CARTA ABIERTA A LA REAL ACADEMIA

Esta carta abierta va dirigida a la Real Academia Española y las Academias de la Lengua de otros países, para solicitar, con el mayor respeto, la revisión de los signos de acentuación, interrogación y admiración del español.

"El acento puede facilitar la lectura correcta de una palabra inusitada, al tiempo que dificulta la escritura de miles de palabras comunes,"
dice PEDRO.

Nos llamamos PEDRO (Pro Efectuación De Reforma Ortográfica). Desde su juventud, ha sentido PEDRO incertidumbre sobre la necesidad de los signos ortográficos mencionados. Particularmente los de apertura de la interrogación y la admiración, tan típicamente españoles, le parecieron, aunque decorativos, superfluos. Con respecto a la acentuación no pudo menos de admirar la ingeniosidad de los señores que se dieron mañas para redactar unas normas que cubrían toda la gama del vocabulario español con unas leyes que, encontraste con los dos signos antedichos, los economizaban al máximo.

Se acentuaban, nos ordenaban, todas las esdrújulas, y las agudas que terminaran en vocal (a, e, i, o, u), 'n' o 's', y las graves o llanas que terminaran en consonante que no fuera 'n' o 's'. Bastará con echar una ojeada rápida a una página en español, para admirar cómo, llevando todas una sílaba de intensidad tónica, son relativamente pocas las que requieren el acento escrito.

Claro, había que saber cómo se pronunciaba una palabra antes de escribir o no la vírgula; de no saber de antemano su pronunciación, aunque se supiera deletrear, de poco valían las instrucciones. Al tratar con diptongos y triptongos, que si ascendientes o descendientes, tan numerosos en el idioma, las reglas se complicaban de tal manera que al PEDRO escritor se le hacía mucho más difícil escribir correctamente la vírgula, que al PEDRO lector leer correctamente sin acento alguno. El problema con los diptongos no era exclusivo de PEDRO; en la evolución de las normas se demuestra una gran diversidad de opiniones y gustos entre los ortografistas, que se refleja en los cambios de las normas hasta hace pocos años.

PEDRO se planteaba con frecuencia esta cuestión: si yo, hispanohablante, sé en qué sílaba recae la intensidad tónica al escribir, lo sabré asimismo al leer. ¿Qué es pues lo que se quiere lograr con la acentuación gráfica? ¿Que se han aprendido las reglas y se saben aplicar? Y la misma reflexión se extendía a los signos de apertura de interrogación y admiración.

Recuerda PEDRO una vez que se equivocó; había escrito una composición, muy bella y esmerada, inspirada en la lectura de un famoso escritor. Se descuidó en un par de acentos. Su maestro consideró la falta un error garrafal y le explicó con una pequeña alegoría la importancia de la vírgula omitida: "Por un clavo --le recitó--, se perdió una herradura; por una herradura, un caballo; por un caballo, una batalla; por una batalla, una guerra; por una guerra, un país; por un país, toda una civilización." A PEDRO le cruzó un escalofrío; le asustaba que por un acento pudiera perderse su composición; por su composición, su asignatura; por su asignatura, su curso; por su curso, su carrera; por su carrera --era seminarista-- tantas almas ...

PEDRO estudió latín, la madre del español, y leyó en su clase de literatura e historia de la lengua pasajes de textos castellanos antiguos, y podía comprobar cómo aquellos señores, sin usar clavos, en Roma y en Castilla, lograron forjar una espléndida civilización.

Aprendió asimismo cómo en libros recientes, editados en este mismo siglo XX, se colocaron los acentos de diversa manera a lo largo de los años, y la civilización seguía en marcha y pujante.

Y está seguro de que si la acentuación gráfica se elimina, se reforzará y facilitará el aprendizaje del idioma y su escritura correcta.

"Las palabras se acentúan", leía en las gramáticas. Esa expresión le resultaba un tanto insidiosa, ¡como si la vírgula perteneciera a su naturaleza! Hubiera encontrado más correcto el aserto "Las palabras se mandan acentuar hoy día ..." con lo que quedaba claro que era cuestión de mera normativa arbitraria, con reglas que en su última redacción se hicieron más gravosas. A PEDRO le fue descorazonador que en 1959 se incluyera en las reglas la acentuación de las letras mayúsculas; esas vírgulas tan sobresalientes rompían la línea. Los académicos se enfrentaban al siguiente problema: si concedemos que los lectores saben leer las palabras en mayúsculas no acentuadas, necesariamente sabrán leerlas asimismo en minúsculas. Y era verdad. Pero, en lugar de resolverlo suprimiendo el acento en todos los casos, optaron por incluirlo cualquiera de ellos; aun en el caso de la I, donde nadie negará que resulta sumamente cursi, sobre todo en las cursivas. El inmemorial proverbio español ordenaba "poner los puntos sobre las íes", esos puntos que eran signos indelebles del alfabeto latino. Ahora bien, no se ponía el 'punto' sobre la I mayúscula. ¡Ah, pero SI se trataba de vírgula, SÍ!

Además del latín y el español antiguo, PEDRO aprendió otras lenguas. También estudió los orígenes de la acentuación gráfica en el francés y en el italiano. Y aprendió que ambas lenguas comenzaron a emplear el acento, con menor o mayor consistencia, muchos años antes que el castellano, el italiano 60, el francés 40. Seguro que los castellanos tardaron en creer que la vírgula fuera necesaria en su idioma.

Hasta que cayeron en la tentación de la imitación; y al imitar, trataron de sobrepasar. Superaron en el empleo del acento a los italianos, con un idioma muy cercano fonéticamente; y a éstos y a los franceses en el uso de los signos de interrogación e admiración. ¿Era el pueblo español, según el entender de los "sabios" imitadores, más torpe que los otros pueblos hermanos?.

Tras su mucho leer y estudiar la historia de la lengua castellana y otras lenguas, no pudo deshacerse PEDRO de aquellas preocupaciones de sus años de formación. Y tras larga reflexión, llegó a formular la siguiente conclusión:

"El acento puede facilitar la lectura correcta de una palabra inusitada, al tiempo que dificulta la escritura de miles de palabras comunes."

Siendo eso así, PEDRO piensa que habrá que sopesar hoy día las ventajas de lo que facilita y las desventajas de lo que dificulta, para decidir si la acentuación ortográfica merece la pena, si el resultado pretendido al leer compensa el esfuerzo realizado al escribir.

La justificación más común que le daban a PEDRO de los signos se basaba en la creencia de que eran muy útiles para poder diferenciar entre homógrafos; el resobado ejemplo de cántaras; cantaras; cantarás Concedía PEDRO que la acentuación ortográfica era un buen método para enseñar a principiantes. Pero ¿era necesaria pasadas esas primeras etapas de aprendizaje? En la conversación y en la escritura las palabras no van en solitario y desgranadas; siempre aparecen en contexto. Y en esos casos, con frecuencia, la intensidad fónica de muchas vocales no coincide con su acento ortográfico. Nótese cómo entonamos "¿Cómo?" cuando queremos que nos repitan algo; más bien se aproxima a ¿Comó?.

Para poner a prueba las razones de sus maestros, PEDRO, maestro él también, preparó un corto diálogo, como muestra.

En una primera versión, lo presentaba a la clase con la parquedad de signos que llevaría de tratarse de un documento de comienzos de la imprenta:

__Como comes: pregunto la marfusa a la grulla.
__Que: que como como.
__Si: dimelo.
__Pues como como como: como como como.
__O: si tu comes asi comes como yo.

La muestra es, a propósito, un caso extremo de acumulación de homógrafos. En otra versión, de imprenta moderna, adornaba PEDRO la muestra con signos de admiración e interjección internacionales, comunes a las lenguas europeas:

__Como comes?, pregunto la marfusa a la grulla.
__Que? Que como como?
__Si, dimelo.
__Pues como, como como; como como, como.
__Oh!, si tu comes asi, comes como yo!.

Experimento tras experimento, podía comprobar PEDRO que en este ejemplo existían los suficientes elementos para facilitar la lectura correcta:

a) el primer signo de interrogación '?' bastaba para indicar que 'Como' se debía leer 'Cómo';

b) 'la marfusa', sujeto, tercera persona, evitaba leer 'pregúnto', primera persona;

c) 'marfusa" es una de esas palabras inusitadas que dejarían perplejo al lector; ¿márfusa, marfúsa o marfusá? Es la única palabra inusitada cuya lectura correcta se aseguraría con las reglas de acentuación vigente;

d) 'Si', seguido de coma, más imperativo, no puede ser otra cosa que 'Sí', adverbio de afirmación, distinto de 'si', conjunción, en la última frase;

e) 'dimelo' es de lectura obvia: no cabe otra posibilidad que 'dímelo';

f) 'comes', segunda persona, indica que 'tu' es pronombre 'tú' y, finalmente, ¿quién va a leer "ási", sino por mofa?.

A PEDRO le fastidiaba que se creyera que los lectores castellanos, en contraposición por ejemplo con los italianos --y no digamos los ingleses--, necesitaban de tantas indicaciones para leer correctamente su propio idioma. Con el acento, por otro lado, se ponía un arma afilada en manos de maestros intransigentes, que quisieran cargarse a alguien sobre bases de indiscutible objetividad: lo dictaban las normas.

Según las normas, el ejemplo de muestra requería una plétora de signos:

__¿Cómo comes?, preguntó la marfusa a la grulla.
__¿Qué? ¿Que cómo como?.
__Sí, dímelo.
__Pues como, como como; como como, como.
__¡Oh! Si tú comes así, ¡comes como yo!.

Algunos alumnos le comentaban a PEDRO que se sentían ofendidos --y él estaba de acuerdo-- de que se les indicara dónde se abría la interrogación y la admiración: ¿Qué? y ¡Oh! ¡Tan tonto no soy!, confesaba uno.

Pues bien. La razón de esta respetuosa petición a la Academia no la basa PEDRO tan sólo en que tales signos de admiración, interrogación y acentuación se juzguen innecesarios; y de ninguna manera, en que le resulte gravoso aprender las reglas. Otros problemas de la ortografía le son mas difíciles: que si 'b' o 'v'; que si 'g' o 'j'; que si 'c', 's', o 'z'; que si 'h' o no 'h'. Las aprende y las lleva a la práctica lo mejor que puede, sin quejas; es más, las acepta con orgullo. Para él, estos signos son de antiguo abolengo, portadores a través de milenios del material genético de los progenitores del idioma; son reflejos de su parentesco y mantienen el parecido con las lenguas hermanas.

A PEDRO le mueven a hacer esta petición, sobre todo, razones imperiosas que pudiéramos llamar de dificultad mecánica. PEDRO está seguro que de haber existido en el XVIII la Informática y sus instrumentos tecnológicos, aquellos "ilustrados" que establecieron las primeras normas, no habrían pensado, ni por ensueño, en la introducción del acento. Los ilustrados nos ilustraron los textos. Habían dado un paso gigantesco hacia la alfabetización del mundo hispanohablante. Cualquier persona podría leer cualquier palabra correctamente acentuada.

En aquel siglo XVIII, la dificultad de escribir esos signos apenas requería mayor esfuerzo. Poco trabajo físico costaba el ilustrar con ellos la frase o las palabras. Más tarde, con la aparición y popularización de la mecanografía, la tarea resultó más gravosa, al obligar a incorporar tipos especiales en las máquinas de importación; esos tipos, por otro lado, eran difíciles de conseguir principalmente a los que, como en el caso particular de PEDRO --vivía en nación no hispana--, no disponían de máquinas adecuadamente preparadas para el español. Con el tiempo, no obstante, se fue facilitando la incorporación de los signos españoles a los teclados. Escribir en español no resultaba más incómodo que escribir en inglés por ejemplo. Sólo en casos muy raros se podía poner la máquina como excusa de las faltas ortográficas en los signos de acentuación, admiración o interrogación.

Hoy día es otra cosa. PEDRO se encuentra en una situación desesperada. Se le hace extremadamente difícil a él, con millones y millones de hispanoescribientes, en todos los rincones del mundo, usar los signos antedichos en sus páginas online, en el correo electrónico, en cualquier tipo de cibertexto. Es más, a los que viven en naciones no hispánicas, la dificultad raya en la imposibilidad. ¿Qué hacer frente a una tarea imposible?

Siguiendo con el ejemplo de muestra, preparado ya para Internet, y visto en su fuente original, aparece de esta manera:

Si PEDRO quisiera poder manipular el texto, hacer correcciones o añadiduras en las palabras o sintagmas libres de signos especiales (en la cuarta línea), le sería facilísimo. Por el contrario, en las que van acompañadas de esos signos su lectura se vuelve tan engorrosa que hay que darla por imposible. Es decir, que los signos que se preceptuaron con el fin de facilitar la lectura correcta del español, hoy día hacen prácticamente imposible su uso "académicamente corecto" en los medios informáticos, medios universales de comunicación. Y eso le hace a PEDRO enfrentarse a un dilema: o prescindo de los signos o prescindo de la comunicación.

Y a PEDRO, en su caso particular, que vive en Estados Unidos con otros muchos millones de hispanohablantes, y maneja como medio de vida y comunicación el inglés y el español, le resulta no ya engorrosa sino prácticamente imposible la escritura. Ni sus teclados ni su software están preparados para dichos signos, o cuesta gran trabajo aprender cómo lograrlos. ¿Se le va a exigir que compre un doble juego?

Cuando PEDRO quiere poner en orden alfabético un texto, se le dislocan los vocablos. Hay unos programas que funcionan mejor que otros, pero es cierto que sería más pragmático, cómodo y económico poder usar cualquiera de ellos, dado que los acentos son innecesarios. ¿Qué pasa si se quieren ordenar alfabéticamente palabras en mayúscula? Cuando usa el escáner para convertir un texto impreso en documento electrónico, la copia de textos carentes de los mencionados signos, sale o perfecta o a falta de pequeños retoques. El acento --y la diéresis-- suelen ofrecer una versión tan adulterada, que su corrección llevaría más tiempo que mecanografiarlo a mano. Para PEDRO, eso es una increíble desventaja en una lengua con vocación universalista, en proceso de imparable expansión.

PEDRO ha llegado a la conclusión de que si los signos de acentuación y de apertura de interrogación y admiración rayaron siempre en cursilería dieciochesca, hoy son un obstáculo insuperable para muchos usos informáticos. Y PEDRO no se encuentra solo, ni cree que sus sentimientos se deban a vivir en una nación no hispánica. El, loco amante de su lengua, y dedicado a su facilitación y divulgación, observa con pena cómo muchos individuos, para los que el castellano es lengua materna, se han rebelado tácitamente contra las normas de acentuación y han decidido abandonar por completo en sus páginas online y correo electrónico el empleo de los signos mencionados; el podría citar páginas y páginas del ciberespacio.

Por otro lado, PEDRO sabe apreciar y admirar el respeto por los signos y el esmero que muestran otras páginas de personas individuales, de gran esfuerzo personal, entre otras la de


Miguel Garci-Gomez,

organizaciones como la prensa, los mismos organismos de la Academia y otras empresas. Para estas organizaciones, que disponen de un montaje informático rico en medios económicos y técnicos, y de un personal eminentemente especializado, la tarea no es tan ardua como para los millones de individuos que operan por sí mismos.

Por otro lado, PEDRO ha notado que dos extraordinarios diarios, EL PAÍS y EL PERIÓDICO, se han decidido por un URL sin acento:

http://www.elpais.es
http://www.elperiodico.es

y por todo lo ancho y largo de España ha visto anunciada una Telefonica sin vírgula. Me han dicho que la empresa justificó la ausencia del signo diacrítico, diciendo que estaba escondido en la curvatura de la f.

Y lo que le es más significativo aún --y para él más esperanzador-- la propia Real Academia Española da opción a buscar en el diccionario sin signos diacríticos.

El español está pasando por un período de personalidad múltiple. PEDRO tiene un gran respeto por las reglas. Reconoce que las de acentuación fueron establecidas por la Academia y que pueden ser abolidas de la misma manera por tal institución.

PEDRO sabe también por experiencia que tanto los hispanohablantes por naturaleza como los extranjeros que estudian español, al enfrentarse con una de esas palabras inusitadas, de dudosa acentuación --como 'marfusa' de la muestra--, si quieren incorporarla al acerbo de su vocabulario, no tendrían otro remedio que mirarla en el diccionario. De poco valor es saber leer sin entendimiento.

Pues bien, el diccionario es el lugar apropiado para indicar, en todos los vocablos de más de una sílaba, agudos, llanos o esdrújulos, dónde debe recaer el impulso de entonación. Todos los lectores se verían beneficiados de tal representación fonética que no supondría el aprendizaje en la escuela de regla alguna.

PEDRO acude confiado a la Academia. Le viene a la mente cómo la Iglesia Católica, tan aferrada a la tradición, ante la realidad de una sociedad industrializada, de millones de católicos en trabajos muy diversos, con muy diversos horarios, decidió abolir el ayuno eucarístico; liberalizó las prácticas de otros tipos de ayuno y abstinencia, así como la necesidad de cumplir con la misa dominical, en domingo. Y hay más.

La misma Iglesia, en su infancia, escogió el latín sobre el griego, por ser la lengua de la comunicación entre la gente del Imperio Romano. Tras mantenerla por cerca de dos milenios como lengua del culto, sustituyó tan sacra herencia por las lenguas vernáculas de cada comunidad: para favorecer y facilitar la comunicación. Y la Academia, tras dos siglos de acentuación arbitraria y fluctuosa, ¿no se dignará en favorecer y facilitar la comunicación escrita?

Le contaron a PEDRO una vez que la misma Iglesia, tiempos atrás, llegó a considerar, si no emitir --no está seguro--, un edicto de excomunión contra todos los españoles que asistieran a los toros. Dícese que el monarca español, ante la perspectiva de verse gobernando un país de excomulgados, suplicó a Roma la abolición del edicto. ¿Se empeñará la Academia a dictar a sordos?

PEDRO es optimista y cree que la Academia actuará con una completa revisión de los signos aquí mencionados, antes de que, ante las nuevas tecnologías, las normas de acentuación se vuelvan del todo obsoletas, no por falta de respeto o por ignorancia, sino ser prácticamente imposible su implementación.

PEDRO es optimista porque es conocedor de las tareas de la Academia y su dedicación a poner en INTERNET los tesoros lingüísticos de la herencia filológica hispánica. Y sabe que la Academia comprenderá, como ha demostrado con las excepciones concedidas a sus programadores. Ha comprendido ya que las nuevas tecnologías informáticas se están poniendo al alcance de todos. Ha comprendido ya que la comunicación electrónica se está convirtiendo en el medio ordinario de intercambiar noticias. Ha de comprender que en INTERNET se hacen hoy verdaderos estragos con respecto a los signos de acentuación y de apertura de admiración e interrogación. Ha de comprender que los estragos no son contra la lengua, sino contra unas normas arbitrarias, innecesarias y opresivas en esos medios.

Finalmente PEDRO suplica a las Academias que comprendan que deben facilitar universalmente la escritura correcta de un idioma ecuménico y un idioma que se emplee como "recurso económico".

Súplica con la que se despide, confiado, suyo affmo.



Miguel Garci-Gomez
Professor of Spanish
Duke University
Durham NC 27708 USA 



Por PEDRO
(Pro Efectuación De Reforma Ortográfica).

NOTA: Se agradece cualquier sugerencia, así como la aportación de otras ideas al respecto. Desde octubre de 1998 estoy esperando respuesta de la RAE sobre el tema de la reforma ortográfica. Escríbame a
garci@acpub.duke.edu

Los interesados en el tema y en bibliografía pueden pulsar y ver: AQUI

MUCHAS GRACIAS







































INGENIOSIDAD: Reflexionando, ya de mayor, sobre el tema, PEDRO pensó que la ingeniosidad es el arte de una invención que ahorra trabajo con el mismo resultado. Los acentos se debieron limitar, en caso de tener que usarlos, a distinguir homógrafos: 'ame' de 'amé', 'amo' de amó, 'se' de 'sé, etc. Estos ejemplos son claros, pero poco valen las reglas para este caso: "Me dijo que fuera fuera, fuera como fuera."
Si el lector se vale para leer y entender correctamente caso tan extremo sin la ayuda de las tildes, no ha de dudarse que pueda leer otros textos de menor complejidad. En general bastaría con enseñar, para guía del lector, que el acento cae en la misma vocal en el singular que en el plural. En 'canon' el acento cae en la misma sílaba que la de su plural 'canones'. En 'cañon' cae donde en 'cañones'. En 'sutil' cae donde en 'sutiles' En 'util' cae donde en 'utiles'. Así de fácil (son escasos los casos en que cambia, como en carácter, caracteres; pero sépase que no es mi intención en esta carta la de dar nuevas normas.)
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MAYUSCULAS: A propósito de la infracción de las normas de acentuación, ofrezco estos comentarios de Fernando Lázaro Carreter:

"Considero, sin embargo, altamente provocativo para la deidad el salto de garrocha que da gran parte de la prensa sobre las normas de la acentuación u otras: se las pasa de un brinco ceñido. Un diario meridional, que me envía un lector y que elijo entre tantos, escribe en titulares: miercoles, Africa, exámen, jóven, ésto, un sólo voto , además de elije. ... Aún hay adultos que ya no creen en los Reyes Magos, pero sí en que las mayúsculas no se acentúan."
Podría haber citado el autor titulares de la propia Real Academia que daba esta norma en una de las ediciones anteriores: "Acentos: los lemas aparecen en mayúsculas y, por tanto, las búsquedas han de realizarse sin introducir acentos."

Si el autor acostumbra a esperar en las paradas del autobús urbano en Madrid, comprobará que hay autobuses cómodos, y que en algunos se acentúa lo de Piso Bajo Contínuo. Podría sumarse el periódico español EL MUNDO donde por sistema las mayúsculas no se acentúan; EL PAIS aparece escrito así en muchos de sus titulares, y puede leerse INDICE IBEX.; en el ABC se acentúa BÚSQUEDA, pero no INDICE, escapándosele también en caida, y otras. Y a continuación añade don Fernando un comentario curioso:

El arcángel guardián de las letras ya habrá dado parte: no extrañe, pues, si cae ante nuestras narices (más atrás, resultaría imposible quejarse) un cacho de iceberg celeste.
¿Quién será esa "deidad" o "arcángel --más que ángel-- guardián." ¿La Real Academia de la que el autor es ex-presidente? Ni les cayó el cacho de iceberg a los latinos, ni a nuestros escritores medievales o del Siglo de Oro por falta de acentuación, ni caerá sobre nosotros a pesar de ese EL MUNDO que no acentúa las mayúsculas, y esa Telefonica omnipresente que se anuncia sin vírgula. Para PEDRO la culpa es de la "deidad." EL PAIS, Domingo 6 febrero 2000 - Nº 1374

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CANTARAS: Sin contexto no podríamos distinguir un homógrafo de otro; pongámoslos en una frase y se demostrará lo que defendemos en esta carta:

Cantaras o no cantaras ayer, se que cantaras mañana cuando te traigan las cantaras.
Siempre numero los libros con el numero con que Pedro los numero.

Los defensores de la acentuación que escriben a PEDRO no le han enviado ni un ejemplo en que la carencia de tildes le haga ambiguo. Si algún lector encontrara dificultad, es precisamente por depender tanto, al leer, de los acentos; como el niño que por primera vez trata de caminar sin el tacataca.

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ENTONACION: Samuel Gili Gaya ha escrito un valioso artículo en el que analiza científicamente las relaciones entre el acento de intensidad y el tono; algunas citas son apropiadas:
"Al hablar aquí de la relación entre el acento de intensidad y el tono, entiéndase que nos referimos siempre al acento de grupo, no al de palabras aisladas; y aunque en muchos casos el acento de grupo coincida con el acento de alguna de las palabras que lo constituyen, no siempre ocurre así (p. 169)."
Predominan en la lectura las curvas de entonación, sea la ascendente o la descendente, y nos enseña el autor que en la lectura --y el habla-- "lo psicológico se sobrepone a lo fónico" (p. 170." S Gili Gaya, "Influencia del acento y de las consonantes en las curvas de entonación." Revista de Filología Española, 11, 154-175. Imperando, como impera, en la lectura y la conversación lo "psicológico," ¿porqué ha de someterse la escritura a lo "fónico"?.

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ORIGENES: Se cree que el primer ejemplo de acento en el castellano apareció en 1477 en un manual (Doctrina christiana) impreso en Sevilla, el las palabras justícia y fortuíto. A partir de 1566 las tildes (circunflejo ^, acentos agudos ' y graves `) van apareciendo esporádicamente, aunque con bastante retraso comparado en el italiano y el francés. El primer paso para la fijación de las reglas de acentuación se dio en el "Discurso Proemial de la Ortographia" del primer Diccionario de la lengua castellana (1726); se lee (nótese cómo se empela la tilde):
En la Léngua Castellana el circunflexo, que se forma assi ^, no tiene uso alguno, y si tal vez se halla usado por algun Autór, es sin necessidád, porque no sabémos yá el tono que los Romanos usaban y explicaban con este accento. En nuestra Léngua los accentos no sirven para explicar el tono, sino para significar que la sylaba que se accentúa es larga ...
Para mayor información puede consultarse la tesis R. T. Douglas, "Evolution of Spanish Orthography, 1475-1726" University of Pennsylvania, Philadelphia.

Otra bibliografía de interés sobre los orígenes;

Ortografía de la lengua castellana : compuesta por la Real Academia Española.

Author: Real Academia Española. 1754.

Ortografía de la lengua castellana compuesta por la Real Academia Española.

Author: Real Academia Española. 1763.

Ortografía de la lengua castellana .

Author: Real Academia Española. 1775.

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ALFABETIZACION: PEDRO recibe muchos mensajes de personas que defienden la acentuación porque les permite leer correctamente una palabra que no conocen. No parece importarles demasiado el que tras leerla correctamente, sigua sin conocerse. PEDRO, pensando en aquello de "Erase un loro maldito" cree que es de poco valor decir lo que se sabe, si no se sabe lo que se dice. Es más, existe el riesgo de que se origine un sentimiento de complacencia de haber leído la palabra con énfasis correcto, y de que tal sentimiento mueva a arrinconar el diccionario. La acentuación se defiende por servir de partitura para cantar correctamente, sin necesidad de que se entienda la letra. El lector español se siente admirado, como el tenor o la soprano que sabe cantar en múltiples lenguas que no conoce.
Algunos de los que escriben a PEDRO son extranjeros que agradecen esta faceta de acentuación de la lengua española, y que la echan de menos en su propia lengua; les ayuda a leerla, aseguran; ninguno dice que les facilite su escritura, y se refleja en los mensajes. En realidad, en muchos de esos mensajes que defienden la acentuación como distintivo apreciable del español se nota la impericia en la aplicación de las normas, y eso en personas equipadas con el teclado apropiado y devotas de la vírgula.



PEDRO ha recibido un documento notarial de una firma importante de Madrid en el que sistemáticamente se suprimen los acentos. ¿Será práctica común entre notarios? Habría que tomar nota.
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RECURSO: La RAE y el Instituto Cervantes se han unido para celebrar el II Congreso Internacional de la Lengua Española en Valladolid, en octubre de 2001. "Este congreso" --se lee en EL PAIS, 3 de marzo 2000, núm. 1400, CULTURA-- "lleva dos asuntos clave: la sociedad de la información y el español como recurso económico."

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FIN DE LAS NOTAS