa. Te confieso que me ataca los nervios y que siento por ella algo parecido- a lo que aquel ateniense humanísimo sentía por Arístides el Justo.
Isabel looked hard at her cousin; but the mocking spirit, if it lurked in his words, failed on this occasion to peep from his face. "Do you wish Madame Merle to be banished?" Isabel miró intrigada a su primo; pero el espíritu burlón, si anidaba en las palabras de Ralph, por esta vez no se asomaba a su rostro. -¿Querrías dester rar a madame Merle? -preguntó.
"By no means. She′s much too good company. I delight in Madame Merle," said Ralph Touchett simply. -De ningún modo -contestó Ralph-. Es una compañía demasiado buena. A mí, por lo menos, me deleita.
"You′re very odious, sir!" Isabel exclaimed. And then she asked him if he knew anything that was not to the honour of her brilliant friend. -¡Eres de lo más odioso! -exclamó ella. Luego le preguntó si sabía algo que no hablase en honor de su brillante amiga.
"Nothing whatever. Don′t you see that′s just what I mean? On the character of every one else you may find some little black speck; if I were to take half an hour to it, some day, I′ve no doubt I should be able to find one on yours. For my own, of cou rse, I′m spotted like a leopard. But on Madame Merle′s nothing, nothing, nothing!" -Absolutamente nada -dijo Ralph-. ¿No ves que eso es lo que te estoy diciendo? Podrás encontrar un puntito negro en el carácter de cualquiera otra persona. Tengo la seguridad de que también podría encontrártelo a ti si le dedicara media hora de tiempo. Por mi parte, yo tengo más manchas que un leopardo. Pero, en madame Merle, ni una; ¡nada, nada, nada!
"That′s just what I think!" said Isabel with a toss of her head. "That is why I like her so much." -Eso es justamente lo que yo creo -afirmó Isabel con un enérgico cabeceo-. Y por eso la quiero tanto.
"She′s a capital person for you to know. Since you wish to see the world you couldn′t have a better guide." -Para ti, es una persona extraordinaria. Ya que quieres ver mundo, no puedes encontrar mejor guía que ella.
"I suppose you mean by that that she′s worldly?" -Supongo que con eso querrás decir que es una mujer de mundo.
"Worldly? No," said Ralph, "she′s the great round world itself!" -¿De mundo? Nada de eso -dijo Ralph-. ¡Es el globo del mundo en persona!
It had certainly not, as Isabel for the moment took it into her head to believe, been a refinement of malice in him to say that he delighted in Madame Merle. Ralph Touchett took his refreshment wherever he could find it, and he would not have forgiven himself if he had been left wholly unbeguiled by such a mistress of the social art. There are deep-lying sympathies and antipathies, and it may have been that, in spite of the administ ered justice she enjoyed at his hands, her absence from his mother′s house would not have made life barren to him. But Ralph Touchett had learned more or less inscrutably to attend, and there could have been nothing so "sustained" to attend to as the general performance of Madame Merle. He tasted her in sips, he let her stand, with an opportuneness she herself could not have surpassed. There were moments when he felt almost sorry for her; and these, oddly enough, were the moments when his kindness was least demonstrative. He was sure she had been yearningly ambitious and that what she had visibly accomplished was far below her secret measure. She had got herself into perfect training, but had won none of the prizes. She was always plain Madame Merle, the widow of a Swiss negociant, with a small income and a large acquaintance, who stayed with people a great deal and was almost as universally "liked" as some new volume of smooth twaddle. The contrast between this posi tion and any one of some half-dozen others that he supposed to have at various moments engaged her hope had an element of the tragical. His mother thought he got on beautifully with their genial guest; to Mrs. Touchett′s sense two persons who dealt so largely in too-ingenious theories of conduct --that is of their own --would have much in common. He had given due consideration to Isabel′s intimacy with her eminent friend, having long since made up his mind that he could not, without opposition, keep his cousin to himself; and he made the best of it, as he had done of worse things. He believed it would take care of itself; it wouldn′t last forever. Neither of these two superior persons knew the other as well as she supposed, and when each had made an important discovery or two there would be, if not a rupture, at least a relaxation. Meanwhile he was quite willing to admit that the conversation of the elder lady was an advantage to the younger, who had a great deal to learn and would doubtless learn it better from Madame Merle than from some other instructors of the young. It was not probable that Isabel would be injured. No se trataba, como Isabel había querido al principio creer, de un refinamiento de la malicia por parte de Ralph decir que le deleitaba madame Merle. Ralph Touchett tomaba su placer donde lo hallaba y no se habría perdonado a sí mismo una indiferencia total a los hechizos de aquella maestra del arte social. Hay, sin duda, simpatías y antipatías profundas, y podía haber sucedido que, a pesar de la justicia con que él juzgaba a madame Merle, la ausencia de ésta de casa de su madre no hubiera convertido la vida de Ralp h en un erial. Pero Ralph Touchett había aprendido a observar más o menos inescrutablemente, y no existía nada tan «sostenido» como presenciar la actuación global de madame Merle. Él la degustaba a pequeños sorbos, le permitía actuar, con un sentido de la oportunidad que ni ella misma habría podido superar. En algunos momentos sentía lástima por ella y, cosa extraña, era en tales ocasiones cuando se mostraba menos generoso. Estaba seguro de que madame Merle había sido enormemente ambiciosa y de que lo por ella logrado quedaba muy por debajo de su secreta medida. A pesar de haberse entrenado a la perfección, su amiga no había alcanzado ninguno de los premios. Seguía siendo nada más que madame Merle, viuda de un negociant suizo, con una pequeña renta y numerosas relaciones, una señora que iba a pasar muchas temporad as en casa de unos y otros, era querida por todo el mundo y a todos «gustaba», como el último libro de habladurías amenas. Había algo trágico en el contraste entre su situación verdadera y la otra media docena de situaciones que a juicio de él suscitaban la esperanza de la dama. La madre de Ralph estaba convencida de que se llevaba muy bien con su amiga. Para la señora Touchett, dos personas que seguían de tal manera dos líneas de conducta tan ingeniosas, tan enteramente personales, por fuerza tendrían mucho en común. Ralph había prestado la debida consideración a la intimidad de Isabel con su eminente compañera, y hacía ya tiempo que en su fuero interno había resuelto que no podía, sin hallar oposición, guardarse a su prima para él solo; y se conformó con sacar el mejor partido de ello, como hab237ía hecho con cosas peores. Creía que todo acabaría por arreglarse, y que no podía durar eternamente. Ninguna de esas dos personas superiores conocía tan bien a la otra como se figuraba, y cuando una de ellas hubiera hecho un par de descubrimientos importantes habría, si no una verdadera ruptura, cuando menos un enfriamiento en sus relaciones. Entretanto, él no tenía inconveniente en admitir que la conversación de la dama de más edad era ventajosa para la más joven, pues ésta tenía no poco que aprender, y no cabía duda de que lo aprendería mejor de madame Merle que de cualquier otro maestro de la juventud. En tal caso, no era probable que Isabel sufriese perjuicio alguno.    






CHAPTER 24

24

It would certainly have been hard to see what injury could arise to her from the visit she presently paid to Mr. Osmond′s hill-top. Nothing could have been more charming than this occasion --a soft afternoon in the full maturity of the Tuscan spring. The companions drove out of the Roman Gate, beneath the enormous blank superstructure which crowns the fine clear arch of that portal and makes it nakedly impressive, and wound between high-walled lanes into which the wealth of blossoming orchards overdrooped and flung a fragrance, until they reached the small superurban piazza, of crooked shape, where the long brown wall of the villa occupied in part by Mr. Osmond formed a principal, or at least a very imposing, object. Isabel went with her friend through a wide, high court, where a clear shadow rested below and a pair of light-arched galleries, facin g each other above, caught the upper sunshine upon their slim columns and the flowering plants in which they were dressed. There was something grave and strong in the place; it looked somehow as if, once you were in, you would need an act of energy to get out. For Isabel, however, there was of course as yet no thought of getting out, but only of advancing. Mr. Osmond met her in the cold ante-chamber --it was cold even in the month of May --and ushered her, with her conductress, into the apartment to which we have already been introduced. Madame Merle was in front, and while Isabel lingered a little, talking with him, she went forward familiarly and greeted two persons who were seated in the saloon. One of these was little Pansy, on whom she bestowed a kiss; the other was a lady whom Mr. Osmond indicated to Isabel as his sister, the Countess Gemini. "And that′s my little girl," he said, "who has just come out of her convent." Ciertamente habría sido difícil discernir qué perjuicio pudiera ocasionarle a Isabel su visita a lo alto de la colina del señor Osmond. Nada tan encantador como aquella ocasión... una deliciosa tarde de la primavera toscana en plena sazón. El coche que llevaba a las dos visitantes franqueó la Puerta Romana, pasando por debajo de la enorme y lisa construcción que corona el claro y hermoso arco de aquel portal y le vuelve tan extraordinariame nte grandioso, y serpenteó entre plantíos. cercados de altas tapias, detrás de las que la exuberancia de los huertos en flor se desbordaba vertiendo su fragancia, hasta llegar a la diminuta plaza de lo alto de la ciudad, plazuela de curvada traza donde la fachada larga y oscura de la villa ocupada parcialmente por el señor Osmond constituía un elemento imponente. Isabel y su amiga cruzaron un patio amplio, donde una leve penumbra descansaba en la parte baja, mientras que en lo alto el sol acariciaba dos galerías de arcos enfrentadas, deslizándose sobre las esbeltas columnas y las floridas enredaderas que en ellas se enroscaban. Había algo fuerte y grave en aquel lugar y, al contemplarlo, daba cierta sensación de que, una vez dentro, haría falta un acto de energía para salir. Pero en aquel momento, para Isabel no era cuestión de abandonarlo, sino de seguir avanzando. El seññor Osmond salió a recibirlas al fresco vestíbulo -incluso en el mes de mayo resultaba fresco- y las hizo pasar al apartamento que ya conocemos. Madame Merle iba delante y, -mientras Isabel se demoraba un poco hablando con él, ella se adelantó para saludar familiarmente a otras dos personas que estaban sentadas en el salón. Una de ellas era Pansy, a la que besó, y la otra una dama, la hermana del señor Osmond según éste indicó a Isabel, la condesa Gemini. -Y ésta es mi hijita -dijo-, que acaba de salir del convento.
Pansy had on a sc ant white dress, and her fair hair was neatly arranged in a net; she wore her small shoes tied sandal-fashion about her ankles. She made Isabel a little conventual curtsey and then came to be kissed. The Countess Gemini simply nodded without getting up: Isabel could see she was a woman of high fashion. She was thin and dark and not at all pretty, having features that suggested some tropical bird --a long beak-like nose, small, quickly-moving eyes and a mouth and chin that receded extremely. Her expression, however, thanks to various intensities of emphasis and wonder, of horror and joy, was not inhuman, and, as regards her appearance, it was plain she understood herself and made the most of her points. Her attire, voluminous and delicate, bristling with elegance, had the look of shimmering plumage, and her attitudes were as light and sudden as those of a creature who perched upon twigs. She had a great deal of manner; Isabel, who had never known any one with so much m anner, immediately classed her as the most affected of women. She remembered that Ralph had not recommended her as an acquaintance; but she was ready to acknowledge that to a casual view the Countess Gemini revealed no depths. Her demonstrations suggested the violent waving of some flag of general truce --white silk with fluttering streamers. Llevaba Pansy un vestido corto y blanco, y la rubia cabellera cuidadosamente recogida en una redecilla y los zapatitos atados a los tobillos, a modo de sandalias. Hizo a Isabel una pequeña reverencia conventual y luego se acercó para dejarse besar. La condesa Gemini se limitó a saludar con la cabeza sin levantarse; Isabel observó que se trataba de una mujer de mucho postín. Era delgada, morena, nada hermosa y con facciones que hacían pensar en algún pájaro tropical... nariz larga y picuda, ojos pequeños y vivaces, boca y barbilla notablemente hundidas. Sin embargo, su expresión, gracias a diversas intensidades de énfasis y asombro, de horror y de alegría, no resultaba falta de humanidad; y, por lo que a su apariencia atañía, se veía a las claras que se conocía bien y sabía sacarse partido. Su atuendo, que era voluminoso pero delicado y de llamativa elegancia, tenía destellos de plumaje, y sus actitudes eran tan súbitas y versátiles como la del animal que vive posado en la rama. Tenía mucho estilo, e Isabel, que no había conocido a nadie con tanta clase, la clasificó como el colmo de la afectación. Recordó que Ralph no se la había recomendado como relación deseable, pero se sentía dispuesta a reconocer que, a primera vista, la condesa Gemini no parecía tener grandes profundidades. Sus demostraciones sugerían el violento ondear de una bandera de armisticio general... seda blanca y flameantes gallardetes.
"You′ll believe I′m glad to see you when I tell you it′s only because I knew you were to be here that I came myself. I don′t come and see my brother --I make him come and see me. This hill of his is impossible --I don′t see what possesses him. Really, Osmond, you′ll be the ruin of my horses some day, and if it hurts them you′ll have to give me another pair. I heard them wheezing to-day; I assure you I did. It′s very disagreeable to hear one′s horses wheezing when one′s sitting in the carriage; it sounds too as if they weren′t what they should be. But I′ve always had good horses; whatever else I may have lacked I′ve always managed that. My husband doesn′t know much, but I think he knows a horse. In general Italians don′t, but my husband goes in, according to his poor light, for everything English. My horses are English --so it′s all the greater pity they should be ruined. I must tell you," she went on, directly addressing Isabel, "that Osmond doesn′t often invite me; I don′t think he likes to have me. It was quite my own idea, coming to-day. I like to see new people, and I′m sure you′re very new. But don′t sit there; that chair′s not what it looks. There are some very good seats here, but there are also some horrors." -Creerá lo mucho que me alegro de verla si le digo que he venido porque sabía que usted iba a estar aquí. Yo no vengo nunca a ver a mi hermano; hago que baje él a visitarme. Esta colina suya es atroz, no sé qué gracia le encuentra. De veras, Osmond, vas a ser la ruina de mis caballos el día menos pensado y si les pasa algo no tendrás más remedio que regalarme otro tronco. Hoy los he oído resollar como no tienes idea, te aseguro que es verdad. Es muy desagradable oír jadear a los caballos cuando una está en el coch e; parece como si no fuesen lo que deben ser. Yo he procurado tener siempre buenos caballos. Podrá faltarme cualquier otra cosa, pero eso siempre lo he tenido. Mi marido no sabe de muchas cosas, pero en cuestión de caballos es un genio. Por lo general, los italianos no entienden de caballos, pero mi marido está, según sus escasas luces, a favor de todo lo inglés. Y, como mis caballos son ingleses, sería una verdadera lástima que se echaran a perder. -Y dirigiéndose directamente a Isabel, prosiguió-: Debo decirle a usted que Osmond no me invita con frecuencia; creo que no le gusta tenerme por aquí. Lo de venir hoy ha sido una idea enteramente mía. Me gusta ver caras nuevas, y seguro que es usted novísima. Pero no se siente usted ahí, que ese sillón no es lo que parece. Hay aquí asientos muy buenos, pero otros son horrorosos.
These remarks were delivered with a series of little jerks and pecks, of roulades of shrillness, and in an accent that was as some fond recall of good English, or rather of good American, in adversity. Formuló estas observaciones con toda suerte de respingos y picotazos, de gorgoritos estridentes, y con un acento que tenía un divertido sabor a buen inglés, o mejor dicho a buen hablar de americano en desgracia.
"I don′t like to have you, my dear?" said her brother. "I′m sure you′re invaluable ." -¿Que no me gusta tenerte, querida? -dijo su hermano-, ¡pero si eres inapreciable!
"I don′t see any horrors anywhere," Isabel returned, looking about her. "Everything seems to me beautiful and precious." -Pues yo no veo tales horrores -dijo Isabel, mirando en torno suyo-. A mí me parece todo lo que veo bello y precioso de veras.
"I′ve a few good things," Mr. Osmond allowed; "indeed I′ve nothing very bad. But I′ve not what I should have liked." -Sin duda tengo algunas cosas buenas -convino el señor Osmond- y, desde luego, lo que no tengo es nada muy malo. Pero tampoco tengo lo que me gustaría.
He stood there a little awkwardly, smiling and glancing about; his manner was an odd mixture of the detached and the involved. He seemed to hint that nothing but the right "values" was of any consequence. Isabel made a rapid induction: perfect simplicity was not the badge of his family. Even the little girl from the convent, who, in her prim white dress, with her small submissive face and her hands locked before her, stood there as if she were about to partake of her first communion, even Mr. Osmond′s diminutive daughter had a kind of finish that was not entirely artless. Permanecía allí de pie con cierta torpeza, sonriendo y mirando en derredor suyo; su actitud era una extraña mezcla de despego e interés. Parecía dar a entender que nada, salvo los « valores» correctos, tenía importancia. Isabel sacó rápidamente la conclusión de que la verdadera sencillez no constituía la divisa de la familia. Hasta la jovencita recién salida del convento que, con su relamido vestidito blanco, con su carita humilde y obediente y sus manos cruzadas delante de ella, estaba allí como en actitud de ir a tomar la primera comunión, hasta esa diminuta hija del señor Osmond, tenía algo de pulido y acabado que no carecía totalmente de artificio.
"You′d have liked a few things from the Uff izi and the Pitti --that′s what you′d have liked," said Madame Merle. -Lo que usted habría querido tener-dijo madame Merle-, es algunas cosas de las galerías Uffizi y Pitti; eso es lo que le habría gustado de veras.
"Poor Osmond, with his old curtains and crucifixes!" the Countess Gemini exclaimed: [sic}"> she appeared to call her brother only by his family-name. Her ejaculation had no particular object; she smiled at Isabel as she made it and looked at her from head to foot. -¡El pobre Osmond, siempre a vueltas con sus cortinajes y sus crucifijos! -exclamó la condesa Gemini, que al parecer sólo llamaba a su hermano por el apellid o. En realidad, su exclamación no tenía un objetivo concreto; sonrió a Isabel al hacerla y la miró de arriba abajo.
Her brother had not heard her; he seemed to be thinking what he could say to Isabel. "Won′t you have some tea? --you must be very tired," he at last bethought himself of remarking. Su hermano no la había oído y aparentaba estar pensando lo que podría decir a Isabel. Por fin, se le ocurrió observar: -Pero usted querrá tomar el té. Debe de estar muy cansada.
"No indeed, I′m not tired; what have I done to tire me?" Isabel felt a certain need of being very direct, of pretending to nothing; there was something in the air, in her general impression of things --she could hardly have said what it was --that deprived her of all disposition to put herself forward. The place, the occasion, the combination of people, signified more than lay on the surface; she would try to understand --she would not simply utter graceful platitudes. Poor Isabel was doubtless not aware that many women would have uttered graceful platitudes to cover the working of their observation. It must be confessed that her pride was a trifle alarmed. A man she had heard spoken of in terms that excited interest and who was evidently capable of distinguishing himself, had invited her, a young lady not lavish of her favours, to come to his house. Now that she had done so the burden of the entertainment rested naturally on his wit. Isabel was not rendered less observant, and for the moment, we judge, she was not rendered more indulgent, by perceiving that Mr. Osmond carried his burden less complacently than might have been expected. "What a fool I was to have let myself so needlessly in --!" she could fancy his exclaiming to himself. -No; no estoy cansada. ¿Qué he hecho para cansarme? Experimentaba Isabel cierta necesidad de mostrarse muy directa y de no alardear de nada. Le parecía que algo flotaba en el aire -tal era su impresión general, aunque no sabría decir en qué consistía-, algo que le impedía hacerse notar. Aquella casa, la ocasión, la mezcla de personas allí congregadas, significaban mucho más de lo que a simple vista aparecía. Se proponía tratar de comprende r y no limitarse a decir insustanciales bagatelas. La pobre sin duda no se daba cuenta de que muchas mujeres habrían soltado banalidades de buen tono para encubrir el juego de su observación. La verdad era que se sentía un poco alarmada en su orgullo: un hombre del que oyera hablar en términos que despertaban interés y dotado de cualidades que le permitían sobresalir la había invitado a ella, una joven que no prodigaba sus favores, a ir a su casa. Ahora que la tenía allí, era él quien debía hacerles grata la estancia a sus invitadas mediante su ingenio. Pero Isabel no se sintió menos observadora y, a nuestro juicio, tampoco indulgente, al darse cuenta de que el señor Osmond llevaba a cabo aquel empeño con mucho menor complacencia de la que hubiera podido esperarse. Se figuraba que él se estaría diciendo: «¡Qué estú cpido he sido al meterme sin necesidad en esto!».
"You′ll be tired when you go home, if he shows you all his bibelots and gives you a lec ture on each," said the Countess Gemini. -Estará cansada cuando vuelva a casa, si Osmond le enseña todos sus «bibelots» y le da una conferencia sobre cada uno -dijo la condesa Gemini.
"I′m not afraid of that; but if I′m tired I shall at least have learned something." -Yo no tengo ese temor; pero si me canso, por lo menos habré aprendido algo.
"Very little, I suspect. But my sister′s dreadfully afraid of learning anything," said Mr. Osmond. -No será mucho, desde luego -dijo el señor Osmond-. En cambio, a mi hermana le espanta aprender.
"Oh, I confess to that; I don′t want to know anything more --I know too much already. The more you know the more unhappy you are." -¡Oh! No tengo inconveniente en confesarlo. No quiero saber nada más... sé ya demasiadas cosas. Cuanto más sabe una, más desgraciada es.
"You should not undervalue knowledge before Pansy, who has not finished her education," Madame Merle interposed with a smile. -No debe usted rebajar el prestigio de la cultura delante de Pansy, que aún no ha terminado su educación -terció madame Merle con una sonrisa.
"Pansy will never know any harm," said the child′s father. "Pansy′s a little convent-flower." -¡Oh! Pansy está por encima del mal -dijo el padre de la niña-. Es una florecilla de convento.
"Oh, the convents, the convents!" cried the Countess with a flutter of her ruffles. "Speak to me of the convents! You may learn anything there; I′m a convent-flower myself. I don′t pretend to be good, but the nuns do. Don′t you see what I mean? " she went on, appealing to Isabel. La condesa exclamó, agitando todos sus volantes: -¡Ah, conventos, dichosos conventos! Que no me vengan a mí con conventos. Allí se aprende de todo. También yo fui una florecilla de convento. Yo no tengo la pretensión de ser buena, pero las monjas, sí. ¿Comprende usted lo que quiero decir? -terminó dirigiéndose a Isabel.
Isabel was not sure she saw, and she answered that she was very bad at following arguments. The Countess then declared that she herself detested arguments, but that this was her brother′s taste --he would always discuss. "For me," she said, "one should like a thing or one shouldn′t; one can′t like everything, of course. But one shouldn′t attempt to reason it out --you never know where it may lead you. There are some very good feelings that may have bad reasons, don′t you know? And then there are very bad feelings, sometimes, that have good reasons. Don′t you see what I mean? I don′t care anything about reasons, but I know what I like." Isabel no estaba muy segura de haberla entendido y se excusó diciendo que no era muy hábil para seguir una discusión. La condesa manifestó entonces que por su parte detestaba también discutir, pero que era gusto de su hermano... que a todo le buscaba las vueltas. -Para mí -dijo- una cosa gusta o no gusta; desde luego, todo no puede gustar. Pero lo que no se puede es tratar de explic225árselo... porque nunca se sabe adonde se va a parar. A veces, hay buenos sentimientos que vienen de muy malas razones, ¿no es cierto? Como también sentimientos muy malos pueden venir de buenas razones. ¿Comprende ahora? A mí no me importan las razones, pero sé lo que me gusta.
"Ah, that′s the great thing," said Isabel, smiling and suspecting that her acquaintance with this lightly-flitting personage would not lead to intellectual repose. If the Countess objected to argument Isabel at this moment had as little taste for it, and she put out her hand to Pansy with a pleasant sense that such a gesture committed her to nothing that would admit of a divergence of views. Gilbert Osmond apparently took a rather hopeless view of his sister′s tone; he turned the conversation to another topic. He presently sat down on the other side of his daughter, who had shyly brushed Isabel′s fingers with her own; but he ended by drawing her out of her chair and making her stand between his knees, leaning against him while he passed his arm round her slimness. The child fixed her eyes on Isabel with a still, disinterested gaze which seemed void of an intention, yet conscious of an attraction. Mr. Osmond talked of many things; Madame Merle had said he could be agreeable when he chose, and to-day, after a little, he appeared not only to have chosen but to have determined. Madame Merle and the Countess Gemini sat a little apart, conversing in the effortless manner of persons who knew each other well enough t o take their ease; but every now and then Isabel heard the Countess, at something said by her companion, plunge into the latter′s lucidity as a poodle splashes after a thrown stick. It was as if Madame Merle were seeing how far she would go. Mr. Osmond talked of Florence, of Italy, of the pleasure of living in that country and of the abatements to the pleasure. There were both satisfactions and drawbacks; the drawbacks were numerous; strangers were too apt to see such a world as all romantic. It met the case soothingly for the human, for the social failure --by which he meant the people who couldn′t "realise," as they said, on their sensibility: they could keep it about them there, in their poverty, without ridicule, as you might keep an heirloom or an inconvenient entailed place that brought you in nothing. Thus there were advantages in living in the country which contained the greatest sum of beauty. Certain impressions you could get only there. Others, favourable to life, you never got, and you got some that were very bad. But from time to time you got one of a quality that made up for everything. Italy, all the same, had spoiled a great many people; he was even fatuous enough to believe at times that he himself might have been a better man if he had spent less of his life there. It made one idle and dilettantish and second-rate; it had no discipline for the character, didn′t cultivate in you, otherwise expressed, the successful social and other "cheek" that flourished in Paris and London. "We′re sweetly provincial," said Mr. Osmond, "and I′m perfectly aware that I myself am as rusty as a key that has no lock to fit it. It polishes me up a little to talk with you --not that I venture to pretend I can turn that very complicated lock I suspect your intellect of being! But you′ll be going away before I′ve seen you three times, and I shall perhaps never see you after that. That′s what it is to live in a country that people come t o. When they′re disagreeable here it′s bad enough; when they′re agreeable it′s still worse. As soon as you like them they′re off again! I′ve been deceived too often; I′ve ceased to form attachments, to permit myself to feel attractions. You mean to stay --to settle? That would be really comfortable. Ah yes, your aunt′s a sort of guarantee; I believe she may be depended on. Oh, she′s an old Florentine; I mean literally an old one; not a modern outsider. She′s a contemporary of the Medici; she must have been present at the burning of Savonarola, and I′m not sure she didn′t throw a handful of chips into the flame. Her face is very much like some faces in the early pictures; little, dry, definite faces that must have had a good deal of expression, but almost always the same one. Indeed I can show you her portrait in a fresco of Ghirlandaio′s. I hope you don′t object to my speaking that way of your aunt, eh? I′ve an idea you don′t. Perhaps you think that′s even worse. I ass ure you there′s no want of respect in it, to either of you. You know I′m a particular admirer of Mrs. Touchett." -¡Ah, eso es lo importante! -dijo Isabel sonriendo y pensando para sí que el trato con aquella leve y fugaz persona no iba a aportarle ningún reposo intelectual. Si a la condesa le molestaba discutir, tampoco a Isabel le apetecía en aquel momento, y tendió la mano a Pansy con la agradable certeza de que tal ademán no la comprometía a nada que diera pie a una divergencia de opiniones. Gilbert Osmond parecía tener por irremediable el tono de su hermana y orientó la conversación hacia otro tema. Fue a sentarse junto a su hijita, que habíía rozado tímidamente los dedos de Isabel con los suyos; pero acabó por hacerla levantar y colocarla de pie entre sus rodillas, apoyándola contra él y rodeándole con el brazo el leve talle. La muchachita fijó en Isabel una mirada desprovista de interés y, al parecer, vacía de toda intención, pero que parecía a la vez consciente de una atracción. El señor Osmond habló de muchas cosas. Madame Merle había dicho de él que sabía ser agradable cuando se lo proponía y hoy, al final, parecía no solamente habérselo propuesto sino estar resuelto a serlo. Madame Merle y la condesa estaban sentadas un poco aparte, conversando con esa soltura de quienes se conocen perfectamente y no andan con cumplidos. De vez en cuando, Isabel oía que la condesa, queriendo seguir los lúcidos comentarios de su amiga, se lanzaba t ras ellos como se lanza un perro en pos del palo que se le ha arrojado. Parecía como si madame Merle estuviera tanteando hasta dónde podía llegar. El señor Osmond hablaba de Florencia, de Italia, del inmenso placer de vivir en ese país y de las cortapisas a este placer. Había, a la vez, satisfacciones e inconvenientes; los últimos eran muy numerosos. Los extranjeros se sentían inclinados a creer que en este país todo era romántico. Era un reducto acogedor para los que habían fracasado humana o socialmente... con lo cual se refería a los que no podían sobreponerse a su sensibilidad. Aquí podían conservarla, en su pobreza y sin caer en el ridículo, como se conserva un legado o un mayorazgo incómodo que no renta nada. Así que había ventajas en vivir en un país que contenía la mayor suma de bellezas del mundo, y ciertas impresiones sólo se podían obtener en él. Aunque otras, favorables a la ′vida, no se obtenían nunca, y se recibían algunas pésimas. Pero de vez en cuando había una impresión de tal calidad que compensaba todo lo demás. De todos modos, lo cierto era que Italia había echado a perder a mucha gente, y él mismo tenía algunas veces la fatuidad de creer que, si no hubiese pasado allí tantos años de su vida, habría sido un hombre mejor de lo que era. Italia le hacía a uno perezoso, diletante y mediocre; no fomentaba la disciplina del carácter, ni le impulsaba a uno a cultivar la habilidad social y otros «descaros» que a tal punto florecían en París y en Londres. -Somos deliciosamente provincianos -dijo el señor Osmond-. Por mi parte, comprendo que estoy tan herrumbroso como una llave que no e ncuentra cerradura. El hablar con usted me afina un poco... y no es que presuma de poder abrir esa complicada cerradura que me imagino ha de ser su intelecto. Pero usted se irá de aquí antes de que la haya visto tres veces, y acaso no vuelva a verla después. Este es el inconveniente de vivir en un país donde la gente está sólo de paso. Si los individuos que vienen son agradables, malo; si son desagradables, mucho peor. Cuando uno empieza a cobrarles afecto o simpatía ya se han ido. Yo me he llevado muchas decepciones, de modo que no me he permitido contraer nuevos afectos, ni experimentar ciertas atracciones. ¿Piensa usted quedarse aquí... establecerse? Eso sería un gran alivio. Ah, sin duda, su tía es una especie de garantía, con ella puede contarse. Es una veterana de Florencia... lo digo en el sentido literal de la palabra: una veterana, no como esos advenedizos actuales. E s una verdadera contemporánea de los Medici, debió de estar presente en la cremación de Savonarola y tengo para mí que echó algún manojo de astillas a la pira. Su cara parece la de un cuadro primitivo: diminuta, seca, definida, con una expresión que quizá fuera muy intensa, pero siempre la misma. Estoy seguro de que puedo mostrarle su retrato en uno de los frescos del Ghirlandaio. Bueno, me imagino que no le molestará que le hable así de su tía, ¿verdad? Se me antoja que no. Tal vez a usted le parezca peor todavía. Le aseguro que en esto no hay falta alguna de respeto hacia ninguna de las dos. Ya sabe que soy un verdadero admirador de madame Touchett.
While Isabel′s host exerted himself to entertain her in this somewhat confidential fashion she looked occasionally at Madame Merle, who met her eyes with an inattentive smile in which, on this occasion, there was no infelicitous intimation that our heroine appeared to advantage. Madame Merle eventually proposed to the Countess Gemini that they should go into the garden, and the Countess, rising and shaking out her feathers, began to rustle toward the door. "Poor Miss Archer!" she exclaimed, surveying the other group with expressive compassion. "She has been brought quite into the family." Mientras su anfitrión procuraba entretener a Isabel de esta manera un tanto confidencial, ella miraba de vez en cuando a madame Merle, quien en una ocasión le devolvió la mirada con una sonrisa vaga en la que no parecía patente ninguna insinuación de que nuestra heroína estuviera luciéndose. Al cabo, madame Merle propuso a la condesa de Gemini salir al jardín, y la condesa se levantó, se sacudió el abundante plumaje y se encaminó hacia la puerta. -¡Pobre señorita Archer! -exclamó mirando al grupo con expresión compasiva-. La han metido de lleno en la familia.
"Miss Archer can certainly have nothing but sympathy for a family to which you belong," Mr. Osmond answered, with a laugh which, though it had something of a mocking ring, had also a finer patience. -La señorita Archer no puede sino sentir simpatía por una familia a la que tú perteneces -respondió el señor Osmond con una risa que, si bien tenía no poco de ironía, manifestaba también una refinada paciencia.
"I don′t know what you mean by that! I′m sure she′ll see no harm in me but what you tell her. I′m better than he says, Miss Archer," the Countess went on. "I′m only rather an idiot and a bore. Is that all he has said? Ah then, you keep him in good-humour. Has he opened on one of his favourite subjects? I give you notice that there are two or three that he treats a fond. In that case you had better take off your bonnet." -Ignoro lo que quieres decir con eso. Tengo la seguridad de que ella no verá en mí nada de malo fuera de lo que tú le cuente s. No le crea, señorita Archer, soy mucho mejor de lo que él dice. -Se calló un segundo y prosiguió en el acto-: Bastante necia y aburrida. ¿No le ha dicho nada más? Ah, entonces es que le tiene usted de buen humor. ¿Ha empezado ya a hablar de sus temas favoritos? Le advierto que son dos o tres los que trata á fond. Si se pone en ello, ya puede usted ir quitándose el sombrero.
"I don′t think I know what Mr. Osmond′s favourite subjects are," said Isabel, who had risen to her feet. Isabel, que se había puesto de pie, replicó: -Me parece que todavía no sé cuáles son los temas favoritos del señor Osmond.
The Countess assumed for an instant an attitude of intense meditation, pressing one of her hands, with the finger-tips gathered together, to her forehead. "I′ll tell you in a moment. One′s Machiavelli; the other′s Vittoria Colonna; the next is Metastasio." La condesa fingió sumirse en una intensa meditación, oprimiéndose la frente con las yemas de los dedos. -Voy a decírselo ahora mismo. Uno de ellos es Maquiavelo; el otro Victoria Colonna, y por fin, Metastasio.
"Ah, with me," said Madame Merle, passing her arm into the Co untess Gemini′s as if to guide her course to the garden, "Mr. Osmond′s never so historical." -Vamos, venga conmigo -dijo madame Merle, pasando el brazo en derredor del talle de la condesa Gemini, como para conducirla al jardín-. El señor Osmond no se pone nunca tan histórico.
"Oh you," the Countess answered as they moved away, "you yourself are Machiavelli --you yourself are Vittoria Colonna!" -Bueno, usted sí que es un verdadero Maquiavelo -observó la condesa mientras ambas se alejaban-, una verdadera Victoria Colonna.
"We shall hear next that poor Madame Merle is Metastasio!" Gilbert Osmond resignedly sighed. -No tardaremos en oír que la pobre madame Merle es Metastasio en persona -suspiró con resignación Gilbert Osmond.
Isabel had got up on the assumption that they too were to go into the garden; but her host stood there with no apparent inclination to leave the room, his hands in the pockets of his jacket and his daughter, who had now locked her arm into one of his own, clinging to him and looking up while her eyes moved from his own face to Isabel′s. Isabel waited, with a certain unuttered contentedness, to have her movements directed; she liked Mr. Osmond′s talk, his company: she had what always gave her a very private thrill, the consciousness of a new relation. Through the open doors of the gre at room she saw Madame Merle and the Countess stroll across the fine grass of the garden; then she turned, and her eyes wandered over the things scattered about her. The understanding had been that Mr. Osmond should show her his treasures; his pictures and cabinets all looked like treasures. Isabel after a moment went toward one of the pictures to see it better; but just as she had done so he said to her abruptly: "Miss Archer, what do you think of my sister?" Isabel se había puesto de pie, por creer que también ellos iban a pasar al jardín, pero su anfitrión no parecía inclinado a abandonar la estancia, sino que seguía allí, con las manos en los bolsillos de la chaqueta, mientras su hija, colgada de su brazo, alzaba los ojos para contemplar alternativamente la cara de su padre y la de su visitante. Isabel esperó, con una latente satisfacción, que le dirigieran los movimientos. Le gustaba la conversación del señor Osmond, su compañía, y tenía en aquel momento lo que siempre le produjera una viva emoción: la seguridad de estar haciendo una nueva amistad. Por las puertas abiertas del gran salón vio a madame Merle y a la condesa pasear sobre el fino césped del jardín; se volvió después y recorrió con la mirada las cosas que la rodeaban. Lo acordado había sido que el señor Osmond le mostrara sus tesoros: sus cuadros, sus tallas, que allí parecían verdaderos tesoros. Pasado un momento, Isabel se dirigió a uno de los cuadros para verlo mejor, y, mientras lo hacía, él le preguntó bruscamente: -Señorita Archer, ¿qué opina usted de mi hermana? Ella se volvió a mirarle con cierta sorpresa. r
She faced him with some surprise. "Ah, don′t ask me that --I′ve seen your sister too little." -Ah, por favor, no me lo pregunte... apenas si la he visto unos instantes.
"Yes, you′ve seen her very little; but you must have observed that there is not a great deal of her to see. What do you think of our family tone?" he went on with his cool smile. "I should like to know how it strikes a fresh, unprejudiced mind. I know what you′re going to say --you′ve had almost no observation of it. Of course this is only a glimpse. But just take n otice, in future, if you have a chance. I sometimes think we′ve got into a rather bad way, living off here among things and people not our own, without responsibilities or attachments, with nothing to hold us together or keep us up; marrying foreigners, forming artificial tastes, playing tricks with our natural mission. Let me add, though, that I say that much more for myself than for my sister. She′s a very honest lady --more so than she seems. She′s rather unhappy, and as she′s not of a serious turn she doesn′t tend to show it tragically: she shows it comically instead. She has got a horrid husband, though I′m not sure she makes the best of him. Of course, however, a horrid husband′s an awkward thing. Madame Merle gives her excellent advice, but it′s a good deal like giving a child a dictionary to learn a language with. He can look out the words, but he can′t put them together. My sister needs a grammar, but unfortunately she′s not grammatical. Pardon my troubling you with these details; my sister was very right in saying you′ve been taken into the family. Let me take down that picture; you want more light." -Cierto, apenas la ha visto... pero habrá observado que tampoco hay gran cosa que ver. ¿Qué piensa usted del tono general de nuestra familia? -prosiguió él con su fría sonrisa-. Me gustaría saber de qué manera impresiona a una mente fresca y libre de prejuicios. Ya sé lo que va usted a decirme, que apenas ha tenido tiempo de observarla. Ni que decir tiene que ha sido sólo un primer vistazo. Pero, en lo sucesivo, si la ocasión vuelve a presentársele, no deje de observar. A veces pienso que nos hemos aventurado por un camino errado, al vivir aquí entre cosas y gentes que no son las nuestras, sin responsabilidades ni ataduras, sin cohesión ni apoyo; casándonos con extranjeros, forjándonos gustos artificiales, hacié ndole trampas a nuestra misión natural. De todos modos, permítame añadir que todo esto lo digo mucho más por mí que por mi hermana. Ella es una dama muy honesta, mucho más de lo que parece. Es bastante desgraciada y, como no es de carácter muy serio, no tiende a manifestarlo por lo trágico, sino que prefiere explotar el lado cómico de la cosa. La pobre tiene un marido insoportable, aunque no estoy seguro de que sepa manejarlo. Indudablemente un marido insoportable es algo muy incómodo. Madame Merle le da de vez en cuando sabios consejos a mi hermana, pero viene a ser lo mismo que darle a un niño un diccionario para que aprenda un idioma: podrá el niño leer las palabras, pero no sabrá cómo unirlas. Mi hermana precisa una gramática, pero desgraciadamente no es una persona gramatical. Disculpe usted que la haya aburrido con estos detalles. Raz3ón tenía mi hermana al decir que ya la habíamos metido en la familia. Voy a bajar este cuadro; necesita más luz para verlo.
He took down the picture, carried it toward the window, related some curious facts about it. She looked at the other works of art, and he gave her such further information as might appear most acceptable to a young lady making a call on a summer afternoon. His pictures, his medallions and tapestries were interesting; but after a while Isabel felt the owner much more so, and independently of them, thickly as they seemed to overhang him. He resembled no one she had ever seen; most of the people she knew might be divided into groups of half a dozen specimens. There were one or two exceptions to this; she could think for instance of no group that would contain her aunt Lydia. There were other people who were, relatively speaking, original --original, as one might say, by courtesy --such as Mr. Goodwood, as her cousin Ralph, as Henrietta Stackpole, as Lord Warburton, as Madame Merle. But in essentials, when one came to look at them, these individuals belonged to types already present to her mind. Her mind contained no class offering a natural place to Mr. Osmond --he was a specimen apart. It was not that she recognised all these truths at the hour, but they were falling into order before her. For the moment she only said to herself that this "new relation" would perhaps prove her very most distinguished. Madame Merle had had that note of rarity, but what quite other power it immediately gained when sounded by a man! It was not so much what he said and did, but rather what he withheld, that marked him for her as by one of those signs of the highly curious that he was showing her on the underside of old plates and in the corner of sixteenth-century drawings: he indulged in no striking deflections from common usage, he was an original without bei ng an eccentric. She had never met a person of so fine a grain. The peculiarity was physical, to begin with, and it extended to impalpabilities. His dense, delicate hair, his overdrawn, retouched features, his clear complexion, ripe without being coarse, the very evenness of the growth of his beard, and that light, smooth slenderness of structure which made the movement of a single one of his fingers produce the effect of an expressive gesture --these personal points struck our sensitive young woman as signs of quality, of intensity, somehow as promises of interest. He was certainly fastidious and critical; he was probably irritable. His sensibility had governed him --possibly governed him too much; it had made him impatient of vulgar troubles and had led him to live by himself, in a sorted, sifted, arranged world, thinking about art and beauty and history. He had consulted his taste in everything --his taste alone perhaps, as a sick man consciously incurable consults at last only his lawyer: that was what made him so different from every one else. Ralph had something of this same quality, this appearance of thinking that life was a matter of connoisseurship; but in Ralph it was an anomaly, a kind of humorous excrescence, whereas in Mr. Osmond it was the keynote, and everything was in harmony with it. She was certainly far from understanding him completely; his meaning was not at all times obvious. It was hard to see what he meant for instance by speaking of his provincial side --which was exactly the side she would have taken him most to lack. Was it a harmless paradox, intended to puzzle her? or was it the last refinement of high culture? She trusted she should learn in time; it would be very interesting to learn. If it was provincial to have that harmony, what then was the finish of the capital? And she could put this question in spite of so feeling her host a shy personage; since such shyness as his --the shyness of ticklish nerves and fine perceptions --was perfectly consistent with the best breeding. Indeed it was almost a proof of standards and touchstones other than the vulgar: he must be so sure the vulgar would be first on the ground. He wasn′t a man of easy assurance, who chatted and gossiped with the fluency of a superficial nature; he was critical of himself as well as of others, and, exacting a good deal of others, to think them agreeable, probably took a rather ironical view of what he himself offered: a proof into the bargain that he was not grossly conceited. If he had not been shy he wouldn′t have effected that gradual, subtle, successful conversion of it to which she owed both what pleased her in him and what mystified her. If he had suddenly asked her what she thought of the Countess Gemini, that was doubtless a proof that he was interested in her; it could scarcely be as a help to knowledge of his own sister. That he should be so interested showed an enquiring mind; but it was a little singular he should sacrifice his fraternal feeling to his curiosity. This was the most eccentric thing he had done. Descolgó el cuadro, lo llevó cerca de la ventana y refirió algunos datos sobre él. Isabel contempló las otras obras de arte y él le fue ampliando la información, como parecía oportuno hacer con una joven que había ido de visita en una tarde de verano. Sus cuadros, medallones y tapices eran sumamente interesantes; pero, al cabo de un rato, Isabel se percató de que su dueño lo era mucho más todavía, e independientemente de ellos, por mucho que parecieran pesar en su vida. No se parecía a nadie que ella hubiera visto. La mayoría de las personas que ella conocía podía dividirse en grupos de media docena de ejemplares. Había un par de excepciones, pues, a decir verdad, no acertaba a imaginar  ningún 4o ( $ de incluir a su tía Lydia. Otros individuos podían considerarse, hablando en términos relativos, originales -originales, digamos, por pura cortesía-, como, por ejemplo, el señor Goodwood, su primo Ralph, Henrietta Stackpole, lord Warburton y madame Merle. No obstante, en lo esencial, si los miraba atentamente, comprendía que pertenecían a ciertas categorías que ya estaban presentes en su imaginación. En cambio, su imaginación no tenía sitio apropiado para colocar al señor Osmond... que era, en verdad, un caso aparte. No era que Isabel reconociera todas estas verdades de inmediato, pero sí iban ordenándose ante ella. De momento, sólo se dijo a sí misma que aquella «nueva relación» podría llegar a parecerle la más distinguida de todas. Madame Merle había hecho sonar, ciertamente, esa nota de exquisita rareza, pero ¡de qué distinta manera sonaba cuando el que la emitía era un hombre! No era tanto lo que él decía o hacía, sino lo que guardaba para sí, lo que a los ojos de Isabel le imprimía al señor Osmond esa marca de singularidad, como la que él le mostraba en el dorso de los platos antiguos y en el ángulo de los bocetos del siglo dieciséis. No se esforzaba él en tratar de distinguirse de lo corriente, y era original sin ser excéntrico. Nunca se había Isabel tropezado con un hombre de calidad tan elevada. Para empezar, su singularidad era, ante todo, física y se iba extendiendo a lo impalpable. Su cabello delicado y espeso, sus facciones perfectamente dibujadas, casi retocadas, su piel clara, saludable sin tosquedad, su barba perfectamente recortada y aquella constitución ágil y armónica que hacía que el movimiento de uno solo de sus dedos produjera el efecto de un gesto expresivo... todos estos detalles personales le parecían a nuestra sensible heroína signos indiscutibles de calidad e intensidad, y en cierto modo susceptibles de despertar interés. Sin duda alguna era exigente y crítico, y tal vez fácilmente irascible; un hombre a merced de su sensibilidad, acaso excesivamente dominado por ella, sensibilidad que le había llevado a gastar poca paciencia con las perturbaciones vulgares y a vivir para sí en un mundo seleccionado, tamizado y arreglado a su manera, donde entregarse de lleno a la meditación artística, a la belleza y a la historia. Para todo había consultado únicamente su propio gusto y nada más, como el enfermo que se sabe condenado consulta sólo a su abogado; todo eso era lo que le distinguí a tan extraordinariamente de los demás. Ralph poseía también algo de esa rara cualidad, esa apariencia de creer que la vida era un asunto para connaisseurs, pero en Ralph era una anomalía, una especie de excrecencia humorística, mientras que en el señor Osmond era la tónica, a la que se ajustaba toda su vida. Isabel estaba lejos de comprenderle por completo; el sentido de sus palabras no siempre era obvio. Por ejemplo, resultaba difícil saber qué quería decir al hablar de su propio lado provinciano, que era precisamente el lado que en opinión de Isabel le faltaba. Y se preguntaba si sería una paradoja dicha por él con el propósito de desconcertarla, o si sería el producto más refinado de una cultura exquisita. Confiaba en esclarecerlo con el tiempo, pues sería cosa sumamente interesante. Si era provinciano el disponer de aquella armonía, ¿en qué estribaba la superioridad de la capital? Creyó Isabel que podría hacerle tal pregunta, a pesar de sentir que su anfitrión era un hombre tímido, ya que una timidez como la suya -la de los nervios a flor de piel y de la fina percepción- era perfectamente compatible con la mejor educación. De hecho, era casi señal de unas pautas y unos cánones fuera de lo vulgar; sin duda estaba seguro de que el estar en primera línea de acción era cosa de gente ordinaria. No era hombre que gozara de un gran aplomo, de esos que charlan y hablan por los codos con esa fluidez propia de los caracteres superficiales; era crítico consigo mismo, como también con los demás y, al exigir mucho a los demás para considerarlos agradables, probablemente contemplaba con ironía lo que él mismo podía ofrecer; algo que demostraba que no era un presuntuoso. De no haber sido tímido, no habría podido realizar aquella conversión sutil, gradual y triunfante de su condición, que constituía todo lo que a la joven le agradaba y la desconcertaba. El preguntarle de improviso qué opinaba de la condesa Gemini era una prueba indiscutible de que sentía interés por Isabel, ya que de sobra conocía a su hermana y de nada le hubiera servido la opinión ajena. Y el hecho de que demostrase tal interés denotaba un espíritu curioso, si bien era un poco singular, que sacrificara el sentimiento fraternal a su curiosidad. Eso era lo más excéntrico de cuanto había hecho.
There were two other rooms, beyond the one in which she had been received, equally full of romantic objects, and in these apartments Isabel spent a quarter of an hour. Everything was in the last degree curious and precious, and Mr. Osmond continued to be the kindest of ciceroni as he led her from one fine piece to another and still held his little girl by the hand. His kindness almost surprised our young friend, who wondered why he should take so much trouble for her; and she was oppressed at last with the accumulation of beauty and knowledge to which she found herself introduced. There was enough for the present; she had ceased to attend to what he said; she listened to him with attentive eyes, but was not thinking of what he told her. He probably thought her quicker, cleverer in every way, more prepared, than she was. Madame Merle would have pleasantly exaggerated; which was a pity, because in the end he would be sure to find out, and then perhaps even her real intelligence wouldn′t reconcile him to his mistake. A part of Isabel′s fatigue came from the effort to appear as intelligent as she believed Madame Merle had described her, and from the fear (very unusual with her) of exposing --not her ignorance; for that she cared comparatively little --but her possible grossness of perception. It would have annoyed her to express a liking for something he, in his superior enlightenment, would think she oughtn′t to like; or to pass by something at which the truly initiated mind would arrest itself. She had no wish to fall into that grotesqueness --in which she had seen women (and it was a warning) serenely, yet ignobly, flounder. She was very careful therefore as to what she said, as to what she noticed or failed to notice; more careful than she had ever been before. Más allá de aquella habitación en donde la había recibido, se hallaban otras dos, llenas asimismo de objetos románticos, en las que Isabel pasó otro cuarto de hora. Todo l o que contenían era sumamente precioso y raro, y el señor Osmond continuó mostrándose un «cicerone» de lo más amable y la condujo de una a otra habitación, llevando todavía a su hija de la mano. Aquella amabilidad casi sorprendía a la joven, que se preguntaba por qué se tomaba el señor Osmond tantas molestias por ella; y al final, aquella acumulación de belleza y saber en que se veía inmersa acabó por abrumarla. Ya era bastante por aquella vez. Había dejado de escuchar lo que él le decía, y aunque lo miraba con atención no pensaba en sus palabras. Probablemente, él la consideraba mucho más avispada, más inteligente y mejor preparada de lo que en realidad era. Acaso madame Merle había exagerado afablemente; lo cual sería una lástima porque, al final, él no dejaríía de descubrirlo; y en tal caso, ni aun la gran inteligencia de la joven conseguiría que él se perdonase su propio error. Parte del cansancio de Isabel provenía del esfuerzo que hacía para parecer tan inteligente como se imaginaba que madame Merle la había descrito, y del temor (muy insólito en ella) de revelar, no ya su ignorancia -cosa que le importaba bastante poco- sino su posible falta de finura en la comprensión. Nada la habría atormentado tanto como dar a entender que le gustaba algo que él, dado sus superiores conocimientos, pensase que no debía gustarle, o no fijarse en algo que una inteligencia cultivada nunca habría pasado por alto. No experimentaba el menor deseo de incurrir en la actitud grotesca en que había visto a algunas mujeres (y eso era una advertencia) zozobrar con tanta serenidad como desdoro. Por ello tenía sumo cuidado con lo que decí 2a, así como con lo que observaba o dejaba de observar, infinitamente más cuidado del que tuviera hasta entonces.
They came back into the first of the rooms, where the tea had been served; but as the two other ladies were still on the terrace, and as Isabel had not yet been made acquainted with the view, the paramount distinction of the place, Mr. Osmond directed her steps into the garden without more delay. Madame Merle and the Countess had had chairs brought out, and as the afternoon was lovely the Countess proposed they should take their tea in the open air. Pansy therefore was sent to bid the servant bring out the preparations. The sun had got low, the golden light took a deeper tone, and on the mountains and the plain that stretched beneath them the masses of purple shadow glowed as richly as the places that were still exposed. The scene had an extraordinary charm. The air was almost solemnly still, and the large expanse of the landscape, with its gardenlike culture and nobleness of outline, its teeming valley and delicately-fretted hills, its peculiarly human-looking touches of habitation, lay there in splendid harmony and classic grace. "You seem so well pleased that I think you can be trusted to come back," Osmond said as he led his companion to one of the angles of the terrace. Después de ese recorrido por las dos habitaciones, volvieron a la primera, donde ya estaba servido el té, pero como las otras damas seguían en la terraza, y dado que Isabel no había tenido aún ocasión de contemplar la vista panorámica -atracción principal de la casa del señor Osmond-, éste la condujo sin demora al jardín. Madame Merle y la condesa habían hecho sacar asientos y, como era una tarde deliciosa, la condesa propuso que tomasen el té al aire libre. Encargaron a Pansy que avisara al criado para que hiciese lo necesario. El sol había ido descendiendo, su luz dorada tenía un tono más intenso, y sobre las montañas y la llanura que se extendían ante la vista se acumula ban sombras purpúreas que resplandecían con la misma brillantez que los lugares todavía iluminados. Un indefinible encanto parecía flotar sobre el panorama. Había en el aire una quietud casi solemne, y la anchura del paisaje, con su cultura ajardinada y su nobleza de diseño, con su fértil valle y sus desgastadas colinas, sus toques de población tan peculiarmente humanos, era toda armonía y gracia clásica. Osmond condujo a Isabel hasta uno de los ángulos de la terraza y allí observó: -Parece usted tan complacida que casi me atrevo a confiar en que se dignará volver.
"I shall certainly come back," she returned, "in spite of what you say about its being bad to live in Italy. What was that you said about one′s natural mission? I wonder if I should forsake my natural mission if I were to settle in Florence." -Seguro que volveré -contestó ella-, aunque usted pretenda que es contraproducente vivir en Italia. ¿Qué era eso que decía acerca de la misión natural de cada uno? No sé si yo faltaría a mi misión natural al establecerme en Florencia.
"A woman′s natural mission is to be where she′s most appreciated." -La misión natural de una mujer es quedarse donde más se la estime.
"The point′s to find out where that is." -El problema está en averiguar qué sitio es ése.
"Very true --she often wastes a great deal of time in the enquiry. People ought to make it very plain to her." -Sin duda... y a veces ella pierde mucho tiempo en esta indagación. Hay que hacérselo comprender.
"Such a matter would have to be made very plain to me, " smiled Isabel. -Por lo menos, a mí habrá que demostrármelo con claridad -dijo Isabel sonriendo.
"I′m glad, at any rate, to hear you talk of settling. Madame Merle had given me an idea that you were of a rather roving disposition. I thought she spoke of your having some plan of going round the world." -Yo celebro, en todo caso, que hable de establecerse aquí. Madame Merle me había hecho pensar que tenía usted un espíritu andariego. Creo que me habló de que usted tenía el proyecto de dar la vuelta al mundo.
"I′m rather ashamed of my plans; I make a new one every day." -La verdad es que me avergüenzo de mis proyectos, porque hago uno nuevo cada día.
"I don′t see why you should be ashamed; it′s the greatest of pleasures." -N o veo por qué habría usted de avergonzarse. No hay placer comparable a ése.
"It seems frivolous, I think," said Isabel. "One ought to choose something very deliberately, and be faithful to that." -A mí entender, parece una frivolidad. Una debe decidirse por algo definido, después de pensarlo bien, y ser fiel a ello.
"By that rule then, I′ve not been frivolous." -Según esta regla, yo no he sido frívolo.
"Have you never made plans?" -¿Usted nunca ha hecho planes?
"Yes, I made one years ago, and I′m acting on it to-day." -Sí. Años atrás hice uno, y hasta el día de hoy sigo realizándolo.
"It must have been a very pleasant one," Isabel permitted herself to observe. -Debió de ser un plan muy agradable -se permitió observar Isabel.
"It was very simple. It was to be as quie t as possible." -Era muy sencillo. Vivir tan tranquilo como me fuera posible.
"As quiet?" the girl repeated. -¿Tranquilo? -repitió la joven.
"Not to worry --not to strive nor struggle. To resign myself. To be content with little." He spoke these sentences slowly, with short pauses between, and his intelligent regard was fixed on his visitor′s with the conscious air of a man who has brought himself to confess something. -Sí. No preocuparme... no ambicionar, no luchar. Resignarme, contentarme con poco. -Dijo esas frases lentamente, espaciándolas con breves pausas, y fijando sus ojos llenos de inteligencia en los de su visitante, con la plena conciencia del hombre que se decide a confesar algo.
"Do you call that simple?" she asked with mild irony. -¿Y a eso le llama usted sencillo? -preguntó ella con suave ironía.
"Yes, because it′s negative." -Sí, porque es negativo.
"Has your life been negative?" -¿Entonces su vida ha sido negativa?
"Call it affirmative if you like. Only it has affirmed my indifference. Mind you, not my natural indifference --I HAD none. But my studied, my wilful renunciation." -Llámela positiva, si le agrada. Aunque sólo ha logrado afirmar mi indiferencia. Pero fíjese bien; no mi indiferencia natural, de la cual carecía, sino mi renunciación voluntaria, estudiada a conciencia.
She scarcely understood him; it seemed a question whether he were joking or not. Why should a man who struck her as having a great fund of reserve suddenly bring him self to be so confidential? This was his affair, however, and his confidences were interesting. "I don′t see why you should have renounced," she said in a moment. Isabel apenas le entendía. Debía desentrañar si hablaba en broma o en serio. ¿Cómo era posible que un hombre, que a sus ojos poseía tantas reservas mentales, se mostrara de pronto tan confi dencial? Sin embargo, eso era asunto de él, y sus confidencias eran realmente interesantes. -La verdad, no veo por qué tenía que renunciar -dijo pasado un momento.
"Because I could do nothing. I had no prospects, I was poor, and I was not a man of genius. I had no talents even; I took my measure early in life. I was simply the most fastidious young gentleman living. There were two or three people in the world I envied --the Emperor of Russia, for instance, and the Sultan of Turkey! There were even moments when I envied the Pope of Rome --for the consideration he enjoys. I should have been delighted to be considered to that extent; but since that couldn′t be I didn′t care for anything less, and I made up my mind not to go in for honours. The leanest gentleman can always consider himself, and fortunately I WAS, though lean, a gentleman. I could do nothing in Italy --I couldn′t even be an Italian patriot. To do that I should have had to get out of the country; and I was too fond of it to leave it, to say nothing of my being too well satisfied with it, on the whole, as it then was, to wish it altered. So I′ve passed a great many years here on that quiet plan I spoke of. I′ve not been at all unhappy. I don′t mean to say I′ve cared for nothing; but the things I′ve cared for have been definite --limited. The events of my life have been absolutely unperceived by any one save myself; getting an old silver crucifix at a bargain (I′ve never bought anything dear, of course), or discovering, as I once did, a sketch by Correggio on a panel daubed over by some inspired idiot." -Porque no podía hacer nada. No tenía grandes perspectivas. Era pobre y no era un genio, ni siquiera tenía grandes cualidades; supe valorarme desde muy joven. Era, sencillamente, el jovencito más descontentadizo de la Tierra. Había dos o tres individuos en el mundo a quienes envidiaba, como el zar de Rusia y el sultán de Turquía. E incluso en ciertos momentos envidiaba al papa de Roma... nada más que por el respeto de que disfruta. Me hubiera agradado gozar de tanta consideración; pero, como eso era imposible tampoco quise conformarme con menos, y resolví no aspirar a honores de ninguna clase. El más menesteroso de los caballeros puede respetarse siempre a sí mism o, y yo, aunque menguado, era por fortuna un caballero. En Italia no podía hacer nada... ni siquiera ser un patriota italiano. Para serlo habría tenido que marcharme del país, y estaba demasiado encariñado con él para abandonarlo; aparte de que me satisfacía demasiado, hablando en términos generales, tal como era entonces, para querer cambiarlo. De manera que me he pasado muchísimos años aquí, en perfecta calma, realizando el plan de que antes le hablé; y puedo decir que no he sido desgraciado del todo. Esto no implica que no me haya interesado por nada, sino que las cosas que me han interesado han sido siempre definidas, limitadas. Los acontecimientos de mi vida han pasado completamente inadvertidos para todos, excepto para mí mismo: adquirir un antiguo crucifijo de plata a precio de ganga (nunca he comprado nada caro, desde luego), o descubrir, como descubrí una vez , un boceto de Correggio en una tabla que un idiota inspirado había emborronado.
This would have been rather a dry account of Mr. Osmond′s career if Isabel had fully believed it; but her imagination supplied the human element which she was sure had not been wanting. His life had been mingled with other lives more than he admitted; naturally she couldn′t expect him to enter into this. For the present she abstained from provoking further revelations; to intimate that he had not told her everything would be more familiar and less considerate than she now desired to be --would in fact be uproariously vulgar. He had certainly told her quite enough. It was her present inclination, however, to express a measured sympathy for the success with which he had preserved his independence. "That′s a very pleasant life," she said, "to renounce everything but Correggio!" Habría sido un recuento bastante árido de la carrera del señor Osmond si Isabel lo hubiera creído a pie juntillas; pero la imaginación de la joven suplió el elemento humano que a buen seguro no había faltado. La vida de Osmond se había mezclado con otras vidas mucho más de lo que él confesaba, aunque, naturalmente, ella no esperaba que entrase en ese tema. Por el momento, Isabel se abstuvo de provocar otras revelaciones; insinuar que él no lo había dicho todo habría sido mostrarse más familiar y menos considerada de lo que ella deseaba mostrarse... habría sido de una vulgaridad escandalosa. Ciertamente él le había dicho ya bastante. Pero, en aquel momento, ella se sentía inclinada a expresarle su enhorabuena por haber logrado conservar su independencia. -Indudablemente, es una vida muy grata renunciar a todo... menos a Correggio.
"Oh, I′ve made in my way a good thing of it. Don′t imagine I′m whining about it. It′s one′s own fault if one isn′t happy." -¡Oh! A mi manera le he sacado partido. No crea que me lamento. Si uno no es feliz, la culpa es suya.
This was large; she kept down to something smaller. "Have you lived here always?" Éste era un pensamiento elevado y ella permaneció en un plano más terrestre. -¿Ha vivido siempre aquí? -preguntó.
"No, not always. I lived a long time at Naples, and many years in Rome. But I′ve been here a good while. Perhaps I shall have to change, however; to do something else. I′ve no l onger myself to think of. My daughter′s growing up and may very possibly not care so much for the Correggios and crucifixes as I. I shall have to do what′s best for Pansy." -No siempre. Viví mucho tiempo en Nápoles y algunos años en Roma, pero aquí llevo ya bastante tiempo. Acaso tenga que cambiar; hacer algo distinto. Ya no puedo pensar sólo en mí. Mi hija está creciendo y es muy posible que los crucifijos y los Correggios le interesen mucho menos que a mí. Tendré que hacer lo que sea más conveniente para ella.
"Yes, do that," said Isabel. "She′s such a dear little girl." -Sí, eso es lo que debe hacer. Es un a criatura encantadora -dijo Isabel.
"Ah," cried Gilbert Osmond beautifully, "she′s a little saint of heaven! She is my great happiness!" -¡Ah! ¡Es una santa bajada del cielo, mi verdadera felicidad! -exclamó Gilbert Osmond.  






CHAPTER 25

25

While this sufficiently intimate colloquy (prolonged for some time after we cease to follow it) went forward Madame Merle and her companion, breaking a silence of some duration, had begun to exchange remarks. They were sitting in an attitude of unexpressed expectancy; an attitude especially marked on the part of the Countess Gemini, who, being of a more nervous temperament than her friend, practised with less success the art of disguising impatience. What these ladies were waiting for would not have been apparent and was perhaps not very definite to their own minds. Madame Merle waited for Osmond to release their young friend from her tete-a-tete, and the Countess waited because Madame Merle did. The Countess, moreover, by waiting, found the time ripe for one of her pretty perversities. She might have desired for some minutes to place it. Her brother wandered with Isabel to the end of the garden, to which point her eyes followed them. Mientras continuaba este coloquio bastante íntimo (que se prolongó más allá del punto en que lo hemos dejado), madame Merle y su compañera, poniendo fin a su silencio de cierta dur ación, comenzaron a intercambiar comentarios. Estaban sentadas en una actitud de silenciosa expectativa, sobre todo la condesa Gemini que, de temperamento mucho más nervioso, no tenía tanta habilidad como su amiga para disimular la impaciencia. Lo que ambas estaban esperando no era cosa fácil de adivinar y tal vez ellas mismas no lo tuvieran muy definido. Madame Merle esperaba a que el señor Osmond liberase a su joven amiga de aquel prolongado téte-á-téte, y la condesa esperaba porque eso hacía madame Merle. No obstante, la condesa, quizás a fuerza de esperar, vio llegado el momento de soltar una de sus lindas perversidades. Quizá llevara unos minutos queriendo colocarla. Mientras su hermano se alejaba con Isabel hasta el extremo del jardín, ella les siguió con la vista y dijo:
"My dear," she then observed to her companion, "you′ll excuse me if I don′t congratulate you!" -Querida, me disculpará si no la felicito. par
"Very willingly, for I don′t in the least know why you should." -¡De muy buen grado, porque no tengo idea de por qué habría usted de felicitarme!
"Haven′t you a little plan that you think rather well of?" And the Countess nodded at the sequestered couple. La condesa, indicando con un movimiento de cabeza a la distante pareja, preguntó: -¿No tiene usted un pequeño plan que le parece muy grato?
Madame Merle′s eyes took the same direction; then she looked serenely at her neighbour. "You know I never understand you very well," she smiled. Los ojos de madame Merle tomaron la misma dirección y, luego, miró serenamente a su vecina. -Ya sabe usted que nunca la comprendo bien del todo -contestó con una sonrisa.
"No one can understand better than you when you wish. I see that just now you DON′T wish." -Sin embargo, cuando quiere, no hay quien comprenda mejor. Pero veo que ahora no quiere.
"You say things to me that no one else does," said Madame Merle gravely, yet without bitterness. -Me dice usted unas cosas que nadie me ha dicho nunca -observó madame Merle con una seriedad desprovista de amargura.
"You mean things you don′t like? Doesn′t Osmond sometimes say such things?" -¿Cosas que no le agradan? ¿No dice Osmond muchas veces cosas por el estilo?
"Wha t your brother says has a point." -Pero tod o lo que dice su hermano tiene una finalidad.
"Yes, a poisoned one sometimes. If you mean that I′m not so clever as he you mustn′t think I shall suffer from your sense of our difference. But it will be much better that you should understand me." -Sí, a veces llena de veneno. Si usted quiere dar a entender que no soy tan inteligente como él, no piense que esa apreciación suya va a causarme desazón; pero será mejor que me entienda.
"Why so?" asked Madame Merle. "To what will it conduce?" -¿Por qué? ¿A qué nos conduciría eso? -preguntó madame Merle.
"If I don′t approve of your plan you ought to know it in order to appreciate the danger of my interfering with it." -Si yo no apruebo su plan, usted debería saberlo para poder medir el peligro que mi intervención podría suponer.
Madame Merle looked as if she were ready to admit that there might be something in this; but in a moment she said quietly: "You think me more calculating than I am." Madame Merle la miró como si estuviera dispuesta a admitir que en eso podía haber algo de verdad; pero, al cabo de un instante, contestó con toda calma: -Usted me cree mucho más calculadora de lo que soy.
"It′s not your calculating I think ill of; it′s your calculating wrong. You′ve done so in this case." -No es de que haga cálculos de lo que me quejo; es que creo que ha calculado usted mal. Por lo menos, en este caso.
"You must have made extensive calculations yourself to discover that." -Mucho tiene que haber calculado usted misma para descubrirlo.
"No, I′ve not had time. I′ve seen the girl but this once," said the Countess, "and the conviction has suddenly come to me. I like her very much." -No, por cierto, porque no he tenido tiempo -dijo la condesa-. Ésta es la única vez que he visto a la muchacha, y he adquirido de pronto ese convencimiento. Me gusta mucho.
"So do I," Madame Merle mentioned. -También a mí -dijo con toda sencillez madame Merle.
"You′ve a strange way of showing it." -Pues tiene usted una extraña manera de demostrarlo.
"Surely I′ve given her the advantage of making your acquaintance." -No me negará que le he hecho un favor a esa chica al presentársela a usted.
"That indeed," piped the Countess, "is perhaps the best thing that could happen to her!" La condesa soltó uno de sus desafinados grititos, diciendo: -Esa es una de la mejores cosas que podrían sucederle.
Madame Merle said nothing for some time. The Countess′s manner was odious, was really low; but it was an old story, and with her eyes upon the violet slope of Monte Morello she gave herself up to reflection. "My dear lady," she finally resumed, "I advise you not to agitate yourself. The matter you allude to concerns three persons much stronger of purpose than yourself." Madame Merle guardó silencio durante un rato. La actitud de la condesa le parecía repulsiva, verdade ramente rastrera, pero eso provenía de una antigua historia; y, fijando los ojos en la ladera color violeta del monte Morello, hizo suavemente esta reflexión: -Le aconsejo que no se agite. El asunto en cuestión concierne a tres personas de voluntad mucho más fuerte que la suya.
"Three persons? You and Osmond of course. But is Miss Archer also very strong of purpose?" -¿Tres personas? Usted y Osmond, desde luego. Pero ¿también la señorita Archer es voluntariosa?
"Quite as much so as we." -Tanto como nosotros.
"Ah then," said the Countess radiantly, "if I convince her it′s her interest to resist you she′ll do so successfully!" -¡Ah! En ese caso -dijo radiante la condesa-, si llego a convencerla de que debe resistir, lo hará admirablemente.
"Resist us? Why do you express yourself so coarsely? She′s not exposed to compulsion or deception." -¿Resistir? ¿Por qué se expresa usted de manera tan burda? Isabel no está expuesta a coacciones ni engaños.
"I′m not sure of that. You′re capable of anything, you and Osmond. I don′t mean Osmond by himself, and I don′t mean you by yourself. But together you′re dangerous --like some chemical combination." -No estoy segura. Usted y Osmond son capaces de todo. No digo Osmond solo, ni tampoco usted sol a. Pero la. verdad, juntos son peligrosos, como una terrible combinación química.
"You had better leave us alone then," smiled Madame Merle. -En este caso, más valdrá que nos deje usted tranquilos -advirtió sonriendo madame Merle.
"I don′t mean to touch you --but I shall talk to that girl." -No pienso meterme con ustedes..., pero hablaré con esa joven.
"My poor Amy," Madame Merle murmured, "I don′t see what has got into your head." -Mi pobre Amy -murmuró madame Merle-, no sé qué se le ha metido en la cabeza.
"I take an interest in her --that′s what has got into my head. I like her." -Me intereso por la joven. Eso es lo que se me ha metido en la cabeza. Me gusta la muchacha.
Madame Merle hesitated a moment. "I don′t th ink she likes you." -Pues no creo que usted le guste a ella -dijo madame Merle tras dudar un breve instante.
The Countess′s bright little eyes expanded and her face was set in a grimace. "Ah, you ARE dangerous --even by yourself!" La condesa abrió de par en par sus brillantes ojillos y en su rostro se perfiló una mueca. -¡Ah! Hasta sola es usted peligrosa.
"If you want her to like you don′t abuse your brother to her," said Madame Merle. -Si usted quiere gustarle, no le hable mal de su herm ano -le aconsejó madame Merle.
"I don′t suppose you pretend she has fallen in love with him in two interviews." -No pretenderá decirme que Isabel se ha enamorado de él en sólo dos encuentros.
Madame Merle looked a moment at Isabel and at the master of the house. He was leaning against the parapet, facing her, his arms folded; and she at present was evidently not lost in the mere impersonal view, persistently as she gazed at it. As Madame Merle watched her she lowered her eyes; she was listening, possibly with a certain embarrassment, while she pressed the point of her parasol into the path. Madame Merle rose from her chair. "Yes, I think so!" she pronounced. Madame Merle contempló un momento a Isabel y al dueño de la casa. Él estaba apoyado contra el parapeto, con los brazos cruzados y de frente a ella; y era evidente que la joven no estaba absorta en el mero panorama impersonal, a pesar de mirarlo con persistencia. Mientras madame Merle la contemplaba, bajó los ojos. Acaso estuviera escuchando con cierta turbación, hincando en la tierra del camino la contera de su sombrilla. Madame Merle se levantó del sillón. -¡Sí, eso creo! -declaró.
The shabby footboy, summoned by Pansy --he might, tarnished as to liver y and quaint as to type, have issued from some stray sketch of old-time manners, been "put in" by the brush of a Longhi or a Goya --had come out with a small table and placed it on the grass, and then had gone back and fetched the tea-tray; after which he had again disappeared, to return with a couple of chairs. Pansy had watched these proceedings with the deepest interest, standing with her small hands folded together upon the front of her scanty frock; but she had not presumed to offer assistance. When the tea-table had been arranged, however, she gently approached her aunt. Convocado por Pansy, el raído lacayo -que, por lo deslustrado de su librea y su aspecto estrafalario, parecía escapado de algún boceto extraviado de antiguas usa nzas, «retocado» por el pincel de un Longhi o de un Goyallegó, al fin,, con una mesita que dejó sobre el césped para volver a buscar el servicio del té, después de lo cual desapareció otra vez y regresó con otras dos sillas. Pansy había observado con interés todas estas idas y venidas, las manos cruzadas delante de su corto vestido; pero no se le había ocurrido proponer su ayuda. No obstante, una vez todo dispuesto, se acercó a su tía para preguntarle:
"Do you think papa would object to my making the tea?" -Tía, ¿ crees que papá me dejará preparar el té?
The Countess looked at her with a deliberately critical gaze and without answering her question. "My poor niece," she said, "is that your best frock?" La condesa la contempló de arriba abajo con una mirada voluntariamente crítica. -Pero sobrinita querida, ¿es éste tu mejor vestido?
"Ah no," Pansy answered, "it′s just a little toilette for common occasions." -¡Oh, no, tía!; es una «toile tte» para las ocasiones corrientes.
"Do you call i t a common occasion when I come to see you? --to say nothing of Madame Merle and the pretty lady yonder." -¿Y te parece corriente la ocasión cuando yo vengo a verte... por no hablar de madame Merle y de esa señorita tan guapa?
Pansy reflected a moment, turning gravely from one of the persons mentioned to the other. Then her face broke into its perfect smile. "I have a pretty dress, but even that one′s very simple. Why should I expose it beside your beautiful things?" Pansy reflexionó un momento, pasando su mirada grave de una a otra de las dos damas. Después apareció en su rostro su sonrisa perfecta. -Tengo un vestido bonito, pero es también muy sencillo. ¿Para qué lo voy a mostrar al lado de estas cosas tan elegantes que llevan ustedes?
"Because it′s the prettiest you have; for me you must always wear the prettiest. Please put it on the next time. It seems to me they don′t dress you so well as they might." -Porque es el más bonito que tienes; para mí debes ponerte siempre lo más bonito. No dejes de ponértelo la próxima vez. Ya veo que no te visten todo lo bien que debieran.
The child sparingly stroked down her antiquated skirt. "It′s a good little dress to make tea --don′t you think? Don′t you believe papa would allow me?" La niña se alisó brevemente la anticuada falda. -¿No te parece un vestido a propósito para servir el t u233é? ¿Crees que papá me dejará hacerlo?
"Impossible for me to say, my child," said the Countess. "For me, your father′s ideas are unfathomable. Madame Merle understands them better. Ask HER." -Me es imposible decírtelo, hijita -dijo la condesa-. Las ideas de tu padre me resultan insondables... Madame Merle las comprende mejor. Pregúntale a ella.
Madame Merle smiled with her usual grace. "It′s a weighty question --let me think. It seems to me it would please your father to see a careful little daughter making his tea. It′s the proper duty of the daughter of the house --when she grows up." Madame Merle sonrió con su gracia habitual. -Es una cuestión muy grave...; déjame pensar. Me parece que a tu papá le agradaría que su hacendosa hijita le preparara el té. Es la obligación de la hija de la casa..., cuando ya es mayor.
"So it seems to me, Madame Merle!" Pansy cried. "You shall see how well I′ll make it. A spoonful for each." And she began to busy herself at the table. -¡Eso me parecía a mí, madame Merle! -exclamó Pansy-. Ya verá lo bien que lo hago; una cucharadita por cabeza... -Y empezó a ajetrearse con las cosas de la merienda.
"Two spoonfuls for me," said the Countess, who, with Madame Merle, remained for some moments watching her. "Listen to me, Pansy," the Countess resumed at last. "I should like to know what you think of your visitor." -Para mí dos cucharaditas -dijo la condesa que, junto con madame Merle, estuvo observándola unos m omentos-. Dime, Pansy -añadió por fin-, ¿qué te parece la señorita que ha venido a visitarte?
"Ah, she′s not mine --she′s papa′s," Pansy objected. -No ha venido a visitarme a mí, sino a papá -contestó Pansy.
"Miss Archer came to see you as well," said Madame Merle. -A ti también -dijo madame Merle, persuasiva.
"I′m very happy to hear that. She has been very polite to me." -Me alegro mucho de saberlo. Ha sido muy amable conmigo.
"Do you like her then?" the Countess asked. par -¿Te gusta, entonces? -preguntó la condesa.
"She′s charming --charming," Pansy repeated in her little neat conversational tone. "She pleases me thoroughly." -Es encantadora, encantadora -repitió Pansy con su pulcro tonillo conversacional-. Me gusta enormemente.
"And how do you think she pleases your father?" -¿Te parece que le gusta también a tu papá?
"Ah really, Countess!" murmured Madame Merle dissuasively. "Go and call them to tea," she went on to the child. -Por favor, condesa -murmuró madame Merle con acento disuasorio-. Anda, avísales que ya está listo el té -añadió dirigiéndose a la muchachita.
"You′ll see if they don′t like it!" Pansy declared; and departed to summon the others, who had still lingered at the end of the terrace. -Ya verá cómo les gusta -declaró Pansy, corriendo a avisar a los otros dos, que seguían conversando al extremo del jardín.
"If Miss Archer′s to become her mother it′s surely interesting to know if the child likes her," said the Countess. -Si la señorita Archer va a ser su madre, es interesante saber si a la niña le agrada -manifestó la condesa.
"If your brother marries again it won′t be for Pansy′s sake," Madame Merle replied. "She′ll soon be sixteen, and after that she′ll begin to need a husband rather than a stepmother." -Si su hermano vuelve a casarse -repuso madame Merle-, no será por darle gusto a su hija. La muchacha va a cumplir dieciséis años, y pronto le hará más falta un marido que una madrastra.
"And will you provide the husband as well?" -¿Se encargará usted de buscarle también marido?
"I shall certainly take an interes t in her marrying fortunately. I imagine you′ll do the same." -Sin duda, pondré el mayor interés en que contraiga un matrimonio acertado. Me imagino que usted hará otro tanto.
"Indeed I shan′t!" cried the Countess. "Why should I, of all women, set such a price on a husband?" -¡Desde luego que no! -exclamó la condesa-. ¿Por qué 8e voy a ser yo, precisamente, quien conceda tanto valor a un marido?
"You didn′t marry fortunately; that′s what I′m speaking of. When I say a husband I mean a good one." -Usted no ha tenido suerte en su matrimonio, a eso me refiero. Cuando digo un marido, quiero decir un buen marido.
"There are no good ones. Osmond won′t be a good one." -No ¡os hay buenos; y Osmond no lo será.
Madame Merle closed her eyes a moment. "You′re irritated just now; I don′t know why," she presently said. "I don′t think you′ll really object either to your brother′s or to your niece′s marrying when the time comes for them to do so; and as regards Pansy I′m confident that we shall some day have the pleasure of looking for a husband for her together. Your large acquaintance will be a great help." Madame Merle cerró los ojos un instante. -Usted está irritada -dijo al poco-, no sé por qué. Estoy segura de que en el fondo no se opone a que se casen su hermano o su sobrina, cuando llegue el momento. Por lo que a Pansy respecta, yo confío en que un día tendremos el placer de buscarle marido las dos juntas. Las muchas relaciones que usted tiene serían de gran utilidad.
"Yes, I′m irritated," the Countess answered. "You often irritate me. Your own coolness is fabulous. You′re a strange woman ." -La verdad, sí, estoy irritada. Usted me irrita a menudo. En cambio, esa frialdad suya es formidable. ¡Qué mujer tan extraña es usted!
"It′s much better that we should always act together," Madame Merle went on. Madame Merle, como si no la hubiese oído, prosiguió: -Como digo, será mucho mejor que actuemos juntas.
"Do you mean that as a threat?" asked the Countess rising. -¿Lo dice como amenaza? -preguntó la condesa, poniéndose en pie.
Madame Merle shook her head as for quiet amusement. "No indeed, you′ve not my coolness!" Madame Merle meneó la cabeza, como si esa pregunta la divirtiera. -¡No, desde luego! ¡No tiene usted la misma frialdad que yo!
Isabel and Mr. Osmond were now slowly coming toward them and Isabel had taken Pansy by the hand. "Do you pretend to believe he′d make her happy?" the Countess demanded. Isabel y el señor Osmond se acercaban despacio hacia ellas; Isabel había tomado a Pansy de la mano. -¿No me dirá que cree que Osmond la haría feliz?    
"If he should marry Miss Archer I suppose he′d behave like a gentleman." -Estoy segura de que, si se casara con la señorita Archer, se conduciría como todo un caballero.
The Countess jerked herself into a succession of attitudes. "Do you mean as most gentlemen behave? That would be much to be thankful for! Of course Osmond′s a gentleman; his own sister needn′t be reminded of that. But does he think he can marry any girl he happens to pick out? Osmond′s a gentleman, of course; but I must say I′ve NEVER, no, no, never, seen any one of Osmond′s pretensions! What they′re all founded on is more than I can say. I′m his own sister; I might be supposed to know. Who is he, if you please? What has he ever done? If there had been anything particularly grand in his origin --if he were made of some superior clay --I presume I should have got some inkling of it. If there had been any great honours or splendours in the family I should certainly have made the most of them: they would have been quite in my line. But there′s nothing, nothing, nothing. One′s parents were charming people of course; but so were yours, I′ve no doubt. Every one′s a charming person now-a-days. Even I′m a charming person; don′t laugh, it has literally been said. As for Osmond, he has always appeared to believe that he′s descended from the gods." La condesa adoptó una serie de poses: -¿Quiere usted decir como se conducen la mayoría de los caballeros? ¡ 1Pues sí que sería de agradecer! Por descontado, Osmond es un caballero; no hace falta que se lo recordemos a su hermana. ¿Pero acaso él cree que puede casarse con la primera muchacha en quien ponga los ojos? Que Osmond es un caballero, de eso no hay la menor duda; pero le aseguro que en la vida he visto a nadie con las pretensiones que tiene Osmond. Lo que no sé es en qué se fundan. Soy su hermana y debería saberlo. Pues confieso que estoy aún en ayunas. Dígame, ¿quién es, qué ha hecho en su vida? Si en sus orígenes hubiera algo verdaderamente extraordinario, si estuviera fabricado de alguna arcilla especial, me imagino que algo de ello me habría tocado a mí. Si en nuestra familia hubiese habido cosas de gran honor o de esplendor deslumbrante, es seguro que yo habría sacado el mejor partido de ellas y que se habrían exteriorizado mejor a través de mí. Pero el caso es que no hay nada, absolutamente nada de eso, nada de nada. Nuestros padres eran gente encantadora, como lo éramos también nosotros. Todo el mundo es hoy gente encantadora; hasta lo soy yo misma.... no se ría usted, lo digo tal como lo siento. Por su parte, Osmond ha actuado siempre como si descendiera de los mismos dioses del olimpo.
"You may say what you please," said Madame Merle, who had listened to this quick outbreak none the less attentively, w e may believe, because her eye wandered away from the speaker and her hands busied themselves with adjusting the knots of ribbon on her dress. "You Osmonds are a fine race --your blood must flow from some very pure source. Your brother, like an intelligent man, has had the conviction of it if he has not had the proofs. You′re modest about it, but you yourself are extremely distinguished. What do you say about your niece? The child′s a little princess. Nevertheless," Madame Merle added, "it won′t be an easy matter for Osmond to marry Miss Archer. Yet he can try." -Usted podrá decir lo que se le antoje -contestó madame Merle, de quien cabía creer que no había prestado menos atención a aquella salida de la condesa pese a haber apartado sus oídos de ella y haberse entretenido en arreglar los lazos de las cintas de su vestido-. Ustedes, los Osmond, son gente de una raza fina, su sangre debe de fluir de una fuente muy pura. Su hermano, con lo inteligente que es, ha abrigado siempre esa convicción aunque no tenga en qué fundamentarla. Usted se muestra harto modesta sobre ello, pero también es sumamente distinguida. Y de su sobrina, ¿qué me dice? Parece una princesita de cuento de hadas. -Se calló un breve instante y prosiguió-: De todas maneras, no crea usted que va a ser cosa tan fácil para Osmond casarse con la señorita Archer. Que pruebe, a ver.
"I hope she′ll refuse him. It will take him down a little." -Espero que ella lo rechace. Eso le hará bajar un poco de su pedestal.
"We mustn′t forget that he is one of the cleverest of men." -Sin embargo, no olvide que es uno de los hombres más brillantes que existen.
"I′ve heard you say that before, but I haven′t yet discovered what he has done." -Ya se lo he oído decir más de una vez, pero el caso es que yo no he podido descubrir lo que hasta ahora ha hecho.
"What he has done? He has done nothing that has had to be undone. And he has known how to wait." -¿Qué ha hecho? Pues no hacer nada que no debiera y saber esperar.
"To wait for Miss Archer′s money? How much of it is there?" -¿Esperar qué, el dinero de la señorita Archer? En resumidas cuentas, ¿cuánto tiene?
"That′s not what I mean," said Madame Merle. "Miss Archer has seventy thousand pounds." -No era eso lo que yo quería decir -contestó madame Merle-. Por lo demás, la señorita Archer tiene sesenta mil libras.
"Well, it′s a pity she′s so charming," the Countess declared. "To be sacrificed, any girl would do. She needn′t be superior." Al oír tal suma, la condesa declaró: -Es una verdadera lástima que sea tan atractiva. Para ser sacrificada, cualquier otra habría estado bien. No tiene por qué ser una mujer superior.
"If she weren′t superior your brother would never look at her. He must have the best." -Si no fuese una mujer superior, su hermano no se dignaría siquiera mirarle a la cara. Él merece llevarse lo mejor.
"Yes," returned the Countess as they went forward a little to meet the others, "he′s very hard to satisfy. That makes me tremble for her happiness!" Se adelantaron al encuentro de los otros madame Merle y la condesa, y ésta concluyó, diciendo: -Sí, es muy difícil de contentar. Eso es precisamente lo que me hace temer por su felicidad.






CHAPTER 26

26

Gilbert Osmond came to see Isabel again; that is he came to Palazzo Crescentini. He had other friends there as well, and to Mrs. Touchett and Madame Merle he was always impartially civil; but the former of these ladies noted the fact that in the course of a fortnight he called five times, and compared it with another fact that she found no difficulty in remembering. Two visits a year had hitherto constituted his regular tribute to Mrs. Touchett′s worth, and she had never observed him select for such visits those moments, of almost periodical recurrence, when Madame Merle was under her roof. It was not for Madame Merle that he came; these two were old friends and he never put himself out for her. He was not fond of Ralph --Ralph had told her so --and it was not supposable that Mr. Osmond had suddenly taken a fancy to her son. Ralph was imperturbab le --Ralph had a kind of loose-fitting urbanity that wrapped him about like an ill-made overcoat, but of which he never divested himself; he thought Mr. Osmond very good company and was willing at any time to look at him in the light of hospitality. But he didn′t flatter himself that the desire to repair a past injustice was the motive of their visitor′s calls; he read the situation more clearly. Isabel was the attraction, and in all conscience a sufficient one. Osmond was a critic, a student of the exquisite, and it was natural he should be curious of so rare an apparition. So when his mother observed to him that it was plain what Mr. Osmond was thinking of, Ralph replied that he was quite of her opinion. Mrs. Touchett had from far back found a place on her scant list for this gentleman, though wondering dimly by what art and what process --so negative and so wise as they were --he had everywhere effectively imposed himself. As he had never been an importunate visit or he had had no chance to be offensive, and he was recommended to her by his appearance of being as well able to do without her as she was to do without him --a quality that always, oddly enough, affected her as providing ground for a relation with her. It gave her no satisfaction, however, to think that he had taken it into his head to marry her niece. Such an alliance, on Isabel′s part, would have an air of almost morbid perversity. Mrs. Touchett easily remembered that the girl had refused an English peer; and that a young lady with whom Lord Warburton had not successfully wrestled should content herself with an obscure American dilettante, a middle-aged widower with an uncanny child and an ambiguous income, this answered to nothing in Mrs. Touchett′s conception of success. She took, it will be observed, not the sentimental, but the political, view of matrimony --a view which has always had much to recommend it. "I trust she won′t have the folly to listen to him," she said to her son; to which Ralph replied that Isabel′s listening was one thing and Isabel′s answering quite another. He knew she had listened to several parties, as his father would have said, but had made them listen in return; and he found much entertainment in the idea that in these few months of his knowing her he should observe a fresh suitor at her gate. She had wanted to see life, and fortune was serving her to her taste; a succession of fine gentlemen going down on their knees to her would do as well as anything else. Ralph looked forward to a fourth, a fifth, a tenth besieger; he had no conviction she would stop at a third. She would keep the gate ajar and open a parley; she would certainly not allow number three to come in. He expressed this view, somewhat after this fashion, to his mother, who looked at him as if he had been dancing a jig. He had such a fanciful, pictorial way of saying things that he might as well address her in the deaf-mute′s alphabet. Gilbert Osmond fue a ver de nuevo a Isabel, es decir, fue al Palazzo Crescentini. Tenía allí, desde luego, otros amigos, y tanto con la señora Touchett como con madame Merle se comportaba siempre con exquisita e imparcial cortesía. La primera de estas dos damas observó que en el transcurso de dos semanas había ido de visita al palacio cinco veces y recordaba que el año anterior, durante todo el tiempo de su estadía en Florencia, no le había hecho más que dos visitas, y no le pareció que precisamente escogiera para hacerlas los momentos en que madame Merle se hallase bajo su techo. Seguramente no iba por madame Merle, pues eran viejos amigos y él no salía exclusivamente para verla. En cuanto a su hijo, la verdad es que no sentía una gran inclinación por él -el mismo Ralph se lo había confesado-, y no era de suponer que, de la noche a la mañana, hubiera cambiado del todo y sintiera ahora un gran interés por el joven enfermo. Por lo demás, Ralph se mantenía imperturbable en su aparentemente perezosa cortesía, que le envolvía como un abrigo mal hecho pero del que nunca se despojaba. Creía que el señor Osmond era un excelente compañero de conversación y no le desagradaba verle de vez en cuando, de modo que lo acogía con hospitalidad. No quería ello decir que se hiciese la ilusión de que el señor Osmon d quisiera reparar su error del año anterior menudeando ahora las visitas; veía con claridad lo que ocurría. La verdadera atracción la constituía Isabel, y eso bastaba como motivo para las visitas. Como Osmond era un crítico, un curioso investigador de todo lo exquisito, nada de extraño tenía que experimentase la natural curiosidad por aquella extraña aparición. De manera que, cuando su madre le dijo que estaba claro como el agua lo que al señor Osmond le interesaba, Ralph contestó que él era de la misma opinión. Desde hacía mucho tiempo, la señora Touchett había reservado un lugar en la lista de sus relaciones para ese caballero, a pesar de barruntar oscuramente mediante qué artes y procedimientos -tan negativos e ingeniosos ambos- había llegado a imponerse dondequiera que se presentara. Como jamás había sido un visitante importuno, no había tenido tiempo ni ocasión de resultar ofensivo y, a sus ojos, destacaba grandemente el hecho de que él podía prescindir de ella, lo mismo que ella podía prescindir por completo de él, cualidad que, por extraña que parezca, era la mejor de todas las que podían aprovecharse para entablar con la señora Touchett una agradable relación. No obstante, no le agradó pensar que se le hubiese metido en la cabeza el casarse con su sobrina. Se le antojaba que, por parte de Isabel, semejante unión parecería el efecto de una perversidad morbosa. La señora Touchett se acordaba perfectamente de que la joven había rechazado a un par inglés; y el hecho de que una muchacha con la que en balde había luchado lord Warburton fuera a contentarse ahora con un oscuro dilettante americano de edad ya madura, con una hija incauta y una renta insuficiente, era algo que no respondía a su idea del éxito en la vida. Como se verá, por lo que al matrimonio concernía, ella no consideraba el asunto desde el punto de vista sentimental, sino político, punto de vista que tiene siempre no poco a su favor. Así, al hablar de ello, le dijo a Ralph: «No creo que Isabel vaya a cometer la locura de escucharle». A lo que el hijo contestó diciendo que una cosa era que Isabel escuchase y otra que respondiera. De sobra sabía él que su prima había escuchado ya varios partidos, como su padre se complacía en decir, pero les había hecho a su vez escucharla; y le divertía grandemente la idea de que en los pocos meses que la conocía hubiese ya otro pretendiente rondándola. Lo que ella necesitaba era conocer la vida, y el hecho de poseer una fortuna le brindaba tal posibilidad y serví 92a su gusto. Unos cuantos pretendientes arrastrándose de rodillas ante ella podrían hacerle tanto bien como cualquier otra cosa. Ralph pensaba ya en el cuarto, en el quinto, quizás en el décimo pretendiente, pues no creía que su prima pudiese hacer alto en el tercero. Mantendría ella siempre su puerta de par en par abierta y se mostraría dispuesta a parlamentar, pero era seguro que no dejaría entrar al número tres para que se quedase. Poco más o menos, éstas fueron las palabras con que Ralph expresó su opinión a su madre, quien parecía mirarle como si le estuviese viendo bailar la jiga. Tenía una manera tan fantástica y pintoresca de decir las cosas que lo mismo hubiera podido dirigirse a ella con el alfabeto de los sordomudos.
"I don′t think I know what you mean," she said; "you use too many figures of speech; I could never understand allegories. The two words in the language I most respect are Yes and No. If Isabel wants to marry Mr. Osmond she′ll do so in spite of all your comparisons. Let her alone to find a fine one herself for anything she undertakes. I know very little about the young man in America; I don′t think she spends much of her time in thinking of him, and I suspect he has got tired of waiting for her. There′s nothing in life to prevent her marrying Mr. Osmond if she only looks at him in a certain way. That′s all very well; no one approves more than I of one′s pleasing one′s self. But she takes her pleasure in such odd things; she′s capable of marrying Mr. Osmond for the beauty of his opinions or for his autograph of Michael Angelo. She wants to be disinterested: as if she were the only person who′s in danger of not being so! Will HE be so disinterested when he has the spending of her money? That was her idea before your father′s death, and it has acquired new charms for her since. She ought to marry some one of whose disinterestedness she shall herself be sure; and there would be no such proof of that as his having a fortune of his own." Al cabo de un momento, ésta dijo: -Me parece que no te entiendo; empleas dema siadas figuras al hablar y yo nunca he podido comprender las alegorías. Para mí las dos únicas palabras del lenguaje dignas de respeto son: sí y no. Y si a Isabel se le mete en la cabeza casarse con el señor Osmond, lo hará pese a todas las imágenes que se te ocurran, a pesar de todas tus comparaciones. Por lo menos, que encuentre por sí sola a la persona apropiada para cada una de las cosas que emprenda. Sé muy poco del joven pretendiente de América, y no creo que ella pierda mucho tiempo pensando en él, por lo que me figuro que se habrá cansado ya de esperarla. Si ella considera deseable a Osmond desde cierto punto de vista, no habrá nada en el mundo capaz de impedirle que se case con él. Me parece perfecto. No hay quien apruebe de mejor grado que yo eso de que una haga lo que le gusta; pero el caso es que a ella le gustan cosas muy raras. Isabel es capaz de casarse con el señor Osmond nada más que por la brillantez de sus ideas o porque posee un autógrafo de Miguel Ángel. Quiere ser absolutamente desinteresada..., como si ella fuese la única persona que estuviera en peligro de no serlo. ¿Lo será tanto él cuando se halle en condiciones de disponer de su dinero? Ésa era la idea de Isabel antes de la muerte de tu padre, y tal idea ha adquirido desde entonces nuevos encantos para ella. Es seguro que no querrá casarse más que con alguien de cuyo desinterés esté perfectamente convencida; y para eso la prueba mejor es que el pretendiente posea también fortuna propia.
"My dear mother, I′m not afraid," Ralph answered. "She′s making fools of us all. She′ll please herself, of course; but she′ll do so by studying human nature at close quarters and yet retaining her liberty. She has started on an exploring expedition, and I don′t think she′ll change her course, at the outset, at a signal from Gilbert Osmond. She may have slackened speed for an hour, but before we know it she′ll be steaming away again. Excuse another metaphor." -Mamá, yo no comparto ninguno de tus temores -contestó Ralph-. Me parece que lo que está haciendo es sencillamente burlarse de nosotros. Que pretende darse gusto, es indudable; pero puedes estar segura de que lo hará estudiando bien de cerca la naturaleza humana y, al mismo tiempo, conservando su libertad. Ha emprendido una expedición de exploradora y no creo que, antes de emprenderla de lleno, se vuelva atrás a una simple seña del señor Osmond. Puede que durante una hora o dos le falte el vapor, pero no tengas la menor duda de que, antes de que nos demos cuenta, ya se habrá puesto en marcha otra vez a toda velocidad. Y perdóname esta otra metáfora.
Mrs. Touchett excused it perhaps, but was not so much reassured as to withhold from Madame Merle the expression of her fears. "You who know everything," she said, "you must know this: whether that curious creature′s really making love to my niece." Puede que la señora Touchett no tuviera inconveniente alguno en excusarla, pero no se sentía tan tranquila como para no comunicar sus temores a madame Merle. -Usted que lo sabe todo -le dijo-, debe saber también eso. ¿Es que, de veras, ese hombre tan curioso le está haciendo la corte a mi sobrina?
"Gilbert Osmond?" Madame Merle widened her clear eyes and, with a full intelligence, "Heaven help us," she exclaimed, "that′s an idea!" Madame Merle abrió de par en par los ojos y con perfecta conciencia de lo que decía, exclamó: -Gilbert Osmond. ¡El cielo nos ampare! ¡Qué ocurrencia!
"Hadn′t it occurred to you?" -¿No se le había ocurrido?
"You make me feel an idiot, but I confess it hadn′t. I wonder," she added, "if it has occurred to Isabel." -Verdaderamente, me está usted haciendo ver lo estúpida que soy, pero′ debo confesar que no se me había ocurrido. Lo que me pregunto es si se le habrá ocurrido a Isabel.
"Oh, I shall now ask her," said Mrs. Touchett. -Voy a preguntárselo -dijo la señora Touchett.
Madame Merle reflected. "Don′t put it into her head. The thing would be to ask Mr. Osmond." Tras un instante de reflexión, madame Merle exclamó: -No vaya usted a metérselo ahora en la cabeza. Lo mejor sería preguntarle al señor Osmond.
"I can′t do that," said Mrs. Touchett. "I won′t have him enquire of me --as he perfectly may with that air of his, giv en Isabel′s situation --what business it is of mine." -No puedo hacer semejante cosa. No quiero exponerme a que me responda, con ese aire suyo tan altivo y en vista de la situación de Isabel, que eso no es cosa mía.
"I′ll ask him myself," Madame Merle bravely declared. -Pues entonces se lo preguntaré yo misma -declaró con decisión madame Merle.
"But what business --for HIM --is it of yours?" -Pero él pensará lo mismo..., que tampoco es cosa de usted.
"It′s being none whatever is just why I can afford to speak. It′s so much less my business than any one′s else that he can put me off with anything he chooses. But it will be by the way he does this that I shall know." -Justamente, ésa es la razón que puedo aducir para atreverme a hablarle. Y a mí me importa mucho menos que a nadie que pueda salir con lo que se le antoje. Pero, según él proceda, podré darme cabal cuenta de todo y conocer su pensamiento.
"Pray let me hear then," said Mrs. Touchett, "of the fruits of your penetration. If I can′t speak to him, however, at least I can speak to Isabel." -Entonces -dijo la señora Touchett-, no deje de comunicarme el resultado de su penetración. Por mi parte, aunque no pueda hablar con él, podré hablar con Isabel.
Her companion sounded at this the note of warning. "Don′t be too quick with her. Don′t inflame her imagination." Al oír tal propósito, madame Merle creyó conveniente hacer una advertencia. -No vaya demasiado lejos con ella. Mire que se expone a inflamarle la imaginación.
"I never did anything in my life to any one′s imagination. But I′m always sure of her doing something --well, not of MY kind." -Yo no le he hecho jamás nada a la imaginación de nadie. De lo que estoy segura es de que ella no hará..., no hará..., bueno, nada de lo que yo haría.
"No, you wouldn′t li ke this," Madame Merle observed without the point of interrogation. -Desde luego, no es precisamente esto lo que a usted le gustaría.
"Why in the world should I, pray? Mr. Osmond has nothing the least solid to offer." -¿Y por qué habría de gustarme, quiere decírmelo, por favor? El señor Osmond no tiene, en realidad, nada sólido que ofrecer.
Again Madame Merle was silent while her thoughtful smile drew up her mouth even more charmingly than usual toward the left corner. "Let us distinguish. Gilbert Osmond′s certainly not the first comer. He′s a man who in favourable conditions might very well make a great impression. He has made a great impression, to my knowledge, more than once." Madame Merle permaneció callada, al tiempo que su inteligente sonrisa le elevaba la boca con mayor encanto que de. costumbre hacia la comisura izquierda. -No confundamos -dijo al fin-. Gilbert Osmond no es ni mucho menos cualquiera. Es un hombre que, en condiciones favorables, puede causar una impresión extraordinaria. Por lo que yo sé, no es la primera vez que la causa.
"Don′t tell me about his probably quite cold-blooded love-affairs; they′re nothing to me!" Mrs. Touchett cried. "What you say′s precisely why I wish he would cease his visits. He has nothing in the world that I know of but a dozen or two of early masters and a more or less pert little daughter." -No me diga nada acerca de sus enredos amorosos puramente carnales; son cosa que no me interesa en absoluto -exclamó la señora Touchett-. Por eso que usted dice es por lo que quisiera que dejase de frecuentar esta casa. Lo único que tiene en el mundo, que yo sepa, es una o dos docenas de tiernos infantes y una hijita más o menos petulante.
"The early masters are now worth a good deal of money," said Madame Merle, "and the daughter′s a very young and very innocent and very harmless person." -Los tiernos infantes -replicó madame Merle valen hoy en día una enorme suma de dinero. Y respecto a la hijita, es una persona muy joven, inocente y totalmente inofensiva.
"In other words she′s an insipid little chit. Is that what you mean? Having no fortune she can′t hope to marry as they marry here; so that Isabel will have to furnish her either with a maintenance or with a dowry." -Dicho de otras palabras: una chiquilla insípida. ¿No es eso lo que quiere usted decir? Y, como no tiene fortuna, no puede confiar en casarse como en este país se casan. De manera que Isabel tendría que mantenerla o dotarla.
"Isabel probably wouldn′t object to being kind to her. I think she likes the poor child." -Me parece que Isabel no tendría inconveniente en mostrarse generosa con ella. Se ve que le ha tomado afecto a la pobre muchachita.
"Another reason then for Mr. Osmond′s stopping at home! Otherwise, a week hence, we shall have my niece arriving at the conviction that her mission in life′s to prove that a stepmother may sacrifice herself --and that, to prove it, she must first become one." -Ahí tiene otra razón para que el señor Osmond se quede tranquilo en su casa. De lo contrario, a lo mejor dentro de una semana nos encontraremos de pronto con que mi sobrina se ha convencido de que su misión en la vida es demostrar que una madrastra puede sacrificarse... y que, para probarlo, debe antes convertirse ella en tal cosa.
"She would make a charming stepmother," smiled Madame Merle; "but I quite agree with you that she had better not decide upon her mission too hastily. Changing the form of one′s mission′s almost as difficult as chan ging the shape of one′s nose: there they are, each, in the middle of one′s face and one′s character --one has to begin too far back. But I′ll investigate and report to you." Madame Merle sonrió. -No hay duda de que sería una madrastra deliciosa; pero estamos de acuerdo, no debe darse prisa en decidir acerca de la misión que le incumbe. Eso de alterar la misión de una es tan difícil como cambiar la forma de su nariz; ambas están ahí plantadas, una ante la cara y la otra en el carácter..., y hay que empezar desde muy atrás para ello. De todos modos, averiguaré lo que haya y la tendré al corriente.
All this went on quite over Isabel′s head; she had no suspicions that her relations with Mr. Osmond were being discussed. Madame Merle had said nothing to put her on her guard; she alluded no more pointedly to him than to the other gentlemen of Florence, native and foreign, who now arrived in considerable numbers to pay their respects to Miss Archer′s aunt. Isabel thought him interesting --she came back to that; she liked so to think of him. She had carried away an image from her visit to his hill-top which her subsequent knowledge of him did nothing to efface and which put on for her a particular harmony with other supposed and divined things, histories within histories: the image of a quiet, clever, sensitive, distinguished man, strolling on a moss-grown terrace abo ve the sweet Val d′Arno and holding by the hand a little girl whose bell-like clearness gave a new grace to childhood. The picture had no flourishes, but she liked its lowness of tone and the atmosphere of summer twilight that pervaded it. It spoke of the kind of personal issue that touched her most nearly; of the choice between objects, subjects, contacts --what might she call them? --of a thin and those of a rich association; of a lonely, studious life in a lovely land; of an old sorrow that sometimes ached to-day; of a feeling of pride that was perhaps exaggerated, but that had an element of nobleness; of a care for beauty and perfection so natural and so cultivated together that the career appeared to stretch beneath it in the disposed vistas and with the ranges of steps and terraces and fountains of a formal Italian garden --allowing only for arid places freshened by the natural dews of a quaint half-anxious, half-helpless fatherhood. At Palazzo Crescentini Mr. Osmond′s manner remained the same; diffident at first --oh self-conscious beyond doubt! and full of the effort (visible only to a sympathetic eye) to overcome this disadvantage; an effort which usually resulted in a great deal of easy, lively, very positive, rather aggressive, always suggestive talk. Mr. Osmond′s talk was not injured by the indication of an eagerness to shine; Isabel found no difficulty in believing that a person was sincere who had so many of the signs of strong conviction --as for instance an explicit and graceful appreciation of anything that might be said on his own side of the question, said perhaps by Miss Archer in especial. What continued to please this young woman was that while he talked so for amusement he didn′t talk, as she had heard people, for "effect." He uttered his ideas as if, odd as they often appeared, he were used to them and had lived with them; old polished knobs and heads and handles, of precious substance, that could be fitt ed if necessary to new walking-sticks --not switches plucked in destitution from the common tree and then too elegantly waved about. One day he brought his small daughter with him, and she rejoiced to renew acquaintance with the child, who, as she presented her forehead to be kissed by every member of the circle, reminded her vividly of an ingenue in a French play. Isabel had never seen a little person of this pattern; American girls were very different --different too were the maidens of England. Pansy was so formed and finished for her tiny place in the world, and yet in imagination, as one could see, so innocent and infantine. She sat on the sofa by Isabel; she wore a small grenadine mantle and a pair of the useful gloves that Madame Merle had given her --little grey gloves with a single button. She was like a sheet of blank paper --the ideal jeune fille of foreign fiction. Isabel hoped that so fair and smooth a page would be covered with an edifying text. Ocurría todo esto sin que la sobrina tuviese la menor noticia, sin que llegase ni remotamente a sospechar que sus relaciones con el señor Osmond estaban sobre el tapete. Madame Merle no había dicho nada que pudiese ponerla en guardia, procurando no aludir a él con mas interés que a cualquiera de los restantes distinguidos caballeros de Florencia, tanto nativos como extranjeros, que acudían cada vez en mayor número a ofrecer sus respetos a la tía de la señorita Archer. A Isabel le parecía un hombre interesante y volvía con frecuencia sobre el tema. Decididamente le gustaba pensar en él en tal forma. De su visita a la casa de la colina había guardado una imagen que los sucesivos encuentros con él no lograban borrar y que a juicio suyo establecía una especial armonía con otras cosas supuestas y adivinada s, historias íntimas dentro de otras historias. Nada borraba la imagen de aquel inteligente, tranquilo, sensible y distinguido caballero, que se paseaba en su digna soledad sobre la tierna grama de su terraza allá en lo alto del suave valle del Arno, llevando de la mano a una muchachita cuya timbrada voz añadía un encanto más a su inocencia. El cuadro que en su imaginación se pintaba carecía de rasgos sobresalientes, de adornos, pero le gustaba precisamente por esa suavidad de tonos y aquella atmósfera de atardecer de estío que parecía envolverla. Un cuadro que le hablaba al espíritu de aquella especie de cuestión personal que más pudiera impresionarla; de la consciente selección entre la gran variedad de objetos, sujetos, contactos..., ¿cómo debería llamarlos?, sujetos a finas y nobles asociaciones; de una vida de estudio en un paíís admirable; de una antigua tristeza que, de vez en cuando, volvía a hacerse sentir; de un sentimiento de orgullo que, si a veces era exagerado, no por ello dejaba de tener una gran nobleza; de una constante preocupación por la belleza, tan natural y al propio tiempo cultivada como las vistas ordenadas, las escalinatas, las terrazas y las fuentes de un jardín italiano..., lugares áridos refrescados por el rocío de una rara paternidad, un tanto intranquila y descorazonada. En el Palazzo Crescentini, el señor Osmond conservaba su misma manera de ser; un tanto desconfiada al comienzo aunque, sin duda alguna, consciente de todo y actuando bajo el esfuerzo, tan sólo perceptible a las miradas simpatizantes, por sobreponerse a tal desventaja, esfuerzo que casi siempre se resolvía con acrecentamiento de su facilidad de palabra, en una conversación, vivida, amena, positiva, agresiva a veces y siempre ext raordinariamente sugestiva..., y sin que en ella apareciese el menor intento del señor Osmond de querer brillar por encima de los demás. No le fue difícil a Isabel creer que era sincera toda persona que presentaba los signos aparentes de una firme convicción, como, por ejemplo, la apreciación explícita y gratuita de algo que manifestaran a favor de lo por él defendido..., tal vez dicho especialmente por la misma señorita Archer. Y lo que más agradaba a la joven era ver que, al hablar de tal manera, por el simple placer de departir y entretener a los demás, no lo hacía, como era en tantos otros costumbre, por producir efecto. Exponía él sus ideas como si, por raras que a veces pudieran parecer, estuviese de siempre habituado a ellas y hubiera vivido siempre con ellas; como si fuesen algo así como viejos puños, pulidas bolas o cabezas de rara y preciosa m ateria susceptibles de ser adaptados al extremo de nuevos bastones..., no varas caídas del árbol corriente y exhibidas luego pretenciosamente como objetos de elegancia suma. Uno de los días en que fue a visitarla, llevó consigo a su hijita. Isabel se alegró mucho de ver de nuevo a la muchacha, quien presentó la frente a todos los allí reunidos para que la besaran, lo que hizo a Isabel acordarse de un ingenuo personaje en una comedia francesa. La joven no había visto jamás una muchachita con tal manera de ser. Las jovencitas americanas eran muy distintas de ella, como igualmente lo eran las inglesas. Pansy estaba perfectamente formada y preparada para el insignificante lugar que habría de tocarle en el mundo y, por lo que a la vista saltaba, era inocente e infantil a más no poder. La muchachita se sentó en el sofá al lado de Isabel. Llevaba un pequeño abrigo de color granate y unos guantes de los varios pares que madame Merle le regalara, guantes grises abrochados con un solo botón. De tal suerte, parecía una verdadera hoja de papel en blanco..., la jovencita ideal de las novelas rosa. Isabel deseó para sus adentros que tal hoja de papel, tan usa y limpia, encontrase una mano que la supiera llenar de hermosas y nobles palabras.
The Countess Gemini also came to call upon her, but the Countess was quite another affair. She was by no means a blank sheet; she had been written over in a variety of hands, and Mrs. Touchett, who felt by no means honoured by her visit, pronounced that a number of unmistakeable blots were to be seen upon her surface. The Countess gave rise indeed to some discussion between the mistress of the house and the visitor from Rome, in which Madame Merle (who was not such a fool as to irritate people by always agreeing with them) availed herself felicitously enough of that large licence [sic}"> of dissent which her hostess permitted as freely as she practised it. Mrs. Touchett had declared it a piece of audacity that this highly compromised character should have presented herself at such a time of day at the door of a house in which she was esteem ed so little as she must long have known herself to be at Palazzo Crescentini. Isabel had been made acquainted with the estimate prevailing under that roof: it represented Mr. Osmond′s sister as a lady who had so mismanaged her improprieties that they had ceased to hang together at all --which was at the least what one asked of such matters --and had become the mere floating fragments of a wrecked renown, incommoding social circulation. She had been married by her mother --a more administrative person, with an appreciation of foreign titles which the daughter, to do her justice, had probably by this time thrown off --to an Italian nobleman who had perhaps given her some excuse for attempting to quench the consciousness of outrage. The Countess, however, had consoled herself outrageously, and the list of her excuses had now lost itself in the labyrinth of her adventures. Mrs. Touchett had never consented to receive her, though the Countess had made overtures of old. Fl orence was not an austere city; but, as Mrs. Touchett said, she had to draw the line somewhere. También la condesa Gemini fue a visitarla, pero eso era harina de otro costal. Ésta no tenía absolutamente nada de hoja en blanco; por lo contrario, eran muchas las manos que en ella habían ya escrito. Y la señora Touchett, que no se sintió honrada con tal visita, pensó que estaba visiblemente salpicada de numerosas manchas. La condesa provocó una discusión entre la dueña de la casa y su amiga venida de Roma, discusión en la que madame Merle (que no cometía la estupidez de resultar cargante a la gente mostrándose siempre de acuerdo con ella) se aprovechó con toda soltura y maña de la autorización de disconformidad que la señora Touchett sabía permitir a los demás tanto como tomársela ella. La señora Touchett había declarado que era de una audacia inaudita eso de que un personaje tan controvertido se hubiera presentado a tal hora del día a la puerta de una casa donde se le estimaba tan poco, como seguramente debía de saber era su caso en el Palazzo Crescentini. Isabel se había enterado ya de la existencia de tal manera de sentir en la casa bajo cuyo techo se albergaba. La opinión allí corriente presentaba a la hermana del señor Osmond como una señora que había llevado a cabo tantas fechorías que ya no se las tenía en cuenta -que es por lo general lo que se busca-, y no eran sino los desperdicios, los restos flotantes de un naufragio, algo así como un tema molesto de conversación en sociedad. La había casado su madre -mujer admirablemente administrativa que sentía por los títulos nobiliarios una estimación que su hija parecía haber arrojado por la borda- con un aristócrata italiano que tal vez le diera motivos para intentar sofocar su conciencia del desvarío. Por lo demás, la condesa se había consolado desaforadamente y, con el tiempo, la lista infinita de sus excusas llegó a quedar perdida en el laberinto de sus aventuras. Aunque, desde hacía mucho tiempo, la condesa había hecho todo lo posible por lograrlo, la señora Touchett no consintió jamás en recibirla. Si Florencia no tenía mucho de ciudad austera, la señora Touchett, como ella solía decir, debía trazar esa ray a de la que no se pasa.
Madame Merle defended the luckless lady with a great deal of zeal and wit. She couldn′t see why Mrs. Touchett should make a scapegoat of a woman who had really done no harm, who had only done good in the wrong way. One must certainly draw the line, but while one was about it one should draw it straight: it was a very crooked chalk-mark that would exclude the Countess Gemini. In that case Mrs. Touchett had better shut up her house; this perhaps would be the best course so long as she remained in Florence. One must be fair and not make arbitrary differences: the Countess had doubtless been imprudent, she had not been so clever as other women. She was a good creature, not clever at all; but since when had that been a ground of exclusion from the best society? For ever so long now one had heard nothing about her, and there could be no b etter proof of her having renounced the error of her ways than her desire to become a member of Mrs. Touchett′s circle. Isabel could contribute nothing to this interesting dispute, not even a patient attention; she contented herself with having given a friendly welcome to the unfortunate lady, who, whatever her defects, had at least the merit of being Mr. Osmond′s sister. As she liked the brother Isabel thought it proper to try and like the sister: in spite of the growing complexity of things she was still capable of these primitive sequences. She had not received the happiest impression of the Countess on meeting her at the villa, but was thankful for an opportunity to repair the accident. Had not Mr. Osmond remarked that she was a respectable person? To have proceeded from Gilbert Osmond this was a crude proposition, but Madame Merle bestowed upon it a certain improving polish. She told Isabel more about the poor Countess than Mr. Osmond had done, and related the h istory of her marriage and its consequences. The Count was a member of an ancient Tuscan family, but of such small estate that he had been glad to accept Amy Osmond, in spite of the questionable beauty which had yet not hampered her career, with the modest dowry her mother was able to offer --a sum about equivalent to that which had already formed her brother′s share of their patrimony. Count Gemini since then, however, had inherited money, and now they were well enough off, as Italians went, though Amy was horribly extravagant. The Count was a low-lived brute; he had given his wife every pretext. She had no children; she had lost three within a year of their birth. Her mother, who had bristled with pretensions to elegant learning and published descriptive poems and corresponded on Italian subjects with the English weekly journals, her mother had died three years after the Countess′s marriage, the father, lost in the grey American dawn of the situation, but reputed o riginally rich and wild, having died much earlier. One could see this in Gilbert Osmond, Madame Merle held --see that he had been brought up by a woman; though, to do him justice, one would suppose it had been by a more sensible woman than the American Corinne, as Mrs. Osmond had liked to be called. She had brought her children to Italy after her husband′s death, and Mrs. Touchett remembered her during the year that followed her arrival. She thought her a horrible snob; but this was an irregularity of judgement on Mrs. Touchett′s part, for she, like Mrs. Osmond, approved of political marriages. The Countess was very good company and not really the featherhead she seemed; all one had to do with her was to observe the simple condition of not believing a word she said. Madame Merle had always made the best of her for her brother′s sake; he appreciated any kindness shown to Amy, because (if it had to be confessed for him) he rather felt she let down their common name. Na turally he couldn′t like her style, her shrillness, her egotism, her violations of taste and above all of truth: she acted badly on his nerves, she was not HIS sort of woman. What was his sort of woman? Oh, the very opposite of the Countess, a woman to whom the truth should be habitually sacred. Isabel was unable to estimate the number of times her visitor had, in half an hour, profaned it: the Countess indeed had given her an impression of rather silly sincerity. She had talked almost exclusively about herself; how much she should like to know Miss Archer; how thankful she should be for a real friend; how base the people in Florence were; how tired she was of the place; how much she should like to live somewhere else --in Paris, in London, in Washington; how impossible it was to get anything nice to wear in Italy except a little old lace; how dear the world was growing everywhere; what a life of suffering and privation she had led. Madame Merle listened with interes t to Isabel′s account of this passage, but she had not needed it to feel exempt from anxiety. On the whole she was not afraid of the Countess, and she could afford to do what was altogether best --not to appear so. Madame Merle se dio a la tarea de defender a la infeliz condesa con mucho empeño y no menor ingenio. No comprendía cómo la señora Touchett quería convertir en víctima propiciatoria a una mujer que, en realidad, no había causado perjuicio a nadie y sólo se dedicó a hacer el bien, aunque de equivocada manera. Indudablemente, una estaba en su derecho de trazar la raya, pero al hacerlo debía procurar que fuese bien recta, y no cabía duda que sería del todo torcida esa raya de tiza que pretendiese dejar fuera a la condesa Gemini. Para proceder así, lo mejor que podía hacer la señora Touchett era cerrar su casa a todo el mundo. Tal vez fuera eso lo mejor mientras permaneciese en Florencia. Había que ser justos y no establecer diferencias arbitrarias. Era indudable que a la condesa podían imp utársele imprudencias; no tenía la suerte de haber sido tan lista como otras mujeres. La pobre era una buena mujer, aunque no inteligente. Por lo demás, ¿desde cuándo era tal cosa un motivo de exclusión de nadie en la más encopetada sociedad? Hacía ya mucho tiempo que no se sabía nada de ella, lo cual permitía pensar que había renunciado a sus antiguos desvaríos..., y la mejor prueba de ello era que deseaba entrar a formar parte del círculo de amigos de la señora Touchett. Por su parte, Isabel no se mezcló para nada en tan interesante discusión, limitándose a recibir con toda amabilidad a la infeliz señora, que, a pesar de todos sus defectos, tenía para ella la gran cualidad de ser hermana del señor Osmond. Como su hermano le gustaba tanto, Isabel creyó lo más natural del mundo que también le gustase la hermana; y, a pesar de la complicación cada día mayor de las cosas, era todavía capaz de persistir en esa su consecuente manera de obrar. Cierto, no le había causado muy buena impresión la condesa cuanto la vio por primera vez en la villa de la colina, pero agradecía la oportunidad que se le presentaba de poder corregir su juicio. ¿Acaso no había dicho el señor Osmond que era una mujer respetable? Tal afirmación por parte del señor Osmond pudiera haber parecido descarada, pero madame Merle supo aderezarla de manera conveniente. Así pues, se complació en referir a Isabel mucho más de lo que el señor Osmond le dijera y le contó la historia del casamiento de la hermana y las consecuencias lamentables que del acto se derivaron. El tal conde pertenecía a una antigua familia toscana, pero con bienes tan escasos que hubo de consi derarse dichoso de poder aceptar a Amy Osmond a despecho de su ya discutible belleza, que aún no había entorpecido su carrera, y con la novia la modesta dote que la madre pudo ofrecerle, una suma equivalente a lo que constituía la parte del hermano en el patrimonio familiar. Después de ello, la condesa Gemini recibió alguna que otra herencia y ahora, para ser italianos, estaban bastante bien, aunque Amy era tremendamente manirrota. El conde era un bruto de la peor especie, que había dado a su mujer toda clase de motivos que justificaban su comportamiento. No tenía hijos, pues los tres que tuviera los perdió antes de haber cumplido un año. Su madre, que se las daba de mujer de gran saber, escribía poemas descriptivos y enviaba crónicas sobre temas italianos a las revistas semanales inglesas, murió tres años después de la boda de la condesa; en cuanto al padre, perdido en el gris amanecer americano de la actual situación y a quien se tenía allí por hombre rico y fuerte, murió mucho antes. Esto era fácilmente apreciable en Gilbert, sostuvo madame Merle. Se podía apreciar que había sido criado y educado por una mujer, aunque, para ser justos con él, cabría suponer que lo educara una mujer más sensata que aquella Corina americana, como se complacía en llamarse a sí misma la señora Osmond. Ésta había traído a sus dos hijos a Italia al año de la muerte del padre, y la señora Touchett se acordaba perfectamente de cómo era al año de su llegada; la consideraba una terrible snob, pero ése era un juicio equivocado de la señora Touchett, porque ella, igual que la señora Osmond, prestaba toda su aprobación a los matrimonios políticos. La conde sa era una buena compañera, y no la mujer superficial que parecía; todo lo que con ella debía hacerse era guardar la mayor incredulidad respecto a cualquier cosa que se le ocurriese decir. Madame Merle había hecho siempre por ella todo lo posible en consideración al hermano, y éste apreciaba grandemente cualquier gentileza que con ella se tuviese, porque, para decir la verdad, pensaba que había desprestigiado un tanto su común apellido. No cabía duda de que a él no podía en modo alguno gustarle su estilo, sus chillidos, su terrible egocentrismo, sus violaciones del buen gusto y sobre todo de la verdad; le sacaba de sus casillas, no era su tipo. Ahora bien, ¿cuál era su tipo? Precisamente todo lo contrario de la condesa; la mujer para quien la verdad es siempre cosa sagrada. Isabel había perdido la cuenta de las veces que en media hora la profanara su visitante; la condesa le había dejado más bien la impresión de proceder con una estúpida sinceridad. En todo el tiempo no hizo otra cosa que hablar casi exclusivamente de sí misma; de cuánto le gustaría tratar a la señorita Archer; de que le encantaría tener una amiga de veras; de lo despreciable que era la gente en Florencia; de lo cansada que estaba ya de tal ciudad; de lo mucho que le gustaría vivir en otro sitio cualquiera como París, Londres o Washington; de lo difícil que era conseguir algo adecuado que ponerse en Italia, con excepción de hermosos encajes antiguos; de lo agradable que en todas partes se estaba volviendo el mundo y de la triste vida que a ella le había tocado llevar. Madame Merle escuchó con gran atención lo referido por Isabel de esta parte de su conversación con la condesa y se dio perfecta cuenta de que había caus ado gran angustia en su amiga. En conjunto, no experimentaba el menor temor por la condesa y podía hacer lo que más conveniente le parecía, que era no aparentarlo.
Isabel had meanwhile another visitor, whom it was not, even behind her back, so easy a matter to patronise. Henrietta Stackpole, who had left Paris after Mrs. Touchett′s departure for San Remo and had worked her way down, as she said, through the cities of North Italy, reached the banks of the Arno about the middle of May. Madame Merle surveyed her with a single glance, took her in from head to foot, and after a pang of despair determined to endure her. She determined indeed to delight in her. She mightn′t be inhaled as a rose, but she might be grasped as a nettle. Madame Merle genially squeezed her into insignific ance, and Isabel felt that in foreseeing this liberality she had done justice to her friend′s intelligence. Henrietta′s arrival had been announced by Mr. Bantling, who, coming down from Nice while she was at Venice, and expecting to find her in Florence, which she had not yet reached, called at Palazzo Crescentini to express his disappointment. Henrietta′s own advent occurred two days later and produced in Mr. Bantling an emotion amply accounted for by the fact that he had not seen her since the termination of the episode at Versailles. The humorous view of his situation was generally taken, but it was uttered only by Ralph Touchett, who, in the privacy of his own apartment, when Bantling smoked a cigar there, indulged in goodness knew what strong comedy on the subject of the all-judging one and her British backer. This gentleman took the joke in perfectly good part and candidly confessed that he regarded the affair as a positive intellectual adventure. He liked Miss S tackpole extremely; he thought she had a wonderful head on her shoulders, and found great comfort in the society of a woman who was not perpetually thinking about what would be said and how what she did, how what THEY did --and they had done things! --would look. Miss Stackpole never cared how anything looked, and, if she didn′t care, pray why should he? But his curiosity had been roused; he wanted awfully to see if she ever WOULD care. He was prepared to go as far as she --he didn′t see why he should break down first. Mientras tanto, Isabel había recibido la visita de otra persona a quien no era tan fácil, ni aun sin saberlo ella, proteger: Henrietta Stackpole. Ésta había dejado París tras la partida de la señora Touchett para San Remo, y camino del sur, como ella decía, había pasado por las ciudades del norte de Italia hasta llegar a orillas del Arno a mediados del mes de mayo. Madame Merle la examinó con una sola ojeada de los pies a la cabeza y, con todo el sentimiento de su alma, se decidió a soportarla. Estaba, pues, dispuesta a chancearse de ella. Ciertamente no era posible aspirarla como a una rosa; habría, pues, que agarrarla como a una ortiga. Con gran ingenio, madame Merle s upo sumirla en la insignificancia, e Isabel sintió que, al adivinar tal posibilidad, había hecho estricta justicia a la superior inteligencia de su amiga. La llegada de Henrietta la había anunciado el señor Bantling, quien había llegado allí desde Niza mientras ella permanecía en Venecia y habiendo creído que la hallaría en Florencia (cosa que no ocurrió), fue al Palazzo Crescentini para mostrar su decepción ante aquel retraso. La llegada de Henrietta tuvo lugar dos días después, y puede calcularse la emoción que produjo en el señor Bantling si se tiene en cuenta que no había vuelto a verla desde el romántico episodio de Versalles. Todos se hicieron perfectamente cargo del lado humorístico del caso, pero el único que a ello se refirió fue Ralph Touchett cuando, a solas con él y fumando un magnífico habano, el señor Bantling se enteró de la comedia que los otros representaban al juzgar a la periodista y a su protector británico. El caballero inglés tomó también la cosa por el lado bueno y confesó ingenuamente que en todo ello no había de positivo más que una aventura puramente intelectual. La señorita Stackpole le gustaba extraordinariamente, no lo negaba; creía que tenía una cabeza admirablemente asentada sobre los hombros y se complacía grandemente en andar con una mujer que no estaba a todas horas pendiente del qué dirán, de cómo tomarían lo que ella había hecho y de cómo hacían los demás las cosas que hacían. A la señorita Stackpole le tenía completamente sin cuidado cómo podría parecer o dejar de parecer una cosa; y, si a ella no le importaba, ¿por qué razón le había de importar a él? De modo que estaba decidido a llegar tan lejos como ella llegase, y no veía por qué motivo tendría que darse él por vencido.
Henrietta showed no signs of breaking down. Her prospects had brightened on her leaving England, and she was now in the full enjoyment of her copious resources. She had indeed been obliged to sacrifice her hopes with regard to the inner life; the social question, on the Continent, bristled with difficulties even more numerous than those she had encountered in England. But on the Continent there was the ou ter life, which was palpable and visible at every turn, and more easily convertible to literary uses than the customs of those opaque islanders. Out of doors in foreign lands, as she ingeniously remarked, one seemed to see the right side of the tapestry; out of doors in England one seemed to see the wrong side, which gave one no notion of the figure. The admission costs her historian a pang, but Henrietta, despairing of more occult things, was now paying much attention to the outer life. She had been studying it for two months at Venice, from which city she sent to the _Interviewer_ a conscientious account of the gondolas, the Piazza, the Bridge of Sighs, the pigeons and the young boatman who chanted Tasso. The _Interviewer_ was perhaps disappointed, but Henrietta was at least seeing Europe. Her present purpose was to get down to Rome before the malaria should come on --she apparently supposed that it began on a fixed day; and with this design she was to spend at pre sent but few days in Florence. Mr. Bantling was to go with her to Rome, and she pointed out to Isabel that as he had been there before, as he was a military man and as he had had a classical education --he had been bred at Eton, where they study nothing but Latin and Whyte-Melville, said Miss Stackpole --he would be a most useful companion in the city of the Caesars. At this juncture Ralph had the happy idea of proposing to Isabel that she also, under his own escort, should make a pilgrimage to Rome. She expected to pass a portion of the next winter there --that was very well; but meantime there was no harm in surveying the field. There were ten days left of the beautiful month of May --the most precious month of all to the true Rome lover. Isabel would become a Rome-lover; that was a foregone conclusion. She was provided with a trusty companion of her own sex, whose society, thanks to the fact of other calls on this lady′s attention, would probably not be oppressive . Madame Merle would remain with Mrs. Touchett; she had left Rome for the summer and wouldn′t care to return. She professed herself delighted to be left at peace in Florence; she had locked up her apartment and sent her cook home to Palestrina. She urged Isabel, however, to assent to Ralph′s proposal, and assured her that a good introduction to Rome was not a thing to be despised. Isabel in truth needed no urging, and the party of four arranged its little journey. Mrs. Touchett, on this occasion, had resigned herself to the absence of a duenna; we have seen that she now inclined to the belief that her niece should stand alone. One of Isabel′s preparations consisted of her seeing Gilbert Osmond before she started and mentioning her intention to him. Por su parte, Henrietta no daba tampoco señal alguna de darse por vencida. Sus perspectivas habían mejorado al abandonar Inglaterra y ahora se hallaba en pleno disfrute de abundantes recursos económicos. Ni que decir tiene que se había visto forzada a renunciar a sus deseos de penetrar en la vida íntima de las gentes. La vida de sociedad le presentaba en el continente dificultades todavía mayores de las que había hallado en Inglaterra. Pero, en compensación de ello, en el continente existía la vida exterior, palpable y visible por doquier y mucho más fácilmente transformable en materia literaria que las costumbres de los opacos isle ños británicos. En los demás países, como ella decía con harto ingenio, si se contempla la vida externa, parece que una está viendo el lado derecho del tapiz, mientras que en Inglaterra parece que esté una viendo el revés y con ello adquiere una falsa idea de las figuras. No poca pena hubo de costarle a su historiadora tener que reconocerlo; mas Henrietta, descorazonada por otras cosas más ocultas, consagraba ya mayor atención a la vida externa. En Venecia había estado estudiándola durante dos meses y desde allí envió al Interviewer una serie de brillantes crónicas acerca de las góndolas, de la Piazza, del puente de los Suspiros, de las palomas de San Marcos y del bello gondolero cantando, mientas rema, poemas de Tasso. Tal vez el Interviewer sufriera con ello una decepción, pero, por lo pronto, ella estaba conociendo Europa. Su actual p royecto era ir a Roma antes de que comenzase allí la temporada de la malaria -por lo visto se imaginaba que debía comenzar un día determinado-, y, gracias a tal proyecto, había pasado por Florencia, donde pensaba detenerse unos días. Iría a Roma acompañada del señor Bantling, y le hizo saber a Isabel que, como éste conocía la gran urbe, era militar y había recibido una formación clásica -lo educaron en Eton, donde no se estudiaba más que latín y White-Melville, según dijo ella-, podría serle sumamente útil en la ciudad de los césares. Se le ocurrió entonces a Ralph proponer a Isabel que ella, a quien él tendría mucho gusto en servir de guía, hiciese también un viaje a Roma aprovechando tal coyuntura. Pensaba su prima pasar en la ciudad santa gran parte del invierno, cosa que a éél le parecía muy bien pero eso no impedía que hicieran una breve excursión anticipada. Quedaban todavía diez días del mes de mayo, el más hermoso de todos los meses para el verdadero amante de las cosas de Roma. Era indudable, así lo creían ellos, que Isabel se convertiría inmediatamente en una entusiasta de Roma. Podía, además, contar con la compañía de una persona de confianza y de su propio sexo, que, dadas las otras atenciones que sobre ella pesaban, no habría de resultarle en exceso molesta. Madame Merle se quedaría con la señora Touchett, puesto que había dejado definitivamente Roma durante los meses de verano y no tenía pensamiento de volver allí por ahora. Su casa estaba ya cerrada y la cocinera en Palestrina, su pueblo de la campiña romana. Madame Merle aconsejó a Isabel que aceptara la propue sta de Ralph, asegurándole que no era cosa de despreciar un buen guía en su primera visita a la espléndida ciudad. No precisaba Isabel que se la instase mucho a acceder, de suerte que los miembros integrantes de la expedición empezaron a hacer los preparativos para llevarla a cabo. Se resignó la señora Touchett en tal ocasión a la idea de no hacer acompañar a la sobrina por una «dueña», pues ya hemos visto que había acabado por adaptarse al hecho de que su sobrina se las arreglara sola. Uno de los preliminares del viaje, por lo que a Isabel atañía, consistió en ver a Gilbert Osmond y comunicarle su proyecto.
"I should like to be in Rome with you," he commented. "I should like to see you on that wonderful ground." Al oírlo, se limitó Osmond a contestar: -Me agradaría infinito estar en Roma con usted; me encantaría verla en esa tierra maravillosa.
She scarcely faltered. "You might come then." -No tiene más que venir -replicó ella, casi titubeando.
"But you′ll have a lot of people with you." -Habrá mucha gente con usted.
"Ah," Isabel admitted, "of course I shall not be alone." -Desde luego, sola no voy a estar -admitió Isabel.
For a moment he said nothing more. "You′ll like it," he went on at last. "They′ve spoiled it, but you′ll rave about it." Él permaneció callado un instante y, al fin, dijo:    -Le gustará enormemente. A pesar de lo mucho que la han echado a perder, quedará usted embrujada por la ciudad.
"Ought I to dislike it because, poor old dear --the Niobe of Nations, you know --it has been spoiled?" she asked. -¿Dejaría acaso de gustarme por el hecho de que a la pobre, esa Niobe de las naciones, como usted sabe, la hayan echado a perder?
"No, I think not. It has been spoiled so often," he smiled. "If I were to go, what should I do with my little girl?" -No lo creo. ¡Tantas veces la han echado a perder en épocas sucesivas! Pero si me decidiese a ir, ¿qué haría con mi hijita?
"Can′t you leave her at the villa?" -¿No puede dejarla en la villa?
"I don′t know that I like that --though there′s a very good old woman who looks after her. I can′t afford a governess." -No sé hasta qué punto me agradaría hacerlo..., por m_225ás que hay una buena mujer, de edad respetable, que la cuida; mis medios no me permiten tener una institutriz.
"Bring her with you then," said Isabel promptly. -¡Pues entonces, llévela con usted! -replicó Isabel con gran vivacidad.
Mr. Osmo nd looked grave. "She has been in Rome all winter, at her convent; and she′s too young to make journeys of pleasure." El pareció pensar seriamente el asunto y contestó: -Ha estado todo el invierno en el convento, y es todavía demasiado joven para hacer viajes de placer.
"You don′t like bringing her forward?" Isabel enquired. -¿No le gusta hacerle ver el mundo? -preguntó Isabel.
"No, I think young girls should be kept out of the world." -No. Me parece que a las jovencitas hay que mantenerlas alejadas de él.
"I was brought up on a different system." -A mí me criaron de un modo completamente distinto.
"You? Oh, with you it succeeded, because you --you were exceptional." -¿A usted? Bueno, con usted dio buen resultado porque usted es excepcional.
"I don′t see why," said Isabel, who, however, was not sure there was not some truth in the speech. -No sé en qué -dijo Isabel, quien, a pesar de ello, no estaba segura de que su amigo no hubiese dicho una verdad.
Mr. Osmond didn′t explain; he simply went on: "If I thought it would make her resemble you to join a social group in Rome I′d take her there to-morrow." El señor Osmond, sin pararse a explicar sus palabras, continuó: -Si yo creyese que ponerla en contacto con determinado grupo social en Roma le iba a hacer parecerse a usted, mañana mismo la llevaba.
"Don′t make her resemble me," said Isabel. "Keep her like herself." -No quiero que se parezca a mí. Consérvela tal como es.
"I might send her to my sister," Mr. Osmond observed. He had almost the air of asking advice ; he seemed to like to talk over his domestic matters with Miss Archer. -Podría también confiársela a mi hermana -dijo el señor Osmond como quien pide consejo. Se diría que experimentaba placer al hablar de estos pequeños asuntos domésticos con la señorita Archer.
"Yes," she concurred; "I think that wouldn′t do much towards making her resemble me!" Isabel coincidió con él, y añadió: -Sí. Creo que, dejándola con ella, no llegará a parecerse mucho a mí.
After she had left Florence Gilbert Osmond met Madame Merle at the Countess Gemini′s. There were other people present; the Countess′s drawing-room was usually well filled, and the talk had been general, but after a while Osmond left his place and came and sat on an ottoman half-behind, half-beside Madame Merle′s chair. "She wants me to go to Rome with her," he remarked in a low voice. Después de que ella se hubo marchado de Florencia, Gilbert Osmond se encontró un día con madame Merle en casa de la condesa Gemini. Había allí varias personas más, pues el salón de la condesa Gemini estaba siempre bastante concurrido. Como la conversación era general, el señor Osmond aprovechó la circunstancia para acercarse a madame Merle y sentarse en una otomana próxima, un poco detrás del sillón por ella ocupado. Una vez allí, le dijo en voz baja: -Quiere que vaya a Roma con ella.
"To go with her?" -¿Que vayas con ella?
"To be there while she′s there. She proposed it." -Es decir, que esté allí mientras ella esté.
"I suppose you mean that you proposed it and she assented." -¿No querrás decir que se lo propusiste y ella aceptó?
"Of course I gave her a chance. But she′s encouraging --she′s very encouraging." -Desde luego, yo di pie. Pero, la verdad, ella se muestra muy alentadora..., verdaderamente alentadora.
"I rejoice to hear it --bu t don′t cry victory too soon. Of course you′ll go to Rome." -Me alegro mucho de o u237ír lo que dices. De todos modos, no cantes victoria demasiado pronto. De momento, lo que debes hacer es ir a Roma.
"Ah," said Osmond, "it makes one work, this idea of yours!" -Hay que ver el trabajo que le da a uno esa idea -comentó Osmond.
"Don′t pretend you don′t enjoy it --you′re very ungrateful. You′ve not been so well occupied these many years." -No trates de hacerme creer que no te gusta..., eres un ingrato. En todos estos años no has tenido ninguna ocupación tan agradable.
"The way you take it′s beautiful," said Osmond. "I ought to be grateful for that." -Es admirable la manera en que te lo tomas. Ahora resulta que tengo que estarte agradecido por esto.
"Not too much so, however," Madame Merle answered. She talked with her usual smile, leaning back in her chair and looking round the room. "You′ve made a very good impression, and I′ve seen for myself that you′ve received one. You′ve not come to Mrs. Touchett′s seven times to oblige me." -Pero no demasiado, por supuesto -replicó madame Merle. Hablaba con su habitual sonrisa, apoyándose en el respaldo del sillón y mirando en todas direcciones-. Has causado muy buena impresión -dijo-, y con mis propios ojos he visto que la recibida por ti no ha sido menos buena. Estoy segura de que no has ido siete veces al Palazzo Crescentini con el solo objeto de serme agradable a mí′92.
"The girl′s not disagreeable," Osmond quietly conceded. -La muchacha no es antipática -declaró tranquilamente Osmond.
Madame Merle dropped her eye on him a moment, during which her lips closed with a certain firmness. "Is that all you can find to say about tha t fine creature?" Madame Merle le miró fijamente un instante, apretó los labios con dureza y preguntó: -¿Eso es todo lo que se te ocurre decir de esa encantadora criatura?
"All? Isn′t it enough? Of how many people have you heard me say more?" -¿Cómo todo? ¿No te parece bastante? ¿De cuántos me has oído decir eso ni muchísimo menos?
She made no answer to this, but still presented her talkative grace to the room. "You′re unfathomable," she murmured at last. "I′m frightened at the abyss into which I shall have cast her." Madame Merle no respondió a tales palabras y volvió su agradable rostro al resto de la concurrencia. -Eres verdaderamente fantástico -dijo al cabo de unos instantes-. Me da miedo pensar en el abismo a que la he precipitado.
He took it almost gaily. "You can′t draw back --you′ve gone too far." Pareció que a él la cosa le divertía, y dijo: -Ya no puedes volverte atrás..., has ido demasiado lejos.
"Very good; but you must do the rest yourself." -Está bien. Pues, entonces, haz tú el resto.
"I shall do it," said Gilbert Osmond. -Lo haré -afirmó Gilbert Osmond.
Madame Merle remained silent and he changed his place again; but when she rose to go he also took leave. Mrs. Touchett′s victoria was awaiting her guest in the court, and after he had helped his friend into it he stood there detaining her. "You′re very indiscreet," she said rather wearily; "you shouldn′t have moved when I did." Madame Merle se calló y él volvió a cambiar de sitio; pero, cuando ella se levantó para marcharse, también él se despidió. La berlina de la señora Touchett estaba esperando a su amiga en el patio y él, después de ayudarla a subir, permaneció allí deteniéndola. -Has sido muy indiscreto -le dijo madame Merle con cierto enojo-. No has debido moverte al marcharme yo.
He had taken off his ha t; he passed his hand over his forehead. "I always forget; I′m out of the habit." El se había quitado el sombrero. Se pasó la mano por la frente y dijo casi confuso: -Siempre lo olvido. He perdido ya la costumbre.
"You′re quite unfathomable," she repeated, glancing up at the windows of the house, a modern structure in the new part of the town. -Eres verdaderamente fantástico -repitió ella mirando hacia las ventanas de la casa, que era uno de los recientes e dificios de la parte nueva de la ciudad.
He paid no heed to this remark, but spoke in his own sense. "She′s really very charming. I′ve scarcely known any one more graceful." Él pareció no darse cuenta de aquella observación y dijo como si hablase para sí: -Verdaderamente, es encantadora. No he conocido jamás una criatura tan agradable.
"It does me good to hear you say that. The better you like her the better for me." -No sabes cómo me gusta oírte decir eso. Cuanto más te guste a ti, mejor para mí.
"I like her very much. She′s all you described her, and into the bargain capable, I feel, of great devotion. She has only one fault." -Me gusta extraordinariamente. Es exactamente tal cual la describiste y, por añadidura, capaz, por lo menos así me lo parece, de gran afecto. No tiene más que un defecto.
"What′s that?" -¿Puede saberse cuál?
"Too many ideas." -Demasiadas ideas.
"I warned you she was clever." -Ya te advertí que era una mujer muy inteligente.
"Fortunately they′re very bad ones," said Osmond. -Por suerte, son muy malas -replicó Osmond.
"Why is that fortunate?" -¿En qué consiste entonces la suerte?
"Dame, if they must be sacrificed!" -¡Diantre! ¡Si hay que sacrificarlas, más vale que sean malas!
Madame Merle leaned back, looking straight before her; then she spoke to the coachman. But her friend again detained her. "If I go to Rome what shall I do with Pansy?" Madame Merle se apoyó en el respaldo y fijó la vista delante para dar órdenes al cochero. Antes de que lo hiciese, su amigo la detuvo nuevamente. -¿Qué voy a hacer con Pansy, en caso de que vaya a Roma? -preguntó.
"I′ll go and see her," said Madame Merle. -Yo me ocuparé de eso -contestó madame Merle-. Iré a verla.






CHAPTER 27

27

I may not attempt to report in its fulness our young woman′s response to the deep appeal of Rome, to analyse her feelings as she trod the pavement of the Forum or to number her pulsations as she crossed the threshold of Saint Peter′s. It is enough to say that her impression was such as might have been expected of a person of her freshness and her eagerness. She had always been fond of history, and here was history in the stones of the street and the atoms of the sunshine. She had an imagination that kindled at the mention of great deeds, and wherever she turned some great deed had been acted. These things strongly moved her, but moved her all inwardly. It seemed to her companions that she talked less than usual, and Ralph Touchett, when he appeared to be looking listlessly and awkwardly over her head, was really dropping on her an intensity of ob servation. By her own measure she was very happy; she would even have been willing to take these hours for the happiest she was ever to know. The sense of the terrible human past was heavy to her, but that of something altogether contemporary would suddenly give it wings that it could wave in the blue. Her consciousness was so mixed that she scarcely knew where the different parts of it would lead her, and she went about in a repressed ecstasy of contemplation, seeing often in the things she looked at a great deal more than was there, and yet not seeing many of the items enumerated in her Murray. Rome, as Ralph said, confessed to the psychological moment. The herd of reechoing tourists had departed and most of the solemn places had relapsed into solemnity. The sky was a blaze of blue, and the plash of the fountains in their mossy niches had lost its chill and doubled its music. On the corners of the warm, bright streets one stumbled on bundles of flowers. Our friends had gone one afternoon --it was the third of their stay --to look at the latest excavations in the Forum, these labours having been for some time previous largely extended. They had descended from the modern street to the level of the Sacred Way, along which they wandered with a reverence of step which was not the same on the part of each. Henrietta Stackpole was struck with the fact that ancient Rome had been paved a good deal like New York, and even found an analogy between the deep chariot-ruts traceable in the antique street and the overjangled iron grooves which express the intensity of American life. The sun had begun to sink, the air was a golden haze, and the long shadows of broken column and vague pedestal leaned across the field of ruin. Henrietta wandered away with Mr. Bantling, whom it was apparently delightful to her to hear speak of Julius Caesar as a "cheeky old boy," and Ralph addressed such elucidations as he was prepared to offer to the attentive e ar of our heroine. One of the humble archaeologists who hover about the place had put himself at the disposal of the two, and repeated his lesson with a fluency which the decline of the season had done nothing to impair. A process of digging was on view in a remote corner of the Forum, and he presently remarked that if it should please the signori to go and watch it a little they might see something of interest. The proposal commended itself more to Ralph than to Isabel, weary with much wandering; so that she admonished her companion to satisfy his curiosity while she patiently awaited his return. The hour and the place were much to her taste --she should enjoy being briefly alone. Ralph accordingly went off with the cicerone while Isabel sat down on a prostrate column near the foundations of the Capitol. She wanted a short solitude, but she was not long to enjoy it. Keen as was her interest in the rugged relics of the Roman past that lay scattered about her and in whi ch the corrosion of centuries had still left so much of individual life, her thoughts, after resting a while on these things, had wandered, by a concatenation of stages it might require some subtlety to trace, to regions and objects charged with a more active appeal. From the Roman past to Isabel Archer′s future was a long stride, but her imagination had taken it in a single flight and now hovered in slow circles over the nearer and richer field. She was so absorbed in her thoughts, as she bent her eyes upon a row of cracked but not dislocated slabs covering the ground at her feet, that she had not heard the sound of approaching footsteps before a shadow was thrown across the line of her vision. She looked up and saw a gentleman --a gentleman who was not Ralph come back to say that the excavations were a bore. This personage was startled as she was startled; he stood there baring his head to her perceptibly pale surprise. Lejos de mí intentar describir la profunda impresión que Roma produjo en nuestra joven heroína, analizar sus sentimientos mientras pisaba las losas del Foro o contar sus pulsaciones cuando desembocó en la plaza de San Pedro ante el Vaticano. Baste, pues, decir que su impresión fue la que no podía por menos de esperarse de una persona de su frescura y entusiasmo. La historia le había interesado siempre extraordinariamente, y he aquí que tenía ante sus ojos la historia viva, por dondequiera que fuese, en las piedras de la ciudad y hasta en los átomos de la misma luz del sol. Poseía una imaginación que se inflamaba ante la simple relación de los grandes hechos, y de aquí que dondequiera que se volviese hallaba vestigios de hechos sublimes que allí se realizaran. Todo cuanto veía la conmovía, pero sólo en su interior. Sus compañeros se figuraban que hablaba menos que de costumbre y, cuando Ralph Touchett parecía estar mirando torpe e indiferentemente por encima de su cabeza, lo que hacía era observarla con gran intensidad. Ella se sentía por sí sola sumamente feliz, incluso se forjaba la idea de que aquellas horas eran las más felices que en toda su vida disfrutara. Si bien pesaba en su ánimo el terrible pasado de la humanidad, tenía el presentimiento de que algo totalmente contemporáneo podría prestarle de nuevo las alas que lo hicieran volar otra vez al empíreo azul. El acervo de sus conocimientos se le antojaba ahora tan embrollado que no podía saber adonde acabarían por arrastrarla las diferentes partes que lo componían; y andaba de un lado para otro de la ciudad como en continuo éxtasis contenido, en ese éxtasis de contemplación que hace ver en las cosas admiradas mucho más de lo que en realidad hay en ellas, éxtasis que, por otra parte, no le dejaba tiempo para ver todas las otras cosas que su guía Murray recomendaba. Como Ralph decía, Roma se entregaba de lleno al momento psicol ógico. Por fortuna, habían ya desaparecido los rebaños de turistas, y los lugares más solemnes de la ciudad se revestían de nuevo de su augusta solemnidad. El cielo era todo un inmenso fulgor azul y el chapoteo de las innumerables fuentes en sus tazas musgosas de mármol había perdido su frialdad y redoblado la sugestión de su música incesante. En las esquinas de las templadas y rumorosas calles y en las escalinatas de ciertas plazas tenía uno que andar entre montones de flores. Una de aquellas tardes, la tercera después de su llegada, habían ido nuestros amigos a presenciar las excavaciones del Foro Romano, que entonces comenzaban a cobrar gran importancia, y habían bajado desde la calle moderna al nivel de la Vía Sacra, por la que caminaron algunos de ellos con paso respetuoso que no todos supieron adoptar. A Henrietta Stackpole le llamó profundament e la atención el hecho de que Roma estuviese en gran parte pavimentada como Nueva York, e incluso creía ver cierta analogía entre las hondas rodadas de los históricos carros en las antiguas calles legendarias y las chillonas planchas de hierro de las calles neoyorquinas que denotan la intensidad de la vida norteamericana. Era el momento en que el sol había empezado a descender, en que el aire era como una exquisita bruma transparente de oro, y las alargadas sombras de las columnas truncas y de los inmóviles pedestales yacían en el centro del campo de las ruinas. Henrietta vagaba en compañía del señor Bantling, a todas luces encantada de oírle tachar a Julio César de sinvergonzón, y, por su parte, Ralph prodigaba a nuestra heroína todos los esclarecimientos que para su uso particular había preparado. Un modesto arqueólogo de los que suelen vagar por aquellos lugares se puso a disposición de los dos y repitió la lección aprendida con una extraordinaria fluidez de palabra que en nada había mermado, por lo visto, lo avanzado de la estación. En uno de los extremos del Foro estaban llevando a cabo una excavación, y el arqueólogo sugirió a los signori que fuesen allá, pues tal vez pudieran ver algo de gran interés. La insinuación fue mucho mejor acogida por Ralph que por Isabel, ya harto fatigada de tanto vagar y meditar. De tal suerte, le rogó que fuera a satisfacer su curiosidad mientras ella aguardaba tranquilamente a que volviese. La hora y el lugar eran muy de su gusto, de manera que habría de proporcionarle gran placer quedarse sola unos instantes. Ralph se alejó en compañía del cicerone, e Isabel se sentó en una de las caídas columnas que había cerca de los cim ientos del Capitolio. Necesitaba aunque sólo fuera unos instantes de soledad, pero no pudo saborearlos mucho tiempo. Por grande que fuese su interés en las maltrechas reliquias del pasado romano que yacían desperdigadas cerca de ella, y en las que el paso corrosivo de los siglos no lograba borrar por completo la vida, sus pensamientos, después de recrearse un instante en tales cosas, habían ido elevándose, por una concatenación de causas que requeriría gran sutileza poder definir, a las regiones y los objetos dotados de atracción más humana y activa. Desde aquel prestigioso pasado romano hasta el futuro de esta Isabel Archer había un trecho bien largo y, sin embargo, su poderosa imaginación, que había logrado salvarlo de un solo vuelo, parecía revolotear ahora en círculos cada vez más cerrados sobre campos más próximos y próóvidos. Tan absorta estaba en sus propios pensamientos que, mientras contemplaba una hilera de losas hendidas, aunque no desunidas, que a sus pies había, no oyó los pasos que a ella iban acercándose hasta que una determinada sombra apareció en el cercano campo de su visión. Alzó los ojos y vio a un caballero..., que no era precisamente Ralph y que volvía de las excavaciones proclamando que eran un verdadero aburrimiento. El personaje se quedó verdaderamente sobrecogido al ver el susto que la joven se había llevado y, deteniéndose, se quitó el sombrero.
"Lord Warburton!" Isabel exclaimed as she rose. -¡Lord Warburton! -exclamó Isabel levantándose al instante.
"I had no idea it was you. I turned that corner and came upon you." -No tenía la menor idea de que fuese usted. Al dar la vuelta por esa esquina he venido a su encuentro sin saberlo.
She looked about her to explain. "I′m alone, but my companions have just left me. My cousin′s gone to look at the work over there." Ella miró a su alrededor como tr atando de explicarse. -Estoy en este instante sola -dijo-, mis compañeros acaban de abandonarme un momento. Mi primo ha ido a presenciar los trabajos de excavación, allí donde está aquella gente.
"Ah yes; I see." And Lord Warburton′s eyes wandered vaguely in the direction she had indicated. He stood firmly before her now; he had recovered his balance and seemed to wish to show it, though very kindly. "Don′t let me disturb you," he went on, looking at her dejected pillar. "I′m afraid you′re tired." -¡Ah! Sí, ya lo veo erijo lord Warburton mirando en la dirección que ella le indicaba y permaneciendo firmemente en su puesto, pues ya había recobrado el aplomo y deseaba demostrarlo, si bien con toda gentileza-. No quisiera molestarla -añadió-. Me parece que está usted algo cansada.
"Yes, I′m rather tired." She hesitated a moment, but sat down again. "Don′t let me interrupt YOU," she added. -Sí, estoy más bien fatigada. -Dudó un segundo, se sentó de nuevo, y dijo-: Pero, por favor, no quisiera interrumpir su visita al Foro.
"Oh dear, I′m quite alone, I′ve nothing on earth to do. I had no idea you were in Rome. I′ve just come from the East. I′m only passing through." -¡Oh! Mi querida amiga, estoy completamente solo. No tengo absolutamente nada que hacer en el mundo. No tenía la menor idea de que estuviese us ted en Roma. Acabo de llegar de Oriente y estoy solamente de paso.
"You′ve been making a long journey," said Isabel, who had learned from Ralph that Lord Warburton was absent from England. -Parece que ha estado usted haciendo un largo viaje -dijo Isabel, que por su primo Ralph se había enterado de la ausencia de lord Warburton de Inglaterra.
"Yes, I came abroad for six months --soon after I saw you last. I′ve been in Turkey and Asia Minor; I came the other day from Athens." He managed not to be awkward, but he wasn′t easy, and after a longer look at the girl he came down to nature. "Do you wish me to leave you, or will you let me stay a little?" -En efecto, partí para el extranjero por seis meses, algo después de la última vez que la vi. He estado vagando un poco por Turquía y Asia Menor, y he llegado de Atenas hace unos días. -Hacía lo posible por no parecer azorado, pero no estaba tampoco tranquilo; y, después de mirarla con mayor detenimiento, adoptó un tono más humano, preguntando-: ¿Quiere usted que la deje, o me permite que la acompañe un momento?
She took it all humanely. "I don′t wish you to leave me, Lord Warburton; I′m very glad to see you." Ella reaccionó del mejor modo posible. -No quiero que me deje usted, lord Warburton, y me alegro mucho de haberle visto.
"Thank you for saying that. May I sit down?" -Mu chas gracias por haberlo dicho. ¿Me permite que me siente?
The fluted shaft on which she had taken her seat would have afforded a resting-place to several persons, and the re was plenty of room even for a highly-developed Englishman. This fine specimen of that great class seated himself near our young lady, and in the course of five minutes he had asked her several questions, taken rather at random and to which, as he put some of them twice over, he apparently somewhat missed catching the answer; had given her too some information about himself which was not wasted upon her calmer feminine sense. He repeated more than once that he had not expected to meet her, and it was evident that the encounter touched him in a way that would have made preparation advisable. He began abruptly to pass from the impunity of things to their solemnity, and from their being delightful to their being impossible. He was splendidly sunburnt; even his multitudinous beard had been burnished by the fire of Asia. He was dressed in the loose-fitting, heterogeneous garments in which the English traveller in foreign lands is wont to consult his comfort and affirm h is nationality; and with his pleasant steady eyes, his bronzed complexion, fresh beneath its seasoning, his manly figure, his minimizing manner and his general air of being a gentleman and an explorer, he was such a representative of the British race as need not in any clime have been disavowed by those who have a kindness for it. Isabel noted these things and was glad she had always liked him. He had kept, evidently in spite of shocks, every one of his merits --properties these partaking of the essence of great decent houses, as one might put it; resembling their innermost fixtures and ornaments, not subject to vulgar shifting and removable only by some whole break-up. They talked of the matters naturally in order; her uncle′s death, Ralph′s state of health, the way she had passed her winter, her visit to Rome, her return to Florence, her plans for the summer, the hotel she was staying at; and then of Lord Warburton′s own adventures, movements, intentions, impressions and present domicile. At last there was a silence, and it said so much more than either had said that it scarce needed his final words. "I′ve written to you several times." El acanalado fuste de la columna donde ella estaba sentada ofrecía más que sobrado sitio de descanso para varias personas, de suerte que también debía de haberlo para un inglés bien desarrollado. Y aquel selecto ejemplar de la clase privilegiada se sentó junto a nuestra joven amiga, y al cabo de cinco minutos le había hecho ya varías preguntas, algunas escogidas al azar y cuyas respuestas pareció no haber oído, toda vez que varias de ellas hubo de hacerlas más de una vez; por su parte, le había proporcionado toda la información precisa respecto a su propia persona, información que ella, con su superior sentido femenino de la tranquilidad, no echó en saco roto. Reiteró lo ya dicho: que no esperaba en absoluto encontrarla en semejante sitio, de lo que r esultaba evidente que era un encuentro para el cual habría él necesitado hallarse bien preparado. De pronto, empezó a pasar de la impunidad de las cosas a su solemnidad, de su deliciosa manera de ser a su manera de ser insoportable. Estaba completamente tostado por el sol, incluso su bien poblada barba estaba requemada por el sol de Asia. Vestía esa indumentaria suelta y heterogénea que el inglés que viaja por países extraños se complace en ponerse para su propia comodidad y afirmar, de paso, su altiva nacionalidad. De tal suerte, con sus ojos agradables y serenos, su rostro bronceado, fresco aunque ya maduro, su figura varonil, sus modales acomodaticios y su aspecto general de ser un caballero y un explorador, era una representación tan genuina de la raza británica que nadie habría dejado de reconocerle como tal en los países que por ella sienten algún afecto. Isabe l observó todas estas condiciones y se consideró encantada de que siempre le hubiese gustado. Él había conservado, sin duda, a pesar de los muchos contratiempos, todas sus cualidades meritorias..., propiedades que en parte constituyen la esencia de las grandes cosas prestigiosas, como todos afirman, que se asemejan a sus ornamentos y utensilios más íntimos y que sólo es posible arrancar de ellas mediante una demolición total. Como es natural, procedieron a hablar de los asuntos por turno riguroso; a saber, la muerte de su tío, la salud de su primo Ralph, cómo había pasado ella el invierno, su excursión a Roma, su retorno a Florencia, sus proyectos para el próximo verano, el hotel donde se alojaba, e inmediatamente después los acontecimientos presenciados por lord Warburton en todo aquel tiempo, sus aventuras, movimientos, impresiones y domicilio en aquel entonc es. Y, como remate de todo ello, un silencio mucho más elocuente que cuantas palabras hubiesen podido decirse el uno al otro y tras el cual lord Warburton tuvo a bien decir: -Le he escrito a usted varias veces.
"Written to me? I′ve never had your letters." -¿Que me ha escrito? Jamás recibí carta suya.
"I never sent them. I burned them up." -No las eché al correo. Las quemé todas.
"Ah," laughed Isabel, "it was better that you should do that than I!" -¡Ah! -exclamó riendo Isabel, y añadió-: Más vale que haya sido usted y no yo quien lo haya hecho.
"I thought you wouldn′t care for them," he went on with a simplicity that touched her. "It seemed to me that after all I had no right to trouble you with letters." -Pensé que no le interesarían -prosiguió él con una sencillez tan natural que casi la conmovió-. Me pareció que, después de todo, no tenía ningún derecho a molestarla con cartas.
"I should have been very glad to have news of you. You know how I hoped that --that --" But she stopped; there would be such a flatness in the utterance of her thought. -Pues me habría gustado mucho tener noticias suyas. Ya sabe cuánto esperaba yo que ..., que... -Y se quedó callada, temiendo no decir más que una insustancialidad.
"I know what you′re going to say. You hoped we should always remain good friends." This formula, as Lord Warburton uttered it, was certainly flat enough; but then he was interested in making it appear so. -Sé perfectamente lo que iba usted a decir: que esperaba que continuáramos siendo siempre buenos amigos. Ciertamente, tal y como acababa de expresarla, semejante fórmula no pasaba de ser igualmente una insustancialidad; pero tenía gran interés en hacerla parecer así a los ojos de Isabel.
She found herself reduced simply to "Please don′t talk of all that"; a speech which hardly struck her as improvement on the other. -No hablemos de eso, por favor -fue lo más interesante que ella acertó a decir, frase que, como se ve, no era muy superior en ingenio a la por él dicha.
"It′s a small consolation to allow me!" her companion exclaimed with force. -¡Vaya un consuelo para mí! -exclamó él con cierta energía.
"I can′t pretend to console you," said the girl, who, all still as she sat there, threw herself back with a sort of inward triumph on the answer that had satisfied him so little six months before. He was pleasant, he was powerful, he was gallant; there was no better man than he. But her answer remained. -No pretendo consolarle -dijo la joven, que, sentada como estaba, se echó hacia atrás como irguiéndose por la interna satisf acción del triunfo que para ella suponía la respuesta que le dio hacía seis meses y de la que tan poco satisfecho quedara él. A pesar de lo agradable, galante y poderoso que era, a pesar de que no había hombre mejor que él, la respuesta seguía en pie.
"It′s very well you don′t try to console me; it wouldn′t be in your power," she heard him say through the medium of her strange elation. -Es perfectamente natural que no pretenda consolarme, puesto que no es cosa que esté en su mano -oyó ella que decía su compañero como cortándole su extraño júbilo.
"I hoped we should meet again, because I had no fear you would attempt to ma ke me feel I had wronged you. But when you do that --the pain′s greater than the pleasure." And she got up with a small conscious majesty, looking for her companions. -Yo deseaba que volviéramos a vernos porque no creía que usted intentara hacerme ver que le había herido. Pero, tal como se comporta..., es mayor la pena que el placer. -Y se levantó con una especie de majestuosa altivez buscando con la vista a sus compañeros.
"I don′t want to make you feel that; of course I can′t say that. I only just want you to know one or two things --in fairness to myself, as it were. I won′t return to the subject again. I felt very strongly what I expressed to you last year; I couldn′t think of anything else. I tried to forget --energetically, systematically. I tried to take an interest in somebody else. I tell you this because I want you to know I did my duty. I didn′t succeed. It was for the same purpose I went abroad --as far away as possible. They say travelling distracts the mind, but it didn′t distract mine. I′ve thought of you perpetually, ever since I last saw you. I′m exactly the same. I love you just as much, and everything I said to you then is just as true. This instant at which I speak to you shows me again exactly how, to my great misfortune, you just insuperably CHARM me. There --I can′t say less. I don′t mean, however, to insist; it′s only for a moment. I may add that when I came upon you a few minutes since, without the smallest idea of seeing you, I was, upon my honour, in the very act of wishing I knew where you were." He had recovered his self-control, and while he spoke it became complete. He might have been addressing a small committee --making all quietly and clearly a statement of importance; aided by an occasional look at a paper of notes concealed in his hat, which he had not again put on. And the committee, assuredly, would have felt the point proved. -No quisiera que sintiese eso, que, por lo pronto, no puedo decir. Lo único que quisiera es que supiese un par de cosas... para mi propia tranquilidad. Puede tener la seguridad de que no he de volver a hablarle más del asunto. Lo que le dije el año pasado lo sentía con toda el alma en aquel momento y me era del todo imposible pensar en nada distinto. Hice lo posible por olvidar... sistemáticamente y con todas mis fuerzas. Hice también lo posible y lo imposible por interesarme por otras cosas y por las demás personas. Se lo digo porque quiero que sepa que cumplí con mi deber. Pero fracasé rotundamente en mi empeño. Ésa fue también la razón de mi largo viaje al extranjero..., y lo más lejos posible. Dicen que viajar aleja las penas y procura distracción, pero yo no he logrado distraerme. Pienso constantemente en usted desde la última vez que la vi. Soy el mismo de siempre, la amo a usted exactamente igual que an tes, y todo cuanto digo ahora es exactamente tan verdad como lo que antes dije. Este mismo instante sirve para hacerme ver de qué manera, para mi gran desgracia, siento el insuperable encanto de su persona. Ya sabe..., no puedo decir nada menos. Puede estar tranquila, porque no pienso en absoluto insistir, ha sido sólo un momento. Y debo añadir que, cuando hace unos minutos la encontré, no tenía ni la más remota idea de que había de encontrarla, y le doy mi palabra de honor de que en tal instante estaba deseando saber dónde pudiera hallarse. Lord Warburton había recobrado, al fin, el completo dominio de sí mismo mientras hablaba. Tan completo era que habló con la misma seguridad que si se dirigiese a una junta de hombre de negocios..., para hacer una declaración de gran importancia con toda claridad y absoluta calma; incluso como si, de vez en cuando, hubiese tenido la ocasi u243ón de echar una mirada furtiva a las notas de su discurso escritas en un papel que llevara dentro del sombrero. No cabe duda de que la junta estimaría el asunto perfectamente discutido y lo habría aprobado.
"I′ve often thought of you, Lord Warburton," Isabel answered. "You may be sure I shall always do that." And she added in a tone of which she tried to keep up the kindness and keep down the meaning: "There ′s no harm in that on either side." -Yo también he pensado a veces en usted, lord Warburton -declaró a su vez Isabel-. Puede estar seguro de que lo haré siempre. -Y añadió en un tono que, sin dejar de ser amable, no fuera alentador-: No creo que en ello haya peligro alguno para ninguna de las dos partes.
They walked along together, and she was prompt to ask about his sisters and request him to let them know she had done so. He made for the moment no further reference to their great question, but dipped again into shallower and safer waters. But he wished to know when she was to leave Rome, and on her mentioning the limit of her stay declared he was glad it was still so distant. Comenzaron a andar el uno junto a la otra, y ella se sentía ya con deseo de preguntarle por sus hermanas y pedirle les hiciera saber que lo había hecho. Por el momento, no volvió él a hacer alusión alguna a la gran cuestión, pero se zambulló en unas aguas todavía más profundas y seguras, tratando de saber cuáánto tiempo pensaba ella permanecer en Roma. Al enterarse por la respuesta d Babel del límite temporal de su estadía, dijo estar encantado de que aún se hallase tan lejos, lo cual motivó que ella preguntara con cierta ansiedad:
"Why do you say that if you yourself are only passing through?" she enquired with some anxiety. -¿Por qué dice usted tal cosa si hace un rato me ha manifestado que está aquí sólo de paso?
"Ah, when I said I was passing through I didn′t mean that one would treat Rome as if it were Clapham Junction. To pass through Rome is to stop a week or two." -¡Ah! Es cierto, pero, al decir que estaba de paso, no quería hacer creer que podía hacer en Roma lo mismo que si me hallara en el empalme de Clapham. Estar de paso en Roma supone detenerse, cuando menos, una o dos semanas.
"Say frankly that you mean to stay as long as I do!" -Diga con franqueza que piensa quedarse aquí mientras yo esté.
His flushed smile, for a little, seemed to sound her. "You won′t like that. You′re afraid you′ll see too much of me." Sonrió él ruborizándose levemente y dijo, como sondeándola: -Supongo que eso no le acomodaría. Ti ene usted miedo de verme demasiado.
"It doesn′t matter what I like. I certainly can′t expect you to leave this delightful place on my account. But I confess I′m afraid of you." -No se trata de que me acomode o no. Desde luego no puedo pretender que abandone esta deliciosa ciudad por causa mía. Pero confieso que le tengo miedo.
"Afraid I′ll begin again? I promise to be very careful." -¿Miedo de que empiece otra vez? Le prometo que llevaré mucho cuidado.
They had gradually stopped and they stood a moment face to face. "Poor Lord Warburton!" she said with a compassion intended to be good for both of them. Sin darse cuenta se habían detenido y se quedaron mirándose fijamente el uno al otro. Al final dijo ella en un tono de compasión que tanto parecía ir dirigida a él como a ella: -¡Pobre lord Warburton!
"Poor Lord Warburton indeed! But I′ll be careful." -En efecto. ¡Pobre lord Warburton! Pero llevaré cuidado.
"You may be unhappy, but you shall not make ME so. That I can′t allow." -Usted podrá ser desgraciado, pero no logrará que yo lo sea. Eso no lo permitiré.
"If I believed I could make you unhappy I think I should try it." At this she walked in advance and he also proceeded. "I′ll never say a word to displease you." -Si creyese que podía hacerla desgraciada, creo que lo intentaría. -Al oí r semejante declaración, Isabel reanudó la marcha-. De todas formas -prosiguió él-, no diré jamás una palabra que pueda desagradarle.
"Very good. If you do, our friendship′s at an end." -Perfectamente. Si la dice, ya sabe, se acabó nuestra amistad.
"Perhaps some day --after a while - -you′ll give me leave." -Tal vez algún día..., pasado un tiempo..., me conceda usted permiso...
"Give you leave to make me unhappy?" -¿Permiso para hacerme desdichada?
He hesitated. "To tell you again --" But he checked himself. "I′ll keep it down. I′ll keep it down always." -Para volver a decirle... -comenzó a responder él tras un instante de titubeo. Pero se contuvo y añadió-: Me lo guardaré para mí. Me lo guardaré siempre para mí.
Ralph Touchett had been joined in his visit to the excavation by Miss Stackpole and her attendant, and these three now emerged from among the mounds of earth and stone collected round the aperture and came into sight of Isabel and her companion. Poor Ralph hailed his friend with joy qualified by wonder, and Henrietta exclaimed in a high voice "Gracious, there′s that lord!" Ralph and his English neighbour greeted with the austerity with which, after long separation, English neighbours greet, and Miss Stackpole rested her large intellectual gaze upon the sunburnt traveller. But she soon established her relation to the crisis. "I don′t suppose you remember me, sir." Henrietta Stackpole y su escolta se habían unido a Ralph en la visita a las excavaciones y, al cabo de un momento, vieron aproximarse a Isabel y su acompañante. El pobre Ralph acogió a su amigo con demos traciones de alegría mezcladas de extrañeza y Henrietta exclamó casi gritando: «¡Diantre, si está aquí el lord!». Ralph y su compañero inglés le saludaron con esa sobriedad con que se saludan los amigos ingleses después de una larga separación; por su parte, Henrietta contempló intensamente al aristócrata tostado por el sol. E inmediatamente estableció la relación entre la crisis ocurrida y lo que a ella personalmente concernía. De suerte que se aventuró a decir: -Me figuro que no se acordará usted de mí, señor.
"Indeed I do re member you," said Lord Warburton. "I asked you to come and see me, and you never came." -¿Cómo que no? -contestó lord Warburton-. Recuerdo perfectamente que la invité a que fuera a verme y que usted no lo hizo.
"I don′t go everywhere I′m asked," Miss Stackpole answered coldly. -Yo no voy a todos los lugares a los que se me invita -replicó con frialdad la señorita Stackpole.
"Ah well, I won′t ask you again," laughed the master of Lockleigh. -En tal caso -contestó riendo el dueño de Lockleigh-, no volveré a invitarla.
"If you do I′ll go; so be sure!" -Pues tenga la seguridad de que, si lo hace, iré.
Lord Warburton, for all his hilarity, seemed sure enough. Mr. Bantling had stood by without claiming a recognition, but he now took occasion to nod to his lordship, who answered him with a friendly "Oh, you here, Bantling?" and a hand-shake. Por lo mucho que de tal salida se rió, lord Warburton parecía estar plenamente seguro de lo que acababa de oír. El señor Bantling había permanecido un poco aparte, sin hacerse el encontradizo, pero aprovechó aquella oportunidad para saludar con una ligera inclinación de cabeza al noble par, que al reconocerle exclamó, tendiéndole la mano: -¿Cómo, usted aquí, Bantling?
"Well," said Henrietta, "I didn′t know you knew him!" -No sabía que se conocieran -dijo Henrietta.
"I guess you don′t know every one I know," Mr. Bantling rejoined facetiously. -Me imagino que usted no sabe a cuántas personas conozco -repuso el señor Bantling en un tonillo ligerament e burlón.
"I thought that when an Englishman knew a lord he always told you." -Yo pensaba que, cuando un inglés conoce a un lord, lo primero que hace es decirlo.
"Ah, I′m afraid Bantling was asham ed of me," Lord Warburton laughed again. Isabel took pleasure in that note; she gave a small sigh of relief as they kept their course homeward. Lord Warburton se echó a reír nuevamente y dijo: -Debe de haberlo ocultado porque se avergonzaba de mí. Aquella réplica fue muy del gusto de Isabel. Exhaló, pues, un ligero suspiro de alivio, y todos emprendieron el regreso.
The next day was Sunday; she spent her morning over two long letters --one to her sister Lily, the other to Madame Merle; but in neither of these epistles did she mention the fact that a rejected suitor had threatened her with another appeal. Of a Sunday afternoon all good Romans (and the best Romans are often the northern barbarians) follow the custom of going to vespers at Saint Peter′s; and it had been agreed among our friends that they would drive together to the great church. After lunch, an hour before the carriage came, Lord Warburton presented himself at the Hotel de Paris and paid a visit to the two ladies, Ralph Touchett and Mr. Bantling having gone out together. The visitor seemed to have wished to give Isabel a proof of his intention to keep the promise made her the evening before; he was both discreet and frank --not even dumbly importunate or remotely intense. He thus left her to judge what a mere good friend he could be. He talked about his travels, about Persia, about Turkey, and when Miss Stackpole asked him whether it would "pay" for her to visit those countries assured her they offered a great field to female enterprise. Isabel did him justice, but she wondered what his purpose was and what he expected to gain even by proving the superior strain of his sincerity. If he expected to melt her by showing what a good fellow he was, he might spare himself the trouble. She knew the superior strain of everything about him, and nothing he could now do was required to light the view. Moreover his being in Rome at all affected her as a complication of the wrong sort --she liked so complications of the right. Nevertheless, when, on bringing his call to a close, he said he too should be at Saint Peter′s and should look out for her and her friends, she wa s obliged to reply that he must follow his convenience. Al día siguiente era domingo, y ella se pasó toda la mañana ocupada en escribir dos largar cartas: una a su hermana Lily y la otra a madame Merle, mas no mencionó en ninguna de ellas el hecho de que un pretendiente rechazado la amenazara con un nuevo requerimiento. Los domingos por la tarde, todo buen romano (los mejores son a veces los bárbaros del norte) va a rezar las vísperas a la basílica de San Pedro. Nuestros amigos, por su parte, habían d ecidido acudir juntos a semejante acto religioso en la inmensa catedral. Después del almuerzo, lord Warburton se presentó en el Hotel de París e hizo una visita a las dos damas, pues Ralph Touchett y el señor Bantling habían salido juntos poco antes. Pareció el visitante esforzarse en demostrar a Isabel que era capaz de cumplir la promesa que el día antes le hiciera, y supo mostrarse discreto y franco..., ni calladamente importuno, ni remotamente concentrado. De tal suerte, le hizo comprender cuán buen amigo suyo era capaz de ser. Habló de sus viajes por Persia y Turquía, y cuando la señorita Stackpole le preguntó si podría ser provechoso para ella visitar tales países, le aseguró que ofrecían un campo de ilimitadas perspectivas a las empresas femeninas. Isabel le hizo la debida justicia, pero se preguntaba qué se proponía y qu_233é esperaba ganar demostrando la fuerza superior de su sinceridad. Si esperaba ablandarla probándole lo buen amigo que era, no valía la pena que se tomara tal molestia. Ella conocía sobradamente la fuerza superior que había en cuanto le rodeaba, y nada de lo que él pudiera hacer serviría para iluminar con más intensidad el panorama. Por lo demás, el hecho de hallarse en Roma era para ella una complicación de la mala suerte, y únicamente le agradaban las complicaciones que eran para bien. Así es que, al despedirse él y decir que también pensaba acudir a San Pedro y que trataría de encontrarle allí, a ella y a sus amigos, Isabel no tuvo más remedio que decirle que podía hacer como gustara.
In the church, as she strolled over its tesselated acres, he was the first person she encountered. She had not been one of the superior tourists who are "disappointed" in Saint Peter′s and find it smaller than its fame; the first time she passed beneath the huge leathern curtain that strains and bangs at the entrance, the first time she found herself beneath the far-arching dome and saw the light drizzle down through the air thickened with incense and with the reflections of marble and gilt, of mosaic and bronze, her conception of greatness rose and dizzily rose. After this it never lacked space to soar. She gazed and wondered like a child or a peasant, she paid her silent tribute to the seated sublime. Lord Warburton walked beside her and talked of Saint Sophia of Constantinople; she feared for instance that he would end by calling attention to his exemplary conduct. T he service had not yet begun, but at Saint Peter′s there is much to observe, and as there is something almost profane in the vastness of the place, which seems meant as much for physical as for spiritual exercise, the different figures and groups, the mingled worshippers and spectators, may follow their various intentions without conflict or scandal. In that splendid immensity individual indiscretion carries but a short distance. Isabel and her companions, however, were guilty of none; for though Henrietta was obliged in candour to declare that Michael Angelo′s dome suffered by comparison with that of the Capitol at Washington, she addressed her protest chiefly to Mr. Bantling′s ear and reserved it in its more accentuated form for the columns of the _Interviewer_. Isabel made the circuit of the church with his lordship, and as they drew near the choir on the left of the entrance the voices of the Pope′s singers were borne to them over the heads of the large number of persons clustered outside the doors. They paused a while on the skirts of this crowd, composed in equal measure of Roman cockneys and inquisitive strangers, and while they stood there the sacred concert went forward. Ralph, with Henrietta and Mr. Bantling, was apparently within, where Isabel, looking beyond the dense group in front of her, saw the afternoon light, silvered by clouds of incense that seemed to mingle with the splendid chant, slope through the embossed recesses of high windows. After a while the singing stopped and then Lord Warburton seemed disposed to move off with her. Isabel could only accompany him; whereupon she found herself confronted with Gilbert Osmond, who appeared to have been standing at a short distance behind her. He now approached with all the forms --he appeared to have multiplied them on this occasion to suit the place. En la basílica, mientras ella caminaba sobre la inmensa taracea de mosaico del pavimento, a la primera persona que vio fue a lord Warburton. No era nuestra heroína uno de tantos turistas que dicen sentir una decepción ante el templo de San Pedro al no encontrarlo merecedor de tanta fama. La primera vez que pasó por entre las pesadas cortinas de cuero que se mueven y golpetean en la entrada, la primera vez que se vio bajo la altísima bóveda y contempló la luz filtrándose hacia ella a través del aire denso de las nubes de incienso y de los reflejos de mármoles y dorados, de mosaicos y bronces, su concepto de la grandeza y de la grandiosidad se elevó a una altura vertiginosa. Después de aquello, no podía faltar nunca espacio para elevarse y remontar el vuelo. Isabel miraba a todas partes, de todo se admiraba como un niño o un campesino, y rendía su tributo silencioso a lo sublime del lugar. Lord Warburton caminaba al lado de ella, 1 hablaba de Santa Sofía de Const antinopla, y ella temía que acabara haciéndole observar su conducta ejemplar. Aún no había comenzado el acto religioso, pero en San Pedro hay mucho que ver y admirar, se diría que hay algo profano en aquella vastedad que parece imaginada tanto para el ejercicio físico como para el espiritual. Los distintos grupos, los simples curiosos y espectadores, confundidos con los devotos creyentes, pueden satisfacer la propia inclinación sin por ello causar molestia ni producir escándalo en el vecino o provocar conflicto. En semejante maravillosa vastedad las indiscreciones individuales no llegan muy lejos, Pero ni Isabel ni sus compañeros pecaron de ello, pues, aunque Henrietta se consideró ingenuamente obligada a declarar que la cúpula de Miguel Ángel era una bagatela en comparación con la del Capitolio de Washington, vertió aquella observación al oído del señor Bantling, reservándose el exponerla más cruda y brillantemente en las columnas del Interviewer. Isabel dio la vuelta a toda la iglesia en compañía de lord Warburton y, al ir aproximándose al coro, cerca del lado izquierdo de la entrada, llegaron a sus oídos las voces de los cantores del papa por encima de las cabezas de la inmensa muchedumbre que se agolpaba fuera. Se detuvieron un instante al borde de aquella multitud compuesta de genuinos romanos y extranjeros curiosos, y mientras permanecían allí dio comienzo el concierto sacro. Ralph, Henrietta y Bantling estaban en el interior, e Isabel, mirando por encima del nutrido grupo que delante de ella se apiñaba, pudo contemplar la luz del atardecer suspendida entre las nubes de incienso, y mezcladas con ellas las espléndidas notas del canto que parecían volar a recogerse entre los tallados marcos de los altos ventana les. Al cesar el canto, lord Warburton se dispuso a seguir andando con ella, y he aquí que, a los pocos pasos, Isabel se halló frente a Gilbert Osmond, que, por lo visto, había estado escuchando también a corta distancia de ella. Se acercó él con toda suerte de modales respetuosos..., que parecía querer aumentar en respeto y consideración al lugar y la oportunidad del momento.
"So you decided to come?" she said as she put out her hand. Isabel le tendió la mano y dijo: -¿Por fin se decidió a venir?
"Yes, I came last night and called this afternoon at your hotel. They told me you had come here, and I looked about for you." -Llegué anoche y esta misma tarde fui a visitarla al hotel. Allí me dijeron que iba a venir a San Pedro y estaba tratando de ver si la encontraba.
"The others are inside," she decided to say. -Los otros están dentro -se decidió a decir Isabel.
"I didn′t come for the others," he promptly returned. -No he venido precisamente por los otros -replicó él con vivacidad.
She looked away; Lord Warburton was watching them; perhaps he had heard this. Suddenly she remembered it to be just what he had said to her the morning he came to Gardencourt to ask her to marry him. Mr. Osmond′s words had brought the colour to her cheek, and this reminiscence had not the effect of dispelling it. She repaired any betrayal by mentioning to each companion the name of the other, and fortunately at this moment Mr. Bantling emerged from the choir, cleaving the crowd with British valour and followed by Miss Stackpole and Ralph Touchett. I say fortunately, but this is perhaps a superficial view of the matter; since on perceiving the gentleman from Florence Ralph Touchett appeared to take the case as not committing him to joy. He didn′t hang back, however, from civility, and presently observed to Isabel, with due benevolence, that she would soon have all her friends about her. Miss Stackpole had met Mr. Osmond in Florence, but she had already found occasion to say to Isabel that she liked him no better than her other admirers --than Mr. Touchett and Lord Warburton, and even than little Mr. Rosier in Paris. "I don′t know what it′s in you," she had been pleased to remark, "but for a nice girl you do attract the most unnatural people. Mr. Goodwood′s the only one I′ve any respect for, and he′s just the one you don′t appreciate."   Dirigió ella la mirada en torno y vio a lord Warburton, que estaba contemplándolos y que tal vez hubiera oído la última frase. De pronto se acordó de que eso era precisamente lo que él le había dicho el día que fue a Gardencourt a proponerle que se casara con él. Las palabras del señor Osmond la habían ruborizado un poco, y semejante recuerdo no logró disipar el leve rubor. Para evitar traicionarse a sí misma, presentó a aquellos dos caballeros; por fortuna, en aquel instante el señor Bantling salió del coro, hendiendo la muchedumbre con británica apostura y seguido por la señorita Stackpole y Ralph Touchett. Si digo «por fortuna» es simplemente una manera de expresarnos tal vez harto superficial, pues, en cuanto Ralph Touchett divisó al caballero de Florencia, pareció no hacerle el he cho gracia alguna. Sin embargo, no por eso se mostró menos cortés, y con toda amabilidad dijo a su prima que, de seguir así, no tardaría en tener a su alrededor a todos sus amigos. La señorita Stackpole había tenido oportunidad de conocer al señor Osmond en Florencia y también de decir a Isabel que no le parecía mejor que ninguno de sus otros admiradores..., es decir, que el señor Touchett, lord Warburton e incluso el pequeño señor Rosier de París. «La verdad, no sé lo que te ocurre -se había complacido en declarar-, pero, para ser una muchacha tan agradable, atraes a la gente más rara del mundo. El señor Goodwood es el único que me inspira algún interés y es precisamente el único que a ti no te interesa».
"What′s your opinion of Saint Peter′s?" Mr. Osmond was meanwhile enquiring of our young lady. El señor Osmond, mientras tanto, había comenzado a interrogar a Isabel acerca de sus impresiones de Roma. -¿Qué le parece a usted San Pedro?
"It′s very large and very bright," she contented herself with replying. r -Inmenso, y tan brillante como inmenso -se limitó a contestar ella.
"It′s too large; it makes one feel like an atom." -Demasiado grande. Le hace a uno sentirse como un verdadero átomo.
"Isn′t that the right way to feel in the greatest of human temples?" she asked with rather a liking for her phrase. -¿No es así como debe una sentirse en el más grande de todos los templos del mundo? -Y, después de dicha, le pareció que su frase había estado acertada.
"I suppose it′s the right way to feel everywhere, when one IS nobody. But I like it in a church as little as anywhere else." -A mí me parece que es como debe uno sentirse en todas partes cuando no es nadie. A mi me gusta sentirme así lo mismo en una ermita que en cualquier otra parte.
"You ought indeed to be a Pope!" Isabel exclaimed, remembering something he had referred to in Florence. -Sin embargo, a usted le habría gustado ser el Papa -dijo Isabel acordándose de algo que él le había declarado al principio de conocerse.
"Ah, I should have enjoyed that!" said Gilbert Osmond. -¡Ah! ¡Eso sí que me habría gustado! -exclamo Gilbert Osmond.
Lord Warburton meanwhile had joined Ralph Touchett, and the two strolled away together. "Who′s the fellow speaking to Miss Archer?" his lordship demanded. Lord Warburton se había reunido con Ralph Touchett y ambos se pusieron a andar juntos. -¿Quién es ese individuo que está hablando con la señorita Archer? -preguntó el lord.
"His name′s Gilbert Osmond --he lives in Florence," Ralph said. -Se llama Gilbert Osmond y vive en Florencia.
"What is he besides?" -¿Y qué más?
"Nothing at all. Oh yes, he′s an America n; but one forgets that --he′s so little of one." -Nada más. ¡Ah, sí! Es americano, pero le hace a uno olvidar que lo es porque, en realidad, lo es bien poco.
"Has he known Miss Archer long?" -¿Hace mucho que conoce a la señorita Archer?
"Three or four weeks." -Tres o cuatro semanas.
"Does she like him?" -¿Le gusta a ella?
"She′s trying to find out." -Eso es lo que ella está tratando de averiguar.
"And will she?" -¿Y lo conseguirá?
"Find out --?" Ralph asked. -¿Qué, averiguarlo...?-preguntó Ralph.
"Will she like him?" -Que le guste.
"Do you mean will she accept him?" -¿Quieres decir si le aceptará?
"Yes," said Lord Warburton after an instant; "I suppose that′s what I horribly mean." -Sí erijo lord Warburton tras dudar un instante-. Ésa es la horrible cosa que quiero decir.
"Perhaps not if one does nothing to prevent it," Ralph replied. -Tal vez no, si nadie trata de evitarlo –replicó Ralph.
His lordship stared a moment, but apprehended. "Then we must be perfectly quiet?" El lord se quedó un momento sorprendido, pero pareció comprender perfectamente y dijo; -Entonces, debemos permanecer absolutamente tranquilos.
"As quiet as the grave. And only on the chance!" Ralph added. -Tan tranquilos como serios. Y confiar sólo en la suerte -dijo Ralph.
"The chance she may?" -¿En la suerte de que pueda...?
"The chance she may not?" -En la suerte de que pueda no...
Lord Warburton took this at first in silence, but he spoke again. "Is he awfully clever?" Lord Warburton se quedó un segundo preocupado y luego preguntó: -¿Es por ventura extraordinariamente inteligente?.
"Awfully," said Ralph. -Extraordinariamente -respondió Ralph.
His companion thought. "And what else?" El lord volvió a reflexionar otro poco y dijo: -¿Y qué más?
"What more do you want?" Ralph groaned. -¿Qué más quieres? -refunfuñó Ralph.
"Do you mean what more does SHE?" -Querrás decir qué más quiere ella.
Ralph took him by the arm to turn him: they had to rejoin the others. "She wants nothing that WE can give her." Ralph le tomó del brazo para conducirle hacia donde estaban los demás y añadió con toda calma: -Ella no quiere nada que nosotros podamos darle.
"Ah well, if she won′t have You --!" said his lordship handsomely as they went. -¡Pues si no te quiere a ti...! -exclamó el aristócrata graciosamente mientras ambos avanzaban cogidos del brazo...  






CHAPTER 28

28

On the morrow, in the evening, Lord Warburton went again to see his friends at their hotel, and at this establishment he learned that they had gone to the opera. He drove to the opera with the idea of paying them a visit in their box after the easy Italian fashion; and when he had obtained his admittance --it was one of the secondary theatres --looked about the large, bare, ill-lighted house. An act had just terminated and he was at liberty to pursue his quest. After scanning two or three tiers of boxes he perceived in one of the largest of these receptacles a lady whom he easily recognised. Miss Archer was seated facing the stage and partly screened by the curtain of the box; and beside her, leaning back in his chair, was Mr. Gilbert Osmond. They appeared to have the place to themselves, and Warburton supposed their companions had taken advantage of the recess to enjoy the relative coolness of the lobby. He stood a while with his eyes on the interesting pair; he asked himself if he should go up and interrupt the harmony. At last he judged that Isabel had seen him, and this accident determined him. There should be no marked holding off. He took his way to the upper regions and on the staircase met Ralph Touchett slowly descending, his hat at the inclination of ennui and his hands where they usually were. Al día siguiente lord Warburton se presentó en el hotel de sus amigos para verles, pero le dijeron que habían ido a la función de la ópera. Fue, pues, allí con el propósito de visitarles en su palco, como era en aquel entonces la moda en la sociedad italiana; y, una vez en el teatro -que era uno de los de segunda categoría- paseó la vista en torno suyo por aquella sala mal iluminada y tan vasta como desnuda de adornos. Acabado el acto, podía buscar a sus anchas y tratar de localizar a sus amigos. Después de mirar atentamente dos o tres pisos donde había tales receptáculos, divisó en uno de ellos a una dama a quien al punto reconoció. La joven estaba sentada de frente al escenario y cas i oculta por la cortina del palco. A su lado, y recostado en el respaldo del sillón, estaba Gilbert Osmond. Parecía como si el palco fuera sólo de ellos, y lord Warburton supuso que sus compañeros estarían fuera tomando el relativo fresco de que en el vestíbulo se disfrutaba. Permaneció un momento con los ojos clavados en aquella interesante pareja, preguntándose si debía entrar e interrumpirles o abstenerse de hacerlo. Por último se le antojó que Isabel le había visto y semejante accidente le decidió. No existía indicación alguna de que se prohibiera el acceso, de suerte que se encaminó a los pisos superiores y en la escalera casi se dio de bruces con su amigo Ralph Touchett, que bajaba con el sombrero ladeado, como aburrido, y las manos donde era su costumbre llevarlas.
"I saw you below a moment since and was going down to you. I feel lonely and want company," was Ralph′s greeting. A guisa de saludo, Ralph le dijo: -Hace u n instante te vi desde arriba y bajaba en tu busca. Me siento solo y necesito compañía.
"You′ve some that′s very good which you′ve yet deserted." -Pues tenías una incomparable y acabas de abandonarla.
"Do you mean my cousin? Oh, she has a visitor and doesn′t want me. Then Miss Stackpole and Bantling have gone ou t to a cafe to eat an ice --Miss Stackpole delights in an ice. I didn′t think THEY wanted me either. The opera′s very bad; the women look like laundresses and sing like peacocks. I feel very low." -Si te refieres a mi prima, tiene ya compañero y no me precisa para nada. Y la señorita Stackpole y el señor Bantling han ido al café a tomar un helado..., porque a ella le encantan los helados. Pensé que tampoco ellos me precisaban para nada. La ópera que están dando es muy mala; las mujeres parecen lavanderas y cantan como loros. Me siento muy deprimido.
"You had better go home," Lord Warburton said without affectation. -Entonces, más te valdría irte a casa -repuso lord Warburton con afabilidad.
"And leave my young lady in this sad place? Ah no, I must watch over her." -¿Y dejar a mi damita en este sitio tan desolado? Eso, de ningún modo. Tengo que velar por ella.
"She seems to have plenty of friends." -¿Por qué? Parece que tiene amigo s en abundancia.
"Yes, that′s why I must watch," said Ralph with the same large mock-melancholy. -Precisamente por eso debo velar -contestó Ralph con melancolía un tanto socarrona.
"If she doesn′t want you it′s probable she doesn′t want me." -Pues, si no te precisa a ti, es muy probable que tampoco me precise a mí.
"No, you′re different. Go to the box and stay there while I walk about." -No. Tú eres distinto. Ve al palco y quédate allí mientras yo estiro un poco las piernas.
Lord Warburton went to the box, where Isabel′s welcome was as to a friend so honourably old that he vaguely asked himself what queer temporal province she was annexing. He exchanged greetings with Mr. Osmond, to whom he had been introduced the day before and who, after he came in, sat blandly apart and silent, as if repudiating competence in the subjects of allusion now probable. It struck her second visitor that Miss Archer had, in operatic conditions, a radiance, even a slight exaltation; as she was, however, at all times a keenly-glancing, quickly-moving, completely animated young woman, he may have been mistaken on this point. Her talk with him moreover pointed to presence of mind; it expressed a kindness so ingenious and deliberate as to indicate that she was in undisturbed possession of her faculties. Poor Lord Warburton had moments of bewilderment. She had discouraged him, formally, as much as a woman could; what business had she then with such arts and such felicities, above all with such tones of reparation --preparation? Her voice had tricks of sweetness, but why play them on HIM? The others came back; the bare, familiar, trivial opera began again. T he box was large, and there was room for him to remain if he would sit a little behind and in the dark. He did so for half an hour, while Mr. Osmond remained in front, leaning forward, his elbows on his knees, just behind Isabel. Lord Warburton heard nothing, and from his gloomy corner saw nothing but the clear profile of this young lady defined against the dim illumination of the house. When there was another interval no one moved. Mr. Osmond talked to Isabel, and Lord Warburton kept his corner. He did so but for a short time, however; after which he got up and bade good-night to the ladies. Isabel said nothing to detain him, but it didn′t prevent his being puzzled again. Why should she mark so one of his values --quite the wrong one --when she would have nothing to do with another, which was quite the right? He was angry with himself for being puzzled, and then angry for being angry. Verdi′s music did little to comfort him, and he left the theatre and walked homewa rd, without knowing his way, through the tortuous, tragic streets of Rome, where heavier sorrows than his had been carried under the stars. Lord Warburton se dirigió pues al palco, donde Isabel le recibió como a un amigo tan honorablemente antiguo que él se preguntaba atónito qué estrambótica provincia de dominio temporal creía ella haberse anexionado. Cambió un cortés saludo con el señor Osmond, al que había conocido el día antes y que, desde el momento en que él entrara, permaneció en silencio y un poco aparte, como quien no acepta la competencia en la probable dilucida ción de asuntos extraños. Al segundo visitante le llamó poderosamente la atención ver que en aquella oportunidad la señorita Archer parecía como rodeada de una aureola, transfigurada por inefable exaltación. Sin embargo, siendo como era una joven de mirada vivaz, de actitudes rápidamente cambiantes, de muy animada conversación, nada de extraño tendría que se hubiera equivocado al imaginársela de la anterior suerte. En su conversación con él se complació ella en mostrarse perfectamente dueña de su espíritu, patentizando una afabilidad tan deliberada e ingeniosa que no dejaba lugar a dudas acerca del completo dominio que ejercía sobre sus propias facultades. El pobre lord Warburton tuvo momentos de verdadero azoramiento. Ella le había hecho perder la esperanza hasta el punto de ser casi cruel. ¿Qué se propon ía, pues, con aquellas artes y amabilidades, sobre todo con semejante tono de reparación..., de preparación acaso? Su voz tenía matices de gran dulzura que le alteraban profundamente. Regresaron los demás compañeros de palco, y dio comienzo otro acto de la ópera trivial, triste y familiar. Como el palco era espacioso, quedaba sitio para que lord Warburton pudiese permanecer allí si se sentaba atrás y un poco en la sombra. Y así lo hizo él durante una media hora, mientras el señor Osmond se quedó delante, los codos apoyados en las rodillas. Detrás del asiento de Isabel, lord Warburton no oía absolutamente nada y, desde su oscuro rincón, se dedicó a contemplar el nítido perfil de aquella exquisita joven destacando sobre la parca iluminación de la sala. Al llegar el otro entreacto nadie salió del palco. El señ 6or Osmond se puso a hablar con Isabel y lord Warburton se quedó en su rincón, si bien no mucho tiempo. Se levantó, se despidió y dio las buenas noches a las damas. Isabel no dijo nada susceptible de hacerle quedar, pero ello no impidió que de nuevo le intrigara hondamente. ¿Por qué se empeñaba en destacar uno de sus valores -precisamente el menos oportuno-, toda vez que se desentendía de otros más estimables? Estaba furioso consigo mismo por sentirse de tal modo perplejo, y enojado por estar furioso. De poco consuelo había de servirle en tal estado de ánimo la música de Verdi. Abandonó, pues, el teatro y se fue caminando hacia su hotel, sin saber qué camino seguir por aquellas tortuosas y trágicas callejuelas de Roma, donde desde hacía tantos siglos tenían lugar a la luz de las estrellas situaciones bastante más tristes y desoladoras que la suya.
"What′s the character of that gentleman?" Osmond asked of Isabel after he had retired. Después que se hubo marchado, Osmond preguntó a Isabel: -¿Qué carácter tiene ese caballero?
"Irreproachable --don′t you see it?" -Irreprochable..., ¿no acaba usted de verlo?
"He owns about half England; that′s his character," Henrietta remarked. "That′s what they call a free country!" -Es dueño de casi media Inglaterra; ése es su carácter -intervino Henrietta Stackpole, como molesta-. Eso es lo que llaman un país libre.
"Ah, he′s a great proprietor? Happy man!" said Gilbert Osmond. -¡Ah! ¿Es un gran propietario? ¡Dichoso él! -exclamó Gilbert Osmond.
"Do you call that happiness --the ownership of wretched human beings?" cried Miss Stackpole. "He owns his tenants and has thousands of them. It′s pleasant to own something, but inanimate objects are enough for me. I don′t insist on flesh and blood and minds and consciences." -¿Llama usted dicha... a ser propietario de infelices criaturas humanas? Él es amo de sus colonos y los cuenta por miles. Es, sin duda, agradable tener propiedades, pero yo me conformo con poseer objetos inanimados. Yo no actúo sobre la carne y la sangre, el pensamiento y la conciencia. .
"I t seems to me you own a human being or two," Mr. Bantling suggested jocosely. "I wonder if Warburton orders his tenants about as you do me." -Tengo para mí que usted posee, por lo menos, la propiedad de uno o dos seres humanos -repuso en tono de broma el señor Osmond-. Dudo mucho de que Warburton maneje a sus súbditos como usted me maneja a mí.
"Lord Warburton′s a great radical," Isabel said. "He has very advanced opinions." -Lord Warburton es un gran radical -creyó oportuno decir Isabel-. Tiene opiniones muy avanzadas.
"He has very advanced stone walls. His park′s enclosed by a gigantic iron fence, some thirty miles round," Henrietta announced for the information of Mr. Osmond. "I should like him to converse with a few of our Boston radicals." -Lo que son muy avanzados son sus muros de piedra. Su parque está rodeado treinta millas en derredor por una gigantesca verja de hierro. -Y como para informar al señor Osmond, Henrietta añadió-: Ya quisiera yo verle discutiendo con algunos de nuestros radicales de Boston.
"Don′t they approve of iron fences?" asked Mr. Bantling. -Que no aprobarían nuestras verjas de hierro, me figuro -dijo el señor Bantling.
"Only to shut up wicked conservatives. I always feel as if I were talking to YOU over something with a neat top-finish of broken glass." -Sí. Para encerrar dentro de ellas a los malvados conservadores. Cada vez que hablo con usted, me parece esta r hablando de algo que tuviera el filo cortante de un vidrio roto.
"Do you know him well, this unreformed reformer?" Osmond went on, questioning Isabel. -¿Conoce usted bien a ese reformador no reformado? -siguió preguntando Osmond a Isabel.
"Well enough for all the use I have for him." -Lo bastante para el uso que de él hago.
"And how much of a use is that?" -¿Y en qué consiste tal uso?
"Well, I like to like him." -Pues, en que me agrada que me guste.
" ′Liking to like′ --why, it makes a passion!" said Osmond. -Gustarle a uno que otro le guste... es casi tanto como una pasión.
"No" --she considered --"keep that for liking to DISlike." -No -arguyó Isabel-, entienda usted por gustarle a uno no tenerle aversión.
"Do you wish to provoke me then," Osmond laughed, "to a passion for HIM?" Osmond se echó a reír. -¿Se propone usted hacerme concebir un gran afecto por él?
She said nothing for a moment, but then met the light question with a disproportionate gravity. "No, Mr. Osmond; I don′t think I should ever dare to provoke you. Lord Warburton, at any rate," she more easily added, "is a very nice man." No contestó ella nada en aquel instante, pero un poco después respondió a tal pregunta con excesiva gravedad. -No, señor Osmo nd -dijo-. Creo que no me atrevería nuca a provocarle a usted. -Luego, un poco-más tranquila , añadió-: De todos modos, lord Warburton es un hombre muy gentil.
"Of great ability?" her friend enquired. -¿De gran capacidad? -preguntó su amigo.
"Of excellent ability, and as good as he looks." -De excelente capacidad, y tan bueno como parece.
"As good as he′s good-looking do you mean? He′s very good-looking. How detestably fortunate! --to be a great English magnate, to be clever and handsome into the barga in, and, by way of finishing off, to enjoy your high favour! That′s a man I could envy." -Como bien parecido, querrá usted decir. Sin duda es muy bien parecido. ¡Qué afortunado! ¡Ser un gran magnate inglés, apuesto e inteligente por añadidura, y, para colmo de venturas, gozar de los altos favores de usted! He ahí un hombre al que yo podría envidiar.
Isabel considered him with interest. "You seem to me to be always envying some one. Yesterday it was the Pope; to-day it′s poor Lord Warburton." Isabel le miró con interés, y dijo: -Me parece que usted está siempre envidiando a alguien. Ayer era al papa; hoy, al pobre lord Warburton.
"My envy′s not dangerous; it wouldn′t hurt a mouse. I don′t want to destroy the people --I only want to BE them. You see it would destroy only myself." -Mi envidia no es dañina; no har_7ía mal ni a un infeliz ratoncillo. Yo no quiero destruir a la gente..., lo único que quiero es ser ella. Ya ve usted que esto no me llevaría más que a destruirme a mí mismo.
"You′d like to be the Pope?" said Isabel. -¿De veras le habría gustado ser el papa?
"I should love it --but I should have gone in for it earlier. But why" --Osmond reverted --"do you speak of your friend as poor?" -Mucho..., pero tenía que haber sido antes. Pero dígame -preguntó tras un segundo de reflexión-, ¿por qué habla usted de su amigo llamándole el pobre lord Warburton?
"Women --when they are very, very good --sometimes pity men after they′ve hurt them; that′s their great way of showing kindness," said Ralph, joining in the conversation for the first time and with a cynicism so transparently ingenious as to be virtually innocent. -Cuando las mujeres son buenas..., verdaderamente muy buenas, suelen compadecer a los hombres a quienes han hecho daño; es el gran procedimiento para mostrar su bondad -dijo Ralph, tomando por primera vez parte en la conversación y haciéndolo con un cinismo tan claramente ingenioso como inocente en apariencia.
"Pray, have I hurt Lord Warburton?" Isabel asked, raising her eyebrows as if the idea were perfectly fresh. -Por favor, ¿acaso he herido yo a lord Warburton? -preguntó Isabel levantando las cejas como si aquella idea fuera gran novedad.
"It serves him right if you have," said Henrietta while the curtain rose for the ballet. -Pues, si lo ha hecho, bien merecido se lo tiene -dijo Henrietta al tiempo que se alzaba el telón para dar paso al ballet.
Isabel saw no more of her attributive victim for the next twenty-four hours, but on the second day after the visit to the opera she encountered him in the gallery of the Capitol, where he stood before the lion of the collection, the statue of the Dying Gladiator. She had come in with her companions, among whom, on this occasion again, Gilbert Osmond had his place, and the party, having ascended the staircase, entered the first and finest of the rooms. Lord Warburton addressed her alertly enough, but said in a moment that he was leaving the gallery. "And I′m leaving Rome," he added. "I must bid you good-bye." Isabel, inconsequently enough, was now sorry to hear it. This was perhaps because she had ceased to be afraid of his renewing his suit; she was thinking of something else. She was on the point of naming her regret, but she checked herself and simply wished him a happy journey; which made him look at her rather unlightedly. "I′m afraid you′ll think me very ′volatile.′ I told you the other day I wanted so much to stop." Isabel estuvo veinticuatro horas sin ver a su víctima propiciatoria, pero al segundo día le encontró en la galería del Capitolio, donde él estaba contemplando la pieza más notable de la colección: el Gladiador Moribundo. Isabel había ido allí con sus habituales compañeros, entre los que se hallaba también en tal ocasión Gilbert Osmond, y el grupo acababa de entrar en el primero y mejor de los salones cuando ella divisó al otro visitante. Lord Warburton se dirigió a nuestra heroína con bastante soltura y le comunicó que se disponía a marcharse en aqu el momento. -Me marcho también de Roma -añadió-, de manera que debo decirle adiós. Por inconsecuente que pueda parecer, Isabel se sintió triste al oírlo. Lo cual se debía tal vez a que ya no temía que él la molestara con su renovada pretensión y pensaba en otra cosa. Estaba a punto de decirle que lo sentía, pero logró contenerse y se limitó a desearle un feliz viaje, lo que le hacía parecer a sus ojos hombre de poca importancia. -Me imagino que me considerará usted muy voluble, porque el otro día le dije que pensaba estar aquí una temporadita.
"Oh no; you could easily change your mind." -Nada de eso; puede cambiar de idea.
"That′s what I have done." -Eso es precisamente lo que he hecho.
"Bon voyage then." -Entonces, bon voyage.
"You′re in a great hurry to get rid of me," said his lordship quite dismally. -Parece que tiene usted una gran prisa en perderme de vist a -comentó el aristócrata.
"Not in the least. But I hate partings." -No hay tal; es que me molestan las despedidas.
"You don′t care what I do," he went on pitifully. -¡Qué poco le importa a usted lo que yo haga! -insistió él.
Isabel looked at him a moment. "Ah," she said, "you′re not keeping your promise!" -Cuidado, está quebrantando su promesa -dijo Isabel después de mirarle amablemente un momento.
He coloured like a boy of fifteen. "If I′m not, then it′s because I can′t; and that′s why I′m going." Se ruborizó él como un muchacho de quince abriles y replicó: -Si no la mantengo es porque materialmente no puedo. Precisamente por eso me marcho.
"Good-bye then." -Adiós, entonces.
"Good-bye." He lingered still, however. "When shall I see you again?" -Adiós. -Siguió sin moverse y luego preguntó-: ¿Cuándo volveré a verla?
Isabel hesitated, but soon, as if she had had a happy inspiration: "Some day after you′re married." Isabel dudó un segundo, pero, como su tuviera una súbita inspiración, contestó en el acto: -Cualquier día después de que se haya usted casado.
"That will never be. It will be after you are." -Eso sólo sucederá después de que usted lo haya hecho.
"That will do as well," she smiled. Ella sonrió y dijo: -Para el caso, es lo mismo.
"Yes, quite as well. Good-bye." -En efecto. Completamente lo mismo. Adiós.
They shook hands, and he left her alone in the glorious room, among the shining antique marbles. She sat down in the centre of the circle of these presences, regarding them vaguely, resting her eyes on their beautiful blank faces; listening, as it were, to their eternal silence. It is impossible, in Rome at least, to look long at a great company of Greek sculptures without feeling the effect of their noble quietude; which, as with a high door closed for the ceremony, slowly drops on the spirit the large white mantle of peace. I say in Rome especially, because the Roman air is an exquisite medium for such impressions. The golden sunshine mingles with them, the deep stillness of the past, so vivid yet, though it is nothing but a void full of names, seems to throw a solemn spell upon them. The blinds were partly closed in the windows of the Capitol, and a clear, warm shadow rested on the figures and made them more mildly human. Isabel sat there a long time, under the charm of their motionless grace, wondering to what, of their experience, their absent eyes were open, and how, to our ears, their alien lips would sound. The dark red walls of the room threw them into relief; [sic}"> the polished marble floor reflected their beauty. She had seen them all before, but her enjoyment repeated itself, and it was all the greater because she was glad again, for the time, to be alone. At last, however, her attention lapsed, drawn off by a deeper t ide of life. An occasional tourist came in, stopped and stared a moment at the Dying Gladiator, and then passed out of the other door, creaking over the smooth pavement. At the end of half an hour Gilbert Osmond reappeared, apparently in advance of his companions. He strolled toward her slowly, with his hands behind him and his usual enquiring, yet not quite appealing smile. "I′m surprised to find you alone, I thought you had company." Se dieron la mano y él la dejó sola en aquella gloriosa sala en medio de tantos maravillosos mármoles antiguos. Isabel se sentó en el centro de las inmóviles presencias marmóreas y se puso a mirarlas distraídamente, posando su mirada en aquellos hermosos rostros vacíos de expresión que parecían estar escuchando el silencio eterno. Es de todo punto imposible, en Roma por lo menos, contemplar durante largo tiempo un gran número de esculturas griegas sin sentir el efecto de su quietud majestuosa, que, a la manera de una elevada puerta cerrada para sacra ceremonia, d eja caer suavemente sobre el espíritu el amplio manto de la paz. Digo que especialmente sucede así en Roma porque el aire romano constituye un medio exquisito para semejantes impresiones. Se mezcla con ellas la luz dorada del sol, y la calma profunda del pasado, tan vivida aún -si bien ya no es más que un inmenso vacío poblado de nombres ilustres-, parece hechizarlas con un supremo encamo. Las celosías de las ventanas del Capitolio estaban entornadas y la suave penumbra que envolvía a las estatuas parecía hacerlas más graciosamente humanas. Isabel permaneció sentada allí largo rato, cautivada por el encanto de tanta belleza inmóvil, pensando a cuál de sus antiguas experiencias estarían aquellos ojos abiertos y cómo a nuestros oídos extraños podrían aquellos labios hablar. La pared de color rojo oscuro prestaba relieve a las figur as haciendo que los pulidos mármoles del pavimento reflejaran su hermosura. Aunque ya las había visto antes, se renovaba ahora en ella el placer estético, incrementado porque se sentía contenta de estar sola. Por fin, fatigada ya su atención, la arrastró el interés s t otra urda de la marea de la vida. Un turista pasó por allí, se detuvo un segundo ante el Gladiador Moribundo y salió por la otra puerta haciendo oír sus pasos sobre el brillante piso. Al cabo de una media hora reapareció Gilbert Osmond, adelantado, al parecer, al resto de sus compañeros. Avanzó hacia ella lentamente con las manos en la espalda y con su acostumbrada sonrisa, siempre curiosa si bien no siempre suplicante. -Me sorprende verla sola -dijo-. Creí que tenía compañía.
"So I have --the best." And she glanced at the Antinous and the Faun. -La tengo..., no la hay mejor -repuso ella mirando las figu ras del Fauno y de Antinoo.
"Do you call them better company than an English peer?" -¿Le parecen a usted mejor compañía que todo un par inglés?
"Ah, my English peer left me some time ago." She got up, speaking with intention a little dryly. -Ah, mi par inglés se marchó hace ya un buen rato -contestó la joven con deliberada sequedad, al tiempo que se levantaba.
Mr. Osmond noted her dryness, which contributed for him to the interest of his question. "I′m afraid that what I heard the other evening is true: you′re rathe r cruel to that nobleman." No le pasó inadvertida aquella sequedad al señor Osmond, pero, lejos de molestarle, pareció que añadía más interés a su pregunta. -Me temo que sea verdad lo que oí decir la otra tarde; que es usted cruel con ese aristócrata -declaró.
Isabel looked a moment at the vanquished Gladiator. "It′s not true. I′m scrupulously kind." Isabel miró un instante hacia la estatua del Gladiador Moribundo.--No es cierto -dijo-. Yo soy escrupulosamente buena.
"That′s exactly what I mean!" Gilbert Osmond returned, and with such happy hilarity that his joke needs to be explained. We know that he was fond of originals, of rarities, of the superior and the exquisite; and now that he had seen Lord Warburton, whom he thought a very fine example of his race and order, he perceived a new attraction in the idea of taking to himself a young lady who had qualified herself to figure in his collection of choice objects by declining so noble a hand. Gilbert Osmond had a high appreciation of this particular patriciate; not so much for its distinction, which he thought easily surpassable, as for its solid actuality. He had never forgiven his star for not appointing him to an English dukedom, and he could measure the unexpectedness of such conduct as Isabel′s. It would be proper that the woman he might marry should have done something of that sort. -Esto es lo que quiero decir -replicó Gilbert Osmond con tan satisfecha sonrisa que su chiste no precisaba explicació′97n. Sabido es que le gustaba todo lo original, raro, superior y exquisito; y ahora, que había visto a lord Warburton, a quien consideraba un raro ejemplar de su raza y su casta, le resultaba singularmente atrayente adueñarse de una joven que había merecido figurar en su colección de objetos raros y que se había permitido rechazar tan noble mano. Gilbert Osmond sentía un extraordinario aprecio por aquel especial patricio, no ya a causa de sus cualidades, que consideraba fácilmente superables, sino por su sólida posición. Nunca le había perdonado a su estrella que no le hubiese favorecido con un ducado inglés; por lo cual estaba en insuperables condiciones para justipreciar una actitud tan inesperada como la de Isabel. Era natural que la mujer con quien se casara hubiese hecho algo por el estilo.






CHAPTER 29

29

Ralph Touchett, in talk with his excellent friend, had rather markedly qualified, as we know, his recognition of Gilbert Osmond′s personal merits; but he might really have felt himself illiberal in the light of that gentleman′s conduct during the rest of the visit to Rome. Osmond spent a portion of each day with Isabel and her companions, and ended by affecting them as the easiest of men to live with. Who wouldn′t have seen that he could command, as it were, both tact and gaiety? --which perhaps was exactly why Ralph had made his old-time look of superficial sociability a reproach to him. Even Isabel′s invidious kinsman was obliged to admit that he was just now a delightful associate. His good-humour was imperturbable, his knowledge of the right fact, his production of the right word, as convenient as the friendly flicker of a match for your cigare tte. Clearly he was amused --as amused as a man could be who was so little ever surprised, and that made him almost applausive. It was not that his spirits were visibly high --he would never, in the concert of pleasure, touch the big drum by so much as a knuckle: he had a mortal dislike to the high, ragged note, to what he called random ravings. He thought Miss Archer sometimes of too precipitate a readiness. It was pity she had that fault, because if she had not had it she would really have had none; she would have been as smooth to his general need of her as handled ivory to the palm. If he was not personally loud, however, he was deep, and during these closing days of the Roman May he knew a complacency that matched with slow irregular walks under the pines of the Villa Borghese, among the small sweet meadow-flowers and the mossy marbles. He was pleased with everything; he had never before been pleased with so many things at once. Old impressions, old enjoyments, renewed themselves; one evening, going home to his room at the inn, he wrote down a little sonnet to which he prefixed the title of "Rome Revisited." A day or two later he showed this piece of correct and ingenious verse to Isabel, explaining to her that it was an Italian fashion to commemorate the occasions of life by a tribute to the muse. En su conversación con su buen amigo, Ralph Touchett no había dejado de reconocer en alto grado las cualidades y los méritos personales de Gilbert Osmond; pero, ante la conducta de tal caballero durante el resto de su visita a Roma, quizá sintiera que no había sido del todo justo. Osmond pasaba la mayor parte del día con Isabel y sus compañeros y acabó por infundirles la idea de que no había hombre de tan agradable trato. ¿A quién se le escapaba el hecho de que era en todo momento perfectamente dueño de sí y de que se comportaba con exquisito tacto o alegría según los casos? Esa era precisamente la razón por la que Ralph le reprochaba su antigua superficialidad en el trato social. Hasta el injusto pariente de Isabel no tenía más remedio que rec onocer que era un compañero encantador. Su buen humor era constante, su conocimiento del hecho, exacto, su expresión con la palabra, precisa, y todo ello tan adecuado como su amable premura al prender el fósforo para que uno de los demás encendiese el cigarrillo. No cabía la menor duda de que estaba divirtiéndose..., divirtiéndose a la manera en que podría hacerlo quien no puede ser apenas sorprendido y sabe hacerse casi aplaudir interiormente. No es que se mostrase excesivamente alegre, pues era de los que en el concierto del placer nunca habría tocado el tambor sino con las yemas o los nudillos de los dedos, ya que detestaba toda nota estridente o chillona, cosa que solía denominar los desvaríos del azar. Creía que la señorita Archer se mostraba a veces de una presteza harto premurosa y consideraba una lástima que tuviese tal defecto, porque, de no haberlo te nido, no habría, en realidad, tenido ninguno y habría sido tan adaptable a sus necesidades generales como el puño de marfil de un bastón a la palma de la mano. Si, personalmente, él no era vonciglero, sí era, en cambio, profundo, y durante aquellos últimos días de mayo no había para él placer comparable al de caminar lentamente bajo los pinos de la Villa Borghese, sobre prados floridos y entre mármoles cubiertos de verdín. Todo le gustaba; nunca hasta entonces le habían gustado tantas cosas al mismo tiempo. Se renovaban en su espíritu impresiones antiguas, viejos placeres del espíritu. Una noche, al retirarse a su habitación del hotel, escribió un soneto que tituló «Roma revisitada». Dos días después mostró a Isabel aquel ejemplar único de un trabajo literario perfecto y le explic 243ó que era una antigua costumbre italiana conmemorar los faustos acontecimientos de la vida rindiendo un tributo a las musas.
He took his pleasures in general singly; he was too often --he would have admitted that --too sorely aware of something wrong, something ugly; the fertilising dew of a conceivable felicity too seldom descended on his spirit. But at present he was happy --happier than he had perhaps ever been in his life, and the feeling had a large foundation. This was simply the sense of success --the most agreeable emotion of the human heart. Osmond had never had too much of it; in this respect he had the irritation of satiety, as he knew perfectly well and often reminded him self. "Ah no, I′ve not been spoiled; certainly I′ve not been spoiled," he used inwardly to repeat. "If I do succeed before I die I shall thoroughly have earned it." He was too apt to reason as if "earning" this boon consisted above all of covertly aching for it and might be confined to that exercise. Absolutely void of it, also, his career had not been; he might indeed have suggested to a spectator here and there that he was resting on vague laurels. But his triumphs were, some of them, now too old; others had been too easy. The present one had been less arduous than might have been expected, but had been easy --that is had been rapid --only because he had made an altogether exceptional effort, a greater effort than he had believed it in him to make. The desire to have something or other to show for his "parts" --to show somehow or other --had been the dream of his youth; but as the years went on the conditions attached to any marked proof of rarity had affected him more and more as gross and detestable; like the swallowing of mugs of beer to advertise what one could "stand." If an anonymous drawing on a museum wall had been conscious and watchful it might have known this peculiar pleasure of being at last and all of a sudden identified --as from the hand of a great master --by the so high and so unnoticed fact of style. His "style" was what the girl had discovered with a little help; and now, beside herself enjoying it, she should publish it to the world without his having any of the trouble. She should do the thing FOR him, and he would not have waited in vain. Por lo general, gustaba de experimentar tales placeres solo. Con frecuencia excesiva -era el primero en reconocerlo- se daba amarga cuenta de lo malo, de lo feo, y, por el contrario, era muy rara la vez que sobre su espíritu llegaba a descender el fértil rocío de una felicidad imaginable. Sin embargo, en aquel momento sentíase feliz..., acaso mucho más de lo que jamás lo fuera, y semejante sentimiento tenía un sólida razón de ser. Era lisa y llanamente el convencimiento del propio éxito, la emoción sin duda más grata al corazón humano. A decir verdad, Osmond no la había experimentado nunca en demasía; en tal sentido había experimentado una sorda irritación contra la ajena sacieda d, como él bien sabía y de sobra tenía presente. «La verdad es que la suerte no me ha mimado -solía decir-, no me ha mimado en absoluto. Si llego a triunfar antes de morir, me lo tendré bien ganado». Tenía una gran predisposición a considerar que ganarse esta especie de festín consistía sobre todo en sufrir secretamente por él, y hubo de reducirse a semejante ejercicio. Para ser exactos, hay que decir que su carrera no había estado totalmente desprovista de éxitos, de tal modo que podía hacer creer a algún espectador que se dedicaba a dormir sobre vagos laureles. Pero algunos de sus triunfos eran ya demasiado antiguos y otros habían sido demasiado fáciles. El de ahora había resultado menos arduo de lo que cabía esperar; pero había sido fácil -es decir, rápido- por la sola razón de q ue había realizado un esfuerzo verdaderamente excepcional, mucho mayor de lo que él mismo hubiera creído poder llevar a cabo. El sueño de su juventud había sido tener algo que mostrar en prueba de su valía, cualquier cosa; pero, con el discurrir del tiempo, las condiciones que toda prueba imponía cada vez le habían parecido más groseras, y detestables, como echarse al coleto, una tras otra, varias jarras de cerveza para demostrar el aguante. Si una anónima obra de arte colgada en la pared de un museo fuese consciente y cauta, podría experimentar al placer de verse, al fin, súbitamente identificada -como obra de gran maestro- por el simple hecho de tener un estilo determinado. Ese «estilo» fue, pues, lo que la joven descubrió en él sin gran dificultad; y ahora, además de poder disfrutar de él, nadie tan calificado como ella para p roclamarlo ante el mundo sin que el agraciado tuviera que tomarse molestia alguna. Eso es lo que ella haría por él. De tal suerte, no habría esperado en vano.
Shortly before the time fixed in advance for her departure this young lady received from Mrs. Touchett a telegram running as follows: "Leave Florence 4th June for Bellaggio, and take you if you have not other views. But can′t wait if you dawdle in Rome." [sic: no new paragraph}">The dawdling in Rome was very pleasant, but Isabel had different views, and she let her aunt know she would immediately join her. She told Gilbert Osmond that she had done so, and he replied that, spending many of his summers as well as his winters in Italy, he himself would loiter a little longer in the cool shadow of Saint Peter′s. He would not return to Florence for ten days more, and in that time she would have started for Bellaggio. It might be months in this case before he should see her again. This exchange took place in the large decorated sitting-room occupied by our friends at the hotel; it was late in the evening, and Ralph Touchett was to take his cousin back to Florence on the morrow. Osmond had found the girl alone; Miss Stackpole had contracted a friendship with a delightful American family on the fourth floor and had mounted the interminable staircase to pay them a visit. Henrietta contracted friendships, in travelling, with great freedom, and had formed in railway- carriages several that were among her most valued ties. Ralph was making arrangements for the morrow′s journey, and Isabel sat alone in a wilderness of yellow upholstery. The chairs and sofas were orange; the walls and windows were draped in purple and gilt. The mirrors, the pictures had great flamboyant frames; the ceiling was deeply vaulted and painted over with naked muses and cherubs. For Osmond the place was ugly to distress; the false colours, the sham splendour were like vulgar, bragging, lying talk. Isabel had taken in hand a volume of Ampere, presented, on their arrival in Rome, by Ralph; but though she held it in her lap with her finger vaguely kept in the place she was not impatient to pursue her study. A lamp covered with a drooping veil of pink tissue-paper burned on the table beside her and diffused a strange pale rosiness over the scene. Poco antes del momento fijado para su partida de Roma, la joven recibió de la señora Touchett un telegrama redactado en estos términos: «Dejo Florencia cuatro junio hacia Bellaggio, llevándote conmigo si no tienes otros proyectos. Pero no puedo esperar si continúas vagando en Roma». Ese vaguear en Roma tenía indudablemente sus encantos, pero Isabel había trazado otros planes e hizo saber a su tía que estaba dispuesta a ir inmediatamente con ella. Se lo comunicó asimismo a Gilbert Osmond, quien dijo que, dado que pasaba en Italia la mayor parte de sus inviernos y veranos, se quedaría a holgazanear un poquito más a la fresca sombra de los muros de San Pedro. V olvería a Florencia pasados unos diez días y para tal fecha ya estaría ella en Bellaggio. De modo que pasarían meses antes de que volviera a verla. Tenía lugar esta conversación en el amplio salón privado de nuestros amigos en el hotel donde se hospedaban. Era de noche, ya algo tarde, y Ralph Touchett debía llevar a su prima a la mañana siguiente a Florencia. Osmond halló sola a nuestra heroína, pues la señorita Stackpole, que había hecho íntima amistad con una familia americana alojada en el cuarto piso, había subido a visitarla. Henrietta era especialista en entablar amistades en los viajes con suma facilidad, y en el ferrocarril había hecho ya algunas que se contaban entre las más valiosas de que disponía. Por su parte, Ralph estaba haciendo los arreglos precisos para el día siguiente, mientras que Isabel se hallaba s ola, sentada entre un verdadero bosque de amarilla tapicería. De color naranja eran sillas, sillones y sofá; rojo oro las paredes; y oro y rojo los cortinajes de las ventanas. Los espejos y los cuadros estaban encerrados en grandes y vistosos marcos, y en el abovedado techo divertíanse en abigarrada mezcla musas desnudas e inocentes querubines. A Osmond le resultaba feo aquel lugar hasta la desesperación. Aquellos falsos colores y aquel fingido esplendor eran como vulgares, falsas y pretenciosas palabras. Isabel tenía entre las manos un libro de Ampére que le había regalado Ralph a su llegada a Roma, pero el libro yacía como olvidado sobre su falda, si bien su dedo índice lo hendía entre dos páginas cuya lectura, por lo visto, no sentía extrema impaciencia en reanudar. Una lámpara, cubierta con un colgante velo de papel vitela rojo, estaba encendida cerca de ella en la mesa y esparcía en torno una extraña y suave palidez rosada.
"You say you′ll come back; but who knows?" Gilbert Osmond said. "I think you′re much more likely to start on your voyage round the world. You′re under no obligation to come back; you can do exactly what you choose; you can roam through space." -Usted dice que volverá, pero ¿quién sabe? -dijo Gilbert Osmond-. No sé por qué se me antoja que más bien ha de sentirse dispuesta a emprender su viaje alrededor del mundo No tiene ninguna obligación de volver, puede hacer lo que más le agrade, incluso errar de un lado a otro por el espacio.
"Well, Italy′s a part of space," Isabel answered. "I can take it on the way." -Cierto -repuso Isabel-. Pero, según creo, Italia forma también parte del espacio y puedo incluirla en mi itinerario.
"On the way round the world? No, don′t do that. Don′t put us in a parenthesis --give us a chapter to ourselves. I don′t want to see you on your travels. I′d rather see you when they′re over. I should like to see you when you′re tired and satiated," Osmond added in a moment. "I shall prefer you in that state." -Es decir, en su recorrido alrededor del mundo. Por favor, no haga tal cosa. No nos coloque usted en un paréntesis. Concédanos, cuando menos, todo un capítulo. Yo no quiero verla viajando. Prefiero verla cuando haya terminado de viajar. Quisiera verla cuando esté ya ahíta y cansada... - Hizo una pausa y reafirmó-: Sí, preferiría verla en tal estado.
Isabel, with her eyes bent, fingered the pages of M. Ampere. "You turn things into ridicule without seeming to do it, though not, I think, without intending it. You′ve no respect for my travels --you think them ridiculous." Isabel, con la mirada gacha y el índice hendiendo otras páginas del libro de Ampére, contestó: -Usted ridiculiza las cosas sin parecer querer hacerlo, aunque no, según creo, sin pretenderlo. No siente el menor respeto por mis viajes..., los ridiculiza.
"Where do you find that?" -¿De dónde saca usted semejante cosa?
She went on in the same tone, fretting the edge of her book with the paper-knife. "You see my ignorance, my blunders, the way I wander about as if the world belonged to me, simply because --because it has been put into my power to do so. You don′t think a woman ought to do that. You think it bold and ungraceful." Ella continuó en igual tono, rozando el lomo del libro con un abrecartas. -Usted ve perfectamente mi ignorancia, mis errores, me ve ir de un lado a otro como si el mundo fuese mío, por la sencilla razón..., simplemente porque me han proporcionado los medios de poder hacerlo. Usted no cree que una mujer deba hacer semejante cosa; piensa que es un comportamiento pretencioso y torpe.
"I think it beautiful," said Osmond. "You know my opinions --I′ve treated you to enough of them. Don′t you remember my telling you that one ought to make one′s life a work of art? You looked rather shocked at first; but then I told you that it was exactly what you seemed to me to be trying to do with your own." -Al contrario -repuso Osmond-, creo que es algo hermoso. Ya conoce mis ideas; la he puesto a usted bastante en contacto con ellas. ¿Acaso no recuerda lo que yo mismo le he dicho, que uno debe hacer de su propia vida una obra de arte? Al principio, eso pareció chocarla, pero entonces fue cuando le dije que era precisamente lo que se me antojaba que estaba usted tratando de hacer con la suya.
She looked up from her book. "What you despise most in the world is bad, is stupid art." Isabel levantó los ojos del libro. -Lo que usted desprecia más en el mundo es el arte malo, el arte estúpido.
"Possibly. But yours seem to me very clear and very good." -No digo que no. Pero el de usted me parece excelente y diáfano.
"If I were to go to Japan next winter you would laugh at me," she went on. -Estoy segura de que, si se me ocurriera ir al Japón el invierno próximo, se reiría de mí.
Osmond gave a smile --a keen one, but not a laugh, for the tone of their conversation was not jocose. Isabel had in fact her solemnity; he had seen it before. "You have an imagination that startles one!" Osmond sonrió, con afabilidad pero sin llegar a soltar la carcajada, ya que el tono de la conversación que sostenía no era jocoso. Isabel se mostraba de vez en cuando solemne, cosa que él ya había observado. Así, dijo: -Tiene usted una imaginación desconcertante.
"That′s exactly what I say. You think such an idea absurd." -Eso es precisamente lo que quiero decir. Usted cree que tal idea es absurda.
"I would give my little finger to go to Japan; it′s one of the countries I want most to see. Can′t you believe that, with my taste for old lacquer?" -Está equivocada. Yo daría mi dedo meñique por ir al Japón, uno de los pocos países que quisiera de verdad conocer. ¿No lo cree usted, a pesar de mi gran afición a las buenas lacas antiguas?
"I haven′t a taste for old lacquer to excuse me," said Isabel. -Pero yo no tengo la excusa de ser aficionada a las lacas antiguas -contestó Isabel.
"You′ve a better excuse --the means of going. You′re quite wrong in your theory that I laugh at you. I don′t know what has put it into your head." -Usted tiene una excusa mejor todavía: los medios para ir allá. Está completamente equivocada en su creencia de que me río de usted. No sé qué ha podido hacérselo creer así.
"It wouldn′t be remarkable if you did think it ridiculous that I should have the means to travel when you′ve not; for you know everything, and I know nothing." -No se ría nada extraordinario que a usted le pareciera ridículo que yo tenga medios para hacer el viaje y usted no, porque usted lo sabe todo y yo no sé nada.
"The more reason why you should travel and learn," smiled Osmond. "Besides," he added as if it were a point to be made, "I don′t know everything." -Razón de más para que viaje y aprenda -dijo Osmond sonriendo-. Por lo demás... -añadió, como para dejar bien sentado un punto de importancia-, yo no lo sé todo.
Isabel was not struck with the oddity of his saying this gravely; she was thinking that the pleasantest incident of her life --so it pleased her to qualify these too few days in Rome, which she might musingly have likened to the figure of some small princess of one of the ages of dress overmuffled in a mantle of state and dragging a train that it took pages or historians to hold up --that this felicity was coming to an end. That most of the interest of the time had been owing to Mr. Osmond was a reflexion she was not just now at pains to make; she had already done the point abundant justice. But she said to herself that if there were a danger they should never meet again, perhaps after all it would be as well. Happy things don′t repeat themselves, and her adventure wore already the ch anged, the seaward face of some romantic island from which, after feasting on purple grapes, she was putting off while the breeze rose. She might come back to Italy and find him different --this strange man who pleased her just as he was; and it would be better not to come than run the risk of that. But if she was not to come the greater the pity that the chapter was closed; she felt for a moment a pang that touched the source of tears. The sensation kept her silent, and Gilbert Osmond was silent too; he was looking at her. "Go everywhere," he said at last, in a low, kind voice; "do everything; get everything out of life. Be happy --be triumphant." No le llamó a Isabel la atención el hecho de que él dijera aquello con suma gravedad. Pensaba que el incidente más agradable de su vida -así complacíase ella en calificar aquellos breves días en Roma, que podía haber comparado con la figura de una princesita de una de las épocas del buen vestir, agobiada bajo un manto de ceremonia y arrastrando una cola sostenida por pajes o historiadores-, que toda aquella felicidad estaba tocando a su fin. Que al señor O smond se debía la mayor parte del interés suscitado por la estadía en la ciudad era lo de menos; en esos momentos, ya había hecho la debida justicia respecto a tal punto. Y se dijo a si misma que, si hubiese algún peligro de que no llegaran a volver a verse, tal -,,vez sería lo mejor. Las cosas y los hechos felices no se repiten, y su aventura cobraba ya el aspecto cambiante y marinero de una isla romántica donde, tras un sabroso festín de rojos racimos, se estaba ya aparejando para abandonarla a favor de la fresca y dorada brisa del amanecer. Podía volver a Italia y encontrar cambiado a aquel hombre..., aquel hombre tan extraño que tanto le gustaba tal como era..., de modo que no volver era preferible a exponerse al riesgo que ello supondría. Pero, si no había de volver, aún le causaba mayor pena dar por finalizado el capítulo. Durante unos momentos sinti3ó un dolor tan intenso que casi estuvo a punto de provocarle las lágrimas. Tal sensación la hizo permanecer callada, y Gilbert Osmond siguió igualmente silencioso, mirándola intensamente. Al fin, dijo en voz baja y amable: -Vaya usted a donde le agrade; haga cuanto quiera, obtenga de la vida todo lo que pueda. Sea dichosa..., triunfe de verdad.
"What do you mean by being triumphant?" -¿Qué quiere decir con lo de triunfar?
"Well, doing what you like." -Pues... hacer lo que a uno le gusta.
"To triumph, then, it seems to me, is to fail! Doing all the vain things one likes is often very tiresome." -Entonces, para mí, triunfar ha de ser fracasar. A veces, hacer todas las cosas insustanciales que una quiere es enormemente agotador.
"Exactly," said Osmond with his quiet quickness. "As I intimated just now, you′ll be tired some day." He paused a moment and then he went on: "I don′t know whether I had better not wait till then for something I want to say to you." -Exacto -replicó Osmond con tranquila presteza-. Como no hace mucho le dije, día llegará en que se sentirá cansada. -Hizo una breve pausa y luego prosiguió-: la verdad, no sé si sería mejo r esperar hasta entonces para decirle algo de lo que deseo hacerla partícipe.
"Ah, I can′t advise you without knowing what it is. But I′m horrid when I′m tired," Isabel added with due inconsequence. -Pues yo no puedo aconsejarle sin saber de qué se trata. Ahora que, cuando me siento cansada, me comporto de un modo horrible -añadió con una insospechada inconsecuencia.
"I don′t believe that. You′re angry, sometimes --that I can believe, though I′ve never seen it. But I′m sure you′re never ′cross.′ " -No lo creo; lo que sí puede ocurrir es que a veces se enoje, aunque nunca la he visto así; pero tengo la seguridad de que nunca se pone impertinente.
"Not even when I lose my temper?" -¿Ni aun cuando pierdo los estribos?
"You don′t lose it --you find it, and that must be beautiful." Osmond spoke with a noble earnestness. "They must be great moments to see." -Usted no los pierde nunca..., al contrario, los encuentra, y debe de ser muy hermoso -dijo Osmond con noble seriedad-. Ha de haber grandes momentos en que valga la pena verla.
"If I could only find it now!" Isabel nervously cried. -¡Si por lo menos pudiera encontrarlos ahora! -exclamó Isabel algo nerviosa.
"I′m not afraid; I should fold my arms and admire you. I′m speaking very seriously." He lea ned forward, a hand on each knee; for some moments he bent his eyes on the floor. "What I wish to say to you," he went on at last, looking up, "is that I find I′m in love with you." -Yo no siento temor alguno. Voy a cruzarme de brazos y a admirarla. Le advierto que estoy hablando en serio. -Se adelantó un poco, colocó ambas manos sobre las rodillas, bajó los ojos y tras alzarlos de nuevo, añadió-: Lo que quiero decirle es que he llegado al convencimiento de que estoy enamorado de usted.
She instantly rose. "Ah, keep that till I AM tired!" Isabel se levantó instantáneamente y exclamó:
"Tired of hearing it from others?" He sat there raising his eyes to her. "No, you may heed it now or never, as you please. But after all I must say it now." She had turned away, but in the movement she had stopped herself and dropped her gaze upon him. The two remained a while in this situation, exchanging a long look --the large, conscious look of the critical hours of life. Then he got up and came near her, deeply respectful, as if he were afraid he had been too familiar. "I′m absolutely in love with you." -¡Olvide eso hasta que esté cansada! -¿Cansada de qué, de oírselo decir a los demás?  -Siguió él sentado, mirándola-. No, es necesario que lo diga usted ahora; o nunca, como quiera. Pero, en cualquier caso, yo no tengo más remedio que decírselo ahora. Se apañó ella, pero al hacerlo se detuvo un instante y lo miró intensamente. Los dos permanecieron mirándose durante largo rato, con esa mirada detenida, consciente y reflexiva de los momentos críticos de la vida. Por fin, él se levantó, se aproximó y, respetuosamente, como temiendo obrar con excesiva confianza, declaró: -Estoy perdidamente enamorado de usted.
He had repeated the announcement in a tone of almost impersonal discretion, like a man who expected very little from it but who spoke for his own needed relief. The tears came into her eyes: this time they obeyed the sharpness of the pang that suggested to her somehow the slipping of a fine bolt --backward, forward, she couldn′t have said which. The words he had uttered made him, as he stood there, beautiful and generous, invested him as with the golden air of early autumn; but, morally speaking, she retreated before them --facing him still --as she had retreated in the other cases before a like encounter. "Oh don′t say that, please," she answered with an intensity that expressed the dread of having, in this case too, to choose and decide. What made her dread great was precisely the force which, as it would seem, ought to have banished all dread --the sense of something within herself, deep down, that she supposed to be inspired and trustful passion. It was there like a large sum stored in a bank --which there was a terror in having to begin to spend. If she touched it, it would all come out. r Dijo las anteriores palabras en un tono de discreción casi impersonal, como quien espera bien poca cosa de ello y necesita decirlo para desahogarse y quedarse tranquilo. Se le llenaron a Isabel de lágrimas los ojos, pero en esa ocasión producíalas la intensidad de un dolor que le sugería algo así como el correr y descorrer de un hermoso cerrojo..., algo que no sabía qué era ni en qué consistía. Las palabras que acababa de pronunciar hacían de Osmond, que no se había movido de donde estaba, un ser generoso y gallardo, le envolvían en una especie de manto sutil como el aire dorado del temprano otoño. Sin emba rgo, moralmente, hacían retroceder a la muchacha, que no dejaba de mirarle amorosamente, de igual modo que se había retirado antes, en ocasiones similares. -Por favor, no diga eso -murmuró con una intensidad en la súplica que delataba también ahora su miedo a verse obligada a escoger y decidir. Lo que acrecentaba aún más su temor era precisamente aquella fuerza que, al parecer, debió de desvanecer todos los temores, la sensación de que había algo dentro de ella, allá en lo más hondo de su ser, que se le antojaba una inesperada y sincera pasión. Era como si tuviese una cuantiosa suma depositada en un banco y experimentase un miedo insuperable de empezar a gastarla. Porque, una vez que la hubiera tocado, toda ella se disiparía enseguida.
"I haven′t the idea that it will matter much to you," said Osmond. "I′ve too little to offer you. What I have --it′s enough for me; but it′s not enough for you. I′ve neither fortune, nor fame, nor extrinsic advantages of any kind. So I offer nothing. I only tell you because I think it can′t offend you, and some day or other it may give you pleasure. It gives me pleasure, I assure you," he went on, standing there before her, considerately inclined to her, turning his hat, which he had taken up, slowly round with a movement which had all the decent tremor of awkwardness and none of its oddity, and presenting to her his firm, refined, slightly ravaged face. "It gives me no pain, because it′s perfectly simple. For me you′ll always be the most important woman in the world." Osmond dijo por fin, suavemente: -Supongo que no le importará mucho lo que acabo de decirle. Lo que puedo ofrecerle es demasiado poco. Lo que yo tengo es bastante para mí..., pero no para usted. Ni tengo fortuna, ni renombre, ni ninguna otra de esas ventajas externas que tanto se aprecian. De manera que no le ofrezco nada. Se lo digo porque no creo que con ello la ofenda y porque se me antoja que llegará el día en que le agrade. Por mi parte, le aseguro que a mí me proporciona gran placer decírselo. -Continuó de pie ante ella, un poco inclinado hacia delante como en espera de sus palabras, y dándole lentas vueltas al sombrero que acababa de tomar con todo el recatado temor de la torpeza y sin extravagancia, presentando a los ojos de ella su rostro firme, refinado y un tanto demacrado-. A mí no me causa dolor alguno decirle esto porque es de lo más sencillo -añadió-. Para mí será usted siempre la mujer más importante del mundo.
Isabel looked at herself in this character --looked intently, thinking she filled it with a c ertain grace. But what she said was not an expression of any such complacency. "You don′t offend me; but you ought to remember that, without being offended, one may be incommoded, troubled." "Incommoded:" [sic}">she heard herself saying that, and it struck her as a ridiculous word. But it was what stupidly came to her. Isabel se consideró a sí misma en tal aspecto, y pensó que le sentaba bien. Sin embargo, lo que dijo no expresaba en modo alguno semejante complacencia propia. -Usted no me ofende, pero no olvide que, sin sentirse ofendida, puede una sentirse incomodada y turbada. Se oyó a sí misma decir la palabra «incomodada» y le pareció ridícula. No sabía de qué estúpida manera pudo habérsele ocurrido.
"I remember perfectly. Of course you′re surprised and startled. But if it′s nothing but that, it will pass away. And it will perhaps leave something that I may not be ashamed of." -No lo olvidaré. Por lo pronto, se ha quedado usted sorprendida y azorada. Pero, si no es más que eso, no tardará en pasar. Y tal vez deje alguna huella de la que yo no tenga por qué avergonzarme.
"I don′t know what it may leave. You see at all events that I′m not overwhelmed," said Isabel with rather a pale smile. "I′m not too troubled to think. And I think that I′m glad we′re separating --that I leave Rome to-morrow." -Ignoro lo que pueda dejar. De todas formas, puede usted ver por sí mismo que no estoy abatida-dijo Isabel con pálida sonrisa-. No estoy tan turbada como para no po der pensar. Y pienso que me alegro de que hayamos de separarnos y de tener que marcharme mañana de Roma.
"Of course I don′t agree with you there." -Siento decirle que no estamos de acuerdo en eso.
"I don′t at all KNOW you," she added abruptly; and then she coloured as she heard herself saying what she had said almost a year before to Lord Warburton. -Yo no le conozco a usted en absoluto -replicó Isabel bruscamente, y se ruborizó al oírse diciendo lo que ya dijera hacía un año a lord Warburton.
"If you were not going away you′d know me better." -Si no se marchara, no por eso me conocería mejor.
"I shall do that some other time." -Puede que alguna vez lo logre.
"I hope so. I′m very easy to know." -Así lo deseo. Soy bien fácil de conocer.
"No, no," she emphatically answered --"there you′re not sincere. You′re not easy to know; no one could be less so." Ella contestó con gran énfasis: -No, no; en eso no es sincero. Usted no es nada fácil de conocer. Es imposible serlo menos.
"Well," he laughed, "I said that because I know myself. It may be a boast, but I do." -Bueno -repuso él riendo-, si digo eso es porque me conozco bien a mí mismo. Pudiera parecer una fanfarrone ría, pero así es.
"Very likely; but you′re very wise." -Es muy posible. Pero es porque usted es muy sensato.
"So are you, Miss Archer!" Osmond exclaimed. -También lo es usted, señorita Archer -exclamó Osmond.
"I don′t feel so just now. Still, I′m wise enough to think you had better go. Good-night." -No creo que lo sea en este momento, aunque sí lo bastante para pensar que será mejor que se vaya. Buenas noches.
"God bless you!" said Gilbert Osmond, taking the hand which she failed to surrender. After which he added: "If we meet again you′ll find me as you leave me. If we don′t I shall be so all the same." -Dios la bendiga -dijo Gilbert Osmond tomándole la mano que ella se olvidara de tenderle. Después de lo cual, añadió-: Si volvemos alguna vez a vernos, me encontrará usted igual que me deja. Y, si no nos vemos más, yo seguiré siendo siempre el mismo.
"Thank you very much. Good-bye." -Se lo agradezco infinito. Adiós.
There was something quietly firm about Isabel′s visitor; he might go of his own movement, but wouldn′t be dismissed. "There′s one thing more. I haven′t asked anything of you --not even a thought in the future; you must do me that justice. But there′s a little service I should like to ask. I shall not return home for several days; Rome′s delightful, and it′s a good place for a man in my state of mind. Oh, I know you′re sorry to leave it; but you′re right to do what your aunt wishes." Había algo tranquilamente decidido en el visitante de Isabel que le impulsaba a querer marcharse por su propia voluntad, no despedido. -Hay algo má 87s que debo decirle. Yo no le he pedido nada..., ni siquiera que tenga un pensamiento para mí en el futuro; justicia que espero sabrá usted hacerme. Sin embargo, quisiera pedirle un favor insignificante. No pienso regresar a mi casa en unos cuantos días. Roma está deliciosa en estos momentos y es lugar harto apropiado para un hombre en mi estado de ánimo. ¡Ah! Yo sé que usted siente dejarla, pero me parece bien que haga lo que su tía desea.
"She doesn′t even wish it!" Isabel broke out strangely. -Ni desea tal cosa ni exige nada -replicó Isabel.
Osmond was apparently on the point of saying something that would match these words, but he changed his mind and rejoined simply: "Ah well, it′s proper you should go with her, very proper. Do everything that′s proper; I go in for that. Excuse my being so pa tronising. You say you don′t know me, but when you do you′ll discover what a worship I have for propriety." Osmond estuvo a punto de decir algo que respondiera bien a tales palabras, pero cambió de idea y se limitó a comentar: -Está bien; de todos modos es correcto que vaya usted con ella, muy correcto. Haga siempre lo correcto; ésa es mi norma. Perdone que la aconseje tanto. Usted dice que no me conoce, pero, cuando de veras m e conozca, verá el gran culto que profeso a la corrección.
"You′re not conventional?" Isabel gravely asked. -Pero usted no es un hombre convencional, ¿no es cierto? -preguntó Isabel con gravedad.
"I like the way you utter that word! No, I′m not conventional: I′m convention itself. You don′t understand that?" And he paused a moment, smiling. "I should like to explain it." Then with a sudden, quick, bright naturalness, "Do come back again," he pleaded. "There are so many things we might talk about." -Me gusta la manera en que dice usted esa palabra. No, no es que sea convencional, es que soy la convención social personificada. ¿No lo comprende usted? -Y se detuvo un instante, sonriendo-. Me gustaría poder explicárselo. -De pronto, en una salida llena de naturalidad, presteza y brillantez, exclamó-: ¡No deje de volver! ¡Tenemos aún tantas cosas de qué hablar!
She stood there with lowered eyes. "What service did you speak of just now?" Ella permanecía con la mirada gacha.
"Go and see my little daughter before you leave Florence. She′s alone at the villa; I decided not to send her to my sister, who hasn′t at all my ideas. Tell her she must love her poor father very much," said Gilbert Osmond gently. -¿De qué favor quería usted hablarme hace un momento? -se limitó a preguntar. -Que antes de abandonar Florencia vaya a ver a mi hijita. Está sola en la vill a; me decidí a no enviarla a casa de mi hermana porque ésta no comparte precisamente mis ideas. Dígale usted que debe querer mucho a su pobre papaíto -terminó diciendo amablemente Osmond.
"It will be a great pleasure to me to go," Isabel answered. "I′ll tell her what you say. Once more good-bye." -Tendré un verdadero placer en ir a verla-dijo Isabel en el mismo tono- y le diré lo que usted me pide. Adiós otra vez.
On this he took a rapid, respectful leave. When he had gone she stood a moment looking about her and seated herself slowly and with an air of deliberation. She sat there till her companions came back, with folded hands, gazing at the ugly carpet. Her agitation --for it had not diminished --was very still, very deep. What had happened was something that for a week past her imagination had been going forward to meet; but here, when it came, she stopped --that sublime principle somehow broke down. The working of this young lady′s spirit was strange, and I can only give it to you as I see it, not hoping to make it seem altogether natural. Her imagination, as I say, now hung back: there was a last vague space it couldn′t cross --a dusky, uncertain tract which looked ambiguous and even slightly treacherous, like a moorland seen in the winter twilight. But she was to cross it yet. Se despidió él rápida y respetuosamente. Una vez que hubo desaparecido, Isabel se quedó pensando profundamente en sí misma y acabó sentándose poco a poco con aire de suma preocupación. Así permaneció, sentada, con las manos cruzadas y la vista clavada en la horrenda alfombra, hasta que volvieron sus compañeros. Su agitación, que no había en nada decrecido, era todavía muy intensa. Lo que acababa de ocurrir era algo para lo que estaba ment almente preparada desde hacía un mes; pero, cuando llegó el momento, se detuvo... y aquel principio sublime que la inspiraba se vino en cierto modo abajo. Extraña era la manera de proceder del espíritu de nuestra heroína, y yo no puedo presentarla más que como la veo, sin pretender en absoluto hacerla aparecer como la cosa más natural del mundo. Como ya he dicho, su imaginación retrocedió. Le quedaba todavía un último y vago espacio que no podía cruzar..., algo como un camino oscuro e incierto con no poca apariencia de ambiguo y un si es no es de traicionero, como un espeso matorral visto a la luz del oscurecer. Pero no le quedaba más remedio que atravesarlo.      






CHAPTER 30

30

She returned on the morrow to Florence, under her cousin′s escort, and Ralph Touchett, though usually restive under railway discipline, thought very well of the successive hours passed in the train that hurried his companion away from the city now distinguished by Gilbert Osmond′s preference --hours that were to form the first stage in a larger scheme of travel. Miss Stackpole had remained behind; she was planning a little trip to Naples, to be carried out with Mr. Bantling′s aid. Isabel was to have three days in Florence before the 4th of June, the date of Mrs. Touchett′s departure, and she determined to devote the last of these to her promise to call on Pansy Osmond. Her plan, however, seemed for a moment likely to modify itself in deference to an idea of Madame Merle′s. This lady was still at Casa Touchett; but she too was on the point of leaving Flo rence, her next station being an ancient castle in the mountains of Tuscany, the residence of a noble family of that country, whose acquaintance (she had known them, as she said, "forever") seemed to Isabel, in the light of certain photographs of their immense crenellated dwelling which her friend was able to show her, a precious privilege. She mentioned to this fortunate woman that Mr. Osmond had asked her to take a look at his daughter, but didn′t mention that he had also made her a declaration of love. A la mañana siguiente Isabel regresó a Florencia en compañía de su primo, quien, aunque contrario a la disciplina del ferrocarril, consideró de todo punto admirables aquellas horas pasadas en el tren, ya que con ellas se alejaba su compañera de la ciudad a la que ahora cabía el honor de ser la preferida de Gilbert Osmond, unas horas que tal vez empezaban a delinearse como la primera etapa de un extenso proyecto de viajes. La señorita Stackpole se había quedado en Roma, pues planeaba hacer una pequeña excursión a Nápoles con la ayuda y bajo la guía del señor Bantling. Isabel debía pasar aún tres días en Florencia antes de la partida de la señora Touchett, fijada para el día 4 de junio, y resolvió dedicar el último de ellos a cumplir la promesa que hiciera a Osmond de ir a visitar a su hijita. Sin embargo, tal proyecto estuvo a punto de sufrir una leve alteración por deferencia a una idea de madame Merle. Continuaba todavía esta señora en casa de la señora Touchett, pero estaba también en vísperas de abandonar Florencia para trasladarse a un antiguo castillo situado en las montañas de la Toscana y residencia de una aristocrática familia del país, cuya amistad (como ella decía, los conocía de toda la vida) se le antojaba a Isabel, a juzgar por ciertas fotografías del inmenso y almenado edificio que su amiga tuvo a bien mostrarle, un extraordinario privilegio. Refirió, pues, a tan privilegiada mujer el hecho de que el señor Osmond le había pedido que fuese a ver a su hijita, pero sin decirle que antes le hiciera una declaración de amor.
"Ah, comme cela se trouve!" Madame Merle exclaimed. "I myself have been thinking it would be a kindness to pay the child a little visit before I go off." Madame Merle exclamó:  -Ab, comme ce la se trouve! Precisamente, yo también estaba pensando en ir a ver a la chiquilla antes de marcharme.
"We can go together then," Isabel reasonably said: "reasonably" because the proposal was not uttered in the spirit of enthusiasm. She had prefigured her small pilgrimage as made in solitude; she should like it better so. She was n evertheless prepared to sacrifice this mystic sentiment to her great consideration for her friend. A lo cual respondió Isabel sensatamente: -Podemos ir juntas si le parece. Digo «sensatamente» porque no fue una proposición hecha con verdadero entusiasmo. Se había hecho ella la ilusión de realizar aquella corta peregrinación a solas, cosa que le habría gustado seguramente más. No obstante, estaba gentilmente dispuesta a sacrificar tal sentimiento un tanto místico a la consideración que por su amiga sentía.
That personage finely meditated. "After all, why should we both go; having, each of us, so much to do during these last hours?" Sin embargo, después de pensarlo detenidamente, la importante dama dijo: -¿Para qué vamos a ir las dos, teniendo como tenemos tantas cosas que hacer ambas en estas últimas horas?
"Very good; I can easily go alone." -Bueno; en tal caso puedo ir yo sola. par
"I don′t know about your going alone --to the house of a handsome bachelor. He has been married --but so long ago!" -No sé hasta qué punto está bien que vaya usted sola... a casa de un apuesto soltero. Estuvo casado, como sabe.,., pero hace ya tanto tiempo...
Isabel stared. "When Mr. Osmond′s away what does it matter?" -Pero, si se halla ausente, ¿qué importancia tiene eso? -repuso Isabel, turbada.
"They don′t know he′s away, you see." -Tenga en cuenta que ellos no saben que se encuentra ausente.
"They? Whom do you mean?" -¿Quiénes son ellos? ¿A quiénes se refiere usted?
"Every one. But perhaps it doesn′t signify." -A todo el mundo. Aunque, a lo mejor, no tiene la menor importancia.
"If you were going why shouldn′t I?" Isabel asked. -Si usted puede ir, ¿por qué no he de poder ir yo también? -preguntó Isabel.
"Because I′m an old frump and you′re a beautiful young woman." -Porque yo soy una vieja cascarrabias y usted es una joven hermosa.
"Granting all that, you′ ve not promised." -Admitido todo eso, usted no ha hecho ninguna promesa de ir.
"How much you think of your promises!" said the elder woman in mild mockery. -¡¡Cuánto le preocupan a usted sus promesas! -exclamó la dama con acento levemente burlón.
"I think a great deal of my promises. Does that surprise you?" -Me preocupan mucho. ¿Le llama eso la atención?
"You′re right," Madame Merle audibly reflected. "I really think you wish to be kind to the child." -Tiene usted razón -murmuró madame Merle-. De veras, creo que debe portarse bien con la muchachita, ser buena con ella.
"I wish very much to be kind to her." -Tengo un gran deseo de serlo.
"Go and see her then; no one will be the wiser. And tell her I′d have come if you hadn′t. Or rather," Madame Merle added, "DON′T tell her. She won′t care." -Entonces, vaya a verla; nadie podría ser más prudente que usted. Y dígale que, si usted no hubiera ido, habría ido yo. O mejor -añadió madame Merle-, no se lo diga; va a importarle un comino.
As Isabel drove, in the publicity of an open vehicle, along the winding way which led to Mr. Osmond′s hill-top, she wondered what her friend had meant by no one′s being the wiser. Once in a [sic}">while, at large intervals, this lady, whose voyaging discretion, as a general thing, was rather of the open sea than of the risky channel, dropped a remark of ambiguous q uality, struck a note that sounded false. What cared Isabel Archer for the vulgar judgements of obscure people? and did Madame Merle suppose that she was capable of doing a thing at all if it had to be sneakingly done? Of course not: she must have meant something else --something which in the press of the hours that preceded her departure she had not had time to explain. Isabel would return to this some day; there were sorts of things as to which she liked to be clear. She heard Pansy strumming at the piano in another place as she herself was ushered into Mr. Osmond′s drawing-room; the little girl was "practising," and Isabel was pleased to think she performed this duty with rigour. She immediately came in, smoothing down her frock, and did the honours of her father′s house with a wide-eyed earnestness of courtesy. Isabel sat there half an hour, and Pansy rose to the occasion as the small, winged fairy in the pantomime soars by the aid of the dissimulated wire --not chattering, but conversing, and showing the same respectful interest in Isabel′s affairs that Isabel was so good to take in hers. Isabel wondered at her; she had never had so directly presented to her nose the white flower of cultivated sweetness. How well the child had been taught, said our admiring young woman; how prettily she had been directed and fashioned; and yet how simple, how natural, how innocent she had been kept! Isabel was fond, ever, of the question of character and quality, of sounding, as who should say, the deep personal mystery, and it had pleased her, up to this time, to be in doubt as to whether this tender slip were not really all-knowing. Was the extremity of her candour but the perfection of self-consciousness? Was it put on to please her father′s visitor, or was it the direct expression of an unspotted nature? The hour that Isabel spent in Mr. Osmond′s beautiful empty, dusky rooms --the windows had been half-darkened, to keep out the heat, an d here and there, through an easy crevice, the splendid summer day peeped in, lighting a gleam of faded colour or tarnished gilt in the rich gloom --her interview with the daughter of the house, I say, effectually settled this question. Pansy was really a blank page, a pure white surface, successfully kept so; she had neither art, nor guile, nor temper, nor talent --only two or three small exquisite instincts: for knowing a friend, for avoiding a mistake, for taking care of an old toy or a new frock. Yet to be so tender was to be touching withal, and she could be felt as an easy victim of fate. She would have no will, no power to resist, no sense of her own importance; she would easily be mystified, easily crushed: her force would be all in knowing when and where to cling. She moved about the place with her visitor, who had asked leave to walk through the other rooms again, where Pansy gave her judgement on several works of art. She spoke of her prospects, her occupati ons, her father′s intentions; she was not egotistical, but felt the propriety of supplying the information so distinguished a guest would naturally expect. Mientras Isabel se dirigía públicamente en coche abierto por el empinado camino hacia la villa del señor Osmond, iba pensando en qué habría querido decir madame Merle con aquello de que nadie podría se r más prudente. El hecho era que, de vez en cuando, aquella dama cuya discreción viajera parecía por lo general más avezada a los embates del mar abierto que a los riesgos de los canales ocultos, dejaba caer una frase de índole ambigua o hacía sonar una nota falsa. ¿Qué le importaba Isabel Archer el juicio vulgar de la gente insignificante? ¿Cómo podía imaginar madame Merle que ella era capaz de hacer las cosas a hurtadillas? No era eso, seguramente. Debía de haber algo más..., algo que, en el apresuramiento de las horas que preceden a la partida, no había tenido tiempo de explicar. Isabel tendría que volver sobre ello algún día, porque había cosas en las que deseaba actuar siempre con toda claridad. Al llegar a la villa, oyó a Pansy aporreando el piano en una habitación distinta de aquella donde la introdujer on en su primera visita al salón del señor Osmond. La muchachita estaba «practicando», e Isabel tuvo la satisfacción de notar que ponía en ello todo su empeño. La jovencita acudió enseguida su encuentro alisándose el trajecito e hizo los honores de la casa de su padre con gran desenvoltura y exquisita cortesía. Isabel permaneció sentada allí durante una media hora, y Pansy supo encumbrarse a sus ojos en tal ocasión como el hada diminuta y alada de la pantomima que se eleva por medio de hilos invisibles, sin ponerse a chismorrear sino a conversar, mostrando por las cosas de Isabel el mismo interés respetuoso que la otra se dignaba mostrar por las de ella. Isabel la miraba con arrobamiento; jamás había tenido ante los ojos la flor blanca de la afabilidad tan minuciosamente cultivada. Nuestra joven admiradora manifestó su complacencia al v er lo bien enseñada que estaba la jovencita, lo inteligentemente que la habían ido formando y modelando y, pese a ello, lo sencilla, natural e inocente que hasta entonces se había conservado. Le gustaba mucho a Isabel conocer el carácter y la calidad de las personas, bucear, como quien dice, en las profundidades misteriosas de las almas, pero hasta entonces .le había agradado dudar si aquel tierno pimpollo lo sabría ya todo. Se preguntaba si su extrema ingenuidad era un disfraz de la perfecta conciencia de sí misma que empleaba para agradar a una conocida de su padre, o si era la manifestación pura y sincera de una naturaleza todavía inmaculada. La hora que Isabel pasó en las hermosas salas vacías y penumbrosas -pues las ventanas estaban medio entornadas para evitar el calor y la luz del espléndido día casi estival que se filtraba a través de algunas rendijas p rendiendo un fulgor de color desvaído, o de oro apagado, en la rica oscuridad-, tal hora en conversación con la muchachita le proporcionó la solución del inquietante problema que la atormentaba. Se convenció, pues, de que Pansy era una hoja en blanco, una superficie alba y pura, por fortuna conservada cuidadosamente en tal estado. Carecía de artificio, de estratagema, de temperamento, de talento..., y sólo poseía dos o tres instintos exquisitos, si bien insignificantes: el de conocer al amigo, el de evitar un error, el de cuidar una vieja muñeca o un nuevo vestido. Sin embargo, siendo tan tierna tenía que ser además conmovedora, y daba la impresión de que sería una víctima fácil del destino. No tendría jamás voluntad ni fuerza para resistir, ni el sentido de su propia importancia; se prestaría fácilmente al engaño y no costaría trabajo amilanarla; su única fuerza consistiría en saber cómo y cuándo tendría que adherirse a algo. Acompañó a su visitante por las habitaciones de la casa, que la otra había deseado ver de nuevo, y supo exponer su opinión personal respecto a algunas de las obras de arte en ellas contenidas. Habló igualmente de sus proyectos, de sus ocupaciones, de los propósitos de su padre. No se mostró excesivamente egocéntrica, pero se consideró en el deber de ofrecer a aquella distinguida amiga de su padre toda la información que pudiera necesitar.
"Please tell me," she said, "did papa, in Rome, go to see Madame Catherine? He told me he would if he had time. Perhaps he had not time. Papa likes a great deal of time. He wished to speak about my education; it isn′t finished yet, you know. I don′t know what they can do with me more; but it appears it′s far from finished. Papa told me one day he thought he would finish it himself; for the last year or two, at the convent, the masters that teach the tall girls are so very dear. Papa′s not rich, and I should be very sorry if he were to pay much money for me, because I don′t think I′m worth it. I don′t learn quickly enough, and I have no memory. For what I′m told, yes --especially when it′s pleasant; but not f or what I learn in a book. There was a young girl who was my best friend, and they took her away from the convent, when she was fourteen, to make --how do you say it in English? --to make a _dot_. You don′t say it in English? I hope it isn′t wrong; I only mean they wished to keep the money to marry her. I don′t know whether it is for that that papa wishes to keep the money --to marry ME. It costs so much to marry!" Pansy went on with a sigh; "I think papa might make that economy. At any rate I′m too young to think about it yet, and I don′t care for any gentleman; I mean for any but him. If he were not my papa I should like to marry him; I would rather be his daughter than the wife of --of some strange person. I miss him very much, but not so much as you might think, for I′ve been so much away from him. Papa has always been principally for holidays. I miss Madame Catherine almost more; but you must not tell him that. You shall not see him again? I′m very sorry, and he ′ll be sorry too. Of everyone who comes here I like you the best. That′s not a great compliment, for there are not many people. It was very kind of you to come to-day --so far from your house; for I′m really as yet only a child. Oh, yes, I′ve only the occupations of a child. When did YOU give them up, the occupations of a child? I should like to know how old you are, but I don′t know whether it′s right to ask. At the convent they told us that we must never ask the age. I don′t like to do anything that′s not expected; it looks as if one had not been properly taught. I myself --I should never like to be taken by surprise. Papa left directions for everything. I go to bed very early. When the sun goes off that side I go into the garden. Papa left strict orders that I was not to get scorched. I always enjoy the view; the mountains are so graceful. In Rome, from the convent, we saw nothing but roofs and bell-towers. I practise three hours. I don′t play very well. You play yourself? I wish very much you′d play something for me; papa has the idea that I should hear good music. Madame Merle has played for me several times; that′s what I like best about Madame Merle; she has great facility. I shall never have facility. And I′ve no voice --just a small sound like the squeak of a slate-pencil making flourishes." -Dígame, por favor, ¿sabe si, en Roma, mi papá fue ver a la madre Catherine? -preguntó-. El me dijo que lo haría, pero tal vez no haya tenido tiempo. Creo que quería hablarle sobre el asunto de mi educación. Un d ía, papá me dijo que tendría que terminarla él mismo porque el último o los dos últimos años los profesores que enseñan en el convento son muy caros. Papá no es rico, y yo sentiría mucho que tuviese que pagar tanto dinero por mí, porque creo que no lo valgo. No soy muy lista para aprender, no tengo memoria suficiente. Para lo que me cuentan sí la tengo, sobre todo si es algo divertido; pero no para las cosas que se aprenden en los libros. Había una muchacha que era mi mejor amiga, y la retiraron del convento a los catorce años para hacerle..., ¿cómo se dice en inglés?..., para hacerle una dot . ¿No se dice también así en inglés? A mí no me parece mal. Yo creo que no está mal. Bueno, lo que quiero decir es que querían guardar el dinero para poder casarla. Yo no sé si es para eso para lo que papá quiere también ahorrar dinero..., para casarme. Debe de costar mucho dinero casarse. -Pansy se detuvo un instante, suspiró y prosiguió-: Me parece que papá quiere ahorrarse ese gasto del convento. De todas formas, yo soy todavía demasiado joven y no me importan nada los señores; el único que me interesa es papá. Si no fuera mi papá, me gustaría casarme con él, pero, siendo así, prefiero ser su hija que la esposa... de un extraño. Lo echo mucho de menos, aunque no tanto como usted podría creer, porque he estado lejos de él mucho tiempo. Con papá he pasado, sobre todo, las vacaciones. También echo mucho de menos a la madre Catherine, pero no se l o diga a él. ¿No va a volver a verle? Pues lo siento mucho, y estoy segura de que él también lo sentirá. De todas las personas que vienen aquí, la que más me gusta es usted. No es un gran cumplido, porque la verdad es que viene muy poca gente. Ha sido usted muy buena viniendo hoy..., con lo lejos que estamos de su casa, porque, después de todo, yo no soy todavía más que una niña. Hasta ahora no tengo más entretenimientos que los de las niñas. ¿Cuándo dejó usted de tener esos entretenimientos de niña? Me gustaría saber la edad que tiene, pero no es correcto preguntarlo. En el convento nos enseñaron que no debíamos preguntar nunca la edad a los demás. A mí no me gusta hacer nada que no se espere, porque parece que no le han enseñado a una como es debido. Tampoco me gustaría que me pil laran por sorpresa. Papá me dio instrucciones para todo. Me acuesto muy temprano. Cuando el sol da de ese lado, me voy al jardín. Papá me dio órdenes muy estrictas de que no dejara que el sol me quemase la piel. La vista desde aquí me encanta cada vez más, y las montañas son cada día más hermosas. En Roma, desde el convento, no se ven más que techos de casas y campanarios. Todos los días practico piano tres horas, pero no toco muy bien. ¿Toca usted también? Me gustaría mucho que tocase algo para mí. Madame Merle ha tocado varias veces para mí sola, y eso es lo que más me gusta de ella. A papá le gusta que oiga buena música. Madame Merle tiene una facilidad enorme, pero yo no tendré nunca verdadera facilidad. Además, no tengo voz..., mi voz es como el chirrido de un pizarrin cuando se garabatea en é el.
Isabel gratified this respectful wish, drew off her gloves and sat down to the piano, while Pansy, standing beside her, watched her white hands move quickly over the keys. When she stopped she kissed the child good-bye, held her close, looked at her long. "Be very good," she said; "give pleasure to your father." Isabel satisfizo aquel respetuoso deseo; se quitó los guantes y se sentó al piano, teniendo a su lado a Pansy, que admiraba sus blancas y finas manos deslizándose ligeramente sobre el teclado. Cuando terminó, dio a la niña un beso de despedida, la estrechó contra su corazón, la miró durante un rato y le dijo: -Procura ser muy buena y dar gusto a tu padre.
"I think that′s what I live for," Pansy answered. "He has not much pleasure; he′s rather a sad man." -Creo que es precisamente para eso para lo que vivo -repuso Pansy-. El pobre no lo pasa muy bien; es más que nada un hombre triste.
Isabel listened to this assertion with an interest which she felt it almost a torment to be obliged to conceal. It was her pride that obliged her, and a certain sense of decency; there were still other things in her head which she felt a strong impulse, instantly checked, to say to Pansy about her father; there were things it would have given her pleasure to hear the child, to make the child, say. But she no sooner became conscious of these things than her imagination was hushed with horror at the idea of taking advantage of the little girl --it was of this she would have accused herself --and of exhaling into that air where he might still have a subtle sense for it any breath of her charmed state. She had come --she had come; but she had stayed only an hour. She rose quickly from the music-stool; even then, however, she lingered a moment, still holding her small companion, drawing the child′s sweet slimness closer and looking down at her almost in envy. She was obliged to confess it to herself --she would have taken a passionate pleasure in talking of Gilbert Osmond to this innocent, diminutive creature who was so near him. But she said no other word; she only kissed Pansy once again. They went together through the vestibule, to the door that opened on the court; and there her young hostess stopped, looking rather wistfully beyond. "I may go no further. I′ve promised papa not to pass this door." Isabel escuchó semejante declaración con un interés tal que le pareció un) tormento la sola idea de querer ocultarlo. La detenían su orgullo y un indiscutible sentimiento de la conveniencia, pues eran muchas otras las cosas que le rondaban por la cabeza y que ella sentía irrefren able impulso de hacerle decir a Pansy acerca de su padre; impulso que, sin embargo, lograba contener. Muchas cosas le habría gustado oír de boca de la muchachita, pero, en cuanto se dio cuenta de su malsano deseo, desechó con horror la idea de aprovecharse de la joven -toda su vida habría tenido que estar arrepintiéndose de ello- y de dejar flotando en aquel ambiente, donde él podía luego tener la sensación de estar respirándolo, el aroma de su encantada persona. Ella había ido..., había ido, pero sólo para permanecer una hora. Isabel se levantó rápidamente del taburete del piano, pero permaneció allí un poco más todavía, enlazando cada vez con más afecto el tierno busto de la muchachita y mirándola casi con envidia. No podía por menos de confesarse a sí misma que habría experimentado un i nmenso placer en hablarle de Gilbert Osmond a aquella diminuta criatura que tan unida estaba a él por los lazos de la sangre. Pero no dijo una palabra más y se limitó a besarla otra vez. Fueron juntas por el vestíbulo hasta la puerta que daba al patio. La muchachita se detuvo allí y dijo mirando con anhelo hacía fuera: -No puedo ir más allá; le prometí a papá que no pasaría de esta puerta.
"You′re right to obey him; he′ll never ask you anything unreasonable." -Haces muy bien en obedecerle, porque nunca te pedirá nada que no sea razonable.
"I shall always obey him. But when will you come again?" -Yo le obedeceré siempre. Pero ¿cuándo volverá usted?
"Not for a long time, I′m afraid." -Me temo que tardaré bastante.
"As soon as you can, I hope. I′m only a little girl," said Pansy, "but I shall always expect you." And the small figure stood in the high, dark doorway, watching Isabel cross the clear, grey court and disappear into the brightness beyond the big portone, which gave a wider dazzle as it opened. -Espero que sea cuanto antes -dijo Pansy-. Yo no soy más que una chiquilla, pero la esperaré siempre. Y la pequeña silueta de la joven cita quedó recortada en el alto y oscuro umbral mientras Isabel atravesaba el ancho y claro patio y desaparecía en la gloriosa luz de la tarde por el portone, que, al abrirse, dio paso a una claridad más intensa.  






CHAPTER 31

31

Isabel came back to Florence, but only after several months; an i sufficiently replete with incident. It is not, however, during this interval that we are closely concerned with her; our attention is engaged again on a certain day in the late spring-time, shortly after her return to Palazzo Crescentini and a year from the date of the incidents just narrated. She was alone on this occasion, in one of the smaller of the numerous rooms devoted by Mrs. Touchett to social uses, and there was that in her expression and attitude which would have suggested that she was expecting a visitor. The tall window was open, and though its green shutters were partly drawn the bright air of the garden had come in through a broad interstice and filled the room with warmth and perfume. Our young woman stood near it for some time, her hands clasped behind her; she ga zed abroad with the vagueness of unrest. Too troubled for attention she moved in a vain circle. Yet it could not be in her thought to catch a glimpse of her visitor before he should pass into the house, since the entrance to the palace was not through the garden, in which stillness and privacy always reigned. She wished rather to forestall his arrival by a process of conjecture, and to judge by the expression of her face this attempt gave her plenty to do. Grave she found herself, and positively more weighted, as by the experience of the lapse of the year she had spent in seeing the world. She had ranged, she would have said, through space and surveyed much of mankind, and was therefore now, in her own eyes, a very different person from the frivolous young woman from Albany who had begun to take the measure of Europe on the lawn at Gardencourt a couple of years before. She flattered herself she had harvested wisdom and learned a great deal more of life than this ligh t-minded creature had even suspected. If her thoughts just now had inclined themselves to retrospect, instead of fluttering their wings nervously about the present, they would have evoked a multitude of interesting pictures. These pictures would have been both landscapes and figure-pieces; the latter, however, would have been the more numerous. With several of the images that might have been projected on such a field we are already acquainted. There would be for instance the conciliatory Lily, our heroine′s sister and Edmund Ludlow′s wife, who had come out from New York to spend five months with her relative. She had left her husband behind her, but had brought her children, to whom Isabel now played with equal munificence and tenderness the part of maiden-aunt. Mr. Ludlow, toward the last, had been able to snatch a few weeks from his forensic triumphs and, crossing the ocean with extreme rapidity, had spent a month with the two ladies in Paris before taking his wife home. The little Ludlows had not yet, even from the American point of view, reached the proper tourist-age; so that while her sister was with her Isabel had confined her movements to a narrow circle. Lily and the babies had joined her in Switzerland in the month of July, and they had spent a summer of fine weather in an Alpine valley where the flowers were thick in the meadows and the shade of great chestnuts made a resting-place for such upward wanderings as might be undertaken by ladies and children on warm afternoons. They had afterwards reached the French capital, which was worshipped, and with costly ceremonies, by Lily, but thought of as noisily vacant by Isabel, who in these days made use of her memory of Rome as she might have done, in a hot and crowded room, of a phial of something pungent hidden in her handkerchief. Isabel no volvió a Florencia hasta pasados unos cuantos meses, intervalo de su vida cargado de incidentes. Sin embargo, no es lo sucedido en tal intervalo lo que de ella nos interesa. Nuestra atención se concentra de nuevo en el Palazzo Crescentini, en cierto día del final de la primavera y justamente un año después de los acontecimientos de que acabamos de dar cuenta. En aquel instante se encontraba Isabel sola en uno de los diver sos salones dedicados por la señora Touchett a las atenciones sociales, y por su actitud se podría creer que esperaba a algún visitante. La gran ventana de la habitación estaba abierta y, aunque sus verdes celosías quedaban entornadas, el aire del jardín penetraba en la estancia llenándola de su inefable aroma y su tibieza. Nuestra heroína permaneció junto a ella durante algún tiempo con las manos cruzadas detrás de la espalda y mirando hacia el exterior con cierta inquietud. Incapaz de centrar su atención, se movía en un círculo de escaso radio. Sin embargo, no podía esperar divisar al visitante cuando llegara a la casa, porque la entrada del palacio no daba precisamente al jardín, en el que reinaban la calma y la intimidad más completas. Intentaba más bien adivinar su llegada haciendo conjeturas y, a juzgar por la expresió′97n de su semblante, era cosa que le costaba no poco esfuerzo. Se veía ahora a sí misma más seria y mucho más serena gracias a la experiencia de todo un año pasado viajando. Como ella decía, había recorrido mucho espacio y observado a gran parte de la humanidad, y a sus propios ojos se sentía una persona bien distinta de la frívola joven de Albany que, dos años antes, se había dedicado, empezando por la mansión de Gardencourt, a tomarle medida al mundo. Enorgullecíase con razón de haber atesorado mucha más sabiduría y de haber conocido de la vida mucho más de lo que nunca hubiera sospechado. Si sus ideas se hubiesen complacido en llevarla hacia atrás en vez de agitar sus nerviosas alas en torno a lo presente, habrían evocado en ella un gran número de interesantes cuadros, unos de meros paisajes, los otros de fi guras y estos últimos mucho más numerosos que los primeros. Ya conocemos sobradamente a muchas de las figuras susceptibles de ser proyectadas en ese campo visual. Por ejemplo, no podría faltar allí la acomodaticia Lily, hermana de nuestra heroína y esposa de Edmund Ludlow, que había llegado de Nueva York para pasar cinco meses con Isabel. La hermana había dejado a su marido en América, pero se había llevado a sus hijos, con los que Isabel desempeñaba con igual generosidad que ternura el simpático papel de tía soltera. Hacia el final de la estancia de Lily en Europa, el señor Ludlow logró concederse unas pocas semanas de asueto en sus triunfos forenses y, después de atravesar con gran celeridad el océano, pasó todo un mes con las dos damas en París antes de volver con su mujer a su casa de América. Los pequeños Ludlow no estaban todavía en edad turística ni siquiera con arreglo al criterio americano, de manera que, mientras su hermana estuvo con ella, Isabel hubo de restringir sus actividades a un pequeño círculo. Lily y los niños se habían reunido con ella en Suiza durante el mes de julio, y pasaron un delicioso período estival en un valle alpino donde las praderas rebosaban de flores y las frondosas copas de los castaños brindaban con la hospitalidad de su fresca sombra un exquisito lugar de reposo para las fatigosas excursiones que pudieran emprender montaña arriba niños y señoras en las calientes tardes veraniegas. Después de Suiza habían ido a la capital francesa, a la que Lily rindió tributo en el acto con ceremonias altamente costosas, pero que Isabel consideraba tan ruidosamente vacía que en tal tiempo echó mano de sus recuerdos de Roma, como p odía haber echado mano en una habitación abarrotada de gente, e insoportable por el calor, de un frasco de sales oculto en su pañuelo.
Mrs. Ludlow sacrificed, as I say, to Paris, yet had doubts and wonderments not allayed a t that altar; and after her husband had joined her found further chagrin in his failure to throw himself into these speculations. They all had Isabel for subject; but Edmund Ludlow, as he had always done before, declined to be surprised, or distressed, or mystified, or elated, at anything his sister-in-law might have done or have failed to do. Mrs. Ludlow′s mental motions were sufficiently various. At one moment she thought it would be so natural for that young woman to come home and take a house in New York --the Rossiters′, for instance, which had an elegant conservatory and was just round the corner from her own; at another she couldn′t conceal her surprise at the girl′s not marrying some member of one of the great aristocracies. On the whole, as I have said, she had fallen from high communion with the probabilities. She had taken more satisfaction in Isabel′s accession of fortune than if the money had been left to herself; it had seemed to her to offer just the p roper setting for her sister′s slightly meagre, but scarce the less eminent figure. Isabel had developed less, however, than Lily had thought likely --development, to Lily′s understanding, being somehow mysteriously connected with morning-calls and evening-parties. Intellectually, doubtless, she had made immense strides; but she appeared to have achieved few of those social conquests of which Mrs. Ludlow had expected to admire the trophies. Lily′s conception of such achievements was extremely vague; but this was exactly what she had expected of Isabel --to give it form and body. Isabel could have done as well as she had done in New York; and Mrs. Ludlow appealed to her husband to know whether there was any privilege she enjoyed in Europe which the society of that city might not offer her. We know ourselves that Isabel had made conquests --whether inferior or not to those she might have effected in her native land it would be a delicate matter to decide; and it is not a ltogether with a feeling of complacency that I again mention that she had not rendered these honourable victories public. She had not told her sister the history of Lord Warburton, nor had she given her a hint of Mr. Osmond′s state of mind; and she had had no better reason for her silence than that she didn′t wish to speak. It was more romantic to say nothing, and, drinking deep, in secret, of romance, she was as little disposed to ask poor Lily′s advice as she would have been to close that rare volume forever. But Lily knew nothing of these discriminations, and could only pronounce her sister′s career a strange anti-climax --an impression confirmed by the fact that Isabel′s silence about Mr. Osmond, for instance, was in direct proportion to the frequency with which he occupied her thoughts. As this happened very often it sometimes appeared to Mrs. Ludlow that she had lost her courage. So uncanny a result of so exhilarating an incident as inheriting a fortune was of course perplexing to the cheerful Lily; it added to her general sense that Isabel was not at all like other people. Como ya queda dicho, la señora Ludlow presentó su ofrenda a París, pero tuvo dudas y asombros imposibles de aliviar en semejante altar; y, una vez que su marido se reunió con ella, experimentó todavía más pena al ver la incapacidad de éste para entregarse de lleno a tales especulaciones que tenían siempre a Isabel como tema del máximo interés. Como había hecho siempre hasta entonces, no se prestó a mostrarse sorprendido, o apenado, o defraudado, o entusiasmado, por nada de lo que pudiera hacer o dejar de hacer su cuñada. Las nociones mentales de la señora Ludlow eran de lo más variadas. Unas veces pensaba que su joven hermana debía volver a su paí′92s y tomar una casa en Nueva York, como por ejemplo la de los Rossiter, que tenía un precioso invernadero y estaba cerca de la de ellos, a la vuelta de la esquina; en cambio, otras no podía por menos de manifestar su gran sorpresa por que la muchacha no estuviera ya casada con uno de los personajes más distinguidos de las grandes familias. Como ya se ha dicho, no había logrado establecer contacto con las probabilidades. Experimentaba más satisfacción corla prosperidad de Isabel que con la idea de que le hubiesen dejado a ella todo aquel dinero; le parecía que proporcionaba el merecido reposo a la figura un tanto endeble, pero no por ello menos eminente, de su hermana. Sin embargo, Isabel había progresado menos de lo que su hermana esperaba, consistiendo para Lily aquel progreso en algo misterioso relacionado con las visitas de la mañana y las reuniones de la tarde y de la noche. No le cabí a duda de que intelectualmente había avanzado a pasos de gigante, pero en cuanto a lo social no parecía haber realizado las numerosas conquistas cuyos trofeos ella esperaba haber podido admirar. La idea que Lily se había forjado de tales conquistas era sumamente vaga, pero eso era precisamente lo que ella esperaba de su hermana, que les diese cuerpo y forma palpables. Sin duda alguna, Isabel podía haber logrado todo aquello en Nueva York, y la señora Ludlow apeló a su marido para que le dijera si había un privilegio de cualquier índole del que su hermana disfrutase en Europa y que no pudiera ofrecerle la sociedad de Nueva York. Ya sabemos que Isabel había hecho conquistas; si eran superiores o inferiores a las que habría logrado realizar en su propio país, es cosa que no nos incumbe definir en este momento. Y es para nosotros un gran placer volver a declarar que se abstuvo de dar publ icidad a tales victorias. Así, no había dicho una sola palabra a su hermana sobre la historia de lord Warburton, ni tampoco sobre el estado de ánimo del señor Osmond, aunque no tenía más motivos para querer guardar silencio que para querer hablar, salvo que era mucho más romántico no mencionar tales asuntos. Y, como estaba saboreando profundamente y en el mayor secreto aquella novela de su vida, se sentía tan poco dispuesta a pedir consejo a su hermana Lily como lo habría estado a cerrar para siempre aquel delicioso volumen. Pero Lily no podía comprender todos esos distingos y lo único que estaba a su alcance era sentenciar que la carrera de su hermana parecía una extraña contra culminación, impresión confirmada por el hecho de que su silencio respecto al señor Osmond, por ejemplo, estuviera en proporción directa con la frecuenci a con que éste ocupaba su pensamiento. Dado que ello sucedía con harta frecuencia, lo menos que la señora Ludlow llegó a pensar es que su hermana había perdido su anterior ánimo. Resultado tan insólito de un hecho tan extraordinario como el haber heredado una fortuna llovida del cielo no podía menos de sumir en honda perplejidad a la ingenua y alegre Lily, y la ratificaba en su idea de que Isabel no era como el resto de la gente.
Our young lady′s courage, however, might have been taken as reaching its height after her relations had gone home. She could imagine braver things than spending the winter in Paris --Paris had sides by which it so resembled New York, Paris was like smart, neat prose --and her close correspondence with Madame Merle did much to stimulate such flights. She had never had a keener sense of freedom, of the absolute boldness and wantonness of liberty, than when she turned away from the platform at the Euston Station on one of the last days of November, after the departure of the train that was to convey poor Lily, her husband and her children to their ship at Liverpool. It had been good for her to regale; she was very conscious of that; she was very obse rvant, as we know, of what was good for her, and her effort was constantly to find something that was good enough. To profit by the present advantage till the latest moment she had made the journey from Paris with the unenvied travellers. She would have accompanied them to Liverpool as well, only Edmund Ludlow had asked her, as a favour, not to do so; it made Lily so fidgety and she asked such impossible questions. Isabel watched the train move away; she kissed her hand to the elder of her small nephews, a demonstrative child who leaned dangerously far out of the window of the carriage and made separation an occasion of violent hilarity, and then she walked back into the foggy London street. The world lay before her --she could do whatever she chose. There was a deep thrill in it all, but for the present her choice was tolerably discreet; she chose simply to walk back from Euston Square to her hotel. The early dusk of a November afternoon had already closed in; the s treet-lamps, in the thick, brown air, looked weak and red; our heroine was unattended and Euston Square was a long way from Piccadilly. But Isabel performed the journey with a positive enjoyment of its dangers and lost her way almost on purpose, in order to get more sensations, so that she was disappointed when an obliging policeman easily set her right again. She was so fond of the spectacle of human life that she enjoyed even the aspect of gathering dusk in the London streets --the moving crowds, the hurrying cabs, the lighted shops, the flaring stalls, the dark, shining dampness of everything. That evening, at her hotel, she wrote to Madame Merle that she should start in a day or two for Rome. She made her way down to Rome without touching at Florence --having gone first to Venice and then proceeded southward by Ancona. She accomplished this journey without other assistance than that of her servant, for her natural protectors were not now on the ground. Ralph Touc hett was spending the winter at Corfu, and Miss Stackpole, in the September previous, had been recalled to America by a telegram from the _Interviewer_. This journal offered its brilliant correspondent a fresher field for her genius than the mouldering cities of Europe, and Henrietta was cheered on her way by a promise from Mr. Bantling that he would soon come over to see her. Isabel wrote to Mrs. Touchett to apologise for not presenting herself just yet in Florence, and her aunt replied characteristically enough. Apologies, Mrs. Touchett intimated, were of no more use to her than bubbles, and she herself never dealt in such articles. One either did the thing or one didn′t, and what one "would" have done belonged to the sphere of the irrelevant, like the idea of a future life or of the origin of things. Her letter was frank, but (a rare case with Mrs. Touchett) not so frank as it pretended. She easily forgave her niece for not stopping at Florence, because she took it for a sign that Gilbert Osmond was less in question there than formerly. She watched of course to see if he would now find a pretext for going to Rome, and derived some comfort from learning that he had not been guilty of an absence. Sin embargo, se habría dicho que el ánimo de nuestra heroína llegaba a su cénit una vez que sus parientes regresaron a su país. Indudablemente, era capaz de imaginar cosas de mayor envergadura que pasar el invierno en París -por lo pronto, París tenía muchos puntos en común con Nueva York, era como una atildada y minuciosa prosa-, y su correspondencia ininterrumpida con madame Merle hizo no poco por estimular aquellas pretensiones. Nunca había experimentado una sensación tan exacta de la liberación, del denuedo y regocijo que la libertad proporciona, como el día en que dejó atrás el andén de la estación de Euston, uno de los últimos días del mes de noviembre, después de la salida del tren que conducía a Lily y los suyos hacía el vapor que debía retornarles a Nueva York desde Liverpool. Había complacido a Isabel el ser espléndida y hacerles dichosos; se daba perfecta cuenta de ello. Era muy observadora de lo que le resultaba conveniente y vivía en-un constante esfuerzo por hallar cosas que resultaran buenas. Y, a fin de poder disfrutar de tales ventajas, había hecho el viaje desde París con los no envidiados viajeros. Lo mismo podría haberles acompañado hasta Liverpool, pero Ludlow le suplicó que no lo hiciera; Lily se ponía muy nerviosa y hacía las más extrañas preguntas. Isabel estuvo allí contemplando cómo el tren se movía lentamente, besó la mano al mayor de sus sobrinitos, un chiquillo muy efusivo que provocó gran hilaridad con la escena de la separación y que sacaba todo el cuerpo por la ventanilla del vagón, y luego salió de la estación y se perdió en las brumosas calles londinenses. Ante ella se abría el mundo. Podía hacer lo que quisiese. Había indudablemente en ello una profunda emoción llena de posibilidades; pero, por el momento, a lo único que se decidió fue a regresar tranquilamente al hotel. El pronto anochecer de la tarde de noviembre había adensado ya las sombras. Las farolas brillaban con un débil luz rojiza en el aire espeso y oscuro, nadie esperaba a nuestra heroína y la estación de Euston estaba a buena distancia de Piccadilly. Isabel realizaba el trayecto con perfecta conciencia de los peligros que la amenazaban y se perdió casi deliberadamente dos o tres veces con el propósito de experimentar sensaciones para ella desconocidas; por eso se sintió defraudada cuando un policía la puso de nuevo amablemente en el buen camino. Tanto la atraía el espectáculo de la vida humana que hasta le encantaba el aspecto del anochecer en las calles de Londres: la multitud fluida, los presurosos carruajes, las tiendas iluminadas, los escaparates refulgentes, la humedad oscura y brillante de todas las cosas. Aquella noche, una vez en el hotel, escribió una carta a madame Merle anunciándole su partida para Roma dos o tres días más tarde. Fue a Roma sin pasar por Florencia, sino por Venecia y luego por Ancona. Realizó todo el via je sin más compañía que la de su doncella, pues sus protectores naturales no se hallaban entonces en el país. Por su parte, Ralph Touchett estaba pasando el invierno en Corfú y la señorita Stackpole había sido reclamada el pasado mes de septiembre por el Interviewer, que ofrecía a la brillante cronista un campo más propicio para su genio que el de las decadentes ciudades de Europa. Henrietta tuvo cuando menos el consuelo, en el momento de partir, de oírle prometer al señor Bantling que no tardaría en ir a América a reunirse con ella. Isabel escribió a la señora Touchett excusándose por detenerse en Florencia, pero su tía le contestó en la forma que le era peculiar. Las excusas tenían para ella, decía la señora Touchett, la misma utilidad que las burbujas, y ella era de las que jamás incurrí 2an en necedades semejantes. O se hacía una cosa o no se hacía, y lo que uno «habría» hecho pertenecía a la categoría de lo desatinado, como la idea de la vida futura o del origen de las cosas. Su carta era franca, pero (caso bien raro tratándose de la señora Touchett) mucho menos franca de lo que pretendía ser. La tía no tardó en perdonar a la sobrina por no haberse detenido en Florencia, porque con ello creyó adivinar que el asunto Gilbert Osmond estaba perdiendo terreno. Trató, además, de enterarse de si él hallaba algún pretexto para ir a Roma y, al ver que no había incidido en culpabilidad por ausencia, se quedó mucho más tranquila.
Isabel, on her side, had not been a fortnight in Rome before she proposed to Madame Merle that they should make a little pilgrimage to the East. Madame Merle remarked that her friend was restless, but she added that she herself had always been consumed with the desire to visit Athens and Constantinople. The two ladies accordingly embarked on this expedition, and spent three months in Greece, in Turkey, in Egypt. Isabel found much to interest her in these countries, though Madame Merle continued to remark that even among the most classic sites, the scenes most calculated to suggest repose and reflexion, a certain incoherence prevailed in her. Isabel travelled rapidly and re cklessly; she was like a thirsty person draining cup after cup. Madame Merle meanwhile, as lady-in-waiting to a princess circulating incognita, panted a little in her rear. It was on Isabel′s invitation she had come, and she imparted all due dignity to the girl′s uncountenanced state. She played her part with the tact that might have been expected of her, effacing herself and accepting the position of a companion whose expenses were profusely paid. The situation, however, had no hardships, and people who met this reserved though striking pair on their travels would not have been able to tell you which was patroness and which client. To say that Madame Merle improved on acquaintance states meagrely the impression she made on her friend, who had found her from the first so ample and so easy. At the end of an intimacy of three months Isabel felt she knew her better; her character had revealed itself, and the admirable woman had also at last redeemed her promise of relat ing her history from her own point of view --a consummation the more desirable as Isabel had already heard it related from the point of view of others. This history was so sad a one (in so far as it concerned the late M. Merle, a positive adventurer, she might say, though originally so plausible, who had taken advantage, years before, of her youth and of an inexperience in which doubtless those who knew her only now would find it difficult to believe); it abounded so in startling and lamentable incidents that her companion wondered a person so eprouvee could have kept so much of her freshness, her interest in life. Into this freshness of Madame Merle′s she obtained a considerable insight; she seemed to see it as professional, as slightly mechanical, carried about in its case like the fiddle of the virtuoso, or blanketed and bridled like the "favourite" of the jockey. She liked her as much as ever, but there was a corner of the curtain that never was lifted; it was as if she had remained after all something of a public performer, condemned to emerge only in character and in costume. She had once said that she came from a distance, that she belonged to the "old, old" world, and Isabel never lost the impression that she was the product of a different moral or social clime from her own, that she had grown up under other stars. Por su parte, Isabel llevaba tan sólo dos semanas en Roma cuando le propuso a madame Merle hacer juntas un viaje al este. Madame Merle coment u243ó a su amiga que estaba como azogada, pero añadió que había tenido siempre el deseo de visitar Atenas y Constantinopla. Así pues, las dos damas iniciaron la expedición y permanecieron tres meses en Grecia, Turquía y Egipto. Isabel se interesó enormemente por las cosas de tales países, si bien madame Merle continuó observando que, aun en los sitios de mayor prestigio clásico y en medio de los escenarios de la naturaleza que más pudieran sugerir el reposo y la meditación, parecía persistir en el espíritu de Isabel cierta incoherencia. Isabel viajaba con celeridad y sin descanso, como una persona que bebe ávidamente copa tras copa. Y madame Merle, cual la dama de compañía de una princesa que viajase de incógnito, la seguía jadeante. Había accedido a acompañar a Isabel, invitada por ella, y con su pres encia y prestancia rodeaba de la debida dignidad aquella irrefrenable ansiedad de la muchacha. Madame Merle desempeñaba su papel con el tacto que de ella cabía esperar, sabiendo no destacar cuando era conveniente y aceptando su situación de compañera cuyos gastos son con extraordinaria liberalidad sufragados. Sin embargo, la situación era por ambas partes mantenida con una delicadeza exquisita, sin que jamás se produjera el menor roce, hasta el punto que la gente que se encontraba en los viajes con aquella curiosa pareja no podía decir quién era la acompañada y quién la acompañante. Afirmar que madame Merle ganaba con el trato supondría ignorar la impresión que producía en su amiga, quien desde el primer momento la encontrara tan amplia de miras y tan condescendiente. Al cabo de tres meses de intimidad Isabel creía conocerla mejor, pues su carác ter se había revelado en toda su verdad. Ya no había por qué continuar con misterios, y la admirable mujer se creía en la obligación de referir su historia desde su propio punto de vista, necesidad que se hacía sentir cada vez más dado que Isabel ya la había oído desde el punto de vista de los demás. Tal historia era tan triste (por cuanto concernía al difunto monsieur Merle -un verdadero aventurero, bien podía ella decirlo, aunque al principio pareciera digno de todo elogio-, que años atrás se había aprovechado de su juventud y de una inexperiencia en la que a las personas que la conocían les resultaba inverosímil), estaba tan repleta de conmovedores y lamentables incidentes que su compañera se hacía cruces al ver cómo una persona tan eprouvée era capaz de conservar todavía aquella frescura y aque l interés por la vida. Buceó ella con el mayor empeño en esa frescura de madame Merle y llegó a considerarla algo profesional y un tanto mecánica, llevada con la misma desenvoltura que el virtuoso lleva a todas partes su violín, o alisada y cepillada como el «favorito» del jockey. Y, después de verla así, la quería y le gustaba tanto como antes, pero aún quedaba un extremo del velo por levantar. Era como si, después de todo, siguiera siendo un personaje condenado a no aparecer más que caracterizado y vestido para representar. Una vez había dicho que ella venía de muy lejos, que pertenecía al mundo «antiguo», e Isabel siempre tuvo la impresión de que aquella mujer era algo así como el producto de un clima moral y social distinto del suyo, de que había crecido y se había desarrollado bajo otr as constelaciones.
She believed then that at bottom she had a different morality. Of course the morality of civilised persons has always much in common; but our young woman had a sense in her of values gone wrong or, as they said at the shops, marked down. She considered, with the presumption of youth, that a morality differing from her own must be inferior to it; and this conviction was an aid to detecting an occasional flash of cruelty, an occasional lapse from candour, in the conversation of a person who had raised delicate kindness to an art an d whose pride was too high for the narrow ways of deception. Her conception of human motives might, in certain lights, have been acquired at the court of some kingdom in decadence, and there were several in her list of which our heroine had not even heard. She had not heard of everything, that was very plain; and there were evidently things in the world of which it was not advantageous to hear. She had once or twice had a positive scare; since it so affected her to have to exclaim, of her friend, "Heaven forgive her, she doesn′t understand me!" Absurd as it may seem this discovery operated as a shock, left her with a vague dismay in which there was even an element of foreboding. The dismay of course subsided, in the light of some sudden proof of Madame Merle′s remarkable intelligence; but it stood for a high-water-mark in the ebb and flow of confidence. Madame Merle had once declared her belief that when a friendship ceases to grow it immediately begins to decline -- there being no point of equilibrium between liking more and liking less. A stationary affection, in other words, was impossible --it must move one way or the other. However that might be, the girl had in these days a thousand uses for her sense of the romantic, which was more active than it had ever been. I do not allude to the impulse it received as she gazed at the Pyramids in the course of an excursion from Cairo, or as she stood among the broken columns of the Acropolis and fixed her eyes upon the point designated to her as the Strait of Salamis; deep and memorable as these emotions had remained. She came back by the last of March from Egypt and Greece and made another stay in Rome. A few days after her arrival Gilbert Osmond descended from Florence and remained three weeks, during which the fact of her being with his old friend Madame Merle, in whose house she had gone to lodge, made it virtually inevitable that he should see her every day. When the last of Apri l came she wrote to Mrs. Touchett that she should now rejoice to accept an invitation given long before, and went to pay a visit at Palazzo Crescentini, Madame Merle on this occasion remaining in Rome. She found her aunt alone; her cousin was still at Corfu. Ralph, however, was expected in Florence from day to day, and Isabel, who had not seen him for upwards of a year, was prepared to give him the most affectionate welcome. Creía, desde luego, que en el fondo tenía una moral distinta. Como es natural, todas las personas civilizadas tienen una moral muy parecida; pero a los ojos de nuestra heroína la de madame Merle era una moral de valores un tanto falsos o, como suele decirse en lenguaje comercial, rebajada de precio. Con la vanidad y presunción propias de la juventud, pensaba ella que toda moral que no fuera exactamente como la suya tenía que ser inferior; convencimiento que la ayudaba a descubrir todo rasgo accidental de crueldad, todo ocasional olvido de la ingenuidad en una persona que había hecho de la bondad un arte exquisito y cuya soberbia era demasiado altiva para dejar sitio en su ánimo a la decepción. Tal vez su opinión sobre los motivos humanos determinantes de la acción, a juzgar por ciertos detalles, fuera producto de la convivencia en una corte dec adente, y en su lista figuraban varios de los que nuestra heroína ni siquiera tenía noticia. No lo sabía todo, eso era indiscutible, y lo era también que en el mundo había infinidad de cosas que era preferible no saber. Una o dos veces llegó a llevarse un verdadero susto, pues el hecho le había afectado tanto que no pudo por menos de exclamar: «¡Dios la perdone, no me comprende!». Y, por absurdo que pudiera parecer, tal descubrimiento actuaba en ella como una verdadera conmoción, le producía un vago desaliento en el que había una especie de corazonada. Pero semejantes desalientos se diluían súbitamente en inmediatas pruebas de la extraordinaria inteligencia de madame Merle, lo que no impedía que aquel momento de perplejidad quedara como la marca del nivel alcanzado por el agua en el flujo y reflujo de la confianza. Madame Merle había exp uesto más de una vez su creencia de que, cuando una amistad cesa de aumentar, comienza a decrecer, sin que haya un punto de equilibrio entre el querer más y el querer menos. Dicho de otro modo, era absolutamente imposible la existencia de un afecto estable, siempre el mismo; tenía que oscilar forzosamente en un sentido o en otro. Fuera como fuese, la joven tenía en aquel momento más que sobrada materia para dar rienda suelta a su espíritu romántico, ahora más fuerte en ella que nunca hasta entonces. No tratamos de eludir con esto al extraordinario impulso que ese espíritu recibió al contemplar Isabel las Pirámides en su excursión desde El Cairo, ni estando entre las acanaladas columnas del Partenón con la vista fija en el punto señalado como el estrecho de Salamina, aunque tales emociones quedaron honda y perdurablemente grabadas en ella. A fines de marzo volv ió de su excursión a Egipto y Grecia y pasó unos cuantos días en Roma. Pocos después de su llegada, Gilbert Osmond fue allá desde Florencia y permaneció tres semanas en la Ciudad Santa; y, como se alojaba en casa de madame Merle, su antigua amiga, era inevitable que viera a Isabel a diario. A fines de abril ésta escribió a su tía aceptando la invitación que tiempo atrás le había hecho, y marcho a Florencia a pasar una temporada en el Pallazo Crescentini, en tanto que madame Merle permanecía en Roma. Isabel encontró a su tía sola, pues su primo seguía en Corfú. Sin embargo, se le esperaba de un día para otro en Florencia, e Isabel, que no le había visto desde hacía más de un año, estaba dispuesta a darle la bienvenida más afectuosa.






CHAPTER 32

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It was not of him, nevertheless, that she was thinking while she stood at the window near which we found her a while ago, and it was not of any of the matters I have rapidly sketched. She was not turned to the past, but to the immediate, impending hour. She had reason to expect a scene, and she was not fond of scenes. She was not asking herself what she should say to her visitor; this question had already been answered. What he would say to her --that was the interesting issue. It could be nothing in the least soothing --she had warrant for this, and the conviction doubtless showed in the cloud on her brow. For the rest, however, all clearness reigned in her; she had put away her mourning and she walk ed in no small shimmering splendour. She only felt older --ever so much, and as if she were "worth more" for it, like some curious piece in an antiquary′s collection. She was not at any rate left indefinitely to her apprehensions, for a servant at last stood before her with a card on his tray. "Let the gentleman come in," she said, and continued to gaze out of the window after the footman had retired. It was only when she had heard the door close behind the person who presently entered that she looked round. Pero no era en él precisamente en quien estaba Isabel pensando mientras permanecía junto a la ventana donde la encontramos hace un rato, ni tampoco en ninguno de los asuntos que con tanta rapidez acabo de describir. Tenía toda la razón en esperar una escena, y ella era de lo más reacia a toda clase de escenas. No se preguntaba tampoco lo que le diría a su visitante, interrogante despejado hacía ya tiempo. Lo que le preocupaba era lo que él pudiese decirle. Seguramente no sería nada amable, de eso estaba harto convencida, convicción que se mostraba bien claramente en un fruncimiento de entrecejo. Por lo demás, en su espíritu reinaba la más diáfana cl aridad. Se había quitado ya el luto por su tío, y luciendo un vestido claro, se movía con una gracia llena de s ave esplendor. Se sentía con más años, muchos más, y le parecía que ello la revalorizaba, como a una curiosa moneda o una medalla sin par en la colección de un anticuario o un numismático. Pero no pudo permanecer por mucho tiempo entregada a sus vacilaciones, pues en aquel momento vio ante sí a un criado que le presentaba en una bandeja una tarjeta de visita. -Haga pasar a ese caballero -dijo, y continuó mirando por la ventana aun después que el criado se hubo retirado. No se volvió hasta que oyó el ruido de la puerta al cerrarse detrás de la persona a la que habían dejado paso.
Caspar Goodwood stood there --stood and received a moment, from head to foot, the bright, dry gaze with which she rather withheld than offered a greeting. Whether his sense of maturity had kept pace with Isabel′s we shall perhaps presently ascertain; let me say meanwhile that to her critical glance he showed nothing of the injury of time. Straight, strong and hard, there was nothing in his appearance that spoke positively either of youth or of age; if he had neither innocence nor weakness, so he had no practical philosophy. His jaw showed the same voluntary cast as in earlier days; but a crisis like the present had in it of course something grim. He had the air of a man who had travelled hard; he said nothing at first, as if he had been out of breath. This gave Isabel time to make a reflexion: "Poor fellow, what great things he′s capable of, and what a pity he should waste so dreadfully his splendid force! What a pity too that one can′t satisfy everybody!" It gave her time to do more --to say at the end of a minute: "I can′t tell you how I hoped you wouldn′t come!" Quien estaba allí de pie era Caspar Goodwood, que por un instante sintió sobre sí, recorrié endole de pies a cabeza, la mirada seca, fulgente y acerada con que ella, más que brindarle un saludo, se lo negaba. Si la sensación de mayor madurez en él corría pareja con la de Isabel, es cosa que probablemente no tardemos en averiguar. Sin embargo, dicho sea en honor a la verdad, la mirada de Isabel no advirtió en él daño alguno inferido por el tiempo. Como antes, erguido, fuerte y recio, no había en su apariencia nada que expresase positivamente ni juventud ni edad madura, y, de igual suerte que carecía de inocencia y debilidad, carecía de toda filosofía práctica. Su mandíbula denotaba el mismo carácter voluntarioso de siempre, pero era inevitable que una crisis como aquella por la que estaba pasando se manifestara en un aspecto ceñudo. Tenía el aire de un hombre que ha viajado a costa de muchos esfuerzos. Al principio no dijo nada, como s i le faltara el aliento, silencio que aprovechó Isabel para decirse: «¡Pobre hombre! ¡De cuántas cosas es capaz y qué lástima que derroche tan inútilmente su admirable fuerza! ¡Y qué lastima también que una no pueda contentar a todo el mundo!». Y, como el silencio duró un minuto entero, tuvo tiempo de decirle: -No se imagina hasta qué punto habría preferido que no viniera.
"I′ve no doubt of that." And he looked about him for a seat. Not only had he come, but he meant to settle. -No lo dudo -repuso él, y miró a su alrededor buscando un asiento. Acababa de llegar y ya quería sentarse.
"You must be very tired," said Isabel, seating herself, and generously, as she thought, to give him his opportunity. -Debe de estar muy cansado -dijo Isabel al tiempo que se sentaba, pensando generosamente en darle una oportunidad.
"No, I′m not at all tired. Did you ever know me to be tired?" -No, no estoy cansado, en absoluto. ¿Cuándo me ha visto usted cansado?
"Never; I wish I had! When did you arrive?" -Nunca. ¡Ojalá le hubi era visto! ¿Cuándo llegó?
"Last night, very late; in a kind of snail-train they call the express. These Italian trains go at about the rate of an American funeral." -Anoche, ya muy tarde, en un tren tortuga. Estos trenes italianos marchan al paso de los funerales americanos.
"That′s in keeping --you must have felt as if you were coming to bury me!" And she forced a smile of encouragement to an easy view of their situation. She had reasoned the matter well out, making it perfectly clear that she broke no faith and falsified no contract; but for all this she was afraid of her visitor. She was ashamed of her fear; but she was devoutly thankful there was nothing else to be ashamed of. He looked at her with his stiff insistence, an insistence in which there was such a want of tact; especially when the dull dark beam in his eye rested on her as a physical weight. -Al tener que soportar esa marcha..., se habrá sentido como si viniera a enterrarme. Isabel sonrió forzadamente, como para alentarle a que afrontara la situación. Ya había expuesto anteriormente con claridad el asunto, de modo que tenía claro que no quebrantaba fe dada ni falsificaba contrato suscrito, pero aun así sentía miedo ante él. Y se avergonzaba de experimentar aquel miedo, si bien le consolaba la idea de que no había ninguna otra cosa de la cual tuviera que avergonzarse. Él le dirigió una mirada dura e insistente carente por completo de tacto, una mirada que caía sobre ella con un peso casi físico.
"No, I didn′t feel that; I couldn′t think of you as dead. I wish I could!" he candidly declared. -No, no he se ntido semejante cosa -declaró él ingenuamente-. ¡Ojalá hubiese podido sentirla!
"I thank you immensely." -Le agradezco infinito su buen deseo.
"I′d rather think of you as dead than as married to another man." -Más quisiera pensar en usted muerta que casada con otro.
"That′s very selfish of you!" she returned with the ardour of a real conviction. "If you′re not happy yourself others have yet a right to be." -Eso es una prueba de su enorme egoísmo -replicó ella como enardecida por una firme convicción-. Si usted no es feliz, los demás tienen derecho a serlo.
"Very likely it′s selfish; but I don′t in the least mind your saying so. I don′t mind anything you can say now --I don′t feel it. The cruellest things you could think of would be mere pin-pricks. After what you′ve done I shall never feel anything --I mean anything but that. That I shall feel all my life." -Sí, es muy posible que sea egoísmo por mi parte, pero no me importa que lo diga. No me importa nada de lo que usted pueda decirme ahora..., no lo siento. Las cosas más crueles que usted fuera capaz de idear y decirme no pasarían de ser meros alfilerazos. Después de lo que ha hecho usted, no sentiré nunca nada..., quiero decir, nada más que eso. Eso lo sentiré toda mi vida.
Mr. Goodwood made these detached assertions with dry deliberateness, in his hard, slow American tone, which flung no atmospheric colour over propositions intrinsically crude. The tone made Isabel angry rather than touched her; but her anger perhaps was fortunate, inasmuch as it gave her a further reason for controlling herself. It was under the pressure of this control that she became, after a little, irrelevant. "When did you leave New York?" El señor Goodwood profirió estas afirmaciones con una seca determinación, con el duro y grave acento americano absolutamente desprovisto de suavidad incluso al pronunciar palabras tan crudas. Aquel tono exasperó a Isabel en lugar de emocionarla; pero su enojo fue tal vez acertado por cuanto le proporcionó una razón de más para dominarse a sí misma. Gracias a tal dominio, pudo permitirse mostrar cierta ligereza: -¿Cuándo salió usted de Nueva York?
He threw up his head as if calculating. "Seventeen days ago." El levantó la cabeza como si estuviera calculando y contestó: -Hace diecisiete días.
"You must have travelled fast in spite of your slow trains." -Por lo visto, ha viajado de prisa a pesar de la lentitud de los trenes.
"I came as fast as I could. I′d have come five days ago if I had been able." -Vine todo lo de prisa que pude. Si hubiera podido, hace cinco días que habría llegado.
"It wouldn′t have made any difference, Mr. Goodwood," she coldly smiled. -Habría sido exacta mente igual, señor Goodwood -dijo ella sonriendo.
"Not to you --no. But to me." -Para usted, sí; pero no para mí.
"You gain nothing that I see." -Nada gana usted con ello.
"That′s for me to judge!" -Eso nadie puede juzgarlo más que yo.
"Of course. To me it seems that you only torment yourself." And then, to change the subject, she asked him if he had seen Henrietta Stackpole. He looked as if he had not come from Boston to Florence to talk of Henrietta Stackpole; but he answered, distinctly enough, that this young lady had been with him just before he left America. "She came to see you?" Isabel then demanded. -Por supuesto, pero me parece que se está usted atormentando en vano. Luego, por cambiar de tema, le preguntó si había visto a Henrietta Stackpole. Él pareció asombrado, como dando a entender que no había ido desde Boston a Florencia por el mero placer de hablar de Henrietta Stackpole; pero, de todos modos, contestó con toda claridad diciendo que la señorita en cuestión había estado con él justamente poco antes de su partida de América.. Al oírlo, Isabel preguntó: -¿Fue ella a verle?
"Yes, she was in Boston, and she called at my office. It was the day I had got your letter." -Sí, estaba en Boston y fue a ve rme a mi oficina precisamente el día que recibí su carta.
"Did you tell her?" Isabel asked with a certain anxiety. -¿Se lo dijo usted? -preguntó Isabel con cierta ansiedad.
"Oh [sic] no," said Caspar Goodwood simply; "I didn′t want to do that. She′ll hear it quick enough; she hears everything." -Oh, no, nada de eso -respondió sencillamente Caspar-. No quise hacerlo; pero no tardará en enterarse, porque se entera de todo.
"I shall write to her, and then she′ll write to me and scold me," Isabel declared, trying to smile again. -Le escribiré, y ella me contestará para regañarme -dijo Isabel intentando sonreír de nuevo.
Caspar, however, remained sternly grave. "I guess she′ll come right out," he said. Caspar permaneció sumamente grave y declaró: -Me parece que no tardará en volver.
"On purpose to scold me?" -¿Para qué, para regañarme acaso?
"I don′t know. She seemed to think she had not seen Eur ope thoroughly." -Lo ignoro. Parece ser que no ha conocido Europa lo bastante a fondo.
"I′m glad you tell me that," Isabel said. "I must prepare for her." -Me alegro de que me lo diga. Me prepararé para recibirla como es debido.
Mr. Goodwood fixed his eyes for a moment on the floor; then at last, raising them, "Does she know Mr. Osmond?" he enquired. El señ 96or Goodwood clavó por un momento los ojos en el suelo; por fin los levantó y preguntó: -¿Conoce ella al señor Osmond?
"A little. And she doesn′t like him. But of course I don′t marry to please Henrietta," she added. It would have been better for poor Caspar if she had tried a little more to gratify Miss Stackpole; but he didn′t say so; he only asked, presently, when her marriage would take place. To which she made answer that she didn′t know yet. "I can only say it will be soon. I′ve told no one but yourself and one other person --an old friend of Mr. Osmond′s." -No mucho. Y no le gusta. Pero, como es natural, yo no tengo que casarme a gusto de Henrietta. Habría sido mejor para el pobre señor Goodwood si hubiese tratado de favorecer a Henrietta, pero se abstuvo de hacerlo y limitóse a preguntar cuándo tendría lugar la boda, a lo que ella contestó que aún no lo sabía. -Lo único que sé es que será pronto -añadió-. No se lo he dicho todavía a nadie más que a usted y a otra persona..., un antiguo amigo del señor Osmond.
"Is it a marriage your friends won′t like?" he demanded. Él siguió preguntando: -¿Acaso no estarán sus amigos de acuerdo con ese matrimonio?
"I really haven′t an idea. As I say, I don′t marry for my friends." -No tengo la m enor idea de ello; pero, como antes le dije, no me caso para dar satisfacción a mis amigos.
He went on, making no exclam ation, no comment, only asking questions, doing it quite without delicacy. "Who and what then is Mr. Gilbert Osmond?" Caspar Goodwood se abstuvo de hacer ningún comentario o proferir exclamación de ninguna clase, pero′ continuó preguntando sin la menor delicadeza:
"Who and what? Nobody and nothing but a very good and very honourable man. He′s not in business," said Isabel. "He′s not rich; he′s not known for anything in particular." -¿Qué y quién es ese señor Osmond? -¿Quién y qué? Pues, nadie y nada, a no ser un caballero muy bueno y honrado. No se dedica a los negocios. No es rico, y no es conocido por ninguna otra particularidad.
She disliked Mr. Goodwood′s questions, but she said to herself that she owed it to him to satisfy him as far as possible. The satisfaction poor Caspar exhibited was, however, small; he sat very upright, gazing at her. "Where does he come from? Where does he belong?" Aunque no le gustaban las preguntas del señor Goodwood, se dijo que le debía una mínima satisfacción. Pero la satisfacción que el pobre Caspar mostraba era poca; permanecía allí inmóvil, tieso, sin saber qué decir. -¿De dónde ha salido, a qué país pertenec e? -insistió.
She had never been so little pleased with the way he said "belawng." "He comes from nowhere. He has spent most of his life in Italy." Nunca le había agradado a Isabel la manera en que él utilizaba el verbo pertenecer. Así, le contestó: -No ha salido de ninguna parte y ha vivido en Italia casi toda su vida.
"You said in your letter he was American. Hasn′t he a native place?" -En su carta decía usted que es americano. ¿No tiene lugar de nacimiento?
"Yes, but he has forgotten it. He left it as a small boy." -Lo ha olvidado. Partió de él cuando era muy niño.  
"Has he never gone back?" -¿Y no ha vuelto nunca?
"Why should he go back?" Isabel asked, flushing all defensively. "He has no profession." -¿Para qué había de volver? -preguntó Isabel enardecida, a la defensiva-. No tiene profesión.
"He might have gone back for his pleasure. Doesn′t he like the United States?" -Podía haber vuelto por gusto. ¿Es que no le gusta Estados Unidos?
"He doesn′t know them. Then he′s very quiet and very simple --he contents himself with Italy." -No lo conoce. Y, como es muy tranquilo y muy sencillo..., se contenta con Italia.
"With Italy and with you," said Mr. Goodwood with gloomy plainness and no appearance of trying to make an epigram. "What has he ever done?" he added abruptly. -Con Italia y con usted -dijo Goodwood con crudeza, sin la menor intención de parecer ingenioso-. ¿Qué ha hecho, entonces? -añadió bruscamente.
"That I should marry him? Nothing at all," Isabel replied while her patience helped itself by turning a little to hardness. "If he had done great things would you forgive me any better? Give me up, Mr. Goodwood; I′m marrying a perfect nonentity. Don′t try to take an interest in him. You can′t." -¿Para que me case con él? Nada en absoluto -replicó Isabel, a quien se le estaba agotando la paciencia-. ¿Me disculparía usted más si él hubiera hecho grandes cosas? Déjelo ya, señor Goodwood. Voy a casarme con un don nadie. No se esfuerce en interesarse por él, porque no puede.
"I can′t appreciate him; that′s what you mean. And you don′t mean in the least that he′s a perfect nonentity. You think he′s grand, you think he′s great, though no one else thinks so." -Ya entiendo. Lo que usted quiere decir es que no puedo apreciarlo. Además, no diga que es un don nadie, porque está usted pensando todo lo contrario. Lo que usted piensa es que es un hombre extraordinario, un gran hombre, aunque los demás no lo crean así.
Isabel′s colour deepened; she felt this really acute of her companion, and it was certainly a proof of the aid that passion might render perceptions she had never taken for fine. "Why do you always come back to what others think? I can′t discuss Mr. Osmond with you." Isabel se puso colorada, pues comprendió que aquellas palabras ence rraban una apreciación exacta de los hechos y constituían una prueba flagrante de cómo la pasión puede aguzar la percepción de la realidad en una persona que ella no creyó jamás la tuviese muy fina. Pero se sobrepuso al instante y preguntó: -¿Por qué ha de salir siempre con lo que piensan los otros? Yo no puedo discutir con usted sobre la personalidad del señor Osmond.
"Of course not," said Caspar reasonably. And he sat there with his air of stiff helplessness, as if not only this were true, but there were nothing else that they might discuss. -Lo reconozco -admitió Caspar Goodwood. Y se quedó sentado con su aire de desvalimiento, como si no sólo fuese verdad lo que acababa de oír sino como si, además, no hubiese ninguna otra cosa de la que pudiera seguir departiendo.
"You see how little you gain," she accordingly broke out --"how little comfort or satisfaction I can give you." Ella, dueña de la situación, dijo ensañándose: -Ya ve usted mismo lo poco que tiene que ganar..., el escaso consuelo y la poca o ninguna satisfacción q ue está en mi mano darle.
"I didn′t expect you to give me much." -No esperaba tampoco que fuera a darme mucha.
"I don′t understand then why you came." -Entonces no comprendo cómo se le ocurrió venir.
"I came because I wanted to see you once more --even just as you are." -Porque deseaba, por lo menos, verla a usted de nuevo... exactamente tal como es todavía.
"I appreciate that; but if you had waited a while, sooner or later we should have been sure to meet, and our meeting would have been pleasanter for each of us than this." -Se lo agradezco en lo que vale; pero, si hubiese usted esperado, seguro que más tarde o más temprano habríamos vuelto a vemos, y nuestro encuentro habría sido mucho más agradable para los dos que éste de ahora.
"Waited till after you′re married? That′s just what I didn′t want to do. You′ll be different then." -¿Esperar hasta que estuviese usted casada? Eso es precisamente lo que yo no quería. Entonces será usted otra.
"Not very. I shall still be a great friend of yours. You′ll see." -No lo creo. Seguiré siendo siempre una gran amiga suya. Ya lo verá.
"That will make it all the worse," said Mr. Goodwood grimly. -Eso sería peor aún -dijo torvamente C aspar.
"Ah, you′re unaccommodating! I can′t promise to dislike you in order to help you to resign yourself." -Es usted muy difícil de contentar. Pero yo no puedo detestarle para ayudarle de tal forma a que se resigne.
"I shouldn′t care if you did!" -No me importaría que lo hiciera.
Isabel got up with a movement of repressed impatience and walked to the window, where she remained a moment looking out. When she turned round her visitor was still motionless in his place . She came toward him again and stopped, resting her hand on the back of the chair she had just quitted. "Do you mean you came simply to look at me? That′s better for you perhaps than for me." Isabel se levantó impacientemente y se dirigió a la ventana, junto a la que permaneció un rato mirando hacia fuera. Cuando se volvió, su visitante seguía inmóvil en el mismo sitio. Se acercó a él y apoyó una mano en el respaldo del sillón que acababa de abandonar. -¿De veras quiere usted decir que vino sólo para verme? Puede que eso sea mejor para usted que para mí.
"I wished to hear the sound of your voice," he said. -Quería oír una última vez el sonido de su voz.
"You′ve heard it, and you see it says nothing very sweet." -Ya la ha oído, y ha podido comprobar que no dice nada que a usted le parezca grato.
"It gives me pleasure, all the same." And with this he got up. -De todas maneras, me ha proporcionado un gran placer. Tras estas palabras, se puso en pie.
She had felt pain and displeasure on receiving early that day the news he was in Florence and by her leave would come within an hour to see her. She had been vexed and distressed, though she had sent back word by his messenger that he might come when he would. She had not been better pleased when she saw him; his being there at all was so full of heavy implications. It implied things she could never assent to --rights, reproaches, remonstrance, rebuke, the expectation of making her change her purp ose. These things, however, if implied, had not been expressed; and now our young lady, strangely enough, began to resent her visitor′s remarkable self-control. There was a dumb misery about him that irritated her; there was a manly staying of his hand that made her heart beat faster. She felt her agitation rising, and she said to herself that she was angry in the way a woman is angry when she has been in the wrong. She was not in the wrong; she had fortunately not that bitterness to swallow; but, all the same, she wished he would denounce her a little. She had wished his visit would be short; it had no purpose, no propriety; yet now that he seemed to be turning away she felt a sudden horror of his leaving her without uttering a word that would give her an opportunity to defend herself more than she had done in writing to him a month before, in a few carefully chosen words, to announce her engagement. If she were not in the wrong, however, why should she desire to de fend herself? It was an excess of generosity on Isabel′s part to desire that Mr. Goodwood should be angry. And if he had not meanwhile held himself hard it might have made him so to hear the tone in which she suddenly exclaimed, as if she were accusing him of having accused her: "I′ve not deceived you! I was perfectly free!" Ella se había sentido apenada y molesta al saber que Caspar estaba en Florencia y que iría a verla una hora más tarde. Le había contrariado, a pesar de lo cual respondió a través del mensajero que podía ir cuando lo estimase oportuno. Y, al verlo, no experimentó mayor satisfacción, pues su presencia allí suponía un cúmulo de desagradables incidentes, entrañaba derechos, reproches, rechazo, la esperanza de hacerla cambiar de propósito y otras molestias. Todo lo cual, si bien implícito, no había llegado a ser directamente expresado. Y he aquí que, ahora, a la joven empezaba a molestarle aquel admirable dominio de sí mismo de que él estaba dando fehaciente prueba. Tal silenciosa infelicidad era lo que más la irritaba, tal varonil contención de su mano lo que precipitaba los latidos de su corazón. Se daba cuenta de que su agitación iba en aumento y decíase a sí misma que estaba enojada como puede estarlo una mujer cuando ha cometido un error. Ella no lo había cometido, sin embargo; afortunadamente, no tenía que tragarse tal píldora, pero, de todas formas, habría preferido que él la acusase de algo. Habría deseado que la visita fuese corta, puesto que carecía de todo objeto y no era en absoluto adecuada. Y, no obstante, ahora que él se disponía a alejarse, experimentaba un súbito horror de que la dejase sin decir una sola palabra que le proporcionase la oportunidad de defenderse mejor de lo que lo había hecho en la carta escrita un mes antes, con unas cuantas palabras escogidas anunciándole su compromiso. Pero, sí 2 era cierto que no se sentía culpable, ¿por qué deseaba defenderse? Eso de desear que el señor Caspar Goodwood se enojara, constituía un exceso de generosidad por parte de Isabel. Y, si hasta aquel momento él no hubiera puesto todo su empeño en contenerse, tal vez habría surtido ese efecto el tono en que ella exclamó, como si le echase en cara haberla acusado: -¡Yo no le he engañado! ¡Era completamente libre!
"Yes, I know that," said Caspar. -Sí, lo sé -se limitó a decir él.
"I gave you full warning that I′d do as I chose." -Además, le advertí bien claramente que haría lo que me pareciera bien.
"You said you′d probably never marry, and you said it with such a manner that I pretty well believed it." -Usted dijo que tal vez no se casaría nunca, y lo dijo de tal manera que lo creí a ciegas.
She considered this an instant. "No one can be more surprised than myself at my present intention." Reflexionó ella un instante y replicó: -La primera sorprendida por mi actual decisión soy yo misma.
"You told me that if I heard you were engaged I was not to believe it," Caspar went on. "I heard it twenty days ago from yourself, but I remembered what you had said. I thought there might be some mistake, and th at′s partly why I came." -Usted me dijo que, si oía decir que estaba comprometida, no lo creyese -prosiguió Caspar-. Hace veinte días lo supe por usted misma y, al recordar aquellas palabras, supuse que debía de haber algún error. Esa es, en parte, la razón por la que he venido.
"If you wish me to repeat it by word of mouth, that′s soon done. There′s no mistake whatever." -Si quiere que se lo repita de viva voz, nada más fácil. No ha habido ni hay error alguno.
"I saw that as soon as I came into the room." -Ya me di perfecta cuenta de ello al entrar en esta habitación.
"What good would it do you that I shouldn′t marry?" she asked with a certain fierceness. Isabel preguntó en un tono de descontento: -¿Qué bien habría de representar para usted el que yo no me casara?
"I should like it better than this." -Para mí habría sido preferible a esto.
"You′re very selfish, as I said before." -Repito que es usted muy egoísta.
"I know that. I′m selfish as iron." -Lo sé. Soy egoísta como el hierro.
"Even iron sometimes melts! If you′ll be reasonable I′ll see you again." -Hasta el hierro se ablanda a veces. Si es usted razonable, no tendré inconveniente en volver a verle.
"Don′t you call me reasonable now?" -¿La parece que ahora no lo soy?
"I don′t know what to say to you," she answered with sudden humility. -No sé qué decirle -contestó ella con inesperada humildad.
"I shan′t trouble you for a long time," the young man went on. He made a step towards the door, but he stopped. "Another reason why I came was that I wanted to hear wh at you would say in explanation of your having changed your mind." -No la molestaré mucho más. -El joven se adelantó hacia la puerta, pero se detuvo para añadir-: Otra de las razones por las que vine fue para ver qué explicación daba usted de su cambio de actitud.
Her humbleness as suddenly deserted her. "In explanation? Do you think I′m bound to explain?" La humildad se desvaneció en el acto al oír aquello. -¿Ha dicho usted explicación? ¿Acaso tengo yo el deber de dar explicación de ninguna clase?
He gave her one of his long dumb looks. "You were very positive. I did believe it." Él la miró silenciosamente un momento y contestó: -Pare cía usted muy convencida, de modo que así lo creí.
"So did I. Do you think I could explain if I would?" -Yo también, pero ¿cree usted por ventura que podría explicarlo aunque quisiera?
"No, I suppose not. Well," he added, "I′ve done what I wished. I′ve seen you." -No, supongo que no... Bueno, ya he hecho lo que quería: verla a usted.
"How little you make of these terrible journeys," she felt the poverty of her presently replying. -Ya ve lo poco que ha sacado de días tan terribles como los que acaba de pasar. -Y en el acto se dio cuenta de la insignificancia de la contestación que había dado.
"If you′re afraid I′m knocked up --in any such way as that --you may be at your ease about it." He turned away, this time in earnest, and no hand-shake, no sign of parting, was exchanged between them. At the door he stopped with his hand on the knob. "I shall leave Florence to-morrow," he said without a quaver. -Si teme que no sea capaz de resistir... este tipo de cosas..., puede tranquilizarse. -Se volvió inmediatamente y, sin darle la mano ni decir frase alguna de despedida, se dirigió a la puerta. La abrió y, con la mano en el tirador, añadió sin la menor emoción en la voz-: Mañana mismo me iré de Florencia.
"I′m delighted to hear it!" she answered passionately. Five minutes after he had gone out she burst into tears. -Encantada de oírlo -replicó ella con firmeza. A los cinco minutos escasos de haberse marchado Caspar,Isabel rompía en amargo llanto.






CHAPTER 33

33

Her fit of weeping, however, was soon smothered, and the signs of it had vanished when, an hour later, she broke the news to her aunt. I use this expression because she had been sure Mrs. Touchett would not be pleased; Isabel had only waited to tell her till she had seen Mr. Goodwood. She had an odd impression that it would not be honourable to make the fact public before she should have heard what Mr. Goodwood would say about it. He had said rather less than she expected, and she now had a somewhat angry sense of having lost time. But she would lose no more; she waited till Mrs. Touchett came into the drawing-room before the mid-day breakfast, and then she began. "Aunt Lydia, I′ve something to tell you." Toda huella de llanto había desaparecido y las lágrimas estaban ya olvidadas cuando, una hora después, Isabel le espetó la noticia a su tía. Empleo esta expresión porque Isabel daba por seguro que a la señora Touchett iba a desagradarle sobremanera. La joven había esperado para decírselo hasta ver al señor Goodwood. Se le antojaba que no era honesto dar publicidad al propósito antes de haber oído lo que el señor Goodwood tuviera que decir al respecto. En realidad, había dicho mucho menos de lo que ella esperaba, y en aquel momento la joven tenía la sensación de haber perdido el tiempo. Pero no lo perdería más en lo sucesivo. Esperó, pues, a que la señora Touchett llegase al comedor para el almuerzo y empezó de esta forma: -Tía Lydia, tengo que decirle una cosa.
Mrs. Touchett gave a little jump and looked at her almost fiercely: "You needn′t tell me; I know what it is." La señora Touchett dio un breve respingo, la miró casi enfurecida y contestó: -No necesitas decírmelo. Ya sé lo que es.
"I don′t know how you know." -No ¡he explico cómo puede usted saberlo.
"The same way that I know when the window′s open --by feeling a draught. You′re going to marry that man." -Igual que sé que la ventana está abierta al... notar la corriente de air e. Vas a casarte con ese hombre.
"What man do you mean?" Isabel enquired with great dignity. -¿A qué hombre se refiere usted? -preguntó Isabel con altiva dignidad.
"Madame Merle′s friend --Mr. Osmond." -Al amigo de madame Merle..., al señor Osmond.
"I don′t know why you call him Madame Merle′s friend. Is that the principal thing he′s known by?" -No sé por qué le llama usted el amigo de madame Merle, como si no tuviera otro título mejor con qué. designarle.
"If he′s not her friend he ought to be --after what she has done for him!" cried Mrs. Touchett. "I shouldn′t have expected it of her; I′m disappointed." -Si no es amigo de ella, debería serlo... después de todo lo que ha hecho por él -exclamó la señora Touchett-. Nunca me habría esperado semejante cosa de ella. Ha sido un gran desengaño para mí.
"If you mean that Madame Merle has had anything to do with my engagement you′re greatly mistaken," Isabel declared with a sort of ardent coldness. -Si con eso quiere usted decir que madame Merle ha tenido algo que ver con mi compromiso, está usted equivocada del todo -declaró Isabel con enérgica frialdad.
"You mean that your attractions were sufficient, without the gentleman′s having had to be lashed up? You′re quite right. They′re immense, your attractions, and he would never have presumed to think of you if she hadn′t put him up to it. He has a very good opinion of himself, but he was not a man to take trouble. Madame Merle took the trouble FOR him." -O sea, que han bastado tus atractiv os, que no ha habido necesidad de espolearlo. Sí, sin duda tienes razón. Tus atractivos son extraordinarios. Pero seguro que nunca se le habría ocurrido pensar en ti si ella no se lo hubiera metido en la cabeza. Tiene demasiada buena opinión de sí mismo, y no es capaz de tomarse tales molestias. Madame Merle se las ha tomado por él.
"He has taken a great deal for himself!" cried Isabel with a voluntary laugh. -Pues le aseguro a usted que sí se ha esforzado, y mucho -exclamó Isabel riendo de buena gana.
Mrs. Touchett gave a sharp nod. "I think he must, after all, to have made you like him so much." La señora Touchett movió bruscamente la cabeza y dijo: -En realidad, tiene que haberlo hecho para lograr que te guste tanto.
"I thought he even pleased YOU." -Creí que a usted también le gustaba.
"He did, at one time; and that′s why I′m angry with him." -Hubo un tiempo en que sí. Por eso estoy enojada con él.
"Be angry with me, not with him," said the girl. -Pues entonces enójese usted conmigo y no con él-replicóó la muchacha.
"Oh, I′m always angry with you; that′s no satisfaction! Was it for this that you refused Lord Warburton?" -¡Bah! Contigo lo estoy siempre. ¡Valiente satisfacción! ¿Por eso fue por lo que rechazaste a lord Warburton?
"Plea se don′t go back to that. Why shouldn′t I like Mr. Osmond, since others have done so?" -Por favor, no volvamos a eso. ¿Por qué no habría de gustarme a mí el señor Osmond cuando ha gustado a tantas otras?
"Others, at their wildest moments, never wanted to marry him. There′s nothing OF him," Mrs. Touchett explained. -Pero esas otras no quisieron jamás casarse con él, ni siquiera en sus momentos de mayor ofuscación. Porque ese hombre no es nada -añadió la señora Touchett a guisa de explicación.
"Then he can′t hurt me," said Isabel. -Entonces no puede herirme.
"Do you think you′re going to be happy? No one′s happy, in such doings, you should know." -¿Crees que vas a ser dichosa? Deberías saber que nadie lo es en estos asuntos.
"I shall set the fashion then. What does one marry for?" -Entonces yo lo pondré de moda. ¿Para qué se casa la gente?
"What YOU will marry for, heaven only knows. People usually marry as they go into partnership --to set up a house. But in your partnership you′ll bring everything." -Sólo Di os sabe para qué te vas a casar tú. Por lo general, la gente se casa por lo mismo que se asocia: para fundar una casa. Pero, en vuestra asociación, tú vas a aportarlo casi todo.
"Is it that Mr. Osmond isn′t rich? Is that what you′re talking about?" Isabel asked. -¿Se refiere usted a que el señor Osmond no es rico? ¿Es por ventura de eso de lo que está usted hablando?
"He has no money; he has no name; he has no importance. I value such things and I have the courage to say it; I think they′re very precious. Many ot her people think the same, and they show it. But they give some other reason." -Ni tiene dinero, ni apellido, ni prestigio. Yo valoro como es debido esas cosas y me atrevo a decirlo. Creo que son de un gran valor. Muchos otros piensan lo mismo y también lo demuestran, aunque dan razones distintas.
Isabel hesitated a little. "I think I value everything that′s valuable. I care very much for money, and that′s why I wish Mr. Osmond to have a little." Isabel dudó un instante y replicó: -Yo creo que le doy su valor a todo cuanto lo tiene. El dinero me importa enormemente, y por eso quiero que el señor Osmond disponga de un poco.
"Give it to him then; but marry some one else." -Dáselo, entonces; pero cásate con cualquier otro.
"His name′s good enough for me," the girl went on. "It′s a very pretty name. Have I such a fine one myself?"   -Su apellido me basta. Por cierto, es muy bonito. ¿Acaso tengo yo uno tan ilustre?
"All the more reason you should improve on it. There are only a dozen American names. Do you marry him out of charity?" -Razón de más para que trates de elevarlo. No hay más que una docena de apellidos americanos que cuenten. ¿Te casas con él para hacer una obra de caridad?
"It was my duty to tell you, Aunt Lydia, but I don′t think it′s my duty to explain to you. Even if it were I shouldn′t be able. So please don′t remonstrate; in talking about it you have me at a disadvantage. I can′t talk about it." -Tía Lydia, considero que era mi deber decírselo, pero no creo que lo sea también explicárselo. Aun cuando lo fuera, no podría hacerlo. De manera que no me reprenda, por favor. Me encuentro en posición desventajosa respecto a usted, porque yo no puedo hablar del asumo.
"I don′t remonstrate, I simply answer you: I must give some sign of i ntelligence. I saw it coming, and I said nothing. I never meddle." -No te reprendo ni te reconvengo. Lo único que hago es contestarte, porque debo demostrar que tengo la cabeza sobre los hombros. Estaba viendo venir la cosa y no decía nada, porque no me gusta meterme en asuntos ajenos.
"You never do, and I′m greatly obliged to you. You′ve been very considerate." -Es cierto, no lo hace nunca; le estoy muy agradecida por ello. Ha sido usted verdaderamente considerada conmigo.
"It was not considerate --it was convenient," said Mrs. Touchett. "But I shall talk to Madame Merle." -No era por consideración sino por conveniencia... -dijo la señora Touchett-. Pero ya hablaré yo con madame Merle.
"I don′t see why you keep bringing her in. She has been a very good friend to me." -No comprendo por qué se empeña usted en mezclarla en esto. Se ha portado como una buena amiga conmigo.
"Possibly; but she has been a poor one to me." -Es posible. Pero menos buena conmigo.
"What has she done to you?" -¿Qué le ha hecho a usted?
"She has deceived me. She had as good as promised me to prevent your engagement." -Me ha defraudado. Su amistad conmigo era tan buena que me había prometido impedir ese compromiso.
"She couldn′t have prevented it." -Pero ella no habría podido evitarlo.
"She can do anything; that′s what I′ve always liked her for. I knew she could play any part; but I understood that she played them one by one. I didn′t understand that she would play two at the same time." par -Para ella todo es posible. Por eso siempre la he admirado. Sabía que es capaz de representar cualquier papel, pero suponía que representaba uno después de otro. L o que jamás supuse es que hiciera dos al mismo tiempo.
"I don′t know what part she may have played to you," Isabel said; "that′s between yourselves. To me she has been honest and kind and devoted." -Ignoro qué papel ha representado ante usted; eso es cosa suya. Conmigo se ha portado como una mujer honesta, buena y abnegada.
"Devoted, of course; she wished you to marry her candidate. She told me she was watching you only in order to interpose." -Abnegada, no hay duda, puesto que quería casarte con su candidato. A mí me dijo que te vigilaba para interponerse.
"She said that to please you," the girl answered; conscious, however, of the inadequacy of the explanation. -Si lo dijo fue por complacerla -replicó la joven, si bien dándose cuenta de la impropiedad de tal explicación.
"To please me by deceiving me? She knows me better. Am I pleased to-day?" -¿Para complacerme defraudándome? No me conoce tan mal. ¿Estoy acaso contenta ahora?
"I don′t think you′re ever much pleased," Isabel was obliged to reply. "If Madame Merle knew you would learn the truth what had she to gain by insincerity?" -Me parece que usted no lo está nunca mucho -se vio Isabel obligada a observar-. Si madame Merle sabía que usted acabaría por conocer la verdad, ¿qué ganaba con su falta de sinceridad?
"She gained time, as you see. While I waited for her to interfere you were marching away, and she was really beating the drum." -Ya lo has visto; ganaba, por lo pronto, tiempo. Mientras yo esperaba que interviniera, tú empezabas a desfilar y ella iba delante abriendo camino.
"That′s very well. But by your own admission you saw I was marching , and even if she had given the alarm you wouldn′t have tried to stop me." -Supongamos que así sea. Pero usted misma ha admitido que me estaba viendo desfilar y que, aun cuando ella hubiese dado la voz de alarma, usted no habría tratado de detenerme.
"No, but some one else would." -Yo no, pero algún otro tal vez sí.
"Whom do you mean?" Isabel asked, looking very hard at her aunt. -¿A quién se refiere usted? -preguntó Isabel mirando a su tía duramente.
Mrs. Touchett′s little bright eyes, active as they usually were, sustained her gaze rather than returned it. "Would you have listened to Ralph?" Los diminutos ojos de la señora Touchett, con su acostumbrada movilidad, más que devolver, sostuvieron la mirada de Isabel. -¿Habrías escuchado el consejo de Ralph?
"Not if he had abused Mr. Osmond." -Si hubiera insultado al señor Osmond, no.
"Ralph doesn′t abuse people; you know that perfectly. He cares very much for you." -Ralph es incapaz de insultar a nadie, lo sabes perfectamente. Te quiere de veras.
"I know he does," said Isabel; "and I shall feel the value of it now, for he knows that whatever I do I do with reason." -Ya lo sé -dijo Isabel-. Ahora es cuando podré apreciar su afecto en todo lo que vale, porque él sabe que tengo mis razones para hacer todo lo que hago.
"He never believed you would do this. I told him you were capable of it, and he argued the other way." -Nunca creyó que hicieras esto. Yo le dije que eras perfectamente capaz de ello, y sostuvo lo contrario.
"He did it for the sake of argument," the girl smiled. "You don′t accuse him of having deceived you ; why should you accuse Madame Merle?" -Por el placer de discutir, nada más -dijo la muchacha sonriendo-. Si no le acusa usted a él de haberla defraudado, ¿por qué acusa de ello a madame Merle?
"He never pretended he′d prevent it." -Porque él jamás dijo que lo evitaría.
"I′m glad of that!" cried Isabel gaily. "I wish very much," she presently added, "that when he comes you′d tell him first of my engagement." -Celebro saberlo -repuso Isabel alegremente-. Cuando vuelva, me gustaría que fuese usted la primera en anunciarle mi compromiso.
"Of course I′ll mention it," said Mrs. Touchett. "I shall say nothing more to you about it, but I give you notice I shall talk to others." -Desde luego que lo haré. A ti no volveré a decirte ni una palabra del asunto, pero te advierto que hablaré de ello a los demás.
"That′s as you please. I only meant that it′s rather better the announcement should come from you than from me." -Haga lo que te parezca. Yo únicamente me refería a que me parece preferible que sea usted quien se lo anuncie.
"I quite agree with you; it′s much more proper!" And on this the aunt and the niece went to breakfast, where Mrs. Touchett, as good as her word, made no allusion to Gilbert Osmond. After an interval of silence, however, she asked her companion from whom she had received a visit an hour before. -Estoy de acuerdo contigo. Es lo más apropiado. Terminada así la pequeña discusión, se pusieron tía y sobrina a almorzar, sin que durante el almuerzo, cumplidora de su palabra, la señora Touchett hiciese la menor alusión al señor Osmond. Después de un silencio bastante prolongado, preguntó a su sobrina quién había ido a visitarla una hora antes.
"From an old friend --an American gentleman," Isabel s aid with a colour in her cheek. -Un antiguo amigo..., un caballero americano -contestó Isabel ruborizándose un poco.
"An American gentleman of course. It′s only an American gentleman who calls at ten o′clock in the morning." -Americano tenía que ser. Sólo a un americano puede ocurrírsele hacer visitas a las diez de la mañana.
"It was half-past ten; he was in a great hurry; he goes away this evening." -Eran ya las diez y media, y tenía mucha prisa porque se va esta misma noche.
"Couldn′t he have come yesterday, at the usual time?" -Podía haber venido ayer a una hora más apropiada.
"He only arrived last night." -Llegó anoche.
"He spends but twenty-four hours in Florence?" Mrs. Touchett cried. "He′s an American gentleman truly." -¿No va a pasar más que veinticuatro horas en Florencia? -exclamó la señora Touchett-. No hay duda de que es un caballero americano.
"He is indeed," said Isabel, thinking with perverse admiration of what Caspar Goodwood had done for her. -Ciertamente lo es -replicó Isabel, que en aquel instante pensaba con profunda admiración en lo que Caspar Goodwood había hecho por ella.
Two days afterward Ralph arrived; but though Isabel was sure that Mrs. Touchett had lost no time in imparting to him the great fact, he showed at first no open knowledge of it. Their prompted talk was naturally of his health; Isabel had many questions to ask about Corfu. She had been shocked by his appearance when he came into the room; she had forgotten how ill he looked. In spite of Corfu he looked very ill to-day, and she wondered if he were really worse or if she were simply disaccustomed to living with an invalid. Poor Ralph made no nearer approach to conventional beauty as he advanced in life, and the now apparently complete loss of his health had done little to mitigate the natural oddity of his person. Blighted and battered, but still responsive and still ironic, his face was like a lighted lantern patched with paper and unsteadily held; his thin whisker languished upon a lean cheek; the exorbitant curve of his nose defined itself more sharply. Lean he was altogether, lean and long and loose-jointed; an accidental cohesion of relaxed angles. His brown velvet jacket had become perennial; his hands had fixed themselves in his pockets; he shambled and stumbled and shuffled in a manner that denoted great physical helplessness. It was pe rhaps this whimsical gait that helped to mark his character more than ever as that of the humorous invalid --the invalid for whom even his own disabilities are part of the general joke. They might well indeed with Ralph have been the chief cause of the want of seriousness marking his view of a world in which the reason for his own continued presence was past finding out. Isabel had grown fond of his ugliness; his awkwardness had become dear to her. They had been sweetened by association; they struck her as the very terms on which it had been given him to be charming. He was so charming that her sense of his being ill had hitherto had a sort of comfort in it; the state of his health had seemed not a limitation, but a kind of intellectual advantage; it absolved him from all professional and official emotions and left him the luxury of being exclusively personal. The personality so resulting was delightful; he had remained proof against the staleness of disease; he had had to consent to be deplorably ill, yet had somehow escaped being formally sick. Such had been the girl′s impression of her cousin; and when she had pitied him it was only on reflection. As she reflected a good deal she had allowed him a certain amount of compassion; but she always had a dread of wasting that essence --a precious article, worth more to the giver than to any one else. Now, however, it took no great sensibility to feel that poor Ralph′s tenure of life was less elastic than it should be. He was a bright, free, generous spirit, he had all the illumination of wisdom and none of its pedantry, and yet he was distressfully dying. Ralph llegó dos días después; y, aun cuando Isabel estaba absolutamente segura de que la señora Touchett se había apresurado a comunicarle la gran noticia, él pareció al principio no saber nada del asunto. De lo primero que hablaron fue, naturalmente, de l a salud. Isabel deseaba, además, hacerle varias preguntas acerca de Corfú. Se había quedado bastante sorprendida al verle aparecer, pues ya no recordaba su aspecto enfermizo. A pesar de su estancia en Corfú parecía muy enfermo en aquel momento, y ella se preguntaba si realmente estaba peor o si era que no tenía ya la costumbre de vivir con un inválido. Con la edad, el pobre Ralph no se acercaba precisamente a los cánones oficiales de belleza, y su actual completa pérdida de la salud hacía bien poca cosa por atenuar la natural extravagancia de su persona. Marchito y exhausto, pero todavía irónico, su semblante parecía un desvencijado farol de papel. Sus ralas patillas le lamían los enjutos carrillos, y el arco ya prominente de su nariz había aumentado extraordinariamente su curva. Estaba más delgado que nunca; flaco, largo y desmadejado: una espe cie de reunión fortuita de ángulos descoyuntados. Su oscura chaqueta de pana parecía eterna, pues no se la quitaba de encima, y diríase que sus manos estaban ya incrustadas en los bolsillos. Andaba a tropezones, vacilando y arrastrando los pies, cosa que revelaba su estado de gran decadencia física. Tal vez se debiera a su continente tan estrafalario el que su carácter se acercara cada vez más al de un inválido de humor sarcástico para quien hasta sus propios achaques constituyen motivo de burla. A ello se debía acaso también su falta de seriedad ante las cosas de un mundo en el ′que su existencia no tenía ya razón alguna de ser. A Isabel le había gustado su fealdad, y su aspecto estrafalario le resultaba sumamente simpático, de manera que apenas notaba tales imperfecciones, gracias al continuo trato, y eran para ella unos rasgos característico s que le hacían encantador. Y tanto lo era para su prima que la sensación que a ésta le producía su enfermedad venía a ser una especie de consuelo, toda vez que semejante estado de salud tan precario parecía no sufrir limitación en el sentido intelectual, sino incluso favorecer tal actividad, al haberle relevado de toda clase de emociones profesionales y oficiales y permitiéndole el lujo de vivir exclusivamente en personal. De tal modo, la personalidad de ello resultante era en verdad deliciosa. Él constituía una prueba fehaciente del triunfo sobre la ranciedad de la dolencia y, si bien no tenía más remedio que resignarse a estar lamentablemente enfermo, había logrado en cierto modo librarse de ser un enfermo importante y solemne. Tal era la impresión de Isabel sobre la enfermedad de su primo; si alguna vez llegaba a compadecerle, lo hacía por pura refl exión. Y, como gustaba tanto de la reflexión, por fuerza debía compadecerle grandemente, pero tenía siempre un verdadero temor de perder aquella esencia..., aquel algo precioso y mucho más valioso para ella que para todos 1-os demás. Ahora no necesitaba una gran sensibilidad para darse cuenta de que el hilo que sostenía la vida del pobre Ralph era menos elástico de lo que debiera. Sabía que su primo era un espíritu brillante, generoso y libre, con todas las luces de la sabiduría y sin el menor asomo de pedantería, y con sus propios ojos lo veía encaminarse derecho a la muerte.
Isabel noted afresh that life was certainly hard for some people, and she felt a delicate glow of shame as she thought how easy it now promised to become for herself. She was prepared to learn that Ralph was not pleased with her engageme nt; but she was not prepared, in spite of her affection for him, to let this fact spoil the situation. She was not even prepared, or so she thought, to resent his want of sympathy; for it would be his privilege --it would be indeed his natural line --to find fault with any step she might take toward marriage. One′s cousin always pretended to hate one′s husband; that was traditional, classical; it was a [sic}">part of one′s cousin′s always pretending to adore one. Ralph was nothing if not critical; and though she would certainly, other things being equal, have been as glad to marry to please him as to please any one, it would be absurd to regard as important that her choice should square with his views. What were his views after all? He had pretended to believe she had better have married Lord Warburton; but this was only because she had refused that excellent man. If she had accepted him Ralph would certainly have taken another tone; he always took the opposite. You cou ld criticise any marriage; it was the essence of a marriage to be open to criticism. How well she herself, should she only give her mind to it, might criticise this union of her own! She had other employment, however, and Ralph was welcome to relieve her of the care. Isabel was prepared to be most patient and most indulgent. He must have seen that, and this made it the more odd he should say nothing. After three days had elapsed without his speaking our young woman wearied of waiting; dislike it as he would, he might at least go through the form. We, who know more about poor Ralph than his cousin, may easily believe that during the hours that followed his arrival at Palazzo Crescentini he had privately gone through many forms. His mother had literally greeted him with the great news, which had been even more sensibly chilling than Mrs. Touchett′s maternal kiss. Ralph was shocked and humiliated; his calculations had been false and the person in the world in whom he wa s most interested was lost. He drifted about the house like a rudderless vessel in a rocky stream, or sat in the garden of the palace on a great cane chair, his long legs extended, his head thrown back and his hat pulled over his eyes. He felt cold about the heart; he had never liked anything less. What could he do, what could he say? If the girl were irreclaimable could he pretend to like it? To attempt to reclaim her was permissible only if the attempt should succeed. To try to persuade her of anything sordid or sinister in the man to whose deep art she had succumbed would be decently discreet only in the event of her being persuaded. Otherwise he should simply have damned himself. It cost him an equal effort to speak his thought and to dissemble; he could neither assent with sincerity nor protest with hope. Meanwhile he knew --or rather he supposed --that the affianced pair were daily renewing their mutual vows. Osmond at this moment showed himself little at Palaz zo Crescentini; but Isabel met him every day elsewhere, as she was free to do after their engagement had been made public. She had taken a carriage by the month, so as not to be indebted to her aunt for the means of pursuing a course of which Mrs. Touchett disapproved, and she drove in the morning to the Cascine. This suburban wilderness, during the early hours, was void of all intruders, and our young lady, joined by her lover in its quietest part, strolled with him a while through the grey Italian shade and listened to the nightingales. Isabel pensó de nuevo en cuán ardua era la vida para algunos seres y sintió cierto cosquilleo de vergüenza al ver hasta qué punto se presentaba prometedora de dichas para ella. Se había preparado para oír decir que a Ralph no le agradaba su compromiso, pera, a pesar del afecto que le profesaba, no se sentía dispuesta a permitir que tal desagrado echase a perder la situación. Tampoco estaba dispuesta, al menos así lo creía, a molestarse por su disconformidad, ya que era no sólo privilegio suyo, sino incluso natural en él, encontrar defectos a cualquier determinación que ella pudiera tomar respecto al matrimonio. Que el primo de una mujer detestase a su marido era lo tradicional y clásico; formaba parte de la común creencia de que el primo debe adorar siempre a su prima. Ralph era por encima de todo un crítico encarnizado. Y aunque, aparte de otras consideraciones, habría sido para ella un placer contentar a él y a los demás con un matrimonio a gusto de todos, era absurdo pretender que su decisión tuviera que acomodarse al punto de vista de su primo. Después de todo, ¿en qué consistía tal punto de vista? Hubo un momento en que dio a entender que habría sido mejor para ella casarse con lord Warburton, pero fue debido al hecho de que Isabel hubiese rechazado a personaje tan importante. Y es seguro que, si le hubiera aceptado, Ralph habría adoptado otro tono, pues le gustaba llevar siempre la contraria. Todo matrimonio era susceptible de crítica, ya que lo esencial de semejante unión es precisamente prestarse a toda suerte de críticas. Si le diese la ventolera, ¿quién se hallaba en mejores condiciones que ella misma para criticar su matrimonio? Pero tenía otras cosas de que ocuparse y Ralph venía como agua de mayo para relevarla de tal cuidado. Estaba Isabel predispuesta a mostrar la paciencia más grande y una indulgencia insuperable. Ralph debía haberse dado cuenta de ello y por eso resultaba tanto más extra_41ño que no dijera una sola palabra. Después de tres días sin que él hubiese hablado para nada del asunto, Isabel se cansó de esperar; aunque le desagradase, pensaba ella, no podía dejar de hacerlo. Nosotros, que le conocemos bastante mejor que su prima, tenemos motivos para pensar que, durante las horas que siguieron a su llegada al Palazzo Crescentini, había investigado en silencio y habíase entregado a múltiples actos. Su madre le recibió dándole la noticia a bocajarro, lo cual le resultó más escalofriante que el beso maternal. Ralph se sintió defraudado y humillado; sus cálculos habían resultado fallidos y la persona a quien él más quería estaba irremisiblemente perdida. Se dio a vagar por la casa como un bajel abandonado en mar proceloso cerca de la costa roqueña. A veces se sentaba en el jardín, en el a mplio sillón de mimbre, y estiraba las piernas cuan largas eran, apoyaba la cabeza en el respaldo y se bajaba el sombrero sobre el rostro tapándose los ojos. Sentía frío en el corazón, jamás tuvo menos gusto ni inclinación por nada. ¿Qué podía entonces decir, qué hacer? El intento de reclamar no era aceptable más que en el caso de que produjese un resultado satisfactorio. Tratar de convencerla de que había algo sórdido o siniestro en los propósitos del hombre a cuyo arte mágico había llegado a sucumbir sólo sería hasta cierto punto discreto en el caso de que lograra convencerla. De lo contrario corría el riesgo de perjudicarse simplemente a sí mismo. Costaba exactamente lo mismo decir lo que pensaba que disentir; ni le era posible prestar asentimiento sinceramente, ni protestar con fundada esperanza. E ntretanto, sabía -o tal vez suponía- que los novios renovaban a diario sus juramentos de amor. El señor Osmond no se dejaba ver ahora muy a menudo por el Palazzo Crescentini, pero Isabel lo veía todos los días en otra parte, como tenía absoluta libertad de hacer una vez que se había dado publicidad a su compromiso. A tal efecto, había ella alquilado por meses un coche, para no tener que deberle a su tía los medios de proseguir unas relaciones que desaprobaba, y en tal coche se iba todas las mañanas a las Cascine. Durante las primeras horas del día aquel parque suburbano estaba completamente vacío, y allí reuníanse ambos enamorados, en la parte más tranquila de su arbolado, paseaban bajo la rumorosa fronda por las anchas avenidas italianas y dejaban que cautivara sus oídos el canto de los ruiseñores.  






CHAPTER 34

34

One morning, on her return from her drive, some half-hour before luncheon, she quitted her vehicle in the court of the palace and, instead of ascending the great staircase, crossed the court, passed beneath another archway and entered the garden. A sweeter spot at this moment could not have been imagined. The stillness of noontide hung over it, and the warm shade, enclosed and still, made bowers like spacious caves. Ralph was sitting there in the clear gloom, at the base of a statue of Terpsichore --a dancing nymph with taper fingers and inflated draperies in the manner of Bernini; the extreme relaxation of his attitude suggested at first to Isabel that he was asleep. Her light footstep on the grass had not roused him, and before turning away she stood for a moment looking at him. During this instant he opened his eyes; upon which she sat down on a rustic chair that matched with his own. Though in her irritation she had accused him of indifference she was not blind to the fact that he had visibly had something to brood over. But she had explained his air of absence partly by the languor of his increased weakness, partly by worries connected with the property inherited from his father --the fruit of eccentric arrangements of which Mrs. Touchett disapproved and which, as she had told Isabel, now encountered opposition from the other partners in the bank. He ought to have gone to England, his mother said, instead of coming to Florence; he had not been there for months, and took no more interest in the bank than in the state of Patagonia. Una mañana, a su vuelta del paseo, como media hora antes del almuerzo, bajó Isabel del coche en el patio del palacio y, en lugar de subir hasta el piso de arriba por la grande y solemne escalera, cruzó el patio y fue derecha al jardín. No era posible imaginar en aquel instante lugar más deleitoso. Flotaba en él la calma imperturbable del mediodía y la templada penumbra, cerrada y quieta, que hacía de los cenadores espaciosas cuevas. Ralph estaba sentado en un claro, al pie de una estatua de Terpsícore, ninfa danzante con crótalos en los dedos y flotantes velos, a la manera de Bernini. El gran abandono del cuerpo de Ralph hizo al punto creer a Isabel que estaba dormido. Sus ligeros pasos sobre la hierba no le habían hecho incorporarse y, antes de irse de allí, la joven se detuvo un moho para contemplarlo. Abrió él los ojos y entonces ella se sentó en una silla rústica que había cerca. Aunque en su enojo pudiera Isabel acusarle de indiferencia, no dejaba de ver que estaba cociendo en su interior algo que poder decirle. Se había ella explicado aquel aire ausente por la debilidad cada vez mayor que de él se iba apoderando y, en parte también, por las preocupaciones que le causaban los bienes heredados de su padre, cuyos excéntricos arreglos hacíanse acreedores a las más acerbas censuras de la señora Touchett y, como ésta había comunicado a Isabel, encontraban gran oposición en los otros socios de la casa bancaria. Decía su madre que, en vez de ir a Florencia, debía haber ido a Inglaterra, donde no había estado desde hacía muchos meses. Le dedicaba el mismo interés a los asuntos del banco que el que le habría podido dedicar a las cosas de la lejana Patagonia.
"I′m sorry I waked you," Isabel said; "you look too tired." -Siento haberte despertado -dijo Isabel-. Pareces algo cansado.
"I feel too tired. But I was not asleep. I was thinking of you." -No algo, sino mucho. No dormía. Estaba pensando en ti.
"Are you tired of that?" ¿Y eso te cansa?
"Very much so. It leads to nothing. The road′s long and I never arrive." -Mucho. No conduce a nada. El camino es largo y no llego nunca.
"What do you wish to arrive at?" she put to him, closing her parasol. -¿A dónde quieres llegar? -preguntó ella cerrando la sombrilla.
"At the point of expressing to myself properly what I think of your engagement." -A expresarme apropiadamente a mí mismo lo que pienso acerca de tu compromiso.
"Don′t think too much of it," she lightly returned. -No pienses demasiado en eso -le contestó Isabel con dulzura.
"Do you mean that it′s none of my business?" -¿Quieres decir que es asunto que no me concierne?
"Beyond a certain point, yes." -Hasta cierto punto, sí.
"That′s the point I want to fix. I had an idea you may have found me wanting in good manners. I′ve never congratulated you." -Ése es precisamente el punto que quiero aclarar. Se me antoja que has debido de encontrarme un tanto grosero por no haberte felicitado.
"Of course I′ve noticed that. I wondered why you were silent." -La verdad, lo he echado en falta, y me preguntaba por qué permanecías tan callado.
"There have been a good many reasons. I′ll tell you now," Ralph said. He pulled off his hat and laid it on the ground; then he sat looking at her. He leaned back under the protection of Bernini, his head against his marble pedestal, his arms dropped on either side of him, his hands laid upon the rests of his wide chair. He looked awkward, uncomfortable; he hesitated long. Isabel said nothing; when people were embarrassed she was usually sorry for them, but she was determined not to help Ralph to utter a word that should not be to the honour of her high decision. "I think I′ve hardly got over my surprise," he went on at last. "You were the last person I expected to see caught." -Tenía mis razones para ello y voy a exponértelas -dijo Ralph quitándose el sombrero y dejándolo en el suelo. Luego se incorporó y la miró fijamente, se echó hacia atrás protegido por Bernini, apoyó la cabeza en el pedestal de mármol, dejó caer los brazos a ambos lados del sillón y empezó a acariciar con las manos el mimbre. Parecía molesto, azorado, y estuvo dudando largo tiempo. Isabel no decía nada. Solía compadecer a la gente cuando estaba en un trance apurado, pero no quería ayudar a Ralph a proferir una sola palabra y dejó a su elección que se dignara hacerlo cuando le pareciese bien. Finalmente él dijo-: No me he repuesto todavía de mi sorpresa. Tú eras la última persona que creía que se dejaría atrapar.
"I don′t know why you call it caught." -No sé lo que quieres decir con eso de atrapar.
"Because you′re going to be put into a cage." -Que te van a meter en una jaula.
"If I like my cage, that needn′t trouble you," she answered. -Si la jaula es de mi gusto, no debes preocuparte por ello.
"That′s what I wonder at; that′s what I′ve been thinking of." -Eso es precisamente lo que me admira; y por eso es por lo que he estado pensando.
"If you′ve been thinking you may imagine how I′ve thought! I′m satisfied that I′m doing well." -Pues, si tú has estado pensando, imagínate lo que no habré pensado yo. Y tengo la satisfacción de ver que me sienta admirablemente.
"You must have changed immensely. A year ago you valued your liberty beyond everything. You wanted only to see life." -Por lo visto, has cambiado enormemente. Hace un año ponías tu libertad por encima de cualquier otra cosa. Sólo querías contemplar la vida.
"I′ve seen it," said Isabel. "It doesn′t look to me now, I admit, such an inviting expanse." -Ya la he visto -contestó Isabel-. Y, la verdad, convengo en que no me parece ahora tan extraordinaria.
"I don′t pretend it is; only I had an idea that you took a genial view of it and wanted to survey the whole field." -Ni yo pretendo decir que lo sea. Lo que creía es que tú pensabas formarte una idea de ella y seguir contemplándola desde lo alto.
"I′ve seen that one can′t do anything so general. One must choose a corner and cultivate that." -Pero he llegado a convencerme de que no se puede tener esa visión tan general. Hay que limitarse a escoger el rincón que mejor le parezca a cada cual y cultivarlo con cuidado.
"That′s what I think. And one must choose as good a corner as possible. I had no idea, all winter, while I read your delightful letters, that you were choosing. You said nothing about it, and your silence put me off my guard." -Eso es justamente lo que yo creo. Cada uno debe escoger el mejor rincón que le sea posible. Durante todo el invierno, mientras leía tus deliciosas cartas, no me pasó ni por un momento por la imaginación que estuvieses dedicándote a escoger. No decías nada de ello, tu silencio me engañó y no pude ponerme en guardia.
"It was not a matter I was likely to write to you about. Besides, I knew nothing of the future. It has all come lately. If you had been on your guard, however," Isabel asked, "what would you have done?" -Era un asunto del que no me gustaba hablarte por carta. Además, no sabía nada del porvenir. Eso llegó después. -Calló un instante, pareció reflexionar y luego añadió-: ¿Qué habrías hecho si hubieses estado en guardia, como dices?
"I should have said ′Wait a little longer.′ " -Habría dicho, sencillamente: espera un poco más.
"Wait for what?" ¿Esperar qué?
"Well, for a little more light," said Ralph with rather an absurd smile, while his hands found their way into his pockets. -Un poco más de claridad, de luz -dijo Ralph con una sonrisa más bien absurda mientras sus manos buscaban sus bolsillos.
"Where should my light have come from? From you?" -¿De dónde tenía que haberme venido esa luz..., de ti?
"I might have struck a spark or two." -Yo podría haber producido unos pocos destellos.
Isabel had drawn off her gloves; she smoothed them out as they lay upon her knee. The mildness of this movement was accidental, for her expression was not conciliatory. "You′re beating about the bush, Ralph. You wish to say you don′t like Mr. Osmond, and yet you′re afraid." Isabel se quitó los guantes y los alisó contra su rodilla. La suavidad de aquel movimiento exquisito fue puramente usual, pues su expresión no tenía nada de conciliadora. -Ralph -dijo-, estás dando palos de ciego. Quieres decir que no te gusta el señor Osmond y no te atreves.
" ′Willing to wound and yet afraid to strike′? I′m willing to wound HIM, yes --but not to wound you. I′m afraid of you, not of him. If you marry him it won′t be a fortunate way for me to have spoken." -«Deseoso de herir y temeroso de asestar el golpe.» Que quiero herirle a él, eso sí es cierto..., pero a ti no. Tengo miedo de ti, no de él. Y, si te casas con él, no habrá sido una satisfacción para mí el haber hablado.
"IF I marry him! Have you had any expectation of dissuading me?" -¿Si me caso con él? ¿Confías en llegar a disuadirme?
"Of course that seems to you too fatuous." -Supongo que te parecerá una fatuidad por mi parte.
"No," said Isabel after a little; "it seems to me too touching." Tras un instante de vacilación, Isabel dijo: -No es eso; lo que me parece es sumamente enternecedor.
"That′s the same thing. It makes me so ridiculous that you pity me." -Es lo mismo. Me pone tan en ridículo que te doy lástima. Isabel alisó nuevamente sus guantes con unos leves golpecitos.
She stroked out her long gloves again. "I know you′ve a great affection for me. I can′t get rid of that." -Ya sé que me tienes un gran cariño -dijo-. No puedo zafarme de ello.
"For heaven′s sake don′t try. Keep that well in sight. It will convince you how intensely I want you to do well." -Ni lo intentes, por favor. No lo pierdas nunca de vista. Él te convencerá de hasta qué punto deseo tu bien.
"And how little you trust me!" -Ya veo la poca confianza que en mí tienes.
There was a moment′s silence; the warm noontide [sic}">seemed to listen. "I trust you, but I don′t trust him," said Ralph. Hubo un momento de profundo silencio. La copa azul y cóncava del cielo de mediodía parecía estar escuchando, recogiendo el sonido de sus voces. -Confío en ti, pero no en él.
She raised her eyes and gave him a wide, deep look. "You′ve said it now, and I′m glad you′ve made it so clear. But you′ll suffer by it." Isabel alzó la vista y le dirigió una mirada larga y profunda. -Me alegro de que hayas dicho eso tan claramente. Te pesará.
"Not if you′re just." Si eres justa, no.
"I′m very just," said Isabel. "What better proof of it can there be than that I′m not angry with you? I don′t know what′s the matter with me, but I′m not. I was when you began, but it has passed away. Perhaps I ought to be angry, but Mr. Osmond wouldn′t think so. He wants me to know everything; that′s what I like him for. You′ve nothing to gain, I know that. I′ve never been so nice to you, as a girl, that you should have much reason for wishing me to remain one. You give very good advice; you′ve often done so. No, I′m very quiet; I′ve always believed in your wisdom," she went on, boasting of her quietness, yet speaking with a kind of contained exaltation. It was her passionate desire to be just; it touched Ralph to the heart, affected him like a caress from a creature he had injured. He wished to interrupt, to reassure her; for a moment he was absurdly inconsistent; he would have retracted what he had said. But she gave him no chance; she went on, having caught a glimpse, as she thought, of the heroic line and desiring to advance in that direction. "I see you′ve some special idea; I should like very much to hear it. I′m sure it′s disinterested; I feel that. It seems a strange thing to argue about, and of course I ought to tell you definitely that if you expect to dissuade me you may give it up. You′ll not move me an inch; it′s too late. As you say, I′m caught. Certainly it won′t be pleasant for you to remember this, but your pain will be in your own thoughts. I shall never reproach you." -Soy justa, muy justa -repuso Isabel-. ¿Qué mayor prueba quieres de que lo soy que el no enojarme contigo? No sé qué me ocurre, pero el hecho es que no me enojo. Tal vez debería hacerlo, pero estoy segura de que el señor Osmond pensaría de otra manera. El quiere que yo lo sepa todo; por eso me gusta tanto. Yo sé que tú no tienes nada que ganar. Nunca he sido tan buena contigo, de soltera, como para que quieras que siga siéndolo. Sabes dar muy buenos consejos y lo haces con gran frecuencia. Por mi parte, estoy absolutamente tranquila porque he creído siempre en tu buen juicio. -Continuó presumiendo altivamente de su gran tranquilidad y, al mismo tiempo, hablando como con exaltación contenida. La exaltaba su apasionado deseo de ser justa, lo cual le llegó a Ralph hasta el mismo corazón y le afectó como si le estuviese acariciando una criatura a la que acababa de herir. Le entraron ganas de interrumpir aquella conversación, de tranquilizarla del todo; y, durante unos instantes, sintió su propia inconsistencia hasta el punto de que de buena gana se habría retractado de cuanto acababa de decir. Pero ella no le dio oportunidad de hacerlo; prosiguió, pues se había ya lanzado a ello, y le pareció vislumbrar un destello de la heroica línea de acción que le estaba destinada y en cuya dirección le era forzoso seguir-. Ya sé que tienes una idea y me gustaría mucho conocerla, porque tengo la seguridad de que es completamente desinteresada, me doy perfectamente cuenta de ello. Parece una cosa extraña, por lo demás, para hablar de ella. Por lo pronto, lo primero que debo decirte es que, si crees poder disuadirme, pierdes el tiempo. No me harás mover ni una sola pulgada de mi sitio; ya es demasiado tarde. Como bien has dicho, estoy atrapada. Seguramente, para ti no será nada grato acordarte de esto, pero no tendrás más dolor que el de tus pensamientos. Yo no te lo echaré en cara jamás.
"I don′t think you ever will," said Ralph. "It′s not in the least the sort of marriage I thought you′d make." -No creo que lo hagas -dijo Ralph-. En cualquier caso, no es la clase de matrimonio que pensé que fueras a hacer.
"What sort of marriage was that, pray?" -¿Qué clase de matrimonio esperabas de mí? Dímelo, por favor.
"Well, I can hardly say. I hadn′t exactly a positive view of it, but I had a negative. I didn′t think you′d decide for --well, for THAT type." -Bueno, no sé qué decirte, porque no tengo una opinión positiva de ello sino puramente negativa. Nunca pensé que te decidieras por..., por ese tipo de persona.
"What′s the matter with Mr. Osmond′s type, if it be one? His being so independent, so individual, is what i most see in him," the girl declared. "What do you know against him? You know him scarcely at all." -¿Puede saberse qué tiene de malo el señor Osmond, si es que hay algo? Lo que yo veo sobre todo en él es su manera de ser tan independiente, tan distinta -dijo firmemente la joven-. ¿Tienes algo en contra suya? Tú mismo confiesas que apenas le conoces.
"Yes," Ralph said, "I know him very little, and I confess I haven′t facts and items to prove him a villain. But all the same I can′t help feeling that you′re running a grave risk." -Cierto -dijo Ralph-. Le conozco muy poco y confieso que no estoy en posesión de datos ni de hechos que puedan acusarle de villanía. Pero, de todos modos, no puedo por menos de pensar que vas a correr un gran riesgo.
"Marriage is always a grave risk, and his risk′s as grave as mine." -El matrimonio es siempre un gran riesgo, y tanto va a correrlo él como yo.
"That′s his affair! If he′s afraid, let him back out. I wish to God he would." -Eso es cosa suya. Si le da miedo, que abandone. ¡Ojalá quisiera Dios que lo hiciese!
Isabel reclined in her chair, folding her arms and gazing a while at her cousin. "I don′t think I understand you," she said at last coldly. "I don′t know what you′re talking about." Isabel se reclinó en su sillón y, cruzando los brazos y mirando fijamente a su primo durante un momento, declaró con frialdad: -Creo que no te comprendo. No sé de qué estás hablando.
"I believed you′d marry a man of more importance." -Siempre pensé que te casarías con un hombre de más importancia.
Cold, I say, her tone had been, but at this a colour like a flame leaped into her face. "Of more importance to whom? It seems to me enough that one′s husband should be of importance to one′s self!" Si hacía un momento ella le había replicado con frialdad, ahora el rubor le cubrió intensamente el rostro, y exclamó: -De más importancia, ¿para quién? Me parece que para quien debe tener importancia un marido es para su mujer.
Ralph blushed as well; his attitude embarrassed him. Physically speaking he proceeded to change it; he straightened himself, then leaned forward, resting a hand on each knee. He fixed his eyes on the ground; he had an air of the most respectful deliberation. "I′ll tell you in a moment what I mean," he presently said. He felt agitated, intensely eager; now that he had opened the discussion he wished to discharge his mind. But he wished also to be superlatively gentle. Ralph se ruborizó también. Se sentía molesto por la actitud que había adoptado. Trató de hallarle un remedio, físico por lo pronto; y se estiró, se inclinó luego hacia delante y, apoyando una mano en cada rodilla, clavó los ojos en el suelo, pareciendo meditar hondamente. Al cabo de un instante de reflexión, dijo: -Voy a exponerte lo que pienso. Parecía agitado, presa de gran ansiedad, pero, ya que había dado comienzo a la discusión del asunto, quería decir cuanto pensaba y descargar su conciencia. Al mismo tiempo, quería comportarse lo más amablemente posible.
Isabel waited a little --then she went on with majesty. "In everything that makes one care for people Mr. Osmond is pre-eminent. There may be nobler natures, but I′ve never had the pleasure of meeting one. Mr. Osmond′s is the finest I know; he′s good enough for me, and interesting enough, and clever enough. I′m far more struck with what he has and what he represents than with what he may lack." Isabel esperó un instante y luego tomó la palabra con majestad: -En todo cuanto puede hacerle a una interesarse por la gente, el señor Osmond ocupa enseguida un lugar de indiscutible preeminencia. Puede que haya almas más nobles que la suya, pero yo no he tenido hasta ahora la dicha de conocer a ninguna. El señor Osmond es el ser más bueno que conozco hasta hoy. Para mí es todo lo bueno, interesante e inteligente que es preciso. Me llama mucho la atención, infinitamente más lo que tiene y representa que lo que pueda faltarle.
"I had treated myself to a charming vision of your future," Ralph observed without answering this; "I had amused myself with planning out a high destiny for you. There was to be nothing of this sort in it. You were not to come down so easily or so soon." -Yo había llegado a hacerme grandes ilusiones sobre ti -dijo Ralph sin contestar a las últimas palabras de su prima-, a forjarme una encantadora visión de tu porvenir en la que no había nada de este estilo. En mi visión, tú no descendías tan fácilmente ni tan pronto.
"Come down, you say?" ¿Has dicho descender?
"Well, that renders my sense of what has happened to you. You seemed to me to be soaring far up in the blue --to be, sailing in the bright light, over the heads of men. Suddenly some one tosses up a faded rosebud --a missile that should never have reached you --and straight you drop to the ground. It hurts me," said Ralph audaciously, "hurts me as if I had fallen myself!" -Bueno, eso es lo que a mí me parece que te ha sucedido. Yo te imaginaba volando en lo azul del cielo..., desplegando tus alas a la radiante luz del día, flotando por encima de los hombres. Y de aquí que de pronto alguien arroja al aire un capullo de rosa marchito..., proyectil que jamás debió alcanzarte..., y en el acto caes, precipitándote hacia el suelo. -Se detuvo un instante y prosiguió, armándose de valor-: Te aseguro que me ha dolido, que me ha dolido tanto como si hubiese caído yo mismo.
The look of pain and bewilderment deepened in his companion′s face. "I don′t understand you in the least," she repeated. "You say you amused yourself with a project for my career --I don′t understand that. Don′t amuse yourself too much, or I shall think you′re doing it at my expense." Ella le envolvió en una mirada de compasión y asombro. -No te comprendo en absoluto. Dices que te entretenías forjando proyectos acerca de mi posible carrera futura..., pues no lo entiendo. Procura no entretenerte, no divertirte demasiado con ello, porque no tendré más remedio que pensar que estás divirtiéndote a mi costa.
Ralph shook his head. "I′m not afraid of your not believing that I′ve had great ideas for you." Ralph meneó tristemente la cabeza y replicó: -Tengo la seguridad de que en ningún momento has pensado que yo no abrigara grandes ideas respecto a ti.
"What do you mean by my soaring and sailing?" she pursued. "I′ve never moved on a higher plane than I′m moving on now. There′s nothing higher for a girl than to marry a --a person she likes," said poor Isabel, wandering into the didactic. -¿Qué has querido decir con esa imagen de volar en el azul y desplegar las alas? Por lo que a mí respecta, jamás me he movido en un plano superior a aquel en el que ahora me estoy moviendo. Para una muchacha no puede haber y no hay nada más elevado que casarse con la persona a quien quiere -concluyó la infeliz Isabel, perdiéndose en el camino de lo didáctico.
"It′s your liking the person we speak of that I venture to criticise, my dear cousin. I should have said that the man for you would have been a more active, larger, freer sort of nature." Ralph hesitated, then added: "I can′t get over the sense that Osmond is somehow --well, small." He had uttered the last word with no great assurance; he was afraid she would flash out again. But to his surprise she was quiet; she had the air of considering. -Mi querida primita, precisamente lo que yo me atrevo a criticar es que hayas llegado a querer a la persona de que se trata. Lo que yo quiero decir es que me hubiese gustado que el hombre elegido por ti fuera más activo, más amplío, de espíritu más libre. -Dudó un segundo y añadió-: No puedo avenirme a la idea de no pensar que Osmond es..., bueno, lo diré..., es poca cosa. Pronunció estas dos últimas palabras con escasa seguridad, temeroso de que ella montase nuevamente en cólera, pero, con gran sorpresa por su parte, permaneció tranquila, aparentando considerar el hecho concienzudamente.
"Small?" She made it sound immense. -¿Poca cosa? -repitió Isabel, dando a aquellas palabras una sonoridad de gran resonancia.
"I think he′s narrow, selfish. He takes himself so seriously!" -Se me antoja que es un hombre estrecho de miras, egoísta..., que se toma muy en serio a sí mismo.
"He has a great respect for himself; I don′t blame him for that," said Isabel. "It makes one more sure to respect others." -Que se tiene un gran respeto a sí mismo, es cierto; y no seré yo quien le censure por ello. Eso le hace a uno respetar más a los otros.
Ralph for a moment felt almost reassured by her reasonable tone. "Yes, but everything is relative; one ought to feel one′s relation to things --to others. I don′t think Mr. Osmond does that." Ralph se sintió tranquilizado al oírla expresarse en aquel tono de gran mesura. -En efecto-dijo-. Pero todo es relativo. Uno debe sentirse a sí mismo en relación con las cosas que le rodean..., con los demás; y yo no creo que el señor Osmond lo haga.
"I′ve chiefly to do with his relation to me. In that he′s excellent." -Lo que me interesa a mí es, ante todo, su relación conmigo. Y en eso, no puedo por menos de decir que es excelente.
"He′s the incarnation of taste," Ralph went on, thinking hard how he could best express Gilbert Osmond′s sinister attributes without putting himself in the wrong by seeming to describe him coarsely. He wished to describe him impersonally, scientifically. "He judges and measures, approves and condemns, altogether by that." -Es la encarnación del gusto-prosiguió Ralph, pensando con empeño cómo podría manifestar que Gilbert Osmond era hombre de siniestras cualidades sin ponerse a sí mismo en evidencia por parecer describirle rudamente. Quería tratar de describirlo de manera impersonal, científicamente-. Todo lo reduce a eso: juzga, mide, aprueba o condena en todo y por todo con arreglo al gusto.
"It′s a happy thing then that his taste should be exquisite." -Pues me parece admirable, toda vez que su gusto es exquisito.
"It′s exquisite, indeed, since it has led him to select you as his bride. But have you ever seen such a taste --a really exquisite one --ruffled?" -Teniendo en cuenta que le ha conducido a escogerte por esposa, no hay duda alguna dé qué su gusto es exquisito. Pero ¿por ventura has visto tú a semejante buen gusto..., un gusto verdaderamente exquisito..., enojado?
"I hope it may never be my fortune to fail to gratify my husband′s." -Espero tener la suerte de no desagradar jamás al dé mi marido.
At these words a sudden passion leaped to Ralph′s lips. "Ah, that′s wilful, that′s unworthy of you! You were not meant to be measured in that way --you were meant for something better than to keep guard over the sensibilities of a sterile dilettante!" Al oír tales palabras, Ralph sé encendió de pasión incontenida y exclamó: -¡Ah! ¡Eso es ya testarudez por parte tuya, cosa indigna de ti! Tú no has nacido para que sé té mida con ése rasero..., tú has nacido para algo más y mejor qué montar guardia a la puerta dé la sensibilidad de un dilettante estéril.
Isabel rose quickly and he did the same, so that they stood for a moment looking at each other as if he had flung down a defiance or an insult. But "You go too far," she simply breathed. Isabel sé levantó como accionada por un resorte, y lo mismo hizo Ralph. Se quedaron mirándose fijamente él uno al otro, como si él hubiera lanzado un desafío o un insulto a la cara dé ella; pero la joven sé contentó con exclamar casi suspirando: -¡Té estás propasando!
"I′ve said what I had on my mind --and I′ve said it because I love you!" -No he hecho más qué decirte lo qué pienso..., y lo he dicho porqué te amo.
Isabel turned pale: was he too on that tiresome list? She had a sudden wish to strike him off. "Ah then, you′re not disinterested!" Isabel palideció al oírlo. ¿También él figuraba en la lista de enamorados? Le dieron ganas de golpearle, pero sé contuvo. -¡Ah! ¡Entonces no hablas desinteresadamente! -exclamó.
"I love you, but I love without hope," said Ralph quickly, forcing a smile and feeling that in that last declaration he had expressed more than he intended. -Yo té amo, pero té amo sin esperanza-replicó Ralph en el acto, sonriendo forzadamente y sintiendo que con aquella declaración había dicho infinitamente más de lo que hubiese querido.
Isabel moved away and stood looking into the sunny stillness of the garden; but after a little she turned back to him. "I′m afraid your talk then is the wildness of despair! I don′t understand it --but it doesn′t matter. I′m not arguing with you; it′s impossible I should; I′ve only tried to listen to you. I′m much obliged to you for attempting to explain," she said gently, as if the anger with which she had just sprung up had already subsided. "It′s very good of you to try to warn me, if you′re really alarmed; but I won′t promise to think of what you′ve said: I shall forget it as soon as possible. Try and forget it yourself; you′ve done your duty, and no man can do more. I can′t explain to you what I feel, what I believe, and I wouldn′t if I could." She paused a moment and then went on with an inconsequence that Ralph observed even in the midst of his eagerness to discover some symptom of concession. "I can′t enter into your idea of Mr. Osmond; I can′t do it justice, because I see him in quite another way. He′s not important --no, he′s not important; he′s a man to whom importance is supremely indifferent. If that′s what you mean when you call him ′small,′ then he′s as small as you please. I call that large --it′s the largest thing I know. I won′t pretend to argue with you about a person I′m going to marry," Isabel repeated. "I′m not in the least concerned to defend Mr. Osmond; he′s not so weak as to need my defence. I should think it would seem strange even to yourself that I should talk of him so quietly and coldly, as if he were any one else. I wouldn′t talk of him at all to any one but you; and you, after what you′ve said --I may just answer you once for all. Pray, would you wish me to make a mercenary marriage --what they call a marriage of ambition? I′ve only one ambition --to be free to follow out a good feeling. I had others once, but they′ve passed away. Do you complain of Mr. Osmond because he′s not rich? That′s just what I like him for. I′ve fortunately money enough; I′ve never felt so thankful for it as to-day. There have been moments when I should like to go and kneel down by your father′s grave: he did perhaps a better thing than he knew when he put it into my power to marry a poor man --a man who has borne his poverty with such dignity, with such indifference. Mr. Osmond has never scrambled nor struggled --he has cared for no worldly prize. If that′s to be narrow, if that′s to be selfish, then it′s very well. I′m not frightened by such words, I′m not even displeased; I′m only sorry that you should make a mistake. Others might have done so, but I′m surprised that YOU should. You might know a gentleman when you see one --you might know a fine mind. Mr. Osmond makes no mistakes! He knows everything, he understands everything, he has the kindest, gentlest, highest spirit. You′ve got hold of some false idea. It′s a pity, but I can′t help it; it regards you more than me." Isabel paused a moment, looking at her cousin with an eye illumined by a sentiment which contradicted the careful calmness of her manner --a mingled sentiment, to which the angry pain excited by his words and the wounded pride of having needed to justify a choice of which she felt only the nobleness and purity, equally contributed. Though she paused Ralph said nothing; he saw she had more to say. She was grand, but she was highly solicitous; she was indifferent, but she was all in a passion. "What sort of a person should you have liked me to marry?" she asked suddenly. "You talk about one′s soaring and sailing, but if one marries at all one touches the earth. One has human feelings and needs, one has a heart in one′s bosom, and one must marry a particular individual. Your mother has never forgiven me for not having come to a better understanding with Lord Warburton, and she′s horrified at my contenting myself with a person who has none of his great advantages --no property, no title, no honours, no houses, nor lands, nor position, nor reputation, nor brilliant belongings of any sort. It′s the total absence of all these things that pleases me. Mr. Osmond′s simply a very lonely, a very cultivated and a very honest man --he′s not a prodigious proprietor." Isabel se separó un poco y sé quedó con la mirada extraviada en la quietud del jardín iluminado por el sol. Tras un instante, volvió hacia él y dijo: -Me temo que tus palabras estén dictadas por la rabia de la desesperación. No lo comprendo, pero no importa. No quiero discutir contigo, me sería imposible hacerlo. Lo único que he hecho ha sido tratar dé escucharte, y te quedó muy agradecida por haber procurado explicarte.-Puso en sus palabras gran dulzura, como si se hubiera disipado por completo la cólera que al principio sé había apoderado de ella-. Si verdaderamente estás alarmado reconozco qué es una buena obra por tu parte tratar dé prevenirme, pero no quiero prometerte qué pensaré en lo qué me has dicho; lo qué haré será olvidarlo lo antes posible, y es lo qué debes hacer tú también: procurar olvidar. Tú has cumplido con tu deber y no hay quién pueda hacer más qué eso No me es posible explicarte ahora lo que pienso y lo qué siento, y tampoco lo haría si pudiese.-Se quedó callada un instante y luego prosiguió con una inconsecuencia qué hizo concebir a Ralph, en su gran ansiedad, la posibilidad dé una concesión por pequeña qué fuese-. No voy a discutir la opinión qué té has formado del señor Osmond. No puedo tomarla en consideración porqué yo le veo de una manera muy distinta. No es un hombre importante..., desde luego, no lo es. Al contrario, es una persona a quien la importancia le tiene soberanamente sin cuidado. Si eso es lo qué quieres expresar cuando dices dé él qué es «poca cosa», entonces, de acuerdo, es todo lo «poca cosa» qué te parezca. Yo, en cambio, llamo a eso grandeza..., y no conozco nada de mayor grandeza. No puedo discutir contigo sobré la persona con quién me voy a casar, como ya té he dicho. Ni tampoco tengo él menor interés en defender a Osmond, porqué no es tan débil qué haya menester dé mi defensa. Ya me imagino qué té parecerá extraño qué hablé de él con tanta frialdad y tanta calma, como si sé tratase de una persona cualquiera. Pero es qué no hablaría dé él con ninguna otra persona, sólo contigo lo hago, y, después de lo que has dicho, creo que debo contestarte de una vez por todas. Dime, por favor, ¿te gustaría verme en un matrimonio de conveniencia, como un mercenario..., que me casara, como suele decirse, por ambición? Yo tengo una sola ambición: la de ser libre de seguir un impulso noble. Si otras tuve antes, ya son cosa pasada. ¿Te parece mal lo del señor Osmond porque no es rico? Pues por eso es precisamente por lo que me gusta. Por suerte, yo ahora tengo suficiente dinero y nunca he agradecido tanto como ahora el tenerlo. Hay momentos en que me dan ganas de ir a arrodillarme ante la tumba de tu padre. Tal vez hizo una cosa mejor de lo que creía al proporcionarme los medios para poder casarme con un hombre pobre... que ha sabido llevar su pobreza con tanta dignidad e indiferencia. El señor Osmond no ha querido trepar nunca, no ha luchado..., no se ha preocupado por conseguir ninguna recompensa mundana. Si esto merece calificarse de estrechez de miras, de egoísmo, entonces estamos de acuerdo; las palabras no me asustan, ni siquiera me molestan. Lo único que siento es que hayas incurrido precisamente tú en error tan grande. Que otros lo hayan hecho, bueno; pero me sorprende en tu caso. Tú debes conocer a un caballero a simple vista..., sobre todo cuando es un caballero distinguido. El, el señor Osmond, no comete tales errores, porque lo sabe todo, lo comprende todo y tiene el alma más buena, afable y generosa que pueda existir. Tú te has forjado una idea falsa. Es lástima que así sea, pero no puedo remediarlo porque es cosa tuya y no mía. Isabel se quedó un instante en silencio, mirando a su primo con ojos en los que brillaba un sentimiento que estaba en flagrante contradicción con la irreprochable calma de que acababa de hacer gala..., un sentimiento extraño, mezcla del enojo que las palabras de él provocaran y de su orgullo herido al verse obligada a justificar una elección que para ella sólo encerraba nobleza y pureza. Ralph no la interrumpió al verla hacer aquella pausa porque comprendió que aún tenía más que decir. La veía altiva, pero sumamente solícita; indiferente y, al mismo tiempo, apasionada. De pronto, ella preguntó: -¿Con qué clase de persona te hubiese gustado verme casada? Hablas de volar por lo alto, pero para casarse hay que pisar tierra firme. Tenemos sentimientos humanos y necesidades, un corazón dentro del pecho, y debemos casarnos con una persona concreta. Tu madre no me ha perdonado todavía que no llegara a entenderme con lord Warburton y se horroriza ante la idea de que me contente con un hombre que no posee ninguna de las condiciones que el otro tenía: ni grandes propiedades, ni títulos nobiliarios, ni honores, ni casas, ni campos, ni posición, ni fama, ni ninguna otra de las brillantes cualidades que se aprecian. Pues precisamente lo que a mí me agrada es la ausencia total de todas esas cosas. El señor Osmond es un hombre muy solo, muy culto y muy honrado..., y no un terrateniente extraordinario.
Ralph had listened with great attention, as if everything she said merited deep consideration; but in truth he was only half thinking of the things she said, he was for the rest simply accommodating himself to the weight of his total impression --the impression of her ardent good faith. She was wrong, but she believed; she was deluded, but she was dismally consistent. It was wonderfully characteristic of her that, having invented a fine theory about Gilbert Osmond, she loved him not for what he really possessed, but for his very poverties dressed out as honours. Ralph remembered what he had said to his father about wishing to put it into her power to meet the requirements of her imagination. He had done so, and the girl had taken full advantage of the luxury. Poor Ralph felt sick; he felt ashamed. Isabel had uttered her last words with a low solemnity of conviction which virtually terminated the discussion, and she closed it formally by turning away and walking back to the house. Ralph walked beside her, and they passed into the court together and reached the big staircase. Here he stopped and Isabel paused, turning on him a face of elation --absolutely and perversely of gratitude. His opposition had made her own conception of her conduct clearer to her. "Shall you not come up to breakfast?" she asked. Ralph la escuchó con la mayor atención, como si cada una de las cosas por ella dichas mereciesen ser profundamente consideradas. Pero, en realidad, sólo pensaba a medias en esas cosas y, en cuanto a lo demás, ateníase únicamente a la impresión por él experimentada, la impresión de la ardiente fe de su prima. A su juicio, ésta se había equivocado, pero tenía fe; estaba decepcionada, pero seguía firme en su empeño. Era admirablemente característico en ella, después de haber inventado una admirable teoría sobre Gilbert Osmond, que le amase no por lo que poseía sino precisamente por su pobreza, elevada a la categoría de honor. Y Ralph recordó entOnces lo que le había dicho a su padre: que quería que le proporcionase a Isabel los recursos para satisfacer los anhelos de su imaginación. Su padre lo hizo, y ella sabía aprovechar todas las ventajas de semejante lujo. El pobre Ralph se sintió desfallecido y avergonzado. Isabel había pronunciado las últimas palabras en un tono bajo y solemne, con la solemnidad de la convicción, poniendo punto final a aquella larga discusión y acabando definitivamente con ella al apartarse de allí y dirigirse hacia la casa. Ralph echó a andar a su lado; juntos atravesaron el jardín y juntos llegaron al pie de la amplia y suntuosa escalera. Se detuvo él, e Isabel hizo una breve pausa, mirándole con cara de alborozo..., de una gratitud completa y perversa. La oposición de su primo le había dado una idea más clara todavía de la conducta que debía seguir. -¿No subes a almorzar? -preguntó.
"No; I want no breakfast; I′m not hungry." -No, no necesito almorzar, no tengo hambre.
"You ought to eat," said the girl; "you live on air." -Pero debes comer, parece que estés viviendo del aire.
"I do, very much, and I shall go back into the garden and take another mouthful. I came thus far simply to say this. I told you last year that if you were to get into trouble I should feel terribly sold. That′s how I feel to-day." -Es mi mejor alimento, de modo que vuelvo al jardín a tomar otro bocado. Te he acompañado hasta aquí solamente para decirte una cosa. El año pasado te dije que, si te veía en algún triste aprieto, entonces yo estaría lastimosamente acabado. Pues bien: es lo que siento que me está pasando ahora.
"Do you think I′m in trouble?" -¿Crees acaso que estoy en algún grave aprieto?
"One′s in trouble when one′s in error." -Cuando se está cometiendo un error se está en grave aprieto.
"Very well," said Isabel; "I shall never complain of my trouble to you!" And she moved up the staircase. -Muy bien. No acudiré nunca a ti a quejarme cuando me vea en alguno de importancia. -Y comenzó a subir la escalera.
Ralph, standing there with his hands in his pockets, followed her with his eyes; then the lurking chill of the high-walled court struck him and made him shiver, so that he returned to the garden to breakfast on the Florentine sunshine. Ralph se quedó abajo, con las manos en los bolsillos, viéndola subir. El fresco del patio de altos muros le hizo estremecer, y retornó al jardín para almorzar unos cuantos bocados de sol florentino.






CHAPTER 35

35

Isabel, when she strolled in the Cascine with her lover, felt no impulse to tell him how little he was approved at Palazzo Crescentini. The discreet opposition offered to her marriage by her aunt and her cousin made on the whole no great impression upon her; the moral of it was simply that they disliked Gilbert Osmond. This dislike was not alarming to Isabel; she scarcely even regretted it; for it served mainly to throw into higher relief the fact, in every way so honourable, that she married to please herself. One did other things to please other people; one did this for a more personal satisfaction; and Isabel′s satisfaction was confirmed by her lover′s admirable good conduct. Gilbert Osmond was in love, and he had never deserved less than during these still, bright days, each of them numbered, which preceded the fulfilment of his hopes, the harsh cr iticism passed upon him by Ralph Touchett. The chief impression produced on Isabel′s spirit by this criticism was that the passion of love separated its victim terribly from every one but the loved object. She felt herself disjoined from every one she had ever known before --from her two sisters, who wrote to express a dutiful hope that she would be happy, and a surprise, somewhat more vague, at her not having chosen a consort who was the hero of a richer accumulation of anecdote; from Henrietta, who, she was sure, would come out, too late, on purpose to remonstrate; from Lord Warburton, who would certainly console himself, and from Caspar Goodwood, who perhaps would not; from her aunt, who had cold, shallow ideas about marriage, for which she was not sorry to display her contempt; and from Ralph, whose talk about having great views for her was surely but a whimsical cover for a personal disappointment. Ralph apparently wished her not to marry at all --that was what it really meant --because he was amused with the spectacle of her adventures [sic}">as a single woman. His disappointment made him say angry things about the man she had preferred even to him: Isabel flattered herself that she believed Ralph had been angry. It was the more easy for her to believe this because, as I say, she had now little free or unemployed emotion for minor needs, and accepted as an incident, in fact quite as an ornament, of her lot the idea that to prefer Gilbert Osmond as she preferred him was perforce to break all other ties. She tasted of the sweets of this preference, and they made her conscious, almost with awe, of the invidious and remorseless tide of the charmed and possessed condition, great as was the traditional honour and imputed virtue of being in love. It was the tragic part of happiness; one′s right was always made of the wrong of some one else. Cuando al día siguiente Isabel fue a las Cascine a pasear con su prometido, no sintió el menor deseo de comunicarle la escasa aprobación que su matrimonio hallaba en el Palazzo Crescentini. A decir verdad, no le causaba gran impresión la oposición que discretamente ofrecían su tía y su primo; la moraleja de todo ello era que no tenían más razón sino que él no les gustaba. Tal desafección no resultaba alarmante para Isabel y apenas si la de ploraba, ya que para lo único que servía era para poner en evidencia el hecho, desde todo punto de vista altamente ′ honroso, de que se casaba porque así le placía. Unos hacían cosas por complacer a los demás; otros para su propia y personal satisfacción; pero la de Isabel se fundaba en la conducta admirable de su enamorado. Que Gilbert Osmond estaba enamorado era un hecho irrefutable, como también lo era el que nunca merecía menos que entonces la crítica acerba que de él hiciera Ralph Touchett; nunca menos que en aquellos días tranquilos y brillantes, contados uno tras otro, que precedieron a la realización de sus esperanzas. La impresión más profunda que en el espíritu de Isabel produjera tal crítica fue que la pasión amorosa distanciaba a su víctima de todos, menos del objeto amado. Así, ella se sentía alejada de cuantos hasta entonces había conocido: de sus hermanas, que le escribieron para expresarle sus augurios de una felicidad en la que parecían no creer demasiado y manifestarle la sorpresa un tanto vaga de que no hubiese elegido a una persona que contara en su haber con anécdotas más interesantes; de Henrietta, de quien estaba segura que antes o después saldría con sus reproches; de lord Warburton, que acabaría seguramente por consolarse; de Caspar Goodwood, que tal vez no lo consiguiera; de su tía, que tenía sobre el matrimonio no pocas ideas, todas ellas huecas, y no se tomaba la molestia de disimular su desprecio por el matrimonio; y de Ralph, cuya afirmación acerca de las ambiciosas perspectivas que para ella imaginaba era seguramente una caprichosa manera de ocultar su decepción personal. Ralph parecía no querer que ella se casara porque se divertía con s us aventuras de mujer soltera; eso y no otra cosa era lo que, en realidad, quería él decir. Su desengaño era lo que le hacía decir todas aquellas cosas desagradables acerca del hombre que ella había elegido, anteponiéndolo incluso a él; e Isabel se enorgullecía al pensar que Ralph se había sentido tremendamente enojado. Le resultaba infinitamente más fácil pensar de tal manera sobre ello porque, como ya se ha dicho, en aquellos días su ánimo no albergaba pensamientos menores y consideraba un accidente, incluso un verdadero ornamento de su actuación, el hecho de que preferir a Gilbert Osmond como ella le prefería supusiera forzosamente romper los lazos anteriores. Complacíase en paladear el dulzor de tal preferencia y dábase casi con verdadero asombro exacta cuenta del carácter malévolo e hiriente de estar poseído y embrujado, por mas que tradicionalmente se imputara todos los honores y virtudes a enamorarse. Esa era la parte trágica de la felicidad: que el bien de unos se fraguase con el mal de otros.
The el ation of success, which surely now flamed high in Osmond, emitted meanwhile very little smoke for so brilliant a blaze. Contentment, on his part, took no vulgar form; excitement, in the most self-conscious of men, was a kind of ecstasy of self-control. This disposition, however, made him an admirable lover; it gave him a constant view of the smitten and dedicated state. He never forgot himself, as I say; and so he never forgot to be graceful and tender, to wear the appearance --which presented indeed no difficulty --of stirred senses and deep intentions. He was immensely pleased with his young lady; Madame Merle had made him a present of incalculable value. What could be a finer thing to live with than a high spirit attuned to softness? For would not the softness be all for one′s self, and the strenuousness for society, which admired the air of superiority? What could be a happier gift in a companion than a quick, fanciful mind which saved one repetitions and reflected one′s thought on a polished, elegant surface? Osmond hated to see his thought reproduced literally --that made it look stale and stupid; he preferred it to be freshened in the reproduction even as "words" by music. His egotism had never taken the crude form of desiring a dull wife; this lady′s intelligence was to be a silver plate, not an earthen one --a plate that he might heap up with ripe fruits, to which it would give a decorative value, so that talk might become for him a sort of served dessert. He found the silver quality in this perfection in Isabel; he could tap her imagination with his knuckle and make it ring. He knew perfectly, though he had not been told, that their union enjoyed little favour with the girl′s relations; but he had always treated her so completely as an independent person that it hardly seemed necessary to express regret for the attitude of her family. Nevertheless, one morning, he made an abrupt allusion to it. "It′s the difference in our fortune they don′t like," he said. "They think I′m in love with your money." El júbilo del triunfo que, sin duda alguna, debía de inflamar el ánimo de Osmond, desprendía muy poco humo en relación con la brillante llama en que se consumía. Su contento no adoptó forma vulgar alguna. En la mayoría de los hombres conscientes, la excitación era una especie de éxtasis de autodominio. Y esta disposición de su ánimo le convertía en un enamorado perfecto, dándole una visión constante del estado de encantamiento y dedicación. Como ya hemos dicho, jamás se olvidaba a sí mismo y, de tal suerte, no se olvidaba jamás de ser tierno y agradecido, de adoptar la apariencia -cosa que no le ofrecía dificultad alguna- de mantener los sentidos siempre alerta y mostrar siempre hondas intenciones. Se sentía sobremanera complacido con la joven. Madame Merle le había hecho un regalo de incalculable valor, pues no podía haber dicha comparable a la de vivir con un espíritu elevado, perfectamente armonizado con la dulzura. ¿Acaso no seria aquella suavidad toda para él, y la energía para los otros, que admiraban los aires de superioridad? ¿Qué don podría ser más apreciado en una compañera que el de poseer un espíritu despierto y fantástico que le ahorrase a uno toda clase de repeticiones y reflejara los propios pensamientos en una elegante y pulida superficie? A Osmond le desagradaba profundamente ver sus pensamientos e ideas reproducidos literalmente, cosa que los hacía aparecer necios e insípidos; prefería que adquiriesen f rescura en la reproducción, como las «palabras» mediante la magia de la música. Su egolatría no llegaba hasta el extremo de desear una esposa triste y aburrida. La inteligencia de la dama de sus sueños debía ser como una bandeja de plata cincelada, no de barro, una magnífica bandeja que él pudiese llenar a su gusto de frutos maduros y sabrosos, a los que ya se encargaría de dar un valor decorativo a fin de que la conversación se convirtiese para él en una especie de postre del festín. Y halló tal cualidad de plata cincelada en la perfección de Isabel, pues no tenía más que apelar levemente a su imaginación para que aquélla emitiera en el acto la correspondiente sonoridad argentina. Aunque nadie se lo dijera, él sabía perfectamente que su unión no gozaba de gran favor entre los parientes de la joven , pero la había tratado siempre como a una persona tan por completo independiente de ellos que no le parecía del menor interés manifestar su contrariedad por la actitud de su familia. No obstante, una mañana hizo una súbita alusión a ello. -Lo que les molesta es la diferencia de nuestras fortunas, porque se imaginan que de lo que estoy enamorado es de tu dinero -dijo.
"Are you speaking of my aunt --of my cousin?" Isabel asked. "How do you know what they think?" -¿Te refieres a mí tía y a mi primo? -preguntó Isabel-. ¿Cómo sabes lo que piensan?
"You′ve not told me they′re pleased, and when I wrote to Mrs. Touchett the other day she never answered my note. If they had been delighted I should have had some sign of it, and the fact of my being poor and you rich is the most obvious explanation of their reserve. But of course when a poor man marries a rich girl he must be prepared for imputations. I don′t mind them; I only care for one thing --for your not having the shadow of a doubt. I don′t care what people of whom I ask nothing think --I′m not even capable perhaps of wanting to know. I′ve never so concerned myself, God forgive me, and why should I begin to-day, when I have taken to myself a compensati on for everything? I won′t pretend I′m sorry you′re rich; I′m delighted. I delight in everything that′s yours --whether it be money or virtue. Money′s a horrid thing to follow, but a charming thing to meet. It seems to me, however, that I′ve sufficiently proved the limits of my itch for it: I never in my life tried to earn a penny, and I ought to be less subject to suspicion than most of the people one sees grubbing and grabbing. I suppose it′s their business to suspect --that of your family; it′s proper on the whole they should. They′ll like me better some day; so will you, for that matter. Meanwhile my business is not to make myself bad blood, but simply to be thankful for life and love." "It has made me better, loving you," he said on another occasion; "it has made me wiser and easier and --I won′t pretend to deny --brighter and nicer and even stronger. I used to want a great many things before and to be angry I didn′t have them. Theoretically I was satisfied, as I once told you. I flattered myself I had limited my wants. But I was subject to irritation; I used to have morbid, sterile, hateful fits of hunger, of desire. Now I′m really satisfied, because I can′t think of anything better. It′s just as when one has been trying to spell out a book in the twilight and suddenly the lamp comes in. I had been putting out my eyes over the book of life and finding nothing to reward me for my pains; but now that I can read it properly I see it′s a delightful story. My dear girl, I can′t tell you how life seems to stretch there before us --what a long summer afternoon awaits us. It′s the latter half of an Italian day --with a golden haze, and the shadows just lengthening, and that divine delicacy in the light, the air, the landscape, which I have loved all my life and which you love to-day. Upon my honour, I don′t see why we shouldn′t get on. We′ve got what we like --to say nothing of having each other. We′ve the faculty of admiration and several capital convictions. We′re not stupid, we′re not mean, we′re not under bonds to any kind of ignorance or dreariness. You′re remarkably fresh, and I′m remarkably well-seasoned. We′ve my poor child to amuse us; we′ll try and make up some little life for her. It′s all soft and mellow --it has the Italian colouring." -¿No me has dicho tú misma el placer que les causó cuando el otro día escribí a la señora Touchett, no contestar a mi carta? Si les hubiera agradado, habrían dado alguna muestra de ello, y el hecho de que yo sea pobre y tú rica es la explicación más razonable de la reserva que me muestran. Des de luego, todo hombre pobre que se casa con una mujer rica debe estar preparado para esperar semejantes imputaciones. Por fortuna, a mí me tienen sin cuidado. Lo único que me interesa es que tú no tengas ni la menor sombra de duda. A mí no me importa nada lo que puedan pensar individuos a quienes nada pregunto-, ni siquiera me siento capaz de desear saberlo. Jamás me he tomado tantas molestias, Dios me lo perdone; entonces, ¿por qué habría de comenzar ahora que pretendo recompensarme a mí mismo por todo? Decir que deploro el que seas rica sería faltar a la verdad; estoy encantado de que lo seas, porque me encanta todo cuanto contigo se relaciona, lo mismo la fortuna que la virtud. El dinero es una cosa horrenda cuando uno anda tras él y una cosa encantadora cuando se lo encuentra. Me parece que yo tengo más que de sobra probado lo poco que me desazona. No me he preocupado en toda mi vida de ganar un solo penique, por lo que soy menos susceptible de tal sospecha que la mayoría de la gente que se pasa la vida escarbando donde hay y apoderándose de lo que encuentra. Me imagino que es cosa de la familia eso de abrigar semejante sospecha, y en el fondo me parece natural que lo hagan. Algún día me apreciarán más, y también tú. Mientras tanto, no tengo por qué hacerme mala sangre;. debo limitarme a sentirme agradecido a la vida y al amor. En otra ocasión Gilbert Osmond le dijo: -El amarte me ha hecho mucho más bueno; me ha hecho más sensato y afable, e incluso, no cabe negarlo, más brillante y más fuerte. Antes quería muchas cosas y me disgustaba no poseerlas. Me sentía satisfecho en teoría y, creo habértelo dicho al principio, me enorgullecía de haber sabido limitar mis necesidades. Pero tambi_33én es verdad que solía ser víctima de accesos de cólera; solían darme ataques morbosos, estériles y denigrantes de hambre, de deseo. Ahora me siento totalmente satisfecho porque no me es posible concebir nada mejor. Es como cuando uno trata de leer a la débil luz del crepúsculo y, de pronto, se encienden las luces. Hasta ahora yo había estado tratando de ver en el libro de la vida sin hallar en él nada que recompensase mis esfuerzos, pero ahora puedo leerlo con la máxima facilidad... y veo que se trata de una historia maravillosa. Amor mío, no sé cómo decirte que la vida se ofrece ahora ante nosotros como una interminable tarde de estío, una de estas tardes de Italia, con esa especie de flotante neblina dorada y las sombras que comienzan a invadirlo todo con la divina delicadeza del aire y del paisaje que tanto he amado toda mi vida, y que ahora tú comienzas a amar igualmente. Mi palabra de honor, no veo por qué razón no habríamos de gustar de todas estas delicias juntos. Tenemos lo que queremos, además de tenernos el uno al otro. Tenemos la capacidad de saber admirar, amén de muchas otras importantes convicciones. No somos tontos, ni mezquinos, ni estamos sujetos por lazos de ninguna especie a la ignorancia o al miedo. Tú eres admirablemente fresca y yo soy admirablemente maduro. Para que nos solace, tenemos a mi hijita, a la que trataremos de hacerle un hueco en la vida. Todo es dulce y suave..., y tiene el color de las cosas de Italia.
They made a good many plans, but they left themselves also a good deal of latitude; it was a matter of course, however, that they should live for the present in Italy. It was in Italy that they had met, Italy had been a party to their first impressions of each other, and Italy should be a party to their happiness. Osmond had the attachment of old acquaintance and Isabel the stimulus of new, which seemed to assure her a future at a high level of consciousness of the beautiful. The desire for unlimited expansion had been succeeded in her so ul by the sense that life was vacant without some private duty that might gather one′s energies to a point. She had told Ralph she had "seen life" in a year or two and that she was already tired, not of the act of living, but of that of observing. What had become of all her ardours, her aspirations, her theories, her high estimate of her independence and her incipient conviction that she should never marry? These things had been absorbed in a more primitive need --a need the answer to which brushed away numberless questions, yet gratified infinite desires. It simplified the situation at a stroke, it came down from above like the light of the stars, and it needed no explanation. There was explanation enough in the fact that he was her lover, her own, and that she should be able to be of use to him. She could surrender to him with a kind of humility, she could marry him with a kind of pride; she was not only taking, she was giving. Ni que decir tiene que hicieron juntos muchos planes, pero se dejaron también un amplio margen. Desde luego, era cosa convenida que, de momento, vivirían en Italia. Allí se habían conocido, Italia les había proporcionado las primeras sensaciones comunes e Italia d ebería, por tanto, proporcionarles la mejor parte de su felicidad. Osmond sentía el apego a las cosas de antaño conocidas, y ella el estímulo de las nuevas, que parecía asegurarle el porvenir con un alto grado de conocimiento y disfrute de lo bello. Su deseo por la expansión sin límite y sin fin había dejado paso en el ánimo de la joven a la sensación de que la vida resultaba completamente vacía sin alguna obligación de carácter privado que pudiera reunir todas las energía en un punto dado y en un determinado momento. Le había dicho a Ralph que había «visto la vida» en uno o dos años y que ya estaba cansada, no tanto de vivir como de observar. ¿Qué quedaba, pues, de todos aquellos ardores, aspiraciones y teorías, de su alta estimación de la independencia y sus incipientes convicciones de qu e nunca llegaría a casarse? Todos estos movimientos del espíritu habían sido totalmente absorbidos por una necesidad más primitiva: la necesidad de responder a lo que desvanecía muchas preguntas al satisfacer numerosos deseos. Era algo que simplificaba de golpe todas las situaciones, que descendía de lo alto como la luz de las estrellas y que no requería explicación alguna. Ya había más que sobrada explicación en el hecho real de que él estuviese enamorado de Isabel y de que ella estuviera en condiciones de serle útil. Ella podía rendírsele con una sensación de humildad, podía casarse con él con una sensación de verdadero orgullo, con lo cual no sólo daba sino que también recibía.
He brought Pansy with him two or three times to the Cascine --Pansy who was very little taller than a year before, and not much older. That she would always be a child was the conviction expressed by her father, who held her by the hand when she was in her sixteenth year and told her to go and play while he sat down a little with the pretty lady. Pansy wore a short dress and a long coat; her hat always seemed too big for her. She found pleasure in walking off, with quick, short steps, to the end of the alley, and then in walking back with a smile that seemed an appeal for approbation. Isabel approved in abundance, and the abundance had the personal touch that the child′s affectionate nature craved. She watched her indications as if for herself also much depended on them --Pansy already so represented part of the service she could render, part of the responsibility she could face. Her father took so the childish view of her that he had not yet explained to her the new relation in which he stood to the elegant Miss Archer. "She doesn′t know," he said to Isabel; "she doesn′t guess; she thinks it perfectly natural that you and I should come and walk here together simply as good friends. There seems to me something enchantingly innocent in that; it′s the way I like her to be. No, I′m not a failure, as I used to think; I′ve succeeded in two things. I′m to marry the woman I adore, and I′ve brought up my child, as I wished, in the old way." Dos o tres veces llevó él consigo a las Cascine a Pansy, que, si bien un p oco más alta que el año anterior, aún no había madurado mucho. Su padre manifestaba la convicción de que seguía siendo tan niña como antes. La llevaba todavía de la mano y le decía que fuera a jugar mientras él se sentaba con la linda joven. Llevaba Pansy un traje corto y un abrigo largo, y el sombrero parecía quedarle siempre demasiado grande. Le producía un gran placer caminar de prisa, con pasos cortos y rápidos, hasta el final de la avenida y regresar de la misma manera, sonriendo alegremente como pidiendo aprobación por su hazaña. Isabel aprobaba con largueza, y aquella largueza y aquella magnanimidad surtían el efecto que la naturaleza afectiva de la muchacha precisaba. Se esmeraba en todas las indicaciones que le hacía, como si fueran muy importantes para ella misma. En realidad, Pansy formaba ya parte del servicio que la joven di sponíase a ofrecer, de la responsabilidad que se preparaba para asumir. Su padre atribuía a su manera infantil de ser el hecho de no haberle explicado todavía la relación que mantenía con la elegante señorita Archer. -No sabe todavía y no adivina -le dijo a Isabel-. Le parece perfectamente natural que tú y yo vengamos aquí tranquilamente a conversar y pasear como simples buenos amigos. Se me antoja que en eso hay algo encantadoramente inocente, y así es como yo deseo que sea. Por tanto, no tengo razón para considerarme un fracasado, como antes solía considerarme a mí mismo. No lo soy, porque voy a casarme con la mujer que adoro y he criado a mí hija a la antigua usanza, como era mi deseo.
He was very fond, in all things, of the "old way"; that had struck Isabel as one of his fine, quiet, sincere notes. "It occurs to me that you′ll not know whether you′ve succeeded until you′ve told her," she said. "You must see how she takes your news. She may be horrified --she may be jealous." Era un admirador, en todos los sentidos, de la antigua usanza, cosa que había impresionado a Isabel como una de sus notas caracterí′92sticas más finas, tranquilas y sinceras. -Me parece que hasta que se lo digas no podrás estar seguro de si has fracasado o no -repuso ella-. Debes ver cuál es su reacción ante la noticia, cuando se la des. Tal vez se horrorice..., tal vez sienta celos.
"I′m not afraid of that; she′s too fond of you on her own account. I should like to leave her in th e dark a little longer --to see if it will come into her head that if we′re not engaged we ought to be." -No tengo el menor temor de ello; por lo que a eso respecta, te quiere ya demasiado. Me parece que la dejaré todavía un poco más de tiempo en ayunas a ver si a ella misma se le ocurre que, si no estamos comprometidos, deberíamos estarlo.
Isabel was impressed by Osmond′s artistic, the plastic view, as it somehow appeared, of Pansy′s innocence --her own appreciation of it being more anxiously moral. She was perhaps not the less pleased when he told her a few days later that he had communicated the fact to his daughter, who had made such a pretty little speech --"Oh, then I shall have a beautiful sister!" She was neither surprised nor alarmed; she had not cried, as he expected. Isabel quedó grandemente impresionada por la visión artística, casi plástica que, al parecer, tenía Osmond de la inocencia de Pansy; su propia apreciación era más ardientemente moral. Así, pocos días después quedó sumamente complacida cuando él le comunicó q ue ya se lo había dicho a su hija, cuya respuesta fue: «¡Oh! Entonces voy a tener una hermana muy guapa». Y, contra lo que él esperaba, no se había sorprendido ni alarmado, y tampoco se había echado a llorar.
"Perhaps she had guessed it," said Isabel. -A lo mejor ya lo había adivinado -dijo Isabel.
"Don′t say that; I should be disgusted if I believed that. I thought it would be just a little shock; but the way she took it proves that her good manners are paramount. That′s also what I wished. You shall see for yourself; to-morrow she shall make you her congratulations in person." -No digas eso; me habría disgustado mucho que así fuera. Lo que yo esperaba es que le hubiera chocado un poco, pero se ve que prima sobre todo su urbanidad. Eso es precisamente lo que yo deseaba. Ya lo verás tú misma. Mañana te felicitará personalmente.
The meeting, on the morrow, took place at the Countess Gemini′s, whither Pansy had been conducted by her father, who knew that Isabel was to come in the afternoon to return a visit made her by the Countess on learning that they were to become sisters-in-law. Calling at Casa Touchett the visitor had not found Isabel at home; but after our young woman had been ushered into the Countess′s drawing-room Pansy arrived to say that her aunt would presently appear. Pansy was spending the day with that lady, who thought her of an age to begin to learn how to carry herself in company. It was Isabel′s view that the little girl might have given lessons in deportment to her relative, and nothing could have justified this conviction more than the manner in which Pansy acquitted herself while they waited together for the Countess. Her father′s decision, the year before, had finally been to send her back to the convent to receive the last graces, and Madame Catherine ha d evidently carried out her theory that Pansy was to be fitted for the great world. El encuentro tuvo lugar al día siguiente en casa de la condesa Gemini, adonde la llevó su padre, conocedor de que Isabel iría a devolver la visita que aquélla le hiciera al saber que iban a ser cuñadas. Al presentarse en casa d e la señora Touchett, la visitante no había encontrado a Isabel. Pero, cuando la joven llegó a la casa de la condesa y entró en el salón, Pansy acudió a su encuentro para decirle que su tía saldría enseguida a recibirla. La muchacha estaba pasando el día en casa de la condesa, quien opinaba que la jovencita estaba ya en edad de empezar a aprender cómo comportarse en sociedad. Isabel era de la opinión de que era la sobrina quien podía dar lecciones de buena educación a su tía, y la confirmó en tal creencia la conversación que ambas sostuvieron mientras esperaban que apareciese la condesa. La decisión adoptada por su padre el año anterior había sido finalmente enviarla de nuevo al convento para que recibiera los últimos toques en su educación, y la madre Catherina se había encargado de poner en pr_25áctica su teoría de que era preciso preparar a la muchachita para la vida del gran mundo.
"Papa has told me that you′ve kindly consented to marry him," said this excellent woman′s pupil. "It′s very delightful; I think you′ll suit very well." -Papá me ha dicho que usted se ha dignado acceder a casarse con él -dijo, pues, la discípula de la eficiente monja-. Es maravilloso. Creo que es muy apropiada para él.
"You think I shall suit YOU?" -¿Crees que también seré apropiada para ti?
"You′ll suit me beautifully; but what I mean is that you and papa will suit each other. You′re both so quiet and so serious. You′re not so quiet as he --or even as Madame Merle; but you′re more quiet than many others. He should not for instance have a wife like my aunt. She′s always in motion, in agitation --to-day especially; you′ll see when she comes in. They told us at the convent it was wrong to judge our elders, but I suppose there′s no harm if we judge them favourably. You′ll be a delightful companion for papa." -Para mí será perfecta; pero lo que quiero decir es que usted y papá hacen una pareja magnífica. Los dos son personas tranquilas y serias. Usted no es tan tranquila como él..., ni como madame Merle, pero es más tranquila que muchas otras personas. A él no le conviene una esposa como mi tía, por ejemplo, que está a todas horas agitándose, moviéndose, hoy sobre todo; ya lo verá cuando venga. En el convento nos decían que no está bien eso de criticar a las personas mayores, pero no creo que tenga nada de malo si las juzgamos favorablemente. Estoy segura de que usted será una compañera deliciosa para papá.
"For you too, I hope," Isabel said. -Espero que también para ti -dijo Isabel.
"I speak first of him on purpose. I′ve told you already what I myself think of you; I liked you from the first. I admire you so much that I think it will be a good fortune to have you always before me. You′ll be my model; I shall try to imitate you though I′m afraid it will be very feeble. I′m very glad for papa --he needed something more than me. Without you I don′t see how he could have got it. You′ll be my stepmother, but we mustn′t use that word. They′re always said to be cruel; but I don′t think you′ll ever so much as pinch or even push me. I′m not afraid at all." -He hablado primero de él a propósito. Ya le he dicho lo que pienso de usted; desde el primer día me gustó muchísimo. La admiro tanto que me parece una gran suerte poder tenerla siempre delante. Usted será mi modelo. Trataré de imitarla, aunque me temo que no tendré bastante habilidad para ello. Me alegro mucho por papá; necesitaba a alguien además de mí. Sin usted, no sé cómo se las habría arreglado. Usted será mi madrastra, pero no emplearemos esa palabra porque, según todos, las madrastras suelen ser crueles y no creo que usted lo sea nunca hasta el extremo de pellizcarme ni de empujarme. No tengo miedo de nada de eso con usted.
"My good little Pansy," said Isabel gently, "I shall be ever so kind to you." A vague, inconsequent vision of her coming in some odd way to need it had intervened with the effect of a chill. -Querida Pansy, yo seré siempre buena contigo -dijo Isabel, y en ese momento tuvo como una visión inconsecuente y vaga de que la muchachita se aproximaba a ella de extraña manera, como necesitando su protección, y ello le produjo un leve escalofrío.
"Very well then, I′ve nothing to fear," the child returned with her note of prepared promptitude. What teaching she had had, it seemed t o suggest --or what penalties for non-performance she dreaded! -Bueno, entonces no tengo nada que temer -replicó Pansy con notable presteza, como quien lo dice como una lección aprendida... o por temor de un severo castigo en caso de no cumplir bien su cometido.
Her description of her aunt had not been incorrect; the Countess Gemini was further than ever from having folded her wings. She entered the room with a flutter through the air and kissed Isabel first on the forehead and then on each cheek as if according to some ancient prescribed rite. She drew the visitor to a sofa and, looking at her with a variety of turns of the head, began to talk very much as if, seated brush in hand before an easel, she were applying a series of considered touches to a composition of figures already sketched in. "If you expect me to congratulate you I must beg you to excuse me. I don′t suppose you care if I do or not; I believe you′re supposed not to care --through being so clever --for all sorts of ordinary things. But I care myself if I tell fibs; I never tell them unless there′s something rather good to be gained. I don′t see what′s to be gained with you --especially as you wouldn′t believe me. I don′t make professions any more than I make paper flowers or flouncey lampshades --I don′t know how. My lampshades would be sure to take fire, my roses and my fibs to be larger than life. I′m very glad for my own sake that you′re to marry Osmond; but I won′t pretend I′m glad for yours. You′re very brilliant --you know that′s the way you′re always spoken of; you′re an heiress and very good-looking and original, not _banal_; so it′s a good thing to have you in the family. Our family′s very good, you know; Osmond will have told you that; and my mother was rather distinguished --she was called the American Corinne. But we′re dreadfully fallen, I think, and perhaps you′ll pick us up. I′ve great confidence in you; there are ever so many things I want to talk to you about. I never congratulate any girl on marrying; I think they ought to make it somehow not quite so awful a steel trap. I suppose Pansy oughtn′t to hear all this; but that′s what she has come to me for --to acquire the tone of society. There′s no harm in her knowing what horrors she may be in for. When first I got an idea that my brother had designs on you I thought of writing to you, to recommend you, in the strongest terms, not to listen to him. Then I thought it would be disloyal, and I hate anything of that kind. Besides, as I say, I was enchanted for myself; and after all I′m very selfish. By the way, you won′t respect me, not one little mite, and we shall never be intimate. I should like it, but you won′t. Some day, all the same, we shall be better friends than you will believe at first. My husband will come and see you, though, as you probably know, he′s on no sort of terms with Osmond. He′s very fond of going to see pretty women, but I′m not afraid of you. In the first place I don′t care what he does. In the second, you won′t care a straw for him; he won′t be a bit, at any time, your affair, and, stupid as he is, he′ll see you′re not his. Some day, if you can stand it, I′ll tell you all about him. Do you think my niece ought to go out of the room? Pansy, go and practise a little in my boudoir." La descripción que de su tía hiciera no pecaba de inexacta, pues la condesa estaba más lejos que nunca de haber plegado las alas. Se presentó la condesa en el salón agitando el aire como un verdadero remolino y besó a Isabel prime ro en la frente y luego en cada una de las mejillas, por lo visto, con arreglo a un antiguo rito de ella conocido. A continuación condujo a la visitante al sofá y, observándola con rápidos movimientos de cabeza, empezó a hablar mucho y muy versátilmente, como si, sentada ante el caballete, paleta y pinceles en mano, diera rápidas pinceladas a algunas figuras previamente dibujadas. -Si espera usted que la felicite, tiene que perdonarme que no lo haga. Ya me figuro que le importará un comino que me abstenga; debo suponer que a usted, siendo tan inteligente como es, no le preocupan las cosas corrientes. Pero yo me guardo mucho de decir embustes. Jamás los digo, a no ser que con ello gane algo. Y no veo qué podría ganar en su caso, entre otras cosas porque no me creería. No hago declaraciones, del mismo modo que no hago pantallas fruncidas ni flores de papel; no sé c_43ómo se hacen. Mis pantallas se quemarían enseguida y mis rosas y mis embustes resultarían demasiado grandes. Por lo que a mí respecta, estoy contentísima de que se case usted con Osmond, pero no puedo decir lo mismo por lo que respecta a usted. Usted es una mujer brillante... ya sabe que así se expresan todos cuando hablan de usted; es una rica heredera, muy bien parecida y original, sin nada que la haga parecer banal; de suerte que es una gran cosa tenerla en la familia. Nosotros somos de muy buena familia, supongo que Osmond se lo habrá dicho ya. Mi madre era una mujer muy distinguida; la llamaban la Corina americana. Pero ahora estamos en una decadencia tremenda y puede que usted nos devuelva nuestro rango. Tengo gran confianza en usted y muchas cosas importantes de que hablarle. Nunca felicito a ninguna muchacha por el hecho de casarse; pienso que habría que hacer algo para que el matrimonio no fuese una trampa de acero. Quizá Pansy no debería escuchar estas cosas. Pero para eso viene a verme, para ir adquiriendo el tono de la buena sociedad. No le perjudicará ir aprendiendo los males que pueden esperarla. La primera vez que me di cuenta de que mi hermano tenía ciertas ideas acerca de usted, estuve tentada de escribirle para recomendar le que no le hiciese ningún caso. Pero luego pensé que eso sería obrar deslealmente, y yo detesto todo lo que sea obrar de tal modo. Además, como ya le he dicho, por mi parte estaba verdaderamente encantada... y, después de todo, soy una egoísta. Estoy segura de que usted no sentirá el menor respeto hacia mí y de que no llegaremos a ser íntimas jamás. A mí me gustaría, pero a usted no. Sin embargo, día llegará en que seremos mucho mejores amigas de lo que usted habría creído en un p rincipio. Mi marido irá a verles, aunque, como tal vez ya sepa, no está en muy buenos términos con Osmond. Se pirra por ver mujeres bonitas, pero en ese aspecto usted no me da ningún miedo. En primer lugar, porque me tiene sin cuidado lo que él haga; y en segundo lugar, porque a usted no le interesará lo más mínimo. Jamás será persona para usted; por su parte, y a pesar de lo idiota que es, se convencerá enseguida de que tampoco usted es para él. Algún día, si tiene el valor de resistirlo, le contaré todo lo referente a él. ¿No le parece que mi sobrina debería salir del salón? Pansy, ve y practica un poco en mi boudoir.
"Let her stay, please," said Isabel. "I would rather hear nothing that Pansy may not!" -Deje que se quede, por favor -dijo Isabel-. Prefiero no oír yo tampoco nada que ella no pueda oír.






CHAPTER 36

36

One afternoon of the autumn of 1876, toward dusk, a young man of pleasing appearance rang at the door of a small apartment on the third floor of an old Roman house. On its being opened he enquired for Madame Merle; whereupon the servant, a neat, plain woman, with a French face and a lady′s maid′s manner, ushered him into a diminutive drawing-room and requested the favour of his name. "Mr. Edward Rosier," said the young man, who sat down to wait till his hostess should appear. Una tarde de otoño del año 1876, a eso del anochece r, tiraba de la campanilla de un departamento del tercer piso de una casa de Roma un joven de agradable presencia. Cuando le abrieron la puerta, preguntó por madame Merle; y, en el acto, la criada, una limpia y sencilla mujer con cara de francesa y modales de doncella de una gran dama, le introdujo en un diminuto salón, pidiéndole que tuviera a bien darle su nombre. -Edward Rosier -dijo el joven, y se sentó en espera de que la señora de la casa saliese a recibirlo.
The reader will perhaps not have forgotten that Mr. Rosier was an ornament of the American circle in Paris, but it may also be remembered that he sometimes vanished from its horizon. He had spent a portion of several winters at Pau, and as he was a gentleman of constituted habits he might have continued for years to pay his annual visit to this charming resort. In the summer of 1876, however, an incident befell him which changed the current not only of his thoughts, but of his customary sequences. He passed a month in the Upper Engadine and encountered at Saint Moritz a charming young girl. To this little person he began to pay, on the spot, particular attention: she struck him as exactly the household angel he had long been looking for. He was never precipitate, he was nothing if not discreet, so he forbore for the present to declare his passion; but it seemed to him when they parted --the young lady to go down into Italy and her admirer to proceed to Geneva, where he was under bonds to join other friends --that he should be romantically wretched if he were not to see her again. The simplest way to do so was to go in the autumn to Rome, where Miss Osmond was domiciled with her fa mily. Mr. Rosier started on his pilgrimage to the Italian capital and reached it on the first of November. It was a pleasant thing to do, but for the young man there was a strain of the heroic in the enterprise. He might expose himself, unseasoned, to the poison of the Roman air, which in November lay, notoriously, much in wait. Fortune, however, favours the brave; and this adventurer, who took three grains of quinine a day, had at the end of a month no cause to deplore his temerity. He had made to a certain extent good use of his time; he had devoted it in vain to finding a flaw in Pansy Osmond′s composition. She was admirably finished; she had had the last touch; she was really a consummate piece. He thought of her in amorous meditation a good deal as he might have thought of a Dresden-china shepherdess. Miss Osmond, indeed, in the bloom of her juvenility, had a hint of the rococo which Rosier, whose taste was predominantly for that manner, could not fail to apprec iate. That he esteemed the productions of comparatively frivolous periods would have been apparent from the attention he bestowed upon Madame Merle′s drawing-room, which, although furnished with specimens of every style, was especially rich in articles of the last two centuries. He had immediately put a glass into one eye and looked round; and then "By Jove, she has some jolly good things!" he had yearningly murmured. The room was small and densely filled with furniture; it gave an impression of faded silk and little statuettes which might totter if one moved. Rosier got up and wandered about with his careful tread, bending over the tables charged with knick-knacks and the cushions embossed with princely arms. When Madame Merle came in she found him standing before the fireplace with his nose very close to the great lace flounce attached to the damask cover of the mantel. He had lifted it delicately, as if he were smelling it. Acaso no haya olvidado el lector que el señor Rosier era uno de los elementos decorativos del círculo norteamericano de París en aquel entonces, pero cabe recordar que a veces durante un tiempo desaparecía de ese horizonte. Había pasado muchos inviernos en Pau y, como era hombre de inveteradas costumbres, podría haber repetido durante años y años su visita invernal a ese lugar e ncantador. Sin embargo, en el verano de 1876 le ocurrió un incidente que determinó un cambio radical, no sólo en sus ideas sino también en sus costumbres de siempre. Pasó un mes en la Alta Engadina, y en Saint Moritz trabó conocimiento con una joven encantadora. De inmediato, comenzó a dedicarle una asidua atención, pues le parecía exactamente aquel ángel del hogar que llevaba tanto tiempo buscando. El señor Rosier no se precipitaba jamás, era en todo de lo más discreto, por lo que de momento se abstuvo de declarar su pasión; pero sintió, cuando se despidieron -ella para ir a Italia y él a Ginebra, donde se había comprometido a reunirse con algunos amigos...- que sería terriblemente desgraciado si no la volvía a ver. La manera más sencilla de verla sería ir a Roma en otoño, donde la seño rita Osmond residía con su familia. Así pues, el señor Rosier emprendió su peregrinación a la capital italiana, donde llegó en el mes de noviembre. Era en sí una empresa agradable, pero al joven se le antojó que entrañaba un elemento de heroísmo. Podía exponerse, sin estar habituado a ello, al aire malsano de Roma que, sobre todo en el mes de noviembre, representaba una amenaza. Pero la fortuna favorece al valiente, y nuestro aventurero, que ingería tres granos de quinina diarios, al cabo de un mes no tenía motivos para deplorar su temeridad. Hasta cierto punto había hecho buen uso de su tiempo tratando en vano de hallar algún defecto en la composición de Pansy Osmond. La muchacha tenía un acabado perfecto; le habían dado hasta el último toque; era una consumada pieza de arte. El señor Rosier se sumía e n amorosas meditaciones, pensando en ella como en una pastorcilla de porcelana de Dresde. En verdad que la señorita Osmond, con su esplendor juvenil, tenía algo de rococó que el joven Rosier, cuyos gustos se inclinaban hacía este género, no podía por menos de apreciar. Fácil era suponer que estimaba las obras de épocas comparativamente frívolas al ver la atención que concedió al salón de madame Merle, que, si bien adornado con muestras de varios estilos, era especialmente rico en artículos de los dos últimos siglos. De inmediato se colocó una lente en un ojo y miró a su alrededor murmurando: «¡Por Júpiter, madame Merle tiene cosas verdaderamente admirables!». El salón era pequeño y estaba lleno de muebles, produciendo al visitante la impresión de que las sedas descoloridas y las estatuillas de varios estilos podrían tambalearse si uno se movía. Por lo cual, el señor Rosier avanzó con gran cuidado entre todos aquellos objetos, inclinándose sobre las meses cubiertas de chucherías y los cojines con bordados de escudos principescos. Al entrar en el salón madame Merle le encontró ante la chimenea, con la nariz casi pegada a un chal de encaje adherido al damasco que cubría la repisa, y que él había levantado con delicadeza, como para olerlo.
"It′s old Venet ian," she said; "it′s rather good." -Encaje antiguo de Venecia -dijo ella al verle-; es bastante bueno.
"It′s too good for this; you ought to wear it." -Demasiado bueno para darle este destino; debería usted llevarlo puesto.
"They tell me you have some better in Paris, in the same situation." -Pues, según me han dicho, usted tiene en París algunos mejores y en la misma situación que éste.
"Ah, but I can′t wear mine," smiled the visitor. -Es que yo no puedo ponérmelos -dijo sonriendo el visitante.
"I don′t see why you shouldn′t! I′ve better lace than that to wear." -No veo por qué. Tengo encajes todavía mejores que éste para vestir.
His eyes wandered, lingeringly, round the room again. "You′ve some very good things." Los ojos del señor Rosier recorrieron complacidos la habitación. -Tiene algunas cosas magníficas -comentó.
"Yes, but I hate them." Sí, pero las detesto.
"Do you want to get rid of them?" the young man quickly asked. -¿Es que quiere deshacerse de ellas? -preguntó rápidamente el joven.
"No, it′s good to have something to hate: one works it off!" -No. Es conveniente tener algo que odiar; así se desahoga una.
"I love my things," said Mr. Rosier as he sat there flushed with all his recognitions. "But it′s not about them, nor about yours, that I came to talk to you." He paused a moment and then, with greater softness: "I care more for Miss Osmond than for all the bibelots in Europe!" -Pues yo, en cambio, adoro mis cosas -dijo el señor Rosier, ya sentado y ruborizándose al hacer tal confesión-. Pero no he venido a verla a usted para hablarle de ellas, ni de las suyas. -Hizo una breve pausa y luego prosiguió más suavemente-: Me interesa mucho más la señorita Osmond q ue todos los bibelots de Europa.
Madame Merle opened wide eyes. "Did you come to tell me that?" Madame Merle abrió de par en par los ojos y preguntó: -¿Y para decirme eso ha venido usted a verme?
"I came to ask your advice." Para pedirle consejo.
She looked at him with a friendly frown, stroking her chin with her large white hand. "A man in love, you know, doesn′t ask advice." Ella lo miró complacida, se acarició la barbilla con su mano ancha y blanca y contestó: -Hombre enamorado no pide consejo.
"Why not, if he′s in a difficult position? That′s often the case with a man in love. I′ve been in love before, and I know. But never so much as this time --really never so much. I should like particularly to know what you think of my prospects. I′m afraid that for Mr. Osmond I′m not --well, a real collector′s piece." -¿Por qué no, si se halla en situación difícil? Ese suele ser el caso del hombre enamorado. Yo he estado enamorado ya otras veces y lo sé, Pero, la verdad, nunca lo he estado tanto como ahora. Me interesa sobre todo la opinión que le merece mi propósito. Mucho me temo que para el señor Osmond yo no soy... bueno, no soy una pieza de coleccionista.
"Do you wish me to intercede?" Madame Merle asked with her fine arms folded and her handsome mouth drawn up to the left. -¿Y quiere usted que yo interceda? -preguntó madame Merle cruzando los hermosos brazos y levantando la comisura izquierda de su bonita boca.
"If you could say a good word for me I should be greatly obliged. There will be no use in my troubling Miss Osmond unless I have good reason to believe her father will consent." -Le quedaría eternamente agradecido si pudiera usted decir algo en favor mío. Sería inútil molestar a la señorita Osmond hasta tener buenas razones para creer que su padre va a aceptarme.
"You′re very considerate; that′s in your favour. But you assume in rather an off-hand way that i think you a prize." -Es usted muy considerado y eso dice no poco en su favor. Pero supone usted un tanto a la ligera que yo sí le tengo por un buen partido.
"You′ve been very kind to me," said the young man. "That′s why I came." -Usted siempre me ha tratado bien. Por eso he venido a verla -respondió el joven.
"I′m always kind to people who have good Louis Quatorze. It′s very rare now, and there′s no telling what one may get by it." With which the left-hand corner of Madame Merle′s mouth gave expression to the joke. -Yo siempre trato bien a la gente que tiene buenos objetos Luis XIV; hoy son verdaderamente raros y no se sabe lo que pueden valer -dijo madame Merle subrayando la broma con un gesto todavía más pronunciado de la comisura de la boca.
But he looked, in spite of it, literally apprehensive and consistently strenuous. "Ah, I thought you liked me for myself!" A pesar de lo cual, él mantuvo su actitud aprensiva y te naz. -¡Ah! Yo creía que usted me apreciaba por mí mismo.
"I like you very much; but, if you please, we won′t analyse. Pardon me if I seem patronising, but I think you a perfect little gentleman. I must tell you, however, that I′ve not the marrying of Pansy Osmond." -Yo le aprecio mucho. Pero, por favor, no analicemos. Disculpe si le parezco paternalista, pero es porque le creo un perfecto caballero. De todos modos, debo decirle que la boda de Pansy Osmond no depende de mí.
"I didn′t suppose that. But you′ve seemed to me intimate with her family, and I thought you might have influence." -No he pensado tal cosa, pero me pareció que usted era íntima de su familia y pensé que podría tener alguna influencia. Madame Merle reflexionó.
Madame Merle considered. "Whom do you call her family?" -¿Qué entiende usted por su familia?
"Why, her father; and --how do you say it in English? --her belle-mere." -¿Quién ha de ser? Su padre y su... ¿cómo dicen ustedes en inglés... su belle-mére?
"Mr. Osmond′s her father, certainly; but his wife can scarcely be termed a member of her family. Mrs. Osmond has nothing to do with marrying her." -Su padre, el señor Osmond, ciertamente lo es, pero su mujer no puede decirse que sea miembro de la familia de la muchacha. La señora Osmond n o tiene nada que ver con la boda de Pansy.
"I′m sorry for that," said Rosier with an amiable sigh of good faith. "I think Mrs. Osmond would favour me." -Lo lamento -dijo Rosier con un hondo suspiro de buena fe-. Creí que la señora Osmond me favorecería.
"Very likely --if her husband doesn′t." -Es muy probable... si el padre se opusiera.
He raised his eyebrows. "Does she take the opposite line from him?" -¿Es que le lleva la contraria? -preguntó él enarcando las cejas.
"In everything. They think quite differently." -En todo y por todo. Piensan de un modo muy distinto.
"Well," said Rosier, "I′m sorry for that; but it′s none of my business. She′s very fond of Pansy." -Lo siento de veras -contestó el señor Rosier-, aunque es cosa que no me incumbe. Lo cierto es que ella quiere mucho a Pansy.
"Yes, she′s very fond of Pansy." -Sí, la quiere mucho.
"And Pansy has a great affection for her. She has told me how she loves her as if she were her own mother." -También Pansy a ella. La misma Pansy me ha dicho que la quiere tanto como si fuese su verdadera madre.
"You must, after all, have had some very intimate talk with the poor child," said Madame Merle. "Have you declared your sentiments?" -Ya veo que, después de todo, ha tenido alguna conversación íntim a con la pobre niña. ¿Le ha declarado usted sus sentimientos?
"Never!" cried Rosier, lifting his neatly-gloved hand. "Never till I′ve assured myself of those of the parents." -Jamás -contestó Rosier levantando su mano finamente enguantada-. Ni lo haré hasta que conozca los de sus padres.
"You always wait for that? You′ve excellent principles; you observe the proprieties." -¿Siempre espera a saber eso? Se ve que tiene muy buenos principios y que observa las conveniencias.
"I think you′re laughing at me," the young man murmured, dropping back in his chair and feeling his small moustache. "I didn′t expect that of you, Madame Merle." -Me parece que se está usted burlando de mí -dijo el joven recostándose en el sillón y acariciándose el bigotito-. No esperaba semejante cosa de usted, madame Merle.
She shook her head calmly, like a person who saw things as she saw them. "You don′t do me justice. I think your conduct in excellent taste and the best you could adopt. Yes, that′s what I think." Movió ella lentamente la cabeza, como persona que veía las cosas muy claras. -Es usted injusto conmigo. Creo que su conducta acredita su buen gusto y es la mejor que podría adoptar. Ésta es mi opinión.
"I wouldn′t agitate her --only to agitate her; I love her too much for that," said Ned Rosier. -Yo no querría turbar a Pansy por el simple placer de tu rbarla. La quiero demasiado para eso -dijo Ned Rosier.
"I′m glad, after all, that you′ve told me," Madame Merle went on. "Leave it to me a little; I think I can help you." -En el fondo, me alegro de que me lo haya dicho -prosiguió madame Merle-. Déjelo un poco de mi cuenta. Creo que podré ayudarle.
"I said you were the person to come to!" her visitor cried with prompt elation. Su visitante exclamó con incontenible júbilo: -¡Ya sabía yo que usted era la persona a quien había que acudir!
"You were very clever," Madame Merle returned more dryly. "When I say I can help you I mean once assuming your cause to be good. Let us think a little if it is." A lo que madame Merle contestó algo secamente: -Es usted muy agudo. Si le digo que puedo ayudarle es partiendo de la base de que su causa lo merezca. Examinemos si es así.
"I′m awfully decent, you know," said Rosier earnestly. "I won′t say I′ve no faults, but I′ll say I′ve no vices." -Ya sabe usted que soy una persona formal -dijo Rosier con seriedad-. No diré que no tenga defectos, pero sí que no tengo vicios.
"All that′s negative, and it always depends, also, on what people call vices. What′s the positive side? What′s the virtuous? What have you got besides your Spanish lace and your Dresden teacups?" -Todo eso es puramente negativo, y, además, depende de lo que la gente considere como vicios. ¿Cuál es su lado positivo ? ¿Cuál el virtuoso? ¿Qué posee usted además de sus encajes españoles y sus tazas de porcelana de Sajonia?
"I′ve a comfortable little fortune --about forty thousand francs a year. With the talent I have for arranging, we can live beautifully on such an income." -Tengo una fortunita desahogada... unos cuarenta mil francos de renta anuales. Y dado mi talento para la administración, podemos vivir espléndidamente con esos ingresos.
"Beautifully, no. Sufficiently, yes. Even that depends on where you live." -Espléndidamente no, pasablemente sí. Y eso dependerá de dónde vivan.
"Well, in Paris. I would undertake it in Paris." -En París, desde luego. Me establecería en París.
Madame Merle′s mouth rose to the left. "It wouldn′t be famous; you′d have to make use of the teacups, and they′d get broken." Madame Merle levantó la comisura izquierda de la boca. -No sería muy famoso el asunto; tendrían ustedes que usar las tazas de Sajonia y acabarían por romperse.
"We don′t want to be famous. If Miss Osmond should have everything pretty it would be enough. When one′s as pretty as she one can afford --well, quite cheap faience. She ought never to wear anything but muslin --without the sprig," said Rosier reflectively. -No queremos ser famosos. Bastaría con que la señorita Osmond lo tuviera todo bonito. Cuando se es tan hermosa c omo ella se puede hasta usar... ¿cómo decirlo?... en fin, hasta faience barata. No debería vestir más que muselinas, y sin adornos -dijo Rosier reflexivamente.
"Wouldn′t you even allow her the sprig? She′d be much obliged to you at any rate for that theory." -¿Ni los adornos le permitiría usted? Pues le quedaría agradecida por semejante teoría.
"It′s the correct one, I assure you; and I′m sure she′d enter into it. She understands all that; that′s why I love her." -Es la correcta, se lo aseguro, y no dudo de que ella también la aceptará, porque lo comprende todo. Por eso la quiero.
"She′s a very good little girl, and most tidy --also extremely graceful. But her father, to the best of my belief, can give her nothing." -Es una muchachita muy buena, muy ordenada y agraciada. Pero, por lo que sé, su padre no puede darle nada.
Rosier scarce demurred. "I don′t in the least desire that he should. But I may remark, all the same, that he lives like a rich man." -Ni yo deseo que lo haga -afirmó Rosier sin inmutarse-. Pero me permito señalarle que vive como un hombre muy acaudalado.
"The money′s his wife′s; she brought him a large fortune." -El dinero es de su mujer, que aportó una gran fortuna.
"Mrs. Osmond then is very fond of her stepdaughter; she may do something." -Entonces, como la señora Osmond qu iere mucho a su hijastra, podrá hacer algo por ella.
"For a love-sick swain you have your eyes about you!" Madame Merle exclaimed with a laugh. -¡Para ser un zagal enamorado, no se le escapa nada! -exclamó madame Merle echándose a reír.
"I esteem a _dot_ very much. I can do without it, but I esteem it." -Yo estimo mucho una dote. Puedo pasarme sin ella, pero la estimo.
"Mrs. Osmond," Madame Merle went on, "will probably prefer to keep her money for her own children." -Es muy probable que la señora Osmond trate de conservar su dinero para sus propios hijos -observó madame Merle.
"Her own children? Surely she has none. " -¿Para sus hijos? ¡Si no los tiene!
"She may have yet. She had a poor little boy, who died two years ago, six months after his birth. Others therefore may come." -Pero puede tenerlos. Ya tuvo un hijito hace dos años, y el pobrecillo murió a los seis meses de, nacer. Pueden venir otros más.
"I hope they will, if it will make her happy. She′s a splendid woman." -Si han de hacerla feliz, ojalá los tenga. Lo merece porque es una mujer espléndida.
Madame Merle failed to burst into speech. "Ah, about her there′s much to be said. Splendid as you like! We′ve not exactly made out that you′re a parti. The absence of vices is hardly a source of income." Madame Merle tardó un poco en contestar. -¡Ah! De ella hay mucho que decir . Todo lo espléndida que usted quiera. Pero aún no hemos establecido que sea usted un buen partido. La ausencia de vicios no suele ser una fuente de ingresos.
"Pardon me, I think it may be," said Rosier quite lucidly. -Perdone, yo creo que puede serlo -dijo Rosier con harta lucidez.
"You′ll be a touching couple, living on your innocence!" -Formarán ustedes una pareja deliciosa, viviendo de su inocencia.
"I think you underrate me." -Creo que usted me subestima.
"You′re not so innocent as that? Seriously," said Madame Merle, "of course forty thousand francs a year and a nice character are a combination to be considered. I don′t say it′s to be jumped at, but there might be a worse offer. Mr. Osmond, however, will probably incline to believe he can do better." -¿Acaso no es tan inocente como todo eso? ¿De veras no lo es? -dijo madame Merle-. Por supuesto, cuarenta mil francos al año y un buen carácter son una combinación digna de tomarse en cuenta. No diré que irresistible, pero podría haber ofertas peores. De todas suertes, es muy posible que el señor Osmond crea que puede conseguir algo mejor.
"HE can do so perhaps; but what can his daughter do? She can′t do better than marry the man she loves. For she does, you know," Rosier added eagerly. -Tal vez pueda. Pero ¿y su hija? ¿Qué puede ella hacer mejor que casarse con el hombre a quien ama? Porque sepa usted que me ama -dijo Rosier con orgullo.
"She does --I know it." -Cierto, le ama... lo sé perfectamente.
"Ah," cried the young man, "I said you were the person to come to." -¡Ah! -exclamó el joven-. Ya decía yo que era usted la persona a quien debía acudir.
"But I don′t know how YOU know it, if you haven′t asked her," Madame Merle went on. -Pero lo que no comprendo -dijo madame Merle- es cómo lo sabe usted si no se lo ha preguntado.
"In such a case there′s no need of asking and telling; as you say, we′re an innocent couple. How did YOU know it?" -En un caso así no hacen falta preguntas ni respuestas; como usted dice, somos una pareja inocente. ¿Cómo lo sabía usted?
"I who am not innocent? By being very crafty. Leave it to me; I′ll find out for you." -¿Yo que no soy inocente? Pues, siendo astuta. Déjelo de mi cuenta. Ya lo averiguaré por usted.
Rosier got up and stood smoothing his hat. "You say that rather coldly. Don′t simply find out how it is, but try to make it as it should be." Rosier se levantó y, alisando el sombrero, dijo: -Lo dice con cierta frialdad. No se trata sólo de saber cómo está el asunto, sino de hacer que sea como debe ser.
"I′ll do my best. I′l l try to make the most of your advantages." -Haré cuanto me sea posible. Trataré de sacar ventaja de los méritos de usted.
"Thank you so very much. Meanwhile then I′ll say a word to Mrs. Osmond." -Se lo agradezco en el alma. Mientras tanto, yo le diré algo a la señora Osmond.
"Gardez-vous-en bien!" And Madame Merle was on her feet. "Don′t set her going, or you′ll spoil everything." -Gardez-vous-en-bien -dijo madame Merle poniéndose en pie-. Si la mezcla usted en el asunto, lo echará todo a perder.
Rosier gazed into his hat; he wondered whether his hostess HAD been after all the right person to come to. "I don′t think I understand you. I′m an old friend of Mrs. Osmond, and I think she would like me to succeed." Rosier se quedó contemplando el interior de su sombrero, preguntándose si su anfitriona sería de veras la persona a quien acudir. -La verdad, no la comprendo a usted. Soy un antiguo amigo de la señora Osmond y creo que se alegraría de que yo tuviera éxito.
"Be an old friend as much as you like; the more old friends she has the better, for she doesn′t get on very well with some of her new. But don′t for the present try to make her take up the cudgels for you. Her husband may have other views, and, as a person who wishes her well, I advise you not to multiply points of difference between them." -Puede ser todo lo antiguo amigo que quiera. Cuantos más antiguos amigos tenga, mejor para ella, pues no se lleva muy bien con los nuevos. Pero por ahora no le ha ga romper lanzas por usted. Su marido puede tener un punto de vista distinto, y, como la quiero bien, le aconsejo a usted que no multiplique los motivos de fricción entre los dos.
Poor Rosier′s face assumed an expression of alarm; a suit for the hand of Pansy Osmond was even a more complicated business than his taste for proper transitions had allowed. But the extreme good sense which he concealed under a surface suggesting that of a careful owner′s "best set" came to his assistance. "I don′t see that I′m bound to consider Mr. Osmond so very much!" he exclaimed. El pobre Rosier pareció alarmarse mucho; aspirar a la mano de Pansy Osmond era asunto todavía más complicado de lo que había previsto su gusto por las transacciones correctas. Pero el extremado buen sentido que poseía oculto bajo una apariencia de cuidadosa elegancia vino en su ayuda. -No veo por qué tengo que preocuparme tanto del señor Osmond -exclamó.
"No, but you should consider HER. You say you′re an old friend. Would you make her suffer?" -Si no de él, de ella sí. Dice usted ser un antiguo amigo. ¿Querría hacerla sufrir?
"Not for the world." ¡Por nada del mundo!
"Then be very careful, and let the matter alone till I′ve taken a few soundings." -Entonces, ándese con mucho tiento y deje las cosas como están hasta que yo haya sondeado ...
"Let the matter alone, dear Madame Merle? Remember that I′m in love." -¡Dejar las cosas como están! Pero, querida madame Merle, no olvide que estoy enamorado.
"Oh, you won′t burn up! Why did you come to me, if you′re not to heed what I say?" -¡Ah, vaya! ¡No se irá usted a morir por eso! ¿Para qué ha acudido a mí, si no es para hacer caso de lo que yo le diga?
"You′re very kind; I′ll be very good," the young man promised. "But I′m afraid Mr. Osmond′s pretty hard," he added in his mild vo ice as he went to the door. -Es usted muy amable; me portaré muy bien -prometió el joven-. Pero me temo que el señor Osmond es un hombre bastante duro -añadió a medía voz mientras se dirigía hacia la puerta.
Madame Merle gave a short laugh. "It has been said before. But his wife isn′t easy either." Madame Merle soltó una pequeña carcajada y dijo:   -Ya es cosa sabida, pero tampoco su mujer es fácil de manejar.
"Ah, she′s a splendid woman!" Ned Rosier repeated, for departure. -¡Ah, es una mujer espléndida! -comentó Ned a modo de despedida.
He resolved that his conduct should be worthy of an aspirant who was already a model of discretion; but he saw nothing in any pledge he had given Madame Merle that made it improper he should keep himself in spirits by an occasional visit to Miss Osmond′s home. He reflected constantly on what his adviser had said to him, and turned over in his mind the impression of her rather circumspect tone. He had gone to her de confiance, as they put it in Paris; but it was possible he had been precipitate. He found difficulty in thinking of himself as rash --he had incurred this reproach so rarely; but it certainly was true that he had known Madame Merle only for the last month, and that his thinking her a delightful woman was not, when one came to look into it, a reason for assuming that she would be eager to push Pansy Osmond into his arms, gracefully arranged as these members might be to receive her. She had indeed shown him benevolence, and she was a person of consideration among the girl′s people, where she had a rather striking appearance (Rosier had more than once wondered how she managed it) of being intimate without being familiar. But possibly he had exaggerated these advantages. There was no particular reason why she should take trouble for him; a charming woman was charming to every one, and Rosier felt rather a fool when he thought of his having appealed to her on the ground that she had distinguished him. Very likely --though she had appeared to say it in joke --she was really only thinking of his bibelots. Had it come into her head that he might offer her two or three of the gems of his collection? If she would only help him to marry Miss Osmond he would present h er with his whole museum. He could hardly say so to her outright; it would seem too gross a bribe. But he should like her to believe it. Decidió que su conducta fuese digna de un pretendiente co mo él, que hasta la fecha había sido un modelo de discreción. Sin embargo, en las promesas que hiciera a madame Merle no le pareció ver nada que le desautorizara a mantenerse en buen ánimo haciendo una visita ocasional a la señorita Osmond. No dejaba de pensar en las advertencias de su consejera y le daba vueltas a aquel tono bastante circunspecto. Como solía decirse en París, había acudido a ella de confiance, pero tal vez hubiese obrado con precipitación. Le costaba trabajo tildarse de temerario, pues raras veces se había expuesto a tal reproche. Sin embargo, lo cierto era que sólo hacía un mes que conocía a madame Merle y que el mero hecho de considerarla una mujer encantadora no le daba motivo para creer que había de estar deseosa de arrojar a Pansy en sus brazos, por muy dispuestos que estuvieran estos miembros a recibirla. Por otra parte, madame M erle se había mostrado afable con él y parecía gozar de toda la estimación de los parientes de la joven, en relación con los cuales producía un efecto notable (Rosier se había preguntado más de una vez cómo lo conseguía) de intimidad exenta de familiaridades. Pero posiblemente hubiera él exagerado esas ventajas. A decir verdad, no veía razón alguna para que madame Merle tuviese que molestarse por él. Una mujer encantadora lo era generalmente con todo el mundo, por lo que Rosier se sentía un poco tonto al pensar que se había dirigido a ella convencido de que lo había distinguido con su afabilidad. Era posible -aunque parecía haberlo dicho en broma que ella no pensara más que en los bibelots que él poseía. ¿Acaso se le había ocurrido que él podría regalarle dos o tres de las j oyas de su colección? Si ella le ayudaba a casarse con la señorita Osmond, él estaba dispuesto a regalarle el museo entero. Naturalmente, no le diría tal cosa, porque parecería un soborno demasiado grosero, pero le gustaría que ella lo creyera.
It was with these thoughts that he went again to Mrs. Osmond′s, Mrs. Osmond having an "evening" --she had taken the Thursday of each week --when his presence could be accounted for on general principles of civility. The object of Mr. Rosier′s well-regulated affection dwelt in a high house in the very heart of Rome; a dark and massive structure overlooking a sunny piazzetta in the neighbourhood of the Farnese Palace. In a palace, too, little Pansy lived --a palace by Roman measure, but a dungeon to poor Rosier′s apprehensive mind. It seemed to him of evil omen that the young lady he wished to marry, and whose fastidious father he doubted of his ability to conciliate, should be immured in a kind of domestic fortress, a pile which bore a stern old Roman name, which smelt of historic deeds, of crime and cr aft and violence, which was mentioned in "Murray" and visited by tourists who looked, on a vague survey, disappointed and depressed, and which had frescoes by Caravaggio in the piano nobile and a row of mutilated statues and dusty urns in the wide, nobly-arched loggia overhanging the damp court where a fountain gushed out of a mossy niche. In a less preoccupied frame of mind he could have done justice to the Palazzo Roccanera; he could have entered into the sentiment of Mrs. Osmond, who had once told him that on settling themselves in Rome she and her husband had chosen this habitation for the love of local colour. It had local colour enough, and though he knew less about architecture than about Limoges enamels he could see that the proportions of the windows and even the details of the cornice had quite the grand air. But Rosier was haunted by the conviction that at picturesque periods young girls had been shut up there to keep them from their true loves, and then, under the threat of being thrown into convents, had been forced into unholy marriages. There was one point, however, to which he always did justice when once he found himself in Mrs. Osmond′s warm, rich-looking reception-rooms, which were on the second floor. He acknowledged that these people were very strong in "good things." It was a taste of Osmond′s own --not at all of hers; this she had told him the first time he came to the house, when, after asking himself for a quarter of an hour whether they had even better "French" than he in Paris, he was obliged on the spot to admit that they had, very much, and vanquished his envy, as a gentleman should, to the point of expressing to his hostess his pure admiration of her treasures. He learned from Mrs. Osmond that her husband had made a large collection before their marriage and that, though he had annexed a number of fine pieces within the last three years, he had achieved his greatest finds at a time when he had not the advantage of her advice. Rosier interpreted this information according to principles of his own. For "advice" read "cash," he said to himself; and the fact that Gilbert Osmond had landed his highest prizes during his impecunious season confirmed his most cherished doctrine --the doctrine that a collector may freely be poor if he be only patient. In general, when Rosier presented himself on a Thursday evening, his first recognition was for the walls of the saloon; there were three or four objects his eyes really yearned for. But after his talk with Madame Merle he felt the extreme seriousness of his position; and now, when he came in, he looked about for the daughter of the house with such eagerness as might be permitted a gentleman whose smile, as he crossed a threshold, always took everything comfortable for granted. Con esos pensamientos, se dirigió de nuevo a casa de la señora Osmond en una de las tardes en que ella «recibía» -los jueves de cada semana-, cuando no cabía atribuir a su visita otro objetivo que el de cumplir con un deber de cortesía. El objeto del afecto mesurado del señor Rosier moraba en una de las casas altas del centro de Roma, un edificio oscuro y macizo que daba a una soleada plazuela cerca del Palazzo Farnesio. También vivía en un palacio la pequeña Pansy... un palacio para los cánones de Roma, pero una mazmorra para el espíritu aprensivo de l pobre Rosier. Le parecía de mal agüero que la joven con quien quería casarse y a cuyo hosco padre dudaba mucho poder conquistar estuviese encerrada en una especie de fortaleza doméstica, un edificio que ostentaba un antiguo y austero nombre romano, que olía a hechos históricos, a crímenes, tretas y violencias; que figuraba en la guía Murray y era visitado por los turistas que, después de echarle una ojeada, parecían decepcionados y deprimidos; que poseía frescos del Caravaggio en el piano nobile y una hilera de estatuas mutiladas y polvorientas hornacinas en la amplia loggia de nobles arcos que daba al húmedo y fresco patio, donde una fuente manaba de un nicho musgoso. En un estado de ánimo más tranquilo habría apreciado en su justa medida el palacio Roccanera; habría podido comprender el sentir de la señora Osmond, quien le habí 92a dicho una vez que al establecerse en Roma con su esposo habían escogido aquella morada por su afición al color local. Indudablemente, color local no le faltaba y, aunque el señor Rosier entendía menos de arquitectura que de esmaltes de Limoges, se daba cuenta de que las proporciones de las ventanas e incluso los detalles de la cornisa tenían un gran estilo. Pero a Rosier le atormentaba la convicción de que en los tiempos pintorescos de la ciudad se encerraba allí a las muchachas para apartarlas de sus enamorados y, luego, bajo amenaza de recluirlas para siempre en los conventos, se les obligaba a contraer matrimonios impíos. Sin embargo, había un aspecto que jamás dejaba de reconocer cada vez que recorría los cálidos y opulentos salones de la señora Osmond, situados en el segundo piso. Admitía que aquellas gentes eran especialistas en «cosas buenas ». Todo era del gusto de Osmond, no de ella; así se lo había dicho ella misma la primera vez que él visitó la casa, cuando, tras un cuarto de hora de preguntarse si tendrían allí mejores cosas «francesas» que él en París, se vio obligado a confesarse al momento que sí lo tenían, y dominó su envidia, como cumplía a un caballero, hasta el extremo de manifestar a su anfitriona su profunda admiración por los tesoros allí reunidos. Por la señora Osmond supo que, ya antes del matrimonio, su marido había reunido una colección extensa y que, aunque había añadido algunas piezas de gran valor en los tres últimos años, sus mejores adquisiciones las realizó Osmond cuando todavía no contaba con su consejo. Rosier interpretó aquellas palabras a su manera, sustituyendo la p alabra «consejo» por la palabra «dinero». Pero el hecho de que Osmond hubiese conseguido sus mejores piezas durante su período de vacas flacas venía a confirmar su teoría más preciada, la de que se puede ser un gran coleccionista siendo pobre, a condición de tener mucha paciencia. Por lo general, cuando Rosier iba a visitarlos los jueves por la tarde, su primer saludo era para las paredes del salón, en las que colgaban dos o tres objetos que le quitaban el sueño. Pero, después de su conversación con madame Merle, se dio cuenta de la seriedad de su situación; y ahora entraba buscando la figura de la hija de la casa con toda la avidez que podía permitirse un caballero cuya sonrisa, cada vez que cruzaba un umbral, denotaba su confianza en todas las comodidades de la vida.  






CHAPTER 37

37

Pansy was not in the first of the rooms, a large apartment with a concave ceiling and walls covered with old red damask; it was here Mrs. Osmond usually sat --though she was not in her most customary place to-night --and that a circle of more special intimates gathered about the fire. The room was flushed with subdued, diffused brightness; it contained the larger things and --almost always --an odour of flowers. Pansy on this occasion was presumably in the next of the series, the resort of younger visitors, where tea was served. Osmond stood before the chimney, leaning back with his hands behind him; he had one foot up and was warming the sole. Half a dozen persons, scattered near him, were talking toge ther; but he was not in the conversation; his eyes had an expression, frequent with them, that seemed to represent them as engaged with objects more worth their while than the appearances actually thrust upon them. Rosier, coming in unannounced, failed to attract his attention; but the young man, who was very punctilious, though he was even exceptionally conscious that it was the wife, not the husband, he had come to see, went up to shake hands with him. Osmond put out his left hand, without changing his attitude. No se hallaba Pansy en el pr imero de los salones, una amplia estancia de techo cóncavo y paredes tapizadas de rojo damasco antiguo; era allí donde solía sentarse la señora Osmond -si bien no estaba allí aquella tarde- rodeada del círculo de sus más íntimos amigos, frente al fuego del hogar. El salón, iluminado por una claridad leve y difusa, contenía las cosas de mayor tamaño y casi siempre estaba perfumado por una suave fragancia de flores. Aquel día Pansy debía de hallarse en uno de los salones próximos, refugio de los visitantes más jóvenes y donde se servía el té. Osmond se hallaba ante la chimenea con las manos a la espalda; tenía un pie levantado, para calentarse la suela. Agrupadas a su alrededor, media docena de personas charlaban entre sí; pero él no atendía a la conversación; sus ojos tenían aquella expresión, frecuente en ellos, de estar contemplando objetos más dignos de consideración que las apariencias que se ofrecían ante su vista. Como Rosier no había sido anunciado, no atrajo su atención; pero el joven, siempre amante de las buenas formas, aun siendo excepcionalmente consciente de que su visita era para la esposa y no para él, se le acercó para darle la mano. Osmond, sin cambiar de postura, le tendió la mano izquierda.
"How d′ ye do? My wife′s somewhere about." -¿Cómo le va? -dijo-. Mi mujer anda por ahí, no sé dónde.
"Never fear; I shall find her," said Rosier cheerfully. -No se moleste, ya la encontraré -dijo alegremente Rosier.
Osmond, however, took him in; he had never in his life felt himself so efficiently looked at. "Madame Merle has told him, and he doesn′t like it," he privately reasoned. He had hoped Madame Merle would be there, but she was not in sight; perhaps she was in one of the other rooms o r would come later. He had never especially delighted in Gilbert Osmond, having a fancy he gave himself airs. But Rosier was not quickly resentful, and where politeness was concerned had ever a strong need of being quite in the right. He looked round him and smiled, all without help, and then in a moment, "I saw a jolly good piece of Capo di Monte to-day," he said. Sin embargo, Osmond le retuvo, mirándole de arriba abajo; Rosier nunca se había sentido tan eficazmente calibrado. «Madame Merle se lo ha dicho, y no le gusta», razonó para sus adentros . Había esperado encontrar allí a madame Merle, pero no la veía por ninguna parte; acaso estuviese en otro salón, o llegara más tarde. Nunca le había hecho mucha gracia Osmond, que a su juicio se daba mucho tono; pero él no era quisquilloso y, en materia de cortesía, experimentaba la necesidad imperiosa de hacer siempre lo correcto. Miró a su alrededor y sonrió, todo eso sin ayuda, y luego dijo: -Hoy he visto una magnífica pieza de Capodimonte.
Osmond answered nothing at first; but presently, while he warmed his boot-sole, "I don′t care a fig for Capo di Monte!" he returned. -Osmond no contestó, pero al cabo de un momento y mientras seguía calentándose la suela, dijo: -Me importan un rábano las Capodimonte.
"I hope you′re not losing your interest?" -¿Cómo? No creo que hayan dejado ya de interesarle.
"In old pots and plates? Yes, I′m losing my interest." -¿Qué, las fuentes y los cacharros? Sí, han dejado ya de interesarme.
Rosier for an instant forgot the delicacy of his position. "You′re not thinking of parting with a --a piece or two?" Rosier olvidó por un instante lo delicado de su posición. -¿No estará pensando en desprenderse de algunas cositas? -preguntó.
"No, I′m not thinking of parting with anything at all, Mr. Rosier," said Osmond, with his eyes still on the eyes of his visitor. ar -No, no pienso desprenderme absolutamente de nada, señor Rosier-dijo Osmond con los ojos aún fijos en los de su visitante.
"Ah, you want to keep, but not to add," Rosier remarked brightly. -Ah, vamos; quiere conservar, pero no añadir -comentó Rosier con animación.
"Exactly. I′ve nothing I wish to match." -Exacto. No tengo nada que quiera emparejar.
Poor Rosier was aware he had blushed; he was distressed at his want of assurance. "Ah, well, i have!" was all he could murmur; and he knew his murmur was partly lost as he turned away. He took his course to the adjoining room and met Mrs. Osmond coming out of the deep doorway. She was dressed in black velvet; she looked high and splendid, as he had said, and yet oh so radiantly gentle! We know what Mr. Rosier thought of her and the terms in which, to Madame Merle, he had expressed his admiration. Like his appreciation of her dear little stepdaughter it was based partly on his eye for decorative character, his instinct for authenticity; but also on a sense for uncatalogued values, for that secret of a "lustre" beyond any recorded losing or rediscovering, which his devotion to brittle wares had still not disqualified him to recognise. Mrs. Osmond, at present, might well have gratified such tastes. The years had touched her only to enrich her; the flower of her youth had not faded, it only hung more quietly on its stem. She had lost something of that quick eagerness to which her husband had privately taken exception --she had more the air of being able to wait. Now, at all events, framed in the gilded doorway, she struck our young man as the picture of a gracious lady. "You see I′m very regular," he said. "But who should be if I′m not?" El pobre Rosier notó que se ponía colorado y se avergonzó de su falta de aplomo. -¡Ah!, yo sí -fue todo lo que pudo murmurar; y supo que al alejarse se perdía parte de su murmullo. Se dirigió al salón contiguo y en el profundo umbral se topó con la señora Osmond, que salía. Iba vestida de terciopelo negro y en aquel moment o era una mujer imponente y espléndida, tal como él había dicho, y sin embargo, ¡tan radiante de dulzura! Ya sabemos lo que de ella pensaba el señor Rosier y en qué términos había expresado su admiración al hablar con madame Merle. Al igual que su apreciación de la pequeña hijastra de Isabel, la admiración de Rosier estaba en parte basada en su buen ojo para el aspecto decorativo, en su instinto de lo auténtico; pero también en una fina intuición para los valores no catalogados y para el secreto del «lustre» que se mantiene a salvo de pérdidas o nuevos descubrimientos y que su afición a los géneros quebradizos no le impedía reconocer. En aquel momento la señora Osmond habría podido gratificar ampliamente aquella clase de gustos. Los años sólo la habían rozado para en riquecerla, pues la flor de su juventud no se había deslucido, tan sólo se erguía más serena en el erecto tallo. Había perdido algo de aquella pronta vehemencia que su marido había criticado privadamente, y ahora tenía más el aspecto de poder esperar. En cualquier caso, ahora, enmarcada por el dorado quicio, le pareció a nuestro joven la imagen de una distinguida dama. -Ya ve usted que soy asiduo. Pero si yo no lo fuera, ¿quién lo iba a ser?
"Yes, I′ve known you longer than any one here. But we mustn′t indulge in tender reminiscences. I want to introduce you to a young lady." -Cierto, a usted le conozco desde hace más tiempo que a ninguno de los presentes. Pero no es cosa de abandonarnos ahora a los recuerdos. Quiero presentarle a una señorita.
"Ah, please, what young lady?" Rosier was immensely obliging; but this was not what he had come for. -¿A qué señorita, por favor? -Rosier era inmensamente complaciente, pero no era a eso a lo que había venido.
"She sits there by the fire in pink and has no one to speak to ." -A la que va vestida de rosa, y que se encuentra sentada cerca del fuego, que no tiene con quién hablar.
Rosier hesitated a moment. "Can′t Mr. Osmond speak to her? He′s within six feet of her." Rosier dudó un momento. -¿Cómo que no tiene? ¿No puede hablar con ella el señor Osmond? La tiene a menos de seis pies.
Mrs. Osmond also hesitated. "She′s not very lively, and he doesn′t like dull people." La señora Osmond titubeó a su vez. -Es que no es muy animada y a él no le gusta la gente sosa.
"But she′s good enough for me? Ah now, that′s hard!" -Pero ¿para mí sí está bien? ¡Vaya! Eso es duro de aceptar.
"I only mean that you′ve ideas for two. And then you′re so obliging." -Lo que quiero decir es que a usted le sobran temas de conversación... y es además tan amable.
"So is your husband." -También lo es su marido.
"No, he′s not --to me." And Mrs. Osmond vaguely smiled. -No, no conmigo. -La señora Osmond, sonrió vagamente.
"That′s a sign he should be doubly so to other women." -Por consiguiente, debería serlo el doble con otras mujeres.
"So I tell him," she said, still smiling. - Eso es lo que yo le digo -replicó ella, aún sonriendo.
"You see I want some tea," Rosier went on, looking wistfully beyond. -Es que yo querría tomar un poco de té -contestó Rosier mirando hacia dentro con cierta añoranza.
"That′s perfect. Go and give some to my young lady." -Perfecto. Vaya a ofrecerle una taza a mi joven amiga.
"Very good; but after that I′ll abandon her to her fate. The simple truth i s I′m dying to have a little talk with Miss Osmond." -Lo haré, pero después la abandonaré a su suerte. La verdad monda y lironda es que me estoy muriendo por charlar un poquito con la señorita Osmond.
"Ah," said Isabel, turning away, "I can′t help you there!" -¡Ah!, en eso no puedo ayudarle -dijo Isabel al tiempo que se alejaba.
Five minutes later, while he handed a tea-cup to the damsel in pink, whom he had conducted into the other room, he wondered whether, in making to Mrs. Osmond the profession I have just quoted, he had broken the spirit of his promise to Madame Merle. Such a question was capable of occupying this young man′s mind for a considerable time. At last, however, he became --comparatively speaking --reckless; he cared little what promises he might break. The fate to which he had threatened to abandon the damsel in pink proved to be none so terrible; for Pansy Osmond, who had given him the tea for his companion --Pansy was as fond as ever of making tea --presently came and talked to her. Into this mild colloquy Edward Rosier entered little; he sat by moodily, watching his small sweetheart. If we look at her now through his eyes we shall at first not see much to remind us of the obedient little girl who, at Florence, three years before, was sent to walk short distances in the Cascine while her father and Miss Archer talked together of matters sacred to elder people. But after a moment we shall perceive that if at nineteen Pansy has become a young lady she doesn′t really fill out the part; that if she has grown very pretty she lacks in a deplorable degree the quality known and esteemed in the appearance of females as style; and that if she is dressed with great freshness she wears her smart attire with an undisguised appearance of saving it --very much as if it were lent her for the occasion. Edward Rosier, it would seem, would have been just the man to note these defects; and in point of fact there was not a quality of this young lady, of any sort, that he had not noted. Only he called her qualities by names of his own --some of which indeed were happy enough. "No, she′s unique --she′s absolutely unique," he used to say to himself; and you may be sure that not for an instant would he have admitted to you that she was wanting in style. Style? Why, she had the style of a little princess; if you couldn′t see it you had no eye. It was not modern, it was not conscious, it would produce no impression in Broadway; the small, serious damsel, in her stiff little dress, only looked like an Infanta of Velasquez. This was enough for Edward Rosier, who thought her delightfully old-fashioned. Her anxious eyes, her charming lips, her slip of a figure, were as touching as a childish prayer. He had now an acute desire to know just to what point she liked him --a desire which made him fidget as he sat in his chair. It made him feel hot, so that he had to pat his forehead with his handkerchief; he had never been so uncomfortable. She was such a perfect jeune fille, and one couldn′t make of a jeune fille the enquiry requisite for throwing light on such a point. A jeune fille was what Rosier had always dreamed of --a jeune fille who should yet not be French, for he had felt that this nationality would complicate the question. He was sure Pansy had never looked at a newspaper and that, in the way of novels, if she had read Sir Walter Scott it was the very most. An American jeune fille --what could be better than that? She would be frank and gay, and yet would not have walked alone, nor have received letters from men, nor have been taken to the theatre to see the comedy of manners. Rosier could not deny that, as the matter stood, it would be a breach of hospitality to appeal directly to this unsophisticated creature; but he was now in imminent danger of asking himself if hospitality were the most sacred thing in the world. Was not the sentiment that he entertained for Miss Osmond of infinitely greater importance? Of greater importance to him --yes; but not probably to the master of the house. There was one comfort; e ven if this gentleman had been placed on his guard by Madame Merle he would not have extended the warning to Pansy; it would not have been part of his policy to let her know that a prepossessing young man was in love with her. But he WAS in love with her, the prepossessing young man; and all these restrictions of circumstance had ended by irritating him. What had Gilbert Osmond meant by giving him two fingers of his left hand? If Osmond was rude, surely he himself might be bold. He felt extremely bold after the dull girl in so vain a disguise of rose-colour had responded to the call of her mother, who came in to say, with a significant simper at Rosier, that she must carry her off to other triumphs. The mother and daughter departed together, and now it depended only upon him that he should be virtually alone with Pansy. He had never been alone with her before; he had never been alone with a jeune fille. It was a great moment; poor Rosier began to pat his forehead aga in. There was another room beyond the one in which they stood --a small room that had been thrown open and lighted, but that, the company not being numerous, had remained empty all the evening. It was empty yet; it was upholstered in pale yellow; there were several lamps; through the open door it looked the very temple of authorised love. Rosier gazed a moment through this aperture; he was afraid that Pansy would run away, and felt almost capable of stretching out a hand to detain her. But she lingered where the other maiden had left them, making no motion to join a knot of visitors on the far side of the room. For a little it occurred to him that she was frightened --too frightened perhaps to move; but a second glance assured him she was not, and he then reflected that she was too innocent indeed for that. After a supreme hesitation he asked her if he might go and look at the yellow room, which seemed so attractive yet so virginal. He had been there already with Osm ond, to inspect the furniture, which was of the First French Empire, and especially to admire the clock (which he didn′t really admire), an immense classic structure of that period. He therefore felt that he had now begun to manoeuvre. Cinco minutos más tarde, mientras Rosier servía una taza de té a la damisela vestida de rosa, a la que había conducido al otro salón, éste se preguntaba si al hacerle a la señora Osmond la confesión que acabo de citar no habría quebrantado el espííritu de la promesa que antes hiciera a madame Merle. Una cuestión de esta índole podía ocupar la mente de nuestro joven durante largo rato. Sin embargo, acabó decidiéndose -hablando en términos relativos- por la osadía: le importaba poco las promesas que pudiera romper. La suerte a la que había amenazado con abandonar a la damisela de rosa resultó no ser tan terrible, pues Pansy Osmond, que le había dado el té para su acompañante -Pansy seguía con la misma afición a preparar el té-, se le había acercado y estaba charlando con ella. Edward Rosier no tomó gran parte en aquel coloquio y se limitó a permanecer sentado mirando pensativo a su amada. Si nosotros la miramos ahora a través de los ojos del joven Rosier, al pronto no veremos mucho que nos recuerde a la sumisa jovencita a quien tres años antes se enviaba a pasear en la Cascine de Florencia mientras su padre y la señorita Isabel Archer hablaban de temas reservados a las personas mayores. Sin embargo, al cabo de un momento advertiremos que si a los diecinueve años Pansy era toda una señorita, no cumplía en verdad su cometido; que, si bien había embellecido mucho, carecía deplorablemente de esa cualidad que en la apariencia de las mujeres se conoce y estima con el nombre de estilo; y que, si bien vestía con mucha gracia, lucía sus galas con no disimulado cuidado, como si se las hubieran prestado para aquella oportunidad. Se diría que Edward Rosier era el hombre más indicado para notar tales defectos; y de hecho no había en aquella joven cualidad alguna que él no hubiese observado. Pero a esas cualidades les ponía Rosier nombres de su cosecha, algunos realmente acertados. Así, solía decirse: «No cab e duda, es única... absolutamente única» y podríamos estar seguros de que ni por un instante habría admitido que ella carecía de estilo. ¿Estilo? Si ella tenía el estilo de una princesa, y el que no lo viera no tenía ojos en la cara. No era un estilo moderno ni consciente, seguro que no produciría impresión en Broadway. Lo único que parecía aquella seria y linda damisela, con su vestidito almidonado, era una infanta de Velázquez. Y eso satisfacía el gusto de Rosier, que la encontraba deliciosamente anticuada. Sus ojos anhelantes, sus labios encantadores, su figura delgadita eran tan conmovedores como una plegaria infantil. Rosier sentía la comezón irresistible de averiguar hasta qué punto él le gustaba, una comezón que le hacía removerse en su asiento. Se sofocaba, y tuvo que enjugarse la frente con el pa ñuelo; nunca se había sentido tan incómodo. Pansy era una perfecta jeune filie, y a una jeune filie no se le podía plantear la pregunta indispensable para arrojar luz sobre tal punto. Rosier había soñado siempre con la perfecta jeune falle... pero una jeune filie que no fuese francesa, porque pensaba él que si fuera de tal nacionalidad podrían complicarse las cosas. Estaba seguro de que Pansy no había hojeado nunca un periódico, y de que, en lo referente a novelas, todo lo más habría leído a sir Walter Scott. ¿Qué podía haber en el mundo mejor que una jeune falle americana? Sería franca y alegre, pero no saldría a pasear sola, ni recibiría cartas de los hombres, ni la llevarían al teatro a ver comedias de costumbres. Rosier no podía negar que, tal como estaban las cosas, sería una afrenta a la hosp italidad el apelar directamente a aquella inocente criatura; pero ahora corría el peligro inminente de preguntarse si la hospitalidad era la cosa más sagrada del mundo. ¿Por ventura no era infinitamente más importante el sentimiento que le inspiraba la señorita Osmond? Para él sí, desde luego... pero tal vez no para el dueño de la casa. Le quedaba un consuelo: aun en el caso de que ese caballero hubiese sido alertado por madame Merle, seguramente él no le habría dicho nada a Pansy, pues no formaría parte de su táctica el hacerle saber que un joven atractivo estaba enamorado de ella. Sin embargo, era cierto que el joven atractivo estaba enamorado de ella, y todas aquellas restricciones circunstanciales habían acabado por irritarle. ¿Qué es lo que había pretendido Gilbert Osmond al tenderle sólo dos dedos de la mano izquierda? Si Osmond s e mostraba grosero, bien podía él mostrarse audaz. Y se sintió tremendamente audaz cuando la aburrida joven, tan inútilmente vestida de color de rosa respondió a la llamada de su madre que entró para decir, con una tonta sonrisa significativa hacia Rosier, que iba a conducirla a nuevos triunfos. Madre e hija partieron juntas, y ahora sólo dependía de él quedarse a solas con Pansy. Hasta entonces nunca había estado a solas con ella ni con ninguna otra jeune falle. Era por tanto un gran momento y el pobre Rosier comenzó a enjugarse de nuevo la frente con su pañuelo. Había otro salón más allá de aquel que ahora ocupaban, un salón cito que había sido abierto e iluminado pero que, como la concurrencia no era muy numerosa, permanecía vacío. Estaba tapizado de color amarillo pálido y lo alumbraban varias lá 87mparas. Visto a través de la puerta, semejaba el mismísimo templo para el amor autorizado. Rosier atisbo un instante por aquella abertura; temió que Pansy se escapara, y casi se sentía capaz de extender el brazo para retenerla. Pero ella se demoraba allí donde la otra muchacha la había dejado, sin hacer ademán de reunirse con el grupo de visitantes que se hallaba en el extremo opuesto del salón. Durante unos instantes, a Rosier se le ocurrió que estaba asustada, tal vez tan asustada que no se atrevía a moverse, pero una segunda ojeada le convenció de que no, y se dijo que era demasiado inocente para estarlo. Tras un momento de suprema vacilación, Rosier le preguntó a la muchacha si le permitía ir a ver el salón amarillo, que parecía tan atrayente como virginal. En realidad, ya había estado en él con Osmond para examinar el mobi liario, que era del Primer Imperio francés, y sobre todo para admirar el reloj (que a decir verdad él no admiró), una inmensa y clásica obra de arte de esa época. Por ello ahora Rosier tuvo el convencimiento de que estaba empezando a maniobrar.
"Certainly, you may go," said Pansy; "and if you like I′ll show you." She was not in the least frightened. -Puede usted ir, no faltaba más -dijo Pansy-, y si quiere, yo se lo mostraré. No estaba nada asustada.
"That′s just what I hoped you′d say; you′re so very kind," Rosier murmured. -Es lo que estaba deseando que me dijera; es usted muy amable -murmuró Rosier.
They went in together; Rosier really thought the room very ugly, and it seemed cold. The same idea appeared to have struck Pansy. "It′s not for winter evenings; it′s more for summer," she said. "It′s papa′s taste; he has so much." Entraron juntos en aquel otro salón, que a Rosier se le antojó feísimo y muy frío. Lo mismo pareció sentir Pansy, que comentó: -No es para las tardes de invierno, sino más bien para el verano. Todo está según el gusto de papá, que tiene mucho.
He had a good deal, Rosier thought; but some of it was very bad. He looked about him; he hardly knew what to say in such a situation. "Doesn′t Mrs. Osmond care how her rooms are done? Has she no taste?" he asked. Rosier pensó que tendría mucho, pe ro en parte muy malo. Miró en derredor; no sabía qué decir en semejante situación. -¿La señora Osmond no se interesa por la decoración de sus salones? -preguntó-. ¿Es que no tiene gusto?
"Oh yes, a great deal; but it′s more for literature," said Pansy --"and for conversation. But papa cares also for those things. I think he knows everything." -¡Oh, ya lo creo! ¡Y mucho! -dijo Pansy-, sobre todo para la literatura y la conversación. Pero a papá también le interesan esas cosas; yo creo que lo sabe todo.
Rosier was silent a little. "There′s one thing I′m sure he knows!" he broke out presently. "He knows that when I come here it′s, with all respect to him, with all respect to Mrs. Osmond, who′s so charming --it′s really," said the young man, "to see you!" Rosier se quedó un instante silencioso. -¡Hay una cosa que estoy seguro que sabe! -exclamó-, y es que, cuando vengo aquí, con todos los respetos hacia él y con todos los respetos hacia la señora Osmond, que es encantadora... es, en realidad, para verla a usted.
"To see me?" And Pansy raised her vaguely-troubled eyes. -¿Para verme a mí? -dijo Pansy elevando hacia él los ojos, vagamente turbados.
"To see you; that′s what I come for," Rosier repeated, feeling the intoxication of a rupture with authority. -Sí, para verla a usted. Para eso nada más -repitió Rosier sintiendo la embriaguez de una ruptura con la autoridad.
Pansy stood looking at him, simply, intently, openly; a blush was not needed to make her face more modest. "I thought it was for that." Pansy se le quedó mirando con fijeza, atenta y francamente; no hacía falta rubor para dar mayor modestia a su expresión. -Ya me figuraba yo que era por eso -dijo.
"And it was not disagreeable to you?" ¿Y no le desagradaba?
"I couldn′t tell; I didn′t know. You never told me," said Pansy. -No habría podido decirlo; no lo sabía. Usted no me dijo nunca nada.
"I was afraid of offending you." -Porque tenía miedo de ofenderla.
"You don′t offend me," the young girl murmured, smiling as if an angel had kissed her. -Usted no me ofende -murmuró la jovencita sonriendo como si un ángel acabase de besarla.
"You like me then, Pansy?" Rosier asked very gently, feeling very happy. -Entonces, ¿le gusto a usted, Pansy? -preguntó Rosier dulcemente, sintiendo una gran dicha en su interior.
"Yes --I like you." Sí, me gusta.
They had walked to the chimney-piece where the big cold Empire clock was perched; they were well within the room and beyond observation from without. The tone in which she had said these four words seemed to him the very breath of nature, and his only answer could be to take her hand and hold it a moment. Then he raised it to his lips. She submitted, still with her pure, trusting smile, in which there was something ineffably passive. She liked him --she had liked him all the while; now anything might happen! She was ready --she had been ready always, waiting f or him to speak. If he had not spoken she would have waited for ever; but when the word came she dropped like the peach from the shaken tree. Rosier felt that if he should draw her toward him and hold her to his heart she would submit without a murmur, would rest there without a question. It was true that this would be a rash experiment in a yellow Empire salottino. She had known it was for her he came, and yet like what a perfect little lady she had carried it off! Se habían acercado hasta la chimenea, donde estaba posado el frío y enorme reloj estilo Imperio. Se hallaban en el fondo del salón, ocultos a la observación desde fuera. El tono en que ella había pronunciado esas tres palabras le pareció a Rosier el propio hálito de la naturaleza, y su reacción no pudo ser otra que tomarle la mano y retenerla un momento. Después se la llevó a los labios. Ella accedió con su sonrisa pura y confiada, en la que había algo inefablemente pasivo. El le gustaba, le había gustado siempre; ¡ahora podría suceder cualquier cosa! Pansy estaba pronta -lo había estado siempre-, en espera de que él hablase. Si él no hubiese hablado, habría esperado eternamente; pero cuando oyó pronunciar la palabra, cayó como cae del árbol la fruta madura. Rosier pensó que si la atra jera hacía sí y la estrechara contra su corazón, ella se sometería sin un murmullo, reposaría allí sin preguntar nada. Cierto que eso constituiría un experimento temerario en un salottino Imperio de color amarillo. Pansy había sabido que él venía sólo por verla y, no obstante, se había portado como una verdadera damita.
"You′re very dear to me," he murmured, trying to believe that there was after all such a thing as hospitality. -Me es usted muy querida -murmuró él, procurando creer que, después de todo, existía una cosa llamada hospitalidad.
She looked a moment at her hand, where he had kissed it. "Did you say papa knows?" Ella se miró un instante la mano que él acababa de besarle y preguntó: -¿Dice usted que papá lo sabe?
"You told me just now he knows everything." -Usted misma me ha dicho que lo sabe todo.            
"I think you must make sure," said Pansy. -Pero debería usted asegurarse -dijo Pansy.   
"Ah, my dear, when once I′m sure of YOU!" Rosier murmured in her ear; whereupon she turned back to the other rooms with a little air of consistency which seemed to imply that their appeal should be immediate. -¡ c1Ah, querida mía, mientras yo esté seguro de usted! -le murmuró Rosier al oído, con lo que ella se encaminó a los otros salones con aire decidido que dejaba suponer que la consulta debía ser inmediata.
The other rooms meanwhile had become conscious of the arrival of Madame Merle, who, wherever she went, produced an impression when she entered. How she did it the most attentive spectator could not have told you, for she neither spoke loud, nor laughed profusely, nor moved rapidly, nor dressed with splendour, nor appealed in any appreciable manner to the audience. Large, fair, smiling, serene, there was something in her very tranquillity that diffused itself, and when people looked around it was because of a sudden quiet. On this occasion she had done the quietest thing she could do; after embracing Mrs. Osmond, which was more striking, she had sat down on a small sofa to commune with the master of the house. There was a brief exchange of commonplaces between these two --they always paid, in public, a certain formal tribu te to the commonplace --and then Madame Merle, whose eyes had been wandering, asked if little Mr. Rosier had come this evening. Entretanto, en las restantes estancias se había tomado conciencia de la llegada de madame Merle, que dondequiera que fuese producía sensación al entrar. Ni el más atento espectador habría sabido decir cómo lo conseguía, porque ni hablaba en voz alta, ni reía con algazara, ni se movía con excesiva soltura, ni vestía con esplendor, ni apelaba al auditorio de una manera especial. Fuerte, rubia, sonriente, serena, había algo de su propio reposo que se esparcía a su alrededor, y, cuando los demás volvían la cabeza para mirar, era porque se había producido un súbito silencio . En esta oportunidad había actuado del modo más discreto que le era posible: después de besar a la señora Osmond, que fue lo más llamativo, se sentó en un pequeño sofá a charlar con el dueño de la casa. Hubo entre ellos un breve intercambio de tópicos -siempre rendían, en público, cierto tributo formal al tópico- y luego madame Merle, que había dejado errar la mirada, preguntó si el señor Rosier había ido aquella tarde.
"He came nearly an hour ago --but he has disappeared," Osmond said. -Llegó hace cosa de una hora, pero ha desaparecido -dijo Osmond.
"And where′s Pansy?" Y Pansy, ¿dónde está?
"In the other room. There are several people there." -En el salón de al lado. Hay allí otras personas.
"He′s probably among them," said Madame Merle. -Puede que él esté entre ellas -sugirió madame Merle.
"Do you wish to see him?" Osmond asked in a provokingly pointless tone. -¿Qu iere usted verle? -preguntó Osmond con un tono provocativamente falto de interés.
Madame Merle looked at him a moment; she knew each of his tones to the eighth of a note. "Yes, I should like to say to him that I′ve told you what he wants, and that it interests you but feebly." Madame Merle le miró un momento; conocía perfectamente toda la gama de sus tonos. -Sí -respondió Quisiera decirle que le he dicho a usted lo que él quiere y que usted no siente el menor interés por el asunto.
"Don′t tell him that. He′ll try to interest me more --which is exactly what I don′t want. Tell him I hate his proposal." -No se lo diga. Trataría de interesarme, que es precisamente lo que yo no quiero. Dígale que detesto su propuesta.
"But you don′t hate it." -Pero no es verdad, no la detesta usted.
"It doesn′t signify; I don′t love it. I let him see that, myself, this evening; I was rude to him on purpose. That sort of thing′s a great bore. There′s no hurry." -Para el caso es lo mismo; no me gusta. Yo mismo se lo he dado a entender esta tarde. Me mostré grosero con él adrede. Esta clase de cosas son un fastidio. No hay ninguna prisa.
"I′ll tell him that you′ll take time and think it over." -Entonces le diré que usted quiere tomarse un tiempo para pensarlo:
"No, don′t do that. He′ll hang on." -No, por f avor, no lo haga. Insistirá.
"If I discourage him he′ll do the same." -También lo hará si lo desanimo.
"Yes, but in the one case he′ll try to talk and explain --which would be exceedingly tiresome. In the other he′ll probably hold his tongue and go in for some deeper game. That will leave me quiet. I hate talking with a donkey." -Sí, pero en uno de los casos tratará de hablar y dar explicaciones... lo que resultaría enormemente enojoso; en el otro caso, lo más probable es que se calle y busque una estrategia mejor. Lo cual me dejaría tranquilo. Me molesta hablar con un asno.
"Is that what you call poor Mr. Rosier?" -¿Así califica al pobre señor Rosier?
"Oh, he′s a nuisance --with his eternal majolica." -¡Oh! No hay quien le aguante con su eterna porcelana.
Madame Merle dropped her eyes; she had a faint smile. "He′s a gentleman, he has a charming temper; and, after all, an income of forty thousand francs!" Madame Merle bajó los ojos y sonrió imperceptiblemente. -Es todo un caballero, de muy buen carácter y, además, tiene una renta de cuarenta mil francos.
"It′s misery --′genteel′ misery," Osmond broke in. "It′s not what I′ve dreamed of for Pansy." -Es un pelmazo... un pelmazo educado -la atajó Osmond-. No es lo que yo he soñado para Pansy. par
"Very good then. He has promised me not to speak to her." -Está bien. Él me ha prometido que no le diría nada a Pansy.
"Do you believe him?" Osmond asked absent-mindedly. -¿Y usted le cree? -preguntó Osmond como distraído.
"Perfectly. Pansy has thought a great deal about him; but I don′t suppose you consider that that matters." -Claro que le creo. Pansy piensa mucho en él, pero supongo que usted no concederá a eso mucha importancia.
"I don′t consider it matters at all; but neither do I believe she has thought of him." -No le concedo absolutamente ninguna. Ni creo que ella piense mucho en él.
"That opinion′s more convenient," said Madame Merle quietly. -Esa opinión resulta más cómoda -contestó tranquilamente madame Merle.
"Has she told you she′s in love with him?" -¿Le ha dicho ella que está enamorada de él?
"For what do you take her? And for what do you take me?" Madame Merle added in a moment. -¿Por quién la toma usted? -Y al instante añadió-: ¿Y por quién me toma a mí?
Osmond had raised his foot and was resting his slim ankle on the other knee; he clasped his ankle in his hand familiarly --his long, fine forefinger and thumb could make a ring for it --and gazed a while before him. "This kind of thing doesn′t find me unprepared. It′s what I educated her for. It was all for this --that when such a case should come up she should do what I prefer." Osmond había levantado el pie y apoyado el fino tobillo en la rodilla de la ot ra pierna. Se agarró familiarmente el tobillo -con el índice y el pulgar podía abarcarlo con facilidad- y permaneció un rato mirando al frente. -Estas cosas no me toman desprevenido. Para esto precisamente la he educado. Todo, absolutamente, fue para que, cuando se presentara el caso, ella hiciese lo que yo prefiero.
"I′m not afraid that she′ll not do it." -Y yo no temo que deje de hacerlo.
"Well then, where′s the hitch?" -Entonces, ¿dónde está el problema?
"I don′t see any. But, all the same, I recommend you not to get rid of Mr. Rosier. Keep him on hand; he may be useful." -No veo ninguno. De todos modos, le recomiendo que no ponga en fuga al señor Rosier. Consérvelo a mano, pudiera ser útil.
"I can′t keep him. Keep him yourself." -Yo no puedo conservarlo. Consérvelo usted.
"Very good; I′ll put him into a corner and allow him so much a day." Madame Merle had, for the most part, while they talked, been glancing about her; it was her habit in this situation, just as it was her habit to interpose a good many blank-looking pauses. A long drop followed the last words I have quoted; and before it had ended she saw Pansy come out of the adjoining room, followed by Edward Rosier. The girl advanced a few steps and then stopped and stood looking at Madame Merle and at her father. -Está bien. Le pondré en un rincón y le daré su ración cada día. Mientras hablaban, madame Merle había estado casi todo el tiempo mirando en derredor suyo. Era ésa su costumbre en semejantes situaciones, como era su costumbre interponer frecuentes pausas vacías de expresión. Una de éstas, prolongada, siguió a las últimas palabras que acabo de mencionar. Antes de ponerle fin vio a Pansy salir del salón contiguo seguida por Rosier. La muchacha dio unos pasos y se detuvo, mirando a su padre y a madame Merle.
"He has spoken to her," Madame Merle went on to Osmond. -Rosier ya le ha hablado -prosiguió madame Merle dirigiéndose a Osmond.
Her companion never turned his head. "So much for your belief in his promises. He ought to be horse-whipped." Su compañero ni siquiera volvió la cabeza. -Para que se fíe usted de promesas. Merecería que lo azotaran.
"He intends to confess, poor little man!" El pobrecillo quiere confesarse.
Osmond got up; he had now taken a sharp look at his daughter. "It doesn′t matter," he murmured, turning away. Osmond se levantó; había dirigido a su hija una mirada penetrante. -No importa -murmuró alejándose.
Pansy after a moment came up to Madame Merle with her little manner of unfamiliar politeness. This lady′s reception of her was not more intimate; she simply, as she rose from the sofa, gave her a friendly smile. Al cabo de un momento, Pansy se dirigió a madame Merle con sus aprendidos modales de cortesía exenta de familiaridad. La recepción que la otra dama le dispensó no fue más íntima. Se limitó a dirigirle una amable sonrisa, al tiempo que se levantaba del sofá.
"You′re very late," the young creature gently said. -Llega usted muy tarde -dijo suavemente la joven.
"My dear child, I′m never later than I intend to be." -Hijita mía, no llego nunca más tarde de lo que me propongo.
Madame Merle h ad not got up to be gracious to Pansy; she moved toward Edward Rosier. He came to meet her and, very quickly, as if to get it off his mind, "I′ve spoken to her!" he whispered. Madame Merle no se había levantado en atención a Pansy; se adelantó hacía Rosier. Él se acercó a saludarla y susurró con presteza, como para quitarse un peso del alma: -Ya le he hablado.
"I know it, Mr. Rosier." Lo sé, señor Rosier.
"Did she tell you?" -¿Se lo ha dicho ella?
"Yes, she told me. Behave properly for the rest of the evening, and come and see me to-morrow at a quarter past five." She was severe, and in the manner in which she turned her back to him there was a degree of contempt which caused him to mutter a decent imprecation. -Acaba de decírmelo. Compórte se convenientemente durante el resto de la visita y vaya a verme mañana a las cinco y cuarto. -Habló en tono severo, y en su manera de volverle la espalda había un grado de desprecio que le hizo farfullar una imprecación decorosa.
He had no intention of speaking to Osmond; it was neither the time nor the place. But he instinctively wandered toward Isabel, who sat talking with an old lady. He sat down on the other side of her; the old lady was Italian, and Rosier took for granted she understood no English. "You said just now you wouldn′t help me," he began to Mrs. Osmond. "Perhaps you′ll feel differently when y ou know --when you know --! Rosier no tenía la menor intención de hablar con Osmond; no era la ocasión ni el lugar propicios. Pero instintivamente se dirigió hacia Isabel, que estaba conversando con una señora de edad. Él se sentó al otro lado y, como la vieja dama era italiana, dio por sentado que no entendería el inglés. -Hace poco ha dicho usted que no me prestaría su ayuda -le comentó a Isabel-. Tal vez cambie usted de idea cuando sepa... cuando sepa...
Isabel met his hesitation. "When I know what?" -¿Cuándo sepa qué? -preguntó Isabel saliendo al paso de su indecisión.
"That she′s all right." -Que todo va bien con respecto a su hijastra.
"What do you mean by that?" -¿Qué quiere usted decir con eso?
"Well, that we′ve come to an understanding." -Pues... que hemos llegado a un entendimiento.
"She′s all wrong," said Isabel. "It won′t do." -Entonces todo va mal dijo Isabel-. No puede ser.
Poor Rosier gazed at her half-pleadingly, half-angrily; a sudden flush testified to his sense of injury. "I′ve never been treated so," he said. "What is there against me, after all? That′s not the way I′m usually considered. I could have married twenty times." El pobre Rosier se la quedó mirando medio implorante y medio colérico, y el súbito rubor que le cubrió el rostro puso de manifiesto que se había sentido herido. -Nunca se me ha tratado de manera semejante -dijo- ¿Qué es, después de todo, lo que tienen contra mí? No es ésta la consideración que se me suele dar. Yo podía haberme casado ya veinte veces si hubiera querido.
"It′s a pity you didn′t. I don′t mean twenty times, but once, comfortably," Isabel added, smiling kindly. "You′re not rich enough for Pansy." -Es una lástima que no lo haya hecho. No veinte veces sino una, y felizmente -dijo Isabel sonriendo amablemente-. No es usted bastante rico para Pansy.
"She doesn′t care a straw for one′s money." -A ella no le importa el dinero.
"No, but her father does." -Pero a su padre sí le importa.
"Ah yes, he has proved that!" cried the young man. -¡Ah, eso sí! ¡Bien lo ha demostrado! -exclamó el joven Rosier.
Isabel got up, turning away from him, leaving her old lady without ceremony; and he occupied himself for the next ten minutes in pretending to look at Gilbert Osmond′s collection of miniatures, which were neatly arranged on a series of small velvet screens. But he looked without seeing; his cheek burned; he was too full of his sense of injury. It was certain that he had never been treated that way before; he was not used to being thought not good enough. He knew how good he was, and if such a fallacy had not been so pernicious he could have laughed at it. He searched again for Pansy, but she had disappeared, and his main desire was now to get out of the house. Before doing so he spoke once more to Isabel; it was not agreeable to him to reflect that he had just said a rude thing to her --the only point that would now justify a low view of him. Isabel se levantó y se alejó de él dejando, sin más cumplidos, a la vieja señora con quien estaba departiendo. Durante los diez minutos siguientes Rosier fingió contemplar la colección de miniaturas de Gilbert Osmond, que estaban cuidadosamente colocadas en sus estuches de terciopelo. Pero miraba sin ver. Tenía las mejillas encendidas, la sensación de ofensa le quemaba el pecho. Era cierto que nunca le habían tratado de aquel modo, y no estaba acostumbrado a que nadie le dijera que no valía lo bastante. Él sabía bien cuánto valía y, si semejante falacia no hubiera sido ta n perjudicial para él, se habría echado a reír de buena gana. Buscó con la vista a Pansy, pero había desaparecido; ahora su mayor deseo era marcharse de la casa. Antes volvió a hablar a Isabel. No le resultaba agradable pensar que él acababa de decirle una cosa descortés... lo único que podría justificar que tuviera mala opinión de él.
"I referred to Mr. Osmond as I shouldn′t have done, a while ago," he began. "But you must remember my situation." -Hace un momento me he referido al señor Osmond de un modo equivocado. Pero supongo tendrá usted en cuenta mi situación.
"I don′t remember what you said," she answered coldly. -No recuerdo ya lo que ha dicho -repuso ella fríamente.
"Ah, you′re offended, and now you′ll never help me." -Ah, comprendo que está usted ofendida; ahora nunca me ayudará.
She was silent an instant, and then with a change of tone: "It′s not that I won′t; I simply can′t!" Her manner was almost passionate. Isabel guardó silencio un instante y luego, cambiando de tono, exclamó casi con pasión: -No es que no quiera. Es sencil lamente que no puedo.
"If you COULD, just a little, I′d never again speak of your husband save as an angel." -Si usted pudiese, por poco que fuera, yo no volvería a hablar de su esposo más que para decir que es un ángel.
"The inducement′s great," said Isabel gravely --inscrutably, as he afterwards, to himself, called it; and she gave him, straight in the eyes, a look which was also inscrutable. It made him remember somehow that he had known her as a child; and yet it was keener than he liked, and he took himself off. -El incentivo es grande -contestó Isabel con voz grave,.., inescrutable, como él más tarde se diría, para sí; y le lanzó a los ojos una mirada que también era inescrutable, que le hizo recordar que la había conocido en la infancia; pero era demasiado penetrante para su gusto, y Rosier optó por marcharse.  






CHAPTER 38

38

He went to see Madame Merle on the morrow, and to his surprise she let him off rather easily. But she made him promise that he would stop there till something should have been decided. Mr. Osmond had had higher expectations; it was very true that as he had no intention of giving his daughter a portion such expectations were open to criticism or even, if one would, to ridicule. But she would advise Mr. Rosier not to take that tone; if he would possess his soul in patience he might arrive at his felicity. Mr. Osmond was not favourable to his suit, but it wouldn′t be a miracle if he should gradually come round. Pansy would never defy her father, he might depend on that; so nothing was to be gained by precipitation. Mr. Osmond needed to accustom his mind to an offer of a sort that he had not hitherto entertained, and this result must come of itself --it wa s useless to try to force it. Rosier remarked that his own situation would be in the meanwhile the most uncomfortable in the world, and Madame Merle assured him that she felt for him. But, as she justly declared, one couldn′t have everything one wanted; she had learned that lesson for herself. There would be no use in his writing to Gilbert Osmond, who had charged her to tell him as much. He wished the matter dropped for a few weeks and would himself write when he should have anything to communicate that it might please Mr. Rosier to hear. Al día siguiente fue a ver a madame Merle, y ella, para su sorpresa, estuvo bastante suave, pero le hizo prometer que no daría un paso más en tanto no hubiera algo decidido. El señor Osmond se había forjado grandes expectativas. Sin embargo, no teniendo él intención de dar una dote a su hija, tales expectativas se prestaban a la crítica, o incluso le ponían en ridículo. Pero ella le aconsejó al señor Rosi er que no adoptase ese tono, pues si sabía tener paciencia, sin duda alcanzaría la felicidad anhelada. El señor Osmond no se mostraba favorable a su propósito, pero no sería un milagro que poco a poco cambiara de parecer. Pansy no se atrevería jamás a desafiar a su padre, de eso podía estar seguro, de suerte que nada se ganaría con la precipitación. El señor Osmond tenía que acostumbrarse a considerar un tipo de oferta con el que hasta entonces no había contado, y el resultado se produciría por sí solo, por lo que era completamente inútil tratar de forzarlo. Rosier hizo notar que entretanto su situación iba a ser de lo más violenta, y madame Merle le aseguró que lo sentía por él. Pero, como declaró con acierto, no se podía tener todo lo que se deseaba; lección que ella sabía de corrido por experiencia propia. Por lo tanto, sería de todo punto inútil escribirle a Gilbert Osmond, el cual le había encomendado que se lo dijese. Era su deseo que no se tratara del asunto durante unas semanas, y él mismo escribiría al señor Rosier cuando tuviera algo agradable que comunicarle.
"He doesn′t like your having spoken to Pansy. Ah, he doesn′t like it at all," said Madame Merle. -No le ha gustado que usted hablara con Pansy; ¡no le ha gustado absolutamente nada! -dijo madame Merle.
"I′m perfectly willing to give him a chance to tell me so!" -Estoy dispuesto a facilitarle la ocasión para que me lo diga.
"If you do that he′ll tell you more than you care to hear. Go to the house, for the next month, as little as possible, and leave the rest to me." -Si lo hace, le dirá más cosas de las que le agradaría oír. Procure ir lo menos posible por la casa durante el ames próximo y deje el asunto en mis manos.
"As little as possible? Wh o′s to measure the possibility?" -¿Lo menos posible? ¿Quién va a medir la posibilidad?
"Let me measure it. Go on Thursday evenings with the rest of the world, but don′t go at all at odd times, and don′t fret about Pansy. I′ll see that she understands everything. She′s a calm little nature; she′ll take it quietly." -Yo, con su permiso. Vaya usted los jueves por la tarde, cuando todo el mundo, pero no a otras horas, y no se preocupe demasiado de Pansy. Yo me encargaré de que ella lo comprenda; por fortuna tiene un carácter tranquilo y sabrá tomar las cosas con calina.
Edward Rosier fretted about Pansy a good deal, but he did as he was advised, and awaited another Thursday evening before returning to Palazzo Roccanera. There had been a party at dinner, so that though he went early the company was already tolerably numerous. Osmond, as usual, was in the first room, near the fire, staring straight at the door, so that, not to be distinctly uncivil, Rosier had to go and speak to him. Edward Rosier se preocupó mucho de Pansy, pero hizo lo que le habían aconsejado y no volvió al Palazzo Roccanera hasta el siguiente jueves por la tarde. Como a la hora (le comer había habido varios invitados, la concurrencia era todavía bastante numerosa. Copio de costumbre, Osmond estaba en el primer salón, cerca del fuego y mirando hacia la puerta; de suerte que, para no mostrarse deliberadamente descortés, Rosier no tuvo más remedio que acercarse a él y hablarle.
"I′m glad that you can take a hint," Pansy′s father said, slightly closing his keen, conscious eyes. -Celebro que sea capaz de recoger una indirecta -dijo el padre (le Pansy entrecerrando los acerados y perspicaces ojos.
"I take no hints. But I took a message, as I supposed it to be." ar -No recojo indirectas. Lo que recogí fue un mensaje, o algo que interpreté como tal.
"You took it? Where did you take it?" -¿Que recogió usted un mensaje? ¿Dónde lo recogió?
It seemed to poor Rosier he was being insulted, and he waited a moment, asking himself how much a true lover ought to submit to. "Madame Merle gave me, as I understood it, a message from you --to the effect that you declined to give me the opportunity I desire, the opportunity to explain my wishes to you." And he flattered himself he spoke rather sternly. Le pareció a Rosier que aquello era un insulto y meditó hasta qué punto debía aguantar un enamorado fiel. Y contestó: -Madame Merle me dio -o así lo interpreté- un mensaje de usted en el sentido de que usted declinaba darme la oportunidad que deseo, la ocasión de explicar-′ le mis intenciones. Y se hizo la ilusión de haber hablado con bastante severidad.
"I don′t see what Madame Merle has to do with it. Why did you apply to Madame Merle?" -No entiendo qué tiene que ver madame Merle en este asunto. ¿Por qué se dirigió usted a ella?
"I asked her for an opinion --for nothing more. I did so because she had seemed to me to know you very well." -Lo hice tan sólo para pedirle su opinión, y nada más. Y, si lo hice, fue porqu e me pareció que le conoce a usted muy bien.
"She doesn′t know me so well as she thinks," said Osmond. -Mucho menos de lo que ella se cree -dijo Osmond.
"I′m sorry for that, because she has given me some little ground for hope." -Lo siento, porque me ha dado algún motivo de esperanza. Osmond contempló fijamente el fuego.
Osmond stared into the fire a moment. "I set a great price on my daughter." -Yo valoro en mucho a mi hija.
"You can′t set a higher one than I do. Don′t I prove it by wishing to marry her?" -No la valorará más que yo. ¿No se lo demuestro queriendo casarme con ella?
"I wish to marry her very well," Osmond went on with a dry impertinence which, in another mood, poor Rosier would have admired. -Yo quiero casarla muy bien -replicó Osmond con una seca impertinencia que, en otra tesitura, sin duda habría admirado al pobre Rosier.
"Of course I pretend she′d marry well in marrying me. She couldn′t marry a man who loves her more --or whom, I may venture to add, she loves more." -Yo pretendo, desde luego, que al casarse conmigo ella se casaría muy bien. No podría casarse con un hombre que la amase más, ni a quien... me atrevería a decir, ella amase más.
"I′m not bound to accept your theories as to whom my daughter loves" --and [sic}">Osmond looked up with a quick, cold smile. -Yo no tengo por qué aceptar sus teorías ac erca de a quién mi hija pueda amar-dijo Osmond con una sonrisa breve y fría.
"I′m not theorising. Your daughter has spoken." -No se trata de teorías. Su hija ha hablado.
"Not to me," Osmond continued, now bending forward a little and dropping his eyes to his boot-toes. -Conmigo, no -continuó Osmond, inclinándose un tanto hacia adelante y mirándose las puntas de las botas.
"I have her promise, sir!" cried Rosier with the sharpness of exasperation. -¡Tengo su promesa, señor! -exclamó Rosier con la acritud de la exasperación.
As their voices had been pitched very low before, such a note attracted some attention from the company. Osmond waited till this little movement had subsided; then he said, all undisturbed: "I think she has no recollection of having given it." Como hasta entonces habían hablado en voz muy queda, la exclamación de Rosier despertó cierta atención entre la concurrencia. Osmond esperó, a que se desvaneciera aquel movimiento de curiosidad y luego dijo: -Me parece que ella ya no recuerda haber hecho promesa alguna.
They had been standing with their faces to the fire, and after he had uttered these last words the master of the house turned round again to the room. Before Rosier had time to reply he perceived that a gentleman --a stranger --had just come in, unannounced, according to the Roman custom, and was about to present himself to his host. The latter smiled blandly, but somewhat blankly; the visitor had a handsome face and a large, fair beard, and was evidently an Englishman. Ambos estaban de pie y de cara al fuego, pero pronunciadas estas palabras, el dueño de la casa se volvió nuevamente hacia el salón. Antes de que Rosier tuviese tiempo de replicarle, observó que un caballero, un desconocido, acababa de entrar sin ser anunciado, según la costumbre romana, y venía a presentarse a su anfitrión. Este sonrió suavemente, pero un poco perdido. El visitante, de hermosas facciones y una barba rubia y poblada, era evidentemente un inglés.
"You apparently don′t recognise me," he said with a smile that expressed more than Osmond′s. -Al parecer, no me reconoce usted -dijo con una sonrisa que expresaba mucho más que la de Osmond.
"Ah yes, now I do. I expected so little to see you." -¡Ah, sí! Ahora caigo. Lo que menos me esperaba era verle por aquí; por eso no le reconocí.
Rosier departed and went in direct pursuit of Pansy. He sought her, as usual, in t he neighbouring room, but he again encountered Mrs. Osmond in his path. He gave his hostess no greeting --he was too righteously indignant, but said to her crudely: "Your husband′s awfully cold-blooded." Rosier se apartó y fue directamente en busca de Pansy. Como de costumbre, la buscó en el salón contiguo, pero de nuevo volvió a tropezarse en su camino con la señora Osmond. No la saludó siquiera, pues estaba ta n indignado que sólo atinó a decirle bruscamente: -Su marido tiene una sangre fría increíble.
She gave the same mystical smile he had noticed before. "You can′t expect every one to be as hot as yourself." Ella le dirigió la misma sonrisa mística que ya advirtiera él antes. -No esperará que todos sean tan ardientes como usted.
"I don′t pretend to be cold, but I′m cool. What has he been doing to his daughter?" -Yo no presumo de frío, pero estoy sereno. ¿Qué le ha hecho él a su hija?
"I′ve no idea." -No tengo la menor idea.
"Don′t you take any interest?" Rosier demanded with his sense that she too was irritating. -¿Es que no le interesa saberlo? -preguntó Rosier dándose cuenta de que también ella empezaba a irritarle.
For a moment she answered nothing; then, "No!" she said abruptly and with a quickened light in her eyes which directly contradicted the word. Isabel de momento no le contestó; luego exclamó: -¡No! -Pero en su mirada asomaba un brillo que contradecía de plano esa palabra.
"Pardon me if I don′t believe that. Where′s Miss Osmond?" -Perdóneme si no me lo creo. ¿Dónde está Pansy? par
"In the corner, making tea. Please leave her there." -En el fondo, preparando el té. Por favor, déjela donde está.
Rosier i nstantly discovered his friend, who had been hidden by intervening groups. He watched her, but her own attention was entirely given to her occupation. "What on earth has he done to her?" he asked again imploringly. "He declares to me she has given me up." Rosier descubrió en el acto a su amiga, que los corrillos interpuestos le habían ocultado. La contempló un momento, pero ella estaba completamente absorta en su tarea. -Pero, ¿qué es lo que le ha hecho ese hombre? -volvió a preguntar en tono implorante-. Acaba de decirme que ella ha renunciado a mí.
"She has not given you up," Isabel said in a low tone and without looking at him. -No es cierto, no ha renunciado a usted -dijo Isabel en voz baja y sin mirarle de frente.
"Ah, thank you for that! Now I′ll leave her alone as long as you think proper!" -¡Ah! Gracias por decírmelo. Ahora la dejaré tranquila todo el tiempo que usted quiera.
He had hardly spoken when he saw her change colour, and became aware that Osmond was coming toward her accompanied by the gentleman who had just entered. He judged the latter, in spite of the advantage of good looks and evident social experience, a little embarrassed. "Isabel," said her husband, "I bring you an old friend." Apenas acababa de hablar cuando vio que Isabel cambiaba de color y reparó en que Osmond venía hacia ella acompañado por el caballero recién llegado. Y le pareció que este último, a pesar de su admirable prestancia y su clara desenvoltura social, estaba un poco azorado. -Isabel -dijo el marido-, te traigo a un viejo amigo. A pesar de su sonrisa, la expresión de la señora Osmond no parecía más tranquila que la de su antiguo amigo.
Mrs. Osmond′s face, though it wore a smile, was, like her old friend′s, not perfectly confident. "I′m very happy t o see Lord Warburton," she said. Rosier turned away and, now that his talk with her had been interrupted, felt absolved from the little pledge he had just taken. He had a quick impression that Mrs. Osmond wouldn′t notice what he did. -Me alegro mucho de ver a lord Warburton -dijo. Rosier se apartó y, ahora que su conversación con ella había sido interrumpida, se consideró relevado de la pequeña promesa que acababa de hacer. Además, se le antojó que la señora Osmond no iba a fijarse en lo que él hiciera.
Isabel in fact, to do him justice, for some time quite ceased to observe him. She had been startled; she hardly knew if she felt a pleasure or a pain. Lord Warburton, however, now that he was face to face with her, was plainly quite sure of his own sense of the matter; though his grey eyes had still their fine original property of keeping recognition and attestation strictly sincere. He was "heavier" than of yore and looked older; he stood there very solidly and sensibly. Para ser justos con él diremos que, en efecto, durante un rato Isabel dejó de observarle. Se había sobresaltado, y no sabía a ciencia cierta si sentía placer o dolor. En cambio lord Warburton, ahora que se veía frente a ella, estaba muy seguro de la sensación que a él le producía el encuentro, aunque sus ojos grises conservaban su hermosa y original propiedad de reflejar con sinceridad todo reconocimiento y toda declaración. Estaba mas «lleno» que antaño y parecía más viejo, pero ahí se encontraba, todo él solidez, todo él cordura.
"I suppose you didn′t expect to see me," he said; "I′ve but just arrived. Literally, I only got here this evening. You see I′ve lost no time in coming to pay you my respects. I knew you were at home on Thursdays ." -Supongo que no esperaba verme -dijo-. Acabo de llegar, como quien dice. Esta misma tarde he arribado a Roma, y ya ve que no he perdido tiempo en venir a presentarle mis respetos. Sabía que los jueves recibía usted en casa.
"You see the fame of your Thursdays has spread to England," Osmond remarked to his wife. -Ya ves que la fama de tus jueves ha llegado hasta Inglaterra -hizo observar Osmond a su esposa.
"It′s very kind of Lord Warburton to come so soon; we′re greatly flattered," Isabel said. -Es muy amable por parte de lord Warburton venir tan pronto a vernos. Nos sentimos muy honrados -dijo Isabel.
"Ah well, it′s better than stopping in one of those horrible inns," Osmond went on. -Bueno, siempre es mejor que quedarse en una de esas horribles hosterías -comentó Osmond.
"The hotel seems very good; I think it′s the same at which I saw you four years since. You know it was here in Rome that we first met; it′s a long time ago. Do you remember where I bade you good-bye?" his lordship asked of his hostess. "It was in the Capitol, in the first room." -El hotel parece muy bueno. Creo que es el mismo donde lo vi a usted hace cuatro años. Recordará que nos conocimos aquí en Roma, ¡cuánto hace ya de eso! ¿Se acuerda de dónde me despedí de usted? -preguntó su señoría a su anfitriona-. Fue en el Capitol, en el primer salón.
"I remember that myself," said Osmond. "I was there at the time." -También yo me acuerdo -dijo Osmond-. Yo andaba por allí.
"Yes, I remember you there. I was very sorry to leave Rome --so sorry that, somehow or other, it became almost a dismal memory, and I′ve never cared to come back till to-day. But I knew you were living here, " her old friend went on to Isabel, "and I assure you I′ve often thought of you. It must be a charming place to live in," he added with a look, round him, at her established home, in which she might have caught the dim ghost of his old ruefulness. -En efecto, lo recuerdo. Sentí muchísimo marcharme de Roma entonces... tanto que, no sé por qué, guardo un recuerdo casi triste y hasta ahora no he tenido ganas de volver. -Y, dirigiéndose a Isabel, continuó-: Sabía que vivía usted aquí y le aseguro que la he recordado m uchas veces. Debe de ser muy agradable vivir aquí-agregó con una ojeada circular a aquel hogar de ella, una mirada en la que ella podía haber vislumbrado al pálido fantasma de su antigua tristeza.
"We should have been glad to see you at any time," Osmond observed with propriety. -Nos habría alegrado verle en cualquier momento -señaló Osmond con urbanidad.
"Thank you very much. I haven′t been out of England since then. Till a month ago I really supposed my travels over." -Muy agradecido. Desde entonces no he abandonado Inglaterra. Hasta hace cosa de un mes creí que mis viajes se habían acabado para siempre.
"I′ve heard of you from time to time," said Isabel, who had already, with her rare capacity for such inward feats, taken the measure of what meeting him again meant for her. -He sabido de usted de tiempo en tiempo -dijo Isabel, que ya, con su rara capacidad para las proezas interiores, había calibrado lo que significaba para ella volver a verle.
"I hope you′ve heard no harm. My life has been a remarkably complete blank." -Supongo que no habrá oído nada malo. Mi vida ha sido un paréntesis total.
"Like the good reigns in history," Osmond suggested. He appeared to think his duties as a host now terminated --he had performed them so conscientiously . Nothing could have been more adequate, more nicely measured, than his courtesy to his wife′s old friend. It was punctilious, it was explicit, it was everything but natural --a deficiency which Lord Warburton, who, himself, had on the whole a good deal of nature, may be supposed to have perceived. "I′ll leave you and Mrs. Osmond together," he added. "You have reminiscences into which I don′t enter." -Como los buenos reinados de la historia -apuntó Osmond. Pareci ó dar por terminados sus deberes de anfitrión... convencido de que los había llevado a cabo a conciencia. No cabía nada más propio, más ajustado, que su cortesía con el viejo amigo de su esposa. Era etiquetera, explícita, cualquier cosa menos natural... deficiencia que el mismo lord Warburton, que por lo general era bastante natural en sus actos, debió de haber advertido. Osmond añadió-: Y ahora, con su permiso, le dejo a solas con la señora Osmond. Ustedes dos tienen recuerdos en los que yo no participo.
"I′m afraid you lose a good deal!" Lord Warburton called after him, as he moved away, in a tone which perhaps betrayed overmuch an appreciation of his generosity. Then the visitor turned on Isabel the deeper, the deepest, consciousness of his look, which gradually became more serious. "I′m really very glad to see you." -¡Me temo que sea mucho lo que se pierde! -le despidió lord Warburton según se alejaba, en un tono que acaso traicionaba un exceso de agradecimiento por aquella generosidad. Luego el visitante se volvió a Isabel y la contempló con una honda consciencia en la mirada, que paulatinamente se hizo más ser ia-. Me alegro infinito de volver a verla.
"It′s very pleasant. You′re very kind." -Me complace. Es usted muy amable.
"Do you know that you′re changed --a little?" -¿Sabe usted que está un poquito cambiada?
She just hesitated. "Yes --a good deal." Ella dudó un instante y dijo: -No un poquito; mucho.
"I d on′t mean for the worse, of course; and yet how can I say for the better?" -No quiero decir que para peor, por supuesto. Y, sin embargo, ¿como le voy a decir que para mejor?
"I think I shall have no scruple in saying that to YOU," she bravely returned. -Creo que yo no tendría escrúpulo en decirle eso a usted.
"Ah well, for me --it′s a long time. It would be a pity there shouldn′t be something to show for it." They sat down and she asked him about his sisters, with other enquiries of a somewhat perfunctory kind. He answered her questions as if they interested him, and in a few moments she saw --or believed she saw --that he would press with less of his whole weight than of yore. Time had breathed upon his heart and, without chilling it, given it a relieved sense of having taken the air. Isabel felt her usual esteem for Time rise at a bound. Her friend′s manner was certainly that of a contented man, one who would rather like people, or like her at least, to know him for such. "There′s something I must tell you without more delay," he resumed. "I′ve brought Ralph Touchett with me." -¡Ah! Bueno, yo... ha pasado mucho tiempo. Sería una lástima que no se me notara en nada. Tomaron asiento, y ella le preguntó por sus hermanas, junto con otras interrogaciones de rigor. El respondía a sus preguntas como si le interesasen, y ella no tardó en ver, o creyó ver, que su señoría no iba a presionarla con la fuerza de antaño. El t iempo había soplado sobre el fuego del corazón de lord Warburton y, sin llegar a helarlo, le había proporcionado la sensación reparadora de haber tomado el aire. Isabel sintió crecer de golpe su estima acostumbrada por el Tiempo. La actitud de su amigo era sin duda la de un hombre contento, que quisiera que los demás, al menos ella, le vieran como tal. -Hay una cosa que quiero decirle sin más demora -dijo el caballero-. He traído conmigo a Ralph Touchett.
"Brought him with you?" Isabel′s surprise was great. -¿Que lo ha traído con usted? -La sorpresa de Isabel fue extraordinaria.
"He′s at the hotel; he was too tired to come out and has gone to bed." -Sí. Está en el hotel. Estaba demasiado cansado para salir y se ha metido en la cama.
"I′ll go to see him," she immediately said. -Pues iré yo a verle inmediatamente -dijo ella.
"That′s exactly what I hoped you′d do. I had an idea you hadn′t seen much of him since your marriage, that in fact your relations were a --a little more formal. That′s why I hesitated --like an awkward Briton." -Eso es lo que yo esperaba que hiciese. Tenía la idea de que desde su matrimonio le ha bía visto usted muy poco... de que las relaciones entre ustedes eran... algo distantes. Por eso he titubeado... como corresponde a un torpe británico.
"I′m as fond of Ralph as ever," Isabel answered. "But why has he come to Rome?" The declaration was very gentle, the question a little sharp. -Yo sigo teniéndole a Ralph el mismo cariño de siempre -contestó Isabel-. Pero ¿por qué ha venido a Roma? -Su declaración fue muy dulce; su pregunta, un tanto brusca.
"Because he′s very far gone, Mrs. Osmond." -Pues porque-está muy enfermo, señora Osmond.
"Rome then is no place for him. I heard from him that he had determined to give up his custom of wintering abroad and to remain in England, indoors, in what he called an artificial climate." -Pero Roma no es el sitio indicado para él. Él mismo me comunicó que había decidido abandonar su costumbre de invernar en el extranjero y que pensaba permanecer en Inglaterra, sin salir de casa, en lo que él llama un clima artificial.
"Poor fellow, he doesn′t succeed with the artificial! I went to see him three weeks ago, at Gardencourt, and found him thoroughly ill. He has been getting worse every year, and now he has no strength left. He smokes no more cigarettes! He had got up an artificial climate indeed; the house was as hot as Calcutta. Nevertheless he had suddenly taken it into his head to start for Sicily. I didn′t believe in it --neither did the doctors, nor any of his friends. His mother, as I suppose you know, is in America, so there was no one to prevent him. He stuck to his idea that it would be the saving of him to spend the winter at Catania. He said he could take servants and furniture, could make himself comfortable, but in point of fact he hasn′t brought anything. I wanted him at least to go by sea, to save fatigue; but he said he hated the sea and wished to stop at Rome. After that, though I thought it all rubbish, I made up my mind to come with him. I′m acting as --what do you call it in America? --a kind of moderator. Poor Ralph′s very moderate now. We left England a fortnight ago, and he has been very bad on the way. He can′t keep warm, and the further south we come the more he feels the cold. He has got rather a good man, but I′m afraid he′s beyond human help. I wanted him to take with him some clever fellow --I mean some sharp young doctor; but he wouldn′t hear of it. If you don′t mind my saying so, I think it was a most extraordinary time for Mrs. Touchett to decide on going to America." -Al pobre no le sienta bien lo artificial. Hace tres semanas fui a verle a Gardencourt y lo encontré muy mal. Ha ido empeorando de añ 96o en año, y ya no le quedan fuerzas. Ya ni siquiera fuma. Es verdad que se ha creado un clima artificial; en la casa hacía tanto calor como en la misma Calcuta. Sin embargo, se le había metido en la cabeza irse a Sicilia. Yo no lo creí conveniente..., ni tampoco los médicos, ni ninguno de sus amigos. Ya sabrá usted que su madre está en América, de manera que no había nadie que le parase los pies. Estaba empeñado en que lo único que podía salvarle era pasar el invierno en Catania. Decía que se llevaría consigo muebles y servidumbre, todo lo preciso para estar cómodo, pero lo cierto es que no ha traído nada de eso. Yo quería que, por lo menos, hiciera el viaje por mar para que no se fatigara, pero me dijo que detestaba el mar y quería detenerse en Roma. Visto lo cual, y a pesar de que todo el asunto me parecía una insensa tez, me decidí a venir con él. De modo que estoy haciendo de... ¿cómo dicen ustedes en América?... de una especie de moderador. El pobre Ralph está ya muy moderado. Hace dos semanas que partimos de Inglaterra y ha estado muy enfermo durante todo el viaje. No puede entrar en calor y, cuanto más hacia el Sur vamos yendo, más frío va sintiendo él. Aunque le acompaña un criado bastante eficiente, temo que no tenga ya remedio. Yo quería que se trajera a alguien competente, es decir, algún médico joven y despierto, pero no quiso ni oír hablar del asunto. No lo tome usted a mal, pero creo que la señora Touchett no ha podido escoger peor momento para irse a América.
Isabel had listened eagerly; her face was full of pain and wonder. "My aunt does that at fixed periods and lets nothing turn her aside. When the date comes round she starts; I think she′d have started if Ralph had been dying." Isabel le había escuchado ávidamente; su semblante reflejaba dolor y asombro. -Mi tía tiene sus fechas fijas par a irse, y nada es capaz de detenerla. Cuando llega el día se pone en marcha, suceda lo que suceda; yo creo que lo mismo habría partido aunque Ralph se estuviera muriendo.
"I sometimes think he IS dying," Lord Warburton said. -A veces yo también pienso que sí se está muriendo -contestó lord Warburton.
Isabel sprang up. "I′ll go to him then now." Isabel se levantó como movida por un resorte. -Iré a verle ahora mismo.
He checked her; he was a little disconcerted at the quick effect of his words. "I don′t mean I thought so to-night. On the contrary, to-day, in the train, he seemed particularly well; the idea of our reaching Rome --he′s very fond of Rome, you know --gave him strength. An hour ago, when I bade him good-night, he told me he was very tired, but very happy. Go to him in the morning; that′s all I mean. I didn′t tell him I was coming here; I didn′t decide to till after we had separated. Then I remembered he had told me you had an evening, and that it was this very Thursday. It occurred to me to come in and tell you he′s here, and let you know you had perhaps better not wait for him to call. I think he said he hadn′t written to you." There was no need of Isabel′s declaring that she would act upon Lord Warburton′s information; she looked, as she sat there, like a winged creature held back. "Let alone that I wanted to see you for myself," her vi sitor gallantly added. Lord Warburton la contuvo. Estaba un poco desconcertado por el rápido efecto de sus palabras. -No he querido decir que fuera ésta mi impresión de esta noche. Al contrario, hoy, en el tren, parecía hallarse mucho mejor. El pensar que estábamos llegando a Roma -ya sabe usted cómo le gusta esta ciudad- le daba nuevas fuerzas. Hace una hora, cuando le di las buenas noches, me dijo que se sentía muy cansado, pero muy dichoso. Vaya usted a verle mañ 6ana por la mañana, no pretendo más. Al separarnos, no le dije que iba a venir aquí. Luego recordé que, según me había dicho, usted recibía los jueves, y se me ocurrió venir y decirle a usted que está aquí, y advertirle que no espere a que él venga a visitarla. Creo que me dijo no le había escrito a usted. No era necesario que Isabel se declarase dispuesta a actuar de acuerdo con la información que Warburton le daba; allí sentada, parecía un ser alado al que se le impide echarse a volar. -Además, yo también quería verla -añadió su visitante con galantería.
"I don′t understand Ralph′s plan; it seems to me very wild," she said. "I was glad to think of him between those thick walls at Gardencourt." -No comprendo el plan de Ralph. Me parece una locura. Me tranquilizaba imaginarlo entre los muros de Gardencourt.
"He was completely alone there; the thick walls were his only company." -El pobre estaba allí completamente solo, sin más compañ ía que la de sus gruesas paredes.
"You went to see him; you′ve been extremely kind." -Fue usted muy bueno al ir a verle.
"Oh dear, I had nothing to do," said Lord Warburton. -Bueno, no tenía nada que hacer.
"We hear, on the contrary, that you′re doing great things. Every one speaks of you as a great statesman, and I′m perpetually seeing your name in the _Times_, which, by the way, doesn′t appear to hold it in reverence. You′re apparently as wild a radical as ever." -Al contrario, oímos decir que está usted haciendo grandes cosas. Todo el mundo habla de usted como de un gran estadista y su nombre aparece constantemente en las columnas del Times, donde por cierto no parece que lo quieran mucho. Por lo visto, sigue usted siendo el mismo radical feroz.
"I don′t feel nearly so wild; you know the world has come round to me. Touchett and I have kept up a sort of parliamentary debate all the way from London. I tell him he′s the last of the Tories, and he calls me the King o f the Goths --says I have, down to the details of my personal appearance, every sign of the brute. So you see there′s life in him yet." -Yo no me siento tan feroz; ya sabe que el mundo me va dando la razón. Durante todo el camino, desde Londres, Touchett y yo venimos sosteniendo una especie de debate parlamentario. Yo le digo que es el último de los tories y él me llama «el rey de los godos»... porque dice que hasta en el último detalle de mi apariencia personal se adivina la marca de la barbarie. Ya ve usted que todaví′92a conserva los ánimos.
Isabel had many questions to ask about Ralph, but she abstained from asking them all. She would see for herself on the morrow. She perceived that after a little Lord Warburton would tire of that subject --he had a conception of other possible topics. She was more and more able to say to herself that he had recovered, and, what is more to the point, she was able to say it without bitterness. He had been for her, of old, such an image of urgency, of insistence, of something to be resisted and reasoned with, that his reappearance at first menaced her with a new trouble. But she was now reassured; she could see he only wished to live with her on good terms, that she was to understand he had forgiven her and was incapable of the bad taste of making pointed allusions. This was not a form of revenge, of course; she had no suspicion of his wishing to punish her by an exhibition of disillusionment; she did him the justice to believe it had simply occurred to him that she would now take a good-natured interest in knowing he was resigned. It was the resignation of a healthy, manly nature, in which sentimental wounds could never fester. British politics had cured him; she had known they would. She gave an envious thought to the happier lot of men, who are always free to plunge into the healing waters of action. Lord Warburton of course spoke of the past, but he spoke of it without implications; he even went so far as to allude to their former meeting in Rome as a very jolly time. And he told her he had been immensely interested in hearing of her marriage and that it was a great pleasure for him to make Mr. Osmond′s acquaintance --since he could hardly be said to have made it on the other occasion. He had not written to her at the time of that passage in her history, but he didn ′t apologise to her for this. The only thing he implied was that they were old friends, intimate friends. It was very much as an intimate friend that he said to her, suddenly, after a short pause which he had occupied in smiling, as he looked about him, like a person amused, at a provincial entertainment, by some innocent game of guesses -- Isabel tenía muchas preguntas que hacerle acerca de Ralph, pero se abstuvo; ya se enteraría por sí misma a la mañana siguiente. Se daba cuenta de que, al cabo de un rato, lord Warburton se cansaría de hablar de ese asunto; y tenía otros posibles temas de conversación. Cada vez se sentía más capaz de decirse a sí misma que su señoría se había recobrado y... cosa aún más importante... de decírselo sin amargura. Tiempo atrás lord Warburton había sido para ella la imagen viviente del apremio, de la insistencia, de una fuerza con la que era preciso luchar y razonar; y al principio su aparición la había amenazado con nuevas complicaciones. Pero ahora se sentía completamente tranquila, pues veía que sólo quería estar en buenas relaciones con ella, que le daba a entender que la había ya perdonado y que nunca tendría el mal gusto de hacer alusiones intencionadas. Por supuesto, no era aquello una forma de vengarse; no albergaba ella la sospecha de que quisiese castigarla mostrando su desengaño, y fue justa con él al creer que se le había ocurrido que a ella le agradaría saber que estaba resignado. Era la resignación de un temperamento sano y varonil, en el que las heridas sentimentales no llegarían nunca a enconarse. La política inglesa le había curado, como ella había pensado que ocurriría. Y pensó con envidia en la suerte de los hombres, que siempre pueden zambullirse en las aguas curativas de la acción. Lord Warburton hablaba, como no, del pasado, pero sin segundas; incluso llegó a aludir a su anterior encuentro en Roma como a un episodio feliz. Y le dijo que le habí a interesado mucho la noticia de su matrimonio y que le resultaba un gran placer conocer al señor Osmond... ya que no podía decirse que lo hubiera conocido en aquella otra ocasión. No había escrito a Isabel por la época de aquel pasaje de su vida, pero no le pidió disculpas por ello. Lo único que se traslucía de su actitud era que eran viejos amigos, amigos íntimos. Muy de amigo íntimo fue el tono con el que le dijo de súbito, después de una breve pausa que llenó con su sonrisa mientras miraba a su alrededor como el que se entretiene, en una reunión provinciana, con un juego de adivinanzas...
"Well now, I suppose you′re very happy and all that sort of thing?" -Bien, supongo que ahora será usted dichosa... y todo lo que suele decirse.
Isabel answered with a quick laugh; the tone of his remark struck her almost as the accent of comedy. "Do you suppose if I were not I′d tell you?" Isabel respondió con una carcajada: su entonación le había hecho tanta gracia como un acento de comedia. -¿Se imagina que, si no lo fuera, se lo iba a decir?
"Well, I don′t know. I don′t see why not." -Pues no lo sé. No veo por qué no.
"I do then. Fortunately, however, I′m very happy." -Pues, sí, se lo diré. Afortunadamente, soy feliz.
"You′ve got an awfully good house." -Tienen ustedes una casa espléndida.
"Yes, it′s very pleasant. But that′s not my merit --it′s my husband′s." -Cierto, es muy agradable. Pero el mérito no es mío, sino de mi marido.
"You mean he has arran ged it?" -¿Quiere decir que la ha puesto él?
"Yes, it was nothing when we came." -Sólo él. Cuando llegamos no valía nada.
"He must be very clever." -Debe de ser un hombre de talento.
"He has a genius for upholstery," said Isabel. -Es un genio para las tapicerías -dijo Isabel.
"There′s a great rage for that sort of thing now. But you must have a taste of your own." -Ahora se ha puesto de moda ese tipo de cosas -observó lord Warburton-. Pero usted tendrá su propio gusto.
"I enjoy things when they′re done, but I′ve no ideas. I can never propose anything." -Soy capaz de disfrutar de las cosas cua ndo las veo ya instaladas, pero no tengo ideas. Nunca se me ocurre proponer nada.
"Do you mean you accept what others propose?" -O sea, que acepta lo que otros proponen.
"Very willingly, for the most part." -De muy buen grado, casi siempre.
"That′s a good thing to know. I shall propose to you something." -Me alegro de saberlo. Yo le propondré algo.
"It will be very kind. I must say, however, that I′ve in a few small ways a certain initiative. I should like for instance to introduce you to some of these people." -Será muy amable por su parte. De todos modos, debo confesar que para algunas cosas pequeñas tengo cierta iniciativa. Por ejemplo, me gustaría presentarle a algunas de estas personas.
"Oh, please don′t; I prefer sitting here. Unless it be to that young lady in the blue dress. She has a c harming face." -No, por favor, no lo haga. Prefiero seguir aquí sentado. A menos que quiera presentarme a esa señorita de azul; tiene una expresión encantadora.
"The one talking to the rosy young man? That′s my husband′s daughter." -¿La que está hablando con ese joven rubicundo? Es la hija de mi marido.
"Lucky man, your husband. What a dear little maid!" -¡Dichoso él! ¡Qué criatura tan encantadora!
"You must make her acquaintance." -Venga a conocerla.
"In a moment --with pleasure. I like looking at her from here." He ceased to look at her, however, very soon; his eyes constantly reverted to Mrs. Osmond. "Do you know I was wrong just now in saying you had changed?" he presently went on. "You seem to me, after all, very much the same." -Dentro de un instante, por favor. Me gusta contemplarla desde aquí. -Pero pronto dejó de mirarla, sus ojos volvían constantemente a la señora Osmond-. ¿Sabe usted que me equivocaba hace un momento al decirle que ha cambiado? -prosiguió al fin-. Después de todo, me parece usted la misma.
"And yet I find it a great change to be married," said Isabel with mild gaiety. -Sin embargo, a mí me parece un gran cambio estar casada -dijo Isabel con suave jovialidad.
"It affects most people more than it has affected you. You see I haven′t gone in for that." -A casi todo el mundo le afecta más de lo que la ha afectado a usted. Ya ve, yo no me he decidido.
"It rather surprises me." -Y no deja de sorprenderme.
"You ought to understand it, Mrs. Osmond. But I do want to marry," he added more simply. r -Debería usted comprenderlo, señora Osmond. Pero es verdad que quiero casarme -añadió con mayor sencillez.
"It ought to be very easy," Isabel said, rising --after which she reflected, with a pang perhaps too visible, that she was hardly the person to say this. It was perhaps because Lord Warburton divined the pang that he generously forbore to call her attention to her not having contributed then to the facility. -Debería serle fácil -dijo Isabel levant u225ándose. Pero en el acto pensó, con pena tal vez harto visible, que ella no era la persona más indicada para decir semejante cosa. Y, como quizás adivinó ese dolor, lord Warburton se abstuvo de recordarle que, en su momento, ella no había contribuido precisamente a esta facilidad.
Edward Rosier had meanwhile seated himself on an ottoman beside Pansy′s tea-table. He pretended at first to talk to her about trifles, and she asked him who was the new gentleman conversing with her stepmother. Edward Rosier se había sentado entretanto en una otomana junto a la mesa donde Pansy hacía el té. Al principio simuló querer hablar de naderías y ella le preguntó quién era el caballero desconocido que conversaba con su madrastra.
"He′s an English lord," said Rosier. "I don′t know more." -Es un lord inglés. No sé más dije Roser.
"I wonder if he′ll have some tea. The English are so fond of tea." -Puede que quiera tomar una taza de té. A los ingleses les gusta mucho el té.
"Never mind that; I′ve something particular to say to you." -No se preocupe de eso. Tengo algo muy importante que decirle.
"Don′t speak so loud --every one will hear," said Pansy. -No hable tan alto, todo el mundo le va a oír -dijo Pansy.
"They won′t hear if you continue to l ook that way; as if your only thought in life was the wish the kettle would boil." -Seguro que no oirán nada si continúa usted con ese gesto como si su única preocupación en la vida fuera que el calentador llegara a hervir.
"It has just been filled; the servants never know!" --and she sighed with the weight of her responsibility. -Acaban de llenarlo, los criados no saben nunca su obligación -dijo la jovencita con un hondo suspiro, como abrumada por el enorme peso de su responsabilidad.
"Do you know what your father said to me just now? That you didn′t mean what you said a week ago." -¿Sabe lo que me acaba de decir su padre? Que no decía usted en serio lo que me dijo la semana pasada.
"I don′t mean everything I say. How can a young girl do that? But I mean what I say to YOU." -Yo no hablo siempre en serio. ¿Qué muchacha joven puede hacer semejante cosa? Pero con usted habló en serio.
"He told me you had forgotten me." -Él dice que usted ya me ha olvidado.
"Ah no, I don′t forget," said Pansy, showing her pretty teeth in a fixed smile. -Eso sí que no, yo no olvido tan fácilmente -dijo Pansy mostrando sus bonitos dientes en una sonrisa fija.
"Then everything′s just the very same?" -Entonces, ¿todo sigue exactamente igual?
"Ah no, not the very same. Papa has been terribly severe." -¡Ah! No, ni mucho menos. Papá ha estado muy severo conmigo.
"What has he done to you?" -¿Qué le ha hecho a usted?
"He asked me what YOU had done to me, and I told him everything. Then he forbade me to marry yo u." -Me ha preguntado qué me había dicho usted y yo se lo he contado todo. Me ha prohibido que me case con usted.
"You needn′t mind that." -Pero de eso no hay que hacer caso.
"Oh yes, I must indeed. I can′t disobey papa." -Ah, sí. Tengo que hacerlo. No puedo desobedecer a papá.
"Not for one who loves you as I do, and whom you pretend to love?" -¿Ni siquiera por alguien que la quiere como yo, y a quien usted dice querer?
She raised the lid of the tea-pot, gazing into this vessel for a moment; then she dropped six words into its aromatic depths. "I love you just as much." La jovencita levantó la tapa del recipiente y atisbo en su interior. Después dejó caer seis palabras en sus aromáticas profundidades. -Yo le quiero a usted igual.
"What good will that do me?" -¿ c0Y eso de qué me va a servir?
"Ah," said Pansy, raising her sweet, vague eyes, "I don′t know that." -Ah, no lo sé -dijo Pansy alzando su mirada dulce e inocente.
"You disappoint me," groaned poor Rosier. -Me decepciona usted -gimió el pobre Rosier.
She was silent a little; she handed a tea-cup to a servant. "Please don′t talk any more." Calló ella un instante, y dio una taza de té al criado diciendo por lo bajo: -Por favor, no siga hablando.
"Is this to be all my satisfaction?" -¿Con esto debo darme por satisfecho?
"Papa said I was not to talk with you." -Papá ha dicho que no debo hablar con usted.
"Do you sacrifice me like that? Ah, it′s too much!" -¿Y usted me sacrifica de esa manera? ¡Vamos, esto es demasiado!
"I wish you′d wait a little," said the girl in a voice just distinct enough to betray a quaver. -Debe esperar un poco -dijo la joven, en voz apenas lo bastante perceptible para que se advirtiera un temblor.
"Of course I′ll wait if you′ll give me hope. But you take my life away." -Si me diera alguna esperanza, claro que esperaría. Pero me quita usted la vida.
"I′ll not give you up --oh no!" Pansy went on. -Nunca renunciaré a usted... ¡eso no! -siguió diciendo Pansy.
"He′ll try and make you marry some one else." -Pero él tratará de que se case con otro.
"I′ll never do that." -Yo no haré nunca semejante cosa.
"What then are we to wait for?" ¿A qué esperamos, entonces?
She hesitated again. "I′ll speak to Mrs. Osmond and she′ll help us." It was in this manner that she for the most part designated her stepmother. La joven titubeó nuevamente. -Yo hablaré con la señora Osmond y ella nos ayudará. -Era así como casi siempre llamaba a su madrastra.
"She won′t help us much. She′s afraid." -No nos ayudará gran cosa, porque tiene miedo.
"Afraid of what?" ¿Miedo, de qué?
"Of your father, I suppose." De su padre, supongo.
Pansy shook her little head. "She′s not afraid of any one. We must have patience." Pansy meneó la cabecita en señal de negación. -Ella no tiene miedo de nada. Tenemos que tener paciencia.
"Ah, that′s an awful word," Rosier groa ned; he was deeply disconcerted. Oblivious of the customs of good society, he dropped his head into his hands and, supporting it with a melancholy grace, sat staring at the carpet. Presently he became aware of a good deal of movement about him and, as he looked up, saw Pansy making a curtsey --it was still her little curtsey of the convent --to the English lord whom Mrs. Osmond had introduced. -¡Ah, qué palabra tan horrible! -gimió Rosier, profundamente desconcertado. Olvidándos e de las regías de la buena sociedad, sepultó la cabeza entre las manos y, sosteniéndola con elegante melancolía, se quedó mirando fijamente a la alfombra. Al rato notó mucho movimiento a su alrededor y, al alzar los ojos, vio que Pansy saludaba con una reverencia -la pequeña reverencia aprendida en el convento- al lord inglés a quien su madrastra la estaba presentando.  






CHAPTER 39

39

It will probably not surprise the reflective reader that Ralph Touchett should have seen less of his cousin since her marriage than he had done before that event --an event of which he took such a view as could hardly prove a confirmation of intimacy. He had uttered his thought, as we know, and after this had held his peace, Isabel not having invited him to resume a discussion which marked an era in their relations. That discussion had made a difference --the difference he feared rather than the one he hoped. It had not chilled the girl′s zeal in carrying out her engagement, but it had come dangerously near to spoiling a friendship. No reference was ever again made between them to Ralph′s opinion of Gilbert Osmond, and by surrounding this topic with a sacred silence they managed to preserve a semblance of reciprocal frankness. But there was a differe nce, as Ralph often said to himself --there was a difference. She had not forgiven him, she never would forgive him: that was all he had gained. She thought she had forgiven him; she believed she didn′t care; and as she was both very generous and very proud these convictions represented a certain reality. But whether or no the event should justify him he would virtually have done her a wrong, and the wrong was of the sort that women remember best. As Osmond′s wife she could never again be his friend. If in this character she should enjoy the felicity she expected, she would have nothing but contempt for the man who had attempted, in advance, to undermine a blessing so dear; and if on the other hand his warning should be justified the vow she had taken that he should never know it would lay upon her spirit such a burden as to make her hate him. So dismal had been, during the year that followed his cousin′s marriage, Ralph′s prevision of the future; and if his meditati ons appear morbid we must remember he was not in the bloom of health. He consoled himself as he might by behaving (as he deemed) beautifully, and was present at the ceremony by which Isabel was united to Mr. Osmond, and which was performed in Florence in the month of June. He learned from his mother that Isabel at first had thought of celebrating her nuptials in her native land, but that as simplicity was what she chiefly desired to secure she had finally decided, in spite of Osmond′s professed willingness to make a journey of any length, that this characteristic would be best embodied in their being married by the nearest clergyman in the shortest time. The thing was done therefore at the little American chapel, on a very hot day, in the presence only of Mrs. Touchett and her son, of Pansy Osmond and the Countess Gemini. That severity in the proceedings of which I just spoke was in part the result of the absence of two persons who might have been looked for on the o ccasion and who would have lent it a certain richness. Madame Merle had been invited, but Madame Merle, who was unable to leave Rome, had written a gracious letter of excuses. Henrietta Stackpole had not been invited, as her departure from America, announced to Isabel by Mr. Goodwood, was in fact frustrated by the duties of her profession; but she had sent a letter, less gracious than Madame Merle′s, intimating that, had she been able to cross the Atlantic, she would have been present not only as a witness but as a critic. Her return to Europe had taken place somewhat later, and she had effected a meeting with Isabel in the autumn, in Paris, when she had indulged --perhaps a trifle too freely --her critical genius. Poor Osmond, who was chiefly the subject of it, had protested so sharply that Henrietta was obliged to declare to Isabel that she had taken a step which put a barrier between them. "It isn′t in the least that you′ve married --it is that you have married HI M," she had deemed it her duty to remark; agreeing, it will be seen, much more with Ralph Touchett than she suspected, though she had few of his hesitations and compunctions. Henrietta′s second visit to Europe, however, was not apparently to have been made in vain; for just at the moment when Osmond had declared to Isabel that he really must object to that newspaper-woman, and Isabel had answered that it seemed to her he took Henrietta too hard, the good Mr. Bantling had appeared upon the scene and proposed that they should take a run down to Spain. Henrietta′s letters from Spain had proved the most acceptable she had yet published, and there had been one in especial, dated from the Alhambra and entitled ′Moors and Moonlight,′ [sic}">which generally passed for her masterpiece. Isabel had been secretly disappointed at her husband′s not seeing his way simply to take the poor girl for funny. She even wondered if his sense of fun, or of the funny --which would be his sens e of humour, wouldn′t it? --were by chance defective. Of course she herself looked at the matter as a person whose present happiness had nothing to grudge to Henrietta′s violated conscience. Osmond had thought their alliance a kind of monstrosity; he couldn′t imagine what they had in common. For him, Mr. Bantling′s fellow tourist was simply the most vulgar of women, and he had also pronounced her the most abandoned. Against this latter clause of the verdict Isabel had appealed with an ardour that had made him wonder afresh at the oddity of some of his wife′s tastes. Isabel could explain it only by saying that she liked to know people who were as different as possible from herself. "Why then don′t you make the acquaintance of your washerwoman?" Osmond had enquired; to which Isabel had answered that she was afraid her washerwoman wouldn′t care for her. Now Henrietta cared so much. Al lector reflexivo no le sorprenderá demasiado el hecho de que Ralph Touchett hubiese visto mucho menos a su prima después de su boda de lo que solía verla antes de tal acontecimiento... acontecimiento que a sus ojos revestía un carácter que difícilmente confirmaba la intimidad entre ellos dos. Como ya sabemos, había formulado su pensamiento y luego había callado, toda vez que ella no le había invitado a reanudar una discusión que había marcado un hito en sus relaciones. Esa discusión había instaurado una diferencia -diferencia que él temía más que esperaba-. No había enfriado el celo de la joven por llevar adelante su compromiso, y sí había estado a punto de echar a pique una gran amistad. Jamás s e volvió a aludir entre ellos a lo que Ralph opinaba acerca de Gilbert Osmond, de modo que, rodeando ese tema de un silencio sagrado, lograron ambos conservar una apariencia de recíproca franqueza. Pero había una diferencia, como Ralph acostumbraba a decirse en sus soliloquios... había una diferencia. Y era que ella no le había perdonado, que no le perdonaría jamás... y eso era todo lo que él había ganado. Isabel creía haberle perdonado, creía no dar importancia al asunto, y se sentía a la vez generosa y ufana de que tales convicciones representaran una cierta realidad. Pero, aun en el caso de que el tiempo llegara a darle la razón a Ralph Touchett, lo cierto era que él la había agraviado, y ese agravio era de los que las mujeres olvidan rara vez. En su calidad de esposa de Osmond ella no podía volver a ser su amiga. Si en esa condición llegaba a gozar de la dicha que esperaba, entonces no experimentaría sino desprecio por el hombre que de antemano había querido socavar semejante dicha; y, si, por el contrarío, la advertencia de Ralph resultaba justificada, la promesa que ella se hiciera a sí misma de que él jamás lo sabría sería una carga tan pesada sobre su ánimo que la obligaría a odiarlo. Así de fúnebre había sido, durante el año que siguió a la boda de su prima, la previsión del futuro que Ralph se hacía; y si sus meditaciones nos parecen mórbidas, preciso es recordar que su salud no era floreciente. Ralph se consoló como Dios le dio a entender, y obrando (como se lo había propuesto) con hidalguía, estuvo presente en la ceremonia que unió a Isabel en matrimonio con Osmond, la cual tuvo lugar en Florencia durante el mes de ju nio. Su madre le había dicho que Isabel pensó en un principio celebrar la boda en su país natal, pero, como lo que más le interesaba era la sencillez del acto, acabó por resolver, a pesar de las declaraciones de Osmond de estar dispuesto a viajar adonde hiciera falta, que lo que mejor encarnaba ese principio era casarse ante el clérigo más próximo y en el tiempo más breve. Así pues, la ceremonia tuvo lugar en la pequeña capilla americana, en un día tremendamente caluroso y con la única presencia de la señora Touchett y de su hijo, de la condesa Gemini y Pansy. Esa sencillez de actuación que acabo de referir fue en parte resultado de la ausencia de dos personas que habrían podido asistir al acto y lo hubieran sin duda realzado. Madame Merle había sido invitada, pero, al no poder abandonar Roma, escribió una deliciosa carta de exc usas. Henrietta Stackpole, en cambio, no había sido invitada, pues su partida de América, que el señor Goodwood anunciara a Isabel, se había visto frustrada por deberes de su profesión; pero había enviado una carta, menos gentil que la de madame Merle, haciendo saber que, si le hubiese sido posible cruzar el océano, habría asistido a la boda, no sólo en calidad de testigo sino también en la de crítico. Su vuelta a Europa se produjo algo más tarde, y durante el otoño tuvo un encuentro con Isabel en París, en cuya ocasión dio rienda suelta, acaso con excesiva libertad, a su ingenio crítico. El pobre Osmond, que constituía el objeto de tan acerbas censuras, había protestado con tanta viveza que Henrietta tuvo que comunicar a Isabel que el paso que ésta había dado era una barrera alzada entre las dos. «No s e trata de que te hayas casado, sino de que te hayas casado con él», se creyó Henrietta en el deber de declarar; en lo cual, sin ella sospecharlo, venía a estar de acuerdo con Ralph Touchett, aunque sin las vacilaciones y los arrepentimientos de éste. De todos modos, la segunda visita de Henrietta a Europa no había sido en vano, pues en el preciso momento en que Osmond declaraba ante Isabel que no podía por menos de poner reparos a la periodista, y en que Isabel replicaba que era demasiado duro con ella, había entrado de pronto en escena el bueno del señor Bantling proponiendo un viaje a España. Las crónicas de Henrietta desde España resultarían ser las más celebradas de cuantas publicara hasta entonces, sobre todo una, enviada desde la Alhambra de Granada y titulada «Los moros y la luna», que en la opinión general quedó como su obra maestra. Isabel se había llevado una secreta decepción al ver que su marido no sabía optar por el sencillo recurso de tomarse a broma a la pobre chica. Y llegó a preguntarse si su sentido de la diversión, o de lo divertido –que sería su sentido del humor, ¿no?- no sería acaso deficiente. Huelga decir que, por su parte, Isabel contemplaba la cuestión como persona en cuya actual felicidad no podía hacer mella la conciencia ofendida de Henrietta Stackpole. Osmond había considerado la alianza entre ellas algo así como una terrible monstruosidad, y no le cabía en la cabeza que pudiesen tener nada de común. A sus ojos, la compañera turística del señor Bantling era la mujer más vulgar del mundo, y a esa calificación había añadido otra: la de que era de costumbres muy relajadas. Isabel protestó′97 contra la última cláusula del veredicto con un ardor que le hizo asombrarse, una vez más, de lo extraños que eran algunos gustos de su esposa. Isabel no tenía otra explicación del caso que la de que le gustaba conocer a personas lo más diferentes posible de sí misma. «Entonces ¿por qué no haces amistad con tu lavandera?», había inquirido su marido. Isabel le contestó que temía que su lavandera no la quisiera. Henrietta sí la quería, y mucho.
Ralph had seen nothing of her for t he greater part of the two years that had followed her marriage; the winter that formed the beginning of her residence in Rome he had spent again at San Remo, where he had been joined in the spring by his mother, who afterwards had gone with him to England, to see what they were doing at the bank --an operation she couldn′t induce him to perform. Ralph had taken a lease of his house at San Remo, a small villa which he had occupied still another winter; but late in the month of April of this second year he had come down to Rome. It was the first time since her marriage that he had stood face to face with Isabel; his desire to see her again was then of the keenest. She had written to him from time to time, but her letters told him nothing he wanted to know. He had asked his mother what she was making of her life, and his mother had simply answered that she supposed she was making the best of it. Mrs. Touchett had not the imagination that communes with the unseen, and she now pretended to no intimacy with her niece, whom she rarely encountered. This young woman appeared to be living in a sufficiently honourable way, but Mrs. Touchett still remained of the opinion that her marriage had been a shabby affair. It had given her no pleasure to think of Isabel′s establishment, which she was sure was a very lame business. From time to time, in Florence, she rubbed against the Countess Gemini, doing her best always to minimise the contact; and the Countess reminded her of Osmond, who made her think of Isabel. The Countess was less talked of in these days; but Mrs. Touchett augured no good of that: it only proved how she had been talked of before. There was a more direct suggestion of Isabel in the person of Madame Merle; but Madame Merle′s relations with Mrs. Touchett had undergone a perceptible change. Isabel′s aunt had told her, without circumlocution, that she had played too ingenious a part; and Madame Merle, who never quarrelled with any one, who appeared to think no one worth it, and who had performed the miracle of living, more or less, for several years with Mrs. Touchett and showing no symptom of irritation --Madame Merle now took a very high tone and declared that this was an accusation from which she couldn′t stoop to defend herself. She added, however (without stooping), that her behaviour had been only too simple, that she had believed only what she saw, that she saw Isabel was not eager to marry and Osmond not eager to please (his repeated visits had been nothing; he was boring himself to death on his hill-top and he came merely for amusement). Isabel had kept her sentiments to herself, and her journey to Greece and Egypt had effectually thrown dust in her companion′s eyes. Madame Merle accepted the event --she was unprepared to think of it as a scandal; but that she had played any part in it, double or single, was an imputation against which she proudly protested. It was doubtless in conse quence of Mrs. Touchett′s attitude, and of the injury it offered to habits consecrated by many charming seasons, that Madame Merle had, after this, chosen to pass many months in England, where her credit was quite unimpaired. Mrs. Touchett had done her a wrong; there are some things that can′t be forgiven. But Madame Merle suffered in silence; there was always something exquisite in her dignity. Ralph no la había visto durante los dos años siguientes a su matrimonio. El invierno que marcó el comienzo de la residencia de ella en Roma lo pasó él nuevamente en San Remo, donde en la primavera se unió su madre; después marchó con él a Inglaterra, a ver qué hacían en el banco.. .. operación que ella no había conseguido inducirle a realizar. Ralph había alquilado una casa en San Remo, una pequeña villa que siguió habitando otro invierno más, pero a fines de abril de ese segundo año fue a Roma. Era la primera vez desde la boda de Isabel que se encontraba frente a frente con ella, y su deseo de volver a verla se había hecho agudísimo. Isabel había seguido su costumbre de escribirle de vez en cuando, mas sus cartas no le decían nada de lo que deseaba saber. Había preguntado a su madre qué hacía Isabel con su vida, y su madre se limitó a contestarle que suponía que estaba sacándole el f mejor partido posible. La imaginación de la señora Touchett no era de las que se comunican con lo invisible, y ahora no presumía de intimidad con su sobrina, a la que rara vez veía. Esta joven daba l a impresión de llevar una existencia harto honorable, si bien la señora Touchett seguía opinando que ese matrimonio había sido un desastre. Tampoco le resultaba agradable pensar en la situación de Isabel, que consideraba lamentable. De vez en cuando, en Florencia, se topaba con la condesa Gemini, y hacía todo lo posible por reducir al mínimo el contacto, pero, por su parte, la condesa le recordaba a Osmond, lo que la llevaba a pensar en Isabel. Era cierto que en los últimos tiempos se hablaba menos de la condesa, pero eso le daba mala espina a la señora Touchett; sólo venía a demostrar lo mucho que antes se había hablado de ella. Había sugerencias más directas de Isabel en la persona ′ de madame Merle, pero las relaciones de ésta con Lydia Touchett habían sufrido un sensible cambio. La tía de Isabel le había dicho, sin rodeos, qu e había desempeñado un papel demasiado ingenioso en el asunto de la boda de la sobrina; y madame Merle, que jamás reñía con nadie, pues al parecer no consideraba que nadie lo valiera, y que había realizado el milagro de vivir varios años con la señora Touchett sin mostrar señales de irritación... madame Merle adoptó entonces un tono muy altanero y proclamó que aquélla era una acusación que no iba a rebajarse a rebatir. Y añadió, no obstante (sin rebajarse), que en todo caso su comportamiento había sido demasiado simple, puesto que se había limitado a creer lo que veía, o sea que Isabel no mostraba impaciencia alguna por casarse ni Osmond por agradar (a pesar de sus reiteradas visitas, que nada suponían, a no ser que el pobre se moría de aburrimiento en lo alto de su colina y la visitaba tan sólo po r entretenerse). Isabel había guardado sus sentimientos para sí misma, pero el viaje a Grecia y a Egipto había sido una cortina de humo para su compañera. Madame Merle aceptó el evento... no tenía por qué parecerle escandaloso. Pero el que ella hubiese tenido parte alguna, doble o sencilla, era una imputación que rechazaba con orgullo. Debido sin duda a esa actitud de la señora Touchett y a la ofensa que entrañaba para las costumbres consagradas por tantas y tan gratas temporadas, madame Merle decidió pasar muchos meses seguidos en Inglaterra, donde su prestigio continuaba incólume. La señora Touchett la había ofendido, y hay cosas que no se pueden perdonar. Sin embargo, madame Merle sufría en silencio; siempre había algo de exquisito en su austera dignidad.
Ralph, as I say, had wished to see for himself; but while engaged in this pursuit he had yet felt afresh what a fool he had been to put the girl on her guard. He had played the wrong card, and now he had lost the game. He should see nothing, he should learn nothing; for him she would always wear a mask. His true line would have been to profess delight in her union, so that later, when, as Ralph phrased it, the bottom should fall out of it, she might have the pleasure of saying to him that he had been a goose. He would gladly have consented to pas s for a goose in order to know Isabel′s real situation. At present, however, she neither taunted him with his fallacies nor pretended that her own confidence was justified; if she wore a mask it completely covered her face. There was something fixed and mechanical in the serenity painted on it; this was not an expression, Ralph said --it was a representation, it was even an advertisement. She had lost her child; that was a sorrow, but it was a sorrow she scarcely spoke of; there was more to say about it than she could say to Ralph. It belonged to the past, moreover; it had occurred six months before and she had already laid aside the tokens of mourning. She appeared to be leading the life of the world; Ralph heard her spoken of as having a "charming position." He observed that she produced the impression of being peculiarly enviable, that it was supposed, among many people, to be a privilege even to know her. Her house was not open to every one, and she had an evenin g in the week to which people were not invited as a matter of course. She lived with a certain magnificence, but you needed to be a member of her circle to perceive it; for there was nothing to gape at, nothing to criticise, nothing even to admire, in the daily proceedings of Mr. and Mrs. Osmond. Ralph, in all this, recognised the hand of the master; for he knew that Isabel had no faculty for producing studied impressions. She struck him as having a great love of movement, of gaiety, of late hours, of long rides, of fatigue; an eagerness to be entertained, to be interested, even to be bored, to make acquaintances, to see people who were talked about, to explore the neighbourhood of Rome, to enter into relation with certain of the mustiest relics of its old society. In all this there was much less discrimination than in that desire for comprehensiveness of development on which he had been used to exercise his wit. There was a kind of violence in some of her impulses, of crudity in some of her experiments, which took him by surprise: it seemed to him that she even spoke faster, moved faster, breathed faster, than before her marriage. Certainly she had fallen into exaggerations --she who used to care so much for the pure truth; and whereas of old she had a great delight in good-humoured argument, in intellectual play (she never looked so charming as when in the genial heat of discussion she received a crushing blow full in the face and brushed it away as a feather), she appeared now to think there was nothing worth people′s either differing about or agreeing upon. Of old she had been curious, and now she was indifferent, and yet in spite of her indifference her activity was greater than ever. Slender still, but lovelier than before, she had gained no great maturity of aspect; yet there was an amplitude and a brilliancy in her personal arrangements that gave a touch of insolence to her beauty. Poor human-hearted Isabel, what perversit y had bitten her? Her light step drew a mass of drapery behind it; her intelligent head sustained a majesty of ornament. The free, keen girl had become quite another person; what he saw was the fine lady who was supposed to represent something. What did Isabel represent? Ralph asked himself; and he could only answer by saying that she represented Gilbert Osmond. "Good heavens, what a function!" [sic}">he then woefully exclaimed. He was lost in wonder at the mystery of things. Como ya he dicho, Ralph había querido ver la verda d por sí mismo, pero al intentarlo había vuelto a percatarse de lo necio que había sido al poner en guardia a su prima. Había jugado la carta equivocada, y ahora tenía perdida la partida. Ya no iba a ver ni a saber nada, pues ella llevaría siempre una máscara para él. El acierto habría consistido en mostrarse encantado con la boda, y así después, cuando, como Ralph decía, la cosa hiciera agua, ella podría haberse dado el gusto de decirle que había sido un necio. De buena gana hubiera él pasado por mentecato con tal de conocer la verdadera situación de Isabel. Ahora, en cambio, ella no le reprochaba sus falacias, ni tampoco presumía de haber acertado al depositar su propia confianza. Si llevaba una máscara, era de las que cubrían por completo el rostro. La serenidad que en su semblante se pintaba era algo fijo y mecá 87nico; no era una expresión, se decía Ralph, sino una representación, incluso una especie de anuncio. Isabel había perdido a su hijo, lo cual era un motivo de dolor, un dolor del que apenas hablaba; había más cosas que decir respecto de las que ella podía decirle a Ralph. Además, eso pertenecía al pasado, había ocurrido seis meses atrás, y ella se había quitado ya la ropa de luto. Al parecer, ella llevaba una vida mundana. Ralph oyó decir que su posición social era «extraordinaria». Por su parte, él observó que su prima producía la impresión de ser peculiarmente digna de envidia, incluso que suponía un gran privilegio llegar a conocerla. En efecto, su casa no se abría a todo e! mundo y tenía cada semana una tarde de recibo a la que no invitaba así como así. Vivía Is abel con cierta magnificencia, pero había que ser miembro de su círculo para advertirlo, pues en la vida ordinaria del señor Osmond y de su esposa no había nada que mirar boquiabierto, nada que criticar, nada siquiera que admirar. Ralph reconocía en todo ello la mano del maestro, pues sabía que Isabel no tenía la facultad de producir unas impresiones estudiadas. Le pareció que su prima mostraba una gran afición al movimiento, a la alegría, al trasnoche, a las largas correrías a caballo, a la fatiga; un anhelo insaciable de entretenerse, de interesarse, incluso de aburrirse, de entablar conocimientos, de ver a gente nombrada y de explorar los alrededores de Roma, de entrar en relación con algunas de las reliquias más fosilizadas de su vieja sociedad. En todo eso había mucha menos selección que en aquel deseo de una madurez que todo lo abarcara, aquel des eo que tantas veces había servido para Ralph de blanco de su ingenio. En algunos de los impulsos de Isabel había una especie de violencia, en algunos de sus experimentos había cierta tosquedad, que a Ralph le causaron honda sorpresa; y hasta le pareció que ella hablaba más deprisa, se movía más deprisa, incluso comía más deprisa que antes de casarse. Era indudable que Isabel había incurrido en exageraciones..., ella, a la que antes tanto preocupaba la verdad, y, si en otro tiempo hallaba un verdadero deleite en la polémica bienhumorada, en el juego del intelecto (nunca parecía tan encantadora como cuando, en el calor de la discusión, recibía un tremendo golpe espiritual en pleno rostro, golpe que ella se apartaba como si fuera una pluma), ahora diríase que todo le daba igual y que no atribuía importancia ni a estar de acuerdo con los demá 87s ni a disentir de ellos. Si antes había sido curiosa, parecía ahora indiferente, y, sin embargo, a pesar de su indiferencia, su actividad resultaba mayor que nunca. Delgada siempre, aunque más seductora que antes, no presentaba un aspecto más maduro, pero había en su arreglo personal un cuidado y un esplendor que ponían en su belleza un toque de insolencia. Pobre Isabel, de corazón tan humano ¿qué extraña perversidad la había picado? Se diría que su paso leve arrastraba en pos de sí metros y metros de tela, que su inteligente cabeza sostenía una majestuosa diadema. Aquella muchacha libre y vehemente se había trocado en una persona muy distinta; y lo que veía él era la dama elegante que, al parecer, representaba algo. ¿Y qué era lo que Isabel representaba?, se preguntó Ralph, y lo único que se le ocurri u243ó responderse fue que representaba a Gilbert Osmond. «¡Dios santo, qué papel!», exclamó apenado. Estaba sumido en el asombro ante el misterio insondable de las cosas.
He recognised Osmond, as I say; he recognised him at every turn. He saw how he kept all things within limits; how he adjusted, regulated, animated their manner of life. Osmond was in his element; at last he had material to work with. He always had an eye to effect, and his effects were deeply calculated. They were produced by no vulgar means, but the motive was as vulgar as the art was great. To surround his interior with a sort of invidious sanctity, to tantalise society with a sense of exclusion, to make people believe his house was different from every other, to impart to the face that he presented to the world a cold originality --this was the ingenious effort of the personage to whom Isabel had attributed a superior morality. "He works with superior material," Ralph said to himself; "it′s rich abundance compared with his former resources." Ralph was a clever man; but Ralph had never --to his own sense --been so clever as when he observed, in petto, that under the guise of caring only for intrinsic values Osmond lived exclusively for the world. Far from being its master as he pretended to be, he was its very humble servant, and the degree of its attention was his only measure of success. He lived with his eye on it from morning till night, and the world was so stupid it never suspected the trick. Everything he did was _pose_ --_pose_ so subtly considered that if one were not on the lookout one mistook it for impulse. Ralph had never met a man who lived so much in the land of consideration. His tastes, his studies, his accomplishments, his collections, were all for a purpose. His life on his hill-top at Florence had been the conscious attitude of years. His solitude, his ennui, his love for his daughter, his good manners, his bad manners, were so many features of a mental image constantly present to him as a model of impertinence and mystification. His ambition was not to please the world, but to please himself by exciting the world′s curiosity and then declining to satisfy it. It had made him feel great, ever, to play the world a trick. The thing he had done in his life most directly to please himself was his marrying Miss Archer; though in this case indeed the gullible world was in a manner embodied in poor Isabel, who had been mystified to the top of her bent. Ralph of course found a fitness in being consistent; he had embraced a creed, and as he ha d suffered for it he could not in honour forsake it. I give this little sketch of its articles for what they may at the time have been worth. It was certain that he was very skilful in fitting the facts to his theory --even the fact that during the month he spent in Rome at this period the husband of the woman he loved appeared to regard him not in the least as an enemy. Como acabo de decir, notaba la mano de Osmond, la reconocía a cada paso. Veía cómo aquel hombre lo contenía todo dentro de ciertos límites, cómo ajustaba, regulaba y animaba el modo de vivir de los dos. Osmond se hallaba en su elemento; por fin tenía material con que trabajar. Poseía buena vista para los efectos, y esos efectos eran siempre minuciosamente calculados. No los producía por medios vulgares, pero el motivo solía ser tan vulgar como grande era el arte. Rodear el interior de su casa con una especie de aureola de odiosa santidad, atormentar a la sociedad con un sentimiento de exclusión, hacer creer que su mansión era distinta de todas las demás, prestar al rostro que ofrecía al mundo una fría originalidad... en eso consistía el ingenioso esfuerzo del individuo a quien Isabel había atribuido una moral superior. «Indudablemente ese hombre trabaja con un material superior -se decía Ralph-; es una abundancia, una opulencia comparado con sus anteriores recursos». Ralph era un hombre perspicaz, pero nunca lo había sido tanto, a su propio juicio, como cuando observó, para su coleto, que, aunque aparentaba interesarse sólo por los valores intrínsecos, Osmond vivía exclusivamente para el mundo. Lejos de ser el dueño del mundo, como pretendía ser, era su humilde siervo, cifrando la medida de su éxito en el grado de atención que el mundo le concedía. Vivía atento a él de la mañana a la noche, y el mundo era tan necio que no se daba cuenta del truco. Todo, absolutamente todo lo que hacía era pura pose... una pose tan perfectamente estudiada que había que estar ojo avizor para no tomarla por impulso. Ralph no se había tropezado jamás con un hombre que viviera hasta tal punto en el país de la consideración. Sus gustos, sus estudios, sus logros, sus colecciones, todo era intencionado. Su vida en lo alto de la colina de Florencia había sido una actitud consciente durante años y años. Su soledad, su aburrimiento, su amor por su hijita, sus modales corteses, sus modales descorteses, eran otros tantos elementos de una imagen mental que tenía siempre ante los ojos como un modelo de mistificación e impertinencia. Su ambición no consistía en complacer, al mundo, sino a sí mismo, excitando la curiosidad de los demás para luego negarse a satisfacerla. Siempre le había hecho sentirse important e conseguir embaucar al mundo. Lo que en toda su vida había hecho más directamente por darse gusto a sí mismo era casarse con la señorita Archer, si bien en ese caso el mundo crédulo estaba encarnado por la pobre Isabel, que se había dejado embaucar hasta el fondo. Ralph, desde luego, se encontraba más a gusto siendo coherente. Había abrazado un credo y, como por él había sufrido, no podía apostatar honrosamente. Doy ese ligero esbozo de los artículos de su credo por lo que a la sazón pudieran valer. Indudablemente era en extremo habilidoso para adaptar los hechos a su teoría... incluso el hecho de que, durante el mes que en aquel entonces pasó en Roma, el marido de la mujer a quien amaba parecía no considerarle en absoluto un enemigo.
For Gilbert Osmond Ralph had not now that importance. It was not that he had the importance of a friend; it was rather that he had none at all. He was Isabel′s cousin and he was rather unpleasantly ill --it was on this basis that Osmond treated with him. He made the proper enquiries, asked about his health, about Mrs. Touchett, about his opinion of winter climates, whether he were comfortable at his hotel. He addressed him, on the few occasions of their meeting, not a word that was not necessary; but his manner had always the urbanity pr oper to conscious success in the presence of conscious failure. For all this, Ralph had had, toward the end, a sharp inward vision of Osmond′s making it of small ease to his wife that she should continue to receive Mr. Touchett. He was not jealous --he had not that excuse; no one could be jealous of Ralph. But he made Isabel pay for her old-time kindness, of which so much was still left; and as Ralph had no idea of her paying too much, so when his suspicion had become sharp, he had taken himself off. In doing so he had deprived Isabel of a very interesting occupation: she had been constantly wondering what fine principle was keeping him alive. She had decided that it was his love of conversation; his conversation had been better than ever. He had given up walking; he was no longer a humorous stroller. He sat all day in a chair --almost any chair would serve, and was so dependent on what you would do for him that, had not his talk been highly contemplative, you might have thought he was blind. The reader already knows more about him than Isabel was ever to know, and the reader may therefore be given the key to the mystery. What kept Ralph alive was simply the fact that he had not yet seen enough of the person in the world in whom he was most interested: he was not yet satisfied. There was more to come; he couldn′t make up his mind to lose that. He wanted to see what she would make of her husband --or what her husband would make of her. This was only the first act of the drama, and he was determined to sit out the performance. His determination had held good; it had kept him going some eighteen months more, till the time of his return to Rome with Lord Warburton. It had given him indeed such an air of intending to live indefinitely that Mrs. Touchett, though more accessible to confusions of thought in the matter of this strange, unremunerative --and unremunerated --son of hers than she had ever been before, had, as we have learned , not scrupled to embark for a distant land. If Ralph had been kept alive by suspense it was with a good deal of the same emotion --the excitement of wondering in what state she should find him --that Isabel mounted to his apartment the day after Lord Warburton had notified her of his arrival in Rome. Para Gilbert Osmond, Ralph no tenía ahora importancia. No era que tuvies e la importancia de un amigo, sino que no tenía importancia de ninguna clase. Era el primo de Isabel y estaba enfermo de un modo más bien desagradable... ésa era la base sobre la cual Osmond le trató. Hizo las inquisiciones de rigor, le preguntó por su salud, por la señora Touchett, su opinión sobre los climas de invierno, si estaba cómodo en su hotel. En las contadas ocasiones en que se vieron no le dirigió ni una sola palabra que no fuera necesaria, pero sus modales mostraron siempre la cortesía propia del éxito consciente ante el fracaso también consciente. Pese a todo lo cual Ralph tuvo, ya hacia el final, ¡a aguda impresión íntima de que Osmond daba pocas facilidades a su esposa para que siguiera recibiendo al señor Touchett. No era que estuviese celoso... tenía esa excusa, pues nadie podía estar celoso de Ralph, pero hac_37ía pagar a Isabel su cariño de antaño, del que todavía quedaba tanto. Y como Ralph no quería que Isabel pagase demasiado, una vez que su sospecha se hizo aguda, se quitó de en medio. Con ello privó a Isabel de una ocupación interesante, que era la de averiguar por qué admirable principio su primo se mantenía en vida. Isabel había decidido que no era otro que el de su amor a la conversación, que ahora era más brillante que nunca. Ralph había abandonado sus paseos, no era el caminante divertido de antaño. Permanecía sentado todo el santo día en un sillón... casi cualquier asiento servía, y dependía tanto de lo que uno pudiera hacer por él que, de no haber sido su conversación altamente contemplativa, cualquiera habría pensado que estaba ciego. El lector ya sabe acerca de él mucho má′87s de lo que Isabel llegaría a saber nunca, y por lo tanto puede proporcionársele la clave de semejante misterio. Lo que mantenía en vida a Ralph era sencillamente el hecho de que todavía no había visto bastante de la persona que más le interesaba en el mundo; todavía no se sentía satisfecho. Aún faltaban cosas, no podía hacerse a la idea de perdérselas. Quería ver lo que Isabel hacía con su marido... o lo que su marido hacía con ella. Eso constituía sólo el primer acto de la obra, y estaba decidido a quedarse hasta el final de la representación. Su determinación había resistido; le había mantenido en pie durante dieciocho meses más, hasta su regreso a Roma con lord Warburton. Le había dado, de hecho, una apariencia tal de querer vivir indefinidamente que la señora Touchett, aunque máás proclive que nunca a toda suerte de confusiones mentales respecto a aquel extraño, poco remunerador y poco remunerado hijo, no había tenido escrúpulos, como ya hemos sabido, en embarcarse para tierras lejanas. Si a Ralph le había mantenido en vida la incertidumbre, fue con muy parecida emoción -la excitación de pensar en qué estado habría de encontrarle- como Isabel subió a las habitaciones de su primo al día siguiente de que lord Warburton le comunicara la llegada de éste a Roma.
She spent an hour with him; it was the first of several visits. Gilbert Osmond called on him punctually, and on their sending their carriage for him Ralph came more than once to Palazzo Roccanera. A fortnight elapsed, at the end of which Ralph announced to Lord Warburton that he thought after all he wouldn′t go to Sicily. The two men had been dining together after a day spent by the latter in ranging about the Campagna. They had left the table, and Warburton, before the chimney, was lighting a cigar, which he instantly removed from his lips. Pasó una hora con él; fue la primera de varias visitas. Gilbert Osmond fue a verle puntualmente, y el propio Ralph, como se enviara el coche a buscarle, acudió más de una vez al Palazzo Roccanera. Al cabo de dos semanas, Ralph anunció a su amigo lord Warburton que ya no pensaba ir a Sicilia. Los dos habían cenado juntos despu és de una jornada que el último había pasado vagando por la campiña romana. Se habían levantado de la mesa, y lord Warburton, delante de la chimenea, estaba encendiendo un cigarro que enseguida apartó de sus labios.
"Won′t go to Sicily? Where then will you go?" -Cómo, ¿ya no piensas ir a Sicilia? -preguntó-. ¿Adonde quieres ir, entonces?
"Well, I guess I won′t go anywhere," said Ralph, from the sofa, all shamelessly. -Me parece que no voy a ir a ninguna parte -dijo Ralph desde el sofá sin la menor vergüenza.
"Do you mean you′ll return to England?" -Qué piensas entonces, ¿regresar a Inglaterra?
"Oh dear no; I′ll stay in Rome." -Oh, nada de eso, amigo mío: quedarme tranquilamente en Roma.
"Rome won′t do for you. Rome′s not warm enough." -Pero no va a sentarte bien. Roma no es un sitio bastante cálido.
"It will have to do. I′ll make it do. See how well I′ve been." -Pues tendrá que convenirme. Yo haré que me convenga. Tú mismo puedes ver lo bien que me ha se ntado.
Lord Warburton looked at him a while, puffing a cigar and as if trying to see it. "You′ve been better than you were on the journey, certainly. I wonder how you lived through that. But I don′t understand your condition. I recommend you to try Sicily." Lord Warburton se le quedó mirando, dando chupadas al cigarro y como si intentara comprender. -Estás mejor que durante el viaje, es cierto. Todavía me pregunto cómo has podido aguantarlo. Pero la verdad, yo no entiendo de tu estado. Te recomiendo que intentes ir a Sicilia.
"I can′t try," said poor Ralph. "I′ve done trying. I can′t move further. I can′t face that journey. Fancy me between Scylla and Charybdis! I don′t want to die on the Sicilian plains --to be snatched away, like Proserpine in the same locality, to the Plutonian shades." ar -No puedo intentarlo -dijo el pobre Ralph-. Ya no puedo seguir intentando. No soy capaz de continuar. No puedo arriesgarme a hacer ese viaje. Imagíname entre Escila y Caribdis. No quiero morir en las llanuras sicilianas y ser arrebatado, como Proserpina en la misma localidad, hacia las regiones oscuras del averno.
"What the deuce then did you come for?" his lordship enquired. -¿Para qué demonios has venido entonces? -preguntó el ilustre lord.
"Because the idea took me. I see it won′t do. It really doesn′t matter where I am now. I′ve exhausted all remedies, I′ve swallowed all climates. As I′m here I′ll stay. I haven′t a single cousin in Sicily --much less a married one." -Porque me dio por ahí. Sé que no va a salir bien. Lo mismo da que esté en un sitio o en otro. Ya he agotado tod os los remedios, he aguantado todos los climas. Ya que estoy aquí, aquí me quedo. En Sicilia no tengo prima ninguna, y mucho menos, casada.
"Your cousin′s certainly an inducement. But what does the doctor say?" -Indudablemente, tu prima es un incentivo. Pero ¿qué dice a todo eso el médico?
"I haven′t asked him, and I don′t care a fig. If I die here Mrs. Osmond will bury me. But I shall not die here." -No se lo he preguntado, y me importa un comino. Si muero aquí, la señora Osmond se encargará de enterrarme. Pero estoy seguro de que no moriré aquí.
"I hope not." Lord Warburton continued to smoke reflectively. "Well, I must say," he resumed, "for myself I′m very glad you don′t insist on Sicily. I had a horror of that journey." -Así lo espero -dijo lord Warburton, que continuaba fumando, meditabundo-. En fin -añadió-, por mi parte, estoy encantado de que no insistas en ir a Sicilia. Me daba horror ese viaje.
"Ah, but for you it needn′t have mattered. I had no idea of dragging you in my train." -Pero a ti no te afectaba. Yo no tenía la menor intención de arrastrarte conmigo.
"I certainly didn′t mean to let you go alo ne." -Y yo no pensaba dejarte ir solo.
"My dear Warburton, I never expected you to come further than this," Ralph cried. -Mi querido Warbur ton, nunca he contado con que me siguieras más allá de Roma -exclamó Ralph.
"I should have gone with you and seen you settled," said Lord Warburton. -Pero yo habría ido contigo y te habría dejado instalado -dijo lord Warburton.
"You′re a very good Christian. You′re a very kind man." -Eres un buen cristiano... y un hombre bueno.
"Then I should have come back here." -Y luego habría vuelto aquí.
"And then you′d have gone to England." Y después a Inglaterra.
"No, no; I should have stayed." -No, no; me habría quedado aquí.
"Well," said Ralph, "if that′s what we are both up to, I don′t see where Sicily comes in!" -Entonces, si los dos estamos en lo mismo -dijo Ralph-, ¡no sé qué pinta Sicilia!
His companion was silent; he sat staring at the fire. At last, looking up, "I say, tell me this," he broke out; "did you really mean to go to Sicily when we started?" Su compañero guardó silencio; sentado, miraba fijamente el fuego. Levantó, al fin, los ojos y preguntó: -Dime la verdad; cuando salimos, ¿pensabas de veras llegar a Sicilia?
"Ah, vous m′en demandez trop! Let me put a question first. Did you come with me quite --platonically?" -¡Ah! Vous m′en demandez trop! 3082 Antes, permíteme hacerte otra pregunta, Al venir conmigo, ¿lo hacías del todo platónicamente?
"I don′t know what you m ean by that. I wanted to come abroad." -No sé lo que quieres decir con eso. Quería ir al extranjero.
"I suspect we′ve each been playing our little game." -Sospecho que cada uno de nosotros ha estado haciendo su pequeño juego.
"Speak for yourself. I made no secret whatever of my desiring to be here a while." -Habla por cuenta propia. Yo no tengo por qué ocultar que deseaba permanecer aquí una temporada.
"Yes, I remember you said you wished to see the Minister of Foreign Affairs." -Cierto, ahora recuerdo que dijiste que deseabas ver al ministro de Relaciones Exteriores.
"I′ve seen him three times. He′s very amusing." -Lo he visto ya tres veces. Es muy divertido.
"I think you′ve forgotten what you came for," said Ralph. -Me parece que ya has olvidado lo que te traía aquí -dijo Ralph.
"Perhaps I have," his companion answered rather gravely. -Tal vez -contestó con seriedad su compañero.
These two were gentlemen of a race which is not distinguished by the absence of reserve, and they had travelled together from London to Rome without an allusion to matters that were uppermost in the mind of each. There was an old subject they had once discussed, but it had lost its recognised place in their attention, and even after their arrival in Rome, where many things led ba ck to it, they had kept the same half-diffident, half-confident silence. Estos dos caballeros, pertenecientes a una raza que no se d istingue por su falta de reserva, habían viajado juntos desde Londres hasta Roma sin hacer la menor alusión a cosas que estaban muy presentes en el ánimo de ambos. Había una cuestión ya vieja que alguna vez habían discutido, pero a la que ya no prestaban tanta atención, e incluso después de su llegada a Roma, en donde tantas otras cosas les remitían a ella, habían guardado el mismo silencio medio receloso, medio confiado.
"I recommend you to get the doctor′s consent, all the same," Lord Warburton went on, abruptly, after an interval. Después de una larga pausa, lord Warburton dijo de pronto: -De todos modos, mi consejo es que pidas permiso al médico.
"The doctor′s consent will spoil it. I never have it when I can help it." -Ese permiso le quitaría la gracia. Procuro prescindir de él siempre que puedo.
"What then does Mrs. Osmond think?" Ralph′s friend demanded. -¿Qué piensa de ello la señora Osmond? -preguntó el amigo de Ralph.
"I′ve not told her. She′ll probably say that Rome′s too cold and even offer to go with me to Catania. She′s capable of that." -No se lo he dicho... Ta l vez diga que Roma es demasiado fría y se ofrezca a acompañarme a Catania. Es capaz de ello.
"In your place I should like it." -A mí, si estuviera en tu lugar, eso me gustaría.
"Her husband won′t like it." -Pero a su marido no le gustará.
"Ah well, I can fancy that; though it seems to me you′re not bound to mind his likings. They′re his affair." -Me lo imagino, aunque no creo que debas preocuparte por lo que le guste o no al marido. Eso es cosa de él.
"I don′t want to make any more trouble between them," said Ralph. -No quiero crear discordia entre ellos -dijo Ralph.
"Is there so much already?" ¿Tanta hay ya?
"There′s complete preparation for it. Her going off with me would make the explosion. Osmond isn′t fond of his wife′s cousin." -Por lo menos, todo está preparado para que la haya. Si Isabel se fuera conmigo provocaría la explosión. A Osmond no le hace ninguna gracia el primo de su mujer.
"Then of course he′d make a row. But won′t he make a row if you stop here?" -Entonces es claro que armaría un alboroto. Pero ¿no lo armará igualmente si te quedas aquí?
"That′s what I want to see. He made one the last time I was in Rome, and then I thought it my duty to disappear. Now I think it′s my duty to stop and defend her." -Esto es lo que quiero ver. L o armó la última vez que estuve en Roma, y entonces consideré que era mi deber desaparecer. En cambio, ahora pienso que mi deber es precisamente quedarme y tratar de defenderla.
"My dear Touchett, your defensive powers --!" Lord Warburton began with a smile. But he saw something in his companion′s face that checked him. "Your duty, in these premises, seems to me rather a nice question," he observed instead. -Mi querido Touchett... ¡lo que son tus poderes defensivos...! -empezó diciendo sonriente lord Warburton. Pero algo que vio en el rostro de su amigo le contuvo, de modo que continuó, más en serio-: Tu deber, en estas circunstancias, me parece una cuestión sutil.
Ralph for a short time answered nothing. "It′s true that my defensive powers are small," he returned at last; "but as my aggressive ones are still smaller Osmond may after all not think me worth his gunpowder. At any rate," he added, "there are things I′m curious to see." Ralph estuvo un rato sin decir palabra. -Es verdad que mis poderes defensivos son modestos -respondió al fin-, pero como mi fuerza agresiva es todavía menor, es posible que Osmond piense que no valgo siquiera lo que vale la pólvora de su pistola. De todos modos, hay cosas que tengo curiosidad por ver.
"You′re sacrificing your health to your curiosity then?" -Es decir, que vas a sacrificar tu salud a tu curiosidad. r
"I′m not much interested in my health, and I′m deeply interested in Mrs. Osmond." -Mi salud no me interesa demasiado, y la señora Osmond me interesa muchísimo.
"So am I. But not as I once was," Lord Warburton added quickly. This was one of the allusions he had not hitherto found occasion to make. -También a mí. Pero no como antaño -se apresuró a añadir lord Warburton. Ésta era una alusión que no había tenido oportunidad de hacer hasta aquel momento.
"Does she strike you as very happy?" Ralph enquired, emboldened by this confidence. -¿Tú crees que es muy feliz? -preguntó Ralph, envalentonado por esa confidencia.
"Well, I don′t know; I′ve hardly thought. She told me the other night she was happy." -No sé qué decirte. Apenas he pensado en ello. La otra noche me dijo que era feliz.
"Ah, she told YOU, of course," Ralph exclaimed, smiling. -Naturalmente, a ti tenía que decirte eso -exclamó Ralph sonriendo.
"I don′t know that. It seems to me I was rather the sort of person she might have complained to." -No veo por qué. Me parece más bien que yo soy la persona a quien ella podría quejarse.
"Complained? She′ll never complain. She has done it --what she HAS done --and she knows it. She′ll complain to you least of all. She′s very careful." -¿Quejarse? Ella no se quejará nunca. Ha hecho... lo q ue ha hecho... y lo sabe. Serías el último a quien ella se quejaría. Tiene mucho cuidado con lo que hace.
"She needn′t be. I don′t mean to make love to her again." -Pues no tiene por qué. No pienso volver a cortejarla.
"I′m delighted to hear it. There can be no doubt at least of YOUR duty." -Me encanta oírtelo decir. Al menos, no cabe duda de cuál es tu obligación.
"Ah no," said Lord Warburton gravely; "none!" -¡Ah, no! Ninguna, desde luego -dijo seriamente lord Warburton.
"Permit me to ask," Ralph went on, "whether it′s to bring out the fact that you don′t mean to make love to her that you′re so very civil to the little girl?" -¿Me permites una pregunta? ¿Es para dejar en claro que no piensas volver a cortejarla por lo que te muestras tan amable con la jovencita?
Lord Warburton gave a slight start; he got up and stood before the fire, looking at it hard. "Does that strike you as very ridiculous?" Lord Warburton dio un respingo, se levantó y se detuvo delante del fuego, mirándolo fijamente. -¿Te parece muy ridículo?
"Ridiculous? Not in the least, if you really like her." -¿Ridículo? En absoluto. Si de verdad te gusta la muchacha.
"I think her a delightful little person. I don′t know when a girl of that age has pleased me more." -Me parece una criatura deliciosa. No recuerdo a ninguna joven de su edad que me haya gustado tanto.
"She′s a charming creature. Ah, she at least is genuine." -Es una muchacha encantadora. Ah, por lo menos, ella es auténtica.
"Of course there′s the difference in our ages - -more than twenty years." -Claro que hay que pensar en la diferencia de edad... más de veinte años.
"My dear Warburton," said Ralph, "are you serious?" -Mi querido Warburton, ¿hablas en serio? -preguntó Ralph.
"Perfectly serious --as far as I′ve got." -Totalmente en serio..., hasta ahora.
"I′m very glad. And, heaven help us," cried Ralph, "how cheered-up old Osmond will be!" -Me alegro mucho -exclamó Ralph-. ¡Cielo santo! ¡Habrá que ver lo contento que va a ponerse el bueno de Osmond!
His companion frowned. "I say, don′t spoil it. I shouldn′t propose for his daughter to please HIM." -Oye, no lo estropees -dijo su compañero frunciendo el ceño-. No tengo la menor intención de pedir la mano de su hija para agradarle a él.
"He′ll have the perversity to be pleased all the same." -Pero él tendrá la perversidad de sentirse halagado de todos modos.
"He′s not so fond of me as that," said his lordship. -No creo, no me aprecia hasta ese punto -dijo el aristócrata.
"As that? My dear Warburton, the drawback of your position is that people needn′t be fond of you at all to wish to be connected with you. Now, with me in such a case, I should have the happy confidence that they loved me." -¿Hasta qué punto? Mi querido Warburton, lo malo de tu posición es que no hace falta apreciarte para querer emparentar contigo. En cambio yo, en tu caso, tendría la grata certeza de ser apreciado.
Lord Warburton seemed scarcely in the mood for doing justice to general axioms --he was thinking of a special case. "Do you judge she′ll be pleased?" Pero lord Warburton no parecía muy inclinado a considerar axiomas generales..., estaba pensando en un caso particular. -¿Crees que a ella le halagará? -preguntó.
"The girl herself? Delighted, surely." -¿Te refieres a la muchacha? Le encantará, tenlo por seguro.
"No, no; I mean Mrs. Osmond." -No, no; me refiero a la señora Osmond.
Ralph looked at him a moment. "My dear fellow, what has she to do with it?" Ralph le miró fijamente un momento. -Mi querido amigo, ¿qué tiene que ver ella con eso?
"Whatever she chooses. She′s very fond of Pansy." -Tiene muchísimo que ver. Quiere mucho a Pansy.
"Very true --very true." And Ralph slowly got up. "It′s an interesting question --how far her fondness for Pansy will carry her." He stood there a moment with his hands in his pockets and rather a clouded brow. "I hope, you know, that you′re very --very sure. The deuce!" he broke off. "I don′t know how to say it." -Eso es cieno, es cierto -dijo Ralph poniéndose en pie lentamente-. He ahí una cuestión interesante... hasta dónde la llevará su cariño por Pansy. -Se detuvo con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido. Luego exclamó-: Supongo que, en fin... que estás muy... muy seguro... ¡Demonio!... No sé cómo decirlo.
"Yes, you do; you know how to say everything." -Sí que sabes. Sabes decirlo todo.
"Well, it′s awkward. I hope you′re sure that among Miss Osmond′s merits her being --a --so near her stepmother isn′t a leading one?" -Es que... resulta embarazoso... ¿Estás seguro de que entre los méritos de la señorita Osmond no es el principal el de estar..., eh..., tan cerca de su madrastra?
"Good heavens, Touchett!" cried Lord Warburton an grily, "for what do you take me?" -¡Por Dios, Touchett! ¿Por quién me tomas? -exclamó lord Warburton en tono airado.    






CHAPTER 40

40

Isabel had not seen much of Madame Merle since her marriage, this lady having indulged in frequent absences from Rome. At one time she had spent six months in England; at another she had passed a portion of a winter in Paris. She had made numerous visits to distant friends and gave countenance to the idea that for the future she should be a less inveterate Roman than in the past. As she had been inveterate in the past only in the sense of constantly having an apartment in one of the sunniest niches of the Pincian --an apartment which often stood empty --this suggested a prospect of almost constant absence; a danger which Isabel at one period had been much inclined to deplore. Familiarity had modified in some degree her first impression of Madame Merle, but it had not essentially altered it; there was still much wonder of admiration in it. T hat personage was armed at all points; it was a pleasure to see a character so completely equipped for the social battle. She carried her flag discreetly, but her weapons were polished steel, and she used them with a skill which struck Isabel as more and more that of a veteran. She was never weary, never overcome with disgust; she never appeared to need rest or consolation. She had her own ideas; she had of old exposed a great many of them to Isabel, who knew also that under an appearance of extreme self-control her highly-cultivated friend concealed a rich sensibility. But her will was mistress of her life; there was something gallant in the way she kept going. It was as if she had learned the secret of it --as if the art of life were some clever trick she had guessed. Isabel, as she herself grew older, became acquainted with revulsions, with disgusts; there were days when the world looked black and she asked herself with some sharpness what it was that she was pret ending to live for. Her old habit had been to live by enthusiasm, to fall in love with suddenly-perceived possibilities, with the idea of some new adventure. As a younger person she had been used to proceed from one little exaltation to the other: there were scarcely any dull places between. But Madame Merle had suppressed enthusiasm; she fell in love now-a-days with nothing; she lived entirely by reason and by wisdom. There were hours when Isabel would have given anything for lessons in this art; if her brilliant friend had been near she would have made an appeal to her. She had become aware more than before of the advantage of being like that --of having made one′s self a firm surface, a sort of corselet of silver. Desde su matrimonio, Isabel no había visto mucho a madame Merle, porque esta dama se ausentaba con frecuencia de Roma. Una vez pasó seis meses seguidos en Inglaterra, y otra, gran parte del invierno en París. Había hecho numerosas visitas a amigos distantes y daba pie a sospechar que en el futuro sería una romana menos inveterada que en el pasado. Como hasta ahora había sido una habitante inveterada de Roma sólo en el sentido de tener constantemente un pisito en uno de los más soleados rincones del Pincio..., pisito que a menudo permanecía deshabitado... ello parecía sugerir la posibilidad de una ausencia ca si constante; peligro que en cierta época Isabel se había sentido inclinada a deplorar. La familiaridad había ido modificando en cierto grado su primera impresión de madame Merle, pero no la había alterado esencialmente. Todavía le despertaba una asombrada admiración. El personaje estaba armado por los cuatro costados. Era un placer ver un carácter tan admirablemente pertrechado para la batalla social. Enarbolaba discretamente su bandera, pero sus armas eran del mejor acero, y las usaba con una destreza que a Isabel le parecía cada vez más la de un veterano. No daba nunca la impresión de estar fatigada, ni embargada por algún disgusto; nunca parecía necesitar descanso ni consuelo. Tenía sus ideas propias; muchas las había expuesto en otro tiempo ante Isabel, que sabía también que, bajo la apar iencia de un extraordinario dominio de sí misma, su cultísima amiga ocultaba una exquisita sensibilidad. Sin embargo, su voluntad era dueña de su vida, y había algo aguerrido en su manera de seguir siempre adelante. Era como si hubiera descubierto el secreto, como si el arte de la vida fuese un astuto truco que hubiese adivinado. Isabel, a medida que iba creciendo en años, conocía los disgustos, las rebeldías, hasta el extremo de que algunos días el mundo se le aparecía negro y se preguntaba con cierta acritud para qué pretendía vivir. Su antigua costumbre había sido vivir gracias al entusiasmo, enamorarse de las posibilidades súbitamente percibidas, de la idea de alguna nueva aventura. Cuando era más joven, solía pasar de una exaltación a otra, sin que entre ellas se produjeran intervalos de aburrimi ento. Pero madame Merle había suprimido el entusiasmo, ya no se enamoraba de nada y vivía enteramente guiada por la razón y por la sabiduría. Había momentos en que Isabel hubiera dado cualquier cosa por unas cuantas lecciones de aquel arte, y, si su ilustre amiga hubiese estado cerca, habría acudido a ella. Se daba cuenta mucho más que antes de las ventajas que proporciona el ser así... el haberse convertido en una superficie lisa, en una especie de coraza de plata.
But, as I say, it was not till the winter during which we lately renewed acquaintance with our heroine that the personage in question made again a continuous stay in Rome. Isabel now saw more of her than she had done since her marriage; but by this time Isabel′s needs and inclinations had considerably changed. It was not at present to Madame Merle that she would have applied for instruction; she had lost the desire to know this lady′s clever trick. If she had troubles she must keep them to herself, and if life was difficult it would not make it easier to confess herself beaten. Madame Merle was doubtless of great use to herself and an ornament to any circle; but was she --would she be --of use to others in periods of refined embarrassment? The best way to profit by her friend --this indeed Isabel had always thought --was to imitate her, to be as firm and bright as she. She recognised no embarrassments, and Isabel, considering this fact, determined for the fiftieth time to brush aside her own. It seemed to her too, on the renewal of an intercourse which had virtually been interrupted, that her old ally was different, was almost detached --pushing to the extreme a certain rather artificial fear of being indiscreet. Ralph Touchett, we know, had been of the opinion that she was prone to exaggeration, to forcing the note --was apt, in the vulgar phrase, to overdo it. Isabel had never admitted this charge --had never indeed quite understood it; Madame Merle′s conduct, to her perception, always bore the stamp of good taste, was always "quiet." But in this matter of not wishing to intrude upon the inner life of the Osmond family it at last occurred to our young woman that she overdid a little. That of course was not the best taste; that was rather violent. She remembered too much that Isabel was married; that she had now other interests; that though she, Madame Merle, had known Gilbert Osmond and his little Pansy very well, better almost than any one, she was not after all of the inner circle. She was on her guard; she never spoke of their affairs till she was asked, even pressed --as when her opinion was wanted; she had a dread of seeming t o meddle. Madame Merle was as candid as we know, and one day she candidly expressed this dread to Isabel. Mas, como digo, hasta el invierno en que últimamente renovamos el contacto con nuestra heroína, no había vuelto el personaje en cuestión a pasar una larga temporada en Roma. Isabel la veía ahora mucho más de lo que la había visto desde su boda; pero a estas alturas las necesidades y aficione s de nuestra heroína habían cambiado sensiblemente. A la sazón no era a madame Merle a quien habría acudido en busca de instrucción, pues ya no experimentaba el deseo de conocer el truco clarividente de esa dama. Ahora pensaba que si tenía penas, debía callárselas, y, si la vida le resultaba difícil, no facilitaría las cosas el confesarse derrotada. Sin duda alguna madame Merle era de gran utilidad para sí misma y un ornato en cualquier círculo social; pero ¿era -seria- igualmente útil para los demás en momentos de sutil apuro? La mejor manera, pues, de aprovecharse de la sabiduría de su amiga -y eso era lo que Isabel había pensado siempre- era imitarla, ser tan firme y brillante como ella. Madame Merle no confesaba sus apuros e Isabel, considerando este hecho, decidió 7 por enésima vez deshacerse de los suyos. Le pareció además, al reanudar unas relaciones que prácticamente se habían truncado, que su antigua aliada se mostraba diferente, casi despegada... llevando al extremo un cierto temor más bien artificial de ser indiscreta. Ralph Touchett, como ya sabemos, había sido de la opinión que aquella dama tendía a exagerar, a forzar la nota... que, como vulgarmente se dice, se pasaba de la raya. Isabel no había admitido jamás semejante acusación..., de hecho nunca la había entendido del todo. A su parecer, la conducta de madame Merle llevaba siempre el sello del buen gusto, era siempre «apacible». Sin embargo, en aquello de no querer mezclarse en la vida íntima de la familia Osmond, pensaba nuestra heroína que exageraba un poco. Eso no era, naturalmente, del m ejor gusto, eso era un tanto violento. Madame Merle se acordaba demasiado de que Isabel estaba casada, de que ahora tenía otras inquietudes; de que aunque ella, madame Merle, había conocido a Gilbert Osmond y a la pequeña Pansy muy bien, casi mejor que nadie, en fin de cuentas no formaba parte de su círculo familiar. Estaba siempre en guardia y no hablaba nunca de sus asuntos a menos que se le preguntara, que se la presionara incluso..., como cuando se requería su opinión; tenía pavor a parecer entrometida. Madame Merle era tan sincera como ya sabemos y un día expresó sinceramente ese pavor ante Isabel.
"I MUST be on my guard," she said; "I might so easily, without suspecting it, offend you. You would be right to be offended, even if my intention should have been of the purest. I must not forget that I knew your husband long before you did; I must not let that betray me. If you were a silly woman you might be jealous. You′re not a silly woman; I know that perfectly. But neither am I; therefore I′m determined not to get into trouble. A little harm′s very soon done; a mistake′s made before one knows it. Of course if I had wished to make love to your husband I had ten years to do it in, and nothing to prevent; so it isn′t likely I shall begin to-day, when I′m so much less attractive than I was. But if I were to annoy you by seeming to take a place that doesn′t belong to me, you wouldn′t make that reflection; [si c}">you′d simply say I was forgetting certain differences. I′m determined not to forget them. Certainly a good friend isn′t always thinking of that; one doesn′t suspect one′s friends of injustice. I don′t suspect you, my dear, in the least; but I suspect human nature. Don′t think I make myself uncomfortable; I′m not always watching myself. I think I sufficiently prove it in talking to you as I do now. All I wish to say is, however, that if you were to be jealous --that′s the form it would take --I should be sure to think it was a little my fault. It certainly wouldn′t be your husband′s." -No tengo más remedio que estar en guardia, porque, a lo mejor, sin sospecharlo, podría ofenderla. Tendría usted razón al ofenderse, aunque mis intenciones fueran de lo más puro. Yo no debo olvidar que conocí a su esposo mucho antes que usted, no debo consentir que eso me delate. Si usted fuese una mujer tonta, podría sentirse celosa; afortunadamente usted no es tonta, eso lo sé perfectamente. Tampoco yo lo soy, y por lo tanto estoy decidida a no meterme en líos. Un poco de daño se hace sin querer, y un error se comete, aun sin querer, antes de que una pueda darse cuenta. Desde luego, si yo hubiese querido enamorar a su marido, habría tenido diez años para hacerlo sin ningún impedimento; de modo que no sería lógico que empezase ahora, cuando soy mucho menos atractiva que entonces. Pero, si yo la molestase a usted pareciendo querer ocupar un sitio que no me pertenece, usted no se haría tal reflexión, sino que me culparía de olvidar ciertas diferencias... Y yo estoy resuelta a no olvidarlas. Indudab lemente, una buena amiga no está siempre pensando en estas cosas, nadie sospecha que sus amigos obren injustamente. Yo no sospecho en absoluto de usted, querida, pero sospecho de la naturaleza humana. No piense que me siento siempre incómoda, pues no me dedico a vigilarme todo el tiempo. Creo que se lo estoy demostrando suficientemente por el hecho de hablarle como le hablo. Lo único que le quiero decir, en fin, es que si usted llegara a sentirse celosa... ya que ésa sería la forma que adoptaría el caso... yo a la fuerza pensaría que era un poco por mi culpa. Desde luego que no sería por culpa de su marido.
Isabel had had three years to think over Mrs. Touchett′s theory that Madame Merle had made Gilbert Osmond′s marriage. We know how she had at first received it. Madame Merle might have made Gilbert Osmond′s marriage, but she certainly had not made Isabel Archer′s. That was the work of --Isabel scarcely knew what: of nature, providenc e, fortune, of the eternal mystery of things. It was true her aunt′s complaint had been not so much of Madame Merle′s activity as of her duplicity: she had brought about the strange event and then she had denied her guilt. Such [sic}">guilt would not have been great, to Isabel′s mind; she couldn′t make a crime of Madame Merle′s having been the producing cause of the most important friendship she had ever formed. This had occurred to her just before her marriage, after her little discussion with her aunt and at a time when she was still capable of that large inward reference, the tone almost of the philosophic historian, to her scant young annals. If Madame Merle had desired her change of state she could only say it had been a very happy thought. With her, moreover, she had been perfectly straightforward; she had never concealed her high opinion of Gilbert Osmond. After their union Isabel discovered that her husband took a less convenient view of the matter; he seldom consented to finger, in talk, this roundest and smoothest bead of their social rosary. Isabel había tenido tres años para meditar sobre aquella teoría de la señora Touchett de que madame Merle había arreglado el matrimonio de Gilbert Osmond. Y ya sabemos cóómo la había recibido en un principio. Era muy posible que madame Merle hubiese compuesto la boda de Gilbert Osmond, pero en absoluto la de Isabel Archer. Ésta había sido obra de... Isabel apenas sabía de qué: de la naturaleza, del azar, de la providencia, del eterno misterio de todas las cosas. Bien es cierto que la queja de su tía no se refería tanto a la actividad de madame Merle cuanto a su duplicidad; ella había provocado el extraño acontecimiento y después había negado su culpa. Esa culpa no habría sido grande, a juicio de Isabel, pues no′ podía ver delito en que madame Merle hubiese sido el agente causal de la amistad más importante que había hecho en su vida. Esto se le había ocurrido justo en vísperas de su matrimonio, tras un pequeño altercado con su t 37ía y en una época en que era todavía capaz de aquella amplia introspección, hecha con el tono del historiador filosófico, en sus anales todavía incipientes. Si madame Merle había deseado su cambio de estado, lo único que cabía decir es que había sido una idea feliz. Con ella, además, había actuado con total franqueza, no ocultando jamás su alta opinión de Gilbert Osmond. Después de su boda, Isabel descubrió que su marido abrigaba una opinión menos cómoda del asunto, y raras veces consentía, durante sus conversaciones, en pasar entre los dedos aquella cuenta, la más suave y redonda del rosario social de los dos.
"Don′t you like Madame Merle?" Isabel had once said to him. "She thinks a great deal of you." -¿No te gusta madame Merle? -le había preguntado una vez Isabel-. Pues ella tiene muy buena opini 43ón de ti.
"I′ll tell you once for all," Osmond had answered. "I liked her once better than I do to-day. I′m tired of her, and I′m rather ashamed of it. She′s so almost unnaturally good! I′m glad she′s not in Italy; it makes for relaxation --for a sort of moral detente. Don′t talk of her too much; it seems to bring her back. She′ll come back in plenty of time." -Te lo diré de una vez por todas -había contestado Osmond-. Antes me gustaba más que ahora. Ya estoy cansado de ella, aunque me avergüenza decirlo. ¡Es tan antinaturalmente buena! Me alegro de que no esté en Italia; se encuentra uno más relajado... es una especie de deténte moral. No hables mucho de ella, sería como hacerla volver. Ya volverá a su debido tiempo, pierde cuidado.
Madame Merle, in fact, had come back before it was too late --too late, I mean, to recover whatever advantage she might have lost. But meantime, if, as I have said, she was sensibly different, Isabel′s feelings were also not quite the same. Her consciousness of the situation was as acute as of old, but it was much less satisfying. A di ssatisfied mind, whatever else it may miss, is rarely in want of reasons; they bloom as thick as buttercups in June. The fact of Madame Merle′s having had a hand in Gilbert Osmond′s marriage ceased to be one of her titles to consideration; it might have been written, after all, that there was not so much to thank her for. As time went on there was less and less, and Isabel once said to herself that perhaps without her these things would not have been. That reflection indeed was instantly stifled; she knew an immediate horror at having made it. "Whatever happens to me let me not be unjust," she said; "let me bear my burdens myself and not shift them upon others!" This disposition was tested, eventually, by that ingenious apology for her present conduct which Madame Merle saw fit to make and of which I have given a sketch; for there was something irritating --there was almost an air of mockery --in her neat discriminations and clear convictions. In Isabel′s mind to-day there was nothing clear; there was a confusion of regrets, a complication of fears. She felt helpless as she turned away from her friend, who had just made the statements I have quoted: Madame Merle knew so little what she was thinking of! She was herself moreover so unable to explain. Jealous of her --jealous of her with Gilbert? The idea just then suggested no near reality. She almost wished jealousy had been possible; it would have made in a manner for refreshment. Wasn′t it in a manner one of the symptoms of happiness? Madame Merle, however, was wise, so wise that she might have been pretending to know Isabel better than Isabel knew herself. This young woman had always been fertile in resolutions --many of them of an elevated character; but at no period had they flourished (in the privacy of her heart) more richly than to-day. It is true that they all had a family likeness; they might have been summed up in the determination that if she was to be unhappy it shou ld not be by a fault of her own. Her poor winged spirit had always had a great desire to do its best, and it had not as yet been seriously discouraged. It wished, therefore, to hold fast to justice --not to pay itself by petty revenges. To associate Madame Merle with its disappointment would be a petty revenge --especially as the pleasure to be derived from that would be perfectly insincere. It might feed her sense of bitterness, but it would not loosen her bonds. It was impossible to pretend that she had not acted with her eyes open; if ever a girl was a free agent she had been. A girl in love was doubtless not a free agent; but the sole source of her mistake had been within herself. There had been no plot, no snare; she had looked and considered and chosen. When a woman had made such a mistake, there was only one way to repair it --just immensely (oh, with the highest grandeur!) to accept it. One folly was enough, especially when it was to last for ever; a second on e would not much set it off. In this vow of reticence there was a certain nobleness which kept Isabel going; but Madame Merle had been right, for all that, in taking her precautions. En efecto, madame Merle volvió antes de que fuera demasiado tarde... es decir, demasiado tarde para recobrar las ventajas que hubiese podido perder. Entretanto, si, como ya he dicho, se mostraba sensiblemente distinta, tampoco la manera de sentir de Isabel era la misma. Su consciencia de la situación era tan aguda como antes, pero mucho menos satisfactoria. Un espíritu insatisfecho, por muchas c osas que eche de menos, nunca se halla escaso de razones: florecen como los ranúnculos en el mes de junio. El hecho de que madame Merle hubiera tenido parte en el matrimonio de Gilbert Osmond dejó de ser uno de sus títulos honoríficos; a fin de cuentas, podría haberse escrito que no era tanto lo que había que agradecerle. Con el paso del tiempo, cada vez había menos que agradecerle, e Isabel acabó por decirse que tal vez sin la intervención de su amiga esas cosas no habrían sucedido. Cierto que tal reflexión fue sofocada al instante; Isabel se horrorizó de inmediato por habérsela hecho. «Me pase lo que me pase -Isabel se dijo entonces-, no debo ser nunca injusta; mi deber es soportar mi carga y no traspasársela a los demás». Semejante disposición de ánimo fue puesta a prueba más adelante por aquella ingeniosa apología de su conducta presente que madame Merle tuvo a bien hacer, y de la cual he dado un esbozo; porque había algo sin duda irritante..., casi un aire de burla, en sus claras convicciones y sus nítidas distinciones. En la mente de Isabel nada estaba claro a aquellas alturas; había una confusión de pesares y un enredo de temores. Parecía sentirse desamparada al separarse de su amiga, que acababa de hacer las declaraciones que he citado. ¡Madame Merle sabía tan poco de lo que ella estaba pensando! Isabel, además, se sentía incapaz de explicarlo. ¿Cómo, celos de su amiga... celos de ella con Gilbert? Tal idea no le sugería en absoluto una realidad próxima. Ojalá hubiese sido posible concebir celos, habrían constituido una es pecie de refrigerio. ¿No eran, en cierto modo, uno de los síntomas de la felicidad? Madame Merle, sin embargo, era sabia, tanto que podía pretender conocer a Isabel mejor aún de lo que Isabel se conocía a sí misma. Esta joven había sido siempre fecunda en decisiones... muchas de ellas de elevado carácter; pero en ningún otro período de su vida habían florecido con tanta fuerza como ahora en lo recóndito de su corazón. A decir verdad, todas ellas tenían un aire de familia y podían resumirse en la determinación de que, si tenía que ser desgraciada, no sería por su propia culpa. Su pobre espíritu alado había tenido siempre un vivo deseo de obrar lo mejor posible, y hasta el presente no había recibido serios desalientos. Deseaba, por lo tanto, aferrarse a l a justicia, y no resarcirse con venganzas mezquinas. Asociar a madame Merme con su desengaño habría constituido una venganza mezquina... sobre todo porque el placer que ello le reportase habría sido del todo insincero. Habría podido alimentar su sensación de amargura, pero no podía aflojar sus cadenas. Era imposible tratar de convencerse de que no había obrado con los ojos abiertos, pues si una joven había actuado alguna vez con entera libertad, fue ella. Bien era cierto que una muchacha enamorada no era un ser libre, pero la única fuente de su error había sido ella misma. No había existido conjura ni trampa de ninguna clase; ella y sólo ella había mirado, considerado y resuelto. Cuando una mujer cometía semejante error, no había más que un modo de repararlo..., reparación inmensa (¡a h, y con la mayor grandeza!): aceptarlo. Una locura era bastante, sobre todo si iba a durar para siempre, y una segunda no la corregiría apenas. En este voto de reticencia había cierta nobleza que sostenía a Isabel; pero a pesar de todo madame Merle había hecho bien en tomar las precauciones debidas.
One day about a month after Ralph Touchett′s arrival in Rome Isabel came back from a walk with Pansy. It was not only a part of her general determination to be just that she was at present very thankful for Pansy --it was also a part of her tenderness for things that were pure and weak. Pansy was dear to her, and there was nothing else in her life that had the rightness of the young creature′s attachment or the sweetness of her own clearness about it. It was like a soft presence --like a small hand in her own; on Pansy′s part it was more than an affection --it was a kind of ardent coercive faith. On her own side her sense of the girl′s dependence was more than a pleasure; it operated as a definite reason when motives threatened to fail her. She had said to herself that we must take our duty where we find it, and that we must look for it as much as possible. Pansy′s sympathy was a direct admonition; it seemed to say that here was an opportunity, not eminent perhaps, but unmistakeable. Yet an opportunity for what Isabel could hardly have said; in general, to be more for the child than the child was able to be for herself. Isabel could have smiled, in these days, to remember that her little companion had once been ambiguous, for she now perceived that Pansy′s ambiguities were simply her own grossness of vision. She had been unable to believe any one could care so much --so extraordinarily much --to please. But since then she had seen this delicate faculty in operation, and now she knew what to think of it. It was the whole creature --it was a sort of genius. Pansy had no pride to interfere with it, and though she was constantly extending her conquests she took no credit for them. The two were co nstantly together; Mrs. Osmond was rarely seen without her stepdaughter. Isabel liked her company; it had the effect of one′s carrying a nosegay composed all of the same flower. And then not to neglect Pansy, not under any provocation to neglect her --this she had made an article of religion. The young girl had every appearance of being happier in Isabel′s society than in that of any one save her father, whom she admired with an intensity justified by the fact that, as paternity was an exquisite pleasure to Gilbert Osmond, he had always been luxuriously mild. Isabel knew how Pansy liked to be with her and how she studied the means of pleasing her. She had decided that the best way of pleasing her was negative, and consisted in not giving her trouble --a conviction which certainly could have had no reference to trouble already existing. She was therefore ingeniously passive and almost imaginatively docile; she was careful even to moderate the eagerness with which she assented to Isabel′s propositions and which might have implied that she could have thought otherwise. She never interrupted, never asked social questions, and though she delighted in approbation, to the point of turning pale when it came to her, never held out her hand for it. She only looked toward it wistfully --an attitude which, as she grew older, made her eyes the prettiest in the world. When during the second winter at Palazzo Roccanera she began to go to parties, to dances, she always, at a reasonable hour, lest Mrs. Osmond should be tired, was the first to propose departure. Isabel appreciated the sacrifice of the late dances, for she knew her little companion had a passionate pleasure in this exercise, taking her steps to the music like a conscientious fairy. Society, moreover, had no drawbacks for her; she liked even the tiresome parts --the heat of ball-rooms, the dulness of dinners, the crush at the door, the awkward waiting for the carriage. During the d ay, in this vehicle, beside her stepmother, she sat in a small fixed, appreciative posture, bending forward and faintly smiling, as if she had been taken to drive for the first time. Un día, aproximadamente un mes después de que Ralph Touchett llegara a Roma, Isabel volvía de dar un paseo con Pansy. El mostrarse tan afable con Pansy no era tan sólo parte de su decisión de ser justa, sino que obedecía también a su ternura por todo lo que era puro y débil. Quería de veras a Pansy, y en su vida no había nada que tuviese la rectitud del afecto de aquella criatura ni la dulzura de su propia clarividencia respecto de semejante sentimiento. Era como una suave presencia... como una mano diminuta d entro de la suya; y por parte de Pansy era más que un afecto, era una especie de fe ardiente y coercitiva. Del lado de Isabel, la sensación de aquella dependencia de la jovencita era más que un placer, operaba como una razón concreta cuando otras determinaciones amenazaban abandonarla. Se había dicho a sí misma que hay que asumir el deber allí donde se lo encuentre, y buscarlo en la medida de lo posible. El afecto de Pansy era una exhortación directa, parecía como si le advirtiera de que ahí había una oportunidad, acaso no extraordinaria, pero sí inconfundible. Oportunidad de qué, Isabel apenas lo habría podido decir; en general, de ser para la muchacha más de lo que la muchacha pudiese ser para sí misma. Isabel acaso se habría sonreído al recordar que su pequeña compañ era se había mostrado en cierta época algo ambigua, pues ahora comprendía que aquello que le pareció ambigüedad no era sino su propia tosquedad de visión. Isabel no había podido creer que nadie pudiera tener tanto empeño... tantísimo empeño:.. en agradar. Pero desde entonces había visto esa delicada facultad en acción, y sabía ya qué pensar de ella. Constituía todo el ser de la criatura... era una especie de genialidad. Pansy no tenía orgullo que la estorbase, y, aunque iba extendiendo de día en día sus conquistas, no se envanecía. Las dos estaban constantemente juntas. Rara vez se veía a la señora Osmond sin su hijastra. A Isabel le agradaba su compañía; hacía el mismo efecto de llevar un ramillete compuesto todo de la misma flor. Había c onvertido en un artículo de su religión el propósito de no desatender a Pansy, no desatenderla en ninguna circunstancia. Por su parte, la joven daba todas las muestras de estar más a gusto en compañía de Isabel que en la de ninguna otra persona, excepto su padre, al que admiraba con una intensidad justificada por el hecho de que, como la paternidad constituía un placer exquisito para Osmond, éste había sido siempre un padre deleitosamente blando. Isabel se daba cuenta de cuánto le gustaba a Pansy estar con ella y hasta qué punto estudiaba la joven la manera de complacerla. Pansy había decidido que la mejor manera de agradarle era la negativa, que consistía en no ocasionarle molestias... convicción que desde luego no podía hacer referencia a las molestias ya existentes. Se mostraba, por lo tanto, ingeniosamente pasiva y casi imaginativamente dócil; ponía el mayor cuidado hasta en moderar el ímpetu con que asentía a las proposiciones de Isabel, y que pudiera haber implicado la posibilidad de que ella deseara otra cosa. Jamás interrumpía, no hacía jamás preguntas por pura fórmula, y aunque la aprobación la encantaba hasta el punto de hacerla palidecer, no tendía jamás la mano para pedirla. Se limitaba a esperar con anhelo..., con un gesto que, a medida que fue creciendo, hizo de sus ojos los más hermosos del mundo. Cuando, durante el segundo invierno que pasaron en al Palazzo Roccanera, empezó la muchacha a asistir a fiestas y bailes, era siempre la primera en proponer que se marchasen a casa a una hora razonable, no fuera que la señora Osmond llegara a can′5fsarse. Isabel apreciaba ese sacrificio de los últimos bailes, pues le constaba que su pequeña compañera experimentaba una auténtica pasión por ese ejercicio, ajustando sus pasos a la música como un hada escrupulosa. Además, la vida de sociedad no encerraba para ella inconvenientes; le gustaba hasta en lo que tenía de fatigoso... el calor a veces sofocante de los salones de baile, el aburrimiento de las cenas, los apretujones en las puertas, la aburrida espera del carruaje. Durante el día, en ese vehículo, iba sentada al lado de su madrastra, con una postura rígida y atenta, un poco inclinada hacia delante y vagamente sonriente, como si fuera la primera vez que la sacaran de paseo.
On the day I speak of they had been driven out of one of the gates of the city and at the end of half an hour had left the carriage to await them by the roadside while they walked away over the short grass of the Campagna, which even in the winter months is sprinkled with delicate flowers. This was almost a daily habit with Isabel, who was fond of a walk and had a swift length of step, though not so swift a one as on her first coming to Europe. It was not the form of exercise that Pansy loved best, but she liked it, because she liked everything; and she moved with a shorter undulation beside her father′s wife, who afterwards, on their return to Rome, paid a tribute to her preferences by making the circuit of the Pincian or the Villa Borghese. She had gathered a handful of flowers in a sunny hollow, far from the walls of Rome, and on reaching Palazzo Roccanera she went straight to her room, to put them into water. Isabel passed into the drawing-room, the one she herself usually occupied, the second in order from the large ante-chamber which was entered from the staircase and in which even Gilbert Osmond′s rich devices had not been able to correct a look of rather grand nudity. Just beyond the threshold of the drawing-room she stopped short, the reason for her doing so being that she had received an impression. The impression had, in strictness, nothing unprecedented; but she felt it as something new, and the soundlessness of her step gave her time to take in the scene before she interrupted it. Madame Merle was there in her bonnet, and Gilbert Osmond was talking to her; for a minute they were unaware she had come in. Isabel had often seen that before, cert ainly; but what she had not seen, or at least had not noticed, was that their colloquy had for the moment converted itself into a sort of familiar silence, from which she instantly perceived that her entrance would startle them. Madame Merle was standing on the rug, a little way from the fire; Osmond was in a deep chair, leaning back and looking at her. Her head was erect, as usual, but her eyes were bent on his. What struck Isabel first was that he was sitting while Madame Merle stood; there was an anomaly in this that arrested her. Then she perceived that they had arrived at a desultory pause in their exchange of ideas and were musing, face to face, with the freedom of old friends who sometimes exchange ideas without uttering them. There was nothing to shock in this; they were old friends in fact. But the thing made an image, lasting only a moment, like a sudden flicker of light. Their relative positions, their absorbed mutual gaze, struck her as something detected . But it was all over by the time she had fairly seen it. Madame Merle had seen her and had welcomed her without moving; her husband, on the other hand, had instantly jumped up. He presently murmured something about wanting a walk and, after having asked their visitor to excuse him, left the room. En el día de que hablo habían salido por una de las puertas de la ciudad, y al cabo de media hora dejaron el coche esperándolas junto a la carretera mientras daban un paseo sobre la corta yerba de la campiña romana, que hasta en los meses de invierno está salpicada de florecillas. Era casi un hábito cotidiano de Isabel, que era muy aficionada a caminar y que lo hacía con paso largo y ligero, aunque no tan ligero como cuando llegó a Europa. Si bien no era la forma de ejercicio que Pansy prefería, le gustaba, porque le gustaba todo; de suerte que avanzaba con una ondulación más corta al lado de la esposa de su padre, que después, al regresar a Roma, accedía a sus gustos haciendo que el coche volviese por el Pincio o por Villa Borhese. Pansy había recogido unas cuantas flores en un rincón soleado, lejos de las murallas de Roma, y al llegar al Palazzo Roccanera fue directamente a su habitacióón para ponerlas en un búcaro. Isabel pasó por el salón que ella ocupaba de ordinario, el segundo a partir del amplio vestíbulo al que se accedía desde la escalera, y en el que ni siquiera los lujosos arreglos de Gilbert Osmond habían logrado corregir un aspecto de majestuosa desnudez. Apenas traspasado el umbral del salón, Isabel se detuvo en seco, y lo hizo motivada por una fuerte impresión. La impresión no tenía, en realidad, nada de insólito, pero ella la sintió como algo nuevo, pues lo apagado de sus pasos le dio tiempo a contemplar la escena antes de interrumpirla. Madame Merle estaba allí, con el sombrero puesto, y Osmond conversaba con ella; durante cosa de un minuto no se dieron cuenta de su presencia. No era la primera vez que Isabel veía una escena parecida, pero lo que lamas había vist o, o cuando menos observado, era que su coloquio se hubiese convenido en una especie de silencio familiar, del que, como advirtió de inmediato, su entrada iba a sacarles con un sobresalto. Madame Merle estaba de pie en la alfombra, un poco apartada del fuego, mientras que Gilbert Osmond permanecía sentado en un sillón, con la cabeza apoyada en el respaldo y mirándola fijamente. Madame Merle tenía, como de costumbre, la cabeza erguida, pero bajaba los ojos para fijarlos en él. Lo que primero chocó a Isabel fue que madame Merle estuviese de pie y él sentado; había en eso una anomalía que la impresionó. Luego se percató de que en su intercambio de ideas habían llegado a una pausa espontánea y que estaban meditando frente a frente, con esa libertad de los viejos amigos que intercambia n a veces ideas sin necesidad de expresarlas verbalmente. No había en eso nada de que escandalizarse, ya que eran viejos amigos. Pero la escena se plasmó en una imagen que sólo duró un instante, como un súbito fogonazo. Sus posturas respectivas, su mirada mutuamente absorta, le dieron la sensación de haber detectado algo. Pero cuando empezaba a asumirlo, se acabó: madame Merle la había visto y saludado sin moverse de su sitio, en cambio su marido se había puesto en píe de un brinco. Enseguida murmuró algo sobre salir a estirar las piernas, y, después de rogar a su visitante que le excusara, abandonó la habitación.
"I came to see you, thinking you would have come in; and as you hadn′t I waited for you," Madame Merle said. -Vine a verla, suponiendo que estaría ya en casa, pero como no había llegado, me quedé a esperarla -dijo madame Merle.
"Didn′t he ask you to sit down?" Isabel asked with a smile. -¿Gilbert no le pidió que se sentara? -preguntó Isabel con una sonrisa.
Madame Merle looked about her. "Ah, it′s very true; I was going away." Madame Merle miró en derredor suyo y dijo: -Ah, es cierto; es que estaba a punto de marcharme.
"You must stay now." -Pero ahora se quedará, supongo.
"Certainly. I came for a reason; I′ve something on my mind." -Naturalmente. He venido por un motivo especial. Tengo algo que decirle.
"I′ve told you that before," Isabel said --"that it takes something extraordinary to bring you to this house." -Como ya le he dicho en otras ocasiones, hace falta algo extraordinario para traerla a usted a esta casa.
"And you know what I ′ve told YOU; that whether I come or whether I stay away, I′ve always the same motive --the affection I bear you." -Y sabe también lo que yo le he dicho a usted, que tanto si vengo como si no, mis motivos son siempre los mismos... el afecto que le profeso.
"Yes, you′ve told me that." -Cierto, me lo ha dicho usted.
"You look just now as if you didn′t believe it," said Madame Merle. -Pues ahora parece como si usted no lo creyera -dijo madame Merle.
"Ah," Isabel answered, "the profundity of your motives, that′s the last thing I doubt!" -¡Ah! -respondió Isabel-. Lo último que yo pondría en duda sería la profundidad de sus motivos.
"You doubt sooner of the sincerity of my words." -Antes dudaría usted de la sinceridad de mis palabras.
Isabel shook her head gravely. "I know you′ve always been kind to me." Isabel movió la cabeza con un gesto grave. -Usted se ha portado siempre bien conmigo.
"As often as you would let me. You don′t always take it; then one has to let you alone. It′s not to do you a kindness, however, that I′ve come to-day; it′s quite another affair. I′ve come to get rid of a trouble of my own --to make it over to you. I′ve been talking to your husband about it." -Cada vez que usted me lo permite. Pero a veces no lo acepta, y entonces hay que dejarla tranquila. Pero hoy no he venido para ser buena con usted, sino para otro asunto bien distinto. He venido para desembarazarme de un problema mío y pasárselo a usted. De eso estaba hablando con su marido.
"I′m surprised at that; he doesn′t like troubles." -Me sorprende; usted sabe que a él no le gustan los problemas.
"Especially other people′s; I know very well. But neither do you, I suppose. At any rate, whether you do or not, you must help me. It′s about poor Mr. Rosier." -Sobre todo los de los demás, lo sé perfectamente. Ni a usted tampoco, supongo. De todas maneras, le gusten a usted o no, tiene que ayudarme. Se trata del pobre Rosier.
"Ah," said Isabel reflectively, "it′s his trouble then, not yours." -¡Ah! -dijo Isabel con aire pensativo-. Entonces el problema es de él, no de usted.
"He has succeeded in saddling me with it. He comes to see me ten times a week, to talk about Pansy." -Ha conseguido cargarlo sobre mis espaldas. Viene a verme diez veces por semana para hablarme de Pansy.
"Yes, he wants to marry her. I know all about it." -Sí, estoy al tanto. Quiere casarse con ella. Madame Merle vaciló.
Madame Merle hesitated. "I gathered from your husband that perhaps you didn′t." -Me ha parecido, por lo que su esposo me ha dicho, que usted no lo sabía.
"How should he know what I know? He has never spoken to me of the matter." -¿Cómo sabe él lo que yo sé? Él no me ha hablado jamás del asunto.
"It′s probably because he doesn′t know how to speak of it." -Será porque no sabe cómo hablar del tema.
"It′s nevertheless the sort of question in which he′s rarely at fault." -Sin embargo, es ésa una cuestión que no le suele desconcertar.
"Yes, because as a general thing he knows perfectly well what to think. To-day he doesn′ t." -Sí, porque por regla general sabe perfectamente qué pensar. Pero aho ra, no.
"Haven′t you been telling him?" Isabel asked. -¿No se lo ha dicho a usted? -preguntó Isabel.
Madame Merle gave a bright, voluntary smile. "Do you know you′re a little dry?" Madame Merle le dirigió una sonrisa radiante y algo forzada. -¿No cree que está siendo un poco adusta?
"Yes; I can′t help it. Mr. Rosier has also talked to me." -Sí. No puedo remediarlo. Rosier ha hablado también conmigo.
"In that there′s some reason. You′re so near the child." -En eso ha obrado con buen criterio. Está usted tan próxima a la muchacha.
"Ah," said Isabel, "for all the comfort I′ve given him! If you think me dry, I wonder what HE thinks." -¡Ah! -dijo Isabel-. Pues no le he dado mucho consuelo. Si a usted le parece que soy adusta, ¿qué le pareceré a él?
"I believe he thinks you can do more than you have done." -Lo que le parece, creo yo, es que usted podría hacer más de lo que ha hecho.
"I can do nothing." -Yo no puedo hacer nada.
"You can do more at least than I. I don′t know what mysterious connection he may have discovered between me and Pansy; but he came to me from the first, as if I held his fortune in my hand. Now he keeps coming back, to spur me up, to know what hope there is, to pour out his feelings." -En todo caso podrá hacer más que yo. Yo no sé qué′8e misteriosa conexión habrá podido descubrir entre Pansy y yo; pero desde el principio, acudió a mí como si yo tuviese su suerte en mis manos. Ahora sigue viniendo para acuciarme, para saber qué esperanzas puede tener, para desahogar sus sentimientos.
"He′s very much in love," said Isabel. -Parece muy enamorado -dijo Isabel.
"Very much --for him." -Mucho... para lo que es él.
"Very much for Pansy, you might say as well." -Mucho para lo que es Pansy, podría usted decir.
Madame Merle dropped her eyes a moment. "Don′t you think she′s attractive?" Madame Merle bajó un momento los ojos. -¿No la cree usted atractiva? -preguntó.
"The dearest little person possible --but very limited." -La criatura más deliciosa que existe... pero muy limitada.
"She ought to be all the easier for Mr. Rosier to love. Mr. Rosier′s not unlimited." -Razón de más para que la quiera el señor Rosier. Tampoco él es ilimitado.
"No," said Isabel, "he has about the extent of one′s pocket-handkerchief --the small ones with lace borders." Her humour had lately turned a good deal to sarcasm, but in a moment she was ashamed of exercising it on so innocent an object as Pansy′s suitor. "He′s very kind, very honest," she presently added; "and he′s not such a fool as he seems." -No -dijo Isabel-. Tiene aproximadamente las dimensione s de un pañuelo, de esos pequeños con borde de encaje. -Su humor se había ido conviniendo en sarcasmo, pero se avergonzó de ejercitarlo contra un objeto tan inocente como el pretendiente de Pansy-. Es muy bueno y muy formal -añadió enseguida-, y no tan tonto como parece.
"He assures me that she delights in him," said Madame Merle. -Me asegura que ella está ilusionadísima con él -afirmó madame Merle.
"I don′t know; I′ve not asked her." -Lo ignoro; no se lo he preguntado.
"You′ve never sounded her a little?" -¿Nunca la ha sondeado usted un poquito?
"It′s not my place; it′s her father′s." -Eso no me corresponde a mí, sino a su padre.
"Ah, you′re too literal!" said Madame Merle. -¡Ah! Es usted demasiado estricta -suspiró madame Merle.
"I must judge for myself." -Tengo que atenerme a mi propio criterio.
Madame Merle gave her smile again. "It isn′t easy to help you." Madame Merle volvió a dirigirle su sonrisa. -No es cosa fá′87cil ayudarla a usted.
"To help me?" said Isabel very seriously. "What do you mean?" -¿A mí? -dijo Isabel muy seriamente-. ¿Qué quiere usted decir?
"It′s easy to displease you. Don′t you see how wise I am to be careful? I notify you, at any rate, as I notified Osmond, that I wash my hands of the love-affairs of Miss Pansy and Mr. Edward Rosier. Je n′y peux rien, moi! I can′t talk to Pansy about him. Especially," added Madame Merle, "as I don′t think him a paragon of husbands." -Es fácil incomodarla. ¿No ve como hago bien en andarme con cuidado? Por lo pronto, le comunico, como acabo de comunicar a Osmond, que me lavo las manos en el asunto de los amores de Pansy con el señor Edward Rosier. Je n y peux rien, moi! No puedo hablarle a Pansy acerca de él, sobre todo porque no lo considero un marido ideal.
Isabel reflected a little; after which, with a smile, "You don′t wash your hands then!" she said. After which again she added in another tone: "You can′t --you′re too much interested." Isabel se quedó unos instantes pensativa y luego sonrió. -Entonces, no se lava usted las manos -dijo. Y añadió en distinto tono-: Ya no puede usted hacerlo... se ha tomado demasiado interés.
Madame Merle slowly rose; she had given Isabel a look as rapid as the intimation that had gleamed before our heroine a few moments before. Only this time the latter saw nothing. "Ask him the next time, and you′ll see." Madame Merle se levantó despacio; había lanzado a Isabel una ojeada tan rápida com o la insinuación que unos momentos antes vislumbrara nuestra heroína. Sólo que en esta ocasión Isabel no la captó. -Pregúnteselo la próxima vez, y lo verá.
"I can′t ask him; he has ceased to come to the house. Gilbert has let him know that he′s not welcome." -No puedo preguntárselo; ha dejado de venir por esta casa. Gilbert le dio a entender que no es bien recibido.
"Ah yes," said Madame Merle, "I forgot that --though it′s the burden of his lamentation. He says Osmond has insulted him. All the same," she went on, "Osmond doesn′t dislike him so much as he thinks." She had got up as if to close the conversation, but she lingered, looking about her, and had evidently more to say. Isabel perceived this and even saw the point she had in view; but Isabel also had her own reasons for not opening the way. -Ah, es cierto -dijo madame Merle-. Ya lo había olvidado... y eso que es el tema central de sus lamentaciones. Dice que Osmond le ha insultado. De todos modos, a Osmond no le desagrada tanto como él se figura. Se había levantado como para dar por terminada la conversación, pero se demoraba, mirando acá y allá; era evidente que le quedaba algo por decir. Isabel se dio cuenta de ello e incluso adivinó a dónde quería ir a parar, pero también ella tenía sus ra zones para no dar el primer paso.
"That must have pleased him, if you′ve told him," she answer ed, smiling. -Eso le habrá complacido, si es que usted se lo ha dicho -respondió Isabel sonriendo.
"Certainly I′ve told him; as far as that goes I′ve encouraged him. I′ve preached patience, have said that his case isn′t desperate if he′ll only hold his tongue and be quiet. Unfortunately he has taken it into his head to be jealous." -Ya lo creo que se lo he dicho; en ese aspecto le he dado ánimos. Le he recomendado que tenga paciencia y le he dicho que su caso no es del todo desesperado con tal de que mantenga la boca cerrada y esté tranquilo. Pero, por desgracia, se le ha metido en la cabeza sentir celos.
"Jealous?" ¿Celos?
"Jealous of Lord Warburton, who, he says, is always here." -Sí, de lord Warburton, que según él se pasa aquí la vida.
Isabel, who was tired, had remained sitting; but at this she also rose. "Ah!" she exclaimed simply, moving slowly to the fireplace. Madame Merle observed her as she passed and while she stood a moment before the mantel-glass and pushed into its place a wandering tress of hair. Isabel, que estaba cansada, había permanecido sentada, pero al oír esto se levantó también. ¡Ah! -se limitó en exclamar, dirigiéndose despacio hacia la chimenea, Madame Merle la observó 7 avanzar y detenerse un momento ante el espejo de encima de la chimenea para retocarse un mechón de cabello.
"Poor Mr. Rosier keeps saying there′s nothing impossible in Lord Warburton′s falling in love with Pansy," Madame Merle went on. -El pobre Rosier cree que no es imposible que lord Warburton se enamore de Pansy -prosiguió madame Merle.
Isabel was silent a little; she turned away from the glass. "It′s true --there′s nothing impossi ble," she returned at last, gravely and more gently. Isabel guardó silencio; después se apartó del espejo. -Cierto... no hay nada imposible -contestó por fin, en un tono más serio y amable.
"So I′ve had to admit to Mr. Rosier. So, too, your husband thinks." -Es lo que he tenido que reconocer yo ante Rosier. Y lo mismo piensa su marido.
"That I don′t know." Eso lo ignoro.
"Ask him and you′ll see." Pregúntele y verá.
"I shall not ask him," said Isabel. -No le pienso preguntar -dijo Isabel.
"Pardon me; I forgot you had pointed that out. Of course," Madame Merle added, "you′ve had infinitely more observation of Lord Warburton′s behaviour than I." -Discúlpeme, olvidaba que ya me lo ha señalado... Claro está -añadió madame Merle- que usted ha tenido mucha más ocasión que yo d e observar la actitud de lord Warburton.
"I see no reason why I shouldn′t tell you that he likes my stepdaughter very much." -No tengo por qué ocultarle que mi hijastra le gusta mucho.
Madame Merle gave one of her quick looks again. "Likes her, you mean --as Mr. Rosier means?" Madame Merle volvió a lanzarle otra de sus rápidas ojeadas. -¿Que le gusta... quiere decir... del mismo modo que le gusta al señor Rosier?
"I don′t know how Mr. Rosier means; but Lord Warburton has let me know that he′s charmed with Pansy." -Yo no sé lo que siente el señor Rosier; pero lord Warburton me ha dado a entender que está encantado con Pansy.
"And you′ve never told Osmond?" This observation was immediate, precipitate; it almost burst fr om Madame Merle′s lips. -¿Y usted no se lo ha dicho a Osmond? -Esta observación fue inmediata, precipitada, casi un estallido en los labios de madame Merle.
Isabel′s eyes rested on her. "I suppose he′ll know in time; Lord Warburton has a tongue and knows how to express himself." Isabel posó los ojos en ella. -Me imagino que lo sabrá a su debido tiempo. Lord Warburton tiene lengua para hablar y sabe cómo expresarse.
Madame Merle instantly became conscious that she had spoken more quickly than usual, and the reflection brought the colour to her cheek. She gave the treacherous impulse time to subside and then said as if she had been thinking it over a little: "That would be better than marrying poor Mr. Rosier." Madame Merle se dio cuenta en el acto de que se hab ía precipitado al hablar, cosa que no era habitual en ella, y esa reflexión la hizo ruborizarse un poco. Esperó a que se calmara aquel impulso traicionero, y luego dijo como si lo hubiera estado meditando: -Eso sería mucho mejor que casarse con el pobre Rosier.
"Much better, I think." -Mucho mejor, en mi opinión.
"It would be very delightful; it would be a great marriage. It′s really very kind of him." -Resultaría delicioso. Sería una boda sonada. Es verdaderamente generoso por parte de él.
"Very kind of him?" ¿El qué es generoso?
"To drop his eyes on a simple little girl." -El haber posado los ojos en una muchachita tan sencilla como ella.
"I don′t see that." -No lo veo yo así.
"It′s very good of you. But after all, Pansy Osmond --" -Es usted muy buena. Pero la verdad es que Pansy Osmond...
"After all, Pansy Osmond′s the mo st attractive person he has ever known!" Isabel exclaimed. -¡La verdad es que Pansy Osmond es la persona más atractiva que él ha conocido! -exclamó Isabel. par
Madame Merle stared, and indeed she was justly bewildered. "Ah, a moment ago I thought you seemed rather to disparage her." Madame Merle la miró fijamente, y de hecho tenía buenas razones para asombrarse. -Pues hace un instante parecía usted restarle valor.
"I said she was limited. And so she is. And so′s Lord Warburton." -He dicho que era limitada, y lo es. También lo es lord Warburton.
"So are we all, if you come to that. If it′s no more than Pansy deserves, all the better. But if she fixes her affections on Mr. Rosier I won′t admit that she deserves it. That will be too perverse." -Si a eso vamos, todos los somos. Si no es más de lo que Pansy merece, mejor que mejor. Pero si ella entrega su afecto al señor Rosier, no admitiré que eso es lo que ella se merece. Sería demasiada perversidad.
"Mr. Rosier′s a nuisance!" Isabel cried abruptly. -El señor Rosier es un engorro -exclamó de sopetón Isabel.
"I quite agree with you, and I′m delighted to know that I′m not expected to feed his flame. For the future, when he calls on me, my door shall be closed to him." And gathering her mantle together Madame Merle prepared to depart. She was checked, however, on her progress to the door, by an inconsequent request from Isabel. -Estamos de acuerdo, y me encanta que no se me pida que atice la llama de su amor. A partir de ahora, la puerta de mi casa estará cerrada para él. -Madame Merle, recogiéndose la capa, se dispuso a partir. Pero en su camino hacia la puerta, la detuvo una petición incongruente de Isabel.
"All the same, you know, be kind to him." -De todos modos, sea amable con él.
She lifted her shoulders and eyebrows and stood looking at her friend. "I don′t understand your contradictions! Decidedly I shan′t be kind to him, for it will be a false kindness. I want to see her married to Lord Warburton." Alzó madame Merle los hombros y las cejas y se quedó mirando a su amiga. -No entiendo sus contradicciones! Estoy decidida a no ser amable con él, porque sería una falsa amabilidad. Quiero ver a Pansy casada con lord Warburton.
"You had better wait till he asks her." -Debería usted esperar a que él la pida.
"If what you say′s true, he′ll ask her. Especially," said Madame Merle in a moment, "if you make him." -Si lo que usted dice es cierto, la pedirá. Sobre todo -añadió pasado un instante- si usted le empuja.
"If I make him?" ¿Empujarle yo?
"It′s quite in your power. You′ve great influence with him." -En su mano está. Usted tiene una gran influencia sobre él.
Isabel frowned a little. "Where did you learn that?" Isabel frunció el entrecejo. -¿De dónde ha sacado ust ed eso?
"Mrs. Touchett told me. Not you --never!" said Madame Merle, smiling. -Me lo dijo la señora Touchett... Desde luego... usted nunca me lo dijo -recalcó madame Merle sonriendo.
"I certainly never told you anything of the sort." -Cierto, nunca le dije a usted nada por el estilo.
"You MIGHT have done so --so far as opportunity went --when we were by way o f being confidential with each other. But you really told me very little; I′ve often thought so since." -Sin embargo, podía haberlo hecho, porque no le faltó ocasión, cuando nos hacíamos algunas confidencias. Pero la verdad es que usted me contaba muy pocas cosas; más de una vez lo he pensado.
Isabel had thought so too, and sometimes with a certain satisfaction. But she didn′t admit it now --perhaps because she wished not to appear to exult in it. "You seem to have had an excellent informant in my aunt," she simply returned. También Isabel lo había pensado, y a veces con cierta satisfacción. Pero ahora no lo quiso reconocer, acaso por no dar la impresión que se felicitaba por ello. -Parece ser que en mi tía ha tenido usted una magnífica fuente de información -se limitó a decir.
"She let me know you had declined an offer of marriage from Lord Warburton, because she was greatly vexed and was full of the subject. Of course I think you′ve done better in doing as you did. But if you wouldn′t marry Lord Warburton yourself, make him the reparation of helping him to marry some one else." -Su tía me comentó que usted había rechazado una propuesta de matrimonio de lord Warburton; me lo dijo porque estaba muy disgustada y no podía callárselo. Por lo demás, yo considero que usted supo escoger mejor. Pero, ya que no quiso casarse con lord Warburton, déle cuando menos la compensación de ayudarle a casarse con otra.
Isabel listened to this with a face that persisted in not reflecting the bright expressiveness of Madame Merle′s. But in a moment she said, reasonably and gently enough: "I should be very glad indeed if, as regards Pansy, it could be arranged." Up on which her companion, who seemed to regard this as a speech of good omen, embraced her more tenderly than might have been expected and triumphantly withdrew. Isabel había escuchado todas esas palabras con un semblante que persistía en no reflejar la radiante expresividad del de madame Merle. Sin embargo, al cabo de un momento dijo, muy razonable y gentilmente: -Por mi parte, me alegraría muchísimo de que, en lo que a Pansy respecta, pudiera arreglarse satisfactoriamente. Tras de lo cual su interlocutora, que pareció tomarlo como discurso de buen augurio, la abrazó más tiernamente de lo que hubiera sido de esperar y se retiró con aire triunfal.  






CHAPTER 41

41

Osmond touched on this matter that evening for the first time; coming very late into the drawing-room, where she was sitting alone. They had spent the evening at home, and Pansy had gone to bed; he himself had been sitting since dinner in a small apartment in which he had arranged his books and which he called his study. At ten o′clock Lord Warburton had come in, as he always did when he knew from Isabel that she was to be at home; he was going somewhere else and he sat for half an hour. Isabel, after asking him for news of Ralph, said very little to him, on purpose; she wished him to talk with her stepdaughter. She pretended to read; she even went after a little to the piano; she asked herself if she mightn′t leave the room. She had come little by little to think well of the idea of Pansy′s becoming the wife of the master of beautiful Lockleigh, tho ugh at first it had not presented itself in a manner to excite her enthusiasm. Madame Merle, that afternoon, had applied the match to an accumulation of inflammable material. When Isabel was unhappy she always looked about her --partly from impulse and partly by theory --for some form of positive exertion. She could never rid herself of the sense that unhappiness was a state of disease --of suffering as opposed to doing. To "do" --it hardly mattered what --would therefore be an escape, perhaps in some degree a remedy. Besides, she wished to convince herself that she had done everything possible to content her husband; she was determined not to be haunted by visions of his wife′s limpness under appeal. It would please him greatly to see Pansy married to an English nobleman, and justly please him, since this nobleman was so sound a character. It seemed to Isabel that if she could make it her duty to bring about such an event she should play the part of a good wife. She wanted to be that; she wanted to be able to believe sincerely, and with proof of it, that she had been that. Then such an undertaking had other recommendations. It would occupy her, and she desired occupation. It would even amuse her, and if she could really amuse herself she perhaps might be saved. Lastly, it would be a service to Lord Warburton, who evidently pleased himself greatly with the charming girl. It was a little "weird" he should --being what he was; but there was no accounting for such impressions. Pansy might captivate any one --any one at least but Lord Warburton. Isabel would have thought her too small, too slight, perhaps even too artificial for that. There was always a little of the doll about her, and that was not what he had been looking for. Still, [sic}"> who could say what men ever were looking for? They looked for what they found; they knew what pleased them only when they saw it. No theory was valid in such matters, and nothing was more unacco untable or more natural than anything else. If he had cared for HER it might seem odd he should care for Pansy, who was so different; but he had not cared for her so much as he had supposed. Or if he had, he had completely got over it, and it was natural that, as that affair had failed, he should think something of quite another sort might succeed. Enthusiasm, as I say, had not come at first to Isabel, but it came to-day and made her feel almost happy. It was astonishing what happiness she could still find in the idea of procuring a pleasure for her husband. It was a pity, however, that Edward Rosier had crossed their path! Aquella noche, Osmond tocó el tema por primera vez, entrando muy tarde en el salón, donde Isabel se hallaba sentada a solas. Habían pasado la velada en casa y Pansy se había ido ya a la cama. El propio Osmond se había recluido después de cenar en una pequeña habitación donde tenía sus libros y a la que llamaba su despacho. Lord Warburton se había presentado a las diez, como hacía siempre que sabía por Isabel que la encontraría en casa. Como se dirigía a algún otro sitio, sólo se detuvo media hora. Después de pedirle noticias de Ralph, ella apenas le dirigió la palabra, porque deseaba que h ablase con su hijastra. Así, fingió leer, y al cabo de un rato se sentó al piano, incluso se preguntó si no sería mejor marcharse del salón. Poco a poco había llegado a ver con buenos ojos la idea de que Pansy se convirtiera en la esposa del propietario de la hermosa mansión de Lockleigh, si bien al principio esa perspectiva no le había suscitado un gran entusiasmo. Madame Merle, aquella tarde, había aplicado un fósforo a un montón de materia inflamable. Cada vez que Isabel se sentía desgraciada, miraba en torno suyo -en parte por impulso y en parte por teoría- en busca de alguna forma de esfuerzo positivo. No podía desprenderse de la noción de que la desdicha era un estado de enfermedad: el sufrir como opuesto al hacer. Hacer..., fuere lo que fuese, sería por lo tanto una salida, acaso en cie rto grado un remedio. Además, quería convencerse de haber hecho todo lo posible por contentar a su esposo, y estaba firmemente decidida a no dejarse atormentar por el terror de ser una esposa débil, incapaz de prestar la ayuda que se le pedía. Era evidente que a él le agradaría mucho ver a Pansy casada con un aristócrata inglés, y le agradaría con razón, ya que ese aristócrata era una persona muy formal. Parecíale a Isabel que si ella lograba imponerse el deber de hacer realidad ese acontecimiento, desempeñaría el cometido de una buena esposa. Quería ser una buena esposa; quería poder creer sinceramente, y con pruebas, que lo había sido. Además, la empresa tenía otros alicientes. La mantendría ocupada, y ella anhelaba ocuparse en algo. Incluso la distr aería, y, si verdaderamente conseguía distraerse, quizás entonces estaría salvada. Por último sería hacerle un favor a lord Warburton, quien evidentemente se sentía a gusto en compañía de la encantadora muchachita. A decir verdad, eso era un poco «raro» -siendo él quien era-, pero no cabía explicar semejantes impresiones. Indudablemente Pansy podía cautivar a cualquiera... por lo menos a cualquiera que no fuese lord Warburton. Isabel la consideraba demasiado insignificante, demasiado poca cosa, incluso tal vez demasiado artificial para eso. Todo lo suyo tenía algo de muñeca, y no era eso lo que lord Warburton había estado buscando. Pero ¿quién sabría decir lo que buscaban los hombres? Buscaban lo que encontraban, no sabían lo que les gustaba ha sta que lo habían visto. En esos asuntos no valían teorías, ni había cosas más inexplicables o más naturales que otras. Si lord Warburton se había interesado por ella, podía parecer raro que se interesara por Pansy, que era tan distinta en todos sentidos; pero, por lo visto, ella no le había interesado tanto como él se imaginara. O, caso de que sí le hubiese interesado, ya lo había superado del todo, y era natural que, viendo fracasado aquel proyecto, pensara tener éxito en otro de muy distinta índole. Como digo, Isabel no acogió al pronto tal idea con entusiasmo, pero en aquel momento sí, y eso la hizo sentirse casi feliz. Era asombroso cuánta felicidad era aún capaz de hallar en la idea de procurarle satisfacción a su marido. ¡Qué pena, sin embargo, que Edward Rosier se hubiese cruzado en el camino!
At this reflection the light that had suddenly gleamed upon that path lost something of its brightness. Isabel was unfortunately as sure that Pansy thought Mr. Rosier the nicest of all the young men --as sure as if she had held an interview with her on the subject. It was very tires ome she should be so sure, when she had carefully abstained from informing herself; almost as tiresome as that poor Mr. Rosier should have taken it into his own head. He was certainly very inferior to Lord Warburton. It was not the difference in fortune so much as the difference in the men; the young American was really so light a weight. He was much more of the type of the useless fine gentleman than the English nobleman. It was true that there was no particular reason why Pansy should marry a statesman; still, if a statesman admired her, that was his affair, and she would make a perfect little pearl of a peeress. Ante esa reflexión, la luz que de improviso había alumbrado ese camino perdió algo de su fulgor. Por desgracia, Isabel estaba tan segura de que a Pansy le parecía Rosier el más agradable de los jóvenes... tan segura como si éste hubiese conversado con ella sobre dicho asunto. Y era muy enojoso estar tan segura, cuando se había abstenido cuidadosamente de informarse; casi tan enojoso como que al pobre Rosier se le hubiese metido en la cabeza. Ciertamente, Rosier valía mucho menos que lord Warburton. No era tanto la diferencia de fortunas cuanto la diferencia de personas, ya que el joven americano, comparado con el otro, era de bien poco pesó. Pertenecía, mucho más que el aristócrata inglés, a esa clase de caballeros elegantes e inúti les. En verdad, no existían razones particulares para que Pansy tuviese que casarse con un estadista. Pero si un estadista la admiraba, eso era cosa de él, y Pansy sería una parejita perfecta para un par de Inglaterra.
It may seem to the reader that Mrs. Osmond had grown of a sudden strangely cynical, for she ended by saying to herself that this difficulty could probably be arranged. An impediment that was embodied in poor Rosier could not anyhow present itself as a dangerous one; there were always means of levelling secondary obstacles. Isabel was perfectly aware that she had not taken the measure of Pansy′s tenacity, which might prove to be inconveniently great; but she inclined to see her as rather letting go, under suggestion, than as clutching under deprecation --since she had certainly the faculty of assent developed in a very much higher degree than that of protest. She would cling, yes, she would cling; but it really mattered to her very little what she clung to. Lord Warburton would do as well as Mr. Rosier --especially as she seemed quite to like him; she had expressed this sentiment to Isabel without a single reservation; she had said she thought his conversation most interesting --he had told her all about India. His manner to Pansy had been of the rightest and easiest --Isabel noticed that for herself, as she also observed that he talked to her not in the least in a patronising way, reminding himself of her youth and simplicity, but quite as if she understood his subjects with that suff iciency with which she followed those of the fashionable operas. This went far enough for attention to the music and the barytone. He was careful only to be kind --he was as kind as he had been to another fluttered young chit at Gardencourt. A girl might well be touched by that; she remembered how she herself had been touched, and said to herself that if she had been as simple as Pansy the impression would have been deeper still. She had not been simple when she refused him; that operation had been as complicated as, later, her acceptance of Osmond had been. Pansy, however, in spite of HER simplicity, really did understand, and was glad that Lord Warburton should talk to her, not about her partners and bouquets, but about the state of Italy, the condition of the peasantry, the famous grist-tax, the pellagra, his impressions of Roman society. She looked at him, as she drew her needle through her tapestry, with sweet submissive eyes, and when she lowered them she gave little quiet oblique glances at his person, his hands, his feet, his clothes, as if she were considering him. Even his person, Isabel might have reminded her, was better than Mr. Rosier′s. But Isabel contented herself at such moments with wondering where this gentleman was; he came no more at all to Palazzo Roccanera. It was surprising, as I say, the hold it had taken of her --the idea of assisting her husband to be pleased. Podrá parecerle al lector que la señora Osmond se había vuelto de pronto extrañamente cínica, pues terminó diciéndose que esa dificultad seguramente podría solventarse. En cualquier caso, el obstáculo representado por el pobre Rosier no podría ser muy peligroso, y siempre habría el modo de allanar los obstáculos de menor importancia. Isabel era totalmente consciente de no haber medido la tenacidad de Pansy, que pudiera llegar a ser un gran estorbo; aunque más se inclinaba a considerarla dispuesta a ceder ante una sugerencia que a aferrarse ante una desaprobació′97n... porque tenía mucho más desarrollada la facultad del asentimiento que la de la protesta. Pero no, Pansy se aferraría, se aferraría aunque de hecho le importaba poco a qué se aferraba. Lo mismo serviría lord Warburton que el señor Rosier... sobre todo porque parecía que aquél le gustaba bastante. La joven había expresado ese sentimiento a Isabel sin la menor reserva; había dicho que su conversación le parecía de lo más interesante, pues le había contado muchas cosas de la India. Lord Warburton había empleado con Pansy sus maneras más correctas y afables..., eso la propia Isabel lo había notado, como asimismo había observado que no le hablaba con un tono paternalista por consideración a su juventud e inexperiencia, sino como si ella comprendie73_se sus temas con la misma eficiencia con que seguía los de las óperas de moda, y que le permitía distinguir la música y la voz del barítono. Por su parte, él ponía cuidado en ser sólo atento... tan atento como antaño lo fuera en Gardencourt con otra jovencita emocionada. A una muchacha eso le impresionaba. Recordaba cuan sensible había sido ella misma a semejante actitud, y pensaba que, si hubiese sido tan ingenua como Pansy, la impresión por ella recogida sin duda habría sido mucho más profunda. En cambio, cuando le rechazó, no había sido nada ingenua ni sencilla, pues tal operación le había resultado tan complicada como, más tarde, aceptar a Gilbert Osmond. A pesar de su sencillez e ingenuidad, Pansy comprendía perfectamente y le agradaba que lord Warburton no le hablase de sus compañeros de baile y de sus ramos de flores sino de la situación de Italia, de la condición de los campesinos, del impuesto sobre la molienda, de la pelagra y de sus impresiones sobre la sociedad romana. Mientras bordaba minuciosamente el tapete que tenía entre las manos, le miraba con ojos temerosos; y, cuando los bajaba, dirigía furtivas miradas de reojo a sus manos, a sus pies, a su traje, como si estuviera estudiándolo. Hasta su propio físico era mejor que el de Rosier, podría haberle hecho observar Isabel. Pero en aquellos momentos la señora Osmond se contentaba con preguntarse dónde estaría aquel caballero y por qué motivo ya no se le veía por el Palazzo Roccanera. Era en verdad sorprendente hasta qué punto la obsesionaba la idea de contribuir a que su marido se sintiera complacido.
It was surprising for a variety of reasons which I shall presently touch upon. On the evening I speak of, while Lord Warburton sat there, she had been on the point of taking the great step of going out of the room and leaving her companions alone. I say the great step, because it was in this light that Gilbert Osmond would have regarded it, and Isabel was trying as much as possible to take her husband′s view. She succeeded after a fashion, but she fell short of the point I mention. After all she couldn′t rise to it; something held her and made this impossible. It was not exactly that it would be base or insidious; for women as a general thing practise such manoeuvres with a perfectly good conscience, and Isabel was instinctively much more true than false to the common genius of her sex. There was a vague doubt that interposed --a sense that she was not quite sure. So she remained in the drawing-room, and after a while Lord Warburton went off to his party, of which he promised to give Pansy a full account on the morrow. After he had gone she wondered if she had prevented something which would have happened if she had absented herself for a quarter of an hour; and then she pronounced --always mentally --that when their distinguished visitor should wish her to go away he would easily find means to let her know it. Pansy said nothing whatever about him after he had gone, and Isabel studiously said nothing, as she had taken a vow of reserve until aft er he should have declared himself. He was a little longer in coming to this than might seem to accord with the description he had given Isabel of his feelings. Pansy went to bed, and Isabel had to admit that she could not now guess what her stepdaughter was thinking of. Her transparent little companion was for the moment not to be seen through. Era sorprendente por varias razones que vamos a exponer de pasada. La noche a la que hemos hecho referencia, mientras lord Warburton estuvo allí sentado, había acudido a su mente la idea de dar un gran paso: salir del salón y dejar solos a sus compañeros. Y nos atrevemos a llamarlo gran paso porque estamos seguros de que así lo habría considerado Gilbert Osmond, y ella trataba de acomodarse en todo a la manera de pensar de éste. En cierto modo puede decirse que lo había logrado, pero, en cambio, había fracasado en el punto en cuestión. Lo cierto es que no pudo levantarse con tal propósito, pues algo parecía retenerla. No era, desde luego, nada vulgar ni insidioso, ya que, por lo general, las mujeres realizan semejantes maniobras con la conciencia absolutamente limpia, e Isabel se mostraba siempre mucho más fiel que traidora al genio común de su sexo... Lo que se interponía, al parecer, era una duda un tanto vaga..., una extraña sensación de la que no estaba segura. De modo que decidió quedarse en el salón, y poco después lord Warburton se marchó a su reunión, de la que prometió informar a Pansy con todo detalle al día siguiente. Una vez que él hubo partidlo, Isabel se preguntó si había evitado algo que inevitablemente se habría producido en caso de que ella se hubiese ausentado, por lo menos, un cuarto de, hora; pero no tardó en decirse -siempre mentalmente, por supuesto- que si su aristocrático visitante hubiera querido que ella saliera del salón habría hallado el medio de hacérselo saber indirectamente. Después de que se marchara, Pansy no dijo una sola palabra sobre él, lo mismo que Isabel, que dejó de hacerlo intencionadamente, pues se había hecho a sí misma voto de absoluta reserva hasta que él se dignara declararse. Si nos atenemos a la descripción de sus sentimientos que a Isabel hiciera, no podremos por menos de ver que en esta ocasión tardaba más de lo esperado. Pansy se fue a la cama, e Isabel debió reconocer que no tenía la menor idea de lo que su hijastra estaría pensando en aquel momento. Su pequeña y transparente compañera parecía, por el momento, bastante opaca.
She remained alone, looking at the fire, until, at the end of half an hour, her husband came in. He moved about a while in silence and then sat down; he looked at the fire like herself. But she now had transferred her eyes from the flickering flame in the chimney to Osmond′s face, and she watched him while he kept his silence. Covert observation had become a habit with her; an instinct, of which it is not an exaggeration to say that it was allied to that of self-defence, had made it habitual. She wished as much as possible to know his thoughts, to know wh at he would say, beforehand, so that she might prepare her answer. Preparing answers had not been her strong point of old; she had rarely in this respect got further than thinking afterwards of clever things she might have said. But she had learned caution --learned it in a measure from her husband′s very countenance. It was the same face she had looked into with eyes equally earnest perhaps, but less penetrating, on the terrace of a Florentine villa; except that Osmond had grown slightly stouter since his marriage. He still, however, might strike one as very distinguished. Se quedó, pues, completamente sola y con los ojos fijos en el fuego hasta que, al cabo de una media hora, apareció su esposo. Llegó él andando quedamente y, sin decir palabra, se sentó cerca de ella y cl avó también los ojos, en el fuego. Isabel no tardó en llevar su mirada desde el chisporroteante leño al rostro de su marido, y le estuvo observando mientras él seguía callado. La observación muda se había convertido en una costumbre en ella, en un instinto del que no sería exagerado decir que estaba unido al de la propia defensa y que terminó por convertirse en habitual. Deseaba ella, en cuanto fuera posible, conocer sus ideas, lo que iba a decir, y saberlo por anticipado a fin de poder preparar su respuesta. Desde tiempo atrás, su fuerte no era precisamente tener respuestas preparadas; en tal sentido no había ido nunca más allá de pensar posteriormente en las brillantes respuestas que habría podido dar. Pero había aprendido a obrar con cautela, en la medida que lo exigía la contención extraordinaria de su marido. Aquel rostro era el mismo que ella mirara un día con ojos igualmente serios que ahora, si bien menos penetrantes, en la terraza de una villa situada en lo alto de una colina de Florencia, con la salvedad de que después de la boda su dueño había engordado un poco. No obstante, Osmond podía llamar la atención de cualquiera como hombre sumamente distinguido.
"Has Lord Warburton been here?" he presently asked. -¿Ha estado aquí lord Warburton? -preguntó éste.
"Yes, he stayed half an hour." -Sí, estuvo como una media hora.
"Did he see Pansy?" -¿Vio a Pansy?
"Yes; he sat on the sofa beside her." -Se sentó en el sofá y allí permaneció con ella todo ese tiempo.
"Did he talk with her much?" -¿Habló mucho con ella?
"He talked almost only to her." -Habló casi solame nte con ella.
"It seems to me he′s attentive. Isn′t that what you call it?" -Me parece un hombre muy atento. ¿No es así como llamas tú a eso?
"I don′t call it anything," said Isabel; "I′ve waited for you to give it a name." -Yo no lo llamo de ninguna manera -contestó Isabel-. Estaba esperando a que tú le dieras el nombre apropiado.
"That′s a consideration you don′t always show," Osmond answered after a moment. -No siempre muestras tanta consideración -comentó Osmond tras una pausa.
"I′ve determined, this time, to try and act as you′d like. I′ve so often failed of that." -Esta vez he decidido tratar de actuar como a ti te agradaría que lo hiciese. He fallado muchas veces en eso.
Osmond turned his head slowly, looking at her. "Are you trying to quarrel with me?" Osmond volvió lentamente la cabeza y se quedó mirándola. -¿Estás intentando discutir?
"No, I′m trying to live at peace." -Al contrario: vivir en paz.
"Nothing′s more easy; you know I don′t quarrel myself." -Pues nada más fácil. Ya sabes que, por mi parte, no hay nunca riña.
"What do you call it when you try to make me angry?" Isabel asked. -Entonces, ¿cómo lla mas a lo que haces cuando tratas de enojarme? -preguntó Isabel.
"I don′t try; if I′ve done so it has been the most natural thing in the world. Moreover I′m not in the least trying now." -Nunca trato de hacerlo. Si alguna vez sucede, me sale como la cosa más natural del mundo. Además, ahora no intento en absoluto hacerlo.
Isabel smiled. "It doesn′t matter. I′ve determined never to be angry again." Isabel sonrió y dijo: -No importa. Estoy decidida a no volver a enojarme nunca más.
"That′s an excellent resolve. Your temper isn′t good." -Es una decisión admirable. Tu carácter no es muy bueno que digamos.
"No --it′s not good." She pushed away the book she had been reading and took up the band of tapestry Pansy had left on the table. -No..., no es muy bueno. La joven dejó el libro que había estado leyendo y tomó el tapete que Pansy dejara sobre la mesa.
"That′s partly why I′ve not spoken to you about this business of my daughter′s," Osmond said, designating Pansy in the manner that was most frequent with him. "I was afraid I should encounter opposition --that you too would have views on the subject. I′ve sent little Rosier about his business." -Por eso es por lo que, en parte, no te he hablado hasta ahora del asunto de mi hija elijo Osmond, designando a Pansy de la manera que en él era habitual-. Temía encontrar oposición..., que tú ta mbién te hicieses alguna idea sobre la cuestión al ver que había despachado al señor Rosier.
"You were afraid I′d plead for Mr. Rosier? Haven′t you noticed that I′ve never spoken to you of him?" -¿Temías que intercediese por el señor Rosier? ¿No te has dado cuenta de que jamás te he hablado de él?
"I′ve never given you a chance. We′ve so little conversation in these days. I know he was an old friend of yours." -Porque nunca te di la oportunidad de hacerlo. Hemos hablado muy poco últimamente, pero sé que es un antiguo amigo tuyo.
"Yes; he′s an old friend of mine." Isabel cared little more for him than for the tapestry that she held in her hand; but it was true that he was an old friend and that with her husband she felt a desire not to extenuate such ties. He had a way of expressing contempt for them which fortified her loyalty to them, even when, as in the present case, they were in themselves insignificant. She sometimes felt a sort of passion of tenderness for memories which had no other merit than that they belonged to her unmarried life. "But as regards Pansy," she added in a moment, "I′ve given him no encouragement." -En efecto, es un antiguo amigo mío -admitió Isabel, aunque la verdad era que le importaba menos aún que el tapete que tenía en las manos. Sin embargo, sintió el deseo de no disminuir en nada ante su marido los lazos que al otro la ligaban. Tenía Osmond una manera tal de mostrar su desdén por los demás que no lograba sino acrecentar la lealtad que ella les profesaba, aun cuando, c omo en el caso de ahora, se tratase de personas insignificantes. A veces, la joven experimentaba grandes accesos de cariño por ciertos recuerdos que no podían aducir más mérito que el de pertenecer a su vida de soltera-. Pero, a pesar de nuestra amistad -añadió-, por lo que a Pansy respecta no le he dado el menor aliento.
"That′s fortunate," Osmond observed. -Ha sido una verdadera suerte -observó Osmond.
"Fortunate for me, I suppose you mean. For him it matters little." -Supongo que querrás decir una suerte para mí. A él le importa un comino.
"There′s no use talking of him," Osmond said. "As I tell you, I′ve turned him out." -No vale la pena hablar de él -replicó Osmond-. Ya te he dicho que lo he despachado.
"Yes; but a lover outside′s always a lover. He′s sometimes even more of one. Mr. Rosier still has hope." par -Sí, pero un enamorado despachado suele convertirse en despechado, y no deja de estar enamorado; a veces, mucho más todavía. El señor Rosier no ha perdido por comple to la esperanza.
"He′s welcome to the comfort of it! My daughter has only to sit perfectly quiet to become Lady Warburton." -Pues va a resultar una molestia. Por lo pronto, mi hija no tiene más que sentarse tranquilamente y esperar hasta verse convertida en lady Warburton.
"Should you like that?" Isabel asked with a simplicity which was not so affected as it may appear. She was resolved to assume nothing, for Osmond had a way of unexpectedly turning her assumptions against her. The intensity with which he would like his daughter to become Lady Warburton had been the very basis of her own recent reflections. But that was for herself; she would recognise nothing until Osmond should have put it into words; she would not take for granted with him that he thought Lord Warburton a prize worth an amount of effort that was unusual among the Osmonds. It was Gilbert′s constant intimation that for him nothing in life was a prize; that he treated as from equal to equal with the most distinguished people in the world, and that his daughter had only to look about her to pick out a prince. It cost hi m therefore a lapse from consistency to say explicitly that he yearned for Lord Warburton and that if this nobleman should escape his equivalent might not be found; with which moreover it was another of his customary implications that he was never inconsistent. He would have liked his wife to glide over the point. But strangely enough, now that she was face to face with him and although an hour before she had almost invented a scheme for pleasing him, Isabel was not accommodating, would not glide. And yet she knew exactly the effect on his mind of her question: it would operate as an humiliation. Never mind; he was terribly capable of humiliating HER --all the more so that he was also capable of waiting for great opportunities and of showing sometimes an almost unaccountable indifference to small ones. Isabel perhaps took a small opportunity because she would not have availed herself of a great one. -¿Te gustaría que lo fuera? -preguntó Isabel con una sencillez mucho menos afectada de lo que podría parecer. Estaba firmemente decidida a no tomar ninguna determinación, pues Osmond tenía una especial manera de volver en contra de ella todas las determinaciones que tomaba. La base de todas sus últimas cavilaciones había sido la intensidad con que él quería que su hija se convirtiera en lady Warburton. Pero eso se lo guardaba para sí misma, y no reconocería absolutamente nada hasta que Osmond hubiera hablado del asunto. No daría por supuesto que él consideraba a lord Warburton digno de realizar un esfuerzo, cosa completamente desusada en la familia Osmond. La advertencia constante de Gilbert Osmond era que nada en la vida podía constituir para él recompensa suficiente de un esfuerzo, que trataba de igual a igual a la gente más distinguida del mundo y que a su hija le bastaba con tender displicentemente la vista en derredor para tener en seguida un príncipe rendido a sus pies. No obstante, y aun cuando otra de sus afirmaciones habituales era que siempre actuaba de forma coherente, al cabo de un tiempo tuvo que apearse de su creencia y admitir que deseaba a lord Warburton para su hija, y que, si tal aristócrata no caía, seria difícil encontrar otro que pudiera comparársele. Le habría gustado que su mujer aceptase sin más este punto. Pero, por extraño que parezca, ahora que Isabel estaba frente a él y a pesar de que una hora antes se había estado preguntando qué debería hacer para agradarle, resultaba que no se sentía acomodaticia ni con ganas de aceptar las cosas sin más. Sin embargo, sabía exactamente el efecto que en el ánimo de él produciría su pregunta, cuyo resultado podría ser el de la humillación. No importaba. El era perfectamente capaz de humillarla, aunque para ello tuviese que aguardar una gran oportunidad y, en cambio, se mostrara altivamente desdeñoso con las pequeñas. Y si Isabel no tenía más remedio que echar mano de una oportunidad pequeña, era porque no se le había presentado ninguna de las grandes.
Osmond at present acquitted himself very honourably. "I should like it extremely; it would be a great marriage. And then Lord Warburton has another advantage: he′s an old friend of yours. It would be pleasant for him to come into the family. It′s very odd Pansy′s admirers should all be your old friends." Osmond supo salir muy bien del aprieto diciendo: -Me gustaría infinito; sería una gran boda. Además, lord Warburton tiene otra ventaja: es un antiguo amigo tuyo y le agradarí 2a entrar en la familia. Verdaderamente es extraño que todos los pretendientes de Pansy sean antiguos amigos tuyos.
"It′s natural that they should come to see me. In coming to see me they see Pansy. Seeing her it′s natural they should fall in love with her." -Es natural que vengan a verme, y, al venir, vean a Pansy. Al verla, es natural que se enamoren de ella.
"So I think. But you′re not bound to do so." -Eso creo yo; pero tú no tienes por qué creerlo.
"If she should marry Lord Warburton I should be very glad," Isabel went on frankly. "He′s an excellent man. You say, however, that she has only to sit perfectly still. Perhaps she won′t sit perfectly still. If she loses Mr. Rosier she may jump up!" -Me gustaría mucho que se casara con lord Warburton -dijo Isabel con toda franqueza-. Es un hombre excelente desde todos los puntos de vista. Tú dices que ella no tiene más que sentarse tranquilamente, pero puede que no se siente tan tranquilamente como tú deseas. Si ve que va a perder al señor Rosier, puede que salte de su asiento.
Osmond appeared to give no heed to this; he sat gazing at the fire. "Pansy would like to be a great lady," he remarked in a moment wit h a certain tenderness of tone. "She wishes above all to please," he added. Osmond hizo como si no hubiese oído tales palabras y continuó sentado mirando al fuego. Al cabo de un momento, dijo con una voz en la qu e se percibía cierta emoción de cariño: -A Pansy le gustaría ser una gran dama; y, sobre todo, le gustaría agradar.
"To please Mr. Rosier, perhaps." -Al señor Rosier, tal vez.
"No, to please me." -No. Agradarme a mí.
"Me too a little, I think," said Isabel. -Y un poco también a mí, creo yo -dijo Isabel.          
"Yes, she has a great opinion of you. But she′ll do what I like." -Cierto, a ti también, porque tiene una gran opinión de ti. Pero, en fin de cuentas, hará lo que yo quiera.
"If you′re sure of that, it′s very well," she went on. -Si estás seguro de ello, entonces no hay ningún problema.
"Meantime," said Osmond, "I should like our distinguished visitor to speak." -Mientras tanto, sería conveniente que nuestro distinguido visitante hablase de una vez.
"He has spoken --to me. He has told me it would be a great pleasure to him to believe she could care for him." -A mí ya me ha hablado. Me ha dicho que le causaría un gran placer pensar que Pansy se interesa por él. r
Osmond turned his head quickly, but at first he said nothing. Then, "Why didn′t you tell me that?" he asked sharply. Osmond volvió rápidamente la cabeza y la miró fijamente: -¿Por qué no me lo habías dicho? -preguntó secamente.
"There was no opportunity. You know how we live. I′ve taken the first chance that has offered." -Porque no se había presentado la ocasión. Ya sabes cómo vivimos. He aprovechado la primera oportunidad que se me ha presentado.
"Did you spea k to him of Rosier?" -¿Le has hablado de Rosier?
"Oh yes, a little." -Unas palabras tan sólo.
"That was hardly necessary." -No era en absoluto necesario.
"I thought it best he should know, so that, so that --" And Isabel paused. -Me pareció que era mejor que lo supiera para que... para que...
"So that what?" -¿Para qué? Dilo de una vez.
"So that he might act accordingly." -Pues, para que obrara en consonancia.
"So that he might back out, do you mean?" -Para que se volviera atrás, sin duda.
"No, so that he might advance while there′s yet time." -Al contrario; para que se adelantara mientras había tiempo para e llo.
"That′s not the effect it seems to have had." -Pues no parece ser ése el efecto producido.
"You should have patience," said Isabel. "You know Englishmen are shy." -Debes tener paciencia -repuso Isabel-. Ya sabes que los ingleses son un poco tímidos.
"This one′s not. He was not when he made love to YOU." -Ese no lo es. No lo era, al menos, cuando te hizo la corte a ti.
She had been afraid Osmond would speak of that; it was disagreeable to her. "I beg your pardon; he was extremely so," she returned. Siempre había temido ella que Osmond tocase tal punto, porque le resultaría muy desagradable. Así, replicó: -Perdona que te diga que conmigo lo fue mucho.
He answered nothing for some time; he took up a book and fingered the pages while she sat silent and occupied herself with Pansy′s tapestry. "You must have a great deal of influence with him," Osmond went on at last. "The moment you really wish it you can bring him to the point." Se quedó él un momento sin decir nada. Tomó un libro y estuvo hojeándolo distraídamente, mientras que ella continuó sentada en silencio, entreteniéndose en seguir el bordado de Pansy. Por fin, Osmond dijo: -Tú tienes sin duda una gran influencia sobre él; en cuanto quieras, podrás hacerle abordar el asunto.
This was more offensive still; but she felt the great naturalness of his saying it, and it was after all extremely like what she had said to herself. "Why should I have influence?" she asked. "What have I ever done to put him under an obligation to me?" Aquello le .resultó más ofensivo todavía, pero se dio cuenta de la gran naturalidad con que él lo dijera y pensó que, después de todo, era algo muy parecido a lo que ella se había dicho a sí misma. -¿Por qué he de tener tal influencia? ¿Acaso he hecho algo que le obligue a estarme agradecido?
"You refused to marry him," said Osmond with his eyes on his book. -No quisiste casarte con él -contestó Osmond mirando el libro.
"I must not presume too much on that," she replied. -No tengo por qué presumir gran cosa por ello.
He threw down the book presently and got up, standing before the fire with his hands behind him. "Well, I hold that it lies in your hands. I shall leave it there. With a little good-will you may manage it. Think that over and remember how much I count on you." H e waited a little, to give her time to answer; but she answered nothing, and he presently strolled out of the room. Osmond dejó el libro, se levantó y se puso delante de la chimenea con las manos en la espalda. -Bien, por mi parte, dejo el asunto completamente en tus manos. Te basta con un poquito de buena voluntad para arreglarlo a satisfacción de todos. Piénsalo despacio y no olvides que cuento conti go para llevarlo a buen término. Esperó Osmond un momento a fin de dejarle tiempo para que le diese una respuesta, pero ella no contestó absolutamente nada. Visto lo cual, salió despacio del salón, tal como en él había entrado.






CHAPTER 42

42

She had answered nothing because his words had put the situation before her and she was absorbed in looking at it. There was something in them that suddenly made vibrations deep, so that she had been afraid to trust herself to speak. After he had gone she leaned back in her chair and closed her eyes; and for a long time, far into the night and still further, she sat in the still drawing-room, given up to her meditation. A servant came in to attend to the fire, and she bade him bring fresh candles and then go to bed. Osmond had told her to think of what he had said; and she did so indeed, and of many other things. The suggestion from another that she had a definite influence on Lord Warburton --this had given her the start that accompanies unexpected recognition. Was it true that there was something still between them that might be a handle to make him declare himself to Pansy --a susceptibility, on his part, to approval, a desire to do what would please her? Isabel had hitherto not asked herself the question, because she had not been forced; but now that it was directly presented to her she saw the answer, and the answer frightened her. Yes, there was something --something on Lord Warburton′s part. When he had first come to Rome she believed the link that united them to be completely snapped; but little by little she had been reminded that it had yet a palpable existence. It was as thin as a hair, but there were moments when she seemed to hear it vibrate. For herself nothing was changed; what she once thought of him she always thought; it was needless this feeling should change; it seemed to her in fact a better feeling than ever. But he? had he still the idea that she might be more to him than other women? Had he the wish to profit by the memory of the few moments of intimacy through which they had once passed? Isabel knew she had read some of the signs of such a disposition. But what were his hopes, his pretensions, and in what strange way were they mingled with his evidently very sincere appreciation of poor Pansy? Was he in love with Gilbert Osmond′s wife, and if so what comfort did he expect to derive from it? If he was in love with Pansy he was not in love with her stepmother, and if he was in love with her stepmother he was not in love with Pansy. Was she to cultivate the advantage she possessed in order to make him commit himself to Pansy, knowing he would do so for her sake and not for the small creature′s own --was this the service her husband had asked of her? This at any rate was the duty with which she found herself confronted --from the moment she admitted to herself that her old friend had still an uneradicated predilection for her society. It was not an agreeable task; it was in fact a repulsive one. She asked herself with dismay whether Lord Warburton were pretending to be in love with Pansy in order to cultivate another satisfaction and what might be called other chances. Of this refinement of duplicity she presently acquitted him; she preferred to believe him in perfect good faith. But if his admiration for Pansy were a delusion this was scarcely better than its being an affectation. Isabel wandered among these ugly possibilities until she had completely lost her way; some of them, as she suddenly encountered them, seemed ugly enough. Then she broke out of the labyrinth, rubbing her eyes, and declared that her imagination surely did her little honour and that her husband′s did him even less. Lord Warburton was as disinterested as he need be, and she was no more to him than she need wish. She would rest upon this till the contrary should be proved; proved more effectually than by a cynical intimation of Osmond′s. Si Isabel no contestó, fue porque las palabras de él le habían planteado la cuestión escuetamente y estaba absorta en su contemplación. Existía entre ellos algo que hacía que sus vibraciones fueran en el acto muy hondas, tan profundas que le había dado miedo aventurarse a contestarle. Una vez que él se hubo ido, reclinó la cabeza en el respaldo del sillón, cerró los ojos y permaneció así sentada hasta altas horas de la noche, pensando en lo que acababa de oír. Llegó un criado de la casa para atender el fuego, y ella le ordenó que trajera otros candelabros y se retirase a dormir. Osmond le había pedido que pensara en lo que él había dicho. Y eso estaba haciendo: pensar en ello, y en muchas ,otras cosas. La sugerencia de que ella tenía una influencia decisiva sobre lord Warburton la sobrecogió con el impulso que acompaña al reconocimiento de un hecho real. Indudablemente había entre ellos dos algo que podía hacer que lord Warburton se declarase a Pansy, acaso una simple proclividad por parte de él a aprobar sus deseos, un anhelo de complacerla haciendo lo que ella quería. En realidad, Isabel no se preguntaba a sí misma qué podía haber de cierto, pues no se había sentido forzada a ello en manera alguna; pero ahora que el asunto se le presentaba clara y firmemente vio la respuesta, y la respuesta la asustó. Sí, algo había... por parte de lord Warburton, por supuesto. La primera vez que él fue a Roma, ella creyó roto por completo el lazo que les uniera antes, pero poco a poco se había ido convenciendo de que todavía existía palpablemente. Bien es verdad que era delgado y quebradizo como un cabello, mas en ciertos momentos diríase que ella lo oía vibrar. Por su parte, nada había cambiado. Lo que en otros tiempos pensara de él, seguía pensándolo ahora; no era necesario que tal manera de sentir cambiase, sobre todo porque ahora ella consideraba que ese sentimiento era mejor. Pero ¿y él? ¿Seguía pensando que ella era más que todas las demás mujeres? ¿Acaso quería evocar los momentos, si bien escasos, de intimidad que ambos pasaran antes juntos? Isabel se daba perfecta cuenta de que había visto en sus ojos señales de semejante disposición de ánimo. Pero ¿qué esperanzas abrigaba, cuáles eran sus pretensiones y de qué modo tan extraño habían llegado a mezclarse con aquel sincero aprecio que parecía profesarle a la pobre Pansy? ¿Estaba enamorado de la esposa de Gilbert Osmond? Y, si así era, ¿qué consuelo esperaba obtener de todo ello? Una de dos: si estaba enamorado de Pansy, no estaba enamorado de la madrastra; y si estaba enamorado de Isabel, no lo estaba de la hijastra. ¿Debía ella aprovecharse de la ventaja de su posición en el corazón del otro para inducirle a entregarse a Pansy, sabiendo que lo haría sólo por ella y no por la jovencita?... ¿Y era ése el favor que su marido le pidiera antes? Cuando menos, ése era el deber que ella se veía en situación de afrontar, al no poder por menos de reconocer que su antiguo amigo continuaba sintiendo una irremisible predilección por su compañía. De todo lo cual sacaba en conclusión que su cometido no era nada grato, sino bien repulsivo. Se preguntaba con tristeza si, por desgracia, lord Warburton fingía estar enamorado de Pansy a fin de cultivar otra satisfacción y algo más, que podría llamarse otras oportunidades. Pero, después de pensarlo bien, le absolvió de semejante refinamiento de duplicidad y prefirió considerar que actuaba de buena fe. Aunque, si su enamoramiento de Pansy resultaba una desilusión, no era eso, en verdad, mejor que si fuese una ficción. Isabel se perdió en el dédalo de todas estas ingratas posibilidades, muchas de las cuales, al enfrentarlas, le parecieron sumamente feas. Se frotó los ojos como para salir de aquel laberinto, declarándose a sí misma que, si su imaginación no la honraba grandemente, mucho menos la honraba todavía la de su señor esposo. Lord Warburton se había desinteresado de ella tanto como era necesario; Isabel no significaba para él más de lo que debía significar. Y decidió aceptar esta manera de pensar hasta que no se demostrase lo contrario mediante algo más eficaz que una cínica insinuación de Osmond.
Such a resolution, however, brought her this evening but little peace, for her soul was haunted with terrors which crowded to the foreground of thought as quickly as a place was made for them. What had suddenly set them into livelier motion she hardly knew, unless it were the strange impression she had received in the afternoon of her husband′s being in more direct communication with Madame Merle than she suspected. That impression came back to her from time to time, and now she wondered it had never come before. Besides this, her short interview with Osmond half an hour ago was a striking example of his faculty for making everything wither that he touched, spoiling everything for her that he looked at. It was very well to undertake to give him a proof of loyalty; the real fact was that the knowledge of his expecting a thing raised a presumption against it. It was as if he had had the evil eye; as if his presence were a blight and his favour a misfortune. Was the fault in himself, or only in the deep mistrust she had conceived for him? This mistrust was now the clearest result of their short married life; a gulf had opened between them over which they looked at each other with eyes that were on either side a declaration of the deception suffered. It was a strange opposition, of the like of which she had never dreamed --an opposition in which the vital principle of the one was a thing of contempt to the other. It was not her fault --she had practised no deception; she had only admired and believed. She had taken all the first steps in the purest confidence, and then she had suddenly found the infinite vista of a multiplied life to be a dark, narrow alley with a dead wall at the end. Instead of leading to the high places of happiness, from which the world would seem to lie below one, so that one could look down with a sense of exaltation and advantage, and judge and choose and pity, it led rather downward and earthward, into realms of restriction and depression where the sound of other lives, easier and freer, was heard as from above, and where it served to deepen the feeling of failure. It was her deep distrust of her husband --this was what darkened the world. That is a sentiment easily indicated, but not so easily explained, and so composite in its character that much time and still more suffering had been needed to bring it to its actual perfection. Suffering, with Isabel, was an active condition; it was not a chill, a stupor, a despair; it was a passion of thought, of speculation, of response to every pressure. She flattered herself that she had kept her failing faith to herself, however --that no one suspected it but Osmond. Oh, he knew it, and there were times when she thought he enjoyed it. It had come gradually --it was not till the first year of their life together, so admirably intimate at first, had closed that she had taken the alarm. Then the shadows had begun to gather; it was as if Osmond deliberately, almost malignantly, had put the lights out one by one. The dusk at first was vague and thin, and she could still see her way in it. But it steadily deepened, and if now and again it had occasionally lifted there were certain corners of her prospect that were impenetrably black. These shadows were not an emanation from her own mind: she was very sure of that; she had done her best to be just and temperate, to see only the truth. They were a part, they were a kind of creation and consequence, of her husband′s very presence. They were not his misdeeds, his turpitudes; she accused him of nothing --that is but of one thing, which was NOT a crime. She knew of no wrong he had done; he was not violent, he was not cruel: she simply believed he hated her. That was all she accused him of, and the miserable part of it was precisely that it was not a crime, for against a crime she might have found redress. He had discovered that she was so different, that she was not what he had believed she would prove to be. He had thought at first he could change her, and she had done her best to be what he would like. But she was, after all, herself --she couldn′t help that; and now there was no use pretending, wearing a mask or a dress, for he knew her and had made up his mind. She was not afraid of him; she had no apprehension he would hurt her; for the ill-will he bore her was not of that sort. He would if possible never give her a pretext, never put himself in the wrong. Isabel, scanning the future with dry, fixed eyes, saw that he would have the better of her there. She would give him many pretexts, she would often put herself in the wrong. There were times when she almost pitied him; for if she had not deceived him in intention she understood how completely she must have done so in fact. She had effaced herself when he first knew her; she had made herself small, pretending there was less of her than there really was. It was because she had been under the extraordinary charm that he, on his side, had taken pains to put forth. He was not changed; he had not disguised himself, during the year of his courtship, any more than she. But she had seen only half his nature then, as one saw the disk of the moon when it was partly masked by the shadow of the earth. She saw the full moon now --she saw the whole man. She had kept still, as it were, so that he should have a free field, and yet in spite of this she had mistaken a part for the whole. No obstante, tal decisión no le proporcionó la paz que su espíritu había menester, dominado como estaba por terrores que se adueñaban de su pensamiento en cuanto se les ofrecía el menor lugar para asentarse allí. Apenas si llegaba a darse cuenta de lo que lo había agitado, a no ser la impresión que aquella tarde recibiera al ver que su marido mantenía con madame Merle una comunicación mucho más directa de lo que ella hubiese podido jamás sospechar. Tal impresión se le presentaba, volvía a presentársele y retornaba de nuevo a su mente, y se asombraba de que no se le hubiese ocurrido antes. Aparte de ello, la conversación que acababa de mantener con Osmond era una prueba flagrante de cómo llegaba él a marchitar todo aquello en lo que ponía sus manos, de cómo echaba a perder para ella aquello en lo que posaba sus ojos. Bien estaba lo de tratar de ofrecerle una prueba de lealtad; lo malo era que el solo hecho de saber que él esperaba algo de una era más que sobrado para suscitar una presunción en contra suya. Era como si llevara consigo el mal de ojo, como si su presencia produjera agotamiento y su favor resultara una desgracia. Ahora bien, ¿radicaba en él semejante defecto o se debía a la profunda desconfianza que había llegado a inspirarle? Semejante desconfianza se le aparecía actualmente como el resultado más patente de su breve vida de casados. Entre los dos se abría un profundo abismo por encima del cual ambos se miraban uno a otro con ojos que eran como una irrebatible declaración de la decepción recíprocamente sufrida. Era aquélla una oposición en verdad extraña, que jamás hubiera Isabel soñado que llegase a producirse y en la que el principio vital de cada uno era una especie de desprecio por el otro. Ella no tenía la culpa, pues no había alimentado la decepción; no había hecho más que admirarle y creer en él. Ella dio los primeros pasos en el terreno de la confianza más pura, pero no tardó en darse cuenta de que el panorama de la vida múltiple que a sus ojos se ofrecía no era sino una estrecha y oscura avenida en cuyo final se elevaba un muro impenetrable. En vez de elevarla a la cumbre de la felicidad para que, desde allí, pudiera decir que el mundo yacía a sus pies hasta el extremo de permitirle mirar hacia abajo con exaltación y prepotencia, juzgar, decidir y compadecer a su antojo, aquella avenida conducía más bien hacia abajo, hacia regiones de escasez y depresión donde el sonido de las vibraciones de otras vidas más libres y sosegadas se escuchaba como venido de arriba, no contribuyendo, por tanto, más que a ahondar el sentimiento del fracaso. Lo que ante sus ojos oscurecía el mundo por completo era, en resumidas cuentas, la profunda desconfianza que de su esposo sentía. Tal sentimiento es fácil de mencionar, pero no tan fácil de explicar, y tan complicado resultaba en su manera de ser que necesitó largo tiempo y hondo sufrimiento para alcanzar su perfección de aquel entonces. En Isabel el sufrimiento era una especie de condición activa; no era un estremecimiento, ni una desesperación, ni un estupor, sino una pasión por lo mental, lo especulativo, por responder a cualquier presión. Se enorgullecía de haber guardado para sí misma el secreto del fracaso de su fe, y el único que podía sospecharlo era Osmond. Seguramente éste lo sabía de sobra, y había veces en que ella pensaba que le resultaba un verdadero placer. Semejante realidad no se hizo patente de forma súbita, sino que fue presentándose poco a poco, pues únicamente al final del primer año de su vida en común, que tan admirablemente íntima pareciera al principio, escuchó ella en su interior la voz de alarma. E inmediatamente después, las nubes comenzaron a adensarse, como si deliberadamente, casi perversamente, Osmond se hubiese complacido en ir apagando todas las luces una tras otra. Al principio, la oscuridad era vaga y leve hasta el punto de que ella podía seguir viendo su camino a través de ella; pero no tardó en espesarse, y si de vez en cuando parecía aclararse en algunos puntos, había siempre regiones de la perspectiva donde las sombras resultaban impenetrables. No eran pura emanación de su intelecto tales sombras, de eso estaba segura Isabel, que había hecho cuanto en su mano estaba por ser justa y afable por no ver más que la verdad. Eran una parte, una especie de creación y consecuencia de la presencia de su marido. No eran ni desvaríos ni delitos suyos, de nada le acusaba... a no ser de algo que en realidad no era un pecado, una falta, un crimen. No sabía ella de mala acción alguna por él cometida; no era cruel ni violento. Lo único que creía Isabel era que la detestaba. Eso y no otra cosa era lo que le reprochaba, y lo más triste de todo era que aquello no constituía precisamente un crimen, pues ante un crimen era indudable que habría podido rebelarse. Osmond había descubierto que ella era muy diferente de lo que él había creído que podía llegar a ser. Al principio pensó que podría cambiarla, y, por su parte, ella trató de hacer lo que él quería. Pero, después de todo, ella era ella..., no lo podía remediar, y ahora resultaba completamente inútil fingir, poniéndose una máscara o un disfraz, porque él la conocía ya perfectamente y se había hecho su composición de lugar. Isabel no le temía, no tenía miedo de que la hiriese, pues la mala voluntad que le profesaba no era de semejante índole. A ser posible, él no le daría jamás el menor pretexto, ni cometería el menor error. Había veces en que ella casi le compadecía, porque si bien no había llegado a decepcionarle en la intención, se daba cuenta perfectamente de hasta qué punto le había decepcionado en realidad. Cuando se conocieron, ella quiso borrarse casi del todo, empequeñecerse, incluso pretendiendo que era más pequeña de lo que realmente era. Ello se debía a que sucumbió al encanto extraordinario que, por su parte, se había esforzado él en mostrar. Osmond no había cambiado, y, durante el año que duró su cortejo, no se distinguió en nada por encima de ella. Pero la verdad es que ella no vio más, que no logró ver más que la mitad de su verdadero carácter, como se ve el disco de la Luna cuando queda tapado en parte, durante un eclipse, por la sombra de la Tierra. Ahora, en cambio, veía toda la Luna, al hombre completo tal cual era. Sin embargo, había permanecido en silencio a fin de dejarle el campo libre, y a pesar de ello había tomado la parte por el todo.
Ah, she had been immensely under the charm! It had not passed away; it was there still: she still knew perfectly what it was that made Osmond delightful when he chose to be. He had wished to be when he made love to her, and as she had wished to be charmed it was not wonderful he had succeeded. He had succeeded because he had been sincere; it never occurred to her now to deny him that. He admired her --he had told her why: because she was the most imaginative woman he had known. It might very well have been true; for during those months she had imagined a world of things that had no substance. She had had a more wondrous vision of him, fed through charmed senses and oh such a stirred fancy! --she had not read him right. A certain combination of features had touched her, and in them she had seen the most striking of figures. That he was poor and lonely and yet that somehow he was noble --that was what had interested her and seemed to give her her opportunity. There had been an indefinable beauty about him --in his situation, in his mind, in his face. She had felt at the same time that he was helpless and ineffectual, but the feeling had taken the form of a tenderness which was the very flower of respect. He was like a sceptical voyager strolling on the beach while he waited for the tide, looking seaward yet not putting to sea. It was in all this she had found her occasion. She would launch his boat for him; she would be his providence; it would be a good thing to love him. And she had loved him, she had so anxiously and yet so ardently given herself --a good deal for what she found in him, but a good deal also for what she brought him and what might enrich the gift. As she looked back at the passion of those full weeks she perceived in it a kind of maternal strain --the happiness of a woman who felt that she was a contributor, that she came with charged hands. But for her money, as she saw to-day, she would never have done it. And then her mind wandered off to poor Mr. Touchett, sleeping under English turf, the beneficent author of infinite woe! For this was the fantastic fact. At bottom her money had been a burden, had been on her mind, which was filled with the desire to transfer the weight of it to some other conscience, to some more prepared receptacle. What would lighten her own conscience more effectually than to make it over to the man with the best taste in the world? Unless she should have given it to a hospital there would have been nothing better she could do with it; and there was no charitable institution in which she had been as much interested as in Gilbert Osmond. He would use her fortune in a way that would make her think better of it and rub off a certain grossness attaching to the good luck of an unexpected inheritance. There had been nothing very delicate in inheriting seventy thousand pounds; the delicacy had been all in Mr. Touchett′s leaving them to her. But to marry Gilbert Osmond and bring him such a portion --in that there would be delicacy for her as well. There would be less for him --that was true; but that was his affair, and if he loved her he wouldn′t object to her being rich. Had he not had the courage to say he was glad she was rich? ¡Ah! No cabía la menor duda de que había sucumbido al hechizo, y éste no se había desvanecido, continuaba actuando. Ella sabía de sobra qué era lo que hacía tan extraordinariamente delicioso a Osmond cuando a él se le antojaba serlo. Se le antojó serlo cuando le hacía la corte, y, como ella no deseaba sino que la encantaran, no era de extrañar que él lo hubiese logrado. Y lo consiguió porque entonces fue sincero, y ahora jamás se le ocurría a ella negar que lo hubiera sido. El la admiró y le explicó el porqué de su admiración: porque era la mujer más imaginativa que había conocido. Nada se oponía a que eso fuera la verdad, pues durante todos aquellos meses su imaginación construyó cosas que parecían privadas de sustancia real. Ella concibió una visión maravillosa de él, alimentada por sensaciones sorprendentes y una fantasía exaltada, porque no leyó bien en su alma. Le había llamado la atención una especial combinación de elementos, en los cuales ella había querido verle como la más notable de todas las figuras. El hecho de que fuera pobre y estuviese solo, y a pesar de ello mantuviera una altiva dignidad, la interesó profundamente y pareció ofrecerle la oportunidad anhelada. Diríase que todo parecía rodearle con una belleza indefinible, belleza que no era sólo la de su situación sino que incluso se extendía a su figura física, a su rostro, a su inteligencia. Al mismo tiempo, Isabel se había dado cuenta de que él carecía de protección y de eficacia, y el sentimiento que tal carencia le inspiró se transformó en un cariño que era la forma misma del respeto. A sus ojos, él era una especie de viajero escéptico que se paseara por la playa esperando que subiera la marea, mirando al mar, pero sin atreverse a lanzarse a él. Y he aquí donde ella veía la ocasión que le estaba deparada. Ella botaría el barco que él necesitaba, sería su providencia. Y pensó que debía de ser una gran cosa amarle de veras. Y le amó. Ansiosamente le amó, ardientemente se le entregó, en gran parte por lo que halló en él, pero en gran parte también por lo que ella le aportaba y que podía enriquecer la dádiva. Cuando, en sus momentos de reflexión, volvía la vista hacia aquellas semanas, le parecía ver en todo ello tina especie de instinto materno, la felicidad que experimenta una mujer consciente de que va a contribuir soberanamente a la felicidad del ser amado, de que va hacia él con las manos llenas. Bien claro veía ahora que no lo habría hecho de no ser por su dinero. Y al llegar a este punto su pensamiento voló en pos del pobre señor Touchett, que dormía su sueño eterno allá lejos, bajo el húmedo césped de la tierra inglesa, hacia el benéfico autor de tantas y tantas angustias e infortunio. Porque esta y no otra era la fantástica realidad. En el fondo, aquel dinero había constituido una verdadera carga, había caído como una losa sobre ella, que experimentaba el deseo de ceder su peso a otra conciencia, a otro receptáculo mejor preparado. ¿Y qué podría descargarle la conciencia tan perfectamente como el ceder aquel peso al hombre de mejor gusto del inundo? A menos que lo hubiese donado a un hospital, no había cosa mejor en qué emplearlo, y no existía institución caritativa de ninguna clase que le inspirara interés tan profundo como Gilbert Osmond. El podría emplear su fortuna de modo que la hiciese a ella pensar mejor sobre el echo de poseerla y la despojara de ciertas prevenciones contra su buena suerte y su inesperada herencia. No existía delicadeza alguna en el hecho de haber heredado sesenta mil libras; la delicadeza estaba en el señor Touchett, que había tenido la idea de dejárselas. Pero, en lo de casarse con Gilbert Osmond y aportarle tan considerable suma de dinero..., en eso sí había delicadeza por parte de ella. Por parte de él, desde luego, había mucha menos, era cierto; mas eso era cosa exclusivamente suya, y, si la quería, no tendría por qué hacer objeción alguna por el hecho de que fuese rica. En efecto, ¿no había él tenido el valor de decirle que se alegraba de que lo fuese?
Isabel′s cheek burned when she asked herself if she had really married on a factitious theory, in order to do something finely appreciable with her money. But she was able to answer quickly enough that this was only half the story. It was because a certain ardour took possession of her --a sense of the earnestness of his affection and a delight in his personal qualities. He was better than any one else. This supreme conviction had filled her life for months, and enough of it still remained to prove to her that she could not have done otherwise. The finest --in the sense of being the subtlest --manly organism she had ever known had become her property, and the recognition of her having but to put out her hands and take it had been originally a sort of act of devotion. She had not been mistaken about the beauty of his mind; she knew that organ perfectly now. She had lived with it, she had lived IN it almost --it appeared to have become her habitation. If she had been captured it had taken a firm hand to seize her; that reflection perhaps had some worth. A mind more ingenious, more pliant, more cultivated, more trained to admirable exercises, she had not encountered; and it was this exquisite instrument she had now to reckon with. She lost herself in infinite dismay when she thought of the magnitude of HIS deception. It was a wonder, perhaps, in view of this, that he didn′t hate her more. She remembered perfectly the first sign he had given of it --it had been like the bell that was to ring up the curtain upon the real drama of their life. He said to her one day that she had too many ideas and that she must get rid of them. He had told her that already, before their marriage; but then she had not noticed it: it had come back to her only afterwards. This time she might well have noticed it, because he had really meant it. The words had been nothing superficially; but when in the light of deepening experience she had looked into them they had then appeared portentous. He had really meant it --he would have liked her to have nothing of her own but her pretty appearance. She had known she had too many ideas; she had more even than he had supposed, many more than she had expressed to him when he had asked her to marry him. Yes, she HAD been hypocritical; she had liked him so much. She had too many ideas for herself; but that was just what one married for, to share them with some one else. One couldn′t pluck them up by the roots, though of course one might suppress them, be careful not to utter them. It had not been this, however, his objecting to her opinions; this had been nothing. She had no opinions --none that she would not have been eager to sacrifice in the satisfaction of feeling herself loved for it. What he had meant had been the whole thing --her character, the way she felt, the way she judged. This was what she had kept in reserve; this was what he had not known until he had found himself --with the door closed behind, as it were --set down face to face with it. She had a certain way of looking at life which he took as a personal offence. Heaven knew that now at least it was a very humble, accommodating way! The strange thing was that she should not have suspected from the first that his own had been so different. She had thought it so large, so enlightened, so perfectly that of an honest man and a gentleman. Hadn′t he assured her that he had no superstitions, no dull limitations, no prejudices that had lost their freshness? Hadn′t he all the appearance of a man living in the open air of the world, indifferent to small considerations, caring only for truth and knowledge and believing that two intelligent people ought to look for them together and, whether they found them or not, find at least some happiness in the search? He had told her he loved the conventional; [sic}"> but there was a sense in which this seemed a noble declaration. In that sense, that of the love of harmony and order and decency and of all the stately offices of life, she went with him freely, and his warning had contained nothing ominous. But when, as the months had elapsed, she had followed him further and he had led her into the mansion of his own habitation, then, THEN she had seen where she really was. Isabel sintió que el calor le quemaba las mejillas al pensar y preguntarse si, en realidad, había contraído matrimonio sobre la base de una falsa creencia, pensando poder hacer algo verdaderamente digno de aprecio con su dinero. A lo cual podía en el acto contestarse que aquello no era sino la mitad del cuento. Lo cierto es que se había adueñado de ella una especie de ardor, una sensación de la seriedad de su cariño y de deleite por las cualidades personales del futuro esposo, que le parecía mejor que todos los demás. Este supremo convencimiento de tal superioridad le llenó por completo el espíritu durante meses y meses, y aún le quedaba de sobra para hacerle comprender que, cuando así lo hizo, no podía obrar de otra manera. El mejor de todos los organismos -en el sentido de la sutileza- había llegado a pertenecerle, y para ella, en aquel entonces, llegó casi a constituir un acto de devoción el mero hecho de alargar la mano y sentir su contacto. Por lo que respecta a la belleza extraordinaria de la inteligencia de su amado, no había sentido jamás la menor decepción; conocía perfectamente aquella facultad. Con ella había vivido, casi parecía que dentro de ella, como si hubiese sido su propia morada. Si había sido capturada, había hecho falta una mano poderosa, reflexión que a sus ojos entrañaba cierto mérito por su parte. No había encontrado hasta la fecha entendimiento más ingenioso, flexible, cultivado y acostumbrado a los ejercicios admirables; y era precisamente con instrumento espiritual tan exquisito con el que debía ella actuar en lo sucesivo. Así, cayó en un desaliento profundo cuando pensó en la magnitud de la decepción por él experimentada. Por ello era hasta casi milagroso que no la detestase más todavía. Acordábase perfectamente de la primera señal que diera él de semejante actitud y que fue como el timbre que hizo levantar el telón antes de la representación del drama de su vida. Un día le dijo que tenía demasiadas ideas y que debía deshacerse de ellas, cosa que ya le dijera también antes del matrimonio y a la que entonces ella no prestara atención, pero a la que había vuelto después a la carga. Cuando se lo dijo una vez casados, ella hubo de tomarlo en consideración porque vio que él pensaba lo que decía y decía lo que quería. Superficialmente consideradas, aquellas palabras no eran en realidad gran cosa; pero, vistas luego a la luz de la profunda experiencia, le parecieron portentosas. Es decir, que si él decía lo que pensaba, lo que quería era que no tuviese de sí misma más que su linda apariencia externa. De tal suerte, Isabel había sabido que tenía demasiadas ideas; pero el caso es que tenía aún más de las que él suponía, muchas más de las que ella le había mostrado cuando le pidió que se casaran. Cierto, había sido hipócrita, pero era porque le gustaba tanto... Sin duda tenía muchas ideas propias, pero precisamente para eso se casaba una, para compartirlas con otra persona. En último término, una o podía arrancarlas de cuajo, si bien podía suprimirlas, procurar no proclamarlas. Lo de menos había sido lo que él dijera de sus opiniones; nada, en verdad. Ella no tenía realmente opiniones; ninguna, desde luego, que no hubiese estado pronta a sacrificar por la satisfacción de sentirse amada. Lo que él había querido significar era el conjunto, es decir su carácter, su manera de sentir, su propio juicio. Eso era lo que ella se había reservado y lo que él no había conocido hasta que se encontró cara a cara frente a ello y como con la puerta cerrada a su espalda. Ella tenía una manera de considerar la vida que a él le parecía una ofensa personal. ¡Sabía Dios que, por lo menos ahora, era una manera muy adaptable y humilde! Lo extraño es que, al principio, jamás habría Isabel sospechado que la manera de él fuese tan diametralmente opuesta. Había creído que era tan amplia, ilustrada y perfecta como correspondía a un hombre honrado y a un caballero. ¿Acaso no le había dicho él que no tenía supersticiones de ninguna especie, que carecía de tristes limitaciones, que todos sus anteriores prejuicios habían fenecido? ¿Acaso no tenía la apariencia de un hombre que vive independiente del mundo, ajeno a toda preocupación de segundo orden, exclusivamente preocupado por la verdad y el saber, convencido de que dos seres inteligentes deben darse a la tarea de buscarlos juntos y sentirse felices con su búsqueda, los encuentren o no los encuentren? Le había él declarado que le gustaba lo convencional, pero eso tenía en cierto sentido los visos de una declaración bien noble. En tal sentido -el de la armonía, el orden y la conveniencia en todas las cuestiones ya establecidas en la vida- ella aceptó de buen grado sus puntos de vista, y todas su admoniciones no contenían para ella nada de humillante. Pero cuando, al cabo de los meses, le siguió hasta llegar a su morada, se dio cuenta exactamente del lugar donde verdaderamente estaba.
She could live it over again, the incredulous terror with which she had taken the measure of her dwelling. Between those four walls she had lived ever since; they were to surround her for the rest of her life. It was the house of darkness, the house of dumbness, the house of suffocation. Osmond′s beautiful mind gave it neither light nor air; Osmond′s beautiful mind indeed seemed to peep down from a small high window and mock at her. Of course it had not been physical suffering; for physical suffering there might have been a remedy. She could come and go; she had her liberty; her husband was perfectly polite. He took himself so seriously; it was something appalling. Under all his culture, his cleverness, his amenity, under his good-nature, his facility, his knowledge of life, his egotism lay hidden like a serpent in a bank of flowers. She had taken him seriously, but she had not taken him so seriously as that. How could she --especially when she had known him better? She was to think of him as he thought of himself --as the first gentleman in Europe. So it was that she had thought of him at first, and that indeed was the reason she had married him. But when she began to see what it implied she drew back; there was more in the bond than she had meant to put her name to. It implied a sovereign contempt for every one but some three or four very exalted people whom he envied, and for everything in the world but half a dozen ideas of his own. That was very well; she would have gone with him even there a long distance; for he pointed out to her so much of the baseness and shabbiness of life, opened her eyes so wide to the stupidity, the depravity, the ignorance of mankind, that she had been properly impressed with the infinite vulgarity of things and of the virtue of keeping one′s self unspotted by it. But this base, ignoble world, it appeared, was after all what one was to live for; one was to keep it for ever in one′s eye, in order not to enlighten or convert or redeem it, but to extract from it some recognition of one′s own superiority. On the one hand it was despicable, but on the other it afforded a standard. Osmond had talked to Isabel about his renunciation, his indifference, the ease with which he dispensed with the usual aids to success; and all this had seemed to her admirable. She had thought it a grand indifference, an exquisite independence. But indifference was really the last of his qualities; she had never seen any one who thought so much of others. For herself, avowedly, the world had always interested her and the study of her fellow creatures been her constant passion. She would have been willing, however, to renounce all her curiosities and sympathies for the sake of a personal life, if the person concerned had only been able to make her believe it was a gain! This at least was her present conviction; and the thing certainly would have been easier than to care for society as Osmond cared for it. En su imaginación revivió aquellos instantes, el incrédulo terror que se había adueñado de ella y con el que afrontó su nueva morada. Desde entonces había vivido entre las cuatro paredes de aquella mansión, y entre ellas le parecía que debía pasar el resto de su vida. Era una morada de oscuridad, de sordera, de sofocación. La maravillosa mente de Osmond no le proporcionaba luz ni aire; en todo caso, parecía mirar hacia abajo por una alta claraboya y burlarse de ella. No había habido sufrimiento físico de ninguna clase, por supuesto; a tales sufrimientos se les halla remedio eficaz bien pronto. Tenía libertad completa; podía entrar y salir como le pluguiese, y su marido era siempre perfectamente cortés con ella. Pero se tomaba tan en serio a sí mismo que casi resultaba espantoso. Bajo su aspecto de gran cultura, de ingeniosidad, amenidad, buen carácter, facilidad para todo, conocimiento de la vida, bajo todo eso yacía su tremendo egocentrismo, oculto como una serpiente en un macizo de flores. Por su parte, ella le había tomado también en serio, mas no hasta tal extremo. ¿Cómo podía ser de tal suerte, sobre todo cuando le había conocido siendo mucho mejor? Debía verle como él se veía a sí mismo: como el hombre más grande de Europa. Así es como lo consideró al principio; y ésa fue, desde luego, la razón por la que se casó con él. Pero, en cuanto empezó a darse cuenta de lo que todo ello suponía, fue haciéndose atrás. Había mucho más en aquel compromiso de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Suponía un desprecio soberano por todo el mundo, excepto tres o cuatro personas sumamente eximias a las que Osmond envidiaba, y un no menor desprecio por todo lo del mundo salvo media docena de ideas suyas. Todo lo cual estaba muy bien e incluso se sentía capaz de acompañarle en tal manera de ser más lejos todavía, pues le mostraba con tanta fuerza la bajeza y suciedad de vida, le abría hasta tal punto los ojos ante la estupidez ajena, la depravación y la ignorancia de la humanidad, que había quedado profundamente impresionada por la vulgaridad infinita de las cosas y por la virtud de conservarse incontaminado. Pero, después de todo, para tal mundo innoble era para el que uno tenía que vivir, el que había de contemplar constantemente con sus propios ojos, no ya con el deseo de ilustrarlo, convertirlo o redimirlo, sino para extraer de él algún reconocimiento de la propia superioridad. Si por una parte podía decirse que tal cosa era despreciable, por la otra proporcionaba un baremo. Osmond le había hablado a Isabel de sus renuncias, su indiferencia, la facilidad con que desdeñaba los concursos ajenos en el logro del éxito; todo lo cual era verdaderamente admirable a los ojos de ella, que consideraba tal manera de ser como una gran indiferencia, como una independencia exquisita. Sin embargo, la indiferencia era la última de sus cualidades, pues ella no recordaba haber visto jamás a ninguna otra persona que viviera tan pendiente de los demás. En cambio, Isabel podía decir sin ambages de ninguna especie que lo que más le interesaba siempre era el mundo, y que nada le apasionaba tanto como el estudio de los demás seres humanos. No obstante, habría estado dispuesta a renunciar a todas sus curiosidades y simpatías por una vida personal, a condición de que la persona interesada le hiciese creer que con ello obtenía un verdadero beneficio. Tal era, cuando menos, su actual convicción, y habría sido sin duda alguna mucho más sencillo que preocuparse por la sociedad hasta el extremo que Osmond se preocupaba.
He was unable to live without it, and she saw that he had never really done so; he had looked at it out of his window even when he appeared to be most detached from it. He had his ideal, just as she had tried to have hers; only it was strange that people should seek for justice in such different quarters. His ideal was a conception of high prosperity and propriety, of the aristocratic life, which she now saw that he deemed himself always, in essence at least, to have led. He had never lapsed from it for an hour; he would never have recovered from the shame of doing so. That again was very well; here too she would have agreed; but they attached such different ideas, such different associations and desires, to the same formulas. Her notion of the aristocratic life was simply the union of great knowledge with great liberty; the knowledge would give one a sense of duty and the liberty a sense of enjoyment. But for Osmond it was altogether a thing of forms, a conscious, calculated attitude. He was fond of the old, the consecrated, the transmitted; so was she, but she pretended to do what she chose with it. He had an immense esteem for tradition; he had told her once that the best thing in the world was to have it, but that if one was so unfortunate as not to have it one must immediately proceed to make it. She knew that he meant by this that she hadn′t it, but that he was better off; though from what source he had derived his traditions she never learned. He had a very large collection of them, however; that was very certain, and after a little she began to see. The great thing was to act in accordance with them; the great thing not only for him but for her. Isabel had an undefined conviction that to serve for another person than their proprietor traditions must be of a thoroughly superior kind; but she nevertheless assented to this intimation that she too must march to the stately music that floated down from unknown periods in her husband′s past; she who of old had been so free of step, so desultory, so devious, so much the reverse of processional. There were certain things they must do, a certain posture they must take, certain people they must know and not know. When she saw this rigid system close about her, draped though it was in pictured tapestries, that sense of darkness and suffocation of which I have spoken took possession of her; she seemed shut up with an odour of mould and decay. She had resisted of course; at first very humorously, ironically, tenderly; then, as the situation grew more serious, eagerly, passionately, pleadingly. She had pleaded the cause of freedom, of doing as they chose, of not caring for the aspect and denomination of their life --the cause of other instincts and longings, of quite another ideal. No le era posible vivir sin ella, e Isabel constataba que nunca hasta entonces lo había hecho, pues siempre estaba contemplándola desde la ventana, incluso cuando más indiferente parecía. Acariciaba él su propio ideal, de igual manera que ella había tratado de lograr el suyo; mas era verdaderamente extraño ver de qué distinto modo buscaban dos personas la realización de la justicia. Consistía el ideal de Osmond en una gran prosperidad y en la posesión de cuantiosa riqueza, en llevar una vida aristocrática que él creía, según Isabel veía ahora con claridad meridiana, haber llevado siempre, al menos en lo esencial. Ni un solo instante dejaba él de pensar en ello, nunca se habría repuesto de la vergüenza que le hubiese causado haber pensado en algo distinto. Pero no era eso lo censurable; le parecía a ella perfectamente, y se mostraba de acuerdo con tal manera de ser; el escollo estaba en que los dos aplicaban, a la realización de un posible único ideal, procedimientos e ideas, deseos y asociaciones completamente distintos. La noción que Isabel tenía de la vida aristocrática era sencillamente la unión de una gran cultura con una gran libertad, correspondiendo a la cultura infundir la sensación del deber, y a la libertad, la sensación del posible disfrute. Para Osmond, en cambio, todo era una actitud perfectamente estudiada y consciente, cuestión de puras formas. Él prefería lo antiguo, lo consagrado, lo transmitido de generación en generación; también a ella le gustaba infinito todo eso, pero se reservaba el derecho de utilizarlo como mejor le pareciese. Profesaba él un culto extraordinario a la tradición, y una vez llegó a decirle que lo mejor del mundo era tenerla, y que, si alguien era tan desgraciado que no la tenía, su obligación era hacer en el acto cuanto le fuera posible para obtenerla. Isabel se daba perfecta cuenta de que con tales palabras quería darle a entender que ella carecía de semejante tradición y que, por tanto, él era superior, pese a lo cual jamás llegó a saber de dónde arrancaban las tradiciones de que él parecía blasonar. Por descontado, tenía una gran colección de ellas, y su esposa no tardó en comenzar a verlo. Lo esencial, al parecer, era conducirse de acuerdo con ellas..., lo esencial no sólo para él sino también para su mujer. Isabel estaba vagamente convencida de que las tradiciones debían ser algo de calidad extraordinariamente superior para poder servir al que las poseyera, de suerte que nunca se prestó a su exigencia de marchar al son de una música antigua que parecía venir de los períodos ignotos del pasado de su marido; imposible habría de ser prestarse a eso, siendo, como ella era, persona de tan libre porte, tan desviado, variable y rebelde a cuanto significara rigidez procesional. Había cosas que debían forzosamente hacer, personas que debían conocer y otras que no debían conocer, actitudes fijas que debían adoptar. Cuando ella se percató de que semejante rígido sistema se cerraba en torno suyo, por envuelto que estuviera en pintados tapices, apoderóse de su ánimo la sensación de sofoco, ahogo y oscuridad a la que ya nos hemos referido, y antojósele que tenía que callar envuelta en un olor a moho y a cosa periclitada. Ni que decir tiene que se resistió a ello; al principio, lo hizo de manera irónica, humorística, afectuosa; luego, a medida que la situación se tornaba más seria, de manera apasionada, con ansiedad, suplicando. Había abogado en defensa de su mutua libertad de acción, de obrar como mejor les pareciera, de no preocuparse por el aspecto ni la clasificación ajena de su vida conjunta..., en favor de otros instintos y anhelos, de un ideal diferente.
Then it was that her husband′s personality, touched as it never had been, stepped forth and stood erect. The things she had said were answered only by his scorn, and she could see he was ineffably ashamed of her. What did he think of her --that she was base, vulgar, ignoble? He at least knew now that she had no traditions! It had not been in his prevision of things that she should reveal such flatness; her sentiments were worthy of a radical newspaper or a Unitarian preacher. The real offence, as she ultimately perceived, was her having a mind of her own at all. Her mind was to be his --attached to his own like a small garden-plot to a deer-park. He would rake the soil gently and water the flowers; he would weed the beds and gather an occasional nosegay. It would be a pretty piece of property for a proprietor already far-reaching. He didn′t wish her to be stupid. On the contrary, it was because she was clever that she had pleased him. But he expected her intelligence to operate altogether in his favour, and so far from desiring her mind to be a blank he had flattered himself that it would be richly receptive. He had expected his wife to feel with him and for him, to enter into his opinions, his ambitions, his preferences; and Isabel was obliged to confess that this was no great insolence on the part of a man so accomplished and a husband originally at least so tender. But there were certain things she could never take in. To begin with, they were hideously unclean. She was not a daughter of the Puritans, but for all that she believed in such a thing as chastity and even as decency. It would appear that Osmond was far from doing anything of the sort; some of his traditions made her push back her skirts. Did all women have lovers? Did they all lie and even the best have their price? Were there only three or four that didn′t deceive their husbands? When Isabel heard such things she felt a greater scorn for them than for the gossip of a village parlour --a scorn that kept its freshness in a very tainted air. There was the taint of her sister-in-law: did her husband judge only by the Countess Gemini? This lady very often lied, and she had [sic}"> practised deceptions that were not simply verbal. It was enough to find these facts assumed among Osmond′s traditions --it was enough without giving them such a general extension. It was her scorn of his assumptions, it was this that made him draw himself up. He had plenty of contempt, and it was proper his wife should be as well furnished; but that she should turn the hot light of her disdain upon his own conception of things --this was a danger he had not allowed for. He believed he should have regulated her emotions before she came to it; and Isabel could easily imagine how his ears had scorched on his discovering he had been too confident. When one had a wife who gave one that sensation there was nothing left but to hate her. Entonces fue cuando la personalidad de su esposo, revestida como nunca antes lo estuviera, se irguió con firmeza. Lo que Isabel se aventuraba a decir no merecía más que sarcasmo por respuesta, y al fin llegó a comprender que su marido se sentía inefablemente avergonzado de ella. ¿Acaso la consideraba baja, innoble y vulgar? Cuando menos, ahora sabía que carecía de tradiciones. En su minuciosa previsión de las cosas y acontecimientos no figuraba el que ella revelase semejante falta de altura; a su juicio, los sentimientos de Isabel eran, a lo sumo, dignos de un diario radical o de un predicador unitario. Como ella descubrió finalmente, el verdadero pecado consistía en tener una inteligencia independiente. Su inteligencia tenía que pertenecerle a él, estar adherida a la suya como un jardincillo a un gran coto de caza mayor. El se encargaría de remover suavemente la tierra y de regar las flores, él dispondría los macizos y de vez en cuando prepararía un ramo florido. Sería una diminuta y grata propiedad para un propietario harto distante. No quería él que ella fuese tonta. Al contrario, si por algo le gustó fue porque era en extremo inteligente. Pero esperaba que aquella inteligencia actuase a su favor y, lejos de desear que el entendimiento de su esposa fuese nulo, se enorgullecía de que fuera tan admirablemente receptivo. Había confiado que su esposa sintiera con él y para él, que compartiera todas sus opiniones, ambiciones y preferencias. E Isabel no tenía más remedio que decirse a sí misma que, después de todo, no representaba una extraordinaria insolencia por parte de un marido tan completo y, en un principio, tan cariñoso. No obstante, había muchas cosas que no podía en modo alguno aceptar. Por lo pronto, eran escandalosamente sucias. Si bien ella no era hija de puritanos, creía en ciertos sentimientos y virtudes como los de la castidad e incluso la decencia, por los que, al parecer, no tenía Osmond la menor consideración; y algunas de tales tradiciones le hacían rechazar los líos de faldas. ¿Tenían, por ventura, amantes todas las mujeres? ¿Acaso todas mentían y obtenían de ello buena recompensa? ¿Era cierto que no existían sino dos o tres que no engañasen a sus maridos? Cuando Isabel le oyó decir tales cosas, sintió por ellas todavía más desdén que por los comadres de pueblo, desdén que logró conservar con toda su frescura aun en una atmósfera sumamente viciada. ¿Viciada tal vez por su hermana política? ¿Es que su marido no juzgaba más que por la actitud de la condesa Gemini? Tal dama no sólo mentía descaradamente, sino que incluso ponía de manifiesto que el engaño no era cosa simplemente verbal. Ya resultaba, pues, bastante que tales hechos estuviesen admitidos por las tradiciones de Osmond, ya era más que bastante sin darles una extensión más general. El sarcasmo por ella mostrado ante tal admisión fue lo que hizo a Osmond estirarse, erguirse orgullosamente. Atesoraba él desprecio para dar y vender, y era justo que su esposa recibiese la parte alícuota que le correspondía. En cambio, lo que no podía en modo alguno admitir era que ella se permitiese enfocar con la linterna de su desdén aquella concepción de las cosas por él mantenida. Creyó Osmond que debía haber moldeado las emociones de ella antes de que se hubiera producido tal estado de cosas, e Isabel podía fácilmente columbrar hasta qué punto debió de quedarse sorprendido al descubrir que se había confiado en exceso. Y cuando un hombre tiene una esposa que le produce semejante sensación, no le queda más remedio que aborrecerla.
She was morally certain now that this feeling of hatred, which at first had been a refuge and a refreshment, had become the occupation and comfort of his life. The feeling was deep, because it was sincere; he had had the revelation that she could after all dispense with him. If to herself the idea was startling, if it presented itself at first as a kind of infidelity, a capacity for pollution, what infinite effect might it not be expected to have had upon HIM? It was very simple; he despised her; she had no traditions and the moral horizon of a Unitarian minister. Poor Isabel, who had never been able to understand Unitarianism! This was the certitude she had been living with now for a time that she had ceased to measure. What was coming --what was before them? That was her constant question. What would he do --what ought SHE to do? When a man hated his wife what did it lead to? She didn′t hate him, that she was sure of, for every little while she felt a passionate wish to give him a pleasant surprise. Very often, however, she felt afraid, and it used to come over her, as I have intimated, that she had deceived him at the very first. They were strangely married, at all events, and it was a horrible life. Until that morning he had scarcely spoken to her for a week; his manner was as dry as a burned-out fire. She knew there was a special reason; he was displeased at Ralph Touchett′s staying on in Rome. He thought she saw too much of her cousin --he had told her a week before it was indecent she should go to him at his hotel. He would have said more than this if Ralph′s invalid state had not appeared to make it brutal to denounce him; but having had to contain himself had only deepened his disgust. Isabel read all this as she would have read the hour on the clock-face; she was as perfectly aware that the sight of her interest in her cousin stirred her husband′s rage as if Osmond had locked her into her room --which she was sure was what he wanted to do. It was her honest belief that on the whole she was not defiant, but she certainly couldn′t pretend to be indifferent to Ralph. She believed he was dying at last and that she should never see him again, and this gave her a tenderness for him that she had never known before. Nothing was a pleasure to her now; how could anything be a pleasure to a woman who knew that she had thrown away her life? There was an everlasting weight on her heart --there was a livid light on everything. But Ralph′s little visit was a lamp in the darkness; for the hour that she sat with him her ache for herself became somehow her ache for HIM. She felt to-day as if he had been her brother. She had never had a brother, but if she had and she were in trouble and he were dying, he would be dear to her as Ralph was. Ah yes, if Gilbert was jealous of her there was perhaps some reason; it didn′t make Gilbert look better to sit for half an hour with Ralph. It was not that they talked of him --it was not that she complained. His name was never uttered between them. It was simply that Ralph was generous and that her husband was not. There was something in Ralph′s talk, in his smile, in the mere fact of his being in Rome, that made the blasted circle round which she walked more spacious. He made her feel the good of the world; he made her feel what might have been. He was after all as intelligent as Osmond --quite apart from his being better. And thus it seemed to her an act of devotion to conceal her misery from him. She concealed it elaborately; she was perpetually, in their talk, hanging out curtains and arranging screens. It lived before her again --it had never had time to die --that morning in the garden at Florence when he had warned her against Osmond. She had only to close her eyes to see the place, to hear his voice, to feel the warm, sweet air. How could he have known? What a mystery, what a wonder of wisdom! As intelligent as Gilbert? He was much more intelligent --to arrive at such a judgement as that. Gilbert had never been so deep, so just. She had told him then that from her at least he should never know if he was right; and this was what she was taking care of now. It gave her plenty to do; there was passion, exaltation, religion in it. Women find their religion sometimes in strange exercises, and Isabel at present, in playing a part before her cousin, had an idea that she was doing him a kindness. It would have been a kindness perhaps if he had been for a single instant a dupe. As it was, the kindness consisted mainly in trying to make him believe that he had once wounded her greatly and that the event had put him to shame, but that, as she was very generous and he was so ill, she bore him no grudge and even considerately forbore to flaunt her happiness in his face. Ralph smiled to himself, as he lay on his sofa, at this extraordinary form of consideration; but he forgave her for having forgiven him. She didn′t wish him to have the pain of knowing she was unhappy: that was the great thing, and it didn′t matter that such knowledge would rather have righted him. Isabel estaba ya absolutamente convencida de que tal sentimiento de odio, que en un comienzo constituyó un refugio y un mero solaz, había acabado por convertirse en una verdadera ocupación y en el consuelo de su vida. Tal sentimiento era profundo porque era sincero, y Osmond llegó a tener la revelación clarísima de que ella podría, después de todo, prescindir de él. Si a los mismos ojos de ella semejante obra resultaba abrumadora, si llegaba a antojársele a Isabel una especie de infidelidad, una capacidad para la corrupción posible, ¿qué efecto desolador y formidable no había de causarle a él? La cosa era bien sencilla: él la despreciaba profundamente porque carecía de tradiciones y tenía la moral de un pastor protestante unitario. ¡Y la verdad es que la pobre Isabel jamás había entendido la teoría de la secta unitaria! Con tal certidumbre había estado viviendo durante un tiempo del que ya había perdido la noción. ¿Qué vendría luego, qué le aguardaba en el horizonte de la vida conyugal? Esta era la pregunta que ahora se hacía constantemente. ¿Qué iba a hacer él, qué iba a hacer ella? ¿A dónde podía llegarse cuando un hombre odiaba a su esposa? En cambio, ella tenía el convencimiento de que no le aborrecía, pues muy a menudo sentía la imperiosa necesidad de ofrecerle una pequeña demostración de su deseo de agradarle, alguna delicada sorpresa. Sin embargo, con frecuencia sentía miedo cuando le venía a las mientes, como ya hemos dicho, el recuerdo de haberle engañado al principio. Estaban, en verdad, extrañamente casados y su vida en común era realmente horrible. Durante la última semana apenas le había dirigido la palabra y su actitud con ella era tan seca como una hoguera consumida. Isabel sabía cuál era la razón de tal actitud: que Ralph Touchett estaba en Roma. Le parecía que veía demasiado a su primo; la semana anterior, sin ir más lejos, le había dicho que consideraba indecente que fuese a verlo a su hotel. Seguro que habría dicho más todavía si no le hubiese puesto en evidencia el estado de completa invalidez del pobre Ralph; pero el haber tenido que contenerse por tal consideración había ahondado aún más el abismo entre ellos existente y aumentado aún más su disgusto. Isabel veía todo aquello con la misma claridad con que veía la hora en el reloj de enfrente, y era tan consciente de la rabia que en Osmond suscitaba el interés por ella demostrado hacia su primo como si la hubiese encerrado en su habitación, que estaba segura de que era lo que habría querido hacer. Pensaba Isabel honradamente que su actitud no era en absoluto desafiante, pero no podía fingir que Ralph le era indiferente. Creía sinceramente que estaba muriéndose y que no volvería a verle más, lo que le infundía hacia su primo un cariño que jamás sintiera antes en tal forma. Nada le proporcionaba ya el menor placer. ¿Cómo podría algo causar placer a quien, como ella, sabía perfectamente que había desperdiciado por completo su vida? Su corazón soportaba un peso constante y todo parecía alumbrado con una luz mortecina. De tal suerte, la visita de Ralph vino a ser como una claridad en las tinieblas, pues durante la hora que solían pasar juntos, la tortura del dolor que por ella misma experimentaba tornábase en dolor sufrido por causa de él. Aquel día sintió ella como si Ralph fuera su hermano. No había tenido ningún hermano, pero presentía que, si lo hubiera tenido y si ella se hubiese hallado en el estado de desasosiego en que ahora se hallaba y él moribundo, lo habría querido de igual forma que entonces quería a Ralph. Cierto, si Osmond estaba celoso de ella, tal vez tenía sus razones, porque Isabel lo veía con un aspecto realmente deplorable tras pasar media hora en compañía de Ralph. No era necesario que hablasen de él, ni siquiera que lo mencionaran. Su nombre no era jamás pronunciado entre los dos. La única razón de ello consistía en que Ralph era un hombre generoso y su marido no lo era en absoluto. Había algo en la conversación de Ralph, en su sonrisa, en el hecho de su permanencia en Roma, que hacía que el maldito círculo en que ella se movía ensanchara de pronto su diámetro. Su primo le hacía ver y sentir la bondad del mundo, lo que podía haber sido. Después de todo, Ralph era tan inteligente como Osmond, amén de ser infinitamente más bueno. De tal suerte, le parecía a ella una demostración de afecto hacia él no hacerle partícipe de su desgracia. Por eso la ocultaba cuidadosamente, hasta el extremo de que diríase que, en su conversación, estaba todo el tiempo corriendo cortinas y colocando biombos aquí y allá. Aún tenía viva en la imaginación -jamás llegó a morir en ella- aquella mañana en el jardín de Florencia, cuando él la había prevenido contra Osmond. No tenía más que cerrar los ojos para ver inmediatamente el lugar, oír su voz, sentir la palpitación suave y acariciadora del aire. Y se preguntaba cómo podía él haberlo adivinado. Le parecía un verdadero milagro semejante capacidad de visión. ¿Era, pues, tan inteligente como Osmond? No tanto, sino mucho más tenía que serlo para haber llegado a concebir semejante juicio. Nunca había sido Gilbert ni tan profundo ni tan justo. Isabel le había dicho entonces que, por lo menos en cuanto de ella dependía, nunca sabría él si hacía bien o mal; y eso era precisamente lo que procuraba en esos momentos. Le resultaba un poco trabajoso, ya que en lograrlo ponía su pasión, su exaltación, incluso su religión. Las mujeres practican a veces la religión de muy extraña manera, con raros ejercicios, e Isabel, al representar el papel que ante su primo estaba representando, creía firmemente estar haciendo una buena obra. En realidad, lo habría sido si por un solo instante hubiese logrado engañarle. En la situación actual, la buena obra consistía principalmente en hacerle creer que una vez él la hirió gravemente, lo que redundaba en desdoro suyo; pero, como era generosa y él estaba enfermo, ella no le guardaba rencor e incluso no dudaba en hacer ostentación de su propia dicha en la cara del otro. Ralph sonrió en el sofá donde estaba tendido al oír que era objeto de semejante consideración, y la perdonó, complacido por el hecho de que ella le hubiese perdonado a él. Isabel no quería causarle el dolor de hacerle saber que era desgraciada. Eso era lo esencial, y no importaba que semejante conocimiento le hubiese dado la razón.
For herself, she lingered in the soundless saloon long after the fire had gone out. There was no danger of her feeling the cold; she was in a fever. She heard the small hours strike, and then the great ones, but her vigil took no heed of time. Her mind, assailed by visions, was in a state of extraordinary activity, and her visions might as well come to her there, where she sat up to meet them, as on her pillow, to make a mockery of rest. As I have said, she believed she was not defiant, and what could be a better proof of it than that she should linger there half the night, trying to persuade herself that there was no reason why Pansy shouldn′t be married as you would put a letter in the post-office? When the clock struck four she got up; she was going to bed at last, for the lamp had long since gone out and the candles burned down to their sockets. But even then she stopped again in the middle of the room and stood there gazing at a remembered vision --that of her husband and Madame Merle unconsciously and familiarly associated. Isabel permaneció largo tiempo en el salón después de que el fuego se hubo apagado. No era de temer que sintiera frío, pues se hallaba en un estado febril. Oyó sonar las horas una tras otra, pero en su vigilia no hizo caso del tiempo. Su mente, asaltada por varias visiones, funcionaba con actividad extraordinaria; y las visiones podían bailar mejor su ronda en torno a ella en aquel lugar, donde estaba sentada, que en otro, sí tuviera la cabeza en la almohada y quisieran perturbar su sueño. Como ya hemos dicho, no creía ella que su actitud fuese desafiante. ¿Qué mejor prueba de ello que el haberse pasado allí media noche, tratando de convencerse a sí misma de que no había más razón para que Pansy no se casase que para que una no echase una carta al correo, por ejemplo? Cuando sonaron las cuatro en el gran reloj, Isabel se levantó, disponiéndose a irse a la cama, pues hacía ya tiempo que la lámpara se había apagado y las velas se habían consumido. Antes de abandonar el salón, se detuvo y de nuevo acudió a su mente la escena allí vista, con su esposo y madame Merle departiendo sin preocuparse de nada y en franca asociación familiar.  






CHAPTER 43

43

Three nights after this she took Pansy to a great party, to which Osmond, who never went to dances, did not accompany them. Pansy was as ready for a dance as ever; she was not of a generalising turn and had not extended to other pleasures the interdict she had seen placed on those of love. If she was biding her time or hoping to circumvent her father she must have had a prevision of success. Isabel thought this unlikely; it was much more likely that Pansy had simply determined to be a good girl. She had never had such a chance, and she had a proper esteem for chances. She carried herself no less attentively than usual and kept no less anxious an eye upon her vaporous skirts; she held her bouquet very tight and counted over the flowers for the twentieth time. She made Isabel feel old; it seemed so long since she had been in a flutter about a ball. Pansy, who was greatly admired, was never in want of partners, and very soon after their arrival she gave Isabel, who was not dancing, her bouquet to hold. Isabel had rendered her this service for some minutes when she became aware of the near presence of Edward Rosier. He stood before her; he had lost his affable smile and wore a look of almost military resolution. The change in his appearance would have made Isabel smile if she had not felt his case to be at bottom a hard one: he had always smelt so much more of heliotrope than of gunpowder. He looked at her a moment somewhat fiercely, as if to notify her he was dangerous, and then dropped his eyes on her bouquet. After he had inspected it his glance softened and he said quickly: "It′s all pansies; it must be hers!" Tres noches después, Isabel llevó a Pansy a una gran fiesta, a la que Osmond, enemigo de ir a bailes, no las acompañó. Pansy estaba tan dispuesta a bailar como de costumbre. No tenía por norma generalizar, de suerte que no aplicaba a los demás placeres aquella severa prohibición que veía impuesta sobre los del amor. Que estuviese tomándose el tiempo necesario o que tratara de embaucar a su padre era cosa que habría acusado en ella cierta previsión del éxito posible. Isabel no creía que hubiera nada de semejante intención y pensaba que Pansy se había limitado a ser una buena muchacha. Nunca había tenido ocasión tan propicia y ella estimaba grandemente las buenas ocasiones. Consagró, pues, a su persona la atención acostumbrada y contempló con la misma ansiedad de siempre su vaporoso vestido; asió con firmeza su ramo y contó las flores por lo menos veinte veces. A su lado, Isabel se sentía vieja. Le parecía que hacía un tiempo infinito desde que ella sintiera agitación al ir a un baile. Pansy, que gozaba de la admiración general, poco después de llegar tenía ya todos los bailes comprometidos y confió inmediatamente su ramo a Isabel, que no bailaba, para que se lo guardase. Hacía algunos minutos que Isabel lo sostenía cuando reparó en la presencia cercana de Edward Rosier, que estaba de pie ante ella; su amable sonrisa se había desvanecido y su mirada acusaba una decisión casi militar. Si Isabel no hubiese pensado que la situación de su amigo estaba a punto de ser verdaderamente desesperada, no habría podido por menos de sonreír al ver aquella adusta apariencia en quien siempre había olido más a heliotropo que a pólvora. El la miró un instante con cierto enojo, como para hacerle saber que era hombre peligroso, y luego se fijó en el ramo. Tras haberlo examinado a satisfacción, suavizó la fiereza de su mirada y dijo precipitadamente: -Son pensamientos[2], ¡debe de ser de ella!      
Isabel smiled kindly. "Yes, it′s hers; she gave it to me to hold." Isabel sonrió amablemente. -Sí, es su ramo -contestó-. Me ha encargado que se lo guarde.
"May I hold it a little, Mrs. Osmond?" the poor young man asked. -¿Puede dejármelo un momento, señora Osmond?
"No, I can′t trust you; I′m afraid you wouldn′t give it back." -No, no puedo. Tengo miedo de que quiera quedárselo.
"I′m not sure that I should; I should leave the house with it instantly. But may I not at least have a single flower?" -No estoy seguro de que no intentase hacerlo. Tal vez me marcharía enseguida con él. Pero ¿no puedo, por lo menos, quedarme una de sus flores?
Isabel hesitated a moment, and then, smiling still, held out the bouquet. "Choose one yourself. It′s frightful what I′m doing for you." Dudó Isabel un instante, y, luego, tendiendo el ramo, dijo: -Escójala usted mismo. Es una temeridad lo que estoy haciendo por usted.
"Ah, if you do no more than this, Mrs. Osmond!" Rosier exclaimed with his glass in one eye, carefully choosing his flower. -¡Ah, si no hace usted más que esto, señora Osmond! -exclamó Rosier poniéndose el monóculo para escoger una florecilla.
"Don′t put it into your button-hole," she said. "Don′t for the world!" -No se la ponga en el ojal -le pidió Isabel-. No lo haga por los demás.
"I should like her to see it. She has refused to dance with me, but I wish to show her that I believe in her still." -Quisiera que ella lo viese. Se ha negado a bailar conmigo, pero me gustaría hacerle ver que aún sigo creyendo en ella.
"It′s very well to show it to her, but it′s out of place to show it to others. Her father has told her not to dance with you." -Está muy bien eso de hacérselo ver a ella, pero fuera de lugar el hacérselo ver a los demás. Su padre le ha prohibido que baile con usted.
"And is that all YOU can do for me? I expected more from you, Mrs. Osmond," said the young man in a tone of fine general reference. "You know our acquaintance goes back very far --quite into the days of our innocent childhood." -¿Eso es todo lo que puede hacer usted por mí? La verdad, esperaba mucho más de usted, señora Osmond -exclamó el joven sin entrar en detalles-. Ya sabe que somos viejos amigos..., desde el tiempo de nuestra inocente infancia.
"Don′t make me out too old," Isabel patiently answered. "You come back to that very often, and I′ve never denied it. But I must tell you that, old friends as we are, if you had done me the honour to ask me to marry you I should have refused you on the spot." -No me envejezca demasiado -repuso Isabel con amable paciencia-. Siempre está usted con lo mismo, y yo no lo niego nunca. Pero, por dejos amigos que seamos, debo decirle que, si usted me hubiese pedido que nos casáramos, me habría negado en el acto.
"Ah, you don′t esteem me then. Say at once that you think me a mere Parisian trifler!" -¡Ah! Ya veo que usted no siente aprecio por mí. Diga de una vez que me considera un parisiense frívolo.
"I esteem you very much, but I′m not in love with you. What I mean by that, of course, is that I′m not in love with you for Pansy." -Le aprecio de veras, pero no estoy enamorada de usted. Desde luego, lo que quiero decir es que no estoy enamorada de usted para Pansy.
"Very good; I see. You pity me --that′s all." And Edward Rosier looked all round, inconsequently, with his single glass. It was a revelation to him that people shouldn′t be more pleased; but he was at least too proud to show that the deficiency struck him as general. -Está bien..., comprendo. Usted me compadece..., eso es todo. Edward Rosier miró a su alrededor, muy apenado, a través de su brillante monóculo. Para él resultaba una verdadera revelación que la gente no se mostrase complacida a su respecto, pero, al fin y al cabo, era demasiado orgulloso para demostrar que tal deficiencia le afectaba hondamente.
Isabel for a moment said nothing. His manner and appearance had not the dignity of the deepest tragedy; his little glass, among other things, was against that. But she suddenly felt touched; her own unhappiness, after all, had something in common with his, and it came over her, more than before, that here, in recognisable, if not in romantic form, was the most affecting thing in the world --young love struggling with adversity. "Would you really be very kind to her?" she finally asked in a low tone. Isabel permaneció callada un instante. La actitud y apariencia de su amigo no tenían la dignidad de la honda tragedia, pues lo primero que a ella le impedía pensar era aquel monóculo reluciente. Pero, de pronto, se sintió conmovida. Después de todo, su desdicha tenía algo en común con la del otro, y cayó en la cuenta de que, más que nunca -de forma reconocible, si bien no romántica-, aquello era lo más emotivo del mundo: el amor joven en lucha contra la adversidad. Así, al cabo de un momento le preguntó afablemente: -¿Sería usted verdaderamente bueno con ella?
He dropped his eyes devoutly and raised the little flower that he held in his fingers to his lips. Then he looked at her. "You pity me; but don′t you pity HER a little?" Bajó él mansamente los ojos, llevó a sus labios la florecilla que tenía entre los dedos y, mirándola, dijo: -Usted me compadece a mí, pero ¿por qué no siente también un poco de lástima por ella?
"I don′t know; I′m not sure. She′ll always enjoy life." -No sé por qué, no estoy segura. Ella disfrutará siempre de la vida.
"It will depend on what you call life!" Mr. Rosier effectively said. "She won′t enjoy being tortured." A lo que el señor Rosier contestó acertadamente: -Eso depende de lo que usted considere vida. Puede tener la seguridad de que no la hará disfrutar el que la torturen.
"There′ll be nothing of that." -Eso no sucederá.
"I′m glad to hear it. She knows what she′s about. You′ll see." -Me alegro infinito de oírlo. Ella sabe lo que le interesa. Ya lo verá.
"I think she does, and she′ll never disobey her father. But she′s coming back to me," Isabel added, "and I must beg you to go away." -Pienso que lo sabe, y que no desobedecerá nunca a su padre. Pero veo que viene hacia mí -añadió Isabel, rápida y cautelosa-. Por favor, le ruego que se retire.
Rosier lingered a moment till Pansy came in sight on the arm of her cavalier; he stood just long enough to look her in the face. Then he walked away, holding up his head; and the manner in which he achieved this sacrifice to expediency convinced Isabel he was very much in love. El señor Rosier se apartó lo suficiente para ver acercarse a Pansy del brazo de su acompañante y se situó a distancia conveniente para poder mirarla cara a cara. Acto seguido se retiró con la cabeza alta y de tal manera que, al ver Isabel la forma en que aceptaba su sacrificio, quedó convencida del gran amor que a su hijastra profesaba.
Pansy, who seldom got disarranged in dancing, looking perfectly fresh and cool after this exercise, waited a moment and then took back her bouquet. Isabel watched her and saw she was counting the flowers; whereupon she said to herself that decidedly there were deeper forces at play than she had recognised. Pansy had seen Rosier turn away, but she said nothing to Isabel about him; she talked only of her partner, after he had made his bow and retired; of the music, the floor, the rare misfortune of having already torn her dress. Isabel was sure, however, she had discovered her lover to have abstracted a flower; though this knowledge was not needed to account for the dutiful grace with which she responded to the appeal of her next partner. That perfect amenity under acute constraint was part of a larger system. She was again led forth by a flushed young man, this time carrying her bouquet; and she had not been absent many minutes when Isabel saw Lord Warburton advancing through the crowd. He presently drew near and bade her good-evening; she had not seen him since the day before. He looked about him, and then "Where′s the little maid?" he asked. It was in this manner that he had formed the harmless habit of alluding to Miss Osmond. Pansy, que rara vez se descomponía al bailar, aparentando una deliciosa frescura después de tal ejercicio, esperó un momento y recogió de nuevo su ramo de flores. Isabel la observó y vio que las estaba contando, de lo que dedujo que, por lo visto, había en juego algunas fuerzas que ella ignoraba que existiesen. Pansy había visto a Rosier retirándose, pero no dijo a su madrastra nada de él. Limitóse a hablar de su compañero del baile anterior, una vez que se hubo marchado después de saludarla; habló también de la música, del piso del salón, de la infrecuente desgracia de haberse desgarrado el vestido. Isabel tenía la seguridad absoluta de que había descubierto ya la falta de la flor que su enamorado se llevara, si bien disimuló tal descubrimiento con la exquisita gracia con que respondió a la petición de su siguiente compañero de danza. Aquella admirable amabilidad expresada con una contención extraordinaria, con un perfecto disimulo, formaba parte de todo un complicado sistema. De nuevo se alejó en brazos de un ruboroso joven, llevando el ramo consigo. No hacía sino breves minutos que se había alejado, cuando he aquí que Isabel vio a lord Warburton que avanzaba hendiendo la multitud, abriéndose paso entre los bailarines. El joven se acercó a ella y, tras saludarla, miró a su alrededor y preguntó: -¿Por dónde anda la doncellita? -Tal era el modo en que había tomado por costumbre llamar a la hija del señor Osmond.
"She′s dancing," said Isabel. "You′ll see her somewhere." -Por ahí anda bailando. No tardará usted en dar con ella.
He looked among the dancers and at last caught Pansy′s eye. "She sees me, but she won′t notice me," he then remarked. "Are you not dancing?" Dirigió él la mirada a la multitud del salón y al momento divisó a Pansy. -Me ha visto -dijo-, pero hace como si no me viera. Y usted, ¿no baila? -añadió, volviéndose hacía Isabel.
"As you see, I′m a wall-flower." -Como ve, estoy de mirona.
"Won′t you dance with me?" -¿No quiere bailar conmigo?
"Thank you; I′d rather you should dance with the little maid." -Mil gracias. Prefiero que baile con la doncellita.
"One needn′t prevent the other --especially as she′s engaged." -Lo cortés no quita lo valiente. Además, parece que está comprometida.
"She′s not engaged for everything, and you can reserve yourself. She dances very hard, and you′ll be the fresher." -Pero no para toda la noche; puede hablar con ella y reservar su turno. Ella no para de bailar y usted entrará de refresco.
"She dances beautifully," said Lord Warburton, following her with his eyes. "Ah, at last," he added, "she has given me a smile." He stood there with his handsome, easy, important physiognomy; and as Isabel observed him it came over her, as it had done before, that it was strange a man of his mettle should take an interest in a little maid. It struck her as a great incongruity; neither Pansy′s small fascinations, nor his own kindness, his good-nature, not even his need for amusement, which was extreme and constant, were sufficient to account for it. "I should like to dance with you," he went on in a moment, turning back to Isabel; "but I think I like even better to talk with you." -Baila admirablemente -afirmó lord Warburton siguiéndola con los ojos. Y enseguida añadió-: ¡Vaya, por fin! Se ha dignado sonreírme. Permanecía él allí de pie, con su hermosa, fiable e importante figura, y a Isabel, que le estaba observando, se le ocurrió preguntarse, como ya en otra ocasión lo hiciera, cómo era posible que un hombre de su empuje se interesara por una muchachita como aquélla. Eso le chocaba como una soberana incongruencia. Ni los múltiples y pequeños atractivos de Pansy, ni su propia bondad, ni su amable condescendencia, ni su deseo de entretenerse, que era considerable y continuo, bastaban para justificar semejante inclinación. Y, sin volverse de frente a Isabel, continuó: -Me gustaría mucho bailar con usted, pero prefiero que hablemos.
"Yes, it′s better, and it′s more worthy of your dignity. Great statesmen oughtn′t to waltz." -Sí, es mejor, desde luego, y más apropiado para su dignidad. A los grandes estadistas no les va bien eso del bailoteo.
"Don′t be cruel. Why did you recommend me then to dance with Miss Osmond?" -No sea cruel. Entonces, ¿por qué acaba de recomendarme que baile con la señorita Osmond?
"Ah, that′s different. If you danced with her it would look simply like a piece of kindness --as if you were doing it for her amusement. If you dance with me you′ll look as if you were doing it for your own." -¡Ah! Eso es distinto. Si baila con ella, parecerá una simple amabilidad, una condescendencia por su parte..., como si lo hiciera por entretenerla. Si bailase conmigo, parecería que lo hace por divertirse.
"And pray haven′t I a right to amuse myself?" -Diga, por favor, ¿acaso no tengo yo también derecho a divertirme?
"No, not with the affairs of the British Empire on your hands." -No, cuando tiene los asuntos del Imperio británico en sus manos.
"The British Empire be hanged! You′re always laughing at it." -¡Al cuerno el Imperio británico! No hace usted más que reírse de eso.
"Amuse yourself with talking to me," said Isabel. -Pues diviértase usted hablándome -replicó Isabel.
"I′m not sure it′s really a recreation. You′re too pointed; I′ve always to be defending myself. And you strike me as more than usually dangerous to-night. Will you absolutely not dance?" -No estoy seguro de que eso constituya un verdadero recreo. Usted es demasiado puntillosa y tengo que estar constantemente defendiéndome. Además, esta noche parece más agresiva conmigo que de costumbre. ¿Definitivamente no quiere bailar conmigo?
"I can′t leave my place. Pansy must find me here." -No puedo abandonar este sitio; Pansy debe encontrarme aquí.
He was silent a little. "You′re wonderfully good to her," he said suddenly. Permaneció él callado un instante y, de pronto, dijo: -Es usted admirablemente buena con ella.
Isabel stared a little and smiled. "Can you imagine one′s not being?" Isabel se azoró un poquito y sonrió. -¿Le cabe a usted en la cabeza que alguien no lo sea?
"No indeed. I know how one is charmed with her. But you must have done a great deal for her." -No, ciertamente. Sé perfectamente hasta qué punto queda uno subyugado por su encanto. Usted ha debido de tener gran parte en ello.
"I′ve taken her out with me," said Isabel, smiling still. "And I′ve seen that she has proper clothes." -Me he limitado a hacerla salir conmigo y a procurar que vaya bien vestida.
"Your society must have been a great benefit to her. You′ve talked to her, advised her, helped her to develop." -Su compañía debe de haberle hecho mucho bien, hablándole, aconsejándola, ayudándola a desenvolverse.
"Ah yes, if she isn′t the rose she has lived near it." Ah, desde luego; si no es la rosa misma, ha vivido muy cerca de ella.
She laughed, and her companion did as much; but there was a certain visible preoccupation in his face which interfered with complete hilarity. "We all try to live as near it as we can," he said after a moment′s hesitation. Isabel rió y rió también su compañero, pero en la expresión de éste, cierta preocupación le impedía que se abandonara a una total hilaridad. -Todos intentamos vivir lo más cerca posible de ella -dijo tras un momento de duda.
Isabel turned away; Pansy was about to be restored to her, and she welcomed the diversion. We know how much she liked Lord Warburton; she thought him pleasanter even than the sum of his merits warranted; there was something in his friendship that appeared a kind of resource in case of indefinite need; it was like having a large balance at the bank. She felt happier when he was in the room; there was something reassuring in his approach; the sound of his voice reminded her of the beneficence of nature. Yet for all that it didn′t suit her that he should be too near her, that he should take too much of her good-will for granted. She was afraid of that; she averted herself from it; she wished he wouldn′t. She felt that if he should come too near, as it were, it might be in her to flash out and bid him keep his distance. Pansy came back to Isabel with another rent in her skirt, which was the inevitable consequence of the first and which she displayed to Isabel with serious eyes. There were too many gentlemen in uniform; they wore those dreadful spurs, which were fatal to the dresses of little maids. It hereupon became apparent that the resources of women are innumerable. Isabel devoted herself to Pansy′s desecrated drapery; she fumbled for a pin and repaired the injury; she smiled and listened to her account of her adventures. Her attention, her sympathy were immediate and active; and they were in direct proportion to a sentiment with which they were in no way connected --a lively conjecture as to whether Lord Warburton might be trying to make love to her. It was not simply his words just then; it was others as well; it was the reference and the continuity. This was what she thought about while she pinned up Pansy′s dress. If it were so, as she feared, he was of course unwitting; he himself had not taken account of his intention. But this made it none the more auspicious, made the situation none the less impossible. The sooner he should get back into right relations with things the better. He immediately began to talk to Pansy --on whom it was certainly mystifying to see that he dropped a smile of chastened devotion. Pansy replied, as usual, with a little air of conscientious aspiration; he had to bend toward her a good deal in conversation, and her eyes, as usual, wandered up and down his robust person as if he had offered it to her for exhibition. She always seemed a little frightened; yet her fright was not of the painful character that suggests dislike; on the contrary, she looked as if she knew that he knew she liked him. Isabel left them together a little and wandered toward a friend whom she saw near and with whom she talked till the music of the following dance began, for which she knew Pansy to be also engaged. The girl joined her presently, with a little fluttered flush, and Isabel, who scrupulously took Osmond′s view of his daughter′s complete dependence, consigned her, as a precious and momentary loan, to her appointed partner. About all this matter she had her own imaginations, her own reserves; there were moments when Pansy′s extreme adhesiveness made each of them, to her sense, look foolish. But Osmond had given her a sort of tableau of her position as his daughter′s duenna, which consisted of gracious alternations of concession and contraction; and there were directions of his which she liked to think she obeyed to the letter. Perhaps, as regards some of them, it was because her doing so appeared to reduce them to the absurd. Isabel se apartó un poco de él; Pansy estaba a punto de llegar de nuevo, y ella estaba impaciente porque fuera cuanto antes. Ya es sabido cuánto le gustaba lord Warburton, que le parecía mucho más agradable de lo que justificaba la lista de sus numerosos méritos. En aquella amistad había algo que venía a ser una fuente de recursos en caso de necesidad, una especie de cuantiosa cuenta corriente en un banco. Sentíase ella más feliz cuando él estaba en la habitación porque había algo tranquilizador en su voz que le traía a la imaginación los beneficios de la naturaleza. Por todo lo cual, no estaba bien que él permaneciese demasiado tiempo cerca de ella, que considerase demasiado otorgada por anticipado su buena voluntad. Sentía miedo de semejante posibilidad, se apartaba voluntariamente de ella, y quería que él no estuviese cerca. Tenía el presentimiento de que, si él se aproximaba demasiado, la haría estallar como un trueno para pedirle que se alejara. Pansy se acercó de nuevo a Isabel con otro desgarrón en el vestido, lógica consecuencia del primero y que le mostró con expresión afligida. Había demasiados caballeros de uniforme que calzaban aquellas terribles espuelas tan temibles para los vestidos y las faldas de las jovencitas. No tardó en hacerse a todas luces patente que los recursos de las mujeres son inagotables, pues Isabel se consagró al vestido de la doncellita; consiguió un alfiler y reparó el desaguisado. Después de lo cual, sonrió y escuchó el relato de la aventura que la jovencita le hiciera. Su atención y su simpatía pusiéronse inmediatamente en juego y en relación directa con un sentimiento con el que no guardaba ningún nexo: la viva suposición de que lord Warburton estaba haciéndole la corte, suposición que no derivaba de sus palabras de entonces sino de otras muchas, de la referencia y la continuidad. Así pensaba mientras reparaba con el alfiler el desperfecto del vestido de Pansy. Si, como ella temía, era así, resultaba poco inteligente por parte de él, que no debía de haberse dado verdadera cuenta de su intención. Mas eso no presentaba el asunto bajo mejores auspicios ni tornaba la situación menos imposible. De tal suerte, cuanto antes reanudara él sus relaciones correctas con las cosas, tanto mejor. Lord Warburton comenzó enseguida a hablar con Pansy, a la que sin duda estaba tratando de engañar prodigándole sonrisas de casta admiración. Como de costumbre, Pansy le contestaba con su aire de reflexiva aspiración. Al hablar, tenía él que inclinarse no poco hacia ella, y, como de costumbre, la mirada de ella subía y bajaba a lo largo de su robusto cuerpo como si él estuviese exhibiéndolo. Pansy siempre parecía un poco asustada, pero tal temor no era de la índole dolorosa de los que surgen del desagrado. Por el contrario, le miraba como si supiera que él sabía que le gustaba. Isabel les dejó un instante solos para reunirse con una amiga que había visto allí cerca y con la que se puso a charlar hasta que dio comienzo el siguiente baile, para el que le constaba que Pansy tenía ya compromiso. La jovencita fue en su busca un tanto ruborosa y agitada, e Isabel, que seguía al pie de la letra las instrucciones de Osmond relativas a su hija, la consignó como quien entrega un precioso objeto en depósito a su nuevo compañero de baile. Naturalmente, ella se forjaba sus propias ideas al respecto, al igual que tenía sus propias reservas mentales; había momentos en que la excesiva sumisión de Pansy las hacía parecer a ambas un tanto desequilibradas. Pero Osmond le había dado unas cuantas instrucciones relativas a sus funciones de dueña en relación con su hija, consistentes en amables alternativas de condescendencia y rigor, y algunas de ellas quería observarlas concienzudamente e imaginarse que las obedecía sin quitar una tilde. Acaso lo hiciera así, porque, al pensar en algunas de ellas y observarlas fielmente, se le antojaba que las reducía al absurdo.
After Pansy had been led away, she found Lord Warburton drawing near her again. She rested her eyes on him steadily; she wished she could sound his thoughts. But he had no appearance of confusion. "She has promised to dance with me later," he said. Una vez que Pansy se alejó, vio a lord Warburton que se acercaba a ella nuevamente. Le miró de frente, como deseando que adivinara sus pensamientos, pero él no dio la menor señal de confusión y dijo: -Me ha prometido bailar conmigo más tarde.
"I′m glad of that. I suppose you′ve engaged her for the cotillion." -Me alegro mucho. Supongo que la habrá usted comprometido para el cotillón.
At this he looked a little awkward. "No, I didn′t ask her for that. It′s a quadrille." Él pareció un poco azorado y replicó: -No. No le pedí eso. Le pedí el rigodón.
"Ah, you′re not clever!" said Isabel almost angrily. "I told her to keep the cotillion in case you should ask for it." -¡Bah! No es usted muy inteligente que digamos. Le he dicho que reserve el cotillón por si usted le pedía bailar con ella.
"Poor little maid, fancy that!" And Lord Warburton laughed frankly. "Of course I will if you like." -¡Pobre doncellita! ¡Imagínese usted! -Y lord Warburton se echó a reír de buena gana-. Desde luego, si a usted le gusta, lo haré.
"If I like? Oh, if you dance with her only because I like it --!" -¿Si a mí me gusta? ¡Pues si ha de bailar con ella porque a mí me guste...!
"I′m afraid I bore her. She seems to have a lot of young fellows on her book." -Tengo miedo de aburrirla. He visto que tiene apuntados a muchos jóvenes en su carnet.
Isabel dropped her eyes, reflecting rapidly; Lord Warburton stood there looking at her and she felt his eyes on her face. She felt much inclined to ask him to remove them. She didn′t do so, however; she only said to him, after a minute, with her own raised: "Please let me understand." Isabel bajó en el acto los ojos. Lord Warburton siguió mirándola, y ella, al notar su mirada, experimentó un gran deseo de decirle que le quitase la vista de encima. De todos modos, no se aventuró a hacerlo y, al cabo de un minuto, elevado hacia él la suya, dijo: -Por favor, ayúdeme a comprender.
"Understand what?" -Comprender qué?
"You told me ten days ago that you′d like to marry my stepdaughter. You′ve not forgotten it!" -Hace diez días, si mal no recuerdo, me dijo usted que le gustaría casarse con mi hijastra. ¿No lo habrá olvidado ya?
"Forgotten it? I wrote to Mr. Osmond about it this morning." -¿Olvidado? Precisamente esta misma mañana he escrito al señor Osmond sobre esa cuestión.
"Ah," said Isabel, "he didn′t mention to me that he had heard from you." -¡Ah! Pues no me ha dicho que haya tenido noticias suyas -comentó Isabel.
Lord Warburton stammered a little. "I --I didn′t send my letter." Lord Warburton titubeó un tanto y confesó: -Es que... no he enviado la carta.
"Perhaps you forgot THAT." -A lo mejor se le ha olvidado nada menos que eso.
"No, I wasn′t satisfied with it. It′s an awkward sort of letter to write, you know. But I shall send it to-night." -No. Lo que pasa es que no me sentía satisfecho de ella. Resulta endiabladamente difícil escribir ese tipo de cartas. Pero la enviaré esta noche.
"At three o′clock in the morning?" -¿A las tres de la mañana?
"I mean later, in the course of the day." -Quiero decir luego, en el transcurso del día.
"Very good. You still wish then to marry her?" -Perfecto. Entonces, ¿insiste usted en casarse con ella?
"Very much indeed." -Desde luego.
"Aren′t you afraid that you′ll bore her?" And as her companion stared at this enquiry Isabel added: "If she can′t dance with you for half an hour how will she be able to dance with you for life?" -¿Y no tiene miedo de aburrirla? -Y, como su compañero pareciera sorprenderse ante tal pregunta, añadió-: Si no puede bailar con usted durante media hora, ¿cómo podrá hacerlo durante toda la vida?
"Ah," said Lord Warburton readily, "I′ll let her dance with other people! About the cotillion, the fact is I thought that you --that you --" -¡Ah! -replicó lord Warburton con viveza-, la dejaré bailar con otros. Por lo que respecta al cotillón..., la verdad es que usted..., que usted...
"That I would do it with you? I told you I′d do nothing." -Debería bailarlo con usted, ¿no es eso? Ya le he dicho antes que no.
"Exactly; so that while it′s going on I might find some quiet corner where we may sit down and talk." -Exacto; es lo mismo que yo pienso. De suerte que, mientras lo bailan los demás, yo podría encontrar un rincón tranquilo donde sentarnos y hablar.
"Oh," said Isabel gravely, "you′re much too considerate of me." -¡Oh! Es usted muy amable conmigo.
When the cotillion came Pansy was found to have engaged herself, thinking, in perfect humility, that Lord Warburton had no intentions. Isabel recommended him to seek another partner, but he assured her that he would dance with no one but herself. As, however, she had, in spite of the remonstrances of her hostess, declined other invitations on the ground that she was not dancing at all, it was not possible for her to make an exception in Lord Warburton′s favour. Al llegar el cotillón, resultó que Pansy ya se había comprometido, pues creía humildemente que lord Warburton no tenía intención de bailarlo. Isabel le recomendó que buscara otra pareja, pero él dijo que no bailaría con nadie si no era con ella. Mas, como ella, a pesar de las reconvenciones de la anfitriona, no había querido aceptar otras invitaciones so pretexto de que no era en absoluto aficionada al baile, no le resultaba posible en modo alguno hacer una excepción en favor de lord Warburton.
"After all I don′t care to dance," he said; "it′s a barbarous amusement: I′d much rather talk." And he intimated that he had discovered exactly the corner he had been looking for --a quiet nook in one of the smaller rooms, where the music would come to them faintly and not interfere with conversation. Isabel had decided to let him carry out his idea; she wished to be satisfied. She wandered away from the ball-room with him, though she knew her husband desired she should not lose sight of his daughter. It was with his daughter′s pretendant, however; that would make it right for Osmond. On her way out of the ball-room she came upon Edward Rosier, who was standing in a doorway, with folded arms, looking at the dance in the attitude of a young man without illusions. She stopped a moment and asked him if he were not dancing. -Después de todo, me da lo mismo no bailar -dijo él-. Es una costumbre verdaderamente salvaje. Prefiero mil veces charlar con usted. Y en el acto insinuó que ya había descubierto el rincón que buscaba, una especie de escondrijo en uno de los salones más pequeños, adonde la música llegaba débilmente y no les impediría conversar. Isabel había resuelto dejarle llevar a cabo su idea, quería darse esa satisfacción. Así pues, abandonaron juntos el salón de baile, aunque recordaba que su marido no quería que perdiese de vista a su hija. Pero tenía la excusa de que estaba con su pretendiente, lo que no podría por menos de parecerle bien a Osmond. Al salir del salón de baile se encontró con Edward Rosier, que estaba en una de las puertas mirando el baile, como hombre que ha perdido ya todas sus ilusiones. Ella se detuvo un momento y le preguntó si no bailaba.
"Certainly not, if I can′t dance with HER!" he answered. -Desde luego que no, si no puedo bailar con ella... -respondió él.
"You had better go away then," said Isabel with the manner of good counsel. -Entonces, más vale que se marche -le dijo Isabel a guisa de buen consejo.
"I shall not go till she does!" And he let Lord Warburton pass without giving him a look. -No me iré mientras ella esté aquí. -Y dejó paso a lord Warburton sin dignarse siquiera mirarle.
This nobleman, however, had noticed the melancholy youth, and he asked Isabel who her dismal friend was, remarking that he had seen him somewhere before. El aristócrata había observado a aquel triste joven y preguntó a Isabel quién era su desconsolado amigo, haciéndole saber que ya le había visto en alguna otra parte.
"It′s the young man I′ve told you about, who′s in love with Pansy." -Es el joven que le he dicho que está enamorado de Pansy.
"Ah yes, I remember. He looks rather bad." -¡Ah! Sí, ya me acuerdo. No parece muy contento que digamos.
"He has reason. My husband won′t listen to him." -Sus motivos tiene. Mi marido no quiere saber nada de él.
"What′s the matter with him?" Lord Warburton enquired. "He seems very harmless." -¿Por qué? -preguntó lord Warburton-. ¿Qué le pasa? Parece un muchacho inofensivo.
"He hasn′t money enough, and he isn′t very clever." -No tiene bastante dinero y no es muy brillante.
Lord Warburton listened with interest; he seemed struck with this account of Edward Rosier. "Dear me; he looked a well-set-up young fellow." Lord Warburton escuchó con gran interés y pareció quedar un tamo sorprendido por la descripción de Edward Rosier. -¡Caramba! -exclamó-. A fe mía que parece un joven distinguido.
"So he is, but my husband′s very particular." -Y lo es; pero mi esposo es muy especial.
"Oh, I see." And Lord Warburton paused a moment. "How much money has he got?" he then ventured to ask. -Sí, ya lo veo. -Lord Warburton se detuvo un momento y se atrevió a preguntar-: ¿Cuánto dinero tiene?
"Some forty thousand francs a year." -Unos cuarenta mil francos por año.
"Sixteen hundred pounds? Ah, but that′s very good, you know." -¿Dieciséis mil libras? Eso es una suma muy apreciable.
"So I think. My husband, however, has larger ideas." -Eso mismo creo yo; pero, por lo visto, mi esposo tiene ideas más ambiciosas.
"Yes; I′ve noticed that your husband has very large ideas. Is he really an idiot, the young man?" -En efecto, ya he notado que su marido tiene ideas muy ambiciosas. ¿Es que ese joven es verdaderamente tonto?
"An idiot? Not in the least; he′s charming. When he was twelve years old I myself was in love with him." -¿Tonto? Nada de eso. Al contrario, es muy simpático. Cuando tenía doce años yo estaba locamente enamorada de él.
"He doesn′t look much more than twelve to-day," Lord Warburton rejoined vaguely, looking about him. Then with more point, "Don′t you think we might sit here?" he asked. -Pues no parece que ahora tenga muchos más -contestó vagamente lord Warburton mirándolo-. ¿Le parece bien que nos sentemos aquí? -añadió, deteniéndose.
"Wherever you please." The room was a sort of boudoir, pervaded by a subdued, rose-coloured light; a lady and gentleman moved out of it as our friends came in. "It′s very kind of you to take such an interest in Mr. Rosier," Isabel said. -Donde usted quiera. Aquella habitación era una especie de salita-tocador iluminada por una suave luz rosada. Al entrar allí nuestros amigos, abandonaron la habitación una dama y un caballero que en ella estaban. -Es muy gentil de su parte interesarse tanto por el señor Rosier -dijo Isabel.
"He seems to me rather ill-treated. He had a face a yard long. I wondered what ailed him." -Me da la impresión de que se le trata excesivamente mal. Tiene una expresión muy seria. Me preocupa lo que le hace sufrir de ese modo.
"You′re a just man," said Isabel. "You′ve a kind thought even for a rival." -Es usted un hombre verdaderamente generoso. Hasta para un rival suyo sabe tener un pensamiento amable.
Lord Warburton suddenly turned with a stare. "A rival! Do you call him my rival?" Lord Warburton se volvió súbitamente con extraña mirada y preguntó: -¿Un rival mío? ¿Ha dicho usted que es mi rival?
"Surely --if you both wish to marry the same person." -Así parece..., desde el momento que los dos quieren casarse con la misma persona...
"Yes --but since he has no chance!" -Cierto..., pero si él no tiene posibilidades...
"I like you, however that may be, for putting yourself in his place. It shows imagination." -De cualquier forma, me gusta que se ponga en su lugar. Eso: demuestra imaginación.
"You like me for it?" And Lord Warburton looked at her with an uncertain eye. "I think you mean you′re laughing at me for it." -¿Le gusta? -Lord Warburton la miró con desconfianza-. No sé por qué me da la sensación de que se está burlando de mí.          
"Yes, I′m laughing at you a little. But I like you as somebody to laugh at." -Así es, me estoy riendo un poco de usted. Pero es que me gusta hacerlo.   
"Ah well, then, let me enter into his situation a little more. What do you suppose one could do for him?" -¡Ah! Déjeme pensar un poco más detenidamente en la situación de ese joven. ¿Qué cree usted que podría hacer en favor suyo?
"Since I have been praising your imagination I′ll leave you to imagine that yourself," Isabel said. "Pansy too would like you for that." -Ya que acabo de rendir tributo admirativo a su imaginación, lo dejo por cuenta de ella -dijo Isabel-. A Pansy también le gustaría usted por eso.
"Miss Osmond? Ah, she, I flatter myself, likes me already." -¿La señorita Osmond? ¡Ah! A ella, me enorgullezco de poder decirlo, yo le gusto.
"Very much, I think." -Mucho, según me parece.
He waited a little; he was still questioning her face. "Well then, I don′t understand you. You don′t mean that she cares for him?" Detúvose él un instante y la miró fijamente, como queriendo penetrar en su pensamiento. -Bueno, vamos a ver -dijo-, creo que no la comprendo. Lo que usted quiere decir, ¿es que ella se interesa por él?
"Surely I′ve told you I thought she did." -Ni más ni menos. Ya se lo he dicho: creo que a ella le interesa.
A quick blush sprang to his brow. "You told me she would have no wish apart from her father′s, and as I′ve gathered that he would favour me --!" He paused a little and then suggested "Don′t you see?" through his blush. El se ruborizó un poco y frunció el entrecejo. -Lo que usted me ha dicho es que ella no tiene más voluntad que la de su padre..., y como he podido deducir que él estaría dispuesto a favorecerme... -Hizo una pausa, se ruborizó otro poco y añadió-: ¿Comprende?
"Yes, I told you she has an immense wish to please her father, and that it would probably take her very far." -Sí. Le he dicho que ella siente un gran deseo de complacer a su padre y que eso podría llevarla muy lejos.
"That seems to me a very proper feeling," said Lord Warburton. -Me parece un sentimiento admirable -replicó lord Warburton.
"Certainly; it′s a very proper feeling." Isabel remained silent for some moments; the room continued empty; the sound of the music reached them with its richness softened by the interposing apartments. Then at last she said: "But it hardly strikes me as the sort of feeling to which a man would wish to be indebted for a wife." -Sin duda alguna lo es. -Isabel se quedó .callada un momento. El saloncito seguía vacío y el sonido de la música llegaba hasta ellos apagado por la distancia y el recorrido a través de las otras habitaciones. Finalmente dijo-: Pero lo que me preocupa hondamente es la clase de sentimiento que un hombre quisiera poder agradecer a su esposa.
"I don′t know; if the wife′s a good one and he thinks she does well!" -Lo ignoro. Si la esposa es buena y él cree que actúa correctamente...
"Yes, of course you must think that." -Desde luego, usted piensa de esa manera.
"I do; I can′t help it. You call that very British, of course." -En efecto. No puedo remediarlo. Pero supongo que usted dirá que ésa es una manera netamente inglesa.
"No, I don′t. I think Pansy would do wonderfully well to marry you, and I don′t know who should know it better than you. But you′re not in love." -No, no lo digo. Pienso que Pansy hará admirablemente en casarse con usted, y no creo que haya nadie que lo sepa mejor que usted mismo. Pero usted no está enamorado.
"Ah, yes I am, Mrs. Osmond!" -Sí lo estoy, señora Osmond.
Isabel shook her head. "You like to think you are while you sit here with me. But that′s not how you strike me." Isabel movió pausadamente la cabeza y dijo: -A usted le agrada pensar que efectivamente lo está mientras permanece sentado aquí conmigo, pero no es ésa la impresión que a mí me da.
"I′m not like the young man in the doorway. I admit that. But what makes it so unnatural? Could any one in the world be more loveable than Miss Osmond?" -Que no estoy como el joven aquel de la puerta es evidente, de acuerdo. Pero ¿qué hay de malo en ello? ¿Puede haber en el mundo una mujer tan adorable como la señorita Osmond?
"No one, possibly. But love has nothing to do with good reasons." -Es posible que ninguna. Pero el amor no tiene gran cosa que ver con las razones, por buenas que sean.
"I don′t agree with you. I′m delighted to have good reasons." -No estoy de acuerdo con usted. A mí me encanta tener buenas razones.
"Of course you are. If you were really in love you wouldn′t care a straw for them." -No niego que le encante. Pero si estuviera verdaderamente enamorado, le importarían un comino.
"Ah, really in love --really in love!" Lord Warburton exclaimed, folding his arms, leaning back his head and stretching himself a little. "You must remember that I′m forty-two years old. I won′t pretend I′m as I once was." -¡Ah, verdaderamente enamorado..., verdaderamente enamorado! Ésas son palabras mayores -exclamó lord Warburton cruzando los brazos, apoyándose en el respaldo de la butaca y estirándose un poco-. No olvide usted que tengo ya cuarenta y dos años. No puedo aspirar a estarlo tanto como antes lo estuve.
"Well, if you′re sure," said Isabel, "it′s all right." -Bien; si está usted seguro, la cosa es perfecta -replicó Isabel.
He answered nothing; he sat there, with his head back, looking before him. Abruptly, however, he changed his position; he turned quickly to his friend. "Why are you so unwilling, so sceptical?" Él se abstuvo de contestar y permaneció como estaba, con la cabeza echada hacia atrás y mirando al frente. Pero, de pronto, cambió de postura y, volviéndose hacia su amiga, preguntó: -¿Por qué se muestra usted de tan mala voluntad, tan escéptica?
She met his eyes, and for a moment they looked straight at each other. If she wished to be satisfied she saw something that satisfied her; she saw in his expression the gleam of an idea that she was uneasy on her own account --that she was perhaps even in fear. It showed a suspicion, not a hope, but such as it was it told her what she wanted to know. Not for an instant should he suspect her of detecting in his proposal of marrying her step-daughter an implication of increased nearness to herself, or of thinking it, on such a betrayal, ominous. In that brief, extremely personal gaze, however, deeper meanings passed between them than they were conscious of at the moment. Los ojos de ella se clavaron en los suyos y durante un momento ambos permanecieron mirándose fijamente. Si lo que ella buscaba era una confirmación, vio indudablemente algo que se la proporcionó; vio en su expresión el fulgor de una idea que la intranquilizaba, que incluso le inspiraba miedo, que delataba una sospecha, aunque no una esperanza, y que, al manifestarse de tal modo, le decía cuanto deseaba saber. Ni por un segundo llegó él a sospechar que ella detectase en su propósito de casarse con su hijastra un deseo de estar más cerca de ella, ni que por tal causa el hecho le pareciera vergonzoso. En aquella vivida, fúlgida, rápida y recíproca mirada se cruzaron entre ellos hondos pensamientos, de los que durante, un instante tuvieron ambos plena conciencia.
"My dear Lord Warburton," she said, smiling, "you may do, as far as I′m concerned, whatever comes into your head." -Mi querido lord Warburton -dijo ella al fin, sonriendo-, por lo que a mí respecta, puede usted hacer lo que le pase por la cabeza.
And with this she got up and wandered into the adjoining room, where, within her companion′s view, she was immediately addressed by a pair of gentlemen, high personages in the Roman world, who met her as if they had been looking for her. While she talked with them she found herself regretting she had moved; it looked a little like running away --all the more as Lord Warburton didn′t follow her. She was glad of this, however, and at any rate she was satisfied. She was so well satisfied that when, in passing back into the ball-room, she found Edward Rosier still planted in the doorway, she stopped and spoke to him again. "You did right not to go away. I′ve some comfort for you." Acto seguido se levantó y se dirigió a la habitación contigua, donde, en presencia de su compañero, fue inmediatamente abordada por dos caballeros, personajes conspicuos de la alta sociedad romana que, al parecer, andaban buscándola. Al ponerse a hablar con ellos, deploró haberse movido de donde estaba, pues le pareció que había actuada; como si se diera a la fuga, especialmente al ver que lord Warburton no la seguía. De eso se alegró, sin embargo, y de todas formas se sentía satisfecha. Hasta tal punto que, al pasar de nuevo al salón de baile y encontrar a Edward Rosier, que no se había movido de donde antes lo viera, se detuvo y le dijo: -Ha hecho usted bien en no marcharse. Tengo algo con que consolarle un poco.
"I need it," the young man softly wailed, "when I see you so awfully thick with HIM!" -Bien lo necesito -suspiró blandamente el enamorado-, pues al verla a usted tan terriblemente amigada con él...
"Don′t speak of him; I′ll do what I can for you. I′m afraid it won′t be much, but what I can I′ll do." -No lo mencione. Yo haré por usted lo que pueda. Temo que no podrá ser gran cosa, pero, en todo caso, haré lo que pueda.
He looked at her with gloomy obliqueness. "What has suddenly brought you round?" Él la miró con torva tristeza y preguntó: -¿Qué le ha hecho a usted venir aquí tan de repente?
"The sense that you are an inconvenience in doorways!" she answered, smiling as she passed him. Half an hour later she took leave, with Pansy, and at the foot of the staircase the two ladies, with many other departing guests, waited a while for their carriage. Just as it approached Lord Warburton came out of the house and assisted them to reach their vehicle. He stood a moment at the door, asking Pansy if she had amused herself; and she, having answered him, fell back with a little air of fatigue. Then Isabel, at the window, detaining him by a movement of her finger, murmured gently: "Don′t forget to send your letter to her father!" -La creencia de que es usted un estorbo en las puertas -replicó ella, y se alejó. Media hora después Isabel y Pansy se despidieron, y al pie de escalera las dos damas tuvieron que aguardar, como tantos otros invitados, a que su coche fuera a buscarlas. Lord Warburton, que salía en ese momento de la casa, se acercó a ellas y las ayudó a buscar su coche. Una vez localizado, permaneció un instante junto a la portezuela del vehículo, preguntando a Pansy si se había divertido; tras contestar, ella se recostó en el asiento como si estuviera cansadísima. Isabel le retuvo un instante más para decirle por lo bajo antes de que se pusieran en marcha los caballos: -No se olvide de enviarle la carta a su padre.  






CHAPTER 44

44

The Countess Gemini was often extremely bored --bored, in her own phrase, to extinction. She had not been extinguished, however, and she struggled bravely enough with her destiny, which had been to marry an unaccommodating Florentine who insisted upon living in his native town, where he enjoyed such consideration as might attach to a gentleman whose talent for losing at cards had not the merit of being incidental to an obliging disposition. The Count Gemini was not liked even by those who won from him; and he bore a name which, having a measurable value in Florence, was, like the local coin of the old Italian states, without currency in other parts of the peninsula. In Rome he was simply a very dull Florentine, and it is not remarkable that he should not have cared to pay frequent visits to a place where, to carry it off, his dulness needed more explanation than was convenient. The Countess lived with her eyes upon Rome, and it was the constant grievance of her life that she had not an habitation there. She was ashamed to say how seldom she had been allowed to visit that city; it scarcely made the matter better that there were other members of the Florentine nobility who never had been there at all. She went whenever she could; that was all she could say. Or rather not all, but all she said she could say. In fact she had much more to say about it, and had often set forth the reasons why she hated Florence and wished to end her days in the shadow of Saint Peter′s. They are reasons, however, that do not closely concern us, and were usually summed up in the declaration that Rome, in short, was the Eternal City and that Florence was simply a pretty little place like any other. The Countess apparently needed to connect the idea of eternity with her amusements. She was convinced that society was infinitely more interesting in Rome, where you met celebrities all winter at evening parties. At Florence there were no celebrities; none at least that one had heard of. Since her brother′s marriage her impatience had greatly increased; she was so sure his wife had a more brilliant life than herself. She was not so intellectual as Isabel, but she was intellectual enough to do justice to Rome --not to the ruins and the catacombs, not even perhaps to the monuments and museums, the church ceremonies and the scenery; but certainly to all the rest. She heard a great deal about her sister-in-law and knew perfectly that Isabel was having a beautiful time. She had indeed seen it for herself on the only occasion on which she had enjoyed the hospitality of Palazzo Roccanera. She had spent a week there during the first winter of her brother′s marriage, but she had not been encouraged to renew this satisfaction. Osmond didn′t want her --that she was perfectly aware of; but she would have gone all the same, for after all she didn′t care two straws about Osmond. It was her husband who wouldn′t let her, and the money question was always a trouble. Isabel had been very nice; the Countess, who had liked her sister-in-law from the first, had not been blinded by envy to Isabel′s personal merits. She had always observed that she got on better with clever women than with silly ones like herself; the silly ones could never understand her wisdom, whereas the clever ones --the really clever ones --always understood her silliness. It appeared to her that, different as they were in appearance and general style, Isabel and she had somewhere a patch of common ground that they would set their feet upon at last. It was not very large, but it was firm, and they should both know it when once they had really touched it. And then she lived, with Mrs. Osmond, under the influence of a pleasant surprise; she was constantly expecting that Isabel would "look down" on her, and she as constantly saw this operation postponed. She asked herself when it would begin, like fire-works, or Lent, or the opera season; not that she cared much, but she wondered what kept it in abeyance. Her sister-in-law regarded her with none but level glances and expressed for the poor Countess as little contempt as admiration. In reality Isabel would as soon have thought of despising her as of passing a moral judgement on a grasshopper. She was not indifferent to her husband′s sister, however; she was rather a little afraid of her. She wondered at her; she thought her very extraordinary. The Countess seemed to her to have no soul; she was like a bright rare shell, with a polished surface and a remarkably pink lip, in which something would rattle when you shook it. This rattle was apparently the Countess′s spiritual principle, a little loose nut that tumbled about inside of her. She was too odd for disdain, too anomalous for comparisons. Isabel would have invited her again (there was no question of inviting the Count); but Osmond, after his marriage, had not scrupled to say frankly that Amy was a fool of the worst species --a fool whose folly had the irrepressibility of genius. He said at another time that she had no heart; and he added in a moment that she had given it all away --in small pieces, like a frosted wedding-cake. The fact of not having been asked was of course another obstacle to the Countess′s going again to Rome; but at the period with which this history has now to deal she was in receipt of an invitation to spend several weeks at Palazzo Roccanera. The proposal had come from Osmond himself, who wrote to his sister that she must be prepared to be very quiet. Whether or no she found in this phrase all the meaning he had put into it I am unable to say; but she accepted the invitation on any terms. She was curious, moreover; for one of the impressions of her former visit had been that her brother had found his match. Before the marriage she had been sorry for Isabel, so sorry as to have had serious thoughts --if any of the Countess′s thoughts were serious --of putting her on her guard. But she had let that pass, and after a little she was reassured. Osmond was as lofty as ever, but his wife would not be an easy victim. The Countess was not very exact at measurements, but it seemed to her that if Isabel should draw herself up she would be the taller spirit of the two. What she wanted to learn now was whether Isabel had drawn herself up; it would give her immense pleasure to see Osmond overtopped. La condesa Gemini se sentía con frecuencia tremendamente aburrida; según ella misma decía, se moría de aburrimiento. Sin embargo, aún sobrevivía y luchaba a brazo partido con su destino, que era el de haberse casado con un intolerante caballero de Florencia empecinado en vivir en su ciudad natal, donde gozaba de todo el predicamento que suele alcanzar una persona cuya habilidad para perder en los juegos de naipes no tenía el mérito de obedecer a su deseo de agradar. Así pues, al conde Gemini no le apreciaban ni aun aquellos que le ganaban en el juego. Su apellido era de los que, teniendo gran valor en su propio terruño, carecían-de valor en otras regiones de la península italiana. En Roma no era más que un florentino aburrido, y así, no es de extrañar que no hiciera visitas frecuentes a un lugar donde, para hacerle soportable, había que dar explicaciones harto prolijas de su estolidez. La condesa vivía siempre con los ojos puestos en Roma, y el gran rencor que contra su esposo abrigaba era por no tener allí casa donde alojarse. Se avergonzaba de decir las pocas veces que había visitado la gran urbe, sin que pudiera servirle de consuelo el hecho de que hubiese muchas otras familias de la nobleza florentina que jamás pusieron el pie en ella. Todo lo que podía decir es que iba cada vez que podía. 0 eso era lo único que, según ella, podía decir. En realidad, tenía no poco que decir, y más de una vez había expuesto las razones por las que detestaba Florencia y deseaba terminar sus días a la sombra de San Pedro. Muchas de tales razones carecen de verdadero interés para nosotros y, por lo general, se resumían en la declaración de que Roma era la Ciudad Eterna y Florencia una pequeña y linda ciudad como tantas otras. Y, por lo visto, la condesa precisaba relacionar la idea de eternidad con la de perennidad de sus diversiones. Tenía el convencimiento de que la sociedad era infinitamente más′ interesante en Roma, donde, en invierno, se coincidía en todas las cenas con las celebridades del momento. En Florencia, en cambio, no se encontraban personalidades, por lo menos ninguna de la que se oyera hablar. A raíz del matrimonio de su hermano, su impaciencia en tal sentido había ido en aumento, porque tenía la convicción de que la esposa de Osmond llevaba una vida social mucho más brillante que la suya. Aunque no era tan intelectual como Isabel, su conocimiento bastaba para hacer justicia a Roma, no ya en lo referente a sus ruinas y catacumbas, ni a sus museos y monumentos, sino en lo relativo a todo lo demás. Oía hablar mucho de su cuñada y sabía perfectamente que Isabel lo estaba pasando muy bien. Por lo demás, había podido convencerse de ello por sí misma la única vez que disfrutara de la hospitalidad del Palazzo Roccanera. Había pasado una semana en él durante el primer invierno después de la boda de su hermano, pero no se le había insistido para que renovara tal satisfacción. Osmond no la quería ver, de eso estaba plenamente convencida; pero, de todos modos, habría ido porque, a fin de cuentas, su señor hermano le importaba un rábano. Quien no la dejaba era su marido, y la dificultad estribaba siempre en la cuestión del dinero. Isabel se había portado muy gentilmente. A la condesa, que había quedado encantada con su cuñada desde el primer momento, no la había cegado la envidia hasta el extremo de impedirle ver loa, verdaderos méritos de Isabel. Por el contrario, tenía observado que se. llevaba infinitamente mejor con las mujeres inteligentes que con las, tontas como ella; las tontas no llegaban a comprender su clarividencia, y, en cambio, las inteligentes se daban cuenta enseguida de su tontería. Le parecía que, a pesar de lo distintas que en realidad eran en aspecto y estilo, Isabel y ella tenían una base común que, un día u otro, acabaría por acercarlas. No era todavía muy ancha, pero sí bastante firme, y ambas se darían perfecta cuenta de ello en el momento preciso. Con la señora Osmond vivía bajo la promesa de una sorpresa agradable, de suerte que esperaba constantemente que Isabel la requiriese y veía que tal deseo se postergaba sin cesar. Se preguntaba cuándo empezaría, como si se tratara de unos fuegos artificiales, de las comidas de vigilia o de las funciones de ópera. No es que ello le importase gran cosa, pero le intranquilizaba saber a qué se debía que siguiera aún en suspenso. Su cuñada la miraba con poco interés y sentía por la pobre condesa tan escasa admiración como poco desdén. En realidad, Isabel se preocupaba tan poco de desdeñarla como de juzgar moralmente a un saltamontes. Sin embargo, la hermana de su marido no le era indiferente y le tenía un poco de-miedo. Algunas veces pensaba en ella y entonces la consideraba verdaderamente extraordinaria, le parecía que la condesa no tenía alma. Su imagen se le aparecía como un brillante y raro cascarón vacío de cuya superficie cuidadosamente pulimentada emergieran unos labios exageradamente rojos, por los cuales escapaba un extraño sonido, como de sonajero, cuando se la sacudía. Lo que allí dentro tan extrañamente sonaba era, al parecer, el principio espiritual de la condesa, que como una especie de pequeña almendra se agitaba en el interior. Era demasiado estrambótica para inspirar desdén y demasiado singular para las comparaciones. Isabel la habría invitado gustosa otra vez (ni que decir que tiene que quedaba descartado invitar al conde), pero, después de la boda, Osmond no había tenido el menor recato en decir que su hermana era una loca de la peor especie..., una loca cuya locura tenía la incontenible fuerza del genio. Otra vez dijo de ella que no tenía corazón, añadiendo que lo había repartido a pedacitos como un pastel de boda ya seco. El que no la hubiesen invitado era otro de los obstáculos que se oponían a la visita de la condesa a Roma. Sin embargo, en el momento de que estamos hablando recibió una invitación en la que se le pedía que fuera a pasar unas semanas al Palazzo Roccanera. La invitación provenía del mismo Osmond, quien escribió a su hermana diciéndole que se preparase para estar bien callada. Si ella fue o no capaz de adivinar el sentido oculto de tal frase, es cosa que no podremos decir, pero el caso es que aceptó la invitación con todas las condiciones que comportaba. Además, sentía gran curiosidad, pues una de las impresiones que de su primera visita se llevó fue la de que, al fin, su hermano había encontrado la persona que precisaba. Antes de la boda había sentido gran pena por Isabel, hasta el punto de que llegó a pensar seriamente -si es que cabía en su magín algún pensamiento serio- ponerla en guardia. Pero dejó pasar aquel impulso y no tardó en tranquilizarse. Osmond continuaba siendo tan altivo como siempre, pero su esposa no sería una fácil víctima. Aunque la condesa no tenía un sentido muy fino de la medida, se le antojó que si Isabel se erguía con empeño sería, de los dos espíritus, el de más altura. Lo que ahora le interesaba era saber si Isabel había logrado erguirse lo suficiente, pues le habría proporcionado un placer sin límites ver a Osmond superado.
Several days before she was to start for Rome a servant brought her the card of a visitor --a card with the simple superscription "Henrietta C. Stackpole." The Countess pressed her finger-tips to her forehead; she didn′t remember to have known any such Henrietta as that. The servant then remarked that the lady had requested him to say that if the Countess should not recognise her name she would know her well enough on seeing her. By the time she appeared before her visitor she had in fact reminded herself that there was once a literary lady at Mrs. Touchett′s; the only woman of letters she had ever encountered --that is the only modern one, since she was the daughter of a defunct poetess. She recognised Miss Stackpole immediately, the more so that Miss Stackpole seemed perfectly unchanged; and the Countess, who was thoroughly good-natured, thought it rather fine to be called on by a person of that sort of distinction. She wondered if Miss Stackpole had come on account of her mother --whether she had heard of the American Corinne. Her mother was not at all like Isabel′s friend; the Countess could see at a glance that this lady was much more contemporary; and she received an impression of the improvements that were taking place --chiefly in distant countries --in the character (the professional character) of literary ladies. Her mother had been used to wear a Roman scarf thrown over a pair of shoulders timorously bared of their tight black velvet (oh the old clothes!) and a gold laurel-wreath set upon a multitude of glossy ringlets. She had spoken softly and vaguely, with the accent of her "Creole" ancestors, as she always confessed; she sighed a great deal and was not at all enterprising. But Henrietta, the Countess could see, was always closely buttoned and compactly braided; there was something brisk and business-like in her appearance; her manner was almost conscientiously familiar. It was as impossible to imagine her ever vaguely sighing as to imagine a letter posted without its address. The Countess could not but feel that the correspondent of the _Interviewer_ was much more in the movement than the American Corinne. She explained that she had called on the Countess because she was the only person she knew in Florence, and that when she visited a foreign city she liked to see something more than superficial travellers. She knew Mrs. Touchett, but Mrs. Touchett was in America, and even if she had been in Florence Henrietta would not have put herself out for her, since Mrs. Touchett was not one of her admirations. Algunos días antes de partir para Roma, el criado le presentó una tarjeta de visita en la que simplemente se leía: «Henrietta C. Stackpole». La condesa se oprimió la sien con la yema del dedo índice, pues no recordaba a nadie que se llamase de aquel modo, a ninguna Henrietta. El criado informó a la condesa que la visitante le había dicho que, si la señora no se acordaba de su nombre, la reconocería en cuanto la viese. Pero antes de acudir a verla, recordó que una vez conoció a una literata en casa de la señora Touchett, la única literata que había visto en su vida..., es decir, la única en vida, ya que ella era hija de una poetisa difunta. En cuanto vio a la señorita Stackpole, la reconoció, sobre todo porque Henrietta estaba exactamente igual que antes, aparentemente no había cambiado absolutamente en nada, y la condesa, que era buena de naturaleza, consideró lo más natural del mundo que fuera a visitarla una persona tan distinguida como la literata americana. Se imaginó que tal vez la señorita Stackpole había ido a verla por algo referente a su madre, pues sin duda habría oído hablar de la Corina americana. Su madre no se parecía en absoluto a aquella amiga de Isabel, de lo cual se dio cuenta en el acto la condesa al observar que ésta era infinitamente más moderna en todos los sentidos; y se quedó impresionada por los progresos que estaban en vías de realizarse -en los países lejanos sobre todo- en lo referente al carácter (profesional, desde luego) de las damas literatas. Recordaba que su madre solía llevar un leve chal romano sobre los hombros, que tímidamente emergía de la prisión del terciopelo negro del corpiño (oh, los deliciosos vestidos de antaño), y una áurea diadema de laurel sobre una alborotada multitud de brillantes rizos. Su manera de hablar era suave y vaga, con el acento de sus antepasados «criollos», como solía confesar, por lo demás, suspiraba con harta frecuencia y no tenía absolutamente nada de emprendedora. En cambio, Henrietta, como bien podía observar la condesa, llevaba siempre los ribeteados vestidos sólidamente abotonados y tenía el aspecto de una mujer muy vivaracha, dispuesta para los negocios y de maneras casi estudiadamente familiares. De forma que tenía tan poco sentido imaginársela en un suspiro como poco sentido tenía echar al correo una carta sin escribir en el sobre la correspondiente dirección. La condesa no podía, pues, dejar de advertir que la corresponsal del Interviewer estaba infinitamente más integrada en el movimiento moderno que la Corroa americana. Henrietta manifestó que había ido a visitarla porque era la única persona que conocía en Florencia, y, cuando iba a una ciudad, fuera la que fuese, procuraba ver algo más que a los frívolos turistas. Conocía también a la señora Touchett, pero ésta se hallaba en aquel entonces en América, y aun cuando hubiese estado en Florencia, Henrietta no se habría molestado en ir a verla porque tal señora no era santo de su devoción.
"Do you mean by that that I am?" the Countess graciously asked. -¿Quiere usted decir con eso que yo lo soy? -preguntó ingenuamente la condesa.
"Well, I like you better than I do her," said Miss Stackpole. "I seem to remember that when I saw you before you were very interesting. I don′t know whether it was an accident or whether it′s your usual style. At any rate I was a good deal struck with what you said. I made use of it afterwards in print." -La verdad, usted me gusta más que ella -admitió la señorita Stackpole-. Me parece recordar que, cuando la vi a usted por vez primera, me pareció muy interesante. Ignoro si fue por casualidad o porque es en usted lo habitual. Lo cierto es que me llamó la atención mucho de lo que usted dijo. Y después, lo utilicé en parte en mis escritos,
"Dear me!" cried the Countess, staring and half-alarmed; "I had no idea I ever said anything remarkable! I wish I had known it at the time." -¡Santo Dios! -exclamó la condesa, azorándose y casi terriblemente alarmada-. No tenía la menor idea de haber dicho nada notable. Me hubiera gustado saberlo con tiempo.
"It was about the position of woman in this city," Miss Stackpole remarked. "You threw a good deal of light upon it." -Fue acerca de la situación de la mujer en esta ciudad -recordó la señorita Stackpole-. Me pareció que′ lo dicho por usted arrojaba mucha luz sobre el asunto.
"The position of woman′s very uncomfortable. Is that what you mean? And you wrote it down and published it?" the Countess went on. "Ah, do let me see it!" -La situación de la mujer es muy incómoda. Supongo que sería eso lo que usted me atribuyó. ¿Lo escribió y lo publicó así? ¡Ah! Déjemelo ver.
"I′ll write to them to send you the paper if you like," Henrietta said. "I didn′t mention your name; I only said a lady of high rank. And then I quoted your views." -Ya escribí a la redacción diciendo que le enviasen el periódico -dijo Henrietta-. Por supuesto, me abstuve de mencionar su nombre, limitándome a aludir a una dama de alto rango en la sociedad, y luego expuse sus puntos de vista en la materia.
The Countess threw herself hastily backward, tossing up her clasped hands. "Do you know I′m rather sorry you didn′t mention my name? I should have rather liked to see my name in the papers. I forget what my views were; I have so many! But I′m not ashamed of them. I′m not at all like my brother --I suppose you know my brother? He thinks it a kind of scandal to be put in the papers; if you were to quote him he′d never forgive you." La condesa se recostó en la butaca, agitando en lo alto las manos cruzadas. -¿Sabe usted que casi lamento que no dijera mi nombre? Me hubiese gustado verlo en los periódicos. Ya no me acuerdo de cuáles eran mis opiniones entonces, pues tengo tantas... Pero no me avergüenzo de ello. No me parezco a mi hermano..., supongo que usted le conocerá. El cree que es poco menos que escandaloso verse citado en los periódicos. Si alguna vez lo menciona usted, puede tener la seguridad de que no se lo perdonará nunca.
"He needn′t be afraid; I shall never refer to him," said Miss Stackpole with bland dryness. "That′s another reason," she added, "why I wanted to come to see you. You know Mr. Osmond married my dearest friend." -No tiene nada que temer. No pienso nombrarle jamás -contestó la señorita Stackpole con suave sequedad-. Ésa es otra de las razones por las que deseaba verla. Usted sabe que el señor Osmond se casó con mi amiga más querida.
"Ah, yes; you were a friend of Isabel′s. I was trying to think what I knew about you." -¡Ah! Sí, ahora caigo; estaba tratando de recordar qué sabía acerca de usted.
"I′m quite willing to be known by that," Henrietta declared. "But that isn′t what your brother likes to know me by. He has tried to break up my relations with Isabel." -Para mí es un placer que se me conozca por eso -declaró Henrietta-. Pero no es precisamente por eso por lo que a su hermano le gusta conocerme. Él ha tratado de hacernos romper nuestra amistad.
"Don′t permit it," said the Countess. -No lo consienta usted -dijo la condesa.
"That′s what I want to talk about. I′m going to Rome." -De eso es de lo que deseo hablarle. Voy a ir a Roma.
"So am I!" the Countess cried. "We′ll go together." -Yo también voy a ir -exclamó la condesa-. Podríamos ir juntas.
"With great pleasure. And when I write about my journey I′ll mention you by name as my companion." -Con mucho gusto. Así, cuando describa mi viaje la citaré a usted personalmente como compañera.
The Countess sprang from her chair and came and sat on the sofa beside her visitor. "Ah, you must send me the paper! My husband won′t like it, but he need never see it. Besides, he doesn′t know how to read." La condesa se levantó casi de un brinco de la butaca y fue a sentarse en el sofá al lado de su visitante. -¡Ah! No deje de hacer que me envíen el periódico. Seguramente a mi marido no le gustará nada, pero no tiene por qué verlo. Además, no sabe leer.
Henrietta′s large eyes became immense. "Doesn′t know how to read? May I put that into my letter?" Henrietta abrió los ojos con sorpresa. -¿Cómo, no sabe leer? ¿Puedo escribir eso en mi carta?
"Into your letter?" -¿En qué carta?
"In the _Interviewer_. That′s my paper." -En mi crónica, en la carta que mando al Interviewer, el periódico que represento.
"Oh yes, if you like; with his name. Are you going to stay with Isabel?" -Por supuesto, si usted lo cree conveniente; y con su nombre y todo. ¿Se alojará en casa de Isabel en Roma?
Henrietta held up her head, gazing a little in silence at her hostess. "She has not asked me. I wrote to her I was coming, and she answered that she would engage a room for me at a _pension_. She gave no reason." Henrietta levantó la cabeza y se quedó un rato mirando en silencio a su compañera. -No me lo ha pedido. Le escribí diciéndole que iba para allá y contestó que me buscaría alojamiento en una pensión, aunque no me explicó el porqué de esa medida.
The Countess listened with extreme interest. "The reason′s Osmond," she pregnantly remarked. La condesa escuchó con gran interés y declaró rotundamente: -Eso es cosa de Osmond.
"Isabel ought to make a stand," said Miss Stackpole. "I′m afraid she has changed a great deal. I told her she would." -Isabel tiene que ponerse en su sitio -dijo la señorita Stackpole-. Me parece que ha cambiado enormemente. Ya le advertí yo que le pasaría eso.
"I′m sorry to hear it; I hoped she would have her own way. Why doesn′t my brother like you?" the Countess ingenuously added. -No sabe cuánto siento tener que oírlo. Yo habría querido que ella se mantuviese firme. ¿Por qué mi hermano no la quiere a usted? -preguntó ingenuamente la condesa.
"I don′t know and I don′t care. He′s perfectly welcome not to like me; I don′t want every one to like me; I should think less of myself if some people did. A journalist can′t hope to do much good unless he gets a good deal hated; that′s the way he knows how his work goes on. And it′s just the same for a lady. But I didn′t expect it of Isabel." -No lo sé, y me tiene completamente sin cuidado. Está en su perfecto derecho de tenerme antipatía. No pretendo gustarle a todo el mundo. Si así lo hicieran, pensaría yo menos en mí misma. Una periodista no puede aspirar a hacer nada que valga la pena si no despierta grandes odios. Así es como se entera de que su trabajo es apreciado. Lo mismo ocurre con una verdadera dama. Pero yo no creí a Isabel capaz de eso.
"Do you mean that she hates you?" the Countess enquired. -¿Cree que la detesta? -preguntó la condesa.
"I don′t know; I want to see. That′s what I′m going to Rome for." -Lo ignoro, y eso es lo que deseo averiguar. Para eso precisamente voy a Roma.
"Dear me, what a tiresome errand!" the Countess exclaimed. -¡Santo Dios, un viaje tan fatigoso para eso! -exclamó la condesa.
"She doesn′t write to me in the same way; it′s easy to see there′s a difference. If you know anything," Miss Stackpole went on, "I should like to hear it beforehand, so as to decide on the line I shall take." -Ya no me escribe de la misma manera que antes; la diferencia es bien visible. Si usted sabe algo a ese respecto, me gustaría conocerlo de antemano para trazar mi línea de conducta -declaró resueltamente Henrietta.
The Countess thrust out her under lip and gave a gradual shrug. "I know very little; I see and hear very little of Osmond. He doesn′t like me any better than he appears to like you." La condesa adelantó el labio inferior y se encogió poco a poco de hombros. -Por mi parte, sé bien poca cosa. Veo y oigo muy rara vez a Osmond. Tampoco le gusto yo mucho más de lo que, al parecer, le gusta usted.
"Yet you′re not a lady correspondent," said Henrietta pensively. -Y eso que usted no es periodista -dijo Henrietta preocupada.
"Oh, he has plenty of reasons. Nevertheless they′ve invited me --I′m to stay in the house!" And the Countess smiled almost fiercely; her exultation, for the moment, took little account of Miss Stackpole′s disappointment. -Eso a él no le importa. Razones no le faltan, las tiene a porrillo. Pero aun así me han invitado, y me alojaré en su casa. La condesa sonrió casi con orgullo. Su satisfacción no tuvo en aquel instante en cuenta para nada la decepción de la señorita Stackpole, quien consideró el asunto tranquilamente y dijo:
This lady, however, regarded it very placidly. "I shouldn′t have gone if she HAD asked me. That is I think I shouldn′t; and I′m glad I hadn′t to make up my mind. It would have been a very difficult question. I shouldn′t have liked to turn away from her, and yet I shouldn′t have been happy under her roof. A _pension_ will suit me very well. But that′s not all." -De todas maneras, aunque me lo hubiese pedido, yo no habría ido. Es decir, creo que no habría ido, y me alegro mucho de no tener que tomar una decisión al respecto. Habría sido un asunto muy delicado. No me habría gustado tener que irme de su casa, y sin embargo, no habría sido feliz allí. Me parece mejor lo de la pensión. Pero no es eso todo.
"Rome′s very good just now," said the Countess; "there are all sorts of brilliant people. Did you ever hear of Lord Warburton?" -Éste es un magnífico momento para ir a Roma -dijo la condesa-. La ciudad está ahora repleta de gente ilustre. ¿No ha oído usted hablar nunca de lord Warburton?
"Hear of him? I know him very well. Do you consider him very brilliant?" Henrietta enquired. -¿Si he oído hablar de él? Le conozco perfectamente ¿Le considera usted tan brillante como dicen?
"I don′t know him, but I′m told he′s extremely grand seigneur. He′s making love to Isabel." -No lo conozco, pero he oído decir que es un verdadero grand seigneur. Ahora le está haciendo la corte a Isabel.
"Making love to her?" -¿Que le está haciendo la corte?
"So I′m told; I don′t know the details," said the Countess lightly. "But Isabel′s pretty safe." -Por lo menos, eso he oído decir -respondió la condesa sin darle gran importancia-. Pero Isabel está completamente segura.
Henrietta gazed earnestly at her companion; for a moment she said nothing. "When do you go to Rome?" she enquired abruptly. Henrietta se quedó mirando muy seria a su compañera y estuvo un momento sin decir palabra. Luego, preguntó bruscamente: -¿Cuándo sale usted para Roma?
"Not for a week, I′m afraid." -No creo que pueda ser antes de una semana.
"I shall go to-morrow," Henrietta said. "I think I had better not wait." -Yo saldré mañana. Me parece mejor no esperar.
"Dear me, I′m sorry; I′m having some dresses made. I′m told Isabel receives immensely. But I shall see you there; I shall call on you at your _pension_." Henrietta sat still --she was lost in thought; and suddenly the Countess cried: "Ah, but if you don′t go with me you can′t describe our journey!" -Lo siento en el alma, querida. Tengo que hacerme varios vestidos, pues he oído decir que Isabel recibe muchísimo. Pero la veré allí, iré a buscarla a su pensión.        Henrietta continuó sentada, perdida en la tremenda confusión de sus pensamientos. De pronto, la condesa exclamó: -Pero, si no vamos juntas, no podrá usted hacer la descripción de nuestro viaje.
Miss Stackpole seemed unmoved by this consideration; she was thinking of something else and presently expressed it. "I′m not sure that I understand you about Lord Warburton." La señorita Stackpole pareció no alterarse por semejante observación, pues estaba pensando en otra cosa. -Creo que no he entendido bien lo que ha dicho de lord Warburton.
"Understand me? I mean he′s very nice, that′s all." -¿Entendido? He querido decir que es muy gentil; eso es todo.
"Do you consider it nice to make love to married women?" Henrietta enquired with unprecedented distinctness. -¿Considera usted gentil hacerle la corte a una mujer casada? -preguntó Henrietta con pausada claridad.
The Countess stared, and then with a little violent laugh: "It′s certain all the nice men do it. Get married and you′ll see!" she added. La condesa se quedó un tanto sorprendida, abrió los ojos cuan grandes eran, soltó una pequeña carcajada y respondió: -Es lo que hacen todos los hombres verdaderamente gentiles. Cásese usted y lo sabrá por experiencia.
"That idea would be enough to prevent me," said Miss Stackpole. "I should want my own husband; I shouldn′t want any one else′s. Do you mean that Isabel′s guilty --guilty --?" And she paused a little, choosing her expression. -Bastaría esa sola idea para impedirme hacerlo. Yo me contentaría con mi marido y no querría ningún otro hombre... ¿Cree usted que Isabel es culpable..., culpable de...? -Y se detuvo un instante como buscando la palabra apropiada.
"Do I mean she′s guilty? Oh dear no, not yet, I hope. I only mean that Osmond′s very tiresome and that Lord Warburton, as I hear, is a great deal at the house. I′m afraid you′re scandalised." -¿Cómo que si la creo culpable?... No, querida, todavía no; por lo menos, así lo espero. Lo único que quiero decir es que Osmond es insoportable y que lord Warburton, según me han dicho, frecuenta bastante la casa. Me temo que se ha escandalizado usted.
"No, I′m just anxious," Henrietta said. -No -replicó Henrietta-. Simplemente estoy preocupada.
"Ah, you′re not very complimentary to Isabel! You should have more confidence. I′ll tell you," the Countess added quickly: "if it will be a comfort to you I engage to draw him off." -No le hace usted mucho favor a Isabel. Debe tener más confianza. Si ha de servirle de consuelo -añadió precipitadamente la condesa-, me comprometo a quitárselo de encima, si usted quiere.
Miss Stackpole answered at first only with the deeper solemnity of her gaze. "You don′t understand me," she said after a while. "I haven′t the idea you seem to suppose. I′m not afraid for Isabel --in that way. I′m only afraid she′s unhappy --that′s what I want to get at." La señorita Stackpole se limitó, al principio, a contestar con la más profunda y solemne de sus miradas. -No me comprende usted -dijo al cabo de un momento-. No tengo esa idea que supone. No temo por Isabel... en ese sentido. Lo único que temo es que sea desgraciada... y por eso quiero ir a verla.
The Countess gave a dozen turns of the head; she looked impatient and sarcastic. "That may very well be; for my part I should like to know whether Osmond is." Miss Stackpole had begun a little to bore her. La condesa hizo varios movimientos de cabeza. Parecía impaciente y sarcástica, y es que la señorita Stackpole empezaba a aburrirla. -Es muy posible -dijo-. Por mi parte, yo quisiera saber si también lo es Osmond.
"If she′s really changed that must be at the bottom of it," Henrietta went on. Henrietta prosiguió: -Si verdaderamente Isabel ha cambiado, ésa debe de ser la razón de fondo.
"You′ll see; she′ll tell you," said the Countess. -En fin, usted lo ha de ver. Ella se lo dirá -repuso la condesa.
"Ah, she may NOT tell me --that′s what I′m afraid of!" -¡Ah! Tal vez no me lo diga..., ¡eso es lo que temo!
"Well, if Osmond isn′t amusing himself --in his own old way --I flatter myself I shall discover it," the Countess rejoined. -Bueno, pues si Osmond no está divirtiéndose... a . su antigua manera, me enorgullezco de decir que yo lo descubriré.
"I don′t care for that," said Henrietta. -Eso a mí no me preocupa -dijo Henrietta.
"I do immensely! If Isabel′s unhappy I′m very sorry for her, but I can′t help it. I might tell her something that would make her worse, but I can′t tell her anything that would console her. What did she go and marry him for? If she had listened to me she′d have got rid of him. I′ll forgive her, however, if I find she has made things hot for him! If she has simply allowed him to trample upon her I don′t know that I shall even pity her. But I don′t think that′s very likely. I count upon finding that if she′s miserable she has at least made HIM so." -A mí muchísimo -contestó la otra-. Si Isabel fuera desgraciada, lo sentiría con toda el alma, pero no me sería posible remediarlo. Yo podría decirle cosas que la harían sentirse todavía peor, pero ninguna que le sirviera de consuelo. ¿Por qué se le ocurrió casarse con él? Si me hubiera hecho caso a mí, lo habría mandado a paseo. De modo que, si le ha dado su merecido, yo no tendré el menor reparo en perdonarla. Sí, en cambio, se ha limitado a dejarse aplastar por él, no sé si tendré siquiera ánimos para compadecerla. Pero no creo que haya sucedido así. Cuando menos espero que, si ella es desgraciada, se habrá tomado el desquite haciendo que él lo sea igualmente.
Henrietta got up; these seemed to her, naturally, very dreadful expectations. She honestly believed she had no desire to see Mr. Osmond unhappy; and indeed he could not be for her the subject of a flight of fancy. She was on the whole rather disappointed in the Countess, whose mind moved in a narrower circle than she had imagined, though with a capacity for coarseness even there. "It will be better if they love each other," she said for edification. Henrietta se levantó. Semejante expectativa le parecía sencillamente espantosa. Creyó sinceramente que no tenía el menor deseo de ver desdichado al señor Osmond. Por lo demás, a sus ojos no podía aparecer como el objeto de una simple fantasía. En conjunto, estaba decepcionada con la condesa, cuya mente se movía en un círculo mucho más estrecho de lo que al principio ella había creído, si bien conservaba su gran capacidad para decir vulgaridades. Sin embargo, como para acabar de manera edificante, exclamó: -Después de todo, lo mejor será que los dos se amen de veras.
"They can′t. He can′t love any one." -No es posible. Él no puede amar a nadie.
"I presumed that was the case. But it only aggravates my fear for Isabel. I shall positively start to-morrow." -Me figuré que así sería. Y eso no hace más que agravar el asunto en relación con Isabel. Decididamente, tomaré el tren mañana mismo.
"Isabel certainly has devotees," said the Countess, smiling very vividly. "I declare I don′t pity her." -Indudablemente, Isabel tiene muchos amigos fieles -dijo la condesa sonriendo con vivacidad-. Por mi parte, declaro que no la compadezco.
"It may be I can′t assist her," Miss Stackpole pursued, as if it were well not to have illusions. -Tal vez yo pueda socorrerla -prosiguió la señorita Stackpole como si ya no hubiera que hacerse ilusiones.
"You can have wanted to, at any rate; that′s something. I believe that′s what you came from America for," the Countess suddenly added. -De todos modos, lo habrá intentado, y algo es algo. Me imagino que para eso ha venido usted de América -añadió inopinadamente la condesa.
"Yes, I wanted to look after her," Henrietta said serenely. -Sí. Quería ofrecerle mi ayuda.
Her hostess stood there smiling at her with small bright eyes and an eager-looking nose; with cheeks into each of which a flush had come. "Ah, that′s very pretty --c′est bien gentil! Isn′t it what they call friendship?" Su compañera permaneció de pie sonriéndole con sus ojillos brillantes, las aletas de la nariz palpitantes, las mejillas arreboladas y dijo: -¡Ah! Eso sí que es verdaderamente hermoso..., c′est bien gentil! ¿No es eso lo que llaman verdadera amistad?
"I don′t know what they call it. I thought I had better come." -Ignoro lo que aquí entienden por ella. Yo pensé que hacía bien en venir.
"She′s very happy --she′s very fortunate," the Countess went on. "She has others besides." And then she broke out passionately. "She′s more fortunate than I! I′m as unhappy as she --I′ve a very bad husband; he′s a great deal worse than Osmond. And I′ve no friends. I thought I had, but they′re gone. No one, man or woman, would do for me what you′ve done for her." -Isabel es muy feliz..., verdaderamente afortunada. Además, tiene muchas otras cosas. -De pronto, exclamó con apasionamiento-: ¡Es mil veces más dichosa que yo! Yo soy tan desgraciada como ella... porque tengo un marido muy malo, mucho peor que Osmond. Y además, no tengo amigos. Creí que los tenía, pero han desaparecido. Ningún hombre, ninguna mujer haría por mí lo que usted ha hecho por ella.
Henrietta was touched; there was nature in this bitter effusion. She gazed at her companion a moment, and then: "Look here, Countess, I′ll do anything for you that you like. I′ll wait over and travel with you." Henrietta se sintió emocionada porque vio que aquella amarga efusión era natural. Contempló a su compañera un momento y dijo: -Mire, condesa, estoy dispuesta a hacer por usted todo lo que quiera. Esperaré para que podamos viajar juntas.
"Never mind," the Countess answered with a quick change of tone: "only describe me in the newspaper!" La condesa cambió en el acto de tono y replicó:    -No se preocupe por mí. Lo que sí debe hacer es describirme en su periódico.
Henrietta, before leaving her, however, was obliged to make her understand that she could give no fictitious representation of her journey to Rome. Miss Stackpole was a strictly veracious reporter. On quitting her she took the way to the Lung′ Arno, the sunny quay beside the yellow river where the bright-faced inns familiar to tourists stand all in a row. She had learned her way before this through the streets of Florence (she was very quick in such matters), and was therefore able to turn with great decision of step out of the little square which forms the approach to the bridge of the Holy Trinity. She proceeded to the left, toward the Ponte Vecchio, and stopped in front of one of the hotels which overlook that delightful structure. Here she drew forth a small pocket-book, took from it a card and a pencil and, after meditating a moment, wrote a few words. It is our privilege to look over her shoulder, and if we exercise it we may read the brief query: "Could I see you this evening for a few moments on a very important matter?" Henrietta added that she should start on the morrow for Rome. Armed with this little document she approached the porter, who now had taken up his station in the doorway, and asked if Mr. Goodwood were at home. The porter replied, as porters always reply, that he had gone out about twenty minutes before; whereupon Henrietta presented her card and begged it might be handed him on his return. She left the inn and pursued her course along the quay to the severe portico of the Uffizi, through which she presently reached the entrance of the famous gallery of paintings. Making her way in, she ascended the high staircase which leads to the upper chambers. The long corridor, glazed on one side and decorated with antique busts, which gives admission to these apartments, presented an empty vista in which the bright winter light twinkled upon the marble floor. The gallery is very cold and during the midwinter weeks but scantily visited. Miss Stackpole may appear more ardent in her quest of artistic beauty than she has hitherto struck us as being, but she had after all her preferences and admirations. One of the latter was the little Correggio of the Tribune --the Virgin kneeling down before the sacred infant, who lies in a litter of straw, and clapping her hands to him while he delightedly laughs and crows. Henrietta had a special devotion to this intimate scene --she thought it the most beautiful picture in the world. On her way, at present, from New York to Rome, she was spending but three days in Florence, and yet reminded herself that they must not elapse without her paying another visit to her favourite work of art. She had a great sense of beauty in all ways, and it involved a good many intellectual obligations. She was about to turn into the Tribune when a gentleman came out of it; whereupon she gave a little exclamation and stood before Caspar Goodwood. Antes de marcharse, Henrietta le hizo comprender que no haría una descripción ficticia de su viaje a Roma, porque era una reportera completamente veraz. Al salir de la casa, Henrietta siguió andando por el Lung′Arno, la orilla soleada del amarillo río donde se alinean todos los establecimientos de comer y beber con fachadas de brillantes colores, tan conocidos por los turistas. Ya había aprendido a andar por las calles de Florencia (tenía una especial capacidad de orientación) y, gracias a ello, pudo dar la vuelta con gran decisión y salir de la plazuela que constituye el acceso al puente de la Santa Trinidad. De allí tomó hacia la izquierda en dirección al Ponte Vecchio y se detuvo ante uno de los hoteles situados frente a aquella admirable construcción. Sacó de una cartera de bolsillo una tarjetita y, tras meditar un momento, escribió en ella unas líneas. Ya que es uno de nuestros privilegios poder mirar por encima del hombro de quien escribe, diremos que, en tal tarjeta, pergeñó estas palabras: «¿Puedo verle esta noche para un asunto de verdadera importancia?». Después de esto, que era lo esencial, añadió que a la mañana siguiente salía para Roma. Provista del pequeño documento se dirigió al portero, que acababa de situarse ante la puerta del establecimiento, y preguntó si el señor Goodwood se hallaba en el hotel. El portero replicó, como suelen siempre hacer, que el señor había salido hacía veinte minutos, y entonces la periodista le entregó la tarjeta para que se la dieran en cuanto volviese. A continuación se alejó del hotel y prosiguió su paseo a lo largo del muelle hasta llegar al severo pórtico de los Uffizzi, por donde se adentró en la famosa galería de pinturas. Una vez dentro, subió la alta escalera que conduce a las salas superiores. El largo corredor, acristalado en uno de sus lados y adornado en el otro con profusión de bustos antiguos alineados contra la pared, por el que se accede a dichas salas, estaba completamente vacío, sin más animación que la pálida luz del sol invernal que brillaba débilmente sobre el lustroso pavimento de mármol. La galería es verdaderamente fría y, durante las semanas de pleno invierno, son escasos los curiosos que la visitan. La señorita Stackpole puede, tal vez, parecer más ardiente en su anhelo de belleza artística de lo que hasta ahora había parecido, pero el caso es que, después de todo, tenía también sus preferencias y admiraciones exclusivamente personales. Una de éstas era el pequeño Correggio de la Tribuna, en el que se presenta a la Virgen arrodillada ante el divino niño, quien reposa en su lecho de paja, y haciéndole palmas al tiempo que él ríe y grita de contento. Henrietta experimentaba una admiración sin límite por aquella íntima escena familiar y creía que la pintura que la representaba era la mejor obra de arte del mundo. En su viaje de Nueva York a Roma, sólo pasaría tres días en Florencia y aun así recordó que no debía dejarlos transcurrir sin ir a ver de nuevo su obra de arte favorita. Poseía un gran sentido de la belleza en todas sus formas, lo que suponía no pocos desvelos de índole intelectual. Estaba a punto de entrar en la Tribuna cuando vio a un caballero que de ella salía y con el cual estuvo a punto de darse de bruces. Y he aquí que tal caballero no era otro que su amigo Caspar Goodwood.
"I′ve just been at your hotel," she said. "I left a card for you." -Acabo de estar en su hotel y le he dejado una tarjeta -dijo Henrietta.
"I′m very much honoured," Caspar Goodwood answered as if he really meant it. A lo cual contestó Caspar Goodwood, como si realmente sintiera lo que decía: -Es un gran honor para mí.
"It was not to honour you I did it; I′ve called on you before and I know you don′t like it. It was to talk to you a little about something." -No ha sido para hacerle ningún honor para lo que he ido. Ya fui a verle otra vez antes y sé que no le gusta. Era para hablarle acerca de un asunto.
He looked for a moment at the buckle in her hat. "I shall be very glad to hear what you wish to say." Contempló él un momento la hebilla del sombrero de Henrietta y declaró: -Tendré mucho gusto en oír lo que usted quiera decirme.
"You don′t like to talk with me," said Henrietta. "But I don′t care for that; I don′t talk for your amusement. I wrote a word to ask you to come and see me; but since I′ve met you here this will do as well." -A usted no le gusta hablar conmigo -dijo Henrietta-, pero eso me tiene sin cuidado; yo no hablo para entretenerle. Le he escrito unas líneas para pedirle que fuera a verme, pero, ya que le encuentro aquí, aprovecharé la ocasión.
"I was just going away," Goodwood stated; "but of course I′ll stop." He was civil, but not enthusiastic. -Ya me iba -repuso Caspar-, pero, desde luego, esperaré lo que sea necesario.
Henrietta, however, never looked for great professions, and she was so much in earnest that she was thankful he would listen to her on any terms. She asked him first, none the less, if he had seen all the pictures. Su actitud era cortés, aunque no entusiasta. Sin embargo, Henrietta, que nunca buscaba cumplidos ni grandes demostraciones y que estaba seriamente preocupada, le agradeció que estuviera dispuesto a escucharla donde fuese. Con todo, empezó por preguntarle si había visto todos los cuadros de la galería.
"All I want to. I′ve been here an hour." -Todo los que deseaba. He estado aquí una hora.
"I wonder if you′ve seen my Correggio," said Henrietta. "I came up on purpose to have a look at it." She went into the Tribune and he slowly accompanied her. -Acaso no haya visto mi Correggio. He venido aquí ex profeso para escribir un libro sobre él. Henrietta se dirigió a la Tribuna y él la acompañó a paso lento.
"I suppose I′ve seen it, but I didn′t know it was yours. I don′t remember pictures --especially that sort." She had pointed out her favourite work, and he asked her if it was about Correggio she wished to talk with him. -Debo de haberlo visto, pero no sabía que fuera suyo. No tengo buena memoria para los cuadros, sobre todo los de esa clase. Henrietta señaló su cuadro favorito y Caspar le preguntó si quería hablarle de él.
"No," said Henrietta, it′s about something less harmonious!" They had the small, brilliant room, a splendid cabinet of treasures, to themselves; there was only a custode hovering about the Medicean Venus. "I want you to do me a favour," Miss Stackpole went on. -No -respondió Henrietta-. Es sobre algo menos... armonioso. -Tenían a su disposición toda aquella pequeña y brillante sala, que guardaba tan preciosos y preciados tesoros. El único vigilante de tal parte del edificio estaba vagando alrededor de la Venus de Mediéis. Henrietta añadió-: Quisiera que me hiciese un favor.
Caspar Goodwood frowned a little, but he expressed no embarrassment at the sense of not looking eager. His face was that of a much older man than our earlier friend. "I′m sure it′s something I shan′t like," he said rather loudly. Caspar Goodwood frunció un poco el entrecejo, mas no dio muestras de molestia alguna al no manifestar la menor inquietud. Su rostro aparentaba muchos más años que cuando le vimos por primera vez.
"No, I don′t think you′ll like it. If you did it would be no favour." -Estoy seguro de que se trata de algo que no me agradará -contestó, más bien de mal humor.
"Well, let′s hear it," he went on in the tone of a man quite conscious of his patience. -Tal vez; no creo que le agrade. Si le agradase, no habría favor en ello.
"You may say there′s no particular reason why you should do me a favour. Indeed I only know of one: the fact that if you′d let me I′d gladly do YOU one." Her soft, exact tone, in which there was no attempt at effect, had an extreme sincerity; and her companion, though he presented rather a hard surface, couldn′t help being touched by it. When he was touched he rarely showed it, however, by the usual signs; he neither blushed, nor looked away, nor looked conscious. He only fixed his attention more directly; he seemed to consider with added firmness. Henrietta continued therefore disinterestedly, without the sense of an advantage. "I may say now, indeed --it seems a good time --that if I′ve ever annoyed you (and I think sometimes I have) it′s because I knew I was willing to suffer annoyance for you. I′ve troubled you --doubtless. But I′d TAKE trouble for you." -Bien; veamos de qué se trata -dijo con el tono del hombre que sabe perfectamente hasta dónde puede llegar su paciencia. -En realidad, no hay ninguna razón concreta para que usted me haga un favor, aunque yo sé de una. De manera que si usted me lo hace, le pagaré con otro. Henrietta puso gran sinceridad en su tono, en el que no había el menor deseo de producir efecto; y fue tan suave y preciso que su compañero, a pesar de poner cara de vinagre, no pudo por menos de sentirse afectado por él. Cuando algo le afectaba, Goodwood no presentaba ningún signo exterior de tal estado de ánimo; ni parecía preocupado, ni miraba a otra parte, ni se sonrojaba; se limitaba a mirar más fijamente y aparentaba considerar la cuestión con más decisión. Así pues, Henrietta continuó desinteresadamente y sin dejar ver la ventaja que al otro llevaba. -Puedo decirle, por lo pronto..., me parece una buena ocasión para hacerlo..., que si alguna vez le he molestado, y creo habrá sido más de una, es porque sabía que no tenía reparo en sufrir contratiempos por su causa. Indudablemente, te he molestado, pero es que yo estaría dispuesta a tomarme molestias por usted.
Goodwood hesitated. "You′re taking trouble now." Goodwood dudó un instante y dijo: -Como, al parecer, le está ocurriendo ahora.
"Yes, I am --some. I want you to consider whether it′s better on the whole that you should go to Rome." -Así es..., un poco. Quisiera que pensase si, después de todo, sería mejor que no fuese usted a Roma.
"I thought you were going to say that!" he answered rather artlessly. A lo que él replicó, sin gran ingenio: -Me figuraba que iba usted a salir con ésas.   
"You HAVE considered it then?" -Entonces, ¿lo ha pensado bien?
"Of course I have, very carefully. I′ve looked all round it. Otherwise I shouldn′t have come so far as this. That′s what I stayed in Paris two months for. I was thinking it over." -Naturalmente, con todo detenimiento. He considerado todos los aspectos de la cuestión. De no ser así, no habría venido de tan lejos para ello. Por eso me detuve dos meses completos en París, para pensarlo detenidamente.
"I′m afraid you decided as you liked. You decided it was best because you were so much attracted." -Mucho me temo que, si lo hizo, fue porque le gustó. Si decidió que era mejor quedarse allí tanto tiempo fue porque sintió que le atraía.
"Best for whom, do you mean?" Goodwood demanded. -¿Mejor para quién? -preguntó Caspar.
"Well, for yourself first. For Mrs. Osmond next." -Bien, para usted en primer lugar, y luego para la señora Osmond.
"Oh, it won′t do HER any good! I don′t flatter myself that." -Bah, no creo que ello pueda hacerle bien alguno.
"Won′t it do her some harm? --that′s the question." -Lo que interesa es saber si le ocasionará algún mal.
"I don′t see what it will matter to her. I′m nothing to Mrs. Osmond. But if you want to know, I do want to see her myself." -No veo qué pueda importarle el que yo vaya. Ya no soy nada para la señora Osmond. Pero, si desea que le diga la verdad, le diré que quiero verla.
"Yes, and that′s why you go." -Claro. Y para eso va usted.
"Of course it is. Could there be a better reason?" -Naturalmente. ¿Qué razón mejor que ésa?
"How will it help you? --that′s what I want to know," said Miss Stackpole. -Lo que yo me pregunto es: ¿a santo de qué..., qué bien puede hacerle a usted tal cosa?
"That′s just what I can′t tell you. It′s just what I was thinking about in Paris." -Eso es precisamente lo que no puedo decirle a usted, y lo que estuve meditando todo ese tiempo en París.
"It will make you more discontented." -Lo único que sacará usted en claro será quedarse más descontento.
"Why do you say ′more′ so?" Goodwood asked rather sternly. "How do you know I′m discontented?" -¿Por qué dice usted «más» de esa manera? -preguntó Goodwood con cierta dureza-. ¿Cómo sabe usted que yo estoy descontento?
"Well," said Henrietta, hesitating a little, "you seem never to have cared for another." Henrietta dudó un instante y, al fin, dijo: -Pues porque..., porque parece que nunca se ha interesado usted por ninguna otra.
"How do you know what I care for?" he cried with a big blush. "Just now I care to go to Rome." -¿Y cómo sabe usted por qué cosa puedo yo interesarme? -exclamó él, sonrojándose levemente-. Lo que ahora me interesa, por lo pronto, es ir a Roma.
Henrietta looked at him in silence, with a sad yet luminous expression. "Well," she observed at last, "I only wanted to tell you what I think; I had it on my mind. Of course you think it′s none of my business. But nothing is any one′s business, on that principle." Henrietta le miró en silencio, con una expresión triste pero clarividente. -Está bien. Lo que yo quería era únicamente decirle lo que pienso, porque me estaba dando vueltas en la cabeza. Ya me imagino que usted pensará que no me importa; pero, si a eso vamos, a nadie le importa nada de nadie.
"It′s very kind of you; I′m greatly obliged to you for your interest," said Caspar Goodwood. "I shall go to Rome and I shan′t hurt Mrs. Osmond." Caspar Goodwood no pudo por menos de contestar: -Es muy amable por su parte y le agradezco infinito el interés que se toma. Iré a Roma y sabré no herir en nada a la señora Osmond.
"You won′t hurt her, perhaps. But will you help her? --that′s the real issue." -Quizá no la mortifique, pero ¿podrá auxiliarla en algo? Ésa es la cuestión.
"Is she in need of help?" he asked slowly, with a penetrating look. -¿Necesita acaso que la socorran? -preguntó Goodwood lentamente, con intensa y penetrante mirada.
"Most women always are," said Henrietta, with conscientious evasiveness and generalising less hopefully than usual. "If you go to Rome," she added, "I hope you′ll be a true friend --not a selfish one!" And she turned off and began to look at the pictures. -La mayoría de las mujeres lo necesita -dijo Henrietta, tratando de zafarse y de generalizar con menos esperanzas que de costumbre. Y añadió-: Si va usted a Roma, confío en que se mostrará como un verdadero amigo, no como un amigo egoísta. -Y se alejó un poco de él para ponerse a mirar los cuadros.
Caspar Goodwood let her go and stood watching her while she wandered round the room; but after a moment he rejoined her. "You′ve heard something about her here," he then resumed. "I should like to know what you′ve heard." Caspar Goodwood la dejó ir y la estuvo observando mientras ella admiraba algunas obras de arte. Luego se acercó y dijo ansiosamente: -Usted ha debido de oír algo acerca de ella. Quisiera saber de qué se trata.
Henrietta had never prevaricated in her life, and, though on this occasion there might have been a fitness in doing so, she decided, after thinking some minutes, to make no superficial exception. "Yes, I′ve heard," she answered; "but as I don′t want you to go to Rome I won′t tell you." Henrietta siempre había tenido por norma de vida no faltar jamás a la verdad y, aunque en aquella ocasión pudiera haber alguna buena finalidad en intentarlo, decidió, después de pensar en ello un momento, no hacer excepción alguna que pudiese parecer superficial. Así pues, contestó francamente: -En efecto, he oído bastante; pero, como quiero que no vaya usted a Roma, no se lo diré.
"Just as you please. I shall see for myself," he said. Then inconsistently, for him, "You′ve heard she′s unhappy!" he added. -Como usted guste. Lo averiguaré yo mismo. -Luego con una insistencia que en nada le favorecía, añadió-: Usted ha oído decir que es desgraciada.
"Oh, you won′t see that!" Henrietta exclaimed. -Eso no podrá usted averiguarlo -repuso Henrietta.
"I hope not. When do you start?" -Me figuro que no. ¿Cuándo parte usted?
"To-morrow, by the evening train. And you?" -Mañana, en el tren de la noche. ¿Y usted?
Goodwood hung back; he had no desire to make his journey to Rome in Miss Stackpole′s company. His indifference to this advantage was not of the same character as Gilbert Osmond′s, but it had at this moment an equal distinctness. It was rather a tribute to Miss Stackpole′s virtues than a reference to her faults. He thought her very remarkable, very brilliant, and he had, in theory, no objection to the class to which she belonged. Lady correspondents appeared to him a part of the natural scheme of things in a progressive country, and though he never read their letters he supposed that they ministered somehow to social prosperity. But it was this very eminence of their position that made him wish Miss Stackpole didn′t take so much for granted. She took for granted that he was always ready for some allusion to Mrs. Osmond; she had done so when they met in Paris, six weeks after his arrival in Europe, and she had repeated the assumption with every successive opportunity. He had no wish whatever to allude to Mrs. Osmond; he was NOT always thinking of her; he was perfectly sure of that. He was the most reserved, the least colloquial of men, and this enquiring authoress was constantly flashing her lantern into the quiet darkness of his soul. He wished she didn′t care so much; he even wished, though it might seem rather brutal of him, that she would leave him alone. In spite of this, however, he just now made other reflections --which show how widely different, in effect, his ill-humour was from Gilbert Osmond′s. He desired to go immediately to Rome; he would have liked to go alone, in the night-train. He hated the European railway-carriages, in which one sat for hours in a vise, knee to knee and nose to nose with a foreigner to whom one presently found one′s self objecting with all the added vehemence of one′s wish to have the window open; and if they were worse at night even than by day, at least at night one could sleep and dream of an American saloon-car. But he couldn′t take a night-train when Miss Stackpole was starting in the morning; it struck him that this would be an insult to an unprotected woman. Nor could he wait until after she had gone unless he should wait longer than he had patience for. It wouldn′t do to start the next day. She worried him; she oppressed him; the idea of spending the day in a European railway-carriage with her offered a complication of irritations. Still, she was a lady travelling alone; it was his duty to put himself out for her. There could be no two questions about that; it was a perfectly clear necessity. He looked extremely grave for some moments and then said, wholly without the flourish of gallantry but in a tone of extreme distinctness, "Of course if you′re going to-morrow I′ll go too, as I may be of assistance to you." Caspar Goodwood se contuvo, pues no tenía el menor deseo de hacer el viaje a Roma en compañía de la señorita Stackpole. Su indiferencia ante tal privilegio no era de la misma índole que la de Gilbert Osmond, pero en tal momento tenía la misma claridad, y consistía más en un tributo a las cualidades de la señorita Stackpole que en un reconocimiento de sus defectos. La consideraba él verdaderamente notable y brillante, y, en teoría, no tenía el menor reparo que oponer a la clase de donde provenía. Le parecía que las damas periodistas formaban parte indispensable del sistema de progreso de un país que avanzaba a pasos de gigante, y, aunque no leía jamás sus crónicas, suponía de buen grado que contribuían no poco a la prosperidad social. Pero precisamente por esa situación de eminencia que él no tenía por qué no reconocerle era por lo que no quería que la señorita Stackpole lo diera todo por supuesto. Y ella daba por supuesto que Goodwood estaba deseando hacer una alusión a la señora Osmond. Así lo pensó cuando le vio en París seis semanas después de su llegada, y se había reiterado a sí misma tal suposición en cada nueva oportunidad. Sin embargo, él no experimentaba el menor deseo de aludir a la señora Osmond, por la sencilla razón de que no pensaba constantemente en ella..., y de eso estaba seguro. Era el más reservado y menos parlanchín de los hombres, he aquí que aquella inquisitiva escritora no le dejaba en paz dirigiendo constantemente la linterna de su investigación a las ya tranquilas sombras de su alma. Habría él querido que ella no se preocupara tanto, incluso, por brutal que ello pudiera parecer, que le dejase completamente solo. No obstante todo ello, acababa de hacerse otras reflexiones que ponen de manifiesto cuán distinto era, en sus efectos, su mal humor del mal humor de Gilbert Osmond. Experimentó, pues, el deseo de partir para Roma en el acto y hubiera querido poder ir solo en el tren nocturno. Detestaba esos vagones de los trenes europeos en los que uno se ve obligado a permanecer sentado durante horas y horas como atornillado, casi pegado a las rodillas y a la nariz del pasajero de enfrente, con un compañero de viaje que protesta acaloradamente si uno desea abrir la ventana; y, si el viaje resulta peor aún durante la noche que durante el día, por lo menos durante la noche puede uno dedicarse a dormir y a soñar con el coche salón tipo americano. Pero él no podía tomar un tren distinto al de la señorita Stackpole, se le antojó que eso iba a ser un insulto a una mujer que carecía de protección. Ni podía tampoco esperar a que ella se hubiese ido, a menos que esperase más de lo que su paciencia le permitía. No bastaría, desde luego, con salir al día siguiente. Henrietta le preocupaba, le oprimía, y la idea de pasarse todo el viaje con ella en el vagón de un tren europeo presagiaba un sinfín de irritaciones. Pero el caso era que Henrietta viajaba sola y era una dama, y, por tanto, él tenía el deber de molestarse por ella. No había modo de escabullirse, se trataba de una necesidad inexcusable. Así, Goodwood pareció sumamente preocupado durante un largo momento y luego dijo sin el menor asomo de galantería, sino con la mayor claridad: -Por supuesto, si usted parte mañana, yo también partiré y podré servirle de algo, por si acaso me necesitara.
"Well, Mr. Goodwood, I should hope so!" Henrietta returned imperturbably. -Está bien, señor Goodwood -repuso Henrietta amablemente-. No esperaba menos de usted.    






CHAPTER 45

45

I have already had reason to say that Isabel knew her husband to be displeased by the continuance of Ralph′s visit to Rome. That knowledge was very present to her as she went to her cousin′s hotel the day after she had invited Lord Warburton to give a tangible proof of his sincerity; and at this moment, as at others, she had a sufficient perception of the sources of Osmond′s opposition. He wished her to have no freedom of mind, and he knew perfectly well that Ralph was an apostle of freedom. It was just because he was this, Isabel said to herself, that it was a refreshment to go and see him. It will be perceived that she partook of this refreshment in spite of her husband′s aversion to it, that is partook of it, as she flattered herself, discreetly. She had not as yet undertaken to act in direct opposition to his wishes; he was her appointed and insc ribed master; she gazed at moments with a sort of incredulous blankness at this fact. It weighed upon her imagination, however; constantly present to her mind were all the traditionary decencies and sanctities of marriage. The idea of violating them filled her with shame as well as with dread, for on giving herself away she had lost sight of this contingency in the perfect belief that her husband′s intentions were as generous as her own. She seemed to see, none the less, the rapid approach of the day when she should have to take back something she had solemnly bestown. Such a ceremony would be odious and monstrous; she tried to shut her eyes to it meanwhile. Osmond would do nothing to help it by beginning first; he would put that burden upon her to the end. He had not yet formally forbidden her to call upon Ralph; but she felt sure that unless Ralph should very soon depart this prohibition would come. How could poor Ralph depart? The weather as yet made it impossible . She could perfectly understand her husband′s wish for the event; she didn′t, to be just, see how he COULD like her to be with her cousin. Ralph never said a word against him, but Osmond′s sore, mute protest was none the less founded. If he should positively interpose, if he should put forth his authority, she would have to decide, and that wouldn′t be easy. The prospect made her heart beat and her cheeks burn, as I say, in advance; there were moments when, in her wish to avoid an open rupture, she found herself wishing Ralph would start even at a risk. And it was of no use that, when catching herself in this state of mind, she called herself a feeble spirit, a coward. It was not that she loved Ralph less, but that almost anything seemed preferable to repudiating the most serious act --the single sacred act --of her life. That appeared to make the whole future hideous. To break with Osmond once would be to break for ever; any open acknowledgement of irreconcilable n eeds would be an admission that their whole attempt had proved a failure. For them there could be no condonement, no compromise, no easy forgetfulness, no formal readjustment. They had attempted only one thing, but that one thing was to have been exquisite. Once they missed it nothing else would do; there was no conceivable substitute for that success. For the moment, Isabel went to the Hotel de Paris as often as she thought well; the measure of propriety was in the canon of taste, and there couldn′t have been a better proof that morality was, so to speak, a matter of earnest appreciation. Isabel′s application of that measure had been particularly free to-day, for in addition to the general truth that she couldn′t leave Ralph to die alone she had something important to ask of him. This indeed was Gilbert′s business as well as her own. He tenido razón al decir que Isabel sabía cómo y cuánto le desagradaba a Gilbert Osmond que Ralph prolongara su estancia en Roma. Tal convicción la tenía bien presente al dirigirse al hotel de su primo el d237ía después de haber invitado a lord Warburton a que diese prueba palpable de su sinceridad. En tal momento, como en otros muchos, se daba perfecta cuenta de dónde provenía la oposición de Osmond. Este no quería que su esposa tuviese libertad alguna de pensamiento, y le constaba que Ralph era un apóstol incansable de semejante libertad. Por lo cual, Isabel pensaba precisamente todo lo contrario y consideraba un verdadero alivio para ella el ir a verle. Era evidente que estaba decidida a procurarse ese alivio a pesar de la aversión de su marido, pero se lo procuraba discretamente, o eso quería creer. En realidad, no estaba aún decidida a obrar directamente contra la voluntad de su marido, en el que debía ver a su dueño reconocido y consagrado, hecho que miraba más de una vez con una especie de ausente incredulidad. Sin em 5fbargo, pesaba sobre su imaginación; siempre tenía presentes en su ánimo las dignidades y las santidades tradicionales del matrimonio. La simple idea de transgredirlas la llenaba de vergüenza y de miedo, ya que al entregarse había perdido de vista semejante posibilidad, en su creencia de que su marido no le iba a la zaga en cuanto a generosidad de propósitos. No obstante, le parecía ver aproximarse el día en que tendría que recuperar algo que había cedido solemnemente. Semejante ceremonia sería abominable y monstruosa, y trataba de cerrar los ojos para no verla. Desde luego, Osmond no se lo haría más fácil dando el primer paso, echaría esa carga sobre los hombros de ella hasta el final. Todavía no le había prohibido formalmente que fuera a visitar a su primo, pero tenía la pl ena seguridad de que, si Ralph no se marchaba pronto de Roma, la prohibición no tardaría en producirse. ¿Y cómo iba a poder marcharse el pobre Ralph? El mal tiempo le impedía de momento hacerlo. Isabel comprendía perfectamente las ganas que tenía su marido de que se produjera ese acontecimiento y, para hablar con justicia, no se le alcanzaba que a su esposo pudiera agradarle que estuviese con su primo. Ralph no decía jamás nada contra él, pero no por eso era menos fundada la protesta amarga y muda de Osmond. Si éste llegaba a interponerse decididamente, si pretendía hacer valer su autoridad, ella tendría que tomar partido, y no sería cosa fácil. La perspectiva de semejante posibilidad le hacía latir el corazón y arder las mejillas, como dije por anticipado. Momentos habí′92a en que, en su deseo sincero de evitar una ruptura, se sorprendía deseando que Ralph partiera en el acto, incluso con riesgo de su vida. De nada servía que, al sorprenderse a sí misma en ese estado de ánimo, se reprochara su actitud llamándose débil de espíritu y cobarde. No es que amara menos a Ralph, sino que casi todo le parecía preferible a repudiar el acto más serio -el único acto sagrado- de su vida. Con ello el futuro se le aparecía odioso. El romper con Osmond una vez sería romper para siempre. Cualquier reconocimiento expreso de necesidades irreconciliables conduciría a admitir el fracaso del intento por los dos realizado. Para ellos no podía haber perdón, ni compromiso, ni olvido fácil, ni reajuste formal. Habían perseguido tan sólo una cosa, y ésta ten237ía que haber sido exquisita en todos sentidos. Una vez perdida, ninguna otra haría sus veces, no existía sustituto posible para tal logro. De momento, Isabel continuó yendo al Hotel de París con la frecuencia que le parecía apropiada; la medida de lo que era apropiado residía en las normas del buen gusto, y no cabía mejor prueba de que la moralidad era, por así decirlo, cuestión de sabia apreciación. La aplicación que hacía Isabel de tal medida había sido particularmente libre aquel día, porque, aparte de la verdad general de que no podía dejar que Ralph muriera solo, tenía algo importante que preguntarle; y ese algo se refería tanto a Gilbert como a ella misma.
She came very soon to what she wished to speak of. "I want you to ans wer me a question. It′s about Lord Warburton." No tardó, pues, en entrar en materia. -Quiero que me contestes a una pregunta sobre lo rd Warburton.
"I think I guess your question," Ralph answered from his arm-chair, out of which his thin legs protruded at greater length than ever. -Creo adivinarla -respondió Ralph desde su butaca, de la cual salían sus piernas, más delgadas que nunca.
"Very possibly you guess it. Please then answer it." -Es posible que la adivines. Hazme, pues, el favor de contestarla.
"Oh, I don′t say I can do that." -¡Ah! No digo que me sea posible.
"You′re intimate with him," she said; "you′ve a great deal of observation of him." -Sois íntimos -dijo ella-, tienes muchas ocasiones de observarle.
"Very true. But think how he must dissimulate!" -Pero, ¡imagínate cuánto tendrá que disimular!
"Why should he dissimulate? That′s not his nature." -¿A santo de qué tendría que disimular? Eso no cuadra con su manera de ser.
"Ah, you must remember that the circumstances are peculiar," said Ralph with an air of private amusement. -Pero no debes olvidar que las circunstancias son extraordinarias- contestó Ralph, como si eso le produjera una íntima diversión.
"To a certain extent --yes. But is he really in love?" -Hasta cierto punto, sí... desde luego. Pero ¿está realmente enamorado?
"Very much, I think. I can make that out." -Creo que mucho. Puedo asegurarlo.
"Ah!" said Isabel with a certain dryness. -¡Ah! -dijo Isabel con cierta sequedad.
Ralph looked at her as if his mild hilarity had been touched with mystification. "You say that as if you were disappointed." Ralph la miró con una expresión en la que la suave hilaridad había dado paso al asombro. -Lo dices como si eso te decepcionara.
Isabel got up, slowly smoothing her gloves and eyeing them thoughtfully. "It′s after all no business of mine." Isabel se levantó, y alisó sus guantes observándolos con detenimiento. -Después de todo -dijo-, no es cosa mía.
"You′re very philosophic," said her cousin. And then in a moment: "May I enquire what you′re talking about?" -Muy filosófica estás -comentó él. Y luego de un instante, preguntó-: ¿Puedo saber de qué hablas?
Isabel stared. "I thought you knew. Lord Warburton tells me he wants, of all things in the world, to marry Pansy. I′ve told you that before, without eliciting a comment from you. You might risk one this morning, I think. Is it your belief that he really cares for her?" Isabel le miró fijamente. -Creí que lo sabías. Lord Warburton me dice que su mayor deseo en la vida es casarse con Pansy. Ya te lo he dicho antes, sin sacarte el menor comentari o. Bien podrías aventurar uno esta mañana, me parece. Di, ¿crees que de veras se interesa por ella?
"Ah, for Pansy, no!" cried Ralph very positively. -¡Ah, por Pansy, desde luego que no! -exclamó Ralph, muy seguro.
"But you said just now he did." -Pero si acabas de decir que sí.
Ralph waited a moment. "That he cared for you, Mrs. Osmond." Ralph esperó un momento. -Que le interesas tú, señora Osmond.  
Isabel shook her head gravely. "That′s nonsense, you know." Isabel movió gravemente la cabeza. -Eso es un disparate.
"Of course it is. But the nonsense is Warburton′s, not mine." -Claro que lo es. Pero el disparate es de lord Warburton, no mío.
"That would be very tiresome." She spoke, as she flattered herself, with much subtlety. -Sería mucha complicación -dijo Isabel, deseosa de creer que se expresaba con mucha sutileza.
"I ought to tell you indeed," Ralph went on, "that to me he has denied it." -Aunque debo decirte que a mí me lo ha negado -prosiguió Ralph.
"It′s very good of you to talk about it together! Has he also told you that he′s in love with Pansy?" -¡Me parece muy bonito que habléis los dos del tema! ¿Te ha dicho también que está enamorado de Pansy?
"He has spoken very well of her --very properly. He has let me know, of course, that he thinks she would do very well at Lockleigh." -Me ha hablado muy bien de ella... como resulta adecuado. Me ha dado a entender, cómo no, que considera que ella haría muy buen papel en Lockleigh.
"Does he really think it?" -Pero ¿lo piensa de veras?
"Ah, what Warburton really thinks --!" said Ralph. -¡Ah! ¡Lo que lord Warburton piensa de veras... eso...!
Isabel fell to smoothing her gloves again; they were long, loose gloves on which she could freely expend herself. Soon, however, she looked up, and then, "Ah, Ralph, you give me no help!" she cried abruptly and passionately. Isabel volvió a alisarse los guantes: unos guantes largos, holgados, con los que podía juguetear a gusto. Pronto, sin embargo, levantó la vista y exclamó brusca y apasionadamente: -¡Ay, Ralph, no me ayudas!
It was the first time she had alluded to the need for help, and the words shook her cousin with their violence. He gave a long murmur of relief, of pity, of tenderness; it seemed to him that at last the gulf between them had been bridged. It was this that made him exclaim in a moment: "How unhappy you must be!" Era la primera vez que aludía a su necesidad de auxilio, y aquellas palabras impresionaron a su primo por su violencia. Exhaló éste un largo murmullo de ali vio, de compasión y de afecto; le pareció que por fin se colmaba el abismo que había entre los dos. Eso fue lo que le hizo exclamar, después de un momento: -¡Qué desdichada debes de ser!
He had no sooner spoken than she recovered her self-possession, and the first use she made of it was to pretend she had not heard him. "When I talk of your helping me I talk great nonsense," she said with a quick smile. "The idea of my troubling you with my domestic embarrassments! The matter′s very simple; Lord Warburton must get on by himself. I can′t undertake to see him through." No había terminado de hablar cuando ella recobró por completo el dominio de sí misma, y el primer uso que hizo de él fue aparentar que no le había oído. Así, sonrió prestamente y dijo: -Cuando hablo de ayuda estoy diciendo una sandez. ¡Cómo voy a molestarte con mis contrariedades de carácter doméstico! El asunto es sencillo: lord Warburton tendrá que arreglárselas solo. Yo no puedo comprometerme a ayudarte a salir del paso.
"He ought to succeed easily," said Ralph. -No creo que tenga la menor dificultad en lograr su deseo -dijo Ralph.
Isabel debated. "Yes --but he has not always succeeded." -P uede. Pero ya sabes que... no siempre lo ha logrado.
"Very true. You know, however, how that always surprised me. Is Miss Osmond capable of giving us a surprise?" -Es verdad. Sin embargo, tú sabes lo mucho que eso me ha sorprendido siempre. ¿Será la señorita Osmond capaz de darnos una sorpresa?
"It will come from him, rather. I seem to see that after all he′ll let the matter drop." -Más bien vendría de parte de él. Me da la impresión de que, al final, abandonará el caso.
"He′ll do nothing dishonourable," said Ralph. -No creo que haga nada deshonroso -dijo Ralph.
"I′m very sure of that. Nothing can be more honourable than for him to leave the poor child alone. She cares for another person, and it′s cruel to attempt to bribe her by magnificent offers to give him up." -Ni yo tampoco. Lo más honrado que podría hacer sería dejar tranquila a la pobre muchacha. Ella quiere a otro y es una crueldad deslumbrarla con maravillosos ofrecimientos para que renuncie.
"Cruel to the other person perhaps --the one she cares for. But Warburton isn′t obliged to mind that." -Una crueldad para la otra persona tal vez... para el hombre a quien ella quiere; pero lord Warburton no está obligado a preocuparse de eso.
"No, cruel to her," said Isabel. "She would be very unhappy if she were to allow herself to be persuaded to desert poor Mr. Rosier. That idea seems to amuse you; of course you′re not in love with him. He has the merit --for Pansy --of being in love with Pansy. She can see at a glance that Lord Warburton isn′t." -No, seríía una crueldad para ella -afirmó Isabel-. Sería muy desdichada si se dejara convencer para abandonar al señor Rosier. Parece que esta idea te divierte, ¿verdad? Bien se ve que no estás enamorado. Para Pansy, Rosier tiene el mérito inmenso de estar enamorado de ella, y a Pansy le basta con mirar a lord Warburton para ver que no lo está.
"He′d be very good to her," said Ralph. -Pero sería muy bueno con ella.
"He has been good to her already. Fortunately, however, he has not said a word to disturb her. He could come and bid her good-bye to-morrow with perfect propriety." -Hasta ahora lo ha sido. Por fortuna, no le ha dicho una sola palabra que la desasosiegue. Mañana mismo podría venir a decirle adiós sin faltar a las normas de corrección.
"How would your husband like that?" -¿Qué le parecería eso a tu mando?
"Not at all; and he may be right in not liking it. Only he must obtain satisfaction himself." -Muy mal. Y podría ser que en eso tuviera razón. Pero deberá obtener la explicación por sí mismo.
"Has he commissioned you to obtain it?" Ralph ventured to ask. -¿Te ha encomendado a ti que se la proporciones? -se atrevió a preguntar Ralph.
"It was natural that as an old friend of Lord Warburton′s --an older friend, that is, than Gilbert --I should take an interest in his intentions." -Era natural que como antigua amiga de lord Warburton... más antigua que Gilbert, quiero decir... me tomara cierto interés en lo que respecta a sus intenciones.
"Take an interest in his renouncing them, you mean?" -¿Un interés por que renuncie a ellas, quieres decir?
Isabel hesitated, frowning a little. "Let me understand. Are you pleading his cause?" Isabel vaciló, arrugando el ceño. -Vamos a ver si lo entiendo. ¿Acaso estás defendiendo su causa?
"Not i n the least. I′m very glad he shouldn′t become your stepdaughter′s husband. It makes such a very queer relation to you!" said Ralph, smiling. "But I′m rather nervous lest your husband should think you haven′t pushed him enough." -En absoluto. Celebraré infinito que no llegue a ser el marido de tu hijastra. ¡Sería un parentesco tan extraño contigo! -dijo Ralph sonriendo-. Pero me inquieta un poco que tu marido crea que no le has empujado todo lo que debías.
Isabel found herself able to smile as well as he. "He knows me well enough not to have expected me to push. He himself has no intention of pushing, I presume. I′m not afraid I shall not be able to justify myself!" she said lightly. Isabel se vio capaz de sonreír lo mismo que él. -Me conoce lo bastante para no esperar que yo lo empuje. Además, él tampoco tiene intención de empujarle. ¡No tengo miedo de no poder justificarme! -dijo con cierta ligereza.
Her mask had dropped for an instant, but she had put it on again, to Ralph′s infinite disappointment. He had caught a glimpse of her natural face and he wished immensely to look into it. He had an almost savage desire to hear her complain of her husband --hear her say that she should be held accountable for Lord Warburton′s defection. Ralph was certain that this was her situation; he knew by instinct, in advance, the form that in such an event Osmond′s displeasure woul d take. It could only take the meanest and cruellest. He would have liked to warn Isabel of it --to let her see at least how he judged for her and how he knew. It little mattered that Isabel would know much better; it was for his own satisfaction more than for hers that he longed to show her he was not deceived. He tried and tried again to make her betray Osmond; he felt cold-blooded, cruel, dishonourable almost, in doing so. But it scarcely mattered, for he only failed. What had she come for then, and why did she seem almost to offer him a chance to violate their tacit convention? Why did she ask him his advice if she gave him no liberty to answer her? How could they talk of her domestic embarrassments, as it pleased her humorously to designate them, if the principal factor was not to be mentioned? These contradictions were themselves but an indication of her trouble, and her cry for help, just before, was the only thing he was bound to consider. "You′ll be decidedl y at variance, all the same," he said in a moment. And as she answered nothing, looking as if she scarce understood, "You′ll find yourselves thinking very differently," he continued. Por un instante se le había caído la máscara, pero se la había vuelto a poner, ante el gran desencanto de Ralph. Éste había atisbado su rostro al natural, y anhelaba intensamente observarlo de cerca. Sentía un deseo casi salvaje de oírla quejarse de su marido... de oírla confesar que éste la haría responsable a ella de la defección de lord Warburton. Ralph estaba convencido de que era ésa la situación; conocía instintivamente y por anticipado qué forma tomaría el disgusto de Osmond llegado e l caso. No podría ser sino la más mezquina y cruel. Le habría gustado advertírselo a Isabel... hacerle ver, cuando menos, hasta qué punto juzgaba por ella y sabía lo que pasaba. Poco importaba que Isabel lo supiese mucho mejor. Si anhelaba demostrarle que a él no se le engañaba, era más por su propia satisfacción que por la de ella. Una y otra vez trataba de que ella delatase a Osmond; el empeño le hacía sentirse inhumano, cruel, incluso casi innoble. Pero eso no importaba, porque fracasaba siempre. Entonces, ¿a qué había venido Isabel y para qué parecía brindarle casi la oportunidad de quebrantar su tácito convenio? ¿Por qué le pedía consejo si no le daba libertad para contestar? ¿Cómo iban a hablar de sus contrariedades domést icas, como ella humorísticamente había querido llamarlas, si el principal factor no podía ser mencionado? Tales contradicciones no eran sino una indicación del mal que la aquejaba, y su anterior impetración de auxilio era, en realidad, lo único que él debía tomar en consideración. -De todas formas, estaréis en desacuerdo -dijo. Y como ella no contestó, mirándole como si apenas le entendiera, añadió-: Os daréis cuenta de que pensáis de modo diametralmente opuesto.
"That may easily happen, among the most united couples!" She took up her parasol; he saw she was nervous, afraid of what he might say. "It′s a matter we can hardly quarrel about, however," she added; "for almost all the interest is on his side. That′s very natural. Pansy′s after all his daughter --not mine." And she put out her hand to wish him good-bye. -Eso puede suceder hasta en las parejas más unidas. -Recogió ella su sombrilla, y él adivinó que tenía miedo de lo que pudiera decirle-: En fin de cuentas -prosiguió Isabel-, es un asunto por el que difícilmente podemos llegar a reñir, ya que el int erés radica en su lado y no en el mío; después de todo, Pansy es hija suya y no mía. -Y le tendió la mano para despedirse.
Ralph took an inward resolution that she shouldn′t leave him without his letting her know that he knew everything: it seemed too great an opportunity to lose. "Do you know what his interest will make him say?" he asked as he took her hand. She shook her head, rather dryly --not discouragingly --and he went on. "It will make him say that your want of zeal is owing to jealousy." He stop ped a moment; her face made him afraid. Ralph adoptó en su interior la resolución de no dejarla marchar sin darle a entender que lo sabía todo; parecía una oportunidad demasiado buena para perderla. -¿Sabes lo que ese interés le va a hacer decir? -preguntó tomándole la mano. Ella sacudió la cabeza secamente, aunque con un gesto que no era disuasorio, y él prosiguió-: Pues le hará decir que tu falta de empeño en el asunto se debe a los celos. -Se detuvo al momento: el semblante de Isabel le daba miedo.
"To jealousy?" -¿Los celos?
"To jealousy of his daughter." -Exactamente; que estás celosa de su hija.
She blushed red and threw back her head. "You′re not kind," she said in a voice that he had never heard on her lips. Ella enrojeció 7 hasta la raíz del cabello, echó atrás la cabeza y exclamó con un tono que él jamás le había oído: -No eres amable.
"Be frank with me and you′ll see," he answered. -Vamos, sé franca conmigo y tú misma lo verás -respondió él.
But she made no reply; she only pulled her hand out of his own, which he tried still to hold, and rapidly withdrew from the room. She made up her mind to speak to Pansy, and she took an occasion on the same day, going to the girl′s room before dinner. Pansy was already dressed; she was always in advance of the time: it seemed to illustrate her pretty patience and the graceful stillness with which she could sit and wait. At present she was seated, in her fresh array, before the bed-room fire; she had blown out her candles on the completion of her toilet, in accordance with the economical hab its in which she had been brought up and which she was now more careful than ever to observe; so that the room was lighted only by a couple of logs. The rooms in Palazzo Roccanera were as spacious as they were numerous, and Pansy′s virginal bower was an immense chamber with a dark, heavily-timbered ceiling. Its diminutive mistress, in the midst of it, appeared but a speck of humanity, and as she got up, with quick deference, to welcome Isabel, the latter was more than ever struck with her shy sincerity. Isabel had a difficult task --the only thing was to perform it as simply as possible. She felt bitter and angry, but she warned herself against betraying this heat. She was afraid even of looking too grave, or at least too stern; she was afraid of causing alarm. But Pansy seemed to have guessed she had come more or less as a confessor; for after she had moved the chair in which she had been sitting a little nearer to the fire and Isabel had taken her place in it, she kn eeled down on a cushion in front of her, looking up and resting her clasped hands on her stepmother′s knees. What Isabel wished to do was to hear from her own lips that her mind was not occupied with Lord Warburton; but if she desired the assurance she felt herself by no means at liberty to provoke it. The girl′s father would have qualified this as rank treachery; and indeed Isabel knew that if Pansy should display the smallest germ of a disposition to encourage Lord Warburton her own duty was to hold her tongue. It was difficult to interrogate without appearing to suggest; Pansy′s supreme simplicity, an innocence even more complete than Isabel had yet judged it, gave to the most tentative enquiry something of the effect of an admonition. As she knelt there in the vague firelight, with her pretty dress dimly shining, her hands folded half in appeal and half in submission, her soft eyes, raised and fixed, full of the seriousness of the situation, she looked to Isabel like a childish martyr decked out for sacrifice and scarcely presuming even to hope to avert it. When Isabel said to her that she had never yet spoken to her of what might have been going on in relation to her getting married, but that her silence had not been indifference or ignorance, had only been the desire to leave her at liberty, Pansy bent forward, raised her face nearer and nearer, and with a little murmur which evidently expressed a deep longing, answered that she had greatly wished her to speak and that she begged her to advise her now. Isabel no replicó; se limitó a retirar de la mano de Ralph la suya, que él todavía seguía aprisionando, y salió rápidamente del salón. Decidió hablar con Pansy, y aquel mismo día encontró la ocasión yendo a la habitación de la joven antes de cenar. Pansy estaba ya vestida, pues siempre lo hacía con bastante anticipación; lo cual parecía corroborar su inalterable paciencia y la graciosa quietud con que era capaz de sentarse a esperar. En aquel momento estaba sentada, reci én compuesta, ante el fuego de la chimenea de su alcoba. Había apagado las velas después de su aseo, con arreglo a las leyes de sabia economía doméstica que le infundieran las monjitas y que ahora tenía más cuidado que nunca en observar; de suerte que la habitación estaba sólo alumbrada por un par de leños que chisporroteaban en la chimenea. En el Palazzo Roccanera, las habitaciones eran tan amplias como numerosas, y el virginal retiro de Pansy era una inmensa cámara de tenebroso techo artesonado. En medio de semejante vastedad, su diminuta ocupante parecía una mota de humanidad y, cuando se levantó deferentemente para saludar a Isabel, a ésta la impresionó más que nunca su tímida sinceridad. La misión de Isabel era difícil de desempeñar... y no cabía sino cumplirla con la mayor sencillez posible. Venía Isabel enojada y amargada, pero diciéndose que no debía dejar traslucir su enojo. Tenía incluso miedo de aparecer demasiado seria, o cuando menos demasiado severa, pues con ello podría suscitar alarma. Pero Pansy pareció haber adivinado que venía más o menos como confesor, pues una vez que hubo acercado más al fuego la butaquita en que había estado sentada, y que Isabel hubo tomado asiento en ella, se arrodilló en un cojín a su lado, alzando los ojos y apoyando las manos juntas en las rodillas de su madrastra. Lo que Isabel quería era oír de sus labios que no tenía el pensamiento puesto en lord Warburton; pero si deseaba esa garantía, no se sentía con libertad suficiente para provocarla. El padre de la joven lo habría sin duda calificado de vil traici u243ón; y bien sabía Isabel que, si Pansy mostraba el menor indicio de estar dispuesta a dar alientos a lord Warburton, ella tendría que mantener la boca cerrada. La mayor dificultad estribaba en hacer preguntas sin aparentar sugerir las respuestas. La extraordinaria sencillez de Pansy, cuya inocencia era todavía mucho mayor de lo que Isabel había llegado a suponer, prestaba un efecto de admonición al más leve sondeo. Pansy, arrodillada allí ante el vago resplandor del fuego, con su lindo vestido reluciendo tenuemente, las manos cruzadas en actitud medio suplicante y medio sumisa, los dulces ojos alzados y fijos, conscientes de la gravedad del momento, miraba a Isabel, un mártir infantil engalanado para el sacrificio y sin concederse apenas esperanzas de escapar. Cuando Isabel le dijo que si no le había hablado aún de lo que pudiera estar pasando en rel ación con su futuro matrimonio, no era por indiferencia o ignorancia, sino por su deseo de dejarla en libertad de decidir, Pansy elevó el rostro hacia Isabel acercándolo cada vez más, y con un tenue murmullo que sin expresaba su incontenible anhelo, contestó que había estado deseando que se decidiese a hablar y que la rogaba la aconsejara en aquel momento.
"It′s difficult for me to advise you," Isabel returned. "I don′t know how I can undertake that. That′s for your father; you must get his advice and, above all, you must act on it." -Es muy difícil para mí aconsejarte -contestó Isabel-. No veo cómo voy a poder hacerlo. Eso es cosa de tu padre; debes escuchar su consejo y, sobre todo, obrar de acuerdo con lo que él te diga.
At this Pansy dropped her eyes; for a moment she said nothing. "I think I should like your advice better than papa′s," she presently remarked. Al oír aquello, Pansy bajó los ojos y durante un momento no dijo una sola palabra. Pero al fin, declaró: -Me parece que prefiero su consejo al de papá.
" That′s not as it should be," said Isabel coldly. "I love you very much, but your father loves you better." -No es eso lo que debe ser -replic ó Isabel con frialdad-. Yo te quiero mucho, es cierto, pero tu padre te quiere más todavía.
"It isn′t because you love me --it′s because you′re a lady," Pansy answered with the air of saying something very reasonable. "A lady can advise a young girl better than a man." -No es porque usted me quiere, sino porque es una señora... y una señora puede aconsejar .a una muchacha mejor que un hombre-dijo Pansy como si su declaración fuera de lo más razonable.
"I advise you then to pay the greatest respect to your father′s wishes." -Entonces, mi deber es aconsejarte que acates con el mayor respeto la voluntad de tu padre.
"Ah yes," said the child eagerly, "I must do that." -¡Ah, claro! -dijo la joven con vehemencia-. Tengo que hacerlo.
"But if I speak to you now about your getting married it′s not for your own sake, it′s for mine," Isabel went on. "If I try to learn from you what you expect, what you desire, it′s only that I may act accordingly." -Pero si te hablo ahora del asunto de tu posible matrimonio -continuó Isabel-, no lo hago por ti, sino por mí. Si procuro saber por ti misma lo que esperas, lo que deseas, es únicamente para poder obrar en consecuencia.
Pansy stared, and then very quickly, "Will you do everything I want?" she asked. Pansy la miró fijamente y con gran presteza preguntó: -¿Va usted a hacer todo lo que yo le pida?
"Before I say yes I must know what such things are." -Antes de decir que sí, tengo que saber de qué se trata.
Pansy presently told he r that the only thing she wanted in life was to marry Mr. Rosier. He had asked her and she had told him she would do so if her papa would allow it. Now her papa wouldn′t allow it. Pansy le confesó que lo único que quería en la vida era casarse con el señor Rosier. El se lo había pedido y ella le había contestado que lo haría si su padre tenía a bien consentirlo. El caso era que papá no lo consentía.
"Very well then, it′s impossible," Isabel pronounced. -Perfectamente. Entonces, es de todo punto imposible -sentenció Isabel.
"Yes, it′s impossible," said Pansy without a sigh and with the same extreme attention in her clear little face. -Sí, es imposible -dijo Pansy sin suspirar y con la misma atención extraordinaria en su delicada carita.
"You must think of something else then," Isabel went on; but Pansy, sighing at this, told her that she had attempted that feat without the least success. -En ese caso, tienes que pensar en alguna otra cosa. Pansy, suspirando esta vez al oírlo, confesó que ya lo había intentado sin el menor éxito.
"You think of those who think of you," she said with a faint smile. "I know Mr. Rosier thinks of me." -Una piensa en los que piensan en una -dijo sonriendo con dulzura-, y yo sé que el señor Rosier piensa seriamente en mí.
"He ought not to," said Isabel loftily. "Your father has expressly requested he shouldn′t." -Pues no debes hacerlo -dijo Isabel enfáticamente-. Tu padre le ha hecho saber claramente que debe abandonar esa idea.
"He can′t help it, because he knows I think of HIM." -Pero él no puede remediarlo porque sabe que yo pienso en él.
"You shouldn′t think of him. There′s some excuse for him, perhaps; but there′s none for you." -Es que tú no debes pensar en él. Para él quizás haya una excusa, pero no la hay para ti.
"I wish you would try to find one," the girl exclaimed as if she were praying to the Madonna. -Yo quisiera que usted procurase encontrar una -exclamó la joven como si estuviera elevando una plegaria a la Virgen.
"I should be very sorry to attempt it," said the Madonna with unusual frigidity. "If you knew some one else was thinking of you, would you think of him?" -Sentía tener que hacerlo -replicó la supuesta Virgen con una frialdad en ella desacostumbrada-. Si sabes de algún otro que piense en ti, 91¿pensarás en él?
"No one can think of me as Mr. Rosier does; no one has the right." -Nadie puede pensar en mi como piensa Rosier; nadie tiene el derecho de hacerlo.
"Ah, but I don′t admit Mr. Rosier′s right!" Isabel hypocritically cried. -¡Ah! Es que yo no admito tal derecho del señor Rosier -exclamó Isabel con cierta hipocresía.
Pansy only gazed at her, evidently much puzzled; and Isabel, taking advantage of it, began to represent to her the wretched consequences of disobeying her father. At this Pansy stopped her with the assurance that she would never disobey him, would never marry without his consent. And she announced, in the serenest, simplest tone, that, though she might never marry Mr. Rosier, she would never ceas e to think of him. She appeared to have accepted the idea of eternal singleness; but Isabel of course was free to reflect that she had no conception of its meaning. She was perfectly sincere; she was prepared to give up her lover. This might seem an important step toward taking another, but for Pansy, evidently, it failed to lead in that direction. She felt no bitterness toward her father; there was no bitterness in her heart; there was only the sweetness of fidelity to Edward Rosier, and a strange, exquisite intimation that she could prove it better by remaining single than even by marrying him. Pansy la miró fijamente con evidente desconcierto. E Isabel, aprovechándose de ello, procedió a exponerle las terribles consecuencias que le acarrearía el hecho de desobedecer a su padre. Pansy la detuvo asegurándole que no le desobedecería jamás, que nunca se casaría sin su consentimiento. Pero añadió con su tono más afable y sereno que, .aunque no se casara con el señor Rosier, no dejaría nunca de pensar en él. Parecía haber aceptado de buen grado la idea de permanecer soltera toda la vida, pero Isabel era libre de pensar que la joven no tenía idea de lo que eso representaba. La muchacha era completamente sincera y estaba dispuesta a abandonar a su enamorado. Eso podía parecer un paso muy importante para aceptar a otro pretendiente, pero, evidentemente, no era por ahí por donde iba Pansy. No sentía resquemor contra su padre, pues no lo había en su tierno corazón, en el que sólo tenía cabida la dulzura de la fidelidad hacia Rosier y una rara y exquisita insinuación de que tal vez valdría más, en último término, quedarse soltera que casarse con nadie, incluso con él.
"Your father would like you to make a better marriage," said Isabel. "Mr. Rosier′s fortune is not at all large." -Lo que quiere tu padre es que hagas una boda mejor -dijo Isabel-. La fortuna del señor Rosier no es muy grande.
"How do you mean better --if that would be good enough? And I have myself so little money; why should I look for a fortune?" -¿Cómo habla usted de una boda mejor... si ésa se_ría bastante para mí? Además, yo tengo también muy poco dinero; ¿por qué me habría de preocupar por poseer una gran fortuna?
"Your having so little is a reason for l ooking for more." With which Isabel was grateful for the dimness of the room; she felt as if her face were hideously insincere. It was what she was doing for Osmond; it was what one had to do for Osmond! Pansy′s solemn eyes, fixed on her own, almost embarrassed her; she was ashamed to think she had made so light of the girl′s preference. -Por lo mismo que tienes tan poco, debes tratar de tener más. Al decir semejante cosa, Isabel sintió un gran alivio por la penumbra que reinaba en el aposento virginal, pues sentía como si su rostro se hubiese tornado horriblemente falso. Pensaba que estaba haciendo aquello por Osmond, ¡y era aquello lo que debía hacer por él! Los ojos cándidos de Pansy se fijaron solemnemente en los suyos y casi la turbaron, porque estaba avergonzada de haber tratado con tan ligereza las preferencias sentimentales de su linda hijastra.
"What should you like me to do?" her companion softly demanded. -¿Qué quiere usted que haga? -preguntó dulcemente su compañera.
The question was a terrible one, and Isabel took refuge in timorous vagueness. "To remember all the pleasure it′s in your power to give your father." La pregunta era, en verdad, terrible, Por lo que Isabel consideró prudente refugiarse tras una respuesta vaga. -Que recuerdes la satisfacción que está en tu mano proporcionarle a tu padre.
"To marry some one else, you mean --if he should ask me?" -¿Quiere usted decir que me case con otro... si el me lo pide?
For a moment Isabel′s answer caused itself to be waited for; then she heard herself utter it in the stillness that Pansy′s attention seemed to make. "Yes --to marry some one else." Isabel tuvo que dejar pasar un momento antes de responder. Y luego se oyó a sí misma decir en aquel silencio profundo, creado gracias a la calma conque Pansy aguardaba su respuesta: -Eso... casarte con otro.
The child′s eyes grew more penetrating; Isabel believed she was doubting her sincerity, and the impression took force from her slowly getting up from her cushion. She stood there a moment with her small hands unclasped and then quavered out: "Well, I hope no one will ask me!" La mirada de la joven se hizo más penetrante todavía. A Isabel le pasó por las mientes la idea de que Pansy estuviera dudando de su sinceridad y esa convicción se acentuó al ver que la muchacha se levantaba pausadamente del cojín en que se había arrodillado. Esta per_maneció un momento en pie con las manos desunidas y, con voz temblorosa, exclamó: -Bueno. ¡Ojalá no haya nadie que pida mi mano!
"There has been a question of that. Some one else would have been ready to ask you." -Ya ha habido algo de eso. Por lo visto alguien ha estado dispuesto a hacerlo.
"I don′t think he can have been ready," said Pansy. -No creo que nadie pueda estar dispuesto -dijo la joven.
"It would appear so --if he had been sure he′d succeed." -Pues al parecer lo habría estado si tuviera la seguridad de que no iba a fracasar.
"If he had been sure? Then he wasn′t ready!" -¿Si tuviese la seguridad? Entonces es que no está verdaderamente dispuesto.
Isabel thought this rather sharp; she also got up and stood a moment looking into the fire. "Lord Warburton has shown you great attention," she resumed; "of course you know it′s of him I speak." She found herself, against her expectation, almost placed in the position of justifying herself; which led her to introduce this nobl eman more crudely than she had intended. Isabel no pudo por menos de pensar que semejante respuesta denotaba bastante agudeza. Se levantó a su vez de la butaquita, se quedó un instante mirando al fuego y luego dijo: -Lord Warburton se ha mostrado muy atento contigo; desde luego, me imagino que sabes que he estado hablándote de él. -Con tra lo que ella misma esperaba, se había visto en la necesidad de justificarse, lo cual la obligó a mencionar al aristócrata británico más claramente de lo que hubiese deseado.
"He has been very kind to me, and I like him very much. But if you mean that he′ll propose for me I think you′re mistaken." -Lord Warburton ha sido muy amable conmigo y me resulta muy simpático. Pero si cree que va a pedir mi mano, está usted completamente equivocada.
"Perhaps I am. But your father would like it extremely." -Tal vez lo esté; pero a tu padre eso le gustaría mucho. Pansy movió suavemente la cabeza con una ligera sonrisa.
Pansy shook her head with a little wise smile. "Lord Warburton won′t propose simply to please papa." -Lord Warburton no va a casarse precisamente para darle gusto a papá.
"Your father would like you to encourage him," Isabel went on mechanically. -A tu padre le agradaría que tú le dieras alientos -contestó mecánicamente Isabel.  
"How can I encourage him?" -¿Y cómo hacerlo?
"I don′t know. Your father must tell you that." -No sé. Es cosa de tu padre, él te lo dirá.
Pansy said nothing for a moment; she only continued to smile as if she were in possession of a bright assurance. "There′s no danger --no danger!" she declared at last. Pansy se quedó callada un momento, pero su cándida sonrisa daba a entender que conocía un secreto que le daba seguridad. -De todos modos, ¡no hay peligro... no hay peligro! -declaró finalmente.
There was a conviction in the way she said this, and a felicity in her believing it, which conduced to Isabel′s awkwardness. She felt accused of dishonesty, and the idea was disgusting. To repair her self-respect she was on the point of saying that Lord Warburton had let her know that there WAS a danger. But she didn′t; she only said --in her embarrassment rather wide of the mark --that he surely had been most kind, most friendly. Parecía haber tal convicción en su manera de decirlo y tanta satisfacción en esa creencia, que Isabel sintió cierto embarazo. Intuía que se la acusaba de falta de honradez en su proceder, y tal idea era repugnante; para reparar su amor propio estuvo a punto de decir que lord Warburton le había hecho saber que sí había peligro. Pero se contuvo; lo único que dijo -arrastrada por la turbación bastante lejos del tema-, fue que, desde luego, él se había mostrado de lo más amable y de lo m225ás cordial.
"Yes, he has been very kind," Pansy answered. "That′s what I like him for." -Sí, ha sido muy amable conmigo; por eso le aprecio.
"Why then is the difficulty so great?" -Bueno. Entonces, ¿dónde está esa dificultad tan grande?
"I′ve always felt sure of his knowing that I don′t want --what did you say I should do? --to encourage him. He knows I don′t want to marry, and he wants me to know that he therefore won′t trouble me. That′s the meaning of his kindness. It′s as if he said to me: ′I like you very much, but if it doesn′t please you I′ll never say it again.′ I think that′s very kind, very noble," Pansy went on with deepening positiveness. "That is all we′ve said to each o ther. And he doesn′t care for me either. Ah no, there′s no danger." -Yo he tenido siempre la seguridad de que él sabe que no quiero... ¿cómo dice usted?... que no quiero darle alientos. Sabe que yo no quiero casarme, y quiere darme a entender que en vista de eso no me va a molestar. Eso es lo que significa su amabilidad. Es como si me dijera: «Usted me gusta mucho, pero si no le agrada que se lo diga, no se lo diré nunca más...». Y me parece que eso es muy amable y muy noble -prosiguió Pansy con aplomo creciente-. Eso es todo lo que nos hemos dicho. Además, yo no le intereso. No hay peligro, se lo aseguro.
Isabel was touched with wonder at the depths of perception of which this submissive little person was capable; she felt afraid of Pansy′s wisdom --began almost to retreat before it. "You must tell your father that," she remarked reservedly. Isabel se quedó maravillada de la profundidad de percepción de que era capaz aquella jovencita tan sumisa; le dio miedo la clarividencia de Pansy... y casi empezó a retroceder ante ella. -Creo que debes decirle eso a tu padre -observó con reservas.
"I think I′d rather not," Pansy unreservedly answered. -Yo creo que será mejor no decírselo -respondió Pansy sin reservas.
"You oughtn′t to let him have false hopes." -Pero no deberías dejar que conciba falsas esperanzas.
"Perhaps not; but it will be good for me that he should. So long as he believes that Lord Warburton intends anything of the kind you say, papa won′t propose any one else. And that will be an advantage for me," said the child very lucidly. -Quizá no. Pero para mí es bueno que las tenga. Mientras papá siga creyendo que lord Warburton pretende hacer lo que usted dice, no propondrá a ningún otro, y eso será una gran ventaja para mí -terminó diciendo la muchacha con gran lucidez.
There was something brilliant in her lucidity, and it made her companion draw a long breath. It relieved this friend of a heavy responsibility. Pansy had a sufficient illumination of her own, and Isabel felt that she herself just now had no light to spare from her small stock. Nevertheless it still clung to her that she must be loyal to Osmond, that she was on her honour in dealing with his daughter. Under the influence of this sentiment she threw out another suggestion before she retired --a suggestion with which it seemed to her that she should have done her utmost. "Your father takes for granted at least that you would like to marry a nobleman." Había algo brillante en aquella lucidez, algo que hizo que su compañera respirara hondo, porque sinti3ó que la relevaba de una grave responsabilidad. Pansy tenía suficientes luces para guiarse por sí misma, e Isabel intuyó que en aquel momento a ella no le sobraban luces de la pequeña reserva que poseía. Sin embargo, sentía que debía continuar siendo leal a Osmond, pues se jugaba el honor al tratar el asunto de su hija. Inspirada por ese sentimiento, lanzó otra sugerencia antes de retirarse, una sugerencia con la que le pareció haber hecho cuanto estaba en su mano. -Tu padre da, cuando menos, por sentado que te gustaría casarte con un aristócrata.
Pansy stood in the open doorway; she had drawn back the curtain for Isabel to pass. "I think Mr. Rosier looks like one!" she remarked very gravely. Pansy estaba en la puerta y había levantado la cortina para dar paso a Isabel. -¡Yo creo que el señor Rosier lo parece! -observó con gran seriedad.    






CHAPTER 46

46

Lord Warburton was not seen in Mrs. Osmond′s drawing-room for several days, and Isabel couldn′t fail to observe that her husband said nothing to her about having received a letter from him. She couldn′t fail to observe, either, that Osmond was in a state of expectancy and that, though it was not agreeable to him to betray it, he thought their distinguished friend kept him waiting quite too long. At the end of four days he alluded to his absence. Lord Warburton no se dejó ver en varios días por los salones de la señora Osmond, e Isabel no pudo dejar de observar que su marido no le decía una palabra de si había recibido carta de él. Tampoco dejó de notar que Osmond parecía hallarse a la expectativa y que, aunque no le resultaba agradable dejarlo traslucir, pensaba que su distinguido amigo le hacía esperar demasiado. Al cabo de cuatro días aludió a su ausencia.
"What has become of Warburton? What does he mean by treating one like a tradesman with a bill?" -¿ Qué ha sido de Warburton? ¿A qué viene eso de tratarnos como si fuéramos el tendero que espera con la factura?
"I know nothing about him," Isabel said. "I saw him last Friday at the German ball. He told me then that he meant to write to you." -No sé nada de él -contestó Isabel-. Le vi el viernes pasado en el baile de los alemanes, y me dijo que pensaba escribirte.
"He has never written to me." -Pues no me ha escrito.
"So I supposed, from your not having told me." -Ya me lo figuro, cuando no me lo has dicho.
"He′s an odd fish," said Osmond comprehensively. And on Isabel′s making no rejoinder he went on to enquire whether it took his lordship five days to indite a letter. "Does he form his words with such difficulty?" -Es un tipo raro -dijo Osmond para definirlo. Y, al no contestar Isabel, pasó a preguntar si su señoría tardaba cinco días en pergeñar una carta-. ¿Tanto le cuesta poner una palabra detrás de otra?
"I don′t know," Isabel was reduced to replying. "I′ve never had a letter from him." -No lo sé -se vio Isabel obligada a contestar-. Nunca he recibido ninguna carta suya.
"Never had a letter? I had an idea that you were at one time in intimate correspondence." -¿Que no has recibido ninguna carta suya? Se me antojaba que en un tie mpo mantuvisteis una íntima correspondencia.
She answered that this had not been the case, and let the conversation drop. On the morrow, however, coming into the drawing-room late in the afternoon, her husband took it up again. Isabel respondió que no había sido así y dejó decaer la conversación. Al día siguiente, sin embargo, entrando a última hora de la tarde en el salón, su marido la reanudó.
"When Lord Warburton told you of his intention of writing what did you say to him?" he asked. -¿Qué le dijiste a lord Warburton cuando te manifestó su intención de escribirme?
She just faltered. "I think I told him not to forget it." Ella vaciló un instante. -Creo que le dije que no se le olvidara.
"Did you believe there was a danger of that?" -¿Pensabas que existía ese riesgo?
" As you say, he′s an odd fish." -Tú mismo has dicho que es un tipo raro.
"Apparently he has forgotten it," said Osmond. "Be so good as to remind him." -Pues, por lo visto, lo ha olvidado -dijo Osmond-. Ten la bondad de recordárselo.
"Should you like me to write to him?" she demanded. -¿Pretendes que le escriba? -inquirió Isabel.
"I′ve no objection whatever."   -No veo inconveniente.
"You expect too much of me." -Me parece que esperas demasiado de mí.
"Ah yes, I expect a great deal of you." -Cierto, espero muchísimo de ti.
"I′m afraid I shall disappoint you," said Isabel. -Temo que voy a decepcionarte.
"My expectations have survived a good deal of disappointment." -Mis expectativas han sobrevivido a muchísimas decepciones.
"Of course I know that. Think how I must have disappointed myself! If you really wish hands laid on Lord Warburton you must lay them yourself." -Lo sé de sobra. Imagínate la decepción que me he causado a mí misma. Si verdaderamente quieres echar el lazo a lord Warburton, tendrás que echárselo tú mismo.
For a couple of minutes Osmond answered nothing; then he said: "That won′t be easy, with you working against me." Osmond permaneció callado un par de minutos, y luego dijo: -Si tú actúas en contra mía, no será cosa fácil.
Isabel started; she felt herself beginning to tremble. He had a way of looking a t her through half-closed eyelids, as if he were thinking of her but scarcely saw her, which seemed to her to have a wonderfully cruel intention. It appeared to recognise her as a disagreeable necessity of thought, but to ignore her for the time as a presence. That effect had never been so marked as now. "I think you accuse me of something very base," she returned. Isabel se sobresaltó, notó que comenzaba a temblar. Él tenía una manera de mirarla con los párpados semicerrados, como si est uviera pensando en ella pero apenas llegara a verla, que le pareció cargada de una intención enormemente cruel. Parecía reconocerla como una necesidad desagradable del pensamiento pero apartarla de su mente como presencia real. Semejante efecto no había sido nunca tan marcado como ahora. -Me parece que estás acusándome de algo muy bajo -replicó.
"I accuse you of not being trustworthy. If he doesn′t after all come forward it will be because you′ve kept him off. I don′t know that it′s base: it is the kind of thing a woman always thinks she may do. I′ve no doubt you′ve the finest ideas about it." -Te acuso de no ser de fiar. Si, al final, este hombre no se decide, será porque tú se lo has quitado de la cabeza. Yo no sé si eso es bajo, pero desde luego es cosa que una mujer siempre se cree autorizada a hacer. No dudo de que a ti se te ocurren muy buenas ideas.
"I told you I would do what I could," she went on. -Ya te dije que haría cuanto me fuera posible -afirmó Isabel.
"Yes, that gained you time." -Con lo cual ganabas tiempo.
It came over her, after he had said this, that she had once thought him beautiful. "How much you must want to make sure of him!" she exclaimed in a moment. r Al oír aquella recriminación, Isabel recordó que en tiempos ese hombre le había parecido perfecto. -¡Cuántas ganas debes de tener de atraparlo! -exclamó al cabo de un instante.
She had no sooner spoken than she perceived the full reach of her words, of which she had not been conscious in uttering them. They made a comparison between Osmond and herself, recalled the fact that she had once held this coveted treasure in her hand and felt herself rich enough to let it fall. A momentary exultation took possession of her --a horrible delight in having wounded him; for his face instantly told her that none of the force of her exclamation was lost. He expressed nothing otherwise, however; he only said quickly: "Yes, I want it immensely." No más decirlo, se dio cuenta del verdadero alcance de sus palabras, pronunciadas sin pensar. Establecían automáticamente una comparación entre ella y su esposo, y le recordaban que en otro tiempo ella tuvo aquel codiciado tesoro entre las manos y se había sentido lo bastante rica para dejarlo caer. Y un júbilo momentáneo se apoderó de ella... el horrible deleite de haberlo herido, pues adivinó por su expresión que la fuerza de aquella exclamación no se había perdido en el vacío. Sin embargo, él no lo manifestó, y se limitó a decir con presteza: -¡Oh, sí′92! Unas ganas inmensas.
At this moment a servant came in to usher a visitor, and he was followed the next by Lord Warburton, who received a visible check on seeing Osmond. He looked rapidly from the master of the house to the mistress; a movement that seemed to denote a reluctance to interrupt or even a perception of ominous conditions. Then he advanced, with his English address, in which a vague shyness seemed to offer itself as an element of good-breeding; in which the only defect was a difficulty in achieving transitions. Osmond was embarrassed; he found nothing to say; but Isabel remarked, promptly enough, that they had been in the act of talking about their visitor. Upon this her husband added that they hadn′t known what was become of him --they had been afraid he had gone away. "No," he explained, smiling and looking at Osmond; "I′m only on the point of going." And then he mentioned that he found himself suddenly recalled to England: he should start on the morrow or the day after. "I′m awfully sorry to leave poor Touchett!" he ended by exclaiming. En aquel momento apareció un criado anunciando a una visita, y tras él entró el propio lord Warburton, quien, al ver a Osmond, se quedó visiblemente desconcertado. Miró rápida y alternativamente del dueño a la dueña de la casa, como quien se siente molesto por haber interrumpido una conversación o se da cuenta de que hay algo desagradable en el ambiente. Y avanzó con su británica soltura, en la que cierta vaga timidez aparecía como un elemento de la buena educación, cuyo único defecto consistía en la dificultad de realizar transiciones. Osmond se azaró. No sabía qué decir, pero Isabel declaró con presteza que precisamente estaban hablando de su visitante. A esto agregó su esposo que no sabían qué había sido de él... temían que se hubiera ido. -No -explicó él, sonriendo y mirando a Osmond-, pero estoy con el pie en el estribo, como suele decirse. -A continuación mencionó que le habían llamado urgentemente de Inglaterra y que partiría al día siguiente o al otro. Y acabó exclamando-: ¡Siento en el alma tener que abandonar al pobre Touchett!
For a moment neither of his companions spoke; Osmond only leaned back in his chair, listening. Isabel didn′t look at him; she could only fancy how he looked. Her eyes were on their visitor′s face, where they were the more free to rest that those of his lordship carefully avoided them. Y et Isabel was sure that had she met his glance she would have found it expressive. "You had better take poor Touchett with you," she heard her husband say, lightly enough, in a moment. Sus dos compañeros guardaron silencio durante un momento. Osmond escuchaba, arrellanado en su asiento, e Isabel no le miraba; tenía que imaginarse la expresión de su esposo. Ella mantenía los ojos clavados en el rostro de su visitante, donde podían detenerse con toda libertad, pues los de su señoría los esquivaban con cuidado. Pero Isabel estaba segura de que, si sus miradas se hubieran cruzado, la de él habría sido sumamente expresiva. Oyó que su marido decía con ligereza al cabo de un momento: -Más valdría que se llevara usted al pobre Touchett.
"He had better wait for warmer weather," Lord Warburton answered. "I shouldn′t advise him to travel just now." -Le conviene esperar a que el tiempo mejore y haga más calor -respondió lord Warburton-. Por mi parte, yo no le aconsejaría que emprendiese ahora el viaje.
He sat there a quarter of an hour, talking as if he might not soon see them again --unless indeed they should come to England, a course he strongly recommended. Why shouldn′t they come to England in the autumn? --that struck him as a very happy thought. It would give him such pleasure to do what he could for them --to have them come and spend a month with him. Osmond, by his own admission, had been to England but once; which was an absurd state of things for a man of his leisure and intelligence. It was just the country for him --he would be sure to get on well there. Then Lord Warburton asked Isabel if sh e remembered what a good time she had had there and if she didn′t want to try it again. Didn′t she want to see Gardencourt once more? Gardencourt was really very good. Touchett didn′t take proper care of it, but it was the sort of place you could hardly spoil by letting it alone. Why didn′t they come and pay Touchett a visit? He surely must have asked them. Hadn′t asked them? What an ill-mannered wretch! --and Lord Warburton promised to give the master of Gardencourt a piece of his mind. Of course it was a mere accident; he would be delighted to have them. Spending a month with Touchett and a month with himself, and seeing all the rest of the people they must know there, they really wouldn′t find it half bad. Lord Warburton added that it would amuse Miss Osmond as well, who had told him that she had never been to England and whom he had assured it was a country she deserved to see. Of course she didn′t need to go to England to be admired --that was her fate everywher e; but she would be an immense success there, she certainly would, if that was any inducement. He asked if she were not at home: couldn′t he say good-bye? Not that he liked good-byes --he always funked them. When he left England the other day he hadn′t said good-bye to a two-legged creature. He had had half a mind to leave Rome without troubling Mrs. Osmond for a final interview. What could be more dreary than final interviews? One never said the things one wanted --one remembered them all an hour afterwards. On the other hand one usually said a lot of things one shouldn′t, simply from a sense that one had to say something. Such a sense was upsetting; it muddled one′s wits. He had it at present, and that was the effect it produced on him. If Mrs. Osmond didn′t think he spoke as he ought she must set it down to agitation; it was no light thing to part with Mrs. Osmond. He was really very sorry to be going. He had thought of writing to her instead of calling --but he w ould write to her at any rate, to tell her a lot of things that would be sure to occur to him as soon as he had left the house. They must think seriously about coming to Lockleigh. Lord Warburton permaneció un cuarto de hora allí sentado, hablando como si tal vez no hubiera de volver a verles.., a menos que ellos se decidieran a ir a Inglaterra, posibilidad que les recomendó vivamente, sugiriéndoles que se dieran una vuelta por allá durante el otoño... lo que le parecía una idea excelente. Para él seria un placer atenderles en lo que pudiera... recibirles en su casa y que pasaran un mes con él. Según él mismo confesara, Osmond no h abía estado más que una vez en Inglaterra, cosa inadmisible en un hombre de su cultura y libre de ocupaciones. Era el país ideal para él... donde sin duda se sentiría a gusto. Después, lord Warburton preguntó a Isabel si se acordaba de lo bien que lo había pasado allí y si no le gustaría volver a probar. ¿No le apetecía volver a Gardencourt? Aquél era un lugar muy agradable. Touchett no lo cuidaba como debía, pero era uno de esos sitios que no se echan a perder por el hecho de tenerlo abandonado. ¿Porqué no le hacían una visita a Touchett? Seguro que él se lo había pedido. ¿No se lo había pedido? ¡Había que ver qué mal educado!... Ya le tiraría él luego de las orejas. Por supuesto que era un mero accidente: a Touchett le encantar237ía tenerlos a su lado. Si se decidían a pasar un mes con Touchett y otro mes con él y conocían a toda la gente que debían conocer allí, no lo pasarían del todo mal. Lord Warburton añadió que también sería entretenido para la señorita Osmond, que le había dicho que no conocía Inglaterra, y a quien él había asegurado que era un país que ella merecía conocer. Por descontado, no necesitaba ir a Inglaterra para ser admirada... cosa que tenía que ocurrirle en todas partes, pero allí tendría un éxito inmenso, y eso podría constituir un incentivo más para el viaje. Preguntó si Pansy estaba en casa; ¿no podría despedirse de ella? No era que le gustasen las despedidas, las detestaba con toda su alma. Prueba de ello er a que al partir de Inglaterra no se había despedido de ningún ser humano. Y ahora mismo, casi había estado a punto de abandonar Roma sin molestar a la señora Osmond con una última visita. ¿Había nada más triste que un último encuentro? Nunca decía uno las cosas que quería decir y sólo las recordaba una hora después y en cambio uno decía muchas cosas que no debía decir, por el hecho de sentirse obligado a decir algo... era una sensación muy fastidiosa y que a uno le confundía las ideas. Él la tenía en ese momento y le producía ese mismo efecto. Si a la señora Osmond no le parecía que hablaba como era debido, tenía que achacarlo a los nervios, pues no era cosa fácil despedirse de ella. La verdad, sentía en el alma tener que marchars e. Había pensado escribirle a Isabel en vez de venir a despedirse... de todos modos le escribiría para decirle un montón de cosas que seguro que se le ocurrirían en cuanto saliera de la casa. Tenían que pensar seriamente en lo de ir a Locldeigh.
If there was anything awkward in the conditions of his visit or in the announcement of his departure it failed to come to the surface. Lord Warburton talked about his agitation; but he showed it in no other manner, and Isabel saw that since he had determined on a retreat he was capable of executing it gallantly. She was very glad for him; she liked him quite well enough to wish him to appear to carry a thing off. He would do that on any occasion --not from impudence but simply from the habit of success; and Isabel felt it out of her husband′s power to frustrate this faculty. A complex operation, as she sat there, went on in her mind. On one side she listened to their visitor; said what was proper to him; read, more or less, between the lines of what he s aid himself; and wondered how he would have spoken if he had found her alone. On the other she had a perfect consciousness of Osmond′s emotion. She felt almost sorry for him; he was condemned to the sharp pain of loss without the relief of cursing. He had had a great hope, and now, as he saw it vanish into smoke, he was obliged to sit and smile and twirl his thumbs. Not that he troubled himself to smile very brightly; he treated their friend on the whole to as vacant a countenance as so clever a man could very well wear. It was indeed a part of Osmond′s cleverness that he could look consummately uncompromised. His present appearance, however, was not a confession of disappointment; it was simply a part of Osmond′s habitual system, which was to be inexpressive exactly in proportion as he was really intent. He had been intent on this prize from the first; but he had never allowed his eagerness to irradiate his refined face. He had treated his possible son-in-law as he treated every one --with an air of being interested in him only for his own advantage, not for any profit to a person already so generally, so perfectly provided as Gilbert Osmond. He would give no sign now of an inward rage which was the result of a vanished prospect of gain --not the faintest nor subtlest. Isabel could be sure of that, if it was any satisfaction to her. Strangely, very strangely, it was a satisfaction; she wished Lord Warburton to triumph before her husband, and at the same time she wished her husband to be very superior before Lord Warburton. Osmond, in his way, was admirable; he had, like their visitor, the advantage of an acquired habit. It was not that of succeeding, but it was something almost as good --that of not attempting. As he leaned back in his place, listening but vaguely to the other′s friendly offers and suppressed explanations --as if it were only proper to assume that they were addressed essentially to his wife --he had at least (s ince so little else was left him) the comfort of thinking how well he personally had kept out of it, and how the air of indifference, which he was now able to wear, had the added beauty of consistency. It was something to be able to look as if the leave-taker′s movements had no relation to his own mind. The latter did well, certainly; but Osmond′s performance was in its very nature more finished. Lord Warburton′s position was after all an easy one; there was no reason in the world why he shouldn′t leave Rome. He had had beneficent inclinations, but they had stopped short of fruition; he had never committed himself, and his honour was safe. Osmond appeared to take but a moderate interest in the proposal that they should go and stay with him and in his allusion to the success Pansy might extract from their visit. He murmured a recognition, but left Isabel to say that it was a matter requiring grave consideration. Isabel, even while she made this remark, could see the gre at vista which had suddenly opened out in her husband′s mind, with Pansy′s little figure marching up the middle of it. Si había algo embarazoso en las condiciones de su visita o en el anuncio de su partida, nada afloró a la superficie. Lord Warburton habló de su intranquilidad, pero no la mostró de ninguna otra manera, e Isabel comprendió que, una vez decidido a emprender la retirada, sabría llevarla a cabo con gallardía. Ella se alegraba mucho por él. Le apreciaba lo bastante para desear verle salir airoso de un trance apurado. Y tenía la seguridad de que él así lo haría en cualquier situación, y no por descaro sino sencillamente por la costumbre de triunfar, y sentía Isabel que no estaba al alcance de su marido el frustrar esa facultad. Mientras permanecía allí sentada, en su mente se desarrollaba una complicada operación. Por una parte escuchaba a su visitante, le decía lo que consideraba oportuno, leía más o menos entre líneas lo que él quería decir, y se preguntaba lo que habría dicho si la hubiese encontrado sola. Por otra parte, tenía conciencia de la emoción de Osmond, y casi le daba lástima, condenado como estaba a sufrir el dolor de la pérdida sin el consuelo de poder maldecir. Había concebido una inmensa esperanza, y ahora la veía desvanecerse sin poder hacer otra cosa que seguir sentado, sonriendo y dando vueltas a los pulgares. No es que se molestara en sonreír demasiado, se limitaba a volver hacia su común amigo un semblante todo lo inexpresivo que podía admitirse en un hombre tan listo. Parte de la listeza de Osmond consistía, en efecto, en saber aparentar una indiferencia consumada. Su aspecto presente no era, sin embargo, una confesión de desencanto, sino simplemente parte del sistema en él habitual, consistente en aparecer tanto menos expresivo cuanto más estaba al acecho. Y había estado al acecho de esta presa desde el primer momento, pero nunca había dejado que la avidez se asomara a su refinado rostro. Había tratado a su posible yerno como trataba a todos los demás... con aire de interesarse por él sólo por su propio bien, no por el provecho que de ello pudiera derivarse para una persona tan bien provista ya en todos sentidos como Gilbert Osmond. No mostraría ahora la más leve señal de la rabia inter ior que le consumía, resultado de que la perspectiva de beneficio se disipaba... ni la más leve señal, ni la más sutil. De eso Isabel podía estar segura, le diera o no alguna satisfacción. Por extraño, por muy extraño que pudiera parecer, era una satisfacción. Quería que lord Warburton triunfara delante de su marido y, al mismo tiempo, que su marido apareciese superior a lord Warburton. A su manera, Osmond resultaba verdaderamente admirable, pues, al igual que su visitante, contaba con la ventaja de un hábito adquirido: no el de triunfar sino el de otro que casi valía otro tanto... el de no esforzarse. Apoltronado en su asiento y escuchando sin mucha atención los amistosos ofrecimientos y las medias explicaciones del otro -como si lo correcto fuera considerar que se dirigían esencialmente a su mujer-, tenía c uando menos (ya que le quedaban tan pocas cosas) el consuelo de pensar en lo bien que había sabido mantenerse ajeno al asunto y en que ese aire de indiferencia que ahora podía adoptar poseía la belleza añadida de lo consecuente. Tenía su mérito poder considerar que los movimientos de su visitante no guardaban relación alguna con su propio pensamiento. La actuación del presunto viajero era sin duda magnífica, pero la representación de Osmond era en sí misma mucho más acabada. Después de todo, la situación de lord Warburton era fácil, ya que no existía razón alguna que le impidiese marcharse de Roma. Había tenido designios bien intencionados, pero éstos no habían llegado a cumplirse; en ningún momento se había comprometido, y su honor quedaba a sal fvo. Osmond pareció tomar un interés sólo modesto en la propuesta de que fuera a su casa y en la alusión al éxito que Pansy podría cosechar durante esa visita. Murmuró una expresión de agradecimiento, y dejó que Isabel manifestara que el asunto requería una seria reflexión. Incluso mientras hacía tal observación, Isabel veía el inmenso panorama que de repente se abría ante la mente de su marido, en el que la figurita de Pansy avanzaba por en medio.
Lord Warburton had asked leave to bid good-bye to Pansy, but neither Isabel nor Osmond had made any motion to send for her. He had the air of giving out that his visit must be short; he sat on a small chair, as if it were only for a moment, keeping his hat in his hand. But he stayed and stayed; Isabel wondered what he was waiting for. She believed it was not to see Pansy; she had an impression that on the whole he would rather not see Pansy. It was of course to see herself alone --he had something to say to her. Isabel had no great wish to hear it, for she was afraid it would be an explanation, and she could perfectly dispense with explanations. Osmond, however, presently got up, like a man of good taste to whom it had occurred that so inveterate a visitor might wish to say just the last word of all to the ladies. "I′ve a letter to write before dinner," he said; "you must excuse me. I′ll see if my daughter′s disengaged, and if she is she shall know you′re here. Of course when you come to Rome you′ll always look us up. Mrs. Osmond will talk to you about the English expedition: she decides all those things." Lord Warburton había solicitado permiso para despedirse de Pansy, pero ni Isabel ni Osmond habían hecho ademán de mandar a buscarla. Aquél parecía querer indicar que su visita iba a ser corta; se había sentado en una silla bajita, como si sólo fuera a permanecer un mo3_mento, y conservaba el sombrero en la mano. Pero allí seguía, y no se marchaba. Isabel se preguntaba qué estaría esperando. Creía que él no confiaba en ver a Pansy, y tenía la impresión de que, en fin de cuentas, preferiría no verla. Lo que él deseaba era verla a ella a solas... Quería decirle algo. Isabel no tenía muchas ganas de oírlo, porque temía que fuera una explicación, y podía pasarse sin ella. Osmond, por su parte, acabó por levantarse, como hombre de buen gusto a quien acababa de ocurrírsele que tan asiduo visitante quizá desearía decir sus últimas frases de despedida a las damas. -Le ruego que me disculpe -dijo-. Tengo que escribir una carta antes de la cena. De paso veré si mi hija no está ocupada y, si puede venir, l e diré que está usted aquí. Espero que, si vuelve a Roma, no dejará de venir a vernos.   La señora Osmond hablará con usted acerca de esa excursión a tierra inglesa. Estas cosas las decide ella solamente.
The nod with which, instead of a hand-shake, he wound up this little speech was perhaps rather a meagre form of salutation; but on the whole it was all the occasion demanded. Isabel reflected that after he left the room Lord Warburton would have no pretext for saying, "Your husband′s very angry"; which would have been extremely disagreeable to her. Nevertheless, if he had done so, she would have said: "Oh, don′t be anxious. He doesn′t hate YOU: it′s me that he hates!" La inclinación de cabeza con que, en lugar del apretón de manos, remató esa pequeña alocución, fue tal vez una forma de salutación un tanto exigua; pero, en realidad, era lo adecuado a la situación. Isabel pensó que cuando Osmond hubiera salido de la habitación, lord Warburton no tendría motivo para decir: «Su marido está muy enojado», cosa que le habría resultado muy desagradable oír, y a la que habría tenido que contestar: «Bah, no se preocupe, no es a usted a quien aborrece; a quien detesta es a m7í».
It was only when they had been left alone together that her friend showed a certain vague awkwardness --sitt ing down in another chair, handling two or three of the objects that were near him. "I hope he′ll make Miss Osmond come," he presently remarked. "I want very much to see her." Únicamente después de quedarse solos los dos su amigo mostró cierto vago azoramiento... pues se sentó en otra silla y manoseó dos o tres chucherías que tenía cerca. -Espero que haga venir a la señorita Osmond -comentó al poco-. Tengo verdaderos deseos de verla.
"I′m glad it′s the last time," said Isabel. -Me alegro de que sea la última vez -respondió Isabel.
"So am I. She doesn′t care for me." -También yo. Me he dado cuenta de que no le intereso.
"No, she doesn′t care for you." -Verdad. No le interesa usted.
"I don′t wonder at it," he returned. Then he added with inconsequence: "You′ll come to England, won′t you?" -No me extraña -replicó él, y enseguida añadió con inconsecuencia-: Por supuesto, irán ustedes a Inglaterra, ¿verdad?
"I think we had better not." -Me parece que será mejor no ir.
"Ah, you owe me a visit. Don′t you remember that you were to have come to Lockleigh once, and you never did?" -Recuerde que me debe una visita. ¿Ha olvidado que tenía que haber ido una vez a Lockleigh y que nunca fue?
"Everything′s changed since then," said Isabel. -Las cosas han cambiado desde entonces.
"Not changed for the worse, surely --as far as we′re concerned. To see you under my roof" --and he hung fire but an instant --"would be a great satisfaction." -Espero que no para peor, en cuanto a nosotros se refiere. Verla a usted en mi casa -y aquí hizo una breve pausa- sería una gran satisfacción.
She ha d feared an explanation; but that was the only one that occurred. They talked a little of Ralph, and in another moment Pansy came in, already dressed for dinner and with a little red spot in either cheek. She shook hands with Lord Warburton and stood looking up into his face with a fixed smile --a smile that Isabel knew, though his lordship probably never suspected it, to be near akin to a burst of tears. Ella había temido una explicación, pero aquélla fue la única. Hablaron un poco de Ralph, y, al cabo de un momento, Pansy se presentó, vestida ya para la cena y con las mejillas un tanto arreboladas. Tendió la mano a lord Warburton y se quedó mirándole al rostro con aquella sonrisa fija... una sonrisa que Isabel sabía, aunque su señoría a buen seguro jamás llegaría a sospecharlo, que disimulaba un gran deseo de romper en llanto.
"I′m going away," he said. "I want to bid you good-bye." -Me marcho -dijo lord Warburton-. Quería despedirme de usted.
"Good-bye, Lord Warburton." Her voice perceptibly trembled. -Adiós, lord Warburton. -Su voz temblaba de un modo perceptible.
"And I want to tell you how much I wish you may be very happy." -Quiero, además, decirle que deseo de todo corazón que sea feliz.
"Thank you, Lord Warburton," Pansy answered. -Gracias, lord Warburton -respondió Pansy.
He lingered a moment and gave a glance at Isabel. "You ought to be very happy --you′ve got a guardian angel." Él se demoró un instante y lanzó una mirada a Isabel. -Por fuerza ha de ser feliz... tiene usted un verdadero ángel de la guarda.
"I′m sure I shall be happy," said Pansy in the tone of a person who se certainties were always cheerful. -Estoy segura de que lo seré -replicó Pansy con el tono de la persona cuyas certidumbres son siempre alegres.
"Such a conviction as that will take you a great way. But if it should ever fail you, remember --remember --" And her interlocutor stammered a little. "Think of me sometimes, you know!" he said with a vague laugh. Then he shook hands with Isabel in silence, and presently he was gone. -Ese convencimiento le ayudará mucho a serlo; pero si alguna vez le faltara, recuerde que... que... -Titubeó un poco y, al fin, añadi3ó con una vaga risa-: ¡Piense en mí, ya sabe! -Estrechó en silencio la mano de Isabel y desapareció rápidamente.
When he had left the room she expected an effusion of tears from her stepdaughter; but Pansy in fact treated her to something very different. Una vez que hubo dejado el salón, Isabel creyó que Pansy rompería a llorar; pero, con gran sorpresa suya, su hijastra la obsequió con algo muy distinto, pues exclamó con dulzura:
"I think you ARE my guardian angel!" she exclaimed very sweetly. -¡También yo creo que es usted mi ángel guardián!   
Isabel shook her head. "I′m not an angel of any kind. I′m at the most your good friend." -No soy un ángel de ninguna clase -contestó Isabel-. Todo lo más, una buena amiga.
"You′re a very good friend then --to have asked papa to be gentle with me." -Pues entonces, una amiga muy buena... por haberle pedido a papá que me trate bien.
"I′ve asked your father nothing," said Isabel, wondering. -No le he pedido nada a tu padre -dijo Isabel, extrañada.
"He told me just now to come to the drawin g-room, and then he gave me a very kind kiss." -Acaba de decirme que viniera al saló 97n, y me ha dado un beso muy cariñoso.
"Ah," said Isabel, "that was quite his own idea!" -¡Ah! Eso ha sido sólo idea suya.
She recognised the idea perfectly; it was very characteristic, and she was to see a great deal more of it. Even with Pansy he couldn′t put himself the least in the wrong. They were dining out that day, and after their dinner they went to another entertainment; so that it was not till late in the evening that Isabel saw him alone. When Pansy kissed him before going to bed he returned her embrace with even more than his usual munificence, and Isabel wondered if he meant it as a hint that his daughter had been injured by the machinations of her stepmother. It was a partial expression, at any rate, of what he continued to expect of his wife. She was about to follow Pansy, but he remarked that he wished she would remain; he had something to say to her. Then he walked about the drawing-room a little, while she stood waiting in her cloak. Ella reconocía perfectamente la idea; era muy característica de él, y aún habría de verla en muchas otras ocasiones. Ni siquiera frente a Pansy quería Osmond aparecer culpable. Aquel día cenaron fuera, y, después de la cena, fueron a otra diversión, de suerte que Isabel no pudo verlo a solas hasta altas horas de la noche. Cuando Pansy lo besó antes de irse a acostar, Osmond correspondió a su abrazo con más afecto de lo que tenía por costumbre, e Isabel se preguntó si sería una insinuación de que su hija había sido perjudicada por las maquinaciones de su madrastra. Era una expresión parcial, en cualquier caso, de lo que seguía espera ndo de su esposa. Ésta se disponía a seguir a Pansy, pero él le señaló su deseo de que se quedase, pues tenía algo que decirle. Luego dio unos cuantos pasos por el salón, mientras ella aguardaba de pie, sin quitarse la capa.
"I don′t understand what you wish to do," he said in a moment. "I should like to know --so that I may know how to act." -No comprendo lo que quieres hacer -dijo al cabo de un momento-. Me gustaría saberlo, para obrar en consecuencia.
"Just now I wish to go to bed. I′m very tired." -Ahora mismo, lo que quiero es irme a la cama. Estoy rendida.
"Sit down and rest; I shall not keep you long. Not there --take a comfortable place." And he arranged a multitude of cushions that were scattered in picturesque disorder upon a vast divan. This was not, however, where she seated herself; she dropped into the nearest chair. The fire had gone out; the lights in the great room were few. She drew her cloak about her; she felt mortally cold. "I think you′re trying to humiliate me," Osmond went on. "It′s a most absurd undertaking." -Siéntate y descansa; no voy a detenerte mucho tiempo. No, ahí no; donde estés cómoda. -Juntó unos cuantos cojines que yacían desordenadamente esparcidos en un vasto diván; pero ella no se sentó en él sino que se dejó caer en la butaca más próxima. El fuego se habí a extinguido y las luces eran pocas para la gran estancia. Ella se arrebujó en su capa; sentía un frío mortal-. Creo que estás tratando de humillarme -continuó Osmond-. Es una empresa por demás absurda.
"I haven′t the least idea what you mean," she returned. -No tengo la menor idea de a qué te refieres -replicó ella.
"You′ve played a very deep game; you′ve managed it beautifully." -Has estado jugando un juego difícil y lo has organizado bien.
"What is it that I′ve managed?" -¿Qué es lo que he organizado?
"You′ve not quite settled it, however; we shall see him again." And he stopped in front of her, with his hands in his pockets, looking down at her thoughtfully, in his usual way, which seemed meant to let her know that she was not an object, but only a rather disagreeable incident, of thought. -Pero no creas que lo has dejado zanjado. Volveremos a verle. Y se detuvo ante ella con las manos en los bolsillos y mirándola pensativamente, según su costumbre, con aquella mirada que parecía querer decirle que ella no era el objeto sino un simple incidente, más bien desagradable, de su pensamiento.
"If you mean that Lord Warburton′s under an obligation to come back you′re wrong," Isabel said. "He′s under none whatever." -Si te refi eres a que lord Warburton tiene alguna obligación de volver, estás completamente equivocado -dijo Isabel-. Nada le obliga.
"That′s just what I complain of. But when I say he′ll come back I don′t mean he′ll come from a sense of duty." -De eso es precisamente de lo que me quejo. Pero cuando digo que volverá, no me refiero a que venga impulsado por su sentido del deber.
"There′s nothing else to make him. I think he has quite exhausted Rome." -Pues no creo que haya ningún otro motivo. Roma está ya agotada para él.
"Ah no, that′s a shallow judgement. Rome′s inexhaustible." And Osmond began to walk about again. "However, about that perhaps there′s no hurry," he added. "It′s rather a good idea of his that we should go to England. If it were not for the fear of finding your cousin there I think I should try to persuade you." -No lo creas; ése es un juicio superficial. Roma es inagotable. -Comenzó de nuevo a andar de un lado para otro y añadió-: De todos modos, sobre eso quizá no haya prisa. Ha tenido una buena idea con lo de que vayamos a Inglaterra. Si no fuera por el temor de encontrar allí a tu primo, creo que yo mismo trataría de convencerte de que fuéramos.
"It may be that you′ll not find my cousin," said Isabel. -Tal vez no encuentres a m i primo.
"I should like to be sure of it. However, I shall be as sure as possible. At the same time I should like to see his house, that you told me so much about at one time: what do you call it? --Gardencourt. It must be a charming thing. And then, you know, I′ve a devotion to the memory of your uncle: you made me take a great fancy to him. I should like to see where he lived and died. That indeed is a detail. Your friend was right. Pansy ought to see England." -Quisiera estar seguro de ello. Pero me aseguraré lo más que pueda. Por otra parte, me gustaría ver su casa, de la que tanto me has hablado en otros tiempos... ¿cómo se llama?... Gardencourt, si mal no recuerdo. Debe de ser un lugar encantador. Ya sabes que, además, tengo una gran veneración por la memoria de tu tío; tú me hiciste tomarle mucho cariño. Me gustaría ver dónde vivió y murió. Pero esto no es más que un pequeño detalle. Tu amigo tenía razón: Pansy debe conocer Inglaterra.
"I′ve no doubt she would enjoy it," said Isabel. -No me cabe duda de que le gustará -dijo Isabel.
"But that′s a long time hence; next autumn′s far off," Osmond continued; "and meantime there are things that more nearly interest us. Do you think me so very proud?" he suddenly asked. -Pero de aquí al otoño hay un largo trecho -continuó Osmond-, y entretanto hay otras cosas que nos tocan más de cerca. ¿De veras me crees tan soberbio? -preguntó de súbito.
"I think you very strange." -Me pareces muy extraño.
"You don′t understand me." -Es que no me comprendes.
"No, not even when you insult me." -No; ni siquiera cuando me insultas.
"I don′t insult you; I′m incapable of it. I merely speak of certain facts, and if the allusion′s an injury to you the fault′s not mine. It′s surely a fact that you have kept all this matter quite in your own hands." -Yo no te insulto. Soy incapaz de ello. Lo único que hago es traer a colación algunos hechos, y si aludir a ellos te hace daño, no es culpa mía. No hay la menor duda de que este asunto lo has manejado tú sola.
"Are you going back to Lord Warburton?" Isabel asked. "I′m very tired of his name." -¿Vas a volver a lo de lord Warburton? -preguntó Isabel-. Ya estoy harta de oír ese nombre.
"You shall hear it again before we′ve done with it." -Pues volverás a oírlo, porque todavía no hemos terminado con este asunto.
She had spoken of his insulting her, but it suddenly seemed to her that this ceased to be a pain. He was going down --down; the vision of such a fall made her almost giddy: that was the only pain. He was too strange, too different; he didn′t touch her. Still, the working of his morbid passion was extraordinary, and she felt a rising curiosity to know in what light he saw himself justified. "I might say to you that I judge you′ve nothing to say to me that′s worth hearing," she returned in a moment. "But I should perhaps be wrong. There′s a thing that would be worth my hearing --to know in the plainest words of what it is you accuse me." Ella había dicho que él la insultaba, pero, de pronto, a Isabel le pareció que eso no le causaba y a dolor. Él estaba cayendo... cayendo, y la visión de un descenso así casi le producía vértigo; ése era todo su dolor. Él era demasiado extraño, demasiado distinto, tanto que ya no la rozaba. Sin embargo, el funcionamiento de la mórbida pasión de su marido era extraordinario, y ella sentía una curiosidad creciente por saber de qué manera se justificaba ante sus propios ojos. -Podría decirte que creo que no tienes nada que decirme que merezca la pena escuchar -replicó pasado un momento-. Sin embargo, tal vez esté equivocada; hay una cosa que vale la pena que oiga... y es que me digas, con las palabras más claras posible, de qué me acusas.
"Of having prevented Pansy′s marriage to Warburton. Are those words plain enough?" -De haber impedido que Pansy se casara con lord Warburton. ¿Te parece suficiente claridad?
"On the contrary, I took a great interest in it. I told you so; and when you told me that you counted on me --that I think was what you said --I accepted the obligation. I was a fool to do so, but I did it." -Por el contrari o, he puesto mucho interés. Te lo dije; y cuando me dijiste que contabas conmigo... creo que eso es lo que dijiste... acepté la obligación. Fui una tonta al aceptarla, pero lo hice.
"You pretended to do it, and you even pretended reluctance to make me more willing to trust you. Then you began to use your ingenuity to get him out of the way." -Fingiste aceptarla, e incluso fingiste no querer hacerlo para que yo confiara más en ti. Luego comenzaste a emplear tu inventiva para quitarle de en medio.
"I think I see what you mean," said Isabel. -Creo comprender lo que quieres decir.
"Where′s the letter you told me he had written me?" her husband demanded. -¿Dónde está la carta que me dijiste que me había escrito? -preguntó su marido.
"I ha ven′t the least idea; I haven′t asked him." -No tengo la menor idea. No se lo he preguntado.
"You stopped it on the way," said Osmond. -La interceptaste tú.
Isabel slowly got up; standing there in her white cloak, which covered her to her feet, she might have represented the angel of disdain, first cousin to that of pity. "Oh, Gilbert, for a man who was so fine --!" she exclaimed in a long murmur. Isabel se levantó poco a poco y permaneció un momento inmóvil; envuelta en aquella capa blanca que la cubría hasta los pies, podía habe r representado el ángel del desdén, pariente cercano de la compasión. -¡Oh, Gilbert! Para un hombre que era tan exquisito... -exclamó en un largo murmullo.
"I was never so fine as you. You′ve done everything you wanted. You′ve got him out of the way without appearing to do so, and you′ve placed me in the position in which you wished to see me --that of a man who has tried to marry his daughter to a lord, but has grotesquely failed." -Nunca lo he sido tanto como tú. Has hecho todo lo que has querido. Lo has quitado de en medio sin parecer hacerlo y me has colocado en la situación en que querías verme... la del hombre que ha procurado casar a su hija con un lord y ha fracasado grotescamente.
"Pansy doesn′t care for him. She′s very glad he′s gone," Isabel said. -Pansy no se interesa por él. Está muy contenta de que se vaya.
"That has nothing to do with the matter." -Eso no tiene nada que ver con la cuestión.
"And he doesn′t care for Pansy." -Y a él no le interesa Pansy.
"That won′t do; you told me he did. I don′t know why you wanted this particular satisfaction," Osmond continued; "you might have taken some other. It doesn′t seem to me that I′ve been presumptuous --that I have taken too much for granted. I′ve been very modest about it, very quiet. The idea didn′t originate with me. He began to show that he liked her before I ever thought of it. I left it all to you." -Eso no vale. Tú me dijiste que sí. No comprendo por qué necesitabas esta satisfacción, podrías haberte pro3_curado cualquier otra. Creo que no he sido presuntuoso... que no he dado demasiadas cosas por supuestas. He sido muy modesto en todo ello, muy discreto. La idea no partió de mí. Él comenzó a dar muestras de que la muchacha le gustaba antes de que a mí se me hubiera pasado por la cabeza. Y yo te confié todo el asunto.
"Yes, you were very glad to leave it to me. After this you must attend to such things yourself." -Bien que te agradó entonces dejarlo en mis manos. Pues en adelante tendrás que ocuparte tú de estas cosas.
He looked at her a moment; then he turned away. "I thought you were very fond of my daughter." Él la miró un momento y luego se alejó. -Creí que estabas encariñada con mi hija.
"I′ve never been more so than to-day." -Nunca lo ha estado tanto como ahora.
"Your affection is attended with immense limitations. However, that perhaps is natural." -Por lo visto, tu afecto está lleno de inmensas limitaciones. Es posible que eso sea lo natural.
"Is this all you wished to say to me?" Isabel asked, taking a candle that stood on one of the tables. Isabel tomó un candel abro que había sobre una de las mesas y preguntó: -¿Es eso todo lo que querías decirme?
"Are you satisfied? Am I sufficiently disappointed?" -¿Estás satisfecha? ¿Me ves suficientemente defraudado?
"I don′t think that on the whole you′re disappointed. You′ve had another opportunity to try to stupefy me." -No creo que en el fondo estés tan decepcionado. Has tenido una oportunidad más para intentar dejarme estupefacta.
"It′s not that. It′s proved that Pansy can aim high." -No es eso. Lo que se ha demostrado es que Pansy puede picar más alto.
"Poor little Pansy!" said Isabel as she turned away with her candle. -¡Pobrecita Pansy! -dijo Isabel mientras se dirigía hacia la puerta con el candelabro en la mano.  






CHAPTER 47

47

It was from Henrietta Stackpole that she learned how Caspar Goodwood had come to Rome; an event that took place three days after Lord Warburton′s departure. This latter fact had been preceded by an incident of some importance to Isabel --the temporary absence, once again, of Madame Merle, who had gone to Naples to stay with a friend, the happy possessor of a villa at Posilippo. Madame Merle had ceased to minister to Isabel′s happiness, who found herself wondering whether the most discreet of women might not also by chance be the most dangerous. Sometimes, at night, she had strange visions; she seemed to see her husband and her friend --his friend --in dim, indistinguishable combination. It seemed to her that she had not done with her; this lady had something in reserve. Isabel′s imagination applied itself actively to this elusive point, but every now and then it was checked by a nameless dread, so that when the charming woman was away from Rome she had almost a consciousness of respite. She had already learned from Miss Stackpole that Caspar Goodwood was in Europe, Henrietta having written to make it known to her immediately after meeting him in Paris. He himself never wrote to Isabel, and though he was in Europe she thought it very possible he might not desire to see her. Their last interview, before her marriage, had had quite the character of a complete rupture; if she remembered rightly he had said he wished to take his last look at her. Since then he had been the most discordant survival of her earlier time --the only one in fact with which a permanent pain was associated. He had left her that morning with a sense of the most superfluous of shocks: it was like a collision between vessels in broad daylight. There had been no mist, no hidden current to excuse it, and she herself had only wished to steer wide. He had bumped against her prow, however, while her hand was on the tiller, and --to complete the metaphor --had given the lighter vessel a strain which still occasionally betrayed itself in a faint creaking. It had been horrid to see him, because he represented the only serious harm that (to her belief) she had ever done in the world: he was the only person with an unsatisfied claim on her. She had made him unhappy, she couldn′t help it; and his unhappiness was a grim reality. She had cried with rage, after he had left her, at --she hardly knew what: she tried to think it had been at his want of consideration. He had come to her with his unhappiness when her own bliss was so perfect; he had done his best to darken the brightness of those pure rays. He had not been violent, and yet there had been a violence in the impression. There had been a violence at any rate in something somewhere; perhaps it was only in her own fit of weeping and in that after-sense of the same which had lasted three or four days. Isabel supo por Henrietta Stackpole que Caspar Goodwood estaba en Roma, lo que aconteció tres días después de la partida de lord Warburton. Este incidente había l estado precedido por otro de cierta importancia para Isabel: la ausencia temporal, una vez más, de madame Merle, que había ido a pasar una corta temporada en Nápoles, invitada por una amiga, afortunada propietaria de una villa en Posilippo. Madame Merle había cesado de contribuir a la felicidad de Isabel, quien se quedó preguntándose si la mujer más discreta del mundo no sería también la más peligrosa. A veces, por la noche, tenía extrañas visiones. Le parecía estar viendo a su marido y a su amiga... la amiga también de él... formando una borrosa e indistinguible combinación. Se le antojaba que esa señora no había terminado aún con ella, que todavía le reservaba algo. La imaginación de Isabel se aplicaba activamente a este punto huidizo, pero de vez en cuando la refrenaba un pavor sin nombre, de tal suerte que, cuando la encantadora dama se hallaba ausente de Roma, tenía Isabel algo así como una sensación de alivio. Ya antes había sabido por Henrietta Stackpole que Caspar Goodwood estaba en Europa, pues la periodista se lo había comunicado por escrito en cuanto se encontró con él en París. Por su parte, él no escribía jamás a Isabel y ésta creyó que, a pesar de estar en Europa, él no quería verla. La última entrevista, antes del matrimonio de ella, había tenido todo el carácter de una ruptura definitiva; y, si no recordaba mal, Caspar le había dicho que quería verla por última vez. Desde aquel entonces, aquel hombre venía siendo la nota más discordante de su etapa anterior..., la única, de hecho, que llevaba asociada un dolor permanente. La mañana de su despedida la había dejado con la sensación del más innecesario de los golpes, y la escena entre los dos sucedida se le representaba como la colisión de dos barcos en pleno día. No había habido niebla ni corrientes ocultas que la justificaran, y, por su parte, ella trató de esquivarla. Pero él había chocado contra su proa, mientras ella tenía la mano en el timón, y-para completar la metáfora- había causado en el navío más ligero un daño que esporádicamente se delataba en un débil crujido. Había sido horrible verle, ya que él representaba, a juicio de Isabel, el único daño serio que ella ocasionara en toda su vida, la única persona que tenía contra ella una reclamación no satisfecha. Le había hecho desgraciado, no pudo evitarlo; y su infelicidad era una dura realidad. Isabel había sollozado de rabia cuando él la dejara... no sabía por qué, y quiso pensar que había sido por la falta de consideración de Caspar. El se había presentado ante ella con su infelicidad justo cuando la dicha de ella era más perfecta; había hecho lo posible por empañar el fulgor de aquellos puros rayos. No se había mostrado violento, pero produjo una impresión de violencia. Sea como fuere, en algo y en alguna parte había existido violencia; acaso únicamente en el ataque de llanto de Isabel y en el regusto que le quedó durante tres o cuatro días después de la escena.
The effect of his final appeal had in short faded away, and all the first year of her marriage he had dropped out of her books. He was a thankless subject of reference; it was disagreeable to have to think of a person who was sore and sombre about you and whom you could yet do nothing to relieve. It would have been different if she had been able to doubt, even a little, of his unreconciled state, as she doubted of Lord Warburton′s; unfortunately it was beyond question, and this aggressive, uncompromising look of it was just what made it unattractive. She could never say to herself that here was a sufferer who had compensations, as she was able to say in the case of her English suitor. She had no faith in Mr. Goodwood′s compensations and no esteem for them. A cotton-factory was not a compensation for anything --least of all for having failed to marry Isabel Archer. And yet, beyond that, she hardly knew what he had --save of course his intrinsic qualities. Oh, he was intrinsic enough; she never thought of his even looking for artificial aids. If he extended his business --that, to the best of her belief, was the only form exertion could take with him --it would be because it was an enterprising thing, or good for the business; not in the least because he might hope it would overlay the past. This gave his figure a kind of bareness and bleakness which made the accident of meeting it in memory or in apprehension a peculiar concussion; it was deficient in the social drapery commonly muffling, in an overcivilised [sic}">age, the sharpness of human contacts. His perfect silence, moreover, the fact that she never heard from him and very seldom heard any mention of him, deepened this impression of his loneliness. She asked Lily for news of him, from time to time; but Lily knew nothing of Boston --her imagination was all bounded on the east by Madison Avenue. As time went on Isabel had thought of him oftener, and with fewer restrictions; she had had more than once the idea of writing to him. She had never told her husband about him --never let Osmond know of his visits to her in Florence; a reserve not dictated in the early period by a want of confidence in Osmond, but simply by the consideration that the young man′s disappointment was not her secret but his own. It would be wrong of her, she had believed, to convey it to another, and Mr. Goodwood′s affairs could have, after all, little interest for Gilbert. When it had come to the point she had never written to him; it seemed to her that, considering his grievance, the least she could do was to let him alone. Nevertheless she would have been glad to be in some way nearer to him. It was not that it ever occurred to her that she might have married him; even after the consequences of her actual union had grown vivid to her that particular reflection, though she indulged in so many, had not had the assurance to present itself. But on finding herself in trouble he had become a member of that circle of things with which she wished to set herself right. I have mentioned how passionately she needed to feel that her unhappiness should not have come to her through her own fault. She had no near prospect of dying, and yet she wished to make her peace with the world --to put her spiritual affairs in order. It came back to her from time to time that there was an account still to be settled with Caspar, and she saw herself disposed or able to settle it to-day on terms easier for him than ever before. Still, when she learned he was coming to Rome she felt all afraid; it would be more disagreeable for him than for any one else to make out --since he WOULD make it out, as over a falsified balance-sheet or something of that sort --the intimate disarray of her affairs. Deep in her breast she believed that he had invested his all in her happiness, while the others had invested only a part. He was one more person from whom she should have to conceal her stress. She was reassured, however, after he arrived in Rome, for he spent several days without coming to see her. El efecto de aquella súplica final se había desvanecido y, durante el primer año de matrimonio, Goodwood desapareció por completo de su imaginación. Era un tema de referencia ingrato, y resultaba desagradable pensar en un individuo que estaba dolido y resentido con una, y a quien sin embargo no se podía ayudar. Otra cosa habría sido si ella hubiese podido dudar, aun cuando sólo fuera un poco, de su desconsuelo, como dudaba del de lord Warburton. Por desgracia, eso estaba fuera de duda, y era precisamente aquel cariz agresivo, insobornable de la situación lo que la hacía tan desagradable. Jamás podría ella decirse que aquel hombre dolorido tuviera compensaciones, como podía decirse en el caso del aristócrata inglés. Carecía de fe en las compensaciones de Goodwood y no les concedía valor. Una fábrica de tejidos de algodón no era una compensación por nada... y menos por no haber podido casarse con Isabel Archer. Aparte de esto, ella no sabía apenas lo que él poseía salvo sus cualidades intrínsecas. Oh, todo lo de Caspar era intrínseco; jamás se le ocurrió pensar que buscara ayuda artificial de ninguna clase. Si ampliaba su industria -lo cual, a juicio de ella, era la única forma que podían tomar sus esfuerzos-, era porque eso suponía una actitud emprendedora, un beneficio para su negocio, de ningún modo porque esperara así encubrir el pasado. Eso le daba a su figura una especie de desolación y desnudez que hacían que el hecho de recordarla o de tener que recordarla constituyese una peculiar conmoción. Su figura carecía de esa pañería social que en tiempos supercivilizados como los actuales amortigua la dureza de los contactos humanos. Su absoluto silencio, el hecho de no saber de él directamente y muy rara vez oírle nombrar, ahondaba aún más esa impresión de soledad en que él vivía. De vez en cuando le pedía noticias de él a su hermana Lily, pero Lily no sabía absolutamente nada de Boston... su imaginación limitaba por el este con Madison Avenue. A medida que el tiempo iba pasando, Isabel pensaba en él más a menudo y con menos restricciones. Más de una vez estuvo tentada de escribirle y se contuvo. Nunca había hablado de él a su marido... no le había informado de las visitas que Caspar le hiciera en Florencia; reserva ésta que en los primeros tiempos no venía dictada por falta de confianza en Osmond, sino simplemente por creer que el secreto del desengaño del joven no le pertenecía a ella sino a él. Habría sido un craso error por su parte -así lo creía- comunicárselo a otro, ya que, después de todo, los asuntos de Goodwood poco podían interesar a Gilbert. De suerte que, a la hora de escribirle, nunca se decidió a hacerlo. Se le antojaba que, considerando lo dolido que estaba Caspar, lo mejor que podría hacer era dejarle tranquilo. Aun así, se habría alegrado de estar en cierta forma más cerca de él. No es que se le ocurriera jamás que podía haberse casado con él. Ni siquiera en los momentos en que las consecuencias de su actual unión se le aparecían con más nitidez había esa reflexión pasado por su mente, a pesar de las otras muchas que sí se le presentaban. Pero cuando Isabel se vio en apuros, Caspar pasó a ser miembro de aquel círculo de seres y cosas con quienes quería ponerse en regla. Ya he consignado con cuánta pasión deseaba convencerse de que la desdicha que padecía no era fruto de sus propios errores. No tenía previsión cercana de morir y, sin embargo, quería quedar en paz con el mundo... poner en orden sus asuntos espirituales. De tiempo en tiempo, se le ocurría pensar que tenía una cuenta pendiente con Caspar, y ahora se veía capaz de saldarla y dispuesta a hacerlo en términos más favorables para él que en ninguna otra ocasión. No obstante, al enterarse de que se encaminaba a Roma, tuvo verdadero miedo; sin duda sería más desagradable para él que para nadie averiguar -porque seguro que averiguaría la verdad, como al repasar un balance falseado o algo por el estilo- el íntimo desbarajuste de los asuntos de Isabel. En lo más hondo de su corazón, ella creía que Caspar lo había invertido todo en que fuera feliz, mientras que los demás sólo habían invertido una parte. Era una persona más a quien tenía que ocultar su angustia. Sin embargo, se tranquilizó después de que él llegara a Roma, porque Caspar dejó transcurrir varios días sin ir a verla.
Henrietta Stackpole, it may well be imagined, was much more punctual, and Isabel was largely favoured with the society of her friend. She threw herself into it, for now that she had made such a point of keeping her conscience clear, that was one way of proving she had not been superficial --the more so as the years, in their flight, had rather enriched than blighted those peculiarities which had been humorously criticised by persons less interested than Isabel, and which were still marked enough to give loyalty a spice of heroism. Henrietta was as keen and quick and fresh as ever, and as neat and bright and fair. Her remarkably open eyes, lighted like great glazed railway-stations, had put up no shutters; her attire had lost none of its crispness, her opinions none of their national reference. She was by no means quite unchanged, however; it struck Isabel she had grown vague. Of old she had never been vague; though undertaking many enquiries at once, she had managed to be entire and pointed about each. She had a reason for everything she did; she fairly bristled with motives. Formerly, when she came to Europe it was because she wished to see it, but now, having already seen it, she had no such excuse. She didn′t for a moment pretend that the desire to examine decaying civilisations had anything to do with her present enterprise; her journey was rather an expression of her independence of the old world than of a sense of further obligations to it. "It′s nothing to come to Europe," she said to Isabel; "it doesn′t seem to me one needs so many reasons for that. It is something to stay at home; this is much more important." It was not therefore with a sense of doing anything very important that she treated herself to another pilgrimage to Rome; she had seen the place before and carefully inspected it; her present act was simply a sign of familiarity, of her knowing all about it, of her having as good a right as any one else to be there. This was all very well, and Henrietta was restless; she had a perfect right to be restless too, if one came to that. But she had after all a better reason for coming to Rome than that she cared for it so little. Her friend easily recognised it, and with it the worth of the other′s fidelity. She had crossed the stormy ocean in midwinter because she had guessed that Isabel was sad. Henrietta guessed a great deal, but she had never guessed so happily as that. Isabel′s satisfactions just now were few, but even if they had been more numerous there would still have been something of individual joy in her sense of being justified in having always thought highly of Henrietta. She had made large concessions with regard to her, and had yet insisted that, with all abatements, she was very valuable. It was not her own triumph, however, that she found good; it was simply the relief of confessing to this confidant, the first person to whom she had owned it, that she was not in the least at her ease. Henrietta had herself approached this point with the smallest possible delay, and had accused her to her face of being wretched. She was a woman, she was a sister; [sic}">she was not Ralph, nor Lord Warburton, nor Caspar Goodwood, and Isabel could speak. Fácil es suponer que Henrietta Stackpole fue mucho más puntual, e Isabel se vio grandemente favorecida con la compañía de su antigua amiga. Se arrojó en brazos de tal amistad porque, ahora que estaba decidida a tener limpia la conciencia, era ésa una manera de probar que no había sido superficial... tanto más cuanto que los años, en su transcurrir, habían enriquecido más que agostado aquellas singularidades de Henrietta que fueran jocosamente criticadas por personas menos interesadas que Isabel, unas peculiaridades que seguían siendo lo bastante marcadas como para poner un punto de heroísmo en la lealtad de Isabel. Henrietta se mostraba tan aguda, viva y fresca como siempre, e igual de clara, sincera y brillante. Sus ojos extraordinariamente abiertos, iluminados como grandes y acristaladas estaciones de ferrocarril, no tenían postigos que los protegieran; su atavío no había perdido nada de su tiesura, sus opiniones conservaban el perfume de la referencia nacional. Sin embargo, no estaba en absoluto inalterada; Isabel creyó encontrar en ella cierta vaguedad. Anteriormente nunca la había tenido, y aunque acometiera muchas investigaciones a la vez, se las había compuesto para estar entera e incisiva en cada una. Tenía siempre una razón para cada cosa que hacía; disponía de una profusión de motivos. Antes, cuando vino a Europa fue porque quería conocer ese continente, pero ahora que ya lo conocía no podía aducir semejante excusa. No se le ocurrió ni por un momento pretender que el deseo de estudiar las decadentes civilizaciones tuviera nada que ver con su periplo actual; su excursión era más bien una demostración de independencia respecto del viejo mundo que un reconocimiento de deberes para con él. -Esto de venir a Europa no es nada -le dijo a Isabel-, y no creo que hagan falta tantas razones para hacerlo. Quedarse en su propio país no está mal, pero esto es mucho más importante. No fue, pues, con la sensación de hacer nada de importante como se concedió una nueva peregrinación a Roma. Ya había visto la ciudad y la había estudiado a fondo, de modo que su visita de ahora constituía más bien una muestra de familiaridad, de conocerla perfectamente, de tener tanto derecho como el que más a estar allí. Todo esto estaba muy bien, y Henrietta era una mujer inquieta; cosa que tenía también derecho a ser. Pero en el fondo tenía para venir a Roma una razón mucho más poderosa que la de la ciudad, la cual no le importaba nada. Su compatriota lo detectó enseguida, y con ello apreció como nunca la fidelidad de la periodista. Esta había cruzado el océano a mitad del invierno, la peor de las estaciones, porque vislumbraba que su amiga estaba triste. Henrietta adivinaba muchas cosas, pero nunca había tenido una intuición tan atinada. Isabel gozaba por entonces de bien pocas satisfacciones, pero, aun cuando hubiesen sido numerosas, aún habría habido algo de personal alegría en aquel sentirse justificada por haber tenido siempre tan alto concepto de Henrietta. Había hecho grandes concesiones a su respecto, pero insistía en que, a pesar de los pesares, seguía siendo muy valiosa. Sin embargo, no era su propio triunfo lo que la satisfacía, sino el alivio de confesar a esta confidente, la primera persona ante quien lo reconocía, que no estaba a gusto ni mucho menos. Henrietta tuvo la virtud de abordar el tema sin perder tiempo, y acusó cara a cara a su amiga de ser desgraciada. Henrietta era una mujer, una hermana; no era Ralph, ni lord Warburton, ni Caspar Goodwood; por tanto, Isabel podía hablar.
"Yes, I′m wretched," she said very mildly. She hated to hear herself say it; she tried to say it as judicially as possible. -Sí, soy desgraciada -dijo muy suavemente. Le desagradó oírselo decir a sí misma, y trató de expresarlo lo más juiciosamente posible.
"What does he do to you?" Henrietta asked, frowning as if she were enquiring into the operations of a quack doctor. -¿Qué te hace tu marido? -preguntó Henrietta frunciendo el ceño como si estuviera investigando las operaciones de un médico charlatán.
"He does nothing. But he doesn′t like me." -No me hace nada. Pero no le gusto.
"He′s very hard to please!" cried Miss Stackpole. "Why don′t you leave him?" -¡Es difícil de contentar! -exclamó la señorita Stackpole-. ¿Por qué no lo dejas?
"I can′t change that way," Isabel said. -No puedo cambiar de esa manera -contestó Isabel.
"Why not, I should like to know? You won′t confess that you′ve made a mistake. You′re too proud." -¿Por qué no, vamos a ver? Lo que ocurre es que no quieres confesar que has cometido un error. Eres demasiado orgullosa.
"I don′t know whether I′m too proud. But I can′t publish my mistake. I don′t think that′s decent. I′d much rather die." -Ignoro si lo soy, pero no puedo pregonar mi equivocación. Me parece que eso no es decoroso. Preferiría morir.
"You won′t think so always," said Henrietta. -No siempre pensarás así.
"I don′t know what great unhappiness might bring me to; but it seems to me I shall always be ashamed. One must accept one′s deeds. I married him before all the world; I was perfectly free; it was impossible to do anything more deliberate. One can′t change that way," Isabel repeated. -No sé a qué extremos me podría llevar el ser muy desdichada, pero creo que siempre sentiría una gran vergüenza. Hay que aceptar las propias acciones. Me casé con él ante el mundo; era libre de hacer mi santa voluntad, era imposible hacer nada más meditado. No se puede cambiar de ese modo -repitió Isabel.
"You HAVE changed, in spite of the impossibility. I hope you don′t mean to say you like him." -Por imposible que parezca, tú has cambiado. Espero que no me vayas a decir que le quieres.
Isabel debated. "No, I don′t like him. I can tell you, because I′m weary of my secret. But that′s enough; I can′t announce it on the housetops." Isabel dudó un momento. -No, no le quiero. A ti te lo puedo decir porque estoy harta de guardar el secreto. Pero basta con esto. No voy a pregonarlo por calles y plazas.
Henrietta gave a laugh. "Don′t you think you′re rather too considerate?" Henrietta se echó a reír. -¿No te parece que le guardas demasiadas consideraciones?
"It′s not of him that I′m considerate --it′s of myself!" Isabel answered. -No se las guardo a él, sino a mí misma -respondió Isabel.
It was not surprising Gilbert Osmond should not have taken comfort in Miss Stackpole; his instinct had naturally set him in opposition to a young lady capable of advising his wife to withdraw from the conjugal roof. When she arrived in Rome he had said to Isabel that he hoped she would leave her friend the interviewer alone; and Isabel had answered that he at least had nothing to fear from her. She said to Henrietta that as Osmond didn′t like her she couldn′t invite her to dine, but they could easily see each other in other ways. Isabel received Miss Stackpole freely in her own sitting-room, and took her repeatedly to drive, face to face with Pansy, who, bending a little forward, on the opposite seat of the carriage, gazed at the celebrated authoress with a respectful attention which Henrietta occasionally found irritating. She complained to Isabel that Miss Osmond had a little look as if she should remember everything one said. "I don′t want to be remembered that way," Miss Stackpole declared; "I consider that my conversation refers only to the moment, like the morning papers. Your stepdaughter, as she sits there, looks as if she kept all the back numbers and would bring them out some day against me." She could not teach herself to think favourably of Pansy, whose absence of initiative, of conversation, of personal claims, seemed to her, in a girl of twenty, unnatural and even uncanny. Isabel presently saw that Osmond would have liked her to urge a little the cause of her friend, insist a little upon his receiving her, so that he might appear to suffer for good manners′ sake. Her immediate acceptance of his objections put him too much in the wrong --it being in effect one of the disadvantages of expressing contempt that you cannot enjoy at the same time the credit of expressing sympathy. Osmond held to his credit, and yet he held to his objections --all of which were elements difficult to reconcile. The right thing would have been that Miss Stackpole should come to dine at Palazzo Roccanera once or twice, so that (in spite of his superficial civility, always so great) she might judge for herself how little pleasure it gave him. From the moment, however, that both the ladies were so unaccommodating, there was nothing for Osmond but to wish the lady from New York would take herself off. It was surprising how little satisfaction he got from his wife′s friends; he took occasion to call Isabel′s attention to it. No era de extrañar que Gilbert Osmond no hubiese tomado afición a Henrietta Stackpole. Su instinto le había colocado naturalmente en oposición a una joven dama capaz de aconsejar a su esposa que abandonase la morada conyugal. Al llegar ella a Roma, Osmond le dijo a Isabel que esperaba que dejase en paz a su amiga la periodista, pero su esposa le contestó que, para él al menos, no había nada que temer. A Henrietta le comunicó que, como su marido le tenía antipatía, no podía invitarla a cenar, pero que les sería fácil verse de otras maneras. Isabel recibía en su salón particular y la llevó varías veces de paseo en su coche sentada frente a Pansy, que, un poco inclinada hacia adelante, contemplaba a la prestigiosa escritora con una atención respetuosa que en ocasiones llegaba a irritar a la misma Henrietta. Esta se quejó a Isabel de que la señorita Osmond la miraba de un modo como si quisiera recordar todo lo que decía.  -No quiero que se me recuerde de esa manera -declaró la señorita Stackpole-. Entiendo que mi conversación se refiere sólo al momento, como los diarios de la mañana. Tu hijastra, ahí sentada, parece como si fuera guardando todos los números atrasados para poder algún día sacarlos para contradecirme. Por más que lo intentaba, no podía mirar con buenos ojos a Pansy, cuya ausencia de iniciativa, de conversación, de anhelos personales le parecía algo poco natural e incluso inquietante en una joven de veinte años. Isabel vio enseguida que a Osmond le habría gustado que ella defendiera con más calor la causa de su amiga, que insistiera para que él la recibiera, a fin de poder aparentar soportarla en honor de los buenos modales. El que Isabel hubiera aceptado sin rechistar las objeciones de su marido le dejaba a éste mal parado... pues una de las desventajas de manifestar desprecio consiste en no poder al mismo tiempo ganarse la aprobación ajena mostrando simpatía. Osmond no renunciaba a esa aprobación, pero tampoco a sus objeciones, elementos ambos difíciles de reconciliar. Lo bueno habría sido que la señorita Stackpole fuera a cenar un par de veces al Palazzo Roccanera, a fin de que (a pesar de la cortesía superficial, siempre extraordinaria, del anfitrión) pudiera juzgar por sí misma lo poco que le agradaba al señor Osmond. En vista, sin embargo, de que las dos damas eran tan poco complacientes, no le quedaba sino desear que la dama de Nueva York se marchase. Era sorprendente la poca satisfacción que a Osmond le daban las amistades de su mujer; así se lo señaló a Isabel.
"You′re certainly not fortunate in your intimates; I wish you might make a new collection," he said to her one morning in reference to nothing visible at the moment, but in a tone of ripe reflection which deprived the remark of all brutal abruptness. "It′s as if you had taken the trouble to pick out the people in the world that I have least in common with. Your cousin I have always thought a conceited ass --besides his being the most ill-favoured animal I know. Then it′s insufferably tiresome that one can′t tell him so; one must spare him on account of his health. His health seems to me the best part of him; it gives him privileges enjoyed by no one else. If he′s so desperately ill there′s only one way to prove it; but he seems to have no mind for that. I can′t say much more for the great Warburton. When one really thinks of it, the cool insolence of that performance was something rare! He comes and looks at one′s daughter as if she were a suite of apartments; he tries the door-handles and looks out of the windows, raps on the walls and almost thinks he′ll take the place. Will you be so good as to draw up a lease? Then, on the whole, he decides that the rooms are too small; he doesn′t think he could live on a third floor; he must look out for a piano nobile. And he goes away after having got a month′s lodging in the poor little apartment for nothing. Miss Stackpole, however, is your most wonderful invention. She strikes me as a kind of monster. One hasn′t a nerve in one′s body that she doesn′t set quivering. You know I never have admitted that she′s a woman. Do you know what she reminds me of? Of a new steel pen --the most odious thing in nature. She talks as a steel pen writes; aren′t her letters, by the way, on ruled paper? She thinks and moves and walks and looks exactly as she talks. You may say that she doesn′t hurt me, inasmuch as I don′t see her. I don′t see her, but I hear her; I hear her all day long. Her voice is in my ears; I can′t get rid of it. I know exactly what she says, and every inflexion of the tone in which she says it. She says charming things about me, and they give you great comfort. I don′t like at all to think she talks about me --I feel as I should feel if I knew the footman were wearing my hat." -Desde luego no has tenido suerte con tus amigos íntimos; ojalá pudieras hacerte otra colección -le dijo una mañana sin referirse a nada visible en aquel momento, pero en un tono de madurada reflexión que despojaba a ese comentario de toda brusquedad brutal-, Es como si te hubieras tomado la molestia de escoger, entre todas las del mundo, a las personas con quienes tengo menos en común. Tu primo me ha parecido siempre un asno engreído... aparte de ser el animal menos agraciado que conozco. Además, resulta insoportable no podérselo decir; hay que ahorrárselo en atención a su salud. Yo diría que su salud es lo mejor que posee porque le concede unos privilegios de que nadie puede disfrutar. Si tan gravemente enfermo está no hay más que una manera de demostrarlo, pero no parece muy dispuesto a ello. Tampoco cabe decir mucho más en favor del gran Warburton. Pensándolo bien, la fría insolencia de su actuación ha sido cosa digna de ver. El hombre llega y contempla a la hija de uno como si se tratara de una casa de alquiler; prueba los tiradores, se asoma a las ventanas, golpea las paredes y casi está a punto de arrendar el local.. ¿Quiere usted hacer el favor de extender el contrato? Pero después se le ocurre que las habitaciones son pequeñas, que no se acostumbraría a vivir en un tercer piso, tiene que buscarse un piano nobile. Y se marcha tan tranquilo después de haberse alojado gratis un mes entero en el pobre pisito. La señorita Stackpole, ni que decir tiene, es tu hallazgo más prodigioso. A mí me produce la impresión de estar viendo a un monstruo. No hay nervio del organismo que ella no ponga en tensión. Ya sabes que no la he considerado nunca una mujer. ¿Quieres saber a qué me recuerda? A una pluma de acero nueva... la cosa mas odiosa del universo. Habla igual que escriben las plumas de acero. ¿No vienen sus cartas, por cierto, en papel rayado? Piensa, se agita, camina y mira exactamente igual que habla. Tú dirás que no puede molestarme, porque no la veo. Cierto, no la veo, pero la oigo, la oigo todo el día. Tengo su voz metida en los oídos, no lo puede evitar. Sé exactamente lo que dice y conozco cada inflexión del tono con que lo dice. Dice cosas encantadoras acerca de mí, que a ti te proporcionan un gran consuelo. No me gusta nada pensar que habla de mí... me produce la misma sensación que si supiera que uno de mis lacayos lleva puesto mi sombrero.
Henrietta talked about Gilbert Osmond, as his wife assured him, rather less than he suspected. She had plenty of other subjects, in two of which the reader may be supposed to be especially interested. She let her friend know that Caspar Goodwood had discovered for himself that she was unhappy, though indeed her ingenuity was unable to suggest what comfort he hoped to give her by coming to Rome and yet not calling on her. They met him twice in the street, but he had no appearance of seeing them; they were driving, and he had a habit of looking straight in front of him, as if he proposed to take in but one object at a time. Isabel could have fancied she had seen him the day before; it must have been with just that face and step that he had walked out of Mrs. Touchett′s door at the close of their last interview. He was dressed just as he had been dressed on that day, Isabel remembered the colour of his cravat; and yet in spite of this familiar look there was a strangeness in his figure too, something that made her feel it afresh to be rather terrible he should have come to Rome. He looked bigger and more overtopping than of old, and in those days he certainly reached high enough. She noticed that the people whom he passed looked back after him; but he went straight forward, lifting above them a face like a February sky. Como Isabel le aseguró, Henrietta hablaba de Gilbert Osmond mucho menos de lo que él presumía. Poseía multitud de otros temas de conversación, por dos de los cuales cabe suponer que el lector sentirá especial interés. La periodista comunicó a su amiga que Caspar Goodwood había descubierto por sus propios medios que Isabel no era feliz, aunque Henrietta, pese a su inventiva, no pudo explicarle qué clase de consuelo pensaba él proporcionar a Isabel estando en Roma y no tratando de verla. Le habían visto ya dos veces en la calle, pero él no pareció haberlas divisado pues ellas iban en coche, y él tenía la costumbre de ir mirando al frente, como si se propusiera no ver más que un objeto cada vez. Para Isabel fue como si lo hubiera visto la víspera; debió de ser con la misma cara e idéntico paso como saliera del portal de la señora Touchett después de su última entrevista. Vestía igual que en aquel día, Isabel recordaba el color de su corbata; y no obstante, a pesar de aquel aspecto para ella familiar, había también algo extraño en su figura, algo que le hizo sentir nuevamente que era terrible el hecho de que hubiese ido a Roma. Parecía más grande y más descollante que antaño, y eso que en aquellos días llegaba ya a buena altura. Ella observó que la gente, al pasar, se volvía a mirarlo, pero él seguía imperturbable hacia delante, alzando por encima de ellos un rostro que era como un cielo de febrero.
Miss Stackpole′s other topic was very different; she gave Isabel the latest news about Mr. Bantling. He had been out in the United States the year before, and she was happy to say she had been able to show him considerable attention. She didn′t know how much he had enjoyed it, but she would undertake to say it had done him good; he wasn′t the same man when he left as he had been when he came. It had opened his eyes and shown him that England wasn′t everything. He had been very much liked in most places, and thought extremely simple --more simple than the English were commonly supposed to be. There were people who had thought him affected; she didn′t know whether they meant that his simplicity was an affectation. Some of his questions were too discouraging; he thought all the chambermaids were farmers′ daughters --or all the farmers′ daughters were chambermaids --she couldn′t exactly remember which. He hadn′t seemed able to grasp the great school system; it had been really too much for him. On the whole he had behaved as if there were too much of everything --as if he could only take in a small part. The part he had chosen was the hotel system and the river navigation. He had seemed really fascinated with the hotels; he had a photograph of every one he had visited. But the river steamers were his principal interest; he wanted to do nothing but sail on the big boats. They had travelled together from New York to Milwaukee, stopping at the most interesting cities on the route; and whenever they started afresh he had wanted to know if they could go by the steamer. He seemed to have no idea of geography --had an impression that Baltimore was a Western city and was perpetually expecting to arrive at the Mississippi. He appeared never to have heard of any river in America but the Mississippi and was unprepared to recognise the existence of the Hudson, though obliged to confess at last that it was fully equal to the Rhine. They had spent some pleasant hours in the palace-cars; he was always ordering ice-cream from the coloured man. He could never get used to that idea --that you could get ice-cream in the cars. Of course you couldn′t, nor fans, nor candy, nor anything in the English cars! He found the heat quite overwhelming, and she had told him she indeed expected it was the biggest he had ever experienced. He was now in England, hunting --"hunting round" Henrietta called it. These amusements were those of the American red men; we had left that behind long ago, the pleasures of the chase. It seemed to be generally believed in England that we wore tomahawks and feathers; but such a costume was more in keeping with English habits. Mr. Bantling would not have time to join her in Italy, but when she should go to Paris again he expected to come over. He wanted very much to see Versailles again; he was very fond of the ancient _regime_. They didn′t agree about that, but that was what she liked Versailles for, that you could see the ancient _regime_ had been swept away. There were no dukes and marquises there now; she remembered on the contrary one day when there were five American families, walking all round. Mr. Bantling was very anxious that she should take up the subject of England again, and he thought she might get on better with it now; England had changed a good deal within two or three years. He was determined that if she went there he should go to see his sister, Lady Pensil, and that this time the invitation should come to her straight. The mystery about that other one had never been explained. El otro tema de conversación de la señorita Stackpole era del todo distinto y se refería al señor Bantling, del que dio a Isabel las últimas noticias que poseía. El año pasado él había ido a Estados Unidos y Henrietta celebraba haber podido prestarle bastante atención. No podría decir si lo había pasado muy bien, pero lo cierto es que la excursión le sentó de maravilla, pues no era, al marcharse, el mismo hombre que al llegar. Aquello le había abierto los ojos y le había demostrado que Inglaterra no lo era todo. Había caído muy bien en casi todas partes y le encontraron extraordinariamente sencillo... mucho más sencillo de lo que allí se consideraba a los ingleses. No faltó quien le considerase afectado; pero no sabía Henrietta si sería que tomaban su sencillez por afectación. Hacía preguntas verdaderamente lamentables; creía que todas las camareras eran hijas de agricultores o que todas las hijas de agricultores eran camareras, ella no lo recordaba con exactitud. Al parecer tampoco fue capaz de comprender el gran sistema escolar americano, eso era demasiado para él. En conjunto, se había comportado como si todo fuera demasiado, como si sólo pudiera digerir una pequeña parte. Lo que más le había interesado era la organización de los hoteles y la navegación fluvial. En realidad, se diría que estaba fascinado por los hoteles, y había guardado una fotografía de cada uno de los que visitó. Pero lo que más le interesó fueron los vapores fluviales. Nada le gustaba tanto como navegar en aquellos grandes barcos. Habían viajado juntos de Nueva York a Milwaukee deteniéndose en las principales ciudades del trayecto y, cada vez que reanudaban la marcha, él preguntaba si podían ir en vapor. Era como si no tuviese la menor idea de la geografía... creía que Baltimore era una ciudad del Oeste y esperaba constantemente llegar al Mississipi. Por lo visto el único río de América del que había oído hablar era el Mississipi, y no se hallaba preparado para reconocer la existencia del Hudson, aunque al cabo tuvo que admitir que era tan importante como el Rin. Habían pasado horas muy gratas en los vagones de lujo de los trenes, y él siempre estaba encargando helados al mozo de color. Nunca llegó a acostumbrarse a la idea de que se pudiese pedir helados en un tren. Naturalmente, en los trenes ingleses no los hay, ni tampoco ventiladores, ni caramelos, ni nada de nada. El calor le pareció sofocante y ella le dijo que esperaba que fuera el más intenso que él hubiera experimentado. Ahora el señor Bantling estaba cazando, de coto en coto, como decía Henrietta, diversión que era la que practicaban los pieles rojas de América, y de la que nosotros habíamos prescindido hace ya muchos años. En Inglaterra existía la creencia general de que llevábamos todavía el hacha de los indios y sus plumas, pero semejante atuendo era más propio de las costumbres inglesas. El señor Bantling no tenía ahora tiempo para venir a verla a Italia, pero, cuando fuera a París, él iría a reunirse allí con ella. Tenía muchos deseos de ver otra vez Versalles, pues era un gran admirador del Antiguo Régimen. En eso no estaban de acuerdo; pues eso era lo que a ella le gustaba tanto de Versalles; que allí se veía que el Antiguo Régimen había sido barrido. Ya no había duques ni marquesas, y Henrietta recordaba que un día había cinco familias americanas paseándose tranquilamente por el parque. El señor Bantling le insistía mucho en que ella volviese a abordar el tema de Inglaterra, porque pensaba que ahora podría verla bajo mejor aspecto, pues Inglaterra había cambiado mucho en los dos o tres últimos años. Ahora estaba decidido, si ella iba allá, a ir en persona a ver a su hermana lady Pensil, y tenía la seguridad de que esta vez la invitación le llegaría en el acto. Jamás había podido explicarse el misterio de lo que pasara con la otra.
Caspar Goodwood came at last to Palazzo Roccanera; he had written Isabel a note beforehand, to ask leave. This was promptly granted; she would be at home at six o′clock that afternoon. She spent the day wondering what he was coming for --what good he expected to get of it. He had presented himself hitherto as a person destitute of the faculty of compromise, who would take what he had asked for or take nothing. Isabel′s hospitality, however, raised no questions, and she found no great difficulty in appearing happy enough to deceive him. It was her conviction at least that she deceived him, made him say to himself that he had been misinformed. But she also saw, so she believed, that he was not disappointed, as some other men, she was sure, would have been; he had not come to Rome to look for an opportunity. She never found out what he had come for; he offered her no explanation; there could be none but the very simple one that he wanted to see her. In other words he had come for his amusement. Isabel followed up this induction with a good deal of eagerness, and was delighted to have found a formula that would lay the ghost of this gentleman′s ancient grievance. If he had come to Rome for his amusement this was exactly what she wanted; [sic}">for if he cared for amusement he had got over his heartache. If he had got over his heartache everything was as it should be and her responsibilities were at an end. It was true that he took his recreation a little stiffly, but he had never been loose and easy and she had every reason to believe he was satisfied with what he saw. Henrietta was not in his confidence, though he was in hers, and Isabel consequently received no side-light upon his state of mind. He was open to little conversation on general topics; it came back to her that she had said of him once, years before, "Mr. Goodwood speaks a good deal, but he doesn′t talk." He spoke a good deal now, but he talked perhaps as little as ever; considering, that is, how much there was in Rome to talk about. His arrival was not calculated to simplify her relations with her husband, for if Mr. Osmond didn′t like her friends Mr. Goodwood had no claim upon his attention save as having been one of the first of them. There was nothing for her to say of him but that he was the very oldest; this rather meagre synthesis exhausted the facts. She had been obliged to introduce him to Gilbert; it was impossible she should not ask him to dinner, to her Thursday evenings, of which she had grown very weary, but to which her husband still held for the sake not so much of inviting people as of not inviting them. Por fin, Caspar Goodwood fue al Palazzo Roccanera, no sin antes haber escrito a Isabel unas líneas pidiéndole permiso para visitarla, cosa que le fue inmediatamente concedida; Isabel estaría en casa aquella tarde, a las seis. Pasó ella todo el día preguntándose a qué vendría Caspar... qué provecho esperaba sacar. Hasta entonces, Goodwood se había presentado como persona desprovista de la facultad de transigir, que o se llevaba lo que pedía o no se llevaba nada. Isabel le acogió con una hospitalidad desprovista de preguntas, y a ella no le fue difícil aparentar ser lo bastante dichosa para engañarle. Al menos tuvo el convencimiento de que le había engañado, de haberle hecho creer que estaba mal informado. Pero vio también, o le pareció ver, que él no se sentía defraudado, como seguramente a juicio de ella se habrían sentido muchos otros. No había ido él a Roma en busca de una oportunidad. Nunca averiguó Isabel para qué había ido, porque él no dio la menor explicación, y no cabía otra cosa que la muy simple de que quería verla. En otras palabras, había ido a Roma por placer. Isabel se aferró a tal suposición con avidez y estuvo encantada de haber encontrado una fórmula que desvaneciera de una vez el fantasma del antiguo agravio de ese caballero. Si había venido a Roma por simple recreo, eso era precisamente lo que ella deseaba, porque si le apetecía un placer era que ya tenía olvidada su antigua congoja; si se le había quitado la pena, todo estaba como debía estar, y su propia responsabilidad había terminado. Verdad era que Caspar se tomaba su esparcimiento con cierta rigidez, pero nunca había sido desenvuelto ni campechano, y ella tenía todos los motivos para creer que estaba satisfecho con lo que veía. Henrietta no gozaba de su confianza, aunque él sí de la de ella, de suerte que Isabel no recibió ninguna aclaración indirecta acerca del estado de ánimo de su amigo. Por lo general,. él era hombre poco dado a conversar sobre temas generales. Recordaba Isabel que años antes había dicho de él que era hombre que hablaba mucho pero decía poco. Ahora hablaba también mucho, pero decía quizá tan poco como antaño; sobre todo, si se tenía en cuenta lo mucho que se podía decir de Roma. Su llegada no contribuyó gran cosa a facilitar las relaciones de Isabel con su esposo, pues si el señor Osmond no sentía la menor simpatía por sus amigos, el señor Goodwood no podía aducir más mérito que el de haber sido uno de los primeros. No tenía ella otra cosa que decir de él sino que era el más antiguo; en esa síntesis bastante parca se agotaban los hechos. Isabel se había visto obligada a presentárselo a Gilbert; era imposible dejar de invitarle a cenar y a sus recepciones de los jueves, de las que ya estaba cansada pero a las que Osmond seguía aferrándose, no tanto por el placer de invitar a la gente cuanto por no invitarla.
To the Thursdays Mr. Goodwood came regularly, solemnly, rather early; he appeared to regard them with a good deal of gravity. Isabel every now and then had a moment of anger; there was something so literal about him; she thought he might know that she didn′t know what to do with him. But she couldn′t call him stupid; he was not that in the least; he was only extraordinarily honest. To be as honest as that made a man very different from most people; one had to be almost equally honest with HIM. She made this latter reflection at the very time she was flattering herself she had persuaded him that she was the most light-hearted of women. He never threw any doubt on this point, never asked her any personal questions. He got on much better with Osmond than had seemed probable. Osmond had a great dislike to being counted on; in such a case he had an irresistible need of disappointing you. It was in virtue of this principle that he gave himself the entertainment of taking a fancy to a perpendicular Bostonian whom he had been depended upon to treat with coldness. He asked Isabel if Mr. Goodwood also had wanted to marry her, and expressed surprise at her not having accepted him. It would have been an excellent thing, like living under some tall belfry which would strike all the hours and make a queer vibration in the upper air. He declared he liked to talk with the great Goodwood; it wasn′t easy at first, you had to climb up an interminable steep staircase, up to the top of the tower; but when you got there you had a big view and felt a little fresh breeze. Osmond, as we know, had delightful qualities, and he gave Caspar Goodwood the benefit of them all. Isabel could see that Mr. Goodwood thought better of her husband than he had ever wished to; he had given her the impression that morning in Florence of being inaccessible to a good impression. Gilbert asked him repeatedly to dinner, and Mr. Goodwood smoked a cigar with him afterwards and even desired to be shown his collections. Gilbert said to Isabel that he was very original; he was as strong and of as good a style as an English portmanteau,[sic}">--he had plenty of straps and buckles which would never wear out, and a capital patent lock. Caspar Goodwood took to riding on the Campagna and devoted much time to this exercise; it was therefore mainly in the evening that Isabel saw him. She bethought herself of saying to him one day that if he were willing he could render her a service. And then she added smiling: El señor Goodwood acudía a las reuniones de los jueves de un modo asiduo y solemne, llegando bastante pronto; parecía tomárselas con mucha gravedad. Isabel de vez en cuando sentía un momento de ira ante aquel hombre tan falto de imaginación. Se decía que ya podría haberse dado cuenta de que ella no sabía qué hacer con él. Pero no podía llamarle obtuso, porque no lo era en absoluto, sólo era extraordinariamente sincero. Ser así lo hacía muy diferente de la mayoría de la gente y le obligaba a una a ser igualmente sincera con él. Esta última reflexión se la hizo al tiempo que se felicitaba por haberle hecho creer que era la más despreocupada de las mujeres. Él nunca manifestó la menor duda acerca de ese punto, ni le hizo jamás la menor pregunta personal. Con Osmond se llevaba mucho mejor de lo que habría podido creerse. A Gilbert le desagradaba profundamente que se contara con él, y en tal caso experimentaba un irresistible deseo de defraudar a los demás. En virtud de ese principio se concedió el entretenimiento de interesarse por aquel bostomano perpendicular al que se esperaba que tratase con frialdad. Le preguntó a Isabel si también Goodwood había pretendido casarse con ella, y se mostró muy sorprendido de que no lo hubiera aceptado, pues habría sido algo excelente, algo así como vivir al pie de un alto campanario que diera todas las horas y produjese una extraña vibración en el aire. Declaró que le gustaba hablar con el gran Goodwood; al principio no era fácil, pues había que trepar por una escalera empinada e interminable hasta lo alto de la torre; pero una vez allí se disfrutaba de un hermoso panorama y se aspiraba una brisa tonificante. Como ya sabemos, Osmond poseía cualidades muy gratas, y dejó que Goodwood disfrutara de todas ellas. Isabel veía que Caspar miraba a su marido con más favor de lo que habría querido. Aquella distante mañana de Florencia Caspar le había parecido impermeable a cualquier buena impresión. Gilbert le invitó repetidas veces a cenar, luego Goodwood fumaba con él un buen cigarro y hasta manifestaba el deseo de que le enseñara sus colecciones de arte. Gilbert le comentó a Isabel que su amigo era muy original; tan fuerte y de tan buen estilo como un baúl inglés... lleno de correas y de hebillas que nunca se desgastarían y una cerradura. Caspar se aficionó a pasear a caballo por la Campagna y dedicaba a ese deporte mucho tiempo, así que era a última hora de la tarde cuando veía a Isabel. Un día a ésta se le ocurrió decirle que, si él quisiera, podría hacerle un gran favor. -En realidad, no sé con qué derecho se lo pido-añadió sonriendo.
"I don′t know, however, what right I have to ask a service of you." ????
"You′re the person in the world who has most right," he answered. "I′ve given you assurances that I′ve never given any one else." -Si alguna persona en el mundo tiene derecho a pedírmelo es usted -respondió él-. Yo le he dado garantías que no he dado a nadie más.
The service was that he should go and see her cousin Ralph, who was ill at the Hotel de Paris, alone, and be as kind to him as possible. Mr. Goodwood had never seen him, but he would know who the poor fellow was; if she was not mistaken Ralph had once invited him to Gardencourt. Caspar remembered the invitation perfectly, and, though he was not supposed to be a man of imagination, had enough to put himself in the place of a poor gentleman who lay dying at a Roman inn. He called at the Hotel de Paris and, on being shown into the presence of the master of Gardencourt, found Miss Stackpole sitting beside his sofa. A singular change had in fact occurred in this lady′s relations with Ralph Touchett. She had not been asked by Isabel to go and see him, but on hearing that he was too ill to come out had immediately gone of her own motion. After this she had paid him a daily visit --always under the conviction that they were great enemies.   ????  
Oh yes, we′re intimate enemies," Ralph used to say; and he accused her freely --as freely as the humour of it would allow --of coming to worry him to death. In reality they became excellent friends, Henrietta much wondering that she should never have liked him before. Ralph liked her exactly as much as he had always done; he had never doubted for a moment that she was an excellent fellow. They talked about everything and always differed; about everything, that is, but Isabel --a topic as to which Ralph always had a thin forefinger on his lips. Mr. Bantling on the other hand proved a great resource; Ralph was capable of discussing Mr. Bantling with Henrietta for hours.  Discussion was stimulated of course by their inevitable difference of view --Ralph having amused himself with taking the ground that the genial ex-guardsman was a regular Machiavelli. Caspar Goodwood could contribute nothing to such a debate; but after he had been left alone with his host he found there were various other matters they could take up. It must be admitted that the lady who had just gone out was not one of these; Caspar granted all Miss Stackpole′s merits in advance, but had no further remark to make about her. Neither, after the first allusions, did the two men expatiate upon Mrs. Osmond --a theme in which Goodwood perceived as many dangers as Ralph. He felt very sorry for that unclassable personage; he couldn′t bear to see a pleasant man, so pleasant for all his queerness, so beyond anything to be done. There was always something to be done, for Goodwood, and he did it in this case by repeating several times his visit to the Hotel de Paris. It seemed to Isabel that she had been very clever; she had artfully disposed of the superfluous Caspar. She had given him an occupation; she had converted him into a caretaker of Ralph. She had a plan of making him travel northward with her cousin as soon as the first mild weather should allow it. Lord Warburton had brought Ralph to Rome and Mr. Goodwood should take him away. There seemed a happy symmetry in this, and she was now intensely eager that Ralph should depart. She had a constant fear he would die there before her eyes and a horror of the occurrence of this event at an inn, by her door, which he had so rarely entered. Ralph must sink to his last rest in his own dear house, in one of those deep, dim chambers of Gardencourt where the dark ivy would cluster round the edges of the glimmering window. There seemed to Isabel in these days something sacred in Gardencourt; no chapter of the past was more perfectly irrecoverable. When she thought of the months she had spent there the tears rose to her eyes. She flattered herself, as I say, upon her ingenuity, but she had need of all she could muster; for several events occurred which seemed to confront and defy her. The Countess Gemini arrived from Florence --arrived with her trunks, her dresses, her chatter, her falsehoods, her frivolity, the strange, the unholy legend of the number of her lovers. Edward Rosier, who had been away somewhere --no one, not even Pansy, knew where, --reappeared in Rome and began to write her long letters, which she never answered. Madame Merle returned from Naples and said to her with a strange smile: "What on earth did you do with Lord Warburton?" As if it were any business of hers! -¡Sí, somos enemigos íntimos! -decía Ralph, y la acusaba francamente... todo lo francamente que el humor de la situación lo permitía... de ir allí para matarle a disgustos. Resultó que se hicieron muy amigos, y Henrietta se extrañaba de que aquel hombre nunca le gustara hasta entonces. A Ralph ella le gustaba lo mismo que siempre, pues jamás había dudado de que Henrietta fuese un excelente compañero. Hablaban de todo, pero no estaban de acuerdo en nada; es decir, hablaban de todo menos de Isabel, tema acerca del que Ralph parecía tener siempre el flaco índice sobre los labios. En cambio, el señor Bantling resultó una mina, pues Ralph era capaz de pasarse horas enteras conversando acerca de Bantling con Henrietta. La conversación se veía estimulada, desde luego, por la inevitable diferencia de puntos de vista. Ralph se divertía sosteniendo la tesis de que el jovial ex oficial de la guardia era un verdadero Maquiavelo. Caspar Goodwood no podía aportar nada a ese debate, pero cuando se quedó a solas con el enfermo, descubrió que había otros posibles asuntos que tratar. Hay que reconocer que la dama que acababa de dejarles no era uno de ellos. Caspar admitía de antemano todos los méritos de la señorita Stackpole, pero no tenía nada más que decir de ella. Ni tampoco, después de las primeras alusiones, se explayaron los dos caballeros sobre la señora Osmond... tema en el que Goodwood percibía tantos peligros como el propio Ralph. Caspar sintió mucha lástima por aquel personaje tan extraño. No podía soportar el ver a un hombre agradable, agradable a pesar de todas sus rarezas, tan fuera del alcance de todo cuanto pudiera hacerse por él. Pero para Goodwood siempre había algo que hacer, y en este caso lo hizo repitiendo sus visitas al Hotel de París. A Isabel le parecía que ella había obrado con mucha inteligencia, pues se había librado del superfluo Caspar proporcionándole una ocupación al convertirle en el cuidador de Ralph. Tenía incluso el proyecto de enviarle hacia el norte tan pronto como el tiempo lo permitiese. De tal suerte, lord Warburton habría traído a Ralph a Roma y Caspar Goodwood se lo llevaría. Parecía haber en ello una fantástica simetría, e Isabel experimentaba un ansia enorme de que Ralph mejorase y pudiese partir de una vez. Tenía un miedo insuperable de que su primo pudiera morir allí, ante su vista, y el horror de que ello ocurriese en un albergue y tuviesen que sacarle por aquella puerta que él tan pocas veces había franqueado. A su juicio, Ralph debía sumirse en el sueño eterno en su querida casa, en una de aquellas sombrías habitaciones de Gardencourt, donde la oscura hiedra se adhiere a las molduras exteriores de la ventana pálidamente iluminada. Para Isabel, en aquel entonces, Gardencourt era como un lugar sagrado, donde no había capítulo de lo pasado que fuera tan admirablemente irrecuperable. Cuando se ponía a pensar en los meses que allí había pasado, los ojos se le llenaban de lágrimas. Como ya se ha dicho, se ufanaba de su inventiva, pero le hacía falta toda la que pudiera acopiar, pues se produjeron varios acontecimientos que parecieron darse cita para afrontarla y desafiarla. Uno de ellos fue la condesa Gemini, que llegó un buen día de Florencia... con sus numerosos baúles, sus vestidos, su inagotable parloteo, su falsedad, su frivolidad y la extraña y perversa leyenda de sus numerosos amantes. El otro fue Edward Rosier, que había estado ausente en alguna parte nadie, ni aun la misma Pansy, sabía dónde-, y que también un buen día reapareció en Roma y comenzó a escribirle largas cartas que ella no contestó. Y, por último, madame Merle, que regresó de Nápoles y le dijo con una extraña sonrisa: «Pero ¿qué hizo usted de lord Warburton?». ¡Como si eso fuera cosa que a ella le importase en absoluto!   qk

CHAPTER 48

48

One day, toward the end of February, Ralph Touchett made up his mind to return to England. He had his own reasons for this decision, which he was not bound to communicate; but Henrietta Stackpole, to whom he mentioned his intention, flattered herself that she guessed them. She forebore to express them, however; she only said, after a moment, as she sat by his sofa: "I suppose you know you can′t go alone?" Un día de fines del mes de febrero, Ralph Touchett decidió regresar a Inglaterra. Tenía poderosas razones para haberlo decidido así, pero no quería comunicarlas a nadie. Sin embargo, Henrietta Stackpole, a quien se las había participado, se enorgulleció de haberlas adivinado con anterioridad. Pero se abstuvo de manifestar su previsión y se limitó a decir tras un momento, acercándose más al sofá: -Supongo que se dará′87 cuenta de que no puede ir solo.
"I′ve no idea of doing that," Ralph answered. "I shall have people with me." -Ni pienso en ello -contestó Ralph-. Desde luego, tendré gente que me acompañe.
"What do you mean by ′people′? Servants whom you pay?" -¿Qué quiere usted decir con eso de «gente»? ¿Sirvientes mercenarios?
"Ah," said Ralph jocosely, "after all, they′re human beings." -¡Ah! -exclamó Ralph riendo-. Después de todo, son también seres humanos.
"Are there any women among them?" Miss Stackpole desired to know. -¿Hay alguna mujer entre ellos? -quiso saber la señorita Stackpole.
"You speak as if I had a dozen! No, I con fess I haven′t a soubrette in my employment." -Habla usted como si hubiese de haber una docena. Confieso que no hay ni una sola pizpireta doncella a mis órdenes.
"Well," said Henrietta calmly, "you can′t go to England that way. You must have a woman′s care." -Bueno -dijo tranquilamente Henrietta-, usted no puede viajar de tal modo hasta Inglaterra. Precisa los cuidados de una mujer.
"I′ve had so much of yours for the past fortnight that it will last me a good while." -Me ha prodigado usted tantos en estas dos ú ltimas semanas que creo que me bastarán para una temporada.
"You′ve not had enough of it yet. I guess I′ll go with you," said Henrietta. -Todavía no le he prodigado bastantes. Me parece que voy a acompañarle -dijo Henrietta.
"Go with me?" Ralph slowly raised himself from his sofa. -¿Acompañarme usted? -preguntó con asombro Ralph, incorporándose poco a poco.
"Yes, I know you don′t like me, but I′ll go with you all the same. It would be better for your health to lie down again." -Sí. Ya sé que no le gusto, pero iré de todos modos. Ande, échese otra vez, que más le valdrá para su salud.
Ralph looked at her a little; then he slowly relapsed. "I like you very much," he said in a moment. Ralph la miró un instante y se tendió de nuevo. -Al contrario -dijo al cabo de un momento-, usted me gusta mucho.
Miss Stackpole gave one of her infrequent laughs. "You needn′t think that by saying that you can buy me off. I′ll go with you, and what is more I′ll take care of you." -No crea que va a conquistarme con tan poca cosa -dijo la señorita Stackpole soltando una de sus raras carcajadas. Y añadió-: No solamente iré con usted, sino que, además, le cuidaré lo mejor posible.
"You′re a very good woman," said Ralph. -Es usted una mujer admirable -exclamó Ralph.
"Wait till I get you safely home before you say that. It won′t be easy. But you had better go, all the same." -Espere, para decirlo, a que le deje cómodamente instalado en su casa. A decir verdad, no será tan fácil. Pero, de todos modos, creo sinceramente que es lo mejor que puede usted hacer.
Before she left him, Ralph said to her: "Do you really mean to take care of me?" Antes de que ella se marchara, Ralph le preguntó: -¿De veras está usted dispuesta a cuidarme?
"Well, I mean to try." -Sí; estoy dispuesta, desde luego, a intentarlo.
"I notify you then that I submit. Oh, I submit!" And it was perhaps a sign of submission that a few minutes after she had left him alone he burst into a loud fit of laughter. It seemed to him so inconsequent, such a conclusive proof of his having abdicated all functions and renounced all exercise, that he should start on a journey across Europe under the supervision of Miss Stackpole. And the great oddity was that the prospect pleased him; he was gratefully, luxuriously passive. He felt even impatient to start; and indeed he had an immense longing to see his own house again. The end of everything wa s at hand; it seemed to him he could stretch out his arm and touch the goal. But he wanted to die at home; it was the only wish he had left --to extend himself in the large quiet room where he had last seen his father lie, and close his eyes upon the summer dawn. -Entonces tengo el placer de comunicarle que acepto. ¡Oh, acepto con toda el alma! Acaso fuera una patente prueba de su aceptación sumisa el que minutos después de haberlo ella dejado estallara en una gran carcajada. Hacer aquel largo viaje a través de toda Europa bajo la cuidadosa vigilancia de la señorita Stackpol e se le aparecía en aquellos momentos como una muestra concluyente de su abdicación de toda suerte de actividades, de su renuncia a todo ejercicio. Y lo verdaderamente estrafalario del asunto es que la idea le gustaba muchísimo pues le convidaba a una suntuosa y grata pasividad. Así, pues, sentía impaciencia por partir cuanto antes y experimentaba un incontenible anhelo de volver a ver su casa. Tenía el fin de todo al alcance de la mano; le parecía que no necesitaba sino tenderla para tocarlo. Quería morir en su propia casa. No le quedaba ya más voluntad que ésa: tenderse tranquilamente en la amplia y silenciosa habitación donde su padre había muerto, y cerrar para siempre los ojos al comienzo del verano.
That same day Caspar Goodwood came to see him, and he informed his visitor that Miss Stackpole had taken him up and was to conduct him back to England. "Ah then," said Caspar, "I′m afraid I shall be a fifth wheel to the coach. Mrs. Osmond has made ME promise to go with you." Aquel mismo día Caspar Goodwood fue a verle y Ralph le hizo saber que la señorita S tackpole le había tomado a su cargo e iba a acompañarlo a Inglaterra. -Entonces me temo que voy a ser la quinta rueda del coche -dijo Goodwood al oír tal cosa-, porque la señora Osmond me ha hecho prometerle que iré con usted.
"Good heavens --it′s the golden age! You′re all too kind." -¡Santo cielo, esto es la edad de oro! Son todos ustedes demasiado amables.
"The kindness on my part is to her; it′s hardly to you." -Por mi parte, la amabilidad es hacia ella; escasamente hacia usted.
"Granting that, SHE′S kind," smiled Ralph. -Pues siendo así -dijo Ralph sonriendo-, ella es verdaderamente amable.
"To get people to go with you? Yes, that′s a sort of kindness," Goodwood answered without lending himself to the jo ke. "For myself, however," he added, "I′ll go as far as to say that I would much rather travel with you and Miss Stackpole than with Miss Stackpole alone." -¿Por hacer que haya quien le acompañe? En cierto modo, indudablemente, es una gran prueba de amabilidad -contestó Goodwood sin tomarlo a broma ni por asomo-. Por lo que a mí respecta -añadió-, confieso que prefiero mil veces viajar con usted y la señori ta Stackpole que con la señorita Stackpole sola.
"And you′d rather stay here than do either," said Ralph. "There′s really no need of your coming. Henrietta′s extraordinarily efficient." -Pero más que cualquiera de esas dos cosas, lo que le gustaría es quedarse aquí -dijo Ralph-. En realidad, no es necesario que usted venga. Henrietta se basta y sobra, es una mujer de gran disposición.
"I′m sure of that. But I′ve promised Mrs. Osmond." -No lo dudo. Pero se lo he prometido a la señora Osmond.
"You can easily get her to let you off." -¡Bah! Nada le será a usted más fácil que hacer que le releve de su compromiso.
"She wouldn′t let me off for the world. She wants me to look after you, but that isn′t the principal thing. The principal thing is that she wants me to leave Rome." -Por nada del mundo me relevaría de él. Quiere que yo cuide de usted; pero no es ése el principal motivo. La razón principal es que quiere que me vaya de Roma.
"Ah, you see too much in it," Ralph suggested. -Usted interpreta su pensamiento -sugirió Ralph.
"I bore her," Goodwood went on; "she has nothing to say to me, so she invented that." -La verdad es que la aburro. No sabe qué decirme. Por eso ha inve ntado lo de acompañarlo, para quitárseme de en medio.
"Oh then, if it′s a convenience to her I certainly will take you with me. Though I don′t see why it should be a convenience," Ralph added in a moment. -Entonces, si es por conveniencia de ella, accedo a que usted me acompañe. Aunque, a decir verdad -añadió tras un instante-, no veo en qué pueda estribar tal conveniencia.
"Well," said Caspar Goodwood simply, "she thinks I′m watching her." -En que cree que la estoy vigilando -contestó Caspar sin tapujos.
"Watching her?" -¿Vigilándola?
"Trying to make out if she′s happy." -Ni más ni menos; tratando de averiguar si es feliz.
"That′s easy to make out," said Ralph. "She′s the most visibly happy woman I know." -Eso es bien fácil de averiguar -replicó Ralph-. Aparentemente es la mujer más dichosa que conozco.
"Exactly so; I′m satisfied," Goodwood answered dryly. For all his dryness, however, he had more to say. "I′ve been watching her; I was an old friend and it seemed to me I had the right. She pretends to be happy; that was what she undertook to be; and I thought I should like to see for myself what it amounts to. I′ve seen," he continued with a harsh ring in his voice, "and I don′t want to see any more. I′m now quite ready to go." -Lo mismo creo, de modo que me doy por satisfecho -respondió Goodwood secamente. Sin embargo, a pesar de aquella sequedad, añadió-: En efecto, he estado observándola. Soy un viejo amigo suyo y me pareció que tenía perfecto derecho a hacerlo. Ella finge ser feliz, eso es precisamente lo que se proponía; y me pareció que debía averiguar por mí mismo hasta qué punto era cierto. Ya lo he visto -continuó en tono cortante- y no quiero ver más. Ahora estoy dispuesto para partir.
"Do you know it strikes me as about time you should?" Ralph rejoined. And this was the only conversation these gentlemen ha d about Isabel Osmond. -¿Sabe que me llama profundamente la atención el tiempo que ha necesitado para averiguarlo? -dijo Ralph. Y he aquí la única conversación que acerca de la señora Osmond mantuvieron los dos caballeros.
Henrietta made her preparations for departure, and among them she found it proper to say a few words to the Countess Gemini, who returned at Miss Stackpole′s _pension_ the visit which this lady had paid her in Florence. Henrietta hizo todos los preparativos para la partida, entre los cuales le pareció conveniente aclarar algunas cosas con la condesa Gemini cuando ésta le devolvió en la casa de huéspedes de Roma la visita que ella le había hecho en Florencia.
"You were very wrong about Lord Warburton," she remarked to the Countess. "I think it right you should know that." -Estaba usted equivocada acerca de lord Warburton -le dijo-, y considero mi deber informarla.
"About his making love to Isabel? My poor lady, he was at her house three times a day. He has left traces of his passage!" the Countess cried. -¿Acerca de que estaba cortejando a Isabel? Pero, mi pobre señora, ¡si iba a verla tres veces al día! -exclamó la condesa-. Le aseguro que ha dejado bastantes huellas de su paso.
"He wished to marry your niece; that′s why he came to the house." -Lo que él quería era casarse con su sobrina. Por eso iba a la casa.
The Countess stared, and then with an inconsiderate laugh: "Is that the story that Isabel tells? It isn′t bad, as such things go. If he wishes to marry my niece, pray why doesn′t he do it? Perhaps he has gone to buy the wedding-ring and will come back with it next month, after I′m gone." La condesa se quedó mirándola fijamente y soltó una carcajada insolente. -¡Ah! ¿Es eso lo que cuenta Isabel? No está mal, para como van las cosas. Si quiere casarse con mi sobrina, dígame, por favor, ¿por qué no lo hace? Puede que haya ido a comprar el anillo de boda y que vuelva el mes próximo cuando yo ya no esté aquí.
"No, he′ll not come back. Miss Osmond doesn′t wish to marry him." -Volver no volverá, desde luego, porque la señorita Osmond no quiere casarse con él.
"She′s very accommodating! I knew she was fond of Isabel, but I didn′t know she carried it so far." -Es formidablemente acomodaticia, por lo visto. Yo sabía que quería mucho a Isabel, pero no creía que llevase su cariño hasta ese extremo.
"I don′t understand you," said Henrietta coldly, and reflecting that the Countess was unpleasantly perverse. "I really must stick to my point --that Isabel never encouraged the attentions of Lord Warburton." Henrietta se percató de la perversidad de la condesa y contestó fríamente: -No comprendo lo que quiere usted decir. Insisto en lo mío: que Isabel no alentó jamás las atenciones de lord Warburton.
"My dear friend, what do you and I know about it? All we know is that my brother′s capable of everything." -Mi querida amiga, ¿qué sabemos usted y yo acerca de eso? Lo único que sabemos es que mi hermano es capaz de cualquier cosa.
"I don′t know what your brother′s capable of," said Henrietta with dignity. -Yo no sé de qué es su hermano capaz -replicó Henrietta dignamente.
"It′s not her encouraging Warburton that I complain of; it′s her sending him away. I want particularly to see him. Do you suppose she thought I would make him faithless?" the Countess continued with audacious insistence. "However, she′s onl y keeping him, one can feel that. The house is full of him there; he′s quite in the air. Oh yes, he has left traces; I′m sure I shall see him yet." -De lo que yo me quejo no es precisamente de que haya alentado a Warburton, sino de que lo haya despachado. Tengo gran interés en verlo. ¿Cree que ella pensó que yo le haría ser desleal? -prosiguió la condesa con una audacia y una insistencia increíbles- Lo que pasa es que quiere retenerlo para ella, eso salta a la vista. Parece como si la casa estuviera llena de su persona, como si su nombre flotase en el aire. No le quepa duda de que ha dejado profunda huella. A buen seguro que lo veré.
"Well," said Henrietta after a little, with one of those inspirations which had made the fortune of her letters to the _Interviewer_, "perhaps he′ll be more successful with you than with Isabel!" Henrietta, con uno de aquellos golpes de inspiración que tanto éxito habían proporcionado a sus crónicas en el Interviewer, exclamó: -Bueno, puede que con usted tenga más éxito que con Isabel.
When she told her friend of the offer she had made Ralph [sic}"> Isabel replied that she could have done nothing that would have pleased her more. It had always been her faith that at bottom Ralph and this young woman were made to understand each other. "I don′t care whether he understands me or not," Henrietta declared. "The great thing is that he shouldn′t die in the cars." Cuando la periodista le habló a su amiga del ofrecimiento que le había hecho a Ralph, Isabel contestó que no podía haber hecho ninguna otra cosa que más le agradase. Siempre había confiado en que, a la postre, Ralph y ella acabarían por entenderse. Al oír esto, Henrietta declaró: -A mí me tiene sin cuidado que me entienda o deje de entenderme. Lo importante es que no se muera en un vagón del tren.
"He won′t do that," Isabel said, shaking her head with an extension of faith. -No se morirá -dijo Isabel moviendo suavemente su cabeza, como con súbita exaltación de ilimitada confianza.
"He won′t if I can help it. I see you want us all to g o. I don′t know what you want to do." -No se morirá, si yo puedo asistirle. Ya me doy cuenta de que quieres vernos a todos lejos, aunque ignoro por completo con qué propósito.
"I want to be alone," said Isabel. -Porque quiero estar sola -contestó Isabel sencillamente.
"You won′t be that so long as you′ve so much company at home." -Con toda la gente que pulula a tu alrededor, te va a ser difí cil.
"Ah, they′re part of the comedy. You others are spectators." -¡Bah! Ellos forman parte de la comedia; y vosotros sois espectadores.
"Do you call it a comedy, Isabel Archer?" Henrietta rather grimly asked. -¿Y a esto lo llamas tú comedia, Isabel Archer? -preguntó Henrietta con gravedad.
"The tragedy then if you like. You′re all looking at me; it makes me uncomfortable." -Llámalo tragedia, si te place. Lo cierto es que todos vosotros me observáis y eso me hace sentirme desasosegada.
Henrietta engaged in this act for a while. "You′re like the stricken deer, seeking the innermost shade. Oh, you do give me such a sense of helplessness!" she broke out. Henrietta consideró el asunto. -Pareces un ciervo herido tratando de esconderse en lo más espeso del bosque -dijo tras unos instantes. Y exclamó súbitamente-: ¡Qué sensación de inutilidad me produces!
"I′m not at all helpless. There are many things I mean to do." -No soy inútil en absoluto. Me propongo hacer muchas cosas.
"It′s not you I′m speaking of; it′s myself. It′s too much, having come on purpose, to leave you just as I find you." -No me refiero a ti, sino a mí misma. Verdaderamente, es demasiado: ¡haber venido ex profeso para es fto y tener que marcharme dejándote como te encontré!
"You don′t do that; you leave me much refreshed," Isabel said. -No es cierto, me dejas con una grata sensación de haberme refrescado -dijo Isabel.
"Very mild refreshment --sour lemonade! I want you to promise me something." -Valiente refresco..., una limonada amarga. Quisiera que me prometieses una cosa.
"I can′t do that. I shall never make another promise. I made such a solemn one four years ago, and I′ve succeeded so ill in keeping it." -Eso sí que no. No volveré a hacer jamás otra promesa. Hace cuatro años hice una muy solemne y mira lo mal que la he mantenido.
"You′ve had no encouragement. In this case I should give you the greatest. Leave your husband before the worst comes; that′s what I want you to promise." -Porque no has tenido quien te alentara. Pues bien, yo quiero hacerlo diciéndote que dejes de una vez a tu marido antes de que sobrevenga lo peor. Eso es lo que quiero que me prometas.
"The worst? What do you call the worst?" -¿Lo peor? ¿A qué llamas tú lo peor, Henrietta?
"Before your character gets spoiled." -Déjalo antes de que eche a perder tu hermoso carácter.
"Do you mean my disposition? It won′t get spoiled," Isabel answered, smiling. "I′m taking very good care of it. I′m extremely struck," she added, turning away, "with the off-hand way in which you speak of a woman′s leaving her husband. It′s easy to see you′ve never had one!" -191¿Quieres decir mi buena disposición de ánimo? Eso no hay quien me lo pueda echar a perder -contestó Isabel sonriendo-. Tengo buen cuidado de ello. Verdaderamente -añadió, apartándose un poco-, me lastima ver con qué facilidad hablas de abandonar a un marido. Cómo se ve que nunca lo has tenido.
"Well," said Henriett a as if she were beginning an argument, "nothing is more common in our Western cities, and it′s to them, after all, that we must look in the future." Her argument, however, does not concern this history, which has too many other threads to unwind. She announced to Ralph Touchett that she was ready to leave Rome by any train he might designate, and Ralph immediately pulled himself together for departure. Isabel went to see him at the last, and he made the same remark that Henrietta had made. It struck him that Isabel was uncommonly glad to get rid of them all. -Bueno -dijo Henrietta como si se dispusiera a discutir los pormenores de una interesante cuestión-, nada es tan corriente como eso en las ciudades de nuestro país, y a ellas es adonde debemos volver la vista en el futuro. Sin embargo, su argumento no afecta a esta historia, que tiene muchos otros hilos que desenredar. Henrietta le anunció a Ralph que estaba preparada para partir de Roma en el tren que él dispusiera, y Ralph decidió que fuera inmediatamente. Isabel fue a verle en el último momento, y 233él le hizo la misma observación que le hiciera Henrietta. Le llamaba la atención el contento que experimentaba Isabel al verles marchar a todos ellos.
For all answer to this she gently laid her hand on his, and said in a low tone, with a quick smile: "My dear Ralph --!" Por toda respuesta a semejante observación, Isabel le puso la mano afectuosamente en el hombro y dijo: -¡Mi querido Ralph...!
It was answer enough, and he was quite contented. But he went on in the same way, jocosely, ingenuously: "I′ve seen less of you than I might, but it′s better than nothing. And then I′ve heard a great deal about you." Era más que sobrada respuesta, y él se dio por satisfecho. No obstante, añadió en su peculiar estilo ingenuo y jocoso: -En verdad, no puedo decir que te haya visto tanto como podía haberte visto, pero más vale algo que nada. Menos mal que he oído mucho acerca de ti.
"I don′t know from whom, leading the life you′ve done." -No sé a quién, llevando la vida que llevas.
"From the voices of the air! Oh, from no one else; I never let other people speak of you. They always say you′re ′charming,′ and that′s so flat." -A las voces del aire. A ninguna otra, desde luego, pues ya sabes que no dejo que nadie me hable de ti. Siempre dice n que eres una mujer encantadora, y eso es tan vulgar...
"I might have seen more of you certainly," Isabel said. "But when one′s married one has so much occupation." -Ciertamente, podía haberte visto más -contestó Isabel-, pero cuando luna está casada tiene tantas ocupaciones...
"Fortunately I′m not married. When you come to see me in England I shall be able to entertain you with all the freedom of a bachelor." He continued to talk as if they should certainly meet again, and succeeded in making the assumption appear almost just. He made no allusion to his term being near, to the probability that he should not outlast the summer. If he preferred it so, Isabel was willing enough; the reality was sufficiently distinct without their erecting finger-posts in conversation. That had been well enough for the earlier time, though about this, as about his other a ffairs, Ralph had never been egotistic. Isabel spoke of his journey, of the stages into which he should divide it, of the precautions he should take. "Henrietta′s my greatest precaution," he went on. "The conscience of that woman′s sublime." -Por fortuna para mí, yo no estoy casado. Cuando vayas a verme a Inglaterra, podré dedicarme a ti con toda la libertad de que dispone un soltero. Ralph siguió hablando como si de veras hubiesen de volver a encontrarse, y llegó hasta a hacerle creer en la posibilidad de tal suposición. No hizo la menor alusión a su creencia de que el final estuviese próximo, a la probabilidad de no durar más que el verano. Si así lo prefería él, Isabel estaba de acuerdo en secundarle en su deseo. La realidad era lo suficientemente diáfana para que no hubiera necesidad de tener que ir señalándola con el dedo en el curso de la conversación. Eso habría estado bien en los primeros tiempos, aunque acerca de ello, como acerca de sus otros asuntos, Ralph no se mostró jamás egoísta. Habló Isabel del viaje, de las etapas en que debía dividirlo, de las precauciones que debía tomar; pero Ralph contestó: -La mayor de todas mis precauciones es Henrietta. La conciencia de esa mujer es verdaderamente sublime.
"Certainly she′ll be very conscientious." -Seguro que lo hará todo a conciencia.
"Will be? She has been! It′s only because she thinks it′s her duty that she goes with me. There′s a conception of duty for you." -¿Lo hará? Ya lo ha hecho. Si viene conmigo es porque considera su deber hacerlo. Ahí tienes una concepción del deber digna de considerar.
"Yes, it′s a generous one," said Isabel, "and it makes me deeply ashamed. I ought to go with you, you know." -Es verdaderamente generoso por su parte -dijo Isabel-. Me da vergüenza pensar que soy yo quien debería acompa1ñarte y que no lo hago.
"Your husband wouldn′t like that." -A tu marido no le gustaría.
"No, he wouldn′t like it. But I might go, all the same." -Seguro que no; pero, de todos modos, podría ir.
"I′m startled by the boldness of your imagination. Fancy my being a cause of disagreement between a lady and her husband!" -Me asombra la osadía de tu imaginación. Imagíname a mí siendo la manzana de la discordia entre tu marido y tú.
"That′s why I don′t go," said Is abel simply --yet not very lucidly. -Precisamente por eso es por lo que no voy -dijo Isabel tan sencilla como misteriosamente.
Ralph understood well enough, however. "I should think so, with all those occupations you speak of." Ralph, sin embargo, la comprendió a la perfección. -No puedo pensar de otro modo..., con todas esas ocupaciones de que hablas.
"It isn′t that. I′m afraid," said Isabel. After a pause she repeated, as if to make herself, rather than him, hear the words: "I′m afraid." -No es eso. Es que tengo miedo -repuso Isabel. Y tras una breve pausa, repitió como si quisiera oír ella misma sus propias palabras más que hacérselas oír a él-: Tengo miedo.
Ralph could hardly tell what her tone meant; it was so strangely deliberate --apparently so void of emotion. Did she wish to do public penance for a fault of which she had not been convicted? or were her words simply an attempt at enlightened self-analysis? However this might be, Ralph could not resist so easy an opportunity. "Afraid of your husband?" Ralph no acertaba a c omprender exactamente lo que aquel tono encerraba, pues parecía tan extrañamente meditado, tan vacío de emoción que le dejó atónito. ¿Quería acaso hacer acto de pública contrición por un pecado del que no se la acusaba? ¿O aquellas palabras representaban más bien un esfuerzo de triste introspección? Fuera lo que fuere, Ralph aprovechó la magnífica oportunidad que se le presentaba para decir: -¿Miedo de tu marido?
"Afraid of myself!" she said, getting up. She stood there a moment and then added: "If I were afraid of my husband that would be simply my duty. That′s what women are expected to be." -No. Miedo de mí misma -dijo ella levantándose. Permaneció un momento en pie y luego añadió-: Si tuviese miedo de mi marido, no haría más que cumplir con mi deber. Es lo que se espera de las mujeres.
"Ah ye s," laughed Ralph; "but to make up for it there′s always some man awfully afraid of some woman!" -¡Ah, sí! -exclamó riendo Ralph-. Pero, en c ompensación, no falta nunca el hombre que tenga un miedo terrible de su mujer.
She gave no heed to this pleasantry, but suddenly took a different turn. "With Henrietta at the head of your little band," she exclaimed abruptly, "there will be nothing left for Mr. Goodwood!" Ella fingió no haber oído la broma y adoptó en el acto un tono distinto. -Se me ocurre que, con Henrietta al frente de tu pequeña tropa, el señor Goodwood no tendrá mucho que hacer.
"Ah, my dear Isabel," Ralph answered, "he′s used to that. There IS nothing left for Mr. Goodwood." -Mi querida Isabel, ya está acostumbrado -contestó Ralph-. El señor Goodwood nunca ha tenido nada que hacer.
She coloured and then observed, quickly, that she must leave him. They stood together a moment; both her hands were in both of his. "You′ve been my best friend," she said. Ella se ruborizó un tanto y dijo que no tenía más remedio que dejarle. Permanecieron un instante de pie el uno frente al otro con las manos entrelazadas. -Tú has sido siempre mi mejor amigo -confesó ella.
"It was for you that I wanted --that I wanted to live. But I′m of no use to you." -Era por ti por quien yo quería..., por quien quería vivir. Pero ya no puedo se rvirte de nada.
Then it came over her more poignantly that she should not see him again. She could not accept that; she could not part with him that way. "If you should send for me I′d come," she said at last. Al pensamiento de ella acudió con más triste fuerza que nunca la idea de que no volvería a verle. Y eso era algo que no podía en absoluto aceptar. No podía despedirse de él de tal modo. Por lo cual no pudo por menos que decir con toda sinceridad: -Si necesitas que vaya, iré.
"Your husband won′t consent to that." -Pero tu marido no lo consentiría.
"Oh yes, I can arrange it." -Oh, sí; yo lo arreglaría.
"I shall keep that for my last pleasure!" said Ralph. -Recordaré esto como mi última satisfacción -dijo Ralph.
In answer to which she simply kissed him. It was a Thursday, and that evening Caspar Goodwood came to Palazzo Roccanera. He was among the first to arrive, and he spent some time in conversation with Gilbert Osmond, who almost always was present when his wife received. They sat down together, and Osmond, talkative, communicative, expansive, seemed possessed with a kind of intellectual gaiety. He leaned back with his legs crossed, lounging and chatting, while Goodwood, more restless, but not at all lively, shifted his position, played with his hat, made the little sofa creak beneath him. Osmond′s face wore a sharp, aggressive smile; he was as a man whose perceptions have been quickened by good news. He remarked to Goodwood that he was sorry they were to l ose him; he himself should particularly miss him. He saw so few intelligent men --they were surprisingly scarce in Rome. He must be sure to come back; there was something very refreshing, to an inveterate Italian like himself, in talking with a genuine outsider. Por toda respuesta, ella no supo hacer otra cosa que besarle. Aquel día era jueves, y por la noche Caspar Goodwood fue al Palazzo Roccanera, adonde llegó uno de los primeros. Así, pudo pasar un rato a solas conversando con Gilbert Osmond, que estaba casi siempre presente en las recepciones de su mujer. Se sentaron, pues, juntos, y Osmond, comunicativo, hablador y expansivo, parecía presa de un júbilo intelectual. Éste se arrellanó en el asiento, cruzó las piernas y comenzó a charlar y a divagar mientras Goodwood, menos tranquilo y nada vivaz, trataba de adoptar una postura cómoda, manoseaba su sombrero y hacía crujir el pequeño sofá bajo el peso de su humanidad. Animaba el rostro de Osmond una sonrisa agresiva y afilada, nacida al calor de las buenas noticias que le habían proporcionado. Manifestó a Goodwood que sentía mucho que fueran a perderle, y que él, por su parte, le echaría de menos. Veía al cabo del año a tan pocos hombres inteligentes..., escaseaban tanto en Roma que iba a notar enormemente su falta. Le gustaría estar seguro de que pensaba volver. Había algo de vivificante para un italiano inveterado, como él, en poder hablar con un genuino extranjero.
"I′m very fond of Rome, you know," Osmond said; "but there′s nothing I like better than to meet people who haven′t that superstition. The modern world′s after all very fine. Now you′re thoroughly modern and yet are not at all common. So many of the moderns we see are such very poor stuff. If they′re the children of the future we′re willing to die young. Of course the ancients too are often very tiresome. My wife and I like everything that′s really new --not the mere pretence of it. There′s nothing new, unfortunately, in ignorance and stupidity. We see plenty of that in forms that offer themselves as a revelation of progress, of light. A revelation of vulgarity! There′ s a certain kind of vulgarity which I believe is really new; I don′t think there ever was anything like it before. Indeed I don′t find vulgarity, at all, before the present century. You see a faint menace of it here and there in the last, but to-day the air has grown so dense that delicate things are literally not recognised. Now, we′ve LIKED YOU --!" With which he hesitated a moment, laying his hand gently on Goodwood′s knee and smiling with a mixture of assurance and embarrassment. "I′m going to say something extremely offensive and patronising, but you must let me have the satisfaction of it. We′ve liked you because --because you′ve reconciled us a little to the future. If there are to be a certain number of people like you --a la bonne heure! I′m talking for my wife as well as for myself, you see. She speaks for me, my wife; why shouldn′t I speak for her? We′re as united, you know, as the candlestick and the snuffers. Am I assuming too much when I say that I thin k I′ve understood from you that your occupations have been --a --commercial? There′s a danger in that, you know; but it′s the way you have escaped that strikes us. Excuse me if my little compliment seems in execrable taste; fortunately my wife doesn′t hear me. What I mean is that you MIGHT HAVE BEEN --a --what I was mentioning just now. The whole American world was in a conspiracy to make you so. But you resisted, you′ve something about you that saved you. And yet you′re so modern, so modern; the most modern man we know! We shall always be delighted to see you again." -Ya sabe usted que soy un entusiasta de Roma -dijo Osmond-, pero lo que más me agrada es tratar con gente que no tiene tal superstición. Después de todo, hay que confesar que el mundo moderno es muy hermoso. Usted, por ejemplo, es verdaderamente moderno, y sin embargo, no tiene nada de vulgar. Pero muchos de los individuos modernos que vemos son de lo más insignificante que darse puede. Si ésos son los hombres de mañana, la verdad, dan ganas de morirse. Eso no quiere decir que los antiguos no sean verdaderamente aburridos. A mi mujer y a mí nos encanta todo lo que sea verdaderamente nuevo..., no lo que tenga la mera pretensión de serlo. Por desgracia, no hay nada nuevo en la ignorancia y en la sandez. Mucho de ello puede verse en lo que nos ofrecen como revelación del progreso, de la luz. En fin de cuentas, mera revelación de la vulgaridad. En cambio, hay cierta revelación de la vulgaridad que no me parece del todo nueva; no creo que haya habido jamás nada parecido hasta la fecha. Por lo pronto, yo no veo absolutamente nada que sea vulgar antes del presente siglo. Se ve indudablemente cierto conato de ella aquí y allá en el siglo pasado, pero, lo que es hoy, el aire se ha vuelto ya tan denso que resulta casi imposible reconocer las cosas. De modo que usted nos ha resultado agradable... -Pareció dudar un instante, puso amablemente su mano en la rodilla de Goodwood y, sonriendo con un si es no es de azotamiento y confianza al mismo tiempo, continuó-: Voy a decir algo sumamente ofensivo y condescendiente, pero supongo que me concederá usted la satisfacción de hacerlo. Si nos ha resultado usted tan g rato, si nos ha gustado, es porque..., porque nos ha reconciliado un poco con el porvenir. Si en lo sucesivo ha de haber en abundancia personas como usted, entonces... á la bonne heure. Por supuesto, hablo en nombre de mi mujer tanto como en el propio, ya se lo figurará usted. Mi mujer habla por mí; ¿por qué no habría de hablar yo por ella? Estamos íntimamente unidos, somos carne y uña. ¿Exagero acaso al decir que me parece haber comprendido que sus actividades han sido..., en fin, comerciales? En ello hay un serio peligro, pero lo que nos ha admirado es la manera en que ha sabido usted no hacerlo ver. Perdóneme si este pequeño elogio le parece tal vez de un gusto deplorable; afortunadamente mi mujer no me está oyendo. Lo que quiero decir es que usted podía haber sido lo que..., lo que acabo de mencionar, ya que toda la organización del mundo americano conspiraba para hacer de usted tal cosa; pero se resistió porque en usted hay algo que le ha salvado de caer en ello. ¡Y eso a pesar de lo moderno que es, de lo moderno que parece, de ser el hombre más moderno que conocemos! Para nosotros será siempre un gran placer verle.
I have said that Osmond was in good humour, and these remarks will give ample evidence of the fact. They were infinitely more personal than he usually cared to be, and if Caspar Goodwood had attended to them more closely he might have thought that the defence of delicacy was in rather odd hands. We may believe, however, that Osmond knew very well what he was about, and that if he chose to use the tone of patronage with a grossness not in his habits he had an excellent reason for the escapade. Goodwood had only a vague sense that he was laying it on somehow; he scarcely knew where the mixture was applied. Indeed he scarcely knew what Osmond was talking about; he wanted to be alone with Isabel, and that idea spoke louder to him than her husband′s perfectly-pitched voice. He watched her talking with other people and wondered when she would be at liberty and whether he might ask her to go into one of the other rooms. His humour was not, like Osmond′s, of the best; there was an element of dull rage in his consciousness of things. Up to this time he had not disliked Osmond personally; he had only thought him very well-informed and obliging and more than he had supposed like the person whom Isabel Archer would naturally marry. His host had won in the open field a great ad vantage over him, and Goodwood had too strong a sense of fair play to have been moved to underrate him on that account. He had not tried positively to think well of him; this was a flight of sentimental benevolence of which, even in the days when he came nearest to reconciling himself to what had happened, Goodwood was quite incapable. He accepted him as rather a brilliant personage of the amateurish kind, afflicted with a redundancy of leisure which it amused him to work off in little refinements of conversation. But he only half trusted him; he could never make out why the deuce Osmond should lavish refinements of any sort upon HIM. It made him suspect that he found some private entertainment in it, and it ministered to a general impression that his triumphant rival had in his composition a streak of perversity. He knew indeed that Osmond could have no reason to wish him evil; he had nothing to fear from him. He had carried off a supreme advantage and could afford to be kind to a man who had lost everything. It was true that Goodwood had at times grimly wished he were dead and would have liked to kill him; but Osmond had no means of knowing this, for practice had made the younger man perfect in the art of appearing inaccessible to-day to any violent emotion. He cultivated this art in order to deceive himself, but it was others that he deceived first. He cultivated it, moreover, with very limited success; of which there could be no better proof than the deep, dumb irritation that reigned in his soul when he heard Osmond speak of his wife′s feelings as if he were commissioned to answer for them. Ya he dicho que Osmond estaba aquella noche de buen humor, y, por si de ello cupiese duda alguna, las mencionadas observaciones lo prueban más que sobradamente. Tales observaciones eran infinitamente más personales de lo que, por lo general, solían ser, y si Caspar Goodwood las hubiera escuchado con más atención tal vez habría pensado que la defensa de la delicadeza estaba confiada a manos verdaderamente raras. Cabe, sin embargo, creer que Osmond sabía perfectamente con quién se las entendía, y que, si se ha bía arriesgado a emplear aquel tono protector con una grosería en él no acostumbrada, era porque tenía excelentes razones para permitírselo. Goodwood tenía la vaga sensación de que en cierto modo su anfitrión estaba cargando las tintas, pero ignoraba en qué exactamente. Por lo demás, comprendía a duras penas el galimatías de Osmond. Lo que quería era estar a solas con Isabel, y tal idea resonaba con más fuerza en su interior que la voz estudiadamente bien entonada de su marido. La vio hablando con otras personas, y se preguntó cuándo quedaría libre para poder pedirle que pasara a otro de los salones y hablar allí con ella. No estaba de tan buen humor como Osmond, ni mucho menos; por el contrario, en su comprensión de la realidad había un tanto de sorda rabia. Hasta aquel momento no había llegado a sentir antipatía hacia Osmond personalmente; le había considerado una persona muy instruida y cortés, y mucho más semejante de lo que se habría imaginado al tipo de compañero que Isabel Archer debía tener en calidad de esposo. Su anfitrión le había aventajado grandemente en la liza, y Goodwood tenía demasiado desarrollado el sentido del juego limpio para menospreciarle por tal causa. No se había propuesto nunca pensar bien de él. Goodwood era absolutamente incapaz de un impulso de benevolencia sentimental, ni aun en los días en que más a punto había estado de resignarse a aceptar lo ocurrido. Le consideraba más bien un personaje brillante, de temperamento de gran aficionado y con un exceso de holganza que se dedicaba a rellenar artificiosamente con los refinamientos de la conversac ión. Pero no se fiaba de él más que a medias; nunca había podido explicarse a santo de qué Osmond se dignaba prodigar refinamientos de ninguna clase con él. Y ello le hacía sospechar que se divertía con tal cosa y le producía la impresión de que su victorioso rival realizaba semejante tarea con una cierta perversidad. Sabía, desde luego, que Osmond no podía tener motivos para quererle mal, pues no tenía nada que temer de él. Después de haber logrado la ventaja suprema, bien podía mostrarse generoso con un hombre que lo había perdido todo. Bien es verdad que en algunos momentos Goodwood deseaba con toda el alma que el otro muriese, e incluso le habría matado con sus propias manos; pero, por su parte, Osmond carecía de medios de enterarse de ello, ya que, a fuerza de pr u225áctica, el joven de Boston había perfeccionado el arte de parecer inaccesible a toda emoción violenta. Cultivaba asiduamente tal arte con el fin de engañarse a sí mismo, pero a quienes engañaba ante todo y sobre todo era a los demás. Por otra parte, no lograba grandes éxitos en su cultivo, como lo demostraba patentemente el hecho de la sorda irritación que en su interior reinó al oír hablar a Osmond en nombre de su mujer y de sus sentimientos como si fuera el encargado de responder por ellos.
That was all he had had an ear for in what his host said to him this evening; he had been conscious that Osmond made more of a point even than usual of referring to the conjugal harmony prevailing at Palazzo Roccanera. He had been more careful than ever to speak as if he and his wife had all things in sweet community and it were as natural to each of them to say "we" as to say "I." In all this there was an air of intention that had puzzled and angered our poor Bostonian, who could only reflect for his comfort that Mrs. Osmond′s relations with her husband were none of his business. He had no proof whatever that her husband misrepresented her, and if he judged her by the surface of things was bound to believe that she liked her life. She had never given him the faintest sign of discontent. Miss Stackpole had told him that she had lost her illusions, but writing for the papers had made Miss Stackpole sensational. She was too fond of early news. Moreover, since her arrival in Rome she had been much on her guard; she had pretty well ceased to flash her lantern at him. This indeed, it may be said for her, would have been quite against her conscience. She had now seen the reality of Isabel′s situation, and it had inspired her with a just reserve. Whatever could be done to improve it the most useful form of assistance would not be to inflame her former lovers with a sense of her wrongs. Miss Stackpole continued to take a deep interest in the state of Mr. Goodwood′s feelings, but she showed it at present only by sending him choice extracts, humorous and other, from the American journals, of which she received several by every post and which she always perused with a pair of scissors in her hand. The articles she cut out she placed in an envelope addressed to Mr. Goodwood, which she left with her own hand at his hotel. He never asked her a question about Isabel: hadn′t he come five thousand miles to see for himself? He was thus not in the least authorised to think Mrs. Osmond unhappy; but the very absence of authorisation operated as an irritant, ministered to the harshness with which, in spite of his theory that he had ceased to care, he now recognised that, so far as she was concerned, th e future had nothing more for him. He had not even the satisfaction of knowing the truth; apparently he could not even be trusted to respect her if she WERE unhappy. He was hopeless, helpless, useless. To this last character she had called his attention by her ingenious plan for making him leave Rome. He had no objection whatever to doing what he could for her cousin, but it made him grind his teeth to think that of all the services she might have asked of him this was the one she had been eager to select. There had been no danger of her choosing one that would have kept him in Rome. Esto era lo único a lo que había prestado oídos de todo cuanto el otro le dijo aquella noche. Le pareció que Osmond había insistido más de lo que sería lógico en referirse a la armonía conyugal reinante en el Palazzo Roccanera. Había puesto más e smero que nunca en dar a entender que él y su esposa consideraban todas las cosas en la más amigable compañía, como si para ellos fuese igual de natural decir «nosotros» o «yo». En todo ello había indudablemente una intención que desconcertaba y enojaba grandemente al pobre joven de Boston, quien se consolaba pensando que las relaciones entre la señora Osmond y su marido eran cosa que no le incumbía en absoluto. Por lo demás, no tenía prueba alguna de que él las falsease en nada y, a juzgar por las apariencias, no podía por menos de reconocer que a ella le encantaba aquella vida. Por lo pronto, Isabel nunca había dado la menor señal de descontento. La señorita Stackpole le dijo que Isabel había perdido ya todas las ilusiones, pero sabido era que la señorita Stackpole escrib7ía para los periódicos, y que eso la obligaba a lo sensacional, por ser demasiado aficionada a las noticias frescas. Además, desde que pusiera el pie en Roma se había comportado con gran cautela y había dejado de enfocarle con su linterna; lo cual, dicho sea en honor de ella, hubiera sido obrar contra su propia conciencia. Una vez que se hubo convencido de la verdadera situación de Isabel, se impuso una justa reserva. Tratar de incitar a sus antiguos enamorados exponiendo los errores de Isabel era la peor manera de prestarle la ayuda que había menester. Así pues, la señorita Stackpole continuó tomándose un gran interés por los sentimientos del señor Goodwood, pero se limitaba a demostrárselo enviándole recortes de noticias escogidas y cosas humorísticas de los periódicos americanos, vari os de los cuales recibía por correo y que leía siempre armada de sus tijeras. Los artículos que recortaba los metía en un sobre destinado al señor Goodwood, sobre que ella misma depositaba en el hotel de éste. Él no le hacía jamás ninguna pregunta acerca de Isabel, ya que había hecho un viaje de cinco mil millas con el objeto de averiguarlo por sí mismo. Así pues, nada parecía autorizarle a considerar desdichada a la señora Osmond; pero esa misma falta de autorización actuaba a modo de revulsivo administrado al mal humor con que, pese a su creencia de que había perdido el interés, reconocía, en lo concerniente ella, que nada le reservaba ya el porvenir. Ni siquiera tenía la satisfacción de saber la verdad; al parecer, no se confiaba en que la respetase en caso de saber que era verdaderam ente desdichada. Se sentía, pues, un hombre totalmente inútil, abandonado y desesperanzado. Y ella se lo había hecho ver con su ingenioso proyecto para hacerle partir de Roma. En tal sentido, no tenía reparo que oponer y estaba dispuesto a hacer cuanto fuese necesario en favor de su primo, pero le hacía rechinar los dientes de rabia pensar que, de todos los favores que podía haberle pedido, hubiese sido aquél el que con más empeño escogiera. Podía haber escogido cualquier otro que no le obligara a alejarse de Roma, en la seguridad de que no habría habido el menor peligro en hacerlo así.
To-night what he was chiefly thinking of was that he was to leave her to-morrow and that he had gained nothing by coming but the knowledge that he was as little wanted as ever. About herself he had gained no knowledge; she was imperturbable, inscrutable, impenetrable. He felt the old bitterness, which he ha d tried so hard to swallow, rise again in his throat, and he knew there are disappointments that last as long as life. Osmond went on talking; Goodwood was vaguely aware that he was touching again upon his perfect intimacy with his wife. It seemed to him for a moment that the man had a kind of demonic imagination; it was impossible that without malice he should have selected so unusual a topic. But what did it matter, after all, whether he were demonic or not, and whether she loved him or hated him? She might hate him to the death without one′s gaining a straw one′s self. "You travel, by the by, with Ralph Touchett," Osmond said. "I suppose that means you′ll move slowly?" Estaba él pensando aquella noche en que al día siguiente la dejaría y en que lo único a que su visita a Italia le había conducido era a convencerse de que hacía tan poca falta como siempre. Por lo que a ella respectaba, bien poco lograra saber; continuaba siendo inescrutable, imperturbable, impenetrable, impasible. Le pareció que aquella antigua amargura que tratara de devorar en su interior le apretaba de nuevo la garganta, y sabía perfectamente que hay desengaños que duran tanto como la misma vida. Osmond continuaba hablando, pero Goodwood no se daba apenas cuenta de que estaba tocando otra vez el punto de su intimidad con su mujer. Le pareció por momentos que aquel hombre poseía una imaginación endemoniada, pues no era posible que hubiese escogido semejante tema de conversación sin una refinada malicia. Pero ¿qué importaba, en último término, que fuese o no demoníaca su imaginación, y que Isabel le amara o le aborreciese? Ella podía perfectamente odiarle c on toda su alma sin que por eso hubiese uno de salir ganando absolutamente nada por tal causa. -Parece que va usted a emprender el viaje con Ralph Touchett -dijo Osmond-. Eso quiere decir que irán ustedes despacio.
"I don′t know. I shall do just as he likes." -Lo ignoro. Haré lo que él quiera.
"You′re very accommodating. We′re immensely obliged to you; you must really let me say it. My wife has probably expressed to you what we feel. Touchett has been on our m inds all winter; it has [sic}"> looked more than once as if he would never leave Rome. He ought never to have come; it′s worse than an imprudence for people in that state to travel; it′s a kind of indelicacy. I wouldn′t for the world be under such an obligation to Touchett as he has been to --to my wife and me. Other people inevitably have to look after him, and every one isn′t so generous as you." -Es usted muy amable. Le estamos verdaderamente agradecidos, permítame que se lo diga. Tal vez mi mujer le haya manifestado ya nuestra manera de sentir. Nos hemos pasado todo el invierno pendientes del estado de salud de Ralph Touchett; en más de una ocasión nos pareció que se quedaría en Roma por toda la eternidad. La verdad es que no debió haber venido. Es cometer algo mucho peor que una imprudencia el lanzarse a viajar en un estado de salud tan extremadamente delicado. Por nada del mundo querría yo tener que quedarle tan obligado a Touchet t como él ha debido quedarnos a mi mujer y a mí. Forzosamente, los demás han de mirar por él, pero todo el mundo no tiene tan buenos sentimientos como usted.
"I′ve nothing else to do," Caspar said dryly. -No tengo otra cosa que hacer:-contestó Caspar secamente.
Osmond looked at him a moment askance. "You ought to marry, and then you′d have plenty to do! [sic}"> It′s true that in that case you wouldn′t be quite so available for deeds of mercy." Osmond le miró de soslayo y dijo: -Procure casarse y entonces tendrá bastante que hacer. Cierto que, en tal caso, no podrá estar disponible para las obras inspiradas por la misericordia.
"Do you find that as a married man you′re so much occupied?" the young man mechanically asked. -¿Cree usted que, por su condición de hombre casado, está tan cargado de ocupaciones? -preguntó Goodwood mecánicamente.
"Ah, you see, being married′s in itself an occupation. It isn′t always active; it′s often passive; but that takes even more attention. Then my wife and I do so many things together. We read, we study, we make music, we walk, we drive --we talk even, as when we first knew each other. I delight, to this hour, in my wife′s conversation. If you′re ever bored take my advice and get married. Your wife indeed may bore you, in that case; but you′ll never bore yourself. You′ll always have something to say to yourself --always have a subject of reflection." -Verá, estar casado es ya en sí una verdadera ocupación, no siempre activa y con frecuencia pasiva, pero esta segunda forma exige mucha mayor atención. Mi mujer y yo hacemos infi nidad de cosas juntos. Leemos, estudiamos, dedicamos largos ratos a la música, paseamos a pie y en coche..., incluso hablamos como lo hacíamos en los primeros tiempos de conocernos. Hoy, mi mayor delicia la constituye la conversación de mi mujer. Si, por desgracia, está usted aburrido, siga mi consejo y cásese. Es posible que, en tal caso, su mujer llegue a aburrirle, pero usted no se aburrirá. Tendrá siempre algo que decirse a sí mismo, un tema de reflexión.
"I′m not bored," said Goodwood. "I′ve plenty to think about and to say to myself." -Yo no me aburro nunca -contestó Goodwood-. Tengo mucho en que pensar y que decirme a mí mismo.
"More than to say to others!" Osmond exclaimed with a light laugh. "Where shall you go next? I mean after you′ve consigned Touchett to his natural caretakers --I believe his mother′s at last coming back to look after him. That little lady′s superb; she neglects her duties with a finish --! Perhaps you′ll spend the summer in England?" -¡Más que a los demás! -exclamó Osmond con una leve risa-. ¿Adonde piensa ir después? Quiero decir, después de haber depositado a Touchett en manos de quienes deben naturalmente cuidarle ..., pues creo que su madre está de vuelta para atenderle. ¡La pequeña señora es formidable! Hay que ver con qué tranquilidad pasa por alto sus deberes... ¿Piensa usted pasar el verano en Inglaterra?
"I don′t know. I′ve no plans." -No lo sé. No tengo plan ninguno.
"Happy man! That′s a little bleak, but it′s very free." -¡Hombre feliz! La cosa parece un poco fría, pero muy libre.
"Oh yes, I′m very free." -Sin duda; estoy totalmente libre.
"Free to come back to Rome I hope," said Osmond as he saw a group of new visitors enter the room. "Remember that when you do come we count on you!" -Entonces lo estará para volver otra vez a Roma -dijo Osmond levantándose al ver a un grupo de amistades que entraban en aquel momento en el salón. Y añadió-: No olvide, cuando vuelva aquí, que contamos con usted.
Goodwood had meant to go away early, but the evening elapsed without his having a chance to speak to Isabel otherwise than as one of several associated interlocutors. There was something perverse in the inveteracy with which she avoided him; his unquenchable rancour discovered an intention where there was certainly no appearance of one. There was absolutely no appearance of one. She met his eyes with her clear hospitable smile, which seemed almost to ask that he would come and help her to entertain some of her visitors. To such suggestions, however, he opposed but a stiff impatience. He wandered about and waited; he talked to the few people he knew, who found him for the first time rather self-contradictory. This was indeed rare with Caspar Goodwood, though he often contradicted others. There was often music at Palazzo Roccanera, and it was usually very good. Under cover of the music he managed to contain himself; but toward the end, when he saw the people beginning to go, he drew near to Isabel and asked her in a low tone if he might not speak to her in one of the other rooms, which he had just assured himself was empty. She smiled as if she wished to oblige him but found herself absolutely prevented. "I′m afraid it′s impossible. People are saying good-night, and I must be where they can see me." Goodwood se había hecho el propósito de marcharse pronto, pero la velada transcurrió sin que tuviese oportu nidad de hablar con Isabel más que en presencia de otras personas. Se diría que había algo perverso en la habilidad con que ella le esquivaba, y su rencor le hacía ver una determinada intención donde, a decir verdad, no existía la menor en tal sentido. Ella le miró con sus claros ojos serenos y su acogedora sonrisa como si quisiera pedirle que la ayudase a atender a algunos de aquellos visitantes. Pero él opuso a tal sugerencia no expresada una rígida impaciencia. Vagó un poco por el salón y habló con las escasas personas que conocía, quienes por primera vez le encontraron un tanto contradictorio consigo mismo, cosa rara en él que, no obstante acostumbraba a contradecir frecuentemente a los demás. En el Palazzo Roccanera se solía interpretar música, y por lo general buena m250úsica. Gracias a ella había logrado contenerse, pero al final, cuando vio que la gente empezaba a marcharse, se acercó a Isabel y le preguntó por lo bajo si podía hablar con ella unas palabras en alguno de los otros salones, que había visto que estaban vacíos. Sonrió ella como queriendo agradecérselo, pero se vio completamente imposibilitada de hacerlo. -Me parece que es del todo imposible -dijo-. La gente se está despidiendo y no tengo más remedio que estar donde me vean.
"I shall wait till they are all gone then." -Entonces esperaré hasta que todos se hayan ido.
She hesitated a moment. "Ah, that will be delightful!" she exclaimed. Isabel vaciló un momento. -¡Ah! -exclamó-. Eso será verdaderamente delicioso.
And he waited, though it took a long time yet. There were several people, at the end, who seemed tethered to the carpet. The Countess Gemini, who was never herself till midnight, as she said, displayed no consciousness that the entertainment was over; she had still a little circle of gentlemen in front of the fire, who every now and then broke into a united laugh. Osmond had disappeared --he never bade good-bye to people; and as the Countess was extending her range, according to her custom at this period of the evening, Isabel sent Pansy to bed. Isabel sat a little apart; she too appeared to wish her sister-in-law would sound a lower note and let the last loiterers depart in peace. Y él se quedó esperando, aunque tuvo que hacerlo durante largo tiempo. Algunas personas parecían atornilladas a la alfombra. La condesa Gemini, que, según decía, no empezaba a ser ella sino después de medianoche, no parecía darse cuenta de que la fiesta había tocado a su fin y estaba de pie con unos cuantos caballeros delante de la chimenea, haciéndoles soltar de vez en cuando a todos una carcajada unánime. Osmond ya había desaparecido -nunca se molestaba en despedirse de la gente y la condesa iba extendiendo el círculo de sus contertulios, de acuerdo con su inveterada costumbre a tales horas de la noche. Isabel, que había mandado a Pansy a acostarse, se sentó un poco aparte, al parecer con ganas de que su cuñada tocase alguna nota menos aguda y dejara que los últimos rezagados se marchasen en paz.
"May I not say a word to you now?" Goodwood presently asked her. Goodwood se acercó a ella y le preguntó: -¿Puedo hablar a hora con usted?
She got up immediately, smiling. "Certainly, we′ll go somewhere else if you like." They went together, leaving the Countess with her little circle, and for a moment after they had crossed the threshold neither of them spoke. Isabel would not sit down; she stood in the middle of the room slowly fanning herself; she had for him the same familiar grace. She seemed to wait for him to speak. Now that he was alone with her all the passion he had never stifled surged into his senses; it hummed in his eyes and made things swim round him. The bright, empty room grew dim and blurred, and through the heaving veil he felt her hover before him with gleaming eyes and parted lips. If he had seen more distinctly he would have perceived her smile was fixed and a trifle forced --that she was frightened at what she saw in his own face. "I suppose you wish to bid me good-bye?" she said. Isabel se levantó en el acto y respondió sonriendo: -¿Cómo no? Vamos a otra parte, si quiere. Salieron juntos, dejando a la condesa con su pequeño círculo, y ambos permanecieron un momento en silencio tras haber cruzado el umbral. Isabel no se sentó, sino que se detuvo en medio del otro salón abanicándose lentamente; para él tenía el mismo encanto de siempre. Parecía esperar que el otro hablase. Y ahora que estaba solo con ella, toda la pasión que Caspar jamás lograra sofocar embargó sus sentidos, se agolpó en sus ojos y le nubló la vista. El salón brillante y vacío se le antojó que se tornaba oscuro y borroso, y la vio como a través de un espeso velo, flotando ante él con los ojos resplandecientes y lo s labios entreabiertos. Si hubiera podido ver mejor, habría observado que la sonrisa era un poco forzada y que ella tenía miedo de lo que veía en su rostro. -Supongo que querrá usted despedirse de mí -dijo finalmente Isabel.
"Yes --but I don′t like it. I don′t want to leave Rome," he answered with almost plaintive honesty. -Sí, pero no me gusta hacerlo. No me gusta marcharme de Roma -contestó con una perfecta y casi suplicante honradez.
"I can well imagine. It′s wonderfully good of you. I can′t tell you how kind I think you." -Ya me lo imagino. Es usted admirablemente bueno. La verdad, no sé cómo decirle lo bondadoso que me parece.
For a moment more he said nothing. "With a few words like that you make me go." Calló él un momento y luego repuso: -Con unas cuantas palabras como ésas me obliga usted a irme.
"You must come back some day," she brightly returned. -Tiene que volver algún día -contestó ella en tono jovial.
"Some day? You mean as long a time hence as possible." -¿Algún día? ¿Quiere usted dec ir lo más tarde posible?
"Oh no; I don′t mean all that." -No se me ha ocurrido semejante cosa.
"What DO you mean? I don′t understand! But I said I′d go, and I′ll go," Goodwood added. -Entonces ¿qué quiere decir? No comprendo absolutamente nada. Pero he dicho que me iría, y me iré -añadió Goodwood.
"Come back whenever you like," said Isabel with attempted lightness. -Vuelva cuando quiera -dijo Isabel intentando no mostrarse brusca.
"I don′t care a straw for your cousin!" Caspar broke out. -¡Su primo me importa un rábano! -estalló Caspar.
"Is that what you wished to tell me?" -¿Era eso lo que quería decirme?
"No, no; I didn′t want to tell you anything; I wanted to ask you --" he paused a moment, and then --"what have you really made of your life?" he said, in a low, quick tone. He paused again, as if for an answer; but she said nothing, and he went on: "I can′t understand, I can′t penetrate you! What am I to believe --what do you want me to think?" Still she s aid nothing; she only stood looking at him, now quite without pretending to ease. "I′m told you′re unhappy, and if you are I should like to know it. That would be something for me. But you yourself say you′re happy, and you′re somehow so still, so smooth, so hard. You′re completely changed. You conceal everything; I haven′t really come near you." -No, yo no quería decirle nada. Lo que quena era preguntarle... -Se detuvo un momento y añadió en voz baja, con precipitación-: ¿Qué ha hecho usted de su vida? -Hizo una pausa como esperando respuesta, pero al ver que ella no decía nada prosiguió-: No puedo comprenderlo, no puedo pe netrar en su pensamiento, ¿Qué debo pensar...? ¿Qué quiere usted que piense? -Mas ella siguió sin contestar, no haciendo otra cosa sino mirarle fijamente, incluso sin pretender calmarle-. Me han dicho que es usted desgraciada y, si de veras lo fuese, yo debería saberlo. Eso significaría algo para mí. Pero usted dice, en cambio, que es feliz, y en cierto modo adopta una actitud tan callada, tan afable, tan dura... Está completamente cambiada. Usted oculta algo. Es como si yo no estuviese cerca de usted.
"You come very near," Isabel said gently, but in a tone of warning. Isabel contestó amablemente, pero en tono de advertencia: -Usted está muy cerca de mí.
"And yet I don′t touch you! I want to know the truth. Have you done well?" -Sin embargo, no la alcanzo, no llego a tocarla. ¡Y yo necesito saber la verdad! ′¿Ha actuado usted bien haciendo lo que ha hecho?
"You ask a great deal." -Pregunta usted dem asiado.
"Yes --I′ve always asked a great deal. Of course you won′t tell me. I shall never know if you can help it. And then it′s none of my business." He had spoken with a visible effort to control himself, to give a considerate form to an inconsiderate state of mind. But the sense that it was his last chance, that he loved her and had l ost her, that she would think him a fool whatever he should say, suddenly gave him a lash and added a deep vibration to his low voice. "You′re perfectly inscrutable, and that′s what makes me think you′ve something to hide. I tell you I don′t care a straw for your cousin, but I don′t mean that I don′t like him. I mean that it isn′t because I like him that I go away with him. I′d go if he were an idiot and you should have asked me. If you should ask me I′d go to Siberia to-morrow. Why do you want me to leave the place? You must have some reason for that; if you were as contented as you pretend you are you wouldn′t care. I′d rather know the truth about you, even if it′s damnable, than have come here for nothing. That isn′t what I came for. I thought I shouldn′t care. I came because I wanted to assure myself that I needn′t think of you any more. I haven′t thought of anything else, and you′re quite right to wish me to go away. But if I must go, there′s no harm in my letti ng myself out for a single moment, is there? If you′re really hurt --if HE hurts you --nothing i say will hurt you. When I tell you I love you it′s simply what I came for. I thought it was for something else; but it was for that. I shouldn′t say it if I didn′t believe I should never see you again. It′s the last time --let me pluck a single flower! I′ve no right to say that, I know; and you′ve no right to listen. But you don′t listen; you never listen, you′re always thinking of something else. After this I must go, of course; so I shall at least have a reason. Your asking me is no reason, not a real one. I can′t judge by your husband," he went on irrelevantly, almost incoherently; "I don′t understand him; he tells me you adore each other. Why does he tell me that? What business is it of mine? When I say that to you, you look strange. But you always look strange. Yes, you′ve something to hide. It′s none of my business --very true. But I love you," said Caspar Goodwood. -Ya sabe que siempre he preguntado mucho. Por supuesto, no me lo dirá; no llegaré jamás a saberlo si usted puede remediarlo. Además, lo sé perfectamente, es cosa que no me importa. -Goodwood hacía visibles esfuerzos por dominarse, a fin de poder dar una forma sensata a un insensato estado de ánimo; pero la sensación de que era su última oportunidad, de que la quería y la había perdido, de que ella le creería un necio dijera lo que dijese, le aguijoneó ferozmente y prestó una honda vibración al tono quedo de su voz-. Usted se mantiene terriblemente inescrutable -prosiguió-, y eso es lo que me obliga a pensar que oculta algo. Y le he dicho que su primo me tiene sin cuidado, pero eso no quiere decir que no le aprecie. Lo que quiero decir es que no es precisa mente por apreciarlo por lo que me marcho con él. Iría igualmente si fuera un verdadero idiota y usted me lo hubiese pedido. Si usted me lo pidiera, iría hasta la misma Siberia mañana mismo. ¿Por qué quiere usted que me marche de aquí? Debe de tener sus razones para ello. Si, en realidad, estuviera usted tan contenta como pretende hacer creer, no le importaría que me fuese o me quedase. Yo preferiría saber toda la verdad sobre usted, aunque fuera algo perverso y condenable, antes que haber venido para nada. Yo no he venido para esto. He venido porque tenía la imperiosa necesidad de convencerme de que no tengo por qué seguir pensando en usted. No he pensado en ninguna otra cosa, y usted está en su perfecto derecho de desear que me vaya. Pero, si tengo que marcharme, no habrá nada malo en que me desahogue un poco, ¿verdad? Si la maltratan..., si él la maltrata, no le molestará nada de lo que yo pueda decirle. Si le digo que la amo con toda mi alma, es porque he venido para eso. Yo creí honradamente que era por otro motivo, pero la verdad es que era sólo por eso. Yo no le diría lo que le estoy diciendo si no creyera que no la volveré a ver. Esta es la última vez; déjeme, pues, arrancar una flor tan sólo. Sé perfectamente que no tengo derecho a decir esto, y que usted está en su perfecto derecho de no escucharlo. De todos modos, usted no escucha nunca, siempre está pensando en otra cosa. Desde luego, después de esto, no me queda más que marcharme; así tendré, cuando menos, alguna razón. El que usted me lo pida no es una verdadera razón. Por lo que su marido dice, no me es posible juzgar -continuó c asi incoherentemente, sin tino-: Yo no comprendo a ese hombre. Me ha dicho que ustedes dos se adoran. ¿A santo de qué me ha dicho semejante cosa? ¿Qué ha de importante a mí? Pone usted al oír esto una cara muy extraña, pero siempre la pone. No hay duda de que oculta algo. Ya sé que eso no es cosa mía, es cierto, pero no es menos cierto que la adoro -concluyó Goodwood.
As he said, she looked strange. She turned her eyes to the door by which they had entered and raised her fan as if in warning. "You′ve behaved so well; don′t spoil it," she uttered softly. Verdaderamente, como él había declarado, Isabel tenía una expresión extraña. Miró hacia la puerta del salón y levantó un poco el abanico como para prevenirle. -Se ha comportado usted muy bien; no lo eche todo a perder -dijo afablemente.
"No one hears me. It′s wonderful what you tried to put me off with. I love you as I′ve never loved you." -Nadie nos oye. Es increíble cómo ha tratado de desanimarme. La quiero como nunca la ha querido.
"I know it. I knew it as soon as you consented to go." -Lo sé. Me di cuenta de ello al ver que se avenía a marcharse.
"You can′t help it --of course not. You would if you could, but you can′t, unfortunately. Unfortunately for me, I mean. I ask nothing --nothing, that is, I shouldn′t. But I do ask one sole satisfaction: --that you tell me --that you tell me --!" -De todos modos, no puede usted remediarlo. Lo remediaría si pudiera, pero, por desgracia, no puede. Por desgracia para mí, por supuesto... No pido nada..., nada. Es decir, no debería pedir nada, pero pido una sola satisfacción... Que me diga usted..., que me diga...
"That I tell you what?" -¿Que le diga qué?
"Whether I may pity you." -Si puedo compadecerla.
"Should you like that?" Isabel asked, trying to smile again. -¿Le gustaría? -preguntó Isabel, tratando de sonreír nuevamente.
"To pity you? Most assuredly! That at least would be doing something. I′d give my life to it." -¿Compadecerla? ¡Claro que sí! Por lo menos, sería hacer algo... y daría mi vida por ello.
She raised her fan to her face, which it covered all except her eyes. They rested a moment on his. "Don′t give your life to it; but give a thought to it every now and then." And with that she went back to the Countess Gemini. Se cubrió ella el rostro con el abanico, dejando tan sólo sus bellos ojos al descub ierto, que se posaron un instante en los de él. Al fin, dijo: -No es preciso que dé su vida por ello, pero, de vez en cuando, conságrele un pensamiento afectuoso. Tras estas palabras, regresó junto a la condesa Gemini.    






CHAPTER 49

49

Madame Merle had not made her appearance at Palazzo Roccanera on the evening of that Thursday of which I have narrated some of the incidents, and Isabel, though she observed her absence, was not surprised by it. Things had passed between them which added no stimulus to sociability, and to appreciate which we must glance a little backward. It has been mentioned that Madame Merle returned from Naples shortly after Lord Warburton had left Rome, and that on her first meeting with Isabel (whom, to do her justice, she came immediately to see) her first utterance had been an enquiry as to the whereabouts of this nobleman, for whom she appeared to hold her dear friend accountable. Madame Merle no había aparecido por el Palazzo Roccanera la noche de ese jueves cuyas incidencias acabamos de narrar, e Isabel, aun cuando notó su ausencia, no se mostró grandemente sorprendida. Entre ambas habían pasado ciertas cosas que no eran precisamente un estímulo a la sociabilidad; para apreciarlas convendría retroceder un poco en nuestra historia. Ya se dijo que madame Merle había regresado de Nápoles poco después de la partida de lord Warburton de Roma, y que en su primera entrevista con Isabel (hay que hacerle la justicia de decir que fue inmediatamente a verla) sus primeras palabras fueron para inquirir acerca de la conducta de aquel aristócrata, de la que parecía hacer responsable a su amiga.
"Please don′t talk of him," said Isabel for answer; "we′ve heard so much of him of late." Por toda respuesta, Isabel dijo: -Por favor, no lo mencione; bastante hemos tenido que oír de él últimamente.
Madame Merle bent her head on one side a little, protestingly, and smiled at the left corner of her mouth. "You′ve heard, yes. But you must remember that I′ve not, in Naples. I hoped to find him here and to be able to congratulate Pansy." Madame Merle inclinó un poco la cabeza hacia un lado como protestando, elevó un poco la boca, con su habitual sonrisa, hacia la comisura izquierda y replicó: -Usted, sí; pero debe recordar que yo estaba en Nápoles y no he oído hablar tanto de él. Al contrario, esperaba encontrarlo aquí y poder felicitar a Pansy.
"You may congratulate Pansy still; but not on marrying Lord Warburton." -A Pansy puede, de todos modos, felicitarla, pero no precisamente por casarse con lord Warburton.
"How you say that! Don′t you know I had set my heart on it?" Madame Merle asked with a great deal of spirit, but still with the intonation of good-humour. -¿Cómo puede decir semejante cosa? ¿No sabe usted que yo había puesto toda mi alma en ese empeño? -preguntó madame Merle con bastante viveza, pero en un tono de indudable buen humor.
Isabel was discomposed, but she was determined to be good-humoured too. "You shouldn′t have gone to Naples then. You should have stayed here to watch the affair." Isabel se quedó azorada, pero pareció disponerse también a dar prueba de su buen humor. -Pues entonces -contestó-, no tenía que haberse marchado a Nápoles. Debió quedarse aquí para no perder de vista el asunto.
"I had too much confidence in you. But do you think it′s too late?" -Tenía absoluta confianza en usted. ¿Cree que ya será demasiado tarde?
"You had better ask Pansy," said Isabel. -Más valdrá que se lo pregunte a Pansy -dijo Isabel.
"I shall ask her what you′ve said to her." -Tiene razón. Le preguntaré qué le dijo usted.
These words seemed to justify the impulse of self-defence aroused on Isabel′s part by her perceiving that her visitor′s attitude was a critical one. Madame Merle, as we know, had been very discreet hitherto; she had never criticised; she had been markedly afraid of intermeddling. But apparently she had only reserved herself for this occasion, since she now had a dangerous quickness in her eye and an air of irritation which even her admirable ease was not able to transmute. She had suffered a disappointment which excited Isabel′s surprise --our heroine having no knowledge of her zealous interest in Pansy′s marriage; and she betrayed it in a manner which quickened Mrs. Osmond′s alarm. More clearly than ever before Isabel heard a cold, mocking voice proceed from she knew not where, in the dim void that surrounded her, and declare that this bright, strong, definite, worldly woman, this incarnation of the pra ctical, the personal, the immediate, was a powerful agent in her destiny. She was nearer to her than Isabel had yet discovered, and her nearness was not the charming accident she had so long supposed. The sense of accident indeed had died within her that day when she happened to be struck with the manner in which the wonderful lady and her own husband sat together in private. No definite suspicion had as yet taken its place; but it was enough to make her view this friend with a different eye, to have been led to reflect that there was more intention in her past behaviour than she had allowed for at the time. Ah yes, there had been intention, there had been intention, Isabel said to herself; and she seemed to wake from a long pernicious dream. What was it that brought home to her that Madame Merle′s intention had not been good? Nothing but the mistrust which had lately taken body and which married itself now to the fruitful wonder produced by her visitor′s challenge o n behalf of poor Pansy. There was something in this challenge which had at the very outset excited an answering defiance; a nameless vitality which she could see to have been absent from her friend′s professions of delicacy and caution. Madame Merle had been unwilling to interfere, certainly, but only so long as there was nothing to interfere with. It will perhaps seem to the reader that Isabel went fast in casting doubt, on mere suspicion, on a sincerity proved by several years of good offices. She moved quickly indeed, and with reason, for a strange truth was filtering into her soul. Madame Merle′s interest was identical with Osmond′s: that was enough. "I think Pansy will tell you nothing that will make you more angry," she said in answer to her companion′s last remark. Tales palabras justificaban de sobra el impulso defensivo que en Isabel suscitó la actitud crítica de su amiga. Como es sabido, madame Merle se había abstenido hasta entonces de criticar nada, manteniéndose constantemente discreta, temerosa de mezclarse en nada. Pero, por lo visto, no había hecho sino reservarse para esta ocasión, a juzgar por la viva y fulgurante mirada de sus ojos y su aire de irritación, que ni su admirable capacidad de contención podía disimular del todo. Había, en efecto, sufrido un profundo desengaño, que produjo honda sorpresa en Isabel, ya que nuestra heroína no tení 92a la menor idea de su extraordinario interés por la boda de Pansy, y lo puso de manifiesto de manera tal que no pudo por menos de alarmar a la señora Osmond. Isabel oyó entonces con más claridad que en ninguna otra ocasión una voz fría y burlona que le llegaba no sabía de dónde y llenaba el tenebroso vacío que la rodeaba por doquier, y cayó en la cuenta de que aquella mujer tan fuerte, brillante, definitiva y mundana, aquella encarnación de lo práctico, de lo personal y de lo inmediato constituía una poderosa fuerza de acción en su destino. Estaba mucho más cerca de ella de lo que Isabel hubiera jamás llegado a suponer, y tal proximidad le parecía ahora que no era el accidente agradable que ella había imaginado durante tanto tiempo. Por lo pronto, aquella sensación de la existencia de tal acci dente había desaparecido para siempre el día en que sorprendió en insospechada intimidad a la extraordinaria dama y a su esposo, sentados juntos y hablando en privado. Sin embargo, ninguna sospecha había llegado a definirse todavía, aunque era suficiente para obligarla a considerar a su amiga de manera bien distinta, y para hacerle pensar que en toda su conducta pasada había habido mucha más segunda intención de lo que ella sospechara anteriormente. De que hubiese habido tal segunda intención no cabía la menor duda, se dijo Isabel, pareciéndole que despertaba de un prolongado y pernicioso sueño. ¿Qué era lo que le traía a la mente la idea de que la intención de madame Merle pudiera haber sido maligna? Pues la desconfianza que de ella se había apoderado y que venía a c orroborar ahora el asombro extraordinario que le produjera aquel insospechado desafío de su visitante por causa de Pansy. En tal desafío había sin duda algo que al manifestarse, suscitó en respuesta una gran desconfianza; y había también una extraña vitalidad que Isabel no había llegado a percibir jamás en las manifestaciones de delicadeza y prudencia de su amiga. Cierto era que madame Merle no manifestó nunca el menor deseo de intervenir, pero fue únicamente mientras no se produjo nada que requiriese su intervención. Al lector podrá tal vez parecerle que Isabel obraba precipitadamente al concebir sospechas de una sinceridad puesta a prueba con los servicios prestados durante varios años. Pero no podía por menos de actuar con celeridad porque acababa de filtrarse en su ánimo una extrañ 6a verdad, a saber: el interés de madame Merle parecía idéntico al de su marido, y eso era ya bastante. Así, contestó a la última observación de su amiga diciendo: -No creo que Pansy le diga a usted nada que pueda enojarla.
"I′m not in the least angry. I′ve only a great desire to retrieve the situation. Do you consider that Warburt on has left us for ever?" -Yo no estoy enojada en absoluto. Lo único que deseo es ver si todavía es posible deshacer el entuerto. ¿Cree usted que lord Warburton se nos ha esfumado para siempre?
"I can′t tell you; I don′t understand you. It′s all over; please let it rest. Osmond has talked to me a great deal about it, and I′ve nothing more to say or to hear. I′ve no doubt," Isabel added, "that he′ll be very happy to discuss the subject with you." -No puedo decírselo. No la comprendo. Creo que todo se acabó. Por favor, dejemos el asunto. Osmond me ha hablado harto de ello y no tengo nada más que decir ni oír al respecto. No me cabe la menor duda -añadió de que a él le agradará discutir el caso con usted.
"I know what he thinks; he came to see me last evening." -Sé perfectamente lo que piensa. Anoche fue a verme.
"As soon as you had arrived? Then you know all about it and you needn′t apply to me for information." -¿En cuanto usted llegó? Pues, entonces, ya está al corriente de todo y no necesita que yo le dé más detalles.
"It isn′t information I want. At bottom it′s sympathy. I had set my heart on that marriage; the idea did what so few things do --it satisfied the imagination." -No son detalles lo que necesito sino cooperación. Yo había puesto toda mi alma en esa boda. Era algo que lograba lo que muy pocas cosas suelen lograr..., llenaba la imaginación.
"Your imagination, yes. But not that of the persons concerned." -La de usted tal vez, pero no la de las personas interesadas.
"You mean by that of course that I′m not concerned. Of course not directly. But when one′s such an old friend one can′t help having something at stake. You forget how long I′ve known Pansy. You mean, of course," Madame Merle added, "that YOU are one of the persons concerned." -Por lo visto, usted cree que yo no figuro entre los interesados. Por supuesto, no directamente; pero, cuando se es amiga tan antigua como yo, no puede una por menos de poner algo de sí misma en ello. No se olvide del tiempo que hace que conozco a Pansy. Y madame Merle añadió-: Ya me doy cuenta, desde luego, de que cree que usted sí es una de las personas interesadas.
"No; that′s the last thing I mean. I′m very weary of it all." - No, nada de eso; es la última cosa en que se me ocurriría pensar. Estoy ya tan cansada de todo que no puedo más.
Madame Merle hesitated a little. "Ah yes, your work′s done." Madame Merle dudó un instante y dijo: -Claro, su trabajo ya está terminado.
"Take care what you say," said Isabel very gravely. -Tenga cuidado con lo que dice -aconsejó Isabel gravemente.
"Oh, I take care; never perhaps more than when it appears least. Your husband judges you severely." -No se preocupe, que ya lo tengo, acaso más cuando menos lo parece. Ha de saber que su marido la juzga severamente en este caso.
Isabel made for a moment no answer to this; she felt choked with bitterness. It was not the insolence of Madame Merle′s informing her that Osmond had been taking her into his confidence as against his wife that struck her most; for she was not quick to believe that this was meant for insolence. Madame Merle was very rarely insolent, and only when it was exactly right. It was not right now, or at least it was not right yet. What touched Isabel like a drop of corrosive acid upon an open wound was the knowledge that Osmond dishonoured her in his words as well as in his thoughts. "Should you like to know how I judge HIM?" she asked at last. Isabel permaneció un momento sin contestar; se sentía presa de una profunda amargura. No era ciertamente la insolencia de que madame Merle le comunicara que Osmond le había hecho confidencias desfavorables acerca de su mujer lo que más le chocaba, pues no se le antojó que lo dijera por insolencia. Madame Merle se mostraba muy rara vez insolente y siempre en el momento oportuno. Pero aquél no lo era o, cuando menos, aún no. Lo que a Isabel le dolía profundamente, como una gota de ácido corrosivo en una herida, era que su marido la deshonrase de palabra tanto como de pensamiento. -¿Quiere saber lo que pienso yo de él? -se arriesgó a preguntar.
"No, because you′d never tell me. And it would be painful for me to know." -No, porque usted no me lo diría nunca. Además, me resultaría doloroso saberlo.
There was a pause, and for the first time since she had known her Isabel thought Madame Merle disagreeable. She wished she would leave her. "Remember how attractive Pansy is, and don′t despair," she said abruptly, with a desire that this should close their interview. Se produjo una pausa, y, por primera vez desde que Isabel la conocía, madame Merle le pareció antipática. Estaba deseando que se fuera. Por lo cual y como para poner fin a la entrevista dijo: -Tenga usted presente lo encantadora que es Pansy y no pierda la esperanza.
But Madame Merle′s expansive presence underwent no contraction. She only gathered her mantle about her and, with the movement, scattered upon the air a faint, agreeable fragrance. "I don′t despair; I feel encouraged. And I didn′t come to scold you; I came if possible to learn the truth. I know you′ll tell it if I ask you. It′s an immense blessing with you that one can count upon that. No, you won′t believe what a comfort I take in it." Pero la expansiva presencia de madame Merle pareció no darse por enterada, pues la dama se limit3ó a recoger su capa y, al revuelo de tal movimiento, esparció por el aire un suave y delicado perfume. -No sólo no pierdo la esperanza, sino que me siento más reconfortada -dijo-. Además, no he venido para regañarla sino, si es posible, para saber la verdad, porque estoy segura de que, si se la pregunto, me la dirá. Es una verdadera bendición del cielo tener la seguridad de que se puede contar siempre con usted. No puede imaginarse el consuelo que eso supone para mí.
"What truth do you speak of?" Isabel asked, wondering. -¿A qué verdad se refiere? -preguntó Isabel extrañada.
"Just this: whether Lord Warburton changed his mind quite of his own movement or because you recommended it. To please himself I mean, or to please you. Think of the confidence I must still have in you, in spite of having lost a little of it," Madame Merle continued with a smile, "to ask such a question as that!" She sat looking at her friend, to judge the effect of her words, and then went on: "Now don′t be heroic, don′t be unreasonable, don′t take offence. It seems to me I do you an honour in speaking so. I don′t know another woman to whom I would do it. I haven′t the least idea that any other woman would tell me the truth. And don′t you see how well it is that your husband should know it? It′s true that he doesn′t appear to have had any tact what ever in trying to extract it; he has indulged in gratuitous suppositions. But that doesn′t alter the fact that it would make a difference in his view of his daughter′s prospects to know distinctly what really occurred. If Lord Warburton simply got tired of the poor child, that′s one thing, and it′s a pity. If he gave her up to please you it′s another. That′s a pity too, but in a different way. Then, in the latter case, you′d perhaps resign yourself to not being pleased --to simply seeing your stepdaughter married. Let him off --let us have him!" -Simplemente a ésta: si lord Warburton cambió de idea por su propio impulso o porque usted se lo aconsejó; por complacerse a sí mismo o por complacerla a usted. Imagínese la confianza que tengo en usted ..., a pesar de haber debido perder un poquitín de ella añadió madame Merle con maliciosa sonrisa. Se sentó para ver el efecto que en su amiga producían aquellas palabras y luego prosiguió-: No se le ocurra ahora dárselas de heroica, ni ofenderse, ni dejar de ser razonable. A mi modo de ver, le estoy haciendo un honor al hablarle de esta manera, porque no sé de ninguna otra mujer a quien se me ocurriría hacérselo. No tengo la menor constancia de que haya ninguna otra mujer capaz de decir la verdad en tal caso. ¿Y no le parece que sería admirable que su marido la supiera? Cierto que él no ha tenido, por lo visto, un tacto exquisito en su manera de querer averiguarla y se ha permitido hacer suposiciones gratuitas. Sin embargo, eso no altera el hecho de que habría significado una gran diferencia en sus planes respecto a su hija el saber a ciencia cierta lo que ocurría. Que lord Warburton se aburriera de la infeliz criatura, es una cosa y una verdadera lástima. Si la abandonó para darle gusto a usted, es otra muy distinta. Una lástima también, pero en otro sentido. En este caso tal vez debió usted resignarse a no darse tal gusto..., y a ver simplemente a su hijastra casada. Si se ha quedado fuera..., hay que hacer que entre de nuevo.
Madame Merle had proceeded very deliberately, watching her companion and apparently thinking she could proceed safely. As she went on Isabel grew pale; she clasped her hands more tightly in her lap. It was not that her visitor had at last thought it the right time to be insolent; for this was not what was most apparent. It was a worse horror than that. "Who are you --what are you?" Isabel mur mured. "What have you to do with my husband?" It was strange that for the moment she drew as near to him as if she had loved him. Madame Merle había hablado con toda intención, observando a su compañera y, al parecer, figurándose que podía seguir tranquila por tal camino. Pero, a medida que hablaba, Isabel se ponía más pálida, cruzaba con más fuerza las manos sobre el regazo. No era que su visitante se hubiese propuesto ser insolente, no había apariencia de tal cosa. Era algo mucho más horrible que eso; e Isabel no pudo por menos de murmurar: -¿Quién es usted..., qué es usted? ¿Qué tiene usted que ver con mi marido? Y pareció cosa extraña que en tal instante ella tratase de acercarse a él como si, en realidad, le amara entrañablemente.
"Ah then, you take it heroically! I′m very sorry. Don′t think, however, that I shall do so." -Ah, ¿de modo que lo toma por la tremenda? Lo siento infinito. Pero no piense ni por un momento que yo voy a hacer otro tanto.
"What have you to do with me?" Isabel went on. -¿Qué tiene usted que ver conmigo? -prosiguió Isabel.
Madame Merle slowly got up, stroking her muff, but not removing her eyes from Isabel′s face. "Everything!" she answered. Madame Merle se levantó despacio, sacudió su manguito sin apartar los ojos de los de ella y contestó: -Todo.
Isabel sat there looking up at her, without rising; her face was almost a prayer to be enlightened. But the light of this woman′s eyes seemed only a darkness. "Oh misery!" she murmured at last; and she fell back, covering her face with her hands. It had come over her like a high-surging wave that Mrs. Touchett was right. Madame Merle had married her. Before she uncovered her face again that lady had left the room. Isabel se quedó sentada, mirando a la otra, y su rostro parecía ser una especia de súplica de que le aclarasen todo aquello. Pero lejos de proporcionarle l uz, los ojos de su compañera parecían ser la oscuridad misma. -¡Oh, qué horror! -murmuró al fin con indefinible acento de congoja, y se echó hacia atrás, tapándose la cara con las manos. De improviso le había venido, como una gigantesca ola llegada de lo más remoto del océano, la idea de que la señora Touchett tenía razón, de que su casamiento había sido obra de madame Merle. Al cabo de un momento retiró sus manos del rostro; pero madame Merle había abandonado ya el salón.
Isabel took a drive alone that afternoon; she wished to be far away, under the sky, where she could descend from her carriage and tread upon the daisies. She had long before this taken old Rome into her confidence, for in a world of ruins the ruin of her happiness seemed a less unnatural catastrophe. She rested her weariness upon things that had crumbled for centuries and yet still were upright; she dropped her secret sadness into the silence of lonely places, where its very modern quality detached itself and grew objective, so that as she sat in a sun-warmed angle on a winter′s day, or stood in a mouldy church to which no one came, she could almost smile at it and think of its smallness. Small it was, in the large Roman record, and her haunting sense of the continuity of the human lot easily carried her from the less to the greater. She had become deeply, tenderly acquainted with Rome; it interfused and moderated her passion. But she had grown to think of it chiefly as the place where people had suffered. This was what came to her in the starved churches, where the marble columns, transferred from pagan ruins, seemed to offer her a companionship in endurance and the musty incense to be a compound of long-unanswered prayers. There was no gentler nor less consistent heretic than Isabel; the firmest of worshippers, gazing at dark altar-pictures or clustered candles, could not have felt more intimately the suggestiveness of these objects nor have been more liable at such moments to a spiritual visitation. Pansy, as we know, was almost always her companion, and of late the Countess Gemini, balancing a pink parasol, had lent brilliancy to their equipage; but she still occasionally found herself alone when it suited her mood and where it suited the place. On such occasions she had several resorts; the most accessible of which perhaps was a seat on the low parapet which edges the wide grassy space before the high, cold front of Sa int John Lateran, whence you look across the Campagna at the far-trailing outline of the Alban Mount and at that mighty plain, between, which is still so full of all that has passed from it. After the departure of her cousin and his companions she roamed more than usual; she carried her sombre spirit from one familiar shrine to the other. Even when Pansy and the Countess were with her she felt the touch of a vanished world. The carriage, leaving the walls of Rome behind, rolled through narrow lanes where the wild honeysuckle had begun to tangle itself in the hedges, or waited for her in quiet places where the fields lay near, while she strolled further and further over the flower-freckled turf, or sat on a stone that had once had a use and gazed through the veil of her personal sadness at the splendid sadness of the scene --at the dense, warm light, the far gradations and soft confusions of colour, the motionless shepherds in lonely attitudes, the hills where the clou d-shadows had the lightness of a blush. Aquella tarde Isabel salió a pasear sola en coche, porque quería ir lejos, bajo el alto cielo azul, y dejar el carruaje donde le pluguiese para caminar entre margaritas silvestres. Desde hacía mucho tiempo había convenido a Roma en la confidente de sus pesares y tristezas, por parecerle que en un mundo en ruinas no estaría desplazada, ni semejaría una catástrofe incomprensible la ruina de su felicidad. Hacía descansar su fatiga sobre cosas que ya se habían desmoronado desde luengos siglos y que, sin embargo, permanecían erectas; vertía su tristeza en el silencio de los lugares solitarios, donde la condición de extraordinaria modernidad de tal sentimiento destacaba vigorosamente y se hacía meramente objetiva, como cuando se sentaba los días de invierno en una esquina caldeada por el sol, o cuando permanecía largo rato de pie en una vieja y enmohecida iglesia sonriendo extáticamente y pensando en su pequeñez. Pequeño era, en verdad, en medio de aquella inmensidad de la historia romana; y la obsesiva conciencia que tenía Isabel de l a continuidad de la suerte humana la elevaba sin dificultad de lo menor a lo mayor. Había acabado por ser una profunda y amorosa conocedora de Roma, pues la admirable ciudad calmaba y endulzaba su pasión. Pero pensaba en ella como en un lugar donde las gentes habían sufrido de extraordinaria manera. Así se le antojaba en las tambaleantes iglesias, donde las columnas de mármol llevadas de ruinas paganas ofrendaban un sólido compañerismo en el sufrimiento, y donde el incienso rancio semejaba una mezcla de imprecaciones y plegarias no atendidas. En realidad, no había hereje más contemporizador ni más amable que Isabel. Ni el más férvido devoto, al contemplar las polícromas figuras de los venerados retablos o los candelabros repujados de múltiples brazos, habría experimentado más í 92ntimamente la sugestión de tales objetos, ni habría sido tan susceptible como ella en tal momento a las visiones espirituales. Como ya hemos dicho, Pansy la acompañaba casi siempre, y en los últimos tiempos la condesa Gemini, con su sombrilla de color rosa, añadía la prestancia de su extraña figura a la brillantez del conjunto femenino; pero, cuando a su estado de ánimo convenía y cuando el sitio la atraía, hallaba el medio de estar sola consigo misma. En tales ocasiones tenía determinados sitios favoritos; el más accesible de ellos era el bajo parapeto que limita el amplio espacio cubierto de grama delante del alto y frío frontispicio de San Juan de Letrán, desde donde se divisa a través de la campiña romana, allá a lo lejos, la orgullosa silueta del monte Albano y la inme nsa llanura todavía habitada por las acciones a que sirviera en otros tiempos de escenario. Después de la partida de su primo y de su amiga de Roma, se dio a vagar más que de costumbre, trasladando su triste y sombrío espíritu de un lugar sagrado a otro. Incluso cuando la acompañaban Pansy y la condesa se sentía en contacto con un mundo ya desaparecido. Su coche dejaba atrás los muros de la gran urbe y se adentraba por estrechas veredas donde la madreselva se desbordaba por encima de los tapiales de los huertos, o la esperaba en sitios tranquilos a la linde de los campos, mientras ella seguía caminando sobre la hierba florida o se sentaba en una piedra que antaño tuvo su utilidad y, a través del velo de su tristeza personal, contemplaba la espléndida tristeza del paisaje... a la luz cálida y densa, con la c asi imperceptible graduación de suaves colores, con los inmóviles pastores en actitud solitaria y las colinas donde las sombras de las nubes tenían la liviandad de un rubor.
On the afternoon I began with speaking of, she had taken a resolution not to think of Madame Merle; but the resolution proved vain, and this lady′s image hovered constantly before her. She asked herself, with an almost childlike horror of the supposition, whether to this intimate friend of several years the great historical epithet of WICKED were to be applied. She knew the idea only by the Bible and other literary works; to the best of her belief she had had no personal acquaintance with wickedness. She had desired a large acquaintance with human life, and in spite of her having flattered herself that she cultivated it with some success this elementary privilege had been denied her. Perhaps it was not wicked --in the historic sense --to be even deeply false; for that was what Madame Merle had been --deeply, deeply, deeply. Isabel′s Aunt Lydia had made this discovery long before, and had mentioned it to her niece; but Isabel had flattered herself at this time that she had a much richer view of things, especially of the spontaneity of her own career and the nobleness of her own interpretations, than poor stiffly-reasoning Mrs. Touchett. Madame Merle had done what she wanted; she had brought about the union of her two friends; a reflection which could not fail to make it a matter of wonder that she should so much have desired such an event. There were people who had the match-making passion, like the votaries of art for art; but Madame Merle, great artist as she was, was scarcely one of these. She thought too ill of marriage, too ill even of life; she had desired that particular marriage but had not desired others. She had therefore had a conception of gain, and Isabel asked herself where she had found her profit. It took her naturally a long time to discover, and even then her d iscovery was imperfect. It came back to her that Madame Merle, though she had seemed to like her from their first meeting at Gardencourt, had been doubly affectionate after Mr. Touchett′s death and after learning that her young friend had been subject to the good old man′s charity. She had found her profit not in the gross device of borrowing money, but in the more refined idea of introducing one of her intimates to the young woman′s fresh and ingenuous fortune. She had naturally chosen her closest intimate, and it was already vivid enough to Isabel that Gilbert occupied this position. She found herself confronted in this manner with the conviction that the man in the world whom she had supposed to be the least sordid had married her, like a vulgar adventurer, for her money. Strange to say, it had never before occurred to her; if she had thought a good deal of harm of Osmond she had not done him this particular injury. This was the worst she could think of, and she had been saying to herself that the worst was still to come. A man might marry a woman for her money perfectly well; the thing was often done. But at least he should let her know. She wondered whether, since he had wanted her money, her money would now satisfy him. Would he take her money and let her go? Ah, if Mr. Touchett′s great charity would but help her to-day it would be blessed indeed! It was not slow to occur to her that if Madame Merle had wished to do Gilbert a service his recognition to her of the boon must have lost its warmth. What must be his feelings to-day in regard to his too zealous benefactress, and what expression must they have found on the part of such a master of irony? It is a singular, but a characteristic, fact that before Isabel returned from her silent drive she had broken its silence by the soft exclamation: "Poor, poor Madame Merle!" r La tarde de que hemos empezado a hablar Isabel adoptó la firme resolución de no pensar más en madame Merle, pero en vano, pues la imagen de la mencionada dama parecía flotar constantemente sobre ella. Se preguntaba con terror casi infantil si a aquella íntima amiga de varios años se le podía aplicar el gran epíteto histórico de perversa. La idea de semejante personaje se había asentado en su cerebro a través de sus lecturas de la Biblia y de ciertas obras literarias, pero personalmente jamás había tenido el menor contacto con la perversidad. Su constante anhelo fue siempre establecer un continuo contacto con la vida humana, y, a pesar de que se enorgullecía de cultivarlo con éxito, lo cierto es que nunca llegó a disfrutar de tan grato privilegio. Acaso no pudiera calificarse de perverso -en el significado histórico del vocablo- el ser profundamente falso; porque, en resumidas cuentas, eso es lo que había sido madame Merle: falsa, constantemente falsa, constante y terriblemente falsa. La tía de Isabel, Lydia, había realizado tal descubrimiento mucho antes, y se lo comunicó a su sobrina; pero en aquel entonces Isabel se enorgullecía de tener una apreciación más amplia de las cosas, sobre todo la espontaneidad de su propia carrera y de la nobleza de sus propias interpretaciones, que la señora Touchett, con su raquítica y tiesa manera de razonar. Madame Merle había realizado lo que quería: l levar a cabo la unión de sus dos amigos; y no podía por menos de llamar la atención que hubiese puesto empeño tan tenaz en que esa unión fuera un día un hecho. Había personas que tenían la obsesión casamentera como los partidarios del arte la tenían por el arte; pero madame Merle, aunque gran artista, no era de ese tipo. Pensaba con demasiada acritud del matrimonio, incluso de la vida misma; si había sentido el deseo de ver realizada aquella boda, en cambio, no había experimentado el de ver otras. Además, tenía un claro concepto de la ganancia, e Isabel se preguntaba cómo y dónde podía haber hallado con ello beneficio alguno. Necesitó mucho tiempo para realizar su descubrimiento, e incluso, una vez realizado, fue de lo más imperfecto. Le vino a la memoria el hecho de que, si bien madame Mer_le había aparentado cobrarle gran afecto desde que la conoció en Gardencourt, se había mostrado mucho más cariñosa con ella después de la muerte del señor Touchett y de saber que su joven amiga había sido objeto de la caridad del anciano señor. Ella había encontrado su beneficio, no en el grosero sistema de pedir dinero prestado, sino en el infinitamente más refinado de poner a uno de sus amigos íntimos en contacto con la fortuna todavía fresca e ingenua de la joven heredera. Como era natural, había escogido para ello a su amigo más íntimo, e Isabel veía ahora con claridad meridiana que era Gilbert el que ocupaba tal posición. De tal suerte, se encontró ante la triste convicción de que el hombre en quien menos habría creído jamáás que hubiese algo de sordidez, se había casado con ella, como el aventurero más vulgar, por el simple hecho de que tenía dinero. Por extraño que pudiera parecer, jamás se le había ocurrido semejante cosa; si había pensado no poco en contra de Osmond hasta aquel instante, nunca le infirió tal ofensa. Aquella era lo último que podría ocurrírsele a ella, y por algo había estado diciéndose reiteradamente que faltaba aún lo peor por venir. Indudablemente, un hombre podía casarse con una mujer por su dinero; ocurría con gran frecuencia. Pero, por lo menos, él debía hacérselo saber. Se preguntaba si, puesto que lo que quería era su dinero, se daría ahora por satisfecho con él. ¿Se quedaría con el dinero y la dejaría marcharse de su vera? Ver daderamente, si la gran caridad hecha por el señor Touchett sirviera al menos para ayudarla en semejante ocasión, bendita mil veces. Isabel no tardó en pensar que, si madame Merle había querido prestar a Gilbert aquel señalado servicio, su agradecimiento hacia ella por la inesperada dádiva tenía que haber perdido ya mucho de su primer calor. ¿Cuál sería, pues, su manera de sentir respecto a su celosa bienhechora y con qué expresión habría llegado a concretarse en un hombre que era tan consumado maestro en la ironía? El hecho singular pero característico era que, antes de regresar de su paseo silencioso de aquella tarde, Isabel interrumpió su silencio para exclamar: «¡Pobre madame Merle!».
Her compassion would perhaps have been justified if on this same afternoon she had been concealed behind one of the valuable curtains of time-softened damask which dressed the interesting little salon of the lady to whom it referred; the carefully-arranged apartment to which we once paid a visit in company with the discreet Mr. Rosier. In that apartment, towards six o′clock, Gilbert Osmond was seated, and his hostess stood before him as Isabel had seen her stand on an occasion commemorated in this history with an emphasis appropriate not so much to its apparent as to its real importance. Su compasión acaso se habría visto justificada si aquella misma tarde hubiese podido esconderse detrás de alguna de las valiosas cortinas de damasco antiguo que decoraban el interesante saloncito de la dama en cuestión; el elegante aposento que ya visitamos una vez en compañía del señor Rosier. Pues, a eso de las seis de la tarde de aquel día, Gilbert Osmond estaba sentado y su amiga en pie delante de él, como Isabel les había visto en la ocasión ya mencionada en esta historia con un énfasis no tan propio de su importancia aparente como de su importancia real.
"I don′t believe you′re unhappy; I believe you like it," said Madame Merle. Madame Merle decía: -No creo que seas desgraciado; creo que esto te agrada.
"Did I say I was unhappy?" Osmond asked with a face grave enough to suggest that he might have been. -¿Acaso he dicho que sea desagraciado? -preguntó Osmond con rostro lo bastante serio como para hacer creer que podía serlo.
"No, but you don′t say the contrary, as you ought in common gratitude." -No; pero no has dicho lo contrario, como era tu deber elemental de gratitud.
"Don′t talk about g ratitude," he returned dryly. "And don′t aggravate me," he added in a moment. -No me hables de gratitud -replicó él secamente. Y al cabo de un momento añadió-: Y no me exasperes.
Madame Merle slowly seated herself, with her arms folded and her white hands arranged as a support to one of them and an ornament, as it were, to the other. She looked exquisitely calm but impressively sad. "On your side, don′t try to frighten me. I wonder if you guess some of my thoughts." Madame Merle se sentó lentamente con los brazos cruzados y las manos dispuestas a modo de soporte de uno de ellos y bello ornato del otro. Parecía exquisitamente tranquila, pero impresionantemente triste. -Y tú no trates de asustarme. Me pregunto si me adivinas el pensamiento.
"I trouble about them no more than I can help. I′ve quite enough of my own." -Procuro dedicarle la mínima atención. De sobra tengo con el mío.
"That′s because they′re so delightful." -Será por lo delicioso que es.
Osmond rested his head against the back of his chair and looked at his companion with a cynical directness which seemed also partly an expression of fatigue. "You do aggravate me," he remarked in a moment. "I′m very tired." Osmond reclinó la cabeza en el respaldo del sillón que ocupaba y dijo a su compañera, dirigiéndole una cínica mirada que parec ía al propio tiempo expresión de una gran fatiga: -No me exasperes, te lo repito. Estoy verdaderamente cansado.
"Eh moi donc!" cried Madame Merle. -Et moi donc! -exclamó madame Merle.
"With you it′s because you fatigue yourself. With me it′s not my o wn fault." -Tú te fatigas a ti misma; en mi caso, el cansancio es involuntario.
"When I fatigue myself it′s for you. I′ve given you an interest. That′s a great gift." -Si me fatigo es por ti. Te he proporcionado un objeto de interés; es un gran regalo.
"Do you call it an interest?" Osmond enquired with detachment. -¿Cómo lo llamas, objeto de interés? -preguntó Osmond con displicencia.
"Certainly, since it helps you to pass your time." -Indudablemente, puesto que te ayuda a pasar el tiempo.
"The time has never seemed longer to me than this winter." -Jamás me pareció el tiempo tan largo como este invierno.
"You′ve never looked better; you′ve never been so agreeable, so brilliant." -Pues nunca has tenido mejor aspecto; nunca has estado tan agradable ni tan brillante.
"Damn my brilliancy!" he thoughtfully murmured. "How little, after all, you know me!" -¡Al cuerno mi brillantez! -murmuró pensativo, y añadió-: Después de todo, hay que ver qué poco me conoces todavía.
"If I don′t know you I know nothing," smiled Madame Merle. "You′ve the feeling of complete success." Madame Merle contestó sonriendo: -Pues si no te conozco a ti, no conozco nada en el mundo. ¡Bah! Estás convencido de tu gran éxito.
"No, I shall not have that till I′ve made you stop judging me." -No; no estaré de veras convencido hasta que consiga que dejes de juzgarme.
"I did that long ago. I speak from old knowledge. But you express yourself more too." -Hace tiempo que dejé de hacerlo. Hablo por lo que sé de tiempos pasados. Aunque ahora te expresas bastante más.
Osmond ju st hung fire. "I wish you′d express yourself less!" -En cambio, quisiera que tú te expresaras bastante menos -contestó Osmond sulfurado.
"You wish to condemn me to silence? Remember that I′ve never been a chatterbox. At any rate there are three or four things I should like to say to you first. Your wife doesn′t know what to do with herself," she went on with a change of tone. -¿Acaso te gustaría reducirme al silencio? Recuerda que no soy ninguna charlatana. No obstante, hay dos o tres cosas que quiero decirte. En primer lugar -prosiguió cambiando de tono-, tu esposa no sabe qué hacer de sí misma.
"Pardon me; she knows perfectly. She has a line sharply drawn. She means to carry out her ideas." -Perdona, pero lo sabe perfectamente. Se ha fijado una línea inflexible de conducta y se propone llevar a cabo sus ideas.
"Her ideas to-day must be remarkable." -Sus ideas pueden ser en este momento verdaderamente notables.
"Certainly they are. She has more of them than ever." -Lo son. Y tiene más que nunca.
"She was unable to show me any this morning," said Madame Merle. "She seemed in a very simple, almost in a stupid, state of mind. She was completely bewildered." -Pues esta mañana no ha podido mostrarme ni una sola de ellas. Parecía hallarse en un estado de ánimo verdaderamente simple, casi de estupidez. Estaba por completo aturdida.
"You had better say at once that she was pathetic." -Di de una vez que se sentía patética.
"Ah no, I don′t want to encourage you too much." -Ah, no; no quiero hacértelo creer demasiado.
He still had h is head against the cushion behind him; the ankle of one foot rested on the other knee. So he sat for a while. "I should like to know what′s the matter with you," he said at last. Continuó él sentado como estaba, echado hacia atrás, el tobillo de un pie apoyado en la rodil la de la otra pierna. -Me gustaría saber qué te ocurre -dijo al fin.
"The matter --the matter --!" And here Madame Merle stopped. Then she went on with a sudden outbreak of passion, a burst of summer thunder in a clear sky: "The matter is that I would give my right hand to be able to weep, and that I can′t!" -Lo que me ocurre..., lo que me ocurre... -Madame Merle hizo una pausa. Luego prosiguió en un desahogo incontenible de la pasión, como el estallido de un trueno durante una tempestad de verano-: Lo que me ocurre es que daría mi mano derecha por romper a llorar..., ¡y no puedo!
"What good would it do you to weep?" -¿A qué te conduciría llorar?
"It would make me feel as I felt before I knew you." -Me haría sentir como me sentía antes de conocerte.
"If I′ve dried your tears, that′s something. But I′ve seen you shed them." -Si sequé tus lágrimas, ya es algo; pero luego te he visto derramarlas.
"Oh, I believe you′ll make me cry still. I mean make me howl like a wolf. I′ve a great hope, I′ve a great need, of that. I was vile this morning; I was horrid," she said. -Oh, creo que tú serías capaz de hacerme llorar; mejor dicho, aullar como un lobo. Tengo una gran ansia, una gran necesidad de hacerlo. Esta mañana he sido vil, estuve horrenda.
"If Isabel was in the stupid state of mind you mention she prob ably didn′t perceive it," Osmond answered. -Si Isabel se hallaba en ese estado de estupidez que dices, probablemente no se habrá dado cuenta.
"It was precisely my deviltry that stupefied her. I couldn′t help it; I was full of something bad. Perhaps it was something good; I don′t know. You′ve not only dried up my tears; you′ve dried up my soul." -Precisamente lo que la horrorizó fue mi perversidad. No pude remediarlo, me sentía acuciada por algo verdaderamente maligno. Acaso fuera algo bueno, cualquiera sabe. Lo que has secado tú no son mis lágrimas, lo que has secado ha sido mi alma.
"It′s not I then that am responsible for my wife′s condition," Osmond said. "It′s pleasant to think that I shall get the benefit of your influence upon her. Don′t you know the soul is an immortal principle? How can it suffer alteration?" -De tal suerte, no soy yo el responsable del estado de ánimo de mi esposa -dijo Osmond, y añadió-: Es agradable pensar que he de cargar con el resultado de tu influencia sobre ella. ¿Acaso no sabes que el alma es un ente inmortal? Y, si lo es, ¿cómo podría sufrir alteración de ninguna clase?
"I don′t believe at all that it′s an immortal principle. I believe it can perfectly be destroyed. That′s what has happened to mine, which was a very good one to start with; and it′s you I have to thank for it. You′re VERY bad," she added with gravity in her emphasis. -Yo no creo en absoluto que sea un ente inmortal; al contrario, creo que se la puede destruir. Es lo que ha ocurrido c on la mía, que en sus comienzos era admirable..., y a ti es a quien tengo que agradecerlo. -Calló un segundo. Luego con énfasis y suma gravedad, declaró-: Eres una mala persona.
"Is this the way we′re to end?" Osmond asked with the same studied coldness. -¿Es así como hemos de acabar? -preguntó Osmond con estudiada frialdad.
"I don′ t know how we′re to end. I wish I did! How do bad people end? --especially as to their COMMON crimes. You have made me as bad as yourself." -Ignoro cómo hemos de acabar. ¡Ojalá lo supiera! ¿Cómo acaba la mala gente..., sobre todo cuando tiene crímenes comunes? Me has hecho tan mala como tú.
"I don′t understand you. You seem to me quite good enough," said Osmond, his conscious indifference giving an extreme effect to the words. Osmond replicó, haciendo que su indiferencia perfectamente consciente proporcionase un gran efecto a las palabras: -No te comprendo. A mí me parece que eres bastante buena.
Madame Merle′s self-possession tended on the contrary to diminish, and she was nearer losing it than on any occasion on which we have had the pleasure of meeting her. The glow of her eye turned sombre; her smile betrayed a painful effort. "Good enough for anything that I′ve done with myself? I suppose that′s what you mean." El dominio de sí misma, tan constante en madame Merle, parecía ir disminuyendo; estaba más a punto de perderlo q ue en ninguna otra de las ocasiones en que hemos tenido el placer de encontrarla. Se tornó sombrío el brillo de sus ojos y su sonrisa delató un penoso esfuerzo. -Me imagino que quieres decir lo bastante buena para lo que he hecho de mí misma.
"Good enough to be always charming!" Osmond exclaimed, smiling too. -¡Lo bastante buena para ser siempre encantadora! -exclamó Osmond con generosa sonrisa.
"Oh God!" his companion murmured; and, sitting there in her ripe freshness, she had recourse to the same gesture she had provoked on Isabel′s part in the morning: she bent her face and covered it with her hands. -¡Dios mío! -murmuró su compañera; y, sentada como estaba, con su inalterable frescura, recurrió al mismo gesto que ella había provocado en Isabel por la mañana: inclinó la cabeza y se la cubrió con las manos.
"Are you going to weep after all?" Osmond asked; and on her remaining motionless he went on: "Have I ever complained to you?" -¿Por fin vas a llorar? -preguntó Osmond. Y, al ver que ella continuaba inmóvil, prosiguió-: ¿Me he quejado acaso alguna vez?
She dropped her hands quickly. "No, you′ve taken your revenge otherwise --you have taken it on HER." Ella apart u243ó rápidamente las manos del rostro y replicó: -No, te has tomado la venganza de otra manera..., te la has tomado con ella.
Osmond threw back his head further; he looked a while at the ceiling and might have been supposed to be appealing, in an informal way, to the heavenly powers. "Oh, the imagination of women! It′s always vulgar, at bottom. You talk of revenge like a third-rate novelist." Osmond se echó más atrás todavía. Miró un momento al techo, se diría que apelando, de manera informal, a los poderes del cielo. -¡Qué imaginación la de las mujeres! -exclamó-. En el fondo, siempre vulgar. Hablas de venganza como un novelista de tercera categoría.
"Of course you haven′t complained. You′ve enjoyed your triumph too much." -No te has quejado, por supuesto. Te has entregado al disfrute de tu triunfo.
"I′m rather curious to know what you call my triumph." -Tengo verdadera curiosidad por saber a qué llamas mi triunfo.
"You′ve made your wife afraid of you." -A haber conseguido que tu mujer te tenga miedo.
Osmond changed his position; he leaned forward, resting his elbows on his knees and looking a while at a bea utiful old Persian rug, at his feet. He had an air of refusing to accept any one′s valuation of anything, even of time, and of preferring to abide by his own; a peculiarity which made him at moments an irritating person to converse with. "Isabel′s not afraid of me, and it′s not what I wish," he said at last. "To what do you want to provoke me when you say such things as that?" Osmond cambió de postura, apoyando los codos en las rodillas, echándose hacia a delante y contemplando un instante la hermosa alfombra persa que estaba a sus pies. Tenía el aire de quien se niega a aceptar de ningún otro cualquier valoración de cualquier cosa, ni siquiera del tiempo, prefiriendo hacerla siempre él mismo; una peculiaridad que a veces le hacía odioso para los que conversaban con él. Por fin, dijo: -Isabel no tiene miedo de mí, ni es eso lo que yo quiero. ¿Por qué tratas de provocarme diciendo cosas por el estilo?
"I′ve thought over all the harm you can do me," Madame Merle answered. "Your wife was afraid of me this morning, but in me it was really you she feared." -He estado pensando en todo el mal que puedes hacerme -respondió madame Merle-. Tu mujer me tenía miedo esta mañana, pero yo creo que es a ti a quien temía.
"You may have said things that were in very bad taste; I′m not responsible for that. I didn′t see the use of your going to see her at all: you′re capable of acting without her. I′ve not made YOU afraid of me that I can see," he went on; "how then should I have made her? You′re at least as brave. I can′t think where you′ve picked up such rubbish; one might suppose you knew me by this time." He got up as he spoke and walked to the chimney, where he stood a moment bending his eye, as if he had seen them for the first time, on the delicate specimens of rare porcelain with which it was covered. He took up a small cup and held it in his hand; then, still holding it and leaning his arm on the mantel, he pursued: "You always see too much in everything; you overdo it; you lose sight of the real. I′m much simpler than you think." -Tal vez has dicho cosas que han resultado de muy mal gusto, pero yo no soy responsable de ello. No comprendo la utilidad de tu visita, ya que eres perfectamente capaz de ac tuar sin ella. Por lo que veo, a ti no te he inspirado miedo. ¿Cómo podría entonces habérselo inspirado a ella? Sois tan valientes la una como la otra. No sé de dónde has sacado semejante majadería; creí que habías llegado a conocerme. -Se levantó y fue hacia la chimenea, frente a la cual se detuvo un instante, bajando los ojos como si por primera vez hubiese visto las chucherías de rara porcelana que en ella había. Tomó un tacita y, conservándola en la mano y apoyándose en la repisa de la chimenea, continuó-: Quieres ver siempre demasiado en todo, lo sobrepasas y llegas a perder de vista lo real. Yo soy infinitamente más simple de lo que crees.
"I think you′re very simple." And Madame Merle kept her eye on her cup. "I′ve come to that with time. I judged you, as I say, of old; but it′s only since your marriage that I′ve understood you. I′ve seen better what you have been to your wife than I ever saw what you were for me. Please be very careful of that precious object." -Yo creo que eres muy simple -dijo madame Merle sin quitarle el ojo a la tacita-. He acabado por llegar a ese convencimient o. Te juzgaba por lo de antes, pero, como he dicho, he comenzado a comprenderte de verdad desde que te casaste. He visto infinitamente mejor lo que has sido para tu mujer que lo que fuiste para mí. Por favor, lleva cuidado con ese objeto precioso.
"It already has a wee bit of a tiny crack," said Osmond dryly as he put it down. "If you didn′t understand me before I married it was cruelly rash of you to pu t me into such a box. However, I took a fancy to my box myself; I thought it would be a comfortable fit. I asked very little; I only asked that she should like me." -Ya tiene una pequeña rajadura -dijo Osmond en tono seco, dejando la taza en su sitio-. Si no me comprendías antes de casarme fue tremendamente temerario por tu parte meterme en semejante celda. Sin embargo, llegué a encapricharme con la celda, porque pensé que sería un capricho cómodo. Lo que yo pedía era bien poco; simplemente que me quisiera.
"That she should like you so much!" -Que te quisiera mucho.
"So much, of course; in such a case one asks the maximum. That she should adore me, if you will. Oh yes, I wanted that." -Naturalmente; mucho, no lo niego. En tales casos, puestos a pedir, se pide el máximo. Pongamos, si te parece, que me adorase. La verdad, sí, eso quer237ía.
"I never adored you," said Madame Merle. -Yo no te adoré nunca -dijo madame Merle. –
"Ah, but you pretended to!" Cierto, pero lo aparentabas.
"It′s true that you never accused me of being a comfortable fit," Madame Merle went on. -Y también es cierto que nunca me acusaste de ser un capricho cómodo.
"My wife has declined --declined to do anything of the sort," said Osmond. "If you′re determined to make a tragedy of that, the tragedy′s hardly for her." -Mi mujer se ha negado..., se ha negado a ser nada por el estilo. Si te propones hacer una tragedia de eso, la tragedia no va a ser para ella. -Ya lo sé, ¡la tragedia es para mí! -exclamó madame
"The tragedy′s for me!" Madame Merle exclaimed, rising with a long low sigh but having a glance at the same time for the contents of her mante l-shelf. "It appears that I′m to be severely taught the disadvantages of a false position." Merle levantándose y exhalando un hondo suspiro, aunque sin quitarle el ojo a los preciosos objetos de la repisa de su chimenea-. Por lo visto, tengo que aprender a costa de duras penas los inconvenientes de una falsa situación.
"You express yourself like a sentence in a copy-book. We must look for our comfort where we can find it. If my wife doesn′t like me, at least my child does. I shall look for compensations in Pansy. Fortunately I haven′t a fault to find with her." -Te expresas como una frase de cuaderno de caligrafía. Debemos buscar consuelo donde podamos encontr arlo. Si mi mujer no me quiere, por lo menos me quiere mi hija. De modo que buscaré en Pansy las compensaciones que he menester. Afortunadamente, no puedo encontrar en ella defecto alguno.
"Ah," she said softly, "if I had a child --!" -¡Ah, si yo tuviera un hijo...! -dijo ella con desmayo.
Osmond waited, and then, with a little formal air, "The children of others may be a great interest!" he announced. Osmond esperó un instante y luego, con aire un tanto solemne, replicó: -Los hijos de los demás pueden inspirar un gran interés.
"You′re more like a copy-book than I. There′s something after all that holds us together." -Tú sí que pareces un cuaderno de caligrafía. Después de todo, hay algo que nos mantiene fuertemente unidos.
"Is it the idea of the harm I may do you?" Osmond asked. -¿Acaso la idea del mal que puedo hacerte? -preguntó Osmond.
"No; it′s the idea of the good I may do for you. It′s that," Madame Merle pursued, "that made me so jealous of Isabel. I want it to be MY work," she added, with her face, w hich had grown hard and bitter, relaxing to its habit of smoothness. -No; la ida del bien que puedo hacerte yo. -Calló un segundo, pero inmediatamente prosiguió-: Eso es lo que me vuelve tan celosa de Isa bel. Quiero que sea mi obra -añadió, mientras su rostro, que se había tornado hosco y duro, recobraba su habitual dulzura.
Her friend took up his hat and his umbrella, and after giving the former article two or three strokes with his coat-cuff, "On the whole, I think," he said, "you had better leave it to me." Osmond cogió el sombrero y el paraguas y, después de pasarle al primero dos o tres veces por encima el puño de la manga de su chaqueta, dijo: -En cualquier caso, creo que es preferible que dejes el asunto de mis manos.
After he had left her she went, the first thing, and lifted from the mantel-shelf the attenuated coffee-cup in which he had mentioned the existence of a crack; but she looked at it rather abstractedly. "Have I been so vile all for nothing?" she vaguely wailed. En cuanto hubo salido, lo primero que ella hizo fue examinar detenidamente la tacita de café en que Osmond dijera había una leve rajadura y, contemplándola con actitud distraída, exclamó vagamente: -¿Y he sido tan vil para nada?  






CHAPTER 50

50

As the Countess Gemini was not acquainted with the ancient monuments Isabel occasionally offered to introduce her to these interesting relics and to give their afternoon drive an antiquarian aim. The Countess, who professed to think her sister-in-law a prodigy of learning, never made an objection, and gazed at masses of Roman brickwork as patiently as if they had been mounds of modern drapery. She had not the historic sense, though she had in some directions the anecdotic, and as regards herself the apologetic, but she was so delighted to be in Rome that she only desired to float with the current. She would gladly have passed an hour every day in the damp darkness of the Baths of Titus if it had been a condition of her remaining at Palazzo Roccanera. Isabel, however, was not a severe cicerone; she used to visit the ruins chiefly because they offered an excuse for talking about other matters than the love-affairs of the ladies of Florence, as to which her companion was never weary of offering information. It must be added that during these visits the Countess forbade herself every form of active research; her preference was to sit in the carriage and exclaim that everything was most interesting. It was in this manner that she had hitherto examined the Coliseum, to the infinite regret of her niece, who --with all the respect that she owed her --could not see why she should not descend from the vehicle and enter the building. Pansy had so little chance to ramble that her view of the case was not wholly disinterested; it may be divined that she had a secret hope that, once inside, her parents′ guest might be induced to climb to the upper tiers. There came a day when the Countess announced her willingness to undertake this feat --a mild afternoon in March when the windy month expressed itself in occasional puffs of s pring. The three ladies went into the Coliseum together, but Isabel left her companions to wander over the place. She had often ascended to those desolate ledges from which the Roman crowd used to bellow applause and where now the wild flowers (when they are allowed) bloom in the deep crevices; and to-day she felt weary and disposed to sit in the despoiled arena. It made an intermission too, for the Countess often asked more from one′s attention than she gave in return; and Isabel believed that when she was alone with her niece she let the dust gather for a moment on the ancient scandals of the Arnide. She so remained below therefore, while Pansy guided her undiscriminating aunt to the steep brick staircase at the foot of which the custodian unlocks the tall wooden gate. The great enclosure was half in shadow; the western sun brought out the pale red tone of the great blocks of travertine --the latent colour that is the only living element in the immense ruin. Here a nd there wandered a peasant or a tourist, looking up at the far sky-line where, in the clear stillness, a multitude of swallows kept circling and plunging. Isabel presently became aware that one of the other visitors, planted in the middle of the arena, had turned his attention to her own person and was looking at her with a certain little poise of the head which she had some weeks before perceived to be characteristic of baffled but indestructible purpose. Such an attitude, to-day, could belong only to Mr. Edward Rosier; and this gentleman proved in fact to have been considering the question of speaking to her. When he had assured himself that she was unaccompanied he drew near, remarking that though she would not answer his letters she would perhaps not wholly close her ears to his spoken eloquence. She replied that her stepdaughter was close at hand and that she could only give him five minutes; whereupon he took out his watch and sat down upon a broken block. La condesa Gemini estaba poco familiarizada, por no decir nada, con los monumentos antiguos, por lo que Isabel creyó oportuno dar a sus paseos vespertinos en coche un carácter de inspección de anticuario. La condesa, que consideraba a su cuñada un prodigio de sabiduría, no ponía el menor inconveniente a aquellos paseos arqueológicos y contemplaba las masas imponentes de ladrillos romanos como si fuesen montones de telas modernas. Carecía en absoluto de todo sentido histórico, si bien debemos confesar que poseía en bastantes temas el anecdótico y por lo que a ella respectaba el apologético; pero tan encantada se sentía de verse en Roma que estaba dispuesta a dejarse arrastrar por la corriente. De tal suerte, no habría puesto el menor reparo a pasarse una hora cada día en las Termas de Tito, si ello hubiera sido condición sine qua non para seguir disfrutando de la hospitalidad del Palazzo Roccanera. Por lo demás, Isabel no se mostraba una «cicerone» intransigente, y si acostumbraba visitar las ruinas de la gran urbe era para variar de tema y no oír hablar continuamente de los amoríos de las damas de Florencia, de los que su compañera, manantial inagotable, no se cansaba de proporcionarle abundantísima información. A ello hay que añadir que, durante tales visitas, la condesa se abstenía de llevar a cabo por sí misma la menor investigación y se limitaba a decir, con abundancia de exclamaciones y aspavientos, que todo aquello era interesantísimo. De tal mo do había examinado hasta entonces el Coliseo, con gran sentimiento por parte de su sobrina, que, a pesar del gran respeto que le profesaba, no comprendía por qué se negaba a abandonar el coche y penetrar en el prestigioso recinto. A la ingenua Pansy se le presentaban tan pocas oportunidades de corretear a sus anchas que su expectación por tal visita no debía de ser del todo desinteresada. Ella esperaba, en efecto, que una vez dentro del inmenso circo sus parientes experimentasen el deseo de subir a lo más alto del monumento, a las últimas gradas. Llegó, pues, el día en que la condesa se declaró dispuesta a acometer la hazaña. Era una tarde deleitosa del mes de marzo, en que ese mes ventoso se expresaba con caprichosas y suaves ráfagas de brisa primaveral. Se adentraron en el gran Coliseo las tres damas, pero Isabe l dejó que sus compañeras vagasen solas por el inmenso recinto. Ella había subido ya reiteradamente a los desolados bancos de piedra desde los que la muchedumbre romana se enardecía prodigando aplausos y por entre cuyos profundos intersticios aparecían ahora florecillas silvestres. Aquella tarde se sentía abatida y prefería esperarlas sentada tranquilamente. Por lo demás, aquello representaría un descanso, pues la condesa casi siempre exigía más atención de la que ofrecía a cambio, e Isabel confiaba en que, una vez a solas con su sobrina, podría ella olvidar por un instante los chismes y comadres referentes a las damas de la alta sociedad florentina. De modo que permaneció abajo mientras Pansy guiaba a su atolondrada tía hasta la escalera de ladrillo a cuyos pies abría el guardiá′87n la maciza y pesada puerta de madera. El inmenso espacio vacío del edificio se hallaba medio sumido en la penumbra. El sol, de camino hacía el ocaso, destacaba el tono rojo pálido de los enormes bloques de piedra calcárea, color que constituye el único elemento vivo de aquellas ruinas inmensas. Unos pocos campesinos y turistas vagaban por allí en aquel momento, alzando la cabeza hacía el lejano cielo donde incontables golondrinas revoloteaban vertiginosas en su embriaguez de luz y aire, trazando círculos y zambulléndose alegres en el mar etéreo. Isabel salió un momento de su abstracción al darse cuenta de que uno de aquellos visitantes la contemplaba desde el centro de la arena, con una leve inclinación de cabeza que varías semanas antes ella había percibido como característica de una reso lución frustrada pero indestructible. Aquella actitud no podía pertenecer más que a Edward Rosier. Este caballero, en efecto, había estado meditando si debía o no dirigirse a ella. Una vez seguro de que nadie la acompañaba, se acercó a Isabel confiando en que, si bien no se había dignado contestar a sus cartas, tal vez ahora se dignase prestar atención a sus elocuentes palabras. Así se lo hizo saber, a lo que ella repuso que su hijastra andaba por allí cerca y que sólo podría concederle cinco minutos. En vista de lo cual, sacó él su reloj de oro y se sentó en un bloque de piedra partido.
"It′s very soon told," said Edward Rosier. "I′ve sold all my bibelots!" Isabel gave instinctively an exclamation of horror; it was as if he had told her he had had all his teeth drawn. "I′ve sold them by auction at the Hotel Drouot," he went on. "The sale took place three days ago, and they′ve telegraphed me the result. It′s magnificent." -Lo que tengo que decirle es muy breve. He vendido todos mis bibelots -declaró Edward Rosier. Al oírlo, Isabel prorrumpió en una exclamación de horror, como si le h ubiera dicho que se había hecho sacar de golpe toda la dentadura. -La venta ha tenido lugar en pública subasta en el hotel Druot hace tres días -continuó Rosier-, y acabo de recibir un telegrama con el resultado obtenido, que ha sido espléndido.
"I′m glad to hear it; but I wish you had kept your pretty things." -Lo celebro, pero me habría gustado que conservara usted todas aquellas cosas tan admirables.
"I have the money instead --fifty thousand dollars. Will Mr. Osmond think me rich enough now?" -En su lugar tengo el dinero que han producido, cincuenta mil dólares. ¿Me considerará ahora suficientemente rico el señor Osmond?
"Is it for that you did it?" Isabel asked gently. -¿Lo hizo usted por eso? -preguntó Isabel amablemente.
"For what else in the world could it be? That′s the only thing I think of. I went to Paris and made my arrangements. I couldn′t stop for the sale; I couldn′t have seen them going off; I think it would have killed me. But I put them into good hands, and they brought high prices. I should tell you I have kept my enamels. Now I have the money in my pocket, and he can′t say I′m poor!" the young man exclaimed defiantly. -¿Por qué otra cosa en el mundo cree usted que podría haberlo hecho, si ésa es la única en que pienso a todas horas? Por eso fui a Paríís, para hacer los arreglos y preparativos necesarios, aunque me sentí incapaz de presenciar la venta. No habría podido soportar el ver que iba a quedarme sin todo ello; creo que me hubiera muerto de pena. Pero los confié a manos expertas y se han logrado altos precios. Debo decirle que he conservado los esmaltes. Supongo que, ahora que tengo en mi poder el dinero, no podrá el señor Osmond decir que soy un pobre -exclamó desafiante el joven Rosier.
"He′ll say now that you′re not wise," said Isabel, as if Gilbert Osmond had never said this before. -Pero dirá que es un necio -replicó Isabel, como si Gilbert Osmond no hubiese dicho ya aquello repetidas veces.
Rosier gave her a sharp look. "Do you mean that without my bibelots I′m nothing? Do you mean they were the best thing about me? That′s what they told me in Paris; oh they were very frank about it. But they hadn′t seen HER!" -¿Quiere usted decir que ya no soy nada sin mis bibelots? ¿Que eran lo que mejor me recomendaba? Eso mismo me decían en París; con toda franqueza me lo dijeron... ¡Pero es que no la han visto a ella!
"My dear friend, you deserve to succeed," said Isabel very kindly. -Amigo mío, creo que merece usted triunfar -dijo Isabel en un tono de gran afabilidad.
"You say that so sadly that it′s the same as if you said I shouldn′t." And he questioned her eyes with the clear trepidation of his own. He had the air of a man who knows he has been the talk of Paris for a week and is full half a head taller in consequence, but who also has a painful suspicion that in spite of this increase of stature one or two persons still have the perversity to think him diminutive. "I know what happened here while I was away," he went on. "What does Mr. Osmond expect after she has refused Lord Warburton?" -Lo dice usted tan triste que parece como si supiera por adelantado que no voy a lograrlo. Sus ojos se clavaron en los de ella con una indecible ansiedad. Tenía Rosier la pose altiva de quien había sido durante toda una semana la comidilla de París y se consideraba, por ello, extraordinariamente crecido a sus propios ojos; pero, aun así, abrigaba la sospecha de que, pese a aquel aumento de estatura, seguía habiendo una o dos personas que todavía lo consideraban casi enano. -Estoy enterado de cuanto ha sucedido aquí desde que estuve ausente -prosiguió-. ¿Qué espera el señor Osmond toda vez que ella ha rechazado a lord Warburton?
Isabel debated. "That she′ll marry another nobleman." -Que se case con otro arist u243ócrata.
"What other nobleman?" -¿Con qué otro aristócrata?
"One that he′ll pick out." -Oh, él se encargará de buscarlo.
Rosier slowly got up, putting his watch into his waistcoat-pocket. "You′re laughing at some one, but this time I don′t think it′s at me." Rosier se levantó despacio, se metió en el bolsillo el reloj y dijo: -Usted se está riendo de alguien, pero creo que no es de mí.
"I didn′t mean to laugh," said Isabel. "I laugh very seldom. Now you had better go away." -No he pretendido reírme -replicó Isabel-. Río muy rara vez. Bien, ahora creo que debe usted marcharse.
"I feel very safe!" Rosier declared without moving. This might be; but it evidently made him feel more so to make the announcement in rather a loud voice, balancing himself a little complacently on his toes and looking all round the Coliseum as if it were filled with an audience. Suddenly Isabel saw him change colour; there was more of an audience than he had suspected. She turned and perceived that her two companions had returned from their excursion. "You must really go away," she said quickly. Rosier no hizo movimiento alguno en tal sentido y observó: Me siento perfectamente seguro. Lo cual podía ser cierto, mas lo que mayormente contribuyó a infundirle entonces tal seguridad fue proclamarlo en voz alta en medio de aquel prestigioso lugar, balanceando orgullosamente un poco el cuerpo sobre las puntas de los pies y mirando en derredor como si el Coliseo estuviera repl eto de una entusiasta concurrencia dispuesta a oírle. Y he aquí que, de pronto, el rostro le mudó de color porque, en efecto, el auditorio era mayor de lo que él sospechara. Se volvió Isabel al ver aquel súbito cambio y divisó a sus dos compañeras, que regresaban de la incursión. Se apresuró, pues, a decir: -En verdad, debe usted marcharse enseguida.
"Ah, my dear lady, pity me!" Edward Rosier murmured in a voice strangely at variance with the announcement I have just quoted. And then he added eagerly, like a man who in the midst of his misery is seized by a happy thought: "Is that lady the Countess Gemini? I′ve a great desire to be presented to her." -Compadézcame usted, mi querida señora -murmuró Edward Rosier con una voz extrañamente distinta de la voz con que acababa de hacer su fanfarrón anuncio. Y acto seguido añadió, como hombre que en medio de su infortunio ve una tabla de salvación a la cual poder asirse-: ¿Es esa dama la condesa Gemini? Precisamente tengo un gran deseo de ser presentado a ella.
Isabel looked at him a moment. "She has no influence with her brother." Isabel le miró de frente un segundo y contestó: -Le advierto que no tiene ninguna influencia con su hermano.
"Ah, what a monster you make him out!" And Rosier faced the Countess, who advanced, in front of Pansy, with an animation partly due perhaps to the fac t that she perceived her sister-in-law to be engaged in conversation with a very pretty young man. -La está usted haciendo aparecer como un verdadero monstruo -dijo Rosier, y miró a la condesa, que avanzaba prestamente delante de Pansy, muy animada al ver que su cuñada estaba conversando con un apuesto joven.
"I′m glad you′ve kept your enamels!" Isabel called as she left him. She went straight to Pansy, who, on seeing Edward Rosier, had stopped short, with lowered eyes. "We′ll go back to the carriage," she said gently. -Me alegro de que haya conservado usted sus esmaltes -dijo Isabel, dejándole. Y se dirigió inmediatamente a Pansy, que al ver a Edward Rosier se detuvo en seco, bajando sus lindos ojos. Isabel le dijo cariñosamente-: Vámonos al coche.
"Yes, it′s getting late," Pansy returned more gently still. And she went on without a murmur, without faltering or glancing back. -Sí. Ya se está haciendo tarde -contestó Pansy más cariñosamente todavía.
Isabel, however, allowing herself this last liberty, saw that a meeting had immediately taken place between the Countess and Mr. Rosier. He had removed his hat and was bowing and smiling; he had evidently introduced himself, while the Countess′s expressive back displayed to Isabel′s eye a gracious inclination. These facts, none the less, were presently lost to sight, for Isabel and Pansy took their places again in the carriage. Pansy, who faced her stepmoth er, at first kept her eyes fixed on her lap; then she raised them and rested them on Isabel′s. There shone out of each of them a little melancholy ray --a spark of timid passion which touched Isabel to the heart. At the same time a wave of envy passed over her soul, as she compared the tremulous longing, the definite ideal of the child with her own dry despair. "Poor little Pansy!" she affectionately said. Y se marchó sin una sola frase de protesta, sin t itubear, sin volver la vista atrás. Isabel pudo, en cambio, tomarse tal libertad, y vio que la condesa y el señor Rosier habían trabado en el acto conocimiento. El se había quitado el sombrero y la estaba saludando sonriente, mientras a los ojos de Isabel apareció la espalda de la condesa moviéndose en una leve inclinación hacia delante. Pero aquella visión apenas duró un instante, pues Isabel tomó asiento enseguida en el coche con Pansy. La jovencita tenía la mirada baja, clavada en sus manos, y éstas apoyadas en el regazo; pero, al fin, la levantó y la fijó en la de Isabel. Los ojos de ambas brillaron al mismo tiempo cual encendidos por un mismo secreto pensamiento, un poco melancólicamente, y en los de la hijastra fulgió como un tímido destello de pasión que le llegó 7 a la otra al alma. En aquel instante, Isabel sintió como si una gran oleada de envidia la invadiera, al comparar el tembloroso anhelo de amor de la linda jovencita con su propia y triste desesperanza. Y dijo cariñosamente: -Pobrecita Pansy.
"Oh never mind!" Pansy answered in the tone of eager apology. -Oh, no se aflija usted -respondió Pansy como si tuviese que pedir disculpas.
And then there was a silence; the Countess was a long time coming. "Did you show your aunt everything, and did she enjoy it?" Isabel asked at last. Se produjo un largo silencio mientras esperaban a la condesa. Al fin, Isabel creyó oportuno preguntar: -¿Se lo enseñaste todo a tu tía? ¿Le ha gustado?
"Yes, I showed her everything. I think she was very much pleased." -Sí, se lo enseñé todo, y creo que ha quedado muy contenta.
"And you′re not tired, I hope." -Supongo que no estarás cansada.
"Oh no, thank you, I′m not tired." -No, nada de eso; muchas gracias.
The Countess still remained behind, so t hat Isabel requested the footman to go into the Coliseum and tell her they were waiting. He presently returned with the announcement that the Signora Contessa begged them not to wait --she would come home in a cab! Como la condesa tardaba en volver, Isabel pidió al lacayo que entrara en el Coliseo y le dijera que la estaban esperando en el coche. El lacayo volvió poco después con el anuncio de que la signora contessa rogaba que no la esperasen..., que volvería a casa en un coche de alquiler.
About a week after this lady′s quick sympathies had enlisted themselves with Mr. Rosier, Isabel, going rather late to dress for dinner, found Pansy sitting in her room. The girl seemed to have been awaiting her; she got up from her low chair. "Pardon my taking the liberty," she said in a small voice. "It will be the last --for some time." Poco más o menos una semana después de tal entrevista, cuando la condesa estaba ya por completo de parte del señor Rosier, al ir una tarde Isabel a su habitación a vestirse para la cena se encontró a Pansy allí, sentada y esperando. En cuanto la vio entrar, la muchacha se levantó de la silla que ocupaba y dijo en voz queda: -Perdone que me haya tomado esta libertad. Será la última... por algún tiempo.
Her voice was strange, and her eyes, widely opened, had an excited, frightened look. "You′re not going away!" Isabel exclaimed. Su voz sonaba extraña y en sus ojos, muy abiertos, se reflejaba un gran temor. -¿Es que quieres marcharte? -preguntó Isabel.
"I′m going to the convent." -Vuelvo al convento.
"To the convent?" -¿Al convento?
Pansy drew nearer, till she was near enough to put her arms round Isabel and rest her head on her shoulder. S he stood this way a moment, perfectly still; but her companion could feel her tremble. The quiver of her little body expressed everything she was unable to say. Isabel nevertheless pressed her. "Why are you going to the convent?" Pansy se acercó más a ella, le echó los brazos al cuello y apoyó su cabeza en el hombro de Isabel. Así permaneció un momento en silencio, pero su compañera sentía el temblor que la agitaba. La vibración de aquel pequeño cuerpo expresaba todo lo que ella no podía decir. Isabel la estrechó afectuosamente y preguntó de nuevo: -¿Por qué vuelves al convento?
"Because papa thinks it best. He says a young girl′s better, every now and then, for making a little retreat. He says the world, always the world, is very bad for a young girl. This is just a chance for a little seclusion --a little reflexion." Pansy spoke in short detached sentences, as if she could scarce trust herself; and then she added with a triumph of self-control: "I think papa′s right; I′ve been so much in the world this winter." -Porque papá cree que es lo mejor. Dice que es conveniente que las muchachas pasen de vez en cuando una temporada en el retiro, que el mundo es siempre el mundo y mal lugar para una joven. Ésta es una pequeña oportunidad para una temporadita de reclusión... y de reflexión. -Pansy di jo lo anterior con frases breves, entrecortadas, como si ella misma no quisiera darle crédito, y luego añadió como si conservara un admirable dominio de sí misma-: Creo que papá tiene razón. He vivido demasiado en el mundo todo este invierno.
Her announcement had a strange effect on Isabel; it seemed to carry a larger meaning than the girl herself knew. "When was this decided?" she asked. "I′ve heard nothing of it." A Isabel le produjo un efecto verdaderamente extraño aquel anuncio de la joven, que parecía perseguir un fin mucho más importante de lo que la propia Pansy pensaba. -¿Cuándo se ha decidido tal cosa? -preguntó-. No he oído comentar nada al respecto.
"Papa told me half an hour ago; he thought it better it shouldn′t be too much talked about in advance. Madame Catherine′s to come for me at a quarter past seven, and I′m only to take two frocks. It′s only for a few weeks; I′m sure it will be very good. I shall find all those ladies who used to be so kind to me, and I shall see the little girls who are being educated. I′m very fond of little girls," said Pansy with an effect of diminutive grandeur. "And I′m also very fond of Mother Catherine. I shall be very quiet and think a great deal." -Hace una hora que papá me lo ha dicho. Él creía que era mejor no hablar mucho de esto por anticipado. Madame Catherine vendrá a buscarme a las siete y cuarto, y no llevaré conmigo más que dos vestidos. Es solamente por unas semanas, y tengo la segurid ad de que será para bien. Volveré a ver a las hermanitas, que se han portado siempre muy bien conmigo, y a las nueve niñas que están educando ahora. Las niñas pequeñas me gustan mucho -dijo Pansy con un efecto de grandeza diminuta-. También quiero mucho a madame Catherine. Así estaré bien tranquila y podré reflexionar a mis anchas.
Isabel listened to her, holding her breath; she was almost awe-struck. "Think of ME sometimes." Isabel la escuchaba conteniendo el aliento, pues estaba verdaderamente espantada. Piensa alguna vez en mí.
"Ah, come and see me soon!" cried Pansy; and the cry was very different from the heroic remarks of which she had just delivered herself. -¡Ah, venga a verme pronto! -exclamó Pansy en un tono muy distinto del de las heróicas observaciones que había hecho un momento antes.
Isabel could say nothing more; she understood nothing; she only felt how little she yet knew her husband. Her answer to his daughter was a long, tender kiss. Isabel no pudo decir nada más, ya que nada comprendía de todo aquello. Lo único que se le ocurrió fue lo poco que conocía aún a su marido. Y por toda respuesta dio a su hijastra un largo y cariñoso beso.
Half an hour later she learned from her maid that Madame Catherine had arrived in a cab and had departed again with the signorina. On going to the drawing-room before dinner she found the Countess Gemini alone, and this lady characterised the incident by exclaiming, with a wonderful toss of the head, "En voila, ma chere, une pose!" But if it was an affectation she was at a loss to see what her husband affected. She could only dimly perceive that he had more traditions than she supposed. It had become her habit to be so careful as to what she said to him that, strange as it may appear, she hesitated, for several minutes after he had come in, to allude to his daughter′s sudden departure: she spoke of it only after they were seated at table. But she had forbidden herself ever to ask Osmond a question. All she could do was to make a declaration, and there was one that came very naturally. "I shall miss Pansy very much." Media hora después se enteró por su doncella de que madame Catherine había llegado en un coche de alquiler y se había marchado en el acto con la señorita. Al ir al salón antes de la cena encontró sola a la condesa Gemini, quien comentó el incidente exclamando, con un enérgico movimiento de cabeza: -Et voilá, ma chére, une pose! Sin embargo, si todo ello era simple afectación, no llegaba a comprender qué pretendía fingir su marido. Lo único que pareció vislumbrar era que estaba mucho más apegado a las tradiciones de lo que ella suponía. Isabel se había acostumbrado a ser tan cautelosa en todo cuanto tenía que decirle q ue, por extraño que pueda parecer, permaneció varios minutos dudando, sin aludir a la marcha imprevista de su hijastra. No se decidió a hacerlo hasta que se sentaron a la mesa. Pero se había impuesto a sí misma el deber de no preguntarle nada a Osmond, de manera que se limitó a hacer una declaración que sonara natural. -Voy a echar mucho de menos a Pansy -dijo.
He looked a while, with his head inclined a little, at the basket of flowers in the middle of the table. "Ah yes," he said at last, "I had thought of that. You must go and see her, you know; but not too often. I dare say you wonder why I sent her to the good sisters; but I doubt if I can make you understand. It doesn′t matter; don′t trouble yourself about it. That′s why I had not spoken of it. I didn′t believe you would enter into it. But I′ve always had the idea; I′ve always thought it a part of the education of one′s daughter. One′s daughter should be fresh and fair; she should be innocent and gentle. With the manners of the present time she is liable to become so dusty and crumpled. Pansy′s a little dusty, a little dishevelled; she has knocked about too much. This bustling, pushing rabble that calls itself society --one should take her out of it occasionally. Convents are very quiet, very convenient, very salutary. I like to think o f her there, in the old garden, under the arcade, among those tranquil virtuous women. Many of them are gentlewomen born; several of them are noble. She will have her books and her drawing, she will have her piano. I′ve made the most liberal arrangements. There is to be nothing ascetic; there′s just to be a certain little sense of sequestration. She′ll have time to think, and there′s something I want her to think about." Osmond spoke deliberately, reasonably, still with his head on one side, as if he were looking at the basket of flowers. His tone, however, was that of a man not so much offering an explanation as putting a thing into words --almost into pictures --to see, himself, how it would look. He considered a while the picture he had evoked and seemed greatly pleased with it. And then he went on: "The Catholics are very wise after all. The convent is a great institution; we can′t do without it; it corresponds to an essential need in families, in society. It′s a s chool of good manners; it′s a school of repose. Oh, I don′t want to detach my daughter from the world," he added; "I don′t want to make her fix her thoughts on any other. This one′s very well, as SHE should take it, and she may think of it as much as she likes. Only she must think of it in the right way." Se puso él a mirar con la cabeza un poco inclinada el centro de flores que había en la mesa y, al fin, declaró: -Ah, sí, ya he pensado en eso. Por lo pronto, debes ir a verla, aunque no con demasiada frecuencia. Me atrevería a decir que te preguntas por qué la mando de nuevo con las monjitas, pero temo no poder hacértelo comprender. No tiene importancia, no te preocupes de ello. Por esa razón no he querido hablar del asunto. C reí que no compartirías mi modo de ver. Pero yo he tenido siempre esa idea, he creído siempre que forma parte de la educación de una hija, que debe ser siempre fresca y alegre, inocente y amable. Y con los modales al uso hoy en día corre el peligro de arrugarse y ensuciarse. De vez en cuando conviene apartarla un poco de esa bulliciosa y avasalladora plebe que se llama a sí misma sociedad. En cambio, los conventos son muy tranquilos, convenientes y saludables. Me agrada pensar en ella allí, en el viejo jardín o bajo las altas arcadas del claustro, en medio del virtuosas y tranquilas mujeres, muchas de las cuales son de muy buena familia e incluso algunas nobles. Allí podrá tener sus propios libros, su dibujo, su piano. Ya lo he arreglado todo de la manera más conveniente y agradable para ella. Desde luego, no habrá nada ascético, tan só 97lo una mínima sensación de reclusión. Así tendrá tiempo para pensar, y yo quiero que se dedique a pensar en algo. Osmond hablaba pausadamente, razonando bien, con la cabeza todavía un poco ladeada, como si estuviese contemplando el centro de flores. Su tono, sin embargo, era el de quien más que explicar algo, lo describe con palabras, casi con imágenes, para ver qué tal queda. De manera que contempló el cuadro que acababa de trazar y pareció muy complacido del mismo, por lo que prosiguió diciendo: -Los católicos son gente muy sensata, desde luego. El convento es, en verdad, una magnífica institución, de la que no es posible prescindir y que corresponde en la sociedad a una necesidad esencial de las familias. Es una escuela sin par de buena educación y de reposo. -Calló un segundo y luego añadió-: Por supuesto, nada más lejos de mí que el pretender apartar a mi hija del mundo, ni que fije sus miradas en el otro. Éste está perfectamente bien, y ella se quedará en él y podrá pensar en él cuanto le plazca; sólo que de recta manera.
Isabel gave an extreme attention to this little sketch; she found it indeed intensely interesting. It seemed to show her how far her husband′s desire to be effective was capable of going --to the point of playing theoretic tricks on the delicate organism of his daughter. She could not understand his purpose, no --not wholly; but she understood it better than he supposed or desired, inasmuch as she was convinced that the whole proceeding was an elaborate mystification, addressed to herself and destined to act upon her imagination. He had wanted to do something sudden and arbitrary, something unexpected and refined; to mark the diff erence between his sympathies and her own, and show that if he regarded his daughter as a precious work of art it was natural he should be more and more careful about the finishing touches. If he wished to be effective he had succeeded; the incident struck a chill into Isabel′s heart. Pansy had known the convent in her childhood and had found a happy home there; she was fond of the good sisters, who were very fond of her, and there was therefore for the moment no definite hardship in her lot. But all the same the girl had taken fright; the impression her father desired to make would evidently be sharp enough. The old Protestant tradition had never faded from Isabel′s imagination, and as her thoughts attached themselves to this striking example of her husband′s genius --she sat looking, like him, at the basket of flowers --poor little Pansy became the heroine of a tragedy. Osmond wished it to be known that he shrank from nothing, and his wife found it hard to pretend to eat her dinner. There was a certain relief presently, in hearing the high, strained voice of her sister-in-law. The Countess too, apparently, had been thinking the thing out, but had arrived at a different conclusion from Isabel. Isabel escuchó con gran atención aquel breve bosquejo. Lo encontró en extremo interesante y pareció mostrarle hasta la saciedad hasta qué extremos era capaz de llegar su marido para prestar mayor eficacia a sus deseos..., hasta el extremo de ensayar combinaciones teóricas en el delicado organismo de su hija. Ella no llegaba a comprender completamente su propósito, pero, de todas formas, lo comprendió mejor de lo que él suponía o deseaba, toda vez que se dio perfecta cuenta de que to do aquello no era sino una complicada mistificación preparada ex profeso para impresionarla, y destinada exclusivamente a herir su imaginación. Con lo que había hecho pretendía realizar algo imprevisto y arbitrario, insospechado y de sutil refinamiento, sentando claramente la diferencia entre las simpatías de él y las de ella, mostrando que, si consideraba a su hija como una verdadera obra de arte, era harto natural que pusiera cada vez más cuidado en los últimos toques. Si lo que se proponía era producir efecto, ciertamente lo había logrado, pues consiguió provocar un helado escalofrío en el corazón de Isabel. Pansy había estado en el convento desde sus años de infancia y encontró en él un hogar agradable; quería mucho a las hermanitas, que le pagaban con la misma mo neda, y por el momento no había sospecha alguna de que se intentase tratarla con dureza. Pero lo cierto era que la muchacha estaba asustada, y la impresión que su padre quería producirle parecía bastante severa. Por otra parte, en la imaginación de Isabel seguían viviendo las tradiciones protestantes y, como sus pensamientos no podían por menos de concentrarse entonces en aquel ejemplo sin igual del modo de ser de su marido -también estaba ella sentada con los ojos fijos en el centro de flores-, la infeliz Pansy se le antojaba poco menos que una heroína de tragedia. Osmond quiso dejar bien sentado que él no se arredraba ante nada, e Isabel no logró tragar bocado. De suerte que sintió un verdadero alivio al oír la voz chillona de su cuñada. Por lo visto, la condesa había estado también pensando mientras su herm ano hablaba, pero la conclusión a que había llegado era harto distinta de la de Isabel.
"It′s very absurd, my dear Osmond," she said, "to invent so many pretty reasons for poor Pansy′s banishment. Why don′t you say at once that you want to get her out of my way? Haven′t you discovered that I think very well of Mr. Rosier? I do indeed; he seems to me simpaticissimo. He has made me believe in true love; I never did before! Of course you′ve made up your mind that with those convictions I′m dreadful company for Pansy." Así, se arriesgó a decir: -Mi querido Osmond, es completamente absurdo querer inventar tantas y tan bellas razones para desterrar a la pobre Pansy. ¿Por qué no dices de una vez por todas que lo que quieres es alejarla de mí? ¿Acaso no has descubierto que tengo al señor Rosier en el mejor concepto? Pues no hay por qué ocultarlo; me parece un joven simpatiquísimo, que ha llegado a hacerme creer en el amor, cosa en la que nunca hasta ahora había creído. Es indudable que, con tales ideas, has llegado a la conclusión de que soy una temible compañía para Pansy.
Osmond took a sip of a glass of wine; he looked perfectly good-humoured. "My dear Amy," he answered, smiling as if he were uttering a piece of gallantry, "I don′t know anything about your convictions, but if I suspected that they interfere with mine it would be much simpler to banish YOU." Osmond tomó un sorbo de vino y pareció ponerse de buen humor. Luego contestó sonrien te, como si fuera a decir una galantería: -Mi querida Amy, yo no sé nada acerca de tus ideas, pero, si sospechase que chocan con las mías, sería infinitamente más sencillo desterrarte a ti.






CHAPTER 51

51

The Countess was not banished, but she felt the insecurity of her tenure of her brother′s hospitality. A week after this incident Isabel received a telegram from England, dated from Gardencourt and bearing the stamp of Mrs. Touchett′s authorship. "Ralph cannot last many days," it ran, "and if convenient would like to see you. Wishes me to say that you must come only if you′ve not other duties. Say, for myself, that you used to talk a good deal about your duty and to wonder what it was; shall be curious to see whether you′ve found it out. Ralph is really dying, and there′s no other company." Isabel was prepared for this news, having received from Henrietta Stackpole a detailed account of her journey to England with her appreciative patient. Ralph had arrived more dead than alive, but she had managed to convey him to Gardencourt, where he had taken to his bed, which, as Miss Stackpole wrote, he evidently would never leave again. She added that she had really had two patients on her hands instead of one, inasmuch as Mr. Goodwood, who had been of no earthly use, was quite as ailing, in a different way, as Mr. Touchett. Afterwards she wrote that she had been obliged to surrender the field to Mrs. Touchett, who had just returned from America and had promptly given her to understand that she didn′t wish any interviewing at Gardencourt. Isabel had written to her aunt shortly after Ralph came to Rome, letting her know of his critical condition and suggesting that she should lose no time in returning to Europe. Mrs. Touchett had telegraphed an acknowledgement of this admonition, and the only further news Isabel received from her was the second telegram I have just quoted. La condesa no fue desterrada, pero ya no se sintió segura de la continuidad hospitalaria de su hermano. Una semana después de aquel acontecimiento Isabel recibió un telegrama de Inglaterra, fechado en Gardencourt y con el sello inconfundible de la señora Touchett. Rezaba así: «Ralph no durará ya muchos días, y si posible querría verte. Me encarga te diga vengas si no tienes otros compromisos. Por mi parte añado acostumbrabas hablar mucho de tus deberes y preguntarte cuáles eran; siento curiosidad por ver qué averiguaste al respecto. Ralph está realmente muriéndose y carece otra compañía». Isabel estaba de antemano preparada para tal noticia por haber recibido ya de Henrietta Stackpole una relación detallada de su viaje a Inglaterra con su agradecido paciente. A decir verdad, Ralph había llegado más muerto que vivo, pero ella se las compuso para llevarle hasta Gardencourt. En cuanto llegaron, él se metió en la cama, de la que probablemente no volvería a levantarse. Su amiga le había escrito que, en realidad, tenía que cuidar a dos enfermos, pues el señor Goodwood, que no había sido de ninguna utilidad, estaba en cierto modo, aunque de distinta forma, casi tan enfermo como el señor Touchett. En otra carta escribió que había tenido, como quien dice, que entregar la plaza a la señora Touchett, que acababa de llegar de América y le había dado a entender en el acto que no quería nada de entrevistas periodísticas en Gardencourt. Pocos días después de la llegada de Ralph a Roma, Isabel había escrito a su tía participándole el estado de salud verdaderamente crítico de Ralph y sugiriéndole que se diera prisa en volver a Europa. La señora Touchett había telegrafiado agradeciendo tal precaución, y la única noticia de ella que Isabel había recibido desde entonces fue el telegrama que acabamos de mencionar.
Isabel stood a moment looking at the latter missive; then, thrusting it into her pocket, she went straight to the door of her husband′s study. Here she again paused an instant, after which she opened the door and went in. Osmond was seated at the table near the window with a folio volume before him, propped against a pile of books. This volume was open at a page of small coloured plates, and Isabel presently saw that he had been copying from it the drawing of an antique coin. A box of water-colours and fine brushes lay before him, and he had already transferred to a sheet of immaculate paper the delicate, finely-tinted disk. His back was turned toward the door, but he recognised his wife without looking round. Isabel permaneció un rato inmóvil, con el telegrama en la mano, contemplándolo. Luego se lo metió en el bolsillo y se fue derecha al despacho de su marido. Se detuvo un instante ante la puerta, se decidió a abrirla y entró. Osmond estaba sentado ante la mesa, cerca de la ventana, contemplando un gran volumen infolio apoyado en un montón de libros. El volumen estaba abierto por una página de pequeñas láminas coloreadas, e Isabel observó que estaba copiando de la misma el dibujo de una medalla antigua. Cerca de él tenía una caja de acuarelas y unos pinceles finísimos, con los que acababa de reproducir en una hoja de impoluto papel blanco el círculo tan delicadamente pintado. Estaba de espaldas a la puerta, pero reconoció en el acto a su mujer sin necesidad de volverse.
"Excuse me for disturbing you," she said. -Perdona que te moleste -dijo ella.
"When I come to your room I always knock," he answered, going on with his work. -Cuando yo voy a tu habitación, llamo siempre antes de entrar -contestó él sin dejar su trabajo.
"I forgot; I had something else to think of. My cousin′s dying." -Lo olvidé porque tenía algo más importante en que pensar. Mi primo se está muriendo.
"Ah, I don′t believe that," said Osmond, looking at his drawing through a magnifying glass. "He was dying when we married; he′ll outlive us all." -No lo creo -contestó Osmond mientras contemplaba el dibujo a través de una lente de aumento-. Cuando nos casamos también se estaba muriendo. Ése nos enterrará a todos.
Isabel gave herself no time, no thought, to appreciate the careful cynicism of this declaration; she simply went on quickly, full of her own [sic}"> intention: "My aunt has telegraphed for me; I must go to Gardencourt." Isabel no se tomó el tiempo preciso para pensar y apreciar el cauto cinismo de semejante declaración y se limitó a continuar apresuradamente, guiada de su sana intención: -Mi tía me ha telegrafiado. Tengo que ir a Gardencourt.
"Why must you go to Gardencourt?" Osmond asked in the tone of impartial curiosity. -¿Para qué precisas ir a Gardencourt? -preguntó él en tono imparcial curiosidad.
"To see Ralph before he dies." -Para ver a Ralph antes de que muera.
To this, for some time, he made no rejoinder; he continued to give his chief attention to his work, which was of a sort that would brook no negligence. "I don′t see the need of it," he said at last. "He came to see you here. I didn′t like that; I thought his being in Rome a great mistake. But I tolerated it because it was to be the last time you should see him. Now you tell me it′s not to have been the last. Ah, you′re not grateful!" Osmond estuvo un momento sin replicar y continuó dedicado con toda atención a su trabajo, que era de los que no se podía dejar una vez empezados. -No veo la necesidad de ese viaje -dijo al fin-. El vino a verte aquí, cosa que no me agradó y que me pareció un gran error; pero lo toleré porque era la última vez que debías verle. Y ahora resulta que no tenía que ser la última. No eres agradecida.
"What am I to be grateful for?" -¿A qué tengo que estar agradecida?
Gilbert Osmond laid down his little implements, blew a speck of dust from his drawing, slowly got up, and for the first time looked at his wife. "For my not having interfered while he was here." Gilbert Osmond dejó a un lado sus útiles de trabajo, sopló una de mota de polvo de su dibujo, se levantó lentamente y miró por primera vez a su mujer.
"Oh yes, I am. I remember perfectly how distinctly you let me know you didn′t like it. I was very glad when he went away." -A que yo no me metiera en nada mientras estaba él aquí. -Cierto, lo estoy. Recuerdo perfectamente que me hiciste comprender bien claro que eso no te gustaba. Por eso me alegré tanto cuando, al fin, se marchó.
"Leave him alone then. Don′t run after him." -Entonces, déjale solo. No corras tras él.
Isabel turned her eyes away from him; they rested upon his little drawing. "I must go to England," she said, with a full consciousness that her tone might strike an irritable man of taste as stupidly obstinate. Isabel apartó sus ojos de él y los fijó en el pequeño dibujo. -Debo ir a Inglaterra -dijo con plena conciencia de que su tono no podía por menos de chocar a un hombre fácilmente irascible, de tan buen gusto como neciamente obstinado.
"I shall not like it if you do," Osmond remarked. -Te advierto que no me agradaría que lo hicieras -observó Osmond.
"Why should I mind that? You won′t like it if I don′t. You like nothing I do or don′t do. You pretend to think I lie." -¿Y eso qué más da? Si no voy, tampoco te gustará. No te gusta nada de lo que hago o dejo de hacer. Además, crees que estoy mintiendo.
Osmond turned slightly pale; he gave a cold smile. "That′s why you must go then? Not to see your cousin, but to take a revenge on me." Osmond se puso algo pálido y sonrió fríamente. -¿De modo que quieres ir para eso? No para ver a tu primo, sino para vengarte de mí.
"I know nothing about revenge." -No sé absolutamente nada acerca de la venganza.
"I do," said Osmond. "Don′t give me an occasion." -Pues yo sí -contestó Osmond-. ¡Y te aconsejo que no me des ocasión para ella!
"You′re only too eager to take one. You wish immensely that I would commit some folly." -Por lo visto, ardes en deseos de encontrarla. Lo que quisieras con toda el alma es que yo cometiese alguna locura.
"I should be gratified in that case if you disobeyed me." -En tal caso, tendría que agradecer que me desobedecieras.
"If I disobeyed you?" said Isabel in a low tone which had the effect of mildness. -¿Qué te desobedeciera? -repuso Isabel en un tono quedo que produjo el efecto de la mansedumbre.
"Let it be clear. If you leave Rome to-day it will be a piece of the most deliberate, the most calculated, opposition." -Hablemos claro. Si te vas hoy a Roma, ello constituirá un acto de oposición perfectamente meditado y calculado.
"How can you call it calculated? I received my aunt′s telegram but three minutes ago." -¿Cómo puedes llamarlo calculado si no hace más de tres minutos que acabo de recibir el telegrama?
"You calculate rapidly; it′s a great accomplishment. I don′t see why we should prolong our discussion; you know my wish." And he stood there as if he expected to see her withdraw. -Tú calculas rápidamente. Es admirable la facilidad que tienes para hacerlo. Además, no veo la necesidad de que continuemos esta discusión. Ya conoces mí voluntad.
But she never moved; she couldn′t move, strange as it may seem; she still wished to justify herself; he had the power, in an extraordinary degree, of making her feel this need. There was something in her imagination he could always appeal to against her judgement. "You′ve no reason for such a wish," said Isabel, "and I′ve every reason for going. I can′t tell you how unjust you seem to me. But I think you know. It′s your own opposition that′s calculated. It′s malignant." Osmond se quedó inmóvil como si esperase que ella se retirara de la habitación. Pero Isabel no se movió. Por extraño que parezca, lo cierto es que no podía siquiera moverse porque sentía la necesidad de justificarse. Poseía él el extraordinario poder de hacerle sentir tal necesidad. En la imaginación de Isabel había siempre algo a lo que él podía apelar en contra del juicio de ella misma. -No tienes razón alguna para que tu voluntad sea ésa; en cambio, yo tengo sobradas razones para ir. Me es imposible decirte lo injusto que a mis ojos apareces, aunque me imagino que ya lo sabes. Lo que es completamente calculado y malintencionado es tu oposición.  
She had never uttered her worst thought to her husband before, and the sensation of hearing it was evidently new to Osmond. But he showed no surprise, and his coolness was apparently a proof that he had believed his wife would in fact be unable to resist for ever his ingenious endeavour to draw her out. "It′s all the more intense then," he answered. And he added almost as if he were giving her a friendly counsel: "This is a very important matter." She recognised that; she was fully conscious of the weight of the occasion; she knew that between them they had arrived at a crisis. Its gravity made her careful; she said nothing, and he went on. "You say I′ve no reason? I have the very best. I dislike, from the bottom of my soul, what you intend to do. It′s dishonourable; it′s indelicate; it′s indecent. Your cousin is nothing whatever to me, and I′m under no obligation to make concessions to him. I′ve already made the very handsomest. Your relations with him, while he was here, kept me on pins and needles; but I let that pass, because from week to week I expected him to go. I′ve never liked him and he has never liked me. That′s why you like him --because he hates me," said Osmond with a quick, barely audible tremor in his voice. "I′ve an ideal of what my wife should do and should not do. She should not travel across Europe alone, in defiance of my deepest desire, to sit at the bedside [sic}"> of other men. Your cousin′s nothing to you; he′s nothing to us. You smile most expressively when I talk about US, but I assure you that WE, WE, Mrs. Osmond, is all I know. I take our marriage seriously; you appear to have found a way of not doing so. I′m not aware that we′re divorced or separated; for me we′re indissolubly united. You are nearer to me than any human creature, and I′m nearer to you. It may be a disagreeable proximity; it′s one, at any rate, of our own deliberate making. You don′t like to be reminded of that, I know; but I′m perfectly willing, because --because --" And he paused a moment, looking as if he had something to say which would be very much to the point. "Because I think we should accept the consequences of our actions, and what I value most in life is the honour of a thing!" Nunca hasta entonces se había arriesgado a expresar aquel pensamiento tan denigrante en presencia de su esposo, e indudablemente a él debió de producirle, al escucharlo, una sensación completamente nueva. Sin embargo, no manifestó la menor sorpresa, y aquella frialdad constituía una prueba evidente de su firme creencia de que su mujer no resistiría perpetuamente a su ingenioso empeño de hacerla hablar.  -De modo que, por lo visto, las cosas van de mal en peor -dijo. Y añadió, como dándole un consejo de amigo-: Te advierto que esto es una cuestión muy importante. En efecto, ella reconocía que lo era, tenía perfecta conciencia de la solemnidad de la ocasión y sabía que estaban ya al borde de la crisis. La gravedad de ésta le hizo andarse con pies de plomo. Así pues, no dijo una palabra, y él prosiguió: -¿Dices que no tengo ninguna razón? Pues tengo la mejor de todas. Me desagrada profundamente, hasta lo más profundo de mi alma, lo que pretendes hacer. Es deshonroso, falto de delicadeza, indecoroso. Tu primo no es absolutamente nada mío y no estoy en el deber de hacerle concesiones de ninguna especie. Ya le hice la más extraordinaria que estaba en mi mano hacer. Tus relaciones con él, mientras permaneció aquí, me tuvieron constantemente sobre ascuas, pero hube de pasarlas por alto porque esperaba semana tras semana que se fuera de una vez para siempre. Nunca he podido tragarle, ni él a mí tampoco. Por eso le quieres tú..., ¡porque me aborrece! -exclamó Osmond con un intenso y perceptible temblor en la voz-. Yo tengo una idea perfecta de lo que mi mujer debe hacer y de lo que no debe hacer. Ella no debería viajar sola a través de toda Europa, en contra de mi ferviente deseo y al lado de otros hombres. Tu primo no es nada para ti, no significa nada para nosotros. Ya veo que sonríes con exquisita expresión cuando hablo de «nosotros», pero «nosotros», señora Osmond, «nosotros» lo es todo para mí. Yo me tomo muy en serio nuestra unión, aunque, por lo visto, tú has encontrado el medio de tomártela de otra manera_ Yo no puedo concebir que nos divorciemos ni que nos separemos; para mí estamos eterna e indisolublemente unidos. Tú estás más próxima a mí que ninguna otra criatura humana, y yo más próximo a ti. Puede que te resulte una proximidad desagradable, pero, aun así, lo ha sido por nuestra propia y libre voluntad. Ya sé que no te gusta que te lo recuerden, pero yo quiero recordártelo porque..., porque... -Se detuvo un segundo como sí considerase de la máxima importancia lo que iba a decir-. Porque creo que debemos aceptar las consecuencias de nuestros propios actos y lo que para mí tiene más valor en la vida es el honor empeñado en algo.
He spoke gravely and almost gently; the accent of sarcasm had dropped out of his tone. It had a gravity which checked his wife′s quick emotion; the resolution with which she had entered the room found itself caught in a mesh of fine threads. His last words were not command, they constituted a kind of appeal; and, though she felt that any expression of respect on his part could only be a refinement of egotism, they represented something transcendent and absolute, like the sign of the cross or the flag of one′s country. He spoke in the name of something sacred and precious --the observance of a magnificent form. They were as perfectly apart in feeling as two disillusioned lovers had ever been; but they had never yet separated in act. Isabel had not changed; her old passion for justice still abode within her; and now, in the very thick of her sense of her husband′s blasphemous sophistry, it began to throb to a tune which for a moment promised him the victory. It came over her that in his wish to preserve appearances he was after all sincere, and that this, as far as it went, was a merit. Ten minutes before she had felt all the joy of irreflective action --a joy to which she had so long been a stranger; but action had been suddenly changed to slow renunciation, transformed by the blight of Osmond′s touch. If she must renounce, however, she would let him know she was a victim rather than a dupe. "I know you′re a master of the art of mockery," she said. "How can you speak of an indissoluble union --how can you speak of your being contented? Where′s our union when you accuse me of falsity? Where′s your contentment when you have nothing but hideous suspicion in your heart?" Había dicho lo anterior con acento grave y hasta cierto punto amable, sin que asomase para nada el sarcasmo en sus palabras. Su gravedad desvaneció la presta emoción de su esposa, y aquella resolución con la que ésta se había arriesgado a traspasar el umbral de la puerta pareció quedar envuelta en una malla de apretados hilos. Sus últimas palabras no contenían un mandato, eran una especie de apelación, y, aunque ella sintiese que todas las expresiones de respeto de su marido no eran síno expresiones de un insuperable egoísmo, representaban sin duda algo trascendental y absoluto, comparable al signo de la cruz o el emblema de la patria. Había hablado en nombre de algo verdaderamente precioso y sagrado, que era la observancia de una forma engrandecedora. Sentimentalmente estaban tan distantes el uno del otro como jamás lo estuvieran dos amantes desilusionados, pero nunca habían llegado a estarlo de hecho. Isabel no había cambiado en su manera de pensar. Su antiguo anhelo de justicia seguía viviendo férvidamente en el interior de su alma; y sin embargo, en su clara visión de la blasfema adulteración de su marido, parecía acompasarse a un sonido que tendía a darle a él la victoria. Se le antojó que aquel deseo de Osmond de salvar las apariencias era totalmente sincero y que, después de todo, había en él un verdadero mérito. No hacía ni diez minutos se sentía presa de la alegría de la acción irreflexiva, alegría que nunca antes se había apoderado de ella; pero tal acción había ido convirtiéndose paulatinamente en una suave renuncia ocasionada por el contacto del fuego de Osmond. De todas formas, sí se veía impelida a renunciar, le haría ver que era una víctima y no una incauta. Así, le dijo: -Sé que eres un maestro consumado en el arte del sarcasmo. ¿Cómo puedes hablar de unión indisoluble ni decir que estás contento? ¿En qué reside nuestra unión sí me estás acusando de falsía? ¿Dónde está tu contento sí sólo abrigas en tu corazón las sospechas más odiosas?
"It is in our living decently together, in spite of such drawbacks." -En nuestra decorosa manera de vivir juntos, a pesar de esos inconvenientes.
"We don′t live decently together!" cried Isabel. -¡Nosotros no vivimos juntos decorosamente! -exclamó Isabel.
"Indeed we don′t if you go to England." -Sí te vas a Inglaterra, desde luego que no.
"That′s very little; that′s nothing. I might do much more." -Eso es muy poca cosa, no es nada.
He raised his eyebrows and even his shoulders a little: he had lived long enough in Italy to catch this trick. "Ah, if you′ve come to threaten me I prefer my drawing." And he walked back to his table, where he took up the sheet of paper on which he had been working and stood studying it. Puedo hacer mucho más. Alzó él las cejas e incluso un poco los hombros, pues había vivido ya más que sobradamente en Italia para hacer caso de tales naderías. -Sí pretendes amenazarme -dijo-, prefiero volver a mí dibujo. Acto seguido se dirigió hacía su mesa, de la cual tomó la hoja de fino papel con la que estaba trabajando y se puso a examinarla atentamente.
"I suppose that if I go you′ll not expect me to come back," said Isabel. -Supongo que ya te imaginarás que, si me voy, es para no volver nunca más -declaró Isabel.
He turned quickly round, and she could see this movement at least was not designed. He looked at her a little, and then, "Are you out of your mind?" he enquired. El se volvió rápidamente y ella se dio perfecta cuenta de que tal movimiento, cuando menos, no era premeditado. La miró despacio un momento y luego preguntó: -Pero ¿estás en tu sano juicio?
"How can it be anything but a rupture?" she went on; "especially if all you say is true?" She was unable to see how it could be anything but a rupture; she sincerely wished to know what else it might be. -¿Qué otra cosa podría ser sino una ruptura, sobre todo si es cierto cuanto dices? No le cabía a ella en la cabeza que pudiese ser algo distinto y deseaba sinceramente saber si había posibilidad de que fuese otra cosa.
He sat down before his table. "I really can′t argue with you on the hypothesis of your defying me," he said. And he took up one of his little brushes again. -No puedo, en verdad, discutir contigo sobre la base de que pretendes desafiarme -dijo Osmond tras sentarse ante su mesa y tomar uno de los delicados y pequeños pinceles.
She lingered but a moment longer; long enough to embrace with her eye his whole deliberately indifferent yet most expressive figure; after which she quickly left the room. Her faculties, her energy, her passion, were all dispersed again; she felt as if a cold, dark mist had suddenly encompassed her. Osmond possessed in a supreme degree the art of eliciting any weakness. On her way back to her room she found the Countess Gemini standing in the open doorway of a little parlour in which a small collection of heterogeneous books had been arranged. The Countess had an open volume in her hand; she appeared to have been glancing down a page which failed to strike her as interesting. At the sound of Isabel′s step she raised her head. Isabel permaneció ex profeso un instante más en la habitación, el tiempo suficiente para observar su rostro, en realidad sumamente expresivo a pesar de que deliberadamente afectaba un aire de indiferencia. Inmediatamente después salió del despacho de su marido. De pronto se dio cuenta de que sus facultades, su apasionamiento y su energía la abandonaban, y se sintió como envuelta en una niebla densa, oscura y fría. Poseía Osmond un arte extraordinario para sonsacar a toda persona débil. Al dirigirse a su habitación, Isabel se encontró con la condesa Gemini en la puerta de un saloncito de paso, donde habían dispuesto una interesante colección de libros de diversa índole. La condesa tenía abierto entre las manos uno de aquellos libros, al parecer interesada en algo contenido en una de sus páginas. Al oír los pasos de Isabel, que se aproximaba, levantó la cabeza y dijo:
"Ah my dear," she said, "you, who are so literary, do tell me some amusing book to read! Everything here′s of a dreariness --! Do you think this would do me any good?" -Querida, usted que es tan versada en cosas literarias, dígame qué libro entretenido hay aquí que yo pueda leer. Todo lo que he visto es de una tristeza tremenda... ¿Le parece que éste me distraería un poco?
Isabel glanced at the title of the volume she held out, but without reading or understanding it. "I′m afraid I can′t advise you. I′ve had bad news. My cousin, Ralph Touchett, is dying." Isabel echó una mirada al librito que la otra elevaba hacia ella, pero ni leyó ni comprendió nada de él. -Temo no poder aconsejarla -contestó-. He recibido noticias muy malas. Mi primo Ralph Touchett se está muriendo.
The Countess threw down her book. "Ah, he was so simpatico. I′m awfully sorry for you." La condesa dejó de lado el libro y exclamó: -¡Ah, qué pena! Era tan simpático. Lo siento de veras por él.
"You would be sorrier still if you knew." -Más lo sentiría si supiera...
"What is there to know? You look very badly," the Countess added. "You must have been with Osmond." -¿Si supiera qué? Tiene usted muy mala cara -añadió-. Seguro que viene de hablar con Osmond.
Half an hour before Isabel would have listened very coldly to an intimation that she should ever feel a desire for the sympathy of her sister-in-law, and there can be no better proof of her present embarrassment than the fact that she almost clutched at this lady′s fluttering attention. "I′ve been with Osmond," she said, while the Countess′s bright eyes glittered at her. Apenas media hora antes, sin duda Isabel habría acogido con suma frialdad la menor insinuación que le hubiesen hecho atribuyéndole el deseo de contar con la simpatía de su cuñada, y no puede haber mejor prueba del desorden de su espíritu que el hecho de verla asiéndose a la inconsistente atención de mujer tan versátil como aquélla. Así respondió a la condesa, que la contemplaba inquieta con los ojos como ascuas:  -Sí, he estado hablando con Osmond.
"I′m sure then he has been odious!" the Countess cried. "Did he say he was glad poor Mr. Touchett′s dying?" -Tengo la seguridad de que se ha portado odiosamente -exclamó la otra-. ¿No le habrá dicho, por casualidad, que se alegra de que el pobre señor Touchett esté muriéndose?
"He said it′s impossible I should go to England." -Lo que ha dicho es que es imposible que yo vaya a Inglaterra.
The Countess′s mind, when her interests were concerned, was agile; she already foresaw the extinction of any further brightness in her visit to Rome. Ralph Touchett would die, Isabel would go into mourning, and then there would be no more dinner-parties. Such a prospect produced for a moment in her countenance an expressive grimace; but this rapid, picturesque play of feature was her only tribute to disappointment. After all, she reflected, the game was almost played out; she had already overstayed her invitation. And then she cared enough for Isabel′s trouble to forget her own, and she saw that Isabel′s trouble was deep. It seemed deeper than the mere death of a cousin, and the Countess had no hesitation in connecting her exasperating brother with the expression of her sister-in-law′s eyes. Her heart beat with an almost joyous expectation, for if she had wished to see Osmond overtopped the conditions looked favourable now. Of course if Isabel should go to England she herself would immediately leave Palazzo Roccanera; nothing would induce her to remain there with Osmond. Nevertheless she felt an immense desire to hear that Isabel would go to England. "Nothing′s impossible for you, my dear," she said caressingly. "Why else are you rich and clever and good?" Cuando algo afectaba a los intereses de la condesa, su mente trabajaba con insospechable agilidad, de suerte que en el acto vislumbró la desaparición de todo atractivo durante el resto de su estancia en Roma. El pobre Ralph Touchett iba a morir, Isabel se pondría de luto, y adiós a las cenas alegres. Semejante porvenir dibujó en su rostro una triste mueca expresiva, pero aquella rápida y pintoresca comedia de su actitud fue la única licencia que le permitió a su decepción. De todos modos, pensó, la diversión tocaba definitivamente a su fin; ya había prolongado su estancia más de lo convenido en la invitación. Además, se interesó por la contrariedad de Isabel lo bastante para olvidar la propia, y comprendió que la de su cuñada era de las verdaderamente profundas. Por lo pronto, parecía más honda que la causada por el mero fallecimiento de un primo, y a la condesa le resultó muy fácil relacionar la actitud de su insoportable hermano con la expresión que brillaba en los ojos de su cuñada. Y el corazón empezó a latirle con una esperanza casi fausta, pues si, como ella deseaba, Osmond quedaba sometido, las condiciones se tornarían mucho más favorables. Desde luego, ni que decir tiene que, si su cuñada partía para Inglaterra, ella abandonaría en el acto el Palazzo Roccanera, donde por nada del mundo se quedaría sola con su hermano. Sin embargo, experimentaba un deseo acuciante de oírle decir a Isabel que iría a Inglaterra. -Nada hay imposible para usted, querida -dijo en tono cariñoso-. ¿De qué le serviría entonces el ser, como es, rica, inteligente y buena?
"Why indeed? I feel stupidly weak." -Eso mismo digo yo, ¿de qué? El caso es que me siento estúpidamente débil.
"Why does Osmond say it′s impossible?" the Countess asked in a tone which sufficiently declared that she couldn′t imagine. -Pero ¿por qué dice Osmond que es imposible? -preguntó la condesa en un tono que dejaba bien a las claras que no alcanzaba a imaginar el motivo.
From the moment she thus began to question her, however, Isabel drew back; she disengaged her hand, which the Countess had affectionately taken. But she answered this enquiry with frank bitterness. "Because we′re so happy together that we can′t separate even for a fortnight." Sin embargo, al darse cuenta de que su cuñada comenzaba a inquirir la verdad, Isabel retrocedió. Retiró su mano de la mano de la condesa, quien se la había tomado afectuosamente, y contestó con amarga franqueza: -Porque somos tan felices juntos que, por lo visto, no podemos separarnos por un par de semanas.
"Ah," cried the Countess while Isabel turned away, "when I want to make a journey my husband simply tells me I can have no money!" -¡Ah! -exclamó la condesa al tiempo que Isabel se marchaba-. Cuando yo quiero irme de viaje, lo único que mi marido me dice es que no tendré dinero para hacerlo.
Isabel went to her room, where she walked up and down for an hour. It may appear to some readers that she gave herself much trouble, and it is certain that for a woman of a high spirit she had allowed herself easily to be arrested. It seemed to her that only now she fully measured the great undertaking of matrimony. Marriage meant that in such a case as this, when one had to choose, one chose as a matter of course for one′s husband. "I′m afraid --yes, I′m afraid," she said to herself more than once, stopping short in her walk. But what she was afraid of was not her husband --his displeasure, his hatred, his revenge; it was not even her own later judgement of her conduct --a consideration which had often held her in check; it was simply the violence there would be in going when Osmond wished her to remain. A gulf of difference had opened between them, but nevertheless it was his desire that she should stay, it was a horror to him that she should go. She knew the nervous fineness with which he could feel an objection. What he thought of her she knew, what he was capable of saying to her she had felt; yet they were married, for all that, and marriage meant that a woman should cleave to the man with whom, uttering tremendous vows, she had stood at the altar. She sank down on her sofa at last and buried her head in a pile of cushions. Isabel se fue a su habitación y estuvo allí paseando arriba y abajo durante una hora. Algunos lectores pensarán que se preocupaba en exceso por aquel contratiempo, e indudablemente, para una mujer de espíritu tan elevado como el suyo, era aquél un motivo demasiado parco para detenerla en su camino. Le parecía que hasta entonces no se había dado cuenta de lo que en realidad significaba el matrimonio. Significaba que, en casos apurados como el suyo, cuando a una le tocaba decidirse, tenía que hacerlo en favor del interés del marido. Así, se detenía una y otra vez en sus cortos paseos por la habitación para decirse: «Tengo miedo..., sí, tengo miedo». Pero, en realidad, de lo que ella tenía miedo no era de su marido..., de su resquemor, de su disgusto, de su venganza; ni tampoco lo sentía del propio juicio sobre su conducta, cosa que más de una vez la había detenido; era simplemente la violencia que tendría que emplear para marcharse contra la voluntad de Osmond, cuando éste quería que se quedara. Conocía perfectamente la exquisita fineza con que él era capaz de acoger cualquier objeción. Sabía lo que de ella pensaba, había sentido ya de lo que era capaz; sin embargo, estaban casados, y el matrimonio implicaba que la mujer debía permanecer adherida al hombre de cuyo brazo había ido ante el altar, ante el cual había proferido votos tremendamente comprometedores. Y se dejó caer en el sofá, hundiendo la cabeza en un montón de cojines.
When she raised her head again the Countess Gemini hovered before her. She had come in all unperceived; she had a strange smile on her thin lips and her whole face had grown in an hour a shining intimation. She lived assuredly, it might be said, at the window of her spirit, but now she was leaning far out. "I knocked," she began, "but you didn′t answer me. So I ventured in. I′ve been looking at you for the last five minutes. You′re very unhappy." Cuando la levantó vio a la condesa Gemini, que estaba de pie ante ella contemplándola. Había entrado sin hacerse oír; en sus labios, se dibujaba una extraña sonrisa y toda su cara había sufrido una gran transformación en el curso de una hora, apareciendo en aquel instante alegremente iluminada. Era una mujer de quien bien podía decirse que vivía asomada a la ventana de su alma, pero en aquel momento tenía todo el cuerpo fuera. -He llamado pero como no me contestaba me he atrevido a entrar. La he estado contemplando durante cinco minutos y comprendo que es usted muy desgraciada.
"Yes; but I don′t think you can comfort me." -Lo soy, pero no creo que usted pueda proporcionarme ningún consuelo.
"Will you give me leave to try?" And the Countess sat down on the sofa beside her. She continued to smile, and there was something communicative and exultant in her expression. She appeared to have a deal to say, and it occurred to Isabel for the first time that her sister-in-law might say something really human. She made play with her glittering eyes, in which there was an unpleasant fascination. "After all," she soon resumed, "I must tell you, to begin with, that I don′t understand your state of mind. You seem to have so many scruples, so many reasons, so many ties. When I discovered, ten years ago, that my husband′s dearest wish was to make me miserable --of late he has simply let me alone --ah, it was a wonderful simplification! My poor Isabel, you′re not simple enough." -¿Me permite que lo intente? -Y la condesa se sentó en el sofá al lado de ella, continuó sonriendo, y pareció como si en su expresión se trasluciese algo comunicativo y regocijante. Tenía, al parecer, no poco que decir, y a Isabel se le antojó que tal vez su cuñada fuese capaz de expresar por vez primera algo verdaderamente humano. La condesa jugaba con sus ojos maliciosos, en los que había una fascinación tan cierta como desagradable-. En fin de cuentas -prosiguió-, para empezar, debo decirle que no comprendo en absoluto su manera de pensar, porque parece como si tuviera infinitos escrúpulos, innumerables razones, incontables lazos que la atasen. Hace diez años, cuando descubrí que el empeño mayor de mi marido consistía en hacerme desgraciada..., últimamente se contenta con dejarme en paz..., su actitud resultó ser una admirable simplificación para mí. Y usted no es lo bastante simple para ciertas cosas, mi pobre Isabel.
"No, I′m not simple enough," said Isabel. -Cierto, no soy lo bastante simple -contestó ella.
"There′s something I want you to know," the Countess declared --"because I think you ought to know it. Perhaps you do; perhaps you′ve guessed it. But if you have, all I can say is that I understand still less why you shouldn′t do as you like." -Quiero que sepa usted algo, porque considero necesario que lo sepa. Tal vez ya lo sabe o lo ha adivinado. En caso de que así sea, le confieso que entiendo mucho menos todavía por qué no hace lo que mejor le parezca.
"What do you wish me to know?" Isabel felt a foreboding that made her heart beat faster. The Countess was about to justify herself, and this alone was portentous. -¿Qué quiere usted que sepa? -preguntó Isabel, cuyo corazón se puso a latir con mayor violencia al presentir algo de lo que iba a escuchar. La condesa estaba a punto de justificarse, lo cual ya era de por sí algo verdaderamente sin igual.
But she was nevertheless disposed to play a little with her subject. "In your place I should have guessed it ages ago. Have you never really suspected?" Pero antes parecía dispuesta a divertirse un poco con el asunto. -En su lugar, hace siglos que yo lo habría adivinado. ¿De verdad no ha sospechado usted nunca nada?
"I′ve guessed nothing. What should I have suspected? I don′t know what you mean." -No he adivinado nada. ¿Qué es lo que debía haber sospechado? No comprendo lo que quiere decir.
"That′s because you′ve such a beastly pure mind. I never saw a woman with such a pure mind!" cried the Countess. -Eso se debe a que tiene usted un espíritu incomprensiblemente puro -exclamó la condesa, y añadió-: Confieso que no he conocido jamás una mujer con un alma tan pura como la suya.
Isabel slowly got up. "You′re going to tell me something horrible." Isabel se levantó poco a poco y dijo casi temblando: -Usted va a decirme algo verdaderamente terrible.
"You can call it by whatever name you will!" And the Countess rose also, while her gathered perversity grew vivid and dreadful. She stood a moment in a sort of glare of intention and, as seemed to Isabel even then, of ugliness; after which she said: "My first sister-in-law had no children." -Llámelo como mejor le parezca -replicó la condesa levantándose también, al tiempo que su innata perversidad se hacía más palpitante y espantosa. Pareció reconcentrarse un instante como en una mirada de fiereza de intención, que a Isabel le pareció de una extraordinaria fealdad, y luego declaró-: Mi primera cuñada no tuvo hijos.
Isabel stared back at her; the announcement was an anticlimax. "Your first sister-in-law?" Isabel se quedó atónita mirándola, pues el anuncio resultaba una convulsión total para ella. -¿Su primera cuñada? -preguntó.
"I suppose you know at least, if one may mention it, that Osmond has been married before! I′ve never spoken to you of his wife; I thought it mightn′t be decent or respectful. But others, less particular, must have done so. The poor little woman lived hardly three years and died childless. It wasn′t till after her death that Pansy arrived." -Debo, cuando menos, suponer que usted sabe que Osmond ha estado ya casado antes. Si no le he hablado nunca de la anterior mujer de Osmond es porque no me parecía respetuoso ni decoroso. Pero otros, menos considerados que yo, tal vez lo hayan hecho. La pobre mujer vivió tres años casada con él y murió sin tener hijos. Después de su muerte fue cuando Pansy vino al mundo.
Isabel′s brow had contracted to a frown; her lips were parted in pale, vague wonder. She was trying to follow; there seemed so much more to follow than she could see. "Pansy′s not my husband′s child then?" Isabel frunció el entrecejo y sus labios se entreabrieron con una vaga y pálida expresión. Trataba de seguir lo que su cuñada decía, y pensaba que tendría que seguir mucho más de lo que podía ver. -Entonces, ¿Pansy no es hija de mi marido?
"Your husband′s --in perfection! But no one else′s husband′s. Some one else′s wife′s. Ah, my good Isabel," cried the Countess, "with you one must dot one′s i′s!" -Lo es..., ¡y cabalmente! No es del marido de otra mujer, sino de la mujer de otro marido. Mi buena Isabel, ¡a usted hay que decírselo todo con pelos y señales, explicárselo de pe a pa! -exclamó la condesa.
"I don′t understand. Whose wife′s?" Isabel asked. -Pues sigo sin comprender. ¿De la mujer de quién? -preguntó Isabel.
"The wife of a horrid little Swiss who died --how long? --a dozen, more than fifteen, years ago. He never recognised Miss Pansy, nor, knowing what he was about, would have anything to say to her; and there was no reason why he should. Osmond did, and that was better; though he had to fit on afterwards the whole rigmarole of his own wife′s having died in childbirth, and of his having, in grief and horror, banished the little girl from his sight for as long as possible before taking her home from nurse. His wife had really died, you know, of quite another matter and in quite another place: in the Piedmontese mountains, where they had gone, one August, because her health appeared to require the air, but where she was suddenly taken worse --fatally ill. The story passed, sufficiently; it was covered by the appearances so long as nobody heeded, as nobody cared to look into it. But of course i knew --without researches," the Countess lucidly proceeded; "as also, you′ll understand, without a word said between us --I mean between Osmond and me. Don′t you see him looking at me, in silence, that way, to settle it? --that is to settle ME if I should say anything. I said nothing, right or left --never a word to a creature, if you can believe that of me: on my honour, my dear, I speak of the thing to you now, after all this time, as I′ve never, never spoken. It was to be enough for me, from the first, that the child was my niece --from the moment she was my brother′s daughter. As for her veritable mother --!" But with this Pansy′s wonderful aunt dropped --as, involuntarily, from the impression of her sister-in-law′s face, out of which more eyes might have seemed to look at her than she had ever had to meet. -De la esposa de un horrible e insignificante suizo que murió..., ¿cuánto hace?..., acaso doce, no, más de quince años. Ni reconoció a Pansy ni quiso saber nada de ella; de hecho, no había razón alguna para que lo hiciera. En cambio, lo hizo Osmond, lo cual fue mucho mejor, aunque luego tuvo que armar un lío de todos los demonios contando que su mujer murió de parto y que él, resentido con la niña por ser la causante de la muerte de su madre, la mantuvo los primeros años alejada, en casa de una nodriza, hasta que se decidió a acogerla en la suya. Lo cierto era que su esposa había muerto por causa bien distinta y en sitio bien distante. Su muerte tuvo lugar en tina montaña del Piamonte, adonde habían ido un verano en el mes de agosto porque, al parecer, ella necesitaba aquel clima de altura y donde sucedió precisamente todo lo contrario; que, de repente, empeoró y cayó fatalmente enferma. Así pudo pasar la historia y se cubrieron las apariencias, toda vez que nadie oyó hablar del asunto y a nadie le preocupó ponerse a averiguar la verdad. Pero yo me enteré..., sin hacer averiguación de ninguna especie, desde luego..., y, como puede usted fácilmente imaginarse, sin que mediara una sola palabra sobre ello entre nosotros... es decir, entre Osmond y yo. ¿Se lo imagina usted mirándome en silencio, a su manera, tratando de aclararlo..., mejor dicho, de contenerme si yo decía algo? Pero yo no dije jamás una sola palabra a ninguna otra persona, puede creerlo, se lo juro. Le doy mi palabra de honor que hablo de este asunto por vez primera después de tanto tiempo como ha pasado. Ya tenía yo bastante, al principio, con que la niña fuera sobrina mía..., desde el momento en que era hija de mi hermano. Y por lo que respecta a la verdadera madre... La prodigiosa tía de Pansy se calló de repente, como involuntariamente inducida a ello por la impresión causada en su cuñada, desde cuyo rostro se diría que la miraban más ojos de los que nunca tuviera que soportar.
She had spoken no name, yet Isabel could but check, on her own lips, an echo of the unspoken. She sank to her seat again, hanging her head. "Why have you told me this?" she asked in a voice the Countess hardly recognised. Si bien no había pronunciado nombre alguno, Isabel apenas pudo reprimir en sus propios labios un eco de lo impronunciado. Y se dejó caer de nuevo en el sofá con la cabeza entre las manos. -¿Por qué me lo ha dicho? -preguntó con una voz que a la condesa le costó reconocer.
"Because I′ve been so bored with your not knowing. I′ve been bored, frankly, my dear, with not having told you; as if, stupidly, all this time I couldn′t have managed! Ca me depasse, if you don′t mind my saying so, the things, all round you, that you′ve appeared to succeed in not knowing. It′s a sort of assistance --aid to innocent ignorance --that I′ve always been a bad hand at rendering; and in this connexion, that of keeping quiet for my brother, my virtue has at any rate finally found itself exhausted. It′s not a black lie, moreover, you know," the Countess inimitably added. "The facts are exactly what I tell you." -Porque ya estaba harta de ver que usted no lo sabía. Francamente, hija mía, me sentía molesta por no habérselo dicho, ¡como si durante todo este tiempo no pudiera haberlo hecho! La verdad, ¡a me dépasse. Si no le importa que se lo diga, es inconcebible que no haya logrado adivinarlo en cuanto la rodea. Yo no he sido nunca hábil para prestar ayuda a la ignorancia inocente, y, en este caso, confieso que la necesidad de permanecer callada en beneficio de mí hermano constituye una virtud que me ha sido del todo imposible seguir practicando por más tiempo. Por lo demás, lo que le he contado no es una baja mentira -añadió de inimitable manera la condesa-. Los hechos son tal y como acabo de exponerlos.
"I had no idea," said Isabel presently; and looked up at her in a manner that doubtless matched the apparent witlessness of this confession. -No tenía la menor idea de ello -dijo Isabel, y levantó los ojos hacia ella mirándola de un modo totalmente acorde con la candidez de aquella confesión.
"So I believed --though it was hard to believe. Had it never occurred to you that he was for six or seven years her lover?" -Eso me parecía a mí..., por difícil que resultase creerlo. ¿No se le ocurrió jamás pensar que él había sido durante unos años su amante?
"I don′t know. Things HAVE occurred to me, and perhaps that was what they all meant." -No sé qué decir. Indudablemente se me han ocurrido varias cosas..., y acaso era eso lo que todas ellas significaban.
"She has been wonderfully clever, she has been magnificent, about Pansy!" the Countess, before all this view of it, cried. -Ella ha sido verdaderamente inteligente y magnífica en lo relativo a Pansy -exclamó la condesa, como considerándolo a distancia.
"Oh, no idea, for me," Isabel went on, "ever DEFINITELY took that form." She appeared to be making out to herself what had been and what hadn′t. "And as it is --I don′t understand." -No -insistió Isabel-, ninguna idea tomó en mí tal forma definida. -Parecía como si tratase de dilucidar por sí misma lo que había ocurrido y lo que no-. Pero, aun así-, no lo comprendo.
She spoke as one troubled and puzzled, yet the poor Countess seemed to have seen her revelation fall below its possibilities of effect. She had expected to kindle some responsive blaze, but had barely extracted a spark. Isabel showed as scarce more impressed than she might have been, as a young woman of approved imagination, with some fine sinister passage of public history. "Don′t you recognise how the child could never pass for HER husband′s? --that is with M. Merle himself," her companion resumed. "They had been separated too long for that, and he had gone to some far country --I think to South America. If she had ever had children --which I′m not sure of --she had lost them. The conditions happened to make it workable, under stress (I mean at so awkward a pinch), that Osmond should acknowledge the little girl. His wife was dead --very true; but she had not been dead too long to put a certain accommodation of dates out of the question --from the moment, I mean, that suspicion wasn′t started; which was what they had to take care of. What was more natural than that poor Mrs. Osmond, at a distance and for a world not troubling about trifles, should have left behind her, poverina, the pledge of her brief happiness that had cost her her life? With the aid of a change of residence --Osmond had been living with her at Naples at the time of their stay in the Alps, and he in due course left it for ever --the whole history was successfully set going. My poor sister-in-law, in her grave, couldn′t help herself, and the real mother, to save HER skin, renounced all visible property in the child." Hablaba como sorprendida y desconcertada, si bien la pobre condesa parecía considerar que su revelación no había producido, ni mucho menos, el efecto que ella esperaba. Se imaginaba que iba a prender una llamarada y apenas sí brotaba una insignificante chispa de fuego. Isabel se mostraba mucho menos impresionada de lo que, sintiendo como era una joven de reconocida imaginación, pudiera haberlo estado ante un hecho siniestro cualquiera de la vida corriente. -¿Entiende por qué la criatura no podía pasar como hija de su marido..., es decir, de monsieur Merle? Llevaban separados demasiado tiempo, y él se había marchado a un país lejano, creo que a Sudamérica. Si ella tuvo alguna vez hijos..., cosa de la que no estoy segura..., los perdió. Tales condiciones hicieron comprensible que bajo la fuerza de la realidad, es decir, en un aprieto de tal dificultad, Osmond se decidiera a adoptar a la niña. Su mujer había muerto ya, eso es cierto; pero no lo es menos que hacía tanto tiempo de su muerte como para que no pudiesen relacionarse fechas ni surgir suspicacias al respecto, que era de lo que había que tener cuidado. ¿Qué cosa más natural que la infeliz señora Osmond, a una distancia considerable y para un mundo que no se preocupaba de tales menudencias, hubiera dejado tras de sí la prueba viva de aquella felicidad que le había costado la vida? Con la complicidad de un cambio de residencia, porque Osmond había vivido con ella en Nápoles en la época del viaje a los Alpes y luego abandonó definitivamente esa ciudad, podía componerse admirablemente toda la historia. Desde su sepultura, mi pobre, cuñada no lograría enmendar el entuerto, y mientras tanto la verdadera madre, para salvar su reputación, renunció a toda propiedad visible sobre la niña.
"Ah, poor, poor woman!" cried Isabel, who herewith burst into tears. It was a long time since she had shed any; she had suffered a high reaction from weeping. But now they flowed with an abundance in which the Countess Gemini found only another discomfiture. -¡Ah, pobre mujer! -exclamó Isabel rompiendo a llorar. Hacía mucho tiempo que no vertía lágrimas, por haber experimentado una gran reacción contra la facilidad del llanto. Pero en aquel instante fluyeron con tal abundancia que la condesa Gemini no vio en ello sino otra contrariedad.
"It′s very kind of you to pity her!" she discordantly laughed. "Yes indeed, you have a way of your own --!" -Es muy amable de su parte el compadecerla... -comentó, riendo sin que viniera a cuento-. Verdaderamente, tiene usted una manera de ser que...
"He must have been false to his wife --and so very soon!" said Isabel with a sudden check. -Por lo visto, fue muy falso con su mujer..., ¡y tan pronto! -exclamó Isabel, conteniéndose súbitamente.
"That′s all that′s wanting --that you should take up HER cause!" the Countess went on. "I quite agree with you, however, that it was much too soon." -¡No faltaba otra cosa sino que ahora saliera usted en su defensa! -replicó la condesa-. Pero en que fue demasiado pronto estoy completamente de acuerdo.
"But to me, to me --?" And Isabel hesitated as if she had not heard; as if her question --though it was sufficiently there in her eyes --were all for herself. -¿Y conmigo, conmigo...? -Dudó como si no se hubiera oído a sí misma, como si aquella pregunta..., que bien clara tenía ante los ojos..., fuese tan sólo para ella.
"To you he has been faithful? Well, it depends, my dear, on what you call faithful. When he married you he was no longer the lover of another woman --SUCH a lover as he had been, cara mia, between their risks and their precautions, while the thing lasted! That state of affairs had passed away; the lady had repented, or at all events, for reasons of her own, drawn back: she had always had, too, a worship of appearances so intense that even Osmond himself had got bored with it. You may therefore imagine what it was --when he couldn′t patch it on conveniently to ANY of those he goes in for! But the whole past was between them." -¿Con usted? ¿Si le ha sido fiel a usted?... Depende, querida mía, según a lo que llame usted fiel. Cuando se casó con usted, no era amante de ninguna otra mujer..., amante como solía ser, cara mía, con todos los riesgos y las infinitas precauciones que había de adoptar mientras la cosa duraba. Eso se había acabado del todo. La dama estaba arrepentida, o, cuando menos, por razones que son de su única incumbencia, se retiró de la escena. Ella ha rendido siempre un culto a las apariencias tan excesivo que el mismo Osmond acabó por aburrirse de tanta exageración. Ya puede usted imaginarse lo que sería... ¡cuando ni él podía aguantar todos esos formalismos que hoy lleva tan a punta de lanza! Pero el pasado los une con todo su peso.
"Yes," Isabel mechanically echoed, "the whole past is between them." -Sí -dijo Isabel, como si fuera el eco de aquellas palabras-. El pasado los une.
"Ah, this later past is nothing. But for six or seven years, as I say, they had kept it up." -¡Bah! El pasado reciente no es nada. Lo importante son los seis o siete años que, como digo, duró lo otro.
She was silent a little. "Why then did she want him to marry me?" Isabel permaneció callada un instante y luego preguntó:
"Ah my dear, that′s her superiority! Because you had money; and because she believed you would be good to Pansy." -Entonces, ¿por qué quiso que yo me casara con él?
"Poor woman --and Pansy who doesn′t like her!" cried Isabel. -¡Ah, amiga mía, en eso está su gran superioridad! Porque usted tenía dinero y porque pensó que se portaría bien con Pansy.
"That′s the reason she wanted some one whom Pansy would like. She knows it; she knows everything." -¡Pobre mujer! ¡Y pensar que Pansy no la quiere! -exclamó Isabel.
"Will she know that you′ve told me this?" -Por eso precisamente buscaba alguien a quien Pansy pudiera querer. Ella sabe eso, como todo lo demás, porque esa mujer lo sabe todo.
"That will depend upon whether you tell her. She′s prepared for it, and do you know what she counts upon for her defence? On your believing that I lie. Perhaps you do; don′t make yourself uncomfortable to hide it. Only, as it happens this time, I don′t. I′ve told plenty of little idiotic fibs, but they′ve never hurt any one but myself." -¿Sabrá entonces que usted me ha contado esto? -Dependerá de que usted se lo diga o no. Ya está preparada para ello, ¿y sabe usted con qué cuenta para defenderse? Conque usted crea que miento. Tal vez lo crea. Por mí, no se moleste en ocultarlo. Pero da la casualidad de que en este caso no lo he hecho. Yo he dicho con frecuencia bastantes mentiras estúpidas, pero nunca para hacer daño a nadie, y la única que ha sufrido las consecuencias he sido yo misma.
Isabel sat staring at her companion′s story as at a bale of fantastic wares some strolling gypsy might have unpacked on the carpet at her feet. "Why did Osmond never marry her?" she finally asked. Isabel adoptaba ante la historia de su compañera la misma actitud de pasmo que si una gitanilla errante hubiera extendido sobre la alfombra, a sus pies, una colección de fantásticas mercancías. -¿Por qué no se casó Osmond con ella? -preguntó.
"Because she had no money." The Countess had an answer for everything, and if she lied she lied well. "No one knows, no one has ever known, what she lives on, or how she has got all those beautiful things. I don′t believe Osmond himself knows. Besides, she wouldn′t have married him." -Muy sencillo: porque no tenía dinero. -La condesa tenía una respuesta lista para cada cosa, y si mentía lo hacía muy bien-. Nadie sabe ni ha sabido nunca de qué vive, ni cómo ha adquirido todos esos valiosos objetos que tiene en su casa. Creo que ni el mismo Osmond lo sabe. Además, tampoco ella se habría casado con él.
"How can she have loved him then?" -Entonces, ¿cómo ha podido quererle?
"She doesn′t love him in that way. She did at first, and then, I suppose, she would have married him; but at that time her husband was living. By the time M. Merle had rejoined --I won′t say his ancestors, because he never had any --her relations with Osmond had changed, and she had grown more ambitious. Besides, she has never had, about him," the Countess went on, leaving Isabel to wince for it so tragically afterwards --"she HAD never had, what you might call any illusions of INTELLIGENCE. She hoped she might marry a great man; that has always been her idea. She has waited and watched and plotted and prayed; but she has never succeeded. I don′t call Madame Merle a success, you know. I don′t know what she may accomplish yet, but at present she has very little to show. The only tangible result she has ever achieved --except, of course, getting to know every one and staying with them free of expense --has been her bringing you and Osmond together. Oh, she did that, my dear; you needn′t look as if you doubted it. I′ve watched them for years; I know everything --everything. I′m thought a great scatterbrain, but I′ve had enough application of mind to follow up those two. She hates me, and her way of showing it is to pretend to be for ever defending me. When people say I′ve had fifteen lovers she looks horrified and declares that quite half of them were never proved. She has been afraid of me for years, and she has taken great comfort in the vile, false things people have said about me. She has been afraid I′d expose her, and she threatened me one day when Osmond began to pay his court to you. It was at his house in Florence; do you remember that afternoon when she brought you there and we had tea in the garden? She let me know then that if I should tell tales two could play at that game. She pretends there′s a good deal more to tell about me than about her. It would be an interesting comparison! I don′t care a fig what she may say, simply because I know YOU don′t care a fig. You can′t trouble your head about me less than you do already. So she may take her revenge as she chooses; I don′t think she′ll frighten you very much. Her great idea has been to be tremendously irreproachable --a kind of full-blown lily --the incarnation of propriety. She has always worshipped that god. There should be no scandal about Caesar′s wife, you know; and, as I say, she has always hoped to marry Caesar. That was one reason she wouldn′t marry Osmond; the fear that on seeing her with Pansy people would put things together --would even see a resemblance. She has had a terror lest the mother should betray herself. She has been awfully careful; the mother has never done so." -Es que no le quiere de esa manera. Así lo quiso al principio y tengo la seguridad de que entonces se habría casado con él, pero su marido vivía. Luego, cuando su marido fue a reunirse..., no diré que con sus antepasados, porque es muy posible que no los haya tenido..., sus relaciones con Osmond sufrieron un cambio radical y se volvió mucho más ambiciosa. Por otra parte -prosiguió la condesa para que Isabel tuviera con qué rumiar trágicamente en lo sucesivo-, ella no le había tenido nunca por un gran intelecto. Había concebido la esperanza de casarse con un gran hombre; ésa era su obsesión constante. Para ello supo esperar, observar, intrigar y suplicar, pero siempre fracasó en su empeño. Yo, la verdad, no considero a madame Merle una mujer de éxito. Ignoro lo que será capaz de lograr de ahora en adelante, pero hasta la fecha tiene muy poco de que presumir. El único resultado verdaderamente tangible que ha podido lograr, aparte, desde luego, de conseguir conocer a todo el mundo y de vivir en casa de todo el mundo sin que le cueste un penique, ha sido el de unirles a usted y a Osmond. ¡Oh!, ella fue quien lo hizo, querida; no me mire como si lo pusiera en duda. Yo les he estado observando durante años y sé todo lo que les concierne, absolutamente todo. Muchos me creen una verdadera atolondrada, y tal vez lo sea, pero de lo que puede estar segura es de que a esos dos los he seguido paso a paso con el mayor cuidado. Ella me odia con toda su alma, y su mejor manera de probarlo es pretender defenderme en cada ocasión que se presenta. Cuando alguien dice que he tenido quince amantes, se hace cruces, finge horrorizarse y declara que no se ha podido demostrar de más de la mitad de ellos. Me ha tenido un miedo cerval durante años, y lo único que la consolaba un poco era escuchar los horrores que la gente iba diciendo de mí por todas partes. Tenía miedo de que yo la pusiera en evidencia y hasta llegó a amenazarme un día, cuando Osmond empezó a hacerle a usted la corte. Fue en casa de él, en Florencia. ¿Se acuerda de la tarde en que la llevó a usted allí y tomamos el té en el jardín? Entonces me dijo que, si yo contaba historias, seríamos dos las que entraríamos en la ronda. Cree que ella puede decir mucho más de mí que yo de ella. Y le aseguro que sería una comparación interesante de verdad. A mí me tiene sin cuidado lo que ella diga de mí, por la sencilla razón de que a usted le tiene sin cuidado lo que yo haga o deje de hacer. Usted no está para preocuparse más de lo que ya lo esta. i je modo y manera que puede tomarse la revancha conmigo como mejor le plazca; no creo que usted se asuste por eso. Su gran estrategia ha sido mostrarse siempre tremendamente irreprochable..., una especie de blanca azucena terriblemente hinchada..., la encarnación misma de la corrección. Ya sabe usted lo de la mujer del César, eso de que no basta que sea honrada, sino que tiene que parecerlo; y, como ya he dicho, su gran ilusión era casarse con una especie de César. Por eso no le interesaba casarse con Osmond. Al verlos juntos y con Pansy, la gente podría llamarse a hacer cábalas, a unir cabos sueltos..., incluso a notar el parecido. Siempre tuvo un verdadero terror de que la madre que en ella había pudiera llegar a traicionarla. Ha puesto en ello un cuidado exquisito, y la madre no la ha traicionado jamás.
"Yes, yes, the mother has done so," said Isabel, who had listened to all this with a face more and more wan. "She betrayed herself to me the other day, though I didn′t recognise her. There appeared to have been a chance of Pansy′s making a great marriage, and in her disappointment at its not coming off she almost dropped the mask." -Sí, sí, la madre la ha delatado -contestó Isabel, cada vez más pálida-. Ella misma se traicionó conmigo el otro día, aunque entonces no me di cuenta. Fue cuando parecía que Pansy tenía la oportunidad de hacer una gran boda y al ver que todo había quedado en agua de borrajas estuvo a punto de caérsele la máscara.
"Ah, that′s where she′d dish herself!" cried the Countess. "She has failed so dreadfully that she′s determined her daughter shall make it up." -¡Ah! Ahí es donde se salió de sus casillas -exclamó la condesa-. Ha fracasado tan lastimosamente en sus propias aspiraciones que está decidida a que su hija la compense de su fracaso.
Isabel started at the words "her daughter," which her guest threw off so familiarly. "It seems very wonderful," she murmured; and in this bewildering impression she had almost lost her sense of being personally touched by the story. Isabel se conmovió al oír las palabras «su hija», que su compañera acababa de pronunciar con la mayor naturalidad del mundo. -Parece increíble -murmuró; y, bajo el influjo de aquella sensación desconcertante, casi perdió la noción de que la historia la afectaba de cerca.
"Now don′t go and turn against the poor innocent child!" the Countess went on. "She′s very nice, in spite of her deplorable origin. I myself have liked Pansy; not, naturally, because she was HERS, but because she had become yours." -No vaya ahora a ocurrírsele a usted volverse en contra de la infeliz criatura -prosiguió la condesa-. La pobrecilla es muy buena, a pesar de su deplorable origen. Hasta yo misma he llegado a quererla, no por ser de ella, naturalmente, sino porque ahora parecía de usted.
"Yes, she has become mine. And how the poor woman must have suffered at seeing me --!" Isabel exclaimed while she flushed at the thought. -Cierto, ya es como si fuera mía. ¡Cómo debe de haber sufrido la pobre mujer al verme...! -exclamó Isabel ruborizándose al pensar en lo que estaba diciendo.
"I don′t believe she has suffered; on the contrary, she has enjoyed. Osmond′s marriage has given his daughter a great little lift. Before that she lived in a hole. And do you know what the mother thought? That you might take such a fancy to the child that you′d do something for her. Osmond of course could never give her a portion. Osmond was really extremely poor; but of course you know all about that. Ah, my dear," cried the Countess, "why did you ever inherit money?" She stopped a moment as if she saw something singular in Isabel′s face. "Don′t tell me now that you′ll give her a _dot_. You′re capable of that, but I would refuse to believe it. Don′t try to be too good. Be a little easy and natural and nasty; feel a little wicked, for the comfort of it, once in your life!" -No creo que haya sufrido nada con ello; al contrario, pienso que ha debido de sentirse muy satisfecha, porque la boda de Osmond le ha dado a su hija un gran impulso. Antes, la pobre vivía metida en un agujero. ¿Y quiere saber lo que había llegado a pensar la madre? Que usted se encapricharía de tal modo con la chiquilla que llegaría incluso a hacer algo por ella. Osmond no podía darle nada, porque era de lo más pobre... pero eso ya lo sabe usted de sobra. ¡Ay, hija mía! -exclamó la condesa-, ¿por qué tendría usted la ocasión de heredar tanto dinero? -Se detuvo un momento, como si estuviese viendo algo extraño en el rostro de Isabel-. No vaya a decirme ahora que piensa darle una dote. Usted es muy capaz de hacerlo, pero me niego a creerlo. No pretenda pasarse de buena. Trate de ser natural, espontánea y aviesa. Por su propio bien, trate de ser un poco mala aunque sólo sea una vez en su vida.
"It′s very strange. I suppose I ought to know, but I′m sorry," Isabel said. "I′m much obliged to you." -Es extraño. Supongo que debo saberlo, y sin embargo, siento haberlo sabido -dijo Isabel-. Le estoy agradecida de veras.
"Yes, you seem to be!" cried the Countess with a mocking laugh. "Perhaps you are --perhaps you′re not. You don′t take it as I should have thought." -¡Pues nadie lo diría! -exclamó la condesa riendo burlonamente-. Puede que lo esté o puede que no, pero, por lo pronto, no parece habérselo tomado como yo esperaba.
"How should I take it?" Isabel asked. -¿Cómo debería tomármelo?
"Well, I should say as a woman who has been made use of." Isabel made no answer to this; she only listened, and the Countess went on. "They′ve always been bound to each other; they remained so even after she broke off --or HE did. But he has always been more for her than she has been for him. When their little carnival was over they made a bargain that each should give the other complete liberty, but that each should also do everything possible to help the other on. You may ask me how I know such a thing as that. I know it by the way they′ve behaved. Now see how much better women are than men! She has found a wife for Osmond, but Osmond has never lifted a little finger for HER. She has worked for him, plotted for him, suffered for him; she has even more than once found money for him; and the end of it is that he′s tired of her. She′s an old habit; there are moments when he needs her, but on the whole he wouldn′t miss her if she were removed. And, what′s more, to-day she knows it. So you needn′t be jealous!" the Countess added humorously. -No sé qué decirle, pero cabría pensar que como una mujer a la que han utilizado -Isabel no contestó y siguió escuchando atentamente a la condesa-. Ellos han seguido estando ligados aun después de haber roto, aun después que ella rompió..., o de que rompió él, vaya usted a saber. Sin embargo, lo cierto es que él ha significado para ella mucho más que ella para él. Cuando se acabó su pequeño carnaval, se comprometieron a dejarse libertad completa el uno al otro a condición de que el uno prestaría siempre al otro la mayor ayuda posible. Quizá se pregunte cómo he llegado a saber todo eso. Pues, lo he ido induciendo y deduciendo de la manera de conducirse de ambos. Y ahora, vea usted cuánto mejor se portan las mujeres con los hombres que viceversa. Ella ha llegado incluso a buscarle una esposa a Osmond; en cambio, él no ha levantado jamás por ella ni el dedo meñique. Esa mujer se ha afanado por él, intrigado a favor de él, padecido por él, y al final de cuentas, él está cansado de ella. Para él, ella representa un hábito, una vieja costumbre. Ciertamente hay momentos en que la necesita, pero, en conjunto, si ella desapareciese no la echaría de menos. Lo peor de todo es que ella ya está convencida de eso. ¡Bah!, no tiene usted por qué sentirse celosa.
Isabel rose from her sofa again; she felt bruised and scant of breath; her head was humming with new knowledge. "I′m much obliged to you," she repeated. And then she added abruptly, in quite a different tone: "How do you know all this?" Isabel se levantó del sofá como movida por un resorte. Se sentía herida y sin aliento; la acumulación de noticias le embotaba la cabeza. -Le estoy agradecida de veras -repitió. Luego preguntó bruscamente, en tono bien distinto-: ¿Cómo sabe usted todo eso?
This enquiry appeared to ruffle the Countess more than Isabel′s expression of gratitude pleased her. She gave her companion a bold stare, with which, "Let us assume that I′ve invented it!" she cried. She too, however, suddenly changed her tone and, laying her hand on Isabel′s arm, said with the penetration of her sharp bright smile: "Now will you give up your journey?" Semejante pregunta pareció irritar a la condesa mucho más de lo que le agradaba la expresión reiterada de la gratitud de Isabel. -Supongamos que me lo he inventado -dijo la condesa mirando a su compañera con cinismo y descaro. Pero cambió de tono en el acto y, poniendo afablemente su mano en el brazo de Isabel, añadió con una sonrisa penetrante y tan inteligente como decidida-: Y ahora, ¿desistirá usted de su viaje?
Isabel started a little; she turned away. But she felt weak and in a moment had to lay her arm upon the mantel-shelf for support. She stood a minute so, and then upon her arm she dropped her dizzy head, with closed eyes and pale lips. Isabel se sobrecogió un poco y se apañó; pero inmediatamente se sintió tan débil y a punto de desfallecer que tuvo que apoyar un brazo en la repisa de la chimenea para no caerse. Permaneció así un minuto, y luego dejó caer sobre el brazo su aturdida cabeza, con los ojos cerrados y los labios intensamente pálidos.
"I′ve done wrong to speak --I′ve made you ill!" the Countess cried. -¡He hecho mal en hablar! -exclamó la condesa-. Se ha puesto usted enferma.
"Ah, I must see Ralph!" Isabel wailed; not in resentment, not in the quick passion her companion had looked for; but in a tone of far-reaching, infinite sadness. -¡Ah! Tengo que ver a Ralph -dijo Isabel como en un suspiro. No con resentimiento ni apasionamiento, como su compañera había esperado que sería, sino en un tono de infinita melancolía.






CHAPTER 52

52

{T-4289}There was a train for Turin and Paris that evening; and after the Countess had left her Isabel had a rapid and decisive conference with her maid, who was discreet, devoted and active. After this she thought (except of her journey) only of one thing. She must go and see Pansy; from her she couldn′t turn away. She had not seen her yet, as Osmond had given her to understand that it was too soon to begin. She drove at five o′clock to a high door in a narrow street in the quarter of the Piazza Navona, and was admitted by the portress of the convent, a genial and obsequious person. Isabel had been at this institution before; she had come with Pansy to see the sisters. She knew they were good women, and she saw that the large rooms were clean and cheerful and that the well-used garden had sun for winter and shade for spring. But she disliked the place, which affronted and almost frightened her; not for the world would she have spent a night there. It produced to-day more than before the impression of a well-appointed prison; for it was not possible to pretend Pansy was free to leave it. This innocent creature had been presented to her in a new and violent light, but the secondary effect of the revelation was to make her reach out a hand.        Aquella misma noche había un tren para Turín y París. Una vez que la condesa dejó a Isabel, ésta tuvo una conversación rápida y decisiva con su doncella, que era sumamente discreta, activa y afecta a ella. Después de lo cual, pensó en una sola cosa, además de su próximo viaje: en ir a ver a Pansy, a la que no quería abandonar. No la había visto desde que dejara el Palazzo Roccanera, porque Osmond le había indicado que era demasiado pronto. Así pues, a las cinco de la tarde llegó en su coche ante el portón de un gran edificio, en una estrecha calle de los alrededores de la plaza Navona, donde la recibió la hermana portera del convento, amable y obsequiosa. Isabel conocía ya la institución por haber ido allí alguna que otra vez a visitar a las hermanas en compañía de Pansy. Le constaba que eran buenas mujeres, y vio que las grandes estancias estaban limpias y bien iluminadas y que en el jardín, excelentemente orientado, daba el sol durante el invierno y la sombra en primavera. Pero le desagradaba tal lugar, que parecía querer rechazarla y casi le infundía pavor, hasta el extremo de que por nada del mundo habría pasado una noche en él. Aquel convento le producía más que nunca la impresión de una cárcel bien frecuentada, pues no cabía pensar en que Pansy tuviese libertad para abandonarla. La inocente criatura había aparecido ante sus ojos bajo una luz completamente nueva e intensa, pero el efecto de tal revelación fue impulsarla a tender una mano hacía ella.
{T-4290}The portress left her to wait in the parlour of the convent while she went to make it known that there was a visitor for the dear young lady. The parlour was a vast, cold apartment, with new-looking furniture; a large clean stove of white porcelain, unlighted, a collection of wax flowers under glass, and a series of engravings from religious pictures on the walls. On the other occasion Isabel had thought it less like Rome than like Philadelphia, but to-day she made no reflexions; the apartment only seemed to her very empty and very soundless. The portress returned at the end of some five minutes, ushering in another person. Isabel got up, expecting to see one of the ladies of the sisterhood, but to her extreme surprise found herself confronted with Madame Merle. The effect was strange, for Madame Merle was already so present to her vision that her appearance in the flesh was like suddenly, and rather awfully, seeing a painted picture move. Isabel had been thinking all day of her falsity, her audacity, her ability, her probable suffering; and these dark things seemed to flash with a sudden light as she entered the room. Her being there at all had the character of ugly evidence, of handwritings, of profaned relics, of grim things produced in court. It made Isabel feel faint; if it had been necessary to speak on the spot she would have been quite unable. But no such necessity was distinct to her; it seemed to her indeed that she had absolutely nothing to say to Madame Merle. In one′s relations with this lady, however, there were never any absolute necessities; she had a manner which carried off not only her own deficiencies but those of other people. But she was different from usual; she came in slowly, behind the portress, and Isabel instantly perceived that she was not likely to depend upon her habitual resources. For her too the occasion was exceptional, and she had undertaken to treat it by the light of the moment. This gave her a peculiar gravity; she pretended not even to smile, and though Isabel saw that she was more than ever playing a part it seemed to her that on the whole the wonderful woman had never been so natural. She looked at her young friend from head to foot, but not harshly nor defiantly; with a cold gentleness rather, and an absence of any air of allusion to their last meeting. It was as if she had wished to mark a distinction. She had been irritated then, she was reconciled now.        La portera la hizo esperar en el vestíbulo del convento mientras iba a anunciar que la señorita tenía una visita.    El vestíbulo era una habitación grande y fría con muebles nuevos, una gran estufa de porcelana blanca, apagada, una colección de flores de cera bajo campanas de vidrio y unos cuantos grabados de temas religiosos en las paredes. En otra de sus visitas Isabel había pensado que parecía menos propio de Roma que de Filadelfia, pero en aquel momento no se le ocurrió hacer ninguna clase de reflexión. Simplemente le pareció que estaba muy vacío y silencioso. La portera volvió al cabo de cinco minutos para introducir a otra persona. Isabel se puso de pie creyendo que sería alguno de los miembros de la hermandad, pero, para su gran sorpresa, se encontró con que era madame Merle. El efecto que ello le produjo fue verdaderamente extraño, pues la tenía tan presente en la imaginación que, al verla en persona, en carne y hueso, se le antojó estar viendo a una figura de un cuadro, que avanzaba hacia ella. Isabel se había pasado todo el santo día pensando en su falsedad, su audacia, su habilidad y también en su probable dolor, y todas aquellas cosas sombrías parecieron iluminarse cuando la otra hizo su aparición en la sala de espera. Su presencia allí tenía el carácter de la prueba acusatoria, del escrito delator, de las reliquias profanadas, de las cosas horrendas exhibidas ante un tribunal de justicia. Todo lo cual la hizo sentirse a punto de desfallecer. Si hubiese sido necesario hablar de inmediato, habría carecido de fuerzas para hacerlo. Pero no experimentó semejante necesidad; le pareció que no tenía absolutamente nada que decirle a madame Merle. Sin embargo, en la relación con aquella dama no había nunca necesidades absolutas; tenía una habilidad especial para hacer disculpables no sólo sus propias deficiencias, sino también las de los demás. Pero estaba distinta de lo acostumbrado. Mientras avanzaba despacio detrás de la hermana portera, Isabel se dio cuenta de que probablemente no utilizaría sus recursos habituales. La ocasión también era excepcional para ella, y se había propuesto encararla a la luz de aquel momento preciso. Eso le infundió una gravedad tal que ni siquiera intentó sonreír, y, aunque Isabel se hizo cargo en el acto de que estaba representando como otras veces su papel, se le antojó que, en conjunto, aquella admirable mujer jamás había estado tan natural como entonces. Contempló ésta a su joven amiga de pies a cabeza, pero no con dureza ni con actitud desafiadora, sino más bien con fría amabilidad y sin querer hacer la más leve alusión a su última entrevista. Al contrario, diríase que intentaba establecer una clara distinción; si antes se había sentido irritada, ahora se sentía reconciliada del todo.
{T-4291}"You can leave us alone," she said to the portress; "in five minutes this lady will ring for you." And then she turned to Isabel, who, after noting what has just been mentioned, had ceased to notice and had let her eyes wander as far as the limits of the room would allow. She wished never to look at Madame Merle again. "You′re surprised to find me here, and I′m afraid you′re not pleased," this lady went on. "You don′t see why I should have come; it′s as if I had anticipated you. I confess I′ve been rather indiscreet --I ought to have asked your permission." There was none of the oblique movement of irony in this; it was said simply and mildly; but Isabel, far afloat on a sea of wonder and pain, could not have told herself with what intention it was uttered. "But I′ve not been sitting long," Madame Merle continued; "that is I′ve not been long with Pansy. I came to see her because it occurred to me this afternoon that she must be rather lonely and perhaps even a little miserable. It may be good for a small girl; I know so little about small girls; I can′t tell. At any rate it′s a little dismal. Therefore I came --on the chance. I knew of course that you′d come, and her father as well; still, I had not been told other visitors were forbidden. The good woman --what′s her name? Madame Catherine --made no objection whatever. I stayed twenty minutes with Pansy; she has a charming little room, not in the least conventual, with a piano and flowers. She has arranged it delightfully; she has so much taste. Of course it′s all none of my business, but I feel happier since I′ve seen her. She may even have a maid if she likes; but of course she has no occasion to dress. She wears a little black frock; she looks so charming. I went afterwards to see Mother Catherine, who has a very good room too; I assure you I don′t find the poor sisters at all monastic. Mother Catherine has a most coquettish little toilet-table, with something that looked uncommonly like a bottle of eau-de-Cologne. She speaks delightfully of Pansy; says it′s a great happiness for them to have her. She′s a little saint of heaven and a model to the oldest of them. Just as I was leaving Madame Catherine the portress came to say to her that there was a lady for the signorina. Of course I knew it must be you, and I asked her to let me go and receive you in her place. She demurred greatly --I must tell you that --and said it was her duty to notify the Mother Superior; it was of such high importance that you should be treated with respect. I requested her to let the Mother Superior alone and asked her how she supposed I would treat you!"        Madame Merle miró a la portera y dijo:     -Puede usted dejarnos solas, hermana; la señora la llamará con la campanilla dentro de unos cinco minutos.   A continuación se volvió hacia Isabel, que, tras haber observado la escena, se había desentendido de ésta y dirigía su mirada lo más lejos que le permitía la espaciosa sala, pues no quería mirar a madame Merle.    -Le sorprenderá verme aquí y me temo que no sea de su agrado -prosiguió la dama-. No entiende por qué he venido; es como si me hubiera adelantado a usted. Confieso que he sido indiscreta, pues debía haberle pedido permiso. -Ciertamente no había nada de ironía en la forma en que estas palabras fueron dichas; más bien las pronunció sencilla y afablemente, pero Isabel, que parecía estar flotando en un mar de dolor y asombro, no podía adivinar la intención con que las pronunciaba-. Pero no he estado mucho tiempo con Pansy. Vine a verla porque esta tarde se me ocurrió que debía de sentirse más bien sola y tal vez un tanto desgraciada. Acaso sea bueno para una jovencita, no puedo decirlo porque no entiendo de jovencitas. De todas maneras, es un poco triste. Por eso me decidí a venir..., sin darle más vueltas. Desde luego, sabía que usted vendría, y también su padre, pero no se me ha dicho que se le haya prohibido recibir otras visitas. Esa santa mujer..., ¿cómo se llama, que no me acuerdo?..., ¡ah!, sí!, madame Catherine..., no puso inconveniente de ninguna clase. Pero sólo he estado unos veinte minutos con Pansy. Tiene una habitacioncita encantadora, nada conventual, con un piano y flores en abundancia. Ella misma la ha arreglado, y muy bien; tiene muy buen gusto. Aunque no es cosa que me importe, ya lo sé, me parece que me siento más feliz desde que la he visto. Si quiere, puede tener una doncella pero sería completamente innecesario porque no tiene oportunidad de vestirse con frecuencia. Lleva un sencillo vestidito negro y está encantadora. Después fui a ver un momento a la madre Catherine, que también tiene una habitación estupenda; le aseguro que este lugar no ofrece en absoluto un aspecto de terrible severidad monacal. La madre Catherine tiene un tocador muy coquetón en el que había algo extraordinariamente parecido a un frasco de agua de colonia. Habla de Pansy que da gusto oírla, y dice que para ellas es una gran dicha tenerla en su compañía; que es una verdadera santa y un modelo para las niñas más mayores. Precisamente, cuando ya iba a despedirme, la portera entró para anunciar que una dama había venido a ver a la signorina. Desde luego, me imaginé en el acto que era usted y le rogué que me dejara recibirla en su lugar. A decir verdad, puso no pocas dificultades y adujo que debía pedir venia a la madre superiora, pues era sumamente importante que se la tratase a usted con todos los respetos debidos. Pero yo insistí en que dejara tranquila a la madre superiora y le pregunté cómo suponía que iba a tratarla yo a usted.
{T-4292}So Madame Merle went on, with much of the brilliancy of a woman who had long been a mistress of the art of conversation. But there were phases and gradations in her speech, not one of which was lost upon Isabel′s ear, though her eyes were absent from her companion′s face. She had not proceeded far before Isabel noted a sudden break in her voice, a lapse in her continuity, which was in itself a complete drama. This subtle modulation marked a momentous discovery --the perception of an entirely new attitude on the part of her listener. Madame Merle had guessed in the space of an instant that everything was at end between them, and in the space of another instant she had guessed the reason why. The person who stood there was not the same one she had seen hitherto, but was a very different person --a person who knew her secret. This discovery was tremendous, and from the moment she made it the most accomplished of women faltered and lost her courage. But only for that moment. Then the conscious stream of her perfect manner gathered itself again and flowed on as smoothly as might be to the end. But it was only because she had the end in view that she was able to proceed. She had been touched with a point that made her quiver, and she needed all the alertness of her will to repress her agitation. Her only safety was in her not betraying herself. She resisted this, but the startled quality of her voice refused to improve --she couldn′t help it --while she heard herself say she hardly knew what. The tide of her confidence ebbed, and she was able only just to glide into port, faintly grazing the bottom.        Madame Merle continuó hablando en el mismo tono, con la brillantez propia de una mujer que había sido durante años una verdadera maestra en el arte de la conversación. Sin embargo, en su profundo parlamento hubo ciertas fases y gradaciones que no pasaron en absoluto inadvertidas para el oído de Isabel, pese a que sus ojos se hallaban totalmente alejados del rostro de su interlocutora. No había seguido mucho más cuando Isabel advirtió que la voz se le quebraba, que se producían interrupciones en su relato, asumiendo todo ello la apariencia de un verdadero drama. Tal sutil modulación marcaba un súbito descubrimiento por parte de la que hablaba del cambio de actitud en la que escuchaba. En un segundo, madame Merle se dio cuenta de que todo había terminado entre ellas, y le bastó otro segundo para columbrar el porqué del cambio. La mujer que estaba inmóvil en pie allí delante no era la misma que tantas veces viera, sino una bien distinta... y que sabía su secreto. El descubrimiento era, en verdad, terrible, y he aquí que, desde que lo hizo, aquella mujer, que parecía la más inmutable y portentosa de todas, empezó a titubear y a perder el valor. Sin embargo, no tardó en recobrarse, y el suave fluir de su conversación se encauzó de nuevo tan fácilmente como al principio, dirigiéndose ya tranquila hacia el final. Pero únicamente porque tenía ya ese final a la vista le fue posible proseguir, pues había sentido como si la tocasen con la punta de un instrumento que la hiciera estremecerse, y hubo menester de toda su perspicacia y fuerza de voluntad para reprimir su agitación. {} Su tabla de salvación estaba en lograr no traicionarse. Resistió, pero la calidad de su voz no adquiría el timbre acariciador de siempre -no le era posible recobrarlo -y se oía decir cosas que le parecían irreconocibles. La marea de su confianza en sí misma comenzó visiblemente a bajar, y a duras penas pudo llegar a puerto rozando un poco el fondo.
{T-4293}Isabel saw it all as distinctly as if it had been reflected in a large clear glass. It might have been a great moment for her, for it might have been a moment of triumph. That Madame Merle had lost her pluck and saw before her the phantom of exposure --this in itself was a revenge, this in itself was almost the promise of a brighter day. And for a moment during which she stood apparently looking out of the window, with her back half-turned, Isabel enjoyed that knowledge. On the other side of the window lay the garden of the convent; but this is not what she saw; she saw nothing of the budding plants and the glowing afternoon. She saw, in the crude light of that revelation which had already become a part of experience and to which the very frailty of the vessel in which it had been offered her only gave an intrinsic price, the dry staring fact that she had been an applied handled hung-up tool, as senseless and convenient as mere shaped wood and iron. All the bitterness of this knowledge surged into her soul again; it was as if she felt on her lips the taste of dishonour. There was a moment during which, if she had turned and spoken, she would have said something that would hiss like a lash. But she closed her eyes, and then the hideous vision dropped. What remained was the cleverest woman in the world standing there within a few feet of her and knowing as little what to think as the meanest. Isabel′s only revenge was to be silent still --to leave Madame Merle in this unprecedented situation. She left her there for a period that must have seemed long to this lady, who at last seated herself with a movement which was in itself a confession of helplessness. Then Isabel turned slow eyes, looking down at her. Madame Merle was very pale; her own eyes covered Isabel′s face. She might see what she would, but her danger was over. Isabel would never accuse her, never reproach her; perhaps because she never would give her the opportunity to defend herself.        Isabel vio todo aquel rápido proceso con la misma claridad que si se hubiese reflejado brillantemente en un espejo. Aquél pudo haber sido para ella un gran momento, pues le traía aparejado el triunfo. El hecho de que madame Merle hubiese perdido el aplomo y contemplase pasmada el fantasma del posible escándalo, constituía ya de por sí una inicial venganza y era casi la promesa de un día más brillante. E Isabel saboreó aquella incipiente situación mientras, medio vuelta de espaldas, fingía mirar por la ventana. Al otro lado quedaba el jardín del convento, mas no era eso lo que veían sus ojos, cerrados a las plantas henchidas y a la tarde luminosa. Lo que veían entonces con meridiana claridad, a la cruda luz de la revelación que ya formaba parte de su experiencia y a la que daba un intrínseco valor la fragilidad del vehículo por el que había llegado hasta ella..., lo único que veían era que no había sino un mero instrumento enarbolado y manejado sin el menor miramiento por los demás, y tan insensible y conveniente como una herramienta de madera o de hierro. La inmensa amargura de tal certidumbre le anegó el alma y afloró a sus labios con un regusto de deshonra personal. Estaba segura de que, si en tal momento se hubiese vuelto hacia la otra y hubiera hablado, sus palabras habrían silbado y hendido el aire como un trallazo. Pero cerró los ojos, y la horrenda visión se desvaneció. Y, sin ésta, lo que quedaba allí en pie, cerca de ella, era simplemente la mujer más inteligente del mundo reducida, como si fuera la más insignificante de todas, a no saber qué pensar ni decir. La única venganza de Isabel consistió, pues, en permanecer callada..., en dejar a madame Merle en la desairada situación en que se hallaba. Y la dejó así por un lapso de tiempo que a la otra debió de parecerle demasiado largo por cuanto no supo hacer otra cosa que sentarse, de tal manera que parecía una confesión de su impotencia. Isabel volvió entonces lentamente los ojos hacia madame Merle, mirándola desde arriba, y vio que estaba intensamente pálida y que la miraba a su vez. Pero, viera lo que viese, su peligro había pasado ya. Isabel no la acusaría jamás, no le haría nunca el menor reproche, acaso porque tampoco le daría jamás la oportunidad de defenderse.
{T-4294}"I′m come to bid Pansy good-bye," our young woman said at last. "I go to England to-night."        La más joven de las dos damas acabó por declarar: -He venido a decir adiós a Pansy. Parto para Inglaterra esta noche.
{T-4295}"Go to England to-night!" Madame Merle repeated sitting there and looking up at her.        -¿Se va a Inglaterra esta noche? -repitió madame Merle quedándose sentada y mirándola fijamente.
{T-4296}"I′m going to Gardencourt. Ralph Touchett′s dying."       -Voy a Gardencourt. Ralph Touchett se está muriendo.
{T-4297}"Ah, you′ll feel that." Madame Merle recovered herself; she had a chance to express sympathy. "Do you go alone?"        -Ah, usted lo sentirá de veras. -Madame Merle se rehizo, aprovechando la oportunidad que se le ofrecía de mostrar su pena-. ¿Va sola? -preguntó.
{T-4298}"Yes; without my husband."        -Sí, sin mi esposo.
{T-4299}Madame Merle gave a low vague murmur; a sort of recognition of the general sadness of things. "Mr. Touchett never liked me, but I′m sorry he′s dying. Shall you see his mother?"        Madame Merle murmuró unas vagas palabras como refiriéndose a la triste suerte de las cosas. -El señor Touchett no me tuvo nunca simpatía, pero siento en el alma que esté muriéndose. ¿Verá usted a su madre?
{T-4300}"Yes; she has returned from America."        -Sí; ya ha regresado de América.
{T-4301}"She used to be very kind to me; but she has changed. Others too have changed," said Madame Merle with a quiet noble pathos. She paused a moment, then added: "And you′ll see dear old Gardencourt again!"        -Ella sí fue siempre muy buena conmigo, pero ha cambiado. También han cambiado otras personas -añadió con una noble y tranquila emoción. Hizo una pausa y luego prosiguió-: Volverá usted a ver aquella vieja y deliciosa morada de Gardencourt.
{T-4302}"I shall not enjoy it much," Isabel answered.        -No podré disfrutar mucho de ella -contestó Isabel.
{T-4303}"Naturally --in your grief. But it′s on the whole, of all the houses I know, and I know many, the one I should have liked best to live in. I don′t venture to send a message to the people," Madame Merle added; "but I should like to give my love to the place."        -Es natural..., en medio de su dolor. ¡Qué casa tan admirable! De todas las que conozco, y conozco infinitas, ésa es la mansión donde más me gustaría vivir. No me atrevo a enviarles un mensaje de condolencia -añadió madame Merle-, pero me gustaría ver de nuevo aquel lugar.
{T-4304}Isabel turned away. "I had better go to Pansy. I′ve not much time."        -Debo ir a ver a Pansy. No me queda mucho tiempo -dijo Isabel.
{T-4305}While she looked about her for the proper egress, the door opened and admitted one of the ladies of the house, who advanced with a discreet smile, gently rubbing, under her long loose sleeves, a pair of plump white hands. Isabel recognised Madame Catherine, whose acquaintance she had already made, and begged that she would immediately let her see Miss Osmond. Madame Catherine looked doubly discreet, but smiled very blandly and said: "It will be good for her to see you. I′ll take you to her myself." Then she directed her pleased guarded vision to Madame Merle.        Mientras buscaba la salida, la puerta del fondo se abrió para dar paso a una de aquellas recoletas damas, quien se adelantó hacia las otras dos con discreta sonrisa y frotándose suavemente las blancas manos regordetas bajo unas largas y anchas mangas de estameña azul. Isabel reconoció a madame Catherine, a quien ya conocía de antes, y le rogó que le permitiese ir a ver inmediatamente a la señorita Osmond. Madame Catherine, con su discreción aún más acentuada, sonrió suavemente y dijo: -A ella le agradará mucho verla. Yo misma la acompañaré. -Y dirigió su apacible mirada a madame Merle.
{T-4306}"Will you let me remain a little?" this lady asked. "It′s so good to be here."        -¿Me permite que me quede un poquito más? -preguntó ésta-. ¡Se está tan bien aquí!
{T-4307}"You may remain always if you like!" And the good sister gave a knowing laugh.        La hermana sonrió, comprensiva, y replicó:       -Puede quedarse aquí toda la vida, si le place.
{T-4308}She led Isabel out of the room, through several corridors, and up a long staircase. All these departments were solid and bare, light and clean; so, thought Isabel, are the great penal establishments. Madame Catherine gently pushed open the door of Pansy′s room and ushered in the visitor; then stood smiling with folded hands while the two others met and embraced.        La monjita condujo a Isabel a lo largo de varios corredores y por una larga escalera. Todas las estancias por las que iban pasando eran sólidas y estaban desnudas de mobiliario, aunque llamaba la atención su pulcritud y claridad; e Isabel pensó que el mismo aspecto presentaban los grandes establecimientos penitenciarios. Madame Catherine empujó suavemente la puerta del cuarto de Pansy y dejó entrar a la visitante. Se quedó luego sonriendo con las manos cruzadas mientras las otras dos se besaban.
{T-4309}"She′s glad to see you," she repeated; "it will do her good." And she placed the best chair carefully for Isabel. But she made no movement to seat herself; she seemed ready to retire. "How does this dear child look?" she asked of Isabel, lingering a moment.        -Está muy contenta de verla -repitió-. Su visita le hará mucho bien. -Acercó solícitamente la mejor silla para Isabel, pero ella no hizo ademán de tomar asiento. Antes de retirarse, la monja preguntó-: ¿Qué aspecto le parece que tiene nuestra querida niña?
{T-4310}"She looks pale," Isabel answered.        -Parece pálida -contestó Isabel.
{T-4311}"That′s the pleasure of seeing you. She′s very happy. Elle eclaire la maison," said the good sister.        -Es la emoción de verla a usted. Pero se siente muy dichosa. -Y la monjita añadió-: Elle éclaire la maison.
{T-4312} Pansy wore, as Madame Merle had said, a little black dress; it was perhaps this that made her look pale. "They′re very good to me --they think of everything!" she exclaimed with all her customary eagerness to accommodate.        Como madame Merle había dicho, Pansy llevaba un sencillo trajecito negro, a lo que tal vez se debía que pareciera tan pálida. La joven exclamó con su habitual propensión acomodaticia:
{T-4313}"We think of you always --you′re a precious charge," Madame Catherine remarked in the tone of a woman with whom benevolence was a habit and whose conception of duty was the acceptance of every care. It fell with a leaden weight on Isabel′s ears; it seemed to represent the surrender of a personality, the authority of the Church.        -Son muy buenas conmigo..., piensan en todo.   -Pensamos siempre en ti..., eres para nosotras una carga preciosa -observó madame Catherine en el tono de quien tiene la benevolencia por hábito y cuyo concepto del deber se basa en la aceptación de todos los cuidados a realizar. Pero aquella respuesta cayó como un peso de plomo en los oídos de Isabel, porque representaba la anulación de una personalidad, la autoridad de la Iglesia.
{T-4314}When Madame Catherine had left them together Pansy kneeled down and hid her head in her stepmother′s lap. So she remained some moments, while Isabel gently stroked her hair. Then she got up, averting her face and looking about the room. "Don′t you think I′ve arranged it well? I′ve everything I have at home."        Cuando madame Catherine las dejó solas, Pansy se arrodilló y hundió la cabeza en el regazo de su madrastra. Así permaneció unos segundos mientras Isabel le acariciaba suavemente los cabellos. Luego se incorporó, miró en derredor y dijo: -¿Le parece que lo he arreglado bien? Tengo lo mismo que en casa.
{T-4315}"It′s very pretty; you′re very comfortable." Isabel scarcely knew what she could say to her. On the one hand she couldn′t let her think she had come to pity her, and on the other it would be a dull mockery to pretend to rejoice with her. So she simply added after a moment: "I′ve come to bid you good-bye. I′m going to England."        -Está muy bonito, tienes muchas comodidades. -Isabel no sabía lo que debía decir. No podía permitir que pensara que había ido a compadecerla, y, al mismo tiempo, habría sido una verdadera burla fingir que se alegraba de verla así. Al cabo de un momento, declaró-: Vengo a despedirme de ti. Parto para Inglaterra.
{T-4316}Pansy′s white little face turned red. "To England! Not to come back?"        El rostro de Pansy enrojeció.      -¡A Inglaterra! Pero ¿para no volver?
{T-4317}"I don′t know when I shall come back."        -No sé cuándo volveré.
{T-4318}"Ah, I′m sorry," Pansy breathed with faintness. She spoke as if she had no right to criticise; but her tone expressed a depth of disappointment.        -¡Cuánto lo siento! -dijo Pansy, exhalando un suspiro de fallecimiento. Hablaba como si no tuviese derecho a criticar, pero su tono expresaba una profunda decepción.
{T-4319} "My cousin, Mr. Touchett, is very ill; he′ll probably die. I wish to see him," Isabel said.        -Mi primo, el señor Touchett, está gravemente enfermo; es muy posible que muera, y quiero verle antes -explicó Isabel.
{T-4320}"Ah yes; you told me he would die. Of course you must go. And will papa go?"        -Ah, sí, ya recuerdo, usted me dijo que moriría pronto. Naturalmente, debe usted ir. ¿Irá también papá?
{T-4321}"No; I shall go alone."   -No, voy sola.
{T-4322}For a moment the girl said nothing. Isabel had often wondered what she thought of the apparent relations of her father with his wife; but never by a glance, by an intimation, had she let it be seen that she deemed them deficient in an air of intimacy. She made her reflexions, Isabel was sure; and she must have had a conviction that there were husbands and wives who were more intimate than that. But Pansy was not indiscreet even in thought; she would as little have ventured to judge her gentle stepmother as to criticise her magnificent father. Her heart may have stood almost as still as it would have done had she seen two of the saints in the great picture in the convent-chapel turn their painted heads and shake them at each other. But as in this latter case she would (for very solemnity′s sake) never have mentioned the awful phenomenon, so she put away all knowledge of the secrets of larger lives than her own. "You′ll be very far away," she presently went on.        La muchacha permaneció un momento callada. Isabel se había preguntado más de una vez qué pensaría de la apariencia de las relaciones entre su padre y ella; pero la jovencita jamás había manifestado ni con la mirada ni con la más leve insinuación que le pareciese deficiente la intimidad que en ellas reinaba. Isabel estaba segura de que no dejaría de hacerse sus reflexiones al respecto y de que suponía que existirían matrimonios que tuvieran más intimidad de la por ella presenciada. Pero Pansy no se permitía ser indiscreta ni siquiera con el pensamiento, y habría puesto tanto esmero en no criticar a su madrastra como en no censurar a su magnífico señor padre. Tal vez su corazón permaneciese tan en suspenso como si estuviera contemplando a dos de los santos del gran cuadro del convento volver sus pintadas cabezas el uno al otro y darse la mano. Pero al igual que en tal caso, y respetuosa de la solemnidad del lugar, no habría mencionado jamás tan extraordinario fenómeno, de igual suerte dejó de lado cuanto pudiera saber acerca de la vida de personas más importantes que ella.
{T-4323}"Yes; I shall be far away. But it will scarcely matter," Isabel explained; "since so long as you′re here I can′t be called near you."        -Va a estar usted muy lejos. -Sí, estaré muy lejos; pero eso no importa, porque mientras esté aquí, tampoco podré estar cerca de ti.
{T-4324}"Yes, but you can come and see me; though you′ve not come very often."        -Sí, pero podrá venir a verme cuando guste. No ha venido mucho, por cierto.
{T-4325}"I′ve not come because your father forbade it. To-day I bring nothing with me. I can′t amuse you."        -Si no he venido mucho es porque tu padre lo ha prohibido. Hoy no te traigo nada; no puedo distraerte.
{T-4326} "I′m not to be amused. That′s not what papa wishes."        -No debo distraerme. Papá no quiere.
{T-4327}"Then it hardly matters whether I′m in Rome or in England."        -Entonces, lo mismo da que esté en Italia que en Inglaterra.
{T-4328}"You′re not happy, Mrs. Osmond," said Pansy.        -Señora Osmond, usted no es feliz -dijo Pansy.
{T-4329}"Not very. But it doesn′t matter."        -No gran cosa; pero eso no tiene importancia.
{T-4330}"That′s what I say to myself. What does it matter? But I should like to come out."        -Es lo que yo me digo. ¿Qué es lo que tiene importancia? Pero, la verdad, querría salir de aquí.
{T-4331}"I wish indeed you might."        -¡Ojalá pudieses!
{T-4332}"Don′t leave me here," Pansy went on gently.        -No me deje aquí -suplicó Pansy amablemente.
{T-4333}Isabel said nothing for a minute; her heart beat fast. "Will you come away with me now?" she asked.        Isabel se quedó callada un instante, porque el corazón le latía violentamente. -¿Vendrías conmigo ahora? -preguntó.
{T-4334}Pansy looked at her pleadingly. "Did papa tell you to bring me?"        Pansy la miró como esperanzada.
{T-4335}"No; it′s my own proposal."        -¿Le ha dicho papá que me lleve?
{T-4336}"I think I had better wait then. Did papa send me no message?"        -No. Soy yo quien lo propone.    -Entonces, creo que será mejor esperar. ¿No le dijo papá nada para mí?
{T-4337}"I don′t think he knew I was coming."        -No creo que sepa que he venido.
{T-4338}"He thinks I′ve not had enough," said Pansy. "But I have. The ladies are very kind to me and the little girls come to see me. There are some very little ones --such charming children. Then my room --you can see for yourself. All that′s very delightful. But I′ve had enough. Papa wished me to think a little --and I′ve thought a great deal."        -Él piensa que aún no he tenido bastante de esto, pero ya tengo de sobra -se lamentó Pansy-. Las hermanas se portan muy bien conmigo y las niñas vienen a verme. Hay algunas que son una verdadera preciosidad. Y mi cuarto..., puede verlo usted misma. Todo esto es verdaderamente delicioso, pero ya estoy harta. Papá quería que reflexionase un poco... y he reflexionado ya mucho.
{T-4339}"What have you thought?"        -¿Y en qué has pensado?        
{T-4340}"Well, that I must never displease papa."   -Pues en que no debo contrariar a papá.
{T-4341}"You knew that before."        -Eso ya lo sabías antes.
{T-4342}"Yes; but I know it better. I′ll do anything --I′ll do anything," said Pansy. Then, as she heard her own words, a deep, pure blush came into her face. Isabel read the meaning of it; she saw the poor girl had been vanquished. It was well that Mr. Edward Rosier had kept his enamels! Isabel looked into her eyes and saw there mainly a prayer to be treated easily. She laid her hand on Pansy′s as if to let her know that her look conveyed no diminution of esteem; for the collapse of the girl′s momentary resistance (mute and modest thought [sic; emendation: though] it had been) seemed only her tribute to the truth of things. She didn′t presume to judge others, but she had judged herself; she had seen the reality. She had no vocation for struggling with combinations; in the solemnity of sequestration there was something that overwhelmed her. She bowed her pretty head to authority and only asked of authority to be merciful. Yes; it was very well that Edward Rosier had reserved a few articles!        -Cierto; pero ahora lo sé mejor. No haré nada..., no haré nada -dijo Pansy. Y se ruborizó intensa y puramente..      Isabel comprendió el significado de todo ello, es decir, que la pobre criatura había sido vencida. ¡Qué bien había hecho el señor Rosier en conservar sus esmaltes! Isabel la miró profundamente a los ojos y vio en ellos un ruego de que se la tratase con ternura. Puso una mano en el hombro de la muchacha como para darle a entender que su mirada no suponía disminución alguna de estima, ya que aquel decaimiento en la resistencia momentánea por parte de la joven (por mudo y modesto que pareciera) no era en realidad otra cosa que su homenaje a la verdad de las cosas. No pretendía juzgar a los demás, pero se había juzgado a sí misma y había visto la realidad. No tenía vocación para luchar contra las combinaciones de la adversidad. Y en la solemnidad de aquel secuestro había algo que la sobrecogía. Así pues, bajaba la cabeza ante la autoridad, y lo único que le pedía era que fuese misericordiosa. No había duda; era un acierto de Edward Rosier haber conservado algunos objetos de arte.
{T-4343}Isabel got up; her time was rapidly shortening. "Good-bye then. I leave Rome to-night."        Isabel se levantó, porque le iba quedando poco tiempo, y dijo:   -Adiós, pues; me voy de Roma esta misma noche.
{T-4344}Pansy took hold of her dress; there was a sudden change in the child′s face. "You look strange; you frighten me."        Pansy se agarró a su vestido y se le mudó el color del rostro.        -Tiene usted un aire extraño; me asusta -dijo.
{T-4345}"Oh, I′m very harmless," said Isabel.        -No hay por qué. Soy completamente inofensiva.
{T-4346}"Perhaps you won′t come back?"      -Puede que no vuelva nunca.
{T-4347}"Perhaps not. I can′t tell."            -Tal vez. No podría decirlo.
{T-4348}"Ah, Mrs. Osmond, you won′t leave me!"        -¡Ah, señora Osmond, no me deje!
{T-4349}Isabel now saw she had guessed everything. "My dear child, what can I do for you?" she asked.        Isabel se dio cuenta de que lo había adivinado todo y dijo: -Querida mía, ¿qué puedo hacer yo por ti?
{T-4350}"I don′t know --but I′m happier when I think of you."        -No lo sé, pero cuando pienso en usted soy más dichosa.
{T-4351}"You can always think of me."        -Siempre podrás pensar en mí.
{T-4352}"Not when you′re so far. I′m a little afraid," said Pansy.        -No si se va usted tan lejos. Tengo miedo.
{T-4353} "What are you afraid of?"        -¿De qué?
{T-4354}"Of papa --a little. And of Madame Merle. She has just been to see me." -De papá... un poco. Y de madame Merle también. Acaba de venir a verme.
{T-4355}"You must not say that," Isabel observed.        -No debes decir eso -observó Isabel.
{T-4356}"Oh, I′ll do everything they want. Only if you′re here I shall do it more easily."        -Oh, de todos modos, haré lo que ellos quieran. Pero, si usted estuviese aquí, me costaría menos hacerlo.
{T-4357}Isabel considered. "I won′t desert you," she said at last. "Good-bye, my child."        Isabel meditó un segundo y contestó para despedirse: -Yo no te abandonaré. Adiós, hija mía.
{T-4358}Then they held each other a moment in a silent embrace, like two sisters; and afterwards Pansy walked along the corridor with her visitor to the top of the staircase. "Madame Merle has been here," she remarked as they went; and as Isabel answered nothing she added abruptly: "I don′t like Madame Merle!"           Permanecieron abrazadas un instante como dos hermanas. Luego Pansy acompañó a Isabel a lo largo del corredor hasta el rellano de la escalera. -Madame Merle ha estado aquí -dijo la muchacha mientras caminaban. Y, como Isabel no contestase nada, añadió-: No me gusta madame Merle.
{T-4359}Isabel hesitated, then stopped. "You must never say that --that you don′t like Madame Merle."        Isabel dudó un segundo y se detuvo para observarle: -No debes decir nunca... que no te gusta madame Merle.
{T-4360}Pansy looked at her in wonder; but wonder with Pansy had never been a reason for non-compliance. "I never will again," she said with exquisite gentleness. At the top of the staircase they had to separate, as it appeared to be part of the mild but very definite discipline under which Pansy lived that she should not go down. Isabel descended, and when she reached the bottom the girl was standing above. "You′ll come back?" she called out in a voice that Isabel remembered afterwards.        Pansy la miró con asombro, pero en ella el asombro {} no había sido jamás una razón para no ceder. Así, contestó con exquisita amabilidad: -No lo volveré a decir. Se separaron en lo alto de la escalera, pues era parte esencial de la disciplina a que Pansy estaba sometida que no bajase de aquel piso. Isabel descendió lentamente, y, cuando llegó abajo, la muchacha le preguntó desde arriba con una voz que Isabel habría de recordar después: -¿Volverá?
{T-4361}"Yes --I′ll come back."        -Sí..., volveré.
{T-4362}Madame Catherine met Mrs. Osmond below and conducted her to the door of the parlour, outside of which the two stood talking a minute. "I won′t go in," said the good sister. "Madame Merle′s waiting for you."        Madame Catherine salió al encuentro de la señora Osmond y la condujo a la puerta de la sala de espera. Al llegar allí, la monja dijo:   -La dejo a usted. Madame Merle está esperándola.
{T-4363} At this announcement Isabel stiffened; she was on the point of asking if there were no other egress from the convent. But a moment′s reflexion assured her that she would do well not to betray to the worthy nun her desire to avoid Pansy′s other friend. Her companion grasped her arm very gently and, fixing her a moment with wise, benevolent eyes, said in French and almost familiarly: "Eh bien, chere Madame, qu′en pensez-vous?"           Al oír tal anuncio, Isabel se puso rígida y estuvo a punto de preguntar si no había por ventura otra puerta de salida del convento. Pero le bastó un instante de reflexión para comprender que no era conveniente hacerle ver a la monja que quería esquivar a la otra amiga de Pansy. La buena mujer la tomó afablemente del brazo y, mirándola un instante con bondad y comprensión, le preguntó en francés en tono familiar: -Et bien, chère madame, qu′en pensez vous?
{T-4364}"About my step-daughter? Oh, it would take long to tell you."        -¿De su hijastra? Me tomaría mucho tiempo decírselo.
{T-4365}"We think it′s enough," Madame Catherine distinctly observed. And she pushed open the door of the parlour.        -Nosotras creemos que ya es bastante -dijo con toda claridad madame Catherine; y abrió la puerta de la sala de espera.
{T-4366}Madame Merle was sitting just as Isabel had left her, like a woman so absorbed in thought that she had not moved a little finger. As Madame Catherine closed the door she got up, and Isabel saw that she had been thinking to some purpose. She had recovered her balance; she was in full possession of her resources. "I found I wished to wait for you," she said urbanely. "But it′s not to talk about Pansy."        Madame Merle permanecía sentada en la misma postura en que Isabel la dejara. Se hubiera dicho que, entregada por completo a sus pensamientos, no había siquiera movido un dedo. Cuando madame Catherine cerró la puerta, se levantó, e Isabel se percató en el acto de que había estado pensando en algo. Observó que ya estaba de nuevo en completa posesión de sí misma. -Pensé que debía esperarla; pero no es para hablar de Pansy -dijo madame Merle con gran cortesía.
{T-4367}Isabel wondered what it could be to talk about, and in spite of Madame Merle′s declaration she answered after a moment: "Madame Catherine says it′s enough."     Isabel se preguntó de qué podría querer hablarle y, a pesar de la declaración que la otra acababa de hacer, observó: -Madame Catherine dice que ya es bastante.
{T-4368}"Yes; it also seems to me enough. I wanted to ask you another word about poor Mr. Touchett," Madame Merle added. "Have you reason to believe that he′s really at his last?"        -Eso mismo me parece a mí. Quería preguntarle algo más del pobre señor Touchett. ¿ Le consta a usted que está verdaderamente en las últimas?
{T-4369}"I′ve no information but a telegram. Unfortunately it only confirms a probability."        -No tengo más noticias que las recibidas mediante un telegrama. Y, por desgracia, no hacen sino confirmar esa probabilidad.
{T-4370} "I′m going to ask you a strange question," said Madame Merle. "Are you very fond of your cousin?" And she gave a smile as strange as her utterance.        -Voy a hacerle una pregunta muy rara -dijo madame Merle-. ¿Quiere usted mucho a su primo? -Y acompañó sus palabras con una sonrisa tan rara como la pregunta.
{T-4371}"Yes, I′m very fond of him. But I don′t understand you."        -Sí, le quiero mucho; pero no comprendo a dónde pretende ir a parar.
{T-4372}She just hung fire. "It′s rather hard to explain. Something has occurred to me which may not have occurred to you, and I give you the benefit of my idea. Your cousin did you once a great service. Have you never guessed it?"        Madame Merle pareció animarse y contestó: -Resulta difícil de explicar. Se me ha ocurrido algo que seguramente no se le ha ocurrido a usted, y le cedo el valor de mi idea. Su primo le hizo en una ocasión un gran favor. ¿No lo ha adivinado?
{T-4373}"He has done me many services."        -Me ha hecho no uno, sino muchos favores.
{T-4374}"Yes; but one was much above the rest. He made you a rich woman."        -Sí, pero uno sobre todos los demás, y más importante que los otros. La hizo a usted rica.
{T-4375}"HE made me --?"        -¿Que él me hizo rica...?
{T-4376}Madame Merle appearing to see herself successful, she went on more triumphantly: "He imparted to you that extra lustre which was required to make you a brilliant match. At bottom it′s him you′ve to thank." She stopped; there was something in Isabel′s eyes.        Madame Merle, considerándose de nuevo triunfante, prosiguió ya más segura de sí misma: -Él fue quien le proporcionó ese lustre que le hacía falta para convertirse en una persona tan brillante. En el fondo, a quien tiene usted que agradecérselo es a él. Tras estas palabras se detuvo, pues le pareció observar algo extraño en los ojos de Isabel.
{T-4377}"I don′t understand you. It was my uncle′s money."        -No la comprendo. El dinero era de mi tío, que fue quien me lo dejó.
{T-4378}"Yes; it was your uncle′s money, but it was your cousin′s idea. He brought his father over to it. Ah, my dear, the sum was large!"        -Indiscutible. El dinero era de su tío, pero la idea fue de su primo. Él fue quien se la inspiró a su padre. Ah, bien podía hacerlo; lo que sobraba era dinero.
{T-4379}Isabel stood staring; she seemed to-day to live in a world illumined by lurid flashes. "I don′t know why you say such things. I don′t know what you know."        Isabel se quedó mirándola de hito en hito. Se le antojaba que aquél era para ella un día iluminado por torvos relámpagos.     -No sé por qué dice usted tales cosas, ni sé tampoco lo que usted pueda saber -replicó.
{T-4380}"I know nothing but what I′ve guessed. But I′ve guessed that."        -No sé más que lo que he adivinado; y he adivinado eso.
{T-4381}Isabel went to the door and, when she had opened it, stood a moment with her hand on the latch. Then she said --it was her only revenge: "I believed it was you I had to thank!"        Isabel se dirigió hacia la puerta. Una vez allí, se quedó con la mano apoyada en el picaporte y se volvió para decir, como si aquellas palabras fuesen su única venganza: -Me parece que a quien tengo que darle las gracias es a usted.
{T-4382}Madame Merle dropped her eyes; she stood there in a kind of proud penance. "You′re very unhappy, I know. But I′m more so."        Humilló madame Merle los ojos, los mantuvo en tal actitud como a modo de impuesta penitencia, y exclamó: -Usted es verdaderamente desgraciada, pero yo lo soy más todavía.
{T-4383}"Yes; I can believe that. I think I should like never to see you again."        -Lo creo. Y también creo que no quiero volver a verla nunca más.
{T-4384}Madame Merle raised her eyes. "I shall go to America," she quietly remarked while Isabel passed out.        Madame Merle alzó lentamente sus ojos y dijo con humildad, mientras Isabel desaparecía de su vista: -Partiré para América.  






CHAPTER 53

53

It was not with surprise, it was with a feeling which in other circumstances would have had much of the effect of joy, that as Isabel descended from the Paris Mail at Charing Cross she stepped into the arms, as it were --or at any rate into the hands --of Henrietta Stackpole. She had telegraphed to her friend from Turin, and though she had not definitely said to herself that Henrietta would meet her, she had felt her telegram would produce some helpful result. On her long journey from Rome her mind had been given up to vagueness; she was unable to question the future. She performed this journey with sightless eyes and took little pleasure in the countries she traversed, decked out though they were in the richest freshness of spring. Her thoughts followed their course through other countries --strange-looking, dimly-lighted, pathless lands, in which there was no change of seasons, but only, as it seemed, a perpetual dreariness of winter. She had plenty to think about; but it was neither reflexion nor conscious purpose that filled her mind. Disconnected visions passed through it, and sudden gleams of memory, of expectation. The past and the future came and went at their will, but she saw them only in fitful images, which rose and fell by a logic of their own. It was extraordinary the things she remembered. Now that she was in the secret, now that she knew something that so much concerned her and the eclipse of which had made life resemble an attempt to play whist with an imperfect pack of cards, the truth of things, their mutual relations, their meaning, and for the most part their horror, rose before her with a kind of architectural vastness. She remembered a thousand trifles; they started to life with the spontaneity of a shiver. She had thought them trifles at the time; now she saw that they had been weighted with lead. Yet even now they were trifles after all, for of what use was it to her to understand them? Nothing seemed of use to her to-day. All purpose, all intention, was suspended; all desire too save the single desire to reach her much-embracing refuge. Gardencourt had been her starting-point, and to those muffled chambers it was at least a temporary solution to return. She had gone forth in her strength; she would come back in her weakness, and if the place had been a rest to her before, it would be a sanctuary now. She envied Ralph his dying, for if one were thinking of rest that was the most perfect of all. To cease utterly, to give it all up and not know anything more --this idea was as sweet as the vision of a cool bath in a marble tank, in a darkened chamber, in a hot land. No fue ciertamente una sorpresa, sino un sentimiento que en otras circunstancias le hubiera producido verdadera alegría, lo que experimentó Isabel al descender del tren correo de París en la estación inglesa de Charing Cross y caer, si no en brazos, sí en manos de Henrietta Stackpole. Había telegrafiado a su amiga desde la ciudad de Turín, y, aun cuando no estaba totalmente convencida de que fuese a esperarla, pensaba que su telegrama no podría por menos de producir alguna respuesta. En su largo viaje desde Roma, su imaginación gozó de tiempo sobrado para vagar, pero no podía barruntar su porvenir inmediato. Realizó la larga excursión con ojos ciegos, sin disfrutar de los atractivos naturales de las comarcas atravesadas, a pesar de que expandían sus mejores galas en el embriagador marco de la primavera. Sus pensamientos parecían seguir su triste camino por otros países de extraño aspecto, lóbregamente iluminados, de tierras sin senderos y en los que no existía cambio alguno de estación, sino la perpetua melancolía del invierno interminable. Tenía muchas cosas en que pensar, mas lo que ocupaba por completo su pensamiento no era precisamente ni un propósito deliberado ni la madura reflexión. En cambio, de él se apoderaban ora visiones dispares e inconexas, ora repentinos y lóbregos destellos del recuerdo, ora inquietudes de expectativa. Lo pasado y lo futuro se juntaban en su espíritu a su antojo, pero ella los veía tan sólo en falsas imágenes que aparecían y se esfumaban sin justificación, por la lógica de su propia voluntad versátil. Era formidable la cantidad de cosas que recordaba tan claramente. Ahora que estaba en el secreto de todo, que sabía algo que le concernía tan directamente y cuyo eclipse había hecho que la vida pareciese un conato de jugar a las cartas con baraja incompleta, la verdad de todo lo acaecido, las relaciones recíprocas de las cosas, su verdadero significado y, en gran parte, su espantoso horror, se alzaban ante ella con grandiosidad arquitectónica. Recordaba multitud de nimios detalles que cobraban vida con la espontaneidad de un escalofrío. En otro tiempo llegó a considerarlos meras fruslerías, pero ahora veía con toda claridad que pesaban como el plomo. Después de todo, podía seguir teniéndolas por simples bagatelas, ya que de nada le servía comprenderlas. Se diría que nada le era ya útil. Habían quedado en suspenso en su espíritu los propósitos, las intenciones de toda índole, incluso los deseos, con la única excepción del de llegar al refugio acogedor que la esperaba. Gardencourt había sido su punto de partida, y la solución, por lo menos temporal, de todos sus problemas era volver al triste seno de aquellas estancias de muebles enfundados. De allí partiera en la plenitud y el apogeo de sus energías, y allí volvería en la decadencia de su debilidad, como si aquel lugar antes hubiese constituido para ella un descanso y ahora fuese un santuario. Envidiaba a Ralph porque iba a morir, pues, si una se daba a pensar en lo demás, se convencía de que aquello era lo más perfecto de todo. Acabar por completo, abandonarlo todo de una vez y no saber ya nada más se le antojaba tan grato como un baño tibio en una bañera de pulido mármol, en la habitación en penumbra de una tierra tórrida.
She had moments indeed in her journey from Rome which were almost as good as being dead. She sat in her corner, so motionless, so passive, simply with the sense of being carried, so detached from hope and regret, that she recalled to herself one of those Etruscan figures couched upon the receptacle of their ashes. There was nothing to regret now --that was all over. Not only the time of her folly, but the time of her repentance was far. The only thing to regret was that Madame Merle had been so --well, so unimaginable. Just here her intelligence dropped, from literal inability to say what it was that Madame Merle had been. Whatever it was it was for Madame Merle herself to regret it; and doubtless she would do so in America, where she had announced she was going. It concerned Isabel no more; she only had an impression that she should never again see Madame Merle. This impression carried her into the future, of which from time to time she had a mutilated glimpse. She saw herself, in the distant years, still in the attitude of a woman who had her life to live, and these intimations contradicted the spirit of the present hour. It might be desirable to get quite away, really away, further away than little grey-green England, but this privilege was evidently to be denied her. Deep in her soul --deeper than any appetite for renunciation --was the sense that life would be her business for a long time to come. And at moments there was something inspiring, almost enlivening, in the conviction. It was a proof of strength --it was a proof she should some day be happy again. It couldn′t be she was to live only to suffer; she was still young, after all, and a great many things might happen to her yet. To live only to suffer --only to feel the injury of life repeated and enlarged --it seemed to her she was too valuable, too capable, for that. Then she wondered if it were vain and stupid to think so well of herself. When had it even [sic; ever?}"> been a guarantee to be valuable? Wasn′t all history full of the destruction of precious things? Wasn′t it much more probable that if one were fine one would suffer? It involved then perhaps an admission that one had a certain grossness; but Isabel recognised, as it passed before her eyes, the quick vague shadow of a long future. She should never escape; she should last to the end. Then the middle years wrapped her about again and the grey curtain of her indifference closed her in. En su viaje de Roma a Londres hubo momentos que le parecieron tan deleitosos y exquisitos como la muerte misma. Sentada en su rincón del vagón del tren, inmóvil e impasible, tenía la sensación de ser arrastrada, completamente ajena a toda esperanza y a toda añoranza, y se comparaba a aquellas grandes imágenes etruscas que yacen en el recipiente de sus propios restos. No le quedaba nada que echar de menos..., todo había terminado para ella; no sólo el tiempo de su locura sino incluso el de su arrepentimiento se perdían en la lejanía. Lo único que se le ocurría deplorar era que madame Merle hubiese sido tan.... ¿cómo decirlo?..., tan inimaginable. Al llegar a este punto se consideraba falta de inteligencia, literalmente incapaz de decir qué había sido en realidad madame Merle. Fuera lo que fuese, la primera en deplorarlo habría de ser la misma interesada, y no cabía duda de que eso le sucedería en América, adonde había anunciado que estaba pronta a partir. Isabel ya estaba, pues, al margen de ese asunto; únicamente tenía la impresión de que no volvería a verla en su vida. Aquella idea la fue llevando como de la mano al tiempo futuro, del que parecía haber recortado un trozo para examinarlo despacio. Se veía al cabo de unos cuantos años en la situación de una mujer que tiene la vida por delante, y tales intuiciones le conturbaban el espíritu en aquel momento. Acaso fuera una buena cosa para ella irse lejos, mucho más allá de la pequeña y perennemente verdeante Inglaterra, pero no le era posible disfrutar de privilegio semejante. En su alma se arraigaba, más hondamente que ninguna de sus ansias de renuncia, el convencimiento de que la vida seguiría envolviéndola durante mucho tiempo en las fuertes mallas de su tráfago. Lo cual constituía una prueba patente de su fuerza, de su posibilidad de ser aún dichosa. No era posible que hubiese de vivir tan sólo para penar; todavía era, joven y podían acontecerle muchas cosas. Le parecía que era demasiado valiosa, demasiado capaz para sentir el inmenso dolor de la vida aumentado y reiterado. Pero, de pronto, le asaltaba la duda de si sería necio y vano pensar tan elogiosamente de sí misma. ¿Desde cuándo era una garantía ser valioso? ¿Acaso no estaba la historia repleta de ejemplos de destrucción de cosas preciosas? ¿No era por ventura infinitamente más probable sufrir si se era refinado? Ello suponía admitir que había en ella algo burdo. Porque Isabel reconocía, al verla pasar ante sus ojos, la vaga y rápida imagen de un largo porvenir. Así pues, no escaparía, duraría hasta el fin. Y, de nuevo, los años centrales de la vida la envolvían y la cortina gris de su indiferencia se cerraba a su alrededor.
Henrietta kissed her, as Henrietta usually kissed, as if she were afraid she should be caught doing it; and then Isabel stood there in the crowd, looking about her, looking for her servant. She asked nothing; she wished to wait. She had a sudden perception that she should be helped. She rejoiced Henrietta had come; there was something terrible in an arrival in London. The dusky, smoky, far-arching vault of the station, the strange, livid light, the dense, dark, pushing crowd, filled her with a nervous fear and made her put her arm into her friend′s. She remembered she had once liked these things; they seemed part of a mighty spectacle in which there was something that touched her. She remembered how she walked away from Euston, in the winter dusk, in the crowded streets, five years before. She could not have done that to-day, and the incident came before her as the deed of another person. Henrietta la besó como solía hacerlo, es decir, como con miedo de que la sorprendiesen haciéndolo. Isabel se quedó un momento parada en medio de la multitud, buscando con los ojos a su doncella. No preguntó absolutamente nada; quería ante todo esperar. Tenía la sensación de que iban a acudir en su auxilio. Y se alegró de que Henrietta hubiese estado esperándola, porque era una cosa verdaderamente terrible llegar sola a Londres. Aquella bóveda sombría, humeante y alta de la estación, aquella luz extraña y lívida, aquella muchedumbre compacta, oscura y atosigante le infundieron un temor nervioso y la impulsaron a asirse del brazo de su amiga. Recordó que en otros tiempos todo esto la encantaba porque le parecía parte de un formidable espectáculo en el que había algo que tenía el poder de conmoverla. Recordó que, hacía cinco años, había ido a pie de la estación de Euston al hotel envuelta en la densa oscuridad de un día invernal, por las calles rebosantes de inmenso gentío. En este momento, no se sentía capaz de hacer una cosa así, y aquel episodio le parecía llevado a cabo por otra persona.
"It′s too beautiful that you should have come," said Henrietta, looking at her as if she thought Isabel might be prepared to challenge the proposition. "If you hadn′t --if you hadn′t; well, I don′t know," remarked Miss Stackpole, hinting ominously at her powers of disapproval. -Es estupendo que hayas venido -dijo Henrietta mirando a Isabel como si creyera que ésta se hallaba dispuesta a contradecirla-. Si no hubieses venido..., si no hubieses venido, la verdad..., no sé... -añadió la periodista como aludiendo a su gran poder de desaprobación.
Isabel looked about without seeing her maid. Her eyes rested on another figure, however, which she felt she had seen before; and in a moment she recognised the genial countenance of Mr. Bantling. He stood a little apart, and it was not in the power of the multitude that pressed about him to make him yield an inch of the ground he had taken --that of abstracting himself discreetly while the two ladies performed their embraces. Isabel miraba a todas partes sin que sus ojos dieran con su doncella. En cambio, tropezaron con otra figura que le parecía haber visto antes y en la que en el acto reconoció la gallarda apostura del señor Bantling. Se había quedado un poco apartado, y la densa muchedumbre, con su impetuosa corriente, no tuvo fuerza bastante para moverle una sola pulgada del lugar donde se había plantado y desde el que contemplaba la escena del encuentro y los besos de las dos amigas.
"There′s Mr. Bantling," said Isabel, gently, irrelevantly, scarcely caring much now whether she should find her maid or not. -Allí está el señor Bantling -dijo Isabel amablemente, familiarmente, sin preocuparse ya de si encontraba o no a su doncella.
"Oh yes, he goes everywhere with me. Come here, Mr. Bantling!" Henrietta exclaimed. Whereupon the gallant bachelor advanced with a smile --a smile tempered, however, by the gravity of the occasion. "Isn′t it lovely she has come?" Henrietta asked. "He knows all about it," she added; "we had quite a discussion. He said you wouldn′t, I said you would." -Ah, sí. Va conmigo a todas partes. ¡Venga acá, señor Bantling! -exclamó Henrietta. Oído lo cual, el simpático solterón avanzó sonriendo..., con una sonrisa que atenuaba la gravedad de la situación-. ¿Verdad que es estupendo que haya venido? Él está al corriente de todo-añadió a continuación-. Tuvimos casi una discusión porque él sostenía que no vendrías y yo que sí.
"I thought you always agreed," Isabel smiled in return. She felt she could smile now; she had seen in an instant, in Mr. Bantling′s brave eyes, that he had good news for her. They seemed to say he wished her to remember he was an old friend of her cousin --that he understood, that it was all right. Isabel gave him her hand; she thought of him, extravagantly, as a beautiful blameless knight. -Creí que estaban siempre de acuerdo -dijo Isabel esbozando una leve sonrisa. Tuvo la sensación de que podía sonreír, pues se le antojó haber visto en la mirada del señor Bantling que tenía buenas noticias para ella. Era como si sus ojos quisieran recordarle que era un buen amigo de su primo..., que lo comprendía todo y que le parecía que estaba muy bien. Isabel le tendió gentilmente la mano; lo veía como un noble caballero sin miedo y sin tacha.
"Oh, I always agree," said Mr. Bantling. "But she doesn′t, you know." -¡Oh!, yo siempre estoy de acuerdo; pero ella no, ya la conoce -contestó el señor Bantling.
"Didn′t I tell you that a maid was a nuisance?" Henrietta enquired. "Your young lady has probably remained at Calais." -¿No te decía yo que una doncella es siempre un estorbo? A lo mejor la tuya se ha quedado tranquilamente en Calais -comentó Henrietta.
"I don′t care," said Isabel, looking at Mr. Bantling, whom she had never found so interesting. -No me importa -dijo Isabel mirando al señor Bantling, a quien encontró más interesante que nunca.
"Stay with her while I go and see," Henrietta commanded, leaving the two for a moment together. -Quédese un instante con ella mientras yo voy a ver -dijo Henrietta dejándoles solos un momento.
They stood there at first in silence, and then Mr. Bantling asked Isabel how it had been on the Channel. Permanecieron unos segundos callados, al cabo de los cuales el señor Bantling preguntó a Isabel qué tal había ido la travesía del Canal.
"Very fine. No, I believe it was very rough," she said, to her companion′s obvious surprise. After which she added: "You′ve been to Gardencourt, I know." -Perfectamente. No, creo que fue muy movida -respondió ella con gran sorpresa de su compañero. Y añadió-: Usted ha estado en Gardencourt, lo sé.
"Now how do you know that?" -¿Y cómo lo sabe?
"I can′t tell you --except that you look like a person who has been to Gardencourt." -Bueno, en realidad lo único que sé es que tiene el aspecto de alguien que ha estado en Gardencourt.
"Do you think I look awfully sad? It′s awfully sad there, you know." -¿Cree usted que tengo un aspecto tremendamente triste? Porque debe saber que la situación allí no es nada alegre.
"I don′t believe you ever look awfully sad. You look awfully kind," said Isabel with a breadth that cost her no effort. It seemed to her she should never again feel a superficial embarrassment. -No creo que usted haya tenido jamás un aspecto tremendamente triste. Tiene aspecto de ser extraordinariamente bueno -dijo Isabel en un pronto que no le costó el menor esfuerzo. Y le pareció que en lo sucesivo ya no experimentaría el menor azoramiento superficial.
Poor Mr. Bantling, however, was still in this inferior stage. He blushed a good deal and laughed, he assured her that he was often very blue, and that when he was blue he was awfully fierce. "You can ask Miss Stackpole, you know. I was at Gardencourt two days ago." Sin embargo, el bueno del señor Bantling aún no había superado esa etapa. Se sonrojó no poco, rió de buena gana, y dijo que a veces se sentía muy alicaído, y que eso le hacía ponerse terriblemente agresivo. -Si quiere convencerse, puede preguntárselo a la señorita Stackpole. En cuanto a lo de Gardencourt, estuve allí hace dos días.
"Did you see my cousin?" -¿Vio usted a mi primo?
"Only for a little. But he had been seeing people; Warburton had been there the day before. Ralph was just the same as usual, except that he was in bed and that he looks tremendously ill and that he can′t speak," Mr. Bantling pursued. "He was awfully jolly and funny all the same. He was just as clever as ever. It′s awfully wretched." -Sólo un momento. Pero había estado con otras personas. Warburton le visitó el día anterior. Estaba como siempre, con la diferencia de que no se levantaba de la cama, de que parecía desesperadamente enfermo y de que no podía hablar. De todos modos, estaba extraordinariamente alegre y divertido -prosiguió el señor Bantling-, y tan ingenioso como de costumbre. El pobre está que da pena verle.
Even in the crowded, noisy station this simple picture was vivid. "Was that late in the day?" Aun en medio del estrépito de la ruidosa estación, la sencilla descripción resultaba vívida y palpitante. -¿Fue a última hora del día? -preguntó Isabel.
"Yes; I went on purpose. We thought you′d like to know." -Sí. Lo hice a propósito. Nos figuramos que le gustaría a usted saber las últimas novedades.
"I′m greatly obliged to you. Can I go down to-night?" -Se lo agradezco con toda el alma. ¿Podría ir allí esta misma noche?
"Ah, I don′t think SHE′LL let you go," said Mr. Bantling. "She wants you to stop with her. I made Touchett′s man promise to telegraph me to-day, and I found the telegram an hour ago at my club. ′Quiet and easy,′ that′s what it says, and it′s dated two o′clock. So you see you can wait till to-morrow. You must be awfully tired." -Ah, no creo que Henrietta la deje -contestó el señor Bantling-. Quiere que usted se quede con ella esta noche. Por mi parte, yo le hice prometer al mayordomo de Tonchett que me telegrafiaría hoy; hace una hora encontré un telegrama en mi club en el que dice que el enfermo sigue «tranquilo y callado», y el telegrama ha sido puesto a las dos de la tarde. De manera que podrá esperar perfectamente hasta mañana. Además, debe de estar usted terriblemente cansada.
"Yes, I′m awfully tired. And I thank you again." -Ah, sí, estoy cansadísima. Mil gracias de nuevo.
"Oh," said Mr. Bantling, "we were certain you would like the last news." On which Isabel vaguely noted that he and Henrietta seemed after all to agree. Miss Stackpole came back with Isabel′s maid, whom she had caught in the act of proving her utility. This excellent person, instead of losing herself in the crowd, had simply attended to her mistress′s luggage, so that the latter was now at liberty to leave the station. "You know you′re not to think of going to the country to-night," Henrietta remarked to her. "It doesn′t matter whether there′s a train or not. You′re to come straight to me in Wimpole Street. There isn′t a corner to be had in London, but I′ve got you one all the same. It isn′t a Roman palace, but it will do for a night." -Desde luego, queda descartado ir esta noche al. campo. Lo mismo da que haya tren o no lo haya. Ahora vendrás conmigo a mi alojamiento de la calle Wimpole. No es el sitio más apropiado para ti, pero, de todas maneras, te he reservado una habitación. No es un palacio romano, que digamos, pero para pasar una noche cualquier cosa es buena.
"I′ll do whatever you wish," Isabel said. -Haré lo que tú quieras -contestó Isabel.
"You′ll come and answer a few questions; that′s what I wish." -Todo lo que quiero es que vayamos allá y me contestes a unas cuantas preguntas.
"She doesn′t say anything about dinner, does she, Mrs. Osmond?" Mr. Bantling enquired jocosely. El señor Bantling interrumpió bromeando: -¿Ha dicho algo acerca de la cena? Parece que no, ¿verdad, señora Osmond?  
Henrietta fixed him a moment with her speculative gaze. "I see you′re in a great hurry to get your own. You′ll be at the Paddington Station to-morrow morning at ten." Henrietta le echó una mirada fulminante y dijo:-Se nota que tiene prisa por la suya. Mañana, a las diez de la mañana, no deje de estar en la estación de Paddington.
"Don′t come for my sake, Mr. Bantling," said Isabel. -Si es por mí, no venga, señor Bantling -dijo Isabel.
"He′ll come for mine," Henrietta declared as she ushered her friend into a cab. And later, in a large dusky parlour in Wimpole Street --to do her justice there had been dinner enough --she asked those questions to which she had alluded at the station. "Did your husband make you a scene about your coming?" That was Miss Stackpole′s first enquiry. -Si no viene por ti, vendrá por mí -dijo Henrietta mientras ayudaba a su amiga a subir a una berlina. Poco después, en una amplia y sombría sala de la calle Wimpole -donde, seamos justos, hubo cena sobrada-, empezó a hacer las preguntas a que había aludido en la estación. -¿Te montó tu marido alguna escena con motivo de este viaje?
"No; I can′t say he made a scene." -No. En realidad, no se puede decir que me montara una escena.
"He didn′t object then?" -Entonces, ¿no puso reparos?
"Yes, he objected very much. But it was not what you′d call a scene." -Bastantes. Pero no fue, en resumen, lo que tú llamas una escena.
"What was it then?" -¿Qué fue entonces?
"It was a very quiet conversation." -Una conversación muy tranquila.
Henrietta for a moment regarded her guest. "It must have been hellish," she then remarked. And Isabel didn′t deny that it had been hellish. But she confined herself to answering Henrietta′s questions, which was easy, as they were tolerably definite. For the present she offered her no new information. "Well," said Miss Stackpole at last, "I′ve only one criticism to make. I don′t see why you promised little Miss Osmond to go back." Henrietta observó un momento a su amiga. -Debió de ser un infierno -declaró, cosa que Isabel no negó en absoluto, limitándose a contestar a las preguntas concretas que le hacía Henrietta. Así pues, de momento no le proporcionó una información demasiado abundante. Por último, la señorita Stackpole dijo: -No tengo más que una cosa que criticar. La verdad, no acierto a comprender por qué prometiste a la señorita Osmond que volverías.
"I′m not sure I myself see now," Isabel replied. "But I did then." -Ni yo misma lo sé ahora. Pero entonces lo prometí.
"If you′ve forgotten your reason perhaps you won′t return." -Pues si has olvidado ya la razón, es posible que no vuelvas.
Isabel waited a moment. "Perhaps I shall find another." -También es posible que encuentre otra -contestó Isabel tras un momento.
"You′ll certainly never find a good one." -Pero seguro que no será una legítima.
"In default of a better my having promised will do," Isabel suggested. -Sin embargo, a falta de una legítima, podría hacer sus veces el haber hecho una promesa-sugirió Isabel.
"Yes; that′s why I hate it." -Sí; por eso me parece odiosa.
"Don′t speak of it now. I′ve a little time. Coming away was a complication, but what will going back be?" -Bueno, no hablemos de eso ahora; no disponemos de mucho tiempo para ello. Si partir ha resultado una complicación tan grande, figúrate lo que será volver.
"You must remember, after all, that he won′t make you a scene!" said Henrietta with much intention. -Después de todo, debes recordar que él no te hará una escena -dijo Henrietta con aviesa intención.
"He will, though," Isabel answered gravely. "It won′t be the scene of a moment; it will be a scene of the rest of my life." -Sí, la hará -contestó Isabel gravemente; y añadió-: Aunque no será una escena del momento, sino la del resto de mi vida.
For some minutes the two women sat and considered this remainder, and then Miss Stackpole, to change the subject, as Isabel had requested, announced abruptly: "I′ve been to stay with Lady Pensil!" Las dos mujeres se quedaron silenciosas un breve rato pensando en tan desagradable perspectiva, y la señorita Stackpole, cambiando de conversación, como la otra le había pedido, anunció de pronto: -Me complazco en decirte que he estado unos días en casa de lady Pensil.
"Ah, the invitation came at last!" -Vamos, por fin llegó la invitación. -Vamos, por fin llegó la invitación.
"Yes; it took five years. But this time she wanted to see me." -Sí, al cabo de cinco años. Pero en esta ocasión ella necesitaba verme.
"Naturally enough." -Era bien natural.
"It was more natural than I think you know," said Henrietta, who fixed her eyes on a distant point. And then she added, turning suddenly: "Isabel Archer, I beg your pardon. You don′t know why? Because I criticised you, and yet I′ve gone further than you. Mr. Osmond, at least, was born on the other side!" -Mucho más natural de lo que me parece que te figuras -dijo Henrietta, con la mirada perdida en el vacío. Y, volviéndose súbitamente, añadió-: Isabel Archer, tienes que perdonarme. ¿No sabes por qué? Pues porque te critiqué y, a pesar de ello, he ido todavía más lejos que tú. Por lo menos el señor Osmond nació al otro lado del Atlántico.
It was a moment before Isabel grasped her meaning; this sense was so modestly, or at least so ingeniously, veiled. Isabel′s mind was not possessed at present with the comicality of things; but she greeted with a quick laugh the image that her companion had raised. She immediately recovered herself, however, and with the right excess of intensity, "Henrietta Stackpole," she asked, "are you going to give up your country?" Transcurrió un momento antes de que Isabel cayese en la cuenta de lo que quería decir, pues el sentido de ello estaba velado con suma modestia, con suma ingenuidad cuando menos. Isabel no se hallaba en condiciones de ver el lado cómico de las cosas, pero acogió con una franca risa la imagen de lo que su compañera había sugerido. No obstante, se rehizo y, fingiendo gran intensidad en el reproche, preguntó:
"Yes, my poor Isabel, I am. I won′t pretend to deny it; I look the fact in the face. I′m going to marry Mr. Bantling and locate right here in London." -¿Es posible? Henrietta Stackpole, ¿vas a desertar de tu país? -Así parece, mi pobre Isabel. No puedo negarlo y no me queda mas remedio que mirar las cosas cara a cara. Voy a casarme con el señor Bantling y a establecerme definitivamente en Inglaterra.
"It seems very strange," said Isabel, smiling now. Isabel sonrió amablemente y dijo: -Parece verdaderamente extraño.
"Well yes, I suppose it does. I′ve come to it little by little. I think I know what I′m doing; but I don′t know as I can explain." -Sí, ya me lo figuro. La cosa se ha ido produciendo poco a poco. Me parece que sé perfectamente lo que voy a hacer; lo que no sé es cómo explicarlo.
"One can′t explain one′s marriage," Isabel answered. "And yours doesn′t need to be explained. Mr. Bantling isn′t a riddle." -Nadie puede explicar las razones por las que se casa. Y las tuyas no requieren explicación. El señor Bantling no es ninguna adivinanza.
"No, he isn′t a bad pun --or even a high flight of American humour. He has a beautiful nature," Henrietta went on. "I′ve studied him for many years and I see right through him. He′s as clear as the style of a good prospectus. He′s not intellectual, but he appreciates intellect. On the other hand he doesn′t exaggerate its claims. I sometimes think we do in the United States." -No, no es un chiste malo..., ni siquiera una insigne manifestación del humor americano. Tiene un agradable carácter. Yo lo he estudiado a conciencia durante años y veo perfectamente lo que ocurre en su interior. Es tan diáfano como el estilo de un buen prospecto. No es intelectual, pero aprecia grandemente el intelecto. Por lo demás, no exagera su importancia. Creo que nosotros solemos hacerlo en Estados Unidos.
"Ah," said Isabel, "you′re changed indeed! It′s the first time I′ve ever heard you say anything against your native land." -Ya veo que estás muy cambiada-dijo Isabel-. Es la primera vez que te oigo decir algo en contra de tu país natal.  
"I only say that we′re too infatuated with mere brain-power; that, after all, isn′t a vulgar fault. But I AM changed; a woman has to change a good deal to marry." -Lo único que digo es que estamos demasiado engreídos con nuestra fuerza intelectual; lo cual, después de todo, no es un defecto vulgar. Pero es verdad que he cambiado. Una mujer no puede por menos de cambiar para casarse.
"I hope you′ll be very happy. You will at last --over here --see something of the inner life." -Deseo de todo corazón que seas muy feliz. Ahora podrás observar al fin la vida íntima del país desde dentro.
Henrietta gave a little significant sigh. "That′s the key to the mystery, I believe. I couldn′t endure to be kept off. Now I′ve as good a right as any one!" she added with artless elation. Henrietta exhaló un suspiro significativo y dijo: -Ahí está la clave del misterio, me parece. Ya no podía resistir estar fuera. ¡Ahora tengo tanto derecho como el que más!-añadió con mal disimulado júbilo.
Isabel was duly diverted, but there was a certain melancholy in her view. Henrietta, after all, had confessed herself human and feminine, Henrietta whom she had hitherto regarded as a light keen flame, a disembodied voice. It was a disappointment to find she had personal susceptibilities, that she was subject to common passions, and that her intimacy with Mr. Bantling had not been completely original. There was a want of originality in her marrying him --there was even a kind of stupidity; and for a moment, to Isabel′s sense, the dreariness of the world took on a deeper tinge. A little later indeed she reflected that Mr. Bantling himself at least was original. But she didn′t see how Henrietta could give up her country. She herself had relaxed her hold of it, but it had never been her country as it had been Henrietta′s. She presently asked her if she had enjoyed her visit to Lady Pensil. Isabel estaba todo lo contenta que cabía esperar, pero en su manera de ver las cosas había una intensa melancolía. Después de todo, Henrietta se había revelado femenina y hondamente humana; precisamente Henrietta, a la que en otros tiempos ella había considerado una llama perennemente encendida, una voz incorpórea y desmaterializada. Para ella resultaba una verdadera decepción descubrir que tenía susceptibilidades personales como los demás, que estaba sujeta a las pasiones comunes y que su intimidad con el señor Bantling carecía completamente de originalidad. Pero lo que no comprendía es cómo podía Henrietta abandonar a su país. Si bien era cierto que ella había hecho otro tanto, podía decirse que su país no significaba para ella lo mismo que para su amiga. Isabel le preguntó si lo había pasado bien en casa de lady Pensil.
"Oh yes," said Henrietta, "she didn′t know what to make of me." -Oh, sí-contestó Henrietta-. No sabía qué hacer conmigo.
"And was that very enjoyable?" -Y eso te resultaba muy agradable.
"Very much so, because she′s supposed to be a master mind. She thinks she knows everything; but she doesn′t understand a woman of my modern type. It would be so much easier for her if I were only a little better or a little worse. She′s so puzzled; I believe she thinks it′s my duty to go and do something immoral. She thinks it′s immoral that I should marry her brother; but, after all, that isn′t immoral enough. And she′ll never understand my mixture --never!" -Muchísimo, porque se le atribuye una gran capacidad intelectual. Cree que lo sabe todo, pero no comprende en absoluto a la mujer moderna. Para ella sería mucho más fácil que yo fuera un poco peor o un poco mejor. Parece tan desconcertada que se me antoja que cree que tengo el deber de hacer algo inmoral. Se imagina que es una inmoralidad que yo me case con su hermano, pero, después de todo, no es tan inmoral como todo eso. Por lo demás, nunca llegará a comprender mi idiosincrasia..., nunca.
"She′s not so intelligent as her brother then," said Isabel. "He appears to have understood." -Por lo visto no es tan inteligente como su hermano-dijo Isabel-. Por lo menos, él parece haberte comprendido.
"Oh no, he hasn′t!" cried Miss Stackpole with decision. "I really believe that′s what he wants to marry me for --just to find out the mystery and the proportions of it. That′s a fixed idea --a kind of fascination." La señorita Stackpole exclamó con firmeza: -No, él tampoco. En realidad me figuro que es por eso por lo que quiere casarse conmigo..., para tratar de descifrar el misterio y conocer sus proporciones. Es una idea fija en él, una especie de fascinación que le domina.
"It′s very good in you to humour it." -Pues es todo un detalle por tu parte seguirle el juego.
"Oh well," said Henrietta, "I′ve something to find out too!" And Isabel saw that she had not renounced an allegiance, but planned an attack. She was at last about to grapple in earnest with England. -Bueno-contestó Henrietta-, indudablemente yo también tengo cosas que averiguar. E Isabel se percató de que su caso no era el de quien renuncia a una fidelidad, sino el de quien prepara un ataque. Al fin iba a entendérselas con la verdadera Inglaterra.
Isabel also perceived, however, on the morrow, at the Paddington Station, where she found herself, at ten o′clock, in the company both of Miss Stackpole and Mr. Bantling, that the gentleman bore his perplexities lightly. If he had not found out everything he had found out at least the great point --that Miss Stackpole would not be wanting in initiative. It was evident that in the selection of a wife he had been on his guard against this deficiency. Isabel pudo asimismo darse cuenta al día siguiente en la estación de Paddington, donde se encontraba a las diez en punto en compañía de Henrietta y del señor Bantling, de que a éste no parecían preocuparle gran cosa las perplejidades mencionadas por la otra. Si él no lo había descubierto ya todo, por lo menos sí lo más interesante, a saber: que no carecía de iniciativa. Era a todas luces evidente que, por lo que a la elección de esposa respecta, había sabido estar siempre en guardia contra semejante deficiencia.
"Henrietta has told me, and I′m very glad," Isabel said as she gave him her hand. Al darle la mano, Isabel le manifestó: -Henrietta me ha puesto al corriente, y lo celebro de veras.
"I dare say you think it awfully odd," Mr. Bantling replied, resting on his neat umbrella. El señor Bantling, apoyándose un poco en su fino paraguas, replicó: -Estoy por decir que debe de parecerle muy extraño.
"Yes, I think it awfully odd." -Cierto, me parece enormemente extraño.
"You can′t think it so awfully odd as I do. But I′ve always rather liked striking out a line," said Mr. Bantling serenely. -No puede parecérselo tanto como a mí. Pero es que a mí siempre me ha gustado actuar en esa línea -respondió tranquilamente el señor Bantling.  






CHAPTER 54

54

Isabel′s arrival at Gardencourt on this second occasion was even quieter than it had been on the first. Ralph Touchett kept but a small household, and to the new servants Mrs. Osmond was a stranger; so that instead of being conducted to her own apartment she was coldly shown into the drawing-room and left to wait while her name was carried up to her aunt. She waited a long time; Mrs. Touchett appeared in no hurry to come to her. She grew impatient at last; she grew nervous and scared --as scared as if the objects about her had begun to show for conscious things, watching her trouble with grotesque grimaces. The day was dark and cold; the dusk was thick in the corners of the wide brown rooms. The house was perfectly still --with a stillness that Isabel remembered; it had filled all the place for days before the death of her uncle. She left the drawing-room and wandered about --strolled into the library and along the gallery of pictures, where, in the deep silence, her footstep made an echo. Nothing was changed; she recognised everything she had seen years before; it might have been only yesterday she had stood there. She envied the security of valuable "pieces" which change by no hair′s breadth, only grow in value, while their owners lose inch by inch youth, happiness, beauty; and she became aware that she was walking about as her aunt had done on the day she had come to see her in Albany. She was changed enough since then --that had been the beginning. It suddenly struck her that if her Aunt Lydia had not come that day in just that way and found her alone, everything might have been different. She might have had another life and she might have been a woman more blest. She stopped in the gallery in front of a small picture --a charming and precious Bonington --upon which her eyes rested a long time. But she was not looking at the picture; she was wondering whether if her aunt had not come that day in Albany she would have married Caspar Goodwood. La llegada de Isabel en esta segunda ocasión fue más tranquila todavía que en la primera. Ralph Touchett tenía un servicio más reducido y la señora Osmond resultaba para los nuevos criados totalmente desconocida; de suerte que, en vez de conducirla directamente a su habitación, la hicieron pasar fría y ceremoniosamente al salón y esperar allí mientras anunciaban su presencia a su tía. Y tuvo que esperar largo rato, porque la señora Touchett no se dio prisa alguna en salir a recibirla. De manera que no pudo por menos de impacientarse; se puso nerviosa y se asustó, como si los objetos que la rodeaban hubieran comenzado a dar pruebas de ser cosas conscientes que contemplasen con ridículas muecas su gran turbación. Era un día oscuro y frío; la oscuridad se adensaba en los rincones de aquellos inmensos aposentos sombríos. La casa estaba en la más completa calma, la misma calma que Isabel recordaba y que la llenaba por completo en los días inmediatamente anteriores a la muerte de su tío. Salió del salón y vagó un poco por la casa; entró en la biblioteca y recorrió la galería de cuadros, donde sus pasos resonaban, produciendo un eco que interrumpía el profundo silencio de tal sitio. Todo estaba exactamente igual que la otra vez, y reconoció, una por una, todas las cosas que había visto hacía unos años; le parecía haber estado allí ayer mismo. Y envidió la seguridad de los objetos valiosos, que no se alteran en absoluto sino que aumentan de valor con el tiempo, mientras que sus dueños van poco a poco perdiendo dicha, juventud, belleza. Se dio cuenta de que en aquel momento estaba merodeando por allí igual que lo hiciera su tía el día en que fue a verla a Albany. Desde aquella fecha había cambiado no poco..., aquello constituyó el comienzo de todo lo demás. Y se le ocurrió que, si su tía Lydia no hubiese llegado aquel día tal como llegó y no la hubiese encontrado sola, toda su vida habría sido distinta. Podría haber seguido otra dirección, y ella sería tal vez más feliz. Se detuvo en la galería enfrente de un pequeño cuadro, un precioso y lindo Bonington que estuvo contemplando largo rato. Pero, en realidad, no puede decirse que estuviese mirando la pintura; estaba pensando en que, si su tía no hubiese ido aquel día a Albany, tal vez se habría casado con Caspar Goodwood.
Mrs. Touchett appeared at last, just after Isabel had returned to the big uninhabited drawing-room. She looked a good deal older, but her eye was as bright as ever and her head as erect; her thin lips seemed a repository of latent meanings. She wore a little grey dress of the most undecorated fashion, and Isabel wondered, as she had wondered the first time, if her remarkable kinswoman resembled more a queen-regent or the matron of a gaol. Her lips felt very thin indeed on Isabel′s hot cheek. La señora Touchett apareció, por fin, en el momento en que Isabel se hallaba otra vez de vuelta en el salón. Parecía muy avejentada, pero sus ojos tenían el mismo brillo de siempre y su cabeza estaba tan erguida como antaño, mientras que sus delgados labios eran como el depósito de sus pensamientos latentes. Llevaba un sencillo traje gris sin adornos de ninguna clase, e Isabel se preguntó, como hiciera la primera vez, si aquella mujer tenía más el aspecto de una reina regente o el de la gobernanta de una cárcel. Sus labios apenas rozaron la encendida mejilla de Isabel.
"I′ve kept you waiting because I′ve been sitting with Ralph," Mrs. Touchett said. "The nurse had gone to luncheon and I had taken her place. He has a man who′s supposed to look after him, but the man′s good for nothing; he′s always looking out of the window --as if there were anything to see! I didn′t wish to move, because Ralph seemed to be sleeping and I was afraid the sound would disturb him. I waited till the nurse came back; I remembered you knew the house." -Te he hecho esperar tanto rato porque estaba acompañando a Ralph-dijo la señora Touchett-. La enfermera había ido a almorzar y yo ocupé su puesto. Ralph tiene un mayordomo que se supone que también debe atenderle, pero que no sirve para maldita la cosa porque se pasa el día mirando por la ventana..., ¡como si hubiera algo que ver! No quise moverme porque parecía que estaba durmiendo y temía que el ruido lo molestase. Así que esperé hasta que volvió la enfermera. Además, me acordé de que conocías perfectamente la casa y te hallarías en ella a tus anchas.
"I find I know it better even than I thought; I′ve been walking everywhere," Isabel answered. And then she asked if Ralph slept much. -He podido convencerme en este rato de que la conozco mucho mejor de lo que creía. Ya he dado una vuelta por ella -dijo Isabel, tras lo cual preguntó si Ralph dormía mucho.
"He lies with his eyes closed; he doesn′t move. But I′m not sure that it′s always sleep." -Permanece acostado con los ojos cerrados y sin moverse en absoluto, pero eso no quiere decir, a mi juicio, que esté siempre dormido.
"Will he see me? Can he speak to me?" -¿Quiere verme? ¿Me podrá hablar?
Mrs. Touchett declined the office of saying. "You can try him," was the limit of her extravagance. And then she offered to conduct Isabel to her room. "I thought they had taken you there; but it′s not my house, it′s Ralph′s; and I don′t know what they do. They must at least have taken your luggage; I don′t suppose you′ve brought much. Not that I care, however. I believe they′ve given you the same room you had before; when Ralph heard you were coming he said you must have that one." La señora Touchett no creyó oportuno contestar directamente. -Puedes intentarlo -fue todo lo que se dignó decir. A continuación se ofreció a acompañar a Isabel a su aposento-. Creí que te habrían llevado ya a tu habitación, pero ésta no es ya mi casa sino la de Ralph, y yo no sé lo que hace aquí la gente. Me imagino que, por lo menos, habrán llevado allí tu equipaje. No creo que hayas traído mucho, aunque no es que eso me moleste, desde luego. Me parece que te han asignado el mismo cuarto que ocupaste la otra vez. Cuando Ralph se enteró de que ibas a venir, dijo que te lo preparasen.
"Did he say anything else?" -¿Dijo algo más?
"Ah, my dear, he doesn′t chatter as he used!" cried Mrs. Touchett as she preceded her niece up the staircase. -¡Ay, hija mía! Ya no charla por los codos como solía hacer-exclamó la señora Touchott mientras subía la escalera precediendo a su sobrina.
It was the same room, and something told Isabel it had not been slept in since she occupied it. Her luggage was there and was not voluminous; Mrs. Touchett sat down a moment with her eyes upon it. "Is there really no hope?" our young woman asked as she stood before her. Era la misma habitación, en efecto, y algo le decía a Isabel que no la había ocupado nadie desde que ella la abandonó. Su equipaje, que no tenía nada de voluminoso, estaba allí. La señora Touchett se sentó un momento contemplándolo. Nuestra heroína, que estaba de pie delante de ella, preguntó:
"None whatever. There never has been. It has not been a successful life." -¿No hay ninguna esperanza para Ralph? -Absolutamente ninguna. Nunca la hubo. La suya ha sido una vida bien triste.
"No --it has only been a beautiful one." Isabel found herself already contradicting her aunt; she was irritated by her dryness. -No..., ha sido muy hermosa. Isabel cayó en la cuenta de que estaba contradiciendo a su tía, y era que tanta sequedad la sacaba de quicio.
"I don′t know what you mean by that; there′s no beauty without health. That is a very odd dress to travel in." -No sé qué quieres decir con eso. Sin salud no hay hermosura ninguna. Llevas un traje verdaderamente raro para viajar.
Isabel glanced at her garment. "I left Rome at an hour′s notice; I took the first that came." Isabel contempló su vestido y contestó:
"Your sisters, in America, wished to know how you dress. That seemed to be their principal interest. I wasn′t able to tell them --but they seemed to have the right idea: that you never wear anything less than black brocade." -Partí de Roma a toda prisa y me puse lo primero que encontré. -Tus hermanas, en América, deseaban saber cómo te vistes. Parecía que eso era lo que más les interesaba. No me fue posible decírselo, pero parece que están en lo cierto..., que no llevas más que trajes de brocado negro.
"They think I′m more brilliant than I am; I′m afraid to tell them the truth," said Isabel. "Lily wrote me you had dined with her." -Deben de figurarse que soy más brillante de lo que en realidad soy. Y tengo miedo de decirles la verdad. Lily me escribió diciéndome que usted había cenado con ella.
"She invited me four times, and I went once. After the second time she should have let me alone. The dinner was very good; it must have been expensive. Her husband has a very bad manner. Did I enjoy my visit to America? Why should I have enjoyed it? I didn′t go for my pleasure." -En efecto, me invitó cuatro veces, pero sólo fui una. A partir de la segunda seguro que no me habría hecho caso. La cena fue verdaderamente buena; debieron de echar la casa por la ventana. Su marido tiene muy malos modales. ¿Que si estaba disfrutando de mi viaje a América? Y por qué razón habría de disfrutar? No había ido por placer.
These were interesting items, but Mrs. Touchett soon left her niece, whom she was to meet in half an hour at the midday meal. For this repast the two ladies faced each other at an abbreviated table in the melancholy dining-room. Here, after a little, Isabel saw her aunt not to be so dry as she appeared, and her old pity for the poor woman′s inexpressiveness, her want of regret, of disappointment, came back to her. Unmistakeably she would have found it a blessing to-day to be able to feel a defeat, a mistake, even a shame or two. She wondered if she were not even missing those enrichments of consciousness and privately trying --reaching out for some aftertaste of life, dregs of the banquet; the testimony of pain or the cold recreation of remorse. On the other hand perhaps she was afraid; if she should begin to know remorse at all it might take her too far. Isabel could perceive, however, how it had come over her dimly that she had failed of something, that she saw herself in the future as an old woman without memories. Her little sharp face looked tragical. She told her niece that Ralph had as yet not moved, but that he probably would be able to see her before dinner. And then in a moment she added that he had seen Lord Warburton the day before; an announcement which startled Isabel a little, as it seemed an intimation that this personage was in the neighbourhood and that an accident might bring them together. Such an accident would not be happy; she had not come to England to struggle again with Lord Warburton. She none the less presently said to her aunt that he had been very kind to Ralph; she had seen something of that in Rome. Aquellos temas de conversación eran bastante interesantes, pero la señora Touchett no tardó en abandonar a su sobrina, a la que volvería a ver media hora después, en el almuerzo. Hicieron las dos damas aquella comida en una mesa acortada, en el melancólico y sombrío comedor. Allí, al poco rato, Isabel vio que su tía estaba menos seca de lo que aparentaba, y de nuevo experimentó su antigua compasión por la inexpresividad de aquella pobre mujer, por su falta de añoranzas, su carencia de decepciones. No cabía duda de que ahora consideraría una bendición sentir una derrota cualquiera, un engaño, incluso uno o varios motivos de vergüenza. Isabel se preguntó si no echaría de menos incluso esos enriquecimientos del espíritu y estaría intentando en secreto..., buscando como un regusto de la vida, como las migajas del banquete: el testimonio del dolor o el frío solaz del remordimiento. Por otra parte, era muy posible que tuviera miedo, y, si se entregaba al remordimiento, Dios sabe hasta dónde podría llegar. Isabel se daba cuenta de hasta qué punto, mirándose en aquel espejo, percibía oscuramente que había fracasado en algo de suma importancia, y se veía en los días por venir como una especie de mujer sin recuerdos. El pequeño y agudo rostro de su tía le pareció verdaderamente trágico. Le dijo ésta que Ralph no se había movido aún, pero que probablemente podría recibirla antes de la hora de la cena. Luego declaró que el día antes había recibido a lord Warburton; referencia que no pudo por menos de conmoverla un poco, por parecer una indicación de que el mencionado personaje no se hallaba tan distante y de que una casualidad cualquiera podría hacer que se encontraran de nuevo. Tal casualidad no sería seguramente grata para ella, toda vez que no había ido a Inglaterra para vérselas con lord Warburton. No obstante, no quiso ocultarle a su tía que había sido muy bueno con Ralph en Roma, como ella tuvo oportunidad de comprobar por sí misma.
"He has something else to think of now," Mrs. Touchett returned. And she paused with a gaze like a gimlet. -¡Ahora tiene otras cosas importantes de que preocuparse! -exclamó la señora Touchett. Y se quedó en silencio, dirigiéndole una mirada penetrante como una barrena.
Isabel saw she meant something, and instantly guessed what she meant. But her reply concealed her guess; her heart beat faster and she wished to gain a moment. "Ah yes --the House of Lords and all that." Isabel intuyó que aquellas palabras significaban algo y en el acto adivinó, además, de qué se trataba. Pero ocultó su pensamiento tras su respuesta; el corazón le latía con fuerza y quería ganar tiempo.
"He′s not thinking of the Lords; he′s thinking of the ladies. At least he′s thinking of one of them; he told Ralph he′s engaged to be married." -Sí, ya me figuro: la cámara de los lores... y todo lo demás. [-Nada de cámara de lores ni cosas por el estilo; no piensa en nada de eso. En lo que está pensando es en las damas..., por lo menos, en una dama; le ha dicho a Ralph que está ya comprometido para casarse.
"Ah, to be married!" Isabel mildly exclaimed. -¡Ah, para casarse!-exclamó suavemente Isabel.
"Unless he breaks it off. He seemed to think Ralph would like to know. Poor Ralph can′t go to the wedding, though I believe it′s to take place very soon." -A menos que rompa el compromiso. Debió de parecerle que a Ralph le gustaría saberlo. Pero el pobre Ralph no podrá asistir a la boda, que creo que se celebrará muy pronto.
"And who′s the young lady?" -¿Y quién es la dama?
"A member of the aristocracy; Lady Flora, Lady Felicia --something of that sort." -Una de la nobleza. Lady Flora, lady Felicia... o algo así.
"I′m very glad," Isabel said. "It must be a sudden decision." -Lo celebro infinito-dijo Isabel-. Debe de haber sido una decisión bien rápida.
"Sudden enough, I believe; a courtship of three weeks. It has only just been made public." -Bastante, según he oído decir: un noviazgo de unas tres semanas. Hace muy poco que la cosa se ha hecho pública.
"I′m very glad," Isabel repeated with a larger emphasis. She knew her aunt was watching her --looking for the signs of some imputed soreness, and the desire to prevent her companion from seeing anything of this kind enabled her to speak in the tone of quick satisfaction, the tone almost of relief. Mrs. Touchett of course followed the tradition that ladies, even married ones, regard the marriage of their old lovers as an offence to themselves. Isabel′s first care therefore was to show that however that might be in general she was not offended now. But meanwhile, as I say, her heart beat faster; and if she sat for some moments thoughtful --she presently forgot Mrs. Touchett′s observation --it was not because she had lost an admirer. Her imagination had traversed half Europe; it halted, panting, and even trembling a little, in the city of Rome. She figured herself announcing to her husband that Lord Warburton was to lead a bride to the altar, and she was of course not aware how extremely wan she must have looked while she made this intellectual effort. But at last she collected herself and said to her aunt: "He was sure to do it some time or other." -Pues lo celebro infinito -repitió Isabel con más énfasis que la vez anterior. Sabía perfectamente que su tía la observaba tratando de sorprender en ella cualquiera señal de tristeza, pero su deseo de no mostrar nada que diera pábulo a algo por el estilo le permitió expresarse en el tono de satisfacción ya visto, casi con cierto alivio. Ni que decir tiene que la señora Touchett seguía fiel a la tradición según la cual las damas, incluso una vez casadas, deben considerar como ofensa a ellas inferida el que sus antiguos enamorados se casen. Por ello, el mayor interés de Isabel era dejar claro que no tenía por qué sentirse ofendida. Pero, entretanto, como acabamos de decir, el hecho era que su corazón latía con fuerza en su pecho, y, si permaneció un momento sentada y pensativa, no obstante haber olvidado ya la observación de la señora Touchett, no era precisamente por la pérdida de su antiguo enamorado. Era que su imaginación había atravesado media Europa y se había detenido, jadeante y casi temblorosa, en la ciudad de Roma, donde se veía a sí misma anunciando a su marido que lord Warburton iba a llevar a su novia al altar, y no se le ocultaba el penoso aspecto que presentaría al tener que realizar semejante esfuerzo intelectual. Pero no tardó en recobrarse y dijo a su tía-: Era seguro que tendría que hacerlo un día u otro.
Mrs. Touchett was silent; then she gave a sharp little shake of the head. "Ah, my dear, you′re beyond me!" she cried suddenly. They went on with their luncheon in silence; Isabel felt as if she had heard of Lord Warburton′s death. She had known him only as a suitor, and now that was all over. He was dead for poor Pansy; by Pansy he might have lived. A servant had been hovering about; at last Mrs. Touchett requested him to leave them alone. She had finished her meal; she sat with her hands folded on the edge of the table. "I should like to ask you three questions," she observed when the servant had gone. Se quedó callada la señora Tonchett y comenzó a hacer pequeños y breves movimientos de cabeza; mas, de pronto, exclamó: -¡Ah, querida, estás fuera de mi alcance! Las dos continuaron el almuerzo en silencio. Isabel tenía la sensación de que le habían comunicado la muerte de lord Warburton. Le había conocido como pretendiente tan sólo, y ahora aquello había terminado. Estaba, además, muerto para la pobre Pansy, junto a la cual podría haber continuado viviendo a sus ojos. Uno de los criados merodeaba por el comedor, y la señora Touchett le indicó que las dejara solas. Ya habían dado fin al almuerzo, y la tía de Isabel permaneció sentada y con las manos juntas en el borde de la mesa. Después, al ver que el criado había desaparecido, dijo: -Quisiera hacerte tres preguntas.
"Three are a great many." -Tres preguntas son muchas preguntas.
"I can′t do with less; I′ve been thinking. They′re all very good ones." -No pueden ser menos, ya lo he pensado bien; pero las tres son igualmente buenas.
"That′s what I′m afraid of. The best questions are the worst," Isabel answered. Mrs. Touchett had pushed back her chair, and as her niece left the table and walked, rather consciously, to one of the deep windows, she felt herself followed by her eyes. -De eso es de lo que tengo miedo. Las mejores preguntas suelen ser las peores -respondió Isabel. La señora Touchett empujó hacia atrás su silla, y su sobrina se dirigió lentamente hacia una de las profundas ventanas del comedor, sintiendo instintivamente que los ojos de su tía la seguían y estaban clavados en ella.
"Have you ever been sorry you didn′t marry Lord Warburton?" Mrs. Touchett enquired. -¿No te ha ocurrido nunca haber deplorado no ser la esposa de lord Warburton? -preguntó la señora Tonchett.
Isabel shook her head slowly, but not heavily. "No, dear aunt." Isabel movió la cabeza lentamente, pero sin pesadez, y replicó: -No, querida tía.
"Good. I ought to tell you that I propose to believe what you say." -Está bien. Te diré que estoy decidida a creer lo que dices.
"Your believing me′s an immense temptation," she declared, smiling still. -Eso de que usted me crea es una gran tentación -declaró Isabel sonriendo.
"A temptation to lie? I don′t recommend you to do that, for when I′m misinformed I′m as dangerous as a poisoned rat. I don′t mean to crow over you." -¿Una tentación... para mentir? Pues no te recomiendo que lo hagas, porque cuando se me engaña me vuelvo tan peligrosa como una rata envenenada. No me propongo cantar victoria en lo que a ti respecta.
"It′s my husband who doesn′t get on with me," said Isabel. -Es que mi marido no se entiende bien conmigo.
"I could have told him he wouldn′t. I don′t call that crowing over YOU," Mrs. Touchett added. [sic}"> "Do you still like Serena Merle?" she went on. -Eso podría habértelo dicho yo desde el principio. Pero no es a esto a lo que yo llamo cantar victoria. -Y añadió-: ¿Sigue gustándote Serena Merle?
"Not as I once did. But it doesn′t matter, for she′s going to America." -No como en otros tiempos, pero eso no tiene ya la menor importancia porque va a marcharse a América.
"To America? She must have done something very bad." -¿A América? Algo muy malo tiene que haber hecho.
"Yes --very bad." -Sí..., muy malo.
"May I ask what it is?" ¿Puedo permitirme preguntar qué?
"She made a convenience of me." -Se sirvió de mí.
"Ah," cried Mrs. Touchett, "so she did of me! She does of every one." Y la señora Touchett exclamó: -¡Ah, también de mí! Se sirve de todo el mundo.
"She′ll make a convenience of America," said Isabel, smiling again and glad that her aunt′s questions were over. -Entonces, se servirá también de América -dijo Isabel sonriendo de nuevo y encantada de que ya se hubieran acabado las preguntas de su tía.
It was not till the evening that she was able to see Ralph. He had been dozing all day; at least he had been lying unconscious. The doctor was there, but after a while went away --the local doctor, who had attended his father and whom Ralph liked. He came three or four times a day; he was deeply interested in his patient. Ralph had had Sir Matthew Hope, but he had got tired of this celebrated man, to whom he had asked his mother to send word he was now dead and was therefore without further need of medical advice. Mrs. Touchett had simply written to Sir Matthew that her son disliked him. On the day of Isabel′s arrival Ralph gave no sign, as I have related, for many hours; but toward evening he raised himself and said he knew that she had come. How he knew was not apparent, inasmuch as for fear of exciting him no one had offered the information. Isabel came in and sat by his bed in the dim light; there was only a shaded candle in a corner of the room. She told the nurse she might go --she herself would sit with him for the rest of the evening. He had opened his eyes and recognised her, and had moved his hand, which lay helpless beside him, so that she might take it. But he was unable to speak; he closed his eyes again and remained perfectly still, only keeping her hand in his own. She sat with him a long time --till the nurse came back; but he gave no further sign. He might have passed away while she looked at him; he was already the figure and pattern of death. She had thought him far gone in Rome, and this was worse; there was but one change possible now. There was a strange tranquillity in his face; it was as still as the lid of a box. With this he was a mere lattice of bones; when he opened his eyes to greet her it was as if she were looking into immeasurable space. It was not till midnight that the nurse came back; but the hours, to Isabel, had not seemed long; it was exactly what she had come for. If she had come simply to wait she found ample occasion, for he lay three days in a kind of grateful silence. He recognised her and at moments seemed to wish to speak; but he found no voice. Then he closed his eyes again, as if he too were waiting for something --for something that certainly would come. He was so absolutely quiet that it seemed to her what was coming had already arrived; and yet she never lost the sense that they were still together. But they were not always together; there were other hours that she passed in wandering through the empty house and listening for a voice that was not poor Ralph′s. She had a constant fear; she thought it possible her husband would write to her. But he remained silent, and she only got a letter from Florence and from the Countess Gemini. Ralph, however, spoke at last --on the evening of the third day. Hasta aquella noche no pudo Isabel ver a Ralph. Había estado todo el día dormitando y, por tanto, inconsciente. El médico de cabecera, al que tanto. quería él y que había atendido a su padre, acababa de marcharse. Este doctor iba a verle tres o cuatro veces al día, pues tenía un gran interés por el estado de su enfermo. También le había visitado sir Matthew Hope, pero Ralph estaba ya harto de aquel célebre caballero y le pidió a su madre que le enviase un telegrama diciéndole que él había muerto y no precisaba más atención médica. Pero la señora Touchett se limitó a escribirle diciéndole que su hijo le tenía antipatía. El día de la llegada de Isabel, Ralph, como ya hemos dicho, no dio señales de volver en sí; pero hacia la hora del crepúsculo se incorporó y dijo que sabía que ya había llegado. Parecía imposible saber cómo había logrado enterarse, toda vez que, por miedo de impresionarle, nadie se había atrevido a comunicárselo. Isabel fue a verle y se sentó junto al lecho en la parca claridad que allí reinaba, pues no había sino una vela encendida en uno de los rincones de la habitación. Dijo a la enfermera que podía retirarse, pues ella se quedaría allí lo que restaba de tarde. Él abrió los ojos, la reconoció y logró mover la mano que yacía inservible a su lado para que ella pudiera tomarla. Pero no pudo hablar. Volvió a cerrar los ojos y permaneció sumido en un profundo sopor, conservando en su mano la de ella. Estuvo Isabel sentada a su lado durante largo tiempo, hasta que regresó la enfermera, pero él no volvió a dar la menor señal de vida. Podía haber expirado mientras ella estaba allí, a juzgar por su lívido rostro, que era la verdadera imagen de la muerte. Ya en Roma le había creído en trance de desaparecer, pero lo de ahora era mucho peor; sólo existía una probabilidad. Cubría su faz una tranquilidad inmensa; estaba tan quieta como la tapadera de una caja. Por lo demás era todo huesos y, cuando abrió los ojos para darle a entender que la reconocía y le estaba agradecido, le pareció a ella que estaba contemplando el espacio infinito. La enfermera no llegó hasta medianoche; pero a Isabel no le habían parecido tan largas aquellas horas, puesto que había ido sólo para eso. Si no hubiese ido más que para esperar, habría tenido tiempo sobrado para ello, pues Ralph pasó tres días en una especie de agradecido silencio. De vez en cuando la reconocía, y se diría que quería hablarle, pero no tenía fuerzas para emitir sonido alguno. Y cerraba otra vez los ojos como si también él estuviese esperando algo..., algo que por fuerza tenía que suceder. Permanecía tan absolutamente inmóvil que ella se daba a creer que ya había llegado lo que se esperaba, pero no la abandonó un solo instante la sensación de que estaban y habían estado juntos. Sin embargo, no lo estaban siempre. Había otras horas en que ella vagaba por la casa vacía, escuchando en el fondo de su alma otra voz que no era la del pobre Ralph. Sentía un temor constante. Creía en la posibilidad de que su marido le escribiese. Pero éste guardó absoluto silencio, y ella recibió solamente una carta de Florencia, de la condesa Gemini. Por fin, al término del tercer día, Ralph pudo hablar.
"I feel better to-night," he murmured, abruptly, in the soundless dimness of her vigil; "I think I can say something." She sank upon her knees beside his pillow; took his thin hand in her own; begged him not to make an effort --not to tire himself. His face was of necessity serious --it was incapable of the muscular play of a smile; but its owner apparently had not lost a perception of incongruities. "What does it matter if I′m tired when I′ve all eternity to rest? There′s no harm in making an effort when it′s the very last of all. Don′t people always feel better just before the end? I′ve often heard of that; it′s what I was waiting for. Ever since you′ve been here I thought it would come. I tried two or three times; I was afraid you′d get tired of sitting there." He spoke slowly, with painful breaks and long pauses; his voice seemed to come from a distance. When he ceased he lay with his face turned to Isabel and his large unwinking eyes open into her own. "It was very good of you to come," he went on. "I thought you would; but I wasn′t sure." De pronto, en la triste claridad de la habitación y la sorda lobreguez de la vigilia de Isabel, murmuró: -Me siento mejor esta noche. Creo que voy a poder decir algo. [Se hincó ella de rodillas junto a su cabecera, tomó en la suya, suave y fina, la mano descarnada de él, y le rogó que no se cansara, que no hiciera esfuerzos. El semblante de Ralph estaba forzosamente serio, pues no era capaz de realizar el pliegue muscular indispensable para producir la sonrisa; no obstante, parecía no haber perdido el sentido del humor. -¿Qué importa que me canse cuando tengo ante mí toda la eternidad para reposar? -replicó-. No hay peligro en hacer un esfuerzo cuando ha de ser el último de todos. ¿No suele la gente sentirse mejor cuando se acerca el final? Con frecuencia lo he oído decir; y eso es lo que estaba precisamente esperando. Desde que viniste, supuse que eso tenía que llegar. Y lo intenté dos o tres veces porque temía que te cansaras de estar sentada ahí.-Hablaba despacio y quedo, respirando difícilmente y haciendo pausas prolongadas, y su voz parecía venir desde muy lejos. Cuando acababa, se quedaba con el rostro vuelto hacia Isabel, y sus grandes e inmóviles ojos fijos en los de ella-. Has sido muy buena por haber venido -añadió-. Suponía que vendrías, pero no estaba seguro.
"I was not sure either till I came," said Isabel. -Tampoco yo estaba segura hasta que vine -contestó Isabel con suavidad.
"You′ve been like an angel beside my bed. You know they talk about the angel of death. It′s the most beautiful of all. You′ve been like that; as if you were waiting for me." -Has sido como un ángel al lado de mi lecho. Ya sabes que se habla del ángel de la muerte. Ése es el más hermoso de todos. Eso has sido tú para mí, como si hubieses estado esperándome.
"I was not waiting for your death; I was waiting for --for this. This is not death, dear Ralph." -Yo no esperaba tu muerte... Esto -era lo que esperaba, esto. Y esto no es la muerte, mi querido Ralph.
"Not for you --no. There′s nothing makes us feel so much alive as to see others die. That′s the sensation of life --the sense that we remain. I′ve had it --even I. But now I′m of no use but to give it to others. With me it′s all over." And then he paused. Isabel bowed her head further, till it rested on the two hands that were clasped upon his own. She couldn′t see him now; but his far-away voice was close to her ear. "Isabel," he went on suddenly, "I wish it were over for you." She answered nothing; she had burst into sobs; she remained so, with her buried face. He lay silent, listening to her sobs; at last he gave a long groan. "Ah, what is it you have done for me?" -Para ti, desde luego, no... Nada nos hace sentir tanto en nosotros mismos la vida como el ver morir a los demás. Ésa es la sensación de la vida..., el darnos cuenta de que nos quedamos. Hasta yo he llegado a sentirla. Pero para lo único que puede servir ahora es para proporcionarla a los demás. Todo ha terminado para mí. Ralph hizo una pausa. Isabel inclinó todavía más la cabeza hasta que quedó reposando en sus manos, que aprisionaban la de él. No podía ver a su primo, pero en sus oídos continuaba estando su voz, venida de tan lejos. -Quisiera, por tu bien -dijo él de pronto-, que todo hubiese terminado ya, Isabel.-Ella no contestó, sollozó reiteradamente y siguió con la cabeza hundida en las manos. Él permaneció silencioso, escuchando el intermitente sollozar de ella, y, por último, prorrumpió en un largo gemido-: ¡Ah, si supieras lo que has hecho por mí!
"What is it you did for me?" she cried, her now extreme agitation half smothered by her attitude. She had lost all her shame, all wish to hide things. Now he must know; she wished him to know, for it brought them supremely together, and he was beyond the reach of pain. "You did something once --you know it. O Ralph, you′ve been everything! What have I done for you --what can I do to-day? I would die if you could live. But I don′t wish you to live; I would die myself, not to lose you." Her voice was as broken as his own and full of tears and anguish. -Si supieras lo que tú has hecho por mí -exclamó Isabel una vez que su propia actitud había logrado calmar su gran agitación. Había perdido toda sensación de vergüenza, toda voluntad de seguir ocultando las cosas. Ya era hora de que él supiese. Ella quería que lo supiera en aquel instante que los unía supremamente y en que ya estaba más allá del dolor. Así, dijo, llevada de su profundo impulso-: Tú hiciste algo una vez, ya sabes qué... ¡Oh, Ralph, tú lo has sido todo para mí! ¿Qué he hecho yo por ti..., qué puedo hacer ahora? Si a costa de mi vida pudieras vivir, la daría con gusto. Pero no quiero que vivas; lo que yo querría sería morir también para no perderte. Y su voz pareció tan rota como la de él, llena de lágrimas, tocada de inmensa aflicción.
"You won′t lose me --you′ll keep me. Keep me in your heart; I shall be nearer to you than I′ve ever been. Dear Isabel, life is better; for in life there′s love. Death is good --but there′s no love." -No me perderás sino que me conservarás. Guárdame en tu corazón. Estaré más cerca de ti de ahora en adelante de lo que nunca lo estuve. Mi querida Isabel, la vida es mejor porque en ella existe el amor. La muerte es buena..., pero en ella no existe amor.
"I never thanked you --I never spoke --I never was what I should be!" Isabel went on. She felt a passionate need to cry out and accuse herself, to let her sorrow possess her. All her troubles, for the moment, became single and melted together into this present pain. "What must you have thought of me? Yet how could I know? I never knew, and I only know to-day because there are people less stupid than I." -Yo no te di jamás las gracias..., no te hablé nunca de ello..., no fui nunca lo que debía ser -prosiguió Isabel. Experimentaba una aguda necesidad de llorar y de acusarse a sí misma, de abandonarse a su inmenso dolor. Todas sus penas se convirtieron entonces en una sola y se mezclaron en la de aquel instante-: ¿Qué has debido de pensar de mí? Pero ¿cómo podía yo saberlo? Jamás lo supe, y si lo sé hoy es porque hay otros menos necios que yo.
"Don′t mind people," said Ralph. "I think I′m glad to leave people." -No hables de los demás-dijo Ralph-. Creo que estoy contento de tener que dejarlos.
She raised her head and her clasped hands; she seemed for a moment to pray to him. "Is it true --is it true?" she asked. Alzó ella la cabeza y, al propio tiempo, sus manos unidas, como implorante, y preguntó: -¿Es de veras..., es verdad?
"True that you′ve been stupid? Oh no," said Ralph with a sensible intention of wit. -¿Verdad que has sido necia? Oh, no, nada de eso -contestó Ralph con un deseo de ser todavía ingenioso.
"That you made me rich --that all I have is yours?" -Que fuiste tú quien me hizo rica..., que todo lo que tengo es tuyo.
He turned away his head, and for some time said nothing. Then at last: "Ah, don′t speak of that --that was not happy." Slowly he moved his face toward her again, and they once more saw each other. "But for that --but for that --!" And he paused. "I believe I ruined you," he wailed. Volvió él la cabeza hacia el otro lado y estuvo un momento sin contestar. -No hables de eso-dijo al fin-, no ha sido una idea feliz.-De nuevo volvió la cabeza hacia ella y se contemplaron otra vez el uno al otro-. Lo que hice con eso... fue arruinar tu vida -terminó como en un suspiro.
She was full of the sense that he was beyond the reach of pain; he seemed already so little of this world. But even if she had not had it she would still have spoken, for nothing mattered now but the only knowledge that was not pure anguish --the knowledge that they were looking at the truth together. "He married me for the money," she said. She wished to say everything; she was afraid he might die before she had done so. Tenía ella plena conciencia de que Ralph estaba más allá del dolor, de que nada significaba ya en este mundo. Pero, aun cuando no la hubiera tenido, habría dicho lo mismo, ya que lo único que en tal momento tenía importancia era el pleno conocimiento de que aquello no era una mera angustia, el saber a ciencia cierta que ambos estaban mirando la verdad cara a cara. -Se casó conmigo sólo por el dinero -declaró. Y es que quería decirlo todo y tenía verdadero miedo de que él pudiera morir antes de que se lo hubiese dicho.
He gazed at her a little, and for the first time his fixed eyes lowered their lids. But he raised them in a moment, and then, "He was greatly in love with you," he answered. El la contempló un instante y por primera vez bajó los párpados; pero volvió a levantarlos enseguida y murmuró:
"Yes, he was in love with me. But he wouldn′t have married me if I had been poor. I don′t hurt you in saying that. How can I? I only want you to understand. I always tried to keep you from understanding; but that′s all over." -Sí, lo estaba, pero no se habría casado conmigo si yo hubiera sido pobre. No creo que te lastime diciéndote esto. No podría hacerlo. Lo único que quiero es que comprendas. Hice siempre lo posible por que no comprendieses, pero ahora ya no.
"I always understood," said Ralph. -Lo comprendí siempre todo.
"I thought you did, and I didn′t like it. But now I like it." -Eso creía yo, y no me gustaba que así fuera; pero hoy me alegro.
"You don′t hurt me --you make me very happy." And as Ralph said this there was an extraordinary gladness in his voice. She bent her head again, and pressed her lips to the back of his hand. "I always understood," he continued, "though it was so strange --so pitiful. You wanted to look at life for yourself --but you were not allowed; you were punished for your wish. You were ground in the very mill of the conventional!" -Lejos de lastimarme..., me haces muy feliz diciéndolo.-Y pareció como si una súbita y extraordinaria alegría se hiciera visible en su voz. Inclinó ella otra vez la cabeza y oprimió sus labios contra el dorso de la mano de él, que continuó diciendo-: Lo comprendí siempre todo..., por más que fuera tan extraño..., tan lamentable. Tú querías contemplar la vida por ti misma... y no se te ha permitido..., se te ha castigado por haberlo querido. Te redujeron a simple polvo en el molino de lo convencional.
"Oh yes, I′ve been punished," Isabel sobbed. -Cierto, bien se me ha castigado-dijo Isabel suspirando.
He listened to her a little, and then continued: "Was he very bad about your coming?" -¿Se portó muy mal contigo por lo del viaje?
"He made it very hard for me. But I don′t care." -Fue bastante duro, pero no me importa.
"It is all over then between you?" -¿Ha terminado ya todo entre vosotros?
"Oh no; I don′t think anything′s over." -Eso no; no creo que haya terminado todo.
"Are you going back to him?" Ralph gasped. -¿Piensas volver con él? -preguntó Ralph entrecortadamente.
"I don′t know --I can′t tell. I shall stay here as long as I may. I don′t want to think --I needn′t think. I don′t care for anything but you, and that′s enough for the present. It will last a little yet. Here on my knees, with you dying in my arms, I′m happier than I have been for a long time. And I want you to be happy --not to think of anything sad; only to feel that I′m near you and I love you. Why should there be pain? In such hours as this what have we to do with pain? That′s not the deepest thing; there′s something deeper." -No lo sé..., no sabría decirlo. Me quedaré aquí todo lo que pueda. No quiero pensar, necesito no pensar. No me importa nada aparte de ti, de tu persona. Eso me basta por el momento; y durará bastante. Aquí, de rodillas, teniéndote moribundo en mis brazos, soy más dichosa de lo que lo he sido desde hace mucho tiempo. Quiero que tú seas también dichoso..., que no pienses en nada triste..., que pienses tan sólo en que yo estoy cerca de ti y te quiero. ¿Cómo habría, pues, de haber dolor en ello? ¿Qué tenemos que hacer con el dolor en momentos como éstos? Ésta no es la cosa más profunda de todas, hay algo todavía más profundo.
Ralph evidently found from moment to moment greater difficulty in speaking; he had to wait longer to collect himself. At first he appeared to make no response to these last words; he let a long time elapse. Then he murmured simply: "You must stay here." A Ralph le costaba cada vez más hablar, por lo que tuvo que esperar bastante hasta recobrar fuerzas. Por de pronto, pareció no dar respuesta alguna a estas palabras y dejó transcurrir un rato. Luego murmuró sencillamente:
"I should like to stay --as long as seems right." -Debes quedarte aquí. -Me gustaría estar... tanto como parezca correcto.
"As seems right --as seems right?" He repeated her words. "Yes, you think a great deal about that." -¿Como parezca correcto..., como parezca correcto?-Repitió lentamente sus palabras y añadió-: Me parece que piensas demasiado en eso.
"Of course one must. You′re very tired," said Isabel. -No tiene una más remedio que pensar... Pero estás muy fatigado-dijo Isabel.
"I′m very tired. You said just now that pain′s not the deepest thing. No --no. But it′s very deep. If I could stay --" -Sí que lo estoy, pero acabas de decir con razón que el dolor no es la más profunda de las cosas. No..., no. Pero es verdaderamente profundo... ¡Si pudiese quedarme...!
"For me you′ll always be here," she softly interrupted. It was easy to interrupt him. -Para mí, tú seguirás estando siempre aquí... -le interrumpió ella, ya que no era difícil hacerlo en las condiciones en las que se hallaba.
But he went on, after a moment: "It passes, after all; it′s passing now. But love remains. I don′t know why we should suffer so much. Perhaps I shall find out. There are many things in life. You′re very young." Tras un momento, él prosiguió: -Pero después todo pasa, como está pasando ahora. Lo único que queda es el amor. No sé por qué hemos de sufrir tanto. Acaso llegue a averiguarlo. En la vida hay tantas cosas ... Tú eres muy joven.
"I feel very old," said Isabel. -Pero me siento muy vieja -replicó Isabel.
"You′ll grow young again. That′s how I see you. I don′t believe --I don′t believe --" But he stopped again; his strength failed him. -Volverás a ser joven de nuevo. Así es como yo te veo. No creo no creo... -Y se detuvo, porque las fuerzas le abandonaban.
She begged him to be quiet now. "We needn′t speak to understand each other," she said. Ella le rogó que se quedase callado y dijo: -Nosotros no tenemos necesidad de hablar para entendernos.
"I don′t believe that such a generous mistake as yours can hurt you for more than a little." -No creo que un error tan generoso como el tuyo pueda lastimarte ya mucho más tiempo.
"Oh Ralph, I′m very happy now," she cried through her tears. Ella exclamó, dando libre curso a sus lágrimas: -Oh, Ralph, ahora me siento completamente dichosa.
"And remember this," he continued, "that if you′ve been hated you′ve also been loved. Ah but, Isabel --ADORED!" he just audibly and lingeringly breathed. -Y acuérdate siempre de que, si bien te han odiado..., también has sido muy amada... No sólo amada, Isabel, ¡sino adorada!-exclamó exhalando un suspiro prolongado y apenas perceptible.
"Oh my brother!" she cried with a movement of still deeper prostration. Isabel prorrumpió en un sollozo, exclamando en un arrebato de gran postración: -¡Oh, Ralph, hermano mío!  






CHAPTER 55

55

He had told her, the first evening she ever spent at Gardencourt, that if she should live to suffer enough she might some day see the ghost with which the old house was duly provided. She apparently had fulfilled the necessary condition; for the next morning, in the cold, faint dawn, she knew that a spirit was standing by her bed. She had lain down without undressing, it being her belief that Ralph would not outlast the night. She had no inclination to sleep; she was waiting, and such waiting was wakeful. But she closed her eyes; she believed that as the night wore on she should hear a knock at her door. She heard no knock, but at the time the darkness began vaguely to grow grey she started up from her pillow as abruptly as if she had received a summons. It seemed to her for an instant that he was standing there --a vague, hovering figure in the vagueness of the room. She stared a moment; she saw his white face --his kind eyes; then she saw there was nothing. She was not afraid; she was only sure. She quitted the place and in her certainty passed through dark corridors and down a flight of oaken steps that shone in the vague light of a hall-window. Outside Ralph′s door she stopped a moment, listening, but she seemed to hear only the hush that filled it. She opened the door with a hand as gentle as if she were lifting a veil from the face of the dead, and saw Mrs. Touchett sitting motionless and upright beside the couch of her son, with one of his hands in her own. The doctor was on the other side, with poor Ralph′s further wrist resting in his professional fingers. The two nurses were at the foot between them. Mrs. Touchett took no notice of Isabel, but the doctor looked at her very hard; then he gently placed Ralph′s hand in a proper position, close beside him. The nurse looked at her very hard too, and no one said a word; but Isabel only looked at what she had come to see. It was fairer than Ralph had ever been in life, and there was a strange resemblance to the face of his father, which, six years before, she had seen lying on the same pillow. She went to her aunt and put her arm around her; and Mrs. Touchett, who as a general thing neither invited nor enjoyed caresses, submitted for a moment to this one, rising, as might be, to take it. But she was stiff and dry-eyed; her acute white face was terrible. Ralph había dicho a Isabel la primera noche de su llegada a Gardencourt, procedente de Estados Unidos, que, si llegaba a vivir lo suficiente para sufrir en alto grado, tal vez pudiera ver un día el duende que vagaba por aquella mansión. En el momento presente parece ser que ella tenía más que sobradamente satisfechas las condiciones, ya que a la mañana siguiente, a la hora de la débil y fría luz del alba, se dio cuenta de que un espíritu estaba de pie junto a su cama. Se había echado vestida en la cama en la creencia de que Ralph no sobreviviría a la noche. No sentía gran deseo de dormir, estaba esperando, y aquella espera la mantenía en constante duermevela. De. todos modos, se decidió a cerrar los ojos en la seguridad de que en el transcurso de la noche oiría llamar a su puerta. No oyó llamada alguna, pero en el momento en que las tinieblas comenzaban a teñirse del gris pálido del alba se incorporó de pronto, alzando la cabeza de la almohada como si hubiera recibido una premonición, y durante un momento se imaginó que él estaba allí de pie, vagando como una incorpórea figura en la recoleta penumbra de la habitación. Y se quedó mirándole fijamente; vio su blanco rostro, sus ojos bondadosos y luego... nada. No sentía miedo, pero estaba segura de lo acaecido. Salió de la habitación y, con la seguridad que la acuciaba, atravesó corredores y bajó los pocos escalones de madera de bien encerado roble que brillaba vagamente a la escasa luz de la ventana próxima. Se detuvo un momento ante la puerta de la habitación de Ralph para escuchar, mas le pareció que no oía sino el denso silencio que por completo la llenaba. Abrió cautamente la puerta con una sola mano, con igual levedad que si alzase el velo que cubriera la cabeza del difunto, y vio a la señora Tonchett inmóvil, sentada junto a la cabecera del lecho teniendo en la suya una mano de su hijo. Al otro lado estaba el doctor, con el dedo índice de su mano derecha apoyado en el reverso de la muñeca de Ralph, y las dos enfermeras al pie de la cama, entre la madre y el médico. La señora Touchett no se dio por enterada de la presencia de Isabel, pero el doctor la miró de manera bien significativa y luego dejó reposar suavemente la mano de Ralph junto a su cuerpo. La enfermera la miró igualmente de manera significativa, y nadie dijo una sola palabra; pero Isabel contemplaba tan sólo aquello que había ido a ver. Ralph estaba más hermoso de lo que jamás había estado en vida, y había un extraordinario parecido entre él entonces y el rostro de su padre que ella había visto seis años antes yaciendo en igual postura sobre la misma almohada. Se acercó a su tía y la rodeó con un brazo. La señora Touchot, que nunca solicitaba ni recibía a gusto las caricias, se sometió durante unos segundos al placer de aquélla, levantándose de la silla para recibirla mejor. No obstante, su rostro estaba completamente inalterado, secos sus ojos, toda ella rígida y altiva.
"Dear Aunt Lydia," Isabel murmured. -¡Mi querida tía Lydia! -se limitó a murmurar Isabel.
"Go and thank God you′ve no child," said Mrs. Touchett, disengaging herself. Y la señora Touchett, separándose blandamente de aquel abrazo, contestó: -Ve a dar gracias a Dios por no tener hijos.
Three days after this a considerable number of people found time, at the height of the London "season," to take a morning train down to a quiet station in Berkshire and spend half an hour in a small grey church which stood within an easy walk. It was in the green burial-place of this edifice that Mrs. Touchett consigned her son to earth. She stood herself at the edge of the grave, and Isabel stood beside her; the sexton himself had not a more practical interest in the scene than Mrs. Touchett. It was a solemn occasion, but neither a harsh nor a heavy one; there was a certain geniality in the appearance of things. The weather had changed to fair; the day, one of the last of the treacherous May-time, was warm and windless, and the air had the brightness of the hawthorn and the blackbird. If it was sad to think of poor Touchett, it was not too sad, since death, for him, had had no violence. He had been dying so long; he was so ready; everything had been so expected and prepared. There were tears in Isabel′s eyes, but they were not tears that blinded. She looked through them at the beauty of the day, the splendour of nature, the sweetness of the old English churchyard, the bowed heads of good friends. Lord Warburton was there, and a group of gentlemen all unknown to her, several of whom, as she afterwards learned, were connected with the bank; and there were others whom she knew. Miss Stackpole was among the first, with honest Mr. Bantling beside her; and Caspar Goodwood, lifting his head higher than the rest --bowing it rather less. During much of the time Isabel was conscious of Mr. Goodwood′s gaze; he looked at her somewhat harder than he usually looked in public, while the others had fixed their eyes upon the churchyard turf. But she never let him see that she saw him; she thought of him only to wonder that he was still in England. She found she had taken for granted that after accompanying Ralph to Gardencourt he had gone away; she remembered how little it was a country that pleased him. He was there, however, very distinctly there; and something in his attitude seemed to say that he was there with a complex intention. She wouldn′t meet his eyes, though there was doubtless sympathy in them; he made her rather uneasy. With the dispersal of the little group he disappeared, and the only person who came to speak to her --though several spoke to Mrs. Touchett --was Henrietta Stackpole. Henrietta had been crying. Tres días después de este acontecimiento, numerosas personas hallaron tiempo, en plena «temporada» londinense, para tomar el tren de la mañana hasta una tranquila estación en el Berkshire y pasar media hora en una pequeña iglesia gris no muy distante de la estación. La señora Touchett entregó para siempre a la tierra el cuerpo de su hijo, en el verde y callado cementerio del diminuto templo. Permaneció ella al pie de la sepultura e Isabel a su lado, y ni el mismo sepulturero parecía sentir tanto interés práctico como la señora Touchett en escena semejante. Era una ocasión verdaderamente solemne, pero no desagradable ni pesada, y parecía como si las cosas se hubieran puesto de acuerdo para quitarle toda aspereza. El tiempo había mejorado, y el día, uno de los últimos del mes de mayo, a veces traicionero, era templado y sin viento, mientras que el aire tenía la brillantez del espino y la suavidad del canto del mirlo. Era triste pensar en el pobre Ralph, pero no en exceso, pues la muerte no había tenido para él violencia alguna. Llevaba mucho tiempo muriéndose y estaba perfectamente preparado para ello; todo había sido esperado y se hallaba preparado para el caso. Las lágrimas que brotaron de los ojos de Isabel no llegaron a cegarla. A través de ellas podía contemplar la hermosura de aquel día, el esplendor de la naturaleza, la quietud del pequeño cementerio, las cabezas inclinadas de los amigos de su primo. Allí estaba lord Warburton, y un grupo de caballeros que le eran por completo desconocidos y que pertenecían a la administración y gerencia del banco, y varios otros que conocía. Entre éstos se hallaba la señorita Stackpole, con el bueno del señor Bantling a su lado; y Caspar Goodwood, cuya cabeza sobresalía por encima de las de los demás y, en cambio, se inclinaba menos. Isabel fue consciente durante gran parte del tiempo de que Caspar Goodwood no le quitaba ojo de encima mientras los demás asistentes tenían los suyos fijos en el verde césped. Pero ella no le hizo comprender ni una sola vez que le había visto, y se preguntaba por qué permanecía aún en Inglaterra. Había dado por supuesto que, una vez que hubiese dejado a Ralph instalado en Gardencourt, tomaría el primer vapor para América, pues sabía lo poco que el país le agradaba. Pero a pesar de todo estaba allí, bien tranquilo y erguido, y en su actitud había un no sé qué que parecía patentizar su permanencia como obedeciendo a un complicado propósito. Isabel no quería que sus ojos se encontraran con los de él, aunque en ellos había sin duda verdadero sentimiento por el difunto; su presencia acabó por hacerla sentirse molesta. Desapareció él junto con el pequeño grupo de amigos, y la única persona que a ella se acercó -casi todas fueron a ofrecer su pésame a la señora Touchett- fue Henrietta Stackpole, que había estado llorando.
Ralph had said to Isabel that he hoped she would remain at Gardencourt, and she made no immediate motion to leave the place. She said to herself that it was but common charity to stay a little with her aunt. It was fortunate she had so good a formula; otherwise she might have been greatly in want of one. Her errand was over; she had done what she had left her husband to do. She had a husband in a foreign city, counting the hours of her absence; in such a case one needed an excellent motive. He was not one of the best husbands, but that didn′t alter the case. Certain obligations were involved in the very fact of marriage, and were quite independent of the quantity of enjoyment extracted from it. Isabel thought of her husband as little as might be; but now that she was at a distance, beyond its spell, she thought with a kind of spiritual shudder of Rome. There was a penetrating chill in the image, and she drew back into the deepest shade of Gardencourt. She lived from day to day, postponing, closing her eyes, trying not to think. She knew she must decide, but she decided nothing; her coming itself had not been a decision. On that occasion she had simply started. Osmond gave no sound and now evidently would give none; he would leave it all to her. From Pansy she heard nothing, but that was very simple: her father had told her not to write. Ralph le había manifestado a Isabel su deseo de que permaneciese en Gardencourt, y ella no hizo movimiento alguno que mostrase su intención de abandonar el lugar. Se justificaba a sí misma pensando que era una obra de caridad permanecer, cuando menos, algunos días con su tía. Y fue verdaderamente afortunado para ella haber encontrado tal fórmula, porque, de lo contrario, habría tenido que preocuparse de buscar otra. Su misión estaba ya terminada; había hecho aquello para lo que había dejado a su marido. Tenía un esposo, allá en la ciudad distante, que contaba las horas de su ausencia, y en tal caso se necesitaba un motivo harto poderoso para prolongarla. Sin duda no era él uno de los mejores maridos que existían, mas eso no cambiaba la realidad, no alteraba el resultado final. En el matrimonio, como tal, había implícitamente ciertas obligaciones que eran independientes de la satisfacción que aquél pudiera proporcionar. Isabel procuraba pensar en su marido lo menos posible, pero ahora que estaba lejos de él y sin sufrir su maligna influencia, pensaba en Roma con una especie de estremecimiento espiritual. En aquella imagen había sin duda algo de tremenda frialdad que la hacía recluirse en las más tranquilas penumbras de la mansión de Gardencourt. De tal suerte, vivía día tras día, postergando su partida, cerrando los ojos, tratando de no pensar. Sabía perfectamente que debía decidir algo, pero no decidía absolutamente nada. Su mismo viaje a Inglaterra no había sido fruto de una decisión. Lo único que en tal oportunidad hizo fue partir. Osmond no daba señales de vida y era evidente que no daría ninguna, dejándolo todo en manos de ella. Tampoco sabía nada de Pansy, pero la explicación era bien sencilla: su padre le había prohibido escribir.
Mrs. Touchett accepted Isabel′s company, but offered her no assistance; she appeared to be absorbed in considering, without enthusiasm but with perfect lucidity, the new conveniences of her own situation. Mrs. Touchett was not an optimist, but even from painful occurrences she managed to extract a certain utility. This consisted in the reflexion that, after all, such things happened to other people and not to herself. Death was disagreeable, but in this case it was her son′s death, not her own; she had never flattered herself that her own would be disagreeable to any one but Mrs. Touchett. She was better off than poor Ralph, who had left all the commodities of life behind him, and indeed all the security; since the worst of dying was, to Mrs. Touchett′s mind, that it exposed one to be taken advantage of. For herself she was on the spot; there was nothing so good as that. She made known to Isabel very punctually --it was the evening her son was buried --several of Ralph′s testamentary arrangements. He had told her everything, had consulted her about everything. He left her no money; of course she had no need of money. He left her the furniture of Gardencourt, exclusive of the pictures and books and the use of the place for a year; after which it was to be sold. The money produced by the sale was to constitute an endowment for a hospital for poor persons suffering from the malady of which he died; and of this portion of the will Lord Warburton was appointed executor. The rest of his property, which was to be withdrawn from the bank, was disposed of in various bequests, several of them to those cousins in Vermont to whom his father had already been so bountiful. Then there were a number of small legacies. La señora Touchett aceptaba la compañía de Isabel, pero no le prestaba ninguna ayuda; parecía absorta por completo -sin entusiasmo alguno, aunque con gran lucidez- en las conveniencias de su nueva situación. Si bien no era optimista, la señora Touchett sabía sacar fuerzas de flaqueza y cierta utilidad de todas las ocasiones dolorosas. Utilidad que consistía en pensar que, después de todo, tales hechos les ocurrían a los demás y no a ella. Cierto que la muerte era algo desagradable, pero en aquel caso se trataba de la muerte de su hijo, no de la suya, y se vanagloriaba de pensar que la suya no le resultaría desagradable absolutamente a nadie, a no ser a ella misma. Ella estaba mucho mejor que el pobre Ralph, que había dejado tras de sí todas las comodidades de la vida y, desde luego, la seguridad material; pues, a juicio de la señora Touchett, lo peor de la muerte era que le exponía a uno a privarlo de sus ventajas. Por lo que a ella respectaba, seguía en su sitio, y no había cosa mejor que ésa. La noche misma del día del entierro hizo saber a Isabel, con toda exactitud, algunas de las interesantes disposiciones testamentarias de Ralph. Él se lo había contado todo, todo se lo había consultado. No le dejaba a su madre dinero alguno, que ella, por lo demás, no había menester. Le dejaba el mobiliario de Gardencourt, excepto los cuadros y libros, y el uso de la mansión durante un año a contar desde la fecha de su muerte, después de lo cual debía sacarse a la venta. El dinero obtenido de ella se destinaría a financiar un hospital para personas aquejadas de la enfermedad que le llevara a él al sepulcro, quedando lord Warburton nombrado albacea y ejecutor de tal parte del testamento. El resto de sus bienes, que deberían ser retirados del banco, quedaba distribuido en varios legados, algunos de ellos para los primos de Vermont, con quienes su padre se había mostrado ya muy generoso. A continuación había una serie de legados de menor cuantía.
"Some of them are extremely peculiar," said Mrs. Touchett; "he has left considerable sums to persons I never heard of. He gave me a list, and I asked then who some of them were, and he told me they were people who at various times had seemed to like him. Apparently he thought you didn′t like him, for he hasn′t left you a penny. It was his opinion that you had been handsomely treated by his father, which I′m bound to say I think you were --though I don′t mean that I ever heard him complain of it. The pictures are to be dispersed; he has distributed them about, one by one, as little keepsakes. The most valuable of the collection goes to Lord Warburton. And what do you think he has done with his library? It sounds like a practical joke. He has left it to your friend Miss Stackpole --′in recognition of her services to literature.′ Does he mean her following him up from Rome? Was that a service to literature? It contains a great many rare and valuable books, and as she can′t carry it about the world in her trunk he recommends her to sell it at auction. She will sell it of course at Christie′s, and with the proceeds she′ll set up a newspaper. Will that be a service to literature?" -Algunos de sus legados son verdaderamente curiosos -dijo la señora Touchett-, pues ha dejado una gran suma de dinero a personas de las que ni siquiera he oído hablar en mi vida. El me proporcionó una lista completa de ellas, y me dijo que eran personas que en varías oportunidades demostraron profesarle afecto. Por lo visto, debía de pensar que tú no le querías, porque no te ha dejado un solo penique. Creía que su padre ya te había tratado con esplendidez, opinión que yo comparto, si bien jamás le oí la menor crítica al respecto. Los cuadros tomarán cada uno su camino, pues los ha dejado a distintas personas a quienes pudiera agradar tenerlos. Los de más valor de la colección se los deja a lord Warburton. Lo que no puedes imaginarte es lo que hace con la biblioteca. Cualquiera diría que se trata de una broma pesada. Se la deja a tu amiga la señorita Stackpole, en reconocimiento a los servicios por ella prestados a la literatura. ¿Se referirá a que le acompañó hasta aquí desde Roma? ¿Consideraba él semejante compañía un servicio a la literatura? La biblioteca contiene algunos volúmenes muy raros y de gran valor, y, como ella no puede llevarlos por todas partes en el fondo de su baúl, él mismo le recomienda que los venda en pública subasta. Indudablemente los hará vender en la casa Christie y con el producto fundará un periódico. ¿Consistirá acaso en eso el servicio a la literatura?
This question Isabel forbore to answer, as it exceeded the little interrogatory to which she had deemed it necessary to submit on her arrival. Besides, she had never been less interested in literature than to-day, as she found when she occasionally took down from the shelf one of the rare and valuable volumes of which Mrs. Touchett had spoken. She was quite unable to read; her attention had never been so little at her command. One afternoon, in the library, about a week after the ceremony in the churchyard, she was trying to fix it for an hour; but her eyes often wandered from the book in her hand to the open window, which looked down the long avenue. It was in this way that she saw a modest vehicle approach the door and perceived Lord Warburton sitting, in rather an uncomfortable attitude, in a corner of it. He had always had a high standard of courtesy, and it was therefore not remarkable, under the circumstances, that he should have taken the trouble to come down from London to call on Mrs. Touchett. It was of course Mrs. Touchett he had come to see, and not Mrs. Osmond; and to prove to herself the validity of this thesis Isabel presently stepped out of the house and wandered away into the park. Since her arrival at Gardencourt she had been but little out of doors, the weather being unfavourable for visiting the grounds. This evening, however, was fine, and at first it struck her as a happy thought to have come out. The theory I have just mentioned was plausible enough, but it brought her little rest, and if you had seen her pacing about you would have said she had a bad conscience. She was not pacified when at the end of a quarter of an hour, finding herself in view of the house, she saw Mrs. Touchett emerge from the portico accompanied by her visitor. Her aunt had evidently proposed to Lord Warburton that they should come in search of her. She was in no humour for visitors and, if she had had a chance, would have drawn back behind one of the great trees. But she saw she had been seen and that nothing was left her but to advance. As the lawn at Gardencourt was a vast expanse this took some time; during which she observed that, as he walked beside his hostess, Lord Warburton kept his hands rather stiffly behind him and his eyes upon the ground. Both persons apparently were silent; but Mrs. Touchett′s thin little glance, as she directed it toward Isabel, had even at a distance an expression. It seemed to say with cutting sharpness: "Here′s the eminently amenable nobleman you might have married!" When Lord Warburton lifted his own eyes, however, that was not what they said. They only said "This is rather awkward, you know, and I depend upon you to help me." He was very grave, very proper and, for the first time since Isabel had known him, greeted her without a smile. Even in his days of distress he had always begun with a smile. He looked extremely self-conscious. Isabel consideró que no tenía por qué contestar a semejante pregunta, ya que excedía al pequeño interrogatorio a que había accedido a prestarse a su llegada a Gardencourt. Además, nunca había sentido tan poco interés por la literatura como entonces, como se demostraba cuando accidentalmente abría cualquiera de aquellos raros y preciosos libros de que su tía le hablara. En realidad le era casi imposible leer, ya que nunca le había resultado tan difícil como ahora centrar la atención. Una tarde, la semana siguiente del entierro de Ralph, se había pasado más de una hora en la biblioteca haciendo esfuerzos por concentrarse, pero apartaba continuamente la mirada del libro y se ponía a mirar por la ventana, frente a la cual se extendía la espaciosa y larga avenida. Y he aquí que, mientras contemplaba la verde lejanía, vio un modesto cabriolé que se acercaba a la puerta, y en él, en un rincón, sentado en postura harto incómoda, a lord Warburton en persona. Grande había sido siempre su sentido de la cortesía, por lo cual no era de extrañar que se tomara la molestia de trasladarse a Londres para visitar a la señora Touchett. Desde luego, era a la señora Touchett y no a la señora Osmond a quien él deseaba ver; y, para demostrarse a sí misma la verdad de tal presunción, Isabel salió de la casa y se fue a dar una vuelta por el parque. A causa del mal tiempo, nada favorable para vagar por los alrededores, había salido poco de la casa desde su llegada a Gardencourt. Pero aquélla era una tarde muy agradable y se le antojó que sería una buena idea salir a dar un paseo. La presunción a que antes nos hemos referido era en cierto modo acertada, pero no le produjo, en fin de cuentas, gran beneficio, y no se necesitaba una gran astucia para convencerse, con sólo verla, de que se hallaba en un momento de gran inquietud. No había logrado todavía calmarse cuando, al cabo de un cuarto de hora, al estar de nuevo ante la casa, vio a la señora Touchett salir de ella acompañada de su visitante. Era evidente que su tía había propuesto a lord Warburton ir juntos en su busca. Pero ella no estaba de humor para visitas y, si le hubiera sido posible, de buena gana se habría escondido detrás de uno de los añosos y corpulentos árboles. Pero se convenció de que la habían visto y no le quedaba más remedio que seguir avanzando. Y, como el prado de Gardencourt era de extensión considerable, tardó algún tiempo en recorrerlo, tiempo que aprovechó para observar que, mientras caminaba al lado de su anfitriona, lord Warburton llevaba las manos rígidamente enlazadas tras la espalda y los ojos fijos en el suelo. Una y otro parecían guardar silencio, pero la aguda y penetrante mirada que la señora Touchett dirigía a Isabel parecía decir en tono tajante: «Aquí tienes al extraordinariamente condescendiente y noble caballero con quien debiste haberte casado». Sin embargo, cuando lord Warburton alzó los ojos no fueron aquellas altisonantes palabras las que éstos parecían pronunciar, sino otras mucho más sencillas, a saber: «Es una cuestión bien peliaguda, como puede ver, y cuento con su ayuda». Su aspecto era muy grave, muy adecuado a las circunstancias, y, por primera vez desde que la conocía; saludó a Isabel sin una previa sonrisa. Incluso en los días de su desgracia, siempre había comenzado con una sonrisa. Pero ahora se diría que estaba sumamente preocupado.
"Lord Warburton has been so good as to come out to see me," said Mrs. Touchett. "He tells me he didn′t know you were still here. I know he′s an old friend of yours, and as I was told you were not in the house I brought him out to see for himself." -Lord Warburton ha tenido la amabilidad de venir a verme -dijo la señora Touchett-. Dice que no sabía que estuvieras todavía aquí. Como sé que sois buenos y viejos amigos y me han dicho que no estabas en la casa, le he acompañado para que te viera.
"Oh, I saw there was a good train at 6:40, that would get me back in time for dinner," Mrs. Touchett′s companion rather irrelevantly explained. "I′m so glad to find you′ve not gone." -Oh, he visto que hay un tren que pasa por la estación a las seis cuarenta y que me permitirá estar de vuelta en casa para la hora de la cena -dijo sin venir a cuento y a guisa de explicación el acompañante de la señora Touchett. Y añadió-: Me alegro mucho de que no sé haya marchado todavía.
"I′m not here for long, you know," Isabel said with a certain eagerness. -Pero no me quedaré mucho tiempo -replicó Isabel con cierta, vehemencia.
"I suppose not; but I hope it′s for some weeks. You came to England sooner than --a --than you thought?" -Ya me lo imagino, aunque espero que sean algunas semanas ¿Acaso ha vuelto usted a Inglaterra antes de..., de... lo que pensaba?...
"Yes, I came very suddenly." -Sí. Tuve que venir súbitamente, por lo de Ralph.
Mrs. Touchett turned away as if she were looking at the condition of the grounds, which indeed was not what it should be, while Lord Warburton hesitated a little. Isabel fancied he had been on the point of asking about her husband --rather confusedly --and then had checked himself. He continued immitigably grave, either because he thought it becoming in a place over which death had just passed, or for more personal reasons. If he was conscious of personal reasons it was very fortunate that he had the cover of the former motive; he could make the most of that. Isabel thought of all this. It was not that his face was sad, for that was another matter; but it was strangely inexpressive. La señora Touchett hizo como si se alejara un poco para examinar el césped, que desde luego no estaba como debía estar, y lord Warburton titubeó un poco. Isabel se figuró que había estado a punto de preguntarle por su marido, a juzgar por su turbación, y que luego se había contenido. Persistía en su inmutable actitud de gravedad, fuera por creer que así convenía mostrarse en un lugar por donde había pasado la muerte, fuera por razones de pura índole personal. Si, en verdad, tenía razones puramente personales, era una suerte para él poder encubrirlas bajo otros motivos. Isabel pensó en todo ello. No se trataba de que tuviese el semblante triste, pues para ello había un motivo, sino que se observaba en él una extraña falta de expresión.
"My sisters would have been so glad to come if they had known you were still here --if they had thought you would see them," Lord Warburton went on. "Do kindly let them see you before you leave England." -Mis hermanas habrían tenido mucho gusto en venir a verla si hubiesen sabido que usted estaba todavía aquí... y que las recibiría -dijo-. ¿Tendría usted la bondad de permitirles verla antes de abandonar Inglaterra?
"It would give me great pleasure; I have such a friendly recollection of them." -Será para mí un placer, pues guardo de ellas el mejor recuerdo.
"I don′t know whether you would come to Lockleigh for a day or two? You know there′s always that old promise." And his lordship coloured a little as he made this suggestion, which gave his face a somewhat more familiar air. "Perhaps I′m not right in saying that just now; of course you′re not thinking of visiting. But I meant what would hardly be a visit. My sisters are to be at Lockleigh at Whitsuntide for five days; and if you could come then --as you say you′re not to be very long in England --I would see that there should be literally no one else." -No sé si a usted le agradaría ir a pasar uno o dos días a Lockleigh, pues ya sabe que está aún pendiente su antigua promesa. -El aristócrata se ruborizó un tanto al hacer tal sugerencia, que, a pesar de ello, comunicó a su cara mayor expresión y familiaridad. Y se arriesgó a añadir-: Acaso no hago bien en decírselo en estos momentos, pero no ha de pensar usted en que va de visita, pues ésta no tendría carácter de′ tal. Mis hermanas pasarán cinco días en Lockleigh durante la próxima Pascua de Pentecostés; y si para entonces pudiese usted ir, ya que dice que no estará mucho más tiempo en Inglaterra, yo me las arreglaría para que no hubiese allí ninguna otra persona.
Isabel wondered if not even the young lady he was to marry would be there with her mamma; but she did not express this idea. "Thank you extremely," she contented herself with saying; "I′m afraid I hardly know about Whitsuntide." Isabel se preguntó si ni siquiera estaría allí la joven aristócrata con quien debía casarse, acompañada de su mamá, pero no hizo ninguna alusión al respecto. -Se lo agradezco infinito -se limitó a contestar-. Pero no sé qué será de mí para la Pascua de Pentecostés.
"But I have your promise --haven′t I? --for some other time." -De todos modos tengo su promesa..., ¿no es cierto?..., para otra ocasión.
There was an interrogation in this; but Isabel let it pass. She looked at her interlocutor a moment, and the result of her observation was that --as had happened before --she felt sorry for him. "Take care you don′t miss your train," she said. And then she added: "I wish you every happiness." En tal respuesta se encerraba una verdadera pregunta, pero Isabel hizo como si la pasara por alto. Ella lo contempló un instante y como resultado de tal contemplación dedujo -como ya otra vez le aconteciera -que sentía pena por él. -Tenga cuidado; no vaya a perder el tren -dijo. Y luego añadió-: Le deseo toda clase de felicidad.
He blushed again, more than before, and he looked at his watch. "Ah yes, 6.40; I haven′t much time, but I′ve a fly at the door. Thank you very much." It was not apparent whether the thanks applied to her having reminded him of his train or to the more sentimental remark. "Good-bye, Mrs. Osmond; good-bye." He shook hands with her, without meeting her eyes, and then he turned to Mrs. Touchett, who had wandered back to them. With her his parting was equally brief; and in a moment the two ladies saw him move with long steps across the lawn. Él se ruborizó más todavía que antes y miró su reloj. -Las seis y media; no me queda mucho tiempo, pero tengo un coche en la puerta. Mil gracias. -Y el caso es que no sería fácil decir si aquella manifestación de gratitud se debía a que le hubiera recordado la hora del tren o al comentario más sentimental-. Adiós, señora Osmond, adiós. Le dio la mano sin mirarla a los ojos y se volvió hacia la señora Touchett, que iba un poco detrás de ellos. Se despidió de ella con idéntica premura y, al cabo de un momento, las dos damas le vieron alejarse a grandes zancadas por el prado..
"Are you very sure he′s to be married?" Isabel asked of her aunt. -¿Está usted segura de que se va a casar? -preguntó Isabel a su tía.
"I can′t be surer than he; but he seems sure. I congratulated him, and he accepted it." -No puedo estar más segura que él, pero él parece estarlo. Lo he felicitado por su próxima boda y ha aceptado la felicitación.
"Ah," said Isabel, "I give it up!" --while her aunt returned to the house and to those avocations which the visitor had interrupted. Y, mientras su tía se internaba de nuevo en la casa para entregarse a las ocupaciones que el visitante había interrumpido, Isabel dijo: -¡Bah! Renuncio a entenderlo.
She gave it up, but she still thought of it --thought of it while she strolled again under the great oaks whose shadows were long upon the acres of turf. At the end of a few minutes she found herself near a rustic bench, which, a moment after she had looked at it, struck her as an object recognised. It was not simply that she had seen it before, nor even that she had sat upon it; it was that on this spot something important had happened to her --that the place had an air of association. Then she remembered that she had been sitting there, six years before, when a servant brought her from the house the letter in which Caspar Goodwood informed her that he had followed her to Europe; and that when she had read the letter she looked up to hear Lord Warburton announcing that he should like to marry her. It was indeed an historical, an interesting, bench; she stood and looked at it as if it might have something to say to her. She wouldn′t sit down on it now --she felt rather afraid of it. She only stood before it, and while she stood the past came back to her in one of those rushing waves of emotion by which persons of sensibility are visited at odd hours. The effect of this agitation was a sudden sense of being very tired, under the influence of which she overcame her scruples and sank into the rustic seat. I have said that she was restless and unable to occupy herself; and whether or no, if you had seen her there, you would have admired the justice of the former epithet, you would at least have allowed that at this moment she was the image of a victim of idleness. Her attitude had a singular absence of purpose; her hands, hanging at her sides, lost themselves in the folds of her black dress; her eyes gazed vaguely before her. There was nothing to recall her to the house; the two ladies, in their seclusion, dined early and had tea at an indefinite hour. How long she had sat in this position she could not have told you; but the twilight had grown thick when she became aware that she was not alone. She quickly straightened herself, glancing about, and then saw what had become of her solitude. She was sharing it with Caspar Goodwood, who stood looking at her, a few yards off, and whose footfall on the unresonant turf, as he came near, she had not heard. It occurred to her in the midst of this that it was just so Lord Warburton had surprised her of old. Renunciaba a entenderlo, es verdad, lo cual no evitó que continuara pensando en tal cosa..., mientras volvía a pasar bajo los grandes robles cuyas sombras se alargaban sobre el profuso y fresco césped. Al cabo de unos minutos se encontró frente a un banco rústico que la hizo detenerse; lo contempló despacio y le pareció un objeto conocido. Pero no le resultaba conocido por el mero hecho de haberlo visto antes ni de haberse sentado en él, sino porque precisamente en tal sitio le había ocurrido algo importante, y, por ende, se le presentaba con un aire de asociación propicia de ideas. Isabel recordó que, hacía seis años, estaba sentada en aquel banco cuando un criado de la casa le entregó una carta en la que Gaspar Goodwood le comunicaba que había ido a Europa en pos de ella; y que, en cuanto acabó de leer la carta, vio a lord Warburton en pie ante ella y le oyó pedirle que se casara con él. Por tanto, para ella era un banco interesante; más todavía, histórico. Así pues, se detuvo al verlo como si aquel asiento tuviera algo que decirle. No, ya no se volvería a sentar en él..., parecía inspirarle miedo. De suerte que se quedó inmóvil ante él, mientras el recuerdo del pasado acudía a su memoria en una de esas oleadas que de vez en cuando parecen sepultar a personas de gran sensibilidad en ciertos extraños momentos. El efecto que tal agitación le produjo fue el de un intenso y súbito cansancio que la obligó a olvidar sus escrúpulos y dejarse caer en el rústico asiento. Como ya se ha dicho, se sentía desasosegada e incapaz de concentrarse en nada; y aun cuando, por una u otra razón, pudiera considerarse justo o inapropiado el epíteto con que acabamos de describirla, no se puede por menos de reconocer que en tal momento era la viva imagen de la indolencia. En toda su actitud podía adivinarse la carencia completa de propósito: sus manos languidecían inactivas sobre la falda del negro vestido, y su mirada estaba absorta. Nada había que le incitase a entrar de nuevo en la casa, pues las dos damas, tan solas en la morada inmensa, solían cenar pronto y el té lo tomaban a cualquier hora. Imposible sería decir cuánto tiempo permaneció en actitud semejante. Lo cierto es que el crepúsculo había ido adensándose, y entonces se dio cuenta de que no estaba sola. Volvió en sí, enderezó su abandonado cuerpo y, esparciendo la mirada en derredor, vio que estaba compartiendo su soledad con Gaspar Goodwood. Éste se hallaba de pie a poca distancia de ella, que no había oído sus sordos pasos sobre el césped blando, por cercanos que eran. Y, en medio de aquella rápida visión, Isabel se acordó instantáneamente de que del mismo modo y en el mismo sitio la había sorprendido lord b Warburton seis años antes.
She instantly rose, and as soon as Goodwood saw he was seen he started forward. She had had time only to rise when, with a motion that looked like violence, but felt like --she knew not what, he grasped her by the wrist and made her sink again into the seat. She closed her eyes; he had not hurt her; it was only a touch, which she had obeyed. But there was something in his face that she wished not to see. That was the way he had looked at her the other day in the churchyard; only at present it was worse. He said nothing at first; she only felt him close to her --beside her on the bench and pressingly turned to her. It almost seemed to her that no one had ever been so close to her as that. All this, however, took but an instant, at the end of which she had disengaged her wrist, turning her eyes upon her visitant. "You′ve frightened me," she said. Isabel se levantó en el acto, y Goodwood, en cuanto se dio cuenta de que le había visto, avanzó hacia ella. Apenas había tenido tiempo Isabel de levantarse cuando, con un gesto que parecía de violencia y, sin embargo, trascendía a no sabía ella qué otra cosa, él la asió de la muñeca y la obligó a sentarse nuevamente en el banco. Cerró Isabel los ojos y, pese a no sentir daño alguno, pues él apenas la había tocado, obedeció aquel mudo mandato. Algo había, sin embargo, en el semblante de Goodwood que habría preferido no haber visto: la misma expresión con que días atrás la mirara en el pequeño cementerio..., sólo que en el momento actual era mucho peor. Al principio, él no dijo palabra; sólo le sintió a su vera, en el banco, con el rostro vuelto hacia ella. Le parecía que nadie había estado jamás tan cerca de su cuerpo como en aquel instante lo estaba Gaspar Goodwood, mas fue sólo un instante. -Me ha asustado usted -dijo la dama, mirándole de frente y liberando la muñeca de la mano de él.
"I didn′t mean to," he answered, "but if I did a little, no matter. I came from London a while ago by the train, but I couldn′t come here directly. There was a man at the station who got ahead of me. He took a fly that was there, and I heard him give the order to drive here. I don′t know who he was, but I didn′t want to come with him; I wanted to see you alone. So I′ve been waiting and walking about. I′ve walked all over, and I was just coming to the house when I saw you here. There was a keeper, or some one, who met me; but that was all right, because I had made his acquaintance when I came here with your cousin. Is that gentleman gone? Are you really alone? I want to speak to you." Goodwood spoke very fast; he was as excited as when they had parted in Rome. Isabel had hoped that condition would subside; and she shrank into herself as she perceived that, on the contrary, he had only let out sail. She had a new sensation; he had never produced it before; it was a feeling of danger. There was indeed something really formidable in his resolution. She gazed straight before her; he, with a hand on each knee, leaned forward, looking deeply into her face. The twilight seemed to darken round them. "I want to speak to you," he repeated; "I′ve something particular to say. I don′t want to trouble you --as I did the other day in Rome. That was of no use; it only distressed you. I couldn′t help it; I knew I was wrong. But I′m not wrong now; please don′t think I am," he went on with his hard, deep voice melting a moment into entreaty. "I came here to-day for a purpose. It′s very different. It was vain for me to speak to you then; but now I can help you." -No ha sido ésa mi intención -contestó Goodwood sinceramente-, pero si la asusté, no tiene importancia. Llegué hace un rato de Londres en el tren, pero no pude venir enseguida porque en la estación había otro hombre que se me adelantó; tomó un cabriolé que allí había y le oí dar la orden de que le condujeran aquí. Ignoro quién era, pero no quise venir con él porque quería verla a usted a solas. Por eso estuve esperando y merodeando por aquí cerca, y ya me disponía a dirigirme a la casa cuando la vi sentada aquí. Me encontré a un guarda, pero, como me conocía de cuando vine acompañando a su primo, no me molestó para nada. ¿Se fue ya ese caballero? ¿Está usted verdaderamente sola? Porque estoy decidido a hablar con usted. Goodwood dijo todo esto muy deprisa, pues se sentía muy excitado, como cuando se separaron en Roma. Isabel había estado esperando que mejoraran las condiciones, pero vio que tenía que replegarse en sí misma al darse cuenta de que el otro no había hecho sino empezar a largar velas. Y experimentó una sensación que él no le había producido nunca antes: le daba miedo, e indudablemente se debía al carácter extraordinario de su resolución. Ella miró al frente con la vista fija en el vacío, mientras él, con una mano sobre cada una de sus rodillas, se inclinaba hacia delante mirándola con avidez al rostro. El crepúsculo comenzó a oscurecerse cada vez más en torno a ellos, y entonces Goodwood repitió: -Necesito hablar con usted; tengo algo muy importante que decirle. No quiero molestarla... como hice en Roma en otra ocasión. Era completamente inútil y no conseguí más que inquietarla. No pude remediarlo, a pesar de que sabía que hacía mal. Pero ahora no hago mal; por favor, no vaya a pensar que hago mal. -Calló un segundo y prosiguió con aquella voz profunda y dura, con una mezcla de súplica-: Hoy he venido aquí con un propósito perfectamente definido, lo cual es bien distinto. Entonces era inútil que le hablase, pero ahora sé que puedo prestarle una valiosa ayuda.
She couldn′t have told you whether it was because she was afraid, or because such a voice in the darkness seemed of necessity a boon; but she listened to him as she had never listened before; his words dropped deep into her soul. They produced a sort of stillness in all her being; and it was with an effort, in a moment, that she answered him. "How can you help me?" she asked in a low tone, as if she were taking what he had said seriously enough to make the enquiry in confidence. Imposible le habría sido a Isabel decir entonces si era miedo, o que aquella voz en la oscuridad le parecía un verdadero regalo, pero lo cierto es que le escuchó como no le había escuchado jamás y que sus palabras fueron filtrándose lentamente hasta lo más profundo de su alma de mujer, produciéndole una especie de sosiego, hasta el extremo de obligarla a preguntarle: -¿Cómo puede usted prestarme ayuda? -Y lo preguntó en un tono bajo, como si se tomara lo dicho por él lo suficientemente en serio para hacer su pregunta confidencialmente.
"By inducing you to trust me. Now I know --to-day I know. Do you remember what I asked you in Rome? Then I was quite in the dark. But to-day I know on good authority; everything′s clear to me to-day. It was a good thing when you made me come away with your cousin. He was a good man, a fine man, one of the best; he told me how the case stands for you. He explained everything; he guessed my sentiments. He was a member of your family and he left you --so long as you should be in England --to my care," said Goodwood as if he were making a great point. "Do you know what he said to me the last time I saw him --as he lay there where he died? He said: ′Do everything you can for her; do everything she′ll let you.′ " -Convenciéndola de que confíe en mí. Ahora ya sé..., hoy ya sé. ¿Se acuerda de lo que le pregunté en Roma? Entonces, yo estaba casi por completo en las tinieblas. Pero hoy sé lo que sé de buena fuente, y todo se me aparece con claridad meridiana. Fue una buena idea hacer que me marchase de Roma acompañando a su primo. Era un buen hombre, un hombre excelente. Y él me explicó la situación en que usted se halla. Me lo explicó todo porque vislumbró mis verdaderos sentimientos. El era uno de los miembros de su familia y la dejó a usted a mi cuidado durante el tiempo que permaneciese en Inglaterra. -Diciendo esto, Goodwood parecía querer dejar sentado un punto de la máxima importancia-. ¿ Sabe lo que me dijo la última vez que le vi..., acostado en el mismo lecho donde murió? Pues me dijo: haga por ella cuanto pueda, todo cuanto ella le permita hacer.
Isabel suddenly got up. "You had no business to talk about me!" Isabel se levantó de pronto y dijo rotundamente: -No tenían por qué hablar de mí.
"Why not --why not, when we talked in that way?" he demanded, following her fast. "And he was dying --when a man′s dying it′s different." She checked the movement she had made to leave him; she was listening more than ever; it was true that he was not the same as that last time. That had been aimless, fruitless passion, but at present he had an idea, which she scented in all her being. "But it doesn′t matter!" he exclaimed, pressing her still harder, though now without touching a hem of her garment. "If Touchett had never opened his mouth I should have known all the same. I had only to look at you at your cousin′s funeral to see what′s the matter with you. You can′t deceive me any more; for God′s sake be honest with a man who′s so honest with you. You′re the most unhappy of women, and your husband′s the deadliest of fiends." -¿Por qué no, si lo hicimos de la manera que digo? -replicó él rápidamente-. Además, el pobre estaba moribundo, y cuando un hombre se está muriendo todo cambia. -Contuvo ella el movimiento que había iniciado con intención de alejarse; prestaba más atención que nunca a lo que entonces decía, pues tenía razón al afirmar que no era como la última vez. Entonces era una pasión sin objeto, completamente infructuosa, mientras que ahora él estaba como poseído de una idea fija que a ella le parecía que estaba trascendiendo a todo su ser. -Pero no importa -exclamó él acorralándola más todavía, aunque sin tocarle siquiera la ropa-. Si Touchett no hubiese abierto la boca, yo lo habría sabido exactamente igual. Me habría bastado con mirarla en el entierro de su primo para ver claramente lo que le pasa. Usted no puede seguir engañándome por más tiempo. ¡Por los clavos de Cristo, sea usted sincera con un hombre que es completamente sincero con usted! Usted es la más infeliz de todas las mujeres y su marido el más fatal de los malvados.
She turned on him as if he had struck her. "Are you mad?" she cried. Ella se revolvió contra él como si la hubiera golpeado y exclamó: -¿Está usted loco?
"I′ve never been so sane; I see the whole thing. Don′t think it′s necessary to defend him. But I won′t say another word against him; I′ll speak only of you," Goodwood added quickly. "How can you pretend you′re not heart-broken? You don′t know what to do --you don′t know where to turn. It′s too late to play a part; didn′t you leave all that behind you in Rome? Touchett knew all about it, and I knew it too --what it would cost you to come here. It will have cost you your life? Say it will" --and he flared almost into anger: "give me one word of truth! When I know such a horror as that, how can I keep myself from wishing to save you? What would you think of me if I should stand still and see you go back to your reward? ′It′s awful, what she′ll have to pay for it!′ --that′s what Touchett said to me. I may tell you that, mayn′t I? He was such a near relation!" cried Goodwood, making his queer grim point again. "I′d sooner have been shot than let another man say those things to me; but he was different; he seemed to me to have the right. It was after he got home --when he saw he was dying, and when I saw it too. I understand all about it: you′re afraid to go back. You′re perfectly alone; you don′t know where to turn. You can′t turn anywhere; you know that perfectly. Now it is therefore that I want you to think of ME." -Nunca he estado tan cuerdo como ahora. Ahora lo veo todo claro. No hay que defenderle, pero no diré una sola palabra más en contra de él. Hablaré sólo de usted. -Y añadió rápidamente-: ¿Pretende por ventura decir que no tiene destrozado el corazón? No sabe qué hacer, ni adonde ir. Ya es demasiado tarde para fingir, ha debido de dejar en Roma ese método. Touchett estaba al corriente de todo... y yo también... sabía lo que le costaría venir. ¿No le ha costado la vida misma?... Dígalo, tenga el valor de decir que sí... -Y parecía que se encendía de rabia-. Por favor, dígame la verdad, aunque sólo sea una palabra de verdad. ¿Cómo no voy a querer salvarla sabiendo todo ese horror? ¿Qué pensaría de mí si me quedara tan tranquilo viendo que vuelve a recibir su merecido? «¡ Es horrible lo que tendrá que sufrir por ello!», me dijo Touchett. ¿Acaso no puedo decirle esto? ¡Él era un pariente muy cercano! -exclamó Goodwood, tratando de dejar bien sentado de nuevo ese estrambótico y siniestro punto-. Habría preferido mil veces que me mataran antes de que otro hombre me dijese una cosa semejante, pero él era distinto y me pareció que tenía perfecto derecho a decirlo. Fue estando ya en su casa, cuando vio que estaba muriéndose y yo también lo vi. Comprendo cuanto le ocurre. Usted tiene miedo de volver allá. Está completamente sola y no sabe adonde ir. No le es posible ir a ninguna parte, lo sabe perfectamente. Por eso quiero que piense usted en mí.
"To think of ′you′?" Isabel said, standing before him in the dusk. The idea of which she had caught a glimpse a few moments before now loomed large. She threw back her head a little; she stared at it as if it had been a comet in the sky. -¿Que piense en usted? -preguntó Isabel permaneciendo de pie en la oscuridad cada vez mayor. La idea que le había parecido vislumbrar hacía un instante brillaba ahora con toda fuerza. Echó la cabeza atrás y le miró fijamente corno si estuviera contemplando un cometa que vagara por el espacio.
"You don′t know where to turn. Turn straight to ME. I want to persuade you to trust me," Goodwood repeated. And then he paused with his shining eyes. "Why should you go back --why should you go through that ghastly form?" -Usted no sabe adonde ir -repitió Goodwood-. ¡Venga directamente hacia mí! Quiero convencerla de que deposite su confianza en mí. -Se detuvo un momento, con los ojos brillantes, y prosiguió-: ¿Para qué va a volver allá..., para qué va a pasar por esa espantosa formalidad?
"To get away from YOU!" she answered. But this expressed only a little of what she felt. The rest was that she had never been loved before. She had believed it, but this was different; this was the hot wind of the desert, at the approach of which the others dropped dead, like mere sweet airs of the garden. It wrapped her about; it lifted her off her feet, while the very taste of it, as of something potent, acrid and strange, forced open her set teeth. -Para alejarme de usted -respondió ella. Pero con tales palabras no expresaba más que una parte de lo que sentía. El resto era que nunca hasta entonces la habían amado de veras. Ella había creído que sí, pero esto era cosa bien distinta; era como el viento abrasador del desierto, que anula a todos los demás como si fuesen leves brisas de jardín. Y aquel viento abrasador la envolvía, la elevaba, al tiempo que su sabor, como algo extraño, poderoso y acre, penetraba entre sus dientes.
At first, in rejoinder to what she had said, it seemed to her that he would break out into greater violence. But after an instant he was perfectly quiet; he wished to prove he was sane, that he had reasoned it all out. "I want to prevent that, and I think I may, if you′ll only for once listen to me. It′s too monstrous of you to think of sinking back into that misery, of going to open your mouth to that poisoned air. It′s you that are out of your mind. Trust me as if I had the care of you. Why shouldn′t we be happy --when it′s here before us, when it′s so easy? I′m yours for ever --for ever and ever. Here I stand; I′m as firm as a rock. What have you to care about? You′ve no children; that perhaps would be an obstacle. As it is you′ve nothing to consider. You must save what you can of your life; you mustn′t lose it all simply because you′ve lost a part. It would be an insult to you to assume that you care for the look of the thing, for what people will say, for the bottomless idiocy of the world. We′ve nothing to do with all that; we′re quite out of it; we look at things as they are. You took the great step in coming away; the next is nothing; it′s the natural one. I swear, as I stand here, that a woman deliberately made to suffer is justified in anything in life --in going down into the streets if that will help her! I know how you suffer, and that′s why I′m here. We can do absolutely as we please; to whom under the sun do we owe anything? What is it that holds us, what is it that has the smallest right to interfere in such a question as this? Such a question is between ourselves --and to say that is to settle it! Were we born to rot in our misery --were we born to be afraid? I never knew YOU afraid! If you′ll only trust me, how little you will be disappointed! The world′s all before us --and the world′s very big. I know something about that." Isabel pensó que él contestaría a lo que acababa de decirle con un estallido aún más violento. Pero, al cabo de un instante, él se mostró completamente tranquilo, porque quería hacer ver que estaba en su sano juicio y que todo lo dicho lo había razonado. -Yo quiero evitar todo eso, y creo que podré conseguirlo si usted se aviene a escucharme una sola vez. Es verdaderamente monstruoso que piense en volver a hundirse en aquella desgracia, en volver a abrir la boca para respirar aquel aire emponzoñado. Es usted quien no está en sus cabales. Confíe en mí como si estuviera a mi cargo. ¿ Por qué no vamos a ser felices..., cuando la felicidad está aquí ante nosotros y es tan fácil alcanzarla? Yo soy suyo para siempre..., para siempre, por toda la eternidad. Aquí me tiene, firme como una roca. ¿Qué puede retenerla? No tiene usted hijos, lo cual sería acaso el Cínico obstáculo. Tal como están las cosas, no tiene usted nada que pensar. Su deber es salvar del naufragio de su vida cuanto le sea posible. No puede resignarse a perderlo todo por la simple razón de que ha perdido ya una parte. Sería un insulto a sí misma pretender decir que lo que la detiene es la mera apariencia de las cosas, el qué dirán, la insondable estupidez de la sociedad. Nosotros no tenemos absolutamente nada que ver con todo eso, usted está ya completamente fuera y por encima de todo ello, y los dos miramos las cosas cara a cara, tal como son. El primer gran paso ya lo dio usted marchándose, y el siguiente no es nada; es el natural. Juro, como que estoy aquí de pie ante usted, que una mujer a la que se hace sufrir intencionadamente tiene derecho a hacer cualquier cosa..., incluso a lanzarse a la calle, si eso ha de servirle de algo. Yo sé perfectamente cómo sufre usted, y por eso estoy aquí. Los dos podemos hacer lo que nos agrade; no hay nadie en el mundo a quien le debamos absolutamente nada. ¿Qué puede, pues, retenernos, qué puede tener el derecho más insignificante de oponérsenos en una cuestión semejante? Esto es un asunto entre usted y yo... Y el mero hecho de decirlo ya es resolverlo. ¿Por ventura nacimos para pudrirnos en la desgracia, para tener siempre miedo? Yo no he visto nunca que usted tuviera miedo. Si confía en mí, no se llevará la menor decepción. Tenemos el mundo entero por delante, y el mundo es inmenso. Yo sé algo de eso.
Isabel gave a long murmur, like a creature in pain; it was as if he were pressing something that hurt her. "The world′s very small," she said at random; she had an immense desire to appear to resist. She said it at random, to hear herself say something; but it was not what she meant. The world, in truth, had never seemed so large; it seemed to open out, all round her, to take the form of a mighty sea, where she floated in fathomless waters. She had wanted help, and here was help; it had come in a rushing torrent. I know not whether she believed everything he said; but she believed just then that to let him take her in his arms would be the next best thing to her dying. This belief, for a moment, was a kind of rapture, in which she felt herself sink and sink. In the movement she seemed to beat with her feet, in order to catch herself, to feel something to rest on. -El mundo es muy pequeño -dijo al azar.  Parecía experimentar un gran deseo de resistir. Por eso contestó al azar, para oírse a sí misma decir algo; pero no era aquello lo que, en realidad, sentía. El mundo, a decir verdad, jamás le había parecido tan inmenso. La envolvía como un mar poderoso en cuyas aguas insondables flotase. Quería auxilio, y el auxilio había llegado hasta ella como un torrente desbordado. Imposible sería saber si ella creía todo lo que él decía, pero en aquel instante creyó que lo mejor que podía acontecerle, después de la felicidad de la muerte, sería dejar que él la estrechase fuertemente en sus brazos. Tal idea fue para ella durante un momento como una especie de arrebato en el que le parecía hundirse cada vez más. Y en tal movimiento se le antojaba estar agitando los pies para agarrarse a algo, para sentir algo en lo que apoyarse. Isabel prorrumpió en un largo murmullo, como una criatura en medio de su dolor, como si él estuviera oprimiéndole algo que le hiciese daño.
"Ah, be mine as I′m yours!" she heard her companion cry. He had suddenly given up argument, and his voice seemed to come, harsh and terrible, through a confusion of vaguer sounds. -¡Sea mía como yo soy suyo! -oyó exclamar a su compañero. Este había prescindido súbitamente de toda clase de argumentos, y su voz parecía llegar de lo hondo, áspera y terrible, en medio de la gran confusión de otros sonidos más vagos.
This however, of course, was but a subjective fact, as the metaphysicians say; the confusion, the noise of waters, all the rest of it, were in her own swimming head. In an instant she became aware of this. "Do me the greatest kindness of all," she panted. "I beseech you to go away!" Sin embargo, aquello no pasaba de ser un hecho meramente subjetivo, como diría un metafísico. La confusión, el ruido de las aguas enfurecidas, todo lo demás no existían más que en su cabeza, a la deriva. Enseguida se dio cuenta de ello y con voz suspirante dijo: -Le suplico que se vaya.
"Ah, don′t say that. Don′t kill me!" he cried. -Por favor, no diga eso; no quiera matarme -contestó él enardecido.
She clasped her hands; her eyes were streaming with tears. "As you love me, as you pity me, leave me alone!" Juntó ella las manos, y sus ojos se anegaron en lágrimas calientes. -Ya que me ama, ya que me compadece, déjeme sola.
He glared at her a moment through the dusk, and the next instant she felt his arms about her and his lips on her own lips. His kiss was like white lightning, a flash that spread, and spread again, and stayed; and it was extraordinarily as if, while she took it, she felt each thing in his hard manhood that had least pleased her, each aggressive fact of his face, his figure, his presence, justified of its intense identity and made one with this act of possession. So had she heard of those wrecked and under water following a train of images before they sink. But when darkness returned she was free. She never looked about her; she only darted from the spot. There were lights in the windows of the house; they shone far across the lawn. In an extraordinarily short time --for the distance was considerable --she had moved through the darkness (for she saw nothing) and reached the door. Here only she paused. She looked all about her; she listened a little; then she put her hand on the latch. She had not known where to turn; but she knew now. There was a very straight path. El la contempló un momento a través de la penumbra, y en el acto ella sintió que sus brazos la estrechaban y que sus labios oprimían los suyos. Aquel beso fue como un blanco relámpago que se extendía, se extendía cada vez más y permanecía fijo. Y sucedió que, mientras ella lo estaba recibiendo, le pareció sentir aquellas cosas de su implacable virilidad que menos le agradaban, cada gesto agresivo de su rostro, su figura, su presencia misma, que justificaban su profunda identidad y se confundían con aquel acto de posesión. Recordó lo que había oído contar de ciertos ahogados, que bajo el agua ven desfilar una serie de imágenes de cosas vividas al tiempo que se van ahogando. Pero cuando las sombras se adueñaron nuevamente de todo se sintió perfectamente libre. Ya no volvió a mirar en derredor suyo lo único que hizo fue huir de aquel sitio. Había luz en las ventanas de la casa, y alumbraba desde lejos el prado. En un tiempo extraordinariamente breve, dada la gran distancia que de ella la separaba, Isabel llegó a la puerta atravesando la negrura, pues no veía absolutamente nada. Una vez allí se detuvo un instante y miró a su alrededor; escuchó un instante y puso la mano sobre el picaporte. Tal como él dijera, hasta entonces no había sabido adonde ir; pero ahora ya lo sabía. Veía una senda bien recta ante ella.
Two days afterwards Caspar Goodwood knocked at the door of the house in Wimpole Street in which Henrietta Stackpole occupied furnished lodgings. He had [sic}"> hardly removed his hand from the knocker when the door was opened and Miss Stackpole herself stood before him. She had on her hat and jacket; she was on the point of going out. "Oh, good-morning," he said, "I was in hopes I should find Mrs. Osmond." Dos días después Gaspar Goodwood llamó a la puerta de la casa de la calle Wimpole, donde Henrietta ocupaba varias habitaciones amuebladas. Apenas había apartado la mano del llamador cuando apareció la señorita Stackpole en persona. Tenía el sombrero puesto y la chaqueta, pues estaba preparándose para salir. -Buenos días -dijo el señor Goodwood-. Esperaba encontrar a la señora Osmond.
Henrietta kept him waiting a moment for her reply; but there was a good deal of expression about Miss Stackpole even when she was silent. "Pray what led you to suppose she was here?" Henrietta le hizo esperar un momento su respuesta, pero el rostro de la señorita Stackpole era sumamente expresivo incluso cuando ella permanecía en silencio. -Y qué le ha hecho suponer que estuviese aquí?
"I went down to Gardencourt this morning, and the servant told me she had come to London. He believed she was to come to you." -Esta mañana fui a Gardencourt y un criado me dijo que estaba en Londres y que creía que venía a verla.
Again Miss Stackpole held him --with an intention of perfect kindness --in suspense. "She came here yesterday, and spent the night. But this morning she started for Rome." La señorita Stackpole le tuvo de nuevo, a todas luces con buena intención, en suspenso. -Vino ayer, es cierto, y ha pasado aquí la noche. Pero esta misma mañana partió para Roma.
Caspar Goodwood was not looking at her; his eyes were fastened on the doorstep. "Oh, she started --?" he stammered. And without finishing his phrase or looking up he stiffly averted himself. But he couldn′t otherwise move. Gaspar Goodwood no la miraba, pues sus ojos estaban clavados en los escalones de la puerta. -¡Ah! Partió... -consiguió balbucir. Y sin terminar la frase ni levantar la vista, se apartó. Pero no pudo seguir moviéndose.
Henrietta had come out, closing the door behind her, and now she put out her hand and grasped his arm. "Look here, Mr. Goodwood," she said; "just you wait!" Henrietta ya había salido, cerrando la puerta tras de sí, y le cogió del brazo. -Mire, señor Goodwood, lo que debe usted hacer es esperar.  
On which he looked up at her --but only to guess, from her face, with a revulsion, that she simply meant he was young. She stood shining at him with that cheap comfort, and it added, on the spot, thirty years to his life. She walked him away with her, however, as if she had given him now the key to patience. Al oír esto, él la miró fijamente, pero no fue sino para adivinar por su semblante, bien a su pesar, que lo único que había querido decir es que todavía era joven. Ella sonreía al ofrecerle aquel pobre consuelo, que en aquel mismo instante le echó treinta años encima. Y empezó a caminar cogida de su brazo, como si creyera haberle proporcionado la clave de la paciencia.